AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Deja que te descubra (Catalina)
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Deja que te descubra (Catalina)
Recuerdo del primer mensaje :
Había pasado una semana desde la noche en la cual se había encontrado con Catalina por primera vez en el jardín botánico, Lin había regresado a su casa y aunque su madrastra se había molestado severamente por las horas en las cuales había arribado a la mansión, no pareció notar que llevaba un vestido diferente, por lo que no tuvo que dar explicaciones sobre lo ocurrido. Lin se había sentido bastante avergonzada al respecto, pues su madrastra le había dicho que esas horas no eran horas decentes para que una señorita de la posición de ella estuviera caminando por las calles como una vagabunda. La mujer inclusive había mencionado que, sin la compañía de un caballero aquello era simplemente inaceptable. Lin había tenido que quedarse callada y mentir al respecto, no podía contar que había estado acompañada por una dama y que ambas habían sido atacadas por rufianes en el jardín.
Decidió que no era buena idea poner el denuncio en la policía como había pensado en un comienzo pues esto implicaría dar su nombre y apellido, por lo que la madrastra se enteraría de lo que había pasado y esto sólo traería vergüenza a la familia. Cuando se vivía en una familia tan bien posicionada en la sociedad, cualquier movimiento en falso podría significar una mala imagen para su apellido.
Sin embargo y a pesar de toda esta presión, Lin quería ver a Catalina de nuevo. No había olvidado la conversación que habían tenido, ni como la había ayudado y aún deseaba descubrir más sobre su personalidad, gustos, miedos y sueños. Sabía que se metería en más problemas, pero su deseo de verse con ella era mucho más grande, así que había escrito una carta dirigida a Catalina y la había hecho llegar con uno de los sirvientes a la oficina postal, para que posteriormente fuera diligenciada a la dirección de la residencia de ella.
“Querida Catalina de Aragon
Disculpa mi silencio en las últimos días, pero no he olvidado la promesa de volvernos a ver, eh reservado una mesa en restaurante del segundo piso del hotel des Arenes para esté sábado a las 7 de la noche, espero pueda asistir.
Atentamente,
Lin Deforest.”
La noche había llegado más rápido de lo esperado ¿O era quizás por los nervios que le parecía que el tiempo corría aceleradamente?. Esa noche Lin decidió lucir un vestido elegante de color blanco que exaltaba la pureza de su alma inocente, de bordados delicados y flores de un rosa pálido incrustadas aquí y allá. Le cubría hasta más arriba del pecho sin mostrar mucha piel pues ella era una mujer recatada ante todo, usaba guantes blancos a juego y zapatillas de tacón. No esperaba tener que correr o hacer alguna actividad física demandante como había ocurrido en el jardín, por lo que había decidido vestir de forma refinada como era la costumbre de la época.
Llegó media hora antes de lo acordado y los sirvientes del hotel habían tomado el enorme abrigo gris que traía y le habían guiado hacía la mesa que había reservado. Habían muchas personas esa noche en el hotel, Lin se preguntaba si habría una celebración de algún tipo. Se sentó en la mesa y ordenó sólo agua, pues no estaba segura de si Catalina llegaría, sin embargo esperaba no tener que pasar la vergüenza de cenar sola si ella no aparecía, la gente haría preguntas y hablarían a sus espaldas...
Había pasado una semana desde la noche en la cual se había encontrado con Catalina por primera vez en el jardín botánico, Lin había regresado a su casa y aunque su madrastra se había molestado severamente por las horas en las cuales había arribado a la mansión, no pareció notar que llevaba un vestido diferente, por lo que no tuvo que dar explicaciones sobre lo ocurrido. Lin se había sentido bastante avergonzada al respecto, pues su madrastra le había dicho que esas horas no eran horas decentes para que una señorita de la posición de ella estuviera caminando por las calles como una vagabunda. La mujer inclusive había mencionado que, sin la compañía de un caballero aquello era simplemente inaceptable. Lin había tenido que quedarse callada y mentir al respecto, no podía contar que había estado acompañada por una dama y que ambas habían sido atacadas por rufianes en el jardín.
Decidió que no era buena idea poner el denuncio en la policía como había pensado en un comienzo pues esto implicaría dar su nombre y apellido, por lo que la madrastra se enteraría de lo que había pasado y esto sólo traería vergüenza a la familia. Cuando se vivía en una familia tan bien posicionada en la sociedad, cualquier movimiento en falso podría significar una mala imagen para su apellido.
Sin embargo y a pesar de toda esta presión, Lin quería ver a Catalina de nuevo. No había olvidado la conversación que habían tenido, ni como la había ayudado y aún deseaba descubrir más sobre su personalidad, gustos, miedos y sueños. Sabía que se metería en más problemas, pero su deseo de verse con ella era mucho más grande, así que había escrito una carta dirigida a Catalina y la había hecho llegar con uno de los sirvientes a la oficina postal, para que posteriormente fuera diligenciada a la dirección de la residencia de ella.
“Querida Catalina de Aragon
Disculpa mi silencio en las últimos días, pero no he olvidado la promesa de volvernos a ver, eh reservado una mesa en restaurante del segundo piso del hotel des Arenes para esté sábado a las 7 de la noche, espero pueda asistir.
Atentamente,
Lin Deforest.”
La noche había llegado más rápido de lo esperado ¿O era quizás por los nervios que le parecía que el tiempo corría aceleradamente?. Esa noche Lin decidió lucir un vestido elegante de color blanco que exaltaba la pureza de su alma inocente, de bordados delicados y flores de un rosa pálido incrustadas aquí y allá. Le cubría hasta más arriba del pecho sin mostrar mucha piel pues ella era una mujer recatada ante todo, usaba guantes blancos a juego y zapatillas de tacón. No esperaba tener que correr o hacer alguna actividad física demandante como había ocurrido en el jardín, por lo que había decidido vestir de forma refinada como era la costumbre de la época.
Llegó media hora antes de lo acordado y los sirvientes del hotel habían tomado el enorme abrigo gris que traía y le habían guiado hacía la mesa que había reservado. Habían muchas personas esa noche en el hotel, Lin se preguntaba si habría una celebración de algún tipo. Se sentó en la mesa y ordenó sólo agua, pues no estaba segura de si Catalina llegaría, sin embargo esperaba no tener que pasar la vergüenza de cenar sola si ella no aparecía, la gente haría preguntas y hablarían a sus espaldas...
Última edición por Lin Deforest el Miér Sep 30, 2015 8:10 pm, editado 1 vez
Lin Deforest- Humano Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: Deja que te descubra (Catalina)
Se dejó guiar hasta el carruaje y se acomodó al lado de Catalina, sonriendo abiertamente ante el detalle de ella de cubrirla con su abrigo, Lin no tenía mucho frío gracias al efecto del vino, pero le pareció un gesto lindo de parte de ella.
Una vez arrancaron los caballos a cabalgar, Lin se llevó las manos al cabello revuelto, recordó que se había soltado el elaborado peinado, había olvidado las pinzas sobre la mesa así que sólo tenía una cinta para recogerlo.
-Espero que no se note mucho – Comentó refiriéndose a su estado de embriagues y notó que Catalina tenía razón, el fresco aire nocturno estaba ayudando a que su cabeza volviera a tener la lucidez que normalmente poseía, a lo mejor se sentiría mucho mejor al llegar a casa. No conocía esa área de la ciudad por lo que no estaba segura de cuanto demoraría en llegar su hogar.
-Si, tengo una sirvienta de confianza, ella se encarga de mis peinados y vestidos – Le explicó intentando en vano hacer un peinado decente sólo con el lazo blanco por si misma – No le va a gustar ver que destruí su precioso peinado – Comentó con una risita – Tiene casi 30 años, pero nunca se ha casado, ha pasado toda su vida sirviendo a mi familia – Comentó y un deje de nostalgia se apreció en su voz – Es un tanto egoísta ¿No crees? Exigir a esas personas que entreguen sus vidas al servicio de otros de esa forma -
Luego de batallar por otros momentos logró recoger el cabello en una coleta alta y simple, pero al menos ya no lo traía todo desperdigado por la cara.
Una vez arrancaron los caballos a cabalgar, Lin se llevó las manos al cabello revuelto, recordó que se había soltado el elaborado peinado, había olvidado las pinzas sobre la mesa así que sólo tenía una cinta para recogerlo.
-Espero que no se note mucho – Comentó refiriéndose a su estado de embriagues y notó que Catalina tenía razón, el fresco aire nocturno estaba ayudando a que su cabeza volviera a tener la lucidez que normalmente poseía, a lo mejor se sentiría mucho mejor al llegar a casa. No conocía esa área de la ciudad por lo que no estaba segura de cuanto demoraría en llegar su hogar.
-Si, tengo una sirvienta de confianza, ella se encarga de mis peinados y vestidos – Le explicó intentando en vano hacer un peinado decente sólo con el lazo blanco por si misma – No le va a gustar ver que destruí su precioso peinado – Comentó con una risita – Tiene casi 30 años, pero nunca se ha casado, ha pasado toda su vida sirviendo a mi familia – Comentó y un deje de nostalgia se apreció en su voz – Es un tanto egoísta ¿No crees? Exigir a esas personas que entreguen sus vidas al servicio de otros de esa forma -
Luego de batallar por otros momentos logró recoger el cabello en una coleta alta y simple, pero al menos ya no lo traía todo desperdigado por la cara.
Lin Deforest- Humano Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: Deja que te descubra (Catalina)
El carruaje era algo así como un soplo de aire fresco en aquella noche que se había tornado como una realmente loca. De una inocente cena había variado hasta lo más retorcido e imposible que se podía imaginar.
El aire fresco y salir de aquel ambiente, además de dejar de ingerir alcohol, le vino muy bien a Lin para despejarse. Y poco a poco, parecía más sobria y comenzaba a preocuparse por lo que pasaría después y menos en el ahora.
Lo deduje ha que comenzó a preocuparse por su pelo y si lo notarían en casa. Pero realmente dudaba que alguien en su casa, estuviera aún en pie para darse cuenta de ello.
- No te preocupes por tu aspecto. En mi caso, estarías mejor con el pelo suelto de continuó - le dije viendo sus intenciones de hacerse un recogido que, ni por asomó, se parecía al que tenía antes - El viaje te despejara y, en casa, sólo anda hasta tu habitación e intenta no golpearte con nada - reí ligeramente pero lo que me apetecía, después de todo lo ocurrido, era llorar.
El trayecto no se demoraría mucho más pues las casas cada vez eran más grandes y ostentosas. Yo no me había movido muchos por allí, pero sabía que aquel lugar no lo podía pagar alguien de mi clase social.
Lin habló de la servidumbre y era algo que me tocaba de primera mano pues lo viví hace tiempo.
- Dudó que esa doncella este por obligación a vuestro servicio - la esclavitud no era algo tan usual en aquel lado del mundo - Seguramente reciba un sueldo por su trabajo y sea lo suficiente para que siga ahí - seguí diciendo - Además del cariño que os profesara después de tanto tiempo - de nuevo sentí la punzada de celos en el estómago y el pensamiento de que quizás, esa doncella, amaba en secreto a Lin y eso la retenía a su lado.
El coche de caballos giró por una calle y tomó una subida empedrada que hizo que todo el vehículo comenzará a temblar ligeramente. Fuera, se escuchaba el relinchar de los caballos quejándose del esfuerzo.
Desvié la mirada hacia la ventana u dejé escapar un sonoro suspiro.
- Lin - comencé a decir ante el inminente final de la noche - He dicho cosas esta noche de las que me arrepiento enormemente. Pero, quiero que sepas que no me arrepiento de nada de lo que he hecho y, sobre todo, volvería a encontrarme contigo en ese jardín, esa noche.
El carro paró y, al menos, sabía que había dicho lo que necesitaba decir. Aunque todavía quedaban demasiadas cosas en mi vida que, aquella mujer ni se imaginaba. Quizás, terminaría descubriéndolo si es que nos volviamos a ver.
El aire fresco y salir de aquel ambiente, además de dejar de ingerir alcohol, le vino muy bien a Lin para despejarse. Y poco a poco, parecía más sobria y comenzaba a preocuparse por lo que pasaría después y menos en el ahora.
Lo deduje ha que comenzó a preocuparse por su pelo y si lo notarían en casa. Pero realmente dudaba que alguien en su casa, estuviera aún en pie para darse cuenta de ello.
- No te preocupes por tu aspecto. En mi caso, estarías mejor con el pelo suelto de continuó - le dije viendo sus intenciones de hacerse un recogido que, ni por asomó, se parecía al que tenía antes - El viaje te despejara y, en casa, sólo anda hasta tu habitación e intenta no golpearte con nada - reí ligeramente pero lo que me apetecía, después de todo lo ocurrido, era llorar.
El trayecto no se demoraría mucho más pues las casas cada vez eran más grandes y ostentosas. Yo no me había movido muchos por allí, pero sabía que aquel lugar no lo podía pagar alguien de mi clase social.
Lin habló de la servidumbre y era algo que me tocaba de primera mano pues lo viví hace tiempo.
- Dudó que esa doncella este por obligación a vuestro servicio - la esclavitud no era algo tan usual en aquel lado del mundo - Seguramente reciba un sueldo por su trabajo y sea lo suficiente para que siga ahí - seguí diciendo - Además del cariño que os profesara después de tanto tiempo - de nuevo sentí la punzada de celos en el estómago y el pensamiento de que quizás, esa doncella, amaba en secreto a Lin y eso la retenía a su lado.
El coche de caballos giró por una calle y tomó una subida empedrada que hizo que todo el vehículo comenzará a temblar ligeramente. Fuera, se escuchaba el relinchar de los caballos quejándose del esfuerzo.
Desvié la mirada hacia la ventana u dejé escapar un sonoro suspiro.
- Lin - comencé a decir ante el inminente final de la noche - He dicho cosas esta noche de las que me arrepiento enormemente. Pero, quiero que sepas que no me arrepiento de nada de lo que he hecho y, sobre todo, volvería a encontrarme contigo en ese jardín, esa noche.
El carro paró y, al menos, sabía que había dicho lo que necesitaba decir. Aunque todavía quedaban demasiadas cosas en mi vida que, aquella mujer ni se imaginaba. Quizás, terminaría descubriéndolo si es que nos volviamos a ver.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 295
Fecha de inscripción : 01/08/2015
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Re: Deja que te descubra (Catalina)
No estaba segura de si las sirvientas al servicio de la familia Deforest así como los esclavos que poseían estuvieran contentos de trabajar allí, nunca se había detenido a preguntarles, nunca había tenido esa clase de confianza con ellos, siempre se le había inculcado que debía mantener una distancia prudente con ellos y no interactuar más allá que de lo necesario. Como si hubiera que enfatizar el hecho de que pertenecían a clases completamente distintas.
-Espero que no – Murmuró como respuesta a lo que Catalina había dicho. El carruaje había tomado una pequeña calle empinada y Lin se sintió familiarizada con el barrio, estaban cerca de la mansión, de repente le pareció que el tiempo se había pasado demasiado rápido.
Las palabras de Catalina eran justamente lo que deseaba escuchar, había estado preocupándose el resto de la noche sobre si ella se arrepentía del beso que habían compartido, pero al parecer Catalina sólo se arrepentía de la conversación ¿Que parte exactamente se preguntó, pero decidió callar, sentía que esa noche habían divagado suficiente en cosas demasiado complicadas que ni siquiera ella tenía claro por si misma.
-Yo tampoco me arrepiento de haberte conocido – Dijo al fin con la mirada fija en sus manos enguantadas – Han pasado muchas cosas esta noche... creo que me vendrá bien despejar mi mente por unos días... ya sabes, pensar bien las cosas con cabeza fría – Continuó y luego se giró hacía ella – Y con cabeza fría me refiero sin el vino – Agregó con una medio sonrisa – Mi casa está al final de esta calle – Le indicó mostrándola con el dedo por la ventana del carruaje – Ya sabes donde vivo, si deseas enviarme alguna carta esta es mi dirección – Agregó con expresión tímida, definitivamente el efecto del vino comenzaba a desaparecer.
El carruaje se detuvo y los caballos relincharon, se encontraban frente a un amplio jardín que ahora no lucía ninguna flor gracias al frío clima, los árboles estaban desprovistos de hojas también y parecía más como una especie de cementerio en medio de la oscuridad, una enorme reja de metal se levantaba frente a ellos.
- Gracias por todo y que tengas buena noche – Finalizó, aunque ya no quedaba mucho de aquella noche, se acercó cerrando los ojos y cerró ambas mejillas de Catalina antes de bajar del carruaje.
-Espero que no – Murmuró como respuesta a lo que Catalina había dicho. El carruaje había tomado una pequeña calle empinada y Lin se sintió familiarizada con el barrio, estaban cerca de la mansión, de repente le pareció que el tiempo se había pasado demasiado rápido.
Las palabras de Catalina eran justamente lo que deseaba escuchar, había estado preocupándose el resto de la noche sobre si ella se arrepentía del beso que habían compartido, pero al parecer Catalina sólo se arrepentía de la conversación ¿Que parte exactamente se preguntó, pero decidió callar, sentía que esa noche habían divagado suficiente en cosas demasiado complicadas que ni siquiera ella tenía claro por si misma.
-Yo tampoco me arrepiento de haberte conocido – Dijo al fin con la mirada fija en sus manos enguantadas – Han pasado muchas cosas esta noche... creo que me vendrá bien despejar mi mente por unos días... ya sabes, pensar bien las cosas con cabeza fría – Continuó y luego se giró hacía ella – Y con cabeza fría me refiero sin el vino – Agregó con una medio sonrisa – Mi casa está al final de esta calle – Le indicó mostrándola con el dedo por la ventana del carruaje – Ya sabes donde vivo, si deseas enviarme alguna carta esta es mi dirección – Agregó con expresión tímida, definitivamente el efecto del vino comenzaba a desaparecer.
El carruaje se detuvo y los caballos relincharon, se encontraban frente a un amplio jardín que ahora no lucía ninguna flor gracias al frío clima, los árboles estaban desprovistos de hojas también y parecía más como una especie de cementerio en medio de la oscuridad, una enorme reja de metal se levantaba frente a ellos.
- Gracias por todo y que tengas buena noche – Finalizó, aunque ya no quedaba mucho de aquella noche, se acercó cerrando los ojos y cerró ambas mejillas de Catalina antes de bajar del carruaje.
Lin Deforest- Humano Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: Deja que te descubra (Catalina)
A veces, el corazón tiene mucho que decir, pero la mente le pone los impedimentos necesarios para que las palabras no fluyas, para que los sentimientos se guarden. Siempre está ahí diciéndote: ¿Porqué no lo dices la próxima vez que os veais? Ahora no es momento. Y tu voluntad, quebrada y mermada por el paso del tiempo y las experiencias, cede sin oponer resistencia, dejando que aquello que se debe hacer pase de una vez a otra.
Pero... ¿Y si esa próxima vez no existía?
- Yo también debo pensar mucho, creo que sacaremos más en claro con la mente fría y sobre todo: despejada - me permití una sonrisa que distaba mucho de ser alegre - De todos modos, ha sido una noche rara y en parte es por mi culpa. Déjame que te pida disculpas de nuevo - añadí sintiendo la culpabilidad apretándome el pecho.
Me mostró el lugar donde vivía y lo admiré desde dentro del carruaje, sumida en la oscuridad. Era un sitio amplio y bien iluminado incluso en la noche. Demostraba una majestuosidad que era lejana a lo que había visto o sentido en los últimos años.
- Te la mandaría, sabes muy bien que si - comencé a decir - Pero no estoy segura de que tu madrastra no revise el correo. Si lo hace ¿Crees que será muy incómodo para ti si ella comienza a hacer preguntas sobre mi? - en ocasiones quizás preguntaba y daba demasiadas vueltas a la cabeza, como había demostrado ya en ese día. Le quité hierro - Olvidalo. Quizás lo haga.
Finalmente llegamos a nuestro destino. Y yo no había dicho nada que cambiara la inminente despedida a la que nos enfrentabamos. Al inminente adiós... o ¿Sería un sólo hasta luego? Nada se sabía en aquel mundo loco, donde los muertos andan y se alimentan de los vivos. Quizás, en otro momento de nuestras vidas, en otra época: Todo hubiera sido más fácil. También, basándonos en esas premisas, quizás ni nos hubieramos conocido.
Me dió las buenas noches antes de salir y se acercó a besarme. Yo, instintivamente, moví un poco la cabeza pero frené ese movimiento antes de que nos encontraramos de nuevo labio contra labio, haciendo que su beso acabara cerca de la comisura del mio, pero nada más allá.
- Buenas noches Lin, espero que duermas bien - le dije a modo de despedida.
A continuación, y después de que llegaba a la puerta de su casa sin problemas, le indiqué al cochero el siguiente destino.
Sólo tenía ganas de dormir...
Pero... ¿Y si esa próxima vez no existía?
- Yo también debo pensar mucho, creo que sacaremos más en claro con la mente fría y sobre todo: despejada - me permití una sonrisa que distaba mucho de ser alegre - De todos modos, ha sido una noche rara y en parte es por mi culpa. Déjame que te pida disculpas de nuevo - añadí sintiendo la culpabilidad apretándome el pecho.
Me mostró el lugar donde vivía y lo admiré desde dentro del carruaje, sumida en la oscuridad. Era un sitio amplio y bien iluminado incluso en la noche. Demostraba una majestuosidad que era lejana a lo que había visto o sentido en los últimos años.
- Te la mandaría, sabes muy bien que si - comencé a decir - Pero no estoy segura de que tu madrastra no revise el correo. Si lo hace ¿Crees que será muy incómodo para ti si ella comienza a hacer preguntas sobre mi? - en ocasiones quizás preguntaba y daba demasiadas vueltas a la cabeza, como había demostrado ya en ese día. Le quité hierro - Olvidalo. Quizás lo haga.
Finalmente llegamos a nuestro destino. Y yo no había dicho nada que cambiara la inminente despedida a la que nos enfrentabamos. Al inminente adiós... o ¿Sería un sólo hasta luego? Nada se sabía en aquel mundo loco, donde los muertos andan y se alimentan de los vivos. Quizás, en otro momento de nuestras vidas, en otra época: Todo hubiera sido más fácil. También, basándonos en esas premisas, quizás ni nos hubieramos conocido.
Me dió las buenas noches antes de salir y se acercó a besarme. Yo, instintivamente, moví un poco la cabeza pero frené ese movimiento antes de que nos encontraramos de nuevo labio contra labio, haciendo que su beso acabara cerca de la comisura del mio, pero nada más allá.
- Buenas noches Lin, espero que duermas bien - le dije a modo de despedida.
A continuación, y después de que llegaba a la puerta de su casa sin problemas, le indiqué al cochero el siguiente destino.
Sólo tenía ganas de dormir...
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 295
Fecha de inscripción : 01/08/2015
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