AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Hechos preparatorios [Sophia]
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Hechos preparatorios [Sophia]
Se acercaba de manera inexorable como cualidad del tiempo, el Onomástico de quién definitivamente resultaba ser la mujer más importante de Italia, gustara o no para muchos o para pocos, con dudas o sin dudas, aquella mujer cumplía un año más de vida, por lo que habían compartido, estaba seguro de que se trataba de una vida incluso aún más camaleónica que la suya propia, no resultaba correcto en esta ocasión observar hacía el pasado demasiado profundo, después de todo resulta que los seres humanos suelen tener espinas que algún día se enterraron y que jamás pudieron retirarse de la carne, ya sea por los motivos varios que puedan existir para esta condición, o por simple desgano. En el caso propio, con cincuenta años de edad, Goar podía desenterrar muchos cadáveres, pasiones perdidas, y ciertamente resultaba poco saludable pensar en ello. Resultaba mucho más sencillo para el recientemente retirado, distraer su mente de las ideas vagas que tan solo generaban escozor. No podía quejarse de su suerte en lo absoluto la verdad, había dejado un cargo importante dentro de la estructura militar, es cierto, pero había obtenido de inmediato también una nueva labor, ahora resultaba ser oficialmente y por voto de confianza el guardia real, según los comentarios que corren por ahí y que sus oídos captan, el más sonado. ¿Por qué? Realmente responder aquello resultaba ínfimamente relevante, e incluso la labor misma si no fuera por estar vinculada ciertamente a lo realmente importante, este tiempo le sirvió al licántropo para conocerse un poco más y para conocerla a ella, con limitaciones obvias, inevitables y quizás a un punto molestas, pero se trataba justamente de guardar composturas y la tranquilidad, Goar no estaba seguro como pocas veces en su vida, referente a cómo actuar, o quizás lo estaba ciertamente, pero no se animaba por ciertas tratabas que posiblemente solo en su cabeza existían, pero puede que esa teoría no sea correcta, nadie iba a responder eso por él, solo la misma experiencia, lo problemático de experimentar, es que siempre te enfrentabas al fallo o al éxito, y en ciertos temas dicen que jugar a la suerte es apelar a la idiotez, si algo caracteriza al hombre es sin duda su capacidad para calcular los detalles, por ello se encontraba tan pasivo respecto a Sophia y todo el mundo al cuál se había visto embarcado por propia decisión finalmente, claro está.
Adquirió velozmente la costumbre de merodear los lugares aledaños al lugar de descanso de la reina, podrían llamarlo paranoico, pero no lo era, simplemente fuera, en la naturaleza, su olfato funcionaba mejor, y aunque podría parecer difícil separar los aromas estando expuesto a muchos más, para el lupino este reto significaba nada, de esta manera identificaba a los seres cercanos, posibles amenazas, para tranquilidad colectiva todo resultaba tranquilo y corriente, un buen presagio para una festividad cercana por lógica y también por creencia. Terminando ya de buscar lo que quizás no encontraría nunca se acercó por la zona donde diferentes fámulas laburaban, como es común de ellas, jamás en silencio, y sus oídos no transgresores más si muy finos, captaban a la perfección los dichos de las mismas, le bastó tan solo estar cerca cinco minutos para tener el deseo suficiente de alejarse del lugar, no porque la cháchara resultara vulgar o similar, simplemente porque probablemente esas ideas podían despertarse también en su mente y generar conflicto, mientras algunas hablaban de la dama, otras de él, un grupo también estaba entusiasmado por las posibles personalidades que podrían venir a esta celebración, e incluso también hablaban del futuro de la dama. ¿Incomodidad? Pero no por el simple hecho de ser mencionado o la forma en la cual se le mencionaba o vinculaba, incomodo muy probablemente por aquel futuro incierto que como si fuera un juguete de madera se paseaba entre esas bocas femeninas que por suerte ya no lograba captar. Estirarse no le serviría en este momento, tampoco ejercitarse, o probar algún manjar sabroso, su mente tan solo se distraía de lo último gracias al perfume que ya a estas alturas podía reconocer incluso a kilómetros, entonces simplemente se dejó guiar por el mismo, ningún mal podía causar, además aún había visitado a la misma. La mañana había empezado, él probablemente más madrugador que cualquiera en el lugar. Una vez en la puerta estaba seguro que ella podía saber de su presencia, pero aun así golpeó tres veces la puerta, cada vez en una zona diferente de la madera, por alguna costumbre no recordada el lupino tenía ese sello si se le deseaba llamar así. Pacientemente le tocaba esperar si es que así lo deseaba ella, que abriera la puerta. También podía recibir perfectamente un “vuelva más tarde” o “En este momento no le necesito”. No es que tomara ella esas respuestas, pero tenía todo el derecho de hacerlo.
Adquirió velozmente la costumbre de merodear los lugares aledaños al lugar de descanso de la reina, podrían llamarlo paranoico, pero no lo era, simplemente fuera, en la naturaleza, su olfato funcionaba mejor, y aunque podría parecer difícil separar los aromas estando expuesto a muchos más, para el lupino este reto significaba nada, de esta manera identificaba a los seres cercanos, posibles amenazas, para tranquilidad colectiva todo resultaba tranquilo y corriente, un buen presagio para una festividad cercana por lógica y también por creencia. Terminando ya de buscar lo que quizás no encontraría nunca se acercó por la zona donde diferentes fámulas laburaban, como es común de ellas, jamás en silencio, y sus oídos no transgresores más si muy finos, captaban a la perfección los dichos de las mismas, le bastó tan solo estar cerca cinco minutos para tener el deseo suficiente de alejarse del lugar, no porque la cháchara resultara vulgar o similar, simplemente porque probablemente esas ideas podían despertarse también en su mente y generar conflicto, mientras algunas hablaban de la dama, otras de él, un grupo también estaba entusiasmado por las posibles personalidades que podrían venir a esta celebración, e incluso también hablaban del futuro de la dama. ¿Incomodidad? Pero no por el simple hecho de ser mencionado o la forma en la cual se le mencionaba o vinculaba, incomodo muy probablemente por aquel futuro incierto que como si fuera un juguete de madera se paseaba entre esas bocas femeninas que por suerte ya no lograba captar. Estirarse no le serviría en este momento, tampoco ejercitarse, o probar algún manjar sabroso, su mente tan solo se distraía de lo último gracias al perfume que ya a estas alturas podía reconocer incluso a kilómetros, entonces simplemente se dejó guiar por el mismo, ningún mal podía causar, además aún había visitado a la misma. La mañana había empezado, él probablemente más madrugador que cualquiera en el lugar. Una vez en la puerta estaba seguro que ella podía saber de su presencia, pero aun así golpeó tres veces la puerta, cada vez en una zona diferente de la madera, por alguna costumbre no recordada el lupino tenía ese sello si se le deseaba llamar así. Pacientemente le tocaba esperar si es que así lo deseaba ella, que abriera la puerta. También podía recibir perfectamente un “vuelva más tarde” o “En este momento no le necesito”. No es que tomara ella esas respuestas, pero tenía todo el derecho de hacerlo.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
¿Dias malos?
GOAR - SOPHIA | Palacio- Italia | Noviembe |
Existían días buenos… y días malos… hoy era precisamente uno de esos días en los que deseaba la oscuridad de una cueva, un lugar alejado de la multitud, desaparecer como lo acostumbraba hacer, simplemente no estaba en tiempo para alejarme del reino que parecía comenzar luego de varios meses… años… días… semanas… aceptarme como lo que me habían coronado… Reina, un titulo que me quedaba demasiado grande pero… ahí estaba no existían peros, no podía renunciar ya lo había aceptado… días malos… De un salto salí del confort de mis sabanas guiada por una pequeña filtración entre las cortinas me puse a husmear, como cual felino en caza me encontraba, solo abrí un poco las cortinas y vi como deambulaba a paso firme, con la cabeza en alto de seguro planeando algo, Goar… - Goar – repetí en voz baja y le seguí con la mirada mientras la servidumbre trabajaba en sus quehaceres la hora, muy temprano por la mañana, los rayos del sol apuntaban directamente a mi ventana escasos pero poderosos eran, pronto llegaría mi doncella, con el desayuno, con la ropa del día, con ¿Quién sabe cuántas cosas más? Hoy era uno de esos días… aferre con mis uñas la cortina apretándola tal vez causándole algún daño, pero me contuve, el guardia había desaparecido de mi vista y eso me inquietaba… La noche anterior había escuchado a las doncellas hablar de mi… del gran día, apostaban entre ellas el color de mi vestido, otras mencionaban que estaría sola… y eso encogió mi corazón, el felino que había escuchado eso, inflo su pecho y se retiro no sin antes botar algo de pura maldad… un tarro con sal golpeaba el suelo y mi cuerpo animal desaparecía entre corredores, escuchado… observando… buscando algo… sin saber lo que en realidad buscaba… Las invitaciones habían sido enviadas… y… el típico golpeteo irrumpió mis pensamientos, no era mi doncella… era él, el único hasta hora hombre permanente en mi vida… mi guardia tome la bata que estaba a los pies del taburete de mi cama… me acerque lo suficiente a la puerta para dejar apoyada mi mano en la manilla que abriría la entrada a mi dormitorio… - ¿Alguna vez has despertado queriendo ser el único ser en el planeta? – pregunte antes de abrir… baje la manilla y me aleje dando la espalda a la puerta, dudaba que mi rostro fuera el de una reina, aun… aun no me sentía como tal, cruce mis brazos dejando una caricia en mi propio cuerpo, suspire resignada que el día… ya había comenzado… - Buenos Días seria una mentira de mi parte decir… simplemente día… - baje mi cabeza moviéndola en negación… esperando respuesta o que simplemente me dijera que todo se suspende… claro eso nunca ocurriría… |
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Última edición por Sophia D`Luca el Miér Nov 04, 2015 2:20 pm, editado 1 vez
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Pudo haber suspirado tras escuchar aquellas palabras, sin embargo no lo hizo, simplemente se mantuvo aparentemente inmutable ante las afirmaciones hasta que finalmente la puerta se abrió, el licántropo ingresó, le observó, sus palabras y su conducta, lo interpretó a su gusto, no podía estar satisfecho por lo que estaba observando y escuchando en general, pero no era quién para hacerle ver su error, tampoco para llamar la atención, tan solo podía el guardia real aconsejar como venía haciendo desde hace ya un tiempo – Jamás, no obstante si aquel deseo no fuera tan dañino, en estos momentos me encontraría desapareciendo a cada ser existente del mundo y luego terminaría haciendo lo mismo conmigo para que pueda tener aquello que desea – Y no dañino para el resto – Dañino para ti – Se permitió agregar mientras avanzaba solo un poco más hacia ella, al menos su brazo ya tenía alcance suficiente. Por lo que se tomó la atribución quizás transgresora de girar la figura de la cambiante para poder verle, le elevó el rostro – Buenos días, el buenos es tan solo cuestión de perspectiva, depende del punto de vista, pueden ser los peores desde una óptica concisa, para unos puede ser muy bueno con el simple hecho de ver un rostro – Estaba dispuesto a continuar la charla, no obstante aquellos pasos acercándose hacia ellos indicaban que resultaba momento pertinente para separarse completamente de ella, al menos por un rato largo. Recogió su extremidad dispuesto a marcharse – Está llegando – Lentamente retrocedió y cerró la puerta lo más suavemente posible, cerró los ojos un par de segundos y cuando la doncella se encontraba frente de él los abrió – Buenos días – Pronunció con aquel tono neutral que lo caracterizaba con la mayoría de seres, abrió la puerta para que la misma pasara y finalmente la cerró. Goar claramente no iba a poder entender del todo una mente ajena, tampoco podía sufrir en carne propia malestares por otros, por más dispuesto que pudiera estar a tomar ese lugar, Sophia desde hace tiempo había sido para su entender una mujer con cicatrices, con responsabilidades a las que responder, que quizás temía afrontar, pero no le quedaban dudas dentro de su cabeza, de que aquello tan solo resultaba un obstáculo completamente superable, su capacidad estaba ahí, latente, escondida entre todo aquello que resulta fácil dejar florecer dentro de uno cuando se ha dejado invadir por lo negativo de sí mismo y no ha dejado que aflore la virtud.
Aquello no decanta en que la persona sea negativa, aquello solo es un recordatorio de humanidad, la gente se quiebra, la gente sufre, ¿él lo hacía ahora? ¿Podía hacerlo más? ¿Estaría bien o estaría mal por su parte? Reprimirse claramente parecía ser su estilo perfecto, pero lo correcto resultaba ser, de no reprimirse, ¿qué pudiera haber hecho que traería consecuencias? Disputar entre lo correcto, lo profesional y lo que su mente y cuerpo le orillan a accionar se había convertido desde hace mucho en su guerra más importante, en una donde no moría gente, la sangre no corría, no obstante es posible que las lágrimas si fueran el factor común entre estas, solo que no parecían mostrarse, no con facilidad, o no resultaban ser reconocidas por ninguno de los dos bandos. Perdido dentro de su mente, finalmente el guardia que más cerca de las zonas privadas llegaba despertó de aquel letargo, todo gracias al sonido de la puerta abriéndose, la doncella salió, había perdido con honestidad, el correr del tiempo y no pretendía tampoco observar el reloj dentro de su bolsillo para denotar cuanto le costó superar uno de sus episodios internos, donde la razón y el sentir se debatían a muerte pero silenciosos como el mismo diablo cuando trama sus pecados para atraer a los humanos de moral cuestionable. Se giró levemente, la puerta estaba abierta, ¿eso significaba una invitación otra vez? Lo cierto es que tenía curiosidad por escuchar una respuesta a sus últimas palabras, también ciertamente, tenía el deseo de observar a Sophia finalmente lista para desenvolverse en su día, la belleza no iba a ser sorpresa ante su visión, se trataba de ella, pero cada primera impresión visual suele ser diferente y estimulante a fin de cuentas. Ingresó lentamente a la habitación, no fue ruidoso pero tampoco silencioso - ¿Desayunarás? – Se aseguró de que la humana estuviera fuera del rango para que no escuchara que le tuteaba, aquello cambiaba cuando estaban en público, por razones obvias. No le molestaba para nada, es lo que tocaba. Así como esperar a que la cambiante decida como empezaría su día, él tan solo cumplía el rol que le compete, de acompañante, vigilante, aunque si se le permitía opinar, estaba consciente de que la mujer disfrutaba bastante de los alimentos, casi igual o más que él, aunque tal vez este día su estómago no se encontraba tan despierto. Al día siguiente debía de estarlo, pues se celebraría el banquete que hoy, durante la víspera, se preparaba.
Aquello no decanta en que la persona sea negativa, aquello solo es un recordatorio de humanidad, la gente se quiebra, la gente sufre, ¿él lo hacía ahora? ¿Podía hacerlo más? ¿Estaría bien o estaría mal por su parte? Reprimirse claramente parecía ser su estilo perfecto, pero lo correcto resultaba ser, de no reprimirse, ¿qué pudiera haber hecho que traería consecuencias? Disputar entre lo correcto, lo profesional y lo que su mente y cuerpo le orillan a accionar se había convertido desde hace mucho en su guerra más importante, en una donde no moría gente, la sangre no corría, no obstante es posible que las lágrimas si fueran el factor común entre estas, solo que no parecían mostrarse, no con facilidad, o no resultaban ser reconocidas por ninguno de los dos bandos. Perdido dentro de su mente, finalmente el guardia que más cerca de las zonas privadas llegaba despertó de aquel letargo, todo gracias al sonido de la puerta abriéndose, la doncella salió, había perdido con honestidad, el correr del tiempo y no pretendía tampoco observar el reloj dentro de su bolsillo para denotar cuanto le costó superar uno de sus episodios internos, donde la razón y el sentir se debatían a muerte pero silenciosos como el mismo diablo cuando trama sus pecados para atraer a los humanos de moral cuestionable. Se giró levemente, la puerta estaba abierta, ¿eso significaba una invitación otra vez? Lo cierto es que tenía curiosidad por escuchar una respuesta a sus últimas palabras, también ciertamente, tenía el deseo de observar a Sophia finalmente lista para desenvolverse en su día, la belleza no iba a ser sorpresa ante su visión, se trataba de ella, pero cada primera impresión visual suele ser diferente y estimulante a fin de cuentas. Ingresó lentamente a la habitación, no fue ruidoso pero tampoco silencioso - ¿Desayunarás? – Se aseguró de que la humana estuviera fuera del rango para que no escuchara que le tuteaba, aquello cambiaba cuando estaban en público, por razones obvias. No le molestaba para nada, es lo que tocaba. Así como esperar a que la cambiante decida como empezaría su día, él tan solo cumplía el rol que le compete, de acompañante, vigilante, aunque si se le permitía opinar, estaba consciente de que la mujer disfrutaba bastante de los alimentos, casi igual o más que él, aunque tal vez este día su estómago no se encontraba tan despierto. Al día siguiente debía de estarlo, pues se celebraría el banquete que hoy, durante la víspera, se preparaba.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
¿Dias malos?
GOAR - SOPHIA | Palacio- Italia | Noviembe |
Podría decir que su respuesta me había caído en gracia aun cuando amaba la independencia el estar sola por mucho tiempo no era bueno para nadie, solo quería un momento, un día tal vez… o simplemente no quería estar rodeada de gente cínica que celebraría algo que yo nunca había acostumbrado hacer, sentirme sola rodeada de gente… mi especialidad pensé, al acto que sus palabras retumbaban en mis oídos, precisas y concisas, me gustaba escucharle, me gustaba esa forma tan estricta que tenia para decir las cosas aun cuando sabía muy bien lo que se decía de él… y de mi no me interesaba podíamos dar fe que hasta ahora no había pasado nunca nada, el giro repentino me tomo por sorpresa mas así lo fueron sus palabras que lograron sonrojarme a Dios gracias la doncella se acercaba el aroma de la comida era simplemente delicioso, no tuve oportunidad para pronunciar palabra alguna. Mire a la doncella, la más fiel creo que la única que no andaba con habladurías por eso me había encargado de dejar que solo ella pudiera entrar a mi habitación, sonreí ante su energía ella parecía más emocionada por la pronta festividad, asentí con la cabeza ante lo que me decía, de los colores pasteles y de las mascaras y que la comida era cerdo con manzana y la torta… en realidad no me importaban ese tipo de cosas, sabía que tenía un sinfín de escrituras que firmar, tratados que revisar… viajes en son de paz… traer a mi reino prosperidad aun cuando la milicia entrenaba día y noche… la Doncella salió del armario con un vestido sencillo color verde oscuro con detalles en una tonalidad en rosado… - Hoy en el almuerzo tiene que ocupar este traje, recuerde que tiene invitados – Si, lo sabia extranjeros aliados… gente que quizás nunca había visto asentí y dejo el vestido a un lado de la cama. Antes de retirarse la alcance y le susurre a su oído – Trae más comida ahora – le guiñe el ojo y salió lo más rápido que pudo. Infle mi pecho, la puerta había quedado abierta y sabia que prontamente Goar se abriría paso, aun estaba con la bata mirando el espectáculo de afuera, preparaban una carpa… unas piletas, exageración y extravagancia que no iban con mi forma de ser – ¿Que rostro hace que para ti sean buenos días? - Pregunte girando en mi propio puesto y le quede mirando, esperando tal vez una respuesta o solo su silencio, no sabía cual en ese momento me aterraba más. Me acerque a la mesa donde reposaba el desayuno –Solo desayunare si comes conmigo – quería estar sola sí, pero con el cerca, hambre siempre tenía pero ganas de comer muy pocas, el apetito quizás mejoraba con buena compañía pensé no me gustaba derrochar la comida. Me acerque a él esperando la respuesta, sabía que prontamente la doncella llegaría con otra bandeja de comida para él. Aproveche ese momento para tomar el vestido y posarlo simplemente sobre mi cuerpo, el aroma de la tela me gustaba pero no para llevarlo puesto sino mas bien para dormir sobre el… sonreí ante mi pensamiento y volví a mirar esperando respuesta… |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
El licántropo se sorprendió más no exteriorizo aquello, la duda nació dentro de él, y no necesariamente respecto a la pregunta que ella había realizado, la respuesta estaba clara, demasiado fácil de responder, pero quizás ahí descansaba el problema de la misma respuesta, ¿en qué momento Sophia había obtenido ese rasgo salvaje que promovía dentro de sí aquellas ganas de arriesgarse a preguntarle algo como eso? Goar no había demostrado tenerlo o quizás se encontraba latente y este mismo no dejaba que aflorara. No hubo manera alguna de escapar a esa mirada que tácitamente exigía a gritos una respuesta de su parte, el lenguaje corporal otorgaba mayor claridad y mayor ímpetu, siempre había estado claro con eso, solo que no estaba aceptando del todo que Sophia lo usara en su contra justo en este momento. Goar simplemente se acercó a ella a paso lento, sosteniendo la mirada contra la ajena, se detuvo finalmente hasta encontrarse en la distancia más prudencial posiblemente cercana, ¿Debía simplemente responder con palabras? No las encontraba, situación rotundamente chocante para él, las palabras que necesitaba resultaban tan sencilla de pronunciar y cualquiera podría conocerlas. Sus ojos finalmente encontraron en el tocador un artilugio que le libraría de aquella situación, el brazo izquierdo se estiró para tomar aquel pequeño espejo, su palma derecha giró levemente la figura femenina de lado y finalmente se reflejó solamente el rostro de la cambiante en aquel pequeño espejo – Una respuesta – Pronunció suavemente y en cuanto escucho nuevamente aquellas pisadas acercándose dejó el pequeño espejo en su lugar. El lupino asintió con la cabeza lentamente una sola vez – Sería mentir si menciono que no deseo desayunar contigo, pero no debe de ser una costumbre para ti que solo lo hagas si es que cuentas con mi presencia, solo por preocupación por tu bienestar lo menciono, Sophia – Dicho aquella se quedó en silencio ya que la doncella se encontraba a escasos pasos de la puerta, simplemente tomó distancia una vez más, pero esta vez se dispuso a observar por la ventana, las afueras del palacio sin duda alguna resultaban más hermosas tras los preparativos que se estaban realizando – No debería pensar en lo negativo de esta celebración, la idea general es disfrutarlo en la medida que se pueda hacer, ¿no lo cree? – El lupino se mantuvo finalmente en silencio hasta que la doncella se retirara, estaba claro de que la preparación de Sophia demoraría más ahora que debían desayunar juntos, pero siendo honesto estaba dispuesto a sacrificar egoístamente ese tiempo para compartirlo con ella.
Se giró hacia ella y luego su nariz le giró inconscientemente hacia el aroma del alimento, no debía pegar de goloso, sin embargo no mostraba ningún punto de molestia respecto a desayunar dos veces durante la mañana, lo cierto es que agradecía a su metabolismo rápido, quizás por su condición lupina, no tener que preocuparse demasiado por las grasas o las calorías que consumía diariamente, igualmente la rutina de ejercicios que realizaba ayudaba enormemente – No hay necesidad de esperarme, aliméntate Sophia – El lupino aún se encontraba titubeante, no se había recuperado de todo de aquel nerviosismo no común en él, aquella pregunta inesperada le había demostrado una realidad que aparentemente se encontraba dormida dentro de él. En ese afán simplemente se aproximó hacia la puerta y la cerró en silencio, una vez más regresó y se acercó para tomar la taza que le correspondía a él, se llevó la infusión a las fauces y bebió una cantidad moderada del líquido. Por alguna razón aquello fue una pausa para todo aquello, dejó el vaso en la bandeja y observó a la reina - No encuentro la manera de hacerte disfrutar de tu posición, de tus facilidades, de tus beneficios, también de tus responsabilidades y obligaciones, solo tengo claro de que la única manera de que aquello ocurra es que tú misma encuentres una razón para seguir adelante, para realizar lo que sea que realices de la mejor manera y que disfrutes de lo mismo. Es solo una opinión personal, pero no puedo imaginar mí día a día cuidando de ti si es que no disfrutara de aquello o no tuviera un deseo que nace de lo profundo, como dicen los artistas, una inspiración, aquel detonante que motiva los movimientos y cualquier accionar – Deseaba que aquel comentario honesto sirviera para aconsejar a la cambiante, aunque también deseaba que informara de otro asunto relevante a la mujer, dos temas tocados a la vez, dos igual de importantes para él, ser un guardia no tenía nada que ver con velar por el bienestar emocional de quién debía proteger, hace mucho había pasado la barrera de lo “común” no por su labor, sino por las emociones fluyentes y a la vez retenidas por su propia mano, ¿las razones? No estaba seguro del todo aún.
Se giró hacia ella y luego su nariz le giró inconscientemente hacia el aroma del alimento, no debía pegar de goloso, sin embargo no mostraba ningún punto de molestia respecto a desayunar dos veces durante la mañana, lo cierto es que agradecía a su metabolismo rápido, quizás por su condición lupina, no tener que preocuparse demasiado por las grasas o las calorías que consumía diariamente, igualmente la rutina de ejercicios que realizaba ayudaba enormemente – No hay necesidad de esperarme, aliméntate Sophia – El lupino aún se encontraba titubeante, no se había recuperado de todo de aquel nerviosismo no común en él, aquella pregunta inesperada le había demostrado una realidad que aparentemente se encontraba dormida dentro de él. En ese afán simplemente se aproximó hacia la puerta y la cerró en silencio, una vez más regresó y se acercó para tomar la taza que le correspondía a él, se llevó la infusión a las fauces y bebió una cantidad moderada del líquido. Por alguna razón aquello fue una pausa para todo aquello, dejó el vaso en la bandeja y observó a la reina - No encuentro la manera de hacerte disfrutar de tu posición, de tus facilidades, de tus beneficios, también de tus responsabilidades y obligaciones, solo tengo claro de que la única manera de que aquello ocurra es que tú misma encuentres una razón para seguir adelante, para realizar lo que sea que realices de la mejor manera y que disfrutes de lo mismo. Es solo una opinión personal, pero no puedo imaginar mí día a día cuidando de ti si es que no disfrutara de aquello o no tuviera un deseo que nace de lo profundo, como dicen los artistas, una inspiración, aquel detonante que motiva los movimientos y cualquier accionar – Deseaba que aquel comentario honesto sirviera para aconsejar a la cambiante, aunque también deseaba que informara de otro asunto relevante a la mujer, dos temas tocados a la vez, dos igual de importantes para él, ser un guardia no tenía nada que ver con velar por el bienestar emocional de quién debía proteger, hace mucho había pasado la barrera de lo “común” no por su labor, sino por las emociones fluyentes y a la vez retenidas por su propia mano, ¿las razones? No estaba seguro del todo aún.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Sin Rumbo
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Ver mi reflejo en aquel pequeño espejo me sorprendió, no me había dado una respuesta, pero no era necesario – Si pudiera pagar por algo… que realmente deseo con todas mis ansias seria saber qué piensas… poder leerte, eres un laberinto que ansío recorrer – dije sin medir mis palabras, pensando que había dicho más de lo necesario, pero que importaba, era libre al fin y al cabo y nadie le llevaba la contra a la reina, no repare en la llegada de la doncella, entro en silencio y se fue tal como llego. Note el nerviosismo prematuro ante mi pregunta que tenía una respuesta que era una verdadera incógnita, tome asiento y tome una rebanada de pastel y me la lleve a mi boca… solo aquello mantendría mis palabras en silencio, me dedique a observarlo, mas no podía estudiar a Goar. ¿Qué era para mí? ¿A caso solo era mi guardia? En realidad era lo más cercano que tenía a un amigo, el único que velaba por mí sin interés… sin segundas intenciones, mi mente se alejaba de aquella habitación. ¿Qué era todo esto? ¿Qué era esta situación? Moví la cabeza de lado a lado cuando lo escuche hablar nuevamente, lo seguí con la mirada. Una parte de mi sentía una necesidad de… ya ni siquiera sabía que era lo que sentía en ese momento, lleve las manos a mi cabeza rascando suavemente cuando se detuvo quede plasmada por sus palabras, me sentí vacía en ese momento… había dicho lo que más temía no disfrutaba de nada… baje la cabeza observe mi rostro en el reflejo de la taza y luego lo vi a él – La última vez que celebre mi cumpleaños cumplía doce años, tenía una familia una bella familia… desde esa época nunca más célebre… nunca recibí un regalo… nunca nadie demostró interés por esta fecha que me pisa los talones – suspire intentando contener una lagrima ante el recuerdo de aquella vida… muy pasada, mis padres, fueron lo más bello que me había pasado, luego venia Zarek… y ahora… Goar parecía ser aquello que… trague saliva y deje de pensar – Nunca he disfrutado un día que es como cualquier otro, pero… de un tiempo a esta parte… perdí el rumbo – me levante de la mesa y me puse delante de él, Goar conocía mis debilidades y mis fortalezas mejor que yo – creo que no tengo un rumbo Goar, deje de disfrutar de la vida cuando lo único que en un tiempo me había dado una razón para vivir desapareció… todo lo que he amado parece desaparecer en algún momento de mi vida – se me apretó el corazón y sin importar nada me acerque a él invadiendo todo su espacio – Vivo cada día con miedo… con miedo a vivir, a querer tanto algo que de pronto desaparezca, por eso me gusta la soledad así nadie sale dañado… - Pase mi mano por su brazo como una caricia hasta tomar una de sus manos y apretarla – No quiero seguir viviendo con Miedo… y me aterra que mañana todo desaparezca, esto es como un cuento de esos que le cuentan a las niñas para dormir, donde la protagonista soy yo y tu… mi salvador – de la misma forma hice lo mismo con su otra mano y apoye mi cabeza en su pecho – Goar, eres lo más real que tengo y me perdone Dios por lo que siento… que parece ser una maldición donde todos salen dañados… - Era una confesión de esas que te quemaba el alma, pero no podía callar, no podía detenerme no ahora, aguarde silencio no tenía ganas de llorar el tiempo se había encargado de secar mis lagrimas, seguí apoyada en su pecho se sentía reconfortante – Goar – repetí en silencio y levante mi cabeza alejando solo un poco de su pecho – Cada mañana espero que aparezcas por mi puerta… y me regañes, me animes, o simplemente me ordenes o recuerdes algo… ¿Qué es esto? – baje mi vista y di un paso hacia atrás, algo era claro mi corazón latía con fuerzas, mi respiración estaba agitada pero mi mente estaba clara – Se que llegara el sentido a mi vida, cuando no se… Pero quiero que tu estés ahí… para mí – alce mi diestra y acaricie su mejilla lentamente con una sonrisa leve en mis labios sin dejar de mirarle… el hacía que el miedo desapareciera... |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
No podía diferenciar ya en ese preciso momento si se encontraba congelado porque él mismo se encontraba aplicando un uso perfecto del autocontrol o es que simplemente Sophia estaba causando ese efecto en él, las palabras no esperó escucharlas salir de aquella boca, esa boca, pensar en esa boca justamente ahora no resultaba ser lo más sensato para el lupino, esos impulsos que probablemente sean mucho más intensos por culpa de aquel gen salvaje que lleva dentro de sí, ¿cómo poder responder a sus palabras? ¿Cómo confesar que desde hace mucho tiempo se enamoró y desde entonces desea, a una mujer que bajo cualquier regla y explicación no le compete a él? ¿Se supone que un deseo o un sentir pueden ir contra el orden justo y razonable de la vida? ¿Debía de ser así o es que acaso tenía que persuadirse así mismo aun cuando ella le acariciaba de que no podía verla como esa mujer a quién desear? La explosión de hormonas y de neuronas en su cerebro se suscitaba sin control alguno, no resultaba tan solo el hecho de pelearse dentro de sí como ya algo complicado, también debía hacer entender a la cambiante que el único motivo que debería tener ella, sería su propia existencia, ¿pero no sería quizás ingrato y a la vez también irónico mencionarlo? Después de todo él estaba dedicando un tiempo de su vida y realizando esta labor exclusivamente por ella, por culpa de aquella tarde en París comiendo castañas, donde quedó completamente enganchado por un hechizo débil al principio que seguramente no había deseado soltar la cambiante con intención, o al menos eso pensaba él. El aroma de la mujer tan solo alteraba más su conciencia estando tan cerca, lo inevitable sucedió entonces, entre todo el silencio que él lupino guardaba, justo cuando ella también lo guardó, la palma del rubio lycan se apresuró a la cintura de la cambiante y la aferró contra sí, desde ese instante entonces aquella mirada insegura por causas internas cambió, Goar mostraba la decisión, esa que siempre le había caracterizado y Sophia le había hecho perder, no con malas intenciones o por un erróneo fin. Y probablemente no solo Sophia con ese efecto adormecedor sobre él, sino también la posición social que cada uno representaba y lo que se supone se espera que ambos deban cumplir, ¿cómo podía un plebeyo tomar así a la reina y desearla desde hace varios meses en completo silencio? Probablemente en silencio sí.
Probablemente no resultaba ser el único que ansiaba a la bella reina, pero él claramente la quería, y esa idea de que todo aquello estaba mal le carcomía, incluso cuando a todas luces parecía ser que Sophia se sentía igual que él, sin embargo ese agarre avanzado que les llevaba más lejos que nunca antes le estaba dando la contra a cualquier moralismo o estipulación escrita por la razón o la sociedad que claramente sentenciaría esta situación - ¿Cómo puedo contestar una pregunta que también me hago constantemente y no soy capaz de responder? O quizás no puedo ser lo suficientemente honesto para responder por equis factores – Ahora él avanzaba, retrocediendo a la cambiante hasta el límite que las dimensiones de la habitación permitían, suavemente la espalda de la muchacha se asentó contra una de las paredes – No tengo miedo a la muerte, antes no me llevó consigo teniendo varias oportunidades, pero no deseo que temas a mi muerte, porque no estás maldita, malditas las desagradables coincidencias que te han distraído de lo más importante, de ti misma. No deseo que seas feliz por tu pasado, por mi presencia o por el reino, deseo que seas feliz por ti misma – Negó con el rostro – Sin embargo, no deseo morir arrepentido por las cosas que no realice – Aquellas manos que antes le habían recorrido fueron tomadas por las propias y llevadas a la pared, inmediatamente las falanges se apoderaron de sus pares femeninas y dejándose llevar después de tantos meses el lupino atacó los labios ajenos valiéndose de los propios, un beso finalmente se dio de resultado. ¿Uno que contenía quizás todo aquello que se había estado guardando durante tanto tiempo? Suerte tenía entonces aquel sentir de no haberse visto asfixiado por una realidad que no justificaba el trato irreverente al que se había visto sujeto. Tras un largo espasmo de tiempo separó sus labios de los ajenos – No es nada fácil escucharte respirar, verte caminar, tenerte cerca y evitar cada día, cada tarde y cada noche ese deseo casi desgarrador de besarte, y tan solo has perpetrado un poco esa muralla invisible y esta se a desmoronado por completo, supongo que no soy tan fuerte como debería ser – Que impertinente aquel camisón, no ayudaba para nada al pobre hombre, resultaba tan sencillo para él sentir las curvas ajenas, fue entonces cuando la elevó en peso y la encimó sobre la cama, le dedicó una mirada y justo cuando estaba dispuesto a continuar sus puños se cerraron y se levantó de ella como si le estuvieran arrancando una extremidad – Lo siento - ¿Cómo podría hacer aquello de esa manera? No debía, ¿pero entonces? No tenía respuestas, deseaba claridad – Siempre estaré contigo, Sophia, siempre que lo desees – Le estiró la palma para que así pudiera levantarse.
Probablemente no resultaba ser el único que ansiaba a la bella reina, pero él claramente la quería, y esa idea de que todo aquello estaba mal le carcomía, incluso cuando a todas luces parecía ser que Sophia se sentía igual que él, sin embargo ese agarre avanzado que les llevaba más lejos que nunca antes le estaba dando la contra a cualquier moralismo o estipulación escrita por la razón o la sociedad que claramente sentenciaría esta situación - ¿Cómo puedo contestar una pregunta que también me hago constantemente y no soy capaz de responder? O quizás no puedo ser lo suficientemente honesto para responder por equis factores – Ahora él avanzaba, retrocediendo a la cambiante hasta el límite que las dimensiones de la habitación permitían, suavemente la espalda de la muchacha se asentó contra una de las paredes – No tengo miedo a la muerte, antes no me llevó consigo teniendo varias oportunidades, pero no deseo que temas a mi muerte, porque no estás maldita, malditas las desagradables coincidencias que te han distraído de lo más importante, de ti misma. No deseo que seas feliz por tu pasado, por mi presencia o por el reino, deseo que seas feliz por ti misma – Negó con el rostro – Sin embargo, no deseo morir arrepentido por las cosas que no realice – Aquellas manos que antes le habían recorrido fueron tomadas por las propias y llevadas a la pared, inmediatamente las falanges se apoderaron de sus pares femeninas y dejándose llevar después de tantos meses el lupino atacó los labios ajenos valiéndose de los propios, un beso finalmente se dio de resultado. ¿Uno que contenía quizás todo aquello que se había estado guardando durante tanto tiempo? Suerte tenía entonces aquel sentir de no haberse visto asfixiado por una realidad que no justificaba el trato irreverente al que se había visto sujeto. Tras un largo espasmo de tiempo separó sus labios de los ajenos – No es nada fácil escucharte respirar, verte caminar, tenerte cerca y evitar cada día, cada tarde y cada noche ese deseo casi desgarrador de besarte, y tan solo has perpetrado un poco esa muralla invisible y esta se a desmoronado por completo, supongo que no soy tan fuerte como debería ser – Que impertinente aquel camisón, no ayudaba para nada al pobre hombre, resultaba tan sencillo para él sentir las curvas ajenas, fue entonces cuando la elevó en peso y la encimó sobre la cama, le dedicó una mirada y justo cuando estaba dispuesto a continuar sus puños se cerraron y se levantó de ella como si le estuvieran arrancando una extremidad – Lo siento - ¿Cómo podría hacer aquello de esa manera? No debía, ¿pero entonces? No tenía respuestas, deseaba claridad – Siempre estaré contigo, Sophia, siempre que lo desees – Le estiró la palma para que así pudiera levantarse.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Buscando un sentido
GOAR - SOPHIA | Palacio- Italia | Noviembe |
Lo prohibido se vuelve tentador… Fue mi pensamiento cuando la cercanía se limito a… nada, intente contener la respiración pero era imposible necesitaba respirar, necesitaba sentirme viva, libre, querida, deseada. Suspire de manera notoria, nerviosa, por lo que estaba ocurriendo, estábamos rompiendo todas las reglas habidas y por haber por esta sociedad, pero yo era la Reina que mas daba todo eso, si podía sacar un provecho seria ese… tenerlo a mi lado… Juzgada o no, en boca de todos o no, en ese minuto me daba igual… a él nada se le pasaba por alto, y nunca en estos eternos meses había demostrado una debilidad, tan correcto, tan leal… tan sincero con sus palabras, un hombre decidido que emanaba aquello que tanto necesitaba… quizás ahora no tanto pero su protección era lo que me mantenía aun de pie, sus palabras aun me mantenían cuerda… y ahora su cercanía me estaba manteniendo viva. El silencio de ambos era perpetuo pero no incomodo, era más bien agradable, exquisito. -Entonces no contestes a la pregunta porque ya no necesito la respuesta – en verdad no necesitaba una respuestas sus actos y los míos respondían lo irrespondible… me deje llevar por sus movimientos prontamente mi espalda choco con la pared, mis ojos se abrieron muy grandes y mi sangre furiosa comenzó a correr por mis venas, mi corazón quería arrancarse de mi pecho en ese momento. Abrí mis boca para pronunciar unas palabras que prontamente fueron calladas con un beso con sabor a té, a canela y vainilla un sabor diferente el sabor a Goar. Aquel beso decía todo lo que habíamos callado en este tiempo, ambos necesitábamos de aquello pero ninguno nunca se había tomado la libertad, valiente era aquel guardia real, que había llegado a mi vida como un regalo, mas no lo era… tan solo de un tiempo a esta parte cumplía con su deber… ¿Cuándo había dejado de hacer lo que tenía que hacer por una orden?, la verdad no necesitaba de respuestas… la verdadera pregunta era… ¿Cuándo yo había comenzado a sentir aquello? Tal vez del momento que… caí sobre la cama mirando a sus ojos directamente tan cristalinos, que parecían ser transparentes… ¿Qué estábamos haciendo? Su peso lo sentí un instante y luego se levanto quizás avergonzado, aun cuando no parecía ser vergüenza lo que en sus ojos veía. – No lo sientas Goar… Por favor No… porque si lo sintieras… seria por que fue un error y no creo que haya sido… ¿A caso tu si? – dije en pie frente a él sin quitarle la vista de encima, tomándole la mano derecha apretándola con fuerzas. – Deseo que la noche de mi cumpleaños seas mi pareja, no mi guardia y no deseo que te alejes de mí nunca. No estaba avergonzada, aun cuando la condena podría caer bajo mi espalda, ¿Qué importaba si primera vez en mucho tiempo me sentía viva? Me puse en puntas de pie y con el permiso que no sabía si lo tenía, me acerque a su rostro no para observarlo sino para darle una pequeña mordida en su labio y luego de aquello besarlo, porque ya habíamos roto la primera barrera. – Siempre necesitare que estés a mi lado… – como guardia, como amigo, como amante, como protector, como pareja sabia que lo último casi era imposible… más por protocolos que por otra cosa… Volví a besarlo, no sabía cuando volvería a tener la oportunidad de hacerlo, la festividad impedía de alguna forma mantener una vida privada. La mañana en ese momento parecía ser eterna… y quería con ansias que no terminara, no quería que se alejara no ese día… donde los recuerdos atormentando. Pero algo si había sucedido, el… con ese beso, con esa cercanía… conseguía que todo mis tormentos desapareciesen… - Goar – susurre en sus labios dándole otra mordida era como el fruto prohibido, del cual pecadora era por probar… y que me libre Dios de mis pecados, pero aquel beso era por el cual pediría mil y una vez perdón… Bese como si fuera el último primer beso, saboreando aquello que era prohibido, tentador, un detonante a mi favor, un detonante que me hacía sentir viva… |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Ella estaba destruyendo los últimos atisbos de voluntad que le quedaban para no dejarse llevar, incluso pensando en cómo Zarek le odiaría por esta traición, incluso así aquellos labios y el cuerpo sobre el suyo resultaban ser más poderosos que toda esa culpa y ese futuro próximo arrepentimiento. Tras ese pedido finalmente se rindió – Seré tu pareja – Y esa mordida gatilló finalmente aquel deseo animal que seguramente ambos compartían por causa de la naturaleza. Ambas palmas tomaron los glúteos firmes de la cambiante, el apretón de ambos no se hizo esperar, Sophia estaba despertando toda su virilidad, explotando sus deseos, quizás en el fondo siempre supo que resultaba ser una cuestión de tiempo, que al final terminaría cediendo, solo que nunca pensó que tan rápido o que tan fácil si ella intervenía para dar un pequeño empujón a todo aquello, algo tan simple como escuchar su nombre casi suspirado de esa manera tan sensual – No puedo retenerlo más, Sophia – Mientras el beso suscitaba, el guardia elevó por los glúteos a la reina y una vez más fue a dar sobre ella, ambos sobre la extensa cama que invitaba a los dos a dar rienda suelta a sus deseos, seguramente culposos y dolosos, pero suyos finalmente. La erección del lupino no podía ocultarse más de ninguna manera, y probablemente ella la sintiera, mientras él actuaba también pensaba por momentos en que estaría ocurriendo dentro de la cabeza ajena, cierto es que también deseaba un mapa para comprenderla a la perfección, pero aquello sería pedir tan solo torpes imposibles. Los labios por el cuello femenino se dedicaron a entregar besos constantes, húmedos, dejando la zona con aquel brillo apenas notable debido al líquido que quedaba como rezago de su accionar. Por dentro podría estar gritando que quizás no iba a poder parar, tal vez si ella lo hacía él también, pero si ella no lo hacía no existía manera hubiera de algo así sucediera, se había asegurado de no romper el camisón con un simple desgarre del mismo por la parte frontal, sus palmas tenían la fuerza suficiente para hacerlo, pero no, no quería que ningún aspecto ligeramente salvaje se apoderara de él, al menos no en esta misma primera ocasión, por el contrario sus palmas fueron a parar bajo la prenda blanca, por inercia elevándola dejando así la pelvis y las piernas desnudas por completo, bajar su vista fue algo casi automático e imposible de detener, posarse sobre esas entrepiernas, aquella idea quemaba demasiado.
Acarició los glúteos a palma abierta con su mano izquierda mientras que la derecha se abría paso hacia los botones y sus labios empataban con los ajenos – No me reconozco – Atinó a mencionar dentro de uno de los intervalos que dejaban los besos intercambiados. Por un buen momento se preocupó bastante respecto a ser escuchados o vistos, sin embargo se tranquilizaba sabiendo que siempre daba órdenes claras de que nadie se acercara a la habitación por estas horas, y por suerte su palabra resultaba siempre respetada a cabalidad, terminó de distraerse por completo cuando vio expuesto para sí el pecho femenino. Aquellos labios abandonaron con cierto recelo los ajenos, pero en cuanto empezaron a degustar la piel del pecho parecieron reconfortarse una vez más. Se hizo como pudo de la palma derecha ajena justo con la propia, logró pegarla contra el colchón, tan cómodo y en buen estado, perfecto para que ambos reposaran con tranquilidad y sin ninguna incomodidad – Había imaginado tu rostro muchísimas, ¿demasiadas? Veces, de esta manera – Podría estar haber sido su confesión más descarada hasta la fecha, sí, definitivamente lo era, y probablemente solo lo mencionó justamente por el acto que estaban ejerciendo. Bajó una vez más el rostro y con eso la palma izquierda subió más el camisón dejando este por el medio de su figura, aquellas partes de su cuerpo jamás los olvidaría ya, ni la noche, ni su rostro emanando excitación, deseo, o pasión, ¿una ventaja de su condición o quizás a futuro una maldición? No lo sabría. Separó las piernas ajenas sin esfuerzo, solo preparando la llegada de su boca, la cual recorrió el abdomen delicado de la cambiante, hasta la pelvis, donde tomó un desvió para no ir directamente a la zona más íntima que la reina poseía, en vez de ello fue a dar sobre la entrepierna izquierda, la que quedaba más cómoda por la pose en la que se encontraban, empezó a dar besos, succionando levemente y por instantes la piel, tan cercana al punto cúspide, Goar no resultaba ser un provocador, o al menos no se había considerado uno nunca, pero su cuerpo le estaba indicando el qué hacer sin consultar a su cerebro, es por ello que la palma derecha se soltó para capturar el seno de la misma orientación, entre sus dedos largos obtuvo el pezón y lo estrujó suavemente. Si uno de los dos no detenía esto, entonces se daría, apresurado, incorrecto, fuera de lugar, reprochable, delicioso, ansiado, los adjetivos sobraban en una lista interminable, eso no era lo relevante ya en este punto.
Acarició los glúteos a palma abierta con su mano izquierda mientras que la derecha se abría paso hacia los botones y sus labios empataban con los ajenos – No me reconozco – Atinó a mencionar dentro de uno de los intervalos que dejaban los besos intercambiados. Por un buen momento se preocupó bastante respecto a ser escuchados o vistos, sin embargo se tranquilizaba sabiendo que siempre daba órdenes claras de que nadie se acercara a la habitación por estas horas, y por suerte su palabra resultaba siempre respetada a cabalidad, terminó de distraerse por completo cuando vio expuesto para sí el pecho femenino. Aquellos labios abandonaron con cierto recelo los ajenos, pero en cuanto empezaron a degustar la piel del pecho parecieron reconfortarse una vez más. Se hizo como pudo de la palma derecha ajena justo con la propia, logró pegarla contra el colchón, tan cómodo y en buen estado, perfecto para que ambos reposaran con tranquilidad y sin ninguna incomodidad – Había imaginado tu rostro muchísimas, ¿demasiadas? Veces, de esta manera – Podría estar haber sido su confesión más descarada hasta la fecha, sí, definitivamente lo era, y probablemente solo lo mencionó justamente por el acto que estaban ejerciendo. Bajó una vez más el rostro y con eso la palma izquierda subió más el camisón dejando este por el medio de su figura, aquellas partes de su cuerpo jamás los olvidaría ya, ni la noche, ni su rostro emanando excitación, deseo, o pasión, ¿una ventaja de su condición o quizás a futuro una maldición? No lo sabría. Separó las piernas ajenas sin esfuerzo, solo preparando la llegada de su boca, la cual recorrió el abdomen delicado de la cambiante, hasta la pelvis, donde tomó un desvió para no ir directamente a la zona más íntima que la reina poseía, en vez de ello fue a dar sobre la entrepierna izquierda, la que quedaba más cómoda por la pose en la que se encontraban, empezó a dar besos, succionando levemente y por instantes la piel, tan cercana al punto cúspide, Goar no resultaba ser un provocador, o al menos no se había considerado uno nunca, pero su cuerpo le estaba indicando el qué hacer sin consultar a su cerebro, es por ello que la palma derecha se soltó para capturar el seno de la misma orientación, entre sus dedos largos obtuvo el pezón y lo estrujó suavemente. Si uno de los dos no detenía esto, entonces se daría, apresurado, incorrecto, fuera de lugar, reprochable, delicioso, ansiado, los adjetivos sobraban en una lista interminable, eso no era lo relevante ya en este punto.
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Desperte al Lobo
GOAR - SOPHIA | Palacio- Italia | Noviembe |
Cuan animales podíamos ser en momentos como estos donde la lujuria se apoderaba de nuestro entorno, no podía detener aquello que estaba recién empezando que venía corriendo… correcto o incorrecto no lo sabía, no podía medir mis pensamientos que se alzaban lujuriosos con la mirada excitada de aquel que despertaba mis bajos instintos, con ese fuerza y ferocidad que tanto me estaba excitando, fácil muy fácil... sus manos se apoderaron de cada centímetro de mi trasero, mis glúteos parecieron ser creados para que él se apropiara de ellos de aquella manera, mis suspiros iban en aumento sus palabras ahogadas me extasiaban a un mas, aquella forma de recorrer mi cuerpo… me estaba quemando por dentro… la boca se me hacia agua del solo hecho de pensar lo que estaba a punto de seguir… arque mi cuerpo mientras mis senos eran tomados prisioneros por aquellas manos poderosas suaves que sabían lo que estaban haciendo – desperté al lobo – dije entre dientes mordiendo había o mi labio inferior con un deseo que desenfrenado se apoderaba de mi cuerpo, mi alma y mi mente. Cuando mis manos fueron soltadas automáticamente buscaron su piel cubierta por aquella vestimenta que entorpecía el contacto, mis dedos apresurados buscaron aquellos botones que si bien tenían que permanecer intactos el deseo era arrancarle la camisa contuve el impulso solo por la idea de que no existiría excusa de que saliera de la habitación de la reina con la camisa de esa manera… Cuando al fin mis manos lograron su cometido, el se entretenía con besos que me hacían imaginar lo imaginable, el calor se intensificaban y ya había sentido su virilidad de una manera que hizo que la humedad prontamente llegara a mi entrepierna que ansiaba abrirle paso a lo que el poseía, a lo que pronunciadamente sobresalía… con cada beso que proporcionaba en aquella zona sentía como el deseo crecía y con ella la excitación comenzó a cegarme aun sin concretar el acto lograba aquello… imaginar lo que lograría con… un suspiro notorio salió de mis labios de lo mas al fondo de mi ser… un pequeño grito de placer… su piel tersa y tensa demarcando su notoria musculatura… estaba cayendo en lo más profundo del deseo… estaba llegando al punto donde no me permitiría detenerme… incruste mis uñas en sus costados el placer subía y mis ojos ya no buscaban los suyos… quería que me poseyera ¡Ahora Ya!... sentí el aroma a la laguna… a la noche estrellada donde una pequeña llovizna humedecía nuestros cuerpos y sentí… aquello que no debí sentir… Mis brazos cayeron aun así no mi deseo… si continuaba seguiría aquel recuerdo que comenzaba a torturarme… una traición… quede estática… lo que mi cabeza decía no era lo mismo que mi cuerpo ansiaba… ¿y Mi corazón? No tenia respuesta para eso mas… al hombre que tenia ahí conmigo era al que quería… cerré mis ojos y apreté mis labios llevando una de mis manos a su cabeza acaricie su cabellera y aun sin aliento – No puedo… ahora no puedo – el corazón se apretó fuerte que dolió de una manera que nunca lo había hecho y la necesidad que me inundo en ese momento me hizo sentirme como un granito de arena – no te vayas… solo abrázame… abrázame fuerte por favor – dije casi en una súplica, no podía hacer eso de aquella forma tan apresurada, tan… inspire fuertemente y me estire en la cama buscando un consuelo que me dijera que entendía… que podía esperar… - Goar, te deseo más que nada… pero no puedo en este momento – busque sus labios, no quería pensar que se sentiría engañado, lo quería… más de lo que imagine y mi acto de valentía en detener aquello lo demostraba… tal vez solo me lo demostraba a mi misma… ¿no había sido él quien dijo que tenía que hacer las cosas por mi? , aguarde silencio… e increíblemente no era un silencio incomodo… o al menos así lo sentía yo. |
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Aquella acción de despojarlo de su prenda superior había desencadenado aún más cualquier duda que le estuviera deteniendo respecto al acto, y durante un lapso de tiempo toda idea diferente a estar dentro de ella y poseerla resultaba nula, el acto se había convertido en una especie de letargo que tan solo culminaría con la consumación del mismo, sin embargo aquello pronto cambio de golpe, aquellas palabras que ciertamente lucían más como una especie de ruegos atemorizados, Goar retuvo sus acciones sobre la marcha, fue un pequeño lapso de tiempo donde realmente sintió el golpe por haberse detenido, sus ojos a pesar de estar tan carca de los ajenos estaban cerrados, besó los labios ajenos y se mantuvo en silencio un periodo largo de tiempo, sin retirarse de encima de ella, sin acomodar las prendas ajenas y cubrirla de nueva cuenta. Porque no deseaba hacerlo, eso estaba claro, sin embargo no resultaba ser el motivo principal, sino porqué simplemente no se encontraba dentro de sí la fuerza para poder hacerlo, no fue hasta que pasaron quizás unos diez minutos que el lívido animal se calmó. La razón volvió una vez más para apoderarse de la mente del licántropo y con enorme sacrificio confirió la razón a la cambiante, podía decirse que resultaba apresurado, se levantó y se llevó las palmas al cinturón, entonces observó directamente a la cambiante – Hay algo que debes saber sobre los hombres lobo, y es que; estos nunca dejan a su presa – Entonces una simple carcajada emanó de sus fauces, ¿una broma? Sí, y la estaba utilizando para distraerse a sí mismo – Pero sigo siendo un ser humano, al menos por esta noche – Se inclinó entonces para jalar la vestidura ajena y lentamente cubrir su cintura y piernas con la prenda – Supongo que desde esta noche nos toca tener mucho más cuidado - Goar se dirigió entonces hacia la ventana una vez más, otro silencio mayor se hizo presente, las palmas masculinas reposaron en el marco de la ventana, se inclinó levemente, estaba pensando, no quería pensar sobre aquello, sobre la obviedad, pero no quería escucharlo siquiera – No necesito y no deseo una explicación del porqué nos detuvimos, guárdala para ti, es más fácil simplemente no escuchar lo que por su cuenta puede retumbar en mi cabeza incansablemente – No estaba molesto, no estaba del mejor humor tampoco, sin embargo estaba liberado y tranquilo, aquella angustia ya no le carcomía y una contenida felicidad por ser correspondido rondaba por su mente, por encima de todo lo negativo.
Aquello había sido suficiente para que la calma volviera con él y él con ella, se acercó a Sophia para finalmente abrazarla como ella había pedido desde un inicio, no lo había olvidado, tampoco fingió no haberlo escuchado, simplemente no se puede otorgar lo que no se tiene, y si buscaba calmarla entonces primero debía estarlo él – Mañana será un gran día, y estaré a tu lado como lo que más desees que sea – Todo se trataba de representar una postura, un cargo, una posición social, pero lo realmente relevante se encontraba dentro del a esfera interna de ambos, se correspondían, y eso parecía casi imposible debido a las circunstancias, a todo lo que ella había vivido, y respecto a cómo él había ingresado a su vida, sin embargo no renegaba absolutamente de como todo había ocurrido, cambiar aunque sea un solo detalle podría significar que no sucediera esto, así como se desencadenado todo, así estaba satisfecho – Creo que es demasiado tarde para salir de la habitación, y con honestidad, no me gustaría que estés sola esta noche, de hecho, las siguientes tampoco, pero no pretendo abusar de mi suerte tampoco – Siendo precavido, debía analizar la situación a fondo, ¿cómo sería su trato con ella ahora? ¿Sería más complicado convivir con ella? ¿Mantener la compostura? Antes ya le constaba lo últimamente citado. Es curioso como toda la mentalidad humana puede cambiar con un solo hecho relevante, antes no podía pensar en la idea de irse sobre ella por la simple razón de que resultaba ser la reina de Italia, pero ahora mismo existía una razón más poderosa que la simple ostentación de un trono o de un privilegio de realeza, una relación, un sentimiento mutuo, casi podría ser catalogado como un evento misterioso, las relaciones de pareja son siempre complicadas, al menos Goar lo tuvo claro desde sus épocas adolecentes, sabía también los efectos que podría traer consigo el fracaso de una relación - ¿Sigues pensando que el futuro siempre será gris? No soy un hombre que sea partidario de la fe, tampoco de la esperanza infundada, pero creo que tenemos bastantes indicadores que podrán favorecerte a ti, y que de alguna u otra manera encontrarás la tranquilidad que necesitas para contigo misma, espero ser tan solo un factor más que lubrique aquel destino deseado – El lupino termino recostándose por encima de las sábanas y se relajó, algo que ella jamás le había visto hacer, relajarse, dejarse estar, sin presiones, poses o modos. ¿Confianza mayor? Eso sería.
Aquello había sido suficiente para que la calma volviera con él y él con ella, se acercó a Sophia para finalmente abrazarla como ella había pedido desde un inicio, no lo había olvidado, tampoco fingió no haberlo escuchado, simplemente no se puede otorgar lo que no se tiene, y si buscaba calmarla entonces primero debía estarlo él – Mañana será un gran día, y estaré a tu lado como lo que más desees que sea – Todo se trataba de representar una postura, un cargo, una posición social, pero lo realmente relevante se encontraba dentro del a esfera interna de ambos, se correspondían, y eso parecía casi imposible debido a las circunstancias, a todo lo que ella había vivido, y respecto a cómo él había ingresado a su vida, sin embargo no renegaba absolutamente de como todo había ocurrido, cambiar aunque sea un solo detalle podría significar que no sucediera esto, así como se desencadenado todo, así estaba satisfecho – Creo que es demasiado tarde para salir de la habitación, y con honestidad, no me gustaría que estés sola esta noche, de hecho, las siguientes tampoco, pero no pretendo abusar de mi suerte tampoco – Siendo precavido, debía analizar la situación a fondo, ¿cómo sería su trato con ella ahora? ¿Sería más complicado convivir con ella? ¿Mantener la compostura? Antes ya le constaba lo últimamente citado. Es curioso como toda la mentalidad humana puede cambiar con un solo hecho relevante, antes no podía pensar en la idea de irse sobre ella por la simple razón de que resultaba ser la reina de Italia, pero ahora mismo existía una razón más poderosa que la simple ostentación de un trono o de un privilegio de realeza, una relación, un sentimiento mutuo, casi podría ser catalogado como un evento misterioso, las relaciones de pareja son siempre complicadas, al menos Goar lo tuvo claro desde sus épocas adolecentes, sabía también los efectos que podría traer consigo el fracaso de una relación - ¿Sigues pensando que el futuro siempre será gris? No soy un hombre que sea partidario de la fe, tampoco de la esperanza infundada, pero creo que tenemos bastantes indicadores que podrán favorecerte a ti, y que de alguna u otra manera encontrarás la tranquilidad que necesitas para contigo misma, espero ser tan solo un factor más que lubrique aquel destino deseado – El lupino termino recostándose por encima de las sábanas y se relajó, algo que ella jamás le había visto hacer, relajarse, dejarse estar, sin presiones, poses o modos. ¿Confianza mayor? Eso sería.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Mis pupilas se dilataron completamente al escucharle, ¿Era su presa? Un escalofríos recorrió por mi cuerpo de la punta de los pies hasta mi cabeza, electrificante, que se sentía de una manera casi sin nombre, se me apretó todo en mi interior y quede casi abandonada en la cama, no sentía vergüenza ¿Por qué hacerlo? Las situaciones nos habían llevado a esto… No, no podía culpar a la situación, mucho menos a la costumbre, ¿Cuándo y en qué momento había cambiado todo? En qué momento mis ojos se posaron en aquel guardia, que había jurado tiempo atrás en dar hasta su vida por protegerme, tal hecho provocaba que mi interior se removiera, lo seguí con la mirada, inquieto estaba, le había molestado y quería darle una explicación… pero tal vez le dolería escuchar… y a mí me dolería hablar… desvié mi vista levemente me senté en el borde de la cama pensando… imaginando… NO me dije a mi misma, no podía imaginar no quería en ese momento que mi cabeza recordara nada… algo tenía claro, Goar, era un hombre diferente de pies a cabeza… no iba a comparar a dos seres tan distintos entre sí… tenía que enterrar a Zarek… y tenía que ser hoy… No podía seguir viviendo del pasado… ni hoy, ni mañana, ni nunca. Tome aire inflando mi pecho lo mas que pude, había perdido por unos instantes la noción del tiempo, aun era temprano… aun… pensé, aun tenía tiempo… Sus brazos tomaron prisionero mi cuerpo de una manera tan tierna que sentí como todo el peso de mi espalda era quitado de una manera sin igual me mantuve en silencio tanto tiempo como para ordenar todas las ideas en mi cabeza, me sorprendió con cada palabra y mas con sus actos, verlo ahí relajado sobre mi cama lleno mi corazón de sentimientos sonreí de lado era mi tiempo para hablar, el ya había dicho todo – No daré explicación alguna por mis actos y agradezco que entiendas – suspire notoriamente, era la verdad así lo sentía – No es fácil… pero tengo que dejar en claro algo… deseo y quiero lo mismo que tu Goar… mi guardián – aferre su mano de manera suave. – Mañana será un gran día desde las primeras horas de la mañana y hasta las últimas de la madrugada… hoy en vísperas… ordene que no se hiciera nada… porque hoy es mi noche y la quiero pasar en soledad… acompañada de ti tengo cosas que hacer… ciclos que cerrar y tú tienes que estar presente en ellos… así lo deseo y lo ordeno – no bromeaba en ninguna de mis palabras… mañana seria un día agotador y hoy necesitaba hacer lo que debí en mucho tiempo. Me levante de la cama caminando en dirección al ventanal, mire por sobre las cortinas todo tenía una bella forma, se notaba alegría en el lugar – Mis días ya tienen un color, pintas mi mundo de colores y ahora haces que todo a mi alrededor tenga un gusto más dulce, deseo que estés presente en mis días más oscuros… y en las noches más brillantes, quiero que conozcas todo de mi como también quiero conocer todo de ti… te abro mi corazón, porque mi mundo lo abrí desde el primer día… quiero también que en mis noches me acompañes… - hice una pausa y me acerque hacia el borde de la cama – Quiero que solo seas mío – hable, de manera egoísta y si tenia algún defecto era ese… ser egoísta con lo que me pertenecía, con lo que era mío… le quede mirando con malicia, con ferocidad, si yo era su presa el también seria la mía, más un felino era mas juguetón… mas caprichoso ¿Me aguantaría? Sonreí para mí. Me aleje y detrás del Biombo me comencé a vestir, de manera apresurada, quería pronto quitarme el peso que aun existía en mis espaldas. – Antes del almuerzo iremos al cementerio tengo que algo que hacer – dije casi con nerviosismo mientras me cubría con el vestido que mi doncella había dejado para mí. |
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Última edición por Sophia D`Luca el Dom Nov 15, 2015 7:29 am, editado 1 vez
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Siendo honestos, luego de todo lo que había sucedido, hubiera deseado al menos un par de minutos más de descanso, sin embargo en cuanto escuchó sus órdenes se levantó de golpe y acomodó las prendas que aún le quedaban en el cuerpo, de inmediato su mirada se dispuso en la búsqueda de la prenda que la cambiante le había arrebatado durante aquel tiempo donde se intercambiaron parte de sus sentires más salvajes entre ellos – Debe ser la orden más extensa, ilimitada e importante que me has otorgado en todos estos meses Sophia, pero lo irónico es que resulta ser la orden que más satisfacción me está empezando a causar realizar, sin embargo – Sujetó la camisa con su palma derecha – Pensándolo bien, ¿no se supone que lo que más esfuerzo requiere es lo que más se disfruta al final? Bueno, aquí la idea es disfrutarlo constantemente mientras trabajas por ello, no es exacto pero creo que desde la matriz nace lo similar – Como si fuera algo que jamás ocurre, el hombre llegó a vestirse antes que la mujer y a estar listo también, sabía que debía responder un poco más a todo lo que acababa de escuchar de ella, pero esperaría tenerla de frente, y esperó. Finalmente ella se dejó ver y él licántropo sonrió – Usualmente menciono que te ves hermosa como siempre, pero definitivamente te ves más hermosa aun cuando tienes verdaderos motivos para sonreír – Se acercó a ella y tomó sus palmas con suavidad - Te ayudaré con todo lo que deba y me corresponda, así como tú me ayudarás también a hacerlo, no te puedo reprochar un tiempo de espera, porque quizás yo también lo necesite aunque no quiera admitirlo abiertamente. Ten por seguro algo, lucharé para que llegue el momento en que seas capaz y se te permita mencionar abiertamente que soy solo tuyo y que se me permita también poder gritar que eres solo mía. No se trata de esperanzas, de sueños o de fantasías, simplemente de una meta trazada, ¿noble? ¿Correcta? No lo sé, pero sé que es honesta y consecuente - Goar la guío hasta la puerta, y pensó en abrirla sin embargo la llevó contra la misma, tal como había hecho antes con la pared – No te quitaré la ropa, es solo que no sé con exactitud cuántas horas podré soportar sin poder besarte otra vez, temo honestamente el hecho de haber probado un estupefaciente al cuál no poder resistirme – No la dejó responder de inmediato, simplemente tomó sus labios como quién reclama lo suyo por derecho de toda la vida.
Así sostuvo el beso por largos segundos, agradecida enormemente que la capacidad pulmonar de ambos se viera mejorada gracias a sus sobrenaturales características, lo alargó hasta ese punto máximo de asfixia y fue cuando se separó para captar directamente una gran bocanada de oxígeno, espero recobrar el aliento – Porque no sé cuánto tiempo pasaré sin besarte este día, el consuelo es que cuando volvamos de noche te pueda acompañar, pero mi primera confesión explica por qué aquello no me consuela del todo – Se encargó de acomodar las prendas ajenas, se habían alborotado un poco. Finalmente tras acomodar las propias también abrió la puerta y la dejó pasar primero. Algo no estaba cambiando de esta situación que se iniciaba tras cerrar la habitación real, es que desde hace mucho estaba cuidando a la mujer por la que sentía fuerte apego emocional que claramente bordeaba lo amoroso y sexual, quizás ahora solo estaba ese factor de oficialización no oficializada dadas las circunstancias de los dos, pero él la cuidaba con su vida. Pronto el santuario de la intimidad se vio quebrantado por causa de otras presencias, y aquella manera de hablar debía cambiar obligatoriamente - ¿Desea dar un paseo por los jardines del palacio o prefiere directamente ir al cementerio para cumplir con su diligencia? – Claro que él había notado aquel dejo de nerviosismo que había nacido en ella cuando hablo del tema, pero simplemente no le competía mencionarlo en lo absoluto, tan solo estaría allí para apoyarla de la manera que le fuera posible, cierto es que ahora luchaba contra aquella ansia mencionada con anterioridad a la reina, pero si algo sabía hacer bien el guardia era guardar las formas, y se tenía fe de que podría al menos lucir completamente igual que siempre, al menos hasta que debieran tomar el carruaje cerrado, bendita madera que nada dejaba translucir, podía sonar demasiado previsor, pero ya había pensado en que esa sería su oportunidad para poder expulsar aquello que tendría que guardar siempre del público en general, resultaba contradictorio que llevara tanto tiempo escondiendo aquello hasta de ella, a medias probablemente, pero el hecho de ser correspondido algo había cambiado al menos en esa parte de su cerebro, quizás resultaba ser solo aquel espíritu adolescente que a pesar de sus cincuenta años no perdía, ¿estaba mal comportarse como un adolescente enamorado de la ex mujer de su amigo fallecido? Mejor no dar respuesta a ello y simplemente sentirse enamorado como un adolescente lleno de vida.
Así sostuvo el beso por largos segundos, agradecida enormemente que la capacidad pulmonar de ambos se viera mejorada gracias a sus sobrenaturales características, lo alargó hasta ese punto máximo de asfixia y fue cuando se separó para captar directamente una gran bocanada de oxígeno, espero recobrar el aliento – Porque no sé cuánto tiempo pasaré sin besarte este día, el consuelo es que cuando volvamos de noche te pueda acompañar, pero mi primera confesión explica por qué aquello no me consuela del todo – Se encargó de acomodar las prendas ajenas, se habían alborotado un poco. Finalmente tras acomodar las propias también abrió la puerta y la dejó pasar primero. Algo no estaba cambiando de esta situación que se iniciaba tras cerrar la habitación real, es que desde hace mucho estaba cuidando a la mujer por la que sentía fuerte apego emocional que claramente bordeaba lo amoroso y sexual, quizás ahora solo estaba ese factor de oficialización no oficializada dadas las circunstancias de los dos, pero él la cuidaba con su vida. Pronto el santuario de la intimidad se vio quebrantado por causa de otras presencias, y aquella manera de hablar debía cambiar obligatoriamente - ¿Desea dar un paseo por los jardines del palacio o prefiere directamente ir al cementerio para cumplir con su diligencia? – Claro que él había notado aquel dejo de nerviosismo que había nacido en ella cuando hablo del tema, pero simplemente no le competía mencionarlo en lo absoluto, tan solo estaría allí para apoyarla de la manera que le fuera posible, cierto es que ahora luchaba contra aquella ansia mencionada con anterioridad a la reina, pero si algo sabía hacer bien el guardia era guardar las formas, y se tenía fe de que podría al menos lucir completamente igual que siempre, al menos hasta que debieran tomar el carruaje cerrado, bendita madera que nada dejaba translucir, podía sonar demasiado previsor, pero ya había pensado en que esa sería su oportunidad para poder expulsar aquello que tendría que guardar siempre del público en general, resultaba contradictorio que llevara tanto tiempo escondiendo aquello hasta de ella, a medias probablemente, pero el hecho de ser correspondido algo había cambiado al menos en esa parte de su cerebro, quizás resultaba ser solo aquel espíritu adolescente que a pesar de sus cincuenta años no perdía, ¿estaba mal comportarse como un adolescente enamorado de la ex mujer de su amigo fallecido? Mejor no dar respuesta a ello y simplemente sentirse enamorado como un adolescente lleno de vida.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
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¿Qué significaba ser el guardia real? Proteger y salvaguardar la integridad física y psicológica de la reina, de todo aquel que perteneciera a esa situación, a este estatus social, pero si me lo preguntaban a mí, significaba estar condenado a la compañía, buena o mala, a escuchar y no poder dar opinión de si, por que había observado a los guardias de otros reinos, todos correctos pero que no tenían esa conexión que entre Goar y yo existía, si algo me encantaba de él, era su forma de expresarse, su forma de decirme las cosas siempre con respeto y sabiduría, y ahora escuchar sus palabras parecía otro hombre, ya simplemente no era el guardia real sino mas bien era Mi Guardia, de nadie más, mi mano derecha, mis ojos y oídos en este reino, poco recordaba que estuviera lejos de mí, salvo en meses que así lo había solicitado. Pero desde esta mañana todo había cambiado, no podría mirarlo con los mismos ojos, no podría ordenarle de la misma forma, mi corazón se alborotaba y en conjunto todo dentro de mí, ¿Cómo tendría que actuar ahora? De la misma forma, tal como él lo haría, difícil seria pero jamás imposible. – Tengo que darte ordenes… si no pensaran que tú haces lo que quieras – bromee, siempre le había dado la libertad tanto de opinar, sugerir y de actuar, no servía para dar órdenes estrictas, no servía para enojarme, no servía para ser reina, pero eso no lo pondría al tapete, hoy no. Salí detrás del biombo completamente vestida, no solía usar maquillaje salvo para ocasiones especiales y por mi condición de Cambiante, tenía un matiz propio, elegante y misterioso como cualquier felino. Me sonroje solo un poco cuando mencionó que me veía hermosa, sonreí para él, porque me estaba dando la oportunidad de volver a sentir, de volver a vivir – Lucharemos por que llegue el momento en que todo el mundo conozca nuestra relación – corregí, porque ahora era una lucha de a dos no solo de él. No tuve oportunidad de mencionar palabra alguna sus labios toparon de los míos y como un manjar de Dioses bese de la misma forma, con la misma intensidad, entregando aquello que nacía en lo más profundo de mi ser, cariño… amor… mi pecho se inflo al momento que pude tomar aire - Me abrí paso por el pasillo con una sonría diferente en mi rostro quizás la servidumbre pensaría que era a causa de la celebración pero no, había otra causa con un rostro y un nombre Goar. Me hablo como el guardia que era, tenía que comportarme a la altura de la situación, prontamente mi Doncella aplaudió cuando me vio con el traje que había escogido para mí – Alteza, acaba de llegar una invitada que venía con una carta – me dijo extendiendo el sobre hacia Goar, alcance a ver el sello y todo se paralizo en un segundo mi vista era aguda de eso no había duda abrí los ojos bien grande – Ya la acomodamos en la habitación correspondiente, Alteza tiene tres horas para hacer lo que desee, después de eso – suspiro – Hoy es la víspera de su cumpleaños, hoy comienza la fiesta, dentro del día todo estará en orden – mire a todos los que se encontraban en aquel lugar, entusiasmados, por el primer baile después de la muerte del Rey ¿Cuanto había pasado? Ciertamente poco más de un año, ya que había mantenido en completo silencio aquella fecha, pero nada podía ser tan perpetuo como aquel secreto. – En tres horas mas estaré de vuelta, quiero el almuerzo en el laberinto de la rosa, tiene tres horas para preparar todo, si bien recuerdo son diez los invitados que alojan en el castillo, los quiero a todos presentes con sus parejas u acompañantes– – dije apresurada – Dar al chofer del carruaje un ramo de rosas blancas y rojas- – comencé a caminar hacia la puerta principal, pensando en el sobre que tenia Goar, en su interior, era el sello de Zarek, estaba segura de eso - Goar Abadinchi, pronuncie con cierto secretismo su nombre y me gire para observarlo, sonreí ampliamente - ¿El carruaje está listo o hará esperar a la reina? – prontamente quería estar a solas con él, quería volver a besar sus labios, y necesitaba ver ese sobre. Pero todos sabían que el protocolo era nada se le pasa a la reina sin antes el guardia asegure que era seguro. |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Parece que todo puede empezar a salir bien, y de pronto un simple acontecimiento cambia las cosas, él sabía que significaba esa carta, pero jamás espero que viniera junto con ella, esa “invitada” – Se…Sí – Se corrigió de inmediato aunque su titubeo ya se había expuesto, guío a Sophia hasta la salida en silencio y con cierto recelo guardó la carta que tenía ya a simple vista un tiempo de haber sido escrita, pero estaba bien cuidada. Ahora estaba maquinando exclusivamente como siquiera comenzar a explicar esto y pensaba también que ella le odiaría o al menos mostraría un gran enojo hacía él por no haber comunicado de la existencia de esta muchacha con anterioridad, sin embargo resultaba ser tan solo otra promesa que había realizado y que estaba cumplido – Está todo listo, tal como lo solicitó – Comentó en el tono más natural que podía salir de sus fauces en ese momento. Abrió el carruaje para que la reina pudiera subir, le ayudó y tras ello retiró la carta para observarla, pasó los dedos por el sello y se guardó la carta una vez más antes de subir y cerrar la puerta consigo dentro, entonces miró a Sophia – Es extraño que no mencionaras nada sobre lo que acabas de ver… - Hizo una pausa en total seriedad – Te daré la carta para que la leas, no tengo idea de lo que contiene exactamente, pero sí de quién es y sobre quien, es algo que debes juzgar tú misma, y espero que entiendas que si no te lo mencioné antes es porque así se me hizo prometer, no sé cuánto te vaya a impactar la noticia o si por el contrario será bueno para ti de alguna manera, solo tienes que saber que considero que ya estás lista para leerlo y por ello estoy actuando sin secretismo ahora – Dicho esto le entregó la carta sellada en la palma a Sophia. Cuando el carruaje empezó su movimiento se acercó un poco más hacia la mujer – Solo te daré un consejo, todo tiene que seguir su ritmo tal como está dicho, no podemos dejar que los asuntos en general se nos salgan de las manos, siempre pensar antes de hacer. Te recomendaría que leas al carta cuando estemos en el camino de regreso, será así más sencillo que te concentres en lo que deseabas hacer en primer lugar, después de todo nada puede ocurrir negativo para ti si esperes un poco antes de enfrentar este nuevo asunto – Resultaba verdad, pero quizás solo estaba alargando o deseando que se alargue más el hecho.
Estaba preocupado también por tantas situaciones nuevas que estaban entrando en la vida de la cambiante, él como hombre, ahora Serena, no entendía por qué tan pronto, o por qué no se había comunicado con él primero antes de aparecer, demás estaba mencionar que este día sería más complicado ahora y los siguientes y los siguientes a estos siguientes, fue un momento poco apropiado, justo cuando la historia de los dos estaba comenzando, pero no estaba dispuesto a renegar del hecho, si había llegado justo hoy, por alguna buena razón debía de ser. Goar no había sido encomendado a cuidar de la muchacha que el difunto rey había rescatado de la muerte literalmente, sin embargo cada cierta cantidad de meses se encargaba de enviar a alguien que visite a la muchacha, no vigilancia, simplemente velar que todo esté bien, incluso un par de veces lo hizo él, pero cuándo esta era apenas una niña, si no calculaba mal, la joven ya estaba en aquella edad donde los padres suelen empezar a prometer a sus hijas, quince tiernos años, si bien poco había entablado con ella, estaba seguro de que se había convertido en una muchacha inteligente y culta gracias a las ayudas que se le habían brindado, no sabía si ella se sentía afortunada o agradecida de alguna manera, tampoco conocía sus intenciones al presentarse este día, tampoco que haría Sophia respecto a ella, después de todo no resultaba ser su hija, tampoco la del difunto rey, pero tenía claro y seguro tras leer la carta ella, también, que se buscaba lo mejor para la muchacha. Debía tener en cuenta el lupino que no resultaba ser el más adecuado con las personas de reducida edad, por razones obvias de su personalidad, sin embargo confiaba en que Sophia pudiera acercarse más a la muchacha si es que ella decidía finalmente aceptarla o lo que pretendiera hacer – No quiero que esto impida el plan que se había fraguado minutos antes – Sujetó la palma de Sophia con firmeza, transmitiendo esa tranquilidad de siempre, besó el reverso de la misma y luego sonrió para ella – Quizás tengas un motivo más para sonreír y realizar tu destino, eso depende de cómo lo tomes todo, pero ten en cuenta que de igual manera estaré también para ayudarte con ello – Dicho aquello otorgó el beso que no había logrado disiparse de su mente a pesar de lo ocurrido. El brazo masculino resguardó a la cambiante contra su propio cuerpo. No iba a decirle que hacer a Sophia, todo a partir de ahora respecto a la muchacha sería su decisión, incluso no tomar su consejo y leer la carta justo ahora.
Estaba preocupado también por tantas situaciones nuevas que estaban entrando en la vida de la cambiante, él como hombre, ahora Serena, no entendía por qué tan pronto, o por qué no se había comunicado con él primero antes de aparecer, demás estaba mencionar que este día sería más complicado ahora y los siguientes y los siguientes a estos siguientes, fue un momento poco apropiado, justo cuando la historia de los dos estaba comenzando, pero no estaba dispuesto a renegar del hecho, si había llegado justo hoy, por alguna buena razón debía de ser. Goar no había sido encomendado a cuidar de la muchacha que el difunto rey había rescatado de la muerte literalmente, sin embargo cada cierta cantidad de meses se encargaba de enviar a alguien que visite a la muchacha, no vigilancia, simplemente velar que todo esté bien, incluso un par de veces lo hizo él, pero cuándo esta era apenas una niña, si no calculaba mal, la joven ya estaba en aquella edad donde los padres suelen empezar a prometer a sus hijas, quince tiernos años, si bien poco había entablado con ella, estaba seguro de que se había convertido en una muchacha inteligente y culta gracias a las ayudas que se le habían brindado, no sabía si ella se sentía afortunada o agradecida de alguna manera, tampoco conocía sus intenciones al presentarse este día, tampoco que haría Sophia respecto a ella, después de todo no resultaba ser su hija, tampoco la del difunto rey, pero tenía claro y seguro tras leer la carta ella, también, que se buscaba lo mejor para la muchacha. Debía tener en cuenta el lupino que no resultaba ser el más adecuado con las personas de reducida edad, por razones obvias de su personalidad, sin embargo confiaba en que Sophia pudiera acercarse más a la muchacha si es que ella decidía finalmente aceptarla o lo que pretendiera hacer – No quiero que esto impida el plan que se había fraguado minutos antes – Sujetó la palma de Sophia con firmeza, transmitiendo esa tranquilidad de siempre, besó el reverso de la misma y luego sonrió para ella – Quizás tengas un motivo más para sonreír y realizar tu destino, eso depende de cómo lo tomes todo, pero ten en cuenta que de igual manera estaré también para ayudarte con ello – Dicho aquello otorgó el beso que no había logrado disiparse de su mente a pesar de lo ocurrido. El brazo masculino resguardó a la cambiante contra su propio cuerpo. No iba a decirle que hacer a Sophia, todo a partir de ahora respecto a la muchacha sería su decisión, incluso no tomar su consejo y leer la carta justo ahora.
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
¿Si o No?
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Me gire en los talones cuando lo escuche titubear con respecto a lo que le había preguntado, sentí aquella sensación de incomodidad aflorar entre nosotros, algo andaba mal… y aquella carta era la responsable de todo lo que estaba ocurriendo, con ayuda de el tomándole la mano y apretándole con todas las fuerzas que tenia subí al carruaje, si bien siempre iba custodiada de dos caballos por delante y dos por detrás tenía conocimiento que el único momento donde podríamos ser simplemente los dos seria ahí en el interior de mi carruaje, me sentía nerviosa, curiosa y ansiosa, necesitaba de aquellas respuestas que al parecer el siempre había tenido algo que decir ¿Y ahora? – No creo que no sepas lo que dice en su interior – dije mirando el sello pasando mis dedos sobre aquella zeta, le di la vuelta y su caligrafía era única nunca había visto una semejante era de Zarek y eso me atemorizaba, ¿Por qué hoy? Justo cuando todo parecía comenzar a ir bien, claro estaba algo en el interior de esa carta le incomodaba a él ¿Qué era? La pregunta real era ¿quería yo leer lo que había en su interior? Un escalofríos me recorrió por completo, sentí miedo, un miedo que comenzaba a comerme desde adentro, me quede plasmada en estado ausente, escuchaba lo que decía Goar, pero no lograba procesar lo que sucedía. ¿Por qué Zarek me habría escrito una carta? ¿El no sabía que iba a morir? ¿Necesitaba conocer a quien le había encomendado aquello… una invitada? Y los celos me carcomieron en ese momento, apreté con fuerzas la carta queriendo llorar, gritar, salir corriendo por el carruaje que estaba en movimiento plasmada mire a Goar, buscando una explicación a los consejos que no había pedido y me estaba dando en ese momento aguarde silencio, quizás más del adecuado. Su beso me hizo sentir culpable, mas el resguardo de la cercanía de su cuerpo me inundo de unas ganas de escapar – ¿Te escaparías conmigo? – me levante de su regazo y lo mire directo a los ojos, no quería decir nada mas, necesitaba esa respuesta, quería escuchar lo que tenía que decir, a él se le daba bien las palabras, las conversaciones extensas muy por el contrario a mí, no servía para ese tipo de comunicación, siempre me había costado demostrar lo que sentía, decir lo que ocurría por mi cabeza, pensar si quiera que Zarek me había escrito… quizás era un regalo de cumpleaños, tal vez era una despedida, quizás en el interior me confesaba que me uso y que quería desaparecer con esa invitada, la verdad no sabía que pensar. Dime que si Goar pensé en mi cabeza, y saldría convertida en guepardo por la puerta del carruaje para encontrarnos en algún lugar, el podía seguir mi rastro y yo el de el… si la respuesta era no… seguiría con toda esta actuación, en la que yo soy la solitaria reina y el, él Guardia real… Tome la carta y la guarde en un pequeño bolsito que colgaba de mi muñeca, el carruaje se detuvo ¿Tan rápido habíamos llegado? Nadie más que él podía abrir la puerta del carruaje así eran las ordenes de hacía mucho tiempo. Pero necesitaba su respuesta antes de poner el pie en el cementerio en, ansiaba poder leerle la mente indagar en todo lo que parecía que deseaba decirme. |
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Sophia tenía razón, si sabía lo que contenía la carta porque para él resultaba obvio, pero él estaba diciendo la verdad, la exactitud y las palabras usadas no. Y por más que deseara escaparse con ella no podía decir que sí, porque tantas cosas saldrían mal si eso realmente pasara, y estaba seguro que ninguno de los dos iba a ser feliz con ello, debía responder a eso ya, habían llegado y no parecía tener deseos la cambiante de moverse hasta escucharlo hablar, tomo aire profundamente y lo pensó una vez más antes de disponerse con tranquilidad a empezar a responderle – Podría escaparme contigo, pero no lo haré, por el simple hecho de que estoy seguro de que puedes llegar a ser feliz con la vida que tienes y no huyendo de esta – Abrió la puerta para bajar primero, aquella respuesta había sido total y definitoria para aquella idea que en el fondo quizás lucía tentadora, ciertamente no tenía problema en escaparse e ir a vivir a una cabaña sin ninguno de los lujos que existen en el palacio, y alejado de todos solo con ella, ¿pero ciertamente esa vida es la que iba a querer entregarle a quién desea sea su mujer? La respuesta es no, y no por la falta de dinero o de oportunidades, sino por el simple hecho de saber que estaban escapando y que serían perseguidos incansablemente hasta el final de sus días, aquello no traía consigo paz, más sabía a deuda con el destino que otra cosa, Sophia debía cumplirse así misma afrontando su realidad por más dura que fuera, y su compromiso con ella estaba en ayudarla con ello y defenderla de lo que en su camino pudiera entrometerse, eso era todo, peor no arrastrarla lejos de todo aquello que le compete. No pensaba reprocharla en lo absoluto por sus deseos, pero tampoco apadrinarlos si no resultaban los más adecuados y por el contrario, traerían consigo más contras que pros – Puedes entregar el ramo de flores como habías planeado desde el inicio, nada cambia, solo conserva el temple – Fue lo que le susurró en el oído mientras le ayudaba a bajar del carruaje, lo aseguró y se lo encargó a sus compañeros montados – Bien, cuando usted desee – Pronunció en tono medio para la reina, después de todo él tenía que acompañarla a hacer la visita a la tumba, también resultaba ser una oportunidad simbólica para presentar sus respetos a su amigo fallecido.
Aunque ciertamente ya hubiera muerto antes, esa segunda muerte no tenía retorno alguno, era la que se lamentaba con profundidad. Ciertamente nunca fue amigo de los cementerios, como buen soldado que fue su especialidad era llenarlos y no estar enterrado en uno de ellos, esa es la razón por la cual fue ascendido, por regresar con vida y obtener logros para el reino, no es que fuera una causa noble o que todos deberían igualar, simplemente es la vida que en algún momento le había apasionado tomar, y quizás por frialdad o por el simple hecho de saber que todo fue en nombre de Italia y su gente, jamás ha permitido que los fantasmas con nombre de aquellas personas enemigas de la corona de las que tuvo que encargarse le persigan de manera individual, quizás como colectivos, o cuando visita o se habla de cierto lugar sea cuando más recuerdo le vengan a la memoria, así como ahora mismo que pensar en el fallecimiento del rey le recordaba que él no estuvo en ese momento, y que se encontraba ocupado maquinando una estrategia para aniquilar literalmente a un grupo de trescientas personas armadas que estaban planeando por su parte una rebelión a gran escala, la cual no solo iba a terminar dañando a los pobladores de la provincia sino también a sus aledaños, no se arrepiente de haber acabado hasta con el último de esos rebeldes sin causa justa, puesto que resultaba algo que debía de hacer, alguien, él y sus soldados lo hicieron, fin de la historia, A su vez ocurrió un hecho lamentable imposible de preverse, no podía lamentarse más por el hecho, simplemente asumirlo. Para cuando despertó del letargo de su mente, Sophia ya estaba caminando con el ramo de flores en brazos, comenzó entonces a caminar detrás de ella – Se me comunicó que le han estado dando un mantenimiento más adecuado y estricto al lugar, las razones del porqué son obvias, y aunque realmente no signifique nada a gran escala, es al menos una muestra de interés de parte de los encargados – Solo lo estaba comentando por protocolo, en el fondo sabía que a ella aquello no le causaría una satisfacción realmente tranquilizadora, y que seguramente no estaría tranquila hasta que él absolviera su duda sobre la carta, algo que lamentablemente no podía hacer, puesto que el pedido era sencillo, ella debía leerla y dejar que lo que estuviera ahí se le transmitiera de manera exclusiva.
Aunque ciertamente ya hubiera muerto antes, esa segunda muerte no tenía retorno alguno, era la que se lamentaba con profundidad. Ciertamente nunca fue amigo de los cementerios, como buen soldado que fue su especialidad era llenarlos y no estar enterrado en uno de ellos, esa es la razón por la cual fue ascendido, por regresar con vida y obtener logros para el reino, no es que fuera una causa noble o que todos deberían igualar, simplemente es la vida que en algún momento le había apasionado tomar, y quizás por frialdad o por el simple hecho de saber que todo fue en nombre de Italia y su gente, jamás ha permitido que los fantasmas con nombre de aquellas personas enemigas de la corona de las que tuvo que encargarse le persigan de manera individual, quizás como colectivos, o cuando visita o se habla de cierto lugar sea cuando más recuerdo le vengan a la memoria, así como ahora mismo que pensar en el fallecimiento del rey le recordaba que él no estuvo en ese momento, y que se encontraba ocupado maquinando una estrategia para aniquilar literalmente a un grupo de trescientas personas armadas que estaban planeando por su parte una rebelión a gran escala, la cual no solo iba a terminar dañando a los pobladores de la provincia sino también a sus aledaños, no se arrepiente de haber acabado hasta con el último de esos rebeldes sin causa justa, puesto que resultaba algo que debía de hacer, alguien, él y sus soldados lo hicieron, fin de la historia, A su vez ocurrió un hecho lamentable imposible de preverse, no podía lamentarse más por el hecho, simplemente asumirlo. Para cuando despertó del letargo de su mente, Sophia ya estaba caminando con el ramo de flores en brazos, comenzó entonces a caminar detrás de ella – Se me comunicó que le han estado dando un mantenimiento más adecuado y estricto al lugar, las razones del porqué son obvias, y aunque realmente no signifique nada a gran escala, es al menos una muestra de interés de parte de los encargados – Solo lo estaba comentando por protocolo, en el fondo sabía que a ella aquello no le causaría una satisfacción realmente tranquilizadora, y que seguramente no estaría tranquila hasta que él absolviera su duda sobre la carta, algo que lamentablemente no podía hacer, puesto que el pedido era sencillo, ella debía leerla y dejar que lo que estuviera ahí se le transmitiera de manera exclusiva.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Cerrando Ciclos
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Me desconcertó su respuesta hubiera preferido un simple NO y hubiera quedado tranquila sin tanta explicación, pero era de esperarse Goar era así, un hombre correcto y derecho, tome aire queriendo llorar en ese momento, todo esto era por la carta por nada mas, al abrirse la puerta de mi lado baje, sin preocuparme de recibir ayuda toda mi vida había sido autosuficiente y tendría prontamente que volver a serlo, nadie le decía que hacer o que no a la reina. ¿Conservar el temple? ¡Conservar el Temple! Me hubiera gustado gritarle eso pero no sería correcto, mire a mi alrededor la guardia real correctamente formada, haciendo una reverencia ante mi paso el ramo tal como lo había pedido estaba en mis manos, el aroma a las rosas era fascinante, podría perderme con recuerdos en ese momento pero tenía tan solo tres horas, que esperaban fueran las mas eternas, por ahora no quería volver al palacio, necesitaba hacer lo que había planeado temprano por la mañana, después de haber casi cometido un acto de salvajismo, erotismo puro, no había otra explicación. Suspire notoriamente y comencé avanzar, hacia exactamente una semana que había visitado el mausoleo no con mi forma humana sino con mi forma felina cuando nadie me veía, conocía el camino de memoria y sabía que estaba en perfecto orden – Yo me encargue de que mantuvieran el lugar decente, siempre con flores, limpio majestuoso – y era cierto, había pagado a los cuidadores para que mantuvieran el lugar. Saque de la bolsa que me colgaba de la muñeca la llave para entrar al gran Mausoleo, mire las rejas que majestuosas se alzaban con la Zeta inscrita y la D a un lado… sonreí siempre me traía algo de paz aquel lugar tal vez porque sabía que sus cenizas estaban ahí, su alma encapsulada o así quería creerlo luego que sonara el clic de la cerradura las puertas se abrieron y las escaleras me dieron paso a un jardín hermoso me adentre y en el centro del lugar había una pileta en lo alto por un lado un ángel y por otro un demonio, singular y magnifico, sublime y sutil en la lapida del fondo su nombre- Zarek Rey de Italia… Amigo y Esposo… en el corazón de Italia y en mi corazón Sophia – me arrodille y deje el ramo de flores sobre la tumba había llorado mucho tiempo en este mismo lugar y hoy no venía a eso - Siempre me sorprendiste… y hoy lo has hecho de nuevo. Ya no puedo darte nada más que solo la promesa que te mantendré en recuerdo te fui fiel siempre que estuvimos juntos y hoy ya no estás aquí para abrazarme, ni para que adornes todo con tus palabras bonitas, es tiempo de salir adelante y es por eso que vengo en la forma que mas me amaste a decir que… - eso era a lo que había venido y no podía seguir hice una pausa – que es tiempo de volver amar… y es por eso que vengo con este hombre… no se qué secretos y promesas habrán tenido entre ustedes, nunca pensé que volvería a sentirme especial y él se ha encargado desde hace mucho en mantener mi integridad… y me duele saber que eran amigos… hubiera preferido que fueran… nada pero no se puede escribir el futuro… el pasado queda atrás y ahora tengo que avanzar – creo que nunca había hablado tanto pero al palabras me salían del corazón… no quería aun mirar a Goar, su respuesta no había cambiado mi decisión pero si me sentía dolida – Hoy es víspera de mi cumpleaños y quiero que desde mañana todo sea diferente, mi vida comenzara con Goar a mi lado y pediría tu bendición… pero no la tendré… mas te mantengo la promesa que vivirás en mi recuerdo… Zarek…. – cerré los ojos simplemente, el viento comenzó a soplar de una manera casi mágica ¿una señal? Eso era lo que necesitaba para saber que no leería la carta no hoy… ni mañana… |
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Última edición por Sophia D`Luca el Miér Nov 25, 2015 6:11 pm, editado 1 vez
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
La gente suele afirmar que las situaciones incómodas resultan ser sin duda las peores, pero acababa Goar de confirmar que aquello resultaba ser tan solo un dicho popular que se encontraba perdido en la profunda equivocación, las situaciones más desagradables resultan ser sin lugar a dudas las situaciones donde se puede palpar el dolor y la tristeza ajena de aquellos seres que definitivamente causan en ti esa empatía irreversible que no es posible ignorar o dejar de lado para poder seguir dando pasos hacia adelante como si nada hubiera pasado. A pesar de aquello el guardia se encontraba parado muy rígido y expectante, lo más agradable de todo el viaje había sido sin duda elogiar y disfrutar de toda la belleza arquitectónica que podía ofrecer el mausoleo para los ojos suficientemente sensatos de saber apreciar lo bueno. Claro que podía abrazar a Sophia y confortarla de cierta manera, sin embargo una realidad estaba jugando en su contra, se estaba hablando del ser que tenían en frente, al menos sus cenizas, y él debía mostrar también su respeto, y tenía sin lugar a dudas no olvidar jamás que aquello siempre lo debía dar, tampoco podía imaginar lo que sería de un vampiro, según las leyendas sus almas ya no existen más pues fueron entregadas a los serse del inframundo desde el momento en que se transformaron en hematófagos, Goar nunca creyó en el más allá, pero la realidad es que su propia existencia y la de la reina contradicen que lo sobrenatural pudiera no existir, si una bestia salvaje y una bestia transformista se encuentran frente a la tumba de un ser que estando muerto podía prologar su tiempo bebiendo sangre ajena, ¿por qué ese mismo estar no podría estar observándolos diariamente? ¿Estaría feliz o triste? ¿Molesto o tan solo deseado cada segundo de la eternidad volver y acabar con la vida del lupino? No iba a poder saberlo jamás, nunca tendría aquella brújula que guiaría a su moral y calmaría su pesar compartido a medios con la satisfacción de tenerla a ella, una situación complicada que no iba a cambiar con los años, al menos en su esfera interna no y no resultaba ser la primera vez que acompaña a la reina en la visita, pero esta resultaba tan diferente porque ahora la realidad escondida había escapado de lo más profundo para hacerse presente y reclamar su lugar natural, aquello lo cambiaba todo.
Pero por alguna razón, de esas locas, estaba casi seguro de que todo para bien. Solo cuando Sophia guardó silencio por un extenso par de minutos fue cuando rompió aquella distancia prudente entre el guardia y la reina, y entonces se introdujo en el mundo del hombre y la mujer, su mano derecha se posó con total firmeza sobre el hombro ajeno y lo estrujo con aquella suavidad que tan solo busca que el ajeno sienta quién está detrás y todo lo que significa aquello, un compromiso sin palabras que tan solo puede sentirse de manera casi espiritual – Estará bien – Pronunció suavemente y lento, no porque estuviera inseguro de su afirmación, tan solo porqué así le nació desde un primer momento. Se levantó y se acercó hacia el recinto, de su bolsillo el lupino retiró un pedazo de metal cortado de manera desigual por ambas partes, se encontraba dentro de una pequeña bolsa, se inclinó lentamente y colocó bien cerrado el contenedor del mental que sobresalía con una de sus putas irregulares por el corte. Los restos de una espada, no podía entregarle la espada que tenía, porque aquella se la había ofrecido antes ya a Sophia, y con esa había jurado protegerla hasta que llegue el fin de sus tiempos o los de ella, en caso contrario se la habría ofrendado hace mucho. Con tranquilidad se giró y volvió a su puesto alejado una vez más, no iba a decidir él cuando había terminado al visita, tampoco se tomaría la atribución de hablar aquí, no le competía quizás o al menos eso sentía él, pero la procesión junto a la cruz la tenía con tranquilidad por dentro, sin duda prefería siempre evocar los buenos momentos que aunque por el tipo de relación que existía y por las obligaciones varias de ambos, no resultaban ser varios, pero lo relevante de todo aquello estaba en que siempre resulta mejor la calidad frente a la cantidad, y en estos casos sobre todo lo más importante descansa en conmemorarlos de la manera adecuada. Hace mucho le dijo un Anciano de alguna tribu que no recuerda nombre, llorarle a los muertos los pone más tristes aún, en cambio sí les sonríes entonces se dan cuenta de que la muerte es tan solo un chiste complicado que tarda en dejarse entender, pero que una vez se comprende entonces puede generar tranquilidad frente a los que se les contó.
Pero por alguna razón, de esas locas, estaba casi seguro de que todo para bien. Solo cuando Sophia guardó silencio por un extenso par de minutos fue cuando rompió aquella distancia prudente entre el guardia y la reina, y entonces se introdujo en el mundo del hombre y la mujer, su mano derecha se posó con total firmeza sobre el hombro ajeno y lo estrujo con aquella suavidad que tan solo busca que el ajeno sienta quién está detrás y todo lo que significa aquello, un compromiso sin palabras que tan solo puede sentirse de manera casi espiritual – Estará bien – Pronunció suavemente y lento, no porque estuviera inseguro de su afirmación, tan solo porqué así le nació desde un primer momento. Se levantó y se acercó hacia el recinto, de su bolsillo el lupino retiró un pedazo de metal cortado de manera desigual por ambas partes, se encontraba dentro de una pequeña bolsa, se inclinó lentamente y colocó bien cerrado el contenedor del mental que sobresalía con una de sus putas irregulares por el corte. Los restos de una espada, no podía entregarle la espada que tenía, porque aquella se la había ofrecido antes ya a Sophia, y con esa había jurado protegerla hasta que llegue el fin de sus tiempos o los de ella, en caso contrario se la habría ofrendado hace mucho. Con tranquilidad se giró y volvió a su puesto alejado una vez más, no iba a decidir él cuando había terminado al visita, tampoco se tomaría la atribución de hablar aquí, no le competía quizás o al menos eso sentía él, pero la procesión junto a la cruz la tenía con tranquilidad por dentro, sin duda prefería siempre evocar los buenos momentos que aunque por el tipo de relación que existía y por las obligaciones varias de ambos, no resultaban ser varios, pero lo relevante de todo aquello estaba en que siempre resulta mejor la calidad frente a la cantidad, y en estos casos sobre todo lo más importante descansa en conmemorarlos de la manera adecuada. Hace mucho le dijo un Anciano de alguna tribu que no recuerda nombre, llorarle a los muertos los pone más tristes aún, en cambio sí les sonríes entonces se dan cuenta de que la muerte es tan solo un chiste complicado que tarda en dejarse entender, pero que una vez se comprende entonces puede generar tranquilidad frente a los que se les contó.
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Re: Hechos preparatorios [Sophia]
Cerrando Ciclos
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¿Qué sientes cuando estas entre la espada y la pared? Era la gran incógnita que nacía en mi cabeza, así me sentía en este momento, aun cuando mi ex esposo yacía muerto hacia un tiempo seguía con mi fiel lealtad hacia él, Zarek me había dado más de lo que yo le di, y aquello apretaba en mi pecho en ese momento, ¿Lo había dejado ir? Simplemente no tenia respuesta para aquello, tal vez no quería darle una respuesta a esa incógnita. ¿Qué era lo que quería entonces? Cerré mis ojos y puse atención en lo que podía escuchar, en los sonidos del cementerio, el viento hacía sonar las ramas de los árboles y los arbustos, algunas hojas se movían por el piso, uno que otra ave cantaba por el lugar los insectos chillaban y su respiración permanecía en completa calma me detuve en ese sonido, el de su respirar, tranquilo, sereno traía paz a mi interior, concentrándome más llegue a escuchar los latidos del corazón de Goar armoniosos, tranquilos… inspire profundamente aire llenando mis pulmones abrí lentamente mis ojos, centrándome en la lapida, sonreí con cariño de mi pequeña bolsa saque la carta y le di un beso – Sea lo que me hallas dejado escrito aquí no lo quiero saber… para bien o para mal, creo que es mejor así no quiero que las cosas cambien – deje la carta debajo del ramo de flores y me levante –Adiós – gire mi cuerpo hacia Goar y le sonreí volví a tomar aire profundamente y avance para quedar junto a él - ¿Aun hay tiempo? – le pregunte y avance hacia la salida del mausoleo. Espere a que Goar saliera después de mi, tardo un poco pero seguramente tenía algo que decir, imagine. Mire al cielo, estaba segura que no había tardado tres horas ahí, aun tenia cosas que hacer, como ir a recoger, los pendientes de ese día era una lista enorme, que había crecido más esta mañana, pero estaba feliz porque así había sido. Dejando atrás el Mausoleo me sentía con un peso menos tras mis hombros, una carga que portaba se había esfumado y me sentía más liviana, dirigiendo a Goar y aprovechando que aun estábamos lejos de la vista de los demás guardias – Gracias por Acompañarme en esta visita, es un día de cambios de experiencias nuevas, de una nueva idea, de un nueva vida… solo espero que mañana sea tan perfecto como ahora, quiero despertar y a la primera persona que deseo ver es a ti – puse mi dedo índice sobre su pecho y me acerque a él, para darle un suave beso en los labios, tierno, cómplice, con esa cuota de adrenalina de que nos fueran a ver, con esas ganas que ocultas estaban en mi interior. Le quede mirando – Eres mi cómplice – le dije casi con ternura, levante mi mano y la lleve hasta su mejilla para dejarle una suave caricia en su rostro, sin quitarle la vista de esos ojos maravillosos que poseía, enigmáticos, tan llenos de vida, volví a suspirar – Supongo ¿Sabes Bailar? - levante una ceja – Porque hoy al ser mi acompañante tendrás que bailar con tu Reina - le guiñe un ojo – Y otra cosa me comencé alejar de él, necesitas un traje para esta noche- mientras me alejaba de espaldas hacia el camino sin dejar que saliera de mi vista – No todos los días se cumplen Cincuenta Años – bromee y termine por girarme por completo, lleve mis manos a mi vestido y lo levante un poco para poder avanzar con mas ligereza y agilidad. Había cumplido con uno de mis puntos de mi lista mental de pendientes… aun tenía tiempo para mas… |
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