Visita al Paraíso | Privado +18

Recuerdo del primer mensaje :

Las últimas noticias que me estaban llegando sobre cierta información que resultaba crucial en mi vida no me estaban siendo agradables ni beneficiosas, más bien todo lo contrario, me estaban creando frustración, ira y un mal humor de perros. ¿Cuándo llegarían las buenas noticias? Las necesitaba como un día de sol en pleno mes de Abril, necesitaba ver ese arcoiris cuanto antes o me iba a volver loco y me encerrarían en un centro de sanación psiquiátrica.

Aquella mañana, no recibí ningún cuervo, ni ninguna otra especie de ave, mi informante esta mañana había decidido no trabajar, por lo que yo disponía de todo un día entero para hacer algo con mi vida, para relajarme y tomarme una copa o para quedarme en casa siendo un gandul, algo que no era ni mucho menos. Comencé el día con una ducha caliente en cierta medida, pues no había calentado bien el agua y para cuando la regaba por mi cuerpo ya estaba tibia tirando más a fría, pero así despertaba mi cuerpo y mi mente del embotamiento de los sueños. A continuación, tras secarme con una toalla y vestirme con un traje de color negro y camisa blanca -Hoy quería estar guapo.- entré en la cocina y me preparé algo de desayunar, no tenía mucha hambre, pero tenía que hacer el esfuerzo. Tras el desayuno, salí de la casa y fui en busca de mi buen amigo Thomas, el único amigo que tenía.

Tras un día de charla agradable con Thomas, salí de la taberna donde habíamos pasado todo el día y en vez de ir en dirección a mi casa, me desvié por un camino en el que no había ido nunca... Dirección burdel. Thomas se había pegado horas y horas hablando de ese sitio, un lugar no muy barato, donde había cortesanas magníficas con las que desestresarte y pasar un buen rato follando. Hice una mueca ante la última palabra que había salido de su boca, me parecía muy tabú, muy basta y un largo etcétera. A las mujeres, fuesen cortesanas o no, había que tratarlas con cariño, no como un preservativo en el que vaciar tu hombría.

Me lo pensé un par de veces antes de entrar, quedándome como un gilipollas a las puertas, pero vi que otro hombre venía a lo lejos, por lo que entré a toda prisa, no quería ser visto. El lugar era magnífico, con una decoración digna del palacio de un noble o un burgués, se notaba que el dinero aquí se movía. Me acerqué a la Madamme, la que regentaba este burdel y poniendo mi mejor sonrisa, comencé a pedirle lo que quería, seguro que ella podía ayudarme a encontrar lo que estaba buscando. -¡Hola, Madamme! Verá, soy nuevo en este sitio y vengo a hacerle una petición. Me han hablado de una cortesana que trabaja aquí, la señorita Zahir... Me... Me gustaría disponer de sus servicios.- Conforme las palabras salían de mi boca más avergonzado me sentía. ¿Pagar por desestresarme? Era de locos, pero aquí estaba, haciendo caso a mi estúpido amigo.

Tras un repaso de arriba a bajo por parte de la Madamme, me llevó a una habitación grande, con las paredes y la moqueta del color de la lujuría y de la pasión, el rojo. En el centro de dicha habitación, había una cama grande con dosel. Me quedé mirándola ensimismado, aún no había pagado así que si la cortesana no me gustaba quizás pudiera irme... ¿No? Pasé mis manos por el pelo, acicalándome levemente. Me quité la americana y la dejé en la butaca que había a mi izquierda, mientras esperaba a que entrase la cortesana solicitada, estaba nervioso por verla, por ver si era tan buena como decía Thomas, o era todo una mentira y me había mandado a pedir la peor.

Era un placer tentarle de aquella manera. Yo me divertía provocándolo y a su vez me divertía ver sus reacciones, sus expresiones y la maravillosa forma en que su miembro respondía a estas, apretándose cada vez contra mí, sintiéndolo duro de necesidad. Una necesidad que podía notar también en mí sexo, al contrario que Gael yo seguía totalmente desnuda, expuesta ante él todo el rato. Los movimientos que hacíamos provocaban una ligera brisa que, con el sexo húmedo y palpitando, hacía que jadeara sin poder evitarlo.

Me reí ante el comentario de que rompería los cristales echando mi cabeza hacia atrás, divertida por todo aquello. Yo le picaba y él me devolvía el pique, o bien era al contrario. Era un tira y afloja constantemente del cual estaba disfrutando por completo, más sabiendo a dónde nos llevaría el final y estaba deseando que pasara. Le correspondí al beso y le miré mientras me mordía el labio al mismo tiempo que elevaba mí cadera, dándole a entender exactamente lo que quería y necesitaba.

Aún con sus manos cogiendo las mías, aprisionándolas encima de mi cabeza, lo contemplé observándolo en todo momento. Seguí el recorrido que su mano libre estaba haciendo mientras se quitaba aquella prenda que había tapados unas inmejorables vistas, y cuando estuvo desnudo de nuevo… lo contemplé lamiéndome los labios. No era muy partidaria de quedarme quieta mientras me dejaba hacer, quería que me liberara y hacer algo con aquel trozo de carne que se erguía, hinchado y duro, hacia mí.

Pero al parecer Gael tenía otros planes que diferían de los míos. Yo quería tocarlo y ahora él, como juego, había dicho que no podía tocarlo. Algo a lo que chasqueé mi lengua en desacuerdo total por aquello… pero que, si él quería así, jugaría sus normas. Dejé las manos a cada lado de mi rostro y le miré mientras cogía mis piernas, las ponía sobre sus hombros, cogía mis tobillos y… Gemí. Sentí como su polla me penetraba lentamente introduciéndose completamente dentro de mí. Mi sexo estaba más que preparado y lo acogió sin ningún tipo de problemas.

El placer me recorrió con una sacudida cuando comenzó a penetrarme de aquella forma. Podía notar cómo me llenaba completamente con cada embestida, llegaba hasta el tope haciendo que gimiera con cada penetración, para luego retirarla hasta solamente dejar la punta dentro… y vuelta a empezar de nuevo. Y luego soltó aquella frase que me hizo mirarlo durante unos segundos. Iba a divertirse con todo aquello, mientras yo me deshacía por cada embestida y apretaba mis manos con fuerza… dudaba que pudiera dejarlas quietas durante mucho más rato.


-¡Ah! ¡SÍ! –Gemí cuando dio aquella embestida más fuerte y eché la cabeza hacia atrás, sintiendo como las uñas se iban clavando poco a poco en mí palma. Le miré mordiéndome el labio, medio divertida con aquello, ¿Quería jugar? Jugaríamos entonces. Me había dicho que le pidiera, así que eso es lo que iba a hacer exactamente –Quiero besarte y morderte los labios–dije mientras sentía que me embestía de nuevo, con el ritmo del principio- Quiero que me dejes mover las manos para… ¡ah! –Jadeé cerrando los ojos- que te arañe esa espalda mientras te hundes en mí – le miré provocándole con la mirada e hice presión con mis piernas en sus hombros, quería más, mucho más de todo lo que me estaba dando- Y quiero que me folles, duro y rápido, haciendo que grite hasta quedarme afónica… y me regales otro orgasmo –contraje los músculos de mí sexo para que supiera que iba en serio- Fóllame Gael –le pedí con la voz ronca, deseando que empezara ya con aquella placentera tortura.

El viaje sin retorno estaba llegando a su fin, ninguno de los dos aguantaría mucho más con el ritmo que Gael estaba marcando, uno que era duro, rápido, profundo… y fuerte. Un ritmo que me estaba llevando a la locura, uno que hacía que mi cuerpo temblase con una sacudida cada vez que él me penetraba hasta el fondo, tocando el límite, haciendo que me sintiera completa en todos los sentidos.

Mi cuerpo se arqueó hacia él en respuesta cuando sentí cómo de nuevo una de sus manos bajaba hasta mí sexo, jugando y pellizcándome el clítoris haciendo que mi cuerpo se pegara aún más al de él, mordiéndome el labio ante las sacudidas que recorrían mi cuerpo. Una sacudida, sus dedos en mí clítoris y mi cabeza dando contra el cabecero de la cama, otra sacudida de nuevo, un nuevo pellizco y otra vez, de nuevo, mi cabeza chocando contra el cabecero… me arremetía tan fuerte que cuando tocaba mí interior llegando hasta el fondo, hacía que mi cuerpo se moviera un poco, lo justo para que mi cabeza diera contra el cabezal. Lo miré mordiéndome el labio por aquello y vi la sonrisa pilla, a juego con su mirada, que me lanzaba en señal de disculpa… y no pude evitar reírme durante unos segundos, lo suficiente hasta que otra nueva embestida acalló mí risa haciendo que soltara un nuevo gemido de placer.

Mí mano seguía acariciando y recorriendo su escroto mientras que la otra seguía aferrada con fuerza a su pelo, sintiendo como esta a punto de correrme. Sentía las oleadas de placer quemando mi cuerpo de una forma abrumadora, subiendo por mí cuerpo con una intensidad que hacía que mi cuerpo ardiese, listo para el orgasmo. La corriente eléctrica que recorría mi cuerpo hasta acabar en mí sexo estimulado por la mano de Gael estaba haciendo que perdiera la cordura rápidamente, centrándome en el punto exacto donde todo comenzaba… y donde todo terminaría.

Me reí ante su mención de que ya podía gritar, dejándome aún más claro que le había gustado oírme gritar antes, y no es que no lo estuviera haciendo ahora, pero mayormente los gritos y gemidos eran acallados por sus labios, que lo absorbían todo y solo siendo amortiguado por el ruido que hacía el cabezal al chocar contra la pared, por las embestidas que me estaba dando. No iba a aguantar mucho más, notaba los músculos de todo mi cuerpo ponerse tensos, esperando y ansiando el orgasmo.

-¡Ah|¡Sí! –gemí cuando sentía que el orgasmo iba a estallar dentro de mi cuerpo en mil pedazos, y fue entonces cuando con una embestida más fuerte, noté cómo Gael se corría en mí interior, echo que provocó que yo también llegara al orgasmo sintiendo cómo su orgasmo volvía a llenarme de nuevo –Oh Dios… ¡Gael! –grité arqueándome contra él, arañando su espalda, sintiendo como el orgasmo atravesaba mi cuerpo, llenándolo de placer y haciendo que temblara en una sacudida. El orgasmo fue devastador, arrollador e intenso, recorrió cada parte de mí cuerpo haciendo que me estremeciera completamente, que mi respiración se quedara estancada en mí garganta y mi pulso latiera a un ritmo desenfrenado.

Volví a comenzar a respirar de forma entrecortada cuando Gael se tumbó sobre mí y comenzó a repartir besos comenzando en mi pecho, y terminando en mis labios en un beso que, pese a que todavía no estaba recuperada sintiendo como el orgasmo remitía lentamente como pequeñas olas de placer, correspondí con una sonrisa. Me dejé llevar por sus brazos acomodándome en su pecho, saciada completamente, cerrando los ojos durante unos segundos en los que normalicé mi respiración y mis latidos volvían a la normalidad al mismo tiempo que recorría su pecho desnudo con mis manos. Me olvidé por completo de donde estaba realmente ya que no había sido otro cliente más… había disfrutado como sólo lo hacía fuera de esas cuatro paredes, como la Naitiri que le gusta dar y recibir en una relación sexual… volví a la realidad de donde estaba cuando escuché los gritos, ruidos y gemidos que provenían de la habitación de al lado.

Me reí ante su comentario de quedarse allí todavía con mi rostro pegado a su pecho y negué con la cabeza divertida por aquello. No me imaginaba a Gael estando por aquí con la Madam mandándole y enviándole clientes, seguramente, la Madam pondría el grito en el cielo ante semejante ocurrencia… y eso hizo que me volviera a reír. Estaba segura de que no lo consentiría, allí solamente entraban los hombres para salir al cabo de un rato, no para quedarse precisamente.


-Dudo mucho que la Madam te deje quedarte… o bueno, puede que si hablas con ella te permita estar aquí –le seguí la broma divertida- Pero eso sí, no pongas en duda que pondrá ese bonito cuerpo que tienes a trabajar… y no para hacer arreglos en la casa, precisamente –me incliné hasta quedar a la altura de su rostro y le di un beso mientras mi mano perfilaba el contorno de su rostro para luego enredar mis dedos en su pelo- Me ha gustado mucho hacer que descubrieras el paraíso –me reí entre dientes, estaba segura de que sería acosada a preguntas cuando saliera de la habitación y vieran a semejante hombre salir por la puerta… y estaba segura que más de una estaría atenta por si lo veía de nuevo por el burdel, pero estaban equivocadas si pensaban, por un segundo, que les iba a dejar obtenerlo fácilmente- Me gustaría volver a verte, Gael –le dije mirándolo a los ojos, recorriendo sus labios con mis dedos. No era mentira, y no era solamente por la química que habíamos tenido desde el primer momento… había algo en él que me incitaba a querer conocer más, había algo oculto que hacía que mi curiosidad saliera a flote, deseando revelar qué era lo que se trataba.

Reí al imaginarme como la Madamme me ponía a trabajar como prostituto, vender mi cuerpo como hacían ellas... Prefería arreglar las luces, limpiar y cosas así que tener sexo con damas que no me atrajesen, eso tenía que admirar a las cortesanas que estaban aquí, yo no sería capaz de excitarme si había una mujer que quería hacerme el amor si a mí no me atrajera. Pero yo quería quedarme a vivir en esta habitación con ella... ¿Si la secuestraba y me la llevaba a mi casa para hacerla mía? Sonreí y besé su frente. -No me veo como cortesano, no tengo esa capacidad de rápida erección con alguien que no me atraiga lo más mínimo.- Le dediqué unas caricias por su cuerpo desnudo durante un corto plazo de tiempo, ambos sabíamos que esto había llegado a su fin... Una noche de lo más placentera. -Volveré a por más paraíso, Naitiri. - Besé sus labios tras morderle un dedo que pasaba por los míos y me separé con una sonrisa, era hora de partir.

Me levanté despacio, tenía el cuerpo cansado y el sueño estaba haciendo su aparición, así que recogí mi ropa y me la fui poniendo poco a poco. Primero los calzoncillos, luego los pantalones, los calcetines, los zapatos, la camisa, la cual alisé con mis manos, ya que se había quedado algo arrugada por haberla dejado tirada en el suelo. Tras eso, recogí la americana y me la coloqué, ya estaba listo para irme.

Miré a la mujer que tenía desnuda encima de la mesa y cerré los ojos un instante, sin duda iba a echar de menos su cuerpo, su cara y a toda ella. Esperaba volver a verla pronto, habíamos tenido una conexión única. Me acerqué hasta ella. -Yo también quiero volver a verte. Espero que sea pronto.- Besé su frente en forma cariñosa y salí de la habitación, con una gran sonrisa.

Estaba seguro de que los de las habitaciones de al lado nos habían escuchado, me reí al ver salir de la habitación a una cortesana con un hombre bajito, los cuales me miraron con diversión. Llegué hasta donde se encontraba la Madamme. -Vengo a pagar el precio por una noche con la señorita Zahir...- La madamme me dijo el precio y yo lo pagué gustoso, dejando incluso algo más de lo que en realidad había costado. Me despedí con un movimiento de la cabeza y salí del burdel a la fría noche, me quedaba un paseo hasta mi casa. Un paseo que iba a aprovechar para pensar en el paraíso.

No pude evitar reírme cuando comentó que no se veía como cortesano por la simple razón de que, si la otra persona no le atraía, no podría hacer nada. Algo por lo que nosotras experimentábamos y pasábamos muy a menudo, salvo que a nosotras con fingir simplemente bastaba. No teníamos nada como ellos que nos delatara en tal caso, algo que agradecíamos todas internamente, ya que facilitaba bastante nuestro trabajo. Si a nosotras también se notase que no nos excitábamos… estaríamos perdidas.

Recostada todavía en la cama a su misma altura me dejé hacer cerrando los ojos, sintiendo sus manos sobre mi piel sabiendo que no pasaría mucho tiempo hasta que se tuviera que ir, porque aunque ninguno de los quisiéramos irnos… aquello llegaba a su fin, no podíamos extenderlo mucho más. Sentí que mordía uno de los dedos que tenía en su labio y abrí los ojos para mirarle divertida, mientras él se acercaba y me daba un beso en los labios que correspondí con una sonrisa. Me reí entre dientes ante su comentario.


-Eso espero, Gael –comenté divertida mientras lo observaba levantarse de la cama desnudo para buscar su ropa y comenzar a ponérsela. Me di el lujo, de nuevo, de admirarlo mientras se iba poniendo la ropa tapándome las vistas de su cuerpo. Era exquisito; su porte alto, su constitución fuerte, su pecho y abdomen trabajado, sus piernas firmes y ese culo firme eran por lo que muchas pagarían por pasar una noche con él, no tenía ninguna duda. Lo observé complacida al tiempo que terminaba de vestirse y se ponía la chaqueta para luego girarse y quedarse mirando, haciendo que me mordiera el labio solamente para no lanzarme de nuevo sobre él. Seguí sus movimientos hasta que se quedó delante de mí y sonreí por sus palabras, sintiendo sus labios dejar un beso en mí frente que me hizo reír entre dientes- Yo también lo espero, Gael, ojalá nos veamos pronto –le seguí hasta que salió de la habitación dejándome sola. Suspiré y me tumbé en la cama cerrando los ojos durante unos momentos, era la primera vez en toda mí vida que le decía a un cliente que quería volver a verlo… abrí los ojos y me mordí el labio para luego levantarme y recoger la ropa que todavía seguía en el centro de la habitación.
Me vestí para abandonar la habitación y salir al pasillo donde me encontré con una de las compañeras que se había quedado mirando hacía el pasillo, apoyada en la pared. En cuanto oyó que abrí la puerta se giró para mirarme y sonreírme de una forma que ya conocía.

-¿Eras tú quien estaba con ese hombre perfecto? –Preguntó señalando el pasillo y lanzando un corto suspiro en cuanto asentí con la cabeza- ¡No es justo, Nai! Yo también quiero un hombre como ese que venga una noche a darme placer –dramatizó riéndose mientras me daba un ligero golpe en el hombro, que me hizo reír.
-Puede que algún día, querida… o puede que no- me reí guiñándole el ojo y me alejé hacia mi habitación antes de que me preguntara nada más. No tenía pensamiento de que nadie, si podía evitarlo, pasara la hora con él. Entré en la habitación y lo primero que hice fue llenar la bañera con agua caliente para darme una ducha relajante después de la sesión que habíamos tenido. No hacía ni diez minutos que estaba metida en el agua cuando la Madam apareció por allí sin siquiera llamar, nunca lo hacía.
-Querida –me sonrió cerrando la puerta tras de ella y acercándose a donde estaba- El chico se ha ido muy contento, ha dejado hasta propina –comentó como si nada mientras me observaba fijamente -¿Qué tal ha ido?- A veces sacaba a relucir una vena demasiado cotilla de la que muchas veces me reía, casi siempre me preguntaba qué tal había ido. Cuando se trataba de hombres muy atractivos no podía evitar preguntar, y sabía que no lo hacía con todas las chicas que tenía en el burdel. Ante su pregunta solamente sonreí divertida, sin querer darle todos los detalles.
-Demasiado bien diría yo –Aquello confirmaba, totalmente, que había cumplido con lo que él había esperado de mí. Algo de lo que me enorgullecía enormemente. La Madam al ver mí sonrisa negó con la cabeza, sabiendo que no sacaría mucho de mí.
-Con eso puedo intuir bastante, querida. Créeme. Y por el tiempo que habéis estado y viendo que no le ha importado a la hora de pagar, diría que tu simple y corta respuesta se queda en nada comparado con lo que debe de haber sido. Has cumplido tu propósito como siempre, querida, nunca fallas. –Me reí entre dientes por aquello y eché la cabeza hacia atrás dejando que lo que quedaba de mí pelo todavía seco terminara por mojarse del todo, y luego volví a recostarme en la bañera cerrando los ojos recordando lo que había pasado.
-Sólo añadiré que ha sido… el paraíso –y con eso dándole una mirada le di a entender que no sacaría nada más de mí, y dándose por vencida se alejó y salió de la habitación dándome privacidad y un baño relajado y tranquilo.

***Fin Del Tema***