Lienzos del alma [Soren+18]

Recuerdo del primer mensaje :

¿Era adorable? ¿eran los celos adorables? Sonrio de medio lado confundido con su palida mejilla pintándose de rojo en la zona en que suavemente le habia pellizcado –eres el único que piensa eso- aseguro en voz baja colocando sus pies sobre el suelo y avanzando algunos pasos para acoplarse nuevamente a sentir la rigidez del suelo bajo el, andar sin necesidad de los brazos de Soren rodearle o cargarle por defecto mismo.

Comenzó a subir los escalones por detrás del vampiro deteniéndose cuando este se volteo a verle diciendo aquello, sus ojos se iluminaron de una forma inusual como por hogueras alzando detrás de ellos, una sonrisa crispo sus labios al tiempo que subia el escalón tomandole por la cintura, besándole con rapidez y sujetando su mano para seguir andando a zancadas por las escaleras ¿la persona que mas le importaba?...la mas importante -supongo entonces…que si le vuelvo a ver me disculpare e intentare ser mas amable- aunque fuese aquello contra su naturaleza lo haría porque si a Soren tanto la importaba no podia llevarse mal con el, no seria justo.

Coloco su mano sobre la perilla girándola mientras la puerta rechinaba por el peso de la misma moviéndose sobre los soportes, asomo el cuerpo al interior observando el lugar iluminado por los platinados rayos lunares que se colaban por la puerta de cristal que daba al balcón de la galería -¿Lit?- cuestiono en voz alta y a la expectativa, ningun ruido, ningun maullido, eso significaba que no estaba, suspiro aliviado tirando con suavidad de la mano de Soren para cerrar la puerta con aquel orificio en la parte baja para el felino que vivía con el, aquella mujer que optaba por su aspecto mas diminuto.

El lugar falto de cualquier cuadro colgando sobre las paredes o arrumbado en alguna parte del suelo, vacio ahora, anduvo con tranquilidad hacia la habitación falta también de algunas pertenencias no del todo relevantes habia mantenido un lienzo y solo uno para una idea que le habia atormentado por noches enteras, le solto abriendo la puerta de la habitación sacando una caja de debajo de la cama, tomándola entre sus manos y colocándola sobre la cama para empezar a regar todo sobre esta, las calcetas cayeron a un lado, una camisa blanca al otro, varios chalecos, grises y negros aquí y alla -¿solo te quieres cambiar las calcetas?- le cuestiono suponiendo que no tenia demasiada ropa para prestarle.

Suspiro pasandose una mano sobre la frente, alborotando su flequillo, desabrocho aquella especie de chaleco con mangas con tranquilidad sintiendolo frio por la humedad adquirida.

-espera- le pidió jadeando deteniéndole, escondiendo su rostro en su espalda mientras contenía el doloroso placer porque no era una sensación del todo placentera aunque quizá aquel ápice de dolor era lo que hacia de aquello el mas grande de los placeres, su rostro se compungió unos instantes sin lograr centrarse en aquello, le habia detenido si porque el frenesí en el cual estaba apunto de caer era uno nunca antes experimentado.

Se pregunto que diría Angeliqué de verle en aquel instante ¿Qué diría? Seguramente se sentiría avergonzada ¿e importaba? Claro que importaba ¿Cómo no habia pensado en ella antes? La costumbre le hizo que ocupase sus pensamientos por completo aquel rostro angelical al cual habia perdido de vista cuatro años y ahora que volvia ¿siquiera podia pensar en ella? Se mordió el labio inferior razonando, veria ya la forma de comentarle ¿planeaba decirle todo aquello? Quizá no como ocurria todo mas a grandes rasgos merecía saber, negó intentando alejar aquellos pensamientos no era tiempo para comenzar a pensar en su hermana o en como tomaria las cosas.

-no me sueltes- le pidió al oído moviéndose suavemente dentro de el con un apenas y perceptible vaivén de caderas, escuchando como los jadeos comenzaban a aflorar de sus labios como quien no asi lo desea, termino mordiendo la piel del vampiro no al grado de lacerarla mas si de enrojecerla en varias zonas sentía que el éxtasis subia por su cuerpo impidiéndole pensar nuevamente dejándose llevar por los instintos mas esenciales.

¿Que esperara? Esperar ¿que? Abrió los ojos de nuevo esperando que Anuar se detuviera y se alejara por algún motivo desconocido, pero el chico se quedó en silencio sin hacer mucho, era como si el chico se estuviera arrepintiendo, a lo mejor no le gustaba del todo, pensó aún por encima del dolor. No podía creer que estaba preocupándose por él aún cuando se suponía estaba sintiéndo un gran placer.

Porque era lo lógico ¿no?, aunque no tuviera mucha experiencia en el asunto, era lógico pensar que el mayor placer se lo llevaría el activo, por lo menos en la primera vez. Lo siguiente fue contradictorio, completa y total contradicción, le pedía que esperara y ahora ¿seguía? No entendía que demonios pasaba por la mente de ese chico y sinceramente no quería pensar, la sensación de dolor no se lo permitía, quería concentrarse en sentir nuevamente el placer de minutos antes, pero simplemente no podía, el chico comenzó a moverse y esta vez fue inevitable que un gemido escapara de sus labios.

Sintió sus dientes mordiéndo la piel de su cuello y espalda y aquello le habría exitado sobremanera de no ser por la punzada de dolor que parecía querer partirle la espalda, algo ardía en su interior y no sabía que. Un segundo gemido se escapó de sus labios con el vaiven de las caderas de Anuar que aunque suave, dolían como un demonio. Su entrepierna perdió la erección como era de esperarse y eso lo frustró mas, comenzaba a sentir que era su culpa de algún modo, si todo terminaba en un desastre sería su culpa ¡seguro!.

- No... te detengas - Murmuró, más bien mintió. ¿Era realmente eso lo que quería? - Ahh... - Gimió esta vez más audiblemente, empujándo las caderas hacía atrás lográndo que Anuar estuviera completamente dentro de él.

Cerró los ojos con fuerza, sus nudillos se habían puesto blancos de apretar las sábanas.

Compungió el rostro cuando Soren se empujo a si mismo haciéndola adentrarse tan lejos como podia, sujeto el cuerpo ajeno entre sus manos con delicadeza como si de aquella manera pudiese compensar la barbarie que cometía en su interior ¿dolia? Suponía mas desconocía la medida en que aquello ocurria ¿y si era un dolor cubierto por placer? ¿O sencillamente un dolor que agobiaba su alma? Intento detenerse en mas de una ocasión mas parecía ya no razonar ya no ser aquel joven con el conocimiento y sapiencia de su lado sino haberse convertido en un monstruo un ser anhelante de gozo muy a pesar de los demás ¿de Soren?...no, le abrazo con fuerza besándole por completo la espalda, sus brazos y hombros en erráticos movimientos.

-impón tu el compas- le pidió al oído no queriendo ser el quien decidiera que tanto o que tan rápido irían sus caderas porque no era el a quien le dolia en el alma aquello –y si debe ser inexistente que asi sea- aseguro nisiquiera titubeando habia dudado quizá entre su placer o el bienestar de Soren mas debía admitir mientras supiera que al vampiro le dolia no podría gozarlo completamente.

Dirigio su mano al rostro de Soren, tomandole por la mejilla para virar su rostro y alcanzar asi con los propios los labios ajenos, besándole con suavidad, sin siquiera pensar en profanar su boca porque no se creía capaz de causarle mayores inconvenientes -¿te duele cierto?- le cuestiono observando su rostro a duras penas –lo lamento- aseguro contra sus labios no viéndose ya capacitado para siquiera moverse en búsqueda de una salida.

¿Imponer él el compas? valla petición más inesperada. De algún modo pensó que Anuar sólo seguiría moviéndose y lo guiaria, así era como se comportaba la mayoría de la gente, o por lo menos así era siempre en las novelas que leía, siempre había un activo y un pasivo, alguien que conducía al otro y otro que doblegaba su voluntad para complacerle. Era como una ley de la compensación humana y también la del sadomazoquismo. ¿Le convertía en mazoquista el que continuara allí aún con el laceránte dolor? ¿Era Anuar un sádico por disfrutarlo?.

- Está... bien - Asintió, porque se había dado cuenta ya que le era imposible negarle algo, Anuar pedía y el complacía. Así eran las cosas. Se giró de medio lado, lo más que pudo para corresponder el suave beso, era extraño recibir caricias suaves en un momento donde se suponía debería haber frenética pasión - No... es como en los libros - Murmuró encimismado en sus pensamientos - No tienes que disculparte - Finalizó, porque era cierto, no era culpa de Anuar que aquello doliera, bueno si que lo era considerando el hecho de que el dolor estaba siendo infringido por él, pero ¿entonces porque Soren no sentía que fuera su culpa?.

Levantó las caderas, para quedar de rodillas y finalmente a cuatro patas como los animales, dejó escapar otro gemido comenzándo a moverse, su placer era lo menos importante ahora, quería ver a Anuar enloquecer por su culpa y quebrar esa máscara de hielo. Tragó saliva moviéndose con más fuerza, aúnque aun limitándose por las punzadas de dolor - Ahh...- Gimió y sus mejillas se colorearon con intensidad cuando preguntó - ¿Te gusta? -

¿no era como en los libros? Sintio que el corazón le daba un vuelco seguramente estaba decepcionado decepcionado de que no fuese como en los libros de los que se prohibía hablar en sociedad ¿de que no fuese mas salvaje? No quería herirlo mas tampoco sentir que no hacia lo suficiente para complacerle ¿entonces decidiría que alguien mas le complacería como el no podia? Apreto los parpados apoyando sus manos sobre sus costados cuando este se alzo de la cama alzando con el.

Comenzó a jadear y gemir incontrolablemente mientras los oleajes de placer salian despedidos en todas direcciones entumeciéndole las extremidades, apretó con fuerza la piel de Soren, sentía que estallaría de un segundo a otro y sus restos caerían por todo el pis regándose e impregnándose a este por la eternidad tal cual sus gritos se mantenían ocultos en las esquinas resonantes de la habitación.

-aja-a…- murmuro sintiendo su cuerpo chocar contra el ajeno sin pudor, entregándose completamente a este, con el rostro completamente contrito y los labios entreabiertos mientras sus manos subían por su cuerpo apoyándose sobre su pecho intentando atraerlo hacia el, curveando su espalda hacia enfrente al tiempo que sus caderas acompasaban el ritmo que Soren habia impuesto sin pretender apresurarlo o incrementarlo.

-Soren- murmuro con los parpados firmemente cerrados, sintiendo explosiones de color en todo su interior al grado de sentir quemarse mas no de forma dolorosa sino placentera ¿Cuánto mas soportaría de aquella forma?

Cuando le escuchó afirmar que aquello le gustaba, pareció que algo de confianza volvió a su cuerpo, escuchó la respiración del chico cada vez más acelerada, pero como no podía ver su rostro, no podía adivinar que tipo de cambios habían en él, se encontró deseando verle, notar sus cambios de expresión, verle llegar al éxtasis y por encima de todo, verle completamente descontrolado, porque sentía que Anuar mantenía guardada bajo llave una parte de él que no mostraba. Siempre tan tranquilo y casi calculador, siempre tan 'controlado' para todo.

Se llevó una mano a su propia entrepierna para reanudar las caricias, pensando en lo irónico que era aquello, en como ambos luchaban por esconder cosas de si mismos aún cuando estaban completamente desnudos en cuerpo y alma. Eran un par de idiotas que no podían ser sinceros consigo mismos y aún así pretendían entregárse el uno al otro. No supo porque en un momento así esa revelación que parecía tan obvia había llegado a su mente, pero mientras Anuar llamaba su nombre y sentía su cuerpo inclinado sobre el suyo, tomó la determinación.

- Quiero ver tu rostro - Dijo al fin, dispuesto a enfrentar lo que viniera, a permitirle verle sucumbir y caer a mostrar sus verdaderos miedos, sin esperar una respuesta, se retiró suavemente, sintiéndose vacío una vez no estaban conectados, se dio media vuelta y quedó recostado en la cama, aún con los ojos cerrados, le entrelazó con las piernas - Vamos... - Murmuró y abrió los ojos finalmente observando el rostro de Anuar, ese poéma erótico del cual se había estado privando y le sonrió mostrando levemente los colmillos.

Esta es la persona que quiero. Esta persona me acepta como lo que soy.

- Hazlo de nuevo - Le ordenó o ¿le rogó? no sabía - Y mírame -

Sintio un espasmo recorrerle el cuerpo cuando Soren se movio alejándose de el, tumbándose sobre la cama para poder ver asi su enrojecido rostro el que le recordaba tanto algun muñeco de porcelana con facciones perfectas aunque inusuales, suspiro ampliamente al sentir sus piernas rodearle y percatarse de cómo su miembro sin pretender abrirse paso aun se estrechaba contra su cuerpo haciéndole jadear ¿no era el quien habia deseado no verle?

Le incitaba a penetrarle nuevamente, bajo la mirada con el rostro enrojecido y la respiración agitada, se ayudo con sus manos para realizar dicha acción intentando no cerrar los parpados cuando el placer le invadió nuevamente haciendo soltar un mudo “hm” y un audible “ah”, apoyo sus manos sobre el pecho del vampiro curveando la espalda mientras fijaba sus iris color de miel sobre los ajenos, rozando con sus dedos los colmillos de Soren, moviendo suavemente su labio inferior mientras comenzaba con aquel ritmo.

Hablaba, mas no con los labios expresaba lo que sus labios no podían pronunciar y su corazón se aferraba en dar a conocer, proseguía su mirada despedía el calor que su ser no podia ya contener por que su cuerpo se encendía de pasión sus cabellos se agitaban como lenguas de fuego cobrando vida por vez primera “¿Qué estas haciendo?...¿estas follando? No…estoy amando” sonrio, de forma inconsciente inclinando su cuerpo nuevamente apoyándose con una mano mientras la otra bajo por su vientre hasta su hombría, masajeándola con frenetismo.

-dejare una parte de mi en ti- murmuro con esfuerzo revolviendo el rostro al no lograr contener aquel grado de excitación, sus labios se abrian y cerraban, su rostro se compungía mas sus parpados, sus parpados seguan abiertos y su mirada fija en los luceros de Soren –y asi jamás dejara de existir- aumento las caricias mientras se sentía desfallecer, gozar ambos del paraíso y ambos sabrían que habían sido hacedores de ese bien.

El dolor no había cambiado, pero había algo nuevo, ahora veía su rostro y ese detalle cambiaba completamente las cosas, de alguna manera verle, apreciar sus gestos cada segundo, le hacía sentir más conectado a él, verle transformado en eso, saber que desfallecía de placer y que ese placer era producido por su cuerpo, era algo que no cambiaría por nada del mundo, en ese momento no se cambiaría por nadie y no le importaba ya si dolía o no, estaba de esa manera con una persona, ¡por fin!. Tanto tiempo buscando sin saber exáctamente que era lo que buscaba, tanto tiempo deseando prohibidamente estar conectado de esa manera con alguien y finalmente, Anuar hacía realidad ese sueño que siempre había parecido tan utópico.

Escuchó las palabras del chico, apenas si podía pronunciarlas con coherencia, la expresión de su rostro era la más perfecta de las composiciones ¡Un poema! ¡Un poema! Anuar era poesía pura que no podía describirse de manera tangible, los adjetivos no bastaban para describirle. Anuar estiró sus dedos para rozarle los labios y sin pensarlo dos veces, los besó y lamió con desespero, rozándo sus colmillos contra esa tersa y tibia piel, conteniéndose para no morderle.

- Ya estabas dentro de mi... pero no me había dado cuenta - Murmuró como respuesta, estirando los brazos para abrazarle, quedándo ambos rostros demasiado juntos sus narices rozándose y sus alientos juntándose en un baile sin hombre, inclusive percibió los látidos de su corazón, agitados y locos.

Y yo causo esta locura, es por mi que ese corazón corre locamente, por mi ese rostro se descompone de placer.

- Más rápido... - Gimoteó, apenas rozándo sus labios contra los de él - ¡Más fuerte! recuérdame lo que es estar vivo... - Agregó sintiéndose extrañamente al límite, dolor y placer mezclados de manera extraña, como un remolino de colores o formas inteligibles.

Lo estaba realmente era verdad y que bien se sentía escucharlo saber que no era un torpe por preocuparse por el, por anhelar su bien por encima del suyo por procurar su felicidad ¿su felicidad? Quizá aquello iba mas alla de sus alcances mas haría lo que pudiese por verle sonreir una vez mas, sin tapujos con los colmillos a la vista tangible ante sus dedos daría su ultimo respiro por el sin dudarlo o moriría en el intento de amarlo.

Permitio a su aliento escapar chochar contra el del vampiro y escuchar, escuchar como sus cuerpos y voces producían una melodía que perduraría cuanto quisiesen, eran los compositores de una fiel opereta, no logro contenerse sus labios buscaron los de el con interés, mas no se habia atrevido aun a cerrar los parpados como se suponía debía hacerse al besar no se atrevía a perderle de vista.

No lograba negarse a sus palabras ni a lo que le hacia sentir, aumento el ritmo embistiéndole con fuerza mas siempre aquella delicadeza en segundo plano, le haría retorcerse de placer si pudiera, lo haría gritar su nombre cuanto anhelaba escucharle gemir su nombre –clámame- le pidió al oído soltando sus gemidos sobre su oído, compungiendo el rostro y alzándolo nuevamente para observarle lamiendo sobre su lamio ahí donde antes habia probado aquella droga que se hacia llamar sangre.

Sentia que su interior se abria y cerraba, se hacia grande y pequeño porque el estaba creando y destruyendo, el estaba creando una obra que no tenia precio una obra que solo el lograría comprender y amar en la medida que lo necesitaba, sus manos recorriendo su rostro, quitándole el cabello de la frente era increíble como presa del deseo y la excitación lograba aun pretender observarle y recordar aquel rostro.

-si no hubiese un mañana…sabes ahora que te amo- ¿lo habría? ¿no moriría de pasión? Sentía que seria asi que su corazón explotaría y su cuerpo se desplomaría, se aferro con fiereza del cuerpo de Soren marcando sus uñas como caminos rojos sobre su piel no habia ya marcha atrás, le amaba y lo gritaba, si lo aceptaba “¿un hombre jamás aceptaría que lo a dado todo?” –lo di- murmuro mas para si mismo que para Soren.

Soren llegó a un punto en el que no pudo distinguir si el placer venía de las caricias en su entrepierna o en la profundidad de las embestisas de Anuar, todo lo que supo fue que el dolor antes sentido, le había dado significado a ese placer, sin el previo dolor no habría podido comprender y descubrir ese desgarrador placer que iba más allá de la sensación física y se perdía en el umbral de lo incorporeo y psicologico. Saberse suyo y marcado desde adentro.

Avergonzado, con las mejillas encendidas en carmin y todos los sentimientos a flor de piel, abrió sus labios y dejó escapar un ruego desvergonzado que nunca se habría dicho en otra situación - ¡Anuar! - Gritó al borde del éxtasis - Anuaaar...Oh... dios ahh- Ya no sabía ni lo que decía, su mente no podía pensar cosas coherentes en ese paroxísmo de sensaciones, sólo era consciente que deseaba caer con Anuar y llevárselo consigo al cielo o al infierno, quemarse en su fuego sin importar más nada.

Y ahí estaba de nuevo el chico, diciendo aquella barbaridad, clamando amor, asegurando amarle cuando eso no tenía sentido. ¿Y que era lo que tenía sentido entonces? ¿Sobrevivir solitariamente como siempre?. Se empujó con fuerza, lográndo una penetración más profunda, no quería delicadeza, no quería suavidad, quería que esa sensación se guardara en su mente, dolor y placer indiscriminadamente juntos, ya no quería mascaras, ya no quería pretender nada.

- ¡Más fuerte Anuar! - Gimoteó enseñándo sus colmillos fieros como si fuera atacarle, una extraña convinación que le daba un bizarro erotísmo. Empujó a Anuar sacándoselo de encima con fuerza, con un movimiento rápido, invirtiéndo los papeles, tumbándole y sentándose sobre él, introduciéndose de nuevo sin delicadeza, dejando escapar un quejido. Ahora era él quien imponía el ritmo, moviéndo sus caderas con frenesí agarrándose a la espalda del chico y sus labios cerrándose en su cuello, sus finos colmillos a punto de penetrar la piel.

A la mierda todo y todos. Voy a devorarte...

Y entonces sus colmillos se undieron en la fina piel y la exquicita sangre espesa, resbaló perezosa por su paladar.

Su nombre siendo pronunciado por aquellos labios con aquel tono erotico le produjeron un espasmo en el interior, sintió claramente como su estomago se contraía y la respiración se le escapaba un segundo, enrojeció como nunca antes lo habia hecho su cuerpo quemando por dentro y desbordando un calor inusual y preciado podría venderse de ser objeto a precios altísimos en el mercado mas clamado del mundo podría venderse junto al elixir de felicidad entre lo completo y eterno.

Cayo de espaldas sobre la cama con las piernas hacia el respaldo de la misma, alzando el rostro y apoyándose de los codos para ponerse en pie y lograr asi comprender el motivo de aquella acción que no habiendo sido esperada le habia obligado a separarse de aquel placer no podia ya pensar en quedarse de aquel modo no podia, seria un pecado no terminar lo que habían comenzando.

Grito un grito sordo que resonaría sin eco hasta el otro lado de Paris, su espalda se curveo echando la cabeza hacia atrás, rozando con sus cabellos las sabanas ahora mal puestas dobladas aquí y alla, echas nudo por doquier, se aferro a las caderas del vampiro acompasándose a su vaivén impuesto, embistiéndole con fuerza, estocándolo sin poder contenerse mas.

Estaba a punto de pedirle que le mordiera cuando realizo la acción, gimio de una forma audible ¿era acaso que su sangre era para el como la de Soren lo habia sido para si mismo? Que mal estaba pero cuanto deseaba volver a probarla sentirla sobre su palar y escociéndole la garganta de una forma deliciosa era la única droga que necesitaba ¿la necesitaba? El placer de la mordida le hizo desbordarse, estrecho el cuerpo del vampiro entre sus brazos sintiendo como su cuerpo temblaba frenéticamente presa de aquel impetuoso espiral de emociones encontradas.

Sintió como se desbordaba en su interior ruborizándose por ello, perdiendo el placer de la mordida por unos instantes, estático en su lugar termino recordando no donde se encontraba si no de donde venia y hacia donde iba; -¿Qué haras tu cuando seas grande?- le mano del hombre se habia blandido sobre su mejilla enrojeciéndola, hinchándola como el piquete de una abeja mas el era una mosca, una mosca que no paraba de zumbarle al oído –yo sere pintor padre porfavor- le rogo el muchacho conteniendo las lagrimas y el dolor cubriendo su corazón con la primera capa de hielo -¿pintor?...no seras nada de eso y anda olvidando tu seras algo mas, dedicate a las leyes…eres bueno para reprochar- exclamo sujetando una de sus manos tirando de esta y enseñándosela -¿cres que estas manos de mujer son dignas de un hombre? ¿cres que asi alguien te va a querer?- el desprecio en su voz era evidente y desde la habitación continua el resto de la familia escuchaba –quien me ame no lo hara por mis manos porque soy mucho mas que solo eso mirate tu! Tienes manos de hombre pero madre no te quiere porque porque tu corazón es de monstruo- su cuerpo azoto el suelo y la puerta a sus espaldas se cerro se encerro entonces en aquel sitio en que nadie lograría lastimarle porque nadie lograría amarlo.

Sonrio observando el cuerpo encima de el, palpándolo con las manos era real al parecer no habia logrado cerrar la puerta debidamente y alguien habia logrado entrar ahora, ahora no deseaba dejarle ir.

¿Cuanto tiempo llevaba bebiendo sangre humana? más de dos siglos, la sangre humana era lo que permitía que andara por ahí y se creyera profesor, la sangre humana le había dado significado a su existencia durante mucho tiempo y cada que bebía renovaba su sentencia en el mundo, porque aunque Soren no fuera un pesimista taciturno, en su condición como hijo de la noche, era imposible no pensar en si mismo como un ser condenado a una existencia vacía y eterna.

Y allí se encontraba una vez más probando sangre humana, deleitándose con su espesura y calidez, perdiéndo la noción del tiempo y del espacio mientras esta resbalaba por su garganta. Sólo un pequeño trago bastaba para elevarlo al paraiso. Porque esa no era una sangre cualquiera, era la sangre de la persona que amaba.

¿Amaba? Perdón ¿dijiste amar?.

Cerró los ojos con fuerza, casi sintiéndo que las lágrimas brotarían de sus ojos, aferrándose con más fuerza a ese cuello, como si de no hacerlo su cuerpo se despedazaría y se perdería en ese espacio en el que se encontraba flotándo ingrávido ahora.

La sangre de mi pintor.
La sangre de Anuar.

Y entonces el éxatis lo embargó por segunda vez. Se encontró alcanzando ese lugar al cual no sabía si llamar cielo o infierno, se encontró perdiéndose una vez más en el orgasmo y se encontró descubriendo que sólo en ese instante, todas las inibiciones de su mente habían desaparecido para dar paso a una completa libertad. ¿Era ese el poder de Anuar?. Retiró los labios y lamió la pequeña herida hasta la última gota, mordiéndose el labio inferior con fuerza debido a la sensación que continuaba alli sin alejarse. Era suyo, Anuar estaba física y emocionalmente dentro de él. Su labio sangró fácilmente por la fuerza de sus colmillos y buscó los labios del chico sin poder contenerse.

Te quiero, eres lo único que quiero dentro de mi.

Le besó con intensidad, mezclándo la sangre de si mismo con un poco de la que quedaba de Anuar, permitiéndo al chico saboreár un poquito de ese elixir poderoso e inmortal que corría por sus venas.

Se mantenía estático en un estado de paz incomprensible para cualquier que no lo hubiese ya sentido y aun asi sabia bien que nadie podia sentirse como el lo hacia, elevo la mirada al cielo raso pareciendo que este se movia riéndose de el, sonriéndole y dibujando figuras ¿Cómo? Aquel trozo de pintura era blanco en su totalidad ¿confundía el techo con el suelo? No sabia ya y no le importaba demasiado podría perder la cordura cuando su mente se encaprichase en ello no importaba mas nada que estar con Soren.

Sus labios le regalaron unas gotas de la dulce sangre del vampiro y de la metálica y repulsiva que corria por sus propias venas sabores tan diversos ¿era acaso que la inmortalidad matizaba la sangre con otro sabor? ¿era el sabor de la vida eterna? O cuanto lo anhelaba ahora ¿la vida eterna o el sabor de la sangre? Uno y otro ninguno de los dos, quizá uno si y al otro no ¿y como saber cual? El que marcaba sus labios con el sabor, uno no existía sin el otro ¿entonces ambos? No.

Llevo sus manos a su rostro sujetando sus mejillas acariciando su piel con sus pulgares, moviendo sus caderas para salir de dentro suyo y sentirse descansar realizado ya por haber logrado completar aquel encuentro no solo de cuerpo sino de algo que iba mas alla de lo humana comprensible ¿solo humana? Vampírica también quizá. Aquel encuentro que antes le hubiese parecido pecaminoso, indeseado ¿era cierto? Si lo era porque con nadie mas quería hacer aquello, a nadie mas quería sentirse ni saberlo suyo.

Sintio el hilacho de sangre bajar por su garganta embriagándole el alma, pintándola con su pincel logrando asi marcarle como suyo, suyo era y suyo seria ¡y no se arrepentía de ello! Su lengua busco la ajena con necesidad, encontrándola y acariciándole, rodeándola en una especie de abrazo, separándose solo para observar sus azulados orbes que como luceros habían alumbrado su errante andar.

Como si de alguna forma el calor de su cuerpo hubiese derretido aquella muralla de hielo forjada en antaño con esfuerzo, parecía perderse en aquellos mares, hundirse sin escapatoria alguna de salir a flote y no quería hacerlo quería perderse en ellos si lo anhelaba -solo la luna sera nuestro fiel testigo para que jamas lo olvidemos...ella nos lo recordara- murmuro observando como aquel astro se reflejaba en la diminuta ventana por la que se colaba la plata liquida que despues inundaba la habitación bailando la comparsa de su opereta, o que perfecto espectaculo.

El mundo volvió a materializarse lentamente, conforme la sensación se alejaba para dejarle en una completa paz. Sentía el cuerpo completamente relajado y continuó besándolo más por inercia que de forma consciente. Cuando el chico salió de su cuerpo sintió un vacío odioso, como si volviera lentamente a ser el mismo, un ser incompleto.

¿Y ahora crees que estás incompleto? ¿Quien demonios eres? te desconosco Soren, este no eres tu.

Abrió los ojos y con su pulgar limpió los rastros de su propia sangre en los labios de Anuar, recostándose a su lado, no queriendo alejarse más de la tibiesa de ese cuerpo, escuchándo sus palabras y asintiéndo levemente, una sonrisa dibujándose en su rostro tranquilo aunque no menos colorado, notó el desastre del lugar, la pintura que Anuar había usado en su cuerpo había manchado las sábanas e inclusive el cuerpo de Anuar, aunque no demasiado. Pintura y fluidos de Anuar pues una capa de fino sudor perlaba todo su cuerpo, paseó el dedo indice por la clavicula del humano sintiéndo como se humedecía. Había olvidado también que los humanos sudaban.

- Estoy tibio... - Exclamó con sorpresa pasándo la otra mano por su pecho, sintiéndo esa nueva sensación, puesto que su cuerpo se mantenía casi siempre por debajo de los 15 grados. - ¡Estoy tibio! - Exclamó abriéndo mucho los ojos con la sorpresa y lanzándose sobre Anuar y besándolo de nuevo con brio - Gracias - Murmuró entre el beso sin caer en cuenta que su herida en los labios seguía sangrando levemente, no siendo conciente de lo que debía hacer sentir al humano con su sangre - Por... existir - Finalizó sintiéndose de nuevo avergonzado y torpe.

Paseo su mano por su frente quitando el sudor del mismo que sin siquiera caer en cuenta habían estado presentes en su cuerpo desde el instante mismo en que se habia despojado de toda vestimenta. Sonrio de medio lado cuando le escucho exclamar para el era usual aunque debía suponer para Soren era una sensación no experimentada en los últimos siglos y era el quien le permitía tales goces, sonrio nuevamente ante la idea.

Lo atrapo sobre su cuerpo rodeándole con sus brazos, estrechándole pareciendo que la desnudez que cubria sus cuerpos no importaba ya porque mas desnuda estaba el alma, compungiendo el rostro ante el sabor de su sangre, separándose no por deseo mismo o acción suya sino porque Soren comenzó a hablar nuevamente sorprendiéndole con las palabras que de sus labios afloraron cual celestial melodía ¿sonarían asi el coro de ángeles y querubines?

-no puedes agradecerme algo asi- aseguro enarcando una ceja con curiosidad asi como no podia agradecer amar a alguien uno no deseaba uno no le decía al corazón por donde andarse era un ciego que no conocía el pasado y caia en los errores constantemente, se agradecía tener la capacidad de sufrir por ello de entregarse y saber que bien pudiendo no funcionar todo lo arriesgaban el agradecia haberlo conocido y repetiría dolor el dolor que habia sentido en su vida por llegar nuevamente a aquel momento.

Sus manos siguieron el surco en su espalda de abajo hacia arriba, topando con sus hombros bajando nuevamente instalándose cerca de sus costados, atrayéndolo con suavidad mientras lamia su labio inferior con ansias percatándose de su acciones y bufando suavemente –yo…- intento excusarse observándole no intentando ya desviar la mirada porque quisiera o no no podia ya evitarlo –esque…tienes sangre aquí- murmuro conteniéndose por no probarla nuevamente, siempre tan correcto -no sabia que supiera asi de bien- las palabras habian sido escupidas como si dentro de sus labios quemasen escociendole el interior, quemandole la garganta, sin inmutarse no demasiado.

- Claro que puedo - Murmuró con una sonrisa que parecía no irse nunca de sus labios, debía parecer el mayor de los idiotas, se dejó conducir hacía los labios del chico otra vez, le permitió lamerlo y cerró los ojos con la suave caricia que le producía, olvidando que estaba desnudo, olvidando la verguenza de verse expuesto, había vuelto a tener consciencia de las cosas y sentía como si hubiera renacido de unas cenizas de las cuales ni siquiera estaba consciente. ¿Sería una persona diferente luego de ello?

¿De que demonios hablas? ¡cállate idiota tu no puedes cambiar! serás el mismo para siempre, seremos el mismo para siempre, ¡porque nunca podrás librarte de mi!

Escuchó a Anuar frunciéndo ligéramente el ceño por el eco de sus pensamientos y arqueando las cejas por lo que decía el humano. Se llevó el dorso de la mano por debajo del labio y notó que aún sangraba un poco, no recordaba haberse cortado o mordido, miró el manchonsito rojo en los labios de Anuar y en su mano como sorprendido de descubrirlo.

- Oh...- Murmuró paseándose la lengua por la herida en su labio, chupándolo como intentando que sanara más pronto - Mmm si que sabe bien...- Comentó volviéndo a sonreír - Aún recuerdo como si fuera ayer, lo que sentí cuando Erkki me dio a probar su sangre en su momento - Entonces pareció recordar que Anuar se había negado a probar su sangre en una ocación anterior cuando había querido darle un poco para que se curara más rápido.

- ¡N...no te preocupes! - Exclamó azorado - No pasará nada malo si bebes sólo un poco... no te conventirás ni nada... yo...lo siento mucho, no me había dado cuenta y... tu no querías - Se hizo a un lado de él recostándose e intentando escapar de la situación avergonzado por no haber sido consciente de ello y haberle obligado a beber sin su consentimiento - No volverá a pasar lo juro...y - Tragó saliva y observó de soslayo la herida en su cuello que ya se había cerrado gracias a su meticulosa y limpia mordida sin desgarrar la piel - Eso...tampoco... lo siento -

Entonces sabia bien como se sentía en aquellos instantes deseando probar nuevamente su sangre sentirla bajar por su tráquea inundándole el paladar de sabores inusuales casi podia asegurar un majar de dioses o cuando minimo uno del cual no cualquier persona podia gozar y el el sin ser mejor que nadie sin haber decidido ser participe disfrutaba ahora tales deleites en cuerpo y alma, le observo relamer sus labios limpiando su propia sangre o que desperdicio era aquel.

Sonrio porque lo ultimo que habia hecho habia sido preocuparse –no a resultado tan mal…lo pintabas todo de otra forma- le explico observando caer a un lado de el bajando la mirada y observando su propio cuerpo sin liviandad era extraño y no caia sino hasta aquel momento en cuenta de ello suponía que estando un hombre y una mujer no podría haber comparaciones observo su cuerpo y seguidamente el de Soren como un niño curioso que por vez primera se percata de los cambios.

-no te preocupes- murmuro desviando la mirada al cielo raso nuevamente, con ambas manos sobre el estomago sintiéndose húmedo por el sudor y sabia Dios cuantas cosas mas, palpo sus costillas unos instantes pensando en lo ocurrido y en lo que vendría mas adelante ¿Qué tenia deparado el futuro? ¿era acaso que deparaba algo? ¿o pretendía darle fin en aquel momento? Negó internamente girándose para apoyar su rostro sobre su hombro ideando una y mil historias dignas de el mas galante poeta del romanticismo.

-no te disculpes- le pidió besando su mejilla antes de incorporarse con las manos y quedar sentado sobre la cama, dándole la espalda al vampiro observando las piernas ajenas, hasta sus dedos estaban impregnados aun con los colores con que habia recorrido su piel quizá quisiese darse un rápido baño.
Su mirada se predio en la habitación recorriéndola ¿faltaba algo? ¿pero que? “¡claro!” –tengo algo para ti- murmuro sonriendo de medio lado.

- Umm... bueno es que...- No supo que decir, se suponía que a los humanos les asustaba la sangre, pero Anuar parecía aceptar las cosas muy olímpicamente y sin darle demasiada trascendencia - Veo que... estaba preocupándome demasiado, ahora me siento como un idiota - Agregó haciéndo un puchero de frustración inflándo las mejillas con el gesto - En serio, creí que te molestarías... -

Le vio levantarse y sentarse, no quería que se fuera, le daba la impresión de que si se vestían y organizaban la magía se perdería. ¿Que tipo de mágia? No lo sabía, pero estaba seguro que se encontraba bajo una especie de hechizo. Iba a decir algo, pero se calló porque su mirada se posó en el cuerpo de Anuar, hasta ese momento no se había fijado detalladamente, demasiado avergonzado como para repararlo del todo. - Tienes que comer más - Murmuró entre dientes con una medio sonrisa.

Se levantó también y sintió un dolor en su cadera, evidencia de lo que acababa de ocurrir, carraspeó y gateó hasta alcanzarlo por la espalda y abrazarlo, casi como un oso Koala, besó sus hombros desnudos y disfrutó de la tibiesa del cuerpo ajeno sin importarle que estuviera empapado en sudor. La pintura de su cuerpo ya seca, se humedecía contra la piel de Anuar para dejárle pequeños manchonsitos. Que desastre, y al mismo tiempo, que perfecto.

- ¿Eh? ¿Que cosa? - Exclamó curioso observándole por encima del hombro.

Suspiro en algo que pareció mas un sonoro bufido salido desde el fondo de sus pulmones expulsando con tal acción la frustración o alegría de escuchar aquellas palabras cada que se encontraban ¿era acaso su aspecto tan deplorable? Le gustaba pensar que no mas los hechos hablaban de algo diferente –tu también estas delgado- se defendió regresando a sus andanzas, tener la ultima palabra era siempre una necesidad una que habia olvidado ya.

Sintio sus si bien no aun calidos brazos mas tibios de lo usual, rodearle el cuerpo y sus tersos labios besarle los hombros, entrecerró los parpados por las sensación que si bien no comparables con lo ocurrido instantes atrás lograban reventar en su interior diminutas chispas que en cadena reaccionaban haciendo estremecer y temblar estrechándose contra el no importando la falta de vestimentas era aquello algo vanal que la gente habia optado por tomar con los primeros hombres ¿Qué no era que habían vivido en el paraíso sin vestimentas que cubriesen sus perfectos cuerpos?

Pues ahora el vivía en el paraíso cuando minimo en aquellos instantes asi se sentía.
-no es demasiado…es para tu tienda- le indico virando el rostro para besar la punta de su nariz señalándole el estante en el que yacía la bolsa con monedas y a un lado un alhajero rumano se percataba ahora del montón de baratijas que habia traido consigo y sabia bien que aquel objeto Soren lograría costearlo por un mejor precio y a alguien que lo anhelase mas que cualquier a quien el mismo pudiese pretender venderlo.

-creo que fue evidente la falta de cuadros cuando entramos- asevero intentando que descubriese de que se trataba todo aquello –te dije que buscaríamos la forma de resolverlo…se que no es una gran solución pero espero te sirva por ahora- sus labios se cernieron sobre los ajenos con rapidez, dándole algunas palmas sobre las piernas para que le permitiese ir por los objetos volveria con el, no quería dejarle ir quería acurrucarse en su pecho y sentir el corazón que habia hecho latir nuevamente.

¡Claro que estaba delgado! había muerto delgado, no podía engordar porque ya no comía, pero Anuar, sabía que su esbelto cuerpo era por falta de comida suficiente y no por un capricho estético, pero no quería discutir al respecto, no en el momento, ya le haría comer más de alguna u otra manera. Le observó y escuchó con curiosidad, esperaba cualquier otra cosa menos... dinero y ¿reliquias?.

Soren llevaba mucho tiempo trabajando en la tienda, por lo que reconoció al instante el objeto y le calculó una generación de antiguo. Anuar continuó hablando y reveló el porque de los cuadros ¿los había vendido todos y le estaba dando el dinero a él?. Soren dió un salto y quedó de pie al lado de la cama, su rostro se desencajó en la sorpresa, simplemente no podía ser posible. ¿Porqué había hecho algo así?.

- ¿Hi..ciste esto porque podía quedarme sin trabajo? - Preguntó como teniendo que preguntarlo para comprobar que era cierto y no se lo estaba imaginando - ¿Estás diciéndome que... hiciste esto por mi? -

Se llevó una mano a los labios y se giró dándole la espalda, sus ojos se pasearon nerviosos por todas partes sin prestarle atención a ninguna en especial, no sabía que hacer, que decir ni que sentir con ese gesto. Se había quedado simplemente en blanco por la confusión. Se llevó el dedo meñique a los labios y se mordió la uña nerviosamente - Gracias - Murmuró, casi ni podía hablar. De repente pareció comprender las cosas.

Mientras él se escondía bajo la tierra y escapaba como un cobarde, Anuar había tenido el coraje de vender todos sus cuadros y estaba dispuesto a darle esos objetos para solucionar el problema. Soren escapaba y Anuar enfrentaba al problema. Se sintió pequeñito e infinitamente miserable, como nunca en su vida, se merecía una buena patada en el trasero. Era un imbécil.

- Soy un completo imbécil... joder - Murmuró llevándose una mano a la cabeza con expresión abatida.