Una cita, un juego, un par. {Soren} ACTIVO

Se escondían las luces, una luz mejor dicho, sólo la luna, que parecía no querer iluminar ese día. El golpeteo hecho con su pie era el único sonido rítmico que se escuchaba en varias millas, al menos para el oído humano. La locura de acudir ahí pese a no tener la certeza de que el real destinatario del pequeño mensaje fuera ella, ni que el remitente fuera el torpe vampiro que había conocido en un restaurante apenas una semana atrás. Una sonrisa se asomó a sus labios cuando recordó como habían terminado, la ansiedad la llenó otra vez, quería sentir lo que sólo él le había hecho sentir, pero quería también terminar con la curiosidad del motivo de ese encuentro.

Comenzó a sentir como si la estuvieran observando, la mayor parte del tiempo era sólo producto de su imaginación pero ella conocía muy bien la gran cantidad de cosas que escondía la noche. Se abrazó a si misma más para hacer algo con sus brazos que por otra cosa, a esa misma hora el burdel estaba en pleno apogeo, las mujeres bailando y cantando y los clientes llegando, lo bueno de ser quien era es que no necesitaba eso, podía pasar de estar un día sin trabajar, si no fuera por su actitud libertina y su ropa un poco más atrevida, perfectamente podría pasar por una mujer de alta sociedad, pero prefería reírse a su modo de todo eso y contarle al mundo que era una puta, una persona que vendía su cuerpo por dinero y por mucho dinero.

Quizás había jugado demasiado con la palabra muerte, tanto que sentía como si la estuviera llamando, pidiéndole que se acerque, que la lleve a cada minuto, que de una vez por todas tome sus bromas en serio. Malagradecida dirían muchos y les diría que tienen razón, ella la llamaba mientras otros intentan alejarla como sea. Idiota le van a decir otros y también estaban en lo cierto, podría ser eso y más, es cada mala palabra que sus madres les dijeron que no se podían decir, es peor que eso, pecado es otra de sus definiciones, pero ella parece reírse de todo eso mientras camina con la barbilla erguida.

Parecía un animal dentro de una jaula, pero estaba al aire libre, a la orilla de un pantano al que miraba con expresión asqueada, sabía que había llegado a tiempo y ya comenzaba a impacientarse – Vamos hombre llega o me harás enfadar – susurraba intentando que el viento llevara sus palabras a quien tenía que oírlas, más ruidos y cerró los ojos, sonriente, dejando su mente en blanco para no imaginar nada, para no crear expectativas, sólo repleta de ideas y repleta de aún más curiosidad, esperando aprender algo hoy, como si ese juego del profesor y el alumno siguiera instalado entre ellos, cambiando los roles sin notarlo, enseñando mutuamente, aunque lo que ella supiera quizás no era lo que él quería aprender, al menos por el momento, al menos mientras lo desconociera.

No quería darle la espalda pero lo hacía a medias. Se sentó con las piernas hacia el otro lado en forma opuesta a él y comenzó a jugar con la falda de su vestido, el borde inferior tenía manchas de barro, eran de un color entre gris y marrón, colores de un pantano. Asintió y en su cabeza comenzó a sonar la canción que había interpretado en el burdel, sonreía, porque cantar era algo que amaba, no lo veía como una obligación de su trabajo, si no como una oportunidad de demostrar que podía hacer algo maravilloso sin tener que quitarse la ropa, aunque eso también fuera otra de las cosas que le encantaba hacer, incluso por sobre cualquier otra.

Lo miró de reojo directamente a sus ojos, -Gracias.- dijo en una respuesta seca volviendo a mirar hacia el frente hasta que comenzó a escuchar su historia. Sorprendente, sólo eso, ella siempre había sabido que detrás de sus clientes habían familias pero nunca lo había comprobado. Jamás había escuchado la historia desde el otro lado, sólo había sentido las miradas reprochadoras en la calle y tenido que soportar uno que otro escándalo de parte de una esposa celosa mientras intentaba hacer sus compras en el mercado. Conocer de primera fuente lo que había querido ignorar la complicaba un poco.

-¿Tu madre alguna vez dijo algo acerca de eso?- desviaba la mirada porque en el fondo no quería reconocer que si le importaba lo que sintieran las mujeres de los hombres que atendía. Lo sentía por ellas, por no poder tener un carácter firme ni la personalidad suficiente como para no impedir que sus esposos las engañaran. A algunos de sus clientes los conocía desde que habían estado de novios de las que ahora eran sus esposas. - ¿Sabía lo que tu padre hacía? – estaba segura de la respuesta, casi todas lo sabía y aún así mantenían la sonrisa y fingían como si nada pasara, ellas era mejores actrices que las mismas cortesanas.

Se acercó un poco más a él moviéndose sobre el tronco, la comida y el té aún estaban entre ellos, pero ya casi había pasado a un segundo plano -¿A ti nunca te llevó o no quisiste? – Se giró completamente para mirarlo de frente – Lo siento… si quieres no respondas nada, continúa con tu historia… me interesa muchísimo saber… - lo reconocía como ya había hecho con otras cosas que jamás, a nadie, había revelado. Quizás era la humedad del pantano o algún efecto de eso que llamaba sándwich, pero se sentía en confianza para hablar sin ser criticada.

Respira, profundamente, varias veces, lo hace porque teme perder el control, sabe que si abre su boca en este minuto podría arrepentirse de lo que dirá. Terminó de escucharlo en silencio y se giró para no mirarlo de frente. Todo iba tan bien, todo estaba tan bien. Sintió que sus orejas se ponían coloradas y que las aletas de su nariz se enanchaban. Si, estaba comenzando a estar furiosa. Las palabras parecían agolparse en su boca, luchando entre ellas para salir, más respiraciones, aún más, la única forma de mantenerlas a raya, aunque parecía trabajo imposible.

-¿Qué las cortesanas sedujeron a tu padre y tu hermano? ¿Acaso alguien les puso una daga en el cuello para que fueran al burdel? ¿Alguien los obligó a volver una y otra vez? ¿Alguien Soren? –suspiro para seguir hablando – No, nadie, nadie los obliga, van porque ahí encuentran lo que en sus casas no, van simplemente porque les gusta ver mujeres y acostarse con ellas, ódialas si quieres, pero no estés ciego, no creas que tu padre, tu hermano y todos los hombres que llegan como clientes son simples y puras víctimas, ellas sólo hacen su trabajo, nada más… - lo miró directo a los ojos, desafiante

– Actúan, fingen, son las mejores haciéndoles creen que los quieren, que los aman, que ellas no son como sus esposas y ellos también lo son, son actores, porque fingen creer todo esto, intentan lucir como personas inocentes que son corrompidas por estas mujeres malvadas, - se puso de pie y comenzó a caminar para evitar gritarle aunque quería hacerlo, - la culpa es de ambos, no la culpa es de todos – se detuvo frente a él – incluso de las esposas, ellas también son culpables, todos tienen caretas, máscaras, están llenos de asquerosa falsedad…-

Se quedó de pie, mirándolo desde arriba, mas altiva que nunca y más seria que nunca, también, más real que nunca, - Y si tu sigues creyendo lo mismo, entonces sigues siendo un niño Soren… - dijo apuntándolo, pero con las palabras, haciéndolo sentir que casi lo apuñalaba con cada letra, - abre los ojos, el mundo está llenos de gente como tu madre, tu padre o tu hermano y para lamentable noticia tuya, las cortesanas seguimos siendo iguales… seguimos seduciendo a pobres almas inocentes para corromperlas.- dijo las últimas palabras cargadas de un ácido que parecía destruir hasta el material más fuerte, el vampiro había hecho mal, la había atacado directamente y en el punto que más le importaba, su trabajo.

Se puso de rodillas sin importarle que el barro manchara su vestido, tenía que estar a su altura y lo más cerca posible para poder hablarle de frente, sin interrupciones, ni siquiera con el cabello que quería interponerse entre ellos. Tomó la barbilla de Soren y levantó su rostro, ahora si estaban en igualdad de condiciones, aunque sólo aparentemente. Ahora lo miraría a los ojos, a esos que se escondían detrás de las gafas. Ahora podría mirar sus reacciones y conocer lo que le parecía lo que ella decía en el minuto en que saliera de su boca. Ahora, justo frente a ella. Y lo que veía la sorprendió un poco, tanto, como las palabras que parecían más fuertes que el vampiro débil que ella alguna vez pensó que era.

-Tengo 19 años, comencé a trabajar en esto a los 14… mi infancia se redujo y mi adolescencia prácticamente no existió… - hablaba muy cerca de él, distanciada por apenas unos centímetros, - El que comenzó a juzgar no fui yo… y ¡claro que todos cometemos errores! Da lo mismo la edad, los seguiremos cometiendo y cada vez peores, eso lo deberías saber mejor tu que yo… has tenido muchos más años para darte cuenta.- respiró profundamente y notó que en su voz había un poco menos de molestia , ahora era simple indiferencia, volviendo a ser la testaruda y cerrada de antes, al menos por un rato.

-Nunca he creído que eres imbécil, al contrario, si te digo todo esto es porque creo que eres inteligente y me sorprende que puedas pensar eso…- se puso de pie y se sentó junto a él bien cerca, - son esos pensamientos propios los que casi te grité recién… seré lo que quieras, pero parece que no puedo ser alguien que se deja callado lo que cree… y en este momento yo creo que estabas equivocado, quizás yo también lo esté… ¿Pero no fuiste tu quien dijo que dialogando aprendemos? Entonces veamos si sacamos algo de esto..-

Pensó en sonreír pero la molestia seguía, comenzó a cantar una suave melodía, demasiado tranquila incluso para ella misma y más aún para el momento que habían vivido recién, - Esta también soy yo Soren, la que se molesta y que se controla para no lanzarte el té por la cabeza – el aire parecía hacerse menos denso – soy esta y la que aún sigue curiosa acerca de por qué me citaste, por qué quisiste volver a verme… confieso que me había quedado con la sensación de que jamás te vería otra vez.- buscó su mano pero no la tomó, sólo la rozó como un cariño que rozaba lo maternal, dulce, cálido.

Continuaba acariciando su mano. Pequeños movimientos apenas rozando su piel, movimientos circulares que parecían más buscar un efecto tranquilizador en ella que ser alguna muestra de afecto. Aquel sector se sentía cada vez más cálido, consciente del traspaso de calor de una piel a otra. Seguía absorta un poco en su música y en sus pensamientos, y lo hacía en parte también para evitar darse cuenta de que pese a s notoria molestia él continuaba hablando del tema, como si sus duras palabras no hubiesen sido suficiente para hacer el alto que ella buscaba, casi como una orden, aunque él parecía inmune a su mandato.

Detuvo las caricias. Tomó su mano firmemente y apretó un poco, sólo para hacerle notar que estaba bien, que todo estaba bien y dar el tema por zanjado. – Lo sé, no eres el primer vampiro que conozco, se como son y la cantidad de cosas que pueden hacer… - sonrió recordando, casi sonrojándose, - aún así puedo asegurar que no suelen usar mucho sus poderes para intentar seducirme, sería ilógico, claro, de todas formas tienen que pagar. – Se encogió de hombros y relajó un poco los dedos, aún sin tomar su mano, porque parecía como si ese leve contacto cercano la ayudara a hablar, como un ancla que la mantuviera estable.

Volvió a acariciarlo. Pero ahora sólo con el pulgar al ritmo de sus palabras. – No, no sientas nada, no me has ofendido, si yo no estuviera tan segura de lo que hago quizás sería así, pero pienso en algunas de las chicas a las que tus palabras podría destruir… - sonrió, porque su espíritu de defensa quería salir otra vez, - tenemos el mismo mal Soren… no controlamos lo que decimos, nuestras palabras pueden llegar a traicionarnos si no somos capaces de controlarlas, pero para mi lo prefiero así… prefiero hablar antes de callar… de otra forma quizás no nos habríamos ni conocido.-

Otra caricia, distinta. Un beso en la mejilla, en esa fría mejilla junto a ella. Un impulso que ahora la hacía retroceder y continuar mirando al frente para no mirarlo a los ojos, sin querer afrontar que sucedía, -¿Miedo de qué? Perdona la pregunta, pero me causa curiosidad… eres libre de no responder si deseas. – Volvía a retroceder, pero esta vez con sus palabras, Soren había demostrado tener algo de carácter también, ser capaz de alzar la voz si así era necesario. Al parecer no sólo era ella la que estaba llena de variantes, él, que a simple vista lucía como una cosa, estaba lleno de capas que descubrir y ella planeaba hacerlo, aunque tomándose su tiempo.

Uno de los libros que habían pasado por sus manos en los últimos días vino a su mente, era una novela sin mucho argumento, bastante ligera y escrita en inglés, hablaba de una mujer sumisa que debía escribir bajo otro nombre para publicar sus historias. ¿Debía ella ser así también? Quizás eso era lo correcto y era ella quien estaba equivocada, quizás tenía que callar más y hablar menos, escuchar para aprender, guardarse las palabras aunque le costara.

-Muchas veces expresar nuestra opinión contraria a alguien no es para intentar hacerlo cambiar de opinión… puede ayudar a que conozca que existen otras realidades diferentes a la que él o ella plantea – sonríe y mantiene la mano de Soren tomada en la de ella mientras continúa acariciándolo – tal como lo hacemos nosotros, usted me ha mostrado ideas que pese a que conocía, no había conocido de cerca… hemos aprendido… gracias. – sonrió más abiertamente y también más dulce, definitivamente más ella.

Él parecía robarle sus palabras, ¿debía revelarle su más íntimo miedo? Hacerlo la dejaría vulnerable, expuesta, aún más que cuando estuvo desnuda, - Control… perder el control… ¿has leído mi mente Soren? – Bromeaba, ya no quedaba nada de molestia en ella – reconozco que es el motivo principal del gusto por mi trabajo, me encanta tener el control de la situación, saber que está en mis manos lo que alguien pueda sentir…- se sonrojó, porque jamás nadie había escuchado esto, porque jamás a nadie se lo había dicho.

-Aquella sensación de vulnerabilidad podrías transformarla en relajo, pensar que estás expuesto, pero de una buena forma, sin ataduras, como si estuviéramos en un sueño… - de repente una duda vino a su mente, una que siempre había tenido y que nunca había encontrado a quien preguntarle – Soren… ¿los vampiros duermen? ¿Sueñan como los humanos? – se giró para mirarlo directo a los ojos, con los labios entreabiertos y casi aguantando la respiración en la espera de aquella respuesta.

Sus orejas volvían a tomar el color rojo de antes, la vergüenza parecía cubrirla otra vez. Volvía a sentirse como si lo engañara, pero ¿no era lo que hacía cada noche? ¿Por qué con él era diferente? Bajó la mirada, ella era insegura, incluso quizás más que él. Tenía que sentirse deseada para poder mantener su autoestima alto, recurrir a las miradas de los clientes del burdel para que no decayera su ego. Era la falsedad hecha mujer y en este minuto se sentía casi como una basura, peor que el fango del pantano, asquerosa.

-Sólo tu puedes cambiar eso…- giró también la cabeza por lo que ambos no pudieron notar cuando el otro se sonrojaba. Unos segundos en silencio y escuchó su respuesta, ahora lo que mostraba su rostro era sorpresa – ¿En serio es así? Que extraño… ¿Es como que estás pero no estás dormido? – Lo miró buscando sus ojos bastante curiosa y con la cabeza un poco de lado, -¿Pero puedes soñar? – se giró y luego cruzó de piernas sentándose cerca de él y mirándolo como si fuera un bicho raro, que cantidad de cosas habían pasado en apenas unos minutos en el pantano.

-Lo siento que pregunte todo eso, pero de verdad me parece… maravilloso – bajo la voz en aquella última palabra, no quería reconocer que le interesaban los de su especie, que desde que los conoció le pareció fascinante todo en cuanto a ellos se refería. – Siempre he querido saber como funcionan sus cuerpos… quiero decir… algo se de los humanos por lo que he podido encontrar en algunos libros… pero jamás he visto uno que mencione vampiros o algunos de los otros seres. – Prefirió callar, ¿sabría Soren sobre la existencia de los otros?

Estiró la mano y subió un poco los lentes de Soren que parecían querer caer por su nariz, -¿No se supone que los vampiros tienen mejor visión que nosotros? – parecía una niña pequeña queriendo saber todo, llena de preguntas y con los ojos bien abiertos mirándolo, incluso su cuerpo un poco encogido la hacía ver menor, - Eso era lo que sabía yo, pero si los humanos son todos tan diferentes quizás con ustedes pasa lo mismo ¿no? Somos tan distintos como todas las cosas en la naturaleza – entrecerró los ojos sonriente y retiró la mano para no tocarlo más, apenas ese roce le había hecho recordar lo que él le había hecho sentir días atrás en su cama, sacaría ese pensamiento de su cabeza de inmediato.

A medida que iba escuchando, más preguntan venían a su cabeza, no sabía si hacerlas, guardárselas o quizás no hablar más del tema. Quizás lo comenzaría aburrir con cosas que para él no deberían ser tan interesantes como lo eran para ella. -¿Entonces tienes la sangre del vampiro que te transforma? – dijo bastante sorprendida, eso era algo que jamás se habría pasado siquiera por su cabeza - ¿Sus poderes entonces dependen de la cantidad de años que tengan? O sea si te enfrentas a alguien más viejo que tu, es más fuerte ¿verdad? – Se acercó más a él y lo miraba con aún más atención si es que eso fuese posible.

-¿Te imaginas si te convierten justo cuando tienes un mal peinado? – Comenzó a reír a carcajadas imaginándose la escena – Menos mal a ti te mataron cuando eras joven y guapo… - le guiñó un ojo y siguió riéndose aunque se había puesto colorada hasta las orejas, casi salían lágrimas de sus ojos, hace mucho no estaba tan relajada. – Ya me imagino cuantos se deben estar arrepintiendo de lo que hicieron en el día en que los transformaron, seguro algunos ahora tienen peinados anticuados o ¡quizás algo peor! – respiró profundamente para intentar calmarse.

Sonrió hablar de su mentor, sonaba como si él fuera una figura paternal para él algo que ella no conocía. –Hablas de él como si fuera alguien importante para ti, casi como un padre… - desvió la mirada un poco – eso es algo que no conozco ni conoceré, pero bueno, mejor así ¿no? – se encogió de hombros y se estiró para abrazarlo en un impulso nervioso. Lo hacía quizás para cambiar el tema o para no seguir hablando de si misma, estuvo apenas un par de segundos en eso y se alejó más nerviosa que antes, evitaría referirse a eso, tal como habían hecho antes con el beso.

-Si los impulsos nerviosos siguen, entonces ¿te duele si hago esto? – acercó la cabeza a él y le dio un pequeño y suave mordisco en la mejilla, juguetona, haciendo esa maniobra distractiva esperando que funcionara, luego se retiró riendo, intentando volver a estar tan relajada como antes, pese a que la frase de ‘ciertos impulsos carnales’ seguía en su cabeza, plantada como una semilla que crecería y crecería hasta que pudiera sacarse la duda o en este caso, sacarse las ganas de algo más.

Le sorprendía oír hablar así, aunque en general las relaciones familiares eran algo que le parecían un poco extrañas, ella con suerte había conocido lo que era vivir unos años con su madre y el resto de su vida más grande sólo había estado Juliette a su lado Era la persona más cercana y la única en quien confiaba, sólo a ella le diría cosas que mantenía en su mente o en su corazón, sólo ella sabía realmente quien era, nadie jamás, por mucho que se hubiesen interesado había logrado entrar en ella, y no de forma física, si no que conocer a una Claire que parecía una caja de Pandora, siempre con algo distinto, siempre impredecible.

Casi sin darse cuenta, repentinamente tenía a Soren sobre ella, podía sentir la comida en su espalda y cada relieve del tronco del árbol, lo miró a los ojos visiblemente nerviosa, pero fue aquel pequeño susurro el que logró que un escalofrío la recorriera por completo. El aire salido de entre sus labios estaba frío, quizás no tanto, pero ella lo sintió como si fuera una brisa de invierno, claro que la confusión ahora mandaba, ¿Estaba segura que lo que sentía era por el viento helado o por la cercanía que tenían?

Se sentía dominada, vulnerable, cada vez más temblorosa, dejó escapar un gemidito ahogado y sólo fue capaz de asentir a su pregunta. Todo ella indicaba que sentía algo, obviamente, aunque ahora la pregunta era qué, ¿Qué sentía? Definitivamente era distinto a lo que habían vivido antes juntos, ahora ella no tenía esa actitud dominante, ni una estrategia planeada en su cabeza, tampoco estaba en su ambiente ni, pretendía ser una supuesta profesora intentando enseñar algo, tirando la red para atraparlo.

Mantenía su mirada fija en él, quería intentar analizar que pasaba por su cabeza, que sucedía en todo esto, por qué ambos tenían esas actitudes repentinas y luego hacían como si nada pasara, ¿por qué? Dudas, más dudas, sin respuestas aparentes, sin poder ser capaz de comprenderse ni siquiera a si misma, menos a él que apenas lo conocía. Apenas, se habían visto dos veces y en la primera ella se había desnudado y él la había hecho casi conocer el cielo. Quería morir, si prefería morir, si era eso lo que la esperaba del otro lado.

Otra vez, de nuevo ese tira y afloja, el jueguito que estaba comenzando a impacientarla, porque era precisamente esa una de sus características más notorias y por su puesto la que menos le gustaba de si misma. Quería saber todo, tener todo, alcanzar todo, ahora, el después, el mañana parecían molestarle. Pero eso no era más que desconfianza, de creer que la engañarían y que el mañana nunca llegaría, que se quedaría estancada en el hoy para siempre, sin tener siquiera el derecho a un reclamo posterior.

-Inclusive más.- repitió como una autómata, mirando como se alejaba y dejando en el aire la pregunta de por qué había hecho eso. Parece que entre ellos ese tipo de cosas estaban implícitas, ambos volvían a sonreír, ambos parecían engañarse. Se sentó volviendo a su posición original y prefirió no pensar en lo manchado que estaría su vestido, seguro algo del sándwich estaría ahora en su espalda… al menos no era té y no tendría que volver empapada al burdel.

Asintió y se puso de pie, sintió algo que caía de la parte posterior de su falda, se giró y era un pedazo le lechuga, no pudo evitar poner mala cara y estirar el labio de un modo algo infantil, -¿Puedes ver si queda más comida en mi espalda por favor? – Dijo cruzándose de brazos y girándose para que él le ayudara con lo que le había pedido. Golpeaba con el pie algo molesta, pero pese a querer hacer como que no sabía por qué era tenía muy claro el motivo. No soportaba quedarse con dudas y en este minuto era eso lo que había pasado.

Ella no sentía que fuese tarde, la noche recién comenzaba, quizás volvería y cantaría un par de canciones antes de refugiarse en su habitación, - Gracias… pero me acompañarás al burdel… es ahí donde vivo, ¿sabías verdad? – dijo aún dándole la espalda, suspirando a ratos y mirando el ambiente que los había rodeado durante esa velada… ¡Un pantano! Eso sólo podría haber sido idea de alguien como él, parecía ser diferente a cualquier persona, o vampiro en este caso, que hubiese conocido antes. Muy diferente…

Sus hombros estaban un poco hacia delante, con una clara posición indiferente, sólo esperando a que él terminara y poder ir a cambiarse de ropa, una serie de eventos se iban sucediendo en su cabeza, pensando en que haría a continuación apenas llegara al burdel, pero sentir repentinamente una especie de abrazo, fue lo que la hizo volver a la realidad. Sentir su barbilla sobre la cabeza la hizo cerrar los ojos y suspirar, casi inconscientemente, escuchó sus palabras y una leve risita salió de ella.

-No lamentes nada… - dijo girándose y mirándolo de frente, sonriendo, - De verdad no tienes que hacer nada de eso, en serio, yo lo mandaré a lavar después y verás que quedará como nuevo… - intentó convencerlo, lograr que no siguiera disculpándose, se sentía un poco incómoda, ¿de verdad no tendría dinero para comprar un vestido? Era cierto que ella usaba sólo telas importadas y mandaba a hacer a medida cada una de las cosas que usaba, pero no es como que fueran muy caras ¿o sí? A quien engañaba, muchos de sus vestidos podían alimentar a una familia completa.

Se puso de puntillas y le dio un beso en la nariz, luego sonrió y le levantó las gafas que parecían nuevamente querer caerse. Ni siquiera se refirió a la opción de sacarse el vestido, extraño, eso era algo que en otro minuto habría hecho automáticamente. En vez de aquello, comenzó a doblar el mantel cuando lo vio ensuciarse, - ¡Soren no! – dijo casi gritando pero parecía demasiado tarde, ahora sólo podía reír y darle un abrazo, mientras lo hacía se movió un poco hacia arriba y abajo.

-¡Ahora está mejor! En mi espalda nadie vería las manchas, así se notarán de inmediato, - dijo cuando se separaba de él, mirando como ahora ambos estaban sucios, con comida y salsas, sonreía y reía a ratos, se paró junto a él y lo tomó del brazo, - ¿Vamos? – preguntó con los ojos entrecerrados y mirándolo casi dulce, casi. Aún estaban las cosas sobre el tronco, aún había restos de verduras por todos lados, el mantel a medio doblar, pero ella quería irse, quería exhibirse sucia frente a todos.