Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso

Ya todas las cartas habían sido enviadas, el vino y el buen Champan comenzaban a ser servidos conjunto a los pequeños platillos de dulces, carnes y pescados que esa noche se degustarian así como un gran pastel.Su hermana era un ángel Agnés sin duda no era merecedora de ella, La bella y hermosa Isobel se había tomado tantas molestias en organizar aquel baile, aun reía viendo como su hermana hacia morritos  al espejo tratando de arreglarle el pelo- Ya ya- rio nuevamente- Soy Diana no tengo que verme tan femenina y Estilizada - Por el Contrario Agmés debes hacerlo- ambas hermanas rieron mientras terminaban de prepararse, los gentiles dueños del teatro de la opera habían sido bastante considerados en permitir que ambas damas se vistieran en uno de los cuartos de la vocalista principal de la opera una Primadonna.

Agnés aun recordaba huyendo el día siguiente a la casa de su hermana y el esposo de esta a la afueras de Anjuo su ciudad natal, como la morena había rogado a regañadientes y el grito de felicidad que lanzo la Rubia diciendo que estaría encantada y que nos escartirmaria en gastos al air aquello la mayor le había respondido que se lo tomara con calma, que sus invitados eran un poco diferentes a la corte que ellas estaban acostumbradas pero su dulce hermana insistió “ Agnés diferentes o no  son de la nobleza y si es presentación mas compromiso debe ser algo sublime”, al recordar aquella palabras Agnés negó- ¿ Estas lista? -pregunto tomando el manguito de su mascara- Un momento, Catalina de Medecci no se revolcara esta noche en su tumba por no haber hecho un disfraz a corde a ella- volviendo a reír Agnés se miro una vez mas en el espejo observando su atuendo para aquella velada sobrio pero atractivo podría calificarse.

Al descender por las escaleras de mármol sus ojos marrones no dejaban de observar el magnifico trabajo que su hermana había realizado, los músicos de la opera estaban dando sus ultimas afinaciones, los mesoneros todos con perfectas mascaras y pulcras vestimentas, las luces le daban un aspecto irreal a todo aquello y con un asentimiento los encargados de recibir a los nobles y aristócratas y personas de la clase alta de Paris abrieron las puertas del teatro de la Opera parisina, Tanto ella como su Hermana habían estado de acuerdo que aquel teatro era un buen lugar dado a que sus invitados de honro eran italianos y la opera tenia como alma mater a Italia. Coloco el antifaz sobre sus ojos y sonrío al ver a distinguidas personas algunos que conocía y eran amigos suyos otros que no tanto que poco a poco iban entrando en aquel recinto.

Aquel día lo había pasado mucho mejor, aun mis heridas no habían cerrado en su totalidad, pero sin duda empezaban a cicatrizar y tenia la firme esperanza de pronto poder volver a la batalla.
Sonae me pedía calma, reposo, podía notar su preocupación tal y como avanzaba aquella mancha negra que quemaba mis entrañas y que en ocasiones me producía fuertes fiebres. Mas yo nunca fui bueno con la paciencia así que en cuanto el dolor me daba tregua salia a los bosques para entrenar con mis dos espadas gemelas, tenia que recobrar cuanto antes la forma. Por no hablar de que era mas  consciente que nunca, de que la mujer que daño mi hombro volvería a buscarme.
Hacia unas noches que las visiones me asolaban en sueños, donde ella era la eterna protagonista, sabia que venia a por mi casi tan rápida como la propia marca se extendía por mi cuerpo.
Supongo que eso fue lo que me motivo a asistir a aquella fiesta, donde al parecer un conde Italiano hacia su presentación frente a la sociedad Parisina y pensaba allí anunciar su compromiso con una de las nobles de esta ciudad.
No conocía a ninguno, pero se me antojaba que para encontrar respuestas sobre posibles remedios para aquella herida que me arrancaba la vida poco a poco necesitaría información y donde mejor que encontrarla que entre las gentes que conocían París como la palma de su mano.
Necesitaba alguien que supiera de hechicería pues sin duda un medico no podía arreglar aquella marca mágica que me abocaba hacia el trágico final de mis días.

Tras bañarme en las frías aguas del lago cambie mis vendajes y me dispuse a colocarme el traje que días antes había encontrado en una tienda abarrotada de gente, posiblemente buscando aderezos para la misma celebración.
No solía acudir a este tipo de eventos, supongo que lo mio era la caza, la batalla pura y dura, para eso había nacido, para eso había sido educado. Mas también era cierto que no era al primer baile al que asistía pues mis padres siempre se esforzaron por darme la formación necesaria para entrar en sociedad.
Algún día seria mi responsabilidad como primogénito e hijo único sustituir a mis padres en dicha labor, claro, eso si lograba sobrevivir al mal que me acechaba.
No gozaba del don de palabra de mi bella madre que siempre era el centro de atención en toda celebración ,mas bien había heredado la rudeza de mi padre y quizás también la ironía de la que mi madre gozaba en muchos casos.

Deje escapar el aire mirándome en el espejo para colocar la mascara sobre mis ojos quedando así cubierto mi rostro.
Sin duda pasaría desapercibido entre la sociedad sin ningún problema y eso esperaba me ayudara a lograr encontrar alguien con el don de la magia. Sabia que la gente no solía confesar sus poderes, pues la inquisición estaba por todas partes, pero el tiempo para mi apremiaba, necesitaba encontrar respuestas y en aquella cabaña rodeada de bosques no hallaría ninguna.

Tome la montura blanca que me esperaba pertrechada en la puerta y cabalgue sin descanso hacia el lugar donde se celebraba la fiesta. El teatro de París, al parecer ese había sido el lugar elegido pues querían agradar a esos Italianos para los que se celebraba la fiesta.
Las calles estaban engalardonadas de banderas, decoradas de hermosas flores que coloreaban todo a su paso inundandolo de un olor silvestre inmejorable.
La iluminación aquella noche brillaba incluso con mas fuerza que las anteriores, no se podía decir que hubieran escatimado en gastos.
Desmonte en la puerta del teatro y pronto un mozo joven se hizo cargo de mi cansada montura dispuesto a llevarla a los establos para que bebiera y se alimentara hasta mi salida.
Agradecí su gesto y tras depositar unas monedas en su mano, mas que suficientes para pagar todos los servicios ofrecidos y que sobrase lo suficiente para el mozo me encamine hacia la puerta del teatro invitación en mano.

Spoiler:

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Lancé un suspiro al aire mirando por la ventana tumbada todavía sobre la cama, comenzaba a hacerse de noche y sabía que tenía que prepararme, arreglarme y salir de casa para asistir a aquella fiesta que se celebraba en el teatro. No había querido ir realmente pero la Madame había insistido en que tenía que ir, iba a ir ella pero al final no iba a poder y me había dado a mí su invitación, ya que como era un baile de máscaras nadie podría notar la diferencia de que iba yo en lugar de ella. En verdad… no me apetecía, aunque sabía por qué lo había hecho ella realmente.

Llevaba unos días bastante mal y alicaída, tanto, que ella me había metido una excusa para darme la invitación y que fuera en su lugar, cuando sabía lo mucho que le encantaba ese tipo de bailes a ella. Y no había podido negarme por mucho que hubiera querido, y tenía razón, necesitaba despejarme un poco. Últimamente los acontecimientos de mí vida no eran para nada buenos ni felices… todo había sido un golpe tras otro sin dejar espacio para recuperarme de uno antes de sentir el otro. Y aún no me había recuperado de ninguno de los dos, aún sentía cómo dolía cada vez que lo recordaba… y por eso, precisamente, necesitaba ir a aquel baile.

Sin muchas ganas todavía pero sabiendo que era mejor opción que quedarme tumbada en la cama, recordando, me levanté y me dirigí hacia el aseo para darme una ducha. Aún tenía tiempo para poder cambiarme y arreglarme tranquilamente, luego cogería un carruaje hasta el teatro y… bueno, esperaba que al menos fuera una noche amena y divertida. Diferente sin duda alguna. Me bañé sin prisa alguna y al salir me puse una bata secando antes mí cuerpo y me encaminé donde tenía guardado aquel traje, solo me lo había puesto un par de veces, así que lo llevaría esa noche.

Me puse una crema que olía muy bien y que siempre me gustaba ponerme después del baño y decidí primero arreglarme el pelo y maquillarme. No hice nada complicado, un semi recogido dejando parte de mí pelo que cayera libre y suelto en ondas, pero dejando la cara algo más despejada para poder llevar bien la máscara. No me maquillé mucho, solamente lo necesario realzando mis ojos y pintando mis labios de color rojo. Ya estaba lista, solo quedaba ponerme el vestido, coger la máscara e ir hacia el teatro.

No tardé mucho en estar preparada del todo, cogí la invitación antes de salir, me puse la máscara que llevaba y me miré en el espejo. El color del vestido resaltaba mucho más con el moreno de mí piel, se ceñía a mí cuerpo como si estuviera hecho para mí y realzaba mis caderas y mí pecho, miré la máscara y sonreí de lado, pegaba perfectamente con el vestido y realzaban mis ojos con la pintura negra haciéndolos más grandes. Un mechón del recogido quedó suelto por mí rostro, como una onda, y lo dejé ahí mientras miraba que los labios estuvieran bien pintados. Me puse un poco de perfume y salí de allí pensando que sería una noche completamente diferente, y que me ayudaría a no pensar.

Paré un carruaje y me monté diciéndole a dónde iba mientras miraba por la ventana las luces de las farolas alumbrando la calle y las personas que iban por ella paseando, suspiré y me acomodé en lo poco que duró el viaje. El hombre me dejó justo en la puerta y al bajar le pagué por el servicio, me arreglé el vestido y comencé a andar hacia la puerta con la invitación en mano, se la enseñé a un joven que había en la puerta y este la miró unos momentos, para luego mirarme a mí con una sonrisa y dejarme pasar dentro.

Ya había algo de gente en aquella sala enorme y miré cómo estaba todo decorado, el juego de luces le confería un aspecto totalmente diferente al que solía mostrar el teatro en su normalidad, los camareros iban también con trajes y con máscaras dándole a todo un aspecto más… privado, y me pregunté si me encontraría con alguien que conociera. Uno de los camareros que iban con la bandeja se acercó donde estaba, con unas copas de lo que parecía champán, y cogí una ofreciéndole una sonrisa mientras la música sonaba de fondo.


VESTIDO
MÁSCARA

Aquel baile era un compromiso que mi hermano había adquirido con uno de sus conocidos. Yo había accedido a acompañarle pues él no había cesado en sus intentos de persuadirme para acompañarme pues, según él, el baile estaría lleno de hombres decentes, buenos partidos de buenas familias pero que, al contrario de muchos de los hombres de la alta sociedad, no eran unos completos cretinos.

A regañadientes y más por darle el gusto a mi hermano que por estas falsas promesas, decidí acompañarle. Al fin y al cabo, en París no siempre se tenía la oportunidad de asistir a un baile de máscaras. Lo más excitante del evento era sin duda que todo el mundo desconocería quién era cada uno, confiriendo así una gran libertad a todos los asistentes, sin duda los franceses eramos libertinos y abiertos de mente, pero en aquello, los italianos nos llevaban ventaja.

Un baile de máscaras sin duda requería una elección detallada y cuidada del vestuario, podría ser recatada como siempre y llevar un vestido que realzara mi figura sin sobrepasarme, o podría elegir un vestido más llamativo y provocativo pues, al fin y al cabo, aquella noche sólo mi hermano sabría quién se escondería debajo de la máscara negra que cubriría mi rostro.

Encargué a mis doncellas que rizaran mis cabellos, pusieran pequeñas flores negras por él y lo recogieran dejando algún que otro mechón que cayera por mi rostro. Observé el resultado y coloqué la máscara sobre mi rostro ya maquillado. -Perfecto...- musité al ver mi reflejo en el espejo. Cogí un pintalabios y pinté mis labios del mismo color que el vestido. Me había decantado por la opci´´on más atrevida, porque al fin y al cabo, para una noche de libertad que poseía no pensaba derrocharla.

Observé el resultado final del peinado, la máscara y el vestido y tras darme mi propio visto bueno descendí por las escaleras hasta llegar al hall de la mansión. Mi hermano no pudo reprimir un "oh" de sorpresa al verme descender de aquella guisa. Sonreí cogiendo mis guantes y mi abanico al pasar por su lado y caminé hacia la puerta -No te quedes embobado Francis, es sólo un vestido y seguro que habrá mujeres con ropa más atrevida que la que yo llevo-

La carroza nos aguardaba y casi no tuve tiempo para contemplar aquel espectáculo que eran las calles de París por las noches pues, sin apenas darme cuenta, habíamos llegado ya a nuestro destino. El teatro, con gente ya en su escalinata y decorado como uno de los más importantes acontecimientos de la temporada nos esperaba. Descendí del carruaje con ayuda de la mano de mi hermano y lentamente nos dirigimos a la entrada.

Una vez dentro miré maravillada a la gente cubierta con máscaras y con vestidos de toda clase, sin duda alguna, adoraba este tipo de fiestas. Entregué mi invitación al mayordomo con una sonrisa en los labios. -Cèline Dampierre y Francis Dampierre monsieur-

Desde que  encontré a mi prometida en aquella mansión en ruinas había pasado ya una semana, tras la trifulca con aquella manada de licantropos que nos seguian habían curado sus heridas con demasiada lentitud y apenas hacia unos días que había empezado a pasear por los jardines de la señora Agnes que con suma amabilidad seguía alojandonos en su casa.
He de reconocer que durante ese tiempo apenas habíamos mantenido mas que conversaciones triviales pues en su estado no deseaba alterarla mas de lo debido.
Supuse que después de anunciar nuestro compromiso, algo que al parecer a mi prometida no terminaba de convencerla, seria el momento de poner las cartas sobre la mesa y acordar los tratados de esta nuestra extraña relación.
Demasiados puntos por acordar, sobre todo lo referente a la conversión de esas dos pequeñas niñas que la acompañaban a todos lados como si fueran su sombra.
Sonreí de medio lado al pensar en ellas, durante aquella semana, había pasado bastante tiempo con ellas con el fin de que dejaran descansar a su “madre” y para que cegarlo, lo habíamos pasado bien en las incursiones que habíamos hecho al lago. Incluso cuando la pequeña salto con migo desde el acantilado que desembocaba en las frías aguas del mar, algo que le hice jurar que no contrariar a Jade, no quería tener mayores problemas con ella.
Quizás con la mayor mi relación era un poco mas distante, supongo que su edad y lo vivido hacia que no se abriera del mismo modo que la pequeña que estaba ansiosa por ser querida de uno u otro modo.

Acomode el traje a mi cuerpo recolocando con mis manos las solapas frente al espejo, mas mi mente seguía en otra parte, varias habitaciones mas allá, donde aun descansaba Jade con las niñas.
Su relación con mi beta me preocupaba, ninguna de las dos había tratado de intimar con la otra y entre ambas se mascaba una tensión mas que palpable.
Mientras jade se limitaba a pasear conmigo por los jardines o con la señora de Charny con la que por el contrario parecía hacer buenas migas. Arely se paseaba cual fantasma por la villa, de poco servían mis intentos de hacerla reír, incluso el tiempo que sacaba para ella parecía quedar en nada, su tristeza era infinita y con la suya llegaba mi desesperación mas absoluta.
No quería ni imaginar que pasaría si alguna vez Jade descubría que entre Arely y yo había algo mas que esa hermandad que en principio nos unía.
Ademas una parte de mi intuía que en aquella fiesta, para la que mi beta no estaba preparada, pues las odiaba y mas aun si en ella se haría oficial mi compromiso, algo saldría mal, y odiaba quedar en evidencia frente a la sociedad.

Deje escapar el aire pensativo, tratando de poner las ideas en su sitio cuando la puerta se abrió y una dama del servicio entro con una misiva con olor a lilas y grosellas.
No pude evitar sonreí al percibir aquel olor tan deseado y conocido a la vez y tras indicarle a la doncella que podía irse la abri para leerla con iteres.
Al parecer la dama quería que me fuera solo, que no la esperara, pues aun tardaría demasiado y no deseaba hacer esperar a los asistentes sin ninguna de nuestras presencias. Intuí que parte de eso era una escusa y que en el fondo prefería ir con el cochero y con las niñas sola. Si que cerré la nota ligeramente molesto y la lance sobre el tocador.
Primer golpe de la noche, a saber cuantos mas vendrían después.

Desde hacia unos días que también rondaba en mi cabeza la idea de comprar una mansión en París, aunque mi deseo era volver a Italia cuanto antes, no podía hacerlo con una prometida rebelde que me desafiaba cada dos por tres. Si antes no acordábamos todos los puntos de nuestra unión, no podría presentarla como alfa, a fin de cuentas, si dejaba que me retara en publico tendría que someterla, no podía dejar que mi manada notara la mínima debilidad en mi, ni siquiera frente a aquella mujer con olor a lilas y a grosellas que me hacia enloquecer, para bien y para mal a partes iguales.
Ademas, tener casa en París nos ayudaría a tener pequeñas escapadas de Italia para nosotros solos, y que así ella tampoco perdiera sus orígenes.
Supuse que aquel seria el mejor regalo de pedida que poda la dama desear, bueno, ese y el anillo que guardaba en el bolsillo interior de mi traje y que aun no me había atrevido a colocar sobre su dedo.

Ahora si, había llegado la hora de la verdad, lleve la mascara a mi rostro y la coloque acoplándola a la perfección.
No tarde en bajar a los jardines y tras atravesar el desierto patio de armas llegue a las caballerizas donde una montura pertrechada para la ocasión me esperaba.
Sin mas dilación y montando sobre ella de un salto puse rumbo al teatro donde la señora Agnes lo había dejado preparado todo.

Una vez en su interior tome una copa de Champagne mitras saludaba a los distintos invitados que se me presentaban mas que encantados por mi presencia y como no, preguntaban por la misteriosa prometida que no pendía de mi brazo.
Hablamos de negocios durante un buen rato, mientras la música y el buen ambiente reinaba en aquel teatro que había sido mimado y cuidado hasta el ultimo detalle.

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No negare que desde que descubrí la existencia de mi hermano una extraña mezcla de sentimientos se apodero de mi. Entre lo correcto y lo incorrecto cruzaba una delgada linea roja que temía traspasar.
Fui educado como alfa, cumplí con todos y cada uno de los requisitos que se me antepusieron en el camino, los supere con creces, estaba preparado para aquel día.
Mas las cosas no siempre son como uno tiene planeadas, en el lecho de muerte de mi amado y respetado padre me entere del secreto mejor guardado de este.
La existencia de un hermano mayor, cuya madre se había llevado a Italia aun en su vientre.
Las dudas me asolaron sobre mi derecho a adquirir la manada y guardar silencio, o por el contrario buscar a mi hermano y ofrecerle el lugar que sin duda le corresponde por derecho.
Atravesábamos tiempos difíciles, los Nosferatu avanzaban haciendo cada vez mas incursiones al valle y para que mentir nos asolaban.
Mi manada se tambaleaba y pese a la bravura de mis guerreros, pensé que si aquel hermano desconocido tenia la mitad de la fuerza que mi padre, podría ayudarme en esta guerra que no daba por perdida, pero que menguaba a los nuestros.
Lo necesitaba, mi hermana lo necesitaba y nuestra manada lo necesitaba, tomada la decisión, deje mi orgullo a un lado y emprendí el viaje hacia ninguna parte.
Apenas sabia el nombre de su madre, mujer que arruino la vida de mi padre, y la zona de Italia donde pensaba que se alojaba aquella dama, que para mi no lo era.
El viaje me llevo a Italia, tarde en dar con su rastro, mas cuando lo hice, descubrí que este había viajado a París con algunos de sus hombres, así que nuevamente puse rumbo a tierra de nadie, esperando esta vez tener la suerte de mi parte y dar con ese desconocido que compartía mi sangre.

Las casualidades de la vida y cuando todo ya lo creía perdido pues parecía perseguir a un fantasma, una conversación de taberna me llevo a dar con el que llamaban “el Conde Italiano”, por el cual y al parecer en honor a su reciente compromiso daban una fiesta en el teatro de la ciudad.
No pude evitar sonreír de medio lado ante la suerte que ahora si, me guiaba los pasos y tras comprar lo primero que encontré en una de esas afamadas tiendas de París espere impaciente que llegara la noche y la hora señalada. No gozaba de invitación mas tampoco la necesitaba, entraría de un modo u otro, a fin de cuentas, yo era un lobo.

Me aloje en un hostal, donde cuidando el mínimo detalle, y con cierto nerviosismo coloque el traje aun sobre mi piel mojada por el baño, puesto el antifaz estaba mas que preparado para aquel acontecimiento que sin duda cambiaría nuestras vidas para siempre.
Un ultimo vistazo en el espejo dejando escapar el aire con pesadez para dirigirme a la puerta y atravesar su cincel.

Tome la montura baya que pertrechada me esperaba en las cuadras bien sustentada por el mozo del hostal que con sumo mimo la había cuidado y alimentado.
Como alma que llevaba el diablo o mejor dicho al lobo cruce las engalardonadas calles de París que hoy se vestían de fiesta para mi hermano, aquel hombre que temía y anhelaba conocer a partes iguales.
Desde que descubrir de su existencia había imaginado nuestro encuentro de mil formas distintas, mas todas ellas acababan fundidas en un fraternal abrazo, solo esperaba que la realidad, no distara de esa imaginación que yo deseaba con todas mis fuerzas.

Desmonte frente al teatro, dejando mi montura a uno de los mozos que tras pagarle unas monedas se lo llevo para darle agua fresca y ponerlo a cubierto.
Analice la situación, la entrada estaba bien vigilada, intuía que sin invitación por ahí seria muy difícil entrar, mas una balconada del piso superior llamo pronto mi atención, al parecer, estaba abierta para inundar de aire fresco la estancia.
Ya tenia mi invitación para aquella maravillosa fiesta.
Disimulando camine hacia una de las calles colindantes al teatro, la zona menos iluminada y transitada. Tome impulso agarrándome a uno de los salientes del edificio y tras ese impulso tome otro enganchandome al mástil de una de las banderas Italianas que en honor a mi hermano ondeaban aquella noche.
Tambaleé mi cuerpo hacia delante y atrás. Tomando nuevamente impulso y soltando así mis manos, me aferre a la cornisa del edificio, que ahora y haciendo equilibrismo por ella, me llevaría si no había calculado mal a ese maravillosos balcón, por el que salte sin problemas al interior de la fiesta.
Sacudí ligeramente le traje, y tras una sonrisa de medio lado a varios de los invitados tomé una copa de champagne que apure de un trago mientras paseaba meditabundo por la estancia en busca de aquel rastro familiar.

Spoiler:

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Todavía dudaba si asistir o no a aquel baile de máscaras en el que se anunciaría el compromiso de Damon Landvik, aquel lobo que me había salvado la vida en una ocasión y con el que estaría eternamente agradecida. Me sentía totalmente desubicada en esos momento, ya que apenas conocía a las personalidades de alta cuna de la ciudad parisina, y acudir allí sola se me hacía extraño; aunque pensé que sería una forma de presentarme ante nuevos clientes a los que podría quizás interesarles visitar el Herbolario que hacia poco tiempo había abierto a las afueras de la ciudad.

Seguí mirando el vestido que había adquirido para la ocasión, debatiéndome entre los pos y los contras de mi asistencia. Sonreí ante la idea de que sería una lástima no estrenar aquel vestido del que me había enamorado nada más verlo, aunque quizás fuese demasiado sencillo para la ocasión. Negué con la cabeza y me quité la toalla en la que todavía estaba enrollada para vestirme.

Tras colocarme el vestido y sonreír ante el espejo, decidí recogerme el pelo en un elaborado recogido, dejando algún mechón de mi rebelde cabellera suelto por la espalda. Me coloqué una cruz celta que había pertenecido a mi madre alrededor del cuello. La acaricié con nostalgia mientras me echaba un poco de perfume de  esencia canela; sin duda, mi olor favorito.

Preparada para la nueva aventura que tenía por delante aquella noche, cogí la máscara y salí de la cabaña donde me esperaba mi montura como siempre. Con cuidado de no mancharme el vestido, subí al noble corcel y me dirigí al Teatro de la ciudad, donde tendría lugar dicha presentación del compromiso.

Me sentí conmovida ante la belleza de aquel lugar, donde no había asistido antes. Los alrededores estaban engalanados con mil colores, y la entrada al teatro llena de curiosos que cuchicheaban ante la llegada de algunos invitados.
Desmonté de mi corcel, mientras miradas desconocidas observaban todos mis movimientos. Un amable mozo se acercó a mí para ocuparse de mi caballo, y tras darle unas monedas en agradecimiento me encaminé hacia las escaleras para acceder al interior.

Mi nombre estaba en la lista de invitados, y con nerviosismo e incertidumbre accedí a un universo nuevo para mí, donde el lujo y la elegancia me abrían el camino. Me quedé hipnotizada observando alrededor, pensando si darme la vuelta y salir corriendo o continuar andando; más un camarero me ofreció una copa de champagne y confirmé mi asistencia.

Sin querer llamar mucho la atención de todas aquellas personas que se encontraban reunidas en pequeños grupos conversando, me acerqué a una barra solitaria en uno de los extremos. Por el momento mejor observar a aquellas personas que estaban más acostumbradas que yo a ese tipo de bailes.
Vestido
Máscara

Una corriente de aire fresco inundo la estancia cuando la puerta se abrió y el dintel fue atravesado por mi hermosa prometida, que hoy resplandecía mas que ningún día.
Como no, acompañada de sus fieles escuderas, las tres vestidas de una forma impoluta acapararon la atención de los invitados, incluso un silencio entre ellos seguido de ligeros cuchicheos de las damas y de lascivas miradas de los hombres..algo que confieso me molesto de sobremanera me mosto la infinita suerte de poseer a aquella criatura celestial a la que mi madre con buen tino había elegido como mi prometida.
-Me disculpan -atajé a mis interlocutores dando unos pasos hacia ellas con una eterna sonrisa dibujada en mi cara.
La pequeña pronto me encontró entre los asistentes y separandose de la cálida mano de su madre corrió por el pasillo enmoquetado hacia mi con aquella jovial alegría que la caracterizaba.
Me acuclille dispuesto a recoger los abrazos de aquel ángel que se engancho de mi cuello justo a tiempo de que la lazara entre mis brazos ampliando mas si cabía aquella sonrisa que se dibujaba entre mis labios.
Fije mis ojos en los suyos que presumida se recolocaba el vestido para que la viera mas hermosa que a ninguna.
-Vaya, pero si pareces una princesa, creo que tenia que haber esperado un poco mas y haber pedido tu mano -bromeé depositando un beso en su mejilla que la hizo reír con picardia mientras sus pequeñas manos acariciaban mi barba.
-¿Cuando iremos al acantilado? -me preguntó al oído, manteniendo así nuestro eterno secreto.
Deje escapar una carcajada frente a la picaresca y viveza de la niña.
-Encontraremos el momento de despistar a tu madre -susurré frente a ella guiñándole un ojo, al tiempo que Jade alcanzaba mi posición con Renne de su mano.
-Buenas noches Jade -susurré acercando mis labios a su mejilla, mas depositando este casto beso en la comisura de sus labios -estáis preciosa, mas creo que las palabras sobran frente al revuelo que vuestra presencia a levantado.
Revolví después ligeramente el cabello de la mayor que tras una ensayada reverencia sujetando su vestido se lo recoloco con una mirada de medio lado.
-tu también estas preciosa -le dije guiñándole un ojo, sin bajar todavía a la pequeña que jugueteaba desde mis brazos con el bastón del que se había apoderado a modo de espada.

Baje a la pequeña al suelo al llamar a una de las doncellas que días atrás había contratado para el cuidado de las pequeñas mientras su madre tomaba fuerzas, y que la verdad no le habían dado mucho trabajo, pues la mayor parte del tiempo fui yo personalmente quien se encargo de entretenerlas.
-Tráeles galletas y zumos por favor -pedí a la doncella que pronto se perdió de nuevo entre los invitados dispuesta a complacerme y volver junto a las pequeñas pertrechada de todo lo pedido.

Extendí mi brazo hacia mi prometida dispuesto a que lo tomara como tantas veces había echo por los jardines de la mansión de la señora Charny, y así, juntos, empezamos a caminar entre los invitados con nuestras miradas ancladas la del uno en el otro.
-Confieso que me he disgustado cuando me ha llegado tu misiva, creo que adoráis contrariarme -confesé acercando mis labios a su oído.
-Mas aun así, os lo pasare por alto, hoy deseo que seáis feliz, que todo salga bien, soy consciente de que no veis este compromiso del mismo modo que yo, y también que os asolan las dudas, mas si me permitís demostraros cuan equivocada estáis me haríais el hombre mas feliz del mundo.

Tome sendas copas de Champagne y le tendí una a mi deliciosa futura esposa, esperando que las burbujas de la dorada botella nos dieran tregua aquella noche tan importante para ambos.
-Después tendrá que concederme un baile -sugerí con picardia, ansioso de tener su cuerpo entre mis manos.

Estaba dispuesto a cruzar el dintel de la puerta cuando vi a una dama de cabellos dorados en la puerta buscando su invitación preocupada.
Sonreí de medio lado consciente de que aquella dama que fingía ser de clase alta mas no se movía como tal pretendía colarse en la fiesta y posiblemente aquel numerito solo era la escusa para pillar a algún desgraciado que motivado por su belleza la adentrara en el teatro cogida de su brazo.
Sonreí de medio lado acercándome a ella, mas que dispuesto a jugar a su juego, a fin de cuentas la noche se me antojaba aburrida y ponerle un poco de diversión no me haría ningún daño.
-Mi señora ¿puedo ayudarla? Parece preocupada -dije acariciando con mis palabras aquel rostro que ahora desviaba su mirada del bolso para hundirse en mis ojos.

No tardo en expresarme realmente afligida, o mejor dicho actuando a la perfección, su olvido o perdida de la invitación, que como no, tenia que haber llegado a tan bella doncella de alta alcurnia. Ofrecido mi brazo caballeroso para ayudarla, sujete con mi otra mano la invitación decidido a adentrarme en aquel teatro, con la dama pendida de mi brazo y nuestras miradas hundidas en nuestros ojos.

Deposite la invitación en la mano del seguridad que tras comprobar mi nombre en la lista nos permitió el paso amablemente.
Aquel lugar estaba realmente decorado hasta el mas mínimo detalle, se notaba que era una fiesta de la realeza y París no había escatimado en gastos para quedar como la importante ciudad que era frente a Italia.
Supuse que los negocios que se cerrarían esa noche, de sobra valdrían la pena y paliarian tan gran derroche de dinero.

-Mi señora -susurré con una picara sonrisa una vez llegamos a la zona de baile -espero disfrute del baile de mascaras.
A fin de cuentas una despedida era lo mas correcto, ella solo me había utilizado para entrar y veía innecesario forzarla a seguir fingiendo que mi caballerosa ayuda y mi maravillosa compañía le resultaban imprescindibles aquella noche.
Mas yo, tenia otros asuntos que resolver, y aunque coquetear con ella hasta lograr aquella noche enredarme entre sus piernas se me antojaba muy tentador. Yo había entrado allí para obtener información sobre algún hechicero que pudiera saber mas sobre la marca que asolaba mi hombro expandiéndose sobre el.

Había pasado una semana desde que encontré a Damon y a su prometida, junto a dos niñas pequeñas, al borde del abismo. Una semana en la que cada día me culpaba por lo sucedido; tendría que haber estado con mi alfa luchando, y no pertrechada en una mazmorra durante aquella luna llena.
Además, se me juntaba que Damon pasaba la mayor parte de su tiempo con ellas, cosa de la que no podía culparlo, ya que al fin y al cabo ella sería su prometida, y yo no dejaría de ser su beta; si es que decidía después del enlace permanecer en la manada. El dolor me consumía por dentro; sabía que las cosas cambiarían entre nosotros, aunque él me lo negaba. Nuestra relación se iría rompiendo por momentos, quedando al final siendo un pequeño atisbo de lo que fue algún día.

Horas antes del baile de disfraces donde Damon anunciaría su compromiso, y  que sería el principio del fin del camino donde hasta ahora habíamos caminado juntos, me había vestido con un traje precioso, un poco atrevido, pero al fin y al cabo iría vestida, que era lo que Damon me había ordenado.  Con el pelo perfectamente recogido y con mechones sueltos sobre mi espalda, cogí mi montura y me marché de la casa de nuestra anfitriona, mucho antes que los demás invitados a la fiesta. Sabía que ver a Damon saliendo de la casa junto a su prometida sería duro para mí, y llegar antes al teatro me daría tiempo para pensar sobre mi futuro y mi salida de la manada.

Cuando llegué al mismo, todavía estaban con los preparativos, más el mozo que se encargó de mi corcel no puso impedimento en mi deseo de esperar dentro, en algún piso superior que no fuese a ser utilizado, y que me sirviese como espera. Subí a la primera planta, donde un sofá de terciopelo rojo junto a un balcón que daba a la entrada principal, se me antojó el lugar perfecto para esperar, mientras veía llegar a los invitados.
Pasaron un par de horas, hasta que los invitados comenzaron a llegar; y con ellos Damon, que llegaba solo. Aquello me extrañó, más ¿quién era yo para juzgar el protocolo en aquellos casos?

Me coloqué el vestido, y suspirando me conciencié a ser aquella dama que Damon esperaba de mí, y que tantas veces había defraudado.
Bajé las escaleras con cuidado, sujetándome del posa manos con delicadeza, mientras a cada paso sentía la mirada de algunos de los asistentes en mis movimientos.
Busqué a Damon con la mirada; ahora se encontraba con su prometida y las niñas. Con su nueva familia. Nuestros ojos se encontraron, más bajé la mirada para seguir descendiendo y desaparecer entre los demás invitados, para no molestarle aquel día con mi presencia.

Vestido

Máscara

La musica fluia al igual que el vino y el champang, las conversaciones se perdian en un murmullo con la musica de fondo, Agnés habia perdido de vista a su hermana en cuanto el marido de esta llego a la fiesta y ahora se encontraba hablando con un caballero que habia conocido en la inaguración del museo nacional de historia, todo aquello era completamente encantador aunque la noble dama fruncia el ceño de vez en cuando al ver aflugente de personas que no estaba segura de conocer ni de que tubieran invitacion alguna en aquella fiesta.

De vez en cuando le preguntaban por la joven pareja que se presentaria en sociedad a lo que Agnés respondia que ambos rebosaban en un loco amor el uno por el otro, nada mas lejos de la verdad la prometida de Damon habia resultado ser una cajilla de sorpresar y su temperamento y porte solian sacar de quisio al Licano pero no podia negarlo era divertido ver aquello, Jade era una mujer sin igual en muchos sentidos, las veces que habian compartido el te o momento en el jardin y la bibloteca habia demostrado ser inteligente y bastante indipendiente, era una mujer que no aceptaba ordenes y eso a Agnés le encantaba pues veia en ella una especie de colega.

Tomo un sorbo de su copa cuando observo al dueño de la velada de aquella noche entrar por la puerta sin su prometida, algo que llamo la atencion sin duda alguna de los nobles y la alta sociedad parisina, se disculpo con el gentil caballero y siguio caminando aquello sin duda era extraño pero la futura condesa no era una mujer comun.

Con el pasar del tiempo la joven prometida llego a la velada, en aquel momento la gente se quedo en silencio espectante observandola fijamente a ella y a las niñas, era una mal habito debia admitir e incluso un tabu en la nobleza parisina el tener hijos fuera del matrimonio y el no tenerlos una vez casada tambien, en el caso de jade se anteponia el primer tabu para Agnés el segundo dado que era viuda sin hijos. Varios pares de ojos observaron la interaccion entre los futuros marido y mujer, la vieja Duquesa de Orleans susurraba algo a su joven hijo, mas eso no fue lo unico que ocurrio asi como Jade llegaba y se robaba las miradas y la atencion atencion fue robada por Arely la beta de aquella manada , quien descendia con un vestido que en palabras de la duquesa " era algo demasiado escandoloso" y vaya que si era un escandalo para todos como Damon y la rubia sostenian miradas por un minuto.

Agnés se dirigio hacia Jade sonriendo - Querida debo admitir que estais despampanante - rio tratando de cortar el ambiente gelido y los murmullos que se comenzaban a precipitar , en aquel momento ese triangulo raro entre Damon, Arely y Jade, les habia dado lo que mas adoraba la corte una buena razon para chismear y sacar conjeturas- Te indico que mas adelante como manera de presentacion tu y Damon deberan Bailar el primers Vals inaguaral de la sala de baile, pero no hay problema en el momento en que tu accedas le indicare a los musicos

Agnes sonrio por lo bajo entrelazando su brazo con la futura condesa una accion que desde hacia pocos dias hacia siempre con la escosesa, vio por un momento sobre su hombro observando el desconcierto y enfado en la cara del Alfa, volvio sus orbes a jade y no pudo evitar reprimir una risilla , dejo la copa en una bandeja de algun camarero -  No es ninguna molestia querida amiga, por ti y la felicidad que me trae vuestra amistad esta y todas las que querrais - saludo a unos conocidos con un asentimiento de cabeza, ahora los ojos con incognitas se depositaban en ambas mujeres. Solto una ligera carcajada- ¿Asi que habeis venido con esa misiva en especial ?-nego entre risas- ¿ a ver quien considerais? -levanto su vista por encima de la multitud y señalo a un hombre barrigon de unos 60 años segun sabia era banquero del imperio otomano- con el buen señor por alla, parece un excelente partido -comprimio otra risilla y busco otro uno mas joven y de contextura delgada- o tal vez aquel aunque en realidad parece muy taciturno -arrugo la nariz y luego rio viendo  la morena- .

No podia negarlo pasaba un buen tiempo con esta y las niñas en cierta forma eran como un respiro de aire en toda esa tormenta lycana que se habia armado de un dia a otro en su hogar, Jade no era cualquier mujer y era algo que le agradaba ya que para la bruja la mujer no debia someterse, es mas durante sus dos años como mujer casada y desde el primer dia en que isidoro pidio su mano ella le habia indicado que no seria el tipo de mujer que solo administra el hogar  y que le esperara para la cena, lanzo un suspiro nostalgico- A mi isidoro le hubiera encantado ver todo esto-se encogio de hombros- pero ahora mi querida amiga la pregunta es ¿ que pensais hacer con la amiga especial de vuestro prometido? -miro hacia arely nuevamente - es obvio que quiere quitaros la atencion de su prometido y de esta espectacular noches en honor a ambos -enarco una ceja y acerco sus labios al oido de la morena- ademas de quedar en ridiculo delante de la sociedad y dejar en ridiculo a Damon- sus ojos marrones resplandecian con un poco de malicia en aquellas palabras.

Mas no se alejaba mas alla de la verdad a pesar de que muchos hombres y mujeres las rodeaban y se presentaban y trataban de sacar conversaciones de caracter superfluo con ambas damas sabia muy bien como era sus coterraneos, aquello era un desafio alguien de menor rango desafiaba su señor y futura señora y en el mundo de los lycanos aquella que hacia la beta de esa manda no era tampoco bien visto- Creo que sera una noche de sorpresas inesperadas mi buena amiga

Sus juegos se me antojaban cada vez mas deseables, su voz hecha susurro ronroneaba contra mi oído, y he de reconocer que el contacto de su aliento sobre este me hacia enloquecer, incluso si se hubiera fijado, ella o cualquiera de los asistentes un halo ámbar inundaba mi iris mostrando al mundo el deseo inhumano que esa mujer producía en mi.
Desde ese olor a lilas y grosellas que desde niño me había acompañado, casi como una promesa de un futuro que me ataba a algo que no deseaba, a ahora, la forma que su olor me arrastraba hacia un cuerpo que ansiaba poseer de todas las formas posibles.
Su mano se deslizaba por mi cuerpo, con la lentitud con la que un depredador acorrala a su presa mientras sus palabras acariciaban casi mis labios prometiéndome una vida llena de desafíos.
Posiblemente aquello debería molestarme, mas mis ojos se oscurecieron por el deseo, y de no haber estado acompañados, juro el fin hubiera sido muy distinto, pues mi virilidad en alza me exigía mandara a paseo aquella tradición de la virginidad para la dama alfa.
Ladee la cabeza mirándola, ni siquiera sabia si ella lo era, la verdad es que durante aquella semana nuestras conversaciones habían sido demasiado triviales, su recuperación necesitaba paz, y aquella pregunta posiblemente nos hubiera traído guerra.
No mentiré, la sola idea de que otro hombre la hubiera poseído antes que yo me llevaba a los infiernos. Estaba celoso hasta del aire que la rozaba, viento abrasador que por desgracia nos separaba.

El enfado por no haberme acompañado empezaba a solaparse con la alegría de su presencia, mas decidí pues correr un tupido velo sobre tan desafortunado incidente y dejarlo en una simple anécdota mas que en un desafió hacia mi persona.
El champagne rozo sus labios cuando tras brindar por nuestro primer baile y por supuesto la sucesión de estos, llevo aquella cristalina copa a sus labios.
Mis ojos siguieron al trayectoria de aquel liquido que humedeció sus labios invitándome con deseo desmedido a probarlos, mi respiración se agito frente a ella, mas en ese preciso instante sentí la presencia de mi beta que bajaba las escaleras.
Sonreí de medio lado girándome para buscarla con la mirada, feliz de que al fin hubiera decidido hacer acto de presencia, mas en ese preciso instante en el que nuestros ojos se encontraron.
Mi mirada se torno ámbar, su cuerpo apenas cubierto de una fina tela llena de encajes trasparentes dejaba entrever todo lo que yo ansiaba tapar.
No solo me enfurecía que dejara en vergüenza el nombre de mi familia, ni siquiera que hubiera osado desafiarme bajando de tal guisa, ni que todos los allí presentes murmuraran sobre ella en aquel teatro que enmudeció al verla. Lo que realmente me enfurecía era ver ese gesto de miedo en su cara, de saber que aquello me dolería y me enfadaría a partes iguales y aun así, con venganza desmedida había decidido dar el único paso hacia nuestra autodestrucción que le quedaba.
Desvié mis ojos con la mandíbula tensa mas que dispuesto a dejar la copa de Champagne que apure de un maldito trago para ir en su búsqueda y llamarla al orden.
Mas en ese preciso instante en el que mi desazón era infinito, mi prometida nuevamente deseaba jugar conmigo, y tras ordenarme, que la buscara para ese baile inaugural por el que hacia tan solo unos minutos habíamos brindado ahora, tomaba el brazo de Agens dejándome completamente allí plantado, copa en mano.
Tome otra que apure del mismo modo, sintiendo todos los ojos calvados en mi persona, un gruñido escapo de mis labios al sentirme completamente descontrolado.
Mi pecho subía y bajaba de forma tan brusca que por un momento sentí que iba a explotar en aquella fiesta en la que ni siquiera el alcohol parecía darme el sosiego necesario.
Vi como mi futura esposa se alejaba entre risas con la bruja que nos hospedaba, en busca según ellas de algún hombre que mereciera la pena.
Rugí, esta vez mucho mas alto, mientras me abría paso hacia mi amada prometida y la tomaba por el brazo ofuscado.
Mi mirada era tan ámbar que podía verse reflejada en ella y si era lista intuiría que ahora no era tiempo de juegos ni de promesas, era el momento de cumplir mi voluntad.
Había pasado por la misiva, había llegado solo y allí había sido casi interrogado por su falta forzándome a dar unas explicaciones que de haber pendido de mi brazo hubieran sido innecesarias, mas ahora no contenta con eso, decidía caminar del brazo de su amiga ridiculizarme de nuevo y poniendo en duda mi jerarquía.
-Soy tu maldito prometido -susurré con el gesto tenso y mi cuerpo mas duro que una piedra -has paseado con Agnes por sus jardines, mas yo jamas he dicho una palabra mas alta que otra, incluso os he pasado el desprecio que me habéis hecho al no acompañarme desde el principio a recibir a nuestros invitados...mas esto..esto ya es demasiado. ¿que deseáis demostrar? ¿que me odiáis? Creo que eso ya me ha quedado claro.
Fruncí el ceño aguantando la rabia, antes de tomar impulso encaminado mis pasos hacia la presencia de mi beta que entre la multitud admiraba tan bella escena de dos enamorados que en dichoso matrimonio se prometían.
La tome por le brazo tirando de ella escaleras arriba, mientras el silencio hacia mas que patente como me sentía.
No me detuve hasta entrar en una de las habitaciones del piso de arriba y allí, tras de mi, cerré la puerta liberando así el brazo de mi beta.
Hundí mis ojos lobunos en ella, cargados de ira, furia y resentimiento.
-Este vestido es una declaración de intenciones hacia mi persona, es tu modo de revelarte contra tu alfa y avergonzarme a mi y a nuestro apellido.
Me gire con brusquedad esperando que la calma llegara sobre mis tensos hombros.

No tarde en percatarme de la presencia del conde Italiano, mi hermano, que para no mentir mostraba un aura tan fuerte o mas que la de mi padre que en paz descanse.
Observe sus movimientos copa en mano, tratando de discernir su carácter, algo que me ayudará a dar el paso y tomar la iniciativa para acercarme a el y confesar aquel secreto guardado a fuego por nuestros progenitores.
Dejé escapar el aire tratando de recobrar el valor que ahora frente a el se escapaba por los poros de mi piel.
En mi cabeza la escena había resultado mucho mas fácil, mas ahora viéndolo pasear con su prometida, no sabia bien como interrumpir ese juego de miradas que ambos se procesaban.
Seguí acercándome con lentitud, con el sigilo con el que un lobo acecha a su presa y manteniendo la distancia oportuna para que mi aura, que sin duda aquel alfa percibiría si entraba en su radio permaneciera lo suficientemente camuflada por el resto de seres sobrenaturales.

Fue entonces cuando se precipito el desastre, observe como una dama vestida de un modo peculiar bajaba escaleras abajo creando mas expectación incluso que la propia prometida y los comentarios acerca de su maternidad sin varón.
Mi hermano y ella se fundieron en una mirada, que no tarde en comprender, entre ellos había mucho mas que los silencios de los que ambos eran esclavos y aunque ella busco el suelo incapaz de soportar sus ojos, este ardía de rabia.
Su aura creció como la luna cuando alcanza su apogeo, mas pronto recibió la siguiente estocada de la noche, esta vez de su prometida que dejándolo allí plantado copa en mano se alejo entre risas con la otra dama, cuya aura sobrenatural indicaba que era una bruja.

Mi hermano rugió, primero tratando de no ser escuchado, mas para que mentir, todos los ojos incluso los míos se hallaban puestos en el, y hacían pequeñas pausas para mirar a las dos mujeres causantes de su furia.
¡Vaya! Parecía que había elegido el mejor momento para recibir ese fraternal abrazo que tanto ansiaba. Pensé con sarcasmo
Cuando mi hermano tomo por el brazo a su prometida estuve a punto de intervenir, su mirada no presagiaba nada bueno, y la violencia que a un alfa le caracteriza en estos caso en ocasiones podía causar ciertos problemas, mas me relaje al ver como la soltaba y se alejaba, posiblemente consciente de que si seguía allí discutiendo con ella la cosa no quedaría en esa pequeña reprimenda.
Mi hermano parecía descontrolado, y en el fondo no le culpaba, era difícil comprender desde un punto de vista humano, nuestras fatídicas reacciones, pero desde niños los alfas somos educados pera remarcar nuestra soberanía y superioridad frente al resto. Pasamos la vida tratando de demostrar que somos los mejores, ganándonos el respeto de la manada y marcando el territorio para que nadie se atreva a desafiarnos. Solo así, manteniendo nuestro estatus logramos que la paz dentro de la manada fluya.
Aquellas muestras de descontrol sobre sus hembras, hacia que su poder quedara en entredicho, y en estos momentos de debilidad cualquier lobo podría tratar de arrebatar su puesto para hacerse con la manada.
Mis ojos amarillearon frente al aura poderosa de mi hermano, mi instinto también me pedía demostrar mi poder frente a otro alfa, así vivíamos los lobos.
Dos alfas en un mismo territorio era causa de muerte segura para uno de ellos, mas esa no era mi intención yo no había venido a usurpar nada, si no a todo lo contrario.
Tome una copa de champagne tratando de buscar la calma, mientras seguía con los ojos a mi hermano que escaleras arriba subía en silencio sepulcral con su beta tomada del brazo.
Admire desde abajo su precioso trasero, la verdad es que con ese cuerpo, le sobraba hasta el vestido, pensé divertido acercándome a las escaleras.
Quizás en la soledad de una habitación mi presentación seria menos traumatica que allí delante de todos los presentes, que no hacían mas que murmurar sobre el conde Italiano y su salvaje comportamiento sobre las mujeres.
Dispuesto a subir las escaleras, y sin mirar por donde iba pues mis ojos seguían fijos en los movimientos del conde Italiano, tropecé con una dama, derramando sobre su vestido parte del contenido de la copa de champagne que portaba entre mis manos.
-Lo siento -atiné a decir bajando la mirada hasta sus ojos.

Traté de pasar inadvertida entre el resto de invitados, lo que era bastante complicado pues por donde yo pasaba las voces enmudecían y los ojos se centraban en las transparencias de mi vestido.

Desde donde me encontraba puede observar que el enfado de Damon se iba haciendo patente al ver a su prometida marcharse del brazo de nuestra anfitriona, dándole un desplante que desde luego no se lo pasaría por alto, por lo menos luego cuando estuviesen a solas. Y por supuesto su mirada al verme bajar no mejoraba la situación. Sabía que al volver a casa tendríamos una discusión épica, pues no veía a Damon montando un espectáculo delante de todos sus invitados, que ahora mismo se estarían preguntando porque el lobo no estaba del brazo de su querida prometida iniciando el primer baile de la noche, o por lo menos saludando ambos  a los que habían asistido al mismo.

Un camarero pasó por mi lado con una bandeja y varias copas de champagne, una de las cuales cogí al vuelo antes de sentirme arrastrada por el brazo por una fuerza sobrehumana, que me llevaba escaleras arriba de nuevo. Era Damon. Con cara de pocos amigos, y parco en palabras, pues ni siquiera fue capaz de gruñirme. Me temía que no iba a esperar a llegar a casa para reñirme, quizás con razón, por haberle desobedecido a sus órdenes.
Como una tromba me llevó hasta el piso superior con una rapidez que me costaba seguir con aquel atuendo, apretándome con rabia el brazo que ahora tenía dolorido. Más no fue hasta empujarme dentro de la primera habitación que vio y soltarme el brazo cuando empezó a gritarme.

-Este vestido es una declaración de intenciones hacia mi persona, es tu modo de revelarte contra tu alfa y avergonzarme a mi y a nuestro apellido.- escupió con rabia mientras clavaba sus ojos ambarinos en los míos. Se giró bruscamente dándome la espalda.
No podía replicarle nada, porque tenía razón. Le había retado con conocimiento de causa, más mi intención no era avergonzarle; solo mi modo de expresarme  ante todo lo que sentía en aquellos días.

- Mi intención no era que te avergonzases de mí y menos deshonrar a tu apellido, más si eso es lo que sientes, expúlsame ya de tu manada y terminemos con todo esto.-dije con la rabia contenida desde hace semanas.- No voy desnuda, Damon, llevo ropa interior y un vestido largo con encajes. Es mi forma de ser; una forma de ser que antes te divertía y de la que ahora te avergüenzas.

Hice una pausa mientras ahora era yo la que me daba la vuelta antes de derrumbarme. Todo en mí era una confusión de sentimientos extraños y frustración. Hasta hace bien poco Damon disfrutaba de nuestros juegos y de mi compañía; en muchas ocasiones me había dicho que lo enloquecía mi manera de ser, y ahora, de pronto, lo que le enloquecía le avergonzaba.

- Dile a un mozo de confianza que traiga el otro vestido que tengo en mi habitación en casa de nuestra anfitriona Agnés. Esperaré aquí para que nadie me vea y pueda avergonzarte más.- dije con un hilo de voz que se rompía mientras una lágrima resbalaba por mi rostro. Si tenía dudas de que nuestra amistad estaba desapareciendo, en sus duras palabras encontré la respuesta.