AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Recuerdo del primer mensaje :
Ya todas las cartas habían sido enviadas, el vino y el buen Champan comenzaban a ser servidos conjunto a los pequeños platillos de dulces, carnes y pescados que esa noche se degustarian así como un gran pastel.Su hermana era un ángel Agnés sin duda no era merecedora de ella, La bella y hermosa Isobel se había tomado tantas molestias en organizar aquel baile, aun reía viendo como su hermana hacia morritos al espejo tratando de arreglarle el pelo- Ya ya- rio nuevamente- Soy Diana no tengo que verme tan femenina y Estilizada - Por el Contrario Agmés debes hacerlo- ambas hermanas rieron mientras terminaban de prepararse, los gentiles dueños del teatro de la opera habían sido bastante considerados en permitir que ambas damas se vistieran en uno de los cuartos de la vocalista principal de la opera una Primadonna.
Agnés aun recordaba huyendo el día siguiente a la casa de su hermana y el esposo de esta a la afueras de Anjuo su ciudad natal, como la morena había rogado a regañadientes y el grito de felicidad que lanzo la Rubia diciendo que estaría encantada y que nos escartirmaria en gastos al air aquello la mayor le había respondido que se lo tomara con calma, que sus invitados eran un poco diferentes a la corte que ellas estaban acostumbradas pero su dulce hermana insistió “ Agnés diferentes o no son de la nobleza y si es presentación mas compromiso debe ser algo sublime”, al recordar aquella palabras Agnés negó- ¿ Estas lista? -pregunto tomando el manguito de su mascara- Un momento, Catalina de Medecci no se revolcara esta noche en su tumba por no haber hecho un disfraz a corde a ella- volviendo a reír Agnés se miro una vez mas en el espejo observando su atuendo para aquella velada sobrio pero atractivo podría calificarse.
Al descender por las escaleras de mármol sus ojos marrones no dejaban de observar el magnifico trabajo que su hermana había realizado, los músicos de la opera estaban dando sus ultimas afinaciones, los mesoneros todos con perfectas mascaras y pulcras vestimentas, las luces le daban un aspecto irreal a todo aquello y con un asentimiento los encargados de recibir a los nobles y aristócratas y personas de la clase alta de Paris abrieron las puertas del teatro de la Opera parisina, Tanto ella como su Hermana habían estado de acuerdo que aquel teatro era un buen lugar dado a que sus invitados de honro eran italianos y la opera tenia como alma mater a Italia. Coloco el antifaz sobre sus ojos y sonrío al ver a distinguidas personas algunos que conocía y eran amigos suyos otros que no tanto que poco a poco iban entrando en aquel recinto.
Ya todas las cartas habían sido enviadas, el vino y el buen Champan comenzaban a ser servidos conjunto a los pequeños platillos de dulces, carnes y pescados que esa noche se degustarian así como un gran pastel.Su hermana era un ángel Agnés sin duda no era merecedora de ella, La bella y hermosa Isobel se había tomado tantas molestias en organizar aquel baile, aun reía viendo como su hermana hacia morritos al espejo tratando de arreglarle el pelo- Ya ya- rio nuevamente- Soy Diana no tengo que verme tan femenina y Estilizada - Por el Contrario Agmés debes hacerlo- ambas hermanas rieron mientras terminaban de prepararse, los gentiles dueños del teatro de la opera habían sido bastante considerados en permitir que ambas damas se vistieran en uno de los cuartos de la vocalista principal de la opera una Primadonna.
Agnés aun recordaba huyendo el día siguiente a la casa de su hermana y el esposo de esta a la afueras de Anjuo su ciudad natal, como la morena había rogado a regañadientes y el grito de felicidad que lanzo la Rubia diciendo que estaría encantada y que nos escartirmaria en gastos al air aquello la mayor le había respondido que se lo tomara con calma, que sus invitados eran un poco diferentes a la corte que ellas estaban acostumbradas pero su dulce hermana insistió “ Agnés diferentes o no son de la nobleza y si es presentación mas compromiso debe ser algo sublime”, al recordar aquella palabras Agnés negó- ¿ Estas lista? -pregunto tomando el manguito de su mascara- Un momento, Catalina de Medecci no se revolcara esta noche en su tumba por no haber hecho un disfraz a corde a ella- volviendo a reír Agnés se miro una vez mas en el espejo observando su atuendo para aquella velada sobrio pero atractivo podría calificarse.
Al descender por las escaleras de mármol sus ojos marrones no dejaban de observar el magnifico trabajo que su hermana había realizado, los músicos de la opera estaban dando sus ultimas afinaciones, los mesoneros todos con perfectas mascaras y pulcras vestimentas, las luces le daban un aspecto irreal a todo aquello y con un asentimiento los encargados de recibir a los nobles y aristócratas y personas de la clase alta de Paris abrieron las puertas del teatro de la Opera parisina, Tanto ella como su Hermana habían estado de acuerdo que aquel teatro era un buen lugar dado a que sus invitados de honro eran italianos y la opera tenia como alma mater a Italia. Coloco el antifaz sobre sus ojos y sonrío al ver a distinguidas personas algunos que conocía y eran amigos suyos otros que no tanto que poco a poco iban entrando en aquel recinto.
Agnés de Charny- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 05/06/2016
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Mi preciosa y desobediente prometida orillo su cuerpo al mio con una flamante sonrisa mientras se presentaba con esa seguridad arrebatadora que la caracterizaba. Mi amigo que me dedico una picara sonrisa que bien supe lo que significaba.
Sin duda le había gustado, claro que a cualquier hombre que no estuviera ciego mi futura esposa le motivaría a sonreír embobado.
Mis ojos se tronaron ámbar, mientras mi brazo de forma posesiva rodeo su cintura, no necesito mas mi conocido de correrías como para saber que tocar mas que su mano para saludarla significaría su muerte inminente.
Mi respiración se relajo cuando este la saludo de la forma mas cordial y hermética que pudo, bajo la atenta mirada de mi prometida que creo se percato de aquel baile de salvajes miradas entre ambos que sin hablar nos lo habíamos dicho todo.
Por suerte mi beta estaba allí delante, mas de un modo u otro conociéndome mas que nadie se llevo al italiano que mas que feliz abandonaba la estancia dispuesto a pasar una velada agradable.
Sonreí de medio lado cuando mi beta me hizo un ligero gesto de cabeza, no sabia bien la fiera que lo acompañaba, puede que estuviera acostumbrado a mujeres sumisas, mas Arely tenia de eso lo que la tempestad de calma.
Acaricié el precioso rostro de mi hembra, por fin la velada podía ser lo que ansiaba, toque la caja que aun guardaba en la chaqueta, allí estaba ese anillo que con mimo había elegido para ella y que deseaba que le gustara mas que nada en el mundo.
A punto estaba de acaparar la atención de los invitados para anunciar nuestro compromiso y dotar su dedos de tan suculento brillante cuando me percate de que un hombre había salido volando desde el piso superior, aterrizando en el porche, gracias a dios en pie, su ahora era la de un inmortal, con lo cual tampoco es que la muerte le acechara, ya era un cadáver andante.
Lo que me recordó que tenia que subir arriba cuanto antes, ver que leches se le había perdido a ese otro alfa y porque cojones osaba interrumpir la fiesta de compromiso de otro alfa.
Mi cuerpo se tenso frente a la inminente lucha de egos, mas conociendo los peligros que suponía que dos especímenes de nuestro rango se encontraran deposite un tierno beso en al mejilla de mi amada.
-Voy arriba, no tardare, he de ocuparme de un asunto personalmente, prometo que cuando esto acabe seré tan vuestro como lo soy de la luna llena.
Hundí mis ojos en sus labios, deseando robarle el beso que nunca llegaba y que de nuevo parecía que se me iba ha hacer de rogar. Era increíble, mas cuanto mas tiempo pasaba mas añoraba el contacto de nuestros labios y ella conocedora sin duda de ello parecía decidida a hacerme suplicar.
Finalmente, costándome la vida despegar mi mano de la suya me aleje perdiéndome entre la multitud para subir escaleras arriba donde aquel lobo me esperaba, si no ¿porque venir? No había elegido un buen lugar ni momento para desafiarme, mas yo como buen alfa que era jamas dejaba pasar un reto, y menos si venia de otro alfa, mostrar debilidad nunca fue la mejor arma para darle a un lobo y yo era de todo menos débil.
Tensé el gesto cuando sentí que junto al alfa había dos seres sobrenaturales, dos hembras, una conocida y otra completamente ajena a mis recuerdos.
-¿Que te ha llevado a la desfachatez de siendo un desconocido presentarte en mi fiesta? -le increpe al lobo que rápidamente hundió sus ojos en los míos al verme aparecer por esa puerta.
Pude ver como me miraba, parecía contrariado, como si mi presencia le produjera alguna sensación que no alcanzaba a entender, su actitud no parecía agresiva, mas su cuerpo como el mio estaba en pura tensión.
-Habla lobo, no tengo toda la noche, si has venido a retarme, empieza porque no saldrás con vida de esta sala lo juro por la diosa Gaia y por nuestra madre luna que hoy llorara tu muerte.
Ninguna de mis amenazas le hizo saltar sobre mi, algo que empezaba a inquietarme y a enfurecerme.
¿ese lobo no tenia sangre en las venas? Estaba allí plantado mirándome como si acabara de ver aparecer a un fantasma.
Finalmente pareció reaccionar, mira que le había costado, mas no lo hizo como yo esperaba, se acercó a mi con paso firme, estaba claro que no me temía, algo que lo llevaría a la decadencia de sus días.
Sin duda le había gustado, claro que a cualquier hombre que no estuviera ciego mi futura esposa le motivaría a sonreír embobado.
Mis ojos se tronaron ámbar, mientras mi brazo de forma posesiva rodeo su cintura, no necesito mas mi conocido de correrías como para saber que tocar mas que su mano para saludarla significaría su muerte inminente.
Mi respiración se relajo cuando este la saludo de la forma mas cordial y hermética que pudo, bajo la atenta mirada de mi prometida que creo se percato de aquel baile de salvajes miradas entre ambos que sin hablar nos lo habíamos dicho todo.
Por suerte mi beta estaba allí delante, mas de un modo u otro conociéndome mas que nadie se llevo al italiano que mas que feliz abandonaba la estancia dispuesto a pasar una velada agradable.
Sonreí de medio lado cuando mi beta me hizo un ligero gesto de cabeza, no sabia bien la fiera que lo acompañaba, puede que estuviera acostumbrado a mujeres sumisas, mas Arely tenia de eso lo que la tempestad de calma.
Acaricié el precioso rostro de mi hembra, por fin la velada podía ser lo que ansiaba, toque la caja que aun guardaba en la chaqueta, allí estaba ese anillo que con mimo había elegido para ella y que deseaba que le gustara mas que nada en el mundo.
A punto estaba de acaparar la atención de los invitados para anunciar nuestro compromiso y dotar su dedos de tan suculento brillante cuando me percate de que un hombre había salido volando desde el piso superior, aterrizando en el porche, gracias a dios en pie, su ahora era la de un inmortal, con lo cual tampoco es que la muerte le acechara, ya era un cadáver andante.
Lo que me recordó que tenia que subir arriba cuanto antes, ver que leches se le había perdido a ese otro alfa y porque cojones osaba interrumpir la fiesta de compromiso de otro alfa.
Mi cuerpo se tenso frente a la inminente lucha de egos, mas conociendo los peligros que suponía que dos especímenes de nuestro rango se encontraran deposite un tierno beso en al mejilla de mi amada.
-Voy arriba, no tardare, he de ocuparme de un asunto personalmente, prometo que cuando esto acabe seré tan vuestro como lo soy de la luna llena.
Hundí mis ojos en sus labios, deseando robarle el beso que nunca llegaba y que de nuevo parecía que se me iba ha hacer de rogar. Era increíble, mas cuanto mas tiempo pasaba mas añoraba el contacto de nuestros labios y ella conocedora sin duda de ello parecía decidida a hacerme suplicar.
Finalmente, costándome la vida despegar mi mano de la suya me aleje perdiéndome entre la multitud para subir escaleras arriba donde aquel lobo me esperaba, si no ¿porque venir? No había elegido un buen lugar ni momento para desafiarme, mas yo como buen alfa que era jamas dejaba pasar un reto, y menos si venia de otro alfa, mostrar debilidad nunca fue la mejor arma para darle a un lobo y yo era de todo menos débil.
Tensé el gesto cuando sentí que junto al alfa había dos seres sobrenaturales, dos hembras, una conocida y otra completamente ajena a mis recuerdos.
-¿Que te ha llevado a la desfachatez de siendo un desconocido presentarte en mi fiesta? -le increpe al lobo que rápidamente hundió sus ojos en los míos al verme aparecer por esa puerta.
Pude ver como me miraba, parecía contrariado, como si mi presencia le produjera alguna sensación que no alcanzaba a entender, su actitud no parecía agresiva, mas su cuerpo como el mio estaba en pura tensión.
-Habla lobo, no tengo toda la noche, si has venido a retarme, empieza porque no saldrás con vida de esta sala lo juro por la diosa Gaia y por nuestra madre luna que hoy llorara tu muerte.
Ninguna de mis amenazas le hizo saltar sobre mi, algo que empezaba a inquietarme y a enfurecerme.
¿ese lobo no tenia sangre en las venas? Estaba allí plantado mirándome como si acabara de ver aparecer a un fantasma.
Finalmente pareció reaccionar, mira que le había costado, mas no lo hizo como yo esperaba, se acercó a mi con paso firme, estaba claro que no me temía, algo que lo llevaría a la decadencia de sus días.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Esperaba la respuesta de la inmortal de cabellos dorados como el sol cuando mi hermano hizo acto de presencia, desafiante, entro por la puerta llenando con su aura poderosa la sala.
Poco le importo la compañía que junto a mi en la sala había, esas dos mujeres que sin duda hubieran podido mostrarnos fiel batalla, no ,sus ojos buscaron los míos, de alfa a alfa.
Mas yo creía ver a mi padre de frente, era increíble le parecido físico que ambos albergaban.
Quizás mi hermano pensara que hablaba con un hombre incapaz de reaccionar por sus temerarias palabras, mas no, yo es que creía haber visto un fantasma, a mi padre volver de entre lso muertos para afrontar mi dura carga.
No tarde en avanzar hacia el, con paso firme y decidido, su gesto se tenso y sus ojos se tornaron ámbar, mas lo que encontró no fue lucha encarnizada si no lo que a todos los efectos se presentaba como una mano amiga que tendida frente a su rostro cortaba el aire que entre nosotros fuerte se entrelazaba.
-Soy Reidar -apunté incapaz de decir mi apellido sin tragar antes saliva.
Su cara de desconcierto lo decía todo, no tomo mi mano, mas podía notar como sus ojos se hundían en mi alma en busca de respuestas, esas que con mi gesto no encontraba.
-Soy Reidar landvik, soy tu hermano.
Como si le hubiera dicho que yo era el demonio, su reacción no se hizo de esperar y tomándome por la pechera me empotro ofendido contra la pared de enfrente, sentí mi espalda crujir, mi cuerpo tensarse, mis ojos amarillear y de mis labios escapo un aullido que confronto a su gruñido.
Mas eso no cayo mis palabras, no había venido hasta allí para guardar silencio, me oiría, le gustar o no, mas lo que tenia que decirle iba a ser expuesto de un modo u otro.
-Padre, murió hace apenas unos meses.
Pude oír como contra mi rostro gruñía incrependome por llamar a ese hombre al que parecer odiaba padre de ambos.
-Padre- repetí desafiante – en su lecho de muerte me informo de que tenia un hermano mayor, tu, me dijo que antes de mi madre existió otra mujer, tu madre, que se llevo a su primogénito en el vientre a Italia.
Allí con esa confesión empozo mi periplo por buscarte, tu y no yo eres pues por derecho el alfa de una manada en guerra, una que pierde miembros a diario por el continuo asedio de los nosferatu, vengo hermano a pedirte que ocupes tu lugar entre los nuestros, vengo no solo a conocerte, si no a implorar tu ayuda.
Silencié mis palabras cuando sentí como su rabia se apoderaba de cada resquicio de su ser.
-¿Padre? Hace mucho que yo no pronuncio esa palabras, creo que deje de hacerlo cuando siendo un niño preguntaba por su existencia y solo encontraba palabras esquivas y dolor en mi madre. Ese que tu y llamas padre, no es mi padre, ese me abandono en el vientre de mi madre, jamás me busco ni para bien ni para mal y ahora quieres venir a darme su manada.
Una sonrisa sarcástica invadía el rostro de mi hermano mas yo podía sentir el dolor en cada una de esas palabras.
-¿Donde estaba padre cuando con seis años me convertí en lobo? ¿aferró mi mano alguna noche cuando las fiebres se apoderaron de mi? ¿lo hizo cuando mis huesos se desquebrajaron bajo la luna? ¡No! Ese que tu llamas padre, para mi solo es un fantasma.
No quiero la manada que por derecho a ti y no a mi me pertenece, no quiero saber de tus desdichas ni de tus buenas nuevas, solo quiero que desaparezcas de mi vida.
No tengo padre, y por ende tampoco hermano, voy a dejarte vivir solo porque por tus venas corre de algún modo u otro parte de mi sangre, sangre que maldigo en este preciso instante, sal de mi fiesta si quieres mantener la cabeza sobre esos hombros y las tripas dentro de tu vientre porque si dices una palabra mas juro que no sere tan comprensivo.
Aparte sus manos de un golpe seco encarandome a el, nuestros ojos ámbar se enzarzaron entre férreos gruñidos.
-Eres un cobarde, dices no tener padre, mas no me dejas explicarte la versión de su historia, dices no tener hermano, mas entonces ¿que soy yo? Por mis venas corre tu sangre como por las mías la tuya, maldita o no, tu orgullo habla sin razón porque sabes que no tengo la culpa de tus desventuras ni tu la culpa de las mías.
Te estoy ofreciendo mi mano, y te niegas a tomarla, dices que te importa bien poco mi sino, egoísta, dejaras que tu manada muera por orgullo, porque sigues siendo ese niño asustado que clamaba un padre que no llegaba y ahora echo hombre quieres ser tu quien clame venganza.
Sus manos y las mías se volvieron a enzarzar esta vez cogiéndonos ambos por la pechera, pronto los puñetazos dieron paso a golpes mas fuertes en los costados y así, empotrandonos uno a otro contra los muebles fuimos saliendo de la habitación hasta rodar por las escaleras magullando no solo nuestros nudillos si no también nuestras almas.
Odio desatado entre dos hermanos por sinos cruzados, por historias viejas, por redecillas del pasado. Ninguno culpable de nada, ahora verdugos de nuestras palabras.
Poco le importo la compañía que junto a mi en la sala había, esas dos mujeres que sin duda hubieran podido mostrarnos fiel batalla, no ,sus ojos buscaron los míos, de alfa a alfa.
Mas yo creía ver a mi padre de frente, era increíble le parecido físico que ambos albergaban.
Quizás mi hermano pensara que hablaba con un hombre incapaz de reaccionar por sus temerarias palabras, mas no, yo es que creía haber visto un fantasma, a mi padre volver de entre lso muertos para afrontar mi dura carga.
No tarde en avanzar hacia el, con paso firme y decidido, su gesto se tenso y sus ojos se tornaron ámbar, mas lo que encontró no fue lucha encarnizada si no lo que a todos los efectos se presentaba como una mano amiga que tendida frente a su rostro cortaba el aire que entre nosotros fuerte se entrelazaba.
-Soy Reidar -apunté incapaz de decir mi apellido sin tragar antes saliva.
Su cara de desconcierto lo decía todo, no tomo mi mano, mas podía notar como sus ojos se hundían en mi alma en busca de respuestas, esas que con mi gesto no encontraba.
-Soy Reidar landvik, soy tu hermano.
Como si le hubiera dicho que yo era el demonio, su reacción no se hizo de esperar y tomándome por la pechera me empotro ofendido contra la pared de enfrente, sentí mi espalda crujir, mi cuerpo tensarse, mis ojos amarillear y de mis labios escapo un aullido que confronto a su gruñido.
Mas eso no cayo mis palabras, no había venido hasta allí para guardar silencio, me oiría, le gustar o no, mas lo que tenia que decirle iba a ser expuesto de un modo u otro.
-Padre, murió hace apenas unos meses.
Pude oír como contra mi rostro gruñía incrependome por llamar a ese hombre al que parecer odiaba padre de ambos.
-Padre- repetí desafiante – en su lecho de muerte me informo de que tenia un hermano mayor, tu, me dijo que antes de mi madre existió otra mujer, tu madre, que se llevo a su primogénito en el vientre a Italia.
Allí con esa confesión empozo mi periplo por buscarte, tu y no yo eres pues por derecho el alfa de una manada en guerra, una que pierde miembros a diario por el continuo asedio de los nosferatu, vengo hermano a pedirte que ocupes tu lugar entre los nuestros, vengo no solo a conocerte, si no a implorar tu ayuda.
Silencié mis palabras cuando sentí como su rabia se apoderaba de cada resquicio de su ser.
-¿Padre? Hace mucho que yo no pronuncio esa palabras, creo que deje de hacerlo cuando siendo un niño preguntaba por su existencia y solo encontraba palabras esquivas y dolor en mi madre. Ese que tu y llamas padre, no es mi padre, ese me abandono en el vientre de mi madre, jamás me busco ni para bien ni para mal y ahora quieres venir a darme su manada.
Una sonrisa sarcástica invadía el rostro de mi hermano mas yo podía sentir el dolor en cada una de esas palabras.
-¿Donde estaba padre cuando con seis años me convertí en lobo? ¿aferró mi mano alguna noche cuando las fiebres se apoderaron de mi? ¿lo hizo cuando mis huesos se desquebrajaron bajo la luna? ¡No! Ese que tu llamas padre, para mi solo es un fantasma.
No quiero la manada que por derecho a ti y no a mi me pertenece, no quiero saber de tus desdichas ni de tus buenas nuevas, solo quiero que desaparezcas de mi vida.
No tengo padre, y por ende tampoco hermano, voy a dejarte vivir solo porque por tus venas corre de algún modo u otro parte de mi sangre, sangre que maldigo en este preciso instante, sal de mi fiesta si quieres mantener la cabeza sobre esos hombros y las tripas dentro de tu vientre porque si dices una palabra mas juro que no sere tan comprensivo.
Aparte sus manos de un golpe seco encarandome a el, nuestros ojos ámbar se enzarzaron entre férreos gruñidos.
-Eres un cobarde, dices no tener padre, mas no me dejas explicarte la versión de su historia, dices no tener hermano, mas entonces ¿que soy yo? Por mis venas corre tu sangre como por las mías la tuya, maldita o no, tu orgullo habla sin razón porque sabes que no tengo la culpa de tus desventuras ni tu la culpa de las mías.
Te estoy ofreciendo mi mano, y te niegas a tomarla, dices que te importa bien poco mi sino, egoísta, dejaras que tu manada muera por orgullo, porque sigues siendo ese niño asustado que clamaba un padre que no llegaba y ahora echo hombre quieres ser tu quien clame venganza.
Sus manos y las mías se volvieron a enzarzar esta vez cogiéndonos ambos por la pechera, pronto los puñetazos dieron paso a golpes mas fuertes en los costados y así, empotrandonos uno a otro contra los muebles fuimos saliendo de la habitación hasta rodar por las escaleras magullando no solo nuestros nudillos si no también nuestras almas.
Odio desatado entre dos hermanos por sinos cruzados, por historias viejas, por redecillas del pasado. Ninguno culpable de nada, ahora verdugos de nuestras palabras.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Por fin tantos días de búsqueda habían visto nacer sus frutos. Con la ayuda de Errol había conseguido localizar un rastro, una pista reciente de mi hermano Reidar por aquella ciudad laberíntica y bochornosa que era París. No veía el momento de encontrarle, de cogerle de la oreja si era preciso, y arrastrarle hasta Noruega con los nuestros. Si Damon nos acompañaba me callarís y apoyaría la decisión de Reidar, mas si ponía impedimentos, no permitiría que aquel desconocido hermano se interpusiera y retrasara más nuestra partida. Nuestra manada necesitaba a su líder y yo, necesitaba a mi hermano al frente de ella.
Su pista nos había conducido a un lugar insólito y extraño a primera impresión, un baile de máscaras. Si bien éramos una familia de la alta sociedad, aquel tipo de acontecimientos no eran precisamente los predilectos de mi hermano, él prefería el bosque, la espesura de las montañas y, en ocasiones, la taciturna soledad. Era por aquel motivo por el que no entendía su presencia en aquella fiesta a no ser claro, que esperara encontrar en ella a nuestro hermano mayor, Damon.
Debía asistir a aquella fiesta, poco me importaba que estuviera invitada o no por lo que abandoné a mi futuro prometido en la habitación que compartíamos en el hotel, con un beso en los labios y con la promesa de regresar sana y salva a sus brazos llegado el alba para así poder despertarle con un buen desayuno y un río de besos por su piel. No parecía muy conforme con la idea, insistía en acompañarme y ayudarme en aquella tarea, pero eso era algo que a mi me correspondía, debía lidiar yo sola con los asuntos de mi manada, de mi familia, de mis hermanos.
Al atardecer comenzó la ardua tarea de prepararme para un acontecimiento de tal copete. Vestido nuevo, lujoso y brillante en color blanco perlado con bordados en hilo de plata y una máscara veneciana a juego con estos últimos. En principio sería un acto de sociedad como tantos otros pero, temerosa de lo que pudiera ocurrir, escondí en mi muslo una pequeña daga. Un beso en los labios y una partida hacia mi nuevo destino: la fiesta y mis hermanos.
El plan era simple, colarme por los jardines y, una vez allí, caminar hasta una de las puertas fingiendo ser una humana más, perdida y desorientada por culpa de los efectos del alcohol. Todo parecí ir sobre ruedas, mi único impedimento por el momento había sido saltar aquel muero sin destrozarme el bajo del vestido ni el peinado.
Una vez en el jardín comencé mi paso lento e inseguro hacia aquella mansión sin sospechar siquiera el final de aquella velada. Un escalofrío recorrió mi blanca espalda haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera, algo no iba bien, lo sen´tia en las entrañas, pero en una fiesta con tanta gente era imposible saber qué era esto que me provocaba tan malas sensaciones.
Aproveché un resquicio de oscuridad antes de llegar ante las luces y toda la gente para colocarme el pelo, el vestido y asegurarme de que la daga estaba bien apretada en mi muslo, y fue entonces cuando todo ocurrió. Apenas lo sentí, apenas lo oí llegar y mucho menos le vi saltar para caer sobre mi. Un nosferatu, uno de los tantos que había asolado mis tierras estaba ahora sobre mi con los ojos rojos como la sangre, sangre que él deseaba que yo derramara hasta morir entre sus manos.
Miré hacia la luna, buscando la esperanza de que estuviera llena aquella noche para así poder luchar en igualdad de condiciones, mas no fue así. La fortuna no estaba de mi lado y debería enfrentarme a aquel monstruo con las pocas artes que mi forma humana me brindaba. Mis ojos se volvieron de color ámbar y un gruñido escapó de entre mis labios antes de alzar mi vestido para sacar la daga y clavársela a aquella bestia en el corazón.
Un arma demasiado corta y, como resultado, tan solo unos segundos para levantarme y buscar una rama que pudiera servirme como estaca. Segundos que aquel ser abominable aprovechó para saltar sobre mi de nuevo, arañando mi piel, haciéndola sangrar y resquebrajando mi caro vestido. Gemí de dolor y asesté como pude golpes sobre aquella bestia tratando de igualar las fuerzas.
Mis esfuerzos parecían inútiles y una amarga sonrisa se dibujó en mis labios, parecía que moriría esa noche sin encontrar a mi hermano, moriría sin haber probado las mieles de sentir a mi prometido hundirse por primera vez entre mis piernas... Desvíe los ojos esperando el golpe mortal que arrebatara mi vida ya maltrecha por las heridas que aquel nosferatu había infligido en mi cuerpo.
Esperé y vislumbré mi salvación, o al menos aquello que volvería a concederme unos minutos para huir y encontrar una rama que acabara con su vida. Un broche que pendía de su chaqueta, lo arranqué con violencia y lo clavé en uno de sus ojos sintiendo como su repugnante sangre salpicaba mi rostro y sus afiladas uñas se clavaban sobre mi pecho abriendo una profunda herida que me quemaba hasta las entrañas.
Salí corriendo a duras penas, sintiendo como con cada una de mis zancadas se me escapaba un suspiro de mi corta vida, rompí una rama con las pocas fuerzas que me quedaban y se la lancé a aquella bestia, hiriéndola mas no matándola. Podía ver ya las luces de la fiesta, escuchar las risas y los parloteos y por eso, cuando vi uno de los ventanales no dudé en lanzarme al vacío, rompiéndolo con el peso de mi cuerpo, arañando de nuevo mi rostro y mi cuerpo y poniendo aún más en peligro mi vida.
Gritos y horror, aquello fue lo que mi triunfal entrada causó en los asistentes, asistentes que intuía por sus auras que eran lobos, pero en mi estado tampoco podía estar segura. Di unos últimos pasos tratando de buscar a mi hermano entre la gente pero no lo localizaba y el dolor y la sangre perdida no me dejaban pensar con claridad.
-Nosferatu... Jardín... Reidar- aquellas eran las únicas palabras inconexas que escaparon de mis labios, teñidos de carmesí por la sangre propia y la ajena. Las últimas palabras que escaparon de mis labios antes de desmayarme y desplomarme al suelo.
Su pista nos había conducido a un lugar insólito y extraño a primera impresión, un baile de máscaras. Si bien éramos una familia de la alta sociedad, aquel tipo de acontecimientos no eran precisamente los predilectos de mi hermano, él prefería el bosque, la espesura de las montañas y, en ocasiones, la taciturna soledad. Era por aquel motivo por el que no entendía su presencia en aquella fiesta a no ser claro, que esperara encontrar en ella a nuestro hermano mayor, Damon.
Debía asistir a aquella fiesta, poco me importaba que estuviera invitada o no por lo que abandoné a mi futuro prometido en la habitación que compartíamos en el hotel, con un beso en los labios y con la promesa de regresar sana y salva a sus brazos llegado el alba para así poder despertarle con un buen desayuno y un río de besos por su piel. No parecía muy conforme con la idea, insistía en acompañarme y ayudarme en aquella tarea, pero eso era algo que a mi me correspondía, debía lidiar yo sola con los asuntos de mi manada, de mi familia, de mis hermanos.
Al atardecer comenzó la ardua tarea de prepararme para un acontecimiento de tal copete. Vestido nuevo, lujoso y brillante en color blanco perlado con bordados en hilo de plata y una máscara veneciana a juego con estos últimos. En principio sería un acto de sociedad como tantos otros pero, temerosa de lo que pudiera ocurrir, escondí en mi muslo una pequeña daga. Un beso en los labios y una partida hacia mi nuevo destino: la fiesta y mis hermanos.
El plan era simple, colarme por los jardines y, una vez allí, caminar hasta una de las puertas fingiendo ser una humana más, perdida y desorientada por culpa de los efectos del alcohol. Todo parecí ir sobre ruedas, mi único impedimento por el momento había sido saltar aquel muero sin destrozarme el bajo del vestido ni el peinado.
Una vez en el jardín comencé mi paso lento e inseguro hacia aquella mansión sin sospechar siquiera el final de aquella velada. Un escalofrío recorrió mi blanca espalda haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera, algo no iba bien, lo sen´tia en las entrañas, pero en una fiesta con tanta gente era imposible saber qué era esto que me provocaba tan malas sensaciones.
Aproveché un resquicio de oscuridad antes de llegar ante las luces y toda la gente para colocarme el pelo, el vestido y asegurarme de que la daga estaba bien apretada en mi muslo, y fue entonces cuando todo ocurrió. Apenas lo sentí, apenas lo oí llegar y mucho menos le vi saltar para caer sobre mi. Un nosferatu, uno de los tantos que había asolado mis tierras estaba ahora sobre mi con los ojos rojos como la sangre, sangre que él deseaba que yo derramara hasta morir entre sus manos.
Miré hacia la luna, buscando la esperanza de que estuviera llena aquella noche para así poder luchar en igualdad de condiciones, mas no fue así. La fortuna no estaba de mi lado y debería enfrentarme a aquel monstruo con las pocas artes que mi forma humana me brindaba. Mis ojos se volvieron de color ámbar y un gruñido escapó de entre mis labios antes de alzar mi vestido para sacar la daga y clavársela a aquella bestia en el corazón.
Un arma demasiado corta y, como resultado, tan solo unos segundos para levantarme y buscar una rama que pudiera servirme como estaca. Segundos que aquel ser abominable aprovechó para saltar sobre mi de nuevo, arañando mi piel, haciéndola sangrar y resquebrajando mi caro vestido. Gemí de dolor y asesté como pude golpes sobre aquella bestia tratando de igualar las fuerzas.
Mis esfuerzos parecían inútiles y una amarga sonrisa se dibujó en mis labios, parecía que moriría esa noche sin encontrar a mi hermano, moriría sin haber probado las mieles de sentir a mi prometido hundirse por primera vez entre mis piernas... Desvíe los ojos esperando el golpe mortal que arrebatara mi vida ya maltrecha por las heridas que aquel nosferatu había infligido en mi cuerpo.
Esperé y vislumbré mi salvación, o al menos aquello que volvería a concederme unos minutos para huir y encontrar una rama que acabara con su vida. Un broche que pendía de su chaqueta, lo arranqué con violencia y lo clavé en uno de sus ojos sintiendo como su repugnante sangre salpicaba mi rostro y sus afiladas uñas se clavaban sobre mi pecho abriendo una profunda herida que me quemaba hasta las entrañas.
Salí corriendo a duras penas, sintiendo como con cada una de mis zancadas se me escapaba un suspiro de mi corta vida, rompí una rama con las pocas fuerzas que me quedaban y se la lancé a aquella bestia, hiriéndola mas no matándola. Podía ver ya las luces de la fiesta, escuchar las risas y los parloteos y por eso, cuando vi uno de los ventanales no dudé en lanzarme al vacío, rompiéndolo con el peso de mi cuerpo, arañando de nuevo mi rostro y mi cuerpo y poniendo aún más en peligro mi vida.
Gritos y horror, aquello fue lo que mi triunfal entrada causó en los asistentes, asistentes que intuía por sus auras que eran lobos, pero en mi estado tampoco podía estar segura. Di unos últimos pasos tratando de buscar a mi hermano entre la gente pero no lo localizaba y el dolor y la sangre perdida no me dejaban pensar con claridad.
-Nosferatu... Jardín... Reidar- aquellas eran las únicas palabras inconexas que escaparon de mis labios, teñidos de carmesí por la sangre propia y la ajena. Las últimas palabras que escaparon de mis labios antes de desmayarme y desplomarme al suelo.
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
La conversación entre Reidar y aquella inmortal que parecía no decidirse a confesar su obsesión por el lobo, quedó interrumpida por la llegada de Damon, que con un aura aplastantemente letal entró en la habitación donde nos encontrábamos.
Tragué saliva al verlo, más no nos prestó atención a los vampiros que allí nos hallábamos, sino que su mirada ámbar se dirigió a Reidar pidiéndole explicaciones, con un tono rabioso en el que dejaba ver que no esperaba un apretón de manos. Me tensé esperando que la situación no se complicase, porque en ese caso, volvería a defender a Reidar, sin saber muy bien lo que me empujaba a actuar así, pues apenas lo conocía.
Pero Reidar no se sumó a la rabia que le demostraba Damon; más bien era todo lo contrario. Las palabras de Reidar, que parecía afectado por la presencia de Damon aunque no del modo que todos esperábamos, me dejaron desconcertada.
¿Acababa de decir que eran hermanos? Los miré a los dos ojiplática mientras trataba de seguir el ritmo de sus explicaciones. Pero Damon no atendía a razones y emperchó a Reidar por la pechera; me tensé al momento mientras mis ojos se oscurecían. Pero, ¿cómo podían ser hermanos sin conocerse? ¿y qué demonios eran los nosferatu? ¿Y por qué le molestaba tanto tener un hermano? Cada vez entendía menos a los lobos.
La conversación subió de tono, algo que no me extrañaba con dos alfas retándose el uno al otro, ambos con los ojos de un color tan ámbar que parecía oro, y de pronto de las palabras pasaron a los puños mientras terminaban de destrozar aquella habitación. No sabía que hacer; si meterme en medio o esperar a que los dos hermanos se entendiesen. Pronto me di cuenta que esto sería imposible; sobre todo cuando comenzaron a rodar escaleras abajo, y yo tras ellos. Sin saber que hacer. Pensé en echarles un cubo de agua como a los perros, pero viendo que yo no acabaría muy bien parada si los cabreaba, opté por seguirlos y esperar mi oportunidad para actuar.
De golpe el olor a sangre llegó hasta mí, y no pude evitar mirar hacia la puerta. Alguien se estaba desangrando, y mis ojos volvieron a oscurecerse.
Entonces la vi. Una joven licántropo entraba en el salón frente a los gritos de los invitados que se apartaron al verla de aquella guisa.
En menos de un segundo estaba a su lado. Esperaba que nadie se hubiese dado cuenta de que hace unos segundos estaba junto a las escaleras y ahora allí. Me arrodillé en el suelo mientras levantaba su cabeza, ayudándola a respirar. Aquello no pintaba nada bien, y con tanta sangre me estaba empezando a marear. Controlar mis instintos y mi sed de ella me costaba horrores.
Sus palabras antes de desmayarse iban dirigidas a Reidar, que parecía confuso por la situación. ¿Sería su pareja? Pero no tardé en darme cuenta de que su olor y el de Reidar se parecían. ¡Eran hermanos!
Aquella loba llevaba toda su ropa hecha jirones, y sangraba profusamente. O hacía algo o terminaría por desangrarse. ¿Pero que podía hacer yo ante tal situación?
Silbé con fuerza y el silencio se hizo en la sala. Segundos después mi corcel encabritado entró en el teatro, arrastrando a dos mozos que inútilmente intentaban frenarlo. Corrí hacia él, cogiendo la bolsa que descansaba en mi montura, y volví de nuevo hacía aquella mujer que se desangraba por momentos.
-¡¡ Cèline!!.- grité. Sabía que estaba en la sala. La había sentido cuando entró, y ahora la necesitaba a mi lado.- Necesito que me ayudes. ¡Qué alguien llame a un médico!
Notaba como todas las miradas se posaban en mis movimientos y aquello me puso nerviosa. No me gustaba ser el centro de atención, lo mío era pasar desapercibida. Negué con la cabeza y me centré de nuevo en aquella pobre loba que perdía la vida con cada latido de su débil corazón. Podía escuchar como el murmullo de su sangre se hacía cada vez más suave, y eso solo podía significar que se moría.
Sajé parte de mi vestido, sacando tiras que poder utilizar a modo de torniquete y utilizando el resto para taponar las heridas que no paraban de sangrar.
Cèline apareció a mi lado, con la mirada confusa, seguramente preguntándose como sabía que estaba allí.
- Necesito que me saques lo necesario para hacerle una transfusión. En mi bolso encontrarás tubos y agujas.- ordené mientras observaba como los dos hermanos habían llegado hasta allí. Al menos había dejado de pelearse entre ellos.- Saca también aguja e hilo y todo lo que veas que nos pueda ser útil..alcohol, vendas..lo que sea.
Me levanté y me acerqué hacia ellos. En aquellos momentos no había diferencia entre nosotros, no había especies encontradas. No era su enemiga, y salvaría a su igual aunque me costase ser descubierta por el resto de los presentes; pues mis ojos rojos amenazaban con aparecer a cada gota que emanaba del cuerpo de la joven.
-¿Es tu hermana, verdad? – le pregunté a Reidar mientras los miraba a los dos. Este me confirmó mis sospechas.Por ende también lo era de Damon, y la misma sangre corría por la venas de los tres.- Necesito que le deis vuestra sangre o morirá. Acercar unas mesas y tumbaros.
Volví la cabeza nerviosa mientras observaba como Cèline atendía a la joven con maestría. Pero no sería suficiente. No si el médico no llegaba a tiempo.Giré de nuevo la mirada hacia los lobos, que se habían quitado las camisas, dejando así sus brazos al descubierto; ya se encontraban tumbados en sendas mesas, a más altura de su hermana. La transfusión tenía que funcionar, porque de lo contrario...
- Empecemos.- susurré mientras cogía las pajaritas de aquellos dos lobos que me miraban contrariados, y las ataba alrededor de sus musculosos brazos.
Me agaché y cogí las agujas y los tubos que me había preparado Cèline, limpiando todo con el alcohol que también había sacado de mi bolso.
-Toma.- le dije a la humana dándole dos agujas esterilizadas.- Búscale una vena en cada brazo y prepárate para que te pase los tubos. Has de ser rápida..¿vale?
Cèline me miraba confundida. Creo que nunca me había visto hablar de aquella forma tan tajante desde que nos conocíamos. Le sonreí para calmarla y volví mi atención a los hermanos que me miraban con intensidad.
No tardé en encontrarles la vena y con toda la rapidez que pude les introduje las agujas que ya había unido a los tubos, sujetándoselas con otro jirón de mi vestido. Si seguía así terminaría desnuda, pensé. Le entregué los tubos a Cèline, que demostrándome otra vez su valía encajó con las agujas de la joven loba que yacía inconsciente en el suelo.
Tras una última mirada a Reidar en la que traté de transmitirle mi seguridad, me arrodillé de nuevo junto a Cèline para tratar de suturarle las heridas a aquella vida que se me escapaba de las manos por momentos. Aunque taponásemos con trapos, estos se empapaban de sangre ¿Qué bestia le habría hecho aquello?
El desazón se apoderó de mi alma cuando vi que sería imposible cerrar cada una de las horribles laceraciones que portaba. En alguna estaba segura que debía de haberle dañado algún órgano interno; más si no trataba de cerrarlas, la misma sangre que salía de los lobos saldría por ella y todo habría sido en vano.
Me afané con la aguja y el hilo y empecé por aquellas que me resultaban más preocupantes.
¿Donde narices se había metido el médico? ¿Cómo podía tardar tanto? Seguí cosiendo mientras las sangre seguía saliendo a borbotones. Me centré en que por lo menos las heridas más profundas quedasen cerradas con meticulosidad, mientras Cèline seguía presionando en el resto al tiempo que desinfectaba con alcohol el resto de las laceraciones.
Calculé el tiempo que había pasado, demasiado para una transfusión segura, y giré la mirada hacia los lobos que observaban la escena atónitos y presos del pánico. Parecía que ahora a Damon si le preocupaban sus hermanos. No hay mal que por bien no venga, pensé. El sudor en sus frentes y la palidez en sus rostros me hizo saber que era hora de quitarles las vías. No quería que de desangrasen también.
Me puse en pie y me acerqué a ellos, más con un gruñido tosco ambos me indicaron que no estaban dispuestos a dejar que se las quitase.
La beta de Damon me increpaba furiosa que iba a matarlo como siguiese sacándole sangre, algo en lo que sin duda estaba de acuerdo, pero sabía que no llegaríamos a ese punto. Le reté con la mirada; ojos ámbar enfrentados a destellos de ojos rojos que se me escapaban por momentos. Aquella mujer estaba loca, aunque si yo amase a una persona, también actuaría de esa forma. Cogí aire y lo solté pesadamente mientras de nuevo centraba mi atención en aquellos lobos cuyo corazón parecía debilitarse por momentos. No disponía de mucho más tiempo si quería que no sufriesen ningún tipo de daño.
Está bien, pensé, no pensaba discutir con tres lobos testarudos. Me quedé de pie entre ambas camillas improvisadas mientras contaba hasta cien.
Cuando llegué a la mitad de la centena, Reidar se desmayó, y con premura le quité la vía que todavía pendía de su brazo, taponando la abertura que esta le había dejado con el jirón de mi vestido. Acaricié su mejilla con dulzura mientras observaba su rostro dormido. Hasta así era tremendamente atractivo. ¿Cuándo aprenderían los hombres que de una forma u otra las mujeres siempre nos salíamos con la nuestra?
Damon no tardó en seguir a su hermano, más cuando traté de quitarle la vía un zarpazo cruzó mi muñeca, hiriéndome a mí. Seguía inconsciente, pero sus instintos natos lo hacía defenderse.
Me vendé aquella herida que sabía que me daría problemas, mientras esperaba que Damon perdiese totalmente el conocimiento. Pero no había manera; una parte de él permanecía en guardia. Justo en aquellos momentos apareció el médico, acompañado de dos enfermeros que portaban una camilla y se disculpaban por su tardanza. Negué con la cabeza mientras tomaba aire para calmarme; la caballería había llegado y quizás aquella muchacha tuviese una oportunidad para salvarse.
El doctor comprobó el estado de los tres lobos y decidió llevarse también a Damon al hospital, seguramente porque no conseguían quitarle la vía del brazo. Me acerqué a los presentes y a los que acompañarían a Damon al hospital, y me ofrecí para quedarme a cargo de Reidar, que todavía permanecía inconsciente; aunque su corazón latía con fuerza.
Pasados unos minutos, se marcharon con prisa, y yo extenuada por todo lo sucedido, me senté en el suelo junto a la camilla de Reidar, mientras cerraba los ojos y deseaba con fervor que todo saliese bien.
Tragué saliva al verlo, más no nos prestó atención a los vampiros que allí nos hallábamos, sino que su mirada ámbar se dirigió a Reidar pidiéndole explicaciones, con un tono rabioso en el que dejaba ver que no esperaba un apretón de manos. Me tensé esperando que la situación no se complicase, porque en ese caso, volvería a defender a Reidar, sin saber muy bien lo que me empujaba a actuar así, pues apenas lo conocía.
Pero Reidar no se sumó a la rabia que le demostraba Damon; más bien era todo lo contrario. Las palabras de Reidar, que parecía afectado por la presencia de Damon aunque no del modo que todos esperábamos, me dejaron desconcertada.
¿Acababa de decir que eran hermanos? Los miré a los dos ojiplática mientras trataba de seguir el ritmo de sus explicaciones. Pero Damon no atendía a razones y emperchó a Reidar por la pechera; me tensé al momento mientras mis ojos se oscurecían. Pero, ¿cómo podían ser hermanos sin conocerse? ¿y qué demonios eran los nosferatu? ¿Y por qué le molestaba tanto tener un hermano? Cada vez entendía menos a los lobos.
La conversación subió de tono, algo que no me extrañaba con dos alfas retándose el uno al otro, ambos con los ojos de un color tan ámbar que parecía oro, y de pronto de las palabras pasaron a los puños mientras terminaban de destrozar aquella habitación. No sabía que hacer; si meterme en medio o esperar a que los dos hermanos se entendiesen. Pronto me di cuenta que esto sería imposible; sobre todo cuando comenzaron a rodar escaleras abajo, y yo tras ellos. Sin saber que hacer. Pensé en echarles un cubo de agua como a los perros, pero viendo que yo no acabaría muy bien parada si los cabreaba, opté por seguirlos y esperar mi oportunidad para actuar.
De golpe el olor a sangre llegó hasta mí, y no pude evitar mirar hacia la puerta. Alguien se estaba desangrando, y mis ojos volvieron a oscurecerse.
Entonces la vi. Una joven licántropo entraba en el salón frente a los gritos de los invitados que se apartaron al verla de aquella guisa.
En menos de un segundo estaba a su lado. Esperaba que nadie se hubiese dado cuenta de que hace unos segundos estaba junto a las escaleras y ahora allí. Me arrodillé en el suelo mientras levantaba su cabeza, ayudándola a respirar. Aquello no pintaba nada bien, y con tanta sangre me estaba empezando a marear. Controlar mis instintos y mi sed de ella me costaba horrores.
Sus palabras antes de desmayarse iban dirigidas a Reidar, que parecía confuso por la situación. ¿Sería su pareja? Pero no tardé en darme cuenta de que su olor y el de Reidar se parecían. ¡Eran hermanos!
Aquella loba llevaba toda su ropa hecha jirones, y sangraba profusamente. O hacía algo o terminaría por desangrarse. ¿Pero que podía hacer yo ante tal situación?
Silbé con fuerza y el silencio se hizo en la sala. Segundos después mi corcel encabritado entró en el teatro, arrastrando a dos mozos que inútilmente intentaban frenarlo. Corrí hacia él, cogiendo la bolsa que descansaba en mi montura, y volví de nuevo hacía aquella mujer que se desangraba por momentos.
-¡¡ Cèline!!.- grité. Sabía que estaba en la sala. La había sentido cuando entró, y ahora la necesitaba a mi lado.- Necesito que me ayudes. ¡Qué alguien llame a un médico!
Notaba como todas las miradas se posaban en mis movimientos y aquello me puso nerviosa. No me gustaba ser el centro de atención, lo mío era pasar desapercibida. Negué con la cabeza y me centré de nuevo en aquella pobre loba que perdía la vida con cada latido de su débil corazón. Podía escuchar como el murmullo de su sangre se hacía cada vez más suave, y eso solo podía significar que se moría.
Sajé parte de mi vestido, sacando tiras que poder utilizar a modo de torniquete y utilizando el resto para taponar las heridas que no paraban de sangrar.
Cèline apareció a mi lado, con la mirada confusa, seguramente preguntándose como sabía que estaba allí.
- Necesito que me saques lo necesario para hacerle una transfusión. En mi bolso encontrarás tubos y agujas.- ordené mientras observaba como los dos hermanos habían llegado hasta allí. Al menos había dejado de pelearse entre ellos.- Saca también aguja e hilo y todo lo que veas que nos pueda ser útil..alcohol, vendas..lo que sea.
Me levanté y me acerqué hacia ellos. En aquellos momentos no había diferencia entre nosotros, no había especies encontradas. No era su enemiga, y salvaría a su igual aunque me costase ser descubierta por el resto de los presentes; pues mis ojos rojos amenazaban con aparecer a cada gota que emanaba del cuerpo de la joven.
-¿Es tu hermana, verdad? – le pregunté a Reidar mientras los miraba a los dos. Este me confirmó mis sospechas.Por ende también lo era de Damon, y la misma sangre corría por la venas de los tres.- Necesito que le deis vuestra sangre o morirá. Acercar unas mesas y tumbaros.
Volví la cabeza nerviosa mientras observaba como Cèline atendía a la joven con maestría. Pero no sería suficiente. No si el médico no llegaba a tiempo.Giré de nuevo la mirada hacia los lobos, que se habían quitado las camisas, dejando así sus brazos al descubierto; ya se encontraban tumbados en sendas mesas, a más altura de su hermana. La transfusión tenía que funcionar, porque de lo contrario...
- Empecemos.- susurré mientras cogía las pajaritas de aquellos dos lobos que me miraban contrariados, y las ataba alrededor de sus musculosos brazos.
Me agaché y cogí las agujas y los tubos que me había preparado Cèline, limpiando todo con el alcohol que también había sacado de mi bolso.
-Toma.- le dije a la humana dándole dos agujas esterilizadas.- Búscale una vena en cada brazo y prepárate para que te pase los tubos. Has de ser rápida..¿vale?
Cèline me miraba confundida. Creo que nunca me había visto hablar de aquella forma tan tajante desde que nos conocíamos. Le sonreí para calmarla y volví mi atención a los hermanos que me miraban con intensidad.
No tardé en encontrarles la vena y con toda la rapidez que pude les introduje las agujas que ya había unido a los tubos, sujetándoselas con otro jirón de mi vestido. Si seguía así terminaría desnuda, pensé. Le entregué los tubos a Cèline, que demostrándome otra vez su valía encajó con las agujas de la joven loba que yacía inconsciente en el suelo.
Tras una última mirada a Reidar en la que traté de transmitirle mi seguridad, me arrodillé de nuevo junto a Cèline para tratar de suturarle las heridas a aquella vida que se me escapaba de las manos por momentos. Aunque taponásemos con trapos, estos se empapaban de sangre ¿Qué bestia le habría hecho aquello?
El desazón se apoderó de mi alma cuando vi que sería imposible cerrar cada una de las horribles laceraciones que portaba. En alguna estaba segura que debía de haberle dañado algún órgano interno; más si no trataba de cerrarlas, la misma sangre que salía de los lobos saldría por ella y todo habría sido en vano.
Me afané con la aguja y el hilo y empecé por aquellas que me resultaban más preocupantes.
¿Donde narices se había metido el médico? ¿Cómo podía tardar tanto? Seguí cosiendo mientras las sangre seguía saliendo a borbotones. Me centré en que por lo menos las heridas más profundas quedasen cerradas con meticulosidad, mientras Cèline seguía presionando en el resto al tiempo que desinfectaba con alcohol el resto de las laceraciones.
Calculé el tiempo que había pasado, demasiado para una transfusión segura, y giré la mirada hacia los lobos que observaban la escena atónitos y presos del pánico. Parecía que ahora a Damon si le preocupaban sus hermanos. No hay mal que por bien no venga, pensé. El sudor en sus frentes y la palidez en sus rostros me hizo saber que era hora de quitarles las vías. No quería que de desangrasen también.
Me puse en pie y me acerqué a ellos, más con un gruñido tosco ambos me indicaron que no estaban dispuestos a dejar que se las quitase.
La beta de Damon me increpaba furiosa que iba a matarlo como siguiese sacándole sangre, algo en lo que sin duda estaba de acuerdo, pero sabía que no llegaríamos a ese punto. Le reté con la mirada; ojos ámbar enfrentados a destellos de ojos rojos que se me escapaban por momentos. Aquella mujer estaba loca, aunque si yo amase a una persona, también actuaría de esa forma. Cogí aire y lo solté pesadamente mientras de nuevo centraba mi atención en aquellos lobos cuyo corazón parecía debilitarse por momentos. No disponía de mucho más tiempo si quería que no sufriesen ningún tipo de daño.
Está bien, pensé, no pensaba discutir con tres lobos testarudos. Me quedé de pie entre ambas camillas improvisadas mientras contaba hasta cien.
Cuando llegué a la mitad de la centena, Reidar se desmayó, y con premura le quité la vía que todavía pendía de su brazo, taponando la abertura que esta le había dejado con el jirón de mi vestido. Acaricié su mejilla con dulzura mientras observaba su rostro dormido. Hasta así era tremendamente atractivo. ¿Cuándo aprenderían los hombres que de una forma u otra las mujeres siempre nos salíamos con la nuestra?
Damon no tardó en seguir a su hermano, más cuando traté de quitarle la vía un zarpazo cruzó mi muñeca, hiriéndome a mí. Seguía inconsciente, pero sus instintos natos lo hacía defenderse.
Me vendé aquella herida que sabía que me daría problemas, mientras esperaba que Damon perdiese totalmente el conocimiento. Pero no había manera; una parte de él permanecía en guardia. Justo en aquellos momentos apareció el médico, acompañado de dos enfermeros que portaban una camilla y se disculpaban por su tardanza. Negué con la cabeza mientras tomaba aire para calmarme; la caballería había llegado y quizás aquella muchacha tuviese una oportunidad para salvarse.
El doctor comprobó el estado de los tres lobos y decidió llevarse también a Damon al hospital, seguramente porque no conseguían quitarle la vía del brazo. Me acerqué a los presentes y a los que acompañarían a Damon al hospital, y me ofrecí para quedarme a cargo de Reidar, que todavía permanecía inconsciente; aunque su corazón latía con fuerza.
Pasados unos minutos, se marcharon con prisa, y yo extenuada por todo lo sucedido, me senté en el suelo junto a la camilla de Reidar, mientras cerraba los ojos y deseaba con fervor que todo saliese bien.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Dos hombres bajaron a golpes por las escaleras, era increíble como en una sola fiesta se podían concentrar tal consecución de sucesos, desde la lucha de egos de los prometidos a la pelea callejera en la que ahora el anfitrión con otro hombre de su misma envergadura se prodigaban esmoquin incluido. ¡y yo que pensaba que me iba a aburrir en este baile de mascaras!
Los ojos de ambos seres no daban lugar a dudas, ambos eran licantropos y por la fuerza que siendo humanos ostentaban alfas si no me equivocaba.
-Ahí tiene los especímenes de la raza que busca, como le he dicho hoy no estoy aquí para matar a nadie, mas si entre vosotros halláis la muerte y me ahorráis el trabajo bienvenido sea.
Si creía que ahí acababa la diversión cuan equivocado estaba, pronto apareció en escena una mujer, que logro tensar cada musculo de mi ser, ella no era una desconocida, esa mujer era la misma con la que hacia unos días había compartido “una noche” por llamarlo de algún modo.
Fui a correr hacia ella para prodigarle la ayuda que necesitaba, mas pronto llego a ella otra inmortal,una que corrió desde las escaleras hasta la dama con una velocidad impropia de esa humanidad que por supuesto no tenia.
Sabiéndola a salvo hice lo que cualquier cazador hubiera hecho, proteger la vida de los allí presentes, por l oque Odalyn había dicho el nosferatu seguía vivo, posiblemente herido ahí afuera, era un peligro en toda regla para cualquier humano.
La gente gritaba asustada, así que me puse en el centro de la sala saltando sobre una mesa para llamar su atención.
-¡¡¡Escuchar!!! -grité para ser visto -vais a taponar con mesas y lo que tengáis a mano puertas y ventans con el fin de que el que haya herido a la dama no entre -¿de acuerdo? Si hacéis lo que os digo nadie resultara herido.
No me quede a escuchar la respuesta pues tras volcar la mesa de madera arranque una de sus patas percatándome de que estaba lo suficiente astillada como para tener una punta que clavar en el pecho de ese ser de la noche.
Una ultima mirada a mi acompañante fue lo que le dedique antes de perderme por la puerta de entrada y de escuchar a mis espaldas como esta era entablillada para no permitir la entrada de nada ni nadie.
-¡Tu, mozo! -le dije al muchacho que tomaba los caballo para llevarlos al establo -vete, coge mi montura y ve a avisar un medico, dile que ha de darse prisa, una mujer esta desangrándose ahí dentro su vida pende de la velocidad con la que tu les avises y ellos lleguen ,así que ¡corre!
El muchacho aterrado me hizo caso y pronto pude ver como su figura se perdía junto a la de mi corcel por el efímero horizonte.
¡bien! Ahora venia la parte mas interesante dar con el nosferatu, algo que intuía seria fácil pues de estar herido necesitaría de sangre y yo poseía la suficiente como para servir de señuelo y de verdugo a la vez.
Los ojos de ambos seres no daban lugar a dudas, ambos eran licantropos y por la fuerza que siendo humanos ostentaban alfas si no me equivocaba.
-Ahí tiene los especímenes de la raza que busca, como le he dicho hoy no estoy aquí para matar a nadie, mas si entre vosotros halláis la muerte y me ahorráis el trabajo bienvenido sea.
Si creía que ahí acababa la diversión cuan equivocado estaba, pronto apareció en escena una mujer, que logro tensar cada musculo de mi ser, ella no era una desconocida, esa mujer era la misma con la que hacia unos días había compartido “una noche” por llamarlo de algún modo.
Fui a correr hacia ella para prodigarle la ayuda que necesitaba, mas pronto llego a ella otra inmortal,una que corrió desde las escaleras hasta la dama con una velocidad impropia de esa humanidad que por supuesto no tenia.
Sabiéndola a salvo hice lo que cualquier cazador hubiera hecho, proteger la vida de los allí presentes, por l oque Odalyn había dicho el nosferatu seguía vivo, posiblemente herido ahí afuera, era un peligro en toda regla para cualquier humano.
La gente gritaba asustada, así que me puse en el centro de la sala saltando sobre una mesa para llamar su atención.
-¡¡¡Escuchar!!! -grité para ser visto -vais a taponar con mesas y lo que tengáis a mano puertas y ventans con el fin de que el que haya herido a la dama no entre -¿de acuerdo? Si hacéis lo que os digo nadie resultara herido.
No me quede a escuchar la respuesta pues tras volcar la mesa de madera arranque una de sus patas percatándome de que estaba lo suficiente astillada como para tener una punta que clavar en el pecho de ese ser de la noche.
Una ultima mirada a mi acompañante fue lo que le dedique antes de perderme por la puerta de entrada y de escuchar a mis espaldas como esta era entablillada para no permitir la entrada de nada ni nadie.
-¡Tu, mozo! -le dije al muchacho que tomaba los caballo para llevarlos al establo -vete, coge mi montura y ve a avisar un medico, dile que ha de darse prisa, una mujer esta desangrándose ahí dentro su vida pende de la velocidad con la que tu les avises y ellos lleguen ,así que ¡corre!
El muchacho aterrado me hizo caso y pronto pude ver como su figura se perdía junto a la de mi corcel por el efímero horizonte.
¡bien! Ahora venia la parte mas interesante dar con el nosferatu, algo que intuía seria fácil pues de estar herido necesitaría de sangre y yo poseía la suficiente como para servir de señuelo y de verdugo a la vez.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Un fuerte estruendo inundó la sala de al lado provocando que muchas personas salieran hasta la gran escalinata para ver qué era lo que ocurría. El prometido y un hombre con bastante atractivo y con una mirada de un color peculiar estaban enzarzados en una pelea en la que los puñetazos y los insultos parecían cobrar vida propia. Pronto aquella violencia tuvo como resultado que ambos rodaran escaleras abajo irremediablemente. Contuve la respiración, una caída de tal calibre no era algo para tomarse a broma, podrían haberse roto unas costillas o incluso el cuello.
Aquel estupor no duró mucho pues, casi acto seguido una bella joven irrumpió en la sala rompiendo uno de los ventanales con su cuerpo. Estaba llena de magulladuras, cortes y arañazos y sus heridas no tenían buena pinta precisamente. -Mon dieu- fue cuanto pude murmurar ante tal horrible espectáculo.
Una joven no tardó en arrodillarse ante aquella joven maltrecha. Era Moira, y su grito con mi nombre logró sacarme de mi ensimismamiento; caminé con premura hasta quedar a su lado y los destellos rojos de sus ojos me explicaron el por qué había sabido de mi presencia en aquel baile. Me había mentido, pero ya tendríamos tiempo de discutir aquello más tarde, ahora lo único que importaba era salvar la vida de aquella mujer.
Solté la máscara que ocultaba mi rostro y seguí todas y cada una de las indicaciones que Moira me iba dando, sin importarme mucho si mi ropa quedaba inservible tras quedar cubierta de sangre. Sangre que no hacía más que manar de las heridas que nosotras tratábamos de cerra sin éxito, sangre que salía a borbotones de su cuerpo. Si aquella chica no recibía una transfusión de inmediato poco importarían nuestros esfuerzos por mantenerla con vida.
Aquellos que minutos atrás estaban enzarzados en una lucha sin fin ahora unían sus voluntades con ungesto tácito para así salvar la vida de su hermana. -Esperemos que de resultado, pero si el médico no viene pronto me temo que de poco servirá el sacrificio de esos dos hombres Moira, la chica está muy débil... apenas siento el pulso en su cuello-
Por suerte para todos, los médicos no tardaron en llegar tras mis palabras y en llevarse con ellos a la joven y al prometido que parecía no querer cejar en su empeño por salvar la vida de aquella chica. Cuando los ánimos estuvieron más calmados me acerqué a Moira con desazón pintado en la mirada y tiré mi máscara junto a su cuerpo.
-Pensé que podía confiar en ti Moira, sabía de la existencia de los vampiros y tú me lo negaste todo haciéndome parecer loca y haciéndome creer que eras una humana más. Si no puedo confiar en ti dime, ¿cómo quieres que te ayude con tu negocio?-
Aquel estupor no duró mucho pues, casi acto seguido una bella joven irrumpió en la sala rompiendo uno de los ventanales con su cuerpo. Estaba llena de magulladuras, cortes y arañazos y sus heridas no tenían buena pinta precisamente. -Mon dieu- fue cuanto pude murmurar ante tal horrible espectáculo.
Una joven no tardó en arrodillarse ante aquella joven maltrecha. Era Moira, y su grito con mi nombre logró sacarme de mi ensimismamiento; caminé con premura hasta quedar a su lado y los destellos rojos de sus ojos me explicaron el por qué había sabido de mi presencia en aquel baile. Me había mentido, pero ya tendríamos tiempo de discutir aquello más tarde, ahora lo único que importaba era salvar la vida de aquella mujer.
Solté la máscara que ocultaba mi rostro y seguí todas y cada una de las indicaciones que Moira me iba dando, sin importarme mucho si mi ropa quedaba inservible tras quedar cubierta de sangre. Sangre que no hacía más que manar de las heridas que nosotras tratábamos de cerra sin éxito, sangre que salía a borbotones de su cuerpo. Si aquella chica no recibía una transfusión de inmediato poco importarían nuestros esfuerzos por mantenerla con vida.
Aquellos que minutos atrás estaban enzarzados en una lucha sin fin ahora unían sus voluntades con ungesto tácito para así salvar la vida de su hermana. -Esperemos que de resultado, pero si el médico no viene pronto me temo que de poco servirá el sacrificio de esos dos hombres Moira, la chica está muy débil... apenas siento el pulso en su cuello-
Por suerte para todos, los médicos no tardaron en llegar tras mis palabras y en llevarse con ellos a la joven y al prometido que parecía no querer cejar en su empeño por salvar la vida de aquella chica. Cuando los ánimos estuvieron más calmados me acerqué a Moira con desazón pintado en la mirada y tiré mi máscara junto a su cuerpo.
-Pensé que podía confiar en ti Moira, sabía de la existencia de los vampiros y tú me lo negaste todo haciéndome parecer loca y haciéndome creer que eras una humana más. Si no puedo confiar en ti dime, ¿cómo quieres que te ayude con tu negocio?-
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Todo el explendor de aquella noche de gala se habia vuelto en un rural baile de aldea o eso podria decirse desde peleas y riñas y hasta ahora un herido, la morena daba gracias a los dioses de las galas por no haber invitado a gente importante y de Versalles aunque claro los rumores se exparcirian por toda francia excitando con curiosidad a los franceses de la clase alta y de familias de viejos linajes.
Habia parado de bailar con su cuñado y ambos habian corrido junto con el resto del alboroto, sin embargo Agnés podia sentir esa estela de peligro que iniciaba en su nuca y terminaba en su coxis , sus ojos cafe se centraron en los verdes de su hermano por ley ambos buscaron entre la muchedumbre a la hermana y esposa de este- Vengan-murmuro saliendo hacia donde se encontraban los diferentes carruajes abrazo tanto a su hermana como a su cuñado y los envio en aquel carruaje de posta a la casa donde estos residian. Volvio sobre sus pisadas la musica habia parado en seco y ahora el desconcierto , temor y curiosidad picaban a todos los invitados, aquel caos y frenesi parecian poner de buen humor a la bruja dado que era algo natural en ella causar o inducir esos estados pero que le tomaran por sorpresa y ver como el tan perfecto mundo donde residia se estremecia .. le resultaba aun mejor. Tomo uno de los instrumentos musicales y lo toco varias veces hasta lograr la atencion del publico- Estimados Invitados -se relamio los labios- es una pena informaros que por motivos que todos acaban de observar debemos finalizar tan vistosa reunion sus cocheros y mozos ya estan poniendo disponible sus carruajes y coches de posta si sois tan amables de dirigios todos de manera ordenada a la salida y abordar los mismos sus anfitriones estran sumamente agradecidos.
Con el anuncio final algunas masas comenzabana moverse otras se quedaban hablando y observando como el cuerpo magullado era tomado por los medicos para ser atendidos, abriendose paso entre la multitud logro dar con Damon quien no tenia buen aspecto - No te preocupes ahora buscare a jade y las niñas y las pondre en un sitio seguro- murmuro para evitar que su testadurez hiciera que se hiriera mucho peor de lo que ya estaba licantropo o no la sangre para el era el elixir de vida de igual manera que para los humanos.
El olor a la sangre le llegaba a las fosas nasales, haciendose hacia un lado para que mas medicos se hicieran cargo de Alfa Licano agnes paseo su vista por el salon buscando a la morena de ojos verdes , debia sacarla de aquel lugar y mantenerla asegurada en la mansion era algo a lo que habia dado su palabra, la mascara le estaba comenzando a parecer molesta retirandosela llamo el nombre de jade hasta dar con esta- Respira profundo- insistio tomandola por los hombros- de nada servira que entres en panico , eres fuerte y tu prometido necesita que te mantengas fuerte por el recuerda que es mejor visitarlo en calma que perseguirle en histeria.
Habia parado de bailar con su cuñado y ambos habian corrido junto con el resto del alboroto, sin embargo Agnés podia sentir esa estela de peligro que iniciaba en su nuca y terminaba en su coxis , sus ojos cafe se centraron en los verdes de su hermano por ley ambos buscaron entre la muchedumbre a la hermana y esposa de este- Vengan-murmuro saliendo hacia donde se encontraban los diferentes carruajes abrazo tanto a su hermana como a su cuñado y los envio en aquel carruaje de posta a la casa donde estos residian. Volvio sobre sus pisadas la musica habia parado en seco y ahora el desconcierto , temor y curiosidad picaban a todos los invitados, aquel caos y frenesi parecian poner de buen humor a la bruja dado que era algo natural en ella causar o inducir esos estados pero que le tomaran por sorpresa y ver como el tan perfecto mundo donde residia se estremecia .. le resultaba aun mejor. Tomo uno de los instrumentos musicales y lo toco varias veces hasta lograr la atencion del publico- Estimados Invitados -se relamio los labios- es una pena informaros que por motivos que todos acaban de observar debemos finalizar tan vistosa reunion sus cocheros y mozos ya estan poniendo disponible sus carruajes y coches de posta si sois tan amables de dirigios todos de manera ordenada a la salida y abordar los mismos sus anfitriones estran sumamente agradecidos.
Con el anuncio final algunas masas comenzabana moverse otras se quedaban hablando y observando como el cuerpo magullado era tomado por los medicos para ser atendidos, abriendose paso entre la multitud logro dar con Damon quien no tenia buen aspecto - No te preocupes ahora buscare a jade y las niñas y las pondre en un sitio seguro- murmuro para evitar que su testadurez hiciera que se hiriera mucho peor de lo que ya estaba licantropo o no la sangre para el era el elixir de vida de igual manera que para los humanos.
El olor a la sangre le llegaba a las fosas nasales, haciendose hacia un lado para que mas medicos se hicieran cargo de Alfa Licano agnes paseo su vista por el salon buscando a la morena de ojos verdes , debia sacarla de aquel lugar y mantenerla asegurada en la mansion era algo a lo que habia dado su palabra, la mascara le estaba comenzando a parecer molesta retirandosela llamo el nombre de jade hasta dar con esta- Respira profundo- insistio tomandola por los hombros- de nada servira que entres en panico , eres fuerte y tu prometido necesita que te mantengas fuerte por el recuerda que es mejor visitarlo en calma que perseguirle en histeria.
Agnés de Charny- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/06/2016
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Corrí de vuelta hacia el teatro todo lo deprisa que me dejó aquel puñetero vestido. Sabía que algo no marchaba bien en cuanto vi en primer lugar un tumulto de gente salir del teatro asustados, y luego cuando un caballo descontrolado arrastró todo lo que había a su paso para entrar por la puerta principal.
Me reprendí por haber dejado a Damon allí solo. Vale que era un alfa y que podía apañárselas solo, pero yo era su beta y le había jurado lealtad. Si algún cazador o inmortal le había atacado tendría que haber estado a su lado plantando cara al enemigo, y no allí, dos calles más abajo amenazando a aquel amigo suyo que solo nos traería problemas. Menos mal que mi daga en su cuello y un par de amenazas sirvieron para que aquel hombre se marchase sin montar más espectáculo.
Aunque para espectáculo el que había montado en el teatro cuando llegué. Me quedé desconcertada ante aquella imagen del salón que tanto había cambiado desde mi ausencia. Luego Damon decía que yo era la que se metía en líos, pero desde luego no era la única.
Damon y el otro alfa con el que se había enfrentado el caballero al que acababa de amenazar, estaban tumbados con el pecho despubierto en dos mesas, con una aguja en sus brazos. Una aguja que continuaba en un tubo y dicho tubo hasta el suelo...donde había una loba desangrándose. Y de nuevo esa inmortal que parecía tener que estar metida en todos follones de París.
Gruñí cuando pasé por su lado para acercarme a la mesa donde estaba Damon.
- ¿Has esperado a que yo me fuese para liarla? -dije con sarcasmo mientras miraba de reojo al otro lobo y a la inmortal. No me gustaba un pelo las miradas que se prodigaban. ¿Podrían ser cómplices de algún engaño hacia mi alfa? Me acerqué a su oído para murmurar.- Dime a quien quieres que mate y en dos minutos te lo sirvo en bandeja.
Sabía que Damon estaba allí por decisión propia, y aquello me contradecía todavía más. ¿Qué relación había con el lobo misterioso y la loba que yacía inconsciente en el suelo? La inmortal y otra humana se afanaban por coserle y taponarle las heridas, pero siendo francos, dudada mucho que se salvase. Cosa que tampoco es que me importase mucho, todo fuese dicho.
La inmortal se levantó acercándose hacia las mesas, afirmando que debía quitar las agujas. Era cierto que la palidez de Damon era preocupante. Tampoco tenía muy claro cuanto tiempo llevaban así, ni lo normal de una transfusión. Pero estaba claro que el tono de su piel indicaba que el juego debía terminar.
Los dos lobos se negaron en banda a quitarse las agujas. ¿Pero que le importaba a Damon aquella loba moribunda? Lo peor fue que la inmortal no se molestó en insistir, y eso me cabreó muchísimo.
- ¿Pero tú eres imbécil o que te pasa? Quítale ahora mismo la vía a Damon o te juro que mis ojos serán lo último que veas en tu patética vida.- gruñí mientras me encaraba a aquella vampiresa que no pareció inmutarse más que por la mirada rojiza que me dirigió.
Y por increíble que fuese, esperó a que el otro lobo se desmayase segundos después para quitársela.
Sonreí con maldad cuando Damon la hirió al tratar de quitarle la aguja. Y entonces una sensación de naúseas tan grande vino a mí, que tuve que salir corriendo hacia la calle a respirar aire fresco durante unos minutos antes de volver a entrar.
Para cuando volví, el médico había llegado e informaba a los presentes de que además de a la loba moribunda también se llevaría a Damon.
- Yo os acompañaré.- apunté colocándome al lado del médico con cara de pocos amigos. Si era listo, no pondría impedimentos.
Me reprendí por haber dejado a Damon allí solo. Vale que era un alfa y que podía apañárselas solo, pero yo era su beta y le había jurado lealtad. Si algún cazador o inmortal le había atacado tendría que haber estado a su lado plantando cara al enemigo, y no allí, dos calles más abajo amenazando a aquel amigo suyo que solo nos traería problemas. Menos mal que mi daga en su cuello y un par de amenazas sirvieron para que aquel hombre se marchase sin montar más espectáculo.
Aunque para espectáculo el que había montado en el teatro cuando llegué. Me quedé desconcertada ante aquella imagen del salón que tanto había cambiado desde mi ausencia. Luego Damon decía que yo era la que se metía en líos, pero desde luego no era la única.
Damon y el otro alfa con el que se había enfrentado el caballero al que acababa de amenazar, estaban tumbados con el pecho despubierto en dos mesas, con una aguja en sus brazos. Una aguja que continuaba en un tubo y dicho tubo hasta el suelo...donde había una loba desangrándose. Y de nuevo esa inmortal que parecía tener que estar metida en todos follones de París.
Gruñí cuando pasé por su lado para acercarme a la mesa donde estaba Damon.
- ¿Has esperado a que yo me fuese para liarla? -dije con sarcasmo mientras miraba de reojo al otro lobo y a la inmortal. No me gustaba un pelo las miradas que se prodigaban. ¿Podrían ser cómplices de algún engaño hacia mi alfa? Me acerqué a su oído para murmurar.- Dime a quien quieres que mate y en dos minutos te lo sirvo en bandeja.
Sabía que Damon estaba allí por decisión propia, y aquello me contradecía todavía más. ¿Qué relación había con el lobo misterioso y la loba que yacía inconsciente en el suelo? La inmortal y otra humana se afanaban por coserle y taponarle las heridas, pero siendo francos, dudada mucho que se salvase. Cosa que tampoco es que me importase mucho, todo fuese dicho.
La inmortal se levantó acercándose hacia las mesas, afirmando que debía quitar las agujas. Era cierto que la palidez de Damon era preocupante. Tampoco tenía muy claro cuanto tiempo llevaban así, ni lo normal de una transfusión. Pero estaba claro que el tono de su piel indicaba que el juego debía terminar.
Los dos lobos se negaron en banda a quitarse las agujas. ¿Pero que le importaba a Damon aquella loba moribunda? Lo peor fue que la inmortal no se molestó en insistir, y eso me cabreó muchísimo.
- ¿Pero tú eres imbécil o que te pasa? Quítale ahora mismo la vía a Damon o te juro que mis ojos serán lo último que veas en tu patética vida.- gruñí mientras me encaraba a aquella vampiresa que no pareció inmutarse más que por la mirada rojiza que me dirigió.
Y por increíble que fuese, esperó a que el otro lobo se desmayase segundos después para quitársela.
Sonreí con maldad cuando Damon la hirió al tratar de quitarle la aguja. Y entonces una sensación de naúseas tan grande vino a mí, que tuve que salir corriendo hacia la calle a respirar aire fresco durante unos minutos antes de volver a entrar.
Para cuando volví, el médico había llegado e informaba a los presentes de que además de a la loba moribunda también se llevaría a Damon.
- Yo os acompañaré.- apunté colocándome al lado del médico con cara de pocos amigos. Si era listo, no pondría impedimentos.
Arely Pucini- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/06/2016
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