AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Recuerdo del primer mensaje :
Ya todas las cartas habían sido enviadas, el vino y el buen Champan comenzaban a ser servidos conjunto a los pequeños platillos de dulces, carnes y pescados que esa noche se degustarian así como un gran pastel.Su hermana era un ángel Agnés sin duda no era merecedora de ella, La bella y hermosa Isobel se había tomado tantas molestias en organizar aquel baile, aun reía viendo como su hermana hacia morritos al espejo tratando de arreglarle el pelo- Ya ya- rio nuevamente- Soy Diana no tengo que verme tan femenina y Estilizada - Por el Contrario Agmés debes hacerlo- ambas hermanas rieron mientras terminaban de prepararse, los gentiles dueños del teatro de la opera habían sido bastante considerados en permitir que ambas damas se vistieran en uno de los cuartos de la vocalista principal de la opera una Primadonna.
Agnés aun recordaba huyendo el día siguiente a la casa de su hermana y el esposo de esta a la afueras de Anjuo su ciudad natal, como la morena había rogado a regañadientes y el grito de felicidad que lanzo la Rubia diciendo que estaría encantada y que nos escartirmaria en gastos al air aquello la mayor le había respondido que se lo tomara con calma, que sus invitados eran un poco diferentes a la corte que ellas estaban acostumbradas pero su dulce hermana insistió “ Agnés diferentes o no son de la nobleza y si es presentación mas compromiso debe ser algo sublime”, al recordar aquella palabras Agnés negó- ¿ Estas lista? -pregunto tomando el manguito de su mascara- Un momento, Catalina de Medecci no se revolcara esta noche en su tumba por no haber hecho un disfraz a corde a ella- volviendo a reír Agnés se miro una vez mas en el espejo observando su atuendo para aquella velada sobrio pero atractivo podría calificarse.
Al descender por las escaleras de mármol sus ojos marrones no dejaban de observar el magnifico trabajo que su hermana había realizado, los músicos de la opera estaban dando sus ultimas afinaciones, los mesoneros todos con perfectas mascaras y pulcras vestimentas, las luces le daban un aspecto irreal a todo aquello y con un asentimiento los encargados de recibir a los nobles y aristócratas y personas de la clase alta de Paris abrieron las puertas del teatro de la Opera parisina, Tanto ella como su Hermana habían estado de acuerdo que aquel teatro era un buen lugar dado a que sus invitados de honro eran italianos y la opera tenia como alma mater a Italia. Coloco el antifaz sobre sus ojos y sonrío al ver a distinguidas personas algunos que conocía y eran amigos suyos otros que no tanto que poco a poco iban entrando en aquel recinto.
Ya todas las cartas habían sido enviadas, el vino y el buen Champan comenzaban a ser servidos conjunto a los pequeños platillos de dulces, carnes y pescados que esa noche se degustarian así como un gran pastel.Su hermana era un ángel Agnés sin duda no era merecedora de ella, La bella y hermosa Isobel se había tomado tantas molestias en organizar aquel baile, aun reía viendo como su hermana hacia morritos al espejo tratando de arreglarle el pelo- Ya ya- rio nuevamente- Soy Diana no tengo que verme tan femenina y Estilizada - Por el Contrario Agmés debes hacerlo- ambas hermanas rieron mientras terminaban de prepararse, los gentiles dueños del teatro de la opera habían sido bastante considerados en permitir que ambas damas se vistieran en uno de los cuartos de la vocalista principal de la opera una Primadonna.
Agnés aun recordaba huyendo el día siguiente a la casa de su hermana y el esposo de esta a la afueras de Anjuo su ciudad natal, como la morena había rogado a regañadientes y el grito de felicidad que lanzo la Rubia diciendo que estaría encantada y que nos escartirmaria en gastos al air aquello la mayor le había respondido que se lo tomara con calma, que sus invitados eran un poco diferentes a la corte que ellas estaban acostumbradas pero su dulce hermana insistió “ Agnés diferentes o no son de la nobleza y si es presentación mas compromiso debe ser algo sublime”, al recordar aquella palabras Agnés negó- ¿ Estas lista? -pregunto tomando el manguito de su mascara- Un momento, Catalina de Medecci no se revolcara esta noche en su tumba por no haber hecho un disfraz a corde a ella- volviendo a reír Agnés se miro una vez mas en el espejo observando su atuendo para aquella velada sobrio pero atractivo podría calificarse.
Al descender por las escaleras de mármol sus ojos marrones no dejaban de observar el magnifico trabajo que su hermana había realizado, los músicos de la opera estaban dando sus ultimas afinaciones, los mesoneros todos con perfectas mascaras y pulcras vestimentas, las luces le daban un aspecto irreal a todo aquello y con un asentimiento los encargados de recibir a los nobles y aristócratas y personas de la clase alta de Paris abrieron las puertas del teatro de la Opera parisina, Tanto ella como su Hermana habían estado de acuerdo que aquel teatro era un buen lugar dado a que sus invitados de honro eran italianos y la opera tenia como alma mater a Italia. Coloco el antifaz sobre sus ojos y sonrío al ver a distinguidas personas algunos que conocía y eran amigos suyos otros que no tanto que poco a poco iban entrando en aquel recinto.
Agnés de Charny- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/06/2016
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
El teatro se iba llenando de asistentes, y mi presencia de este modo más desapercibida, cosa que agradecí, mientras seguía bebiendo de la copa aquel delicioso licor.
Un revuelo me hizo mirar hacia la entrada, Damon había hecho acto de presencia, más no iba acompañado por su prometida. Aquello me extrañó, pero teniendo en cuenta que no había asistido anteriormente a tal tipo de eventos igual era común que los prometidos apareciesen por separado. Me encogí de hombros, mientras seguía atenta a los demás invitados, que cuchicheaban por la ausencia de la prometida. Quizás no fuese tan normal al fin y al cabo.
Minutos después una mujer morena y hermosa volvió a causar el giro de muchas de las cabezas de los invitados que seguían hablando de aquella pareja; una mujer que entró acompañada de dos niñas pequeñas y que se acercó a Damon, dándole este un beso en la mejilla.
Ahora si estaba confundida. Pero, ¿la prometida del lobo no era aquella mujer de cabellos dorados con la que estaba aquella noche en la taberna; la noche que la intervención del lobo me salvó la vida? Hubiese jurado que había una relación entre ellos; y eso que mi estado era complicado para reconocer algo en aquellos momentos, pero estaba segura de que eran pareja.
Mientras mis pensamientos trataban de recordar aquella noche, una parte de los asistentes enmudeció mientras miraban hacia la parte superior de la escalera, debajo de la cual yo me encontraba situada. Desvié mis ojos hacia donde miraba el resto, y pronto comprendí el por qué del revuelo. Aquella bella loba de cabellos dorados descendía con un peculiar vestido, que dejaba poco a la imaginación, pues solo unos encajes y transparencias cubrían un conjunto de ropa interior de color negro. Aún un tanto extravagante para la ocasión, me pareció que solo ella era capaz de lucir aquel vestido con gracia. Entonces, ¿quién era aquella mujer? Serían de la misma manada, eso seguro, más mi desinformación respecto a los lobos me impedía atar más cabos.
Con curiosidad busqué la mirada de Damon, que no presagiaba nada bueno. Se veía rabia en sus ojos, que se encendieron todavía más al alejarse su prometida con otra mujer que desconocía del brazo. Aquel baile prometía estar cargado de sorpresas.
Dejé la copa de mi bebida ya vacía sobre la barra, cuando como una corriente de aire Damon pasó por mi lado arrastrando a la loba rubia escaleras arriba, que acababa de llegar al salón; sin una palabra, solo tirando de ella, ante las miradas y los murmullos de los presentes, donde tendrían tema para cotillear el resto de su existencia.
Estaba mirando como subían, pensando que tampoco era necesario tanta violencia, pues la muchacha no había hecho nada malo, cuando un caballero chocó contra mí, echándome parte de su bebida sobre el vestido. Gracias a los dioses el champagne no manchaba, y al ser de color oscuro la mancha no se notaría demasiado en el vestido. Abrí el bolso de mano para sacar un pequeño pañuelo de seda y secar con rapidez lo poco que se había mojado, mientras aquel hombre se disculpaba por su torpeza.
- No se preocupe.- dije con una sonrisa mientras levantaba la vista y mi mirada se perdían en unos increíbles ojos verdes lobunos.- Le mandaré la factura de la lavandería y todo solucionado.- Bromeé mientras nuestras miradas seguían retándose.
Era un licántropo sin duda alguna, y además con una fuerza y poder considerables. Su aura brillaba tanto como la de Damon, y algún gesto me indicó que podían estar emparentados.
¿Sería quizás algún otro miembro de su manada?
Un revuelo me hizo mirar hacia la entrada, Damon había hecho acto de presencia, más no iba acompañado por su prometida. Aquello me extrañó, pero teniendo en cuenta que no había asistido anteriormente a tal tipo de eventos igual era común que los prometidos apareciesen por separado. Me encogí de hombros, mientras seguía atenta a los demás invitados, que cuchicheaban por la ausencia de la prometida. Quizás no fuese tan normal al fin y al cabo.
Minutos después una mujer morena y hermosa volvió a causar el giro de muchas de las cabezas de los invitados que seguían hablando de aquella pareja; una mujer que entró acompañada de dos niñas pequeñas y que se acercó a Damon, dándole este un beso en la mejilla.
Ahora si estaba confundida. Pero, ¿la prometida del lobo no era aquella mujer de cabellos dorados con la que estaba aquella noche en la taberna; la noche que la intervención del lobo me salvó la vida? Hubiese jurado que había una relación entre ellos; y eso que mi estado era complicado para reconocer algo en aquellos momentos, pero estaba segura de que eran pareja.
Mientras mis pensamientos trataban de recordar aquella noche, una parte de los asistentes enmudeció mientras miraban hacia la parte superior de la escalera, debajo de la cual yo me encontraba situada. Desvié mis ojos hacia donde miraba el resto, y pronto comprendí el por qué del revuelo. Aquella bella loba de cabellos dorados descendía con un peculiar vestido, que dejaba poco a la imaginación, pues solo unos encajes y transparencias cubrían un conjunto de ropa interior de color negro. Aún un tanto extravagante para la ocasión, me pareció que solo ella era capaz de lucir aquel vestido con gracia. Entonces, ¿quién era aquella mujer? Serían de la misma manada, eso seguro, más mi desinformación respecto a los lobos me impedía atar más cabos.
Con curiosidad busqué la mirada de Damon, que no presagiaba nada bueno. Se veía rabia en sus ojos, que se encendieron todavía más al alejarse su prometida con otra mujer que desconocía del brazo. Aquel baile prometía estar cargado de sorpresas.
Dejé la copa de mi bebida ya vacía sobre la barra, cuando como una corriente de aire Damon pasó por mi lado arrastrando a la loba rubia escaleras arriba, que acababa de llegar al salón; sin una palabra, solo tirando de ella, ante las miradas y los murmullos de los presentes, donde tendrían tema para cotillear el resto de su existencia.
Estaba mirando como subían, pensando que tampoco era necesario tanta violencia, pues la muchacha no había hecho nada malo, cuando un caballero chocó contra mí, echándome parte de su bebida sobre el vestido. Gracias a los dioses el champagne no manchaba, y al ser de color oscuro la mancha no se notaría demasiado en el vestido. Abrí el bolso de mano para sacar un pequeño pañuelo de seda y secar con rapidez lo poco que se había mojado, mientras aquel hombre se disculpaba por su torpeza.
- No se preocupe.- dije con una sonrisa mientras levantaba la vista y mi mirada se perdían en unos increíbles ojos verdes lobunos.- Le mandaré la factura de la lavandería y todo solucionado.- Bromeé mientras nuestras miradas seguían retándose.
Era un licántropo sin duda alguna, y además con una fuerza y poder considerables. Su aura brillaba tanto como la de Damon, y algún gesto me indicó que podían estar emparentados.
¿Sería quizás algún otro miembro de su manada?
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Aquella noche sin duda era un coctel de sentimientos y emociones, el amor sin duda alguna estaba sacando todos su juguetes a desfilar mas la pregunta era ¿ quien recogería el desastre que este dejaba ?, Agnes seguia al lado de Jade ambas hablando y compartiendo con otros invitados e Invitadas para todos los que estaban allí fue abrupta la manera en que Damon tomo con fuerza bruta a su prometida Agnés se sintió colérica al ver aquella escena , sin duda alguna en aquel licano en machismo, despotismo y el ser dictatorial comandaban como fuerzas que rigen al universo: todo lo que estaba pasando en aquel momento era una situación escandalosa que se salía del control y que daría mucha tela que cortar en los siguientes días.
La morena tomo aire observando como la silueta de Damon desaparecida entre la multitud y ahora tomaba a la beta de su manada con la cual el trato no fue mucho mejor de hecho podría decirse que era mucho peor , se volteo mirando a jade por un momento - ¿estas bien?- pregunto tratando de descifrar alguna facción de aquel rostro de armo y piedra que era la escocesa en aquel momento .
En aquellos momento ella se centraba en Jade mas su vista se dilato un poco fue al ver el estado de la hija mayor de esta, la joven a pesar de que trataba de contener las emociones no podía veía como el pecho de esta rubia y bajaba como si fuera el de un joven potro trotando sus ojos demostraban rabia, dolor pero mas que todo miedo, Agnés no había tratado de obligar a jade a qu ele contara su vida mas en aquel momento rectificaba las sospechas de que tanto esta como susjovenes hijas habían sufrido algún abuso de fuerza. tomando su vestido se dirigió hacia la chiquilla quien rehuyó por un momento- esta bien Tranquila ¿ vamos por un vaso de agua? -hablo en el tono mas conciliador y dulce que conocía, los ojos marrones vieron a su madre y luego a Agnés para luego asentir , la bruja miro en dirección jade haciendo entender que su hija mayor estaría bien con ella y que trataría de calmar el estado de la misma.
Alejándose del bullicio y las miradas la adolescente y ella llegaron a un ala privada donde Agnes le dio un vaso de agua mientras pasaba un brazo alrededor del hombro de la joven- No te preocupes, tu madre es una mujer fuerte y tu futuro padre es….-se mordió el labio inferior- Un hombre demasiado testarudo y cabeza dura pero estoy segura que el seria incapaz de herir a vuestra madre o a vosotras, no lo odies tan rápido dadle una segunda oportunidad
La morena tomo aire observando como la silueta de Damon desaparecida entre la multitud y ahora tomaba a la beta de su manada con la cual el trato no fue mucho mejor de hecho podría decirse que era mucho peor , se volteo mirando a jade por un momento - ¿estas bien?- pregunto tratando de descifrar alguna facción de aquel rostro de armo y piedra que era la escocesa en aquel momento .
En aquellos momento ella se centraba en Jade mas su vista se dilato un poco fue al ver el estado de la hija mayor de esta, la joven a pesar de que trataba de contener las emociones no podía veía como el pecho de esta rubia y bajaba como si fuera el de un joven potro trotando sus ojos demostraban rabia, dolor pero mas que todo miedo, Agnés no había tratado de obligar a jade a qu ele contara su vida mas en aquel momento rectificaba las sospechas de que tanto esta como susjovenes hijas habían sufrido algún abuso de fuerza. tomando su vestido se dirigió hacia la chiquilla quien rehuyó por un momento- esta bien Tranquila ¿ vamos por un vaso de agua? -hablo en el tono mas conciliador y dulce que conocía, los ojos marrones vieron a su madre y luego a Agnés para luego asentir , la bruja miro en dirección jade haciendo entender que su hija mayor estaría bien con ella y que trataría de calmar el estado de la misma.
Alejándose del bullicio y las miradas la adolescente y ella llegaron a un ala privada donde Agnes le dio un vaso de agua mientras pasaba un brazo alrededor del hombro de la joven- No te preocupes, tu madre es una mujer fuerte y tu futuro padre es….-se mordió el labio inferior- Un hombre demasiado testarudo y cabeza dura pero estoy segura que el seria incapaz de herir a vuestra madre o a vosotras, no lo odies tan rápido dadle una segunda oportunidad
Agnés de Charny- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/06/2016
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
De todas las cartas que le habían dejado en el buzón, menos dos, eran invitaciones a eventos o fiestas. Los Gianetti siempre tuvieron una reputación que mantener y en este caso, ¿quién mejor que ir en su representación? Él. No había fiesta que no hiciese acto de presencia pero a decir verdad últimamente todas las fiestas eran un sin sentido constante. Le aburrían a sobremanera, solo el hecho de pensar en asistir a tan solo una comenzaba el dolor de cabeza. Si iba no era por otros placeres que la buena comida y las mujeres, lo demás carecía de sentido…claro que si encima la señora en cuestión , tenía buen capital monetario era más que perfecto.
Desechó cuatro de las invitaciones hasta que un sobre de distinto color le llamó la atención. Bordes dorados, sello de una casa importante. Por curiosidad lo abrió, leyendo atentamente su contenido. Interesante, baile de máscaras. No tenía porqué ser reconocido, jugaría a un juego que le apasionaba. Una noche en el que podía ser cualquiera bajo un antifaz. Solo la sola idea de imaginarlo hizo que se relamiese y dejase escapar una risa. Esa misma noche era el evento, lugar perfecto para estrenar su máscara veneciana.
Hacía años, su padre se la regaló como un presente de aquella ciudad. Apenas era un niño, visitó la ciudad de agua varias veces por negocios. Su padre siempre era partidario de mostrarle mundo y justo se convirtió en eso, un hombre que viajaba y era incapaz de estar en un sitio mucho tiempo y en Paris comenzaba a permanecer demasiado. Tampoco tenía donde ir, solo a esas fiestas con la suerte de poder hacer negocios y encontrar otro placeres.
De riguroso negro, se dirigió hacia la mansión en cuestión. Su máscara negra, resaltaba aquella mirada picara felina. Esos ojos de gato, observaban curiosos todo a su paso. En cuanto dio su nombre en voz baja al recepcionista, se adentró en aquel lugar repleto de conocidos y no tan desconocidos. Imposible no captar las miradas femeninas, la curiosidad de otros y la de sí mismo. Serpenteó entre los asistentes, el ambiente tenue, la exquisita mesa dispuesta con todo tipo de placeres culinarios y buen vino, champagne.
Robó una copa a una de las sirvientas, seguido de una de sus cordiales sonrisas. Como un gato, sigiloso, lo observaba todo desde su posición. No se escondió, apoyó la espalda en una de las columnas de la fiesta, dedicando alguna que otra sonrisa galante, miradas furtivas y como no… alguna clara invitación cuando se mordía el labio inferior. Era innato, no podía evitarlo. Un buen ambiente, una fiesta que esperaba no fuese todo lo aburrida que las demás.
Alguna que otra señorita se le antojó atractiva, curiosa… pero no hechizante. Buscaba a alguien tras la máscara, o quizás a nadie… ese hombre era un claro ejemplo de intriga y misterio. Dio un largo trago a su copa, sonriendo levemente , observando como bailaban en la pista de baile y para no desentonar, él se unió sin tener pareja, arrebatando mujeres a todo aquel que se encontraba bailando.
Sus perfectos modales, la suavidad con la que tomaba a alguien ajeno entre sus brazos, desenvolviéndose con elegancia, como si cada nota de la música fuese suya… y así con toda aquella mujer que se preciase y quisiese gustar bailar con él. ¿Para qué elegir una cuando podía bailar con quien gustase? Aún no había aparecido quien… lo hechizase. Quizás esa noche la encontrase o no….
Desechó cuatro de las invitaciones hasta que un sobre de distinto color le llamó la atención. Bordes dorados, sello de una casa importante. Por curiosidad lo abrió, leyendo atentamente su contenido. Interesante, baile de máscaras. No tenía porqué ser reconocido, jugaría a un juego que le apasionaba. Una noche en el que podía ser cualquiera bajo un antifaz. Solo la sola idea de imaginarlo hizo que se relamiese y dejase escapar una risa. Esa misma noche era el evento, lugar perfecto para estrenar su máscara veneciana.
Hacía años, su padre se la regaló como un presente de aquella ciudad. Apenas era un niño, visitó la ciudad de agua varias veces por negocios. Su padre siempre era partidario de mostrarle mundo y justo se convirtió en eso, un hombre que viajaba y era incapaz de estar en un sitio mucho tiempo y en Paris comenzaba a permanecer demasiado. Tampoco tenía donde ir, solo a esas fiestas con la suerte de poder hacer negocios y encontrar otro placeres.
De riguroso negro, se dirigió hacia la mansión en cuestión. Su máscara negra, resaltaba aquella mirada picara felina. Esos ojos de gato, observaban curiosos todo a su paso. En cuanto dio su nombre en voz baja al recepcionista, se adentró en aquel lugar repleto de conocidos y no tan desconocidos. Imposible no captar las miradas femeninas, la curiosidad de otros y la de sí mismo. Serpenteó entre los asistentes, el ambiente tenue, la exquisita mesa dispuesta con todo tipo de placeres culinarios y buen vino, champagne.
Robó una copa a una de las sirvientas, seguido de una de sus cordiales sonrisas. Como un gato, sigiloso, lo observaba todo desde su posición. No se escondió, apoyó la espalda en una de las columnas de la fiesta, dedicando alguna que otra sonrisa galante, miradas furtivas y como no… alguna clara invitación cuando se mordía el labio inferior. Era innato, no podía evitarlo. Un buen ambiente, una fiesta que esperaba no fuese todo lo aburrida que las demás.
Alguna que otra señorita se le antojó atractiva, curiosa… pero no hechizante. Buscaba a alguien tras la máscara, o quizás a nadie… ese hombre era un claro ejemplo de intriga y misterio. Dio un largo trago a su copa, sonriendo levemente , observando como bailaban en la pista de baile y para no desentonar, él se unió sin tener pareja, arrebatando mujeres a todo aquel que se encontraba bailando.
Sus perfectos modales, la suavidad con la que tomaba a alguien ajeno entre sus brazos, desenvolviéndose con elegancia, como si cada nota de la música fuese suya… y así con toda aquella mujer que se preciase y quisiese gustar bailar con él. ¿Para qué elegir una cuando podía bailar con quien gustase? Aún no había aparecido quien… lo hechizase. Quizás esa noche la encontrase o no….
- Spoiler:
Última edición por Éferon Gianetti el Vie Jul 15, 2016 5:01 pm, editado 1 vez
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Localización : La ciudad del amore , París.
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Habían demasiados acontecimientos que fugaces pasaban por el evento. Marduk se había servido una copa de champagne cuando se dispuso a observarlo todo desde el gran ventanal del salón y la penumbra oscurecía su traje. Pero luego de una pausa observadora, había caminado un par de pasos hasta llegar cerca de la gran escalera en dónde se apreciaba a una hermosa mujer licana, de dorados cabellos y una silueta elegante la cual llamó la atención de muchas miradas entre los presentes. Realmente no conocía a nadie, ni a aquella mujer, ni a la bruja que llevaba del brazo a la prometida del Conde que apareció momentos después, ya que no había llegado junto a su prometido. ¿Qué era toda esa parafernalia?... Olía a que algo andaba en el lugar incorrecto, sin mencionar a Marduk mismo, quien solo era un simple observador de aquel evento literalmente tan “teatral”. Se percibían conflictos, miradas, gruñidos escuché por parte de aquel licántropo de renombre, las risas de las damas que se habían alejado de él… Mucho llegaba a los sentidos de Marduk en ese instante…
Y es que algunas fiestas se dan así, la gente se junta, la gente entra sin invitación, la gente bebe, la gente disfruta, la gente se entristece, la gente se siente sola buscando compañía en algunos de estos eventos y entre otras muchas más cosas… ¿Y Marduk?... Marduk observa… los occidentales siempre han sido complejos para él, complejos de entender. Llaman la atención de igual modo, para un oriental como Marduk.
Sea como fuere el baile seguía su curso y Marduk se había posicionado cerca de la escalera en dónde vio pasar a Damon casi como corriendo detrás de la licana de belleza imperturbable. Se percibía a unos metros de ellos, que había un conflicto y mientras que Marduk observó cómo ambos seres subían las escaleras en junto, percibió cerca de él a otra mujer y a otro ser… una vampiresa… Qué curioso, socializar con vampiros no era muy tradicional para Marduk por lo que se acercó a la mujer y rápidamente una mancha en su vestido recaía debido a la torpeza de aquel hombre que había chocado con ella y Marduk le proporcionó un pañuelo bordado elegantemente con sus iniciales y un claro símbolo pagano, utilizado en algunos ritos Israelitas entre hombres lobos, que seguramente un europeo no podría descifrar a menos que haya estado presente en alguno de ellos.
-Señorita, si me permite…- dijo Marduk a la vampiresa, que con su mirada atravesaba la máscara de la mujer, que relucía contra las luces. –Espero le ayude…- dijo ignorando un poco la presencia del otro hombre que estaba con ella y después le hizo esperar unos minutos a éste hombre, antes de darle un gesto de saludo bajando levemente el rostro, cómo en reverencia.
-Y para usted, tengo uno de papel…- dijo entregándole uno a aquel hombre.
Después de una pausa observó a ambos y les tocó los hombros ligeramente:
-Si aceptan, les invito otro trago más una charla, ya que sinceramente deseo confesarles… que soy nuevo entre esta gente, y yo sólo trabajo aquí en el Teatro como actor…- dijo a ambos seres, dos licanos y una vampiresa…
Marduk tenía que hacer algo al respecto, ya que no se quería pasar toda la fiesta en un rincón observando.
Y es que algunas fiestas se dan así, la gente se junta, la gente entra sin invitación, la gente bebe, la gente disfruta, la gente se entristece, la gente se siente sola buscando compañía en algunos de estos eventos y entre otras muchas más cosas… ¿Y Marduk?... Marduk observa… los occidentales siempre han sido complejos para él, complejos de entender. Llaman la atención de igual modo, para un oriental como Marduk.
Sea como fuere el baile seguía su curso y Marduk se había posicionado cerca de la escalera en dónde vio pasar a Damon casi como corriendo detrás de la licana de belleza imperturbable. Se percibía a unos metros de ellos, que había un conflicto y mientras que Marduk observó cómo ambos seres subían las escaleras en junto, percibió cerca de él a otra mujer y a otro ser… una vampiresa… Qué curioso, socializar con vampiros no era muy tradicional para Marduk por lo que se acercó a la mujer y rápidamente una mancha en su vestido recaía debido a la torpeza de aquel hombre que había chocado con ella y Marduk le proporcionó un pañuelo bordado elegantemente con sus iniciales y un claro símbolo pagano, utilizado en algunos ritos Israelitas entre hombres lobos, que seguramente un europeo no podría descifrar a menos que haya estado presente en alguno de ellos.
-Señorita, si me permite…- dijo Marduk a la vampiresa, que con su mirada atravesaba la máscara de la mujer, que relucía contra las luces. –Espero le ayude…- dijo ignorando un poco la presencia del otro hombre que estaba con ella y después le hizo esperar unos minutos a éste hombre, antes de darle un gesto de saludo bajando levemente el rostro, cómo en reverencia.
-Y para usted, tengo uno de papel…- dijo entregándole uno a aquel hombre.
Después de una pausa observó a ambos y les tocó los hombros ligeramente:
-Si aceptan, les invito otro trago más una charla, ya que sinceramente deseo confesarles… que soy nuevo entre esta gente, y yo sólo trabajo aquí en el Teatro como actor…- dijo a ambos seres, dos licanos y una vampiresa…
Marduk tenía que hacer algo al respecto, ya que no se quería pasar toda la fiesta en un rincón observando.
Marduk Canaan- Licántropo Clase Alta
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Observé a la dama de asombrosa belleza secar con rapidez su vestido mientras con una sonrisa y una broma trataba de quitar importancia a tan desafortunado incidente.
De sobra sabia lo que significaba para las damas aquellos vestidos de época que durante meses preparaban para aquellas celebraciones, y sin duda, el de la dama, tenia un corte y una confección exquisita.
No solo debía haberle costado un dineral, si no que también debía haber invertido sus mas altas ilusiones en brillar radiante aquella noche.
-Lo siento -susurré frente a ella -déjeme compensarla.
Tome su mano y sacando de mi bolsillo una elegante pluma garabatee en su mano la dirección del lugar donde me alojaba.
-pásese por allí y prometo con mas tiempo del que hoy dispongo invitarla a una copa y por supuesto abonarle hasta el ultimo franco del valor integro de tan hermoso vestido.
Mas que sepa, que su belleza sigue igual de radiante -añadí con una picara sonrisa, mientras mis palabras acariciaban sus labios con picarda.
Ahí se nos unió un lobo que con amabilidad tendió un hermoso pañuelo de filigranas doradas a la dama y a mi un papel que mire de soslayo casi apunto de echarme a reír a carcajadas.
-Gracias caballero, pero por suerte yo no me he manchado y por desgracia todo lo derramado ha ido a parar al hermoso vestido de la dama.
Tras esto vino su cordial invitación, parecía un lobo legal, me atrevería a apuntar que errante y como no por los ojos con los que devoraba a aquella mujer mas interesado a invitarla a ella que a mi a ese trago que proponía.
-Siento mucho no poder acompañarles, mas la verdad es que ando distraído en otros menesteres.
Supongo que podría haber aceptado al menos esa copa, pues mi hermano parecía mas que distraído en la habitación de arriba, y por los gritos tanto masculinos como femeninos que se oían, aquella discursivo apuntaba tormenta.
Mire nuevamente a la dama para dedicarle una ligera reverencia de despedida, e hice lo propio con el lobo, que a esas alturas ya debía saber mi categoría de alfa.
De sobra sabia lo que significaba para las damas aquellos vestidos de época que durante meses preparaban para aquellas celebraciones, y sin duda, el de la dama, tenia un corte y una confección exquisita.
No solo debía haberle costado un dineral, si no que también debía haber invertido sus mas altas ilusiones en brillar radiante aquella noche.
-Lo siento -susurré frente a ella -déjeme compensarla.
Tome su mano y sacando de mi bolsillo una elegante pluma garabatee en su mano la dirección del lugar donde me alojaba.
-pásese por allí y prometo con mas tiempo del que hoy dispongo invitarla a una copa y por supuesto abonarle hasta el ultimo franco del valor integro de tan hermoso vestido.
Mas que sepa, que su belleza sigue igual de radiante -añadí con una picara sonrisa, mientras mis palabras acariciaban sus labios con picarda.
Ahí se nos unió un lobo que con amabilidad tendió un hermoso pañuelo de filigranas doradas a la dama y a mi un papel que mire de soslayo casi apunto de echarme a reír a carcajadas.
-Gracias caballero, pero por suerte yo no me he manchado y por desgracia todo lo derramado ha ido a parar al hermoso vestido de la dama.
Tras esto vino su cordial invitación, parecía un lobo legal, me atrevería a apuntar que errante y como no por los ojos con los que devoraba a aquella mujer mas interesado a invitarla a ella que a mi a ese trago que proponía.
-Siento mucho no poder acompañarles, mas la verdad es que ando distraído en otros menesteres.
Supongo que podría haber aceptado al menos esa copa, pues mi hermano parecía mas que distraído en la habitación de arriba, y por los gritos tanto masculinos como femeninos que se oían, aquella discursivo apuntaba tormenta.
Mire nuevamente a la dama para dedicarle una ligera reverencia de despedida, e hice lo propio con el lobo, que a esas alturas ya debía saber mi categoría de alfa.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Sonreí nerviosa mientras el lobo se disculpaba de nuevo, con la promesa de compensarme, sin apartar sus ojos ni un ápice de mí. Era incapaz de dejar de mirarlo; esos ojos penetrantes me habían hipnotizado y sometido a su voluntad.
Desperté de mi ensimismamiento, rezando por no haber puesto una cara ridícula durante el trance, cuando sentí el calor de su mano sujetándome la muñeca con suavidad. Lo miré extrañada mientras lo veía escribir con una pluma en mi piel, más su cálido tacto era una sensación única que no quería dejar de sentir.
-Pásese por allí y prometo con más tiempo del que hoy dispongo invitarla a una copa y por supuesto abonarle hasta el ultimo franco del valor integro de tan hermoso vestido.- añadió tras soltarme la mano, sonriendo de una forma tan persuasiva que jamás había visto antes.- Más que sepa, que su belleza sigue igual de radiante.
Entre abrí los labios, dejando escapar el aire un tanto . Había una magia en sus palabras que provocaron el rubor en mis mejillas, y un estado de nerviosismo se apoderó de mi calma. Fue entonces cuando miré la dirección apuntada en mi piel, y sonreí con timidez sin poder evitarlo. Era la dirección de un hostal de la ciudad.
- Pasaré por allí, aunque sea para tomar esa copa.- sonreí con picardía mientras volvía a mirarle con decisión a los ojos.
Estaba embelesada mientras hablaba con él, cuando otro hombre se acercó a nosotros para tenderme un pañuelo bordado con el fin de ayudarme con el vestido mojado. Asentí agradecida mientras tomaba su pañuelo, y sentí su aura. Otro licantropo ¿serían de la misma manada?
Mi respuesta fue contestada en negativo cuando el nuevo lobo nos invitó a ambos a tomar algo con él, y quizás conversar un poco. Seguramente él también era nuevo en la ciudad, y solo pretendía un poco de entretenimiento. Más me quedé sorprendida cuando el primer lobo declinó la oferta. Hice un mohín como una niña pequeña.
-Gracias por la invitación.- le dije al joven lobo mientras le devolvía el pañuelo, que no había llegado a usar.- También yo soy nueva en estos eventos, y siempre está bien conversar con otra gente.
Me giré hacia el primer lobo que hacía una reverencia a modo de despedida.
-Sólo será una copa.- dije mientras lo miraba esperanzada a que cambiase de opinión.- Quédese con nosotros.
No sabía que menesteres tendría en aquella noche, pero esperaba que pudiese aplazarlos un poco y poder conversar aunque fuese un rato más.
Desperté de mi ensimismamiento, rezando por no haber puesto una cara ridícula durante el trance, cuando sentí el calor de su mano sujetándome la muñeca con suavidad. Lo miré extrañada mientras lo veía escribir con una pluma en mi piel, más su cálido tacto era una sensación única que no quería dejar de sentir.
-Pásese por allí y prometo con más tiempo del que hoy dispongo invitarla a una copa y por supuesto abonarle hasta el ultimo franco del valor integro de tan hermoso vestido.- añadió tras soltarme la mano, sonriendo de una forma tan persuasiva que jamás había visto antes.- Más que sepa, que su belleza sigue igual de radiante.
Entre abrí los labios, dejando escapar el aire un tanto . Había una magia en sus palabras que provocaron el rubor en mis mejillas, y un estado de nerviosismo se apoderó de mi calma. Fue entonces cuando miré la dirección apuntada en mi piel, y sonreí con timidez sin poder evitarlo. Era la dirección de un hostal de la ciudad.
- Pasaré por allí, aunque sea para tomar esa copa.- sonreí con picardía mientras volvía a mirarle con decisión a los ojos.
Estaba embelesada mientras hablaba con él, cuando otro hombre se acercó a nosotros para tenderme un pañuelo bordado con el fin de ayudarme con el vestido mojado. Asentí agradecida mientras tomaba su pañuelo, y sentí su aura. Otro licantropo ¿serían de la misma manada?
Mi respuesta fue contestada en negativo cuando el nuevo lobo nos invitó a ambos a tomar algo con él, y quizás conversar un poco. Seguramente él también era nuevo en la ciudad, y solo pretendía un poco de entretenimiento. Más me quedé sorprendida cuando el primer lobo declinó la oferta. Hice un mohín como una niña pequeña.
-Gracias por la invitación.- le dije al joven lobo mientras le devolvía el pañuelo, que no había llegado a usar.- También yo soy nueva en estos eventos, y siempre está bien conversar con otra gente.
Me giré hacia el primer lobo que hacía una reverencia a modo de despedida.
-Sólo será una copa.- dije mientras lo miraba esperanzada a que cambiase de opinión.- Quédese con nosotros.
No sabía que menesteres tendría en aquella noche, pero esperaba que pudiese aplazarlos un poco y poder conversar aunque fuese un rato más.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Sacó su reloj de bolsillo una vez más: la manecilla corta estaba bordeando ya las diez. Lo volvió a dejar descansando en su lugar, tranquilo y con un fugaz brillo gracioso en su mirada. No tenía ningún inconveniente en llegar un poco tarde al baile, aunque no deseaba provocar desencanto ni entre los invitados ni entre el anfitrión por su pequeño gran retraso. No obstante, cada minuto valía.
Había encargado dos paquetes hace un par de días: un vestido de seda color marfil con encajes de tul y zafiros cereza incrustados en el pecho y a lo largo de la tela, además de un frac en tono completamente carbón de cuero con detalles en escarlata. Le encantaba el concepto que había intentado plasmar en aquellos trajes “a juego”. Por un lado la luz que todo ilumina y, por otro, la oscuridad necesaria para que aquel esplendor brille. El tiempo que pasaba era como los últimos rayos que se pintaba ella para poder vislumbrar a todos esa noche.
Al inmortal, por otra parte, le agradaban en demasía este tipo de eventos y trataba de ser quien se robara las miradas con un estilo extravagante y singular. Es por ello que había combinado dos estilos—el frac inglés y la máscara italiana. También buscaba de esta forma de que nadie pudiera reconocerlo. Era parte de su diversión: ser y no parecer.
No tuvo que esperar más: frente a él ya estaba Enaylen, ataviada con esa exquisita prenda que la convertía en un ángel. Su cabellera dorada resaltaba más que la iluminación de la habitación. Se acercó a ella y le susurró a su oído una broma íntima, la cual la hizo sonreír al instante. Se colocó la máscara y el sombrero con plumas negras, para luego darse un vistazo en el espejo y admitir que estaba irreconocible. Sonrió una vez más. Segundos después, su mirada ya estaba en su querida Ignis. Le ofreció su brazo y salieron a la calle dónde los esperaba un landau en tono caoba con dos corceles blancos purasangre. Uno de los mejores servicios de la ciudad digno de su apellido y posición. Sin más, luego de ofrecer su mano para que Enaylen subiera al carruaje, se acomodó en el asiento y ordenó ir hacia el Gran Teatro.
Ya en el lugar, descendieron con total elegancia y envueltos en un aire de misterio. Se encaminaron hacia las puertas a la par que el inmortal hundía la mano en un bolsillo para entregarle a la invitación al guardia. Aunque la calle estaba iluminada, el resplandor interior la alumbró con más intensidad al abrirse las puertas. Entraron, y cómo era de esperarse de quien llega tarde, las miradas volaron hacia ellos. Y fueron aún más las que se unieron al ver semejante atuendo. Sin inmutarse, Kyros avanzó por la sala, junto con Enaylen. Ella se había robado esas miradas. Allí casi nadie la conocía.
Perfecto.
Había encargado dos paquetes hace un par de días: un vestido de seda color marfil con encajes de tul y zafiros cereza incrustados en el pecho y a lo largo de la tela, además de un frac en tono completamente carbón de cuero con detalles en escarlata. Le encantaba el concepto que había intentado plasmar en aquellos trajes “a juego”. Por un lado la luz que todo ilumina y, por otro, la oscuridad necesaria para que aquel esplendor brille. El tiempo que pasaba era como los últimos rayos que se pintaba ella para poder vislumbrar a todos esa noche.
Al inmortal, por otra parte, le agradaban en demasía este tipo de eventos y trataba de ser quien se robara las miradas con un estilo extravagante y singular. Es por ello que había combinado dos estilos—el frac inglés y la máscara italiana. También buscaba de esta forma de que nadie pudiera reconocerlo. Era parte de su diversión: ser y no parecer.
No tuvo que esperar más: frente a él ya estaba Enaylen, ataviada con esa exquisita prenda que la convertía en un ángel. Su cabellera dorada resaltaba más que la iluminación de la habitación. Se acercó a ella y le susurró a su oído una broma íntima, la cual la hizo sonreír al instante. Se colocó la máscara y el sombrero con plumas negras, para luego darse un vistazo en el espejo y admitir que estaba irreconocible. Sonrió una vez más. Segundos después, su mirada ya estaba en su querida Ignis. Le ofreció su brazo y salieron a la calle dónde los esperaba un landau en tono caoba con dos corceles blancos purasangre. Uno de los mejores servicios de la ciudad digno de su apellido y posición. Sin más, luego de ofrecer su mano para que Enaylen subiera al carruaje, se acomodó en el asiento y ordenó ir hacia el Gran Teatro.
Ya en el lugar, descendieron con total elegancia y envueltos en un aire de misterio. Se encaminaron hacia las puertas a la par que el inmortal hundía la mano en un bolsillo para entregarle a la invitación al guardia. Aunque la calle estaba iluminada, el resplandor interior la alumbró con más intensidad al abrirse las puertas. Entraron, y cómo era de esperarse de quien llega tarde, las miradas volaron hacia ellos. Y fueron aún más las que se unieron al ver semejante atuendo. Sin inmutarse, Kyros avanzó por la sala, junto con Enaylen. Ella se había robado esas miradas. Allí casi nadie la conocía.
Perfecto.
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Kyros Kierkegaard- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 25/05/2016
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Allí estaba, de espaladas escuchando la voz de la que hasta hace bien poco era la persona mas importante de mi vida. La que después del fallecimiento de mi madre, y pese a que el dolor nos envolvió a ambos sujeto mi mano con firmeza y me ayudo a tirar para adelante.
No había ni un solo día de mi vida en el que su presencia no fuera un recuerdo a mi lado.
Correr por los bosques, bañarnos en los ríos, nuestras primeras peleas, todo era mas fácil cuando eramos solo unos niños.
Mas ahora habíamos crecido y aquella mujer a la que hoy sentía como una desconocida se atrevía a asestarme sin anestesia que mitigara el dolor de aquel golpe, que ahora y por la espada acababa de darme.
Sus afiladas palabras mordaces como las de ninguna me invitaban con descaro a que la tirase de la manada si no respetaba aquel carácter embravecido que tenia.
Apreté el puño tan fuerte que sentí como las uñas se hundían en mi piel mientras los ojos ámbar brillaban mas que la misma luna llena.
-No seas cobarde -rugí aun de espaldas incapaz ahora si de buscar su mirada -si quieres irte no busques escusas. Hazlo.
Acaso creía que esto era fácil para mi, se quejaba de que ya no era lo mismo que antes, que lo que antes me gustaba ya no lo hacia y no era cierta ni una sola de aquellas palabras que escupía con la única motivación de incrementar mi dolor.
De la noche a la mañana me encontraba prometido con una mujer que me odiaba, es mas, que intentaba dejar claro frente al resto del mundo que eso era así y que yo era un salvaje depravado.
Dos niñas a las que ni siquiera conocía y a las que debía cuidar por encima de todo, y una manada que en Italia esperaba la vuelta de su líder.
Alfa que allí permanecía porque no se atrevía a encarar a los suyos junto a una mujer que se esforzaba en ridiculizarlo en publico.
Escuché sus palabras casi hundidas en sollozos, suplicándome que pidiera le trajeran un nuevo vestido. ¿Entonces? Porque no había usado ese vestido desde un maldito principio.
No podía mas, y reconozco que se me fue la poca calma que tenia, mas enfile el primer mueble con la mano lanzandolo salvaje contra la pared lateral haciendo astillas y partiendolo en mil pedazos. Gruñí con rabia, casi aullé al sentir como ni siquiera romper aquella estancia me calmaba.
Mas eso no me detuvo y tras una cosa vino otra, destrozando todo lo que sin duda encontraba a mi paso, vidrios se esparcían por el enmoquetado suelo bajo mis pies, con mi respiración tan agitada que por un momento y de no saber que era imposible pensé que me trasformaría en bestia.
Era consciente de que todo aquello se estaría oyendo allí abajo, mas necesitaba descargar de un modo u otro aquella frustración acumulada por una noche desastrosa que yo creía seria mágica.
Mi beta me miraba, arrinconada y asustada, mas no la culpaba pocas veces me había visto en aquel estado, al menos en aquel estado propiciado por ella y como no por mi futura esposa, que imagine riendo en busca de mejores hombres que el salvaje que tenia como futuro esposo.
La caja del anillo que aun en mi chaqueta prometía una velada llena de besos y un compromiso que la llenara de felicidad, acompañado posiblemente de una noche en casa de Agnes bajo la luna menguante y una botella de vino saboreado por nuestros labios entre risas y caricias que afianzaran tras aquellas noches oscuras nuestra futura vida juntos.
Ahora se me antojaba el símbolo de mi eterna estupidez, símbolo que por un momento pensé en lanzar por aquella ventana abierta, y a mi tras el para fugarme de aquella mierda de fiesta en nombre de un pobre desgraciado odiado por su futura esposa y hazmerreir del resto de la sociedad Parisina.
No había ni un solo día de mi vida en el que su presencia no fuera un recuerdo a mi lado.
Correr por los bosques, bañarnos en los ríos, nuestras primeras peleas, todo era mas fácil cuando eramos solo unos niños.
Mas ahora habíamos crecido y aquella mujer a la que hoy sentía como una desconocida se atrevía a asestarme sin anestesia que mitigara el dolor de aquel golpe, que ahora y por la espada acababa de darme.
Sus afiladas palabras mordaces como las de ninguna me invitaban con descaro a que la tirase de la manada si no respetaba aquel carácter embravecido que tenia.
Apreté el puño tan fuerte que sentí como las uñas se hundían en mi piel mientras los ojos ámbar brillaban mas que la misma luna llena.
-No seas cobarde -rugí aun de espaldas incapaz ahora si de buscar su mirada -si quieres irte no busques escusas. Hazlo.
Acaso creía que esto era fácil para mi, se quejaba de que ya no era lo mismo que antes, que lo que antes me gustaba ya no lo hacia y no era cierta ni una sola de aquellas palabras que escupía con la única motivación de incrementar mi dolor.
De la noche a la mañana me encontraba prometido con una mujer que me odiaba, es mas, que intentaba dejar claro frente al resto del mundo que eso era así y que yo era un salvaje depravado.
Dos niñas a las que ni siquiera conocía y a las que debía cuidar por encima de todo, y una manada que en Italia esperaba la vuelta de su líder.
Alfa que allí permanecía porque no se atrevía a encarar a los suyos junto a una mujer que se esforzaba en ridiculizarlo en publico.
Escuché sus palabras casi hundidas en sollozos, suplicándome que pidiera le trajeran un nuevo vestido. ¿Entonces? Porque no había usado ese vestido desde un maldito principio.
No podía mas, y reconozco que se me fue la poca calma que tenia, mas enfile el primer mueble con la mano lanzandolo salvaje contra la pared lateral haciendo astillas y partiendolo en mil pedazos. Gruñí con rabia, casi aullé al sentir como ni siquiera romper aquella estancia me calmaba.
Mas eso no me detuvo y tras una cosa vino otra, destrozando todo lo que sin duda encontraba a mi paso, vidrios se esparcían por el enmoquetado suelo bajo mis pies, con mi respiración tan agitada que por un momento y de no saber que era imposible pensé que me trasformaría en bestia.
Era consciente de que todo aquello se estaría oyendo allí abajo, mas necesitaba descargar de un modo u otro aquella frustración acumulada por una noche desastrosa que yo creía seria mágica.
Mi beta me miraba, arrinconada y asustada, mas no la culpaba pocas veces me había visto en aquel estado, al menos en aquel estado propiciado por ella y como no por mi futura esposa, que imagine riendo en busca de mejores hombres que el salvaje que tenia como futuro esposo.
La caja del anillo que aun en mi chaqueta prometía una velada llena de besos y un compromiso que la llenara de felicidad, acompañado posiblemente de una noche en casa de Agnes bajo la luna menguante y una botella de vino saboreado por nuestros labios entre risas y caricias que afianzaran tras aquellas noches oscuras nuestra futura vida juntos.
Ahora se me antojaba el símbolo de mi eterna estupidez, símbolo que por un momento pensé en lanzar por aquella ventana abierta, y a mi tras el para fugarme de aquella mierda de fiesta en nombre de un pobre desgraciado odiado por su futura esposa y hazmerreir del resto de la sociedad Parisina.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Tras escuchar el estruendo del primer mueble estrellado contra la pared, he de reconocer que me asusté, aunque no fue lo único que se hizo astillas en aquellos momentos. Segundos antes las palabras de Damon me habían destrozado por dentro.
-No seas cobarde -gritó con rabia -si quieres irte no busques escusas. Hazlo.
Escuché sus palabras con dolor, incapaz de decirle nada. ¿Tan poco le importaba qué incluso me animaba a marcharme? Me giré entonces para mirarle a los ojos con los míos llenos de lágrimas. Damon permanecía de espaldas, con los puños apretados. Entonces me di cuenta de mi error y de lo egoísta que había sido. Pero ya era demasiado tarde.
A continuación un gruñido dio paso al apocalipsis que se avecinaba. Damon comenzó a destrozar los muebles de aquella habitación mientras su rabia contenida estallaba ante mis ojos asustados. Jamás lo había visto en ese estado; el lobo siempre había conseguido mantener la calma incluso en los momentos más complicados, y ahora por mi culpa, estaba fuera de si.
Había sido tan estúpida de hacerle daño intencionadamente a la persona que más amaba en este mundo. A amenazarle con mi marcha, aún a sabiendas de que mi vida no tendría sentido si no estaba cerca de él.
Me había victimizado hasta tal punto por estar él ahora comprometido con otra mujer, que no había sido capaz de preguntarme realmente por su estado; por saber si era feliz de ese modo, si me necesitaba de confidente. Había sido una estúpida por culparle a él de todo.
Me acerqué a él despacio, mirando sus ojos ámbar llenos de rabia. Y sin pensarme dos veces las consecuencias que tendría aquel acto temerario lo abracé con fuerza.
- Lo siento mucho, Damon.- susurré sin soltar mi abrazo y manteniendo los ojos cerrados.- He sido una egoísta al pensar solo en mí, sin pensar en el daño que te podrían hacer mis hechos o mis palabras. Espero que puedas perdonarme.
El silencio se hizo entre nosotros y me separé un poco para poder mirarlo esta vez directamente a los ojos, que seguían iluminados por la rabia.
-Te quiero; siempre te he querido. Estaré a tu lado siempre que me necesites, y te prometo que trataré de cambiar.- dije con las palabras sostenidas mientras una lágrima recorría mi rostro, avergonzada por haberlo hecho llegar hasta aquella situación.
No me había dado cuenta hasta entonces de cuánto lo necesitaba. De lo importante que era para mí sus caricias y su sonrisa; sus bromas...nuestros juegos que ningún otro comprendía. Era imposible que su enlace pudiese terminar con todo aquello; solo mi cabezonería era la que lo había propiciado. De modo que desde ese mismo momento decidí que lucharía hasta no poder más por aquel lobo, que no solo merecía la pena como macho alfa, sino también como hombre.
-No seas cobarde -gritó con rabia -si quieres irte no busques escusas. Hazlo.
Escuché sus palabras con dolor, incapaz de decirle nada. ¿Tan poco le importaba qué incluso me animaba a marcharme? Me giré entonces para mirarle a los ojos con los míos llenos de lágrimas. Damon permanecía de espaldas, con los puños apretados. Entonces me di cuenta de mi error y de lo egoísta que había sido. Pero ya era demasiado tarde.
A continuación un gruñido dio paso al apocalipsis que se avecinaba. Damon comenzó a destrozar los muebles de aquella habitación mientras su rabia contenida estallaba ante mis ojos asustados. Jamás lo había visto en ese estado; el lobo siempre había conseguido mantener la calma incluso en los momentos más complicados, y ahora por mi culpa, estaba fuera de si.
Había sido tan estúpida de hacerle daño intencionadamente a la persona que más amaba en este mundo. A amenazarle con mi marcha, aún a sabiendas de que mi vida no tendría sentido si no estaba cerca de él.
Me había victimizado hasta tal punto por estar él ahora comprometido con otra mujer, que no había sido capaz de preguntarme realmente por su estado; por saber si era feliz de ese modo, si me necesitaba de confidente. Había sido una estúpida por culparle a él de todo.
Me acerqué a él despacio, mirando sus ojos ámbar llenos de rabia. Y sin pensarme dos veces las consecuencias que tendría aquel acto temerario lo abracé con fuerza.
- Lo siento mucho, Damon.- susurré sin soltar mi abrazo y manteniendo los ojos cerrados.- He sido una egoísta al pensar solo en mí, sin pensar en el daño que te podrían hacer mis hechos o mis palabras. Espero que puedas perdonarme.
El silencio se hizo entre nosotros y me separé un poco para poder mirarlo esta vez directamente a los ojos, que seguían iluminados por la rabia.
-Te quiero; siempre te he querido. Estaré a tu lado siempre que me necesites, y te prometo que trataré de cambiar.- dije con las palabras sostenidas mientras una lágrima recorría mi rostro, avergonzada por haberlo hecho llegar hasta aquella situación.
No me había dado cuenta hasta entonces de cuánto lo necesitaba. De lo importante que era para mí sus caricias y su sonrisa; sus bromas...nuestros juegos que ningún otro comprendía. Era imposible que su enlace pudiese terminar con todo aquello; solo mi cabezonería era la que lo había propiciado. De modo que desde ese mismo momento decidí que lucharía hasta no poder más por aquel lobo, que no solo merecía la pena como macho alfa, sino también como hombre.
Arely Pucini- Licántropo Clase Alta
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Aquel baile sin duda era un hervidero de acontecimientos. No conocía a nadie todavía pero aquel baile era digno de quedarse en él sólo por contemplar todo aquello. La decoración era fastuosa, elegante y soberbia, los invitados aún más elegantes y, algunos incluso, de miradas color ambarino que inquietaban y despertaban la curiosidad de mis sentidos.
Tomé de una de las bandejas de plata que llevaba una doncella una copa de champagne y observé la triunfal y solitaria llegada del prometido, aquel conde italiano que mataría dos pájaros de un tiro en aquella velada, anunciar su compromiso y presentarse ante la sociedad parisina. No habían cesado los murmullos por aquella aparición cuando otros aparecieron; en esta ocasión fueron murmullos de señoras de edad más avanzada, disgustadas por la aparición de una joven prácticamente desnuda a ojos de la gente, con su cuerpo cubierto por tela de encaje negro. Estos murmullos de reprobación y disgusto, venían acompañados de pequeñas risas y miradas lascivas de los asistentes masculinos a la fiesta, entre ellos mi hermano. -Por Dios Francis, contente, es una fiesta de alta sociedad y su vestimenta es del todo inadecuada, parece que fuera desnuda- dije en un susurruo a aquel que era mi acompañante para aquella velada.
Poco a poco, los asistente fueron agrupándose formando pequeños corros de amistades y conocidos que iban comentando lo sucedido en la fiesta. Deslicé mis ojos por toda la sala, tratando así de encontrar algún rostro o, en este caso, atuendo o forma de ser, que me resultara conocida pues estaba en medio de la sala, plantada con mi vestido rojo sin saber bien qué hacer o quién hablar. Dejé escapar de mis labios un leve suspiro y contemplé con cierta resignación, como mi hermano me abandonaba también para formar parte de uno de esos corros con gente conocida.
Apuré el contenido de aquel líquido dorado que se me antojaba maravilloso, lo deposité con una sonrisa en la bandeja de una de las doncellas y me dirigí con pasos cortos y lentos hacia el salón de baile. Allí todo rebosaba luz y elegancia como en la zona de la recepción, la gente reía y bailaba disfrutando del anonimato de las máscaras y yo, anhelando hacer lo mismo que aquellas personas, me senté en uno de los divanes esperando a que algún alma caritativa se fijara en mi y me sacara a bailar o, al menos, me diera conversación.
Tomé de una de las bandejas de plata que llevaba una doncella una copa de champagne y observé la triunfal y solitaria llegada del prometido, aquel conde italiano que mataría dos pájaros de un tiro en aquella velada, anunciar su compromiso y presentarse ante la sociedad parisina. No habían cesado los murmullos por aquella aparición cuando otros aparecieron; en esta ocasión fueron murmullos de señoras de edad más avanzada, disgustadas por la aparición de una joven prácticamente desnuda a ojos de la gente, con su cuerpo cubierto por tela de encaje negro. Estos murmullos de reprobación y disgusto, venían acompañados de pequeñas risas y miradas lascivas de los asistentes masculinos a la fiesta, entre ellos mi hermano. -Por Dios Francis, contente, es una fiesta de alta sociedad y su vestimenta es del todo inadecuada, parece que fuera desnuda- dije en un susurruo a aquel que era mi acompañante para aquella velada.
Poco a poco, los asistente fueron agrupándose formando pequeños corros de amistades y conocidos que iban comentando lo sucedido en la fiesta. Deslicé mis ojos por toda la sala, tratando así de encontrar algún rostro o, en este caso, atuendo o forma de ser, que me resultara conocida pues estaba en medio de la sala, plantada con mi vestido rojo sin saber bien qué hacer o quién hablar. Dejé escapar de mis labios un leve suspiro y contemplé con cierta resignación, como mi hermano me abandonaba también para formar parte de uno de esos corros con gente conocida.
Apuré el contenido de aquel líquido dorado que se me antojaba maravilloso, lo deposité con una sonrisa en la bandeja de una de las doncellas y me dirigí con pasos cortos y lentos hacia el salón de baile. Allí todo rebosaba luz y elegancia como en la zona de la recepción, la gente reía y bailaba disfrutando del anonimato de las máscaras y yo, anhelando hacer lo mismo que aquellas personas, me senté en uno de los divanes esperando a que algún alma caritativa se fijara en mi y me sacara a bailar o, al menos, me diera conversación.
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
No pudo mas que pensar que se había equivocado en asistir, con tantos invitados, mujeres hermosas, hombres con sus mejores galas, y todos con el misterio que provocaba el anonimato bajo esas máscaras y antifaces. Debería haber sido divertido, al igual que asistir a un evento como el carnaval de Venecia, - a lo que emulaba dicha reunión -, mas había algo que la mantenía angustiada, como si cual la leyenda del carnaval, el maligno anduviera suelto, buscando su presa.
Con la sensación prendida a su pecho, como si se tratara de una joya que adehesaba su vestido, Anthea se movió sigilosa por el lugar. Fue en el momento en que -reconociendo al prometido - se dispuso a dar su en hora buena, cuando la cólera, pareció poseer a ese caballero. La forma en que tomó del brazo a una invitada, reprochándole por llevar un traje inapropiado para un evento así, le hizo recordar a su esposo, hecho que provocó un temblor en todo su cuerpo, bien sabía que cuando un hombre se comportaba de esa manera, nada bueno podía acarrear. Pensó en seguirlos, para intentar ayudar a la joven, bien sabía ella cuanto hubiera deseado que alguien se interpusiera entre la brutalidad de bruno y su mujer. Mas, ¿quien era ella, para seguir a esa pareja? ¿que excusa pondría si la sorprendían siguiéndolos?, o peor aun, si descubría algún secreto que no debía ser revelado.
Si la curiosidad mata al gato, Anthea de ser felino, hubiera perdido casi todas sus vidas. Pero no podía negar que aquello le atraía. Desde el pie de la escalera los observó subir, dirigiéndose a algún sector privado, tal vez, un palco, despachos, salas de concierto. No eran los únicos que subían y bajaban ya que, como en toda reunión de clase alta, existía aquellos lugares que podrían ser ocupados por caballeros y féminas, que deseaban complacerse mutuamente. Por esa razón, no le fue difícil, seguir aquellos pasos, aunque al llegar al piso superior y mirar en diferentes direcciones, no le fue posible descubrir cual había sido el camino que tomaron. Suspiró desilusionada, aunque a la vez era lo mas sensato que podría haber hecho, quedarse en aquel lugar, y no intentar proseguir con una búsqueda que la podría llevar a un encuentro poco feliz, ¿y si Bruno había asistido, a la reunión? ¿y si lograba reconocerla y solo esperaba que se alejara de los demás invitados para caer sobre ella? todo podía ser.
Se mantuvo silenciosa, observando a los hombres que subían por las escaleras, saludaba a parejas e invitados que pasaban a su lado, sonriendo tímidamente, mientras hacía un suave movimiento de cabeza, a modo de saludo, debía ser cuidadosa, intentar reconocer a los personajes que asistían al evento, antes que éstos la reconocieran a ella, mas la verdad era que casi ninguno formaba parte de su circulo social, ya bastante escaso de por si, fruto de su necesidad de alejarse de todo aquello que le recordara Italia, Bruno y su frustrado matrimonio.
Con la sensación prendida a su pecho, como si se tratara de una joya que adehesaba su vestido, Anthea se movió sigilosa por el lugar. Fue en el momento en que -reconociendo al prometido - se dispuso a dar su en hora buena, cuando la cólera, pareció poseer a ese caballero. La forma en que tomó del brazo a una invitada, reprochándole por llevar un traje inapropiado para un evento así, le hizo recordar a su esposo, hecho que provocó un temblor en todo su cuerpo, bien sabía que cuando un hombre se comportaba de esa manera, nada bueno podía acarrear. Pensó en seguirlos, para intentar ayudar a la joven, bien sabía ella cuanto hubiera deseado que alguien se interpusiera entre la brutalidad de bruno y su mujer. Mas, ¿quien era ella, para seguir a esa pareja? ¿que excusa pondría si la sorprendían siguiéndolos?, o peor aun, si descubría algún secreto que no debía ser revelado.
Si la curiosidad mata al gato, Anthea de ser felino, hubiera perdido casi todas sus vidas. Pero no podía negar que aquello le atraía. Desde el pie de la escalera los observó subir, dirigiéndose a algún sector privado, tal vez, un palco, despachos, salas de concierto. No eran los únicos que subían y bajaban ya que, como en toda reunión de clase alta, existía aquellos lugares que podrían ser ocupados por caballeros y féminas, que deseaban complacerse mutuamente. Por esa razón, no le fue difícil, seguir aquellos pasos, aunque al llegar al piso superior y mirar en diferentes direcciones, no le fue posible descubrir cual había sido el camino que tomaron. Suspiró desilusionada, aunque a la vez era lo mas sensato que podría haber hecho, quedarse en aquel lugar, y no intentar proseguir con una búsqueda que la podría llevar a un encuentro poco feliz, ¿y si Bruno había asistido, a la reunión? ¿y si lograba reconocerla y solo esperaba que se alejara de los demás invitados para caer sobre ella? todo podía ser.
Se mantuvo silenciosa, observando a los hombres que subían por las escaleras, saludaba a parejas e invitados que pasaban a su lado, sonriendo tímidamente, mientras hacía un suave movimiento de cabeza, a modo de saludo, debía ser cuidadosa, intentar reconocer a los personajes que asistían al evento, antes que éstos la reconocieran a ella, mas la verdad era que casi ninguno formaba parte de su circulo social, ya bastante escaso de por si, fruto de su necesidad de alejarse de todo aquello que le recordara Italia, Bruno y su frustrado matrimonio.
Anthea- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
La dama insistió en que aquello que tenia que hacer bien podría esperar a aquella copa que el otro lobo nos había ofrecido tomar momentos antes.
Fue entonces cuando oí el inequívoco ruido de muebles estallando contra las paredes y pronto supe que ahí estaba la reprimenda de mi hermano a su loba beta, y posiblemente también la forma de pagar aquella frustración que debía sentir en aquel preciso instante en el que el baile era un hervidero de comentarios, la mayoría hablando de un maltratador.
No pude evitar esbozar una sonrisa de medio lado, pues de no tomarme aquello a risa, hubiera sido capaz de hundir mi puño en la cara de alguno de esos afeminados hombres de picha corta, que no sabían ni entendían la vida de un lobo, y mucho menos la de un alfa.
Puede que sus formas lo perdieran, mas quizás porque a mi las mías también lo hacían, entendía mas que ninguno de los allí presentes por lo que ese alfa con el que me solidarizaba debía estar pasando.
-Esta bien, una copa -susurré sin borrar aquella picara sonrisa.
A fin de cuentas, le debía a la dama un vestido, porque no otorgarle también una parte de mi tiempo.
Ademas de que posiblemente el alcohol ayudaría a mitigar ligeramente mis ganas de estampar un puñetazo en mas de uno. A fin de cuentas ese del que se murmuraba acertado o no en su comportamiento era mi hermano, mi sangre, mi familia.
Con mi mano y un caballeroso gesto indique a la dama que tomara asiento en uno de los divanes cercanos a la pista de baile, donde la mayoría de invitados esperaban ese baile inaugural que por cierto parecía retrasarse frente a los inesperados acontecimientos.
Tome sendas copas de champagne que sobre una bandeja portaba una de las doncellas del teatro y le hice un gesto para que esperara para tomar una tercera para el solitario lobo que nos acompañaba.
Copas en mano, observe a ambos esperando que el tema de conversación no se centrara en aquel conde italiano cuyo nombre había descubierto minutos antes de la boca de uno de esos nobles que parecía, sin conocerlo, tener el derecho de juzgarlo.
La bruja paso con una niña aterrada por nuestro lado, aquello si me supo realmente mal, aquella pequeña parecía haber revivido frente a sus ojos un pasado incierto, y entendía que ese ángel estuviera pasando una de las peores noches de su vida.
Mi hermano iba a tener difícil aquel compromiso que a todos los efectos se me antojaba un error.
Por lo que había oído llevaban prometidos desde niños, fue la bruja de su madre quien busco, obviamente sin tino a una humana que nada sabia de lobos, ni de costumbres. Y aunque las de mi hermano al parecer por su comportamiento parecían bastante arcaicas, intuía que llevarían a esa mujer de rostro gélido, posiblemente asustada frente a la bestial reacción de mi hermano a una infelicidad desmedida.
Había elegido el mejor día para darle la noticia de que la familia aumenta y con ella los problemas crecen, pensé sonriendo de medio lado.
Fue entonces cuando oí el inequívoco ruido de muebles estallando contra las paredes y pronto supe que ahí estaba la reprimenda de mi hermano a su loba beta, y posiblemente también la forma de pagar aquella frustración que debía sentir en aquel preciso instante en el que el baile era un hervidero de comentarios, la mayoría hablando de un maltratador.
No pude evitar esbozar una sonrisa de medio lado, pues de no tomarme aquello a risa, hubiera sido capaz de hundir mi puño en la cara de alguno de esos afeminados hombres de picha corta, que no sabían ni entendían la vida de un lobo, y mucho menos la de un alfa.
Puede que sus formas lo perdieran, mas quizás porque a mi las mías también lo hacían, entendía mas que ninguno de los allí presentes por lo que ese alfa con el que me solidarizaba debía estar pasando.
-Esta bien, una copa -susurré sin borrar aquella picara sonrisa.
A fin de cuentas, le debía a la dama un vestido, porque no otorgarle también una parte de mi tiempo.
Ademas de que posiblemente el alcohol ayudaría a mitigar ligeramente mis ganas de estampar un puñetazo en mas de uno. A fin de cuentas ese del que se murmuraba acertado o no en su comportamiento era mi hermano, mi sangre, mi familia.
Con mi mano y un caballeroso gesto indique a la dama que tomara asiento en uno de los divanes cercanos a la pista de baile, donde la mayoría de invitados esperaban ese baile inaugural que por cierto parecía retrasarse frente a los inesperados acontecimientos.
Tome sendas copas de champagne que sobre una bandeja portaba una de las doncellas del teatro y le hice un gesto para que esperara para tomar una tercera para el solitario lobo que nos acompañaba.
Copas en mano, observe a ambos esperando que el tema de conversación no se centrara en aquel conde italiano cuyo nombre había descubierto minutos antes de la boca de uno de esos nobles que parecía, sin conocerlo, tener el derecho de juzgarlo.
La bruja paso con una niña aterrada por nuestro lado, aquello si me supo realmente mal, aquella pequeña parecía haber revivido frente a sus ojos un pasado incierto, y entendía que ese ángel estuviera pasando una de las peores noches de su vida.
Mi hermano iba a tener difícil aquel compromiso que a todos los efectos se me antojaba un error.
Por lo que había oído llevaban prometidos desde niños, fue la bruja de su madre quien busco, obviamente sin tino a una humana que nada sabia de lobos, ni de costumbres. Y aunque las de mi hermano al parecer por su comportamiento parecían bastante arcaicas, intuía que llevarían a esa mujer de rostro gélido, posiblemente asustada frente a la bestial reacción de mi hermano a una infelicidad desmedida.
Había elegido el mejor día para darle la noticia de que la familia aumenta y con ella los problemas crecen, pensé sonriendo de medio lado.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Aquel lobo de ojos verdes y penetrantes accedió ante mi insistencia a la invitación del joven licántropo que se presentó como actor,y aunque en un principio la había rechazado quizás fueron mis palabras lo que le hicieron cambiar de opinión.
Sonreí de nuevo, cuando de pronto se escucharon fuertes golpes en el piso de arriba y mi confusión me hizo elevar la mirada; desde luego del lugar donde Damon y su loba estarían hablando, o al juzgar por los gritos y los golpes, peleándose. Desconocía las costumbres de los lobos, pero desde luego sabía que eran temperamentales y fuertes de carácter, por lo que hice caso omiso a los comentarios escabrosos de los demás invitados, que en lugar de haber asistido a un baile, parecían miembros de la mismísima Inquisición, pendientes de los demás para poder criticar y exagerar los actos de los demás y poder justificar así su desprecio.
Negué con la cabeza para volver a la situación en la que me encontraba, y siguiendo el gesto caballeroso del licántropo me senté en un cómodo diván, a un lado del salón, mientras el amable lobo se acercaba a un atareado camarero en busca de unas copas de champagne.
-Gracias.- susurré mientras una sonrisa se instauraba en mis labios al rozar mis dedos con los suyos al entregarme la copa, y sin dejar de mirarle le pregunté recordando mi piel marcada por su pluma.- Si estáis alojados en un hostal, será porque no sois de aquí, ¿verdad?
Desde luego que si fuese de París su comportamiento conmigo hubiese sido muy distinto. Había un odio entre nuestras especies demasiado extremo en la ciudad, y él sin embargo había sido educado y cortés conmigo.
Justo en ese momento sentí su olor. La esencia de aquel inmortal al que sería capaz de reconocer de entre todos los demás. Kyros había aparecido en el baile. Desde me encontraba sentada tenía una perfecta visión de todo el salón, por lo que no me fue difícil encontrarlo, pues su aura relucía como ninguna. Sonreí al verlo, más mi ilusión se vio truncada cuando lo vi del brazo de otra joven y hermosa inmortal que lo acompañaba del brazo. Bajé pues mi mirada a mi regazo y suspiré con calma mientras volvía de nuevo a la conversación con los jóvenes lobos que me acompañaban.
Sonreí de nuevo, cuando de pronto se escucharon fuertes golpes en el piso de arriba y mi confusión me hizo elevar la mirada; desde luego del lugar donde Damon y su loba estarían hablando, o al juzgar por los gritos y los golpes, peleándose. Desconocía las costumbres de los lobos, pero desde luego sabía que eran temperamentales y fuertes de carácter, por lo que hice caso omiso a los comentarios escabrosos de los demás invitados, que en lugar de haber asistido a un baile, parecían miembros de la mismísima Inquisición, pendientes de los demás para poder criticar y exagerar los actos de los demás y poder justificar así su desprecio.
Negué con la cabeza para volver a la situación en la que me encontraba, y siguiendo el gesto caballeroso del licántropo me senté en un cómodo diván, a un lado del salón, mientras el amable lobo se acercaba a un atareado camarero en busca de unas copas de champagne.
-Gracias.- susurré mientras una sonrisa se instauraba en mis labios al rozar mis dedos con los suyos al entregarme la copa, y sin dejar de mirarle le pregunté recordando mi piel marcada por su pluma.- Si estáis alojados en un hostal, será porque no sois de aquí, ¿verdad?
Desde luego que si fuese de París su comportamiento conmigo hubiese sido muy distinto. Había un odio entre nuestras especies demasiado extremo en la ciudad, y él sin embargo había sido educado y cortés conmigo.
Justo en ese momento sentí su olor. La esencia de aquel inmortal al que sería capaz de reconocer de entre todos los demás. Kyros había aparecido en el baile. Desde me encontraba sentada tenía una perfecta visión de todo el salón, por lo que no me fue difícil encontrarlo, pues su aura relucía como ninguna. Sonreí al verlo, más mi ilusión se vio truncada cuando lo vi del brazo de otra joven y hermosa inmortal que lo acompañaba del brazo. Bajé pues mi mirada a mi regazo y suspiré con calma mientras volvía de nuevo a la conversación con los jóvenes lobos que me acompañaban.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Los bailes jamás fueron mi mayor deleite, no el baile en si, sino la sociedad en cuestión que se disponía a observar cada movimiento. Estar bajo la mira de tantos siempre me ha parecido asfixiante sin embargo, he de admitir que particularmente desde que soy capaz de recordar me envuelve el vaivén de las parejas y el pacifico danzar que a pesar de las ostentosas prendas se las arreglaba para lucir delicado y sutil. Cualquiera asumiría que un siglo es suficiente para olvidar toda una vida pero no, si bien perdí mi humanidad, cargo con una que otras ataduras y mantengo ciertos gustos que jamás se permitieron quedar en el olvido.
La mano de Kyros más que ayudarme bajar del carruaje, aun no sea necesario, me transmite cierta seguridad que tampoco creí necesitar pero disfruto; me mantiene centrada, calmada..., mantiene a la bestia en su lugar y mi cabeza en la tierra. Siempre lo ha hecho. Después de todo es él quien me ha enseñado gran parte de lo que sé.
Su petición para que lo acompañara esta noche llegado de imprevisto pues he de ser sincera, en los últimos días nuestros caminos se han encontrado con poca frecuencia, aun cuando compartimos el mismo domicilio por así decirlo. Por igual también alivió mis preocupaciones, hay tantas cosas que le he ocultado en las últimas semanas como mi furtivo encuentro con aquel licantropo, y temo no ser capaz de retener por más tiempo las palabras. Desde el comienzo de mi nueva vida, nunca he sido capaz de ocultarle algún hecho relevante. Sin embargo, el vestido que amablemente dejó en mis aposentos disipó lo que sea que torturaba mi mente, la delicadeza y detalle del corte era hermoso y el antifaz a su lado me llevaron de regreso a casa.
Creo que esta ha de ser la primera vez que camino por mi propia voluntad, sin berrinches ni escapadas a un evento de sociedad, ha de ser por él y la incertidumbre de querer saber si el tener algún tipo de contacto con mis raíces provoque algo en mi, que estar cerca de Italianos al igual que el antifaz me regrese a casa. Y es que es de esperarse que un siglo sea suficiente para olvidar pero..., no.
Entrar al lugar trae de regreso momentos que en ocasiones divagando en mi mente más ahora es diferente, ahora soy capaz de saber que piensan, percibo la tensión y que los diferencia, ahora es más divertido quedarme a escabullirme. Desde que Kyros cambió mi vida, ha sido diferente en muchos aspectos.
No tardo mucho para sentir una mirada en especifico enfocada en nosotros: debía de ser ella sobre quien me comentó. Sutilmente miro a Kyros varios centímetros por sobre mi estatura, tan solo su presencia inspira elegancia, poder..., cierto tipo de intimidación abriéndose paso donde lo desee. Me hace sentir segura aunque los dos sepamos que siempre he elegido demostrar que puedo valerme por mi misma. No me enorgullece pues sé que solo quiere ahuyentar a la inmortal que ha decidido encapricharse con él pero ha transcurrido mucho desde la última vez en la que hizo caso a alguna de ellas; no me enorgullece pero me intriga, más ahora que he notado su presencia, saber quién es aquella inmortal que lo ha llevado al punto de presentarme como la única mujer en su vida...
Su mano sobre la mía, el vestido ceñido a mi cintura, el lugar atiborrado de personas de la más seleccionada alcurnia y toda una noche por delante que me susurra que esté atenta a todo lo que ciertamente está por ocurrir.
La mano de Kyros más que ayudarme bajar del carruaje, aun no sea necesario, me transmite cierta seguridad que tampoco creí necesitar pero disfruto; me mantiene centrada, calmada..., mantiene a la bestia en su lugar y mi cabeza en la tierra. Siempre lo ha hecho. Después de todo es él quien me ha enseñado gran parte de lo que sé.
Su petición para que lo acompañara esta noche llegado de imprevisto pues he de ser sincera, en los últimos días nuestros caminos se han encontrado con poca frecuencia, aun cuando compartimos el mismo domicilio por así decirlo. Por igual también alivió mis preocupaciones, hay tantas cosas que le he ocultado en las últimas semanas como mi furtivo encuentro con aquel licantropo, y temo no ser capaz de retener por más tiempo las palabras. Desde el comienzo de mi nueva vida, nunca he sido capaz de ocultarle algún hecho relevante. Sin embargo, el vestido que amablemente dejó en mis aposentos disipó lo que sea que torturaba mi mente, la delicadeza y detalle del corte era hermoso y el antifaz a su lado me llevaron de regreso a casa.
Creo que esta ha de ser la primera vez que camino por mi propia voluntad, sin berrinches ni escapadas a un evento de sociedad, ha de ser por él y la incertidumbre de querer saber si el tener algún tipo de contacto con mis raíces provoque algo en mi, que estar cerca de Italianos al igual que el antifaz me regrese a casa. Y es que es de esperarse que un siglo sea suficiente para olvidar pero..., no.
Entrar al lugar trae de regreso momentos que en ocasiones divagando en mi mente más ahora es diferente, ahora soy capaz de saber que piensan, percibo la tensión y que los diferencia, ahora es más divertido quedarme a escabullirme. Desde que Kyros cambió mi vida, ha sido diferente en muchos aspectos.
No tardo mucho para sentir una mirada en especifico enfocada en nosotros: debía de ser ella sobre quien me comentó. Sutilmente miro a Kyros varios centímetros por sobre mi estatura, tan solo su presencia inspira elegancia, poder..., cierto tipo de intimidación abriéndose paso donde lo desee. Me hace sentir segura aunque los dos sepamos que siempre he elegido demostrar que puedo valerme por mi misma. No me enorgullece pues sé que solo quiere ahuyentar a la inmortal que ha decidido encapricharse con él pero ha transcurrido mucho desde la última vez en la que hizo caso a alguna de ellas; no me enorgullece pero me intriga, más ahora que he notado su presencia, saber quién es aquella inmortal que lo ha llevado al punto de presentarme como la única mujer en su vida...
Su mano sobre la mía, el vestido ceñido a mi cintura, el lugar atiborrado de personas de la más seleccionada alcurnia y toda una noche por delante que me susurra que esté atenta a todo lo que ciertamente está por ocurrir.
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Última edición por Enaylen Chavanell el Vie Jul 22, 2016 8:30 pm, editado 2 veces
Enaylen Chavanell- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 20/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Thomas se había enterado de que iba a haber una especie de baile para ricachones y seres sobrenaturales en el teatro de la ciudad. Iban a ir sobrenaturales de la más alta cuna al igual que personas mortales consideradas de la clase alta. Y yo quería ir. En cuanto me lo contó en su granja se me hizo la boca agua por ir a investigar un poco, un evento tan importante tenía que tener información que sacar, mucha. Y ya tenía a Mordekai conmigo, por lo que minimizaría el riesgo que corría si iba. Pero necesitábamos un nombre y sobre todo un apellido para la invitación. No era la primera vez que me colaba en una fiesta de esta clase gracias a mi maestro, tenía contactos en todas partes y manejaba los hilos a su antojo, por lo que... Así lo hizo.
Arthur Blake era el nombre que aparecía en la invitación que tenía en la mano. ¿Quién diablos era este tipo? Miré con una ceja alzada a Thomas y me mandó a vestirme. A saber... Había cosas que era mejor no saber, vivir en la ignorancia era mucho más satisfactorio y feliz. En la habitación que fue mía cuando era joven yacía encima de la cama un traje de color negro, demasiado elegante para mi gusto, pero la situación lo merecía, ese Blake debía de estar ahogado en el dinero. Empecé a vestirme, transformándome como si se tratase de un disfraz y di unas vueltas delante del espejo. Me sentaba realmente bien esta ropa, se ajustaba a mi cuerpo a la perfección. Los detalles en color plata en los bordes del frac, en el cuello y en la tela que llevaba en el abdomen me fascinaban, al igual que los que llevaban en las mangas. Oculté a Mordekai debajo de la ropa, aunque si había licántropos, olerían la plata al instante. Por último, coloqué una máscara sobre mis ojos, había que ir oculto con una de estas, lo que hacía que todo fuese mucho más interesante.
Salí por la puerta de la habitación, le enseñé a Thomas mi atuendo y le prometí que al terminar la noche volvería aquí para contarle lo que había pasado o por si algún sobrenatural decidía seguirme. Mejor pelear aquí donde habitaban unos cuantos cazadores que no me pillase solo desprevenido. Moví mis brazos como pude, las heridas ya no estaban en mi cuerpo gracias al trabajo de Moira. ¿Iría Jane a la fiesta? Esperaba que no, ya me bastaba con preocuparme por mí mismo. Salí de la casa, donde me esperaba un carruaje. Entré con la invitación de Arthur Blake en la mano y le indiqué que quería ir al teatro. Miré el reloj de bolsillo de oro que llevaba y sonreí, no era muy tarde, pero la fiesta hacía un poco que había sido iniciada, por lo que estaría plagado de gente interesante.
El carruaje llegó al destino indicado, le pagué los francos que requería el chófer y me bajé, rogando a los Dioses que la invitación colase. Le entregué al chico de la puerta y le sonreí. No sabía si ese tipo actuaba así con la plebe o era un auténtico gilipollas, pero yo no iba a ser así con alguien que estaba haciendo su trabajo para que los demás se divirtiesen. Entré cuando aceptó la invitación y sonreí aún más algo nervioso. ¿Qué tipo de gente me esperaba dentro? Llegué al salón, donde la gente hablaba, se divertía, bebía y bailaba... Yo de momento iba a ser de los que bebían. Aunque no demasiado. Tenía que estar alerta, Mordekai no podía actuar si me atacaban todos a la vez.
Traje y máscara
Arthur Blake era el nombre que aparecía en la invitación que tenía en la mano. ¿Quién diablos era este tipo? Miré con una ceja alzada a Thomas y me mandó a vestirme. A saber... Había cosas que era mejor no saber, vivir en la ignorancia era mucho más satisfactorio y feliz. En la habitación que fue mía cuando era joven yacía encima de la cama un traje de color negro, demasiado elegante para mi gusto, pero la situación lo merecía, ese Blake debía de estar ahogado en el dinero. Empecé a vestirme, transformándome como si se tratase de un disfraz y di unas vueltas delante del espejo. Me sentaba realmente bien esta ropa, se ajustaba a mi cuerpo a la perfección. Los detalles en color plata en los bordes del frac, en el cuello y en la tela que llevaba en el abdomen me fascinaban, al igual que los que llevaban en las mangas. Oculté a Mordekai debajo de la ropa, aunque si había licántropos, olerían la plata al instante. Por último, coloqué una máscara sobre mis ojos, había que ir oculto con una de estas, lo que hacía que todo fuese mucho más interesante.
Salí por la puerta de la habitación, le enseñé a Thomas mi atuendo y le prometí que al terminar la noche volvería aquí para contarle lo que había pasado o por si algún sobrenatural decidía seguirme. Mejor pelear aquí donde habitaban unos cuantos cazadores que no me pillase solo desprevenido. Moví mis brazos como pude, las heridas ya no estaban en mi cuerpo gracias al trabajo de Moira. ¿Iría Jane a la fiesta? Esperaba que no, ya me bastaba con preocuparme por mí mismo. Salí de la casa, donde me esperaba un carruaje. Entré con la invitación de Arthur Blake en la mano y le indiqué que quería ir al teatro. Miré el reloj de bolsillo de oro que llevaba y sonreí, no era muy tarde, pero la fiesta hacía un poco que había sido iniciada, por lo que estaría plagado de gente interesante.
El carruaje llegó al destino indicado, le pagué los francos que requería el chófer y me bajé, rogando a los Dioses que la invitación colase. Le entregué al chico de la puerta y le sonreí. No sabía si ese tipo actuaba así con la plebe o era un auténtico gilipollas, pero yo no iba a ser así con alguien que estaba haciendo su trabajo para que los demás se divirtiesen. Entré cuando aceptó la invitación y sonreí aún más algo nervioso. ¿Qué tipo de gente me esperaba dentro? Llegué al salón, donde la gente hablaba, se divertía, bebía y bailaba... Yo de momento iba a ser de los que bebían. Aunque no demasiado. Tenía que estar alerta, Mordekai no podía actuar si me atacaban todos a la vez.
Traje y máscara
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Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Sus cálidos brazos rodearon mi cuerpo tenso como las cuerdas de un arpa recién afinada. Sentí su cabeza en mi espalda y como esta se humedecía a través de la elegante chaqueta de aquel traje italiano que ahora se me antojaba una prisión.
Sus lagrimas brotaban de aquellos preciosos ojos acompañados de palabras llenas de suplicas, verdades y promesas futuras.
Una declaración de intenciones que sin duda y siendo un buen alfa no podía dar por perdida.
Se había sometido a mi, mas no solo eso me había demostrado su intención de cambiar, y ahora llegaba el momento del perdón.
Me gire arropándola entre mis brazos, mientras mis dedos acariciaban los encajes de aquel vestido que poco o nada dejaba a la imaginación.
-Pediré un nuevo vestido, y bajaras como la dama que eres a esa fiesta -susurré tratando ahora si de encontrar la calma en mis actos.
Sus palabras, aquella declaración de amor aun resonaba en mi cabeza, no porque de cierto modo y tras la noche de antes de encontrar a Jade eso no me hubiera quedado claro, mas bien porque jamas se lo había oído decir de aquel modo, con aquella fuerza y con tanta verdad.
Mas no quise pronunciarme al respecto, ahondar en lo que ambos sabíamos era una tontería que solo nos llevaría ha hacernos mas daño, yo estaba prometido a una mujer que me odiaba, eso también era cierto.
Pero yo no estaba dispuesto a tirar todo por la borda, puede que aquella mujer fuera difícil, que se empecinara en demostrarme una y otra vez que nuestro compromiso no le agradaba, ni siquiera mi presencia, la que por momentos pensaba le repugnaba. Mas había algo en sus ojos, un atisbo de algo que me hacia no perder la esperanza a que algún día, aquel fuerte temperamento que poseía la convirtiera en la fuerte líder que esperaba, y porque no, que entender a la manada la hiciera entenderme a mi, y que con eso llegara otro modo de verme.
No como al maltratado que abajo todos rumoreaban que era, si no como el alfa que realmente era.
-Voy bajo, he de enfrentar los problemas, no huir de ellos -atajé separando mi cuerpo de su reconfortante calor.
Una ultima mirada de aquellos ojos verduscos fue lo que me lleve como escudo antes de cerrar la puerta tras de mi tomando aire, mas que dispuesto a de nuevo entablar batalla.
Ordene a uno de los criados que acudiera a la mansión de la señora Agnes con premura y tomara el vestido adecuado para la dama que en el interior lo esperaba.
Mas cuando las ordenes quedaron claras, rehíce mis pasos camino a aquellas escaleras que ahora se me antojaban mas largas que nunca.
Por suerte, mi paso fue interrumpido por una mujer a la que bien conocía, pues era esposa de un viejo amigo italiano, con el que había compartido alguna que otra escaramuza en tiempos pasados.
Sonreí de medio lado acercándome a ella con la mirada fija en sus ojos, mas pronto le dedique un caballeroso saludo, que sin duda una dama de su nivel merecía.
-¿No sabia que andabais por aquí? -dije tras besar el dorso de su mano con elegancia -¿donde esta vuestro esposo madam? -pregunté con la firme intención de saludar a aquel viejo amigo, y como no compartir alguna copa de mas que bien necesitaba en aquella noche estrellada.
Un gesto me hizo saber que nadaba sola, posiblemente alguna escapada en solitario de esas que todos necesitábamos de vez en cuando, así que me limite a sonreir galante.
-¿Me concederíais un baile, y quizás un par de copas? -pregunté con una picara sonrisa.
A fin de cuentas era de las pocas personas que conocía de antes, y mi amistad con su marido, posiblemente delimitaría entre nosotros esa delgada linea roja que ninguno de nosotros traspasaría jamas. Con lo cual evitada la tentación y el peligro, solo quedaba la diversión, y yo aquella noche necesitaba distraerme.
Mi futura esposa me quería lejos, y si así lo deseaba, así lo tendría, tenia toda la fiesta para recapacitar junto a su adorada nueva amiga sobre su actitud.
Sus lagrimas brotaban de aquellos preciosos ojos acompañados de palabras llenas de suplicas, verdades y promesas futuras.
Una declaración de intenciones que sin duda y siendo un buen alfa no podía dar por perdida.
Se había sometido a mi, mas no solo eso me había demostrado su intención de cambiar, y ahora llegaba el momento del perdón.
Me gire arropándola entre mis brazos, mientras mis dedos acariciaban los encajes de aquel vestido que poco o nada dejaba a la imaginación.
-Pediré un nuevo vestido, y bajaras como la dama que eres a esa fiesta -susurré tratando ahora si de encontrar la calma en mis actos.
Sus palabras, aquella declaración de amor aun resonaba en mi cabeza, no porque de cierto modo y tras la noche de antes de encontrar a Jade eso no me hubiera quedado claro, mas bien porque jamas se lo había oído decir de aquel modo, con aquella fuerza y con tanta verdad.
Mas no quise pronunciarme al respecto, ahondar en lo que ambos sabíamos era una tontería que solo nos llevaría ha hacernos mas daño, yo estaba prometido a una mujer que me odiaba, eso también era cierto.
Pero yo no estaba dispuesto a tirar todo por la borda, puede que aquella mujer fuera difícil, que se empecinara en demostrarme una y otra vez que nuestro compromiso no le agradaba, ni siquiera mi presencia, la que por momentos pensaba le repugnaba. Mas había algo en sus ojos, un atisbo de algo que me hacia no perder la esperanza a que algún día, aquel fuerte temperamento que poseía la convirtiera en la fuerte líder que esperaba, y porque no, que entender a la manada la hiciera entenderme a mi, y que con eso llegara otro modo de verme.
No como al maltratado que abajo todos rumoreaban que era, si no como el alfa que realmente era.
-Voy bajo, he de enfrentar los problemas, no huir de ellos -atajé separando mi cuerpo de su reconfortante calor.
Una ultima mirada de aquellos ojos verduscos fue lo que me lleve como escudo antes de cerrar la puerta tras de mi tomando aire, mas que dispuesto a de nuevo entablar batalla.
Ordene a uno de los criados que acudiera a la mansión de la señora Agnes con premura y tomara el vestido adecuado para la dama que en el interior lo esperaba.
Mas cuando las ordenes quedaron claras, rehíce mis pasos camino a aquellas escaleras que ahora se me antojaban mas largas que nunca.
Por suerte, mi paso fue interrumpido por una mujer a la que bien conocía, pues era esposa de un viejo amigo italiano, con el que había compartido alguna que otra escaramuza en tiempos pasados.
Sonreí de medio lado acercándome a ella con la mirada fija en sus ojos, mas pronto le dedique un caballeroso saludo, que sin duda una dama de su nivel merecía.
-¿No sabia que andabais por aquí? -dije tras besar el dorso de su mano con elegancia -¿donde esta vuestro esposo madam? -pregunté con la firme intención de saludar a aquel viejo amigo, y como no compartir alguna copa de mas que bien necesitaba en aquella noche estrellada.
Un gesto me hizo saber que nadaba sola, posiblemente alguna escapada en solitario de esas que todos necesitábamos de vez en cuando, así que me limite a sonreir galante.
-¿Me concederíais un baile, y quizás un par de copas? -pregunté con una picara sonrisa.
A fin de cuentas era de las pocas personas que conocía de antes, y mi amistad con su marido, posiblemente delimitaría entre nosotros esa delgada linea roja que ninguno de nosotros traspasaría jamas. Con lo cual evitada la tentación y el peligro, solo quedaba la diversión, y yo aquella noche necesitaba distraerme.
Mi futura esposa me quería lejos, y si así lo deseaba, así lo tendría, tenia toda la fiesta para recapacitar junto a su adorada nueva amiga sobre su actitud.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
El ambiente en la fiesta era de lo más distinguido y se notaba que no habían reparado en gasto alguno para la celebración. En teoría iba a ser la presentación de un hombre importante venido desde Italia, y que además presentaría en aquella fiesta a su prometida. Me moría de curiosidad por saber quién iba a ser la afortunada y si la conocía aunque fuera de vista, pero me daba la sensación de que jamás la habría visto. Sería alguien de alta cuna para casarse con una persona, creo que era Conde, de Italia. A no ser que fuera un matrimonio concertado y por conveniencia… pero eso era algo que jamás llegaríamos a saber.
La gente estaba en pequeños grupos mientras hablaban entre ellos, con las copas de champán que los camareros estaban repartiendo o bien bailando en el centro de la pista. No conocía a nadie, no había ningún rostro conocido que me resultara familiar y me estaba comenzando a arrepentir de haber venido. No sabía por qué le había echo aquel favor a la Madam, seguramente, si no hubiera venido y me hubiera inventado alguna escusa cuando me preguntara luego habría colado.
Pero aunque ella no podía venir igualmente quiso enterarse de todo lo que pasara en la fiesta y, para ello, me había mandado a mí alegando que me sentaría bien salir un poco. Y como no podía discutir con ella porque sinceramente era perder el tiempo, ya que siempre me dejaba con la palabra en la boca –algo que me molestaba en demasía- acepté a regañadientes. Por lo que ahí me encontraba, en medio de aquel enorme salón del teatro, con una decoración exquisita, con gente de elegantes vestidos bailando, charlando o riendo mientras yo me paseaba entre los invitados con una copa de champán.
Al final opté por sentarme mientras esperaba a que aquel hombre apareciera e hiciera las presentaciones debidas de su esposa, después esperaría un poco por si había algo que contarle a la Madam y finalmente acabaría por irme de la fiesta, no tenía ninguna gana de estar allí y prefería estar tumbada en la cama con Isis a mí lado acariciando su suave y oscuro pelaje.
Me fijé en la gente que bailaba en el centro al ritmo de la música y no pude evitar fijarme en que había un hombre que, cada cierto tiempo, bailando entre la demás gente no se cortaba en coger a cualquier mujer que estuviera a su alcance para bailar con ella, aunque esta estuviera bailando con su pareja. Y al parecer ninguna de ellas se quejaba pese a que podía ver la cara de fastidio de los hombres al mirarlos. Me reí entre dientes sin poder evitarlo, me recordaba a cierto galán que había conocido en alguna que otra fiesta de la alta sociedad, un Italiano que sabía perfectamente cómo conquistar a una dama y la labia que tenía era sin duda un claro ejemplo de su lugar de origen.
Cuando lo vi de perfil enarqué una ceja, aquel rostro me recordaba demasiado a aquel hombre y, ¿por qué no? Sabía que él no se perdía ninguna fiesta de este tipo y que le encantaban, además, aquellos ademanes eran muy típicos suyos y tenía toda la pinta de que era él realmente. Movida por la curiosidad y porque realmente sería la única cara conocida de la fiesta me levanté de donde estaba, dando el último trago a la copa que tenía en la mano, y la dejé sobre la mesa acercándome a donde estaban bailando todos.
En cuanto se giró dejando a la joven con la que estaba bailando para que pudiera volver con su pareja actual y le vi el rostro de más de cerca… reí entre dientes. Aquel hombre enmascarado definitivamente era aquel hombre, esos ojos verdes que tenía eran demasiado llamativos y los había visto en muy pocas personas en París. Además, esa piel tostada, aquella perilla y la forma que tenía tan felina de mirar… sí, sin duda alguna era él.
-Es un placer volver a verle, señor Gianetti –dije justo estando detrás de él, su porte alto ahora con los zapatos que llevaba le hacían quedar casi a mi misma altura y sonreí de lado. En cuanto se giró para mirarme le sonreí ya que sabía que era él, esperando que me reconociera sin decirle realmente quién era- Usted es el único hombre que se atreve a robarle las parejas a los demás como si realmente fueran suyas, y bailar con ellas –reí entre dientes por aquello, divertida por ver una cara conocida que amenizaría mucho más la noche- Su galantería le precede. ¿Me concedería el próximo baile, o tiene a alguna otra joven que robar de su pareja? –justo lo que necesitaba, mí humor acababa de cambiar de manera drástica.
La gente estaba en pequeños grupos mientras hablaban entre ellos, con las copas de champán que los camareros estaban repartiendo o bien bailando en el centro de la pista. No conocía a nadie, no había ningún rostro conocido que me resultara familiar y me estaba comenzando a arrepentir de haber venido. No sabía por qué le había echo aquel favor a la Madam, seguramente, si no hubiera venido y me hubiera inventado alguna escusa cuando me preguntara luego habría colado.
Pero aunque ella no podía venir igualmente quiso enterarse de todo lo que pasara en la fiesta y, para ello, me había mandado a mí alegando que me sentaría bien salir un poco. Y como no podía discutir con ella porque sinceramente era perder el tiempo, ya que siempre me dejaba con la palabra en la boca –algo que me molestaba en demasía- acepté a regañadientes. Por lo que ahí me encontraba, en medio de aquel enorme salón del teatro, con una decoración exquisita, con gente de elegantes vestidos bailando, charlando o riendo mientras yo me paseaba entre los invitados con una copa de champán.
Al final opté por sentarme mientras esperaba a que aquel hombre apareciera e hiciera las presentaciones debidas de su esposa, después esperaría un poco por si había algo que contarle a la Madam y finalmente acabaría por irme de la fiesta, no tenía ninguna gana de estar allí y prefería estar tumbada en la cama con Isis a mí lado acariciando su suave y oscuro pelaje.
Me fijé en la gente que bailaba en el centro al ritmo de la música y no pude evitar fijarme en que había un hombre que, cada cierto tiempo, bailando entre la demás gente no se cortaba en coger a cualquier mujer que estuviera a su alcance para bailar con ella, aunque esta estuviera bailando con su pareja. Y al parecer ninguna de ellas se quejaba pese a que podía ver la cara de fastidio de los hombres al mirarlos. Me reí entre dientes sin poder evitarlo, me recordaba a cierto galán que había conocido en alguna que otra fiesta de la alta sociedad, un Italiano que sabía perfectamente cómo conquistar a una dama y la labia que tenía era sin duda un claro ejemplo de su lugar de origen.
Cuando lo vi de perfil enarqué una ceja, aquel rostro me recordaba demasiado a aquel hombre y, ¿por qué no? Sabía que él no se perdía ninguna fiesta de este tipo y que le encantaban, además, aquellos ademanes eran muy típicos suyos y tenía toda la pinta de que era él realmente. Movida por la curiosidad y porque realmente sería la única cara conocida de la fiesta me levanté de donde estaba, dando el último trago a la copa que tenía en la mano, y la dejé sobre la mesa acercándome a donde estaban bailando todos.
En cuanto se giró dejando a la joven con la que estaba bailando para que pudiera volver con su pareja actual y le vi el rostro de más de cerca… reí entre dientes. Aquel hombre enmascarado definitivamente era aquel hombre, esos ojos verdes que tenía eran demasiado llamativos y los había visto en muy pocas personas en París. Además, esa piel tostada, aquella perilla y la forma que tenía tan felina de mirar… sí, sin duda alguna era él.
-Es un placer volver a verle, señor Gianetti –dije justo estando detrás de él, su porte alto ahora con los zapatos que llevaba le hacían quedar casi a mi misma altura y sonreí de lado. En cuanto se giró para mirarme le sonreí ya que sabía que era él, esperando que me reconociera sin decirle realmente quién era- Usted es el único hombre que se atreve a robarle las parejas a los demás como si realmente fueran suyas, y bailar con ellas –reí entre dientes por aquello, divertida por ver una cara conocida que amenizaría mucho más la noche- Su galantería le precede. ¿Me concedería el próximo baile, o tiene a alguna otra joven que robar de su pareja? –justo lo que necesitaba, mí humor acababa de cambiar de manera drástica.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Sentí como los músculos de Damon se mantenían en tensión bajo mi abrazo, pero poco a poco fue relajando su cuerpo tras escuchar y asimilar mis palabras. Traté de sonreír sabiendo que aquello solo podía significar que me perdonaba, que teníamos una tregua y que probablemente me daría otra oportunidad, que no pensaba malgastar.
Se dio la vuelta y esta vez ya no era yo sola la que lo abrazaba. Damon me refugió entre sus fuertes brazos, mientras acariciaba con sus dedos aquel vestido que lo había hecho enfurecer.
Pegué mi cabeza a su pecho, como tantas otras veces había hecho cuando necesitaba consuelo, y cerré los ojos. Imaginé que estábamos en casa, junto a la manada; y que aquella solo había sido una pelea más entre dos lobos que se aprecian y se conocen demasiado.
Inspiré su olor que tanto me reconfortaba, y traté de olvidarme de todo lo demás. Todo se arreglaría; si permanecíamos unidos nada podría acabar con nosotros.
Fue entonces cuando al hablar él sobre mandar a algún mozo a casa de Agnés a por mi vestido alternativo, volví a la realidad. Abrí los ojos con pesadumbre. Era una realidad muy distinta a la que deseaba. Su prometida lo esperaba abajo, y yo...yo haría de tripas corazón, y sería la mejor loba beta que podría desear. Porque se lo merecía, y porque sabía que sin mi apoyo aquel asunto en París se le haría más complicado de lo que en un principio pensaba que sería. Y si habíamos pasado por tantas batallas, peleas y tristezas juntos, y habíamos salido de ellas, a la que nos enfrentábamos no sería distinta.
Se separó de mí, alegando que debía hacer frente al problema que tenía abajo. Sin entender muy bien a que se refería, más imaginé que algún tema en relación con su prometida, lo miré fijamente a los ojos antes de asentir.
Cuando salió por la puerta, una parte de mí se marchó tras él, mientras yo permanecía sentada en un diván aterciopelado, esperando a que me trajesen el vestido que en realidad había elegido para el baile, antes de decidir retar al lobo.
Tras media hora de espera, apareció un mozo agitado con mi vestido envuelto en una funda de raso. Le agradecí el detalle, y tras cerrar la puerta comencé a cambiarme. Elegí aquel precioso traje porque me recordó al pelo que lucía bajo los efectos de la luna llena; en esos momentos donde podía ser yo misma sin importarme nada más. Cuando era libre de mi mente, y del mundo.
Minutos después, bajaba por la misma escalera que antes; pero sabiendo esta vez que Damon se sentiría orgulloso de la dama que bajaba por ella.
Lo busqué con la mirada, y pude ver que hablaba con una mujer cuya cara me era familiar.
De nuevo las miradas se posaron en mí. Pensé lo que habrían estado hablando de nosotros en nuestra ausencia, y la verdad es que me importaba poco. Aquellos amargados de alta alcurnia jamás entenderían lo que significaba pertenecer a una manada.
Vestido
Se dio la vuelta y esta vez ya no era yo sola la que lo abrazaba. Damon me refugió entre sus fuertes brazos, mientras acariciaba con sus dedos aquel vestido que lo había hecho enfurecer.
Pegué mi cabeza a su pecho, como tantas otras veces había hecho cuando necesitaba consuelo, y cerré los ojos. Imaginé que estábamos en casa, junto a la manada; y que aquella solo había sido una pelea más entre dos lobos que se aprecian y se conocen demasiado.
Inspiré su olor que tanto me reconfortaba, y traté de olvidarme de todo lo demás. Todo se arreglaría; si permanecíamos unidos nada podría acabar con nosotros.
Fue entonces cuando al hablar él sobre mandar a algún mozo a casa de Agnés a por mi vestido alternativo, volví a la realidad. Abrí los ojos con pesadumbre. Era una realidad muy distinta a la que deseaba. Su prometida lo esperaba abajo, y yo...yo haría de tripas corazón, y sería la mejor loba beta que podría desear. Porque se lo merecía, y porque sabía que sin mi apoyo aquel asunto en París se le haría más complicado de lo que en un principio pensaba que sería. Y si habíamos pasado por tantas batallas, peleas y tristezas juntos, y habíamos salido de ellas, a la que nos enfrentábamos no sería distinta.
Se separó de mí, alegando que debía hacer frente al problema que tenía abajo. Sin entender muy bien a que se refería, más imaginé que algún tema en relación con su prometida, lo miré fijamente a los ojos antes de asentir.
Cuando salió por la puerta, una parte de mí se marchó tras él, mientras yo permanecía sentada en un diván aterciopelado, esperando a que me trajesen el vestido que en realidad había elegido para el baile, antes de decidir retar al lobo.
Tras media hora de espera, apareció un mozo agitado con mi vestido envuelto en una funda de raso. Le agradecí el detalle, y tras cerrar la puerta comencé a cambiarme. Elegí aquel precioso traje porque me recordó al pelo que lucía bajo los efectos de la luna llena; en esos momentos donde podía ser yo misma sin importarme nada más. Cuando era libre de mi mente, y del mundo.
Minutos después, bajaba por la misma escalera que antes; pero sabiendo esta vez que Damon se sentiría orgulloso de la dama que bajaba por ella.
Lo busqué con la mirada, y pude ver que hablaba con una mujer cuya cara me era familiar.
De nuevo las miradas se posaron en mí. Pensé lo que habrían estado hablando de nosotros en nuestra ausencia, y la verdad es que me importaba poco. Aquellos amargados de alta alcurnia jamás entenderían lo que significaba pertenecer a una manada.
Vestido
Arely Pucini- Licántropo Clase Alta
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Fue entonces que en la lejanía de algunos lugares vacíos del teatro, se oía salvajemente el rompimiento de maderas y provenía exactamente de un salón vacío del segundo piso que se usa para guardar el material escénico de las obras en las cuáles Marduk participaba también. En aquel momento él dudó si de ir a reclamar los destrozos que se estaban haciendo en el lugar de trabajo o llamar a su jefe, pero la solución más acertada era no entrometerse en la furia del Conde Damon contra aquella licana, con la cual parecía tener un lazo mucho más interno, de lo poco que se podía ver en aquella fiesta. Además, Marduk negaría saber algo acerca de lo que pasó con aquel material y así no tener que dar explicaciones a su jefe.
En tanto, Marduk permanecía cerca del grupo que se había formado entre él, la vampiresa y el otro licano y con el cual trató con mucho cuidado debido a que en sus ojos se veía a un Alfa de una manada, la cual quizás estaría presente allí también como quizás no. Marduk era un lobo solitario que evitaba tener relación con algún licántropo que perteneciera a alguna manada, ya que aquello puede traer consecuencias peligrosas, y Marduk no se vino a vivir a París para crear conflictos u enemigos. Y así… cuanto más acontecía a cada minuto en aquel baile. De pronto los ruidos del segundo piso cesaron pues al parecer la cólera de aquellos dos licanos desapareció. Y se vió entonces bajar por las escaleras primero al Conde, y luego a la otra licana de nombre desconocido, era muy hermosa aquella mujer…y se la quedó contemplando un rato, mas siendo muy precavido para que su mirada pasara desapercibida… quizás quién era aquella mujer. Marduk hubiese deseado conocerle, pero era imposible si tenía alguna especie de relación con el Alfa Damon. Marduk solo no quería meterse en problemas, y aquella curiosidad que le caracterizaba era controlada por Marduk en algunas ocasiones.
Decidió entonces olvidarse de los acontecimientos pasados, en aquel baile e inevitablemente se dió cuenta que con un vaso de champagne, y careciendo de importancia en una pareja que tal vez ya se conocía, hablando exactamente de la vampiresa y el licano, a Marduk poco le quedaba por hacer allí y de igual forma se había quedado un rato conversando con los dos, observando los acontecimientos y las personas que aún no dejaban de entrar en el evento. Luego de ello, Marduk se despidió cordialmente de ambos seres, agradeciéndoles la charla y la compañía y a la vampiresa le terminó regalando aquel pañuelo que le había concedido para limpiarse el desastre de su vestido. Marduk se alejó…
Luego de tanto contemplar a su alrededor, hubo un momento en que se cansó y dejó su copa de champagne vacía en una mesa rectangular cercana y caminó sin rumbo alguno por el salón que él ya se conocía completamente con la encrucijada de quedarse o irse ya del lugar… optó por la segunda opción, y arreglándose un poco su traje. Caminó hacia la salida, a nadie conocía como para quedarse excepto ahora a aquellos dos seres, con los cuáles accedió a atreverse a entablar una conversación.
Saliendo del lugar, ya se sentó en una banca que quedaba cerca del Teatro, a esperar si algún carro de caballos paraba cercano, para poderse irse en ello o de lo contrario se iría a pie. Ya no había más que hacer en aquél evento...
En tanto, Marduk permanecía cerca del grupo que se había formado entre él, la vampiresa y el otro licano y con el cual trató con mucho cuidado debido a que en sus ojos se veía a un Alfa de una manada, la cual quizás estaría presente allí también como quizás no. Marduk era un lobo solitario que evitaba tener relación con algún licántropo que perteneciera a alguna manada, ya que aquello puede traer consecuencias peligrosas, y Marduk no se vino a vivir a París para crear conflictos u enemigos. Y así… cuanto más acontecía a cada minuto en aquel baile. De pronto los ruidos del segundo piso cesaron pues al parecer la cólera de aquellos dos licanos desapareció. Y se vió entonces bajar por las escaleras primero al Conde, y luego a la otra licana de nombre desconocido, era muy hermosa aquella mujer…y se la quedó contemplando un rato, mas siendo muy precavido para que su mirada pasara desapercibida… quizás quién era aquella mujer. Marduk hubiese deseado conocerle, pero era imposible si tenía alguna especie de relación con el Alfa Damon. Marduk solo no quería meterse en problemas, y aquella curiosidad que le caracterizaba era controlada por Marduk en algunas ocasiones.
Decidió entonces olvidarse de los acontecimientos pasados, en aquel baile e inevitablemente se dió cuenta que con un vaso de champagne, y careciendo de importancia en una pareja que tal vez ya se conocía, hablando exactamente de la vampiresa y el licano, a Marduk poco le quedaba por hacer allí y de igual forma se había quedado un rato conversando con los dos, observando los acontecimientos y las personas que aún no dejaban de entrar en el evento. Luego de ello, Marduk se despidió cordialmente de ambos seres, agradeciéndoles la charla y la compañía y a la vampiresa le terminó regalando aquel pañuelo que le había concedido para limpiarse el desastre de su vestido. Marduk se alejó…
Luego de tanto contemplar a su alrededor, hubo un momento en que se cansó y dejó su copa de champagne vacía en una mesa rectangular cercana y caminó sin rumbo alguno por el salón que él ya se conocía completamente con la encrucijada de quedarse o irse ya del lugar… optó por la segunda opción, y arreglándose un poco su traje. Caminó hacia la salida, a nadie conocía como para quedarse excepto ahora a aquellos dos seres, con los cuáles accedió a atreverse a entablar una conversación.
Saliendo del lugar, ya se sentó en una banca que quedaba cerca del Teatro, a esperar si algún carro de caballos paraba cercano, para poderse irse en ello o de lo contrario se iría a pie. Ya no había más que hacer en aquél evento...
Marduk Canaan- Licántropo Clase Alta
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Re: Baile de Mascaras Presentacion de un lobo en Sociedad Y su compromiso
Seguía con su mirada puesta en los invitados, que en el gran salón, a donde desembocaba la elegante escalera, proseguían con su velada, algunos aún cuchicheando sobre el incidente del vestido, la joven y el anfitrión, porque era muy extraño que no se hubieran percatado de que aquel hombre debía ser parte de los anfitriones, arrastrar literalmente a la joven, escaleras arriba, frente la mirada curiosa, atónita y envenenada de algunos, había sido tal vez un error para pasar inadvertidos. Pero aquel incidente pronto se vería como una mera anécdota, si algo mas interesante ocurría.
Pensando en ello se encontraba, cuando un caballero pasó a su lado, mas se detuvo, atrayendo la atención de Anthea, pues miraba con sus orbes fijos en los de la mujer. Sonrió un tanto desconcertada, pero al escuchar la voz del caballero, pudo reconocerlo, era Damon, no solo el anfitrión y prometido de la noche, sino también, un antiguo amigo de la persona a la que mas odiaba, y de la que no deseaba saber que podía ser de su vida. Pero desde lo vivido, había aprendido que no había mejor forma de terminar con los miedos que enfrentarlos. Así que extendió la mano derecha, la que fue tomada y besada por el caballero, - Felicidades, por ésta noche tan importante - dijo, sin contestar a lo que el italiano había preguntado, bien sabía que por su palidez al preguntar por Bruno, el caballero habría entendido que era un tema del que no pensaba hablar, no por el momento.
Aceptó la petición de bailar con él, con un suave movimiento de su cabeza, - será todo un placer bailar con usted... y lo de las copas, con una buena charla entremedio... dudo que exista un mejor plan...- su sonrisa fue seductora por naturaleza, claro que el noble, no sabía de su nueva vida, lejos de Italia, de Bruno.
Bajaron las escaleras, dispuestos a bailar unas piezas de vals y disfrutar de un buen champagne o una bebida aún mas espirituosa, solo esperaba no terminar confesando ante el amigo de su ex esposo, que éste era mas un demonio que un hombre de honor.
Pensando en ello se encontraba, cuando un caballero pasó a su lado, mas se detuvo, atrayendo la atención de Anthea, pues miraba con sus orbes fijos en los de la mujer. Sonrió un tanto desconcertada, pero al escuchar la voz del caballero, pudo reconocerlo, era Damon, no solo el anfitrión y prometido de la noche, sino también, un antiguo amigo de la persona a la que mas odiaba, y de la que no deseaba saber que podía ser de su vida. Pero desde lo vivido, había aprendido que no había mejor forma de terminar con los miedos que enfrentarlos. Así que extendió la mano derecha, la que fue tomada y besada por el caballero, - Felicidades, por ésta noche tan importante - dijo, sin contestar a lo que el italiano había preguntado, bien sabía que por su palidez al preguntar por Bruno, el caballero habría entendido que era un tema del que no pensaba hablar, no por el momento.
Aceptó la petición de bailar con él, con un suave movimiento de su cabeza, - será todo un placer bailar con usted... y lo de las copas, con una buena charla entremedio... dudo que exista un mejor plan...- su sonrisa fue seductora por naturaleza, claro que el noble, no sabía de su nueva vida, lejos de Italia, de Bruno.
Bajaron las escaleras, dispuestos a bailar unas piezas de vals y disfrutar de un buen champagne o una bebida aún mas espirituosa, solo esperaba no terminar confesando ante el amigo de su ex esposo, que éste era mas un demonio que un hombre de honor.
Anthea- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 19/06/2016
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