El otro lado del espejo || Privado

Los años fueron dando y creció mi economía gracias a mis ingresos y administración de la propiedad, había forjado un carácter fuerte como para poder frenar los abusos de mis padres, poco a poco fui recuperando propiedades que antes las teníamos perdidas gracias a cierto arte que me enseñó mi querida amiga, la manipulación o coquetería. Si, con ella había descubierto muchos aspectos ocultos de mí, que estaban ahí, pero tenía miedo mostrarlos, hasta ese momento. Mi matrimonio estaba cerca ¿cuál? El que mis padres aceptaron sin decirme nada, era con aquel Duque al que habían prácticamente obligado a aceptarme como esposa. Mi “amiga” no iba a hacer nada, así que fácil, tuve que fingir y mentirle, si le mentí a mi gran amor sobre mi condición diciéndole que ya no había nada que pudiera hacer para retrasar o anular aquella unión, que debía ser ahora o nunca el poder irnos juntas, que yo quería estar solo con ella, que si ella no me aceptaba tendría que casarme con aquel hombre y prácticamente vivir amargada el resto de mi vida sin tenerla. La manipulé demasiado que esa noche me pide ir a su hogar y para qué, para escaparnos pero a un lugar donde no regresaríamos.

Fuimos por la noche por el bosque hasta un claro de vertiente, ahí me confesó lo que ella era, no podía creer el monstruo que me estaba contando que era, pero yo ya lo sabía, con eso la pude chantajear más para que me alejará de la vida del matrimonio, pero no pensé que ella me daría la vida de ella como nocturna. Desde esa noche pasamos juntas el resto de nuestra vida. Dejé la familia y el apellido tomé el de ella, éramos una pareja perfecta. Al menos por un tiempo.

Los años nos pasaban y aunque tratábamos no levantar sospechas el habernos quedado mucho tiempo en una ciudad donde nos conocían hizo que los pobladores se percataran de nuestra condición. No pasaron ni semanas que cayeron los inquisidores donde ella murió, mi gran amor murió asesinada por ellos, aunque no es del todo cierto, yo fui la que no quiso que nos fuéramos, fue mi decisión quedarnos y yo hice que los lugareños se percaten de nuestra condición, hice de todo para llamar a los inquisidores y que la mataran ¿para qué? Para tener mi libertad porque en los últimos años ella se volvió muy intensa controlándome todo, donde iba, de quien bebía, cuándo bebía; nada estaba a su gusto, se parecía más a mis padres así que lo más sano fue terminar con ella. Hui lo más lejos posible y con su fortuna y la mía viajé por todo el mundo conociéndolo, aprendiendo de las personas, explorando lo que no había visto antes, ahora ya sabía más sobre mí y los gustos que tenía, ya tenía algo más definido. A los años regresé a Francia, cuando sabía que ya nadie me recordaría o reconocería, ahí me instalé como una mujer nueva libre y sin pasado. Solo que este no me dejó tan fácil porque aun en la eterna soledad que pasé vagando {conociendo ciudades y maravillas de mundo} aun me golpea un solo recuerdo, y no, era de mi amante nocturna, era de aquella joven de mi época mortal y de instituto, aquella ¿humana?, su candidez e inocencia, preguntándome muchos “y si” pero todos solo imaginaciones de mi mente solitaria e infame, porque al final una fila de bellas mortales llena

La suave melodía de Thoumas que estaba tocando para mi, suave y aterciopelado, me hablaba con un murmullo ronco, penetrante y oscuro, entre gemidos y suspiros, tierno y brillante, sí, todo a la vez. –¡AAHHHH!– grita abriendo mucho los ojos sintiéndolo por completo dentro de ella. El es el que me reclama, todo su ser me reclama como suya, sale de mi y me quejo, se mueve e intercambiamos posiciones –Te amor Thoumas –susurro dejándome llevar lo miro a los ojos sonrojándome jadeando –Te amor –muerdo mis labios aun con los ojos cerrados abrazándome a su cuello, cierro los ojos. –Si ahh… ahí… ... ah... ah... Thoumas –susurre parecía que no necesitaba que le dijera lo que necesitaba, creo que el podía leerme como a las notas de su violan, la manera en que mi cabeza se hizo hacia atrás y abrió la boca, los suaves y jadeantes gemidos que escaparon de mis labios.

Sollocé, creí que terminaría por desfallecer ante el debastardor orgasmo que estaba experimentando le roce los labios con los míos, nuestras lenguas se encontraron y un intenso y poderoso placer nos recorrió a ambos, sentí como nos fundimos en un éxtasis. Todo mi cuerpo se estremeció, me sentía más liviana , segura y amada.

Mis ojos estaban obnubilados, mis mejillas ardían sonrojadas, tenía los labios hinchados, mi corazón todavía estaba latiendo a mil por hora, por todo el cuerpo aún sentía el hormigueo por el primer orgasmo que había tenido. No podía dejar de pensar en cómo se había sentido el estar unida a mi amor prohibido, a Thoumas, y no me refería a físicamente, no, no solo eso, era una unión mucha mas fuerte. Estaba absolutamente embelesada por lo que acababan de hacer y tenía los labios extremadamente sensibles por sus apasionados besos. Esa fue la mejor parte de hacer el amor. El afecto que tanto anhelaba, la ternura que él le había demostrado cuando me besaba, había fluido de ese beso como si una onda eléctrica se tratara, vigorizándola y llenando su estómago de miles de mariposas.

La habitación decorada en tonos negros, lilas y violetas, pequeños muebles, diversas en distintos tamaños siendo a su vez de distintos orígenes las más de doscientas muñecas que adornan la habitación entre estantes y repisas ofrece la opulencia y ostentosidad de una buena familia poderosa con la suficiente solvencia de mimar a la niña que se encuentra frente a la chimenea ofendiendo una fría y vacía mirada infantil de la niña que observa los destellos amarillentos, naranjas y rojos que hacen crujir los leños donde pareciera que intenta obtener o resguardarse del la fría y desbordante cruel tormenta de nieve que azota el país ofrecida por su anfitrión, el invierno.

Se escuchan un par de toques a las dobles puerta de cedro –Adelante– susurra con la voz angelical, dulce y delicada de una niña de cuatro años. No se mueve, no se inmuta y pese a que escucha cada movimiento procesando en su pequeña mente cada movimiento de aquella que ha ingresado a su habitación. –No puedo dormir– Solo en el momento en que se sienta a su lado y le ofrece unas pocas palabras la niña gira apenas unos centímetros su hermoso rostro mirando a la chica de cabellos rojizos. Se ve un tanto desmejorada, unas visibles ojeras e presentan debajo de sus tierno ojos vacíos y su piel parece más pálida y delicada de lo que realmente es tomando en cuenta la naturaleza de su existencia.