Por si fuese poco..las cosas se complican (Privado-Agnés y Damon)

Recuerdo del primer mensaje :

Habían pasado un par de días desde que Damon había salido del hospital después de aquella fatídica noche del baile de máscaras, donde teóricamente debía haber anunciado su compromiso y habíamos podido volver a casa. Bueno, casa es un decir. No entendía porque teníamos que permanecer en París si ya había encontrado lo que quería, a Jade.
Seguíamos alojados en la mansión de Agnés, mientras Damon desaparecía noche y día realizando visitas al hospital donde aquella hermana suya salida de la nada se recuperaba de una muerte que yo había dado por segura. Aunque pareciese estúpida, me sentía desplazada. Primero por su prometida, y ahora por esos hermanos que acaparaban todo su tiempo.
Aunque él me lo había negado, sabía que nuestros caminos se separarían con aquel viaje; que con su compromiso nada volvería a ser lo mismo

El malestar que había comenzado poco antes de aquel baile, seguía haciendo mella en mí. Descarté que la razón de las nauseas fuese la resaca porque ni había bebido tanto, ni habían desaparecido 24 horas después, como solían hacer.
Me preocupé de haber contraído alguna enfermedad, incluso me llegué a plantear que Agnés me estuviese envenenando con la comida. Sabía de sobra que yo no era santo de su devoción, como ella tampoco era el mío. Nos soportábamos porque no teníamos más remedio mientras Damon se alojase allí.

Pasé aquel día sin salir de mi habitación; una habitación amplia pero que se empezaba a antojar claustrofóbica. Pero cada vez que me levantaba de la cama, unas intensas ganas de vomitar me obligaban a tumbarme de nuevo. Y encima estaba triste. Algo inaudito en mí.

Había sido incapaz de probar bocado en las últimas 24 horas, y en el fondo daba las gracias de que Damon estuviese lo bastante distraído como para percatarse. Aunque me hubiese gustado tenerlo a mi lado como en tantas otras veces en las que habíamos cuidado el uno del otro.
Cerré los ojos, y traté de descansar; esperando que tal vez mañana mi alfa volviese a tener tiempo para mí.

Enarque una ceja cuando hizo ademan de ponerse en pie, aquella mujer era increíble, acaso no había escuchado lo de que tenia que guardar reposo, no pensaba dejarla moverse de esa cama mas allá del servicio de la cámara.
No cometería por segunda vez el mismo error, pensaba cuidar de ella y por ende de ese bebe que era tan mio como suyo y que ella portaba en su vientre.
Ese bebe que luchaba por quedarse y que por los dioses yo iba a ayudarlo a aferrarse a la vida.
Un niño que ya venia luchando estaba predestinado a algo grande y sin duda ese era nuestro hijo.

Negué con la cabeza mientras esta volvía a meter los pies en la cama consciente de mi mirada, una orden que no necesito palabras.
-Te traeré un libro -bromeé mirándola de soslayo mientras volvía a acomodarme en el borde de su lecho para acariciar con mis dedos sus nudillos.
-Seguro que Agnes esta comiéndole la cabeza a mi prometida con el descubrimiento de tu embarazo -apunte con una fingida risa que escondía mas preocupación de la que trataba de aparentar.

No sabia si esto seria la estocada final para nuestra relación, aun no habíamos puesto las bases, y sentía como los pilares se tambaleaban.
Que la amaba era un echo, pero todo lo demás empezaba a pensar que era insalvable, que esa mujer de terco carácter no me perdonaría jamas estar esperando un hijo con otra.

Últimamente apenas habíamos pasado tiempo juntos, las niñas absorbían su tiempo y el mio había quedado reducido a cero con todos los nuevos acontecimientos, que como una maldición se sucedían uno tras otro frente a mis ojos.

Quería a Jade, pero ¿seria suficiente? ¿me querría del mismo modo? ¿funcionaria lo nuestro?
Ni siquiera habíamos podido besarnos, era tan patético, pero echaba de menos su compañía, y ni siquiera sabia si de cierto modo ella también la mía.

Sonreí de medio lado, como siempre guardando los problemas a mis espaldas y tratando de disimular frente a una ujer rota, que no necesitaba mis lamentos si no mis atenciones.

Volví a recostarme entre maldiciones y gruñidos viendo como Damon sonreía complacido por salirse con la suya. Cubrí con las blancas y rígidas sábanas del hospital hasta la mitad de mi cintura y suspiré profundamente.
Odiaba sentirme débil, odiaba sentirme impotente, y por mucho que me fastidiase, sabía que las próximas semanas tendría que permanecer en cama si quería que nuestro hijo saliese adelante. Sabía que Damon me cuidaría, que velaría por nosotros, pero aún así, estar en reposo se iba a convertir en un infierno.

Mi alfa se sentó en un lado de la cama, acariciando de nuevo mi manos mientras trataba de quitarle importancia al asunto. Crucé mis ojos con los suyos, mientras nuestras miradas se hablaban y decían lo que con palabras no nos atrevíamos. Ambos sabíamos que la noticia de mi embarazado habría llegado a oidos de su prometida, aunque a estas alturas lo más probable es que pensasen que ya no existía el bebé, que lo habría perdido por el camino. Solo quedaría en un bache más que superar, hasta que volviésemos a la casa de la bruja, y se armase la de San Quintín. Si hasta el momentos no era bien recibida, no quería pensar como me tratarían ahora.

No sabía como estaba la situación entre ellos, no había sido capaz de preguntarle a Damon por ella, por sus sentimientos. Me había comportado de un modo totalmente egoista al no preguntarle como se sentía con ella. No podía hacerlo porque me dolía en el alma saber que podía quererla, que fuese más feliz de lo que jamás había sido conmigo. Aunque sabía que las cosas no habían sido fáciles, que su relación no era un camino de rosas, sino más bien todo lo contrario; y por si mi alfa no tuviese bastantes problemas de por sí, además de la aparición de sus hermanos, ahora nos encontrábamos con esto. Un problema que sin duda haría mella en su relación con Jade, y que por mucho que me doliese perderlo, tampoco quería que fuese infeliz por mi culpa.

- No te preocupes, seguro que todo se arregla.- susurré con la mejor de las sonrisas acariciando su mejilla con dulzura. Quería que no se sintiese solo, que supiese que pasase lo que pasase siempre estaría a su lado.- Traéme el libro que más te guste, me lo vas a leer tú. Y un filete o algo, que estoy hambrienta. No espera..un filete no...chocolate caliente...espera, espera...un filete con chocolate por encima.

Le saqué la lengua divertida. Saber que todavía nuestro hijo estaba vivo me hacía tener esperanzas, de sentirme bien. De darme cuenta de lo mucho que lo había echado en falta estas semanas que nuestros caminos se habían separado para volver a unirse de nuevo, demostrando que eramos incapaces de estar el uno sin el otro.

Los días en el hospital resultaban tediosos, la verdad es que pese a nuestra complicidad y la cantidad de temas de los que hablábamos, anécdotas que rememorábamos y como no sobre algunos de los problemas mas recientes que habían aparecido por obra de magia frente a mi vida, y por los que pasamos de puntillas, el tiempo pasaba lento.

Yo pasé el mayor tiempo posible con ella, algo que me había traído serios problemas con mi futura esposa, a la que entendía a la perfección y de la que cada vez me sentía mas lejos, no porque quisiera, no porque no copara gran parte de mis pensamientos si no porque mi presencia era requerida en otros sitios y de cierto modo, a ella no le estaba prestando la atención ni que necesitaba ni que merecía.

Me sentía sinceramente agobiado, mas de lo que podía demostrar frente a los míos. Desde que nací tuve que demostrar mas que el resto y hoy seguía teniendo que hacerlo ,tomar decisiones que a veces resultaban difíciles, solucionar problemas que se me antojaban eternos y todo haciéndolo parecer fácil, cuando en el fondo era difícil.

Necesitaba una noche para mi, una en la que le alcohol copará mi cuerpo, una en la que me olvidara de los problemas, en la que la carga pesada de mis hombros descendiera al ritmo que subiera mi ebriedad.
Admito que no tenia fuerzas para discutir con Jade, ni de escuchar los reproches de Agnes.

Supongo que fue por eso, cuando los médicos dieron el alta a Arely, aun pidiéndome que yo mismo supervisara el reposo de esta, pues eso era crucial para la vida de nuestro hijo, que no me sentí del todo aliviado.

Una parte de mi quería volver, abrazar a Jade, pasear con ella de la mano, besadla, algo que aun no había podido hacer, otra parte de mi quería simplemente desaparecer.

Arely por el contrario parecía animada frente a la idea de abandonar aquel lugar, sonreí alzándola en volandas para sacarla bien abrigada de aquella habitación, de aquel lecho que para ella se había convertido en una prisión.
-Preparada señorita para seguir su descanso en otra parte.

Frunció el ceño para dedicarme un divertido mohin mientras cu cabeza se hundía en mi cuello.
-Seguro que Agnes te hará compañía -bromeé entre risas mientras la subía al carro que la señora de Charny amablemente nos había enviado y poníamos así rumbo de nuevo hacia la casa, acabado con este camino el periplo por le hospital.

No tenía muy claro los días que habíamos pasado en aquel dichoso hospital guardando un endemoniado reposo que me hacía perder la poca paciencia que tenía por minutos. Además Damon no se había separado ni un momento de mi lado, complicando así su relación con su futura esposa por mi culpa; por no poder valerme por mí misma en esos momentos, por necesitarlo a mi lado acaparando todo su tiempo. Sabía que tenía otras cosas por las que preocuparse, y que sin embargo yo le estaba absorbiendo por completo.

Me sentía responsable de las ojeras que le iban apareciendo día a día, de esos momentos en los que pensaba que estaba dormida y que miraba por la ventana desdibujando su preciosa sonrisa y dando vueltas a todos los problemas que sabía que lo asolaban y atormentaban. Pero lo peor de todo es que no era capaz de compartirlas conmigo, imagino que para no preocuparme en demasía por recomendación de los médicos, que no tenían ni idea de lo que era ser la mano derecha de un alfa.

En nuestras conversaciones intentaba mantener la compostura, distraerme recordando nuestras anécdotas y locuras, pero en el fondo yo sabía que no estaba bien, que cada día que tenía que pasar conmigo en el hospital era una carga más para él. Así que el día que nos dieron la noticia de que podíamos marcharnos, casi salto de alegría; no solo por mí, que desde luego estaba ya desesperada en aquella cárcel de paredes blancas, sino por él, que podría rehacer su vida.

Damon me cogió en brazos para sacarme de aquel lugar al que esperaba no tener que volver, bromeando durante el trayecto hacia el carro que nos habían preparado. Coloqué mi nariz en su cuello, buscando nuestro último contacto, nuestro último momento de intimidad. Sabía que en la casa de la bruja la situación se me complicaría, que Damon volvería a pasar más tiempo con Jade, y tenía miedo de volver a perderlo. Pero quería que él fuese feliz a pesar de todo, y si era yo quien tenía que pasarlo mal para que eso sucediese, pues bienvenido fuese.
Hice un mohín cuando me ordenó que debería seguir con el reposo, al parecer no estaba todo el peligro pasado, y sobre todo me desagradó volver a ver la cara de la bruja.

- Me están dando ganas de pedir que me ingresen de nuevo.- bromeé cuando mencionó que Agnés podría hacerme compañía, y entre risas y pullas, subimos a aquel carro en el que me dormí sin darme cuenta.

El cochero se detuvo frente a las escaleras de piedra blanca que llevaban directamente a aquel hogar que ya habíamos ocupado por demasiado tiempo, ese del que estaba deseando abandonar y que por unas cosas o por otras parecía haber quedado maldito a quedarme.

Añoraba Italia, añoraba la guerra que sin duda me traía muchas menos preocupaciones que la misma paz, añoraba las juergas con los míos, las noches de borrachera tras una buena descarga de adrenalina, añoraba todo lo que mi casa tenia y por ende, empezaba a odiar todo lo que París me ofrecía.

Cuando llegué ya hace un mes, no esperaba en absoluto que se demoraría tanto mi partida, mas ahora, con mi prometida que me ignoraba, con la bruja que me odiaba, con Arely embarazada, con la que ni podía viajar, ni podía contar pues darle disgustos era lo peor que podría hacer en su estado.
Con dos niñas a mi cargo, con dos hermanos recién llegados con una guerra a sus espaldas y una manada que se moría, no podía mas.
Tenia ganas de gritar, de correr convertido en lobo por los bosques, de dejar que la sangre de mis enemigos chorreara por mis labios, tenia ganas de beber hasta no tenerme en pie, de olvidarme por un tiempo que yo era un alfa.

Quizás solo tenia ganas de no sentirme solo, me sentía egoísta, con ella entre mis brazos y la vida de mi hijo entre mis manos, solo podía pensar en mi mismo.
Sonreí de medio lado de nuevo fingiendo estar perfectamente mientras me adentraba en la casa con la mirada clavada en mi nuca de todos los allí presente.

Mi prometida no estaba y por mas que busque en los ojos de la bruja, algún signo que me indicará que me esperaba en su habitación, o por ende en los jardines, no encontré nada.
Continué mi avance hasta el lecho que de nuevo se convertiría en su cárcel, mientras la depositaba a mi llegada con suavidad sobre este.
-Sobreviviremos -susurre en su oído guiñándole un ojo.

No se si esos ánimos iban para ella, o para ambos, pero era cierto, en peores campos habíamos batallado y de peores heridas nos habíamos repuesto.
-¿te traigo algo? Quizás luego si te portas bien -musite con una sonrisa -te saque a dar un paseo por los jardines, aunque tenga que ser en brazos.

Dejamos el carruaje que nos había traído desde el hospital a nuestras espaldas, encaminándonos de nuevo a esa mansión que había sido testigo días antes del fatídico momento en el que había estado a punto de perder a nuestro hijo; volviendo del mismo modo en que nos habíamos marchado, yo siendo llevada en brazos de mi alfa con mi nariz hundida en su cuello. Era la única forma en que me sentía reconfortada, y en esos momentos en que la pesadilla volvía, lo necesitaba más que nunca.

Reconozco que estaba deseando salir del hospital, volver a casa, pero no a esa casa que no era nuestra. Quería volver a nuestra casa en Italia, o al menos lo que hasta ahora había sido nuestro hogar. El compromiso de Damon cambiaría mucho la situación, y siendo sincera, me sentía que ya no encajaba en ningún sitio. Aquel embarazo no hacía más que complicar las cosas; ¿cómo dejar ahora la manada si el hijo que portaba en mi vientre era suyo?

Sentí como todo el servicio cuchicheaba a nuestro paso. Estaba claro que las noticias volaban, y que seríamos la comidilla de media sociedad parisina. Seguro que la bruja se había encargado de "honrar" nuestro nombre. Y lo peor no era eso, lo peor era que sabía como se sentía Damon a pesar de que no me lo confesase. Llevaba toda mi vida a su lado, compartiendo nuestros mejores y nuestros peores momentos, y aunque guardase silencio era capaz de sentir el desazón que él sentía.

Me llevó a aquella luminosa habitación que se convertiría en mi prisión, en mi pequeño infierno. Por si no fuese bastante tener que estar en casa de la bruja, tenía que sumarle el reposo y el hecho de que no podía alterarme sin poner en riesgo al bebé.

- Estoy segura de ello.- sonreí acariciándole con suavidad la mejilla con la mano.- Si permanecemos juntos nada podrá con nosotros.

Necesitaba que me contase lo que le pasaba. Que confiase en mi fuerza como para poder afrontar cualquier preocupación que le atormentaba. Necesitaba que la confianza que siempre nos habíamos profesado volviese incluso en un momento como aquel; porque necesitaba sentirlo conmigo al cien por cien, no solo con su buena cara. También con sus enfados, con sus problemas..siempre habíamos compartido todo, y mi estado no debería impedirnos seguir haciéndolo.

- Cuándo dices que sea buena, ¿te refieres a que no me coma a nadie del servicio?.- bromeé tirando de su camisa para tumbarlo en la cama.- Como no me dejes andar acabaré hecha una bola de pelo, y será más fácil saltarme que darme la vuelta.

Fijé mis ojos en los suyos, siendo consciente de todo lo que se nos venía encima; asustada por todos los cambios que acarrearían aquel embarazo, por poder quedarme sola, sin él, sin mi único apoyo en esta vida. Necesitaba abrazarlo, pero allí, ya ni podía. No sin ponerlo en evidencia. Quería salir corriendo, gritar, llorar. Necesitaba llorar mientras lo abrazaba, y quitarme esa presión en el pecho que me ahogaba por momentos.

Arely tiró de mi camisa para que me recostara con ella en el lecho mientras bromeaba sobre la idea de comerse al servicio.
Sonreí de medio lado dejándome llevar hasta ella, para que esta se acomodara sobre mi pecho mientras yo jugueteaba pensativo con los dedos de una de sus manos.

No quería trasmitirle ni una sola de mis preocupaciones, así que traté de alejarlas lo mas lejos que pude de mi mente, al menos mientras permaneciéramos juntos en esa alcoba.
Sabia que cuando cerrara la puerta tras de mi tenia que asumir muchos temas pendientes, mis hermanos, la guerra que asolaba su manada, mi prometida, sus hijas, mi manada en Italia, todo se me antojaba una difícil cuesta con la que tendría que lidiar yo solo.

Dejé escapar una carcajada frente a su segunda broma, mas reconozco que ni siquiera la escuché, solo estaba agotado, demasiado para pensar.
-Supongo que no sera tan apetitoso como el servicio, pero...¿te traigo un bistec con patatas?

Me alce depositando antes un tibio beso en su pelo, sus dedos resbalaban entre los míos era consciente de que ella no deseaba que la dejara sola, que aquellas paredes blancas, sin mi dentro le suponían una pesada cárcel.
-Quizás después de comer podamos ir al invernadero, estoy seguro de que te gustara mas estar allí que aquí ¿quieres?

Cerré la puerta a mis espaldas cuando acordamos entre risas los términos de ese paseo que pronto tomaríamos juntos.
A ambos nos vendría bien un poco de aire fresco, yo tampoco me había movido de su lado en el hospital y su encierro casi se había convertido en el mio.

No tarde en volver a los jardines, encontrándome de frente con la sñora Agnes, que de nuevo me obsequiaba con el privilegio de su indiferencia.
-Soy consciente de lo poco que te gusta mi presencia en esta casa, de lo mucho que se ha demorado mi partida y de lo que piensas de mi.
No te pido que disimules lo que yo te provoco, pues la verdad, conmigo no necesitas esas formalidades, mas me gustaría pese a todo que me pudierais decir que es de mi futura esposa.
¿Donde esta? No la he visto pasar por el hospital, ni venir a recibir mi llegada

Mis ojso se desviaron hacia una de las doncellas que por allí moraba errante, observando nuestra escena.
-Podrías pedir a cocina que preparen un bistec con patatas, Gracias -pedí con educación, aunque admito que mi calma se desmoronaba.

Y como era de esperar su paz le era arrebatada de las  manos nuevamente , ¿ habría acaso un hombre mas melodramático que Damon? rogaba a la baja providencia porque no fuese así, ya era suficiente con uno solo. Su figura se acercaba hacia ella  ¿ para que viene a por mi? pensé poniendo el ceño arrugado, aquella estancia prologando se estaba haciendo ya una cuestión demasiado molesta, preferiría una invasión de pulgas al menos ellas solo dejaban el escozor.

Había terminado de cortar las flores que deseaba para hacer su ramillete ahora miraba los colores veraniegos de su recolecta y allí estaba el berrinche melodramático del cual podría estar orgulloso  Dumas o cualquier escritor que era publicado en los diarios en aquel día , era cierto ellos no habían tenido respeto por su casa ay Agnés no se veía forzada  tener respeto hacia ellos así que hizo algo que no hacia desde sus años de adolescencia yeso fue suspirar y poner los ojos en blanco al escucharlo hablar, por luzbel ¿ había persona mas molesta?.


Fijo su mirada achocolatada en el con una ceja enarcada ¿ era una broma cierto? embarazada a otra y aun así esperaba que Jade fuese al hospital con un ramillete y les diera su mas ínfimo cariño y bendiciones al bastardo que le traería vergüenza ante los ojos de los demás, toda aquella situación era irónica y aquel hombre para ser de la “realeza” se comportaba como alguien del proletariado vulgar de la clase baja, entonces recordé lo que su amigo Bogatyr decía acerca de los nuevos cargos. No recordaba en que momento la risa se salió de sus labios sonrosados pero ahora era consiente de que reta y hasta ciertas lagrimas se escapaban de sus mejillas.


Tomo aire luego de su ataque-Lo siento es que es todo tan…- suspiro nuevamente- ¿ enserio piensas que Jade iría al hospital a enfrentar su vergüenza ? -puso los brazos en forma de jarra dejando aun lado las tijeras y la cesta con las flores-No le he dicho nada no me corresponde, pero no puedo controlar lo que los ojos de los otros ven y comentan y esa mañana cuando despertó y no te vio se puso a meroedarpor la mansión en el momento en que los aposentos de arely eran limpiados con referente a la sangre- su vista se desvió siguiendo a una mariposa- Y pues Jade es una mujer inteligente y maravillosa y con un sentido de atar cabos sueltos del cual Sir Arthur Conan Doyle  estaría envidioso, sabanas ensangrentadas mas los sirvientes hablando de perdidas…-hundio sus hombros-


Miro hacia su doncella y la petición de Damon ¿ creía que aquello era el Ritz?- Nos hemos quedado sin carne-puntualizo- Pero Magnus ha hecho un excelente estofado de mariscos el día de hoy- agachándose para tomar su cesta y guantes - con referente a terminar tu pregunta , luego de ese día el humor de jade se ha vuelto taciturno y aletargado esta pero a la vez no- se mordió el labio inferior después de todo jade era una amiga cercana a la cual tenia estima- ¿por que lo has hecho?, venir y cruzar los alpes con aquel cuento fantástico digno de una novela de amor en que cumplirlas tu palabra firmemente y entonces encuentras a tu prometida y ese debido haber sido el vivieron felices por siempre, pero en este caso has venido y has destrozado el corazón de alguien mas,¿ por que seguir aquí haciéndole mas daño? ¿ por una promesa? y no solo le harás daño a jade a los ojos de los demás si algún día quieres estar en sociedad y no danzando con tus lobos sabes muy bien lo que personas como nosotros pensamos de hijos bastardos desdecir no solo condenaste a tu prometida si nos  tu hijo no nato -nego para si misma- es irónico que hayas hecho este viaje para terminar encontrando que tu alfa no seria a quien se te prometio en matrimonio sino alguien que siempre estuvo a tu lado pero creo es es peor que hayas causado tanto daño a una mujer que confío en ti luego de ser brutalmente engañada y cuando por fin estabas entibiando su corazón clavas una estocada peor que la anterior.

Damon se recostó junto a mí en esa mullida cama, sonriendo por mi atrevimiento y por esas ganas de juego que siempre tenía con él. Para mí nuestro contacto era importante, nuestras bromas, nuestros roces; siempre habíamos mantenido ese contacto que nos mantenía unidos, que mantenía viva aquella extraña relación en la que uno no podía estar sin el otro; sin más intenciones de las que se podían ver a simple vista, pero que durante un tiempo habíamos dejado al margen para no crearle problemas con su futura esposa. Problemas que sin duda se hubiesen quedado a la altura del betún en comparación con la situación que se desencadenaba ahora.

Escuché su risa al tiempo que nuestras manos se enlazaban frente a mi rostro, apoyado en su pecho. Escuchaba su corazón latir con fuerza, vigoroso, pero nada tenía que ver la actividad fisiológica marcada por el ritmo de su corazón, con la realidad que se abría ante mis ojos. ¿Por qué era tan terco y testarudo? ¿Por qué no se atrevía a confesarme todo lo que le pasaba para que juntos pudiésemos buscarle una solución? Estaba embarazada, no inutilizada. Me dolía esa parte de él que seguía lejos de mí, pero ¿cómo preguntarle directamente sin hacerle sentir débil?

- Comparado con la comida del hospital cualquier cosa me resultará apetitosa, y si fuese la yugular de cierta bruja....- bromeé haciendo un mohín al recordar la bazofia que había tenido que ingerir los últimos días. Deslicé mis dedos sobre los suyos hasta el último momento, mientras se levantaba para marcharse y mi cuerpo dejaba de sentir la cercanía del suyo.- Me parece bien que paseemos por donde quieras cuando vuelvas.

No me reconocía; ¿desde cuando me había vuelto así de sumisa? ¿Pasear? ¿En serio? ¿Y qué era de aquello de corretear por los bosques sintiendo la brisa en nuestros rostros? Me sentía sola de nuevo en aquella habitación que días antes del hospital ya se había convertido en mi cárcel, pero por otra parte sabía que Damon tenía asuntos más importantes que solucionar, y que cuando volviese debería estar más unida a él que nunca.
El hecho de que no hubiese recibido noticias de Jade durante nuestra estancia en el hospital ni al llegar a la casa sabía que no era buena señal, y que su rápida partida después de acomodarme en el lecho era enterarse del por qué de su ausencia.

Me recosté de lado sobre la florida colcha, y cerré los ojos, esperando poder descansar y matar así las interminables horas en las que estaría sola.

Escuché todas y cada una de sus palabras que aunque no exentas de verdad lograban pasar frente a mi como dagas afiladas sobrevolando el aire, que cortaba tenso como las cuerdas de un arpa nuestra cercanía.

Sonreí de medio lado, consciente de que nada de lo que dijera o hiciera podría cambiar su pensamiento sobre mi, me odiaba y la verdad, a mi ,me era indiferente.
Asentí simple y llanamente frente al estofado de marisco que habían preparado, pidiendo a la doncella que subiera en cuanto estuviera listo un plato a mi beta.

Así me despedí de Agnes, no sin antes hacer un alto en el camino para buscarla con mi mirada.
Esta semana sera la ultima en la que yo y los míos permanezcamos en esta casa, invertiré todo mi tiempo en buscar una mansión que nos acoja, ya os hemos creado suficientes problemas, y nada mas lejos de mi intención que dañar vuestra imagen frente a la alta sociedad.

Me di la vuelta y seguí mi camino rumbo a la habitación de mi prometida, teníamos que solucionarlo, y tenia que ser ya.
Estaba dispuesto a pedir perdón, a intentar que me amara como yo lo hacia con ella, mas si la pregunta era, si deseaba que ese bebe se esfumara frente a mis ojos, la respuesta era un no.
Seria un bastardo, mas jamas mi vergüenza.
Lo que paso, su engendramiento llego antes de lo que lo hizo Jade a mi vida, creo que le había demostrado con creces que ella era la única, que mis pensamientos siempre eran para y con ella, que la necesitaba a mi lado, que simplemente añoraba hundirme entre sus brazos, embriagarme de ese olor a lilas y grosellas que ya nunca me acompañaba.

Sabia que esa podía ser nuestra última conversación, la que nos llevaría al cielo, a desposarnos, a amarnos y compartir lecho o por ende, seria el fin, mi perdición y quizás su liberación.
Asumía mi culpa, pero no esperaba su redención si no su comprensión, era el momento de poner las cartas sobre la mesa.

Si deseaba irse, le ofrecería una vida acomodada como merecía, esa que su compromiso conmigo le privo, a ella y a las niñas no les faltaría nada.
Si decidía amarme, me haría el hombre mas feliz sobre la faz de la tierra y la convertiría en mi alfa, en el único amor de mi vida.