Las desventajas de un omega (LIBRE)

Recuerdo del primer mensaje :

Después de esa larga travesía, al fin había llegado a tierra otra vez. Estaba en Francia, pero como polizón que era, y en un país desconocido, temeroso de estar sin nada, me quede vagando por el puerto. Lo conocido, hacia un poco más llevadera la situación.
Con el tiempo conseguí un trabajo en un local de tragos, para marineros. De a poco iba ganando seguridad y descifrando el idioma, hablando de vez en cuando con algunos clientes y con mis colegas.
Sin embargo estaba solo, y la maldición que pesa sobre mí, es una carga pesada. El aislamiento solo contribuía a volver más fiera a mi bestia interior. Al principio, sin saber de lo que era capaz, dejaba que la luna me encontrara en el puerto, pero los incidentes empezaron a remover el avispero y la gente buscaba a “la bestia come hombres”, que los rumores decían que por aquí vagaba. Eran rumores basadas en huellas y las cicatrices violentas que el encuentro dejaba,  eso me protegió de mis primeros errores. Al menos me protegió de las consecuencias físicas…mi conciencia no estaba tranquila, ni bien con esa situación
Al final tuve que reconocer, que yo era esa bestia y empecé a alejarme hacia el bosque cuando llegaba la luna. Eso refreno y disipo las pistas, y estaba un poco más tranquilo. Los incidentes por encontrar a quien no debía, ya eran menos comunes por suerte.
Cada conversión, cada vez, era más violenta. Estar solo, me tenía triste y desganado, lo que me hacía más temerario y descuidado. Probablemente estaba cavando mi propia tumba.
Hoy, con semanas para la próxima luna, me encontraba trapeando el piso, a primera hora del día. El puerto en general estaba calmado, sin ningún gran ferry cercano, por lo que había pocos cliente, ya que los asiduos estarían en la mar, ganándose la vida.
La puerta rechino justo cuando yo estaba de espalda a ella, trapeando. Alguien estaba entrando y mi faena camuflaba el ruido de las pisadas, así que me tímidamente me gire, con curiosidad, para ver al recién llegado.

Mientras Homero se cambiaba, yo me habia acercado a la muchacha. Esta se puso de pie y empece a guardarse las espadas, y acomodando su atuendo.
Podia ver que era una chica practica, pero me tomo desprevenido que se preocupara por su apariencia, al acomodarse la ropa.

Creo que no ya saldremos en un momento.

Me quedo pensando en el lugar que me habian descripto. Un lugar con poco movimiento, oscuro y poco iluminado. El lugar ideal para cometer crimenes en otra palabras. Podriamos llegar a el en poco mas de unos minutos.

Me quedo mirandola un rato, mientras mi mente divaga en algunos detalles particulares, pero Homero, sale y se pone a lo suyo. Le pregunto si va a necesitar ayuda, pero su "No", me da via libre para irme. Algunos dirian que el hombre era parco y desagradable, pero su mutismo, no me molestaba. Era asi y punto.
Dejo que la rubia tome la delantera, siguiendola por detras. Una vez afuera, le pregunto, sin poder contener la curiosidad.

¿Por que llevas esas cosas? ¿Son espadas, cierto?

Acompañada por el joven Eslatan salí al exterior de la taberna donde la fresca brisa marina azuzó mi pelo, cruzándolo por delante de mi rostro hasta que con suavidad los recogí tras mi oreja. Apenas quedaban unos rayos de luz que iluminaban aquella solitaria calzada por donde si más dilación encaminamos nuestros pasos con dirección al puerto.

No sabía el lugar donde habían sucedido dichos crímenes, más el camino hasta el muelle lo conocía lo suficientemente bien. Andaba distraída observando como los pocos marineros que habían terminado de faenar recogían sus redes para dar por finalizado su jornada de trabajo, cuando la pregunta del muchacho que me acompañaba me pilló desprevenida.

- Son katanas, y las llevo por si algún desgraciado ser intenta atacarme cuando esté distraída- afirmé confesándole solo una verdad a medias. Al fin y al cabo no era del todo mentira, pues era cierto que lo usaba para defenderme de los desgraciados de los seres sobrenaturales que cohabitaban con nosotros. Una picara sonrisa se dibujó en mi rostro, clavando mi mirada en la ajena.- Y créame cuando le digo que no son las únicas armas que llevo escondidas en mi cuerpo.

Observé su contrariado gesto, seguramente promovido porque conocería pocas mujeres que vestían como yo y que iban pertrechadas de armas hasta las orejas. Más yo no era una mujer cualquiera, era una cazadora, y además, de las mejores.

-¿Por donde dice que ocurrió tal tremendo crimen?- pregunté minutos después cuando nuestros pasos nos habían llevado hasta el final del muelle; ese lugar donde toda mano del hombre desaparecía, para dejar paso a una zona salvaje y deshabitada. Durante el paseo la noche había caído sobre la ciudad, y apenas unas luces de la aduana portuaria iluminaban el muelle.- Tal vez deberíamos hacernos con un quinqué, pues aunque la luna está en su tiempo creciente, todavía no alumbra lo suficiente para continuar el camino a partir de aquí.

Esperé la respuesta de Eslatan, esa que sin duda me llevaría a una nueva y entretenida investigación, donde en el mejor de los casos, acabaría dando con el rastro de algún sobrenatural al que dar caza.

Salir del bar con una bella mujer, era como un sueño, lastima que la que tenia al lado, no iba con la misma intención que me gustaria tener.
La temperatura ambiente es sumamente agredable y ni el salitre ni la humedad, proviniente del mal me incomodan ya.
Miro de reojo ante la explicación de por que lleva esas "kasanas", o como se diga.

Es un poco rebuscado eso. Aqui en francia no hay muchos animales, pero en caso de que haya alguno, como un puma o algun depredador grande, sigue siendo un riesgo muy grande. Suelen ser mucha mas rapidos y fuertes que nosotros.

Ante el comentario de que lleva mas armas, no puedo evitar desnudarla con la mente. Poco a poco, pero el pensamiento toma otros caminos, sin encontrar otras armas, que...
Sacudo la cabeza involuntariamente quitando esas ideas, de mala gana, de mi mente.
El recorrido se sucede entre comentarios, risas entre nosotros. Algun que otro marinero, levanta la vista, para mirar a la joven rubia, pero nadie se cruza realmente en nuestro camino.
Al llegar a los galpones, estando a pocos metros de los muelles y el mar, empiezo a mirar para ubicarme, pero las indicaciónes de los marineros, no eran my precisas. Debo confiarme al senido del olfato, que ultimamente se me ha vuelto bastante sensible.
Debi caminar un rato, e incluzo cerrar los ojos, para concentrarme mejor en los olores. Ya que en la forma de humano, apesar de ser mas aguda, no era ni una sombra, de lo que llegaba hacer cuando la bestia tomaba el control.


Por aqui. Este lugar parece coincidir.

Y señalo un callejon sin salida, flanqueado por grandes cajas de maderas, entre 2 galpones. A simple vista, era otro lugar desordenado. No habia nada extraño, ni anormal. Pero el rastro de la sangre era inconfundible.
Frunci la nariz ante el olor, que ya no costaba identificarlo, aun despues de varios dias del siniestro.

DOy una vuelta sobre mi mismo, mirando todo el lugar, tratando de indicar algo que se pueda ver.

Quizas si tratamos de interpretar el delito, podramos deducir como se volvieron por el lugar

Aventuro, mientras miro que hace. Dejando que a mi mente vuelva la sensual imagen de la mujer, sacandose prenda y mostrando que tenia "oculto".

Eslatan parecía estar buscando el camino que nos conduciría a aquel escabroso lugar donde habían sucedido tan siniestros crímenes. Lo cierto es que con la poca visibilidad que se podía percibir en aquel recoveco del puerto, no era de extrañar que quién fuese que había cometido tal asesinato hubiese utilizado la oscuridad como aliada. Recordé las palabras del muchacho, esas que me confirmaban que no habían depredadores por aquellos lares; conocimiento ajeno a todo lo que sucedía durante la noche en todo el mundo, cuando los seres sobrenaturales campaban a sus anchas y éramos los cazadores los que teníamos que controlar que no se acercasen más de la cuenta al resto de los humanos que dormían plácidamente en sus casas.

Me alejé unos metros dirigiendo mis pasos hacia la nave de la aduana portuaria, mientras el joven camarero parecía tener sus dudas sobre la localización exacta relatada por los marineros, que desde luego debían haber sido quien encontrasen los cuerpos al amanecer; aunque teniendo en cuenta lo apartado del lugar, lo raro es que los hubiesen encontrado.
No tuve que caminar mucho hasta que di con lo que buscaba, un pequeño quinqué con el que iluminar la escena del crimen y poder obtener las pruebas necesarias para encaminar mis pasos hacia el asesino.

Deshice mis pasos acercándome de nuevo a Eslatan, donde al parecer había encontrado el lugar buscado; ese que se había convertido en el infierno de unas pobres inocentes, y ahora el fiel testigo de mis pistas para encontrar al culpable de sus horrendas muertes. Me acerqué con una sonrisa en los labios, animada por saber que nuestro paseo no había sido en balde y que por fin comenzaríamos con nuestra aventura particular de dar caza a aquella bestia inmunda.

-¡Qué empiece la diversión!.- apunté al pasar por su lado, guiñándole el ojo y dirigiéndome hacia el lugar señalado, enfocando con la luz del quinqué las paredes y el suelo.

Me aproximé hasta la entrada de ese callejón que oculto tras las cajas apiladas entre dos naves de ladrillo, construidas seguramente para guarecer los barcos durante las épocas de descanso en la pesca. Un callejón sin salida con unos quince metros de profundidad que recorrí despacio, dejándome envolver por cada una de las sensaciones que debían haber sentido las víctimas.

Me acuclillé casi al fondo, iluminando el lugar donde había sucedido el crimen. Las manchas de sangre todavía podían observarse por las paredes y el suelo, que había sido tratadas de limpiar sin mucho éxito. Demasiada sangre para haber sido el ataque de un vampiro, pensé. Pasé mis dedos por una de las paredes, recorriendo unas extrañas marcas que parecían producidas por las garras de un enorme animal.

-El lugar exacto del crimen fue aquí. Seguramente les cortaron de alguna forma la yugular, por eso las salpicaduras tan elevadas en la pared.- contesté compartiendo cada una de las ideas que iban agolpando en mi mente, arrojando luz sobre un crimen que dudaba que hubiese sido resuelto por las autoridades pertinentes. Dirigí mi mirada a Eslatan, que me observaba de una forma curiosa. Continué mi explicación iluminando y señalando las marcas del suelo.- Una de ellas trató de escapar mientras el asesino se ocupaba de matar a la otra, de ahí el rastro de sangre hasta la entrada del callejón, y las siguientes marcas de un cuerpo arrastrado. Sin duda a la segunda víctima no la mató aquí, o al menos la trajo inconsciente para terminar el trabajo. Debió ocuparse de terminar con la vida de la primera antes de salir en búsqueda de la fugitiva, que para su desgracia, no debió alejarse demasiado, pues no había marcas observables fuera del callejón. Esto me hace pensar que no fue un hombre el que cometió tal crimen...

Hice una pausa; esa que necesitaba para ordenar mis ideas. Hacía semanas que no era luna llena, por lo que era difícil que se tratase de un licántropo, ¿o no? También había sido desperdiciada demasiada sangre como para ser un vampiro, aunque no lo descartaría de momento. ¿Qué me quedaba? ¿Nosferatus en París? Fijé de nuevo la luz hacía las paredes, poniéndome en pie y visualizando como podía haber sucedido el asesinato, imaginando cada uno de los pasos que había seguido el criminal.

-Tengo que ver los cuerpos.- confirmé todavía de espaldas a Eslatan, para después darme la vuelta y clavar mis ojos en los suyos.- ¿Estás seguro que ésto pasó hace un par de días?

Pensé si había llovido, negando con la cabeza al percatarme de que llevaba semanas sin que siquiera una ligera llovizna pudiese borrar el rastro del crimen. Dos días era muy poco tiempo transcurrido para lo poco visible que quedaba en aquel callejón. Había algo que no me cuadraba, pero ¿El qué?

El lugar me ponia incomodo. Por suerte, el desagradable olor a pescado del lugar, era el mas notorio y en mi forma humana, a pesar de ser algo mas sensitiva, alcanzaba para enmascarar otras cosas, que mejor no sentir.

La veo volver con una cosa para alumbrar. Se estaba tomando muy apecho eso de "investigar".

En realidad, como casi todas las anecdotas que se escuchan, no tiene fecha precisa. Lo que si puedo decir, que empezaron a hablar del asunto hace menos de una semana.

Me paro junto a ella, mientras distraido, miro alrededor, mirando pero sin ver. No era un lugar, que se podia poner "romantico" ni por un momento. Deberia cambiar el plan un poco. Quizas un torpe animalito podria propiciar un susto, y un abrazo. Esta muchacha tenia que ser puro farol. ¿Realmente era tan valiente?
Me agache junto a ella y toque algo que segun informo, era una mancha de sangre, pero muy bien camuflada.

¿Estas segura de todo eso? a mi me huel...a mi me parece a una violación mas que nada :/

maldición, se me escapan esas relaciones raras. Desde que tengo la maldición, le presto mas atención a lo que digo. Me hubiera gustado conocer a otro de los mios.
Entonces la miro directo a los ojos. ¿Ella podria ser una? me pierde en su pupila, eran ojos realmente bonitos.

El joven parecía un tanto incrédulo ante mi explicación, como si para mí aquello solo fuese un hobbie o simple morbo provocado por estar en el mismo emplazamiento donde días antes se había cometido un crimen. Quizás solo estuviese asustado por encontrarnos en un oscuro callejón, y pensar que solo dependía de su fuerza bruta para defendernos en el caso de que alguien nos asaltase; más llevaba años defendiéndome y cazando sobrenaturales como para que me preocupase ser asediada por un maleante al que sin duda daría su merecido.

Su confirmación de que no sabía la fecha exacta sobre cuando ocurrieron los crímenes me dejaban abierto de nuevo un abanico de posibilidades sobre quién sería el responsable de esa carnicería; pero sobre todo, tenía que intentar ver los cuerpos, cosa que no conseguiría allí, sino en la gendarmería que llevase ese caso.

-No puedo estar segura de que no se trate de una violación, al menos no hasta que vea los cuerpos. Pero, ¿por qué cometer semejante atrocidad si ya había conseguido lo que deseaba?- contesté acercándome a él junto con el quinqué y alumbrando nuestros rostros.- Aquí hay una fuerza descontrolada, sobrehumana diría yo. Los violadores no cometen este tipo de crimen, y créame cuando le digo que no es el primer crimen que investigo, y espero que tampoco sea el último.

Cada extraño asesinato investigado, cada pista seguida hasta dar con el culpable, me acercaban siempre a la posibilidad de no salir con vida cuando me enfrentaba a éste; hecho que tenía más que asumido desde que me convertí en cazadora, y al que no temía. Moriría con honor y orgullosa de todas las bestias a las que había dado caza, impidiendo así que volviesen a atacar.

Una sombra se situó al comienzo del callejón donde nos encontrábamos, una sombra que pronto fue acompañada por otra. Risas estúpidas les acompañaban, en un intento por intimidarnos.

-¿Qué hace la parejita? ¿Buscar un lugar donde besarse?- dijo uno de ellos en un tono que no me gustó nada. Sabía lo que habían ido a buscar, lo que pensarían que obtendrían si reducían a mi acompañante; lo que no sabían es que podía ser letal cuando me cabreaban, y en momentos así me daba igual que fuesen humanos que vampiros.

-Tranquilos chicos, ya os dejamos el callejón para vosotros para que os podáis dar amor.- contesté dándole el quinqué a Eslatan y sacando dos dagas de mi cinto con disimulo. Al parecer mi comentario no les hizo mucha gracia, pues con un gruñido ronco entraron en el callejón hacía donde nos encontrábamos.

-Espera preciosa, que el amor te lo vamos a dar a ti mientras tu amigo mira.- rió uno de ellos, proclamándose claro vencedor de aquella osadía.
Una sonrisa de medio lado inundó mi rostro. Estar demasiados días sin cazar me volvía temeraria, aunque en aquella ocasión disfrutaría de lo lindo, enseñándole a aquellos inútiles como se debía tratar a una dama.

Me giré hacia Eslatan, y tras guiñarle un ojo apagué el quinque que nos iluminaba, lanzándome con los ojos cerrados sobre ellos, confiando en la última visión que tenía sobre la situación y que como no, tampoco me fallaría esta vez.

Clavé una de mis dagas sobre el muslo derecho de uno de los hombres, ese al que le gustaba decir en voz alta lo que pensaba. Un puñetazo en su cara y un rodillazo en la boca del estómago fueron más que suficientes para dejarlo neutralizado. El problema venía con el segundo, pues sabía que se había movido cuando me ocupaba de su amigo, aunque no se hizo esperar, y cogiéndome del pelo, tiró de mí con fuerza hasta él para pegarme a su cuerpo. Sentía su fétido aliento acariciando mi mejilla, y tras controlar una arqueada, le golpeé con fuerza con mi cabeza en su nariz, consiguiendo así que me soltase de su agarre y poder girarme para propinarle una patada en su entrepierna que sin duda lo dejaría sin poder andar durante un buen rato.

-Dejemos a estos dos hombres un poco de intimidad para que se profesen amor.- añadí mirando a Eslatan con sorna y encaminando mis pasos hacia la salida del callejón, sonriendo ante la escena de aquellos dos desgraciados quejándose y diciendo improperios hacia mi persona. Que mal perder tenían algunos hombres cuando les enseñaban modales.