AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
3 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Llevaba semanas esperando que aquel día no llegase, que mi madre o la del hombre al que me habían prometido anulasen nuestro compromiso, pero mi súplicas y todo el dinero que me había gastado en velas para ponérselas a los santos no habían servido de nada.
Entendía las razones de mis padres para buscarme marido; mi situación era precaria, pues una mujer con una niña pequeña era difícilmente casadera. Pero lo que más me dolía es que mi padre siempre me había prometido que me dejaría casarme por amor, que sería yo quien decidiese con quien compartir mi vida, podría elegir a aquel hombre que me hiciese feliz.
Aunque eso era lo que decía antes de que el infierno llegase a mi vida; antes de aquella fatídica noche en la que Dadou, mi hija, fue concebida fruto de una violación.
Hasta entonces había tenido decenas de pretendientes. Muchachos jóvenes y adinerados que continuamente le presentaban sus respetos a mi padre, y a los que yo había rechazado uno por uno. Pero yo era una joven llena de vitalidad, quería disfrutar de la vida, quería viajar con mis padres alrededor del mundo, quería estudiar y ser una mujer de provecho, y solo entonces, cuando hubiese madurado lo suficiente, elegiría al hombre perfecto con el que compartir el resto de mi vida.
Las cosas cambiaron mucho desde aquella noche; tardé semanas en recuperarme de todas las heridas de mi cuerpo, quedando marcada mi alma para el resto de mis días. Las pesadillas se sucedían, como seguía pasándome ahora, rememorando aquel crimen que no fue concluido por error, pues al dejarme destrozada en el suelo de aquel callejón, todos me habían dado por muerta. Ojalá estuviese así.
Semanas después de aquello, y ya casi con el cuerpo recuperado, me llegó la siguiente noticia que cambió el rumbo de mi vida. Estaba embarazada de alguno de aquellos desgraciados que me arrebataron mi inocencia, pero poco más podía hacer. El bebé que llevaba dentro también era mío, y si Dios había querido que fuese madre soltera, pues cumpliría su voluntad.
Nueve meses después nació Dadou, haciéndome recuperar parte de la felicidad perdida con su cálida sonrisa. No había sido fácil, pero al final habíamos salido adelante.
Me replanteaba rehacer mi vida, buscar esposo, convertirme en la mujer que mis padres deseaban, pero para mi continuada desgracia, los jóvenes muchachos que antes se agolpaban en la puerta dejaron de venir. Una mujer con una hija no era tentador para nadie, y en la alta sociedad donde vivíamos no estaba bien visto. Nadie se paraba a pensar que aquello no había sido decisión mía, que yo no había hecho nada malo; solo se dignaban a señalarme con el dedo cuando salía a la calle a pasear con mi bebé. Hasta que dejé de salir.
De eso habían pasado ya cinco años, y con la preocupación de que mi edad casadera avanzaba a pasos agigantados, mi madre concertó un enlace con un primogénito de una familia española, que según ella y sus contactos, sería un buen partido y perfecto para mí.
Aquella tarde nuestras madres habían planeado un encuentro, en el que por primera vez vería al hombre que se convertiría en mi esposo, o eso pensaban los demás, porque cuando yo no tenía algo claro, no era tan fácil hacerme claudicar.
Vestí a Dadou mientras le explicaba la razón de la presencia de aquel desconocido, pidiéndole que le diese una oportunidad sin hacer de las suyas. Si yo era terca y testaruda, mi hija de cinco años me superaba con creces; y sabía que la sesión de té y pastas de aquella tarde era importante para mis padres. Total, conocerlo no me haría ningún daño; ya tendría después tiempo para hacerle huir despavorido con el rabo entre las piernas hacia España.
Escuché el repiqueteo del timbre, y Suzane, nuestra doncella se dirigió hacia la puerta para abrir a nuestro invitado. Me puse en pie, acercándome hasta el umbral del salón, tratando de escudriñar su rostro a través de los cristales del recibidor, curiosa y desconcertada cuando sus ojos parecieron clavarse en los míos. Vaya, no era como me lo había imaginado; era más..más interesante. Aunque que quedase claro que seguía siendo el enemigo.
Llevaba semanas esperando que aquel día no llegase, que mi madre o la del hombre al que me habían prometido anulasen nuestro compromiso, pero mi súplicas y todo el dinero que me había gastado en velas para ponérselas a los santos no habían servido de nada.
Entendía las razones de mis padres para buscarme marido; mi situación era precaria, pues una mujer con una niña pequeña era difícilmente casadera. Pero lo que más me dolía es que mi padre siempre me había prometido que me dejaría casarme por amor, que sería yo quien decidiese con quien compartir mi vida, podría elegir a aquel hombre que me hiciese feliz.
Aunque eso era lo que decía antes de que el infierno llegase a mi vida; antes de aquella fatídica noche en la que Dadou, mi hija, fue concebida fruto de una violación.
Hasta entonces había tenido decenas de pretendientes. Muchachos jóvenes y adinerados que continuamente le presentaban sus respetos a mi padre, y a los que yo había rechazado uno por uno. Pero yo era una joven llena de vitalidad, quería disfrutar de la vida, quería viajar con mis padres alrededor del mundo, quería estudiar y ser una mujer de provecho, y solo entonces, cuando hubiese madurado lo suficiente, elegiría al hombre perfecto con el que compartir el resto de mi vida.
Las cosas cambiaron mucho desde aquella noche; tardé semanas en recuperarme de todas las heridas de mi cuerpo, quedando marcada mi alma para el resto de mis días. Las pesadillas se sucedían, como seguía pasándome ahora, rememorando aquel crimen que no fue concluido por error, pues al dejarme destrozada en el suelo de aquel callejón, todos me habían dado por muerta. Ojalá estuviese así.
Semanas después de aquello, y ya casi con el cuerpo recuperado, me llegó la siguiente noticia que cambió el rumbo de mi vida. Estaba embarazada de alguno de aquellos desgraciados que me arrebataron mi inocencia, pero poco más podía hacer. El bebé que llevaba dentro también era mío, y si Dios había querido que fuese madre soltera, pues cumpliría su voluntad.
Nueve meses después nació Dadou, haciéndome recuperar parte de la felicidad perdida con su cálida sonrisa. No había sido fácil, pero al final habíamos salido adelante.
Me replanteaba rehacer mi vida, buscar esposo, convertirme en la mujer que mis padres deseaban, pero para mi continuada desgracia, los jóvenes muchachos que antes se agolpaban en la puerta dejaron de venir. Una mujer con una hija no era tentador para nadie, y en la alta sociedad donde vivíamos no estaba bien visto. Nadie se paraba a pensar que aquello no había sido decisión mía, que yo no había hecho nada malo; solo se dignaban a señalarme con el dedo cuando salía a la calle a pasear con mi bebé. Hasta que dejé de salir.
De eso habían pasado ya cinco años, y con la preocupación de que mi edad casadera avanzaba a pasos agigantados, mi madre concertó un enlace con un primogénito de una familia española, que según ella y sus contactos, sería un buen partido y perfecto para mí.
Aquella tarde nuestras madres habían planeado un encuentro, en el que por primera vez vería al hombre que se convertiría en mi esposo, o eso pensaban los demás, porque cuando yo no tenía algo claro, no era tan fácil hacerme claudicar.
Vestí a Dadou mientras le explicaba la razón de la presencia de aquel desconocido, pidiéndole que le diese una oportunidad sin hacer de las suyas. Si yo era terca y testaruda, mi hija de cinco años me superaba con creces; y sabía que la sesión de té y pastas de aquella tarde era importante para mis padres. Total, conocerlo no me haría ningún daño; ya tendría después tiempo para hacerle huir despavorido con el rabo entre las piernas hacia España.
Escuché el repiqueteo del timbre, y Suzane, nuestra doncella se dirigió hacia la puerta para abrir a nuestro invitado. Me puse en pie, acercándome hasta el umbral del salón, tratando de escudriñar su rostro a través de los cristales del recibidor, curiosa y desconcertada cuando sus ojos parecieron clavarse en los míos. Vaya, no era como me lo había imaginado; era más..más interesante. Aunque que quedase claro que seguía siendo el enemigo.
Última edición por Tessa Leduc el Jue Sep 22, 2016 3:06 pm, editado 1 vez
Tessa Leduc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Localización : París
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Me senté en la orilla junto a mi pequeña que ya se había secado con la suave brisa marina que anunciaba la llegada de la noche y que correteaba alrededor de su montura saltando y disfrutando de los pocos rayos de sol que todavía quedaban. Aproveché que mi prometido todavía se encontraba en el agua para colocarme de nuevo la falda, y tras mi caballo, deshacerme de la mojada camisola que solo me provocaría un resfriado; el corsé vino a continuación, aunque sin la camisa, se me antojaba poca ropa para la temperatura que comenzaba a descender.
Annibal necesitó unos minutos más para decidirse a salir de aquellas frías aguas que imaginaba que le estaban ayudando a controlar su impulso, ese impulso del que mis ojos habían sido testigos a través del bulto de sus calzones. Me sonrojé solo de pensarlo, de saber que ambos habíamos sido conscientes en ese momento de la atracción que sentíamos por el otro. He de reconocer que me extrañó mi reacción frente a lo sucedido, el hecho de que no me molestase observar su virilidad en alza, el hecho de saber que mi cercanía le excitaba.
Desde que lo ocurrido la noche en que Dadou fue concebida había sido incapaz de acercarme a un hombre; me daban miedo, repulsión, asco; el simple hecho de pensar que alguno me pudiese tocar me angustiaba sobre manera, sin embargo con Annibal me sentía de otra forma, los sentimientos que desataba en mi interior eran bien distintos.
Anhelaba sentir el suave roce de sus dedos sobre mi mano, sentir el calor que emanaba de su cuerpo calentando el mío, y poder notar su aliento golpeando mis labios presos de la cercanía como minutos antes en el agua, cuando parecía que quería besarme y que Dadou había interrumpido. Desde luego que mi plan de querer ahuyentar a mi prometido estaba tomando un rumbo equivocado, pero ¿acaso me importaba? ¿Acaso seguía queriendo ahuyentarlo, o por el contrario, quería tener la oportunidad de conocernos?
Me puse en pie al tiempo que Annibal alcanzando la orilla se acercaba a nosotras. Suspiré despacio observando cada uno de sus movimientos, de sus pasos dirigiéndose a su caballo para tomar una prenda entre sus manos. Todo en él era distinto, su forma de moverse, de mirarme a los ojos con esa seguridad de siempre conseguir lo que quería; unos gestos tan embriagadores que me empujaban sin razón a estar a su lado. Sonreí con timidez cuando preocupándose por mí colocó con suavidad su capa de pieles sobre mis hombros, cruzando de nuevo nuestras miradas que eran incapaces de desviarse ni un ápice por ese camino trazado entre ellas; sintiendo esa conexión que nos unía de algún modo y que todavía era incapaz de comprender.
- Gracias.- susurré junto a sus labios incapaz de decir nada más, observando sus apetitosos labios al tiempo que él me aseguraba que no pasaría frío; estaba segura de ello, más no solo por la capa, sino por aquella extraña sensación que se hacía dueña de mi cuerpo cuando él estaba cerca, tan cerca que un solo paso uniría nuestros labios en un dulce beso.
Un beso, pensé. ¿Cómo explicarle que nunca antes había sido besada? ¿Cómo contarle que toda la experiencia que yo tenía respecto al sexo opuesto había sido funesta y atroz? Sincerarme con él me iba a resultar complicado, aunque esperaba que con calma, pudiésemos llegar a entendernos.
Sin esperar mi respuesta sobre esa deseada copa por la noche por los jardines de mi casa, se separó de mí para montar sobre su caballo, donde Dadou lo esperaba impaciente. Negué con la cabeza, tratando de no denotar la soledad que se hacía conmigo cuando dejaba de sentir su calor, su olor, su voz; aunque me recompensaba la sensación de llevar su capa sobre mis hombros, sintiendo que era él quien me abrazaba y que me embriagaba con ese olor a bosque, a plantas salvajes, a libertad.
Volvimos como rapidez a la casa, aunque esta vez compartiendo el camino, así como las cómplices miradas que se repetían junto a nuestras tímidas sonrisas al escuchar a mi hija parlotear todo el trayecto.
No tardamos en llegar a la casa, y tras dejar los caballos a cargo del mozo de las caballerizas, nos adentramos en mi hogar, con la intención de acomodarnos y prepararnos para la cena que mis padres habían preparado.
Dispuse que una de las doncellas se encargase de bañar a Dadou y vestirla con ropa de cama; sabía que aquella noche ella cenaría en la cocina un poco antes, para acostarse pronto y dejar a los adultos con una cena un poco más especial; de modo que tras despedirse de nosotros, mi pequeña se fue escaleras arriba con la muchacha que se encargaría de ella esta noche.
Sin ser muy consciente de lo que hacía, y dejándome llevar, cogí a Annibal de la mano con timidez, con suavidad; buscando en sus ojos la aprobación a mis actos, para después acercarnos al comedor donde mis padres nos esperaban ansiosos. El hecho de vernos de aquella guisa emocionó a mi madre, que no pudo disimular su alegría cuando se percató de que íbamos cogidos de la mano.
- Madre, dígale a Annibal que habitación ha preparado para él, y donde está su equipaje, para que pueda acomodarse antes de la cena.- pregunté sabiendo que ambos necesitaríamos un baño para quitarnos la salinidad y cambiarnos de ropa.
- Querida, pues la misma que la tuya. Hemos pensado que es tontería poneros en habitaciones separadas, si de todas formas os vais a casar. Así podéis conocer un poco mejor.- contestó como si aquello fuese lo más normal del mundo.
Juro que se me cayó el alma a los pies, que me sentí avergonzada por el comportamiento de mis padres, y que lo único que pensaba es lo que pudiese pensar Annibal de mí. Aquello parecía una encerrona en toda regla, y de nuevo me dejaba a mí en medio de todo.
Annibal necesitó unos minutos más para decidirse a salir de aquellas frías aguas que imaginaba que le estaban ayudando a controlar su impulso, ese impulso del que mis ojos habían sido testigos a través del bulto de sus calzones. Me sonrojé solo de pensarlo, de saber que ambos habíamos sido conscientes en ese momento de la atracción que sentíamos por el otro. He de reconocer que me extrañó mi reacción frente a lo sucedido, el hecho de que no me molestase observar su virilidad en alza, el hecho de saber que mi cercanía le excitaba.
Desde que lo ocurrido la noche en que Dadou fue concebida había sido incapaz de acercarme a un hombre; me daban miedo, repulsión, asco; el simple hecho de pensar que alguno me pudiese tocar me angustiaba sobre manera, sin embargo con Annibal me sentía de otra forma, los sentimientos que desataba en mi interior eran bien distintos.
Anhelaba sentir el suave roce de sus dedos sobre mi mano, sentir el calor que emanaba de su cuerpo calentando el mío, y poder notar su aliento golpeando mis labios presos de la cercanía como minutos antes en el agua, cuando parecía que quería besarme y que Dadou había interrumpido. Desde luego que mi plan de querer ahuyentar a mi prometido estaba tomando un rumbo equivocado, pero ¿acaso me importaba? ¿Acaso seguía queriendo ahuyentarlo, o por el contrario, quería tener la oportunidad de conocernos?
Me puse en pie al tiempo que Annibal alcanzando la orilla se acercaba a nosotras. Suspiré despacio observando cada uno de sus movimientos, de sus pasos dirigiéndose a su caballo para tomar una prenda entre sus manos. Todo en él era distinto, su forma de moverse, de mirarme a los ojos con esa seguridad de siempre conseguir lo que quería; unos gestos tan embriagadores que me empujaban sin razón a estar a su lado. Sonreí con timidez cuando preocupándose por mí colocó con suavidad su capa de pieles sobre mis hombros, cruzando de nuevo nuestras miradas que eran incapaces de desviarse ni un ápice por ese camino trazado entre ellas; sintiendo esa conexión que nos unía de algún modo y que todavía era incapaz de comprender.
- Gracias.- susurré junto a sus labios incapaz de decir nada más, observando sus apetitosos labios al tiempo que él me aseguraba que no pasaría frío; estaba segura de ello, más no solo por la capa, sino por aquella extraña sensación que se hacía dueña de mi cuerpo cuando él estaba cerca, tan cerca que un solo paso uniría nuestros labios en un dulce beso.
Un beso, pensé. ¿Cómo explicarle que nunca antes había sido besada? ¿Cómo contarle que toda la experiencia que yo tenía respecto al sexo opuesto había sido funesta y atroz? Sincerarme con él me iba a resultar complicado, aunque esperaba que con calma, pudiésemos llegar a entendernos.
Sin esperar mi respuesta sobre esa deseada copa por la noche por los jardines de mi casa, se separó de mí para montar sobre su caballo, donde Dadou lo esperaba impaciente. Negué con la cabeza, tratando de no denotar la soledad que se hacía conmigo cuando dejaba de sentir su calor, su olor, su voz; aunque me recompensaba la sensación de llevar su capa sobre mis hombros, sintiendo que era él quien me abrazaba y que me embriagaba con ese olor a bosque, a plantas salvajes, a libertad.
Volvimos como rapidez a la casa, aunque esta vez compartiendo el camino, así como las cómplices miradas que se repetían junto a nuestras tímidas sonrisas al escuchar a mi hija parlotear todo el trayecto.
No tardamos en llegar a la casa, y tras dejar los caballos a cargo del mozo de las caballerizas, nos adentramos en mi hogar, con la intención de acomodarnos y prepararnos para la cena que mis padres habían preparado.
Dispuse que una de las doncellas se encargase de bañar a Dadou y vestirla con ropa de cama; sabía que aquella noche ella cenaría en la cocina un poco antes, para acostarse pronto y dejar a los adultos con una cena un poco más especial; de modo que tras despedirse de nosotros, mi pequeña se fue escaleras arriba con la muchacha que se encargaría de ella esta noche.
Sin ser muy consciente de lo que hacía, y dejándome llevar, cogí a Annibal de la mano con timidez, con suavidad; buscando en sus ojos la aprobación a mis actos, para después acercarnos al comedor donde mis padres nos esperaban ansiosos. El hecho de vernos de aquella guisa emocionó a mi madre, que no pudo disimular su alegría cuando se percató de que íbamos cogidos de la mano.
- Madre, dígale a Annibal que habitación ha preparado para él, y donde está su equipaje, para que pueda acomodarse antes de la cena.- pregunté sabiendo que ambos necesitaríamos un baño para quitarnos la salinidad y cambiarnos de ropa.
- Querida, pues la misma que la tuya. Hemos pensado que es tontería poneros en habitaciones separadas, si de todas formas os vais a casar. Así podéis conocer un poco mejor.- contestó como si aquello fuese lo más normal del mundo.
Juro que se me cayó el alma a los pies, que me sentí avergonzada por el comportamiento de mis padres, y que lo único que pensaba es lo que pudiese pensar Annibal de mí. Aquello parecía una encerrona en toda regla, y de nuevo me dejaba a mí en medio de todo.
Tessa Leduc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Localización : París
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Mi madre no tardó en salir a mi encuentro en la orilla, aunque Annibal se quedó un rato más dentro del agua. ¿Habrían vuelto a discutir? Tenía que reconocer que mi madre a veces era un poco complicada, pero en el fondo acababa siendo divertida.
Se vistió con rapidez detrás de su caballo, mientras yo jugaba con Guerra y le contaba la cantidad de sitios que podríamos visitar al día siguiente, aunque éste no parecía entenderme demasiado, y mi madre aunque sonreía, sabía que estaba pensativa mirando a su prometido en la lejanía. Pasaba algo entre los dos muy extraño; se acercaban, se miraban, no hablaban y se alejaban, para luego mirarse desde la distancia. Negué con la cabeza y continué jugando con el caballo.
Por fin Annibal decidió salir del agua, ya eran ganas de pasar frío con el aire que soplaba; sin duda mi madre le habría dicho alguna de las suyas y el pobre no había tenido más opción que esperarse a que se le pasara el enfado para salir; aunque no entendía porque ahora la cubría con su capa de pieles y se miraban tan fijamente, murmurándose apenas unas palabras, tan cerca uno del otro, que era imposible escuchar. Esperé impaciente que mi madre le propinase un tortazo con toda la mano abierta por haberse acercado tanto, no era la primera vez que lo hacía y esperaba que no fuese la última, pero para mi resignación, lo único que hizo fue regalarle una boba sonrisa. ¿Quién era esa mujer y que había hecho con mi madre?
Aburrida me subí sobre el caballo, e increpé a Annibal que se montase para poder volver a casa. Empezaba a hace frío, y aunque ya me había secado y vestido, me apetecía darme un baño caliente y que me leyesen algún cuento en la habitación.
- Parece que se haya bañado en agua caliente, está quemando.- dije al sentir a Annibal tras de mí, sorprendiéndome su temperatura a pesar de haber salido recientemente del agua.- Quizás le esté dando fiebre.
Su sonrisa y la de mi madre me dejaron desconcertada, pero en general el comportamiento de aquellos dos era tan raro que opté por no preguntar.
- Mañana, si seguís aquí, podemos ir a pasear por el parque. Hay un precioso lago donde mi madre y yo siempre vamos a merendar.- apunté pensando que quizás en aquella cena mi madre terminase por espantarlo y mañana ni él ni Guerra estuviesen ya allí.- Y pasado mañana puede venir a recogerme a clases de danza; a mis amigas se les quedará la boca abierta cuando lo vean, desde luego ninguno de sus padres son como vos, son más viejos.
Observé como se miraban y se sonreían, afirmando mis propuestas sin mucho más que añadir por su parte. Desde luego que aquella situación era pero que muy extraña, y gracias a dios no tardamos en llegar a la casa, donde me esperaba mi baño caliente y unas natillas de postre si no les daba mucho la lata durante la cena de los mayores. Convencería a mi niñera para que me leyese un cuento, y poder espiar después desde la escalera un rato a mi madre y su prometido.
- Ten paciencia, a veces es un poco testaruda pero es muy cariñosa. Además, creo que le gustas; sino a estas alturas te habría dado ya un tortazo y un par de gruñidos.- le susurré a Annibal en el oído antes de darle un beso y marcharme escaleras arriba, divertida por la cara con la que me miraba.
Se vistió con rapidez detrás de su caballo, mientras yo jugaba con Guerra y le contaba la cantidad de sitios que podríamos visitar al día siguiente, aunque éste no parecía entenderme demasiado, y mi madre aunque sonreía, sabía que estaba pensativa mirando a su prometido en la lejanía. Pasaba algo entre los dos muy extraño; se acercaban, se miraban, no hablaban y se alejaban, para luego mirarse desde la distancia. Negué con la cabeza y continué jugando con el caballo.
Por fin Annibal decidió salir del agua, ya eran ganas de pasar frío con el aire que soplaba; sin duda mi madre le habría dicho alguna de las suyas y el pobre no había tenido más opción que esperarse a que se le pasara el enfado para salir; aunque no entendía porque ahora la cubría con su capa de pieles y se miraban tan fijamente, murmurándose apenas unas palabras, tan cerca uno del otro, que era imposible escuchar. Esperé impaciente que mi madre le propinase un tortazo con toda la mano abierta por haberse acercado tanto, no era la primera vez que lo hacía y esperaba que no fuese la última, pero para mi resignación, lo único que hizo fue regalarle una boba sonrisa. ¿Quién era esa mujer y que había hecho con mi madre?
Aburrida me subí sobre el caballo, e increpé a Annibal que se montase para poder volver a casa. Empezaba a hace frío, y aunque ya me había secado y vestido, me apetecía darme un baño caliente y que me leyesen algún cuento en la habitación.
- Parece que se haya bañado en agua caliente, está quemando.- dije al sentir a Annibal tras de mí, sorprendiéndome su temperatura a pesar de haber salido recientemente del agua.- Quizás le esté dando fiebre.
Su sonrisa y la de mi madre me dejaron desconcertada, pero en general el comportamiento de aquellos dos era tan raro que opté por no preguntar.
- Mañana, si seguís aquí, podemos ir a pasear por el parque. Hay un precioso lago donde mi madre y yo siempre vamos a merendar.- apunté pensando que quizás en aquella cena mi madre terminase por espantarlo y mañana ni él ni Guerra estuviesen ya allí.- Y pasado mañana puede venir a recogerme a clases de danza; a mis amigas se les quedará la boca abierta cuando lo vean, desde luego ninguno de sus padres son como vos, son más viejos.
Observé como se miraban y se sonreían, afirmando mis propuestas sin mucho más que añadir por su parte. Desde luego que aquella situación era pero que muy extraña, y gracias a dios no tardamos en llegar a la casa, donde me esperaba mi baño caliente y unas natillas de postre si no les daba mucho la lata durante la cena de los mayores. Convencería a mi niñera para que me leyese un cuento, y poder espiar después desde la escalera un rato a mi madre y su prometido.
- Ten paciencia, a veces es un poco testaruda pero es muy cariñosa. Además, creo que le gustas; sino a estas alturas te habría dado ya un tortazo y un par de gruñidos.- le susurré a Annibal en el oído antes de darle un beso y marcharme escaleras arriba, divertida por la cara con la que me miraba.
Dadou Leduc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 07/09/2016
Localización : Paris
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Al entrar en la casa, de nuevo sentí la presión de los ojos inquisidores no solo del servicio, si no de los propios padres, que parecían relajarse al ver nuestras sonrisas cómplices, como nos mirábamos, y porque no como la pequeña saltaba en mis brazos para besarme antes de encaminarse a tomar su baño.
Si me hubieran dicho que la cosa fluiría de ese modo, juro no me lo hubiera creído, mi animo iba aumentando, y sonreí de medio lado cuando mi futura esposa tomo mi mano con calidez para acompañarme hacia el salón donde se encontraban los padres.
Sus ojos bajaban hasta nuestras mano que enlazadas y con mis dedos acariciando con suavidad su palma denotaban el perfecto paseo que habíamos tenido y como no, la conexión y atracción que ambos sentimos por el otro.
Todo iba perfecto, hasta que tras la inocente pregunta de mi prometida para que pudiera asearme antes de la cena, la madre, salto, supongo que motivada por la euforia del momento, que dormiríamos juntos.
Sentí como sus músculos se engarrotaban, entendía perfectamente el porque, yo era un desconocido, apenas habíamos pasado unas horas juntos, ademas, ella portaba consigo una trágica historia que posiblemente la pusiera mas aleta si cabe en estos temas...sexuales.
-Señora yo creo que seria mas oportuno dormir en habitaciones contiguas pero separadas -traté de cambiar los planes ya trazados.
La verdad, llevaba un largo viaje sin tener ningún tipo de relación con nadie, mis ganas aumentaban frente al cuerpo de esa mujer que ahora parecía mirarme aterrada y yo sabia que reprimirme me iba a costar mas de lo normal aquella noche en la que la dama blanca casi colmaba el cielo.
En dos días, la luna llena se apoderaría de mi, ya podía notar parte de su influjo, y en estos momentos me sentía como una bomba de relojería a punto de explotar.
Guardé silencio, la habitación ya había sido dispuesta, así que me limite a seguir a Tessa escaleras arriba, según los padres allí estaba mi equipaje.
-Dormiré en le suelo -aseguré en cuanto sus padres nos perdieron de vista -no tenéis de que preocuparos, pondré toda la distancia que necesitéis para sentiros cómoda, si es que eso es posible con un hombre en vuestro cuarto.
Si me hubieran dicho que la cosa fluiría de ese modo, juro no me lo hubiera creído, mi animo iba aumentando, y sonreí de medio lado cuando mi futura esposa tomo mi mano con calidez para acompañarme hacia el salón donde se encontraban los padres.
Sus ojos bajaban hasta nuestras mano que enlazadas y con mis dedos acariciando con suavidad su palma denotaban el perfecto paseo que habíamos tenido y como no, la conexión y atracción que ambos sentimos por el otro.
Todo iba perfecto, hasta que tras la inocente pregunta de mi prometida para que pudiera asearme antes de la cena, la madre, salto, supongo que motivada por la euforia del momento, que dormiríamos juntos.
Sentí como sus músculos se engarrotaban, entendía perfectamente el porque, yo era un desconocido, apenas habíamos pasado unas horas juntos, ademas, ella portaba consigo una trágica historia que posiblemente la pusiera mas aleta si cabe en estos temas...sexuales.
-Señora yo creo que seria mas oportuno dormir en habitaciones contiguas pero separadas -traté de cambiar los planes ya trazados.
La verdad, llevaba un largo viaje sin tener ningún tipo de relación con nadie, mis ganas aumentaban frente al cuerpo de esa mujer que ahora parecía mirarme aterrada y yo sabia que reprimirme me iba a costar mas de lo normal aquella noche en la que la dama blanca casi colmaba el cielo.
En dos días, la luna llena se apoderaría de mi, ya podía notar parte de su influjo, y en estos momentos me sentía como una bomba de relojería a punto de explotar.
Guardé silencio, la habitación ya había sido dispuesta, así que me limite a seguir a Tessa escaleras arriba, según los padres allí estaba mi equipaje.
-Dormiré en le suelo -aseguré en cuanto sus padres nos perdieron de vista -no tenéis de que preocuparos, pondré toda la distancia que necesitéis para sentiros cómoda, si es que eso es posible con un hombre en vuestro cuarto.
Sköll Dasan- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Agradecí que Annibal siguiese acariciando mi mano con su pulgar, calmando así mi nerviosismo que parecía no pasar desapercibido, dándome ánimos ante una situación que se me escapaba de entre los dedos por momentos. No era el hecho de que mis padres pareciesen querer entregarme en cuerpo y alma desde el primer momento a aquel hombre que me sustentaba con sus caricias lo que me preocupaba, sino lo que podía pensar Annibal de la noticia, que pensase que yo podía estar implicada en esa artimaña tan deprimente.
Aunque tras sus conciliadoras palabras comprobé que él se sentía tan incómodo como yo; ambos éramos conscientes de la encerrona contra la que chocábamos una y otra vez, impotentes de poder conocernos a nuestro modo, con calma, poco a poco.
Lo miré con una dulce sonrisa dibujada en mi rostro, agradeciendo su intervención para intentar ponerme las cosas más fáciles. Era una de las cosas que más me gustaban de él, sin apenas conocernos parecía saber cuales eran mis necesidades, mis pensamientos; sabía mejor que mis padres lo que me hacía sentir bien o mal, y sin esperar este sentimiento, agradecí de corazón que fuese él quien estuviese a mi lado.
Les dediqué a mis padres una mirada desafiante, más no les daría el placer de oponerme a su voluntad. ¿Querían que Annibal y yo durmiésemos juntos? Pues eso íbamos a hacer; allá ellos si después se sentían culpables por cualquier cosa que ocurriese en ese cuarto. No me desagradaba la idea de compartir lecho con él, sabía que me respetaría, que con Annibal siempre estaría a salvo.
- Estaremos listos para la cena, así que si nos disculpan, nos retiramos a nuestra habitación.- contesté a mis padres con toda la sequedad que pude, mientras tiraba de la mano de Annibal para encaminarnos al piso superior, donde se encontraban los dormitorios.
Escuché en silencio sus palabras mientras subíamos los escalones, sin soltarnos de la mano, ese contacto que en un momento así me era más necesario que el respirar. Negué con la cabeza, buscando con mi mirada la suya, tratando de transmitirle una calma que no poseía hasta que llegamos a nuestra habitación. Suspiré despacio al pensar en ese "nuestra". Me gustaba Annibal, eso era innegable. La atracción que había entre ambos, la complicidad en nuestras miradas, en nuestros gestos era palpable, pero no estaba preparada para dar un paso más aquella noche. Apenas nos conocíamos; necesitaba saber de él, saber de su vida, sus gustos, sus sueños.
Pasamos al interior de la habitación que hasta ahora solo había sido mía, donde su equipaje se encontraba a un lado de la ventana, y cerré la puerta tras él; buscando sus ojos, esos que me hacían sentirme segura, que me hablaban con solo mirarnos.
- No hace falta que durmáis en el suelo, no es vuestra presencia lo que me incomoda.- susurré junto a él, acariciando yo ahora con mi pulgar el dorso de su mano, mirando avergonzaba hacia el suelo.- No me importa que durmamos juntos, pero necesito que comprendáis que yo no puedo...todavía no puedo...
No sabía como terminar la frase; no sabía como explicarle que me daba miedo lo que comenzaba a sentir por él, eso que jamás había sentido por nadie. ¿Cómo iba a explicarle que cada noche en pesadillas revivía aquel atroz momento en el que había sido forzada? Él no tenía la culpa; sabía que nunca me tocaría ni me haría daño; pero tampoco quería darle falsas esperanzas. Nuestro contacto más íntimo iba a ser un camino difícil para mí, en el que la confianza en Annibal era un punto de partida para poder recorrerlo con éxito. Sabía que con él podría olvidar todo lo malo que me había pasado, expulsar todos mis miedos a un lado, pero necesitaba tiempo.
- Quédate conmigo.- susurré sin saber muy bien porque, orillando mi cuerpo al suyo, incapaz de mirarle todavía a los ojos, pero deseando que no se alejase ahora que nuestros caminos se habían cruzado.
Aunque tras sus conciliadoras palabras comprobé que él se sentía tan incómodo como yo; ambos éramos conscientes de la encerrona contra la que chocábamos una y otra vez, impotentes de poder conocernos a nuestro modo, con calma, poco a poco.
Lo miré con una dulce sonrisa dibujada en mi rostro, agradeciendo su intervención para intentar ponerme las cosas más fáciles. Era una de las cosas que más me gustaban de él, sin apenas conocernos parecía saber cuales eran mis necesidades, mis pensamientos; sabía mejor que mis padres lo que me hacía sentir bien o mal, y sin esperar este sentimiento, agradecí de corazón que fuese él quien estuviese a mi lado.
Les dediqué a mis padres una mirada desafiante, más no les daría el placer de oponerme a su voluntad. ¿Querían que Annibal y yo durmiésemos juntos? Pues eso íbamos a hacer; allá ellos si después se sentían culpables por cualquier cosa que ocurriese en ese cuarto. No me desagradaba la idea de compartir lecho con él, sabía que me respetaría, que con Annibal siempre estaría a salvo.
- Estaremos listos para la cena, así que si nos disculpan, nos retiramos a nuestra habitación.- contesté a mis padres con toda la sequedad que pude, mientras tiraba de la mano de Annibal para encaminarnos al piso superior, donde se encontraban los dormitorios.
Escuché en silencio sus palabras mientras subíamos los escalones, sin soltarnos de la mano, ese contacto que en un momento así me era más necesario que el respirar. Negué con la cabeza, buscando con mi mirada la suya, tratando de transmitirle una calma que no poseía hasta que llegamos a nuestra habitación. Suspiré despacio al pensar en ese "nuestra". Me gustaba Annibal, eso era innegable. La atracción que había entre ambos, la complicidad en nuestras miradas, en nuestros gestos era palpable, pero no estaba preparada para dar un paso más aquella noche. Apenas nos conocíamos; necesitaba saber de él, saber de su vida, sus gustos, sus sueños.
Pasamos al interior de la habitación que hasta ahora solo había sido mía, donde su equipaje se encontraba a un lado de la ventana, y cerré la puerta tras él; buscando sus ojos, esos que me hacían sentirme segura, que me hablaban con solo mirarnos.
- No hace falta que durmáis en el suelo, no es vuestra presencia lo que me incomoda.- susurré junto a él, acariciando yo ahora con mi pulgar el dorso de su mano, mirando avergonzaba hacia el suelo.- No me importa que durmamos juntos, pero necesito que comprendáis que yo no puedo...todavía no puedo...
No sabía como terminar la frase; no sabía como explicarle que me daba miedo lo que comenzaba a sentir por él, eso que jamás había sentido por nadie. ¿Cómo iba a explicarle que cada noche en pesadillas revivía aquel atroz momento en el que había sido forzada? Él no tenía la culpa; sabía que nunca me tocaría ni me haría daño; pero tampoco quería darle falsas esperanzas. Nuestro contacto más íntimo iba a ser un camino difícil para mí, en el que la confianza en Annibal era un punto de partida para poder recorrerlo con éxito. Sabía que con él podría olvidar todo lo malo que me había pasado, expulsar todos mis miedos a un lado, pero necesitaba tiempo.
- Quédate conmigo.- susurré sin saber muy bien porque, orillando mi cuerpo al suyo, incapaz de mirarle todavía a los ojos, pero deseando que no se alejase ahora que nuestros caminos se habían cruzado.
Tessa Leduc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Localización : París
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Subí escaleras arriba tras ella, podía notar su nerviosismo a cada paso, mas del mismo modo, sentía que una parte de ella se orillaba a mi, haciéndonos cómplices o victimas de este encierro.
La puerta se cerro tras nosotros mientras nuestros ojos sedientos de información, de deseo en mi caso se encontraron. Sus palabras me pedían que durmiera a su lado, que eso era algo que no le importaba, claro que a su vez me suplicaban que no la tocara, que me comportara como un caballero o mejor dicho como una dama de guarda.
Como explicarle que lamentaba mucho su situación, que entendida el infierno por el que había pasado y que por ende, sabia que necesitaba mas estar sola que en mi compañía.
Busqué su mirada sin saber que palabras utilizar cuando su cuerpo se orillo al mio, logrando que mi respiración se tornara pesada y que de cierto modo mi boca emitiera un sonido ronco contra la suya, que ahora me pedía que me quedara.
-No lo entiendes -susurré casi contra su boca mientras nuestros cuerpos se buscaban atraídos por una fuerza desconocida, por el imán del deseo, de la pasión y en mi caso, de la lujuria.
Mi hombría impacto en su vientre cuando nuestra cercanía era tan evidente que nuestros cuerpo se rozaban necesitados, mas pronto esta se dio cuenta de que mi necesidad era muy superior a la suya, y que mi cordura quedaba relegada a los instintos mas básicos, que ahora recorrian vigorosos mi entrepierna.
-Llevo un largo viaje..-traté de explicar sin éxito, a fin de cuentas, como no asustarla con mis palabras. -Tengo...ganas
Merecía el premio al hombre mas sensible del mundo y sin duda al que mejor era capaz de trasmitir a una mujer sus necesidades básicas sin ser grosero o resultar un autentico energúmeno.
Supongo que en el fondo así era yo, un animal salvaje al que no se le daban bien los juegos de palabras.
Ser directo era una de mis virtudes, mas también el mayor de mis defectos.
-Dormiré en el suelo para no incomodaros, comprendo que no estáis preparada para compartir lecho con un desconocido y en las circunstancias en las que me encuentro creo sera lo mas conveniente pues de no hacerlo así, no prometo que la situación no se tornara de un modo u otro incomoda para vos, para ambos cuando me rechazarais.
Sonreí de medio lado tratando de poner distancia entre nuestros cuerpos, aunque el mio suplicaba con fervor tomar el suyo, hacerla mía contra ese lecho que a mis espaldas presidia la habitación y por le que nuestros ojos había bailado en mas de una ocasión.
La puerta se cerro tras nosotros mientras nuestros ojos sedientos de información, de deseo en mi caso se encontraron. Sus palabras me pedían que durmiera a su lado, que eso era algo que no le importaba, claro que a su vez me suplicaban que no la tocara, que me comportara como un caballero o mejor dicho como una dama de guarda.
Como explicarle que lamentaba mucho su situación, que entendida el infierno por el que había pasado y que por ende, sabia que necesitaba mas estar sola que en mi compañía.
Busqué su mirada sin saber que palabras utilizar cuando su cuerpo se orillo al mio, logrando que mi respiración se tornara pesada y que de cierto modo mi boca emitiera un sonido ronco contra la suya, que ahora me pedía que me quedara.
-No lo entiendes -susurré casi contra su boca mientras nuestros cuerpos se buscaban atraídos por una fuerza desconocida, por el imán del deseo, de la pasión y en mi caso, de la lujuria.
Mi hombría impacto en su vientre cuando nuestra cercanía era tan evidente que nuestros cuerpo se rozaban necesitados, mas pronto esta se dio cuenta de que mi necesidad era muy superior a la suya, y que mi cordura quedaba relegada a los instintos mas básicos, que ahora recorrian vigorosos mi entrepierna.
-Llevo un largo viaje..-traté de explicar sin éxito, a fin de cuentas, como no asustarla con mis palabras. -Tengo...ganas
Merecía el premio al hombre mas sensible del mundo y sin duda al que mejor era capaz de trasmitir a una mujer sus necesidades básicas sin ser grosero o resultar un autentico energúmeno.
Supongo que en el fondo así era yo, un animal salvaje al que no se le daban bien los juegos de palabras.
Ser directo era una de mis virtudes, mas también el mayor de mis defectos.
-Dormiré en el suelo para no incomodaros, comprendo que no estáis preparada para compartir lecho con un desconocido y en las circunstancias en las que me encuentro creo sera lo mas conveniente pues de no hacerlo así, no prometo que la situación no se tornara de un modo u otro incomoda para vos, para ambos cuando me rechazarais.
Sonreí de medio lado tratando de poner distancia entre nuestros cuerpos, aunque el mio suplicaba con fervor tomar el suyo, hacerla mía contra ese lecho que a mis espaldas presidia la habitación y por le que nuestros ojos había bailado en mas de una ocasión.
Sköll Dasan- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
La cercanía de nuestros cuerpos hizo evidente de nuevo la ferviente atracción que sentía por mí; esa que horas antes en la playa había sido descubierta, y que por extraño que pareciese debido a mi historia, me resultaba embriagadora. Hasta ese momento me había sido indiferente si los hombres que conocía se sentían atraídos por mí o no, si era yo quien aparecía en sus sueños o si me deseaban,pero desde que había conocido a Annibal, desde que nuestras miradas se habían cruzado en la arena al colocarme su capa, había querido provocar ese sentimiento tan básico en él.
Una reacción que me hacía sentirme especial ante sus ojos, me hacía sentirme segura de mí misma y de lo que entre nosotros había. Porque en esos momentos en los que su virilidad se apretaba frente a mi vientre, no existían los compromisos concertados, en ese momento solo estábamos él y yo, y lo que sentíamos era real; tan real como esa fuerza invisible que nos impedía separarnos el uno del otro.
Me sonrojé inconscientemente al escuchar sus palabras, al confesarme que tenía ganas de mí, de hacerme suya; al entender que se estaba disculpando por aquel gesto que no podía controlar y, que según le parecía, lo ponía en evidencia. Reconozco que sentí cierta impresión al escucharlo, jamás nadie se había aventurado a hablarme con tanta claridad, y eso me gustaba; el hecho de que no hubiese dobles tintas entre nosotros, en que fuésemos capaces de ser sinceros, cuando estaba claro que todos los demás no lo eran.
- Annibal, dejaste de ser un desconocido en el momento en el que te dejé entrar en mi habitación. Podía haberme opuesto, y hubiese conseguido que te cambiasen de alcoba, no te haces una idea de lo testaruda que puedo llegar a ser.- expliqué incapaz de separarme de su cuerpo, de la calidez de su piel que traspasaba nuestras ropas y llegaba a acariciar la mía.- Me gustaría que aceptases dormir conmigo en la cama, no en el suelo; te prometo que no me incomodas en absoluto. Y... si entiendo lo que dices; el hecho de que no haya querido compartir mi vida con un hombre antes no implica que me haya caído de un guindo. No te imaginas las conversaciones que tienen mis amigas cuando quedamos para tomar el té.
Le guiñé un ojo divertida. Era cierto que sabía más cosas de las que había experimentado, así como que también me daba un miedo atroz tener una relación con un hombre. Aunque si lo pensaba con detenimiento, con Annibal todo sucedía de forma distinta. Deseaba sentir el tacto de su mano sobre la mía, el roce de sus cálidos labios que acariciaban los míos a cada palabra que ambos pronunciábamos, incapaces de dar un paso más; por mi parte porque no sabía si sería lo correcto, y por la suya...imagino que porque no quería asustarme. ¿Cómo podía explicarle que junto a él parte de mis miedos desaparecían? ¿Qué mi repulsión hacia el sexo era inexistente y que lo deseaba como el me deseaba a mí?
- Quizás podamos encontrar un modo en que nuestro sueño sea menos incómodo.- apunté sin estar muy convencida de que me estuviese entendiendo; pero no sabía como dirigir aquel tema hacía un punto neutral en el que ambos estuviésemos de acuerdo.- Tal vez un baño consiga relajarte de tus...ganas (susurré)..y podemos compartir lecho. Guíame tú en todo esto porque estoy totalmente perdida.
Nuestras miradas se encontraron de nuevo, manteniéndose firmes, cómplices de unos sentimientos que comenzaban a aflorar en nosotros de forma inesperada. Desvié durante unos segundos mis ojos a sus labios, esos que humedecía y hacía irresistibles, volviendo a posar mi mirada en la ajena. Deseando que aceptase mi proposición y encontrar un equilibrio que nos llevase a poder dormir juntos aquella noche; porque me dolería en el alma que optase por dormir en el suelo en lugar de en el lecho conmigo. Para eso, sería mejor buscarle otra habitación, donde al menos pudiese descansar plácidamente
Una reacción que me hacía sentirme especial ante sus ojos, me hacía sentirme segura de mí misma y de lo que entre nosotros había. Porque en esos momentos en los que su virilidad se apretaba frente a mi vientre, no existían los compromisos concertados, en ese momento solo estábamos él y yo, y lo que sentíamos era real; tan real como esa fuerza invisible que nos impedía separarnos el uno del otro.
Me sonrojé inconscientemente al escuchar sus palabras, al confesarme que tenía ganas de mí, de hacerme suya; al entender que se estaba disculpando por aquel gesto que no podía controlar y, que según le parecía, lo ponía en evidencia. Reconozco que sentí cierta impresión al escucharlo, jamás nadie se había aventurado a hablarme con tanta claridad, y eso me gustaba; el hecho de que no hubiese dobles tintas entre nosotros, en que fuésemos capaces de ser sinceros, cuando estaba claro que todos los demás no lo eran.
- Annibal, dejaste de ser un desconocido en el momento en el que te dejé entrar en mi habitación. Podía haberme opuesto, y hubiese conseguido que te cambiasen de alcoba, no te haces una idea de lo testaruda que puedo llegar a ser.- expliqué incapaz de separarme de su cuerpo, de la calidez de su piel que traspasaba nuestras ropas y llegaba a acariciar la mía.- Me gustaría que aceptases dormir conmigo en la cama, no en el suelo; te prometo que no me incomodas en absoluto. Y... si entiendo lo que dices; el hecho de que no haya querido compartir mi vida con un hombre antes no implica que me haya caído de un guindo. No te imaginas las conversaciones que tienen mis amigas cuando quedamos para tomar el té.
Le guiñé un ojo divertida. Era cierto que sabía más cosas de las que había experimentado, así como que también me daba un miedo atroz tener una relación con un hombre. Aunque si lo pensaba con detenimiento, con Annibal todo sucedía de forma distinta. Deseaba sentir el tacto de su mano sobre la mía, el roce de sus cálidos labios que acariciaban los míos a cada palabra que ambos pronunciábamos, incapaces de dar un paso más; por mi parte porque no sabía si sería lo correcto, y por la suya...imagino que porque no quería asustarme. ¿Cómo podía explicarle que junto a él parte de mis miedos desaparecían? ¿Qué mi repulsión hacia el sexo era inexistente y que lo deseaba como el me deseaba a mí?
- Quizás podamos encontrar un modo en que nuestro sueño sea menos incómodo.- apunté sin estar muy convencida de que me estuviese entendiendo; pero no sabía como dirigir aquel tema hacía un punto neutral en el que ambos estuviésemos de acuerdo.- Tal vez un baño consiga relajarte de tus...ganas (susurré)..y podemos compartir lecho. Guíame tú en todo esto porque estoy totalmente perdida.
Nuestras miradas se encontraron de nuevo, manteniéndose firmes, cómplices de unos sentimientos que comenzaban a aflorar en nosotros de forma inesperada. Desvié durante unos segundos mis ojos a sus labios, esos que humedecía y hacía irresistibles, volviendo a posar mi mirada en la ajena. Deseando que aceptase mi proposición y encontrar un equilibrio que nos llevase a poder dormir juntos aquella noche; porque me dolería en el alma que optase por dormir en el suelo en lugar de en el lecho conmigo. Para eso, sería mejor buscarle otra habitación, donde al menos pudiese descansar plácidamente
Tessa Leduc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Localización : París
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Lejos de que la situación derivara en un momento incomodo, allí estaba yo, frente a una mujer preciosa, que con sus palabras acariciaba todo mi ser.
Me convertía ya no en un extraño si no en su prometido ,en ese hombre que había no solo permitido entrar en su habitación, si no en su vida.
Eso lejos de molestarme, de indignarme, pues durante todo mi viaje mi único propósito era sacármela de encima, me orillaba a su cuerpo, me acercaba suplicante hacia sus labios, pues en ese momento mi única ansia era tomarlos.
Escuche con atención su petición, ella al igual que yo deseaba que compartiéramos lecho, y de un modo u otro, aun diciéndome que no estaba preparada para mi, me invitaba a tomar un lento baño donde poder satisfacer mis necesidades.
Entreabrí mis labios casi contra los suyos, sentía como mi falo se había endurecido como una piedra solo de imaginar sus manos aliviando mi pesar, su boca lamiéndolo lentamente.
-¿Estas diciendo que podríamos tomar el baño juntos? -pregunte ligeramente desconcertado.
No sabia hasta donde ella podía llegar y sin duda mi imaginación y mis ganas volaban mucho mas lejos de l oque ella pretendía decir con simples insinuaciones.
No se bien como, pero ese imán que nos atraía de forma despiadada había echo que mis labios rozaran los suyos con cada una de mis palabras, nuestros aliento se entremezclaba de forma violenta, entrecortada dejando que un sonido ronco emergiera de mi garganta.
Mi boca tomo de golpe la suya, no podía aguantar mas y embravecida como las olas golpeando las rocas me apodere de sus labios de forma ruda, atravesando su boca con mi lengua que echa fuego se apoderaba de la ajena enredándola en un baile demencial lleno de necesidad.
Mi cuerpo se orillo al suyo, dejando que mis manos descendieran por sus caderas como la lava de un volcán
Jadeé contra su boca, preso del calor que encendía mi cuerpo, que alzando mas mi hombría mostraba de forma salvaje mis ganas.
Pronto ambos acabamos contra la misma puerta del dormitorio, un golpe de su cuerpo empujado por el mio marco el principio de un arranque pasional, de lo mucho que mi cuerpo la necesitaba y los jadeos se sucedieron por gemidos cuando mis dedos alzaron lentamente su falda exigiendo lo que era mio por derecho.
-Te deseo -susurré contra su boca esperando de un modo u otro ser complacido.
Me convertía ya no en un extraño si no en su prometido ,en ese hombre que había no solo permitido entrar en su habitación, si no en su vida.
Eso lejos de molestarme, de indignarme, pues durante todo mi viaje mi único propósito era sacármela de encima, me orillaba a su cuerpo, me acercaba suplicante hacia sus labios, pues en ese momento mi única ansia era tomarlos.
Escuche con atención su petición, ella al igual que yo deseaba que compartiéramos lecho, y de un modo u otro, aun diciéndome que no estaba preparada para mi, me invitaba a tomar un lento baño donde poder satisfacer mis necesidades.
Entreabrí mis labios casi contra los suyos, sentía como mi falo se había endurecido como una piedra solo de imaginar sus manos aliviando mi pesar, su boca lamiéndolo lentamente.
-¿Estas diciendo que podríamos tomar el baño juntos? -pregunte ligeramente desconcertado.
No sabia hasta donde ella podía llegar y sin duda mi imaginación y mis ganas volaban mucho mas lejos de l oque ella pretendía decir con simples insinuaciones.
No se bien como, pero ese imán que nos atraía de forma despiadada había echo que mis labios rozaran los suyos con cada una de mis palabras, nuestros aliento se entremezclaba de forma violenta, entrecortada dejando que un sonido ronco emergiera de mi garganta.
Mi boca tomo de golpe la suya, no podía aguantar mas y embravecida como las olas golpeando las rocas me apodere de sus labios de forma ruda, atravesando su boca con mi lengua que echa fuego se apoderaba de la ajena enredándola en un baile demencial lleno de necesidad.
Mi cuerpo se orillo al suyo, dejando que mis manos descendieran por sus caderas como la lava de un volcán
Jadeé contra su boca, preso del calor que encendía mi cuerpo, que alzando mas mi hombría mostraba de forma salvaje mis ganas.
Pronto ambos acabamos contra la misma puerta del dormitorio, un golpe de su cuerpo empujado por el mio marco el principio de un arranque pasional, de lo mucho que mi cuerpo la necesitaba y los jadeos se sucedieron por gemidos cuando mis dedos alzaron lentamente su falda exigiendo lo que era mio por derecho.
-Te deseo -susurré contra su boca esperando de un modo u otro ser complacido.
Sköll Dasan- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Me ruboricé al escuchar su propuesta, no porque no me resultase excitantemente apetecible, sino porque no se me había pasado por la cabeza poder disfrutar de un baño juntos, con nuestra piel al descubierto por completo. Mi respiración se entrecortó solo de pensar en el roce de nuestros cuerpos desnudos, fundiéndose en uno bajo las cálidas y espumosas aguas de la bañera que se encontraba en el cuarto anexo a mi dormitorio.
Jadeé frente a sus labios pensando en la respuesta acertada, sintiendo como nuestros alientos se entremezclaban y nuestros labios se rozaban excitados, anhelantes de besar y ser besados. Lo deseaba, deseaba a aquel hombre que con sus gestos me había conquistado en apenas unas horas; lo deseaba por haberme hecho sentir en una sola tarde lo que ninguno había conseguido en toda mi vida, más no quería precipitarme con él.
No quería que pensase que estaba desesperada por meterlo entre mis piernas, por cazarlo como muchas hacían acostándose con sus parejas demasiado pronto. Quería que me amase, que cuando llegase ese momento, pudiese estar segura de que me quería, y no solo por mi cuerpo, no por desahogarse, sino porque entre nosotros había crecido ese sentimiento que quizás ya empezaba a aflorar. Además, tampoco sabía como reaccionaría en el momento en que él me tocase. Necesitaba ir poco a poco, quizás empezando por lo más básico, por satisfacerle sus impulsos más básicos, esos que según él podrían crear incomodidades en el lecho si queríamos dormir juntos.
No me dio tiempo a contestar, pues dejándose llevar por la misma necesidad de besarme que a mi me atormentaba desde que nuestros cuerpos se habían unido al entrar en la alcoba, hizo suyos mis labios; tomándolos con un deseo y una pasión descontrolados, haciéndome jadear en ellos cuando nuestras lenguas se enlazaron en un trepidante baile; rozándose cálidas, estremeciéndome de placer con su sabor mezclado con el mío.
Mis manos inexpertas se introdujeron por debajo de su camisola, buscando acariciarle con suavidad su espalda, una espalda fuerte y cálida que se erizaba con el roce de mis dedos. Sus manos se posaron en mis caderas, orillándome con firmeza a su cuerpo, logrando con ello hacerme sentir su endurecido miembro apretado contra mi vientre. Jadeé de nuevo, extasiada por todas aquellas nuevas sensaciones que junto a él comenzaba a sentir; la humedad de mi sexo por el roce de sus labios, la lujuriosa necesidad de que me hiciese suya en el preciso instante en que mi espalda golpeó contra la puerta. Y lejos de sentirme cohibida por su arranque de pasión desmedida, por esos gestos tan salvajes y descontrolados, me sentí segura entre sus brazos. Sabía que junto a él todo iría bien, que no habrían miedos ni reproches, que respetaría mi ritmo sin malas caras. Sus ágiles dedos comenzaron a subir mi falda, y supe que era el momento de ralentizar nuestro ritmo.
- Annibal, ¿y si de momento solo empezamos contigo?- jadeé junto a sus labios, acercando mi mano con cuidado a su entrepierna; dejándole claro que no lo iba a dejar con sus inmensas ganas. Lo malo...que estaba totalmente perdida y necesitaba que él me guiase.- Quizás yo necesite algo más de tiempo, pero no por ello tú debes reprimirte.
Lo deseaba tanto como él a mí, como aquella palabras que habían salido de su boca pero que eran más que evidentes con sus gestos, con sus caricias, y en la forma en que hacía suya mi boca como de si su vida dependiese de ello.
Jadeé frente a sus labios pensando en la respuesta acertada, sintiendo como nuestros alientos se entremezclaban y nuestros labios se rozaban excitados, anhelantes de besar y ser besados. Lo deseaba, deseaba a aquel hombre que con sus gestos me había conquistado en apenas unas horas; lo deseaba por haberme hecho sentir en una sola tarde lo que ninguno había conseguido en toda mi vida, más no quería precipitarme con él.
No quería que pensase que estaba desesperada por meterlo entre mis piernas, por cazarlo como muchas hacían acostándose con sus parejas demasiado pronto. Quería que me amase, que cuando llegase ese momento, pudiese estar segura de que me quería, y no solo por mi cuerpo, no por desahogarse, sino porque entre nosotros había crecido ese sentimiento que quizás ya empezaba a aflorar. Además, tampoco sabía como reaccionaría en el momento en que él me tocase. Necesitaba ir poco a poco, quizás empezando por lo más básico, por satisfacerle sus impulsos más básicos, esos que según él podrían crear incomodidades en el lecho si queríamos dormir juntos.
No me dio tiempo a contestar, pues dejándose llevar por la misma necesidad de besarme que a mi me atormentaba desde que nuestros cuerpos se habían unido al entrar en la alcoba, hizo suyos mis labios; tomándolos con un deseo y una pasión descontrolados, haciéndome jadear en ellos cuando nuestras lenguas se enlazaron en un trepidante baile; rozándose cálidas, estremeciéndome de placer con su sabor mezclado con el mío.
Mis manos inexpertas se introdujeron por debajo de su camisola, buscando acariciarle con suavidad su espalda, una espalda fuerte y cálida que se erizaba con el roce de mis dedos. Sus manos se posaron en mis caderas, orillándome con firmeza a su cuerpo, logrando con ello hacerme sentir su endurecido miembro apretado contra mi vientre. Jadeé de nuevo, extasiada por todas aquellas nuevas sensaciones que junto a él comenzaba a sentir; la humedad de mi sexo por el roce de sus labios, la lujuriosa necesidad de que me hiciese suya en el preciso instante en que mi espalda golpeó contra la puerta. Y lejos de sentirme cohibida por su arranque de pasión desmedida, por esos gestos tan salvajes y descontrolados, me sentí segura entre sus brazos. Sabía que junto a él todo iría bien, que no habrían miedos ni reproches, que respetaría mi ritmo sin malas caras. Sus ágiles dedos comenzaron a subir mi falda, y supe que era el momento de ralentizar nuestro ritmo.
- Annibal, ¿y si de momento solo empezamos contigo?- jadeé junto a sus labios, acercando mi mano con cuidado a su entrepierna; dejándole claro que no lo iba a dejar con sus inmensas ganas. Lo malo...que estaba totalmente perdida y necesitaba que él me guiase.- Quizás yo necesite algo más de tiempo, pero no por ello tú debes reprimirte.
Lo deseaba tanto como él a mí, como aquella palabras que habían salido de su boca pero que eran más que evidentes con sus gestos, con sus caricias, y en la forma en que hacía suya mi boca como de si su vida dependiese de ello.
Tessa Leduc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Localización : París
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Sus manos que raudas sobrevolaban por debajo de la camisa mi piel, ardían, estaba tan excitado que apenas podía pensar, solo actuaba necesitado de mas, necesitado de todo lo que mi prometida me podía dar, jadeaba descontrolado contra su boca que se abría dejando que nuestras húmedas lenguas bailaran salvaje colisionando entre si.
Mis dientes tomaron su labios inferior antes de deslizarse salvajes por su mandíbula, gruñendo su nombre a cada paso en el que su cabeza ladeaba daba me daba paso a alcanzar su cuello.
Jadee lamiéndolo ligeramente cuando mis manos que lazaban su falda raudamente buscando mi desasosiego fueron detenidas.
Con los labios entreabiertos y la ronca respiración escapando de ellos me retiré para buscar su mirada, jadeos que reflejaban contra su boca mi inminente necesidad de ella, de arder contra su piel en aquella noche sin estrellas.
Sus palabras parecían querer lo contrario que las señales equivocas que su cuerpo me había mandado, esas que habían hecho que me lanzara decidido a poseerla y que ahora me daba cuenta del error de mi treta.
-Lo siento -jadeé de nuevo tratando de apartar mi mirada de sus ojos que parecían buscarme apenados.
Su mano se acerco a mi hombría, creo que sumisa por darme el descargo necesario, atrapada en esa trampa que era nuestro matrimonio, en la encerrona que sus padres le habían preparado y en la que yo sin quererlo había entrado.
Tomé su mano haciéndola a un lado mientras frente a mi ponía los mil y un escudos ganados durante mi existencia como alfa, esos infranqueables que a menudo me hacían gala y que ella, no conocía todavía pues en el fondo solo era un extraño con el que había compartido un viaje a caballo.
No habían vino, ni rosas, ni siquiera estrellas en el firmamento, solo la obligación de nuestros padres para un matrimonio concertado.
-No te preocupes, puedo solucionar ese problema yo solo.
Sonreí de forma hipócrita tratando de que no se sintiera mal, mas por ende me era difícil disimular la frustración que sentía.
No era solo el echo de haberme detenido, si no el tratarme como a un bestia, querer que descargará frente a ella para que así no tuviera que hacerlo dentro de ella.
Calmarme de un modo u otro, eso era lo que pretendía, mas ella estar exenta de gozo con mi presencia.
No era eso lo que yo quería, yo quería hacer el amor con ella, tenerla para mi, jugar juntos si no estaba preparada.
Pero el juego en solitario me resultaba una ofensa.
Mis dientes tomaron su labios inferior antes de deslizarse salvajes por su mandíbula, gruñendo su nombre a cada paso en el que su cabeza ladeaba daba me daba paso a alcanzar su cuello.
Jadee lamiéndolo ligeramente cuando mis manos que lazaban su falda raudamente buscando mi desasosiego fueron detenidas.
Con los labios entreabiertos y la ronca respiración escapando de ellos me retiré para buscar su mirada, jadeos que reflejaban contra su boca mi inminente necesidad de ella, de arder contra su piel en aquella noche sin estrellas.
Sus palabras parecían querer lo contrario que las señales equivocas que su cuerpo me había mandado, esas que habían hecho que me lanzara decidido a poseerla y que ahora me daba cuenta del error de mi treta.
-Lo siento -jadeé de nuevo tratando de apartar mi mirada de sus ojos que parecían buscarme apenados.
Su mano se acerco a mi hombría, creo que sumisa por darme el descargo necesario, atrapada en esa trampa que era nuestro matrimonio, en la encerrona que sus padres le habían preparado y en la que yo sin quererlo había entrado.
Tomé su mano haciéndola a un lado mientras frente a mi ponía los mil y un escudos ganados durante mi existencia como alfa, esos infranqueables que a menudo me hacían gala y que ella, no conocía todavía pues en el fondo solo era un extraño con el que había compartido un viaje a caballo.
No habían vino, ni rosas, ni siquiera estrellas en el firmamento, solo la obligación de nuestros padres para un matrimonio concertado.
-No te preocupes, puedo solucionar ese problema yo solo.
Sonreí de forma hipócrita tratando de que no se sintiera mal, mas por ende me era difícil disimular la frustración que sentía.
No era solo el echo de haberme detenido, si no el tratarme como a un bestia, querer que descargará frente a ella para que así no tuviera que hacerlo dentro de ella.
Calmarme de un modo u otro, eso era lo que pretendía, mas ella estar exenta de gozo con mi presencia.
No era eso lo que yo quería, yo quería hacer el amor con ella, tenerla para mi, jugar juntos si no estaba preparada.
Pero el juego en solitario me resultaba una ofensa.
Sköll Dasan- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Nuestras miradas se cruzaron de nuevo, cargadas de sentimientos, de deseo; la suya buscando respuestas a mi gesto y la mía intentando dárselas del modo más complicado, intentando que comprendiese lo mucho que lo necesitaba, lo mucho que deseaba que acariciase mi cuerpo y me hiciese suya, que aquello no era un rechazo, sino una ralentización del ritmo de nuestras caricias.
He de reconocer que sus palabras se me clavaron en el alma, porque sinceras o no, sus ojos me decían lo contrario, me decían lo dolido que estaba y que todos mis esfuerzos por demostrarle que no era un rechazo habían sido en balde. Sujetó mi mano, evitando así que pudiese acariciar su hombría, que consiguiese darlo aquello que tanto anhelaba, y que por ende yo también deseaba. La posé sobre su cintura sin saber a ciencia cierta si aquello también le molestaría.
Necesitaba que me entendiese, que no se sintiese culpable por algo que no había hecho; sino todo lo contrario, había conseguido en apenas unas horas que fuese capaz de imaginar un futuro a su lado. Acaricié con mi otra mano su mejilla sintiendo un cosquilleo en la palma provocado por su incipiente barba. Parecía molesto, quizás defraudado por mis acciones. Pero es que lo que sus ojos me transmitían no era ni por asomo lo que en verdad sentía por él. Y por extraño que pareciese, podía llegar a comprenderlo; si él me hubiese parado a mí, también me habría sentido humillada, y lo peor, es que no había sido capaz de verlo hasta que había sido demasiado tarde.
-Annibal, creo que me has malinterpretado.- acerqué mis labios de nuevos a los suyos, rozando nuestras bocas, demostrándole el deseo que sentía y que era palpable.- No te estoy diciendo que no quiera que me acaricies, ni que me beses, de hecho lo necesito; solo es que para mí todo esto es nuevo, sentir lo que siento estando contigo es algo que nunca antes me había ocurrido. Me siento perdida por eso te he parado, y tampoco sé como reaccionaré llegado el momento. Pero tu placer es el mío, no lo olvides.
Busqué su mirada, en esta ocasión un poco más relajada, imagino que tratando de asimilar lo que quería decirle con mis palabras. Acerqué mi cuerpo al suyo donde su virilidad quedaba presionada en mi vientre y un jadeo proveniente de mis labios murió en los suyos.
-Te deseo, Annibal. Deseo que compartamos caricias, deseo darte placer y que tú me lo des a mí. Ahora mismo siento que solo estamos nosotros; me da igual los compromisos, lo que piensen los demás, lo que hayan decidido nuestros padres o si nos esperan abajo para cenar; porque solo estamos tú y yo en esta habitación, dos personas que sin conocerse apenas han congeniado de una forma especial. Desde el mismo momento en que me besaste supe que te necesitaría a partir de entonces, que anhelaría tus caricias recorriendo mi cuerpo y tus labios abrasándome la piel. Ahora sé que no me importa que mis padres hayan decidido prometerme contigo, porque después de conocerte, hubiese sido yo la que hubiese luchado por tu amor.
Tomé sus labios despacio, buscando poder desatar esa pasión que golpeaba mi vientre, orillando mi cuerpo al suyo y esperando no ser yo rechazada por lo que acababa de confesarle. Introduje mi lengua en su boca, acariciando la suya y buscando un perdón por haber sido tan estúpida de hacerle pensar que no lo deseaba, cuando lo cierto era que no me imaginaba aquel momento con alguien que no fuese él.
He de reconocer que sus palabras se me clavaron en el alma, porque sinceras o no, sus ojos me decían lo contrario, me decían lo dolido que estaba y que todos mis esfuerzos por demostrarle que no era un rechazo habían sido en balde. Sujetó mi mano, evitando así que pudiese acariciar su hombría, que consiguiese darlo aquello que tanto anhelaba, y que por ende yo también deseaba. La posé sobre su cintura sin saber a ciencia cierta si aquello también le molestaría.
Necesitaba que me entendiese, que no se sintiese culpable por algo que no había hecho; sino todo lo contrario, había conseguido en apenas unas horas que fuese capaz de imaginar un futuro a su lado. Acaricié con mi otra mano su mejilla sintiendo un cosquilleo en la palma provocado por su incipiente barba. Parecía molesto, quizás defraudado por mis acciones. Pero es que lo que sus ojos me transmitían no era ni por asomo lo que en verdad sentía por él. Y por extraño que pareciese, podía llegar a comprenderlo; si él me hubiese parado a mí, también me habría sentido humillada, y lo peor, es que no había sido capaz de verlo hasta que había sido demasiado tarde.
-Annibal, creo que me has malinterpretado.- acerqué mis labios de nuevos a los suyos, rozando nuestras bocas, demostrándole el deseo que sentía y que era palpable.- No te estoy diciendo que no quiera que me acaricies, ni que me beses, de hecho lo necesito; solo es que para mí todo esto es nuevo, sentir lo que siento estando contigo es algo que nunca antes me había ocurrido. Me siento perdida por eso te he parado, y tampoco sé como reaccionaré llegado el momento. Pero tu placer es el mío, no lo olvides.
Busqué su mirada, en esta ocasión un poco más relajada, imagino que tratando de asimilar lo que quería decirle con mis palabras. Acerqué mi cuerpo al suyo donde su virilidad quedaba presionada en mi vientre y un jadeo proveniente de mis labios murió en los suyos.
-Te deseo, Annibal. Deseo que compartamos caricias, deseo darte placer y que tú me lo des a mí. Ahora mismo siento que solo estamos nosotros; me da igual los compromisos, lo que piensen los demás, lo que hayan decidido nuestros padres o si nos esperan abajo para cenar; porque solo estamos tú y yo en esta habitación, dos personas que sin conocerse apenas han congeniado de una forma especial. Desde el mismo momento en que me besaste supe que te necesitaría a partir de entonces, que anhelaría tus caricias recorriendo mi cuerpo y tus labios abrasándome la piel. Ahora sé que no me importa que mis padres hayan decidido prometerme contigo, porque después de conocerte, hubiese sido yo la que hubiese luchado por tu amor.
Tomé sus labios despacio, buscando poder desatar esa pasión que golpeaba mi vientre, orillando mi cuerpo al suyo y esperando no ser yo rechazada por lo que acababa de confesarle. Introduje mi lengua en su boca, acariciando la suya y buscando un perdón por haber sido tan estúpida de hacerle pensar que no lo deseaba, cuando lo cierto era que no me imaginaba aquel momento con alguien que no fuese él.
Tessa Leduc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Localización : París
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Sus palabras impactaron cálidas contra mis labios, palabras que admito necesitaba oir, quizás tenia razón, había sido un estúpido y la había malinterpretado, quizás no solo quisiera complacerme y de quererlo, que mas daba, acaso no ansiaba yo hacer lo mismo.
Acaso no estaba enfadado porque no quería ser el único que jadeara aquella noche, yo quería que ella lo notará, que sintiera, que viviera y que lo hiciera conmigo ,que ambos lográramos erizar nuestra piel, que sintiéramos el elixir del otro.
Jadeé cuando sus labios se incendiaron contra los míos, acercando su cuerpo sin vehemencia para impactar con mi abultada hombría que ya reclamaba colarse entre sus piernas.
Mi mano alcanzó su nuca, enredando en ella mis dedos de forma apasionada. Alcé ligeramente su rostro hundiendo mis ojos en aquello impresionantes orbes que ahora oscurecidos por el deseo se perdían en los míos.
-¿estas segura? -pregunté con la voz ronca que impactaba contra sus labios una y otra vez deseando tomarlos.
No esperé respuesta alguna, para que, nuestras ganas eran evidentes y estaba mas que seguro que esa mujer de no querer algo me pararía, necesitaba saber que l oque ella sentía era lo mismo, que esto lejos de ser solo un acuerdo entre nuestros padres se había convertido en algo suyo y mio.
Nuestros cuerpos descendieron lentamente, ebrios de deseo, rozando nuestras lenguas hasta acabar sobre el mullido lecho.
Mis dedos deslizaron lentamente la camisola de su hombro, dejándolo así al descubierto, allí quedaron mis labios, abrasados por su piel, jadeé lentamente dejando que mi boca se deslizara perdida por su clavícula, marcando en ese arrastre mis dientes.
Gruñí al alcanzar su cuello, sabia que no debía tomarlo ,pero una parte de mi deseaba marcarla como mía, mis dientes lo surcaron navegando por cada curva.
-Te deseo -gemí al alcanzar su mandíbula.
Deshice los nudos de su corseé dejando que este cayera sobre el lecho que nos acogía, sus senos quedaron libres, expuestos a un sinfín de caricias que mis manos les proferían.
Amor ferviente el que sentía por una mujer a la que apenas conocía.
-¿que sientes por mi? -jadeé alcanzando su boca -¿soy ese hombre que esperabas?
Mis manos ávidas de seguir incendiándose en su piel acabaron de quitar las prendas que la tapaban.
Admire ese cuerpo ardiente como el ron, ese que reaccionaba contra la yema de mis dedos entre jadeos.
Busque su mirada cuando mis dedos lentamente se acercaron a su sexo, consciente de lo que podría sentir al notarlos.
-Si te duele, dímelo, y me detendré -dije con la voz completamente ronca mientras deslizaba la yema de mis dedos con mucha suavidad entre sus labios menores buscando el clítoris que se humedecía a mi paso con suma facilidad.
Sonreí al verla tan excitada, eso era l oque necesitaba, saber que no lo hacia por sus padres o por los míos o porque la sociedad asi lo impusiera si no porque ella también estaba muerta de ganas.
Acaso no estaba enfadado porque no quería ser el único que jadeara aquella noche, yo quería que ella lo notará, que sintiera, que viviera y que lo hiciera conmigo ,que ambos lográramos erizar nuestra piel, que sintiéramos el elixir del otro.
Jadeé cuando sus labios se incendiaron contra los míos, acercando su cuerpo sin vehemencia para impactar con mi abultada hombría que ya reclamaba colarse entre sus piernas.
Mi mano alcanzó su nuca, enredando en ella mis dedos de forma apasionada. Alcé ligeramente su rostro hundiendo mis ojos en aquello impresionantes orbes que ahora oscurecidos por el deseo se perdían en los míos.
-¿estas segura? -pregunté con la voz ronca que impactaba contra sus labios una y otra vez deseando tomarlos.
No esperé respuesta alguna, para que, nuestras ganas eran evidentes y estaba mas que seguro que esa mujer de no querer algo me pararía, necesitaba saber que l oque ella sentía era lo mismo, que esto lejos de ser solo un acuerdo entre nuestros padres se había convertido en algo suyo y mio.
Nuestros cuerpos descendieron lentamente, ebrios de deseo, rozando nuestras lenguas hasta acabar sobre el mullido lecho.
Mis dedos deslizaron lentamente la camisola de su hombro, dejándolo así al descubierto, allí quedaron mis labios, abrasados por su piel, jadeé lentamente dejando que mi boca se deslizara perdida por su clavícula, marcando en ese arrastre mis dientes.
Gruñí al alcanzar su cuello, sabia que no debía tomarlo ,pero una parte de mi deseaba marcarla como mía, mis dientes lo surcaron navegando por cada curva.
-Te deseo -gemí al alcanzar su mandíbula.
Deshice los nudos de su corseé dejando que este cayera sobre el lecho que nos acogía, sus senos quedaron libres, expuestos a un sinfín de caricias que mis manos les proferían.
Amor ferviente el que sentía por una mujer a la que apenas conocía.
-¿que sientes por mi? -jadeé alcanzando su boca -¿soy ese hombre que esperabas?
Mis manos ávidas de seguir incendiándose en su piel acabaron de quitar las prendas que la tapaban.
Admire ese cuerpo ardiente como el ron, ese que reaccionaba contra la yema de mis dedos entre jadeos.
Busque su mirada cuando mis dedos lentamente se acercaron a su sexo, consciente de lo que podría sentir al notarlos.
-Si te duele, dímelo, y me detendré -dije con la voz completamente ronca mientras deslizaba la yema de mis dedos con mucha suavidad entre sus labios menores buscando el clítoris que se humedecía a mi paso con suma facilidad.
Sonreí al verla tan excitada, eso era l oque necesitaba, saber que no lo hacia por sus padres o por los míos o porque la sociedad asi lo impusiera si no porque ella también estaba muerta de ganas.
Sköll Dasan- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Nuestros labios se rozaban anhelantes de ser besados por los ajenos, de convertir nuestras bocas en el lugar idóneo donde demostrar el deseo que abrasaba nuestras almas al ritmo que nuestras húmedas lenguas saboreaban a su amado. Su mano sujetó mi nuca, un gesto en el que prometía hacerme tocar el cielo, el preludio de un sin fin de dulces caricias y una larga noche por delante en la que quizás nuestros cuerpos se conocerían.
Apenas pude asentir cuando me preguntó si estaba segura; aún habiéndole confesado lo que sentía por él seguía preocupándose por mí, por mi bienestar...lo lógico en una persona para quien eres importante en su vida. Y fue esa pregunta, el hecho de estar pendiente de mí, de asegurarse de que no me arrepentiría por dar ese paso con él, lo que me hizo convencerme por completo de que era Annibal a quien tanto tiempo había esperado.
Su boca no tardó en reclamar la mía, proclamándose su dueño, haciéndome temblar de deseo y unas inmensas ganas de él. Mi cuerpo se estremecía con el roce de sus manos sobre mi piel, reaccionando a sus caricias que me abrasaban con su paso cuando fue quitándome la ropa al tiempo que nos tumbábamos en la cama; esa que hasta ahora había sido solo mía y que se convertiría en nuestro particular lecho de amor.
Jadeé al sentir sus labios sobre mi hombro, unos cálidos labios que fueron trazando un reguero de besos hasta mi cuello; unas tiernas y a la vez sensuales caricias que humedecían mi sexo mientras mi respiración se entrecortaba. Lo deseaba tanto como él a mí, eso lo tenía claro; lo que ambos sentíamos por el otro era imposible de fingir si no fuesen nuestros sentimientos los que hablaban.
Me quedé tumbada boca arriba en la cama, mientras él se ladeaba quedándose apoyado sobre el codo, dejando una de sus manos libres. Me liberó de mi ceñido corsé despacio, acariciando mis pechos de una forma tan magistral que jamás pensé que sería tan estimulante ser tocada por un hombre; aunque pronto me dí cuenta de mi erróneo pensamiento, no era por el hecho de ser acariciada, sino por quién me estaba acariciando. Con Annibal todo tenía sentido; con él todo era placentero e inigualable.
- No, Annibal; no eres el hombre que esperaba que fuese mi prometido.- contesté buscando su penetrante mirada, que parecía confundida por mis palabras, regalándole una tímida sonrisa al continuar con mi explicación.- No lo eres porque esperaba encontrar un hombre al que odiar, al que echar de mi lado en cuanto tuviese ocasión, y desde que te conocí he sentido todo lo contrario. Me siento bien a tu lado, protegida, querida; juro que jamás hubiese imaginado que podría sentir tantas emociones en tan poco tiempo. ¿Quieres saber lo que siento por ti?
Sinceramente no lo sé; no sé si lo que siento aquí en el pecho es amor, un amor que crece a cada minuto que pasamos juntos, o si es un incontrolable deseo porque me hagas tuya, o si son ambas cosas unidas. Solo sé que eres el hombre que he estado esperando todo este tiempo, el hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida, y la razón por la que nunca quise estar con nadie más. Ahora sé que sin darme cuenta, siempre te he estado esperando a ti.
Continuó con sus cálidas y sensuales caricias al tiempo que las prendas que cubrían mi cuerpo fueron cayendo al suelo, dejándome completamente desnuda. Me incorporé un poco buscando sus labios, levantando su camisola hasta sacarla por su cabeza para volver a verlo como horas antes en la playa, para poder acariciar su espalda y su pecho sin necesidad de deslizar las manos por debajo de la prenda; deseaba recorrer su cuerpo con mis labios, aspirar su olor saboreando sus cuello.
Me recosté de nuevo al sentir sus dedos recorriendo un sinuoso camino descendiente por mi vientre, donde mi piel se erizaba a su paso, donde mis mejillas se sonrojaban no solo por el simple hecho de encontrarme desnuda sino por el calor que sentía en mi interior al imaginar el destino de su mano.
-Confío en ti, no te preocupes.- susurré a duras penas cuando sus dedos comenzaron a acariciar el exterior de mi sexo y mis jadeos salían con timidez de mi garganta. Me avergonzaba un poco sentirme tan excitada, ser incapaz de controlar las ganas que tenía de él, pero a su lado, no podía hacer otra cosa que dejarme llevar por la pasión y el deseo.
Alargué la mano que tenía próxima a él y tras varios intentos en los que el botón de su pantalón parecía propuesto a hacerme la vida posible, éste cedió y despacio introduje la mano en el interior de sus pantalones. ¿Era aquello lo que debía hacer? Debería haber estado más atenta a lo que contaban mis amigas, ahora me vendría perfecto saber qué hacer. Abrí los ojos con sorpresa cuando alcancé su cálido y endurecido falo que parecía contento de sentir mi mano sobre él. Acaricié con suavidad su pene, subiendo y bajando mi mano con cuidado sobre éste, sin tener muy claro si lo estaba haciendo bien; guiándome solo por el peculiar brillo de sus ojos y la sonrisa de medio lado que me indicaba que mi gesto le gustaba.
Sus movimientos comenzaron a tornarse más rítmicos, y como si de un volcán se tratase, mi interior comenzó a arder a cada caricia que él me regalaba, a cada caricia que yo trataba de ofrecerle con el fin de complacerle, sintiendo como el roce de mi mano sobre su virilidad también me excitaba a mí. Eché la cabeza hacia atrás gimiendo por su contacto, por la sensibilidad que sentía en mi clítoris ahora hinchado por la excitación que se acrecentaba en todo mi ser.
-Bésame, por favor.- jadeé de forma casi inaudible buscando su mirada, rogándole que me guiase en aquel momento, suplicándole por el calor que su cuerpo orillado al mío me proporcionaba.
Apenas pude asentir cuando me preguntó si estaba segura; aún habiéndole confesado lo que sentía por él seguía preocupándose por mí, por mi bienestar...lo lógico en una persona para quien eres importante en su vida. Y fue esa pregunta, el hecho de estar pendiente de mí, de asegurarse de que no me arrepentiría por dar ese paso con él, lo que me hizo convencerme por completo de que era Annibal a quien tanto tiempo había esperado.
Su boca no tardó en reclamar la mía, proclamándose su dueño, haciéndome temblar de deseo y unas inmensas ganas de él. Mi cuerpo se estremecía con el roce de sus manos sobre mi piel, reaccionando a sus caricias que me abrasaban con su paso cuando fue quitándome la ropa al tiempo que nos tumbábamos en la cama; esa que hasta ahora había sido solo mía y que se convertiría en nuestro particular lecho de amor.
Jadeé al sentir sus labios sobre mi hombro, unos cálidos labios que fueron trazando un reguero de besos hasta mi cuello; unas tiernas y a la vez sensuales caricias que humedecían mi sexo mientras mi respiración se entrecortaba. Lo deseaba tanto como él a mí, eso lo tenía claro; lo que ambos sentíamos por el otro era imposible de fingir si no fuesen nuestros sentimientos los que hablaban.
Me quedé tumbada boca arriba en la cama, mientras él se ladeaba quedándose apoyado sobre el codo, dejando una de sus manos libres. Me liberó de mi ceñido corsé despacio, acariciando mis pechos de una forma tan magistral que jamás pensé que sería tan estimulante ser tocada por un hombre; aunque pronto me dí cuenta de mi erróneo pensamiento, no era por el hecho de ser acariciada, sino por quién me estaba acariciando. Con Annibal todo tenía sentido; con él todo era placentero e inigualable.
- No, Annibal; no eres el hombre que esperaba que fuese mi prometido.- contesté buscando su penetrante mirada, que parecía confundida por mis palabras, regalándole una tímida sonrisa al continuar con mi explicación.- No lo eres porque esperaba encontrar un hombre al que odiar, al que echar de mi lado en cuanto tuviese ocasión, y desde que te conocí he sentido todo lo contrario. Me siento bien a tu lado, protegida, querida; juro que jamás hubiese imaginado que podría sentir tantas emociones en tan poco tiempo. ¿Quieres saber lo que siento por ti?
Sinceramente no lo sé; no sé si lo que siento aquí en el pecho es amor, un amor que crece a cada minuto que pasamos juntos, o si es un incontrolable deseo porque me hagas tuya, o si son ambas cosas unidas. Solo sé que eres el hombre que he estado esperando todo este tiempo, el hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida, y la razón por la que nunca quise estar con nadie más. Ahora sé que sin darme cuenta, siempre te he estado esperando a ti.
Continuó con sus cálidas y sensuales caricias al tiempo que las prendas que cubrían mi cuerpo fueron cayendo al suelo, dejándome completamente desnuda. Me incorporé un poco buscando sus labios, levantando su camisola hasta sacarla por su cabeza para volver a verlo como horas antes en la playa, para poder acariciar su espalda y su pecho sin necesidad de deslizar las manos por debajo de la prenda; deseaba recorrer su cuerpo con mis labios, aspirar su olor saboreando sus cuello.
Me recosté de nuevo al sentir sus dedos recorriendo un sinuoso camino descendiente por mi vientre, donde mi piel se erizaba a su paso, donde mis mejillas se sonrojaban no solo por el simple hecho de encontrarme desnuda sino por el calor que sentía en mi interior al imaginar el destino de su mano.
-Confío en ti, no te preocupes.- susurré a duras penas cuando sus dedos comenzaron a acariciar el exterior de mi sexo y mis jadeos salían con timidez de mi garganta. Me avergonzaba un poco sentirme tan excitada, ser incapaz de controlar las ganas que tenía de él, pero a su lado, no podía hacer otra cosa que dejarme llevar por la pasión y el deseo.
Alargué la mano que tenía próxima a él y tras varios intentos en los que el botón de su pantalón parecía propuesto a hacerme la vida posible, éste cedió y despacio introduje la mano en el interior de sus pantalones. ¿Era aquello lo que debía hacer? Debería haber estado más atenta a lo que contaban mis amigas, ahora me vendría perfecto saber qué hacer. Abrí los ojos con sorpresa cuando alcancé su cálido y endurecido falo que parecía contento de sentir mi mano sobre él. Acaricié con suavidad su pene, subiendo y bajando mi mano con cuidado sobre éste, sin tener muy claro si lo estaba haciendo bien; guiándome solo por el peculiar brillo de sus ojos y la sonrisa de medio lado que me indicaba que mi gesto le gustaba.
Sus movimientos comenzaron a tornarse más rítmicos, y como si de un volcán se tratase, mi interior comenzó a arder a cada caricia que él me regalaba, a cada caricia que yo trataba de ofrecerle con el fin de complacerle, sintiendo como el roce de mi mano sobre su virilidad también me excitaba a mí. Eché la cabeza hacia atrás gimiendo por su contacto, por la sensibilidad que sentía en mi clítoris ahora hinchado por la excitación que se acrecentaba en todo mi ser.
-Bésame, por favor.- jadeé de forma casi inaudible buscando su mirada, rogándole que me guiase en aquel momento, suplicándole por el calor que su cuerpo orillado al mío me proporcionaba.
Tessa Leduc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Localización : París
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Nuestra respiración completamente agitada era la antesala de como el clímax se acercaba, su suplica fue oída y sin dudarlo reclame sus labios para mi con necesidad, mientras mis dedos tomaban un ritmo frenético en su sexo.
Su mano inexperta ayudada por la mía lograba que me excitara, hasta que sentí como me iba.
Gruñí contra su boca al ver como su espalda se arqueaba y con una sonrisa cómplice busque su mirada consciente de que posiblemente esa era la mejor experiencia en cuanto la sexo de su vida.
Deslicé mis labios por su cuello dejándome embriagar de ella al tiempo que sacaba los dedos de su interior y rodeaba su cintura con mi brazo atrayendola contra mi.
-Te deseo Tessa y quiero que esto funciones, da igual lo que digan tus padres y los míos, toemos el control de nuestras vidas, demos les gracias por habernos conocido pero hagamos las cosas a nuestro modo.
Nuestros labios se encontraron de nuevo necesitados mientras mi mano surcaba el mar de su cintura con caricias mudas.
Orbes que se anclaban en los del otro hablando sin hablar, era obvio que aun teníamos mucho que tratar, pero yo estaba dispuesto a que esto funcionara. A partir con ella y con su pequeña hacia España y convertirla así en mi alfa.
-Anda, vamos a vestirnos, no hagamos mas a tus padres esperar -bromeé guiñándole un ojo entre risas cómplices mientras me ponía en pie con una sonrisa triunfal.
Nunca imagine que este compromiso que estaba mas que dispuesto a arruinar pudiera hacerme feliz, ahora tenia que darle a mi madre la razón, su gusto era exquisito y aquella mujer podría complementarme la mas de bien.
Deslicé la ropa por mi cuerpo con rapidez y tras ir al baño para adecentarme un poco para poder bajar a ultimar los detalles no solo de nuestro viaje, si no de la dote y demás menesteres me plante de nuevo frente a ella con la mejor de mis sonrisas.
-¿Vamos? -le pregunté tendiéndole la mano para bajar así con los dedos engarzados por las escaleras sin poder dejar de mirarnos.
El jubilo de los padres era evidente al ver lo bien que congeniamos, entre ellos se miraban felices posiblemente de que su hija hubiera podido superar su trauma y de verla feliz a mi lado.
La mesa estuvo dispuesta, así que allí nos sentamos para empezar a degustar todos y cada uno de sus platos, estaba hambriento y sediento.
Su mano inexperta ayudada por la mía lograba que me excitara, hasta que sentí como me iba.
Gruñí contra su boca al ver como su espalda se arqueaba y con una sonrisa cómplice busque su mirada consciente de que posiblemente esa era la mejor experiencia en cuanto la sexo de su vida.
Deslicé mis labios por su cuello dejándome embriagar de ella al tiempo que sacaba los dedos de su interior y rodeaba su cintura con mi brazo atrayendola contra mi.
-Te deseo Tessa y quiero que esto funciones, da igual lo que digan tus padres y los míos, toemos el control de nuestras vidas, demos les gracias por habernos conocido pero hagamos las cosas a nuestro modo.
Nuestros labios se encontraron de nuevo necesitados mientras mi mano surcaba el mar de su cintura con caricias mudas.
Orbes que se anclaban en los del otro hablando sin hablar, era obvio que aun teníamos mucho que tratar, pero yo estaba dispuesto a que esto funcionara. A partir con ella y con su pequeña hacia España y convertirla así en mi alfa.
-Anda, vamos a vestirnos, no hagamos mas a tus padres esperar -bromeé guiñándole un ojo entre risas cómplices mientras me ponía en pie con una sonrisa triunfal.
Nunca imagine que este compromiso que estaba mas que dispuesto a arruinar pudiera hacerme feliz, ahora tenia que darle a mi madre la razón, su gusto era exquisito y aquella mujer podría complementarme la mas de bien.
Deslicé la ropa por mi cuerpo con rapidez y tras ir al baño para adecentarme un poco para poder bajar a ultimar los detalles no solo de nuestro viaje, si no de la dote y demás menesteres me plante de nuevo frente a ella con la mejor de mis sonrisas.
-¿Vamos? -le pregunté tendiéndole la mano para bajar así con los dedos engarzados por las escaleras sin poder dejar de mirarnos.
El jubilo de los padres era evidente al ver lo bien que congeniamos, entre ellos se miraban felices posiblemente de que su hija hubiera podido superar su trauma y de verla feliz a mi lado.
La mesa estuvo dispuesta, así que allí nos sentamos para empezar a degustar todos y cada uno de sus platos, estaba hambriento y sediento.
Sköll Dasan- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Re: Un compromiso lleno de falsas verdades (Privado) (+18)
Annibal sucumbió a mi deseada petición tomando mis labios con necesidad, ahogando cada uno de los gemidos que de ellos escapaban para morir en su boca; esos que demostraban mi excitación por sus majestuosas caricias. Sus dedos vibraron frenéticos en el interior de mi vagina que se estremecía con el roce de sus giros, acogiéndolos como si de una parte más de mí se tratara. Increíbles sensaciones nuevas para mí, que agradecía firmemente que hubiesen sido provocadas solamente por sus manos.
Agradecí su ayuda en mi propósito de complacerle, de proporcionarle ese desahogo que tanto necesitaba y que posando su mano sobre la mía estaba consiguiendo darle. Jadeos ahora que salían de su garganta para morir en mis labios, jadeos que me sobre excitaban y que me arrastraban a la cima de ese clímax que juntos alcanzamos con nuestras caricias.
Nuestras miradas se cruzaron endulzadas por el momento, cómplices por ese gesto tan íntimo que acabábamos de compartir, ese que deseaba repetir cada noche el resto de nuestras vidas. Su brazo rodeó mi cintura orillándome a su cuerpo, dejándonos frente a frente mientras las caricias en el otro se repartían de forma incesante. Acariciaba su espalda con suavidad incapaz de dejar de mirarle mientras escuchaba sus palabras; palabras que prometían un futuro juntos. Un futuro que deberíamos labrar nosotros mismos, a nuestro ritmo, tomando nuestras propias decisiones, pero con la convicción de que queríamos permanecer unidos.
-Muéstrame nuestro camino y yo te acompañaré cogidos de la mano.- susurré sabiendo que no deseaba que las cosas fuesen de otro modo; sabiendo que mi destino estaba escrito junto al suyo, y nuestras vidas unidas por un fuerte lazo. Acaricié su mejilla con dulzura, demostrándole que deseaba cumplir con nuestros sueños, que haría las cosas de la forma que mejor le pareciese con tal de permanecer a su lado.
Su boca besó de nuevo la mía despacio, buscando en cada beso ese pequeño sentimiento que nos envolvía y que poco a poco iba creciendo entre nosotros. Hice un pequeño mohín que acabó entre risas cuando se separó de mis labios para recordarme que debíamos cumplir con el deseo de mis padres y bajar a cenar.
-Quizás no se percaten de nuestra ausencia.- susurré al tiempo que miraba como Annibal se ponía en pie para vestirse y adecentarse un poco antes de bajar al comedor.
Cuando desapareció por la puerta del cuarto de baño aproveché para hacer lo propio y anudarme de nuevo los lazos del corsé. Me ruboricé al mirarme al espejo para atusarme el pelo; todavía no podía creer lo que había ocurrido sobre mi lecho, ese que cada noche me acogía en la más absoluta soledad y que a partir de ahora guardaría un gran secreto. Un secreto que mis ojos gritaban cuando nuestras miradas se cruzaban.
Entre risas y caricias abandonamos mi dormitorio con la promesa de volver después, y bajamos con las manos entrelazadas hasta el comedor. Era sorprenderte la elaborada cena que mis padres habían dispuesto para esa noche; sin duda, una cena especial donde no sólo mi prometido y yo nos conoceríamos, sino en los que la mayoría de temas sobre nuestro enlace quedarían dispuestos y concretados.
Mi madre rebosaba felicidad, seguramente propiciada por las caricias y miradas que Annibal y yo nos profesábamos; por esos roces entre nuestras manos que éramos incapaces de ocultar a la vista de los demás, por nuestras bobas sonrisas cuando nos dirigíamos al otro. ¿Cómo había sucedido aquello en tan poco tiempo? ¿Cómo podía sentir que había sido siempre parte de mi vida si ni siquiera hacía unas horas que lo conocía?
La cena transcurrió sin mucho más que contar, donde mi padre y él hablaron sobre dotes y preparativos, al tiempo que yo me dedicaba a observar sus gestos; esos que lo convertían frente a mis ojos en un hombre con convicciones claras, seguro de sí mismo, e increíblemente encantador. Una sonrisa boba se dibujó en mi rostro durante toda la cena, recordando de vez en cuando lo sucedido momentos antes en mi habitación.
-Creo que deberíamos retirarnos ya a descansar; Annibal ha hecho un largo viaje y sin duda estará exhausto, además de que yo también estoy agotada.- apunté después de haber terminado los postres y cuando observé que la copa de whisky de Annibal estaba prácticamente vacía. Necesitaba un respiro, y llevar varias horas hablando del enlace me tenía un tanto saturada.- Seguro que mañana podéis ultimar detalles.
Después de despedirnos cortesmente de mis padres y desearles las buenas noches, subimos de nuevo las escaleras que nos llevarían a mi habitación, a nuestra habitación. Sonreí al pensar lo rápido que lo mío había pasado a ser nuestro; y lo más importante, que no me incomodaba en absoluto compartir todo con él, mi habitación, mi cama, mi vida...
Me acerqué hasta el vestidor para despojarme del corsé y la falda, sintiendo la mirada de Annibal fijada en cada uno de mis gestos al desnudarme para ponerme un camisón blanco de raso que sin duda dejaba poco a la imaginación. Observé de reojo como él también se desprendía de sus prendas, colocándolas sobre la silla del escritorio y quedándose solo en calzones para dormir. ¿De verdad seríamos capaces de dormir de aquella guisa?
Esperé que se acercase a un lado de la cama para acomodarse en ella, dejándole que fuese él quien eligiese su sitio donde dormir. Con una tímida sonrisa me acosté de lado, posando mi cabeza sobre su pecho; buscando sus labios con dulzura al tiempo que él colocaba las sábanas y la manta cubriendo nuestros cuerpos unidos por ese cálido abrazo.
-Buenas noches, Annibal.- susurré junto a sus labios antes de tomarlos de nuevo. Sonreí y mi mirada buscó la suya en un último encuentro antes de cerrar los ojos y posar mi nariz frente a su cuello; iba a cumplir uno de mis mayores deseos, ser el rostro del hombre al que amaba lo último que viese cada noche, y lo primero que viese cada mañana. Y colocando una mano sobre su cintura, me dejé caer en los brazos de morfeo.
Agradecí su ayuda en mi propósito de complacerle, de proporcionarle ese desahogo que tanto necesitaba y que posando su mano sobre la mía estaba consiguiendo darle. Jadeos ahora que salían de su garganta para morir en mis labios, jadeos que me sobre excitaban y que me arrastraban a la cima de ese clímax que juntos alcanzamos con nuestras caricias.
Nuestras miradas se cruzaron endulzadas por el momento, cómplices por ese gesto tan íntimo que acabábamos de compartir, ese que deseaba repetir cada noche el resto de nuestras vidas. Su brazo rodeó mi cintura orillándome a su cuerpo, dejándonos frente a frente mientras las caricias en el otro se repartían de forma incesante. Acariciaba su espalda con suavidad incapaz de dejar de mirarle mientras escuchaba sus palabras; palabras que prometían un futuro juntos. Un futuro que deberíamos labrar nosotros mismos, a nuestro ritmo, tomando nuestras propias decisiones, pero con la convicción de que queríamos permanecer unidos.
-Muéstrame nuestro camino y yo te acompañaré cogidos de la mano.- susurré sabiendo que no deseaba que las cosas fuesen de otro modo; sabiendo que mi destino estaba escrito junto al suyo, y nuestras vidas unidas por un fuerte lazo. Acaricié su mejilla con dulzura, demostrándole que deseaba cumplir con nuestros sueños, que haría las cosas de la forma que mejor le pareciese con tal de permanecer a su lado.
Su boca besó de nuevo la mía despacio, buscando en cada beso ese pequeño sentimiento que nos envolvía y que poco a poco iba creciendo entre nosotros. Hice un pequeño mohín que acabó entre risas cuando se separó de mis labios para recordarme que debíamos cumplir con el deseo de mis padres y bajar a cenar.
-Quizás no se percaten de nuestra ausencia.- susurré al tiempo que miraba como Annibal se ponía en pie para vestirse y adecentarse un poco antes de bajar al comedor.
Cuando desapareció por la puerta del cuarto de baño aproveché para hacer lo propio y anudarme de nuevo los lazos del corsé. Me ruboricé al mirarme al espejo para atusarme el pelo; todavía no podía creer lo que había ocurrido sobre mi lecho, ese que cada noche me acogía en la más absoluta soledad y que a partir de ahora guardaría un gran secreto. Un secreto que mis ojos gritaban cuando nuestras miradas se cruzaban.
Entre risas y caricias abandonamos mi dormitorio con la promesa de volver después, y bajamos con las manos entrelazadas hasta el comedor. Era sorprenderte la elaborada cena que mis padres habían dispuesto para esa noche; sin duda, una cena especial donde no sólo mi prometido y yo nos conoceríamos, sino en los que la mayoría de temas sobre nuestro enlace quedarían dispuestos y concretados.
Mi madre rebosaba felicidad, seguramente propiciada por las caricias y miradas que Annibal y yo nos profesábamos; por esos roces entre nuestras manos que éramos incapaces de ocultar a la vista de los demás, por nuestras bobas sonrisas cuando nos dirigíamos al otro. ¿Cómo había sucedido aquello en tan poco tiempo? ¿Cómo podía sentir que había sido siempre parte de mi vida si ni siquiera hacía unas horas que lo conocía?
La cena transcurrió sin mucho más que contar, donde mi padre y él hablaron sobre dotes y preparativos, al tiempo que yo me dedicaba a observar sus gestos; esos que lo convertían frente a mis ojos en un hombre con convicciones claras, seguro de sí mismo, e increíblemente encantador. Una sonrisa boba se dibujó en mi rostro durante toda la cena, recordando de vez en cuando lo sucedido momentos antes en mi habitación.
-Creo que deberíamos retirarnos ya a descansar; Annibal ha hecho un largo viaje y sin duda estará exhausto, además de que yo también estoy agotada.- apunté después de haber terminado los postres y cuando observé que la copa de whisky de Annibal estaba prácticamente vacía. Necesitaba un respiro, y llevar varias horas hablando del enlace me tenía un tanto saturada.- Seguro que mañana podéis ultimar detalles.
Después de despedirnos cortesmente de mis padres y desearles las buenas noches, subimos de nuevo las escaleras que nos llevarían a mi habitación, a nuestra habitación. Sonreí al pensar lo rápido que lo mío había pasado a ser nuestro; y lo más importante, que no me incomodaba en absoluto compartir todo con él, mi habitación, mi cama, mi vida...
Me acerqué hasta el vestidor para despojarme del corsé y la falda, sintiendo la mirada de Annibal fijada en cada uno de mis gestos al desnudarme para ponerme un camisón blanco de raso que sin duda dejaba poco a la imaginación. Observé de reojo como él también se desprendía de sus prendas, colocándolas sobre la silla del escritorio y quedándose solo en calzones para dormir. ¿De verdad seríamos capaces de dormir de aquella guisa?
Esperé que se acercase a un lado de la cama para acomodarse en ella, dejándole que fuese él quien eligiese su sitio donde dormir. Con una tímida sonrisa me acosté de lado, posando mi cabeza sobre su pecho; buscando sus labios con dulzura al tiempo que él colocaba las sábanas y la manta cubriendo nuestros cuerpos unidos por ese cálido abrazo.
-Buenas noches, Annibal.- susurré junto a sus labios antes de tomarlos de nuevo. Sonreí y mi mirada buscó la suya en un último encuentro antes de cerrar los ojos y posar mi nariz frente a su cuello; iba a cumplir uno de mis mayores deseos, ser el rostro del hombre al que amaba lo último que viese cada noche, y lo primero que viese cada mañana. Y colocando una mano sobre su cintura, me dejé caer en los brazos de morfeo.
Tessa Leduc- Humano Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/09/2016
Localización : París
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Compromiso con la bestia [Privado]
» Falsas apariencias || Privado
» Joyas Falsas [Privado][+18]
» Corazón lleno de vino - Privado.
» ~La fiesta de compromiso [privado]
» Falsas apariencias || Privado
» Joyas Falsas [Privado][+18]
» Corazón lleno de vino - Privado.
» ~La fiesta de compromiso [privado]
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour