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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Ildri Persson Jue Oct 06, 2016 10:18 am

Me desperté aquella mañana con un extraño desazón en el pecho; una necesidad por verle de nuevo que me empujaba a acudir al puerto a buscarlo tal y como le había prometido, y que por temor a agobiarlo por la premura, todavía no había decidido cumplir. Giré sobre mi misma dándome la vuelta en la cama y tapándome la cabeza con la manta, con la esperanza de dormir un rato más, con la idea de poder pasar la mayor parte del tiempo durmiendo hasta que nuestros caminos se volvieran a cruzar. Cada hora que pasaba sin verlo se me antojaba una eternidad; la apatía inundaba cada uno de los minutos de ese reloj que parecía marchar más despacio para vengarse de alguna forma de mí.

Apenas había pasado un día desde nuestra despedida en la entrada de mi casa, cuando tras un dulce beso en los labios los primeros rayos de luz iluminaron el horizonte, llevándose con ellos la oscuridad que había sido testigo de nuestra pasión. Recuerdos de una noche en la que las estrellas guardarían el secreto de mi entrega a aquel hombre que ocupaba la totalidad de mis pensamientos; dulces momentos en los que mis miedos abandonaron mi mente cuando sus cálidas caricias recorrían mi cuerpo, cuando aquel ángel caído del cielo dejó a un lado sus bromas y se tomó aquello como lo que era, la pérdida de algo importante para mí, algo que le entregaba a él sin esperar nada a cambio, y que sin embargo, fue capaz de superarlo con sus gestos y suaves movimientos, que en todo momento siguieron mi ritmo, demostrándome que no era un simple polvo más sobre la arena de la playa. Jamás imaginé que mi primera vez fuese así, con un hombre al que apenas conocía pero que en pocas horas se había ganado mi corazón, yaciendo ambos bajo su capa de pieles y e iluminados por el manto estrellado, dando rienda suelta a nuestros instintos más primarios; no podría haber imaginado como sería, pero ahora estaba segura de que no podía haber sido de otro modo.

Desesperada por no conciliar el sueño, e incapaz de quedarme más tiempo acostada en la cama, decidí levantarme y limpiar la casa de arriba abajo. Aquello mantendría mi mente entretenida hasta que llegase el atardecer, momento en el que tenía decidido ir a buscarle y proponerle ir de caza juntos. De nuevo mis pensamientos viajaban hacia su persona, y no pude hacer nada más que sonreír como una boba. Sabía que no debía enamorarme, que nuestra relación terminaría en cuanto su misión se diese por concluida, pero me era imposible no pensar en él, no desear compartir con él cada minuto de su efímero tiempo en París. Necesitaba conocerlo, necesitaba confirmar que era algo más que un encuentro fortuito en una taberna, y sobre todo, necesitaba saber que cuando llegase la despedida definitiva los dos llevaríamos grabado a fuego esta historia en lo más profundo de nuestro ser.

Durante nuestro paseo por las callejuelas de la ciudad hasta llegar a mi casa dos noches antes, habíamos conversado de un sinfín de cosas, una de las cuales había sido mi ocupación. No me hizo falta ponerle excusas al respecto, pues según me confesó él mismo, compartía barco con algunos cazadores de sobrenaturales, y al parecer mi atuendo me había delatado. Me gustaba poder ser yo misma con él; no tener que mentirle ni fingir incredulidad cuando me hablaba de la existencia de esos aterradores seres de la noche que tantas personas creían solo posible en las leyendas. Con él no habían medias verdades, con Gatto todo era puro y verdadero, genuino como las caricias que nos profesábamos y cómplices como nuestras miradas que eran incapaces de permanecer separadas.

Cuando concluí las arduas tareas domésticas y todavía ansiosa porque llegase el atardecer, decidí darme un relajante baño con sales aromáticas; baño que tampoco duró mucho, pues en aquellos momentos mi inquietud alcanzaba límites insospechados. Me vestí con unos pantalones de cuero negro, una camisola blanco roto, atando después con fuerza el corsé de piel y las botas de caña alta; afilé mis espadas samuráis y las coloqué en el interior de sus fundas, pertechándolas junto con el resto de armas por distintos puntos estratégicos de mi atuendo, dejando las espadas sujetas con firmeza a la espalda por sendos cinturones que las mantenían totalmente pegadas. Miré el reloj de cuco que colgaba en la pared de mi dormitorio, y haciendo un mohín porque todavía era temprano, me senté en el filo de la cama dispuesta a observar por la ventana las horas pasar. ¡Qué demonios!, murmuré en mi mente, decidiendo comenzar mi paseo hacia el puerto, con el fin de encontrar al hombre en el que llevaba pensando cada hora del último día y medio.

Con paso ligero e incentivado por mis ganas de volverlo a ver, no tardé en llegar al muelle, donde esperaba que su barco siguiese anclado. El ocaso todavía no había comenzado, y los rayos del sol se reflejaban sobre las calmas aguas del puerto. Suspiré aliviada cuando vi de nuevo la proa de aquel navío por donde Gatto había desaparecido dos noches antes Gatto, saliendo minutos después victorioso con dos botellas de licor. Sonreí nerviosa al recordar aquella noche, y sobre todo, por ser incapaz de imaginar su reacción al verme de nuevo. Di varios pasos hasta situarme frente al barco, pero sin subir en él. No parecía que hubiese nadie, pero aún así decidí probar suerte. Necesitaba verle, aunque solo fuese una vez más. Deseaba tanto volver a sentir sus cálidos besos y sus caricias, que parecía que mi corazón se fuese a salir del pecho al pensar que podía haberse marchado ya.

-Buenas tardes.- grité hacia el barco, tratando de ver si había algún tipo de movimiento en el interior con mi saludo.- ¿Gatto, estás ahí? Soy Ildri; he venido por si querías…por si te gustaría que fuésemos de caza juntos.

Me mordí el labio temblorosa. ¿Y si estaba con otra mujer y yo lo estaba interrumpiendo? Solté el aire despacio sopesando el rumbo que habían tomado mis pensamientos, y lo peor de todo, es que aquello no me provocaba rabia, si no dolor. ¿Y si no me había echado tanto de menos como yo a él? Al no encontrar respuesta, me aventuré despacio por la pasarela de madera que me acercaba hasta la cubierta del barco, intrigada por saber lo que allí me encontraría.
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Mensaje por Poseidón Vie Oct 07, 2016 8:47 am

Escuché la madera de la rampa que llevaba directamente a mi barco quebrarse, alguien había puesto su maldito pie en ella.
Como un resorte salte para ponerme en pie, estaba acabando los últimos retoques del timón, peor sin duda ahora esto era infinitamente mas importante, polizones a bordo.

Mis pasos se dirigieron raudos hacia la escalinata, para encontrar muy a mi pesar a una mujerzuela que quería colarse en mi precioso navío y traer la desdicha con esos pies femeninos sobre el.
-Quieta, no des un paso mas o te tiraré a los tiburones -rugí agrandando los pasos que me llevaban frente a ella.
La dama parecía una estatua de piedra, y no me estañaba, la había pillado infraganti, lo mínimo que merecía era la orca por pisar mi precioso barco.

La empuje hacia afuera como quien tira a un repelente gato de su cocina haciendo espavientos con los brazos mientras ella reculaba.
-Me has traído la desgracia, ahora tendré que invocar a los dioses, se estampará contra las orcas y todo por tu culpa, tenias que poner tu sucio pie de mujer encima ¿acaso no sabes que trae mal fario llevar mujeres a bordo? ¿de donde has salido insensata?

Vociferando allí en el puerto muchos eran los marineros que posiblemente entendían mi afrenta pues desde lejos me miraban moviendo la cabeza.
-Jamas he visto un ser tan irresponsable, ¿que buscabas en mi barco ladronzuela? -gruñí mirándola enfadado.

No tarde en oír los rápidos pasos de los dos cambiantes, que entre risas y como niños venían a ver que se cocía entre tanto grito.
Mas le valdría a zorro cocer mejor los pucheros, que su comida daba asco, si no nos mataban las desgracias por la culpa de la dama, lo haría una indigestión por culpa del patán del marinero.
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Mensaje por Azlyn Kelly Dom Oct 09, 2016 5:03 pm

Cuando me desperté aquella tarde poco antes de que el sol desapareciese por el horizonte dando paso a la esperada noche, me sentí confusa. No recordaba haber visto marchar a aquel cazador con el que había desayunado por la mañana, ese que con sus gestos y sus palabras había conseguido en pocas horas conseguir de mí una confianza que no concedía tan a la ligera, y que era obvio que no permanecía allí.

Me senté sobre la cama comprobando para mi sorpresa que no llevaba las botas, y que tampoco recordaba habérmelas quitado, al igual que no recordaba cuando me quedé dormida y fui arropada en mi lecho. Una sonrisa iluminó mi rostro cuando supe que había sido Poseidón quien se había ocupado de mí, quien comportándose como un caballero había dejado a un lado esa tensión sexual palpable entre nosotros y se había marchado tras dejarme cómodamente en mi lecho, concediéndome ese descanso que tanto necesitaba.

Observé como la botella de whisky y dos vasos medio llenos reposaban sobre la mesa situada frente a la cama, y entonces como en un pequeño feedback recordé al cazador retirándome el vaso y aconsejándome dormir; recordé como sus dedos acariciaban mi cuello allí donde el vampiro me había mordido, y como si de un sueño se tratase, recordé sus palabras antes de marcharse, unas palabras que me daban la esperanza de un futuro encuentro; uno en el que cansancio no hiciese mella en mí y pudiésemos disfrutar más tiempo de la compañía del otro.

Quizás tuviese razón, quizás el destino volviese a cruzar nuestros caminos, más aquella noche yo volvería a recorrer las calles de París en búsqueda de ese antiguo inmortal que se había convertido en mi némesis. Me cambié de ropa con premura, colocando de nuevo las katanas atadas a mi espalda y pertrechándome con dagas y estacas por el resto de mi cuerpo. Aquella noche había decidido visitar de nuevo el puerto, pues según me había informado el obispo de Notre Dame, de quien yo aceptaba algunos encargos, unas extrañas desapariciones habían tenido lugar durante noches anteriores; marineros que no habían vuelto a sus casas, y cuyos cuerpos tampoco habían aparecido. Acepté de buen grado el sándwich que la dueña del hostal me había preparado, y encaminé mis pasos hacia ese lugar que empezaba a serme conocido.

Aproximadamente una hora más tarde, y cuando los rayos del sol comenzaban a sucumbir en el horizonte, llegué al puerto donde la mayoría de los marineros y pescadores amarraban sus embarcaciones dando por finalizada una larga jornada de trabajo. Un pequeño revuelo al fondo del muelle fue lo que llamó mi atención, pues muchos de los presentes dirigían sus miradas hacia allí con curiosidad, quizás solo fuese un altercado entre marineros, pero después de las desapariciones de noches anteriores, me sentía en la obligación de investigar.

Más cuál fue mi sorpresa, cuando al aproximarme hasta la embarcación de donde procedía dicho alboroto, me encontré al hombre que aquella mañana había aparecido en mi vida como un soplo de aire fresco, ese con el que había compartido una copa de whisky y con quien no me habría importado compartir algo más, gruñéndole y gritándole improperios a una mujer que empujada por éste reculaba por la pasarela por la que se accedía al barco.

-¿Poseidón?- pregunté acercándome un poco más hacía el punto de amarre de su navío, sorprendida por el hecho de que el destino hubiese decidido unirnos de nuevo el mismo día dos veces ¿sería una casualidad?. Una tímida sonrisa se dibujó en mi rostro al verle de nuevo, dichosa por tener la oportunidad de conocerlo como deseaba, aunque en ese preciso instante parecía potencialmente enfurecido por aquella joven dama de ojos claros, que por su atuendo, juraría que como nosotros también era cazadora, y que asustada por la reacción de Poseidon clavó su mirada en la mía, como si yo pudiese intermediar en aquel ataque.- ¿Os ocurre algo, mi señor?
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Mensaje por Zorro Lun Oct 10, 2016 10:48 am

La mano de cartas era épica, tenia a Gatto contra las cuerdas, sin duda los dos ases que tenia en mi mano, y los dos que escondía en la manga me hacían claro ganador de esta partida.
Sonreí de medio lado mirando sus ojos, esos que me indicaban que iba de farol, bueno, o quizás tenia mejor mano que yo, mas claro yo había dejado unas piedrecitas en la mesa en sustitución de esos ases, ahora eran míos por derecho, era así. Un intercambio justo.

Lo que no entendía era porque gato miraba esas dos piedras enarcando una ceja y a mi a su vez como si estuviera insinuando que había echo algo de trampas en esta partida.
Negué con la cabeza cuando escuchamos los gritos de Poseidon ahí afuera.
Nos alzamos sobresaltados de un salto llevando nuestras manos a las armas dispuestos a salir a ayudarle, no podíamos ni imaginar que tipo de ser sobrenatural estaba atacando nuestro barco aun con la luz del día.

Salimos armados hasta los dientes hasta alcanzar a nuestro amigo, pronto entendimos cual era la gran afrenta, una pobre chica había osado poner el pie en la novia de Poseidon, su barco.
Ahora tendriamos que aguantar sus gritos y catastróficos presagios hasta que se olvidara de la afrenta.
Mire a Gatto de soslayo enarcando una ceja, al parecer el si conocía a la dama por como corrió para interponerse entre ambos.
-Gatto no le advertiste a la pobre chica de que nuestro capitán esta loco -bromeé entre risas -hoy me parece que no mojas -añadí entre risas mientras Gatto me fulminaba con la mirada y Poseidon seguía soltando improperios frente alas dos damas.

Una parecía conocer a Poseidon, creo que su gesto lo decía todo, y yo no pude evitar echarme a reír frente a la dantesca escena imitando tras Poseidon los gestos de mi capitán.
-la desgracia nos acecha!!! -vocifere -Como osáis mujeres de agua dulce poner un pie en mi barco!!!!

Un codazo del orgullosos capitán fue la respuesta a mi perfecta imitación, ese hombre no tenia sentido del humor.
Tentado estuve de darle una piedra de mi bolsa a ver si se tranquilizaba, a mi me gustaba mucho contarlas y tocarlas, era tan relajante observar sus distintos colores y texturas.

-disculparlo señoritas, nuestro capitán es un hombre de carácter -dije mientras a su espalda me llevaba la mano a la cabeza y sacaba la lengua haciéndoles el gesto de la clara locura.

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Mensaje por Gatto Lun Oct 10, 2016 11:22 am

Zorro me estaba haciendo trampas, no solo lo sabia por esas dos pidrecitas de colores que sobre la mesa había dejado perfectamente colocadas, si no por la cara de satisfacción y de aquí no ha pasado nada.
Enarqué una ceja atento a sus movimientos, esperando que sacara en cualquier momento eso que tenia a buen recaudo, mas los gritos de nuestro capitán nos pusieron en pie de guerra y como dos resortes saltamos de la silla dispuestos al combate.

Tomé las armas pertrechandolas con rapidez en mi cuerpo, para salir tras zorro a la carrera en dirección a los gritos.
Poseidon era un gran guerrero, mas no sabíamos si le superaban en numero o no los enemigos.

Para mi sorpresa y la de mi amigo, solo vociferaba con un par de damas que lo miraban atónito, la verdad no era para menos.
Mas pronto descubrí que una de ellas era mi preciosa compañera de juegos nocturnos, esa que me había abierto las piernas la noche anterior y con la que ahora recordaba había quedado para esta.

Corrí para interponerme entre ellos tratando de calmar a mi capitán mientras Zorro hacia el tonto tras el.
-No ayudas -le dije dedicándole una mirada de pocos amigos.

Tome a Ildri de la mano para alejarla de la rampa y así tranquilizas a Poseidon que de roj oque estaba parecía que le iba a dar algo.
Su voz se mezclo con la de zorro que tras el imitaba todas y cada una de las desgracias que nos sobrecogerían por esa osadía y no pude evitar echarme a reír frente a sendas damas que me miraban estupefactas.
-Disculpar al capitán, es de la mentalidad de que si una doncella pisa su barco, este se hundirá sin remedio en el mar, llevándonos consigo a la muerte eterna.

Entre ellas se miraron para poco después devolverme la mirada y detrás mirar a Poseidon y Zorro que parecían dispuestos a matarse mutuamente echándose en cara que si uno era un holganzan, el otro un loco psicótico...
-Siempre están así, no os preocupéis.

Pronto se hizo el silencio y nuestro gesto se torno gélido como la misma noche que se acercaba, el sonido de un barco aproximándose a puerto supuso que nuestras miradas se encontraran de forma sombría.
-Son ellos -dijo Poseidon ahora con un semblante sereno, alejado de toda broma que pudiera surgir entre nosotros.-Vamos, a las armas -rugo -hay que evitar que ese barco ancle en el muelle o nuestros cazadores están perdidos.
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Mensaje por Nessanië Vie Oct 14, 2016 3:02 pm

Ineptos, esos eran los que me rodeaban. Ese era el único pensamiento que en ese momento persistía en mi mente al observar los movimientos de los miembros de la tripulación de un barco que se estaba demorando demasiado en atracar en París. El hechizo que había lanzado enlazándolo con la herida que le había provocado un par de meses antes al cazador me había permitido rastrearlo hasta esas tierras, y aunque el hecho de que hubiese escapado de mi me enfurecía, también me permitía sonreír de satisfacción, porque sabía que a estas alturas la herida debía haberse extendido ya sobre su piel, invadiendo su cuerpo e incrustándose en él, de tal forma que pronto corroería su alma, y entonces aquel príncipe orgulloso que se había atrevido a negárseme me suplicaría que estuviera con él. Me daría el gusto de verlo doblegado y de manipularlo como se me antojara, de despojarlo de cada ápice de ese orgullo con el que se había atrevido a enfrentárseme y de hacerlo suplicar utilizando mi nombre como su única dueña y señora.

Mis dedos daban pequeños golpecitos de mal contenida impaciencia sobre mi brazo cruzado. -¡Cronos!- llamé, escaneando con la mirada a mi alrededor. El barco se balanceaba sobre unas tórridas aguas marinas que continuaban impidiéndonos una marcha más veloz mientras los hombres corrían de un lado a otro procurando mantenerlo a flote. El mal tiempo se había cernido sobre nosotros desde nuestra salida de Mykonos, y mi paciencia se iba agotando a medida que escuchaba más excusas. Los restos del antiguo capitán colgaban ya del mástil desde tres días atrás y el nuevo comenzaba a agotarme la paciencia de igual forma.

Maldito Cronos, a veces notaba como disfrutaba al ver frustrado mi deseo de llegar a París y si no fuera porque tenía la certeza de que me era absolutamente fiel lo tomaría como una afrenta imperdonable. Notaba perfectamente la forma en que me miraba, el deseo que a veces destilaba de él, no dejaba de ser como cualquier otro troglodita que se dejaba llevar por la sangre que se acumulaba en su entrepierna, lo cual era comprensible, siempre y cuando no se le cruzara por su otra cabeza la posibilidad de traicionarme.

-¡Cronos!- La espesa bruma que envolvía el barco y que apenas permitía que observásemos nada se disipó lo suficiente para permitirme notar la proximidad de tierra. -¡Al fin hemos llegado! ¡Ordénale al capitán que nos lleve cuanto antes a puerto!- Ordené, observándolo un momento. -Y  que sea hoy mismo, se persuasivo con él, ya sabes a que me refiero.-

Me incliné sobre la borda con una sonrisa de satisfacción mientras el barco giraba y se dirigía a destino.



La travesía llegaba finalmente a su fin, las gaviotas sobrevolaban sobre nosotros y algunos pájaros carroñeros continuaban picoteando la carne del cádaver del mástil. En ese momento lo vi. A aquel barco que ostentaba una bandera griega, la de la casa del cazador. -¡Diríganse a ese barco! ¡A los cañones!- ordené, mis hombres apresurándose a obedecerme. Aquel barco había zarpado en pos de su príncipe, veríamos que tan bien se las apañaban para llevarlo de vuelta estando todos muertos. -¡Disparen los cañones! ¡Acaben con todos ellos!-
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Mensaje por Cronos Sáb Oct 15, 2016 3:09 am

El regio temporal parecía haberse aliado conmigo en aquel viaje hacia lo que mi señora llamaba su destino.
Las tormentas se sucedían sin tregua, el barco daba tumbos desde que salimos de Mykonos, y nuestra dueña, desoyó todos los consejos de los marineros empeñada en zarpar aun arriesgándonos a que la mar nos engullera. Todo por el.
Ese maldito príncipe con el que estaba obsesionada. Ese, que la había rechazado en cada encuentro y le había plantado cara en otros mil, hoy parecía mas endeble que nunca.
Tras la ultima batalla, Nessanië lo marco como a un cordero. Ella podía paladear como pronto sucumbiría postrado a sus pies y cumpliendo como su fiel regente todas y cada una de sus ordenes.

Aun así, el humor de mi reina era sombrío, su impaciencia no conocía limites y estoy seguro que de haber podido colgar no solo al viejo capitán, si no al barco entero de ese mástil que ahora picoteaban los pájaros desmembrando al pobre desgraciado, lo hubiera hecho sin dudar.

Suerte que necesitaba una tripulación para llegar a puerto y suerte que me necesitaba a mi para azuzarlos a fuerza de látigo.
Mi nombre fue pronunciado por sus labios, ni fuerte, ni despacio..no lo necesitaba, la hubiera oído aun estando en el mismo Tartaro y hubiera corrido de igual forma a su lado.
Ella, mi obsesión, la mujer que amaba sin poder evitarlo pese a como me trataba. El deseo por aquel cuerpo cincelado por Hares en el mismo inframundo, me convertía en su lacayo mas fiel..siempre esperando unas migajas de ese amor que no llegaban para mi y que por ende siempre le concedía a el.

Su plan, era convertirlo en su rey, tener un hijo y gobernar juntos aquella isla independiente de todo reinado.
El mio, matarlo, desmembrarlo y hacerlo sufrir frente a mis ojos. Una vez ese maldito Agarwaen desapareciera del mapa, yo me convertiría, en su única opción, su rey y juntos conquistaríamos Grecia...a la fuerza.
Mi espada no conocía la derrota, ni mi maldad tenia parangón. Yo se lo ofrecía todo a cambio de ella. De su cuerpo y de unos recuerdos que me robo.

Hace ya muchos años que fue encontrado en la playa, medio muerto y sin mas conciencia que la de querer seguir viviendo.
Esa mujer y su padre curaron mis heridas, y me convirtieron en lo que hoy soy, un asesino, un depredador, mas el precio fue alto, demasiado, mi pasado me sobrevuela en sueños..pequeños rompecabezas que Nessanië se empeña en negarme y esconder bajo sus faldas..donde yo me pierdo una y otra vez.

No tarde en llegar frente a ella cuando mi nombre fue pronunciado por segunda vez.
Tierra, fue suficiente para dirigirme al capitán y ordenarle que pusiera raudo rumbo a ella.
La mirada del desgraciado hablaba por si sola, parecía querer decirme, ¿que crees que estoy intentando?
Tomé su nuca con mi mano y estampe su maldita cabeza hasta tres veces contra el timón, hasta que lo oí gemir de dolor con el rosto ensangrentado y desfigurado.
-¡No quiero que lo intentes, quiero que llegues ya! -rugí mientras el barco viraba a toda velocidad rumbo ahora si, a París, nuestro destino final.

Mi señora volvió a gritar, esta vez indicándonos algo, de lo que por la espesa niebla, no nos habíamos percatado ninguno. Bandera Griega ondeaba un barco, que raudo parecía venir decidido a convertirnos en alimento para peces.
No pude evitar sonreír de medio lado, paladeando el sabor a guerra, a sangre y a muerte.
Los cuervos hoy tendrían mucho trabajo en el mar.
-¡A los cañones! Mandemos ese barco a los reinados de Poseidon.

El barco volvió a virar mientras los hombres corrían de un lado a otro preparando los cañones para comenzar con el fuego a la orden de nuestra reina, esa que parecía esperar a tenerlos mas cerca.
El otro barco también viro, unos frente a otros con al espesa bruma a nuestro alrededor..dispuestos no solo a emprender una guerra en aguas parisinas si no a abordarnos y destruirnos por la vida de su príncipe.
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Mensaje por Sonae Sáb Oct 15, 2016 9:32 am

Las noticias siempre vuelan, en especial cuando son malas, y al final el cabezotas de mi hermano, terminó confesando que aquella herida se la había hecho una bruja, en la emboscada que sufrimos, antes de llegar a París. Por semanas estuve intentando obtener alguna información sobre los sobrevivientes a la masacre, si porque aquella batalla en verdad había sido una carnicería, en la que había perdido a muchos amigos y de la que tendría que cobrarme semejante afrenta, el día en que pudiera enfrentarme a los responsables de sus muertes.

tratando de aparentar ser una dama parisina, me había vestido con suma elegancia, con un primoroso vestido de color verde grisáceo que hacía juego con mis ojos y resaltaba el color de mis cabellos blancos como la nieve. Caminé por las calles que se dirigían al puerto, dispuesta a observar si algún nuevo barco había llegado y traía noticias sobre la tripulación de nuestro navío. Ocultando mis dos espadas bajo una capa de terciopelo que hacía juego con el vestido, llevé mis pasos cada vez mas cerca del puerto, hasta que pude comprobar con real felicidad, que el barco de Poseidon, se encontraba anclado en uno de los embarcaderos.

Me apresuré para llegar a la zona del puerto donde se encontraba nuestro maltrecho navío, aunque al acercarme aún mas a él, pude comprobar que sus maderas, mástiles y velas se encontraban en perfecto estado, listos para zarpar lo antes posible y poner a salvo a nuestro querido príncipe, mi amado hermanito. Mas al ir llegando a donde se encontraba Poseidon, pude verlo trepado en lo alto de la rampa, gritando como desaforado, porque dos humanas habían puesto sus botas en aquellas viejas maderas. Resoplé, mientras hacía rodar mis ojos, - Vaya, su caracter de mil demonios sigue intacto - pensé en voz alta, mientras ya me faltaban unas pocas zancadas para llegar a donde él se encontraba.

Me detuve al ver como Gatto, se apresuraba a sacar de la rampa a una de las señoritas, quien por sus gestos y miradas, me hicieron comprobar que éste hombre, tambien había caído en los brazos de una hembra, - pero por los cabellos de Afrodita, pareciera que los aires de ésta ciudad, despiertan los deseos mas carnales... es como si todos los hombres se hubieran puesto en celo - cavilé, al ver que no solo Leonidas y Seth, habían buscado unir sus días con mujeres foráneas.

Estaba a punto de darme a conocer, haciendo algún chiste sobre como las mujeres terminamos  dominando siempre a los hombres, cuando escuché como Poseidón se apresuraba a levar anclas, para intentar repeler un posible ataque de un barco que tras surgir entre nieblas, se encontraba próximo a entrar en el puerto, de mantener una contienda en la ciudad, habría centenar de bajas, la mayoría personas inocentes que nada tenían que ver con ajustes de cuentas o deudas in pagas.

Me quité la capa, soltando el nudo que la sujetaba a mi cuello, dejando expuestas mis armas y con un rápido movimiento rasgue el vestido dejando mis piernas libres, debía estar cómoda para la lucha, más si de ésta dependía la seguridad de mi hermano, - Poseidón, espérame, ni sueñes que me dejarás afuera de la diversión - vociferé, al tiempo que corría por la rampa, saltando dentro del barco.
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Mensaje por Azlyn Kelly Sáb Oct 15, 2016 11:48 am

Poseidon no cesaba en su empeño de expulsar a aquella pobre joven de la pasarela que conducía a su barco, una cazadora que si bien podía  hacer frente a los sobrenaturales, se había quedado paralizada cuando aquel hombre empezó a increparle por su desfachatez.
Un hombre que desde luego no se parecía en nada al que yo había conocido aquella mañana en la cafetería, ese que me había parecido un varón tranquilo e interesante, distinto de los demás de su género, y que ahora, de tal guisa, parecía un desequilibrado psicópata. ¿Es qué era tan difícil encontrar a alguien normal?

Fue entonces cuando clavó su mirada en la mía, cuando nuestros ojos se cruzaron en un momento de tensión, sorprendido seguramente por mi presencia en el muelle, un contacto que duró apenas unos segundos en los que dejó de manotear y de gritarle a la muchacha por su desfachatez. Más este contacto entre nuestras inquietantes miradas  fue interrumpido por la presencia de otros dos hombres sobre la cubierta del barco, que avanzaban hasta su capitán incrédulos por la visión que tenían ante sí.

Uno de ellos se apresuró a interponerse entre la joven cazadora y Poseidon, que no parecía calmar su ánimos a pesar de mi presencia, y que tomándola de la mano la condujo hasta el embarcadero donde yo me encontraba. Por su gesto de preocupación parecía que ya se conocían con anterioridad, y la reacción de ella cuando se encontró entre sus brazos no dejaba lugar a dudas de que con él se sentía protegida. Sonreí levemente por la dulce escena antes de escuchar lo que el salvador de la joven decía como justificación de la ira de Poseidon. ¿Cómo era posible que fuese tan ingenuo e irracional de creer en leyendas sobre maldiciones? Suspiré contrariada mientras mis ojos vagaban de la pareja que me acompañaba en el muelle, hasta la cubierta del barco.

-¿De verdad cree que una doncella puede provocar tales estragos?- pregunté en voz queda mirando a aquel hombre que por la mañana había parecido tener los pies en la tierra.

El otro hombre que permanecía junto a Poseidon comenzó a imitar con bastante atino al que debía de ser su capitán, y si no hubiese sido por la tensión del momento, hasta habría sido divertido. Estaba claro que los hombres nunca maduraban, y esta escena era un claro ejemplo de ello. El joven que trataba de calmar a su amiga, no pudo evitar echarse a reír, ante la perpleja mirada de nosotras dos que no entendíamos absolutamente nada de lo que estaba pasando.

Las risas y los gritos cada vez más calmados de Poseidon se transmutaron de golpe. La visión de un barco que se acercaba al puerto con la intención de atracar en él fue lo que detuvo aquella escena de locos, y movió al capitán a ordenar a sus hombres tomar las armas y evitar que éste entrase en el puerto.
El joven que acompañaba a la cazadora se apresuró para volver al barco, y yo, decidida a darle una segunda oportunidad a Poseidon y conocerlo en otra circunstancia que no fuese encolerizado, me aventuré a subirme al barco para ayudarles en su refriega con aquellos enemigos, que sin duda se acababan de convertir en los míos.

-¿Tú no quieres ayudar a tu amigo si entran en combate?- pregunté a la joven cazadora que se frenó en secó cuando cogí su mano para aventurarme a subir al barco.- No creo que solo tres hombres puedan luchar contra una tripulación entera, y siendo mujeres o no, sin duda nuestra ayuda será bien recibida. Cuando todo esto termine verás como nos reímos de este desafortunado encuentro.

Mis palabras parecieron convencer a la joven, pues sin dudarlo ni un segundo se puso en marcha, y ambas subimos por aquella pasarela que minutos antes se había convertido en su infierno. Estaba claro que el otro hombre era importante para ella, pues fue nombrarlo y adentrarse de nuevo en la boca del lobo sin dudar.

Una voz femenina lejana llamó a Poseidon, la voz de una joven de cabellos dorados que subía apresurada a bordo, y que sin duda debía también conocerlos. Si el capitán no soportaba que las doncellas subiesen a su barco, con nosotras la iba a llevar clara. Cuando fuese consciente de que nos llevaba a bordo, no habría mares ni océanos donde nos pudiésemos esconder de su descomunal enfado.

-Mi nombre es Azlyn.- apunté a las dos damas que me acompañaban ahora. Si íbamos a poner nuestras vidas en sus manos, que menos que saber con quien estábamos luchando.
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Mensaje por Poseidón Dom Oct 16, 2016 10:15 am

El ancla fue elevada cuando todos los posibles, mujeres incluidas subieron al barco.
Estábamos condenados por los dioses y sus maleficios, mas de perdidos al rio, prefería ser alimento de peces si arrastraba al otro barco conmigo.
Agarwaen, ese hombre al que admiraba casi tanto como detestaba, era mi príncipe, mi señor y aunque nuestros caracteres, quizás en ocasiones demasiado parecidos estaban en una disputa eterna en la que ninguno se quería dar por vencido.
Mas en ningunas manos mas que en las suyas pondría con fe ciega mi vida, y del mismo modo sabia que protegería la suya con mi ultimo aliento.

La voz de Sonae, madre hermana del susodicho fu la ultima que oí antes de que el barco zarpara del puerto rumbo hacia la bandera del enemigo.
El viento estaba a nuestro favor, los dioses nos sonreían. Poseidon desde el mar impulsaba mi navío contra el de esa bruja engreída.
Nemessie y su cambiante del infierno, dos seres peligrosos rodeados de un ejercito. Estábamos en clara desventaja, esa que sufrió Esparta frente a los griegos hace tiempo y como ellos hoy aguantaríamos le embiste de esos bárbaros para mandarlos al infierno mas cercano.

Tártaro abre tus puertas, hoy todos cenaremos en el infierno.
Tomé el timón mientras veía a Zorro subir a toda velocidad por el mástil para divisar con tino la embarcación del enemigo, esa que de seguras nos había visto.
Gatto ayudado por las dos féminas preparaba los cañones para empezar el fuego en cuanto los tuviéramos a tiro.
La tripulación era escas, nuestro barco, mas rápido pero con menor potencia de fuego y el embiste seria por desgracia inevitable si sus cañones nos alcanzaban en el desafió.

Apreté los dientes girando el timón, tenia pensado el loco plan que esperaba nos diera cierta ventaja sobre el rival.
Sonae desplegó las velas al tiempo que el viento las azuzó dando un nuevo envite a mi embarcación.
Podía ver el nerviosismo dibujado en los ojos de esas dos pobres mujeres que sin comerlo ni beberlo habían terminado metidas en este lio de barcos del que al parecer nada sabían, pues trataban con cierto tino de imitar a Gatto en su lucha con los cañones.

-Zorro -Grite- los cañones a babor
El plan era maniobrar con la suficiente rapidez como para que sus cañones no nos alcanzaran, de hacerlo estábamos perdidos y por ende, al ser su embarcación mas grande aprovechar nuestra velocidad para descargar los nuestros mientras ellos maniobraban.
Si eso no funcionaba, pocas opciones mas teníamos, aunque yo siempre guardaba un as en mi manga.
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Mensaje por Ildri Persson Lun Oct 17, 2016 3:15 am

No fue la conquistadora voz de Gatto la que escuché cuando me aventuré a avanzar por la pasarela de madera que daba al interior del barco, sino los gritos enfadados de un hombre que no parecía estar en sus cabales, y que en menos que canta un gallo se situó de un salto entre mi posición y la cubierta del navío. Un hombre que con los ojos desorbitados me hizo retroceder paso a paso el acceso al que debía ser un barco de locos.

Sus manos se agitaban con nerviosismo al mismo tiempo que de su boca salían improperios hacia mi persona, alegando que por pisar su embarcación me había hecho partícipe de una maldición que solo le acarrearía funestas consecuencias a él y a su tripulación, levantando la voz como un poseso que cree a pie juntillas en supersticiones absurdas sobre la mala suerte que las mujeres podíamos provocarle a los marineros; demasiadas veces había leído este hombre la Iliada de Homero, pensé para mis adentros.

-Siento mi osadía, señor; más no era mi intención crearle más problemas....-(de los que ya tiene en su cabeza) comencé una disculpa que de poco servía pues sus gritos la aplacaban. Mi padre siempre decía que a los locos hay que tratarlos con tacto, pues pueden llegar a ser muy peligrosos. Y como de eso yo solía tener poco, traté de salir de aquella situación de un modo más sumiso, pero más seguro para mi persona Una joven dama, que juraría que por su atuendo era cazadora, se dirigió a aquel hombre que por unos instantes me liberó de su contacto visual. Unos segundos que me sirvieron para girarme a ella y suplicarle con la mirada que intercediese por mí ante aquel hombre que no parecía dispuesto a escucharme.- Solo venía a buscar a un hombre que conocí hace un par de noches; venía buscando a...

..Gatto. Mi salvador, que como si hubiese sido invocado por mi alma aterrada ante el espectáculo en el que aquel desquiciado me había envuelto, acudió en mi ayuda, interponiéndose entre nosotros dos. Sorprendido por verme (no sabía si esto era bueno o malo) y dispuesto a alejarme de su capitán que no parecía dispuesto a dar su brazo a torcer por el simple hecho de conocerle y de comprobar que mis intenciones no eran robarle, me cogió de la mano y me condujo de vuelta hasta el muelle donde la otra dama miraba tan estupefacta como yo la segunda parte de aquel espectáculo, que si no hubiese sido porque yo segundos antes era partícipe del mismo, me habría parecido una magnífica interpretación de una obra cómica.

-Si llego a saber que iban a echarme a los tiburones por venir a buscarte para salir de caza, prometo que hubiese mandado una misiva.- susurré cuando me sentí ya a salvo en tierra firme, bajo el brazo de Gatto, que calentaba mi alma al son de su respiración junto a mi pecho.

La calidez de su contacto conseguía tranquilizarme, el sonido de su voz me devolvía la seguridad de que aquello no había sido más que un desencuentro carente de importancia, aunque todavía no era capaz de moverme por mí misma. Mi sangre se había congelado en el mismo momento en que aquel hombre comenzó a gritarme, ese que  provocaba en mí más miedo que cualquiera de los sobrenaturales a los que me enfrentaba sin temor alguno, y que por lo que podía comprobar, su férreo carácter no era así solo conmigo, sino con todo aquel que se acercase a su persona. Pobre de la mujer que lo quisiese a su lado.

Más ese reencuentro tan esperado con Gatto fue efímero, pues mientras las bromas se sucedían y el ambiente se iba relajando con los graciosos comentarios de otro hombre que junto a él había aparecido en cubierta, y que tenía un sentido del humor digno de admirar (a mí no se me ocurriría pinchar a un hombre que quiere tirarme por la borda solo por pisar la pasarela), se fue truncado de golpe por la aparición de una embarcación a lo lejos, que consiguió enmudecer a todos y cada uno de los hombres con quien me encontraba.

Todo sucedió con rapidez, el capitán llamó a sus hombres a llevar anclas para impedir que dicho barco atracase en el puerto; la calidez de Gatto se evaporó cuando en menos de un segundo éste saltó de nuevo al interior del barco y cuando me quise dar cuenta aquella cazadora a la que no conocía tironeaba de mi brazo con la intención de unirnos a la lucha. La miré confundida ¿es que acaso no era consciente de que como pisase esa cubierta el hombre desquiciado me tiraría por la borda? Más fueron sus palabras las que me hicieron caminar, esas que me empujaban a ayudar a Gatto de aquello que fuere que les provocaba tanta tensión, y sin saber a ciencia cierta como se defendía un barco, corrí junto a ella por la pasarela maldita subiendo a bordo del navío.

Una mujer de cabellos dorados subió rauda tras nosotras. Poseidón fue el nombre que salió de sus labios, el nombre de aquel que ahora organizaba a su tripulación con el fin de defender el barco y el puerto parisense.

-Yo soy Ildri.- contesté a la presentación de la dama que junto conmigo se había aventurado en esa loca misión, donde ambas acabaríamos nadando entre los tiburones cuando el capitán se percatase de que estábamos a bordo, y sin más dilación me acerqué  hasta donde se encontraba Gatto para ayudarle a mover unos cañones que pesaban como mil demonios.

Pronto Azlyn se añadió en mi lucha con aquellas armas que parecían clavadas al suelo, e imitando al hombre por el que me encontraba en ese barco, entre las dos movimos los cañones hacía el lugar indicado por éste. Los demás tripulantes parecían tener más o menos claro cuales eran sus cometidos en ese barco de locos.
Poseidón izó anclas, y puso en movimiento aquella nave que se dirigía hacia la embarcación, donde a simple vista parecían estar  preparándose también una lucha a muerte donde de momento las espadas quedaban a un segundo plano.

-¿En qué más podemos ayudar?- pregunté a Gatto perdida por completo en aquel tipo de lucha que desconocía, pero dispuesta a entregar mi espada por ayudarlos, por luchar contra aquel otro barco que se había convertido también en mi enemigo.
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Mensaje por Zorro Lun Oct 17, 2016 8:16 am

Corrí por la cubierta siguiendo a Poseidon que ya en el castillo de popa tomaba el timón, maniobrando con rapidez para encarar al barco enemigo, nuestra maldición.
Sus velas, negras como el tizón y esa bandera Griega no daban lugar a dudas en ese barco se encontraba ella.
Nessanië, la bruja obsesionada con nuestro príncipe, lo quería vivo, mas algo me decía que le servia del mismo modo muerto.

Trepe por el mástil soltando las velas, y pronto a mi hazaña se unió Sonae.  La madre, hermana de Agarwaen que desconocía como, pero siempre parecía estar en el momento adecuado.
Sonrei de medio lado guiñándole un ojo..menos mal que Poseidon estaba ocupado en trazar le plan maestro que nos mantuviera a flote, frente a esa bestial embarcación, pues de no estar su mente ocupada, sus gritos podrían oírse hasta el Olimpo.
No una, si no tres mujeres abordo, lo nunca visto.

El viento impulso las velas dándonos la velocidad que jugaba a nuestro favor, esa que por contra su gran barco no poseía, mas en armamento y potencia de tiro, eramos un sencillo navío a derribar.
Aunque había algo que ellos no tenían, Poseidon, era un hombre complicado, mas sin duda el mejor capitán de barco. No pondría mi pellejo en otras manos.

Velas soltadas llegaba la hora de bajar a cubierta, Gatto parecía mostrar a las damas, que mucho mas lentas trataban de meter las redondas bolas en los cañones.
Pesaban mucho para ellas, asi que con rapidez empece a cargar y mover los cañones hacia le lugar que nuestro capitán nos indicaba y por donde sin duda empezaría el fuego.

Nuestro barco zigzagueaba, cuando los otros empezaron a disparar, única forma de evitar aquello potentes cañonazos que parecían no dar tregua al timón del capitán.
Que los dioses nos asistan u hoy cenaremos en el infierno.
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Mensaje por Gatto Lun Oct 17, 2016 8:31 am

Los cañonazos retumbaban salvajes moviendo no solo nuestro barco, si no las aguas con el.
De reojo miré al capitán, su semblante era sereno, pese a que viraba sin parar moviendo ese timón a toda velocidad.
Las olas impactaban contra su cuerpo, mas allí de frente me parecía realmente el rey del mar.
Nada que ver con el loco lleno de leyendas, que para que mentir, todo marinero echo a la mar tenia en sus alforjas, ahora su semblante de concentración te hacia confiar en que esta lucha, de algún modo u otro la podíamos ganar.

Teníamos desventaja, y no pude evitar apiadarme mientras corría por la cubierta trasladando los cañones, de las dos damas, que sin comerlo ni beberlo se habían metido en este embrollo poniendo sus vidas en juego.
Un guiño de ojos fue cuanto pude dedicarle a la preciosa cazadora con la que había compartido noche y hoy compartía guerra.

Pronto el capitán alzo la mano, el fuego de nuestros cañones no se hizo de esperar impactando con ferocidad sobre el enorme barco enemigo ,que sin duda se resintió de los daños, mas viro para presentar clara batalla, pues aunque tocado sin duda no estaba hundido.

De nuevo Poseidon movió nuestro navío, tratando de mantener siempre frente a su babor o estribor nuestra proa o popa, con el fin de reducir daños y no quedar de frente.
-Cargar cañones -hoy gritar a nuestro capitán -a estribor.

Sabíamos por donde vendría nuestro próximo ataque mas el de ellos, estaba por llegar e intuía que seria devastador.
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Mensaje por Nessanië Jue Oct 20, 2016 2:32 am

Inclinada sobre la borda observé al maldito barco que más que tal comenzaba a parecer una molesta serpiente marina, tal era la rapidez con la que zig zageaba de un lado a otro, intentando escapar de nuestro ataque. Más estaba convencida de que sus intentos eran fútiles, nuestro barco era más grande, nuestra tripulación estaba conformada por los marineros más feroces y viles de Mykonos y mi aliciente para cada uno de ellos era mi promesa de una gran recompensa, a la par de la necesidad de salvar su pellejo en caso de fallo alguno, pues no era el enemigo si no yo quien me encargaría de convertirlos en carne de tiburones en caso de que eso sucediese.

Me dirigí con rapidez a los cañones y tras observar unos segundos a los inútiles que fallaban, alcé una de nuestras lanzas y la lancé en contra de uno de ellos, atravesando la cabeza que rápidamente se partió, salpicando el cañón con un reguero de sangre. -¡No se queden pasmados mirándome! Tú ¡toma su lugar! ¡Carguen los cañones otra vez! ¡No dejen de disparar!-

Volví a subir a cubierta y me topé con mi mano derecha, quien gritaba órdenes a la tripulación con respecto a las maniobras. -Hoy es el día Cronos, finalmente me apoderaré del preciado príncipe al que tanto protegen. Agarwaen será mio y nuestro reinado no tendrá parangón, pero únicamente sucederá si tú lo haces posible. – Halagos, a veces estos lograban mucho más que los gritos, aunque a veces necesitaba doblegar a Cronos con dolor para que no olvidara que era yo y no él quien llevaba la voz cantante, lo cierto es que me era invaluable. Era despiadado y voraz, no había guerrero bajo mi mando que tuviera la menor comparación con él.

De no haber existido aquel insolente príncipe a quien llevaría conmigo de vuelta a Grecia, probablemente hubiese considerado reinar con Cronos a mi lado. Solo él poseía la suficiente ambición y crueldad para reinar con mano de hierro, pero que sucediese tal cosa era imposible, el príncipe era mi destino y yo él suyo, y si no era así yo me encargaría de que así fuera. Retuve mi mano sobre el pecho de Cronos un momento indicándole con mi mirada cual sería su recompensa cuando celebrásemos el triunfo, y luego giré sobre mis pies para gritar una nueva orden. -¡Giren treinta grados a babor! ¡Disparen los cañones!-

El barco se sacudía por la voracidad de las olas, sobre nosotros se cernía nuevamente la furia de Zeus que descargaba un torrente de lluvia intentando aplacarnos, más ni el mismo dios del Olimpo hundiría la embarcación. El barco se sacudió un par de veces al haber sido tocado por los cañones del enemigo lo cual me enfureció. -¡Treinta grados a babor!- Ahora nos encontrábamos directamente frente a ellos. -¡Continuad directamente hacia ellos! ¡Directamente hacia ellos!-

Sonreí de lado tras escuchar el sonido de uno de nuestros cañones al golpear el casco de su barco mientras el nuestro continuaba embistiendo las olas, éramos como un kraken hambriento a punto de engullir a un estúpido delfín, uno que estaba a punto de descender a la profundidad del abismo oceánico salpicando la sangre de su tripulación sobre sus restos destrozados.
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Mensaje por Cronos Jue Oct 20, 2016 7:44 am

Los intentos de ese inútil de capitán que tenían, no hacían mas que marear a los marineros que cañones en mano y con una torpeza tal que me exasperaba, hundían las municiones en el fondo del mar.
-¡inútiles! gruñí dando ordenes sin parar a diestro y siniestro -Hundir esa embarcación o os destripare y serviréis de alimento para peces.

Pude ver a una desesperada Nessanië hundiendo una lanza en la cabeza de uno de los ineptos guerreros que cañón en mano demostraba no ser digno de este ejercito inhumano.
La lanza esparció sus sesos sobre el cañón, algo que logró el efecto deseado, pues otro con mucho mas tino le sustituyó.

Miré a esa mujer con fijeza mientras subía hacia mi posición. Como me excitaba ese modo en el que lograba siempre controlar la situación. Mi respiración agitada, no solo por la eminente batalla si no por esas palabras y esa mano que me hizo arder a fuego lento esperando la recompensa que entre la calidez de sus piernas me juraba a conciencia. Esto, hizo que tomará el mismo látigo que entre sus dedos se deslizaba con suavidad y tras una mirada cargada de deseo, abandone el torreón de mando para dejarle ese como su lugar.
Bajé a la cubierta a azuzar con mano dura al personal.

Su voz aun retumbaba en mi cabeza, maldito príncipe arrogante que la tenia presa. Aun no entendía que podía ver en ese mequetrefe insignificante, cargado de buenos propósitos, débil y demasiado humano para gobernar con mano dura nuestro reino.
¿Por que engendrar el hijo de un perdedor cuando yo le pondría el Tártaro a sus pies?

Zeus descargaba sobre nosotros su tormenta y yo mi látigo sobre las espaldas de los que remaban a conciencia.
-Remar holgazanes, remar! -rugí hasta que el barco se coloco de frente al de los estúpidos cazadores, para que un cañonazo impactara en su proa haciéndolos temblar.

De frente, íbamos de frente, y ellos, parecían decididos a tomar combate singular.
Lejos de amedrantarse frente a nuestro ejercito e imponente navío. Las velas las hicieron izar para tomar mayor velocidad.

-¡El infierno esta lleno de valientes! -Rugí nuevamente sediento de apresar entre mis zarpas a esos cazadores que parecían mas que dispuestos a morir por el mequetrefe de su príncipe.
Empuje a cuatro guerreros hacia las armas cuerpo a cuerpo, indicándoles que pronto llegaría la hora de abordar.
-¡Vamos malditos! -gruñí contemplando ese ejercito sin igual -¡llevemosles al fondo del mar!

El trueno se fundió con mi voz, mientras el agua resbalaba por mi rostro sin pausa. Una última mirada hacia mi dama, antes de tomar la ferviente hacha para dar muerte no solo a los cazadores, si no a los mismos dioses si estos intercedían de su parte.
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Mensaje por Azlyn Kelly Vie Nov 04, 2016 5:14 am

Los gritos de Poseidón dando las órdenes precisas a sus hombres resonaban por toda la cubierta del barco que cortaba el viento cual velero ligero de carga, donde Ildri y yo parecíamos pérdidas en un tipo de combate que desconocíamos por completo. Aunque no por ello nos dejamos amedrentar y entre ambas nos ocupamos de cargar y disparar unos de los cañones hacia la embarcación enemiga mientras los otros cazadores se encargaban del resto. La secuencia estaba clara, mover éstos de un lado a otro, buscando el casco enemigo por babor o estribor, mientras el dios del mar se ocupaba de acortar distancias evitando así la entrada a puerto de nuestros enemigos. Enemigos que se habían convertido en los míos al atacar con sus cañones a aquel cazador que había conocido horas antes y por quien ahora estaba entregando mi vida. Con aquel ímpetu que me caracterizaba alcanzaría mi final antes de tiempo, más no podría quejarme de no haber llevado siempre cada día al límite.

Nuestros disparos impactaron varias veces contra su casco, más éste parecía no ceder con tanta facilidad. Desde luego nos enfrentábamos a un enemigo poco común y sediento de sangre.
Observé como la joven cazadora que me acompañaba en tan ardua labor dirigía continuamente su mirada al otro extremo del barco, buscando aquello por lo que había llegado a alistarse en tan arriesgada misión. Sonreí al imaginar lo bonito que era cuando creías en el amor, y negué con la cabeza mientras cargaba otra bala de cañón por la abertura de éste. Fue entonces cuando su primer proyectil impactó sobre nuestra proa, haciendo estremecer cada punto del barco de Poseidón, que gritaba y maldecía por haber sido alcanzados.

No mentiré diciendo que sentir aquel estruendo sobre el barco que nos empujaba hacía el mismísimo infierno no me asustó sobremanera; que en ese preciso momento en que las maderas del navío comenzaron a crujir bajo nosotros cuando los nudos alcanzados eran mayores que los aconsejados, no sentí palidecer; pues si ya de por sí el mar me infundía respeto, el hecho de estar encarando nuestra embarcación hacía el enemigo, me pareció la mayor locura cometida por ese hombre con el que había compartido mi desayuno, y tal vez hubiese compartido otra cosa.

Me alejé de Ildri, que confusa por el impacto parecía querer refugiarse al lado de su amigo. Encaminé mis pasos hacia el puente de mando donde Poseidon parecía pelearse en un duelo de titanes con el timón, maniobrando ferozmente e intentando mantener todavía la proa frente a ellos, esquivando sus proyectiles como si en lugar de están dirigiendo un pesado barco solo fuese una ligera pluma lo que movía a su antojo, acortando de este modo las distancias que tal vez nos darían ventaja.

-Si llego a saber que nuestra segunda cita iba a ser tan apasionante, tal vez hubiese venido a buscaros antes.- bromeé al situarme a su lado y observar con detenimiento lo mismo que él miraba con gesto tenso.

No era difícil saber cual sería su siguiente maniobra; pues en caso de que ambos cascos colisionasen (y era lo que iba a pasar en cuestión de minutos) nuestra única ventaja sería que el nuestro lo hiciese de frente, pues más fácil sería defender la estrecha proa de los enemigos que abordasen nuestro barco, que dejarles entrar por un lateral, donde sin duda la longitud del barco les conferiría una clara ventaja frente a nosotros. Nuestra tripulación era escasa, muy escasa, y aunque no sabría con exactitud con cuántos soldados contaría el barco enemigo, la envergadura de este me hacía deducir que bastantes más que en el nuestro.
Evitar un abordaje masivo era la única solución; controlar la entrada de la tripulación enemiga era la única forma de no quedar en clara desventaja, y aquí, espada en mano, sería cuando por fin podría mostrarle a Poseidón que mi presencia no sería tan inútil.

-Podéis contar con mis espadas hasta mi último aliento, capitán, prometo no defraudarle.- susurré junto al semblante serio de Poseidón, que parecía preocupado por la inminente colisión.- Más cuando el enemigo more por el fondo del océano, espero que podamos celebrarlo con esa copa de whisky que dejamos a medias la última vez.

Un guiño despreocupado acompañado de una pícara sonrisa fue lo último que le dediqué a aquel hombre por el que volvería a subir al barco sin dudarlo. Y preparándome para hacer aquello que mejor se me daba, solté mi capa por el broche que la sujetaba al cuello, dejándola caer sobre la cubierta mientras desenfundaba mis dos katanas pertrechadas a la espalda y esperaba el momento de defendernos como dios manda
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¿Sigues creyendo en las casualidades? Yo también. [Privado] Empty Re: ¿Sigues creyendo en las casualidades? Yo también. [Privado]

Mensaje por Poseidón Vie Nov 04, 2016 9:38 am

Mi gesto, tenso por el intento férreo de mantener el timón en la dirección correcta era interrumpido no solo por el fuerte oleaje, que ahora parecía anunciar el fin de los días, si no por los cañonazos que mi navío soportaba de forma estoica.
El choque era ya inevitable, ese y no otra era la única maniobra que me quedaba por hacer, una gesta suicida, que bien sabia nos traería perdidas y que posiblemente llevaría a mi navío al fondo del mar.
Mas pensaba destrozar su eslora con aquel choque frontal y controlar de ese modo que el abordaje fuera menor, o al menos mas controlado.

-¡Sujetaos! -rugí hundiendo mis ojos en los de la propia Nessanie, que desde su embarcación parecía sorprendida por aquel acto suicida.
Hundí la proa en su costado mientras una sonrisa de medio lado se dibujaba en mi rostro.
Parte de su tripulación fue al mar, no esperando aquel choque frontal, que admito engullo gran parte de mi barco, mas que del mismo modo destrozo parte de su lateral.
El fuego ya en nada quedaba, ahora era el momento de las armas.

-¡Defender Proa ! -Rugí corriendo hacia el lugar donde mis hermanos habían llegado ya.
Aquellos marineros de agua dulce trataban de adentrarse en mi maltrecha embarcación ,mas Gatto y Zorro esgrimiendo sus armas de forma ardua, los mandaban directos al fondo.
De nuevo mis ojos en los de esa mujer, que parecía que no tenia pensado perder, pues azuzaba a los suyos a atacar sin piedad.
Claro que viendo como mis compañeros de armas menguaban a los suyos, la confianza de su ejercito se hacia tambalear.

-¡Vamos Bruja. Aquí te espero, hoy cenaremos en el infierno! -rugí haciendo girar mis espadas en un baile al que la estaba invitando a jugar. -Agarwaen te manda recuerdos -exclamé de forma burlona sin apartar mis ojos de los suyos ni un momento.

-Ten cuidado pequeña, susurré a la cazadora, al sentirla pasar por mi lado -al menor peligro, al mar, y nada hacia la orilla como puedas. Esta guerra no la podemos ganar.
-¡Cronos! -Rugí divertido -¿que se siente cuando la mujer que amas quiere follarse a otro?

Desquiciarlos, hacerles cometer errores era la única solución y estaba funcionando pues gracias a el golpe de látigo que los empujaba a mi embarcación ,venían desubicados y su destino eran los peces y su alimento.
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¿Sigues creyendo en las casualidades? Yo también. [Privado] Empty Re: ¿Sigues creyendo en las casualidades? Yo también. [Privado]

Mensaje por Ildri Persson Lun Nov 07, 2016 12:16 pm

Azlyn y yo tratábamos de hacer lo mejor que podíamos nuestro cometido, más estaba claro que mover los cañones de babor a estribor no estaba hecho para nosotras. Intentábamos seguir las órdenes que el capitán lanzaba a voz en grito desde el timón del mando, pero nuestra destreza respecto a este tipo de armas dejaba mucho que desear. Me había enfrascado en una lucha a bordo de un barco para ayudar a aquel hombre al que había regalado más que una noche, y ahora me sentía un lastre más sobre éste.

Más de pronto aquel otro tripulante que momentos antes estaba realizando una perfecta imitación de su capitán, trepando después por el mástil con una asombrosa facilidad, se unió a Gatto y a nosotras dos, agilizando el trabajo de la carga de los cañones y el traslado de éstos; cañones que empezaron a disparar contra el barco enemigo, impactando sus cargas en varias ocasiones contra el casco de aquel navío que parecía haber sido forjado en el mismísimo infierno, pues a pesar de nuestros aciertos seguía navegando con predisposición hasta nosotros.

Las maniobras realizadas por el capitán eran dignas de un loco, pues un continuo zigzag nos empujaba hasta el barco enemigo; un movimiento que si bien no entendía al principio, nos profería cierta ventaja al no exponernos tangencialmente a sus cañones. Más si bien la esperanza de no ser alcanzados duró poco, pues un cañonazo impactó contra nuestra proa, haciendo temblar el barco de la misma forma que temblaba todo mi cuerpo. El rugido de las maderas al colisionar con aquella bola de cañón no auguraban nada bueno, y temerosa de que lo que vendría a continuación, me acerqué hasta la posición de Gatto que seguía cargando los cañones junto al otro hombre como si haber sido alcanzados no tuviese la menor importancia.

Ambos navíos se aproximaban uno frente a otro con fuerza, con rabia, con el odio propio de ambos capitanes que desde un puente de mando a otro se miraban orgullosos. El impacto era inminente, el asalto a nuestro barco comenzaría en cuestión de minutos, y entonces, podría servir de ayuda por fin. Mi espada quedaría a disposición de aquel capitán que nos avisaba del choque frontal que daría comienzo a una cruenta batalla donde nuestra minoría podría comprometer nuestra victoria.
Me abracé a Gatto cuando la colisión sucedió, hundiendo mi cara en su pecho en un último intento de conseguir las fuerzas que necesitaba para abatir a cada uno de los enemigos que en breve abordarían nuestra cubierta. Su olor, el calor de su cuerpo junto al mío era todo lo que necesitaba para seguir adelante y luchar contra viento y marea con tal de poder volver a estar juntos.

-Ten mucho cuidado, por favor.- susurré junto a sus labios antes de darle un dulce beso, y salir corriendo hacia proa, por donde el capitán nos indicaba que los enemigos avanzaban.

Saqué una de las espadas samuráis que portaba a mi espalda, dejando la otra mano libre para ir sacando una a una dagas de mi cinto; dagas que tras ser lanzadas sobre el cuello de nuestros atacantes, se perdían en el fondo del océano junto a sus víctimas. El estrecho pasillo por el que accedían los soldados enemigos nos profería cierta ventaja, y dedicándole una última mirada cargada de amor a Gatto, saqué mi otra espada y con ambas me lancé hacia todos aquellos inútiles que amenazados por la ira de su capitán, abordaban nuestro barco en busca de su muerte.
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¿Sigues creyendo en las casualidades? Yo también. [Privado] Empty Re: ¿Sigues creyendo en las casualidades? Yo también. [Privado]

Mensaje por Gatto Mar Nov 08, 2016 11:02 am

Me sujete a las cuerdas cuando el barco colisiono, nuestros cuerpos recibieron una fuerte sacudida que por fuerte Poseidon hizo menos, pues impacto con la proa causando daños irreparables en sendos barcos, toda una proeza teniendo en cuenta que el de la bruja nos superaba en tamaño y potencia con creces.

Corrimos ha proa armas en mano dispuestos a recibir a los hombres que se daban al abordaje y que lenta mente azuzados por el látigo y recibidos por nuestras espadas iban sumergiéndose en la inmensidad del mar.
Las damas atrás daban buena cuenta del pobre desgraciado que malherido conseguía cruzar. Aquella noche la muerte estaba con su oz, aquella noche el mar se teñía de carmesí con la sangre de los desgraciados del otro barco.

Poseidon a nuestras espaldas gritaba enfureciendo a las masas, algo que parecía dar resultado, sin duda estaba soberbio aquel hombre que aun con la mala leche que se gastaba era el mejor capitán de barco de toda Grecia.

Aun con el calor del beso de Idril en mis labios mantenía a salvo la proa, no sabia el tiempo que podríamos resistir, mas esperaba que el suficiente como para que sendos barcos acabaran en el fondo del mar y con ello Agarwaen ganara tiempo.
Podía ver el odio dibujado en los ojos de la bruja, sabia que lo peor estaba por llegar pues Cronos parecía dispuesto a cambiar la suerte a favor de su señora y si el traspasaba la frontera de espadas..el resultado seria desastroso para todos.
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¿Sigues creyendo en las casualidades? Yo también. [Privado] Empty Re: ¿Sigues creyendo en las casualidades? Yo también. [Privado]

Mensaje por Zorro Miér Nov 09, 2016 8:40 am

El barco impacto con aquel navío de grandes proporciones, sin duda Poseidon era un gran capitán, todos sabíamos lo obsesivo que era con su embarcación, mas no dudó ni un minuto en destrozarla si con ese épico gesto se llevaba con su barco el del enemigo.
Esa era la única opción para poder dar tiempo a nuestro príncipe, para avisarle de la presencia de aquella mujer sin alma que tenia puesto sus ojos en el.
-¡Nessanie! -grite mientras espada en mano daba sepultura a sus marineros -sabes que vas a acabar pasada por agua verdad preciosa?

Los enemigos en un intento de abordaje iban cayendo frente al filo de nuestras espadas, poco o nada tenían que hacer si seguíamos dejandoles tan poco paso.
Al menos parecía que conseguiríamos mandar al infierno a la mitad de su tripulación y así diezmar las fuerzas de esa bruja que no había escatimado ni en ejercito ni medios cuando de conseguir a Agarwaen se trataba.

Cronos parecía una bestia mas que un hombre y cuando le vi apartando a sus propios hombres para bajar a cubierta, supe que pronto cambiaría nuestra suerte.
-¡Idril! -grité -si ese hombre alcanza nuestro barco, ve al agua, no hay forma de vencerle.
Ella no lo sabia, mas nosotros ya nos habíamos enfrentado contra el, solo un hombre había derrotado a Cronos y ahora no estaba allí para volver a hacerlo.
Seth podría plantarle cara, al igual que Poseidon, mas el resto de esta embarcación estábamos perdidos.
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