Hasta que la música rompa tus oídos || Privado

por **Azazel** Dom Oct 30, 2016 10:00 pm

Ya la noche llegó y con ello se alzan todos sus hijos siempre, los demonios en busca de almas y los ángeles ¿Qué buscan ellos al final?, quizás solo pasarlo bien sin que nadie lo sepa. Al final todos encuentran lo mismo, una noche loca con una gran resaca que les hará olvidar todo hasta que las funestas consecuencias lleguen. Transcurrieron unas semanas desde la última vez que hablé con ella. A veces me sentaba en el escritorio y con dedos temblorosos escribía los últimos versos de mi no-vida. Aquí terminaba mi bagaje, el fin de mis días se acercaba con ella en el punto de mira. Intenté recordar como era yo antes de que las tinieblas ensombreciesen un rostro henchido de júbilo. Supuse que el ser humano era menos complejo. Durante todos estos siglos me propuse conquistar cada terreno, océano y mar. Diseñé la mejor estrategia militar que existiera para poder encontrarla. Y ahora que sabía dónde vivía y quién era, me volví más loco si cabe espiando cada noche sus alrededores. En alguna ocasión juré creer que me había descubierto desde la ventana, cerca de una farola, con la lumbre baja, a media luz, la sombra de un muerto. A eso se redujo me reduje, a no pegar ojo. Todo lo que se me ocurría para lograr su atención era mal intencionado.

por **Gene M. Garbo** Lun Nov 28, 2016 9:32 pm

Ella misma se recogía el cabello en una red de plata frente al espejo del tocador, con la mirada vacía y perdida en algún punto de fuga de la escena que la pulida superficie le devolvía. Varias capas de maquillaje lograron ocultar con relativo éxito la marca violácea de su mejilla izquierda y el oscuro cardenal bajo el ojo. El resto de señales las ocultaba el vestido, agradeciendo las mangas largas y el cuello cerrado. Sólo los labios, discretamente maquillados para acentuar el sonrojo, reflejaban la belleza del rostro que se ocultaba debajo de las impostadas capas de afeites. El cochero la esperaba para llevarla a la casa, decidiendo que se retiraría tan pronto como le permitiera la cortesía y disfrutar de la calma y la quietud de la casa vacía. Al menos tendría unos días para ella sola, para pensar, para pintar y leer y, tal vez, para recordar un poco cómo era ser feliz.

Bajó del coche sujetándose el bajo del vestido y ayudada por la mano del cochero, que se tomó la molestia de acompañarla hasta el hall del hotel en el que habían sido citados para que no pasara por el apuro de entrar sola. Dio su nombre al mozo que, elegantemente vestido con un jubón y medias gruesas, comprobaba los asistentes a la fiesta. Sedas, risas, vestidos, y música anacrónica la hicieron creerse, por un momento, que había viajado hacía atrás en el tiempo, aunque en seguida empezó a percibir incongruencias en la estética de los asistentes. ¿Pero cómo sabía ella que aquellos tejidos no pertenecían a la época que estaban recreando? Las voces, a su alrededor, se alzaban ensordecedoras pero ella , sin embargo, hizo caso omiso. Avanzó entre la multitud, casi sin querer reparar en nadie, hasta llegar a un extremo del salón dónde se detuvo, admirando un lienzo que decoraba la sala, alargando los dedos para tocar la superficie casi esperando encontrarla todavía fresca.

por **Azazel** Miér Nov 30, 2016 9:45 pm

Me reí mirándome al espejo de perfil -¿Creéis que vendrá?- subí una ceja encontrándome sencillamente encantador con los 12 kilos de acero -Vendrá. No sabe quién organiza la fiesta, os habéis asegurado bien de preparar el paripé- Me quedé atónito. Le faltó echarme un cubo de agua fría. De paripé nada.

-Fijaos- asomó la cabeza tras mi espalda agarrándome por los hombros. -Aún os queda como un guante- Parecía orgulloso. A veces olvidaba que era mi tío, sangre de mi sangre. Desde luego yo me quedé con toda la belleza de la familia." Pero en ocasiones volvía a ver a un padre en Bors, y su actitud me descolocó encontrándola demasiado cercana -Ya basta, bajemos de una vez- me liberé incómodo. Dejé el yelmo sobre la cama con la intención de presentarme con la cara descubierta y nos encaminamos al salón.
Los nobles llegaban desde todas las regiones; no habían escatimado en vestuario y lucían sus disfraces con una copa en la mano mientras disfrutaban de la música y charlaban sobre temas insufriblemente mortales. Saludé Gimón, que había vuelto a estrellar su barco contra una zona escarpada y necesitaba un nuevo buque. Un hombre con cien batallitas bajo la manga que me robaba el tiempo. Le despaché enseguida, con la educación que no tengo. Nos dimos de nuevo la mano y le dejé bebiendo champagne. Tenía otras cosas que hacer, entre ellas encontrar nuevamente a aquella mujer.

por **Gene M. Garbo** Sáb Ene 28, 2017 9:35 pm

Dicen que esas personas parecen sacadas de una pintura de un gran maestro, por la gran belleza que estos tienen, poco se sabe de ellos solamente que prefieren la vida cuando el sol se oculta y disfrutar de las bondades de la noche, donde usan sus elegantes vestidos en bailes que duran hasta que los rallos del sol comienzan a traspasar las ventanas.

Eso fue lo que ha escuchado decir a las personas con las quienes conversó, llego en una diligencia proveniente de España, estuvo viajando por todo el país, desde hace seis meses. Apenas le dio tiempo de conseguir una casa, le miraron extrañada cuando informo que viviría sola, esperaban la llegada del señor Alcazar, era extraño que una hermosa mujer como lo era no tuviera marido, eso fue lo que dijo el señor que le rento la casa.

Apenas había puesto un pie en la calle las señoras de las casas vecinas salieron a sus puertas para conocer a la nueva vecina, algunas tuvieron que meterse rápido a su casa, los niños reclamaban por ellas. Miraba el viejo reloj en la pared de la entrada, eran la siete de la noche, el sol estaba por ocultarse por completo, dando paso a la noche que era su favorita. Tomó su sombrilla y se encamino al mercado, era necesario que consiguiera algunas cosas para su nueva casa, la lista era enorme pero solamente conseguiría lo primordial. En su camino fue detenida por una de sus vecinas que le dijo que le acompañaría uno de sus hijos, que no era prudente que una señorita como ella estuviera caminando sola por la calle, que algún hombre podría intentar tocarla. Era dulce la señora por eso accedió, si un hombre quisiera tocarla sin su permiso le mataría sin dudarlo.

por **Azazel** Lun Ene 30, 2017 9:40 pm

Hubiera soltado una carcajada al observar las miraditas que Fido y la dama de cabellos rubios se lanzaban, le parecía intrigadoramente extraño aquel contacto entre amos... Como si se entendieran tan fácilmente con solo una mirada, pues era eso, o no era la primera vez que la mujer visitaba al león, y estaba completamente seguro de que de haber ocurrido en el poco tiempo que llevaban en la ciudad, cualquiera de sus compañeros le hubiera avisado sobre cualquier... Llamémosle "actividad sospechosa" cerca de los animales, y de cualquier forma, teniendo en cuenta que tampoco tenían mucho tiempo de estar en la ciudad, hubiera sido igualmente impresionante lograr un contacto de tal índole con aquel felino, que encima los gatos solían ser tan orgullosos... Tanto así que podía ser toda una hazaña lograr hacerse amigo de uno. -¿Pero Fido no es un gato, no?- Pensó para sí, perdiéndose en sus ideas un momento, antes de darse cuenta de que la intrusa se había percatado de su presencia, y había empezado con una disculpa casi rutinaria, y sutiles excusas que en realidad no le habrían servido de nada si hubiera estado realmente enojado con ella por el acercamiento a los animales... ¡Dios la salvara si lograba hacerle enojar! Que eso sería algo nuevo de ver, e incluso él mismo no estaría seguro de cómo reaccionaría.

por **C. Sárika Harsányi** Miér Mar 29, 2017 4:39 pm

Decidí ser más amigable de lo común con la gente y le pregunté sin dejar de sonreír: -¿Y a qué viene usted por aquí?- Y seguí caminando lentamente ladeando un poco la cabeza para poder verlo. Sonreí y lo miré a los ojos: -Claro, claro. ¡Lo ayudare a elegir un sombrero señor!- acepté. -¿Entramos a alguna tienda?- pregunté alegre observando las tiendas que teniamos al lado, habían varios sombreros para caballeros entre ropa, vestidos, zapatos, de todo. -¿Qué tal esta?- pregunté otra vez señalando una tienda llena de sombreros y luego me giré a verlo a sus ojos azulados y no pude evitar sonreír de nuevo y adoptar un pequeño rubor en las mejillas, lo disimulé observando el suelo.
Sonreí. -Gracias señor.- y entré tranquilamente a la tienda, con decoraciones muy bonitas, tal vez un poco oscura puesto que las unicas luces que habían eran unas pocas lamparas de aceite, era de un tamaño ni tan grande ni tan pequeño.
Me acerqué a un estante donde habían muy bonitos sombreros. -¿Qué le parece este?- pregunté señalando un sombrero negro bastante elegante. -Creo que es de copa plegable...- lo tomé entre mis manos ocultas bajo unos guantes blancos, luego apreté el sombrero hacía abajo: -¡Oh, si, Es de copa pegable!- reí, lo volví a estirar y se lo entregué con una amplia sonrisa. -Seguro le quedará bien.- opiné llevandome un dedo al menton pensando como le iria el sombrero.