AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Noche de lobos (Skadi)(+18)
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Noche de lobos (Skadi)(+18)
Las olas rompiendo con una furia inaudita contra la costa pedregosa, el viento sacudiendo la oscura noche que de forma sepulcral calla frente a los aullidos de la manada en busca de presa.
Sonreí de medio lado frente al inminente encuentro de las bestias, dudando por un segundo cual de nosotros era más monstruoso de todos.
Los siglos de vivencias acompañaban a mi ya cansada eternidad, y aun así, desenfundé el florete, con una reverencia clara para la muerte, dispuesto nuevamente a hacer frente al enemigo.
Superado en número supe que la batalla no terminaría pronto, más quizás esta fuera la definitiva. Sonreí irónico tras el primer choque de aceros, excitado por el olor de la sangre y la promesa de una
muerte inminente.
Había Vuelto a París tras la mujer que me creo hace doscientos años, esa que me arrebato una vida y me condeno a vagar sediento de sangre llenando de muerte mis pasos. Tuve que aprender por medio del prueba y erro lo que era ser inmortal y la verdad odiaba lo que representaba mi eternidad.
Infructuoso mi encuentro con aquella mujer, mas eso no lograría que cesara en mi empeño de acabar con su maldita vida.
Garras, mordiscos, filos iluminados por la eterna luna y armas silbando al viento con la fiereza propia de nuestras enfrentadas razas.
Cadáveres cayendo contra la fina arena ahora manchada de carmesí, hombres que no volverían a sus casas, viudas de una noche fría y oscura.
Y yo, allí, con mi cínica sonrisa, la de aquel que no ha quedado saciado, nuevamente burlando a la muerte definitiva, ansiada y deseada.
Sangre goteaba de mis heridas, mordiscos que tardarían en cicatrizar. Nuevamente, sediento de aquella vitae que me esclavizaba y mantenía en pie a partes iguales.
Me dejé caer sobre la suave arena, agotado. Las ropas se pegaban a un cuerpo maltrecho mojadas por aquel agua salada que me vio nacer hace ya demasiado tiempo.
Miré al cielo estrellado, tratando de vislumbrar un atisbo de paz. Más nada encontré allí arriba.
Ponerme en pie se me antojaba difícil, quizás mas herido de lo que esperaba, desistí tras varios intentos, cerré los ojos sintiendo como la vitae me abandonaba lentamente, no negare que era placentero. Sonreí sin fuerzas aferrando el rosario con mi mano, contando las cuentas mientras rezaba por la salvación de mi alma mientras esperaba mi ansiado amanecer.
Sonreí de medio lado frente al inminente encuentro de las bestias, dudando por un segundo cual de nosotros era más monstruoso de todos.
Los siglos de vivencias acompañaban a mi ya cansada eternidad, y aun así, desenfundé el florete, con una reverencia clara para la muerte, dispuesto nuevamente a hacer frente al enemigo.
Superado en número supe que la batalla no terminaría pronto, más quizás esta fuera la definitiva. Sonreí irónico tras el primer choque de aceros, excitado por el olor de la sangre y la promesa de una
muerte inminente.
Había Vuelto a París tras la mujer que me creo hace doscientos años, esa que me arrebato una vida y me condeno a vagar sediento de sangre llenando de muerte mis pasos. Tuve que aprender por medio del prueba y erro lo que era ser inmortal y la verdad odiaba lo que representaba mi eternidad.
Infructuoso mi encuentro con aquella mujer, mas eso no lograría que cesara en mi empeño de acabar con su maldita vida.
Garras, mordiscos, filos iluminados por la eterna luna y armas silbando al viento con la fiereza propia de nuestras enfrentadas razas.
Cadáveres cayendo contra la fina arena ahora manchada de carmesí, hombres que no volverían a sus casas, viudas de una noche fría y oscura.
Y yo, allí, con mi cínica sonrisa, la de aquel que no ha quedado saciado, nuevamente burlando a la muerte definitiva, ansiada y deseada.
Sangre goteaba de mis heridas, mordiscos que tardarían en cicatrizar. Nuevamente, sediento de aquella vitae que me esclavizaba y mantenía en pie a partes iguales.
Me dejé caer sobre la suave arena, agotado. Las ropas se pegaban a un cuerpo maltrecho mojadas por aquel agua salada que me vio nacer hace ya demasiado tiempo.
Miré al cielo estrellado, tratando de vislumbrar un atisbo de paz. Más nada encontré allí arriba.
Ponerme en pie se me antojaba difícil, quizás mas herido de lo que esperaba, desistí tras varios intentos, cerré los ojos sintiendo como la vitae me abandonaba lentamente, no negare que era placentero. Sonreí sin fuerzas aferrando el rosario con mi mano, contando las cuentas mientras rezaba por la salvación de mi alma mientras esperaba mi ansiado amanecer.
Última edición por Ilhan Baudin el Jue Jun 08, 2017 3:20 pm, editado 1 vez
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Extraños eran los senderos por los que deambulaba últimamente. La ciudad era ruidosa, nunca dejaba de estar colmada de vida, de ires y venires por doquier. Incluso cuando la luna brillaba encima de mi cabeza la capital no dejaba de bullir de actividad, hombres y mujeres que no buscaban un descanso si no más bien diversión. Tabernas, hoteles, centros de apuestas, se llenaban de visitantes que bebían, jugaban, peleaban neciamente y follaban. Nada me llamaba la atención, la sombra se paseaba por las callejuelas ajena al bullicio, a las actividades nocturnas, cansada de toparse con el borracho de turno que salía de una callejuela, por lo que no era de extrañar que antes de que alguno abriera la boca mi puño les hiciese callar. Palabras necias, insinuaciones, no tenía el menor interés en socializar. ¿Para qué? Paris no era mi destino, era simplemente un lugar de paso, como lo eran muchos otros, adonde fuera que se necesitara la muerte allí iría yo. Para eso estaba hecha, fuera cual fuera la forma o las razones por las que había llegado a eso, era lo que sabía hacer bien, era para lo que servía, era en lo que me había convertido.
Mi mirada se perdió en el vasto océano y me adentré en su inmensidad. Estaba sentada sobre la arena, recibiendo al viento salado que agitaba mi cabello, sintiendo las pequeñas gotas salpicar mi rostro. Mis dedos se hundían en la superficie dorada, había buscado la soledad de la playa porque al menos me mantenía alejada de la muchedumbre, porque quería este tiempo para no pensar en nada, ni siquiera deseaba rememorar, solo quería… sentir algo. Sentir la arena, el agua salada que capturaba mis sentidos, la brisa marina que traían consigo las olas, escuchar mis propios latidos y recordar de esa forma que aún no moría, que la sangre que aún corría por mis venas me mantenía anclada a la vida de una forma u otra.
Por supuesto mi tranquilidad no duró mucho, se vio interrumpida por los sonidos grotescos de demonios que se encontraban demasiado cerca. Sonreí de medio lado con humor negro, ya había escuchado ese tipo de sonidos antes. Sabía perfectamente qué eran y la luna que cubría el lugar con sus rayos de plata me saludaba burlona recordándome que era ella la que gobernaba en noches como esta, haciendo de las suyas, desatando a las bestias que no buscaban otra cosa más que hundir sus garras en sus víctimas, destrozarles desgarrándoles las entrañas, devorarles la carne y hacer un festín con los despojos que dejaban a su paso. Me levanté con la espada en mano. No sabía quien era peor, si los licántropos o la sombra, sea como fuere no iba a escapar de una batalla, fuera adonde fuera, donde quiera que me encontrase.
Los demonios se movilizaban sobre la arena, escuchaba sus bestiales gruñidos, el sonido del choque de aceros que me indicaba que alguien más se enfrentaba a ellos. Caminé entre los cadáveres de su raza, observándolos impávida, algunos de ellos se retorcían aún, medio muertos, intentando fútilmente levantarse, aferrados a ese deseo ilógico de sobrevivir a pesar de que sus heridas afirmaban que eso no sucedería. El filo de mi espada se hundió en sus cuerpos, aniquilándolos de una vez, asegurándome de que sus malditos pechos no respirasen más. Seguí el camino de bestias sobre la arena y otras dos aparecieron bloqueándome el paso. Mi espada se alzó para luchar con esos seres de ojos de color ámbar. Reí al verles frente a mi, las malditas garras de sus congéneres me habían dejado cicatrices que de vez en cuando aún sangraban.
Esta noche estaba más preparada para lo que eran, o quizás la ventaja me la daba el hecho de que no tenía nada que perder. Me enfrenté a ellos, caí, sentí como sus garras rompían la tela de mi ropa, me levanté, hundí mi arma en sus cuerpos, atraje a uno frente al otro y cuando estaban a punto de alcanzarme de nuevo realicé una pirueta para quitarme del medio, de manera que el uno hundió el acero en el cuerpo del otro, entre si se daban la estocada mortal. Me acerqué y terminé con ellos, su sangre me salpicó y mi sonrisa se dibujó en mi rostro.
Miré a mi alrededor cuando escuché unos murmullos. A unos metros vi a un hombre tendido sobre la arena. Me acerqué a él, la punta de mi espada se acercó a su pecho. No tenía idea de que era lo que repetía tanto, hasta que mi mirada se detuvo en una especie de collar que mantenía en su mano. Rezos. Al parecer era un religioso, uno de esos que creían en el Dios crucificado. Ladeé la cabeza, me imaginé que era otra de esas bestias. Pude haberle atravesado con la espada, la única razón por la que no lo hice fue por ese fervor que escuché en sus plegarias. -Haces bien en despedirte de este mundo aunque no conozco esas letanías que repites.-
La punta de mi espada recorrió su cuerpo en forma ascendente hasta detenerse sobre su garganta. -Sin embargo no seré yo quien te hable de los dioses de Asgard, ya bastante tengo con que uno de ellos se dedique a atormentarme en aras de proclamarme su favorita.- La bestia abrió los ojos y la luna se volteó hacia mi jugando a dejarme verle bajo su plateada luz. La piel de su rostro era pálida, parecía hecho de mármol blanco. Sorprendida al notar su aspecto extraterrenal lo contemplé moverse un poco. -Ah, ah, yo que tú no lo haría.- Hundí un poco más el filo de mi espada en su garganta, si se atrevía a moverse un ápice más le atravesaría de una vez. -¿Qué tipo de demonio eres?-
Mi mirada se perdió en el vasto océano y me adentré en su inmensidad. Estaba sentada sobre la arena, recibiendo al viento salado que agitaba mi cabello, sintiendo las pequeñas gotas salpicar mi rostro. Mis dedos se hundían en la superficie dorada, había buscado la soledad de la playa porque al menos me mantenía alejada de la muchedumbre, porque quería este tiempo para no pensar en nada, ni siquiera deseaba rememorar, solo quería… sentir algo. Sentir la arena, el agua salada que capturaba mis sentidos, la brisa marina que traían consigo las olas, escuchar mis propios latidos y recordar de esa forma que aún no moría, que la sangre que aún corría por mis venas me mantenía anclada a la vida de una forma u otra.
Por supuesto mi tranquilidad no duró mucho, se vio interrumpida por los sonidos grotescos de demonios que se encontraban demasiado cerca. Sonreí de medio lado con humor negro, ya había escuchado ese tipo de sonidos antes. Sabía perfectamente qué eran y la luna que cubría el lugar con sus rayos de plata me saludaba burlona recordándome que era ella la que gobernaba en noches como esta, haciendo de las suyas, desatando a las bestias que no buscaban otra cosa más que hundir sus garras en sus víctimas, destrozarles desgarrándoles las entrañas, devorarles la carne y hacer un festín con los despojos que dejaban a su paso. Me levanté con la espada en mano. No sabía quien era peor, si los licántropos o la sombra, sea como fuere no iba a escapar de una batalla, fuera adonde fuera, donde quiera que me encontrase.
Los demonios se movilizaban sobre la arena, escuchaba sus bestiales gruñidos, el sonido del choque de aceros que me indicaba que alguien más se enfrentaba a ellos. Caminé entre los cadáveres de su raza, observándolos impávida, algunos de ellos se retorcían aún, medio muertos, intentando fútilmente levantarse, aferrados a ese deseo ilógico de sobrevivir a pesar de que sus heridas afirmaban que eso no sucedería. El filo de mi espada se hundió en sus cuerpos, aniquilándolos de una vez, asegurándome de que sus malditos pechos no respirasen más. Seguí el camino de bestias sobre la arena y otras dos aparecieron bloqueándome el paso. Mi espada se alzó para luchar con esos seres de ojos de color ámbar. Reí al verles frente a mi, las malditas garras de sus congéneres me habían dejado cicatrices que de vez en cuando aún sangraban.
Esta noche estaba más preparada para lo que eran, o quizás la ventaja me la daba el hecho de que no tenía nada que perder. Me enfrenté a ellos, caí, sentí como sus garras rompían la tela de mi ropa, me levanté, hundí mi arma en sus cuerpos, atraje a uno frente al otro y cuando estaban a punto de alcanzarme de nuevo realicé una pirueta para quitarme del medio, de manera que el uno hundió el acero en el cuerpo del otro, entre si se daban la estocada mortal. Me acerqué y terminé con ellos, su sangre me salpicó y mi sonrisa se dibujó en mi rostro.
Miré a mi alrededor cuando escuché unos murmullos. A unos metros vi a un hombre tendido sobre la arena. Me acerqué a él, la punta de mi espada se acercó a su pecho. No tenía idea de que era lo que repetía tanto, hasta que mi mirada se detuvo en una especie de collar que mantenía en su mano. Rezos. Al parecer era un religioso, uno de esos que creían en el Dios crucificado. Ladeé la cabeza, me imaginé que era otra de esas bestias. Pude haberle atravesado con la espada, la única razón por la que no lo hice fue por ese fervor que escuché en sus plegarias. -Haces bien en despedirte de este mundo aunque no conozco esas letanías que repites.-
La punta de mi espada recorrió su cuerpo en forma ascendente hasta detenerse sobre su garganta. -Sin embargo no seré yo quien te hable de los dioses de Asgard, ya bastante tengo con que uno de ellos se dedique a atormentarme en aras de proclamarme su favorita.- La bestia abrió los ojos y la luna se volteó hacia mi jugando a dejarme verle bajo su plateada luz. La piel de su rostro era pálida, parecía hecho de mármol blanco. Sorprendida al notar su aspecto extraterrenal lo contemplé moverse un poco. -Ah, ah, yo que tú no lo haría.- Hundí un poco más el filo de mi espada en su garganta, si se atrevía a moverse un ápice más le atravesaría de una vez. -¿Qué tipo de demonio eres?-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
- Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Sangre, dorados cabellos que se acercaban con un afilada arma reflejando la luz plata. No me detuve en mis cuentas, siempre se acababa lo empezado y yo ahora estaba rezando.
Sentí el filo recorrer mi cuerpo, los ojos de esa mujer eran el mismo trueno, casi tan perdidos en el odio, la venganza y el infierno como los propios.
Ladeé la sonrisa cuando me habló de otros dioses, otros tiempo, finalizando así aquel largo padre nuestro.
Me removí ligeramente sobre mi mismo, mas la dama hundió la punta en mi cuello amenazando con clavarla si mi intención de incorporarme no cesaba.
¿Que monstruo era? Razón tenia para verme como tal, muchas respuestas se me pasaron por la cabeza, realmente a lo largo de los siglos distintos nombre podiamos haber tenido, aunque hoy en día se nos conocía como vampiros.
Claro que en este instante no era esa si quiera la respuesta correcta, mas bien otra que la dama estaba a punto de descubrir y del peor modo posible a decir verdad.
Raudo mi movimiento al aferra su brazo con tal fuerza que la espada calló de su mano sobre la fina y dorada arena, tiré con brusquedad hasta que nuestros cuerpos quedaron anclados como barco a puerto sin faro de por medio.
-Un monstruo con sed -aseguré antes de que mis colmillos crecieran frente a sus ojos, la mirada se me tornara fuego y su corazón bombeara con tanto desenfreno que me sentía el rey del universo.
Mis labios contra su cuello, lengua que dibujó la yugular de forma lenta antes de sajar su piel con brusquedad para hundirme en ella.
La vitae corría rabiosa por mi boca, cada trago era fuerza, vida para mi y lo contrario para ella.
Sus dedos aferraron mi camisa, tratando de agarrarse a esta como lo hacia a la vida, cuerpo que serpenteo contra el mio luchando aun siendo mordida por que soltara el agarre que la mataría.
Algo tenia claro, ella era una luchadora, ella no se rendía y me gustaba esa virtud que tenia. Aflojé el bocado sin matarla, solo habíamos compartido un instante que salvaría mi vida sin necesidad de arrebatar la ajena. No estaba del todo recuperado, no había tomado suficiente de ella, mas al menos, poco a poco las heridas emponzoñadas por las bestias iban cerrando.
Mi boca quedó entreabierta frente a sus labios, gotas carmesí resbalaban de estos, mi mirada una roja como el fuego se centró en sus pardos y un lo siento que lo que susurré agotado contra ellos.
Yo era cristiano, en mis mandamientos estaba ese no mataras, mas admito que me costaba demasiado seguirlos cuando para mantenerme en pie tenia que hacer sangrar a mi presa.
No siempre era capaz de contener esos instintos primarios que me convertían en bestia y a los que aborrecía de sobre manera
Mas aullidos de fondo, la manada era grande y no escatimarían en medios para dar caza a la bestia que había aniquilado a gran parte de esta.
La separé de mi cuerpo con brusquedad, me había ayudado, al menos merecía que le diera la oportunidad de escapar con vida de ese lugar.
-ve, yo te cubriré la huida -aseguré -así estaremos en tablas ¿no crees?
Me relamí los labios frente a sus ojos apurando los restos que quedaban sobre estos y ladeé la sonrisa con cierta picarda aferrando su muñeca antes de que se agachara a recoger el arma del suelo.
-Estas muy buena -sentencié dejándola ahora ir -que tus dioses te acompañen, creo que le mio me abandono hace ya demasiado tiempo.
Sentí el filo recorrer mi cuerpo, los ojos de esa mujer eran el mismo trueno, casi tan perdidos en el odio, la venganza y el infierno como los propios.
Ladeé la sonrisa cuando me habló de otros dioses, otros tiempo, finalizando así aquel largo padre nuestro.
Me removí ligeramente sobre mi mismo, mas la dama hundió la punta en mi cuello amenazando con clavarla si mi intención de incorporarme no cesaba.
¿Que monstruo era? Razón tenia para verme como tal, muchas respuestas se me pasaron por la cabeza, realmente a lo largo de los siglos distintos nombre podiamos haber tenido, aunque hoy en día se nos conocía como vampiros.
Claro que en este instante no era esa si quiera la respuesta correcta, mas bien otra que la dama estaba a punto de descubrir y del peor modo posible a decir verdad.
Raudo mi movimiento al aferra su brazo con tal fuerza que la espada calló de su mano sobre la fina y dorada arena, tiré con brusquedad hasta que nuestros cuerpos quedaron anclados como barco a puerto sin faro de por medio.
-Un monstruo con sed -aseguré antes de que mis colmillos crecieran frente a sus ojos, la mirada se me tornara fuego y su corazón bombeara con tanto desenfreno que me sentía el rey del universo.
Mis labios contra su cuello, lengua que dibujó la yugular de forma lenta antes de sajar su piel con brusquedad para hundirme en ella.
La vitae corría rabiosa por mi boca, cada trago era fuerza, vida para mi y lo contrario para ella.
Sus dedos aferraron mi camisa, tratando de agarrarse a esta como lo hacia a la vida, cuerpo que serpenteo contra el mio luchando aun siendo mordida por que soltara el agarre que la mataría.
Algo tenia claro, ella era una luchadora, ella no se rendía y me gustaba esa virtud que tenia. Aflojé el bocado sin matarla, solo habíamos compartido un instante que salvaría mi vida sin necesidad de arrebatar la ajena. No estaba del todo recuperado, no había tomado suficiente de ella, mas al menos, poco a poco las heridas emponzoñadas por las bestias iban cerrando.
Mi boca quedó entreabierta frente a sus labios, gotas carmesí resbalaban de estos, mi mirada una roja como el fuego se centró en sus pardos y un lo siento que lo que susurré agotado contra ellos.
Yo era cristiano, en mis mandamientos estaba ese no mataras, mas admito que me costaba demasiado seguirlos cuando para mantenerme en pie tenia que hacer sangrar a mi presa.
No siempre era capaz de contener esos instintos primarios que me convertían en bestia y a los que aborrecía de sobre manera
Mas aullidos de fondo, la manada era grande y no escatimarían en medios para dar caza a la bestia que había aniquilado a gran parte de esta.
La separé de mi cuerpo con brusquedad, me había ayudado, al menos merecía que le diera la oportunidad de escapar con vida de ese lugar.
-ve, yo te cubriré la huida -aseguré -así estaremos en tablas ¿no crees?
Me relamí los labios frente a sus ojos apurando los restos que quedaban sobre estos y ladeé la sonrisa con cierta picarda aferrando su muñeca antes de que se agachara a recoger el arma del suelo.
-Estas muy buena -sentencié dejándola ahora ir -que tus dioses te acompañen, creo que le mio me abandono hace ya demasiado tiempo.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Sus letanías estaban cargadas de fervor, supongo que eso era lo que me llamaba la atención, eso y la absoluta certeza de que acababa de contemplar a la bestia en forma humana en un momento de rendición. Muchas eran las heridas que mis ojos alcanzaron a ver, los entorné unos segundos nada más, y aunque mantuve tensa la espada contra su garganta él agarró mi muñeca, volteándome para anclarse a mi cuerpo. El demonio en vida me vio con sus sanguinarios ojos rojos antes de que sus colmillos crecieran, escasos segundos en los que mi respiración se aceleró. Nunca vi a un vampiro de cerca, la visión era espeluznante pero no carente de poesía, no podía dejar de mirarle.
Aquí estaba la sombra con su cuello expuesto mientras él traspasaba mi piel produciéndome un dolor agudo y lacerante. Mis latidos bombearon como nunca, extraña comunión a la que me prestaba, por lo general era yo la que me alimentaba de los miedos y terrores de otros, la que succionaba la sangre de los blancos. Mi mano era certera y mi voluntad implacable y he aquí que esta vez cometí el error de no traspasar con mi espada la garganta de la bestia, todo por unos segundos en los cuales vi mi propia rendición en su semblante.
Forcejeé contra él, retorciéndome debajo de su cuerpo, sentía perfectamente como mi sangre viajaba hacía él. Mis uñas mi arma, lo rasguñé con violencia, pateándolo salvajemente, negándome a ver el Valhalla antes de que mi odio finalmente fuese saciado. Nada me haría entrar aún, y si llegaba a esa frontera entre vida y muerte me aferraría a este lado, porque yo misma era la muerte. Loki me había entregado ese papel hace ya demasiado tiempo.
Sus colmillos finalmente se desprendieron de mi piel, de sus labios brotaba sangre, la mía propia, lo escuché susurrar un "lo siento" que llegaba muy tarde. Lo empujé al mismo tiempo que él me lanzaba abruptamente de su lado. -Bestia religiosa o no, no puedes ocultar tu verdadera naturaleza. Ni siquiera el tormento de tu arrepentimiento logra arrancarte lo que en realidad eres.-
Avancé hacia él con mis dagas en las manos, un par de movimientos raudos sobre su camisa lograron que la tela se abriera, lo siguiente que hice fue hundir las armas en sus costados utilizándolas como palancas para mantenerlo sujeto mientras mi boca alcanzaba su cuello.
Sabía que las dagas no le causarán daño profundo, solo quería que se quedara inmóvil. Mi lengua recorrió su cuello, emulando lo que él había hecho conmigo, mis dientes se posaron en su arteria, la cual mordí con la suficiente fuerza para que su piel de hielo se rasgase. Él era un demonio de la noche, pero yo era una vikinga que había sobrevivido el infierno en este mismo mundo y a quien no le costaba abrir heridas en otros, aún de las formas más insospechadas.
Mis labios succionaron su piel, su sangre brotaba hacia mi garganta, el elixir del vampiro, era tan delicioso como lo había escuchado narrar. Alcancé el éxtasis al saborear su sangre, el colocón acaparó mis sentidos, sirviendo para hacerme olvidar lo mucho que detestaba tocar a otros. Mis manos abandonaron las dagas para volar a su pelo, el cual acaricié mientras su vitae bajaba por mi garganta, mis labios prendidos en esa zona de su piel mientras mi cuerpo se aferraba a él como una estrella de mar anclada a una roca.
Después de beber me separé de él y por unos segundos sostuve su rojiza mirada. -Ahora si estamos en tablas.- Retiré mis dagas de su cuerpo y las coloqué de vuelta en mi cinto. Espada en mano aguardé a las bestias de la luna. No pensaba correr. Si venían por mi, adelante, yo nunca retrocedía. Además la sangre del inmortal me hacía volar, revigorizándome y llenándome de unas energías nunca antes experimentadas. -Quizás debas considerar hacer tratos con mis dioses.- En mi boca se dibujó una fría sonrisa al ver a las bestias avanzando hacia mi. Hacia ellas me encaminé alzando mi acero. -Adiós ángel caído de ojos rojos.-
Aquí estaba la sombra con su cuello expuesto mientras él traspasaba mi piel produciéndome un dolor agudo y lacerante. Mis latidos bombearon como nunca, extraña comunión a la que me prestaba, por lo general era yo la que me alimentaba de los miedos y terrores de otros, la que succionaba la sangre de los blancos. Mi mano era certera y mi voluntad implacable y he aquí que esta vez cometí el error de no traspasar con mi espada la garganta de la bestia, todo por unos segundos en los cuales vi mi propia rendición en su semblante.
Forcejeé contra él, retorciéndome debajo de su cuerpo, sentía perfectamente como mi sangre viajaba hacía él. Mis uñas mi arma, lo rasguñé con violencia, pateándolo salvajemente, negándome a ver el Valhalla antes de que mi odio finalmente fuese saciado. Nada me haría entrar aún, y si llegaba a esa frontera entre vida y muerte me aferraría a este lado, porque yo misma era la muerte. Loki me había entregado ese papel hace ya demasiado tiempo.
Sus colmillos finalmente se desprendieron de mi piel, de sus labios brotaba sangre, la mía propia, lo escuché susurrar un "lo siento" que llegaba muy tarde. Lo empujé al mismo tiempo que él me lanzaba abruptamente de su lado. -Bestia religiosa o no, no puedes ocultar tu verdadera naturaleza. Ni siquiera el tormento de tu arrepentimiento logra arrancarte lo que en realidad eres.-
Avancé hacia él con mis dagas en las manos, un par de movimientos raudos sobre su camisa lograron que la tela se abriera, lo siguiente que hice fue hundir las armas en sus costados utilizándolas como palancas para mantenerlo sujeto mientras mi boca alcanzaba su cuello.
Sabía que las dagas no le causarán daño profundo, solo quería que se quedara inmóvil. Mi lengua recorrió su cuello, emulando lo que él había hecho conmigo, mis dientes se posaron en su arteria, la cual mordí con la suficiente fuerza para que su piel de hielo se rasgase. Él era un demonio de la noche, pero yo era una vikinga que había sobrevivido el infierno en este mismo mundo y a quien no le costaba abrir heridas en otros, aún de las formas más insospechadas.
Mis labios succionaron su piel, su sangre brotaba hacia mi garganta, el elixir del vampiro, era tan delicioso como lo había escuchado narrar. Alcancé el éxtasis al saborear su sangre, el colocón acaparó mis sentidos, sirviendo para hacerme olvidar lo mucho que detestaba tocar a otros. Mis manos abandonaron las dagas para volar a su pelo, el cual acaricié mientras su vitae bajaba por mi garganta, mis labios prendidos en esa zona de su piel mientras mi cuerpo se aferraba a él como una estrella de mar anclada a una roca.
Después de beber me separé de él y por unos segundos sostuve su rojiza mirada. -Ahora si estamos en tablas.- Retiré mis dagas de su cuerpo y las coloqué de vuelta en mi cinto. Espada en mano aguardé a las bestias de la luna. No pensaba correr. Si venían por mi, adelante, yo nunca retrocedía. Además la sangre del inmortal me hacía volar, revigorizándome y llenándome de unas energías nunca antes experimentadas. -Quizás debas considerar hacer tratos con mis dioses.- En mi boca se dibujó una fría sonrisa al ver a las bestias avanzando hacia mi. Hacia ellas me encaminé alzando mi acero. -Adiós ángel caído de ojos rojos.-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Dagas que se hundieron en mis costados, palanca contra el árbol que me inmovilizó. Sus ojos brillaban, esa mujer era la muerte, pero yo ya estaba muerto y no tenia al final eterno, de echo parte de mi lo anhelaba.
Solo la venganza me mantenía en pie, solo la sed de muerte guiaba mi vida, me preguntaba si Dios o Satan en este momento guiaban mi vida pues mi alma estaba condenada.
Mi mirada se perdió en la ajena, casi rogando que una estaca acabara lo que debió acabar el sol, mas no fue eso lo que sucedió, pues su cálido cuerpo se pegó al mio, amoldando sus cuervas perfectas a mis recovecos, labios de fuego que en mi dispararon un jadeo
Dientes que rasgaron mi piel, lo nunca experimentado de la mano de una humana que creía en Odin.
Mi mano aferró su nuca, atrayendola mas hacia mi, jadeé de nuevo excitado por la dolorosa sensación mientras mi sangre abandonaba mi cuerpo al sentir como esta succionaba.
-Es una poderosa droga -susurré con la voz ronca antes de que aflojara el agarre.
Sus dedos peinaron mi pelo, nuestros labios se medio encontraron retándose en un duelo, ojos rojos contra pardos y nuestro aliento entrechocando deseosos de una gesta que no diera tregua a nuestras lenguas.
Los lobos se acercaban, no había tiempo de palabras, ni siquiera de dar rienda suelta al deseo que me albergaba.
Ella se alzó sacando de mi cuerpo las dagas, ladeada su sonrisa demostraba que este duelo no acababa con este momento, algo nos debíamos el uno al otro por muchas tablas en las que aseguraba habernos quedado.
-¿Tablas? No, me deseas y desearas mas de mi, esa sera tu condena y quizás tu salvación Valquiria.
Me alcé, no iba a perderme la fiesta, si ella luchaba, también yo lo haría, no era de los que reculaba, no era de los que huía.
Saqué mi florete con decisión, dejando que la hoja silbara al viento dispuesta a morder.
-No te despidas tan rápido, me debes una copa de vino, o quizás dos. Podrás hablarme de tus dioses hoy, quizás ellos acepten a un alma condenada como yo.
El primer licantropo voló por los aires en un salto que buscaba a la mujer, menos peligrosa que un inmortal sanguinario, ladeé la sonrisa interceptándolo por el aire.
Gruñimos cayendo sobre la dorada arena, acero contra colmillos, afilados como cuchillos.
Lucha encarnizada de dos monstruos que no antociana la paz y que de cierta forma eran esclavos de la noche, de la guerra.
Muerte hallo la bestia con la ultima estocada, rugí con semblante aniquilador, quería mas, mas sangre, mas destrucción.
Solo la venganza me mantenía en pie, solo la sed de muerte guiaba mi vida, me preguntaba si Dios o Satan en este momento guiaban mi vida pues mi alma estaba condenada.
Mi mirada se perdió en la ajena, casi rogando que una estaca acabara lo que debió acabar el sol, mas no fue eso lo que sucedió, pues su cálido cuerpo se pegó al mio, amoldando sus cuervas perfectas a mis recovecos, labios de fuego que en mi dispararon un jadeo
Dientes que rasgaron mi piel, lo nunca experimentado de la mano de una humana que creía en Odin.
Mi mano aferró su nuca, atrayendola mas hacia mi, jadeé de nuevo excitado por la dolorosa sensación mientras mi sangre abandonaba mi cuerpo al sentir como esta succionaba.
-Es una poderosa droga -susurré con la voz ronca antes de que aflojara el agarre.
Sus dedos peinaron mi pelo, nuestros labios se medio encontraron retándose en un duelo, ojos rojos contra pardos y nuestro aliento entrechocando deseosos de una gesta que no diera tregua a nuestras lenguas.
Los lobos se acercaban, no había tiempo de palabras, ni siquiera de dar rienda suelta al deseo que me albergaba.
Ella se alzó sacando de mi cuerpo las dagas, ladeada su sonrisa demostraba que este duelo no acababa con este momento, algo nos debíamos el uno al otro por muchas tablas en las que aseguraba habernos quedado.
-¿Tablas? No, me deseas y desearas mas de mi, esa sera tu condena y quizás tu salvación Valquiria.
Me alcé, no iba a perderme la fiesta, si ella luchaba, también yo lo haría, no era de los que reculaba, no era de los que huía.
Saqué mi florete con decisión, dejando que la hoja silbara al viento dispuesta a morder.
-No te despidas tan rápido, me debes una copa de vino, o quizás dos. Podrás hablarme de tus dioses hoy, quizás ellos acepten a un alma condenada como yo.
El primer licantropo voló por los aires en un salto que buscaba a la mujer, menos peligrosa que un inmortal sanguinario, ladeé la sonrisa interceptándolo por el aire.
Gruñimos cayendo sobre la dorada arena, acero contra colmillos, afilados como cuchillos.
Lucha encarnizada de dos monstruos que no antociana la paz y que de cierta forma eran esclavos de la noche, de la guerra.
Muerte hallo la bestia con la ultima estocada, rugí con semblante aniquilador, quería mas, mas sangre, mas destrucción.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Una cosa era cierta, su sangre era el elixir más potente que había probado en toda mi vida. Me sentía eufórica e indestructible. Una sonrisa no carente de humor se instaló en mi rostro cuando le escuché decir que le deseaba. Quizás no existía condena ni salvación para los seres como nosotros. Si, lo incluí en el nosotros, porque mucho había contemplado en su rostro cuando lo vi tumbado en la arena y porque seguía considerándolo poco más que esos licántropos que se acercaban.
Un demonio de la luna saltó en el aire, una bestia magnífica, bajo el efecto de la poderosa droga comencé a considerar aspectos de esos seres en los que antes no había reparado. El vampiro interceptó el que venía por mi. Colérica por su interrupción me lancé sobre otro que se dirigía hacia él. De un salto monté sobre su espalda, la bestia se retorcía intentando dar zarpazos hacia atrás, alcé la bastarda con ambas manos y se la clavé en el cráneo, atravesándolo desde su mollera hasta su mandíbula. El lobo cayó y yo sobre él. Me tomé el tiempo para arrancarle uno de sus colmillos con mi daga y quedarme con el trofeo.
-Harías bien en no meterte en mis asuntos, no soy una damisela en peligro ni necesito que me cuides.- Los dos avanzamos de nuevo, más licántropos nos cerraban el paso. -¿Qué se supone qué eres de todas maneras? Y no me refiero a tu condición de inmortal.- Lo observé de reojo, su vestimenta era inusual, todo ese asunto de sus rezos, y esa arma puntiaguda que usaba, no eran precisamente comunes, y eso lo pensaba alguien que destacaba por no utilizar la vestimenta del lugar.
Corrí de nuevo, esta vez uno de los lobos me dio el zarpazo, cai con el sobre la arena, ensarté una daga en su ojo brutalmente y con un rápido movimiento de mi espada su cabeza rodó por el manto dorado. Reí viendo las estrellas, estaba demasiado ida.
-Aún si te deseara no podría hacer nada al respecto.- Observé el cielo estrellado sobre mi cabeza. Ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez que me había acostado con un hombre, así de extenso había sido el período de tiempo. El aullido de los licántropos atenazaba mis sentidos auditivos, aún quedaban algunos. Vi los ojos encendidos de uno de ellos con el rabillo del ojo. ¿Qué pasaría si se la jugaba a Loki? ¿Si me quedaba adonde estaba y no hacía nada? El licántropo se movió sigilosamente sobre la arena. Salto que pegó para lanzarse sobre mi, tan pronto estuvo cerca hundí mi espada en su vientre y le abrí en canal, lluvia de sangre que cayó sobre mi mientras su cuerpo caía a un lado y sus intestinos se esparcían sobre la arena. Me puse de rodillas y pinté un par de líneas rojas sobre cada una de mis mejillas. -La ventaja de estar condenado es que no tienes nada que perder.-
Observé los movimientos del ángel caído, se le veía tan sediento de destrucción como lo estaba yo, podía ser efecto del viaje alucinógeno en el que me encontraba pero cuando le contemplaba veía también el despliegue de sus alas negras y como al matar estas se iban tiñendo de gotas de sangre. -Estos días creo más en la condenación y menos en la salvación en esta tierra que nunca termino de deambular, por lo que le daría la bienvenida a llevarme una sorpresa.-
Un demonio de la luna saltó en el aire, una bestia magnífica, bajo el efecto de la poderosa droga comencé a considerar aspectos de esos seres en los que antes no había reparado. El vampiro interceptó el que venía por mi. Colérica por su interrupción me lancé sobre otro que se dirigía hacia él. De un salto monté sobre su espalda, la bestia se retorcía intentando dar zarpazos hacia atrás, alcé la bastarda con ambas manos y se la clavé en el cráneo, atravesándolo desde su mollera hasta su mandíbula. El lobo cayó y yo sobre él. Me tomé el tiempo para arrancarle uno de sus colmillos con mi daga y quedarme con el trofeo.
-Harías bien en no meterte en mis asuntos, no soy una damisela en peligro ni necesito que me cuides.- Los dos avanzamos de nuevo, más licántropos nos cerraban el paso. -¿Qué se supone qué eres de todas maneras? Y no me refiero a tu condición de inmortal.- Lo observé de reojo, su vestimenta era inusual, todo ese asunto de sus rezos, y esa arma puntiaguda que usaba, no eran precisamente comunes, y eso lo pensaba alguien que destacaba por no utilizar la vestimenta del lugar.
Corrí de nuevo, esta vez uno de los lobos me dio el zarpazo, cai con el sobre la arena, ensarté una daga en su ojo brutalmente y con un rápido movimiento de mi espada su cabeza rodó por el manto dorado. Reí viendo las estrellas, estaba demasiado ida.
-Aún si te deseara no podría hacer nada al respecto.- Observé el cielo estrellado sobre mi cabeza. Ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez que me había acostado con un hombre, así de extenso había sido el período de tiempo. El aullido de los licántropos atenazaba mis sentidos auditivos, aún quedaban algunos. Vi los ojos encendidos de uno de ellos con el rabillo del ojo. ¿Qué pasaría si se la jugaba a Loki? ¿Si me quedaba adonde estaba y no hacía nada? El licántropo se movió sigilosamente sobre la arena. Salto que pegó para lanzarse sobre mi, tan pronto estuvo cerca hundí mi espada en su vientre y le abrí en canal, lluvia de sangre que cayó sobre mi mientras su cuerpo caía a un lado y sus intestinos se esparcían sobre la arena. Me puse de rodillas y pinté un par de líneas rojas sobre cada una de mis mejillas. -La ventaja de estar condenado es que no tienes nada que perder.-
Observé los movimientos del ángel caído, se le veía tan sediento de destrucción como lo estaba yo, podía ser efecto del viaje alucinógeno en el que me encontraba pero cuando le contemplaba veía también el despliegue de sus alas negras y como al matar estas se iban tiñendo de gotas de sangre. -Estos días creo más en la condenación y menos en la salvación en esta tierra que nunca termino de deambular, por lo que le daría la bienvenida a llevarme una sorpresa.-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Ladeé la sonrisa dando tajos rápidos hundiendo la punta en los órganos vitales de esa bestia que no llega a tocarme, la observo desangrarse frete a mis ojos, el placer me inunda al sentirlo quieto, debil moribundo, por unos momentos me deleito de esa sensación de ser el gran depredador. Mi mano acaba con su sufrimiento hundiéndose en su cuello para arrancarle la traquea de un sutil movimiento. Cae de rodillas como si rezara un padre nuestro sobre el atril imaginario y aferrándose a mi rosario que aparto de sus zarpas, cae inerte sobre la dorada arena impregnada de sangre.
-No eres una dama en peligro, pero yo si soy un caballero, lo siento si mis modos os molestan, a cada uno nos han educado de una manera.
Raudo emprendo la carrera hacia otra bestia, saltó apoyándome en su rodilla, me elevo por el aire corriendo por su brazo hasta sentarme sobre sus hombros, allí en la nuca hundo mi florete hasta que recorre su columna y lo tumba.
La bestia cae al suelo inmóvil, me apiado de su dolor como buen cristiano que soy y por su espalda hundo mi mano para sacar su corazón.
Mis ojos recorren la figura de aquel ángel negro, ese que como yo parece anhelar la muerte de la mano de su dios, mas al parecer mejores planes tienen estos para los dos.
Ella jadea y eso me excita mas de la cuenta, pues su sangre viaje desaforada por su cuerpo y llama al mio a unirse en su danza eterna.
-No me subestiméis señorita, si me deseáis, que lo hacéis, tengo mucho que ofrecer.
De nuevo un licantropo corriendo hacia mi, era complicado ligar con una dama así, mas, menos da una piedra y la noche medio muerto había empezado mucho peor de lo que se me planteaba en ese momento.
Me deje caer de rodillas justo colándome entre sus piernas, dos rápidos tajos y lo dejé con los tendones cortados en la playa, después solo tuve que atravesar su cráneo para de nuevo buscar la parda mirada de la mujer que frente a mi ensangrentada estaba.
-Te diré que soy aparte de inmortal si aceptas pasar una noche conmigo en mi hotel ¿que puedes perder si dices que te quieres sorprender?
Parecía meditar la respuesta como si no estuviera del todo segura a ceder a ella, quizás tendría que ser mas convincente esta vez. Me orillé a ella, mi florete rozo su cuello, deslizándose por su perfecta piel, cabello dorado que jugaba con el filo y mas me acerque, su aliento entrecortado contra el mio.
-Bebamos, hablemos de esos dioses que dices me pueden acoger, tomemos un baño, y veamos si el lecho nos llama después ¿que me decís?
-No eres una dama en peligro, pero yo si soy un caballero, lo siento si mis modos os molestan, a cada uno nos han educado de una manera.
Raudo emprendo la carrera hacia otra bestia, saltó apoyándome en su rodilla, me elevo por el aire corriendo por su brazo hasta sentarme sobre sus hombros, allí en la nuca hundo mi florete hasta que recorre su columna y lo tumba.
La bestia cae al suelo inmóvil, me apiado de su dolor como buen cristiano que soy y por su espalda hundo mi mano para sacar su corazón.
Mis ojos recorren la figura de aquel ángel negro, ese que como yo parece anhelar la muerte de la mano de su dios, mas al parecer mejores planes tienen estos para los dos.
Ella jadea y eso me excita mas de la cuenta, pues su sangre viaje desaforada por su cuerpo y llama al mio a unirse en su danza eterna.
-No me subestiméis señorita, si me deseáis, que lo hacéis, tengo mucho que ofrecer.
De nuevo un licantropo corriendo hacia mi, era complicado ligar con una dama así, mas, menos da una piedra y la noche medio muerto había empezado mucho peor de lo que se me planteaba en ese momento.
Me deje caer de rodillas justo colándome entre sus piernas, dos rápidos tajos y lo dejé con los tendones cortados en la playa, después solo tuve que atravesar su cráneo para de nuevo buscar la parda mirada de la mujer que frente a mi ensangrentada estaba.
-Te diré que soy aparte de inmortal si aceptas pasar una noche conmigo en mi hotel ¿que puedes perder si dices que te quieres sorprender?
Parecía meditar la respuesta como si no estuviera del todo segura a ceder a ella, quizás tendría que ser mas convincente esta vez. Me orillé a ella, mi florete rozo su cuello, deslizándose por su perfecta piel, cabello dorado que jugaba con el filo y mas me acerque, su aliento entrecortado contra el mio.
-Bebamos, hablemos de esos dioses que dices me pueden acoger, tomemos un baño, y veamos si el lecho nos llama después ¿que me decís?
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Sonreí de medio lado cuando se escudó en que me había arrebatado el gusto de enfrentarme al primer licántropo basado en su caballerosidad. -¿Y es de caballeros forzar a desconocidas a donar su sangre?- Lo observé con mediano sarcasmo, aunque estaba bastante consciente de que si ahora le presentaba batalla a los demonios en parte se debía a mi involuntaria donación. Le había acelerado la sanación de sus heridas. -Admito que no estoy acostumbrada a las costumbres que podáis tener.- Un nuevo licántropo se acercó, no veía otros más frente a mi, parecía que íbamos dando cuenta de toda la manada. Otra vez los dioses decidían no llevarme aún al Valhalla y preferían prolongar mi tiempo lo cual provocaba que de mi garganta brotara una risa sombría.
Me puse nuevamente de pie, frente a mi el demonio de la luna danzaba o era la vitae vampírica la que me hacía desenfocar la mirada. Tras este fui por sus extremidades, con dos largos cortes lo dejé sin uno y luego sin el otro brazo. Cayó sobre la arena envuelto en un aullido espeluznante con el cual logró que algo de líquido rojizo saliera de mis orejas. Fui por su hocico y lo atravesé tras saltar sobre él. La bestia aún aprovechó para luchar un poco más haciéndome jadear antes de que mis manos sacasen la espada con rapidez y luego produjeran un corte en su pecho. Le saqué el corazón por ese orificio y observé el órgano ensangrentado en mi mano antes de dejarlo caer exhausta junto a mi brazo sobre la dorada superficie que me acogía.
Devolví mi atención al ángel caído que con sus movimientos acababa con otra de las bestias de la luna. Lo recorrí con la mirada observando sus movimientos precisos y sádicos, la forma en que su rostro y su ropa eran salpicados, esas alas negras que sabía que probablemente no eran reales pero que veía desplegadas en torno a él cuando cayó de rodillas sobre otro demonio. Admito que me produjo placer verlo danzar con las bestias, cómo se movilizaba de un lado a otro, y aún mantenia la sensación de su sangre bajando por mi garganta cuando la succioné de su cuello.
Ahora que dilucidar que mi observación tuviera algo que ver con deseo era algo que el mismo colocón proveniente de él no me permitía. Luego vino la propuesta de que pasara la noche en su hotel. Lo observé unos minutos en silencio. El ángel oscuro se acercó y pasó su florete por mi cuello logrando erizar mi piel como respuesta a la provocación de su acero, mi respiración entrecortada se mezcló con la de él. Mi mirada se hundió en esos ojos rojos que hacían juego con la sangre que le cubría. A falta de una estaca saqué mi daga y la paseé por la piel de su pecho que estaba descubierto al haberle cortado con ella previamente la camisa.
Con rapidez le produje un delgado corte, pequeñas gotas de sangre cayeron en mi boca que la acogió extasiada antes de que la herida sanara en tan solo unos segundos. Me relamí pasando mi lengua lentamente por mis labios. -Ya que lo expones de esta forma.- Mis ojos se oscurecieron y ladeé el rostro para mirar hacia un lado. -Te acompañaré esta noche pero no esperes mucho de alguien que desde hace demasiado tiempo dejo de tener algo que ofrecer.- Mi mirada regreso a su rostro y al contemplarlo pensé que quizás aún existía la posibilidad de llevarme una que otra sorpresa.
Me puse nuevamente de pie, frente a mi el demonio de la luna danzaba o era la vitae vampírica la que me hacía desenfocar la mirada. Tras este fui por sus extremidades, con dos largos cortes lo dejé sin uno y luego sin el otro brazo. Cayó sobre la arena envuelto en un aullido espeluznante con el cual logró que algo de líquido rojizo saliera de mis orejas. Fui por su hocico y lo atravesé tras saltar sobre él. La bestia aún aprovechó para luchar un poco más haciéndome jadear antes de que mis manos sacasen la espada con rapidez y luego produjeran un corte en su pecho. Le saqué el corazón por ese orificio y observé el órgano ensangrentado en mi mano antes de dejarlo caer exhausta junto a mi brazo sobre la dorada superficie que me acogía.
Devolví mi atención al ángel caído que con sus movimientos acababa con otra de las bestias de la luna. Lo recorrí con la mirada observando sus movimientos precisos y sádicos, la forma en que su rostro y su ropa eran salpicados, esas alas negras que sabía que probablemente no eran reales pero que veía desplegadas en torno a él cuando cayó de rodillas sobre otro demonio. Admito que me produjo placer verlo danzar con las bestias, cómo se movilizaba de un lado a otro, y aún mantenia la sensación de su sangre bajando por mi garganta cuando la succioné de su cuello.
Ahora que dilucidar que mi observación tuviera algo que ver con deseo era algo que el mismo colocón proveniente de él no me permitía. Luego vino la propuesta de que pasara la noche en su hotel. Lo observé unos minutos en silencio. El ángel oscuro se acercó y pasó su florete por mi cuello logrando erizar mi piel como respuesta a la provocación de su acero, mi respiración entrecortada se mezcló con la de él. Mi mirada se hundió en esos ojos rojos que hacían juego con la sangre que le cubría. A falta de una estaca saqué mi daga y la paseé por la piel de su pecho que estaba descubierto al haberle cortado con ella previamente la camisa.
Con rapidez le produje un delgado corte, pequeñas gotas de sangre cayeron en mi boca que la acogió extasiada antes de que la herida sanara en tan solo unos segundos. Me relamí pasando mi lengua lentamente por mis labios. -Ya que lo expones de esta forma.- Mis ojos se oscurecieron y ladeé el rostro para mirar hacia un lado. -Te acompañaré esta noche pero no esperes mucho de alguien que desde hace demasiado tiempo dejo de tener algo que ofrecer.- Mi mirada regreso a su rostro y al contemplarlo pensé que quizás aún existía la posibilidad de llevarme una que otra sorpresa.
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
La dama era oscura como la noche, nada tenia que ver su rostro angelical para descubrir un alma torturada por los dioses y posiblemente también por los hombres.
Excitada por como mi sangre recorría su sistema, acepto mi propuesta no sin antes advertirme que nada entrega, la que nada tiene.
-Ambos estamos vacíos pues, llenémonos de alcohol y veamos después ...-respondí acortando las distancias para dejar por unos segundos que mi aliento chocara contra su húmeda boca.
Atajé la distancia, mi lengua limpió los restos de sangre de su labios inferior y antes de que pudiera abofetearme alce una mano para detenerla.
-Cuidado mi señora, no sea que acabemos entregándonos mas de la cuenta sobre la arena, resulto adictivo -bromeé relamiendo mis labios paladeando el sabor férreo de mi propia sangre.
No tardamos en llegar al hotel, allí dejé apoyado el florete en un rincón de la pared para hundir mis pardos en los suyos que miraban la estancia con desconfianza.
-No me diréis que alguien como vos, ansiosa de alcanzar el Valhalla tiene miedo a una habitación cerrada.
Ladeé la sonrisa acuclillandome frente a la chimenea, prendí la lumbre que pronto dotó la estancia de esos tonos anaranjados que la hacían confortable.
Eche unos maderos al fuego antes de alzarme caminando hacia el baño para llenar la tina de agua, ambos estábamos manchados de sangre, supongo que pasar por el agua era obligatorio para tener una velada.
-Sirve algo de beber -le pedí desde el cuarto de baño -desnúdate y ven
No pude evitar sonreír, casi intuía que no obedecería a mi segunda petición, pero ¿podían culparme por intentarlo.
Metí la mano en el agua templada, estaba perfecta para poder limpiarnos, así que dejé una toalla junto a esta y una camisa mía limpia.
Al alzar la mirada ella estaba frente a mi, me relamí los labios contemplándola, manchada de sangre me resultaba tremendamente excitante, me relamí, aliento que entrecortado moría en su boca que como el metal a un imán me atraía sin poder ni siquiera calibrar la intensidad de mis actos.
Tomé la copa para llevarla a mi boca, única solución para evitar que chocara contra el mar embravecido de sus labios.
-¿que te ha traído a París? Estas lejos de tus tierras -pregunté dando un nuevo trago.
Esa mujer era tan oscura que era complicado no sentirse inmediatamente reflejado en ella.
-¿y bien? Deseáis que salga de el baño o por una noche preferís olvidar todo el daño que habéis sufrido con anterioridad y dejaros llevar por el deseo que decís no sentir.
Mordí con mi colmillo mi labio, dejando que manara de este el rojo elixir que sabia la ayudaría a decidir.
Mi sangre fluyendo por su cuerpo era un colocon lo suficientemente fuerte como para olvidar le pasado y centrarse en el presente.
Nuestros labios a escasos centímetros, respiración errática de uno y el otro que moría en miradas oscurecidas.
-Saldré si me lo pides, es mas, te prepararé la cena, podemos ir despacio -susurré contra su boca -tengo una eternidad ¿ y tu? -pegunté sin separarme un ápice.
Excitada por como mi sangre recorría su sistema, acepto mi propuesta no sin antes advertirme que nada entrega, la que nada tiene.
-Ambos estamos vacíos pues, llenémonos de alcohol y veamos después ...-respondí acortando las distancias para dejar por unos segundos que mi aliento chocara contra su húmeda boca.
Atajé la distancia, mi lengua limpió los restos de sangre de su labios inferior y antes de que pudiera abofetearme alce una mano para detenerla.
-Cuidado mi señora, no sea que acabemos entregándonos mas de la cuenta sobre la arena, resulto adictivo -bromeé relamiendo mis labios paladeando el sabor férreo de mi propia sangre.
No tardamos en llegar al hotel, allí dejé apoyado el florete en un rincón de la pared para hundir mis pardos en los suyos que miraban la estancia con desconfianza.
-No me diréis que alguien como vos, ansiosa de alcanzar el Valhalla tiene miedo a una habitación cerrada.
Ladeé la sonrisa acuclillandome frente a la chimenea, prendí la lumbre que pronto dotó la estancia de esos tonos anaranjados que la hacían confortable.
Eche unos maderos al fuego antes de alzarme caminando hacia el baño para llenar la tina de agua, ambos estábamos manchados de sangre, supongo que pasar por el agua era obligatorio para tener una velada.
-Sirve algo de beber -le pedí desde el cuarto de baño -desnúdate y ven
No pude evitar sonreír, casi intuía que no obedecería a mi segunda petición, pero ¿podían culparme por intentarlo.
Metí la mano en el agua templada, estaba perfecta para poder limpiarnos, así que dejé una toalla junto a esta y una camisa mía limpia.
Al alzar la mirada ella estaba frente a mi, me relamí los labios contemplándola, manchada de sangre me resultaba tremendamente excitante, me relamí, aliento que entrecortado moría en su boca que como el metal a un imán me atraía sin poder ni siquiera calibrar la intensidad de mis actos.
Tomé la copa para llevarla a mi boca, única solución para evitar que chocara contra el mar embravecido de sus labios.
-¿que te ha traído a París? Estas lejos de tus tierras -pregunté dando un nuevo trago.
Esa mujer era tan oscura que era complicado no sentirse inmediatamente reflejado en ella.
-¿y bien? Deseáis que salga de el baño o por una noche preferís olvidar todo el daño que habéis sufrido con anterioridad y dejaros llevar por el deseo que decís no sentir.
Mordí con mi colmillo mi labio, dejando que manara de este el rojo elixir que sabia la ayudaría a decidir.
Mi sangre fluyendo por su cuerpo era un colocon lo suficientemente fuerte como para olvidar le pasado y centrarse en el presente.
Nuestros labios a escasos centímetros, respiración errática de uno y el otro que moría en miradas oscurecidas.
-Saldré si me lo pides, es mas, te prepararé la cena, podemos ir despacio -susurré contra su boca -tengo una eternidad ¿ y tu? -pegunté sin separarme un ápice.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
El ángel de ojos rojos no dejaba de ser un descarado, no solo me había robado sangre, también quiso que le devolviera la suya pasando su intrépida lengua por mis labios. Para su fortuna era rápido y con celeridad agarró mi muñeca impidiendo que lo golpeara. Mi pecho subía y bajaba porque aunque me sedujera con el filo de su espada contra mi piel, el extraordinario placer que me otorgaba su sangre iba de la mano con el despertar de un recuerdo casi olvidado, uno que provocaba en mi cuerpo el cobijo de sus alas negras y que me orillaba a aceptar su invitación al hotel. Si es que se le podía llamar invitación. Pero en realidad ¿qué tenía que perder?
Pronto llegamos al lugar adonde se hospedaba. Él dejó su florete contra la pared pero me tomé un momento para pensar si deseaba hacer lo mismo con mi espada. Algo dijo acerca de tenerle miedo a una habitación cerrada lo cual provocó que lo observara despacio. Finalmente mis dedos viajaron a mi bastarda y la coloqué junto a la suya. Era extraño, estar en la habitación de alguien más, por más viaje alucinógeno que en ese momento me hiciera ver sombras negras danzar contra la chimenea que él encendía. Sonreí cuando vi sangre fluir de entre las grietas alrededor de ellas, estas caían sobre el fuego, alimentándolo y logrando que las llamas subieran de tonos naranja que pronto se volvían rojizos.
El vampiro se había retirado, podía escucharle en lo que asumí que era el baño, escuchaba el agua caer en la tina. Me pidió que sirviera algo por lo que me acerqué a un mueble bar de adonde saqué una botella de vino. Una sonrisa lenta e irónica se extendió en mis labios al escuchar su segunda petición, debía saber de antemano que no le haría caso. Caminé hacia el baño con ambas copas en la mano y me detuve a mirarlo contra el marco de la puerta. Mi mirada lo recorrió, notando como seguía bañado en sangre de los caídos. Ladeé el rostro, me excitaba la sangre, me excitaba recordar como mis manos habían arrancado el corazón de las bestias, recrear en mi mente el momento exacto en que los demonios caían muertos entre mis brazos.
-¿Siempre sales a cazar demonios de la luna? – Pasé mis dedos despacio por la pared, había notado en él la misma sed de sangre, de destrucción, a pesar de haberlo encontrado perdido sobre la arena. -¿Por qué un ángel oscuro reza por su alma antes de dedicarse a extinguir otras?- Caminé hacia él y le entregué una de las copas, mi mirada siguió cada uno de sus movimientos.
-Vine a Paris con la intención de matar a alguien.- Sonreí de lado antes de alzar mi copa y llevarla a mis labios. No esperaba que la información lo escandalizara y menos después de verlo arrancando tráqueas de demonios y bañándose en sangre de ellos. Saboreé el vino antes de decidirme a responder a sus siguientes palabras.
El muy gandalla se mordió el labio, con los ojos brillantes vi brotar la vitae de ellos. Mi mirada se oscureció al verlo, el pequeño hilo de sangre que me invitaba a tomarle. Dejé la copa a un lado y me acerqué, mi respiración intermitente se estrelló contra su boca. -¿Sabes cocinar?- Alcé una ceja, las sorpresas no cesaban esta noche. Por otro lado, me percataba de que no se movía ni un milímetro para alejarse. Mi lengua cedió, acortó la escasa distancia para alcanzar el perfecto labio masculino y reclamar esa sangre que me llamaba. Despacio se paseó por su labio, humedeciéndolo, sintiéndolo arder cuando lo mordí y succioné el pequeño corte que me regalaba más del elixir afrodisíaco. Por unos segundos la punta de mi lengua tocó la suya, la sensación fue tan excitante que me detuve a acariciarla, apenas un roce que despertó mis terminales nerviosas antes de que alejara mi rostro y me relamiera.
-Hace demasiado tiempo que nadie me ha tocado.- Mi mirada bailaba sobre la de él, nunca había dicho que no sintiera deseo, simplemente no se lo confirmé. -No soporto que me toquen, es algo que me supera.- Mis manos viajaron a mi camisola, la saqué por encima de mi cabeza, mi cabello rubio cayó como una cascada sobre mi cuerpo. Me acerqué a la tina y fui retirando cada una de las prendas que me cubrían. -¿Te quedarás observando o me acompañarás?- Lo miré de soslayo antes de dejar caer la última prenda en el suelo y entrar en el agua.
Pronto llegamos al lugar adonde se hospedaba. Él dejó su florete contra la pared pero me tomé un momento para pensar si deseaba hacer lo mismo con mi espada. Algo dijo acerca de tenerle miedo a una habitación cerrada lo cual provocó que lo observara despacio. Finalmente mis dedos viajaron a mi bastarda y la coloqué junto a la suya. Era extraño, estar en la habitación de alguien más, por más viaje alucinógeno que en ese momento me hiciera ver sombras negras danzar contra la chimenea que él encendía. Sonreí cuando vi sangre fluir de entre las grietas alrededor de ellas, estas caían sobre el fuego, alimentándolo y logrando que las llamas subieran de tonos naranja que pronto se volvían rojizos.
El vampiro se había retirado, podía escucharle en lo que asumí que era el baño, escuchaba el agua caer en la tina. Me pidió que sirviera algo por lo que me acerqué a un mueble bar de adonde saqué una botella de vino. Una sonrisa lenta e irónica se extendió en mis labios al escuchar su segunda petición, debía saber de antemano que no le haría caso. Caminé hacia el baño con ambas copas en la mano y me detuve a mirarlo contra el marco de la puerta. Mi mirada lo recorrió, notando como seguía bañado en sangre de los caídos. Ladeé el rostro, me excitaba la sangre, me excitaba recordar como mis manos habían arrancado el corazón de las bestias, recrear en mi mente el momento exacto en que los demonios caían muertos entre mis brazos.
-¿Siempre sales a cazar demonios de la luna? – Pasé mis dedos despacio por la pared, había notado en él la misma sed de sangre, de destrucción, a pesar de haberlo encontrado perdido sobre la arena. -¿Por qué un ángel oscuro reza por su alma antes de dedicarse a extinguir otras?- Caminé hacia él y le entregué una de las copas, mi mirada siguió cada uno de sus movimientos.
-Vine a Paris con la intención de matar a alguien.- Sonreí de lado antes de alzar mi copa y llevarla a mis labios. No esperaba que la información lo escandalizara y menos después de verlo arrancando tráqueas de demonios y bañándose en sangre de ellos. Saboreé el vino antes de decidirme a responder a sus siguientes palabras.
El muy gandalla se mordió el labio, con los ojos brillantes vi brotar la vitae de ellos. Mi mirada se oscureció al verlo, el pequeño hilo de sangre que me invitaba a tomarle. Dejé la copa a un lado y me acerqué, mi respiración intermitente se estrelló contra su boca. -¿Sabes cocinar?- Alcé una ceja, las sorpresas no cesaban esta noche. Por otro lado, me percataba de que no se movía ni un milímetro para alejarse. Mi lengua cedió, acortó la escasa distancia para alcanzar el perfecto labio masculino y reclamar esa sangre que me llamaba. Despacio se paseó por su labio, humedeciéndolo, sintiéndolo arder cuando lo mordí y succioné el pequeño corte que me regalaba más del elixir afrodisíaco. Por unos segundos la punta de mi lengua tocó la suya, la sensación fue tan excitante que me detuve a acariciarla, apenas un roce que despertó mis terminales nerviosas antes de que alejara mi rostro y me relamiera.
-Hace demasiado tiempo que nadie me ha tocado.- Mi mirada bailaba sobre la de él, nunca había dicho que no sintiera deseo, simplemente no se lo confirmé. -No soporto que me toquen, es algo que me supera.- Mis manos viajaron a mi camisola, la saqué por encima de mi cabeza, mi cabello rubio cayó como una cascada sobre mi cuerpo. Me acerqué a la tina y fui retirando cada una de las prendas que me cubrían. -¿Te quedarás observando o me acompañarás?- Lo miré de soslayo antes de dejar caer la última prenda en el suelo y entrar en el agua.
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Su respiración errática moría contra mi boca, ojos que se encontraban convirtiéndonos en cíclopes.
Jadeé contra su boca cuando las palabras la acariciaron con suavidad, la vitae seguía brotando roja, deliciosa. Sabia que deseaba mas y yo que la tomara a decir verdad.
-Si, se cocinar ¿quieres que ta haga una comida? -pregunté con un deje de picardia en mi voz
Su lengua acarició mi labio, paladeando el carmesí, podía sentir el placer recorrerla, mi boca se entreabrió para dejarla jugar con mi lengua, apenas un roce suave, que cálido me excitó de sobremanera.
-Tendremos que solucionar ese problema ¿no crees? -susurré sin apartarme refiriéndome a su anterior confesión, esa que aseguraba no haber sido tomada en demasiado tiempo y que odiaba si alguien la tocaba.
Frente a mi turbia mirada empezó a desabrochar su camisa, ropa que pronto copó el suelo de color, sangre y arena.
Ladeé la cabeza contemplando a aquella humana que en nada se parecía a las que hasta hoy había conocido.
Era salvaje, indómita, con un deje de caos, locura muy propio a los hombres que del norte procedían.
Me relamí los labios, sabor férreo en la boca mientras mis ojos seguían su escultural cuerpo que se hundía en la tina.
-¿me estas invitando? -pregunté de forma lasciva arrastrando las palabras.
Mi ropa pronto acompañó la ajena, me introduje con ella contemplando sus pardos. Mi mano aferró su muñeca y tiré de esta para que su espalda impactara con mi pecho, el agua rebasó por encima de la tina manchando el suelo.
-¿te molesta mi contacto? -susurré en su oído moviendo su pelo con mi aliento.
Mis dedos se pasearon por su brazo, ascendiendo hacia su hombro, salo hasta su mentón para girar sus rostro con suavidad y que me mirara por encima de este.
Nuestras respiraciones chocaban bruscas, calcinantes.
-Yo también he regresado a París para matar a alguien -susurré contra sus labios.
Mi mano tomó la esponja y empezó a deslizarla despacio por su estomago ,ascendiendo hacia sus pechos, surcando su piel de forma lenta.
-¿despecho, trabajo o placer? -pregunté dejando que la esponja cayera de mi mano, mi dedo dibujó con la yema su pezón suavemente.
Mi hombría contra su espalda, jadeé en su oído.
-Hija de Odin, me deseeas -la provoque -un desahogo para los dos, embriaguemonos …
Mis labios rozaron los suyos, acariciándolos con mis palabras.
-Mi hacedora ha vuelto a mi ciudad natal y yo deseo hacerla pagar por corromper mi alma, pues por mas que rezo a mi dios, no soy escuchado, mi alma esta maldita vikinga.
Jadeé contra su boca cuando las palabras la acariciaron con suavidad, la vitae seguía brotando roja, deliciosa. Sabia que deseaba mas y yo que la tomara a decir verdad.
-Si, se cocinar ¿quieres que ta haga una comida? -pregunté con un deje de picardia en mi voz
Su lengua acarició mi labio, paladeando el carmesí, podía sentir el placer recorrerla, mi boca se entreabrió para dejarla jugar con mi lengua, apenas un roce suave, que cálido me excitó de sobremanera.
-Tendremos que solucionar ese problema ¿no crees? -susurré sin apartarme refiriéndome a su anterior confesión, esa que aseguraba no haber sido tomada en demasiado tiempo y que odiaba si alguien la tocaba.
Frente a mi turbia mirada empezó a desabrochar su camisa, ropa que pronto copó el suelo de color, sangre y arena.
Ladeé la cabeza contemplando a aquella humana que en nada se parecía a las que hasta hoy había conocido.
Era salvaje, indómita, con un deje de caos, locura muy propio a los hombres que del norte procedían.
Me relamí los labios, sabor férreo en la boca mientras mis ojos seguían su escultural cuerpo que se hundía en la tina.
-¿me estas invitando? -pregunté de forma lasciva arrastrando las palabras.
Mi ropa pronto acompañó la ajena, me introduje con ella contemplando sus pardos. Mi mano aferró su muñeca y tiré de esta para que su espalda impactara con mi pecho, el agua rebasó por encima de la tina manchando el suelo.
-¿te molesta mi contacto? -susurré en su oído moviendo su pelo con mi aliento.
Mis dedos se pasearon por su brazo, ascendiendo hacia su hombro, salo hasta su mentón para girar sus rostro con suavidad y que me mirara por encima de este.
Nuestras respiraciones chocaban bruscas, calcinantes.
-Yo también he regresado a París para matar a alguien -susurré contra sus labios.
Mi mano tomó la esponja y empezó a deslizarla despacio por su estomago ,ascendiendo hacia sus pechos, surcando su piel de forma lenta.
-¿despecho, trabajo o placer? -pregunté dejando que la esponja cayera de mi mano, mi dedo dibujó con la yema su pezón suavemente.
Mi hombría contra su espalda, jadeé en su oído.
-Hija de Odin, me deseeas -la provoque -un desahogo para los dos, embriaguemonos …
Mis labios rozaron los suyos, acariciándolos con mis palabras.
-Mi hacedora ha vuelto a mi ciudad natal y yo deseo hacerla pagar por corromper mi alma, pues por mas que rezo a mi dios, no soy escuchado, mi alma esta maldita vikinga.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
-No me caería mal que cocinaras para mi, no todos podemos saciarnos el hambre probando a otros.- Sonreí otra vez, podía recordar claramente sus colmillos en mi cuello, las agudas punzadas, la manera en que mis latidos se ralentizaban. Me introduje en la tina, dejándome llevar por la placentera sensación del agua acariciando mi piel, sabía que mucho de lo que sentía se lo debía a su sangre, agudizaba todos mis sentidos y me acaloraba a la vez. La temperatura del agua aumentaba agradablemente contra mi piel cuando me acerqué al borde de la tina para mirarlo mientras se quitaba la ropa.
Lo recorrí despacio con la mirada, era muy atractivo, lograba que mis ojos se oscurecieran con tan solo contemplarlo y que un cosquilleo recorriera mi vientre deslizándose despacio hacia el interior de mis piernas. -No sé si mi problema tiene solución.- dije sinceramente, para qué engañarlo, el roce de cualquiera me hacía sudar frío. Era irónico ¿no? que la sombra se inquietara a grados insospechados bajo algo tan simple como el tacto de alguien más.
Él entró en la tina y un tirón a mi muñeca sirvió para que mi espalda chocara contra su cuerpo. Me tensé en un primer instante, sintiéndome bastante sensible, sentía su aliento acariciando mi nuca, respiré profundamente concentrándome en la tibieza del agua. -Es difícil decirlo.- respondí cuando me pregunto si su cercanía me molestaba. Dejé escapar el aire por mi boca, sus dedos recorrieron mi brazo y mi hombro lentamente provocando que cerrara mis ojos. No era molestia precisamente, no estaba segura de si era efecto de la droga o la frialdad de sus dedos a la que no estaba acostumbrada, su tacto no me hacía recordar el de aquellos que alguna vez me torturaron, era distinto... Mi piel no rechazaba su temperatura diferente a cualquiera que hubiera conocido en el pasado.
Tomando mi mentón hizo que mi rostro encontrara muy cerca al suyo, percibía su aroma a sangre y a muerte, lo cual me resultaba excitante. -Pareciera que no hay mejor razón para visitar esta ciudad.- respondí al escuchar que se proponía matar a alguien. Sus manos utilizaron la esponja para recorrer mi estómago, ascendiendo lentamente, logrando que inesperadamente una ola de placer me recorriera y que mi cuerpo se relajara por unas atenciones que desde hace tanto tiempo no recibía.
-En su momento habrán sido las tres cosas.- Suspiré, el apasionamiento con el que llegué a la ciudad había sido muy intenso, las ganas de buscar retribución, lo que creía que sería finalmente hacer justicia. -Él fue muchas cosas para mi en otra vida… pensé que me había traicionado, pero la traición venía de alguien más. Es a ese alguien a quien ahora debo matar.-
Jadeé cuando su dedo acarició mi pezón, endureciéndolo con su contacto. -Quizás… quizás mi alma necesita un desahogo que únicamente mi cuerpo pueda otorgarme.- Mi mano acunó su barbilla, repasando despacio su barba, mi boca buscó la suya deteniéndose a pocos centímetros, sintiéndole respirar cerca. Con un movimiento giré para verlo de frente mientras tomaba la esponja en mis manos. -¿Pero qué es un verdadero desahogo en realidad?- Comencé a pasar la esponja sobre su cuerpo, recorriendo con ella sus brazos, sus hombros y su pecho. -Quién se encarga de ti ángel negro?-
Ladeé el rostro al preguntarlo, hablaba de querer matar a su creadora y de la maldición de su alma y se lo preguntaba con interés porque el cansancio de la mía me hacía sentir curiosidad por lo que me decía. Solté la esponja y mis dedos se acercaron tentativamente a su piel, mis yemas parecían cobrar vida bajo su temperatura fría al lograr deslizarse sobre su torso, provocando que mis ojos brillaran al percatarme de que me agradaba tocarlo. -Yo ya estoy embriagada, por si aún no te percatas...-
Lo recorrí despacio con la mirada, era muy atractivo, lograba que mis ojos se oscurecieran con tan solo contemplarlo y que un cosquilleo recorriera mi vientre deslizándose despacio hacia el interior de mis piernas. -No sé si mi problema tiene solución.- dije sinceramente, para qué engañarlo, el roce de cualquiera me hacía sudar frío. Era irónico ¿no? que la sombra se inquietara a grados insospechados bajo algo tan simple como el tacto de alguien más.
Él entró en la tina y un tirón a mi muñeca sirvió para que mi espalda chocara contra su cuerpo. Me tensé en un primer instante, sintiéndome bastante sensible, sentía su aliento acariciando mi nuca, respiré profundamente concentrándome en la tibieza del agua. -Es difícil decirlo.- respondí cuando me pregunto si su cercanía me molestaba. Dejé escapar el aire por mi boca, sus dedos recorrieron mi brazo y mi hombro lentamente provocando que cerrara mis ojos. No era molestia precisamente, no estaba segura de si era efecto de la droga o la frialdad de sus dedos a la que no estaba acostumbrada, su tacto no me hacía recordar el de aquellos que alguna vez me torturaron, era distinto... Mi piel no rechazaba su temperatura diferente a cualquiera que hubiera conocido en el pasado.
Tomando mi mentón hizo que mi rostro encontrara muy cerca al suyo, percibía su aroma a sangre y a muerte, lo cual me resultaba excitante. -Pareciera que no hay mejor razón para visitar esta ciudad.- respondí al escuchar que se proponía matar a alguien. Sus manos utilizaron la esponja para recorrer mi estómago, ascendiendo lentamente, logrando que inesperadamente una ola de placer me recorriera y que mi cuerpo se relajara por unas atenciones que desde hace tanto tiempo no recibía.
-En su momento habrán sido las tres cosas.- Suspiré, el apasionamiento con el que llegué a la ciudad había sido muy intenso, las ganas de buscar retribución, lo que creía que sería finalmente hacer justicia. -Él fue muchas cosas para mi en otra vida… pensé que me había traicionado, pero la traición venía de alguien más. Es a ese alguien a quien ahora debo matar.-
Jadeé cuando su dedo acarició mi pezón, endureciéndolo con su contacto. -Quizás… quizás mi alma necesita un desahogo que únicamente mi cuerpo pueda otorgarme.- Mi mano acunó su barbilla, repasando despacio su barba, mi boca buscó la suya deteniéndose a pocos centímetros, sintiéndole respirar cerca. Con un movimiento giré para verlo de frente mientras tomaba la esponja en mis manos. -¿Pero qué es un verdadero desahogo en realidad?- Comencé a pasar la esponja sobre su cuerpo, recorriendo con ella sus brazos, sus hombros y su pecho. -Quién se encarga de ti ángel negro?-
Ladeé el rostro al preguntarlo, hablaba de querer matar a su creadora y de la maldición de su alma y se lo preguntaba con interés porque el cansancio de la mía me hacía sentir curiosidad por lo que me decía. Solté la esponja y mis dedos se acercaron tentativamente a su piel, mis yemas parecían cobrar vida bajo su temperatura fría al lograr deslizarse sobre su torso, provocando que mis ojos brillaran al percatarme de que me agradaba tocarlo. -Yo ya estoy embriagada, por si aún no te percatas...-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Su boca entreabierta a escasos centímetros de la mía me hizo ladear la sonrisa, preguntaba que era un desahogo realmente ¿quería que se lo demostrara?
Sus dedos se enredaban en mi barba, acariciando mi mentón, así sujetaba mi rostro frente al suyo convirtiéndonos en cíclopes los dos.
Sus palabras eran el desafió que necesita, mi hombría alzada la espada que esgrimía y su cuerpo el escudo en el que me protegería.
-¿quien se ocupa de mi? Ahora mismo una hija de Odin -susurré contra sus labios.
Mi lengua lamió su inferior, mi aliento impactó contra la humedad de este, erráticas respiraciones de uno y otro
Nos contemplamos de frente, como lo hace el león y la gacela antes de emprender el veloz camino hacia la vida o la muerte.
La esponja calló de sus manos, su rostro se ladeó para contemplarme desde otra perspectiva era un depredador hambriento y yo me sentía sediento.
Sus yemas cálidas surcaban mi mar revuelto, mis dedos en sus nalgas se hundieron con ahincó atrayendola hacia mi alzado miembro.
-Embriagada de mi -jadeé contra su boca provocando que sus caderas bailaran lentas obre la punta de mi falo.
Hacia tiempo que la dama no experimentaba esto, mi sangre corría feroz por sus venas haciendo que anhelara sentir al ángel negro en su interior.
La amazonas cabalgaría sobre la montura muerte honrando a su dios “Loqui”
Mi boca se perdió en sus senos mientras esta acariciaba mi tronco moviendolo contra su sexo para masturbarse con la punta en un frenético movimiento.
Mis ojos rojos como el fuego la contemplaban hambriento, mordí su piel, dibujando cada curva de sus pechos, altas montañas que deseaban ser coronadas y así mi lengua se proclamo vencedora en la cima,.
Succioné su pezón jadeando roncamente, atrayendolas con una de mis manos para que el asta acariciara mis labios.
Sus gemidos se fundían con mi entrecortada respiración, gruñíamos desesperados, mi mano la empujó contra la otra pared de la tina, el agua se desbordó y yo sonreí contra su boca antes de hundirme por completo en el agua.
Mi lengua busco hambrienta su sexo, allí me perdí lamiendo su esencia, jugando, succionando y mordiendo su clítoris que ya engrosado me esperaba.
Su mano en mi pelo empujándome mas adentro, eso era lo bueno de ser un demonio de la noche que el aire no lo necesitaba.
Solté unas burbujas contra su sexo, la sentí gruñir, empujándome mas contra ella, mi sangre la volvía loca y a mi, su cuerpo un demente.
Hundí mis colmillos en le monte de venus, succioné su vitae jadeando roncamente, sentía su excitación mientras succionaba y mis dedos se colaron en su vagina sacudiéndose con rudeza.
Ríos escarlata por el agua, nos estábamos volviendo locos por el otro.
Sus dedos se enredaban en mi barba, acariciando mi mentón, así sujetaba mi rostro frente al suyo convirtiéndonos en cíclopes los dos.
Sus palabras eran el desafió que necesita, mi hombría alzada la espada que esgrimía y su cuerpo el escudo en el que me protegería.
-¿quien se ocupa de mi? Ahora mismo una hija de Odin -susurré contra sus labios.
Mi lengua lamió su inferior, mi aliento impactó contra la humedad de este, erráticas respiraciones de uno y otro
Nos contemplamos de frente, como lo hace el león y la gacela antes de emprender el veloz camino hacia la vida o la muerte.
La esponja calló de sus manos, su rostro se ladeó para contemplarme desde otra perspectiva era un depredador hambriento y yo me sentía sediento.
Sus yemas cálidas surcaban mi mar revuelto, mis dedos en sus nalgas se hundieron con ahincó atrayendola hacia mi alzado miembro.
-Embriagada de mi -jadeé contra su boca provocando que sus caderas bailaran lentas obre la punta de mi falo.
Hacia tiempo que la dama no experimentaba esto, mi sangre corría feroz por sus venas haciendo que anhelara sentir al ángel negro en su interior.
La amazonas cabalgaría sobre la montura muerte honrando a su dios “Loqui”
Mi boca se perdió en sus senos mientras esta acariciaba mi tronco moviendolo contra su sexo para masturbarse con la punta en un frenético movimiento.
Mis ojos rojos como el fuego la contemplaban hambriento, mordí su piel, dibujando cada curva de sus pechos, altas montañas que deseaban ser coronadas y así mi lengua se proclamo vencedora en la cima,.
Succioné su pezón jadeando roncamente, atrayendolas con una de mis manos para que el asta acariciara mis labios.
Sus gemidos se fundían con mi entrecortada respiración, gruñíamos desesperados, mi mano la empujó contra la otra pared de la tina, el agua se desbordó y yo sonreí contra su boca antes de hundirme por completo en el agua.
Mi lengua busco hambrienta su sexo, allí me perdí lamiendo su esencia, jugando, succionando y mordiendo su clítoris que ya engrosado me esperaba.
Su mano en mi pelo empujándome mas adentro, eso era lo bueno de ser un demonio de la noche que el aire no lo necesitaba.
Solté unas burbujas contra su sexo, la sentí gruñir, empujándome mas contra ella, mi sangre la volvía loca y a mi, su cuerpo un demente.
Hundí mis colmillos en le monte de venus, succioné su vitae jadeando roncamente, sentía su excitación mientras succionaba y mis dedos se colaron en su vagina sacudiéndose con rudeza.
Ríos escarlata por el agua, nos estábamos volviendo locos por el otro.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Era algo novedoso, inesperado, tocar a alguien sin que me recorriera el usual temblor frio, la tensión extrema en el cuerpo, el inevitable encogimiento de desagrado ante la proximidad de cualquiera. De forma inusitada mis yemas descubrieron que podían recorrer su piel fría y rememorar esa sensación enterrada, una que para la mayoría era tan sencilla como respirar y para mi resultaba extraña, ajena. Respiré hondo, mis latidos retumbaron en mis oídos, una lucha interna se desarrollaba en mi interior, por un lado una alarma, esa, que siempre se disparaba cuando alguien se acercaba demasiado, por otro lado, sin saber bien si era debido a la vitae o no, una parte de mi quería tocarlo, explorar su cuerpo, ese mismo que mis ojos volvían a recorrer, ceder a una necesidad primaria exacerbada por la excitación que me recorría al entremezclarse nuestros alientos muriendo en la boca del otro.
Sus manos aferraron mis nalgas, acercándome de esa forma entré en contacto con su hinchado glande. Su miembro era duro como el acero forjado en los hornos de fuego de los herreros de las tierras del norte, entró en contacto con mi intimidad, tornándose ambos sexos calientes como si el acero se fundiera al danzar nuestras caderas. -Embriagada de tu sangre.- Corregí con una sonrisa de medio lado, aún danzando mi mirada con la de sus ojos pardos que por momentos se tornaban del color que me atraía, el rojo, el color de la sangre que desde hace mucho tiempo se había convertido en mi mayor fascinación.
Lo observé con algo de sorna cuando dijo que era yo quien me ocupaba en este momento de él. Estaba completamente ida en su vitae, respiraba muy cerca de su rostro cuando mi mano atrapó su miembro. Mi mirada anclada en la suya le observaba mientras apretaba mis dedos alrededor de su erección, me sentí fascinada al sentirlo grande, duro y rígido. Mis dedos exploraron la punta y sentí como si hierro caliente calcinara mis dedos. Lo llevé hasta la entrada de mi sexo y lo moví circularmente contra mis labios, jugando con el contra mis pliegues y sintiendo como el agua de la tina se evaporaba alrededor de esa zona de mi cuerpo al masturbarnos a ambos.
El ángel negro se desquitó bajando su rostro, su aliento frio como el viento helado de invierno alcanzó mis pechos. Jadeé al verle inclinarse hacia ellos, sus labios húmedos tocaron mi piel, moviéndose en torno a mis pezones, logrando que inmediatamente una marejada de sensaciones me envolviera. -Basta.- me quejé con la respiración ronca. Tensándome mis brazos se estiraron contra su pecho en protesta, ese instinto arraigado me impulsaba a no querer que nadie se acercara a mi de esta forma, pero su respuesta consistió en succionar mi pezón, excitándome hasta el límite. Gemí mareada, ni siquiera puse resistencia cuando me empujó contra el otro lado de la tina. Su lengua encontró mi sexo, hundiéndose no solo debajo del agua sino entre mis pliegues hinchados, encontrando ese botón que me hacía arder. Con su lengua se abrió paso en mis profundidades, masturbándome al morder, encendiendo esa hoguera que llevé apagada en mi interior durante demasiado tiempo y a la cual ahora él le echaba leños una y otra vez. Mis gemidos se tornaron casi gritos cuando sentí sus colmillos punzar mi intimidad de forma lacerante.
Desesperada y demasiado excitada encontré su pelo, empujándolo más contra mi intimidad, la sensación de mi sangre viajando hacia él fue indescriptible, como si Loki se hubiese hecho a un lado y ahora Thor me atravesase con sus rayos calcinando cada uno de mis nervios, quemando todo mi interior. El fuego de Hell no era nada comparado con sus colmillos hundidos en mi intimidad. Enredé mis dedos en su pelo y bajé mis manos acariciándolo, finalmente y sin preverlo se olvidaron de la regla que se habían autoimpuesto todos estos años y con libertad surcaron su piel, tocando cada rincón suyo. Sus dedos se adentraron en mi, sacudiéndose, encendiendo aún más las flamas.
Antes de que esa explosión ardiente que preveía en cualquier segundo se presentara, tiré de él, alzando su rostro para que saliera del agua. La vitae corría por su labio, me acerqué y mi lengua ansiosa se paseó por este saboreando mi propia sangre. Gruñi y lo empujé, orillándome hacia él con la mirada encendida. Me puse de pie, tironeé de él para levantarlo, gotas surcaron nuestros cuerpos corriendo por nuestra piel antes de que me dejara caer de rodillas en la tina atrapando sus nalgas con mis manos y empujándolo contra mi boca. La pasión desbocada buscó satisfacerse, deseaba probar su falo y así se entretuvo con su erección. Succioné su palpitación y la palpé con mi lengua antes de acoger su tronco en el interior de mi boca, sintiendo como sus caderas la buscaban, tornándose nuestras respiraciones pesadas a medida que la lujuria se imponía y arrasaba con cada uno de nuestros sentidos.
Sus manos aferraron mis nalgas, acercándome de esa forma entré en contacto con su hinchado glande. Su miembro era duro como el acero forjado en los hornos de fuego de los herreros de las tierras del norte, entró en contacto con mi intimidad, tornándose ambos sexos calientes como si el acero se fundiera al danzar nuestras caderas. -Embriagada de tu sangre.- Corregí con una sonrisa de medio lado, aún danzando mi mirada con la de sus ojos pardos que por momentos se tornaban del color que me atraía, el rojo, el color de la sangre que desde hace mucho tiempo se había convertido en mi mayor fascinación.
Lo observé con algo de sorna cuando dijo que era yo quien me ocupaba en este momento de él. Estaba completamente ida en su vitae, respiraba muy cerca de su rostro cuando mi mano atrapó su miembro. Mi mirada anclada en la suya le observaba mientras apretaba mis dedos alrededor de su erección, me sentí fascinada al sentirlo grande, duro y rígido. Mis dedos exploraron la punta y sentí como si hierro caliente calcinara mis dedos. Lo llevé hasta la entrada de mi sexo y lo moví circularmente contra mis labios, jugando con el contra mis pliegues y sintiendo como el agua de la tina se evaporaba alrededor de esa zona de mi cuerpo al masturbarnos a ambos.
El ángel negro se desquitó bajando su rostro, su aliento frio como el viento helado de invierno alcanzó mis pechos. Jadeé al verle inclinarse hacia ellos, sus labios húmedos tocaron mi piel, moviéndose en torno a mis pezones, logrando que inmediatamente una marejada de sensaciones me envolviera. -Basta.- me quejé con la respiración ronca. Tensándome mis brazos se estiraron contra su pecho en protesta, ese instinto arraigado me impulsaba a no querer que nadie se acercara a mi de esta forma, pero su respuesta consistió en succionar mi pezón, excitándome hasta el límite. Gemí mareada, ni siquiera puse resistencia cuando me empujó contra el otro lado de la tina. Su lengua encontró mi sexo, hundiéndose no solo debajo del agua sino entre mis pliegues hinchados, encontrando ese botón que me hacía arder. Con su lengua se abrió paso en mis profundidades, masturbándome al morder, encendiendo esa hoguera que llevé apagada en mi interior durante demasiado tiempo y a la cual ahora él le echaba leños una y otra vez. Mis gemidos se tornaron casi gritos cuando sentí sus colmillos punzar mi intimidad de forma lacerante.
Desesperada y demasiado excitada encontré su pelo, empujándolo más contra mi intimidad, la sensación de mi sangre viajando hacia él fue indescriptible, como si Loki se hubiese hecho a un lado y ahora Thor me atravesase con sus rayos calcinando cada uno de mis nervios, quemando todo mi interior. El fuego de Hell no era nada comparado con sus colmillos hundidos en mi intimidad. Enredé mis dedos en su pelo y bajé mis manos acariciándolo, finalmente y sin preverlo se olvidaron de la regla que se habían autoimpuesto todos estos años y con libertad surcaron su piel, tocando cada rincón suyo. Sus dedos se adentraron en mi, sacudiéndose, encendiendo aún más las flamas.
Antes de que esa explosión ardiente que preveía en cualquier segundo se presentara, tiré de él, alzando su rostro para que saliera del agua. La vitae corría por su labio, me acerqué y mi lengua ansiosa se paseó por este saboreando mi propia sangre. Gruñi y lo empujé, orillándome hacia él con la mirada encendida. Me puse de pie, tironeé de él para levantarlo, gotas surcaron nuestros cuerpos corriendo por nuestra piel antes de que me dejara caer de rodillas en la tina atrapando sus nalgas con mis manos y empujándolo contra mi boca. La pasión desbocada buscó satisfacerse, deseaba probar su falo y así se entretuvo con su erección. Succioné su palpitación y la palpé con mi lengua antes de acoger su tronco en el interior de mi boca, sintiendo como sus caderas la buscaban, tornándose nuestras respiraciones pesadas a medida que la lujuria se imponía y arrasaba con cada uno de nuestros sentidos.
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
La sensación de beber de su fuente era indescriptible, gruñía dando tirones, su vulva crecía contra mis labios al tiempo que su cuerpo se arqueaba violento por la excitación que le producía no solo mi sangre corriendo desaforada pro sus venas si no, sentir mi lengua masturbarla y mis colmillos clavados tomarlo todo sin tregua.
Empujó mas contra si mi cabeza, como si nada fuera suficiente, como si todo ese tiempo que estuvo sin ser tocada pensara cobrárselo en este acto.
Jadeé con fuerza, podía sentir su excitación corre por mis venas, esa mujer era fuego y me recordaba a lo que de los norteños y su infernó conocía.
La danza de sus caderas, su caricia en mi rostro cuando sintió mis dedos hundirse en su interior, follándosela con tesón.
Nos habíamos perdido en el otro y los jadeos que fuera retumbaban era la evidente prueba de ello.
Tiro de mi pelo para enfrentar mi mirada, escarlata, viva como la sangre que por mis labios resbalaba. Su lengua lamió las gotas, hambrienta, voraz, nuestras lenguas colisionaron fuera en un beso plagado de dureza.
La violencia del campo de batalla la habíamos traído a esa tina donde las aguas desbordaban.
Gruño, sus dioses pedían guerra y el rosario después tendría que servir para redimir los pecados de este encuentro digno de una bestia.
Me alzó tironeando de mi cuerpo, las gotas cristalinas resbalaban por nuestros cuerpos y mis manos gélidas surcaron su mar revuelto. Sus montañas cálidas, alzadas, mis dedos coronaron su cúspide pellizcando sus pezones arrancándole gemidos, gruñidos.
Sus manso en mis nalgas y isa se dejó caer de rodillas para contemplar de cerca el acero forjado a fuego.
Duro, grande, suyo en aquel momento, su lengua lo repasó con avidez haciendo que se moviera buscándola.
Mis caderas empujaron como si de una estocada de florete se tratara, mi arma contra su boca, suplicando que la abriera mas, que se la comiera entera.
Los dos perdidos en una pasión desmedida, la lujuria galopaba sobre el jinete que el apocalipsis allí desataba.
Gruñí cuando mi hombría palpitó en su boca, mi glande estaba a punto de sacudirse en ella y había tanto que quería hacerle en estos momentos en los que mis dedos aferraban su pelo moviendola por mi tronco por completo.
Tiré de ella cuando estaba a punto de llegar al punto mas álgido del orgasmo, necesitaba una tregua y fue su boca con sabor a mi, la que me la concedió, hambrientas nuestras lenguas se batían en duelo, sabor férreo y a elixir de nuestros cuerpos.
La alcé de las nalgas, su cascada dorada callo nada mas arqueo su espalda.
Sus brazos se aferraron a mi pelo y sin contemplaciones la empalé con mi estaca adentrándome por completo en aquel abismo al que Hell llamaba.
Raudos los movimientos, dentro y fuera por completo, cada vez mas satánicos, estábamos pecando porque aquel acto no era humano.
No me contuve, ella rugía y sus pechos se convirtieron en la penitencia de mis gemidos, allí hundí mis colmillos.
Sangre en mi boca cuando arrase su interior adentrándome por completo, moviéndome sin sacarla, sintiendo sus paredes palpitar apretando mi miembro mientras este se sacudía violento llenándola de mi.
Empujó mas contra si mi cabeza, como si nada fuera suficiente, como si todo ese tiempo que estuvo sin ser tocada pensara cobrárselo en este acto.
Jadeé con fuerza, podía sentir su excitación corre por mis venas, esa mujer era fuego y me recordaba a lo que de los norteños y su infernó conocía.
La danza de sus caderas, su caricia en mi rostro cuando sintió mis dedos hundirse en su interior, follándosela con tesón.
Nos habíamos perdido en el otro y los jadeos que fuera retumbaban era la evidente prueba de ello.
Tiro de mi pelo para enfrentar mi mirada, escarlata, viva como la sangre que por mis labios resbalaba. Su lengua lamió las gotas, hambrienta, voraz, nuestras lenguas colisionaron fuera en un beso plagado de dureza.
La violencia del campo de batalla la habíamos traído a esa tina donde las aguas desbordaban.
Gruño, sus dioses pedían guerra y el rosario después tendría que servir para redimir los pecados de este encuentro digno de una bestia.
Me alzó tironeando de mi cuerpo, las gotas cristalinas resbalaban por nuestros cuerpos y mis manos gélidas surcaron su mar revuelto. Sus montañas cálidas, alzadas, mis dedos coronaron su cúspide pellizcando sus pezones arrancándole gemidos, gruñidos.
Sus manso en mis nalgas y isa se dejó caer de rodillas para contemplar de cerca el acero forjado a fuego.
Duro, grande, suyo en aquel momento, su lengua lo repasó con avidez haciendo que se moviera buscándola.
Mis caderas empujaron como si de una estocada de florete se tratara, mi arma contra su boca, suplicando que la abriera mas, que se la comiera entera.
Los dos perdidos en una pasión desmedida, la lujuria galopaba sobre el jinete que el apocalipsis allí desataba.
Gruñí cuando mi hombría palpitó en su boca, mi glande estaba a punto de sacudirse en ella y había tanto que quería hacerle en estos momentos en los que mis dedos aferraban su pelo moviendola por mi tronco por completo.
Tiré de ella cuando estaba a punto de llegar al punto mas álgido del orgasmo, necesitaba una tregua y fue su boca con sabor a mi, la que me la concedió, hambrientas nuestras lenguas se batían en duelo, sabor férreo y a elixir de nuestros cuerpos.
La alcé de las nalgas, su cascada dorada callo nada mas arqueo su espalda.
Sus brazos se aferraron a mi pelo y sin contemplaciones la empalé con mi estaca adentrándome por completo en aquel abismo al que Hell llamaba.
Raudos los movimientos, dentro y fuera por completo, cada vez mas satánicos, estábamos pecando porque aquel acto no era humano.
No me contuve, ella rugía y sus pechos se convirtieron en la penitencia de mis gemidos, allí hundí mis colmillos.
Sangre en mi boca cuando arrase su interior adentrándome por completo, moviéndome sin sacarla, sintiendo sus paredes palpitar apretando mi miembro mientras este se sacudía violento llenándola de mi.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Mis labios se habían apoderado de su glande, perdida en la lascivia me concentraba en su sabor, enloqueciendolo con mi lengua, hundiendo mis dedos en sus glúteos a la vez que él enredaba las suyas en mi pelo. Me relamía con una oscura sonrisa, sentía sus caderas empujar pero mi boca le torturaba controlando sus embestidas, sintiéndole entrar cada vez más hasta engullirla por completo. Mis labios acogieron su miembro para devorarlo como el más embriagador manjar y devolverle así los mismos fuegos fatuos que encendió en mi interior minutos atrás, prolongando su excitación y escuchando sus jadeos en medio de su palpitar que mi lengua y mi boca acogían, hasta que tiró de mi hacia él, sacándome de la abstracción del sabor de su sexo.
Lo observé con los ojos oscurecidos, sus flamas rojas me observaban cuando nuestras respiraciones violentas se fundieron en una sola, mi mirada le recorría, sin ocultar el hecho de que encontraba atractivo su cuerpo. Él era un demonio ligado a la vitae y eso era exactamente lo que me orillaba hacia él, lo que más me excitaba, eso y él, era absurdamente apuesto. Nuestras bocas se encontraron y mi primera reacción fue abofetearlo, mis dedos quedaron marcados en su mejilla, lo escuché gruñir. No estaba segura de querer besarlo, luchaba conmigo misma pero el ansia me orillaba hacia él, así que cedí, estrujando su lengua en un choque de espadas en las que se mezcló ese sabor metálico con el de nuestros sexos hasta dejarnos sin respiración.
Sus manos me sujetaron por las nalgas y mis piernas rodearon su cintura, hundí mis manos en su pelo, aplastando mis pechos contra el suyo, gruñendo en el momento en que me empaló con fuerza llegando hasta lo más profundo de mis entrañas. No me dio tiempo siquiera de acostumbrarme a él, a tener a un hombre adentro después de tanto tiempo, cuando sus embestidas ya habían empezado. Nuestros cuerpos se friccionaron enloquecidamente, el olor a él y a sangre me embriagó y exhalé absorta en cada sensación con la que el ángel negro me hacía descubrir el sexo otra vez, después de tanto tiempo en el que di por sentado que esto nunca sucedería.
Cerré los ojos entregándome al placer, moviendo mis caderas contra él para que mi laberinto húmedo y estrecho le cubriera por completo, para encenderlo y excitarlo mientras nuestros jadeos crecían, golpeando con sus ecos las paredes de ese pequeño baño. Mis manos se paseaban sobre sus músculos duros y mis dedos lo acercaban contra mi cada vez que volvía a sentir la contundencia con la que me penetraba. Mis labios se abrieron y emitieron un gemido ronco y profundo al enterrarse sus colmillos en uno de mis pechos. El placer y el dolor contundentes arrasaron con mi ser, mi centro se prendió en llamas, contrayéndose y apretando su falo. Lo sentí sacudirse en mi interior al mismo tiempo que el orgasmo me atravesaba y acallé mis jadeos contra su cuello.
Exhaustos nos dejamos cobijar por el agua de la tina, exhalé con mi cabeza en su hombro y lo acaricié distraída. Alcé el rostro y al encontrar el suyo vi un hilillo de mi vitae en sus labios, pasé mi lengua despacio por su labio y volví a buscar su lengua arrasándola de forma abrasiva. De un solo tirón sobre el agua me separé de él y me levanté para salir de la tina, tomé una toalla que colgaba a un lado nuestro y sequé mi cuerpo.
-¿Y ahora qué ángel negro? ¿Quieres que me vaya?- Pasé la toalla por mi cascada rubia, exprimiéndola para sacarle las gotas mientras lo observaba.
Salí del baño sin escuchar aún su respuesta y miré a mi alrededor para encontrar la botella de vino y servir más en mi copa. No estaba acostumbrada a esto, el contacto humano, vampírico, o lo que fuera. Anda, búrlate de mi ahora Loki, pensé al sentarme en un banquillo y apurar un trago. Me pregunté hasta que punto yo era una broma, una asesina incapaz de sentir demasiado, que ahora había quedado embriagada por un desconocido, y que no sabía exactamente qué hacer al respecto.
-Este sería un buen momento para que me compartieras tu arte en la cocina.- Sugerí, al percatarme de que estaba apoyado en el marco de la puerta del baño. Mis pardos le contemplaron en silencio. Una parte de mi quería salir por la puerta y la otra se mantenía anclada adonde estaba porque quería prolongar su compañia.
-Este sería un buen momento para que me compartieras tu arte en la cocina.- Sugerí, al percatarme de que estaba apoyado en el marco de la puerta del baño. Mis pardos le contemplaron en silencio. Una parte de mi quería salir por la puerta y la otra se mantenía anclada adonde estaba porque quería prolongar su compañia.
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Exhaustos nos dejamos caer en la tina, mis ojos se cerraron contra su piel, relamiendome los labios ligeramente hasta que fue su lengua la que termino de recorrerlos para beber de mi su propio elixir.
Duelo de titanes nuestras lenguas hambrientas, aun dentro nos batíamos en duelo incinerandonos con nuestros agitados alientos.
Mis dedos recorrían su espalda, dibujando la columna vertebral, sintiendo cada musculo tensarse y destensarse hasta que de un brusco empujón me hizo a un lado dejándome vació de su presencia.
Se alzó mirándome furibunda abandonando la tina sin pensarlo.
Mis ojos se pasearon por su trabajado cuerpo, plagado de cicatrices de otros tiempos, secaba su melena dorada preguntándome si quería que se fuera, no respondí no era yo el que había salido de la bañera.
Tampoco se quedó el tiempo suficiente para que le respondiera, abandonó baño como si mi presencia quemara, como si huir de mi es todo cuanto quisiera.
Tras ella me alcé yo, tomé una toalla y la enrede a mi cintura para quedar apoyado contra el umbral de la puerta contemplando a la vikinga.
Bebía de una copa, bueno, devoraba mas bien su contenido seguramente porque era incapaz de lidiar con la situación que acontecía en este momento.
-¿que hacemos de cena? -pregunté ladeando la sonrisa como si nada hubiera pasado, como lo hacia cuando era un mero humano.
Despegué mi espalda del marco de la puerta caminando hacia la despensa bajo la atenta mirada de la guerrera.
Ladeé la sonrisa dándome cuenta que de ser humano la despensa estaría llena, pero que al alimentarme solo de vitae, aquello era una ruina.
Me eche a reír observando el contenido de los armarios.
-¿que puedes preparar con esto? -pregunté entre risas girando mi rostro para enfrentar sus pardos -ayúdame -le pedí tendiéndole la mano – y sirveme una copa antes de venir por favor.
No tardó en llegar a mi lado, sus ojos repasaron los ingredientes que había en la armariada, los míos a ella.
-Gracias – dije tomando la copa de vino. Di un sorbo devolviendo mi mirada a los pocos víveres existentes en esa cocina algo destartalada y para nada usada.
-No pienses que no se cocinar, es que hace mucho que no traía invitadas a casa...¿te invito a cenar fuera o pedimos algo y nos lo tomamos aquí?
Me relamí los labios, aun sabían a ella, a su fuerte y galopante vitae, la misma que sentía ahora inundando sus venas.
-Yo he tomado un aperitivo -bromeé deslizando mi mirada por su pecho, la yema de mis dedos acarició las dos marcas de mis colmillos hundidos -¿entonces? ¿intentamos hacer algo comestible con lo que hay? -pregunté acortando la distancia que me separaba de sus labios sin dejar de mirar sus pardos.
Elevé mi mano y tome un paquete de harina, ladeé la sonrisa y me separé de nuevo dándole distancia.
Duelo de titanes nuestras lenguas hambrientas, aun dentro nos batíamos en duelo incinerandonos con nuestros agitados alientos.
Mis dedos recorrían su espalda, dibujando la columna vertebral, sintiendo cada musculo tensarse y destensarse hasta que de un brusco empujón me hizo a un lado dejándome vació de su presencia.
Se alzó mirándome furibunda abandonando la tina sin pensarlo.
Mis ojos se pasearon por su trabajado cuerpo, plagado de cicatrices de otros tiempos, secaba su melena dorada preguntándome si quería que se fuera, no respondí no era yo el que había salido de la bañera.
Tampoco se quedó el tiempo suficiente para que le respondiera, abandonó baño como si mi presencia quemara, como si huir de mi es todo cuanto quisiera.
Tras ella me alcé yo, tomé una toalla y la enrede a mi cintura para quedar apoyado contra el umbral de la puerta contemplando a la vikinga.
Bebía de una copa, bueno, devoraba mas bien su contenido seguramente porque era incapaz de lidiar con la situación que acontecía en este momento.
-¿que hacemos de cena? -pregunté ladeando la sonrisa como si nada hubiera pasado, como lo hacia cuando era un mero humano.
Despegué mi espalda del marco de la puerta caminando hacia la despensa bajo la atenta mirada de la guerrera.
Ladeé la sonrisa dándome cuenta que de ser humano la despensa estaría llena, pero que al alimentarme solo de vitae, aquello era una ruina.
Me eche a reír observando el contenido de los armarios.
-¿que puedes preparar con esto? -pregunté entre risas girando mi rostro para enfrentar sus pardos -ayúdame -le pedí tendiéndole la mano – y sirveme una copa antes de venir por favor.
No tardó en llegar a mi lado, sus ojos repasaron los ingredientes que había en la armariada, los míos a ella.
-Gracias – dije tomando la copa de vino. Di un sorbo devolviendo mi mirada a los pocos víveres existentes en esa cocina algo destartalada y para nada usada.
-No pienses que no se cocinar, es que hace mucho que no traía invitadas a casa...¿te invito a cenar fuera o pedimos algo y nos lo tomamos aquí?
Me relamí los labios, aun sabían a ella, a su fuerte y galopante vitae, la misma que sentía ahora inundando sus venas.
-Yo he tomado un aperitivo -bromeé deslizando mi mirada por su pecho, la yema de mis dedos acarició las dos marcas de mis colmillos hundidos -¿entonces? ¿intentamos hacer algo comestible con lo que hay? -pregunté acortando la distancia que me separaba de sus labios sin dejar de mirar sus pardos.
Elevé mi mano y tome un paquete de harina, ladeé la sonrisa y me separé de nuevo dándole distancia.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
El ángel negro me desconcertó cuando ladeó la sonrisa y se despegó del umbral de la puerta para dar unos pasos hacia la cocina. Mis ojos repasaron su cuerpo mientras se movía frente a mi, solo llevaba una toalla encima. Mi mente regresó a mi ropa, no la iba a poder usar, estaba completamente cubierta de sangre. -Si no te molesta, agradecería que me regalaras algo tuyo que ponerme.- Volví a agitar la copa en mi mano, parecía que no podía dejarla quieta.
Lo observé abriendo las alacenas y alcé una ceja. Vale, estaba frente a un inmortal, no era de esperarse que mantuviera víveres en ellas. -¿No invitas mujeres a menudo?- No era una pregunta capciosa, simplemente era de esperarse que le frecuentaran más féminas.
Serví el vino en su copa y rellené la mía, seguía bastante colocada, no era una sensación precisamente desagradable. Todo lo contrario, me sentía liberada, como si no tuviera más intereses en el mundo que decidir que podía comer. Me tendió la mano así que la tomé y comencé a inspeccionar las alacenas. No tenía nada que fuera remotamente comestible.
-En realidad hace mucho tiempo no cocino tampoco.- Lo miré de soslayo cuando dijo que ya había transcurrido tiempo desde que trajo invitadas. -¿Por qué has roto tu rutina conmigo?- Ahora lo miraba con curiosidad sin atinar a comprender del todo que le había motivado a hacerlo.
Mis pardos se detuvieron en sus labios al verle tomar de la copa. Llevé los dedos a los mios, pensando. ¿Me habían gustado sus besos o era la vitae la que propiciaba que mis sentidos se engañaran con las percepciones? Ummmm….
-Soy mala para salir a comer a restaurantes con otros.- indiqué rápidamente. Me encogí de hombros, dejando la copa sobre el mostrador. Sus manos repasaron las marcas de sus colmillos en mi pecho, y al sentirlo me percaté de que se me erizaba la piel. Tomé su mano y la analicé enredando sus dedos con los míos. Me gustaba que me tocara porque su tacto era frío. En cierta forma era como si descubriera algo nuevo, algo para mi ya enterrado, no dejaba de desconcertarme.
Solté su mano lentamente, seguro pensaría que mi conducta era de lo más extraña. Negué con la cabeza cuando me enseñó la harina, casi hubiera sonreído si pudiera. Había olvidado cómo. Había olvidado muchas cosas.
Di la vuelta y regresé al baño, recordando que había visto una camisa suya colgada al lado de una toalla. -Pide algo, soy una vikinga, me gusta la carne.- le indiqué a través de la puerta entreabierta mientras me ponía la camisa encima. Miré mi imagen en el espejo, y esta me trajo el reflejo de una sombra. Negué al verme, me lavé la cara y no volví a ver el espejo de nuevo.
Apoyé mi frente en la pared, respirando varias veces, y apreté los dientes. Seguía siendo Skadi aunque Loki creyera otra cosa, aunque todos los dioses de Asgard quisieran despojarme del último resquicio de lo que alguna vez fui.
Con centellas en la mirada volví a salir del baño y de unas cuantas zancadas me acerqué a él. Tenía que comprobar algo. Mis manos ascendieron enredándose en su negro pelo y deslicé mi lengua para encontrar la suya en un beso hambriento. Mi cuerpo se activó otra vez, volviendo a despertar, sus labios enviaron corrientes por todo mi cuerpo, quizás no era solo el efecto de su sangre. -Además… si nos quedamos aquí… podemos follar otra vez.- Apoyé mi frente en la pared, respirando varias veces, y apreté los dientes. Seguía siendo Skadi aunque Loki creyera otra cosa, aunque todos los dioses de Asgard quisieran despojarme del último resquicio de lo que alguna vez fui.
Última edición por Skadi Rendahl el Sáb Jul 08, 2017 9:11 am, editado 2 veces
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
Me encogí de hombros ante su pregunta ¿por que había roto la rutina con ella? No lo sabia, todo paso deprisa, la verdad es que a la mayoría de las damas me las ligaba una noche de taberna, mujeres de vida alegre que no les costaba enredarse conmigo en el primer callejón poco iluminado de París.
Supongo que ella era distinta, no solo porque salvo mi no vida maldita de cierta manera si no porque luchó, porque la vi ponerse en pie aun estando caída y porque su oscuridad en parte hacia compañía a la mía.
Alcé la copa para brindar con ella sin poder desdibujar la sonrisa de mis labios.
-Por que encontremos el perdón de nuestros dioses -apunté dándome cuenta que ella como yo se debatía entre la oscuridad y la luz con los dioses mirándonos en contra.
Mis dedos se deslizaron por su piel, una que se erizó bajo mi gélido contacto. No solo repasé las marcas de mis colmillos, si no las cicatrices mas profundas que surcaban cada trazo de su pecho como un lienzo que narraba gestas pasadas.
Observó mis dedos atrapando mi mano entre las suyas mientras yo no apartaba mis pardos de su boca.
-¿has encontrado algo fascinante en mi mano? -pregunté con una sonrisa.
Aseguró que en mi cocina no había nada comestible, algo que bien sabia yo y de nuevo la pregunta se sucedió escapando de sus labios.
-No se porque he roto la rutina contigo, supongo que porque eres el reflejo de mi mismo pero ademas estas buena y tenia muchas ganas de hundirme entre tus piernas -podría haber sido menos sincero, haberla envuelto en palabras de seda y tejer la maraña como la mejor de las arañas peor la verdad era esa, me apetecía ella.
La vikinga me pidió algo de ropa cómoda, la suya estaba manchada de sangre, así que le indiqué con el dedo que en el baño había una camisola y en el armario de mi cuarto algunas mas limpias en los cajones.
Sus pasos se perdieron hacia el baño no sin antes pedirme que pidiera carne.
-Como no -bromeé negando sin poder dejar de reírme.
No me imaginaba una vikinga vegetariana, claro que imagino que tampoco ella un vampiro que reza a un rosario.
Esperé a que saliera del baño guardando la harina en la armariada de la cocina, lo que no espere es que con mi camisa abrochada, con sus pies descalzos y esa mirada fiera acortara las distancias dispuesta a enredarse en un pasional beso que por supuesto correspondí ansioso.
Mis ojos oscurecieron chocando salvajes con los suyos, nos miramos un instante en el que las llamas se alzaron con fuera frente a nuestras bocas, como único combustible el aliento que escapaba pesado de ellas tras ese beso.
Me reí corta su boca cuando con la rudeza que caracterizaba a los de su especie me aseguró que quedándonos aquí podridas acabar follando.
-No voy a poner pegas a eso .-lleve su mano enredada con la mía a mi abultada entrepierna -y creo que mi estoque tampoco piensa negarse. ¿No decías que no podías mantener relaciones sexuales? -pregunté enarcando una ceja
Me marche de la casa dispuesto a comprar algo de cena, carne sin duda y conocía el lugar perfecto, una tasca que hacían carne a la brasa y que obviamente yo no frecuentaba pero cuyo olor me fascinaba cada vez que pasaba por su perta.
Pedí entrecot, patatas con guarnición, un delicioso postre y como no, una botella de vino tinto para acompañar el manjar y así volví a la casa con la cena preparada y una sonrisa de medio lado en los labios.
La vikinga se acercó hambrienta a ver lo que había comprado pero con una actitud algo infantil lo escondí a mis espaldas juntando los labios.
-¿y mi premio por ser un caballero y bajar a por tu cena? -pregunté mirándola sin perder la sonrisa.
Supongo que ella era distinta, no solo porque salvo mi no vida maldita de cierta manera si no porque luchó, porque la vi ponerse en pie aun estando caída y porque su oscuridad en parte hacia compañía a la mía.
Alcé la copa para brindar con ella sin poder desdibujar la sonrisa de mis labios.
-Por que encontremos el perdón de nuestros dioses -apunté dándome cuenta que ella como yo se debatía entre la oscuridad y la luz con los dioses mirándonos en contra.
Mis dedos se deslizaron por su piel, una que se erizó bajo mi gélido contacto. No solo repasé las marcas de mis colmillos, si no las cicatrices mas profundas que surcaban cada trazo de su pecho como un lienzo que narraba gestas pasadas.
Observó mis dedos atrapando mi mano entre las suyas mientras yo no apartaba mis pardos de su boca.
-¿has encontrado algo fascinante en mi mano? -pregunté con una sonrisa.
Aseguró que en mi cocina no había nada comestible, algo que bien sabia yo y de nuevo la pregunta se sucedió escapando de sus labios.
-No se porque he roto la rutina contigo, supongo que porque eres el reflejo de mi mismo pero ademas estas buena y tenia muchas ganas de hundirme entre tus piernas -podría haber sido menos sincero, haberla envuelto en palabras de seda y tejer la maraña como la mejor de las arañas peor la verdad era esa, me apetecía ella.
La vikinga me pidió algo de ropa cómoda, la suya estaba manchada de sangre, así que le indiqué con el dedo que en el baño había una camisola y en el armario de mi cuarto algunas mas limpias en los cajones.
Sus pasos se perdieron hacia el baño no sin antes pedirme que pidiera carne.
-Como no -bromeé negando sin poder dejar de reírme.
No me imaginaba una vikinga vegetariana, claro que imagino que tampoco ella un vampiro que reza a un rosario.
Esperé a que saliera del baño guardando la harina en la armariada de la cocina, lo que no espere es que con mi camisa abrochada, con sus pies descalzos y esa mirada fiera acortara las distancias dispuesta a enredarse en un pasional beso que por supuesto correspondí ansioso.
Mis ojos oscurecieron chocando salvajes con los suyos, nos miramos un instante en el que las llamas se alzaron con fuera frente a nuestras bocas, como único combustible el aliento que escapaba pesado de ellas tras ese beso.
Me reí corta su boca cuando con la rudeza que caracterizaba a los de su especie me aseguró que quedándonos aquí podridas acabar follando.
-No voy a poner pegas a eso .-lleve su mano enredada con la mía a mi abultada entrepierna -y creo que mi estoque tampoco piensa negarse. ¿No decías que no podías mantener relaciones sexuales? -pregunté enarcando una ceja
Me marche de la casa dispuesto a comprar algo de cena, carne sin duda y conocía el lugar perfecto, una tasca que hacían carne a la brasa y que obviamente yo no frecuentaba pero cuyo olor me fascinaba cada vez que pasaba por su perta.
Pedí entrecot, patatas con guarnición, un delicioso postre y como no, una botella de vino tinto para acompañar el manjar y así volví a la casa con la cena preparada y una sonrisa de medio lado en los labios.
La vikinga se acercó hambrienta a ver lo que había comprado pero con una actitud algo infantil lo escondí a mis espaldas juntando los labios.
-¿y mi premio por ser un caballero y bajar a por tu cena? -pregunté mirándola sin perder la sonrisa.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Noche de lobos (Skadi)(+18)
El ángel negro salió dispuesto a ir a traer algo de comer para mi. Lo observé desde el umbral de la puerta y luego con paso ligero me acerqué a la ventana. Pude verle caminando por las calles adoquinadas bajo la luz mortecina de los faroles y me senté en el alféizar de la ventana, aguardando a que su silueta volviera a reaparecer por el camino de regreso. Extrañamente no quería marcharme aún e incluso creo que me hacía cierta ilusión el saber que había ido a buscar algo para mi y que pronto le vería retornar.
Me pregunté si no sería peligroso estar pensando de esta forma. ¿No sería mejor tomar mi espada y marcharme del lugar antes de que regresara?
Negué para mis adentros, recordando lo que me había respondido, que era el reflejo de él. ¿Era cierto eso? Cerré los ojos inspirando el aire nocturno, y recordé como lo vi eliminando a los licántropos, uno por uno. Por los dioses, no sabía ni como relacionarme con alguien, era pésima para hacerlo, aún incluso desde antes de todo lo que sucedió… mi vida personal era un desastre.
Dejé escapar el aire lentamente y me mantuve adonde estaba, inmóvil, aún con la copa en la mano. Los minutos transcurrieron antes de que le viera volver y con rapidez me alejé de la ventana para ocultarme de su vista y no hacer evidente que aguardaba a verlo.
Me acerqué cuando abrió la puerta, para ser sincera estaba hambrienta y lo que traía olía delicioso. Me quedé mirándolo con sorpresa cuando habló de darle un premio e intenté ver la comida por arriba de su hombro colocándome de puntillas frente a él. Nada, que me la estaba ocultando, y si me movía para un lado él también lo hacía. -¿Un gracias es un buen premio?- Observé su reacción y por Odín, tuve ganas de echarme a reir.
Acorté el espacio entre nosotros y mi mirada se desplazó lenta sobre la de él. Mi boca se acercó para rozar la suya nuevamente, buscándose ambas, nuestros alientos mezclándose, me abrí espacio poco a poco dentro de su boca, y al hacerlo sus alas negras me acogieron, envolviéndome. Nuestras lenguas se acariciaron primero despacio, y me percaté de que quería más, por lo que el beso se tornó más profundo y salvaje logrando arrancarme un jadeo que ahogué en sus labios.
Ahora si lo había distraído lo suficiente como para burlarle la bolsa que tenía detrás de la espalda, la tomé con aire triunfal y satisfecha la llevé hasta la mesa. -Esto está delicioso.- Observé complacida lo que había escogido y lo miré un momento con la ceja enarcada, señalándole la silla al lado mio para que se acercara.
-Supongo que batallar con licántropos, que bebas de mi, y follar, es más de lo que cualquiera reclamaría como excusa para despertar el apetito.- dije, tomando asiento y recordé lo que me preguntó antes de salir por la puerta. -No podía tener relaciones sexuales.-
Recordé como había recorrido con sus dedos las cicatrices en mi pecho y me aclaré la garganta, usualmente no me gustaba que las vieran. -No hasta esta noche realmente, eres el primero en mucho tiempo. No estoy segura de por qué contigo no siento…- dejé escapar el aire. -desagrado.-
Comencé a cortar el entrecot con el cuchillo y decidí redirigir el tema de conversación hacia él. -¿Me dirás qué eres?- Volví a hacer alusión a la pregunta que le había hecho en la playa. -Tu forma de pelear… la manera en que te desplazas, es diferente a lo que vi con anterioridad. Me hace pensar que eras algún tipo de soldado.- Lo observé en silencio, ponderándolo, e inquieta al mirar sus pardos regresé a la comida.
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
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