AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La forja (privado)(+18)
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La forja (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Como todas las mañanas las primeras luces del alba entraron por el postigo de mi ventana, no podría decir que las vi, mas si sentí dos golpes en la puerta de las callosas manos de mi padre.
El trabajo en la herrería era sacrificado, supongo que como la mayoría de los trabajos de labriegos, zapateros... oficios que sacaban adelante numerosas familias a duras penas, pues los diezmos impuestos por nuestro rey no eran solo abusivos, me atrevería a decir que incluso sangrantes.
Aun así, la herrería tenia el trabajo suficiente como para poder seguir adelante, así que clavé los pies en el suelo, alargué la mano tomando el bastón que tenia al lado izquierdo del cabezal del camastro y con este, me acerqué al armario para tomar ropa limpia y colocármela antes de bajar al rustico salón.
El olor a revuelto de huevos, pan tostado y carne que hacia mi madre se podía sentir desde las escaleras de madera que crujían a cada paso. Tomamos asiento en la mesa y tras mi madre agradecer a los dioses los alimentos devoramos el copioso desayuno.
Así emprendimos mi padre y yo un nuevo día en al herrería, encendiendo el fuego para poder forjar el acero.
Teníamos bastante trabajo, pues en el norte una guerra se libraba y había demasiados manos reclutadas para blandir armas.
Mi aldea era de las mas devastadas por el férreo puño del rey, no solo porque se habían llevado gran cantidad de muchachos jóvenes que aun no tenían edad de luchar pero lo harían por una guerra que no entendían, si no porque varias vírgenes habían sido arrancadas del seno de sus familias para Odin sabe que.
Yo era ciego, no servia para los designios de nuestro rey, mi padre ya anciano para manejar la espada y sin nociones para hacerlo, le forjaba las armas, ese era el trato al que habían llegado.
Sequé el sudor de mi frente con la manga de la camisa mientras hacia una breve pausa antes de continuar dando con el martillo al acero que sobre el Yunque reposaba.
Paraba de vez en cuanto para palpar la templanza sujetándola con al mano extendida. La enfriaba para tocar el acero, acariciando la hoja para sentir si había muesca o fallo alguno que no la hiciera perfecta y de nuevo, la calentaba bajo las llamas para seguir forjandola.
La voz de una mujer preguntando por mi a mi padre hizo detener el atronador ruido.
Lo bueno de estar ciego era que le resto de mis sentidos se habían afilado con el paso del tiempo.
Me buscaba, al parecer era una de las cabecillas del ejercito del rey y mi presencia era requerida en palacio, la pregunta era ¿para que?
Dejé lo que estaba haciendo para acercarme a mi padre, porte arrogante al posar la mano sobre su hombro.
Lo conocía y estaba a punto de saltar y comentar cualquier imprudencia que bien le costaría la vida.
-Dile a nuestro rey que si pretende tener las armas para aplacar la revolución no tengo tiempo para visitas de cortesía.
Como todas las mañanas las primeras luces del alba entraron por el postigo de mi ventana, no podría decir que las vi, mas si sentí dos golpes en la puerta de las callosas manos de mi padre.
El trabajo en la herrería era sacrificado, supongo que como la mayoría de los trabajos de labriegos, zapateros... oficios que sacaban adelante numerosas familias a duras penas, pues los diezmos impuestos por nuestro rey no eran solo abusivos, me atrevería a decir que incluso sangrantes.
Aun así, la herrería tenia el trabajo suficiente como para poder seguir adelante, así que clavé los pies en el suelo, alargué la mano tomando el bastón que tenia al lado izquierdo del cabezal del camastro y con este, me acerqué al armario para tomar ropa limpia y colocármela antes de bajar al rustico salón.
El olor a revuelto de huevos, pan tostado y carne que hacia mi madre se podía sentir desde las escaleras de madera que crujían a cada paso. Tomamos asiento en la mesa y tras mi madre agradecer a los dioses los alimentos devoramos el copioso desayuno.
Así emprendimos mi padre y yo un nuevo día en al herrería, encendiendo el fuego para poder forjar el acero.
Teníamos bastante trabajo, pues en el norte una guerra se libraba y había demasiados manos reclutadas para blandir armas.
Mi aldea era de las mas devastadas por el férreo puño del rey, no solo porque se habían llevado gran cantidad de muchachos jóvenes que aun no tenían edad de luchar pero lo harían por una guerra que no entendían, si no porque varias vírgenes habían sido arrancadas del seno de sus familias para Odin sabe que.
Yo era ciego, no servia para los designios de nuestro rey, mi padre ya anciano para manejar la espada y sin nociones para hacerlo, le forjaba las armas, ese era el trato al que habían llegado.
Sequé el sudor de mi frente con la manga de la camisa mientras hacia una breve pausa antes de continuar dando con el martillo al acero que sobre el Yunque reposaba.
Paraba de vez en cuanto para palpar la templanza sujetándola con al mano extendida. La enfriaba para tocar el acero, acariciando la hoja para sentir si había muesca o fallo alguno que no la hiciera perfecta y de nuevo, la calentaba bajo las llamas para seguir forjandola.
La voz de una mujer preguntando por mi a mi padre hizo detener el atronador ruido.
Lo bueno de estar ciego era que le resto de mis sentidos se habían afilado con el paso del tiempo.
Me buscaba, al parecer era una de las cabecillas del ejercito del rey y mi presencia era requerida en palacio, la pregunta era ¿para que?
Dejé lo que estaba haciendo para acercarme a mi padre, porte arrogante al posar la mano sobre su hombro.
Lo conocía y estaba a punto de saltar y comentar cualquier imprudencia que bien le costaría la vida.
-Dile a nuestro rey que si pretende tener las armas para aplacar la revolución no tengo tiempo para visitas de cortesía.
Última edición por Aren Cannif el Lun Jun 12, 2017 3:32 pm, editado 1 vez
Aren Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: La forja (privado)(+18)
No se en que momento esa loba se creyó mi mentora, pero sus ordenes repiqueteaban en mi cabeza de forma humillante, sangrante y con un deje de desafió que me molestó de sobremanera.
Decía que el interés por mi no era por lo que era, si no por quien era.
¿Acaso creían que me importaba de donde descendía? Siempre seria el hijo de un herrero y una campesina, ellos me acogieron en su familia, me convirtieron en un hombre y poco o nada me importaba esos que me abandonaron a mi suerte en una barcaza con el cordón umbilical aun colgando de mi vientre.
Llegamos al lago, con el ceño fruncido escuché como la ropa caía al suelo, enarqué una ceja y sonreí con picardia.
-¿vamos a luchar o a follar? -pregunté con cierto tono engreído -que si necesitas un polvo, no tengo problema, ando necesitado de desfogar y mejor que una paja.
Yo no me deshice de la ropa, no era necesario tal espectáculo, simplemente me metí en el agua siguiendo su cuerpo.
-No es que no tenga reflejos, pero si la gente grita pierdo el sentido del oído y teniendo en cuenta que estoy ciego, sin poder escuchar por donde me atacan no tengo nada que hacer.
Un guantazo que no esperé me dio en la cara. Rugí encarandome a ella, mi rostro contra el suyo y sus palabras impactando contra mis labios que se entreabrieron excitados.
Me relamí tratando de buscar la calma, se que era eso lo que quería, sacarme de mi zona de confort
La dama era bipolar, tras la inmensa hostia que hacia a mi mejilla vibrar sintiendo el calor de la enrojecida piel, ahora tomaba mi mano para guiarme hacia las profundidades.
Una caricia es lo que sentía ahora, me pedía que la atacara, sin soltar mi mano como si temiera a que me ahogara.
Ladeé la sonrisa, atrayendola por la cintura hasta que nuestros cuerpos quedaron completamente pegados, mi aliento cálido contra sus húmedos labios.
-¿aquí quieres luchar? -susurré relamiendo las gotas que caían por mi rostro – creo que no es luchar lo que quieres hacer conmigo.
Nuestra nariz se rozo, mis labios se entreabrieron dejando que el aliento de ambos se fundiera dejando escapar el vaho contrastando con las temperaturas frías del exterior.
-¿por que me odias? -pregunté rozando con mis palabras su boca?
Mis manos en sus caderas, dibujando sus formas, imaginándolas en mi cabeza antes de que mi sonrisa se ladeara con cierta picardia.
-Estas muy buena
Colé mi pierna entre las suyas y de un movimiento rápido la mujer cayó completamente al gua.
No pude evitar reír alzando los brazos en señal de victoria como si fuera un niño.
La escuchaba renegar, molesta mientras mi risa seguía haciéndose patente entre ambos.
-No te enfades loba, tu quieres hacer un guerrero de mi y yo saber que hago aquí.
Decía que el interés por mi no era por lo que era, si no por quien era.
¿Acaso creían que me importaba de donde descendía? Siempre seria el hijo de un herrero y una campesina, ellos me acogieron en su familia, me convirtieron en un hombre y poco o nada me importaba esos que me abandonaron a mi suerte en una barcaza con el cordón umbilical aun colgando de mi vientre.
Llegamos al lago, con el ceño fruncido escuché como la ropa caía al suelo, enarqué una ceja y sonreí con picardia.
-¿vamos a luchar o a follar? -pregunté con cierto tono engreído -que si necesitas un polvo, no tengo problema, ando necesitado de desfogar y mejor que una paja.
Yo no me deshice de la ropa, no era necesario tal espectáculo, simplemente me metí en el agua siguiendo su cuerpo.
-No es que no tenga reflejos, pero si la gente grita pierdo el sentido del oído y teniendo en cuenta que estoy ciego, sin poder escuchar por donde me atacan no tengo nada que hacer.
Un guantazo que no esperé me dio en la cara. Rugí encarandome a ella, mi rostro contra el suyo y sus palabras impactando contra mis labios que se entreabrieron excitados.
Me relamí tratando de buscar la calma, se que era eso lo que quería, sacarme de mi zona de confort
La dama era bipolar, tras la inmensa hostia que hacia a mi mejilla vibrar sintiendo el calor de la enrojecida piel, ahora tomaba mi mano para guiarme hacia las profundidades.
Una caricia es lo que sentía ahora, me pedía que la atacara, sin soltar mi mano como si temiera a que me ahogara.
Ladeé la sonrisa, atrayendola por la cintura hasta que nuestros cuerpos quedaron completamente pegados, mi aliento cálido contra sus húmedos labios.
-¿aquí quieres luchar? -susurré relamiendo las gotas que caían por mi rostro – creo que no es luchar lo que quieres hacer conmigo.
Nuestra nariz se rozo, mis labios se entreabrieron dejando que el aliento de ambos se fundiera dejando escapar el vaho contrastando con las temperaturas frías del exterior.
-¿por que me odias? -pregunté rozando con mis palabras su boca?
Mis manos en sus caderas, dibujando sus formas, imaginándolas en mi cabeza antes de que mi sonrisa se ladeara con cierta picardia.
-Estas muy buena
Colé mi pierna entre las suyas y de un movimiento rápido la mujer cayó completamente al gua.
No pude evitar reír alzando los brazos en señal de victoria como si fuera un niño.
La escuchaba renegar, molesta mientras mi risa seguía haciéndose patente entre ambos.
-No te enfades loba, tu quieres hacer un guerrero de mi y yo saber que hago aquí.
Aren Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: La forja (privado)(+18)
Ese maldito hombre le sacaba de sus casillas. Rugió por la pregunta estúpida y sin sentido. ¿él y ella? ni en sueños. Ni aunque fuese el último hombre en la faz de la tierra. Era uno de ellos y seguro que el peor de todos. El tema de los hombres se acabó con Ubbe Cannif y fin. Ya no más sentimientos que la harían vulnerable y utilizar en su contra. Ahora, sería ella quien los utilizase a su antojo. Si algo le gustaba o agradaba, lo cogería a su antojo. ¿No se suponía que para aquel que amó fueron un par de piernas más? ella haría lo mismo, a imagen y semejanza…terminando por ser una sombra de quién fue.
Fiel y leal a los suyos, abanderaría a la victoria a la manada, orgullosa no perdería su honor. ¿Llorar por las esquinar porque un hombre insignificante no la quería? Se equivocaban, ella era mucho más fuerte que todo eso. Solo le importaba la batalla, la guerra, la victoria. Enarcó ambas cejas, así que perdía el sentido del oído si gritaban… muy mala información. Se comunicaban a gritos, dudaba mucho de que pudiese tan solo dar un paso sin ser ejecutado, una presa fácil, débil, no era un guerrero y nunca lo sería. Perdían el tiempo en intentar amoldar a ese golem que su rey deseaba, como uno de los Cannif.
-Estás muy cerca. Demasiado. -murmuró a la defensiva, sin moverse, si pretendía utilizar la misma técnica con ella lo tenía muy crudo. El acercamiento, le traicionó el subconsciente. Volvía a confundir la realidad con los recuerdos, sus ojos castaños se fijaron en sus labios, creyendo una vez más…que era otro. ese despiste le llevó al agua , él había ganado el ataque pero no se iba a quedar por vencida. No respondió a la pregunta de porqué lo odiaba, lo demostró bajo el agua.
Se impulsó bajo el agua para tomarle de las piernas con los brazos, tirar de él con fuerza y sumergirlo en el agua. Una vez dentro, sus manos se enredaron en su cuello, apretando con fuerza. El cabello acariciaba el rostro del hombre, frente contra frente. Lo sacó del agua como si no pesara nada, alzándolo y apretar un poco más, dejarle sin respiración durante unos segundos. Cuando fue suficiente, lo dejó caer , frunciendo el ceño. Ese maldito hombre no iba a hacer lo que quisiera con ella.
-Si al menos sirvieras para follar. Cosa que dudo y no es un desafío, a mí ni te me acerques ¿por qué te odio? Porque eres uno de ellos -escupió las palabras, acortando las distancias, la risa de la loba hizo eco en el lugar. -No vuelvas a tocarme -apretó con fuerza los labios, solo había estado con un hombre y el acercamiento le había hecho ser vulnerable por unos segundos. Aún sentía las manos cálidas en sus caderas, la piel erizada por el contraste del agua al de su tacto.
-No mereces más que la muerte más dolorosa, agonizante y larga… muy larga -en un par de brazadas volvió a encararle, esa mujer no tenía fin -Disfrutaré mucho sentenciándote -sonrió contra sus labios, sus piernas atraparon su cintura para caer al agua… ahora acompañada. No iba a darse por vencida. Bajo el agua cristalina, podía verle luchar por salir pero no le dejó, sus piernas volvieron a atraparlo por la cintura y atraerle hacia sí, la pelea seguía, de nuevo demasiado cerca.
Fiel y leal a los suyos, abanderaría a la victoria a la manada, orgullosa no perdería su honor. ¿Llorar por las esquinar porque un hombre insignificante no la quería? Se equivocaban, ella era mucho más fuerte que todo eso. Solo le importaba la batalla, la guerra, la victoria. Enarcó ambas cejas, así que perdía el sentido del oído si gritaban… muy mala información. Se comunicaban a gritos, dudaba mucho de que pudiese tan solo dar un paso sin ser ejecutado, una presa fácil, débil, no era un guerrero y nunca lo sería. Perdían el tiempo en intentar amoldar a ese golem que su rey deseaba, como uno de los Cannif.
-Estás muy cerca. Demasiado. -murmuró a la defensiva, sin moverse, si pretendía utilizar la misma técnica con ella lo tenía muy crudo. El acercamiento, le traicionó el subconsciente. Volvía a confundir la realidad con los recuerdos, sus ojos castaños se fijaron en sus labios, creyendo una vez más…que era otro. ese despiste le llevó al agua , él había ganado el ataque pero no se iba a quedar por vencida. No respondió a la pregunta de porqué lo odiaba, lo demostró bajo el agua.
Se impulsó bajo el agua para tomarle de las piernas con los brazos, tirar de él con fuerza y sumergirlo en el agua. Una vez dentro, sus manos se enredaron en su cuello, apretando con fuerza. El cabello acariciaba el rostro del hombre, frente contra frente. Lo sacó del agua como si no pesara nada, alzándolo y apretar un poco más, dejarle sin respiración durante unos segundos. Cuando fue suficiente, lo dejó caer , frunciendo el ceño. Ese maldito hombre no iba a hacer lo que quisiera con ella.
-Si al menos sirvieras para follar. Cosa que dudo y no es un desafío, a mí ni te me acerques ¿por qué te odio? Porque eres uno de ellos -escupió las palabras, acortando las distancias, la risa de la loba hizo eco en el lugar. -No vuelvas a tocarme -apretó con fuerza los labios, solo había estado con un hombre y el acercamiento le había hecho ser vulnerable por unos segundos. Aún sentía las manos cálidas en sus caderas, la piel erizada por el contraste del agua al de su tacto.
-No mereces más que la muerte más dolorosa, agonizante y larga… muy larga -en un par de brazadas volvió a encararle, esa mujer no tenía fin -Disfrutaré mucho sentenciándote -sonrió contra sus labios, sus piernas atraparon su cintura para caer al agua… ahora acompañada. No iba a darse por vencida. Bajo el agua cristalina, podía verle luchar por salir pero no le dejó, sus piernas volvieron a atraparlo por la cintura y atraerle hacia sí, la pelea seguía, de nuevo demasiado cerca.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Localización : Dónde tú estés.
Re: La forja (privado)(+18)
La loba tenia mal perder, lejos de tomar esto como una simple pelea, un entrenamiento que es en un principio para lo que habíamos acudido al rio, parecía una ofensa personal que la hubiera hundido en las gélidas aguas.
Salí del agua tras varios intentos de forcejear con una mujer que era una bestia.
-Que te ha ofendido que te hunda o percatarte de que me deseas -rugí desafiante contra su rostro.
Ambos completamente mojados nos retábamos como titanes, como si el infierno se hubiera abierto para nosotros en ese momento.
Resoplé contra su boca y salí de las aguas, poco me importaba lo que sus labios viperinos me decían, demasiado veneno hacia esos a los que decía que yo pertenecía.
Seguía juzgándome por dos cosas, una por ser ciego, un tullido como ella me llamaba, dos, por pertenecer a algo de l oque ni idea tenia.
Me dejé caer contra la mullida hierba, los brazos tras mi cabeza y cerré los ojos dejando que el sol calentara mi cuerpo y la ropa completamente empapada.
Estaba harto de esto, a fin de cuentas yo no había pedido venir aquí y mucho menos que esa mujer bipolar se encargara de mi.
Ella pidió al rey ser mi responsable, bien podía haberme dejado morir, pero no, tubo que intervenir para seguir torturándome con su presencia y con su conversación insufrible.
Escuché como se acercaba, enarque una ceja al sentir que le sol no llegaba sobre mi rostro.
-Podías hacerte a un lado mujer, al menos deja a este inútil tullido disfrutar de los pocos placeres que le estas dispuesta a permitir.
Mi deje sarcástico lo decía todo, pero por si no -frígida, amargada -mascullé
Alguien mas se nos acercó, era la voz de una fémina, una que parecía casi flotar sobre la hierba, se notaba la clase que desprendía por el perfume caro que ostentaba y el vestido que arrastraba pesado con ella.
-Aren, hoy se celebra la fiesta de la cosecha y el rey desea que acudas a ella.
Aquello sonaba a invitación, mas algo me decía que no podría declinar la oferta.
Abrí los labios para responder con el mismo sarcasmo utilizado con anterioridad cuando la mano de la fémina me forzó a guardar silencio.
-No soy tu enemiga Aren, ven a verme al templo después de la fiesta -susurró en mi oído antes de desaparecer como la bruma en un pantano.
Salí del agua tras varios intentos de forcejear con una mujer que era una bestia.
-Que te ha ofendido que te hunda o percatarte de que me deseas -rugí desafiante contra su rostro.
Ambos completamente mojados nos retábamos como titanes, como si el infierno se hubiera abierto para nosotros en ese momento.
Resoplé contra su boca y salí de las aguas, poco me importaba lo que sus labios viperinos me decían, demasiado veneno hacia esos a los que decía que yo pertenecía.
Seguía juzgándome por dos cosas, una por ser ciego, un tullido como ella me llamaba, dos, por pertenecer a algo de l oque ni idea tenia.
Me dejé caer contra la mullida hierba, los brazos tras mi cabeza y cerré los ojos dejando que el sol calentara mi cuerpo y la ropa completamente empapada.
Estaba harto de esto, a fin de cuentas yo no había pedido venir aquí y mucho menos que esa mujer bipolar se encargara de mi.
Ella pidió al rey ser mi responsable, bien podía haberme dejado morir, pero no, tubo que intervenir para seguir torturándome con su presencia y con su conversación insufrible.
Escuché como se acercaba, enarque una ceja al sentir que le sol no llegaba sobre mi rostro.
-Podías hacerte a un lado mujer, al menos deja a este inútil tullido disfrutar de los pocos placeres que le estas dispuesta a permitir.
Mi deje sarcástico lo decía todo, pero por si no -frígida, amargada -mascullé
Alguien mas se nos acercó, era la voz de una fémina, una que parecía casi flotar sobre la hierba, se notaba la clase que desprendía por el perfume caro que ostentaba y el vestido que arrastraba pesado con ella.
-Aren, hoy se celebra la fiesta de la cosecha y el rey desea que acudas a ella.
Aquello sonaba a invitación, mas algo me decía que no podría declinar la oferta.
Abrí los labios para responder con el mismo sarcasmo utilizado con anterioridad cuando la mano de la fémina me forzó a guardar silencio.
-No soy tu enemiga Aren, ven a verme al templo después de la fiesta -susurró en mi oído antes de desaparecer como la bruma en un pantano.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Re: La forja (privado)(+18)
Rugieron al mismo son, desafiante y a la defensiva. No respondió a su absurdez ¿desearle? Ella ya no deseaba nada, si algo lo quería, lo tomaba y no habría más historias. Cuando lo dio todo por una persona y solo recibió traición y un amor no correspondido. Ubbe Cannif se llevó su corazón para destruirlo con sus propias manos, recalcarle que tan solo fue un pasatiempo y alegaba que le advirtió que no se enamorase de él pero… ¿Acaso uno tiene la culpa de sentir? Lo amó más de lo que él imaginase pero eso ya no importaba porque su pensamiento y corazón le pertenecía a esa egipcia.
Aún con la mirada en el frente, su cuerpo tenso y su enfado aumentando más si podía. Él también la juzgaba, no había dejado de hacerlo. en sí los dos actuaban del mismo modo con el otro, un enemigo al que batir y dar fin para su libertad. ¿Por qué quería hacerle a él daño? Quizás para sentirse mejor consigo misma, o simplemente… ya había perdido toda la humanidad que le quedaba. No era rival digno para ella, en ningún aspecto, el hombre más inútil del universo.
Le observó tirado en la hierba, completamente empapado. Ella aún, seguía desnuda, disfrutando del placer de haber tomado un baño aunque no como le hubiese gustado, le encantaban los baños de espuma. Enredó los dedos en su larga cabellera oscura, estrujando el cabello para que las gotas sobrantes cayesen como un hilo de plata , en este caso, sobre él. Una manera más de torturarle, esa agua procedía de ella, seguro le molestaría aún más. sonrió, le hacía gracia ver cómo se ofuscaba, como si fuese el mal en carne y sí, eso era lo que pretendía, la viese como su verdugo.
-Tenemos visita -musitó antes de que aquella mujer se acercase, alzó la cabeza, mirándolos a ambos… sonriendo por sus palabras, aunque susurrase, lo escuchó perfectamente, una de sus ventajas como licántropo. No dijo nada, simplemente se echó a reír cuando desapareció, aunque sirviese al rey ella no era bien recibida. Chasqueó la lengua, tomando su ropa y comenzar a vestirse, su silencio era peor que mil golpes. No dejó de gruñir en ningún instante, si iba a la fiesta no podía impedírselo… eran deseos de su rey.
-Levanta tu culo inútil y sígueme, conseguiré ropa apropiada para tu evento. ¿Qué? mi rey te reclama, ella te reclama… al contrario, yo sí que soy tu enemiga -escupió las palabras, volviendo hacia la casa. Antes de nada, pidió con unas indicaciones específicas cómo quería la ropa, uno de los suyos se encargaría de ello. El hambre acechaba, algunos hermanos suyos celebraban alguna especie de celebración, carne asada como plato principal. Debería de darle algunos consejos antes de la gloriosa noche, es más, tendría que acompañarle, no iba a dejarlo solo por si escapaba.
-Seré tu acompañante, me da igual que no quieras. No vas a escabullirte, me vestiré como es debido y tranquilo, no te vestiré como bufón de la corte… irás presentable. Y… hazme caso, no se te ocurra contraatacar al rey, desobedecerle y menos cabrearme. Estaré allí, vigilando cada uno de tus pasos, seré tu sombra… te acecharé como la muerte -le acercó un trozo de carne, sus dedos se entrelazaron al él tomar el trozo… ella apartó la mano como si quemase, rehuía de él… en realidad pudo percatarse que ella se apartaba de todo aquel contacto masculino. El sexo opuesto era su enemigo.
Aún con la mirada en el frente, su cuerpo tenso y su enfado aumentando más si podía. Él también la juzgaba, no había dejado de hacerlo. en sí los dos actuaban del mismo modo con el otro, un enemigo al que batir y dar fin para su libertad. ¿Por qué quería hacerle a él daño? Quizás para sentirse mejor consigo misma, o simplemente… ya había perdido toda la humanidad que le quedaba. No era rival digno para ella, en ningún aspecto, el hombre más inútil del universo.
Le observó tirado en la hierba, completamente empapado. Ella aún, seguía desnuda, disfrutando del placer de haber tomado un baño aunque no como le hubiese gustado, le encantaban los baños de espuma. Enredó los dedos en su larga cabellera oscura, estrujando el cabello para que las gotas sobrantes cayesen como un hilo de plata , en este caso, sobre él. Una manera más de torturarle, esa agua procedía de ella, seguro le molestaría aún más. sonrió, le hacía gracia ver cómo se ofuscaba, como si fuese el mal en carne y sí, eso era lo que pretendía, la viese como su verdugo.
-Tenemos visita -musitó antes de que aquella mujer se acercase, alzó la cabeza, mirándolos a ambos… sonriendo por sus palabras, aunque susurrase, lo escuchó perfectamente, una de sus ventajas como licántropo. No dijo nada, simplemente se echó a reír cuando desapareció, aunque sirviese al rey ella no era bien recibida. Chasqueó la lengua, tomando su ropa y comenzar a vestirse, su silencio era peor que mil golpes. No dejó de gruñir en ningún instante, si iba a la fiesta no podía impedírselo… eran deseos de su rey.
-Levanta tu culo inútil y sígueme, conseguiré ropa apropiada para tu evento. ¿Qué? mi rey te reclama, ella te reclama… al contrario, yo sí que soy tu enemiga -escupió las palabras, volviendo hacia la casa. Antes de nada, pidió con unas indicaciones específicas cómo quería la ropa, uno de los suyos se encargaría de ello. El hambre acechaba, algunos hermanos suyos celebraban alguna especie de celebración, carne asada como plato principal. Debería de darle algunos consejos antes de la gloriosa noche, es más, tendría que acompañarle, no iba a dejarlo solo por si escapaba.
-Seré tu acompañante, me da igual que no quieras. No vas a escabullirte, me vestiré como es debido y tranquilo, no te vestiré como bufón de la corte… irás presentable. Y… hazme caso, no se te ocurra contraatacar al rey, desobedecerle y menos cabrearme. Estaré allí, vigilando cada uno de tus pasos, seré tu sombra… te acecharé como la muerte -le acercó un trozo de carne, sus dedos se entrelazaron al él tomar el trozo… ella apartó la mano como si quemase, rehuía de él… en realidad pudo percatarse que ella se apartaba de todo aquel contacto masculino. El sexo opuesto era su enemigo.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Re: La forja (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa al escuchar a la loba pedirme que levantara mi culo inútil de la hierba, me relamí los labios escuchando sus palabras sin hacerle el menor caso, la verdad es que se estaba bien en ese sitio, con el sol secando mis ropas.
-¿Siempre eres tan cariñosa? -pregunté con cierta diversión en mi voz.
Abrí los ojos que tenia cerrados los ojos, mientras incorporaba mi torso para levantarme y seguirla hacia su casa.
-si no te conociera diría que estas celosa ¿tienes algo con la mujer esa? -bromeé sin poder evitar echarme a reír.
No me había pasado desapercibido el asco que le tenia a los hombres, al menos a mi...y teniendo en cuenta que no me conocía de nada, dos posibilidades barajaba, una que le gustaran las mujeres o dos que odiara a los tullidos.
La seguí hasta la casucha donde vivía, ella guió mi paso tratando de que no me cayera por el camino.
El olor a carne agudizo mis sentidos, cocinada frente a las brasas de un inmenso fuego no pude evitar realmente mientras mis tripas gruñían ambientas.
Nos adentramos en el caserón, ella daba indicaciones a sus hombres para que nos consiguieran algo de ropa decente y algo me decía que no iba a poder declinar aquella invitación.
-¿eso es una cita? -pregunté con la misma ironía de la que había hecho gala todo el día cuando aseguró que me acompañaría.
Reí por como decía esas palabras y casi las repetí mentalmente “te acecharé, seré tu sombra, ...”
-Te han dicho alguna vez que diciendo esas sandeces pareces una acosadora ¿que tal si meramente me dices que vendrás conmigo porque te gusta mi compañía y no quieres que me meta en ningún lio?
Alargué la mano para tomar el trozo de carne que me ofrecía, como no, a tientas tuve que rozar su mano para hacerme con la comida.
Como si mi piel quemara apartó su mano, algo que de nuevo despertó en mi la risa.
-Estoy ciego loba, peor te aseguro que Odin no me ha condenado también con la lepra -bromeé llevando la carne a mi boca para comérmela.
Acabada la comida y tras entrenar un rato en le patio de armas ambo nos preparamos para esa fiesta de la cosecha que algo me decía no iba a ser tranquila.
El rey era de esos hombres que no daban puntada sin hilo y estaba seguro que algo buscaba de mi..algo que aun no lograba entender pues como bien decía la loba yo era mucho menos útil que cualquiera de los guerreros forjados para la batalla, solo era un herrero.
La gente bailaba por las calles en cada puesto la hidromiel corría a raudales y las carnes ahumadas y bien condimentadas eran servidas a los viandantes.
Ambos con una jarra en la mano nos dejamos embriagar por el ambiente, bueno, yo mas que ella, pues juraría que a esa mujer le habían metido un palo por el culo.
-Por una noche no te puedes dejar llevar -dije golpeando con mi jarra la ajena antes de darle otro trago.
-¿Siempre eres tan cariñosa? -pregunté con cierta diversión en mi voz.
Abrí los ojos que tenia cerrados los ojos, mientras incorporaba mi torso para levantarme y seguirla hacia su casa.
-si no te conociera diría que estas celosa ¿tienes algo con la mujer esa? -bromeé sin poder evitar echarme a reír.
No me había pasado desapercibido el asco que le tenia a los hombres, al menos a mi...y teniendo en cuenta que no me conocía de nada, dos posibilidades barajaba, una que le gustaran las mujeres o dos que odiara a los tullidos.
La seguí hasta la casucha donde vivía, ella guió mi paso tratando de que no me cayera por el camino.
El olor a carne agudizo mis sentidos, cocinada frente a las brasas de un inmenso fuego no pude evitar realmente mientras mis tripas gruñían ambientas.
Nos adentramos en el caserón, ella daba indicaciones a sus hombres para que nos consiguieran algo de ropa decente y algo me decía que no iba a poder declinar aquella invitación.
-¿eso es una cita? -pregunté con la misma ironía de la que había hecho gala todo el día cuando aseguró que me acompañaría.
Reí por como decía esas palabras y casi las repetí mentalmente “te acecharé, seré tu sombra, ...”
-Te han dicho alguna vez que diciendo esas sandeces pareces una acosadora ¿que tal si meramente me dices que vendrás conmigo porque te gusta mi compañía y no quieres que me meta en ningún lio?
Alargué la mano para tomar el trozo de carne que me ofrecía, como no, a tientas tuve que rozar su mano para hacerme con la comida.
Como si mi piel quemara apartó su mano, algo que de nuevo despertó en mi la risa.
-Estoy ciego loba, peor te aseguro que Odin no me ha condenado también con la lepra -bromeé llevando la carne a mi boca para comérmela.
Acabada la comida y tras entrenar un rato en le patio de armas ambo nos preparamos para esa fiesta de la cosecha que algo me decía no iba a ser tranquila.
El rey era de esos hombres que no daban puntada sin hilo y estaba seguro que algo buscaba de mi..algo que aun no lograba entender pues como bien decía la loba yo era mucho menos útil que cualquiera de los guerreros forjados para la batalla, solo era un herrero.
La gente bailaba por las calles en cada puesto la hidromiel corría a raudales y las carnes ahumadas y bien condimentadas eran servidas a los viandantes.
Ambos con una jarra en la mano nos dejamos embriagar por el ambiente, bueno, yo mas que ella, pues juraría que a esa mujer le habían metido un palo por el culo.
-Por una noche no te puedes dejar llevar -dije golpeando con mi jarra la ajena antes de darle otro trago.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: La forja (privado)(+18)
No era ningún secreto que entre los dos hubiese esa tensión extraña en la que nos atacábamos continuamente y yo era la primera que lo admitía. Una sonrisa en mi rostro al oír si era una cita, no lo era , sí una tortura sin fin el tener que estar detrás de él desde el alba hasta el anochecer. Mi objetivo era claro, deshacerme de él , ser el primer Cannif al que destruir con mis propias manos y mi venganza haría más que empezar, tras el abandonado Cannif vendrían los demás…dejando a Ubbe para el final, la guinda del pastel.
Apreté los labios, lo había tocado y la sensación se convirtió en un calambre que me supo a poco, quise evitar. Comí la carne aprisa, necesitaba descansar y apartar toda idea estúpida de mi cabeza, eso no significaba nada porque no, solo lo deseaba de un modo…matándolo pero…todo a su tiempo, para eso tenía primero que saber quién era y porqué mi venganza…no era otra que deshacerme de él. Me despedí de él con una amenaza de que iría a buscarle, nada parecido a esa cita de la que nombraba.
Mientras untaba mi cuerpo en aceites y prendía unas rosas blancas en mi cabello, me miré en mi pequeño espejo. Tuve que alejarme unos pasos, di una vuelta sobre sí misma y sonreí por el resultado. Mi vestido no era lujoso, de gasa, blanco como la nieve, tirantes que caían deslizándose por mis hombros, dejando a la vista mis hombros, mi piel morena. No tardaron las miradas a mi persona, estaban acostumbrados a verme de otro modo. Llena de barro, ropa de guerrera o en mi estado lican pero no así. La última vez que me vestí así fue una noche en la que iba a encontrarme con Ubbe y él no apareció.
-Por una noche puedes cerrar el pico, ciego y sordo…serías el hombre perfecto-me mordí el labio inferior rabiosa, sacaba lo peor de mí pero…llevaba razón. Podía perfectamente dejarme llevar y no estar a la defensiva. Choqué su jarra con la de él, dándole un buen trago, no lo apreciaría pero una sonrisa se dibujó en mi rostro, murmullos acerca de mi sonrisa… había vuelto a sonreír después de tanto tiempo -Espero que sepas bailar, dicen que si lo haces bien, en el lecho tu amante no tendrá queja así que… ven, vamos -
Tiré de su mano libre, derramé una parte de la bebida y mi risa, no fue esa irónica a la que estaba acostumbrada. La música me ponía de buen humor. Reí mientras daba vueltas a la hoguera sin soltarle, sentía el calor abrasarme la piel, el cansancio del primer baile…mi piel perlada en sudor por el esfuerzo. Sonreí ampliamente al arrebatarle la jarra y dejarla a buen recaudo, no la necesitábamos para bailar.
-Por una noche te puedes dejar llevar. Sé que puedes hacerlo mejor, considéralo parte del entrenamiento -tiré de él con tanta fuerza que sin poder evitarlo, nuestros cuerpos chocaron, busqué su mirada sin éxito. Él no me vería nunca, no podría saber cómo iba vestida, ni mi cuerpo, mis ojos, mi sonrisa. Me lo estaba pasando bien, le intentaba enseñar bailar , guiarle en mis pasos y por un momento, quise que lo hiciera… me mirase a los ojos, no sabía porqué pero lo deseé.
La música alegre cesó, un aplauso general y nuestras respiraciones se entrelazaban al unísono. Suspiré largamente, colocándome el cabello, mis flores abandonaron su lugar. Una de las rosas blancas, la desprendí de mi pelo y siseé para que guardase silencio. La coloqué en su ropa, como si de algún modo dejase claro que él estaba conmigo y que no se le ocurriesen tan siquiera acercarse. No sé porqué lo hice, fruto de la noche , del momento… solo sé que me eché a reír , intentando quitarle hierro al asunto. Mi mano seguía apoyada en su pecho, era incapaz de moverme…me sentía bien después de tanto tiempo, me estaba dejando llevar…y eso no sé si era bueno , si lo hacía por despecho.
-Te esperan, Aren. Te espera quien no es tu enemiga -repitió las mismas palabras de aquella mujer y me aparté. Era hora de dejarle marchar a su suerte, si lo requería el rey… yo no era nadie para interponerme -Esto no significa nada -apenas susurré, no fue un reproche, en realidad no supe lo que era… solo me alejé unos pasos de él. dejándole fuese a su destino.
Apreté los labios, lo había tocado y la sensación se convirtió en un calambre que me supo a poco, quise evitar. Comí la carne aprisa, necesitaba descansar y apartar toda idea estúpida de mi cabeza, eso no significaba nada porque no, solo lo deseaba de un modo…matándolo pero…todo a su tiempo, para eso tenía primero que saber quién era y porqué mi venganza…no era otra que deshacerme de él. Me despedí de él con una amenaza de que iría a buscarle, nada parecido a esa cita de la que nombraba.
Mientras untaba mi cuerpo en aceites y prendía unas rosas blancas en mi cabello, me miré en mi pequeño espejo. Tuve que alejarme unos pasos, di una vuelta sobre sí misma y sonreí por el resultado. Mi vestido no era lujoso, de gasa, blanco como la nieve, tirantes que caían deslizándose por mis hombros, dejando a la vista mis hombros, mi piel morena. No tardaron las miradas a mi persona, estaban acostumbrados a verme de otro modo. Llena de barro, ropa de guerrera o en mi estado lican pero no así. La última vez que me vestí así fue una noche en la que iba a encontrarme con Ubbe y él no apareció.
-Por una noche puedes cerrar el pico, ciego y sordo…serías el hombre perfecto-me mordí el labio inferior rabiosa, sacaba lo peor de mí pero…llevaba razón. Podía perfectamente dejarme llevar y no estar a la defensiva. Choqué su jarra con la de él, dándole un buen trago, no lo apreciaría pero una sonrisa se dibujó en mi rostro, murmullos acerca de mi sonrisa… había vuelto a sonreír después de tanto tiempo -Espero que sepas bailar, dicen que si lo haces bien, en el lecho tu amante no tendrá queja así que… ven, vamos -
Tiré de su mano libre, derramé una parte de la bebida y mi risa, no fue esa irónica a la que estaba acostumbrada. La música me ponía de buen humor. Reí mientras daba vueltas a la hoguera sin soltarle, sentía el calor abrasarme la piel, el cansancio del primer baile…mi piel perlada en sudor por el esfuerzo. Sonreí ampliamente al arrebatarle la jarra y dejarla a buen recaudo, no la necesitábamos para bailar.
-Por una noche te puedes dejar llevar. Sé que puedes hacerlo mejor, considéralo parte del entrenamiento -tiré de él con tanta fuerza que sin poder evitarlo, nuestros cuerpos chocaron, busqué su mirada sin éxito. Él no me vería nunca, no podría saber cómo iba vestida, ni mi cuerpo, mis ojos, mi sonrisa. Me lo estaba pasando bien, le intentaba enseñar bailar , guiarle en mis pasos y por un momento, quise que lo hiciera… me mirase a los ojos, no sabía porqué pero lo deseé.
La música alegre cesó, un aplauso general y nuestras respiraciones se entrelazaban al unísono. Suspiré largamente, colocándome el cabello, mis flores abandonaron su lugar. Una de las rosas blancas, la desprendí de mi pelo y siseé para que guardase silencio. La coloqué en su ropa, como si de algún modo dejase claro que él estaba conmigo y que no se le ocurriesen tan siquiera acercarse. No sé porqué lo hice, fruto de la noche , del momento… solo sé que me eché a reír , intentando quitarle hierro al asunto. Mi mano seguía apoyada en su pecho, era incapaz de moverme…me sentía bien después de tanto tiempo, me estaba dejando llevar…y eso no sé si era bueno , si lo hacía por despecho.
-Te esperan, Aren. Te espera quien no es tu enemiga -repitió las mismas palabras de aquella mujer y me aparté. Era hora de dejarle marchar a su suerte, si lo requería el rey… yo no era nadie para interponerme -Esto no significa nada -apenas susurré, no fue un reproche, en realidad no supe lo que era… solo me alejé unos pasos de él. dejándole fuese a su destino.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/05/2017
Localización : Dónde tú estés.
Re: La forja (privado)(+18)
Palpé el traje que había dejado sobre el lecho, desconocía el color, pero por el tacto podía hacerme una idea de como era y tras ponérmelo como quedaría.
A decir verdad parecía hecho a medida, la loba había acertado por completo.
Por ultimo me peleé con el nudo de la corbata, desistiendo finalmente para dejarla caer abierta sobre mi camisa.
El hijo del herrero no solía acudir a este tipo de fiestas, así que era lógico que no supiera hacer el nudo a una corbata, esperaba su majestad me disculpara, pues para bailar frente a una hoguera, con unos pantalones cómodos y una camisola bastaba.
La puerta se abrió, olía a rosas, jazmín y aceites lo que me llevó a ladear la sonrisa, sin duda alguna se había preparado para la cita.
-Una pena no poder ver lo guapa que te has puesto para mi -musite con cierta ironía mientras me acercaba a ella extendía la mano para tocar sus hombros medio descubiertos, la gasa del vestido y el vuelo de la falda.
-¿de que color es? -pregunté con una picara sonrisa.
La escuché resoplar y sin dudarlo tiró de mi perdiéndonos entre las gentes, los puestos distintos llenos de carne mechada, a la brasa y grandes jarras de cerveza negra, hidromiel.
Bebíamos entre risas mientras íbamos acercándonos al palacio, la loba se detuvo frente a un fuego, el calor que desprendía era inmenso y tiró de mi haciendo que la jarra se desbordará ligeramente.
Me eche a reír, por primera vez los dos dejábamos a un lado los problemas personales y nos limitábamos a disfrutar de la fiesta.
-No se bailar -bromeé entre risas deteniéndome frente a ella. El candor del fuego golpeaba mi rostro, alargué las manos tomándola por la cintura y me acompasé a sus movimientos que pronto unieron sus cuerpos.
Su espalda contra mi pecho, podía sentir su curvilíneo cuerpo rozar el propio, mi aliento entrecortado mecía su pelo y de vez en cuando impactaba en sus entreabiertos labios pues se giraba para verme reír por encima del hombro.
La música sonaba rítmica, los tambores marcaban cada golpe en el tiempo y finalmente su mano contra mi pecho, podía sentir como si respiración impactaba violenta contra la mía.
Mis dedos surcaron su cintura ascendiendo, estábamos muy cerca, me relamí los labios cuando mi dedo se paseó por su mejilla, deslizándose hasta su boca, allí acaricié su labio inferior, desplazándolo sutilmente haca abajo para acercar mi boca hacia esa posición.
Por un momento fue como si la música se detuviera, el silencio nos embargó y solo su voz me sacó de aquella ensoñación.
Me decía que era hora de que acudiera al templo a ver a esa que no era mi enemiga a diferencia de ella.
-¿creía que antes tenia que visitar al rey? -dije enarcando una ceja -ya te quieres librar de mi bromeé al sentir como daba varios pasos hacia atrás -¿te intimido? -sentencie -solo soy un ciego ¿no? -alegué en mi defensa mientras le tendía la mano -si me dejas aquí entre tanta gente dudo llegue a palacio y teniendo en cuenta que soy tu responsabilidad -le recordé con astucia dedicándole una picara sonrisa.
A decir verdad parecía hecho a medida, la loba había acertado por completo.
Por ultimo me peleé con el nudo de la corbata, desistiendo finalmente para dejarla caer abierta sobre mi camisa.
El hijo del herrero no solía acudir a este tipo de fiestas, así que era lógico que no supiera hacer el nudo a una corbata, esperaba su majestad me disculpara, pues para bailar frente a una hoguera, con unos pantalones cómodos y una camisola bastaba.
La puerta se abrió, olía a rosas, jazmín y aceites lo que me llevó a ladear la sonrisa, sin duda alguna se había preparado para la cita.
-Una pena no poder ver lo guapa que te has puesto para mi -musite con cierta ironía mientras me acercaba a ella extendía la mano para tocar sus hombros medio descubiertos, la gasa del vestido y el vuelo de la falda.
-¿de que color es? -pregunté con una picara sonrisa.
La escuché resoplar y sin dudarlo tiró de mi perdiéndonos entre las gentes, los puestos distintos llenos de carne mechada, a la brasa y grandes jarras de cerveza negra, hidromiel.
Bebíamos entre risas mientras íbamos acercándonos al palacio, la loba se detuvo frente a un fuego, el calor que desprendía era inmenso y tiró de mi haciendo que la jarra se desbordará ligeramente.
Me eche a reír, por primera vez los dos dejábamos a un lado los problemas personales y nos limitábamos a disfrutar de la fiesta.
-No se bailar -bromeé entre risas deteniéndome frente a ella. El candor del fuego golpeaba mi rostro, alargué las manos tomándola por la cintura y me acompasé a sus movimientos que pronto unieron sus cuerpos.
Su espalda contra mi pecho, podía sentir su curvilíneo cuerpo rozar el propio, mi aliento entrecortado mecía su pelo y de vez en cuando impactaba en sus entreabiertos labios pues se giraba para verme reír por encima del hombro.
La música sonaba rítmica, los tambores marcaban cada golpe en el tiempo y finalmente su mano contra mi pecho, podía sentir como si respiración impactaba violenta contra la mía.
Mis dedos surcaron su cintura ascendiendo, estábamos muy cerca, me relamí los labios cuando mi dedo se paseó por su mejilla, deslizándose hasta su boca, allí acaricié su labio inferior, desplazándolo sutilmente haca abajo para acercar mi boca hacia esa posición.
Por un momento fue como si la música se detuviera, el silencio nos embargó y solo su voz me sacó de aquella ensoñación.
Me decía que era hora de que acudiera al templo a ver a esa que no era mi enemiga a diferencia de ella.
-¿creía que antes tenia que visitar al rey? -dije enarcando una ceja -ya te quieres librar de mi bromeé al sentir como daba varios pasos hacia atrás -¿te intimido? -sentencie -solo soy un ciego ¿no? -alegué en mi defensa mientras le tendía la mano -si me dejas aquí entre tanta gente dudo llegue a palacio y teniendo en cuenta que soy tu responsabilidad -le recordé con astucia dedicándole una picara sonrisa.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: La forja (privado)(+18)
La búsqueda y la batalla, mis obligaciones como alfa…me habían alejado de ser una mujer normal. Un respiro a mi mente, mi corazón y mi sed de venganza. Yo misma elegí su atuendo, sabía lo importante que era esa noche para el Rey, sus más allegados conocerían la identidad del perdido Cannif y el cual, tenía en su poder. Azul oscuro, elegante y discreto. Cuando le vi , sonreí de medio lado, no le quedaba tan mal como llegué a pensar, la verdad pensé que no lo rellenaría, su falta de musculatura…además de no ser muy alto.
-Blanco. -solo dije el color, no iba a empezar una disputa. No me arreglé así para él, si no para mí misma -No hace falta que jures que no sabes bailar, se nota. -fue un momento extraño, en vez de guiarme era yo quien lo guiaba. Me hacía gracia como intentaba seguirme sin éxito, mi risa terminó en una sonrisa amplia y de lo más divertida. No esperé su gesto, me bloqueó por completo. Ni el arma más afilada y mortal se asemejaba al tacto de sus dedos. Dibujaron mis labios sin saber muy bien porqué lo hizo.
Mi cabeza, gritaba un “páralo, detenlo” pero mis labios se entreabrieron, descubriendo su caricia. Era la primera vez que me sentía de esa manera, especial, como si realmente él quisiese quedarse conmigo de ese modo. Mis labios se cerraron, impotentes. No pude evitarlo y es que ¿en qué demonios pensaba? Seguro era una treta para confundirme , conseguir su objetivo y marcharse pues le secuestré, estaba allí en contra de su voluntad. Y de verdad pensé en que iba a besarme, pensamiento que me hizo reír de puro nerviosismo, alejándome un paso hacia atrás y evitarlo, ya había sufrido bastante y ningún hombre volvería a jugar conmigo.
-¿Intimidarme? No seas ridículo -me sonrojé ligeramente, tomándole de la mano y comenzar a caminar hacia ningún destino en concreto, no iba a llevarle ante el rey…hasta pasada la media noche no iba a recibirnos, sus fiestas comenzaban a esa hora de la noche. La fiesta al aire libre, en donde nos acogía sin distinciones. Él un preso y yo el alfa de mi manada, para ellos éramos solo dos jóvenes que se unían a la celebración. Celebraban la llegada del verano, apenas en unos días daría comienzo.
Un grupo de niñas se acercaron a nosotros, me pidieron que me pusiese a su altura para colocarme una diadema de flores naturales que se hacían para esta ocasión. Mi sonrisa y mi beso a cada una de ellas, fue mi gratitud. Él no me conocía, no era un bárbaro todo el tiempo y esa noche tampoco es que fuésemos distintos pero sí nosotros mismos. No lo pensé, tomé su mano para guiarla a mi cabeza y pudiese deleitarse en el tacto de las flores, viese a su modo lo que me habían regalado. Mientras tanto, las niñas con las flores sobrantes, arrancaron pétalos para ir lanzándolos a los jóvenes enamorados, las parejas del lugar.
-Creen que tú y yo… -sonreí, riendo ligeramente de fondo la voz infantil cantando canciones de buenos deseos a los enamorados -Me dijiste que no sabes bailar. Te enseñaré. Es parte del entrenamiento, sé que lo repito…pero es que es por eso. Tendrás que bailar en la corte cuando acudas a las fiestas, quien sabe si allí halles más de lo que crees. Respuestas y conozcas quien realmente no piense que eres un completo desastre -pese a mis palabras, lo dije en tono divertido.
Seguíamos allí, lo miraba con curiosidad, parecía que todo esto era nuevo para él. Tomé ambas manos, colocando una en su cintura y la otra enredándola entre mis dedos. Siseé, golpeando ligeramente los pies para que se echase hacia atrás y siguiese el ritmo. Me piso incontables veces pero poco a poco la música se fue animando, alcé ambas manos entrelazadas para dar una vuelta sobre mí misma y acercarme a él. alguien fue más torpe que nosotros, dio un traspiés y se chocó conmigo. Tuve que aferrarme a él, mi frente se apoyó en la suya…dejando escapar un suspiro, deteniendo el baile por un instante.
Cuando volví a buscar su mirada y no la encontré, mis orbes se desviaron a sus labios, ambos entreabiertos , cansados por el baile.
-Sé que hay una manera de que sepas cómo soy. Tocándome. Hazlo ¿no tienes curiosidad? y ten cuidado dónde tocas, puede que te quedes sin una mano -mi amenaza con lo que le había pedido no tenía paragón, le amenacé pero amgos sabíamos que aunque esa noche fuese diferente, mañana seríamos de nuevo enemigos.
-Blanco. -solo dije el color, no iba a empezar una disputa. No me arreglé así para él, si no para mí misma -No hace falta que jures que no sabes bailar, se nota. -fue un momento extraño, en vez de guiarme era yo quien lo guiaba. Me hacía gracia como intentaba seguirme sin éxito, mi risa terminó en una sonrisa amplia y de lo más divertida. No esperé su gesto, me bloqueó por completo. Ni el arma más afilada y mortal se asemejaba al tacto de sus dedos. Dibujaron mis labios sin saber muy bien porqué lo hizo.
Mi cabeza, gritaba un “páralo, detenlo” pero mis labios se entreabrieron, descubriendo su caricia. Era la primera vez que me sentía de esa manera, especial, como si realmente él quisiese quedarse conmigo de ese modo. Mis labios se cerraron, impotentes. No pude evitarlo y es que ¿en qué demonios pensaba? Seguro era una treta para confundirme , conseguir su objetivo y marcharse pues le secuestré, estaba allí en contra de su voluntad. Y de verdad pensé en que iba a besarme, pensamiento que me hizo reír de puro nerviosismo, alejándome un paso hacia atrás y evitarlo, ya había sufrido bastante y ningún hombre volvería a jugar conmigo.
-¿Intimidarme? No seas ridículo -me sonrojé ligeramente, tomándole de la mano y comenzar a caminar hacia ningún destino en concreto, no iba a llevarle ante el rey…hasta pasada la media noche no iba a recibirnos, sus fiestas comenzaban a esa hora de la noche. La fiesta al aire libre, en donde nos acogía sin distinciones. Él un preso y yo el alfa de mi manada, para ellos éramos solo dos jóvenes que se unían a la celebración. Celebraban la llegada del verano, apenas en unos días daría comienzo.
Un grupo de niñas se acercaron a nosotros, me pidieron que me pusiese a su altura para colocarme una diadema de flores naturales que se hacían para esta ocasión. Mi sonrisa y mi beso a cada una de ellas, fue mi gratitud. Él no me conocía, no era un bárbaro todo el tiempo y esa noche tampoco es que fuésemos distintos pero sí nosotros mismos. No lo pensé, tomé su mano para guiarla a mi cabeza y pudiese deleitarse en el tacto de las flores, viese a su modo lo que me habían regalado. Mientras tanto, las niñas con las flores sobrantes, arrancaron pétalos para ir lanzándolos a los jóvenes enamorados, las parejas del lugar.
-Creen que tú y yo… -sonreí, riendo ligeramente de fondo la voz infantil cantando canciones de buenos deseos a los enamorados -Me dijiste que no sabes bailar. Te enseñaré. Es parte del entrenamiento, sé que lo repito…pero es que es por eso. Tendrás que bailar en la corte cuando acudas a las fiestas, quien sabe si allí halles más de lo que crees. Respuestas y conozcas quien realmente no piense que eres un completo desastre -pese a mis palabras, lo dije en tono divertido.
Seguíamos allí, lo miraba con curiosidad, parecía que todo esto era nuevo para él. Tomé ambas manos, colocando una en su cintura y la otra enredándola entre mis dedos. Siseé, golpeando ligeramente los pies para que se echase hacia atrás y siguiese el ritmo. Me piso incontables veces pero poco a poco la música se fue animando, alcé ambas manos entrelazadas para dar una vuelta sobre mí misma y acercarme a él. alguien fue más torpe que nosotros, dio un traspiés y se chocó conmigo. Tuve que aferrarme a él, mi frente se apoyó en la suya…dejando escapar un suspiro, deteniendo el baile por un instante.
Cuando volví a buscar su mirada y no la encontré, mis orbes se desviaron a sus labios, ambos entreabiertos , cansados por el baile.
-Sé que hay una manera de que sepas cómo soy. Tocándome. Hazlo ¿no tienes curiosidad? y ten cuidado dónde tocas, puede que te quedes sin una mano -mi amenaza con lo que le había pedido no tenía paragón, le amenacé pero amgos sabíamos que aunque esa noche fuese diferente, mañana seríamos de nuevo enemigos.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Re: La forja (privado)(+18)
Tiró de mi mano para llevarme bien no se donde, pero sonreí, la música era animada, también la comida y porque no las jarras que calentaban nuestra garganta. Avanzamos entre la multitud hasta que las voces de unas niñas detuvieron el avance de ambos.
Ladeé la sonrisa al notar como nos tiraban pétalos para garantizar la fertilidad cuando al final de la noche nos acostáramos.
Para nosotros los vikingos es sexo no era un tabú, desde nuestra tierna infancia escuchábamos a nuestros padres fornicar y sabíamos que eso era lo normal.
Tener una gran prole nos garantizaba el linaje, eramos lo que eramos porque nuestra sangre corría enérgica por las venas, bárbaros nos llamaban los cristianos, tampoco se equivocaban.
Bry me acercó a ella para que pudiera tocar las flores, llevó mi mano hasta su cabeza y lentamente acaricié las rosas mezcladas con flores mas pequeñas que intuí eran jazmín por el olor que desprendían y la forma de sus hojas.
No me detuve ahí.
Mis dedos bajaron hasta alcanzar un mechón de su pelo, ligeramente ondulado se deslizo por la yema de mis dedos hasta caer por debajo de sus hombros perdiéndose por completo.
-¿de que color es? -volví a preguntar sintiendo su aliento chocar con mis labios.
Yo no era capaz de ver, al menos no como lo hace el resto del mundo pero por contra sentía de un modo mucho mas profundo, quizás el ciego no era el que de forma mas errónea veía el mundo.
La loba ahora decidía entre risas dejarme danzar con ella, no solo eso alegaba que era parte de mi entrenamiento lo que me hizo alzar la ceja un par de veces poniendo cara de tenerla en el bote.
Su mano golpeo mi pecho y los dos nos echamos a reír, porque por una noche podíamos olvidar que eramos enemigos.
Di un trago de la jarra y de nuevo me la arrebató para dejarla a un lado.
Llevo mi mano a su espalda y yo la deslicé hasta justo el inicio de su culo.
No vi su mirada, solo el aliento de sus labios impactar en mi rostro y me encogí de hombros intuyendo que me quería decir que devolviera mi mano a su espalda y que dejara su culo tranquilo.
Ni caso le hice, así que enredando la otra mano empezamos a bailar.
Mil veces la pise, mil veces nos reímos, claro que peores había, porque la mujer fue golpeada e impulsada contra mis labios.
A escasos centímetros abrí los labios, me relamí al percibir su aliento impactar en ellos.
-¿has fingido tropezar? -le pregunté con picardia.
Me dijo que podía tocar para ver como era ella, claro que no dudó en amenazarme.
-Estas ciego, si se me va la mano..es un accidente -susurré contra sus labios casi acariciándolos.
Mis manso se pasearon por su rostro, dibujando sus ojos, sus pestañas, bajando por sus pómulos, mi pulgar se deslizó por sus labios, acariciándolos con suavidad.
Mi respiración errática golpeaba su boca, bajé las manso por sus hombros, pechos solo contoneandolos, cintura, caderas.
Tiré de estas para golpear mi hombría en alza, sonreí de medio lado, no podía ver su cara pero la intuía.
-me gusta lo que veo ¿nos acostamos? -susurré contra sus labios antes de echarme a reír y alzar la mano para que me devolviera mi jarra -¿soy el único con ganas? -pregunté llevando el cristal a mi boca para dar otro trago.
Ladeé la sonrisa al notar como nos tiraban pétalos para garantizar la fertilidad cuando al final de la noche nos acostáramos.
Para nosotros los vikingos es sexo no era un tabú, desde nuestra tierna infancia escuchábamos a nuestros padres fornicar y sabíamos que eso era lo normal.
Tener una gran prole nos garantizaba el linaje, eramos lo que eramos porque nuestra sangre corría enérgica por las venas, bárbaros nos llamaban los cristianos, tampoco se equivocaban.
Bry me acercó a ella para que pudiera tocar las flores, llevó mi mano hasta su cabeza y lentamente acaricié las rosas mezcladas con flores mas pequeñas que intuí eran jazmín por el olor que desprendían y la forma de sus hojas.
No me detuve ahí.
Mis dedos bajaron hasta alcanzar un mechón de su pelo, ligeramente ondulado se deslizo por la yema de mis dedos hasta caer por debajo de sus hombros perdiéndose por completo.
-¿de que color es? -volví a preguntar sintiendo su aliento chocar con mis labios.
Yo no era capaz de ver, al menos no como lo hace el resto del mundo pero por contra sentía de un modo mucho mas profundo, quizás el ciego no era el que de forma mas errónea veía el mundo.
La loba ahora decidía entre risas dejarme danzar con ella, no solo eso alegaba que era parte de mi entrenamiento lo que me hizo alzar la ceja un par de veces poniendo cara de tenerla en el bote.
Su mano golpeo mi pecho y los dos nos echamos a reír, porque por una noche podíamos olvidar que eramos enemigos.
Di un trago de la jarra y de nuevo me la arrebató para dejarla a un lado.
Llevo mi mano a su espalda y yo la deslicé hasta justo el inicio de su culo.
No vi su mirada, solo el aliento de sus labios impactar en mi rostro y me encogí de hombros intuyendo que me quería decir que devolviera mi mano a su espalda y que dejara su culo tranquilo.
Ni caso le hice, así que enredando la otra mano empezamos a bailar.
Mil veces la pise, mil veces nos reímos, claro que peores había, porque la mujer fue golpeada e impulsada contra mis labios.
A escasos centímetros abrí los labios, me relamí al percibir su aliento impactar en ellos.
-¿has fingido tropezar? -le pregunté con picardia.
Me dijo que podía tocar para ver como era ella, claro que no dudó en amenazarme.
-Estas ciego, si se me va la mano..es un accidente -susurré contra sus labios casi acariciándolos.
Mis manso se pasearon por su rostro, dibujando sus ojos, sus pestañas, bajando por sus pómulos, mi pulgar se deslizó por sus labios, acariciándolos con suavidad.
Mi respiración errática golpeaba su boca, bajé las manso por sus hombros, pechos solo contoneandolos, cintura, caderas.
Tiré de estas para golpear mi hombría en alza, sonreí de medio lado, no podía ver su cara pero la intuía.
-me gusta lo que veo ¿nos acostamos? -susurré contra sus labios antes de echarme a reír y alzar la mano para que me devolviera mi jarra -¿soy el único con ganas? -pregunté llevando el cristal a mi boca para dar otro trago.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Re: La forja (privado)(+18)
La cercanía no hacía otra cosa que aflorar entre los dos. Me alejaba pero de algún modo acababa más y más cerca de su cuerpo. El baile fue diferente al anterior, le advertí que no tocase demasiado pero el alcohol le atraía a mí. No respondí a lo del color de mi cabello , ¿qué importaba? Él no sabía diferenciar los colores. Dejé escapar un largo suspiro, entornando los ojos, mi sonrisa permanecía intacta…riendo por lo bajo , el alcohol también me afectaba. No solía beber y ya llevaba unas jarras demás.
Volví a buscar su mirada, mi sonrisa desapareció porque sabía sería un imposible. Sus manos, increíblemente suaves, delineaban cada centímetro de mi rostro, despacio intentando dibujarme y memorizarme en su mente. Manos que descendieron, mi espalda se arqueó y mis labios se entreabrieron dejando escapar un sonoro suspiro, me estaba perdiendo…reí de puro nerviosismo, hacía mucho nadie me tocaba de esa forma…o mejor dicho, nunca sentí lo mismo. Y todo se desmoronó cuando sentí como nuestras cinturas entraban en contacto, sentí su excitación y aunque yo sintiese lo mismo, sus preguntas lejos de divertirme fueron contestadas de un modo que él no esperaría.
-¿Tanta gracia te hace? -no medí la fuerza, mi enfado crecía a cada segundo y no tardé en tirar de él hacia un lugar apartado, estampar su espalda en una de las paredes y dejar mi cuerpo entre medias. Estábamos cerca de nuevo pero no como él pensaba ni le hubiese gustado . Mi respiración se había revolucionado, lo miraba con rabia, orbes inyectadas en un desprecio absoluto. -¿Y si te corto la mano? -llevaba siempre una daga en mi cintura, oculta por un cinturón de cuero, era más importante que la ropa interior.
El filo, lo apoyé en su cuello, presioné lo suficiente para hacerle una pequeña herida. Hacía mucho que no estaba tan furiosa, desde aquel viaje a Egipto. Rugí presa de la desesperación, impotencia y rabia. No pude evitarlo, mis ojos pese a mirarlo con rabia… no pudieron controlar lagrimas de desamparo y desesperanza, me habían herido de muerte y él pretendía jugar conmigo para jactarse de lo que consiguió, conseguir llevarme al lecho.
-Eres el único al que arrancaré una mano como deje de decir cosas sin sentido. Vuelve a preguntarme tal cosa y… -me separé de él con brusquedad, no sin antes dejarle estampado de nuevo en la pared. Reí, mi risa podía sonar a la de una loca desesperada y es que en eso me había convertido Ubbe Cannif -Es hora de que te marches y yo vuelva a mi cueva a lamerme el pelaje -desprecio en mi voz, dolor oculto entre cada palabra. Él me había hecho tanto daño que ahora era incapaz de confiar en nadie y menos en un hombre.
Olvidé quién era él , Aren Cannif. Me dio igual que se fuese y el rey me castigase, el dolor que sentía quemándome la piel no me dejaba pensar con claridad. Corrí todo lo aprisa que pude, dejándole a las puertas del palacio real. Mi sitio no estaba allí porque nadie podría amarme, verme tan transparente como lo fui esta noche, como Ubbe Cannif me conoció. Me sentí traicionada.
Volví a buscar su mirada, mi sonrisa desapareció porque sabía sería un imposible. Sus manos, increíblemente suaves, delineaban cada centímetro de mi rostro, despacio intentando dibujarme y memorizarme en su mente. Manos que descendieron, mi espalda se arqueó y mis labios se entreabrieron dejando escapar un sonoro suspiro, me estaba perdiendo…reí de puro nerviosismo, hacía mucho nadie me tocaba de esa forma…o mejor dicho, nunca sentí lo mismo. Y todo se desmoronó cuando sentí como nuestras cinturas entraban en contacto, sentí su excitación y aunque yo sintiese lo mismo, sus preguntas lejos de divertirme fueron contestadas de un modo que él no esperaría.
-¿Tanta gracia te hace? -no medí la fuerza, mi enfado crecía a cada segundo y no tardé en tirar de él hacia un lugar apartado, estampar su espalda en una de las paredes y dejar mi cuerpo entre medias. Estábamos cerca de nuevo pero no como él pensaba ni le hubiese gustado . Mi respiración se había revolucionado, lo miraba con rabia, orbes inyectadas en un desprecio absoluto. -¿Y si te corto la mano? -llevaba siempre una daga en mi cintura, oculta por un cinturón de cuero, era más importante que la ropa interior.
El filo, lo apoyé en su cuello, presioné lo suficiente para hacerle una pequeña herida. Hacía mucho que no estaba tan furiosa, desde aquel viaje a Egipto. Rugí presa de la desesperación, impotencia y rabia. No pude evitarlo, mis ojos pese a mirarlo con rabia… no pudieron controlar lagrimas de desamparo y desesperanza, me habían herido de muerte y él pretendía jugar conmigo para jactarse de lo que consiguió, conseguir llevarme al lecho.
-Eres el único al que arrancaré una mano como deje de decir cosas sin sentido. Vuelve a preguntarme tal cosa y… -me separé de él con brusquedad, no sin antes dejarle estampado de nuevo en la pared. Reí, mi risa podía sonar a la de una loca desesperada y es que en eso me había convertido Ubbe Cannif -Es hora de que te marches y yo vuelva a mi cueva a lamerme el pelaje -desprecio en mi voz, dolor oculto entre cada palabra. Él me había hecho tanto daño que ahora era incapaz de confiar en nadie y menos en un hombre.
Olvidé quién era él , Aren Cannif. Me dio igual que se fuese y el rey me castigase, el dolor que sentía quemándome la piel no me dejaba pensar con claridad. Corrí todo lo aprisa que pude, dejándole a las puertas del palacio real. Mi sitio no estaba allí porque nadie podría amarme, verme tan transparente como lo fui esta noche, como Ubbe Cannif me conoció. Me sentí traicionada.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Re: La forja (privado)(+18)
Incrédulo, así me sentí cuando la loba me sacó de la pista de baile a empujones y con rudeza me impacto contra la pared del la primera callejuela alejada de miradas ajenas.
Algo me decía que no era por un arranque pasional, por suerte la ceguera no me convertía en un idiota y esa mujer se había ofuscado por algo que yo había dicho, claro que no entendía como una mujer norteña no estaba acostumbrada a que los hombres le hablaran abiertamente del sexo.
-Discúlpeme si no pensé que tenia que traerle un ramo de flores a la cita antes de pasear por primera vez de la mano bien custodiados por damas de compañía que no nos quiten el ojo de encima. Pensé que eso solo lo hacían los cristianos por ancestrales costumbres adquiridas y el temor al castigo de ese dios crucificado.
Gruñí al sentirla golpearme de nuevo contra la pared, su rabia me desesperaba ¿que había hecho para merecerla? Todo iba bien, estábamos bebiendo, íbamos un poco borrachos, nada del otro mundo, no muy diferente al resto de los invitados a la fiesta de la cosecha que en todo el norte se celebraba e estas fechas.
Ella me dio permiso para tocarla ¿donde veía esa mujer el maldito problema?
-¿Es porque soy ciego? Porque antes de permitirme poner mis manos en tu rostro para verte a mi modo eso era una información que tenias, de echo creo que es evidente hasta para una loca bipolar -rugí airado.
Si pensaba que su actitud y sus amenazas iban a apocoparme se equivocaba, no era un guerrero como ella, pero si tenia honor y orgullo y ella parecía decidida a arrebatármelo de un zarpazo.
-¿y si lo intentas? -gruñí contra sus labios al asegurarme que me cortaría la mano.
Volvió a estamparme contra la pared y yo gruñí contra su rostro nuevamente dándole un empujón a su mano.
Dijo que era el momento de que me fuera y así pensaba hacer, ella por mi podía ir a su cueva a lamerse las heridas o lo que quisiera, porque no me importaba lo mas mínimo el sino de esa demente que primero me saca de mi mundo, me lleva a las fauces del león y después me abandona a mi suerte.
Tenia razón, ella era mi peor enemiga, y no volvería a olvidarle, por mucho que me atrajera como si irradiara luz y yo fuera una polilla con necesidad de calor en un mundo que no conocía.
La aparté de mi lado cuando trató de ayudarme a llegar a mi destino. No mas juegos.
-Llegaré por mis medios, aquí es donde se separan nuestros caminos Bry
Le di la espalda y empecé a caminar hacia bien no sabia donde, tratando de esquivar la gran tumulto de gente.
Me costó lo mio llegar ,ademas que la borrachera no ayudaba en exceso a centrar mis sentidos, ni siquiera el ruido estaba hoy de mi parte, pero el gran castillo finalmente se alzaba ante mi y porque no ,quizás también las respuestas de porque estaba allí.
Algo me decía que no era por un arranque pasional, por suerte la ceguera no me convertía en un idiota y esa mujer se había ofuscado por algo que yo había dicho, claro que no entendía como una mujer norteña no estaba acostumbrada a que los hombres le hablaran abiertamente del sexo.
-Discúlpeme si no pensé que tenia que traerle un ramo de flores a la cita antes de pasear por primera vez de la mano bien custodiados por damas de compañía que no nos quiten el ojo de encima. Pensé que eso solo lo hacían los cristianos por ancestrales costumbres adquiridas y el temor al castigo de ese dios crucificado.
Gruñí al sentirla golpearme de nuevo contra la pared, su rabia me desesperaba ¿que había hecho para merecerla? Todo iba bien, estábamos bebiendo, íbamos un poco borrachos, nada del otro mundo, no muy diferente al resto de los invitados a la fiesta de la cosecha que en todo el norte se celebraba e estas fechas.
Ella me dio permiso para tocarla ¿donde veía esa mujer el maldito problema?
-¿Es porque soy ciego? Porque antes de permitirme poner mis manos en tu rostro para verte a mi modo eso era una información que tenias, de echo creo que es evidente hasta para una loca bipolar -rugí airado.
Si pensaba que su actitud y sus amenazas iban a apocoparme se equivocaba, no era un guerrero como ella, pero si tenia honor y orgullo y ella parecía decidida a arrebatármelo de un zarpazo.
-¿y si lo intentas? -gruñí contra sus labios al asegurarme que me cortaría la mano.
Volvió a estamparme contra la pared y yo gruñí contra su rostro nuevamente dándole un empujón a su mano.
Dijo que era el momento de que me fuera y así pensaba hacer, ella por mi podía ir a su cueva a lamerse las heridas o lo que quisiera, porque no me importaba lo mas mínimo el sino de esa demente que primero me saca de mi mundo, me lleva a las fauces del león y después me abandona a mi suerte.
Tenia razón, ella era mi peor enemiga, y no volvería a olvidarle, por mucho que me atrajera como si irradiara luz y yo fuera una polilla con necesidad de calor en un mundo que no conocía.
La aparté de mi lado cuando trató de ayudarme a llegar a mi destino. No mas juegos.
-Llegaré por mis medios, aquí es donde se separan nuestros caminos Bry
Le di la espalda y empecé a caminar hacia bien no sabia donde, tratando de esquivar la gran tumulto de gente.
Me costó lo mio llegar ,ademas que la borrachera no ayudaba en exceso a centrar mis sentidos, ni siquiera el ruido estaba hoy de mi parte, pero el gran castillo finalmente se alzaba ante mi y porque no ,quizás también las respuestas de porque estaba allí.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Re: La forja (privado)(+18)
Volvimos a desafiarnos y esta vez, fue por mi culpa. No soportaba la idea de que un hombre volviese a jugar conmigo, hacer lo que quisiera pues antes lo haría yo con él. Orgullosos, sin dar nuestro brazo a torcer, volver a minutos atrás y disfrutar por una noche de un descanso , un remanso de paz al que me negaba a refugiarme. Volví a odiarle, no podía leer en mis ojos el dolor y desamparo que sentí cuando me insinuó que compartiéramos lecho. Para los hombres, solo importaba eso, meterla en caliente y luego, olvidarlo.
Intenté ser como Ubbe, aprovecharme de la situación y disfrutar del placer carnal sin ningún tipo de compromiso pero sería engañarme a mí misma. Solo cuando la rabia me cegaba, mis actos se descontrolaban, no me importaba quien fuese mientras calmase mi sed. Desde lo de Ubbe, por mis brazos pasaron hombres… perdí la cuenta, lo hice por despecho y pude haberme aprovechado de aquel pobre infeliz que tenía delante. Cerré los ojos, negando con la cabeza. Él se merecía eso y más, jugar hasta hacerle sangrar pero el tono empleado me sacó de mis casillas, le odié porque para otro Cannif era un trozo de carne a la que devorar.
Herida de amor, alimentada de odio, corrí en mi estado licántropo hacia el bosque. Tendría que volver a por él, custodiarle y eso haría pero antes necesitaba olvidar. Entre aquel licántropo y yo no había nada, solo ese rato de diversión que apenas duraba minutos. Ocurría, nos fundíamos en uno solo y ni lo miraba cuando me marchaba. Un par de horas más tarde, volví a la entrada del palacio, él aún seguía dentro por lo que tuve que pasar, encaminarme hacia mi sentencia de muerte. Sé que Ubbe tenía razón con lo de vender a mi pueblo, a mi manada, tomé la decisión en caliente y ahora intentaba emendar mi error, salvándolos aunque mi vida tuviese que ofrecer.
Recorrí el lujoso salón, buscándole. Mi apariencia era muy diferente a la de esas damas de clase alta con pomposos vestidos. Sonreí traviesa, los hombres me miraban con una mezcla de deseo y desconcierto, ninguna mujer vestía de esa forma tan descarada para su pensamiento. Solo se me veían los hombros… y eso era un auténtico escándalo. Reí ante el gritito de una señora al pasar por su lado, alcé bien la barbilla, jugueteando con mi larga melena oscura y dedicarle una mirada de superioridad… teniendo que ser al revés.
Le vi entre la multitud, esperando. Ahora con la iluminación correcta, se le veía aún más elegante, podía pasar por uno de ellos perfectamente. Sonreí ligeramente, apareciendo tras su espalda, colocándome a su altura y observar como las parejas bailaban en el centro, de forma elegante y diferente a como él y yo habíamos bailado en la hoguera. Deseé volver a ese punto de la noche pero después de mi ataque de rabia, sería imposible.
-¿Tu señorita no te ha sacado a bailar? Esa que te invitó a la fiesta -inevitable mi tono sarcástico, me molestaba y no me importaba que él se diese cuenta. No iba a disculparme, no diciendo la palabra “lo siento” pero intenté emendar mi error -Tengo que cuidarte -el olor de la otra persona, la sentía en mi piel después del encuentro apasionado, giré el rostro avergonzada por ello… él pudo haber sido, su olor impregnado en mi piel. Le ofrecí mi mano, no iba a tomarla, así que le obligué tomándole de la muñeca al centro de la pista, así el rey lo vería bailando conmigo, ejerciendo mi trabajo como debía ser.
Me quedé mirándolo en silencio, mi sonrisa irónica se había congelado pero la verdad era otra. Suspiré pesadamente, no sabía qué decir, no estaba enfadada…tan solo intentaba no recordar a Ubbe nunca más.
-Ibas a vengarte -no fue una pregunta, para ella si hubiese ocurrido… sería para que él tomase la venganza por su mano, llevándola a la cama. Volvía a desconfiar y como no hacerlo si era un Cannif -Te miran, me miran… no voy vestidas como ellas, te tienen como un osado caballero que se ha atrevido a sacarme a bailar… cuando ha sido al contrario. No me sueltes -eso sí que no fue una amenaza, un tono más suave, se lo pedí sin querer… pero era cierto que si estaba en esa fiesta, prefería…estar a su lado.
Intenté ser como Ubbe, aprovecharme de la situación y disfrutar del placer carnal sin ningún tipo de compromiso pero sería engañarme a mí misma. Solo cuando la rabia me cegaba, mis actos se descontrolaban, no me importaba quien fuese mientras calmase mi sed. Desde lo de Ubbe, por mis brazos pasaron hombres… perdí la cuenta, lo hice por despecho y pude haberme aprovechado de aquel pobre infeliz que tenía delante. Cerré los ojos, negando con la cabeza. Él se merecía eso y más, jugar hasta hacerle sangrar pero el tono empleado me sacó de mis casillas, le odié porque para otro Cannif era un trozo de carne a la que devorar.
Herida de amor, alimentada de odio, corrí en mi estado licántropo hacia el bosque. Tendría que volver a por él, custodiarle y eso haría pero antes necesitaba olvidar. Entre aquel licántropo y yo no había nada, solo ese rato de diversión que apenas duraba minutos. Ocurría, nos fundíamos en uno solo y ni lo miraba cuando me marchaba. Un par de horas más tarde, volví a la entrada del palacio, él aún seguía dentro por lo que tuve que pasar, encaminarme hacia mi sentencia de muerte. Sé que Ubbe tenía razón con lo de vender a mi pueblo, a mi manada, tomé la decisión en caliente y ahora intentaba emendar mi error, salvándolos aunque mi vida tuviese que ofrecer.
Recorrí el lujoso salón, buscándole. Mi apariencia era muy diferente a la de esas damas de clase alta con pomposos vestidos. Sonreí traviesa, los hombres me miraban con una mezcla de deseo y desconcierto, ninguna mujer vestía de esa forma tan descarada para su pensamiento. Solo se me veían los hombros… y eso era un auténtico escándalo. Reí ante el gritito de una señora al pasar por su lado, alcé bien la barbilla, jugueteando con mi larga melena oscura y dedicarle una mirada de superioridad… teniendo que ser al revés.
Le vi entre la multitud, esperando. Ahora con la iluminación correcta, se le veía aún más elegante, podía pasar por uno de ellos perfectamente. Sonreí ligeramente, apareciendo tras su espalda, colocándome a su altura y observar como las parejas bailaban en el centro, de forma elegante y diferente a como él y yo habíamos bailado en la hoguera. Deseé volver a ese punto de la noche pero después de mi ataque de rabia, sería imposible.
-¿Tu señorita no te ha sacado a bailar? Esa que te invitó a la fiesta -inevitable mi tono sarcástico, me molestaba y no me importaba que él se diese cuenta. No iba a disculparme, no diciendo la palabra “lo siento” pero intenté emendar mi error -Tengo que cuidarte -el olor de la otra persona, la sentía en mi piel después del encuentro apasionado, giré el rostro avergonzada por ello… él pudo haber sido, su olor impregnado en mi piel. Le ofrecí mi mano, no iba a tomarla, así que le obligué tomándole de la muñeca al centro de la pista, así el rey lo vería bailando conmigo, ejerciendo mi trabajo como debía ser.
Me quedé mirándolo en silencio, mi sonrisa irónica se había congelado pero la verdad era otra. Suspiré pesadamente, no sabía qué decir, no estaba enfadada…tan solo intentaba no recordar a Ubbe nunca más.
-Ibas a vengarte -no fue una pregunta, para ella si hubiese ocurrido… sería para que él tomase la venganza por su mano, llevándola a la cama. Volvía a desconfiar y como no hacerlo si era un Cannif -Te miran, me miran… no voy vestidas como ellas, te tienen como un osado caballero que se ha atrevido a sacarme a bailar… cuando ha sido al contrario. No me sueltes -eso sí que no fue una amenaza, un tono más suave, se lo pedí sin querer… pero era cierto que si estaba en esa fiesta, prefería…estar a su lado.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Re: La forja (privado)(+18)
La fiesta en el interior del castillo resultaba cargante, como pez fuera del agua estaba en una esquina jarra en mano escuchando como a mi alrededor danzaban los nobles fieles al rey, entre ellos muchos sobrenaturales.
Me relamí los labios apurando la espuma de mi jarra, podía aun sin ver como acaparaba muchas miras y a la perfección escuchaba los susurraros de aquellas personas con sus distintas confabulaciones sobre mi persona.
Ladeé la sonrisa contra el vidrio, al sentir frente a mi la presencia de una doncella, esa que me encontré en el lado cuando entrenaba con la loba.
Como la otra vez, arrastraba un vestido pesado, posiblemente caro, desprendía olor a flores, y esta vez sus labios rozaron mi oído pues la orquesta y el barullo de la gente evitaba que de otro modo pudiera escuchar sus palabras.
-El templo Aren, te espero -susurró en mi oído lamiendo el lóbulo de mi oreja como despedida.
No me dio tiempo a hablar cuando la dama ya se había esfumado como la niebla, di otro trago a mi jarra y seguí escuchando la música mientras las jarras seguían circulando por mi garganta.
De nuevo una presencia, esta conocida, frente a mi, enarqué una ceja, era a al ultima persona que esperaba ver allí.
-¿que pasa? ¿me echabas de menos? -pregunté con arrogancia respondiendo su pregunta con otra -¿o quizás estas celosa? -pregunté ensanchando mi afilada sonrisa.
Pude imaginar lo mucho que le disgustaban mis palabras, pero también a mi me molestaba ese modo que tenia de hacer las cosas, estábamos disfrutando fuera de la fiesta y de buenas a primeras se había largado como si mis palabras le hubieran faltado el respeto.
Me relamí dejando la jarra en la mesa al sentir como la dama tiraba de mi para unirnos al baile de los nobles.
Mi mano en su espalda, la otra con la suya enredada y pronto empezamos a danzar con la cabeza alta, mirada fija en la del otro, como si yo pudiera verla de algún modo.
-¿vengarme? -pregunté sin comprender de lo que hablaba. Su respiración contra mis labios, cada rocé lo sentía con intensidad y sus pechos contra mi torso subían y bajaban necesitados de mas.
-Me deseas, finge, pero no necesito ojos para saber cuando una mujer quiere abrirme las piernas.
Era cierto que no eramos amigos, de echo mas bien eramos lo contrario y no lo olvidaría, pues ella y no otra, me había sacado de mi casa, apartándome de mi familia, pero no, follar para mi no era una venganza si no una necesidad fisiológica.
-No se en que mundo te has criado, pero en el mio el sexo esta bien visto.
Es algo que se utiliza para desfogarte, para pasarlo bien...
Me pidió que no la soltara, no lo hice, mas poco a poco fuimos arrinconandonos en un trozo de la sala menos concurrida y allí nos detuvimos.
-¿quieres beber algo o ya estas muy borracha? -la reté -ya que no quieres follar con un tullido ¿que mas podemos hacer hasta que tu rey me de audiencia?
Me relamí los labios apurando la espuma de mi jarra, podía aun sin ver como acaparaba muchas miras y a la perfección escuchaba los susurraros de aquellas personas con sus distintas confabulaciones sobre mi persona.
Ladeé la sonrisa contra el vidrio, al sentir frente a mi la presencia de una doncella, esa que me encontré en el lado cuando entrenaba con la loba.
Como la otra vez, arrastraba un vestido pesado, posiblemente caro, desprendía olor a flores, y esta vez sus labios rozaron mi oído pues la orquesta y el barullo de la gente evitaba que de otro modo pudiera escuchar sus palabras.
-El templo Aren, te espero -susurró en mi oído lamiendo el lóbulo de mi oreja como despedida.
No me dio tiempo a hablar cuando la dama ya se había esfumado como la niebla, di otro trago a mi jarra y seguí escuchando la música mientras las jarras seguían circulando por mi garganta.
De nuevo una presencia, esta conocida, frente a mi, enarqué una ceja, era a al ultima persona que esperaba ver allí.
-¿que pasa? ¿me echabas de menos? -pregunté con arrogancia respondiendo su pregunta con otra -¿o quizás estas celosa? -pregunté ensanchando mi afilada sonrisa.
Pude imaginar lo mucho que le disgustaban mis palabras, pero también a mi me molestaba ese modo que tenia de hacer las cosas, estábamos disfrutando fuera de la fiesta y de buenas a primeras se había largado como si mis palabras le hubieran faltado el respeto.
Me relamí dejando la jarra en la mesa al sentir como la dama tiraba de mi para unirnos al baile de los nobles.
Mi mano en su espalda, la otra con la suya enredada y pronto empezamos a danzar con la cabeza alta, mirada fija en la del otro, como si yo pudiera verla de algún modo.
-¿vengarme? -pregunté sin comprender de lo que hablaba. Su respiración contra mis labios, cada rocé lo sentía con intensidad y sus pechos contra mi torso subían y bajaban necesitados de mas.
-Me deseas, finge, pero no necesito ojos para saber cuando una mujer quiere abrirme las piernas.
Era cierto que no eramos amigos, de echo mas bien eramos lo contrario y no lo olvidaría, pues ella y no otra, me había sacado de mi casa, apartándome de mi familia, pero no, follar para mi no era una venganza si no una necesidad fisiológica.
-No se en que mundo te has criado, pero en el mio el sexo esta bien visto.
Es algo que se utiliza para desfogarte, para pasarlo bien...
Me pidió que no la soltara, no lo hice, mas poco a poco fuimos arrinconandonos en un trozo de la sala menos concurrida y allí nos detuvimos.
-¿quieres beber algo o ya estas muy borracha? -la reté -ya que no quieres follar con un tullido ¿que mas podemos hacer hasta que tu rey me de audiencia?
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Re: La forja (privado)(+18)
La dama se alejó al verme llegar y buscar a su víctima. Como era de esperar, sus palabras llenas de reproche y esa pregunta que me arrancó una risa de lo más divertida. ¿Celosa? Sé lo que eran los celos y … no, no podía ser tal cosa, estaba allí porque debía cuidarlo y nada más. sonrisa irónica, mi mirada sin apartarla ni un segundo de su rostro… tenía la estúpida y mala costumbre de buscar una mirada que no me devolvería nunca. No respondí a si lo eché de menos, no era necesario.
-¿Crees que no sé lo que es el sexo? ¿es un tema tabú para mí? te equivocas, es más…acabo de, desfogarme como tú dices, así que deja de pensar idioteces -hice una pausa, a él le daba igual lo que hiciese y a mí lo mismo. Me daba igual con quien pasase esos ratos de placer mientras no se le ocurriese ni por asomo cometer el error de dejarse llevar por aquella hechicera, sabía de lo que era capaz y lo que deseaba del perdido Cannif.
Bajé la mirada, meditando la respuesta. siseando para que no se le ocurriese hacer nada de lo que se arrepintiese. Éramos enemigos y aún así, no hacíamos otra cosa que acercarnos más de lo que deberíamos. Mi risa, contestó a la pregunta si estaba borracha, aún no lo suficiente por lo que no dudé en tomar una jarra de hidromiel y llevármela a los labios, iba a necesitarla para soportar esa fiesta. El rey ausente, la fiesta continuaba. Seres sobrenaturales, humanos… se reunían bajo aquel manto de lujo y yo… solo quería largarme de allí, a mi amado bosque.
Vi a esa mujer a lo lejos, la hechicera no quitaba los ojos de encima a mi rehén. Era mi rehén quisiera o no. Instintivamente, le atraje hacia sí por la cintura, siseé…el alcohol nos afectaba a partes iguales. Risa que escapó de nuestros labios, éstos se buscaron irremediablemente, no importaba otra cosa que mantener el contacto, no había que ser muy inteligente para saber lo que estaba ocurriendo, llevaba razón…le deseaba y sabía el motivo, era un Cannif, lo que yo no pude tener y él estaba allí…
-Si ocurre, será por despecho… algo me dice que ahora mismo te da igual -busqué a tientas su boca, mordisqueándole el labio inferior, tirar de éste y dejar que fuese yo la que quedó apoyada en la pared. Sus brazos mi cárcel. Reí de nuevo, lamiendo la espuma de su labio inferior, un juego que se iba convirtiendo en peligroso. -¿Quieres beber o estás muy borracho? -miré hacia donde debería estar el rey sentado pero el asiento aún vacío.
-Desobedecer al rey, no presentarte y pasar el resto de la noche con tu carcelera… ¿no es mejor plan? el alcohol hablaba por mí… se me nubló la vista y sin pensar, busqué su boca para besarle, intensamente, buscando su lengua , mis manos recorriendo su cuerpo, mi respiración entrecortada mezclándose con la suya… -Deberíamos…volver a la fiesta ¡estamos aquí! Otra fiesta… la de antes…es más divertida ¿dónde vamos? -estaba muy borracha, necesitaba… aire fresco, mi piel ardía , mis labios tomaron un camino…los suyos.
-¿Crees que no sé lo que es el sexo? ¿es un tema tabú para mí? te equivocas, es más…acabo de, desfogarme como tú dices, así que deja de pensar idioteces -hice una pausa, a él le daba igual lo que hiciese y a mí lo mismo. Me daba igual con quien pasase esos ratos de placer mientras no se le ocurriese ni por asomo cometer el error de dejarse llevar por aquella hechicera, sabía de lo que era capaz y lo que deseaba del perdido Cannif.
Bajé la mirada, meditando la respuesta. siseando para que no se le ocurriese hacer nada de lo que se arrepintiese. Éramos enemigos y aún así, no hacíamos otra cosa que acercarnos más de lo que deberíamos. Mi risa, contestó a la pregunta si estaba borracha, aún no lo suficiente por lo que no dudé en tomar una jarra de hidromiel y llevármela a los labios, iba a necesitarla para soportar esa fiesta. El rey ausente, la fiesta continuaba. Seres sobrenaturales, humanos… se reunían bajo aquel manto de lujo y yo… solo quería largarme de allí, a mi amado bosque.
Vi a esa mujer a lo lejos, la hechicera no quitaba los ojos de encima a mi rehén. Era mi rehén quisiera o no. Instintivamente, le atraje hacia sí por la cintura, siseé…el alcohol nos afectaba a partes iguales. Risa que escapó de nuestros labios, éstos se buscaron irremediablemente, no importaba otra cosa que mantener el contacto, no había que ser muy inteligente para saber lo que estaba ocurriendo, llevaba razón…le deseaba y sabía el motivo, era un Cannif, lo que yo no pude tener y él estaba allí…
-Si ocurre, será por despecho… algo me dice que ahora mismo te da igual -busqué a tientas su boca, mordisqueándole el labio inferior, tirar de éste y dejar que fuese yo la que quedó apoyada en la pared. Sus brazos mi cárcel. Reí de nuevo, lamiendo la espuma de su labio inferior, un juego que se iba convirtiendo en peligroso. -¿Quieres beber o estás muy borracho? -miré hacia donde debería estar el rey sentado pero el asiento aún vacío.
-Desobedecer al rey, no presentarte y pasar el resto de la noche con tu carcelera… ¿no es mejor plan? el alcohol hablaba por mí… se me nubló la vista y sin pensar, busqué su boca para besarle, intensamente, buscando su lengua , mis manos recorriendo su cuerpo, mi respiración entrecortada mezclándose con la suya… -Deberíamos…volver a la fiesta ¡estamos aquí! Otra fiesta… la de antes…es más divertida ¿dónde vamos? -estaba muy borracha, necesitaba… aire fresco, mi piel ardía , mis labios tomaron un camino…los suyos.
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Re: La forja (privado)(+18)
Risa ebria de ambos que chocaba incesante contra los labios ajenos, nos tentábamos, estaba claro que la atracción era la de fuertes imanes, a veces se repelían pues eramos enemigos, pero otras, sobre todo cuando el alcohol nublaba nuestra razón, se atraían y de esa atracción surgía este momento.
Tomo otra jarra, posiblemente su condición de loba la llevaba a aguantar mejor el alcohol, peor yo iba muy borracho en ese momento.
Tiró de mi labio inferior, gruñí por el mordisco y mis manso sobrevolaron sus caderas para hacerla danzar contra mi entrepierna.
No puso resistencia, creo que en ese momento no estabamos pensando en nada mas uqe en hacer rugir nuestros cuerpos, en sentir como mi bastarda, forjada en la fragua se adentraba en su cuerpo prometiendole mil tormentas.
Su aliento me buscaba, me llamaba a gritos, mientras sus palabras seguían buscando escudarse de lo que en este momento la empujaba contra mi.
-¿despecho? .reí contra su boca, sus labios acogieron mi ebria risa, mordiéndolos, devastandolos -suena bien el despecho -aseguré enredando las palabras antes de que su boca inundara la mía y mi lengua saliera de esta para surcar la tempestad.
Nuestros cuerpos chocaba, como la mar con las rocas, eramos viento y marea y en ese intento de arrasarlo todo empezábamos a perdernos en el otro.
Jadeos erráticos, que quedaban en el medio de se abismo que entre nuestras bocas surgía al detenernos solo para tomar aliento.
-no me importa tu despecho, pero si necesitas una escusa por mi parte, es porque estoy borracho, seguirás siendo mi enemiga aun cuando mi martillo golpeé tu yunque -aseguré contra sus labios, retándola de nuevo al combate de su vida.
La pared el lecho, su espalda en ella apoyada, mis brazos su cárcel y su lengua el detonante.
-¿beber mas? -reí de nuevo tomando la jarra que me daba y dándole un nuevo trago antes de pasársela para que hiciera lo propio.
Sus caderas me buscaban su lengua limpio la espuma de mi boca y de nuevo los titanes se encontraron hambrientos entre medias.
Sus manso se perdieron por debajo de mi camisa, las mías la empujaban contra mi hombría, en aquel momento ni razón había, pues gruñíamos y jadeábamos presos de una necesidad que nos corroía el cuerpo.
-La noche entre tus piernas... -aseguré sin poder terminar la frase pues su boca volvía a la carga.
La alcé por las nalgas, nuestros sexos palpitaban por encontrarse sin ropa y ella reía contra mis labios, íbamos los dos en muy mal estado.
Me hablo de seguir fuera la fiesta fuera, tambaleándonos salimos del palacio, mientras reíamos, deteniéndonos mil veces para que los cuerpos se encontraran, se arañaran y rugiesen.
Una nueva jarra en nuestras manos, bebíamos sin pausa, necesitados de aplacarnos.
Tomo otra jarra, posiblemente su condición de loba la llevaba a aguantar mejor el alcohol, peor yo iba muy borracho en ese momento.
Tiró de mi labio inferior, gruñí por el mordisco y mis manso sobrevolaron sus caderas para hacerla danzar contra mi entrepierna.
No puso resistencia, creo que en ese momento no estabamos pensando en nada mas uqe en hacer rugir nuestros cuerpos, en sentir como mi bastarda, forjada en la fragua se adentraba en su cuerpo prometiendole mil tormentas.
Su aliento me buscaba, me llamaba a gritos, mientras sus palabras seguían buscando escudarse de lo que en este momento la empujaba contra mi.
-¿despecho? .reí contra su boca, sus labios acogieron mi ebria risa, mordiéndolos, devastandolos -suena bien el despecho -aseguré enredando las palabras antes de que su boca inundara la mía y mi lengua saliera de esta para surcar la tempestad.
Nuestros cuerpos chocaba, como la mar con las rocas, eramos viento y marea y en ese intento de arrasarlo todo empezábamos a perdernos en el otro.
Jadeos erráticos, que quedaban en el medio de se abismo que entre nuestras bocas surgía al detenernos solo para tomar aliento.
-no me importa tu despecho, pero si necesitas una escusa por mi parte, es porque estoy borracho, seguirás siendo mi enemiga aun cuando mi martillo golpeé tu yunque -aseguré contra sus labios, retándola de nuevo al combate de su vida.
La pared el lecho, su espalda en ella apoyada, mis brazos su cárcel y su lengua el detonante.
-¿beber mas? -reí de nuevo tomando la jarra que me daba y dándole un nuevo trago antes de pasársela para que hiciera lo propio.
Sus caderas me buscaban su lengua limpio la espuma de mi boca y de nuevo los titanes se encontraron hambrientos entre medias.
Sus manso se perdieron por debajo de mi camisa, las mías la empujaban contra mi hombría, en aquel momento ni razón había, pues gruñíamos y jadeábamos presos de una necesidad que nos corroía el cuerpo.
-La noche entre tus piernas... -aseguré sin poder terminar la frase pues su boca volvía a la carga.
La alcé por las nalgas, nuestros sexos palpitaban por encontrarse sin ropa y ella reía contra mis labios, íbamos los dos en muy mal estado.
Me hablo de seguir fuera la fiesta fuera, tambaleándonos salimos del palacio, mientras reíamos, deteniéndonos mil veces para que los cuerpos se encontraran, se arañaran y rugiesen.
Una nueva jarra en nuestras manos, bebíamos sin pausa, necesitados de aplacarnos.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Re: La forja (privado)(+18)
El alcohol nos estaba condenando a anclarnos el uno al otro. A cada segundo que pasaba, necesitaba tenerle más cerca, me gustaba el roce de su cuerpo contra el mío, su risa y en sus besos. Nadie antes me había besado de esa manera, necesitada y con ganas de más. por primera vez, nos retábamos a buscarnos y arder entre besos y roces. No pensaba en otra cosa que en quitarle la ropa, aquella que elegí para esa noche. Seguir sintiendo el tacto de sus dedos en cada parte de mi cuerpo, ebria le estaba pidiendo que terminase con aquella tortura… el tira y afloja ya había sido suficiente.
No pensé en nada ni en nadie, solo estábamos él y yo. Sonreí de medio lado al alegar que le gustaba eso del despecho. No, Ubbe no se encontraba en mi pensamiento ahora mismo, ese maldito hombre acaparaba en ese instante toda mi atención, me causaba tanta curiosidad y qué diablos, me atraía la forma de superarse a sí mismo. Mis dedos se enredaron en su fino cabello, tirando de éstos hacia atrás por la nuca y poder pasear mis carnosos labios por el lugar, mi lengua se unió al juego, siseando para que dejase de hablar… ahora solo necesitaba que apagase el fuego que él mismo había prendido.
-Vámonos de aquí, el rey ya te recibirá…ahora soy yo la que va a recibirte. -rugí contra sus labios, tomándolos necesitados, enredando su lengua con la mía…mordiéndola y tirar de su labio inferior entre gemidos. Mis caderas no le daban tregua, se movían en círculos, la presión de nuestros sexos iba a matarme como no pusiese remedio a ello. le arrebaté la jarra, dando un largo trago…estaba más que a medias y la apuré, el alcohol no tardó en hacer aparición. Reía sin parar, buscando sus labios para acallar mis carcajadas.
-Fóllame -a medida que me bajaba de su cintura, la ropa de mi amante de esa noche me acompañaba, cayendo bajo nuestros pies. Lo miré a los ojos, una vez más… y me enfadé, gruñí desesperada porque deseaba que él me mirase a los ojos en ese momento. Mi boca se hundió en la piel de su cuello, bajando hasta su pecho a medida que iba desabrochando uno por uno los botones, mi mano libre, buscó su miembro enredando los dedos en el lugar y comenzar a darle esas atenciones que había reclamado desde el primer segundo. Ya no había vuelta a atrás.
No le dejaba recrearse, me giré para que él me ayudase a deshacerme de la ropa, mis caderas no perdieron el baile, mis nalgas atraparon su miembro. Incorporé mi cuerpo hacia adelante para sentir como con la punta acariciaba mi sexo, la entrada de mi trasero. Lo guié para humedecer su punta, enloquecerlo, me pidiese que acabase con la tortura. Lo miró por encima del hombro, no iba a ser visto y no visto, iba a tomarme mi tiempo. Busqué su boca, volviendo a fundirme en ella, cerré los ojos y me deleité en su sabor, me gustaba demasiado… no era suficiente un simple beso.
-Besas demasiado bien… o es el alcohol -bromeé moviendo mis caderas, en un movimiento de ambos entraría en mí por fin pero estábamos alargando el momento, deleitándonos en nuestros cuerpos. Quería volverlo loco, causar en él esa locura que ambos necesitábamos entre tanta confabulación. Le deseaba muerto, eso era cierto pero… no sé porqué ese maldito Cannif no podía quitármelo de la cabeza, ahora mi única preocupación era perderme en su cuerpo, disfrutar de aquel momento que seguramente no se repetiría nunca más porque él…debía morir.-Dije que acabaría contigo
No pensé en nada ni en nadie, solo estábamos él y yo. Sonreí de medio lado al alegar que le gustaba eso del despecho. No, Ubbe no se encontraba en mi pensamiento ahora mismo, ese maldito hombre acaparaba en ese instante toda mi atención, me causaba tanta curiosidad y qué diablos, me atraía la forma de superarse a sí mismo. Mis dedos se enredaron en su fino cabello, tirando de éstos hacia atrás por la nuca y poder pasear mis carnosos labios por el lugar, mi lengua se unió al juego, siseando para que dejase de hablar… ahora solo necesitaba que apagase el fuego que él mismo había prendido.
-Vámonos de aquí, el rey ya te recibirá…ahora soy yo la que va a recibirte. -rugí contra sus labios, tomándolos necesitados, enredando su lengua con la mía…mordiéndola y tirar de su labio inferior entre gemidos. Mis caderas no le daban tregua, se movían en círculos, la presión de nuestros sexos iba a matarme como no pusiese remedio a ello. le arrebaté la jarra, dando un largo trago…estaba más que a medias y la apuré, el alcohol no tardó en hacer aparición. Reía sin parar, buscando sus labios para acallar mis carcajadas.
-Fóllame -a medida que me bajaba de su cintura, la ropa de mi amante de esa noche me acompañaba, cayendo bajo nuestros pies. Lo miré a los ojos, una vez más… y me enfadé, gruñí desesperada porque deseaba que él me mirase a los ojos en ese momento. Mi boca se hundió en la piel de su cuello, bajando hasta su pecho a medida que iba desabrochando uno por uno los botones, mi mano libre, buscó su miembro enredando los dedos en el lugar y comenzar a darle esas atenciones que había reclamado desde el primer segundo. Ya no había vuelta a atrás.
No le dejaba recrearse, me giré para que él me ayudase a deshacerme de la ropa, mis caderas no perdieron el baile, mis nalgas atraparon su miembro. Incorporé mi cuerpo hacia adelante para sentir como con la punta acariciaba mi sexo, la entrada de mi trasero. Lo guié para humedecer su punta, enloquecerlo, me pidiese que acabase con la tortura. Lo miró por encima del hombro, no iba a ser visto y no visto, iba a tomarme mi tiempo. Busqué su boca, volviendo a fundirme en ella, cerré los ojos y me deleité en su sabor, me gustaba demasiado… no era suficiente un simple beso.
-Besas demasiado bien… o es el alcohol -bromeé moviendo mis caderas, en un movimiento de ambos entraría en mí por fin pero estábamos alargando el momento, deleitándonos en nuestros cuerpos. Quería volverlo loco, causar en él esa locura que ambos necesitábamos entre tanta confabulación. Le deseaba muerto, eso era cierto pero… no sé porqué ese maldito Cannif no podía quitármelo de la cabeza, ahora mi única preocupación era perderme en su cuerpo, disfrutar de aquel momento que seguramente no se repetiría nunca más porque él…debía morir.-Dije que acabaría contigo
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Re: La forja (privado)(+18)
Salimos del palacio, una jarra sustituyo las anteriores mientras seguíamos el juego en el que nuestros cuerpos hambrientos nos habían sumido.
Su boca me buscaba, apenas me dejaba tomar aire, risas ebrias de ambos mientras mis manos se colaban por debajo de su corseé tirando de las cintas como si estuviéramos realmente solos en aquella fiesta.
La verdad a mi alrededor se oían gemidos de otras parejas, no alcanzaba a ver, pero por Odin así siempre terminaban las fiestas vikingas, no seriamos los únicos ni de lejos que acabaran sucumbiendo frente al fuego ardiente de una hoguera.
Sus dedos ávidos buscaban mi alzada hombría esa que se fraguo en las tierras del norte, el mejor acero que ahora acariciaba por encima de la tela con sus dedos.
Su boca devastaba la mía, jadeante un “follame” escapó de sus labios desabrochando el pantalón para tirar de mi cinturilla y que estos se perdieran en el suelo.
Manos ágiles desabrochando los botones de mi camisa, mordió mi mandíbula, lamiendo su contorno, mi mentón, se deslizo por el cuello como una pantera sin dejar de calentar mi hombría con su serpenteante movimiento de caderas.
Tiré de las cintas del corseé, sus pechos se quedaron desnudos de toda prenda, ella gruñía como si quisiera que pudiera verla, mas a mi forma lo hacia, mis manos acariciaron sus pechos, la palma arraso con los pezones, sintiendo lo afilados, duros que estaban contra esta, los torturé con mis dedos pellizcandolos, tirando de ellos mientras su cuerpo se arqueaba contra mi espalda acogiendo mi hombría entre sus algas.
-no puedo ver -susurré con las palabras enredadas -explícame ¿como están tus tetas ahora mismo?
Sabia que era excitante que me describiera como se sentía, como estaba de excitada, de mojada y aunque eso lo percibía a la perfección ,quería escucharla.
Su boca por encima del hombro buscaba mis jadeos, mi aliento chocaba con su vaho, lenguas fuera y dentro de nuestras bocas que emprendían una peligrosa batalla.
Ladeé la sonrisa al escuchar su pregunta, mordió mi inferior para que siguiera aquel beso húmedo, tentador.
-Sera el alcohol -jadeé atrayendola por el cuello con rudeza para besarla de forma mas profunda.
Rompí la falda que cayó al suelo, sus bragas la siguieron, estábamos completamente desnudos frente a una de las hogueras con gente ebria bailando a su alrededor.
Mis dedos en su hendidura, repase como si estos fueran brasas toda la húmeda trinchera logrando que jadeara completamente expuesta.
-¿Te gusta? -pregunté perdido en su sabor relamiedome los labios de modo tentador.
La giré con brusquedad, tomé mi hombría con la mano, acariciándola despacio. Brillante, dura, poderosa se humedecía contra su sexo masturbarnos con ese movimiento a ambos.
Nuestras bocas seguían aquel duelo encarnizado hasta que la loba se dejó caer en el suelo atrayéndome, llamándome, quería que la empalara, que empezara, que acallara el palpitante ritmo que su sexo marcaba.
No lo pedía, lo suplicaba completamente borracha, expuesta.
Arrodillado frente a ella la sacudí para que la viera, se incorporó ligeramente, para paladear el elixir de ambos, me masturbé contra sus labios mientras esta repasaba mi glande con su lengua sedienta.
Su risa impactaba en mi polla, seguía suplicando que la tomara, mi cuerpo se convirtió en su escudo y con un gruñido gutural me adentre en el abismo, metiendola por completo, sacándola de nuevo para empotrarla con ahincó mientras esta gemía sin parar, completamente ida.
No se el tiempo que así estuvimos así, golpeando con mi martillo su yunque ,cada vez mas fuerte, cada vez mas rápido hasta que sentí como se iba, sus paredes palpitaban hambrientas de mi falo, engullendolo, apoderándose de él por completo.
La saque en ese momento, mi hombría aun recta, dura, brillante. La acerque a su boca mientras me la sacudía.
-Bebe -le pedí dejando que su lengua la limpiara, que su boca la envolviera, me fui en ese momento, sintiendo como su lengua apuraba mi simiente, su boca se llenaba de mi tragándolo ,paladeandolo.
Mi mano en su pelo, empujando su cabeza mas dentro para que con la boca la cubriera por completo mientras daba en su interior mis últimos coletazos entre gruñidos.
Su boca me buscaba, apenas me dejaba tomar aire, risas ebrias de ambos mientras mis manos se colaban por debajo de su corseé tirando de las cintas como si estuviéramos realmente solos en aquella fiesta.
La verdad a mi alrededor se oían gemidos de otras parejas, no alcanzaba a ver, pero por Odin así siempre terminaban las fiestas vikingas, no seriamos los únicos ni de lejos que acabaran sucumbiendo frente al fuego ardiente de una hoguera.
Sus dedos ávidos buscaban mi alzada hombría esa que se fraguo en las tierras del norte, el mejor acero que ahora acariciaba por encima de la tela con sus dedos.
Su boca devastaba la mía, jadeante un “follame” escapó de sus labios desabrochando el pantalón para tirar de mi cinturilla y que estos se perdieran en el suelo.
Manos ágiles desabrochando los botones de mi camisa, mordió mi mandíbula, lamiendo su contorno, mi mentón, se deslizo por el cuello como una pantera sin dejar de calentar mi hombría con su serpenteante movimiento de caderas.
Tiré de las cintas del corseé, sus pechos se quedaron desnudos de toda prenda, ella gruñía como si quisiera que pudiera verla, mas a mi forma lo hacia, mis manos acariciaron sus pechos, la palma arraso con los pezones, sintiendo lo afilados, duros que estaban contra esta, los torturé con mis dedos pellizcandolos, tirando de ellos mientras su cuerpo se arqueaba contra mi espalda acogiendo mi hombría entre sus algas.
-no puedo ver -susurré con las palabras enredadas -explícame ¿como están tus tetas ahora mismo?
Sabia que era excitante que me describiera como se sentía, como estaba de excitada, de mojada y aunque eso lo percibía a la perfección ,quería escucharla.
Su boca por encima del hombro buscaba mis jadeos, mi aliento chocaba con su vaho, lenguas fuera y dentro de nuestras bocas que emprendían una peligrosa batalla.
Ladeé la sonrisa al escuchar su pregunta, mordió mi inferior para que siguiera aquel beso húmedo, tentador.
-Sera el alcohol -jadeé atrayendola por el cuello con rudeza para besarla de forma mas profunda.
Rompí la falda que cayó al suelo, sus bragas la siguieron, estábamos completamente desnudos frente a una de las hogueras con gente ebria bailando a su alrededor.
Mis dedos en su hendidura, repase como si estos fueran brasas toda la húmeda trinchera logrando que jadeara completamente expuesta.
-¿Te gusta? -pregunté perdido en su sabor relamiedome los labios de modo tentador.
La giré con brusquedad, tomé mi hombría con la mano, acariciándola despacio. Brillante, dura, poderosa se humedecía contra su sexo masturbarnos con ese movimiento a ambos.
Nuestras bocas seguían aquel duelo encarnizado hasta que la loba se dejó caer en el suelo atrayéndome, llamándome, quería que la empalara, que empezara, que acallara el palpitante ritmo que su sexo marcaba.
No lo pedía, lo suplicaba completamente borracha, expuesta.
Arrodillado frente a ella la sacudí para que la viera, se incorporó ligeramente, para paladear el elixir de ambos, me masturbé contra sus labios mientras esta repasaba mi glande con su lengua sedienta.
Su risa impactaba en mi polla, seguía suplicando que la tomara, mi cuerpo se convirtió en su escudo y con un gruñido gutural me adentre en el abismo, metiendola por completo, sacándola de nuevo para empotrarla con ahincó mientras esta gemía sin parar, completamente ida.
No se el tiempo que así estuvimos así, golpeando con mi martillo su yunque ,cada vez mas fuerte, cada vez mas rápido hasta que sentí como se iba, sus paredes palpitaban hambrientas de mi falo, engullendolo, apoderándose de él por completo.
La saque en ese momento, mi hombría aun recta, dura, brillante. La acerque a su boca mientras me la sacudía.
-Bebe -le pedí dejando que su lengua la limpiara, que su boca la envolviera, me fui en ese momento, sintiendo como su lengua apuraba mi simiente, su boca se llenaba de mi tragándolo ,paladeandolo.
Mi mano en su pelo, empujando su cabeza mas dentro para que con la boca la cubriera por completo mientras daba en su interior mis últimos coletazos entre gruñidos.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: La forja (privado)(+18)
La fiesta había dado un giro inesperado. La tensión y el deseo habían ganado la batalla. La hoguera nos daba la luz perfecta para que me recrease en su cuerpo, ebria y deseosa de que de una vez se acabase esta tortura. No me importaba nada ni nadie, sabía que estábamos rodeados de gente y eso, me encendió aún más de lo que ya estaba. Le observé en silencio, mordiéndome los labios, mientras mis manos le ayudaban a deshacerse de toda prenda, sintiese el tacto cálido de mis palmas, mis dedos adentrándose en su piel... proclamándole mío, tan solo por esa noche.
Mi piel se erizó al contacto de sus delicados dedos, nadie antes me había tocado de esa forma, conociendo cada resquicio de mi piel. Mis pechos se amoldaron a sus dedos, pezones duros hambrientos de su boca. Me torturaba, quería que me devorara pero no le dejaba, mis labios tomaron los suyos como si fuese el manjar más delicioso. Ansiaba más, quería todo de él, no sabía qué me pasaba pero la necesidad se convirtió en un deseo irrefrenable. Gemí perdida en sus caricias, mi sexo lo reclamaba…cada vez más húmedo más caliente. Jadeé al sentir como su miembro rozaba mis nalgas, mi sexo mojando mis piernas por culpa de mi humedad.
-Duros, esperando que no sean solo tus manos quien los tome, reclaman tu boca…y me vas a castigar porque no me darás lo que deseo -le reté, mis labios se curvaron en una sonrisa maliciosa, provocadora. Mordí su barbilla por encima de mi hombro al notar como entraba de golpe, como aún estando de espaldas, me incliné hacia adelante para hundir las yemas de mis dedos en la tierra y mover las caderas como si la vida se me fuera en ello. El pelo caía en cascada a un lado de mi cuerpo, salvaje… enredándose entre sus dedos que tiraban de mí hacia sí y no perderme, cosa que no pasaría jamás.
Estallé entre gritos de placer, hundiendo mis dedos con restos de arena en sus nalgas, adentrándole más hacia mí. arañando su piel, rugiendo como un animal, mi lado licántropo daba la cara más que nunca siendo humana. Y no contenta con la jarra de hidromiel, me arrodillé para tomar lo que ansiaba darme, su esencia. Volví a buscar su mirada, no la encontré pero no hacía falta , él sabía que mi mirada turbia por el deseo y el alcohol se fijaban solo en él. Reí contra su punta, engulléndola por completo, jugando con mi lengua en su hombría…riendo traviesa, tomándolo todo hasta notar como se volvía loco en mi boca. Despacio, limpié el lugar, regalándole los últimos segundos del orgasmo, no sin antes pasar su punta sobre mis aún duros pezones.
Tomé mi ropa entre risas, tirando de uno de sus brazos hacia un claro, nos ocultaría la maleza hasta el amanecer. Caí rendida sobre él, con la respiración entrecortada, mis labios se entreabrieron susurrando su nombre, encarcelándole en mi cuerpo. Suspiré sobre su cuello, dejando un tierno beso, morder su barbilla y reír contra sus labios en los que me perdí cayendo dormida.
Al día siguiente, los rayos de luz… me obligaron a cerrar aún más los ojos. Me dolía horrores la cabeza, apenas me acordaba de lo ocurrido… eso al principio. Cuando abrí los ojos y lo vi desnudo bajo mi cuerpo, mascullé por lo bajo… ¿había ocurrido? O a lo mejor …. No pero… sí, me acordaba de la hoguera, las risas, los gemidos y el sonido de nuestros cuerpos chocar como si nada más existiese. Suspiré , colocándome el pelo como buenamente pude con los dedos. Mi ceño fruncido, le observé dormido durante unos minutos, en completo silencio. Sonreí, me gustaba la imagen que me ofrecía y sin pensarlo demasiado… me incliné hacia él, enredando mis dedos en su pelo y acariciarlo con suavidad, tener más cerca su rostro en el que me deleité.
Él me odiaba y yo… a él ¿lo odiaba? Suspiré bajando la mirada, dejando un tierno y tímido beso en sus labios , tenía miedo…volvía a dejarme llevar y eso no era bueno, lo sabía por experiencia. Cerré con fuerza los ojos… volvía a ser una de mis ilusiones.
Mi piel se erizó al contacto de sus delicados dedos, nadie antes me había tocado de esa forma, conociendo cada resquicio de mi piel. Mis pechos se amoldaron a sus dedos, pezones duros hambrientos de su boca. Me torturaba, quería que me devorara pero no le dejaba, mis labios tomaron los suyos como si fuese el manjar más delicioso. Ansiaba más, quería todo de él, no sabía qué me pasaba pero la necesidad se convirtió en un deseo irrefrenable. Gemí perdida en sus caricias, mi sexo lo reclamaba…cada vez más húmedo más caliente. Jadeé al sentir como su miembro rozaba mis nalgas, mi sexo mojando mis piernas por culpa de mi humedad.
-Duros, esperando que no sean solo tus manos quien los tome, reclaman tu boca…y me vas a castigar porque no me darás lo que deseo -le reté, mis labios se curvaron en una sonrisa maliciosa, provocadora. Mordí su barbilla por encima de mi hombro al notar como entraba de golpe, como aún estando de espaldas, me incliné hacia adelante para hundir las yemas de mis dedos en la tierra y mover las caderas como si la vida se me fuera en ello. El pelo caía en cascada a un lado de mi cuerpo, salvaje… enredándose entre sus dedos que tiraban de mí hacia sí y no perderme, cosa que no pasaría jamás.
Estallé entre gritos de placer, hundiendo mis dedos con restos de arena en sus nalgas, adentrándole más hacia mí. arañando su piel, rugiendo como un animal, mi lado licántropo daba la cara más que nunca siendo humana. Y no contenta con la jarra de hidromiel, me arrodillé para tomar lo que ansiaba darme, su esencia. Volví a buscar su mirada, no la encontré pero no hacía falta , él sabía que mi mirada turbia por el deseo y el alcohol se fijaban solo en él. Reí contra su punta, engulléndola por completo, jugando con mi lengua en su hombría…riendo traviesa, tomándolo todo hasta notar como se volvía loco en mi boca. Despacio, limpié el lugar, regalándole los últimos segundos del orgasmo, no sin antes pasar su punta sobre mis aún duros pezones.
Tomé mi ropa entre risas, tirando de uno de sus brazos hacia un claro, nos ocultaría la maleza hasta el amanecer. Caí rendida sobre él, con la respiración entrecortada, mis labios se entreabrieron susurrando su nombre, encarcelándole en mi cuerpo. Suspiré sobre su cuello, dejando un tierno beso, morder su barbilla y reír contra sus labios en los que me perdí cayendo dormida.
Al día siguiente, los rayos de luz… me obligaron a cerrar aún más los ojos. Me dolía horrores la cabeza, apenas me acordaba de lo ocurrido… eso al principio. Cuando abrí los ojos y lo vi desnudo bajo mi cuerpo, mascullé por lo bajo… ¿había ocurrido? O a lo mejor …. No pero… sí, me acordaba de la hoguera, las risas, los gemidos y el sonido de nuestros cuerpos chocar como si nada más existiese. Suspiré , colocándome el pelo como buenamente pude con los dedos. Mi ceño fruncido, le observé dormido durante unos minutos, en completo silencio. Sonreí, me gustaba la imagen que me ofrecía y sin pensarlo demasiado… me incliné hacia él, enredando mis dedos en su pelo y acariciarlo con suavidad, tener más cerca su rostro en el que me deleité.
Él me odiaba y yo… a él ¿lo odiaba? Suspiré bajando la mirada, dejando un tierno y tímido beso en sus labios , tenía miedo…volvía a dejarme llevar y eso no era bueno, lo sabía por experiencia. Cerré con fuerza los ojos… volvía a ser una de mis ilusiones.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Re: La forja (privado)(+18)
Me removí sobre la hierba adormilado, bostece estirando los brazos, dejando escapar el aire para girarme atrapando con mi brazo una cintura femenina y orillandola contra mi cuerpo para volver a dormirme contra su cuerpo.
No se el tiempo que pasó, solo que los besos me hicieron abrir los ojos y centrarme en lo que había pasado esa noche exactamente.
La cabeza daba vueltas, tenia el estomago revuelto..en definitiva, una resaca de tres pares de cojones.
Ladeé la sonrisa, no podía verla pero casi adivinaba sus gestos.
Llevé mis manos a su rostro acariciando cada facción, deslizando mi indice por su boca, moviendo así el inferior que lo acompañó y mi boca sello la suya con un beso pausado.
-Buenos días, musité contra sus labios.
Iba a hablar ella, pero lacé la mano para silenciarla mientras de nuevo ladeaba la sonrisa con cierta altivez.
-Si, ya se...esto solo ha pasado porque estaba muy borracha, si no nunca me hubiera fijado en un tullido como tu, te recuerdo que somos enemigos -dije imitando su voz antes de explotar en carcajadas.
Me relamí los labios y a tientas busqué mi ropa por el suelo pues estaba completamente desnudo.
-Supongo no nos dio tiempo a vestirnos pero..¿dime que el menos tuviste la generosidad de traerme la ropa también a este espeso bosque?
Negué sin perder la sonrisa.
-Si no tendré que volver como Odin me trajo al mundo y muchas serán las jovencitas que querrán a tu hombre.
No podía dejar de reír, porque sabia que le molestaría haberse acostado conmigo, siempre me mostró su desprecio ¿por que ahora iba a ser distinto?
Trepé por su cuerpo ,quedando de nuevo a escasos centímetros de sus labios.
-¿Te ha gustado despertar conmigo? -pregunté con una sonrisa picara -con cada palabra rozaba su boca.
Nuestra nariz se acarició, su aliento errático impacto contra el vaho de mis labios y entreabiertos acogí a los suyos en un nuevo duelo.
Puede que este fuera el ultimo beso que nos diéramos, pero al menos este lo recordaria perfectamente.
-¿que vas a explicarle a tu rey? -pregunté sin dejar de ser su escudo -si mal no recuerdo desobedeciste su orden, llevarme anoche frente a él ¿cierto?
Mis dedos se pasearon inquietos por su piel, por su cintura, sus muslos mientras los suyos jugaban con mi espalda.
-Dile que me escapé y que has pasado parte de la noche persiguiéndome por estos bosques, que tu instinto estaba algo atrofiado por el alcohol...este rey no lleva bien a desobediencia y no me apetece oírte aullar por ser fustigada en la plaza como advertencia al resto de norteños.
No se el tiempo que pasó, solo que los besos me hicieron abrir los ojos y centrarme en lo que había pasado esa noche exactamente.
La cabeza daba vueltas, tenia el estomago revuelto..en definitiva, una resaca de tres pares de cojones.
Ladeé la sonrisa, no podía verla pero casi adivinaba sus gestos.
Llevé mis manos a su rostro acariciando cada facción, deslizando mi indice por su boca, moviendo así el inferior que lo acompañó y mi boca sello la suya con un beso pausado.
-Buenos días, musité contra sus labios.
Iba a hablar ella, pero lacé la mano para silenciarla mientras de nuevo ladeaba la sonrisa con cierta altivez.
-Si, ya se...esto solo ha pasado porque estaba muy borracha, si no nunca me hubiera fijado en un tullido como tu, te recuerdo que somos enemigos -dije imitando su voz antes de explotar en carcajadas.
Me relamí los labios y a tientas busqué mi ropa por el suelo pues estaba completamente desnudo.
-Supongo no nos dio tiempo a vestirnos pero..¿dime que el menos tuviste la generosidad de traerme la ropa también a este espeso bosque?
Negué sin perder la sonrisa.
-Si no tendré que volver como Odin me trajo al mundo y muchas serán las jovencitas que querrán a tu hombre.
No podía dejar de reír, porque sabia que le molestaría haberse acostado conmigo, siempre me mostró su desprecio ¿por que ahora iba a ser distinto?
Trepé por su cuerpo ,quedando de nuevo a escasos centímetros de sus labios.
-¿Te ha gustado despertar conmigo? -pregunté con una sonrisa picara -con cada palabra rozaba su boca.
Nuestra nariz se acarició, su aliento errático impacto contra el vaho de mis labios y entreabiertos acogí a los suyos en un nuevo duelo.
Puede que este fuera el ultimo beso que nos diéramos, pero al menos este lo recordaria perfectamente.
-¿que vas a explicarle a tu rey? -pregunté sin dejar de ser su escudo -si mal no recuerdo desobedeciste su orden, llevarme anoche frente a él ¿cierto?
Mis dedos se pasearon inquietos por su piel, por su cintura, sus muslos mientras los suyos jugaban con mi espalda.
-Dile que me escapé y que has pasado parte de la noche persiguiéndome por estos bosques, que tu instinto estaba algo atrofiado por el alcohol...este rey no lleva bien a desobediencia y no me apetece oírte aullar por ser fustigada en la plaza como advertencia al resto de norteños.
Aren Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: La forja (privado)(+18)
No me esperé esa clase de “buenos días”. Inmóvil, le observé acariciar mi rostro como si fuese la primera vez que nos encontrásemos y la verdad, así era. No éramos los mismos enemigos pero seguíamos siéndolo. No podía verme, mi gesto se tensó porque llegué a pensar que se jactaría al haber ocurrido, una especie de venganza por haberlo arrebatado de su familia, hacerle su vida un infierno. Sin embargo, su tacto fue suave y cálido. Mis labios besaron sus dedos, apenas pudo ser apreciado pero sellé la caricia de tal manera.
No entendía nada, ¿por qué me trataba de esa forma? Prefería esa frialdad y altivez. No dije nada, peiné mi cabello mientras le oía, le observaba y sonreí sin que él pudiese apreciarlo porque justo iba a decir eso, palabras envenenadas que en realidad no sentía. No estaba tan borracha para no recordar lo que pasó entre los dos, quise que pasara y él también ¿cómo comportarme ahora? fruncí ligeramente el ceño, él…él no era mi hombre ¿por qué había dicho semejante estupidez? Me sonrojé sin poder evitarlo y me enfadé al mismo tiempo. Mi enfado fue a raíz de imaginar que alguna lo admirase, se encaprichase de él como lo hizo aquella hechicera con un fin que no me sorprendería terminaría consiguiendo, al fin y al cabo era un hombre.
Si no lo hubiese interceptado en la puerta de la casa, seguramente habría despertado con ella y no conmigo ¿acaso ocurrió por eso? no estaba celosa…no lo estaba ¿verdad? Lo miré fijamente, seguía sentada en la hierba con él demasiado cerca. Una de mis manos se enredó en su cabello, enredándose, peinándole y no pensar, era mejor no hacerlo. No debía responder pero no iba a callarme.
-Si vas a darme los buenos días de esa forma puede que no haya sido tan terrible despertar contigo -no le dejé buscase la ropa, aún no nos habíamos vestidos, podíamos ser descubiertos y entregados , a mí me importaba muy poco. No dejaba de tentarme, buscar mis labios y no correspondí, solo me dejé besar hasta que fui yo quien enredé los dedos en el cabello de su nuca y le atraje hacia sí, mi beso fue necesitado… buscándole y se callase, no pensaba en el rey precisamente.
-No lo recuerdas ¿cierto? La hoguera, el baile… -me acomodé sobre su regazo, abrazando su cintura con mis piernas y buscar que nuestros sexos volvieran a encontrarse. Moví las caderas, entreabriendo los labios, si pasaba no tenía nada que ver con el hecho de matarlo -¿Qué? quieres que pase, quiero que pase… ¿dónde ves el problema? Te odiaré de igual modo -mordí sus labios, tirando del inferior para fundirnos en un beso, me deleité en sus labios. Acariciándolos con mimo, mordisco en su inferior el cual me arrancó un gemido.
No se lo esperaría y lo cierto es que yo tampoco. La mano libre, mis yemas descendieron por su espalda, acariciando su piel, era delicada, ruda al mover mis caderas buscándole. Sonreí contra sus labios, esto era una locura.
-Ya sé lo que vas a decir pero hoy es mejor que nos callemos, no quiero oir si no es un gemido, mi nombre entre tus labios -descendí por su cuello, marcándolo… me acordaba de lo dicho antes “fijarse en tu hombre” -Ahora eres mío -rugí contra su boca, mi cuerpo caliente y necesitado buscó el suyo una vez más , estaba enferma de necesidad por culpa de ese maldito hombre, deseaba volviese a pasar.
No entendía nada, ¿por qué me trataba de esa forma? Prefería esa frialdad y altivez. No dije nada, peiné mi cabello mientras le oía, le observaba y sonreí sin que él pudiese apreciarlo porque justo iba a decir eso, palabras envenenadas que en realidad no sentía. No estaba tan borracha para no recordar lo que pasó entre los dos, quise que pasara y él también ¿cómo comportarme ahora? fruncí ligeramente el ceño, él…él no era mi hombre ¿por qué había dicho semejante estupidez? Me sonrojé sin poder evitarlo y me enfadé al mismo tiempo. Mi enfado fue a raíz de imaginar que alguna lo admirase, se encaprichase de él como lo hizo aquella hechicera con un fin que no me sorprendería terminaría consiguiendo, al fin y al cabo era un hombre.
Si no lo hubiese interceptado en la puerta de la casa, seguramente habría despertado con ella y no conmigo ¿acaso ocurrió por eso? no estaba celosa…no lo estaba ¿verdad? Lo miré fijamente, seguía sentada en la hierba con él demasiado cerca. Una de mis manos se enredó en su cabello, enredándose, peinándole y no pensar, era mejor no hacerlo. No debía responder pero no iba a callarme.
-Si vas a darme los buenos días de esa forma puede que no haya sido tan terrible despertar contigo -no le dejé buscase la ropa, aún no nos habíamos vestidos, podíamos ser descubiertos y entregados , a mí me importaba muy poco. No dejaba de tentarme, buscar mis labios y no correspondí, solo me dejé besar hasta que fui yo quien enredé los dedos en el cabello de su nuca y le atraje hacia sí, mi beso fue necesitado… buscándole y se callase, no pensaba en el rey precisamente.
-No lo recuerdas ¿cierto? La hoguera, el baile… -me acomodé sobre su regazo, abrazando su cintura con mis piernas y buscar que nuestros sexos volvieran a encontrarse. Moví las caderas, entreabriendo los labios, si pasaba no tenía nada que ver con el hecho de matarlo -¿Qué? quieres que pase, quiero que pase… ¿dónde ves el problema? Te odiaré de igual modo -mordí sus labios, tirando del inferior para fundirnos en un beso, me deleité en sus labios. Acariciándolos con mimo, mordisco en su inferior el cual me arrancó un gemido.
No se lo esperaría y lo cierto es que yo tampoco. La mano libre, mis yemas descendieron por su espalda, acariciando su piel, era delicada, ruda al mover mis caderas buscándole. Sonreí contra sus labios, esto era una locura.
-Ya sé lo que vas a decir pero hoy es mejor que nos callemos, no quiero oir si no es un gemido, mi nombre entre tus labios -descendí por su cuello, marcándolo… me acordaba de lo dicho antes “fijarse en tu hombre” -Ahora eres mío -rugí contra su boca, mi cuerpo caliente y necesitado buscó el suyo una vez más , estaba enferma de necesidad por culpa de ese maldito hombre, deseaba volviese a pasar.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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