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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Caleb Montoya Dom Jun 04, 2017 2:13 am

Recuerdo del primer mensaje :

Sentado en aquel trono mirando hacia la mesa de piedra con las ranuras en las que a la perfección encaban las espadas legendarias de los siete caballeros que representaban a la orden de la sierpe dorada pensaba en como le iría a mi sobrino en la misión encomendada.
Apenas hacia siete lunas que fue enviado a través del portal al París de 1800, allí pronto se desataría una guerra para la que no estábamos preparados.

No eramos los únicos viajeros en el tiempo, otros iban a por ese orbe que nunca corrió mayor peligro que en ese momento.
La reliquia de Egipto había sido hallada, ahora solo la esfera de su interior le faltaba y cuando el engranaje cerrara, mas valía que Dios se apiadara de todos nosotros pues el Apocalipsis se desataría sobre una tierra de la que no quedaría ni las raíces.

Esos ineptos pensaban que para justificar la victoria a una guerra que les estaba durando demasiado tiempo podían poner en jaque a la humanidad por completo.
No permitiría que eso sucediera, es por eso que mis manos se aferraban al trono tensas, marcando cada una de las venas.

La puerta se abrió con su característico chirriar, mi mirada se alzó hasta dar con la doncella a la que como aprendiz había tomado apenas hacia un par de semanas, ella era hija de mi gran compañero de armas uno de los siete que recientemente dejo su silla vacía defendiendo aquello en lo que creía.
Sin descendiente varón, la ley dice que el puesto en la mesa se someterá a votación, mas por el cariño que a este me ata, decidí desobedecer a los otros cinco y arriesgarme a entrenar a una doncella.
Es la primera vez que se permite a una mujer blandir la espada, mas me han dado un año para convertirla en la digna sucesora de su padre, y aun consiguinedolo, duras son las pruebas a las que tendrá que someterse.

Cuando la miro me doy cuenta de que quizás he errado, que mi afecto por le padre me ha nublado los ojos por completo, pues he abocado a esa preciosa mujer a una vida caotica, alejada de la posibilidad de ser madre, esposa, ahora he de hacerla sangrar hasta que el rojo de su pelo sea el fuego de su alma.
Ademas mi mirada se enturbia en demasiados momentos cuando entrenamos, admito que me despierta un deseo prohibido, pues jamas podrían dos guerreros de la mesa unirse de modo alguno mas allá de la lealtad y la fe ciega en el otro.
-¿que sucede? -preguntó con la frialdad con la que debo tratarla para interponer la distancia adecuada.

Su voz suena trémula, creo que le impongo, a fin de cuentas, la he visto nacer, crecer alrededor de esa mesa, es joven, inexperta y yo un guerrero con demasiados años a sus espaldas como para ser menospreciado por cualquiera.
Dice que se requiere mi presencia bajo las raíces del milenario árbol que habitan nuestras brujas ciegas.
Algo ha sucedido pues pocas visitas reciben y menos son ellas las que las solicitan.

Me pongo en pie, su mirada me recorre al pasar por su lado, evito rozarla, mas ella cierra la comitiva siguiendo en silencio mis pasos.
Algo me dice que esto tiene que ver con Wesh y su imprudente forma de ser, apreto los puños hasta que solo los nudillos blancos se ven.

Descendemos por los pasillos oscuros del subterráneo castillo, tomó una de las antorchas hasta llegar al final del lúgubre corredor, una puerta circular sellada con runas druidas que se ilumina cuando mi mano se posa en el centro, cierro los ojos al sentir como su fuego inunda mis venas, quema y siento el pecho arder, ese es le precio de incomodar a las que no ven.
Empujo, mis ojos ámbar reflejan el dolor, así como la fuerza con la que logro mover el portón.
Se que tras de mi la dama de fuego tiembla, no se si de miedo o porque ve el sufrimiento escrito en mi rostro, mas en la oscuridad nos adentramos y allí frente a una fuente redonda de bajas aguas oscuras como la noche ellas con sus manso sumergidas nos esperan hambrientas.
-Hablad brujas ¿que es aquello que me tenéis que contar?


Última edición por Caleb Montoya el Vie Jun 09, 2017 2:14 pm, editado 1 vez


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Mensaje por Eileen Indrisler Vie Jun 30, 2017 8:58 am

Por suerte para nosotros realmente habíamos encontrado a la mujer que los bárbaros habían denominado como “egipcia”, ya que dudaba que hubieran muchas parejas en París que estuvieran formadas por una egipcia y un vikingo. El colgante que había visto y que había llamado mi atención fue lo que necesité para poder sacarle información hasta que supimos que había venido hacía poco de Egipto, y que su prometido era un vikingo que era quien le había regalado el colgante. Miré a Caleb, ya teníamos la información necesaria así que poco más podríamos sacar de ella ahora que habíamos confirmado nuestras sospechas. Caleb fue el que se despidió por los dos deseándole suerte en su matrimonio y juntos pusimos rumbo fuera de aquel despacho que ella tenía, saliendo del museo para quedarnos cerca de la entrada pero apartados para vigilar y en cuanto ella saliera seguirla hasta su casa. Mis ojos subieron al lobo cuando apuntó que formábamos un gran equipo y me mordí el labio, reprimiendo mis palabras que iban por otro camino.

Él intentaba por todos los medios quitarle hierro al asunto, como si aquella noche no hubiera pasado pero a mí me resultaba imposible y hacía que todo fuera más complicado. Yo era la única culpable de nuestra situación, yo nos había condenado a los dos y era un peso que debía de cargar sola a mi espalda, puesto que yo era quien había tomado la decisión separando nuestros caminos, sin pensar que en algún momento estos podrían haber estado unidos. Solo rezaba que él pudiera hacer su vida y se olvidara de mí porque no se merecía sufrir por mi culpa, era el líder de nuestra orden y en algún momento estaba segura que el consejo le diría que tendría que casarse para tener descendencia, un linaje que continuara… y yo no iba a poder hacer nada… esas cosas me carcomían por dentro, mi decisión había sido basada en un imposible desde un modo de vista totalmente frío, ahora todo se me hacía más cuesta arriba.

Esperamos a que Naitiri terminara su trabajo, era una mujer tenaz que apuró hasta el último momento en que cerraban el museo para terminar con su trabajo, se notaba la dedicación que a este le ponía. Desde una distancia prudente la seguimos por las calles de París sin que ella se percatara de que la estábamos siguiendo, pronto se paró en una de las casas de aquella zona residencial y abrió la puerta mientras de fura escuchábamos risas de ella y de un hombre que seguramente sería su prometido. Mi mirada se puso en Caleb que me hizo una seña para que fuera yo quien llamara a la puerta mientras él se ponía pegado a la pared con la daga en su mano, si salía su prometido pediría hablar con la egipcia por algo relacionado con el trabajo, si era ella nos resultaría mucho más fácil para lidiar con el vikingo.

Toqué al timbre y pronto unos pasos se acercaron a la puerta y para mi suerte fue la misma Naitiri quien nos abrió la puerta, su cara de sorpresa por verme allí fue notoria y pronto se quedó callada cuando el filo de la daga estaba en su cuello, Caleb le decía que entrara dentro sin hacer ruido, no queríamos armar un escándalo y fastidiar aquella oportunidad que íbamos a tener, ella alegó que estaba amenazando a la mujer equivocada en lo que yo entraba cerrando la puerta y me preparaba, algo me decía que como ella nos estaba diciendo su prometido no sería muy racional cuando la viera a ella con la daga en su cuello. Llevaba un par de dagas escondidas en el vestido en un cinto que tenía atado a un muslo y que con la caía del vestido lo tapaba, nos adentramos cuando su perra gruñó, lo que alertó al vikingo, que salió para mirar a su prometida y a Caleb que la tenía en sus manos.

Se cegó en aquel momento y desarmado como iba se lanzó hacia Caleb haciendo que la egipcia quedara libre, mientras los dos se enzarzaban en una lucha a cuerpo dándose golpes, puñetazos… sabía que él podría aguantar los golpes, no por nada era un lobo y no le dolerían tanto como a cualquier otro pero aun así me costaba verlo sin poder hacer nada. Un “Huye Nai” captó mi atención para alzar mi vista a la egipcia, que pronto echó a correr sin pensarlo y yo aprovechando que los dos seguían enzarzados en una lucha los salté para rauda y a por la egipcia, no quería hacerle daño y sabía que era la clave para tener bajo control al vikingo, no podía fallarle a la orden, ni menos a Caleb.

Cuando aferré su brazo para pararla esta se giró rauda dándome un guantazo para seguir huyendo, pero me rehíce pronto porque estaba acostumbrada a los golpes, mucho más fuertes y violentos que aquel simple guantazo y la aferré del brazo, esquivé su golpe que quiso darme y le hice una llave bloqueando sus movimientos mientras ella se revolvía, pero era incapaz de soltarse ante mi agarre. Había sido instruida para aquellas situaciones y dado que no presentaba saber luchar ni defenderse dudaba que pudiera liberarse del agarre, se removía pero no lograba soltarse. Saqué entonces la daga y la puse de nuevo en su cuello para que estuviera quieta, la alcé del suelo que era donde la tenía inmovilizada y acerqué mis labios a su oreja.


-No queremos haceros daño, Naitiri. No voy a hacerte daño mientras colabores conmigo. Venimos en busca de información y en cuanto la tengamos nos iremos –ella no se lo creía y no la culpaba, la habíamos mentido en el museo y no se creía ni una de mis palabras. La llevé hasta donde los dos hombres seguían peleándose y tenía en mi poder a su mayor debilidad, a la llave para controlarlo- Vikingo –lo llamé para que parara de pelear hasta que sus ojos azules se pusieron en los míos- estate quieto y no le haré daño alguno –se levantó para ir a por mí, cegado, pero di un paso atrás y apreté la daga contra el cuello de ella- Yo de ti no lo haría. Estás desarmado y somos dos, además la tengo a ella… no tienes la situación a tú favor –Naitiri le pedía que no hiciera nada como si ella pudiera calmarlo de esa forma mientras yo no la soltaba y mi vista fue a Caleb. Tenía golpes en el rostro, algo de sangre, magulladuras… igual que el vikingo- Vamos a hacer esto por las buenas y nadie tendrá que lamentar nada –dije con la voz firme y segura queriendo llevar el control de la situación ahora que tenía a ella bajo mi poder, a ver si así podíamos sacar algo en claro.


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Mensaje por Ubbe Cannif Vie Jun 30, 2017 11:59 am

Sentía mi labio sangrar, con el puño cerrada asestaba golpes en el vientre del licantropo, había sido entrenado para luchar contra los sobrenaturales, puede que los golpes le dolieran menos, pero si le rompía un par de costillas, los huesos fracturados no cerraban con la misma rapidez que las heridas.
Así que golpeaba una y otra vez la misma zona, no era un pobre muchacho, yo estaba curtido para la guerra, era un vikingo.
Los huesos sonaban desquebrajándose, pero aquel hombre también sabia lo que hacia y a diferencia de mis opciones, la suya era golpearme la cabeza con ahincó para noquearme cuanto antes.
Así los dos nos revolvíamos por el suelo tratando de asestar golpes y detener los ajenos.

La voz de la mujer me hizo detener un momento mi empeño, alcé la mirada gruñendo, por mi ceja resbalaba la sangre nublandome la vista de un ojo, el labios partido y aun así esta gesta para mi solo había empezado.
Sentí como el lobo me apresaba por la espalda aprovechando que me había detenido, una llave que me inmovilizó momentáneamente, pues bajando la cabeza y el tronco de golpe lo hizo sobrevolar mi cuerpo cayendo delante mio para intercambiar ahora las tornas.

La otra mujer de cabellos fuego insistió ,el acero se hundió mas en la piel de mi egipcia y apretando los dientes alcé las manos en clara señal de rendición.
-No le hagas daño -pedí -sea lo que sea lo que buscáis ella es ajena a esto.
Mis azules se perdían en sus desiertos, necesitaba saber que estaba bien y de cierta manera sus palabras me calmaron.
El licantropo me alzó del suelo sujetándome con fuerza, me empujó hasta una silla y allí me ato las piernas y las manso dejándome así completamente inmovilizado.
-Soltarla o juro por Odin que hoy alcanzareis Hell.

La mujer llevó a Nai a otra silla, la sentó pidiéndole que guardara la calma, que su intención no era dañarla, pero estaba claro que alguien que no busca guerra no entra esgrimiendo el acero.
-¿que demonios queréis? -pregunté mirando fijamente al licantropo que acaba de colocar una silla frente a la mía para mirarme de frente.
Gruñí removiendome sobre la madera, bufé ofuscado demostrándole a aquel tipo que se había equivocado metiéndose conmigo.
-Si le pones un dedo encima te mataré -rugí ofuscado.

El lobo parecía guardar la calma, como si mi talante salvaje fuera exactamente aquello que pensaba.
Se arremangó las mangas de la camisa, sin despegar su mirada de la mía, su calma me carcomía.
-La reliquia que cogisteis de Egipto ¿donde esta?
Esa fue su primera pregunta, ladeé la sonrisa, a buenas horas venia aquel hombre a preguntar por ella, ya no la teníamos en nuestro poder. El rey del norte la poseía, lo que me daba a entender que él no era uno de sus hombres.
No obtuvo mas respuesta que unas carcajadas que le dediqué con desprecio, se lazó de golpe me dio un puñetazo con todas sus fuerzas.
Me giró la cara de la fuerza, sentí la sangre agolparse en mi boca, sangre que le escupí en la cara cuando sujetando mi pelo para mirarme a los ojos instigandome a hablar.
-å få for ass fucker -dije en un perfecto noruego -que te joda hijo de puta -dije entre gruñidos para que lo entendiera.


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Gracias Nai:
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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Jul 02, 2017 10:03 am

Me sentía bastante cabreada por el hecho de que me hubieran engañado de esa forma cuando vinieron al despacho, haciéndose pasar por una pareja de recién casados solamente para sacarme información y seguirme, qué tonta había sido pero claro… ¿cómo iba a saber yo sus verdaderas intenciones? Por alguna cuestión que desconocía habían dado conmigo y cierto era que sus preguntas habían sido enfocadas, de forma muy sutil, hacia más mi vida y el vikingo que a lo que realmente habían ido a hacer allí. Ahora las consecuencias de ello es que estaban en mi casa, con la daga en mi cuello y el vikingo mirándolos bastante cabreado por ellos. Caleb decía que no quería hacernos daño y ya le había advertido que entonces me soltara si no quería salir mal parado, y justo como estaba pensando… el vikingo se lanzó a por él liberándome, creo que ni él mismo se lo vio venir y me soltó haciendo que quedara libre y ellos cayeran al suelo.

Un “huye Nai” fue lo que me activó en ese momento y sin pensarlo le hice caso, no quería dejarlo allí pero sabía de sobra como se las gastaba el vikingo y lo bueno que era en ese campo en el que yo no podía ayudarle por mucho que quisiera, así que salí de allí empezando a correr para escuchar unos pasos que me seguían del brazo, sentí unas manos delicadas que me cogían del brazo sabiendo que sería Eileen y sin pensarlo cuando me giré mi mano se estampó en su mejilla, debía que decir que también con la rabia que llevaba encima en esos momentos y seguí corriendo para intentar salir fuera y alejarme de allí. Pero ella volvió a cogerme y cuando me giré de nuevo para pegarle esquivó mi mano agachándose, me hizo una llave inmovilizándome dejándome tendida en el suelo, me revolví todo lo que pude pero era imposible librarme de su agarre más fuerte que el mío… a veces odiaba ser tan débil como era en esos momentos.

Me levantó del suelo y puso una daga de nuevo en mi cuello, me dijo que no quería hacerme daño y que tan solo habían venido en busca de información, ¿información? No me lo creía ni por un solo segundo, no me fiaba de ninguna de las palabras que salían de su boca porque ya me habían engañado una vez, no lo harían una segunda vez. Volvimos de nuevo donde estaban los dos peleándose, los golpes se sucedían uno tras otro y fue entonces cuando ella llamó al vikingo, quien dejó de pelear y entonces levantó su rostro hacia ella. Llevaba una brecha en la ceja de la que salía sangre, algún que otro moratón en el rostro y sangre en su labio… me dolía verlo de esa forma aunque nada revestía de gravedad, pero no me gustaba. Caleb lo apresó por detrás inmovilizándolo y él se libró para estar encima de él dándole golpes, sentí la daga presionar más contra mi cuello y fue entonces que Ubbe dejó de pelear y levantó sus manos como si se rindiera.


-No me ha hecho nada, estoy bien –dije cuando sus ojos se fijaron en los míos, a diferencia de él yo no llevaba ningún golpe en mi cuerpo y sabía que me cogían a mí porque era, de alguna forma, la manera de controlarle ya que era más peligroso que yo. Él intentaba que me soltaran haciéndoles ver que nada tenía que ver y fue cuando lo sentaron en una silla atando sus manos y sus piernas para que no se moviera, él amenazaba con que no me hicieran daño alguno y a mí me llevó a otra silla pero sin atarme, yo no les presentaba peligro alguno porque nada podría hacerles. Fue entonces cuando la pregunta de Ubbe surcó el lugar, yo también me preguntaban qué querrían de nosotros, Caleb puso una silla frente a él y Eileen se mantenía cerca de mí, las palabras del hombre salieron y fue entonces que los miré de manera fija. ¿Cómo sabían…? Me mordí el labio por ello, no tenían pinta de ser norteños y si preguntaban aquello es que nada tenían que ver con el aquel rey, ¿entonces… quiénes eran? Es más, ¿cómo es que sabían de la reliquia de Egipto? Si solo lo buscaban dos bandos, y la reliquia solo la tenía una… ¿eso quería decir que…? No, no podía ser pero… la verdad es que todo encajaba.

Que hubieran aparecido de forma misteriosa, que reunieran información, que nos siguieran para encontrar información sobre la reliquia… mi madre me había dicho que una parte no funcionaba sin la otra, teniendo en cuenta que eran dos mitades de una misma cosa ¿no se alertarían la otra parte que la custodiaba, si supieran que una de las partes estaba en manos de quien no debía? Ubbe no les respondió de buenas a primeras, se rió en una carcajada que bien me hacía indicar que no les iba a decir absolutamente nada sobre la reliquia, ni si la teníamos en nuestro poder o no y a cambio de su no respuesta le dio un puñetazo que giró su rostro, le escupió la sangre y en nórdico le dedicó unas palabras que más tarde las dijo para que él las entendiera… de alguna forma sabía que él no iba a decirles nada, pero, ¿podría yo aguantar ver como intentaban sacarle información a base de golpes? Por supuesto que no.



-Me dijiste que no nos harías daño… Eileen –la llamé para que me mirara, sus ojos azules se fijaron en los míos mientras los otros dos seguían a lo suyo en aquel interrogatorio- por favor… -murmuré en voz baja pero ella parecía no hacerme caso y estaba más que claro que el que mandaba era Caleb, así que me dirigí en esa ocasión hacia él- Caleb –lo llamé para que me escuchara, sus ojos se alzaron hasta los míos, pardos contra pardos, y fue entonces que decidí exponer las cartas sobre la mesa- sé quiénes sois –dije sabiendo perfectamente lo que decía, mis palabras sonaron seguras sin ningún tipo de temor, dudo o inseguridad… sabía bien lo que estaba haciendo mirándole de forma fija, sacando un valor que no sabía de donde nacía exactamente- admito que me siento cabreada por haberme engañado de esa forma esta tarde, jugasteis bien vuestro papel de pareja enamorada sacándome información sutilmente, o debería de decir vilmente –me levanté de la silla a lo que Eileen volvió a poner la daga en mi cuello, pero la miré de forma fija- no represento ninguna amenaza como para que tengas que poner la daga en mi cuello, ya lo tenéis a él que es el que más daño puede haceros… te agradecería que apartaras la daga, sabes que no puedo hacer nada si quisieras inmovilizarme –claro estaba cuando no le había costado absolutamente nada reducirme, Caleb la llamó y le hizo un gesto para que quitara la daga de mi cuello sabiendo que tenía razón con eso, y es que a peor ya no podía ir la cosa y sabía que conforme era el vikingo nada bueno podría depararle de seguir de esa forma- te diré lo que quieras saber pero solo si me dejas curarlo y dejas de pegar a mí prometido –yo no estaba hecha para esas cosas y si podía evitar que le siguiera pegando frente a mí que así fuera, querían información y yo podía dársela, yo era mucho más razonable que él y parecía que eso él también lo había visto.
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Mensaje por Caleb Montoya Dom Jul 02, 2017 11:56 am

Tenia que admitir que aquel humano sabia pelear, para ser solo eso, un mero mortal, parecía haber sido entrenado para la guerra, como si nada mas ocupara su vida que el acero, los golpes y las embestidas.
Se zafaba de mis agarres y por mas goles que le daba parecía imponer su voluntad a no doblegarse.
Torturaba mis costillas, las sentí crujir, acaba de romper dos de ellas a puñetazos, otro que no hubiera sido licantropo hubiera desistido de esta pelea en el acto.
Por contra se le veía cansado, sangraba en abundancia por el labio, ceja, posiblemente la visión le fallaba, y aun así, con su cuerpo a punto de colisionar, continuaba gruñendo, luchando como un demonio.

Fue ella la que detuvo esta guerra que bien hubiera podido acabar con los dos muertos, pero el vikingo cedió, el cuello de su prometida corría peligro bajo el afilada arma de Eileen, así que entre bufidos se dejó coger.
Miré fijamente los azules de mi aprendiz, había sido inteligente, lo había controlado ella y de no estar aquí esto hubiera terminado bastante peor.
Mi cuerpo empezaba a regenerarse, por contra el del vikingo no lo hacia, lo llevé hasta una silla sentándolo ahí con rudeza.
Rugía para que nada le pasara a ella, nunca vi nada mas salvaje que el hombre que tenia en frente, solo parecía que la egipcia pudiera controlarle.
-Putos salvajes -mascullé arremangando las mangas plagadas de sangre.

Miré los pardos de la mujer del museo.
-Mas vale que le digas a tu prometido que colaboré y se esté quieto porque no sabes las ganas que tengo de matarlo a golpes, solo necesito un motivo, que me lo dé y no volverá a ponerse en pie.
El vikingo se reía, sangraba pero se reía y eso me sacaba de mis casillas, era como si hubiera entrado en un estado de frenesí en el que el dolor no existía.

Las preguntas hacia este se sucedían, pero como respuesta solo palabras norteñas que traducía para que entendiera perfectamente.
Me escupido en la cara, nunca había conocido un demente como él que enfrentara así la tortura.
Algo me decía que antes moriría que hablaría.
Fue la mujer la que suplico clavando sus ojos en los míos, mucho mas razonable me dijo que hablaría si le permitía curarlo.
-No, habla, si tus respuestas son ciertas, te permitiré curar a tu prometido.
El vikingo le decía que no hablara ¿como podía ser tan insensato?
Le di otro puñetazo, esta vez en el estomago, oí como sus costillas crujían, esa se la debía.
Las mis estaban amoratadas, rotas, sentía dolor, ningún humano a puñetazos me habia infligido un daño como este, tenia que reconocerle le merito al muchacho.
-Habla egipcia ¿donde esta la reliquia que robasteis de Egipto?

Puto vikingo, empezó a recitar en norteño, no me dejaba escucharla y cada puñetazo hacia que repitiera lo mismo mas fuerte, como si fuera un cántico de guerra.


"Se, jeg ser min far, se, ser jeg min mor, mine søstre og mine brødre. Nu ser jeg avstamning av mitt folk til sine prinsipper. Og se, ring meg, ber meg om å ta min plass inkludert i domstolene i Valhalla, hvor modige leve evig. "

"He aquí que veo a mi padre, he aquí que veo a mi madre, a mis hermanas y mis hermanos. He aquí que veo el linaje de mi pueblo hasta sus principios. Y he aquí que me llaman, me piden que ocupe mi lugar entre ellos, en los atrios de Valhalla, el lugar donde viven los valientes para siempre."


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Mensaje por Eileen Indrisler Lun Jul 03, 2017 11:21 am

Se podría decir que la situación estaba más o menos bajo control, me había costado poco controlar a la egipcia y de no ser por eso no sabía muy bien cómo habría quedado la pelea, porque los dos estaban bastante magullados aunque sabía que Caleb se regeneraría por sí solo dada su condición de licántropo, pero incluso así me costaba verlo de esa forma, no me gustaba verlo herido aunque sabía que pronto las contusiones internas que pudiera tener se curarían solas, mientras que el peor parado sin duda alguna era el vikingo. Pudimos controlarlo gracias a que tenía a la egipcia, los ojos del lobo se pusieron en mis azules y lo miré de forma fija cuando al par de segundos me hizo un breve gesto con la cabeza que entendí como un “bien hecho”, para llevarla dentro y sentarla sobre una silla y dejar que él atara al vikingo a otra para que no pudiera moverse y así lo interrogara mejor.

Se notaba lo mucho que sentía el vikingo por la egipcia porque no paraba de preocuparse más de que ella estuviera bien que de sí mismo, cuando era él quien estaba lleno de moratones y de golpes, con sangre manchando su rostro y ella estaba en perfecto estado, pero eso no le detuvo para amenazar a Caleb con que no la tocara mientras este, delante de él tras poner una silla enfrente, se subía las mangas de la camisa manchadas de sangre, con tranquilidad que parecía enervar el vikingo. Me quedé en segundo plano vigilando que la egipcia no hiciera nada mientras Caleb procedía a interrogarlo… pero era duro, un hueso muy duro de roer que no cedía ni un ápice en ningún sentido, como si estuviera completamente loco y no le importara morir por no abrir sus labios y decirnos ningún tipo de información.

A mi lado podía sentir a la egipcia intranquila, removerse en su asiento cada vez que Caleb le pegaba al que era su prometido al no recibir respuesta por su parte, se notaba que no era una mujer dada a estas cosas y me pregunté cuánto aguantaría sin hacer algo para salvarlo, porque no paraba de removerse en el asiento, retorcía sus dedos entre sus manos inquieta, sus piernas se movían y parecía que le costaba mirar aquello mordiéndose el labio… sin duda alguna el vikingo no iba a contarnos nada, pero ella… quizás ella fuera más razonable que él, quizás con ella nos resultara más fácil. Me llamó, pronunció mí nombre en un susurro recordándome que le había prometido que no les haríamos daño, que solo queríamos información y nos iríamos… pero el vikingo no estaba colaborando y Caleb no iba a cejar en su empeño, de ello dependía el futuro de todos.

Acabó llamando al lobo cuando vio que yo no le contesté, no iba a incumplir una orden, no iba a fallarle a la Orden y mucho menos iba a fallarle a él… no podía hacer nada, y ella pareció saberlo porque hizo que sus pardos se centraran en ella y sus siguientes palabras me hicieron mirarla con fijeza, ¿Qué sabía quiénes éramos? Mi mirada fue hacia Caleb, intercambiamos miradas ante aquello pero, ¿y si era un farol? Pero, ¿y si no lo era y sabía que pertenecíamos a la Orden? Sabíamos que estaban buscando pistas sobre nosotros, que buscaban la otra parte y que querían ir a por el orbe. Quizás el vikingo no lo supiera pero la egipcia había atado cabos, se levantó y rápida puse la daga en su cuello a lo que ella me miró como si me diera a entender que no era amenaza para ella, era cierto, había comprobado que no tenía nociones para defenderse y Caleb me llamó y me hizo un gesto para que quitara la daga de su cuello.

Le permitió que lo curara pero solo si hablaba y nos decía lo que queríamos saber, a lo que el vikingo se negó diciéndole que no lo hiciera, ganándose un puñetazo del lobo y cuando volvió a preguntar por la reliquia este comenzó a hablar de nuevo en su lengua sin entender lo que decía, cada vez más fuerte como si fuera un cántico sin dejar que pudiéramos escuchar a la egipcia ganándose más puñetazos en su estómago que con la fuerza que tenía Caleb no dudaba en que le hubiera roto un par de costillas a esas alturas. Así no íbamos a conseguir nada porque el vikingo no iba a dejar que hablara ella, teníamos que tomar otra táctica o no podríamos conseguir la información que necesitábamos. Una estaba dispuesta a hablar y el otro a no decirnos nada… bien, ¿por qué no aprovechar eso? Rodeé al vikingo para coger el brazo de mi líder, apartarlo un poco pero poniendo nuestra atención fija en ellos por si a la egipcia se le ocurría hacer algo, y lo miré hablándole de forma tan baja que solo él pudiera oírme dada su condición de lobo.


-Caleb, no creo que podemos sacar así nada en claro –mi vista fue hacia ambos y luego a él, ninguno podía oírnos de ninguna de las maneras, porque apenas salía voz de mis labios y era más como un murmullo que él escucharía perfectamente- ella parece la más razonable, permite que cure las heridas de él y deja que hable, él lo va a impedir pero podemos ponerle una mordaza –mi mano seguía todavía ahora sobre su muñeca, del brazo que no dejábamos a la vista de ellos, con mis dedos enredándose en su antebrazo, acariciando la piel cálida bajo la yema de mis dedos como en una lenta caricia, como si quisiera cerciorarme de que estaba bien- tengo un plan, confía en mí –pedí mirándole de forma fija unos breves segundos, quería acercarme y curar sus heridas, besar sus labios…- dejemos que hable, si no nos convence haremos que él hable, ella es su debilidad, utilicémosla contra él. Si la interrogamos seguro que no lo aguanta, no es una mujer hecha para todo esto y algo me dice que él no aguantará ver que podemos hacerle daño… sé que no es lo correcto pero… -me mordí el labio, últimamente nada era lo correcto pero teníamos que hacer lo que fuera necesario para conseguir información, y si para ello teníamos que hacer un poco de daño a la egipcia para que él hablara… es lo que debíamos de hacer- confía en mí, por favor –pedí rozando sus dedos con los míos, nuestros cuerpos tapaban ese gesto y me giré mirando a la egipcia- puedes curarle, luego nos dirás lo que queremos saber y todo esto terminará –le dije con voz firme y segura acercándome para ver que hacia solo eso, curarle, sin trucos de por medio.


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Mensaje por Caleb Montoya Mar Jul 04, 2017 6:01 am

Eileen rodeó la silla para tomar mi brazo con suavidad, mi gesto tenso lo decía todo, ese maldito bastardo me estaba desquiciando, supongo que ese y no otro era el plan del bárbaro.
Le apunté con el dedo mientras seguía repitiendo en su idioma ese mismo cántico, mi actitud amenazante hubiera echo que cualquier otro se meara encima sin embargo el muy bastardo seguía ostentando esa media sonrisa.
-Hablaras -rugí dejando que Eillen me llevara un poco mas allá para poder hablar a solas,

Si perder de vista a esos dos, escuché los susurros de mi aprendiz, sabia que tenia razón, a ese tipo no le íbamos a sacar nada, era mas fácil que ella hablara.
Dejarla curarlo no me parecía lo apropiado, si ella le veía herido era mas fácil que nos contara todo, a fin de cunetas estaba deseando tocarlo, abrazarlo, podía verlo en sus pardos.
Al menos ese cabrón tenia suerte en eso, también yo hubiera matado por poder tocar a la mujer que rozaba mi piel de forma suave para calmarse.
También yo iba herido y aunque mi cuerpo se regeneraba, las costillas quebradas aun no habían vuelto al sitio, el vikingo sabia lo que se hacia al castigar la misma zona del cuerpo, se hundían oprimiendo mi pulmón, me costaba respirar, pero era un licantropo, aguantaba bien el dolor, aunque no se por cuanto tiempo me podría mantener en pie si las costillas seguían oprimiendo mi órgano.

Me pidió que confiara en ella, mis pardos se centraron en sus azules, mi dedos acariciaron su palma lentamente mientras asentía, le dejaría llevarlo a su manera, desde luego a la mía no había sacado mucho hasta el momento.
Le pidió a la Egipcia que curara al vikingo, una muestra de nuestra buena voluntad.

Palabras que fueron el pistoletazo de salida para la joven egipcia que corrió hacia su prometido de inmediato, le acarició el rostro para que se centrara en ella y dejara ese cántico que pronunciaba sin cesar una y otra vez.
El guardó silencio como si ella aplacara la tormenta, ver aquello me hacia pensar en lo que pudo haber sido y nunca seria para nosotros.
Ella había dado su vida a la orden arrebatándonos nuestro destino.

Centré mi mirada en la egipcia que se separaba del vikingo para ir a por algo con lo que curarlo.
-Sin trucos señorita, no pretendo hacerle daño, pero para proteger la reliquia haré lo que tenga que hacer.
Esta asintió, volví a mirar a Eileen y asentí, era el momento en la que ella tomara el control de esto, no podíamos perder mucho tiempo, teniendo en cuenta que no estaban solos, los otros podían aparecer en cualquier momento.


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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Jul 05, 2017 11:31 am

Esperaba que me dejaran curar al vikingo quien al parecer no dejaba de recitar un cántico, como si aquello le diera fuerzas y confianzas, tras haberme dicho que no dijera nada y ver que no iba a ser así… no podía dejar que le hicieran nada, si yo podía evitarlo haría lo que fuera para que él no resultaba herido. Tenía una ceja partida, el labio también, y por no decir que a saber si tendría alguna fractura de alguna costilla por los golpes que le había dado… solo podía ver lo que se mostraba a simple vista pero estaba convencida de que bajo sus ropas tendría más heridas, más moratones que delatarían lo herido que estaba. Eileen lo cogió para alejarse unos pasos en los que él no me quitaba la vista de encima como si pensara que fuera a hacer algo, la verdad es que lo pensé pero seguro que las consecuencias eran nefastas y no quería agravar aún más la situación.

Les vi hablar aunque era imposible que pudiéramos saber qué estaban diciendo mientras el vikingo había parecido entrar en bucle y repetía aquello una y otra vez, como si fuera algo que se recitara antes de una batalla en la que podías morir y me mordí el labio… la situación me estaba poniendo de los nervios, quería que me dijeran que podía curar ya al vikingo y cuanto antes les dijera lo que querían antes se irían y nos dejarían, claro que sabía que el vikingo no me permitiría que les dijera nada de lo que sabíamos, nada sobre que no teníamos la reliquia y que pensábamos encontrar el orbe para parar aquella guerra del norte, lo sabía y lo entendía, haría lo posible para que no fuera así.

Terminaron de hablar y ella me dijo que ya podía curarle y fue todo cuanto necesité escuchar, me acerqué hacia el vikingo llevando mis manos a su rostro para que fijara su vista en mí, seguía repitiendo ese cántico que me ponía de los nervios porque era como unas últimas palabras antes de morir denotando que estaría dispuesto a entregar su vida antes que a hablar, y mis dedos recorrieron su rostro intentando que cesara ese bucle y me mirara, parecía que tenía la mirada perdida aparté un poco de sangre que tenía sobre el ojo y fue entonces que elevé un poco su rostro llamándolo.



-Ubbe, se pa meg (mírame) –dije haciendo que su vista se centrara en mí y dejara de decir aquellas palabras, le sonreí ahora que tenía su atención puesta en mí acariciando su rostro con mis dedos- voy a curarte, ¿vale? –Dejé un breve beso en sus labios y me separé para ir a buscar lo que necesitaba, Caleb paró mi avance poniendo su mano en mi hombro haciendo que lo mirara, me dijo que no hiciera nada y que solo le curara, que no quería hacerme daño y asentí. Eileen me siguió en todo momento para comprobar que cogía lo que necesitaba y cogí una pequeña caja donde tenía vendas y demás, y algo para quitar la sangre de su rostro, a esa ceja debía de darle un par de puntos seguro. Volví con todo lo necesario y me senté de lado encima del vikingo intentando que sentirme cerca de él lo calmara un poco, que viera que yo estaba bien era lo que necesitaba para tranquilizarlo. Con la gasa quité la sangre que bajaba de su ceja y que ya estaba seca, limpié la herida y sí… tenía que darle puntos. Me levanté para coger una botella de alcohol, mojar la gasa y ponerla sobre la ceja elevando su rostro por la barbilla, fijando mis ojos en los suyos. Sabía que con ellos me pedía que no hiciera nada, que no les dijera nada, no hacía falta que me lo dijera porque sus ojos ya me lo estaban diciendo sin necesidad de palabras, limpié la herida de su labio también con la gasa y le sonreí para calmarlo y tranquilizarlo- siempre acabo curándote –murmuré sobre sus labios antes de pasar a coger aguja e hilo y mirarlo de forma fija- tengo que coserte esa herida –señalé con la cabeza la de la ceja y me puse a hacerlo a lo que él ni siquiera se movió, ni protestó ni nada… claro comparado con la paliza aquello no sería nada para él.

Al menos lo que se veía a simple vista estaba curado, otra cosa eran las heridas internas que seguro que llevaba. Con mis dedos toqué sus costados y sí noté que tenía varias costillas fracturadas así que cogí la venda y levantando su camisa vendé su torso para que al menos mientras estábamos en esa situación le doliera lo menos posible, cuando estuviéramos solos ya podría curarle mejor, aquello era provisional. Sabía que no quería que les dijera nada y que en acabar de curarle me preguntarían lo que querían saber, deslicé mis dedos por el rostro del vikingo centrando mi mirada en sus azules para que se tranquilizara, era consciente de que todo su país dependía de eso y yo no podía dejar que todo se acabara por mi culpa.



-Stole pa meg (confía en mí) –le dije antes de levantarme para mirarlos, Eileen me cogió del brazo y me sentó en la otra silla, su primera pregunta no se hizo de esperar, donde estaba la reliquia que nos habíamos llevado de Egipto. De sobra sabía quiénes eran, Ubbe dijo que no les dijera nada y Eileen para evitar que él le volviera a pegar le puso una mordaza en la boca para que no molestara, fruncí el ceño por ello pero pensé que sería mejor eso a que le volvieran a pegar y ver cómo lo hacían- no está aquí la reliquia, podéis mirar por toda mi casa pero no la vais a encontrar. Está a buen recaudo –ella levantó una ceja y me miró de forma más fija, esperando a que le dijera donde- ¿Para qué queréis la reliquia? ¿Cómo se yo que no la queréis para hacer algo malo? No pienso deciros dónde está sin saber que, al menos, la entrego a buenas manos –tenía que ganar un poco de tiempo mientras pensaba qué les decía, obviamente no les podía decir que la tenía el rey del norte, si les hacíamos creer que estaba en nuestras manos y les daba una pista falsa… tendríamos tiempo para buscar la otra mitad. Porque estaba claro que la otra mitad la tenían ellos, era algo de cajón.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Jul 05, 2017 3:31 pm

Miedo, Naitiri sentía miedo y no era por ella si no por mi, podía percibirlo por como sus desiertos reflejaban un oasis inquieto.
Me hubiera gustado decirle que se tranquilizara, lejos de lo que ella pensaba, sabia lo que me hacia, la primera regla en una tortura es aguantar el máximo posible sin decir nada ¿que evitaría después que nos mataran? Mientras tuviéramos la información que querían, les eramos útiles vivos.

Nos entrenaron para la pelea, pero también para ser atrapados, torturados y llevados al borde de nuestras fuerzas y ni de lejos esté era el borde de las mías, ni la peor tortura recibida.
El lobo continuaba golpeándome tras cada pregunta, mi sonrisa socarrona le molestaba casi tanto como a mi su aliento contra mi cara.

Admito que aguantaba en pie lo suyo, pues le había quebrado las costillas de un modo que la punta tenia por fuerza que haber empezado a perforar su pulmón, vale que las heridas les cerraban antes, pero no eran inmortales y un órgano tocado no era algo absurdo y tanto el lobo como yo lo sabíamos.
No dudo en devolverme el pago, del mismo modo golpeo mi estomago, mis costillas hasta que las despedazo.
Aguanté apretando los dientes por el dolor, a fin de cuentas tenia que ser fuerte por los dos.

La mujer de pelo fuego se acercó al lobo para hablar en privado con él, no se exactamente que le dijo ni si pensaba cambiar de táctica ya que Nai había prometido hablar a cambio de que le permitieran curarme.
Yo había emprendido un cántico de guerra, uno que nos ayuda a mantener la mente fría y el lama abierta. Serviría no solo para romper sus esquemas si no para mostrar mi fortaleza.
Entraba en un trance inducido donde el dolor no te atenaza del mismo modo, como si te limitaras a entrar en frenesí de algun modo.
Solo la mano de Nai en mi rostro y su petición en mi idioma de que la mirara me hizo ceder, relajarme y callar.

Su sonrisa era un bálsamo para mi, sentí sus dedos deslizarse furtivos por mi rostro, una tibia caricia que me hizo cerrar los ojos.
“Voy a curarte” asentí acogiendo el beso de su boca, yo también deseaba acariciarla, calmarla y prometerle que nada pasaría, que no lo permitiría.
Pero con las manos atadas no podía y mi única opción para mantenerla tranquila era no mostrar un ápice de dolor.

Regresó al rato con algo con lo que curarme, tomó asiento a mi lado, mis ojos recorrieron cada uno de sus rasgos preocupados.
-Eres preciosa -musite casi sin pensarlo -¿de verdad vas a casarte con este idiota?
Ladeé la sonrisa mientras curaba mi ceja, daba puntadas tras limpiar la herida con un poco de alcohol y yo no podía hacer otra cosa que no fuera centrarme en sus labios.
-Como una buena mujer vikinga -le respondí cuando aseguró que siempre terminaba curando mis heridas.

No tardó en dedicarme las necesarias atenciones, así que la mujer de pelo rojo que estaba muy atenta de nosotros se la llevó sentándola en una silla nuevamente para matarla a preguntas.
Gruñí desafiante, si le tocaban un pelo los destrozaría aunque eso fuera lo ultimo que hiciese.
No temía a la muerte, era un vikingo.
El lobo trataba de mantenerme a raya, como si no se fiara de lo que podía hacer aun maniatado, no se equivocaba, era letal hasta preso.

Fue entonces cuando la pelirroja fue a ponerme una mordaza para que dejara de increpar, gritar y bufar.
-Que te jodan, el Valhalla me espera -le respondí quedándome mudo por las cuerdas en mi boca.
Nai me había pedido que confiara en ella, lo hacia, pero temía que no estando acostumbrada a esto acabara cediendo.




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Mensaje por Eileen Indrisler Jue Jul 06, 2017 9:19 am

Mis ojos miraban de forma fija al hombre que tenía frente a mí en esos momentos, deseaba que me hiciera caso y que me dejara llevar la situación en esos momentos a mí para ver si podíamos sacar algo en claro de esos dos. Claro era que del vikingo que no íbamos a obtener nada por la forma en la que se comportaba, pero quizás de Naitiri sí. Parecía más razonable, mucho más, y nos había pedido que dejáramos curarle a cambio de que hablaría… ella no estaba entrenada como él para aguantar torturas e interrogatorios, pero eso no hacía que confiara plenamente en sus palabras, nosotros le habíamos mentidos ¿quién no decía que nos mentiría también a nosotros? Esperaba a que Caleb me diera el visto bueno, la confirmación de que ahora me dejaba a mí llevar la situación bajo mis riendas para ver si tenía razón en lo que decía y podíamos sacar algo en claro.

De reojo los contemplaba a los dos para que no hicieran nada pero mi vista fue de nuevo a esos ojos pardos, que se convertían en ambarinos cuando su lobo afloraba, notando las suaves caricias que me regalaba en la palma de la mano, como si de alguna forma quisiera tranquilizarme. Me preocupaba su estado, es decir, sabía que los puñetazos así como el golpe en el labio que tenía y en el pómulo sanarían solos pero… el vikingo se había ensañado con él y aunque sabía que su condición de lobo le haría curarse de lo que tuviera me preocupaba que tuviera alguna costilla rota, porque ni siendo lo que era eso podría curarse tan rápido. Necesitaría de vendas que presionaran su tórax y lo mantuvieran firme para curarse… no sabía si sus caricias eran por eso o porque confiaba en mí, pero mis ganas de consolarlo podían conmigo y me costaba mantenerme al margen.

Me giré a la Egipcia y le di el visto bueno para que lo curara y esta no perdió tiempo, se acercó a él y solo pudo ella traerlo de vuelta de ese cántico que no paraba de pronunciar una y otra vez, me dio envidia ver cómo lo tocaba, como lo acariciaba y lo besaba queriendo yo hacer lo mismo con el hombre que tenía al lado pero que sin embargo no podía hacerlo, lo tenía prohibido. Nunca pensé que pudiera resultarme tan duro aquello, verlo herida no era algo fácil para mí y mis ojos de vez en cuando se desviaban para que estuviera bien. La egipcia se fue a por algo para curarlo y en silencio contemplamos que lo curaba, él no apartaba la mirada de ella y me mordí el labio cuando le dijo que era preciosa, y que si de verdad iba a casarse con él… ahí me mordí el labio con fuerza y miré un momento hacia otro lado. Hubiera dado mi vida, hacía un tiempo, por escuchar esas palabras de los labios de Caleb y justo cuando las escuchaba… estaba prohibido, era imposible por el camino que había decidido tomar, uno que me condenaba –nos condenaba- y se me hacía muy cuesta arriba.


-Muy bien –dije cuando ella terminó de curarle cogiéndola por el brazo para llevarla y sentarla en otra silla aparte lejos del vikingo, la contemplé sentada y le lancé la primera pregunta, la misma que Caleb le había hecho al vikingo- ¿Dónde está la reliquia de Egipto? –Ella me miró de forma fija como si se pensara la respuesta pero el vikingo interrumpió de nuevo, bufé y cogiendo un trozo de tela a modo de mordaza hice que se callara para que ella pudiera hablar, me dedicó una amenaza y sonreí de lado observándolo, no le dije nada, quizás eso parecía enfurecerlo más que verme ceder ante sus provocaciones y sus palabras y volví de nuevo con la egipcia- ¿Y bien? –Pregunté enarcando una ceja, ella dijo que la reliquia no estaba allí y que podíamos buscar por toda su casa si queríamos, pero que estaba a buen recaudo- ¿y dónde es ese buen recaudo? –Ella volvió a hacer una pausa y alegó que necesitaba saber que caería en buenas manos antes de decirnos nada, a lo que lancé un suspiro y me crucé de brazos por ello… preguntarle de normal no iba a servir de mucho pero si empezábamos a hacerle un poco de daño quizás él cantaba, se veía lo mucho que la amaba y que la protegía… no soportaría ver como le hacíamos daño- Porque si sabes quienes somos, como afirmas, sabrás que no queremos lo que tú misma has dicho: que caiga en malas manos. Con nosotros estará más seguro que con vosotros, así que por favor, dinos donde la tenéis guardada y nos iremos y os dejaremos –dijo que la habían escondido en unas catacumbas que había bajo la ciudad, y que solamente ellos dos y más personas sabían de la ubicación de dicha reliquia, que como nos pasara algo o no la encontraran entonces tendríamos problemas. Supe que se refería a los otros dos que habíamos visto en un principio, eché una mirada rápida a Caleb y luego la miré a ella- Muy bien, entonces vamos a hacer una cosa: tú te vienes conmigo y me muestras el camino para ir por ella, y ellos se quedan aquí esperando a nuestro regreso, así nadie sale herido y todos conseguimos lo que queremos –esperé un par de segundos- ¿tenemos un trato entonces? –Estiré mi mano esperando su contestación, sabía que no nos iba a dar la información de buenas a primeras porque sabíamos para qué querían la reliquia ellos así que, ¿por qué dárnosla así porque así? Al no aceptar fue que ladeé un poco mi rostro- ¿algún problema? –Pregunté como si me hubiera creído sus palabras bajo la atenta mirada de los dos hombres que había en la habitación- está bien –quité la mano, me encogí de hombros y rauda apresé sus muñecas juntándolas, las llevé hacia atrás y las até dejándola atada contra la silla para que no se moviera, ella intentaba liberarse pero no podía y la dejé atada. Saqué una daga del cinto y la lancé al aire jugando con ella dando a entender lo que iba a hacer- Última oportunidad de decirme la verdad, sin dolor, ¿dónde está la reliquia? –aclaré para que el vikingo me oyera claramente, no quería hacerle realmente daño a ella pero si amenazaba de forma seria con hacerlo, y le hacía algo de daño, quizás él cantara más rápido que ella.


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Mensaje por Caleb Montoya Jue Jul 06, 2017 12:22 pm

Confianza, eso tenia en Eileen, la creía capaz de llevar esta situación, así que se lo permití, ademas sentía como me faltaba el aire, tenia las costillas rotas y  perforaban lentamente mi pulmón oprimiéndolo.
El proceso de regeneración de mi cuerpo no era lo suficientemente rápido como para ayudarme en esto.
La mirada de mi aprendiz no solo vigilaba atenta como la egipcia y el vikingo se dedicaban una escena que hubiera envidiado cualquier pareja de enamorados, si no que sus ojos bailaban por mi rostro que se perlaba en sudor por momentos.
Mis labios se entreabrieron tratando de obtener mas oxigeno y me limité a asentir para que entendiera que estaba bien, que siguiera con el plan trazado.

Naitirí curó a aquel  demente, un bárbaro preparado para la guerra, como yo, un arma letal.
El muchacho pese a haber sido curado no presentaba mejor aspecto, por dentro también estaba herido pero se mantenía invicto como si el dolor pudiera disimularlo bajo su porte sombrío.
Eileen tomó a la morena del brazo para sentarla en una silla, el vikingo rugió molesto, era tocarla a ella y se desesperaba, algo que me produjo cierta diversión porque sin saberlo me estaba dando la clave para conseguir lo que queríamos.

Amordazó al muchacho para regresar frente a la egipcia y emprender las preguntas, pero si pensábamos que iba a ser fácil , se convirtió en un hueso duro de roer.
-Egipcia te estas equivocando, hemos sido generosos permitiendo que cures a ese bárbaro, pero las mentiras no entraban a formar parte del trato.
-¿donde esta la reliquia que encontrasteis en Egipto? -pregunté la ver como Eileen sacaba una daga del cinto lanzandola por los aires para atraparla con destreza.

Estaba claro que la reliquia no estaba oculta bajo las catacumbas de ningún sitio, así que esto tenia que tomar un cáliz distinto, nos estaban toreando y esto no podía alargarse mucho.
-Usa la daga -le pedí a mi aprendiz clavando los ojos en el vikingo que ahora desesperado se removía en la silla como si esta quemara. Sus ojos se salían de las órbitas, casi podía leer en ellos las amenazas que no salían de sus amordazados labios.

La silla acabó estampándose en el suelo cuando el acero rozó la piel tostada de esa joven, el respaldo se partió liberando así en parte al vikingo que aun con los brazos atrás y las piernas atadas se tiró como un demente sobre mi aprendiz, cayendo ambos enredados en el suelo.
Acorté la distancia alzándolo de encima de ella, mis ojos ámbar desafiaron al bárbaro, si para él la egipcia lo era todo, para mi Eileen también lo era.
Gruñí, mis colmillos crecieron, caímos a plomo contra el suelo dispuestos a matarnos por las mujeres que los dos amábamos, era lo malo de los sentimientos que te nublaban la razón y en este momento mi bestia rugía solo por protegerla.


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Mensaje por Naitiri Zahir Sáb Jul 08, 2017 9:16 am

Al menos me habían permitido como habían dicho dejar que curara al vikingo, las heridas de su rostro seguro que eran las menos graves pero sin poder hacer un examen más exhaustivo no sabía qué podría tener más pero seguro que un par de costillas rotas tendría aunque él no quisiera hacer que lo notara o supiera de alguna forma para no preocuparme, pero era algo imposible porque bien sabía que así es como realmente era. Una sonrisa curvó mis labios cuando dijo que era preciosa y preguntó si de verdad iba a casarme con él, algo que me hizo reír entre dientes mientras le limpiaba y cosía la herida de la ceja negando levemente, mi mirada fija en él y la sonrisa que traía fue toda respuesta que necesitó a su pregunta. No sabía cómo se las apañaba pero siempre acababa por curarle las heridas que tenía, cuando terminé Eileen me cogió del brazo para separarme de él y sentarme en una silla aparte.

No tardó en comenzar a preguntarme por lo mismo que él le había preguntado a Ubbe aunque mi intención, más que no decirles nada, era desviarlos de nosotros para ganar algo de tiempo. Como bien decía ella sabía quiénes eran y por qué buscaban la reliquia pero igualmente quería una prueba de ello, algo que al parecer a ella no le gustó y tuvo que poner una mordaza al vikingo porque no se callaba para que yo no dijera nada. Volvió de nuevo frente a mí y volvió a preguntarme otra vez, no sé por qué se me pasó por la mente las catacumbas, así que de mis labios salieron esas palabras que parecieron no gustarle ni a ella ni a él, cosa que él me dijo que no mintiera y que aquello no era parte del trato y que les dijera donde estaba la reliquia, y mi mirada se centró en él.


-No os estoy mintiendo, en las catacumbas hay túneles y pasadizos que llevan a cámaras secretas y solo unos pocos saben de su existencia –eso no era mentira ya que era cierto, habíamos descubierto en el museo algunos mapas que trataban de hacía bastantes siglos- es el mejor lugar para esconderlo porque nadie piensa ni sabe que haya túneles ahí bajo –Eileen fue cuando entonces me dijo que si eso era cierto que podríamos dividirnos en dos partes, que yo iría con ella y ellos dos se quedarían para ir a por la reliquia aunque ya le había dicho que había más gente que sabía de su localización y que si algo pasaba, o nos pasaba, sabrían lo que ocurría y no dudarían en ponerle remedio. Dejarlos a esos dos solos no era una buena opción porque a saber lo que pasaban, pero por otro lado si iba con ella y claramente volvíamos sin la reliquia no sabía qué podrían hacernos a esas alturas, al no obtener respuesta directa por mi parte ató mis manos en un movimiento rápido para que no pudiera hacer nada, intenté soltarme y revolverme pero era imposible deshacerme del nudo que había hecho al juntar mis muñecas en una sola atadura y la vi frente a mí con una daga, la lanzaba al aire y la cogía con maestría para intentar atemorizarme.

Dijo que era la última oportunidad para que pudiera responderles sin dolor alguno y fue entonces que él le dijo que utilizara la daga conmigo, mi mirada fue hacia él porque aquello tampoco había entrado en lo pactado y fue cuando ella llevó la daga hacia uno de mis brazos donde la punta de la daga tocó mi piel y fue entonces que se escuchó aquel ruido, el vikingo había tirado la silla al suelo haciendo que esta se rompiera y quedara libre aunque todavía atado, pronto se lanzó contra ella haciendo que ambos cayeran al suelo, pero no duraron demasiado porque Caleb lo levantó de encima de ella y le gruñó viendo los colmillos que crecían y sus ojos volverse de un color ambarino… ¿era un licántropo? No me había percatado de ese detalle hasta ese mismo momento, los dos comenzaron a luchar por el suelo pero el vikingo estaba atado y el otro parecía que se iba a convertir en un lobo, y tuve miedo de que le hiciera algo.


-Páralos… ¡detenlos! –le pedí a ella quien se levantaba del suelo y los miró por un par de segundos mordiéndose el labio para luego mirar a mí y decirme que solo pararían si les decía lo que querían saber, solo así. Aunque no los veía se podía oír con claridad los gruñidos y los golpes y ella tapaba mi vista para que no supiera qué pasaba, acrecentando mi temor y nerviosismo. Me dijo que no quería hacerme daño pero que lo haría si con ello conseguía la información, y la verdad, es que le había prometido al vikingo que confiara en mí pero… ¿y si le pasaba algo por ello? Para ellos nosotros no éramos nadie, no les importábamos… ¿valía la pena morir por algo que ni siquiera teníamos? Sabía que el vikingo moriría por ello sin duda alguna y era algo que iba a evitar a toda costa, no teníamos la reliquia en nuestro poder así qué ¿qué más daba? No nos la podían quitar y fue ese mismo pensamiento el que me despegar mis labios ya que me los estaba mordiendo con fuerza, para mirarla a ella- no la tenemos… de verdad que no la tenemos, nos la quitaron sin que pudiéramos hacer nada –ella me miró de forma fija, frunciendo el ceño- te digo la verdad, él moriría llevándose ese secreto a la tumba pero yo no puedo permitir que muera por algo que no tenemos… -parecía desconfiar de mis palabras- te he dicho la verdad ahora sepáralos joder –le pedí removiéndome en la silla, ella llamó a su jefe para que pararan y separarlos, diciéndole que escuchara lo que tenía que decir.
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Mensaje por Ubbe Cannif Sáb Jul 08, 2017 1:40 pm

Se la llevaron a una silla mientras yo amordazado me revolvía en la silla con la mirada puesta en ese hombre que acababa de ceder el control a la mujer de fuego.
Mis amenazas no eran en balde si osaban tocarle un solo pelo de la cabeza, los mataría, aun no se como, pero lo haría.

Las preguntas se sucedieron, ella trataba de ganar tiempo pero la pelirroja era incisiva, se notaba que no creía ni una sola de las palabras que la egipcia le contaba y aunque no estaba mal elaborado el plan, tener la reliquia en las catacumbas podía guardar cierta lógica, estaba claro por como le hablaba la chica, no confiaban en esa historia.

Fue entonces cuando el licantropo le pidió a la tipa esa que usara la daga con mi prometida, rugí como si acabaran de asestarme una puñalada y me moví como un drakkar en medio de la mas violenta de las tormentas.
La silla trastabillo, una de sus patas se partió y caí la suelo con la suerte a mi favor pues el peso de mi cuerpo destrozó el respaldo liberándome de mi encierro.
Aun con los brazos atados atrás, y las piernas anudadas me lance como el bárbaro que era contra esa mujer que pensaba dañar a lo que yo mas amaba.

Juntos golpeamos el suelo mientras nos enzarzamos en un cuerpo a cuerpo desarmados pues la daga había caído varios metros mas allá.
No tardé mucho en sentir las zarpas de ese tipo atrapando mi pechera para lanzarme contra la pared, mi espalda crujió por le impacto emitiendo un leve quejido que no me mantuvo quieto y de nuevo poniéndome en pie embestí con el hombro al lobo forzándolo a caer de espaldas al piso.

Sus ojos ámbar delataban el enfado por tocar a esa mujer, no tardé en descubrir que como yo ese hombre tenia también algo que perder y en las debilidades del otro nacía el triunfo.
Sus colmillos emergieron, ahora tenia fauces yo trataba de mantenerlo lejos, sabia lo que podia significar su mordida y no estaba dispuesto a ser uno de ellos.
Golpeé con mi cabeza su frente con violencia haciéndole sangrar dejándolo por un momento ligeramente aturdido pero no tardo en reponerse, sus puñetazos castigaban una y otra vez mi costado haciéndome rugir.

Las zarpas se hundían en mi pecho provocandome heridas, ríos carmesí sobre mi camisola rasgada y las suplicas de mi prometida pidiendo a la otra que detuviera este combate en el que ninguno de los dos iba a salir bien parado.
Llevé mis dientes a su cuello en un intento de detener sus golpes, apreté la carne y de un tirón arranqué un trozo sintiendo el sabor férreo recorrer mi boca antes de escupir la carnaza.

Entonces lo oí, la confesión alta y clara de mi futura mujer, no teníamos la reliquia, perder la vida por algo que no estaba en nuestro poder era absurdo hasta para un vikingo terco como yo.
La pelirroja pidió al lobo que cesara la pelea y escuchara a Naitiri, pero ni él ni yo aparamos de golpearnos ambos habiloso entrado en modo berseker.

La pelirroja tuvo finalmente que interceder entre los dos para calmar al que debía ser su alfa aferrando su rostro entre sus manos mientras yo corría desesperado hacia Nai cayendo de rodillas frente ella para contemplar que su inmaculada piel no hubiera sufrido ningún daño.


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Mensaje por Eileen Indrisler Dom Jul 09, 2017 6:17 am

Estaba comprobado, era tocar a la egipcia y el vikingo se volvía loco para intentar que no le hiciéramos nada y que no hablara, de hecho cuando dejé que terminara de curar sus heridas y la llevé para sentarla a una silla aparte él seguía vociferando y hablando todo bajo la atenta mirada de Caleb que no le perdía ni le quitaba la vista de encima ni un solo segundo. Tuve que ponerle una mordaza para que no siguiera hablando y así poder centrarme en la egipcia, quien al parecer no estaba como yo pensaba en un principio tan dispuesta a hablar… pero hablaría, porque le haría hablar ahora que tenía el control de la situación y si algo sabía de esa mujer es que no iba a soportar para nada una interrogación, ya que no estaba hecha ni preparada para ello como lo podría estar el vikingo. Su mirada estaba fija en mí mientras me decía que, antes de decirme nada, quería saber que caería en buenas manos.

Enarqué una ceja por ello y luego lancé un leve suspiro porque ella sabía quiénes éramos y seguramente cuál era nuestro propósito así que su pregunta no tenía por qué responderla pero, si en eso ayudaba en algo, lo hice. Le dije que queríamos proteger aquello que era importante pero sin dar demasiados detalles sobre lo que éramos realmente, no había por qué darles toda la información a ellos. Le dije que hablara, le habíamos permitido curar al vikingo a cambio de información y ahora era su parte ya que nosotros habíamos cumplido la nuestra. Habló sobre unas catacumbas y que el objeto estaba allí guardado, pero que no eran los únicos que sabían de su localización y supe que se refería a los otros dos que nos habían llevado hasta ellos al seguirles.

Fue fácil hacer ver que era una mentira cuando le pedí que nos dijera donde estaba y ella se calló, decía que tendría que ir alguien y entonces ofrecí que fuéramos las dos y ellos se quedaran aquí, era un trato fácil y simple pero ella no aceptó y Caleb le increpó que nosotros habíamos cumplido nuestra parte y que las mentiras no entraban en el pacto, ella alegó que no era mentira, que había una red de túneles bajo las catacumbas de las que muy pocos sabían de ello, y que por eso estaba allí escondida pero que si faltaba los otros dos vendrían a por nosotros. Saqué entonces la daga de mi cinto, comencé a lanzarla al aire para atraparla con maestría y fue entonces las palabras de Caleb, para que utilizara la daga, lo que hizo que la egipcia abriera sus ojos y que el caos se desatara en la habitación.

El vikingo se movía en la silla para que no le hiciéramos nada, no lo entendíamos pero me imaginaba que nos estaría diciendo a los dos, miré a Naitiri y cogí la daga con firmeza dispuesta a hacer que hablara mientras ella se revolvía para intentar soltarse y que no la dañara, cuando un golpe desvió mi atención, el vikingo había tirado la silla hacia atrás permitiendo así liberarse y ahora libre cargó contra mi lanzándome al suelo cayéndose sobre mí. La daga acabó lejos de mi alcance notando su peso sobre mi cuerpo e intentaba quitármelo de encima, pero no pasaron ni cinco segundos cuando lo levantaron estrellándolo contra la pared. Pude ver que Caleb se encaraba con él y que sus colmillos comenzaban a asomar preparándose para la transformación… y aproveché eso con la egipcia quien me pedía que los separara y los detuviera preocupada por él. La miré un par de segundos y me acerqué a ella poniéndome delante para que no viera lo que pasaba.


-Solo los pararé si me dices lo que quiero saber, mientras tanto dejaré que se sigan peleando –si ella pensaba que yo estaba cómoda con aquello se equivocaba, pero tenía que aparentar y confiar en Caleb, joder de hecho confiaba pero… sabía que estaba herido y que el vikingo era duro, solo rezaba que la egipcia confesara pronto porque la pelea estaba bastante jodida conforme estaban ambos- No quiero hacerte daño Naitiri, solo quiero saber dónde está la reliquia y los pararé, esto terminará y podréis seguir con vuestra vida… pero tienes que ayudarme en eso –fue entonces cuando habló diciendo que no tenían la reliquia, que se la habían quitado sin que pudieran hacer nada. Enarqué una ceja por ello sin creerme del todo sus palabras, ¿quién me decía que era verdad lo que me estaba diciendo? Decía que él moriría llevándose ese secreto pero que ella no iba a dejar que muriera por algo que no tenían, y si era verdad yo tampoco podría permitir que la persona a quien quisiera muriera por ese mismo motivo… notaba su angustia, su desesperación por no saber que pasaba mientras los golpes se sucedían tras nosotras y ni yo quise mirar- ¿me estás diciendo la verdad, puedo confiar en ti? –Su respuesta clara y contundente me hizo ver que sí, que decía la verdad… así que me giré, no sin antes soltarla de sus ataduras, encontrándome con aquella pelea entre los dos, una a muerte para que solo uno quedara. Era una batalla encarnizada la que los dos tenían ese momento y tenía que pararlos como fuera- Caleb –lo llamé con fuerza pero no paró, pareció que no me escuchaba y fue entonces que me acerqué aun a riesgo de llevarme algún golpe, porque parecían obcecados en el otro y no reparaba en mis palabras- ¡Caleb! –Volví a llamarlo esa vez metiéndome entre ambos para separarlos, no solté el agarre que tenía el vikingo sobre el lobo, sino que solté el agarre del lobo sobre el vikingo y él al ver ese acto pareció que soltó a Caleb, pero este no lo soltaba a él.

La fuerza que tenía el lobo era tremenda en esos momentos, violento y fuerte centrado únicamente en el vikingo y en darle muerte, costó pero al final pude hacer que lo soltara solo para que volviera a cogerlo con más fuerza, opté por intentar que se centrara en mí con la única intención de que al final lo soltara, cogí su rostro entre mis manos y lo giré hacia mí para que sus ojos ahora ámbar se centraran en los míos azules, diferentes de lo que pudiera ver en los azules del vikingo. Los míos reflejaban el miedo, la dudas, la preocupación y lo que sentía por él… al final lo soltó y no tardó en levantarse e ir hacia la egipcia quien seguía en la silla notando que ahora el lobo se centraba solamente en mí.


-Caleb –murmuré de forma suave haciendo que su respiración fuera algo más pausada, que su vista se centrara en mí y volviera en el estado en el que estaba. Estaba herido, la sangre caía por la herida del cuello que pronto comenzaría a regenerar pero que aun así rasgué con fuerza un trozo de mi vestido y presioné la herida sin apartar mi mano de su rostro, tenía moratones, una brecha abierta en su frente de la que caía sangre también, su pecho lleno de sangre, rasguños… había sido una pelea entre dos tipos muy duros que podría haber acabado muy mal. Se levantó mostrando su entereza como líder que era pero podía notar que le costaba respirar, las contusiones que tenía… se me hacía difícil mantenerme quieta en esos momentos pero debía de hacerlo, aunque sí que no pude evitar pegar mi cuerpo al suyo y dejar mi rostro brevemente contra su pecho agradecida de que estuviera bien dentro de todo lo mal que podría haber estado tras la pelea… ahora que, el vikingo no estaba mucho mejor pero él no me importaba en absoluto- lobo necio –murmuré aferrando la camisa con fuerza por uno de sus costados, solo quería llevármelo para curarlo y estar con él, me preocupaba las heridas que pudiera tener internas y que ni su condición de lobo pudiera sanar- Dice que no tienen la reliquia, que se la quitaron… y creo que dice la verdad –subí mi vista para contemplarlo perdiéndome en él por unos instantes- va a ser más difícil recuperarla de lo que creíamos.


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Mensaje por Caleb Montoya Dom Jul 09, 2017 10:54 am

Aquel vikingo era capaz de sacar lo peor de mi y ahora que conocía mi debilidad, ella no pensaba dejarlo vivir, estaba ofuscado, la ira se había apoderado de mi, la bestia emergía de mis entrañas, sentía como rugía dispuesto a despedazarlo como a un muñeco de trapo.
Mis zarpas se hundían en su pecho rasgando su piel, jirones de esta caían al suelo ensangrentando su rasgada camisa mientras él me mordía como un perro rabioso y golpeaba con mas dificultad pues iba atado.

Estaba muerto, mi intención en un principio no era esta, pero ese humano se había empeñado en complicar las cosas y mi misión era proteger el orbe, encontrar la otra reliquia y volver a mi tiempo, así que si me tenia que llevar por delante a ese bastardo lo haria sin problema alguno.
Rugí mostrandole los colmillos, ríos escarlata bañaban el suelo, un charco donde ambos resbalábamos golpeándonos contra el suelo en un modo de frenesí del que ninguno salia aun escuchando los gritos de las mujeres respectivas.

Solo cuando Eileen se interpuso entre los dos, zarpa en alto me detuve, jadeé contra su rostro completamente fuera de mi mientras ella me acariciaba las mejillas para que  me tranquilizara y pronunciaba mi nombre lentamente tratando de que volviera con ella.
Un trapo en mi cuello para que dejara de sangrar el mordisco que me había arrancado carne y rasgado la yugular, se curaría, era cuestión de tiempo, sin embargo las costillas seguían presionando mi pulmón logrando que me costara respirar con absoluta normalidad.

Dejé caer mi frente sobre la ajena cerrando los ojos en un intento de tranquilizarme por completo, ella susurraba suavemente que creía a la humana, la misma que se afanaba por mirar a un hombre que había caído de rodillas frente a ella bastante herido.
“Lobo necio”
Sonreí contra sus labios mientras me sujetaba por la camisa, se que estaba preocupada, pero me curaría, la luna no brillaba e el cielo, mi regeneración iba mas lenta, pero saldría de esta.
-Estoy bien -susurré contra su boca

Me ayudó a llegar a uno de los sofás y me dejó caer en el con suavidad, llevé mi mano a su muñeca cuando la vi dirigirse hacia las cosas con las que curarme.
-Estoy bien -susurré nuevamente deslizando mis dedos por su piel -tranquila, no podemos dar la sensación de debilidad ¿lo entiendes?

Fue entonces cuando vi al vikingo desplomarse en el regazo de la egipcia, ella emitió un grito mudo lanzándose a ver las heridas de su prometido.
-Las costillas -dije señalando al hombre -las tiene rotas, le oprimirán el pulmón y no pude respirar.
Sabia lo que le pasaba porque ambos eramos guerreros fieros y habíamos atacado con brutalidad al otro para causar el mayor daño posible.
-La reliquia no puede caer en manos como las de él -dije señalándolo con el rostro perlado en sudor por la ausencia de aire.


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Mensaje por Naitiri Zahir Lun Jul 10, 2017 12:17 pm

Ya le había dicho todo lo que podría interesarle a Eileen, la verdad es que no pensaba decirles que no teníamos la reliquia, pero claro eso lo había pensado cuando no estaban golpeando al vikingo y no estaban luchando de esa forma que, aunque no podía ver, sí que podía escuchar y la verdad es que no me sentía cómoda con lo que escuchaba. No quería traicionarlo porque sabía de la importancia que tenía para él esa reliquia, lo que supondría parar la guerra que se desataba en el norte y que durante tantos años había perdurado… era hora de que le pusieran fin y él había venido a este tiempo expresamente a por ella, pero nos la habían quitado antes siquiera de poder empezar a entenderla y comprender su alcance y poder y ya no la teníamos, pero aún quedaba la otra mitad y había esperanza. Pero lo que no iba a permitir es que él muriera por algo que no teníamos, era absurdo, y aunque me hubiera dolido en al alma tener que decir la verdad lo había hecho por él.

Ella pareció creerme y cortando las cuerdas que ataban mis muñecas a la espalda se giró para intentar separarlos, pero parecía imposible, por más que lo llamaba él no le hacía caso y no cesaban ninguno de los dos en la lucha, al final tuvo que acercarse a ellos y fue a intentar separarlos metiéndose por el medio, él en cuanto la notó cerca paró todo movimiento que estaba haciendo y la miró, fue entonces cuando el vikingo escapó ya que él lo había dejado libre al notarla a ella cerca y se arrodilló frente a mí, sus ojos mostraban la preocupación palpable que tenía y como repasó mi piel por si tenía alguna herida cuando era él quien peor estaba. Su pecho como ríos de sangre, su rostro con golpes y moratones, la camisa que llevaba hecha jirones de donde brotaba sangre… estaba hecho un desastre y eso sin contar con las heridas internas que no se verían a simple vista.

Sabía que estaba mal y que necesitaba que lo curara pero ahora mismo, en esos precisos momentos, yo solo quería sentirlo junto a mí y tenerlo cerca. Lo abracé del cuello dejando mi rostro escondido en su cuello aunque fue bastante efímero porque me preocupaba bastante el estado en el que se encontraba, había perdido sangre y no sabía hasta qué grado sus heridas internas podrían ser de graves… eso era ahora lo que más me preocupaba. Lo desaté cogiendo la daga que tenía cerca para sentir sus brazos rodear mi cuerpo y yo coger su rostro entre mis manos mirándolo de forma fija, mis labios buscaron los suyos dejando pequeños besos en ellos mientras un “lo siento” salía de mis labios a modo de disculpa por haberles dicho que no teníamos la reliquia, no podría soportar que le pasara nada por algo que no estaba en nuestro poder.


-Estoy bien… lo siento Ubbe, no podía dejar que te pasara nada, no podía soportar que te hirieran por algo que no tenemos, no quería decirles nada pero… me importas más tú –lo miré de forma fija y fue cuando decidí que era momento de mirarlo a él y ver cómo estaba, las disculpas siempre podríamos dejarlas para más tarde ahora me importaba curar sus heridas- voy a curarte –dije para que supiera lo que quería en esos momentos, ver que estaba bien, comprobar que no tenía heridas graves… fue entonces cuando se desplomó contra mi cuerpo, emití un grito ahogado para tumbarlo y llamarlo, intentar que reaccionara pero no lo hacía, joder, me desesperé por segundos y con la daga que tenía cerca corté la camisa que llevaba dejando ver su pecho al descubierto. Tenía muchas heridas por todo su torso de las que manaba sangre y de las que me preocupé porque o las taponaba… o la falta de sangre podría conllevar a mayores problemas. Por si eso fuera poco las palabras de aquel hombre hicieron que subiera mi vista a él, aseguraba lo que le pasaba y mis dedos presionaron levemente sus costillas para darme cuenta de que tenía razón… joder, tenía que hacer algo, y debía de hacerlo cuanto antes.

Cogí la daga con fuerza y pinché buscando el hueco exacto para que la presión y el aire de su interior disminuyera, saliera y no oprimieran sus pulmones las costillas, debía de entablillar de alguna forma sus costillas así que me levanté pasando corriendo por delante de ellos para encontrar aquello que por casa pudiera valerme, encontré todo lo que necesitaba y finalmente comencé a entablillar sus costillas para que no le oprimieran más el pulmón vendándolo de forma fuerte que sujetara su torso, me costó moverlo por lo que pesaba pero eso no me impidió completar mi tarea. Una vez asegurada esa parte pasé a coger un trapo mojado limpiar las heridas que tenía en el pecho viendo que tendría que coserlas o jamás se curarían bien. Me mordí el labio por cómo había quedado el vikingo, doliéndome verlo así y las heridas que llevaba. Después de limpiarlas con agua cogí alcohol para desinfectar y lo único que podía hacer después era o bien coserla, o cauterizarla… por un momento se me pasó que lo más rápido sería la segunda opción, así que cogí la daga y la acerqué a la chimenea para que el metal se fuera calentando, cuando escuché sus palabras y me giré a mirarlo con el ceño fruncido.



-¿En manos como las de él? –Gruñí furiosa por sus palabras, ¿quién narices se creía que era para hablar así?- Lo dice el que le ha causado el estado en el que se encuentra ahora mismo –lo fulminé con la mirada, él también parecía estar mal pero no tanto como el vikingo tumbado en el suelo- él no quiero hacer nada malo con la reliquia, él no quiere utilizarla para ningún tipo de mal… sino al contrario, ¿crees que estará en peores manos que las actuales? ¿O si cae en las tuyas? No eres menos salvaje que él, no después de haber irrumpido en mi trabajo, seguirme hasta mi casa y colaros en ella amenazándome con una daga mi cuello, para luego liarte a golpes hasta llegar a este extremo, solo porque tenga una pinta más ruda no significa que sea peor persona que tú… él no se ha colado en casa de nadie ni ha torturado a ninguna otra, ¿puedes decir tú lo mismo? –Saqué la daga del fuego y acercándome al vikingo comencé a quemar sus heridas para que la hemorragia pasara, era la forma más fácil de salvarle la vida y cicatriz le iba a quedar cicatriz igual- escúdate en que es lo que debes de hacer porque es la mejor opción si eso te hace sentir mejor, él también quiere la reliquia porque es la mejor opción para su pueblo –acabé para centrarme por completo en las heridas del vikingo, que era lo que importaba en esos momentos.
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Mensaje por Ubbe Cannif Lun Jul 10, 2017 2:06 pm

No se el tiempo que pasé dormido, solo que cuando desperté lo hice sobresaltado tratando de incorporarme para poder defender a Naitiri.
Sus manos en mi pecho me dijeron que todo estaba bien, acariciaba mi rostro suavemente esperando que me tranquilizara y mis dedos navegaron por su cuerpo buscando algún rasguño que pudiera teñir de rojo su inmaculada piel, por suerte para ellos no lo encontré.

Me giré con la mandíbula apretada viendo al lobo sentado sobre el sofá, parecía causarle cierta diversión mi ferocidad, si me hubiera pillado armado y sin estar atado le hubiera mostrado como nos las gastamos los norteños, poco me importaba si era un lobo, había matado a cientos con mis propias manos.

Gruñí desafiante mientras ella me sujetaba contra el suelo y suplicaba que me estuviera quieto, que estaba herido, las costillas rotas y que necesitaba descanso o perforaría el pulmón, algo que no podría solucionar de pasar.
-Ya os ha dicho que no tenemos la reliquia, es cierto que la conseguimos en el templo egipcio, pero igual de cierto es que el rey del norte la posee ahora.

Dicen que los enemigos de mis enemigos se convierten en mis amigos, si quería una cruzada para arrebatársela, no seria yo quien se lo impidiera, claro que tarde o temprano nos veríamos en el mismo dilema.
Yo necesitaba esa reliquia completa para enfrentarme a una guerra que se había cobrado demasiadas vidas norteñas.
-¿quienes sois? -pregunté hundiendo mi mirada en sus pardos.

Nai me ayudó a incorporarme ligeramente y así quedé como el licantropo sentado en el sofá de enfrente con la egipcia a mi lado sin dejar de acariciarme y tocarme la nuca como si eso fuera lo único que me mantenía quieto, y admito que en parte así era, ella era la vaina de mi espada, mi paz en tiempos de guerra.
-Necesito esa reliquia, así que os aconsejo que no os crucéis en mi camino, pues nunca cesaré en mi empeño, la necesito para terminar con una guerra y como tal no veo mejor propósito.

El hombre se removió en su asiento, mis palabras parecían no convencerlo, fue entonces cuando su voz ronca sonó en la cámara de forma autoritaria, si pensaba que con eso me intimidaría la llevaba clara.
-Ese objeto es custodiado por los míos desde tiempos inmemoriales y así seguirá siendo, la guerra es algo que cada dos por tres emprendéis los humanos, como tal, vosotros la finalizareis, muchas son las gestas que asolan el mundo y desde luego que el orbe no sera utilizado para ladear la balanza hacia ninguno de los bandos
Es poderoso y como tal no ha de ser empleado. Habéis cometido un error sacando de ese templo la reliquia, habéis puesto el orbe en peligro a causa de vuestra insensatez ¿cuanto creéis que ese que ahora posee la reliquia tardará en darse cuenta que está incompleta? -preguntó clavando sus ojos en los míos -¿que crees que pasará si se hace con el orbe? Os aniquilara vikingos, tu y los tuyos seréis un recuerdo, ni los juglares narraran la historia de una gesta tan fácil de ganar y todo por lo burdos que sois.

Rugí desafiante dispuesto a lanzarme sobre él, pero Nai me contuvo para hablar de forma pausada, su mirada me lo decía todo, estaba preocupada no solo por mis heridas, si no por las palabras del lobo que no estaban carentes de razón.
Si el rey del norte conseguía el puto orbe estábamos perdidos.



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Mensaje por Eileen Indrisler Mar Jul 11, 2017 12:55 pm

Había conseguido separar a los dos aunque me había costado lo suyo, pero cuando él pareció notar que yo estaba cerca y que me interponía entre ellos paró el siguiente ataque que iba a hacerle al vikingo, logré que lo soltara llamándolo para que se centrara en mí y este se fue hacia la egipcia que seguía sentada y yo cogía su rostro entre mis manos, intentando que volviera en sí y que se relajara y respirara con normalidad porque estaba demasiado agitado, tapé con un trapo la herida de su cuello aunque sabía que se curaría sin problema y no evité pegar mi cuerpo al suyo, tratando yo misma de tranquilizarme al saber que estaba bien y que nada le pasaba, al menos nada que se viera a simple vista. Mi mano aferró su camisa con fuerza y sentí que dejaba su frente contra la mía, cerré los ojos sintiendo su respiración dar contra mis labios cada vez más pausada y relajada y finalmente un “estoy bien” susurrado contra mis labios que me hizo alzar la mirada hacia él, observándolo.

Tenía tantas ganas de besarlo en esos momentos, de llevármelo de allí y curarlo para comprobar que todo estaba bien que me frustraba no poder hacerlo. Al final acabé ayudándolo para dejarlo caer con suavidad sobre uno de los sofás comprobando que le costaba respirar un poco y supuse que sería por la consecución de golpes que le habría dado el vikingo y que le habría roto alguna que otra costilla. Fue entonces cuando este se desplomó sobre la egipcia quien no dudó en lanzarse hacia él para tumbarlo en el suelo y comenzar a curarle, escuché las palabras de Caleb que le aseguraba que estaría así por las costillas y me separé en dirección a tomar algo con lo que curarlo, pero su mano parando mi avance cogiéndome de la muñeca me hizo mirarlo para asegurarme de que estaba bien, fruncí el ceño porque sabía que no, no estaba bien. Sus dedos se deslizaban suavemente por mi piel provocándome pequeños escalofríos placenteros, asegurándome que no podíamos dar la sensación de debilidad frente a ellos, que debía de entenderlo. Me acerqué para inclinarme hacia él, ahora que la egipcia estaba ocupada, quedando mi rostro cerca otra vez del suyo.


-A la mierda no dar la sensación de debilidad, Caleb –no alcé la voz para que ella me escuchara, solo para que lo hiciera él- estás herido y pienso curarte, y ni mil órdenes tuyas van a impedirme lo contrario –me solté de un movimiento seco y me acerqué para coger lo necesario aunque se pusiera como se pusiera, iba a hacerlo y punto. Volví con él limpiando la herida que tenía en el cuello bajo su mirada, llena totalmente de desaprobación pero me importaba más bien absolutamente nada, no quería que estuviera así, su frente estaba perlada de sudor y la quité sabiendo que no respiraba con normalidad por alguna costilla rota. Fue entonces cuando dijo que la reliquia no podía caer en manos como él y la egipcia no se cortó en responderle, diciéndole que él no era mejor que ellos, que habíamos entrado en su casa amenazándola con la daga y es que tenía razón, los dos teníamos motivos diferentes por lo que queríamos la reliquia, y desde el punto de vista de cada uno el malo siempre sería el otro. Las costillas fue lo único que no toqué para curarle en ese momento, lo dejaría para más tarde cuando estuviéramos a solas. Fue entonces que el vikingo despertó y tras repasarla a ella comprobando que estuviera bien se giró hacia nosotros, gruñendo. A Caleb le hizo gracia su ferocidad y confirmó que no tenían la reliquia, que tras conseguirla se la habían quitado y llevado al rey del norte, eso solo nos complicaba más las cosas. Mi mirada se centró en Caleb un par de segundos mientras ella lo tranquilizaba, lo levantaba y le ayudaba a sentarlo como yo había hecho con el lobo en el sofá de enfrente, se sentó junto a él y comenzó a acariciarlo como si así pudiera pararlo y frenarlo, y de nuevo me dio envidia contemplar aquella imagen de ellos dos, juntos, mientras que yo lo tenía a mí lado y debía de morderme el labio y contenerme por no tocarlo. Al parecer él no se había percatado todavía de quiénes éramos pero la egipcia si nos había descubierto, ahí radicaba quien de los dos era el más razonable.

La voz de Caleb sonó por la estancia de forma grave y fuerte, imponiendo como siempre su autoridad en aquella situación mientras yo observaba todo lo que pasaba. El vikingo quería la reliquia para parar una guerra que asolaba su país, nosotros defendíamos el Orbe porque si se juntaba con la otra parte de la reliquia sería un arma tan fuerte y poderosa que podría causar muchos problemas, ellos no llegaban a saber el alcance y la magnitud de lo que podría hacer. Ahora que sabíamos que la otra parte estaba en las manos de aquel rey no podíamos dejar que el orbe cayera bajo ningún concepto, era primordial encontrar la otra parte y quitársela. Al vikingo pareció no gustarle las palabras de Caleb, pero Naitiri lo paró poniendo su mano en su pecho pidiéndole calma, si obtenían ambas cosas sería fatal en muchos sentidos, si lo obtenía el rey… sería una condena y una muerte segura.


-Hacía muchísimos siglos que nadie obtenía la reliquia del templo de Egipto, se dividió en dos para evitar que el mayor mal posible pudiera arrasar y destruir la tierra. Tú dices que quieres utilizarlo para parar una guerra que asola tú país, pero también expondrás dicha reliquias para que más gente sepa de ella y de su existencia, ¿crees que no la buscarán cuando todo acabe? No custodiamos el Orbe porque lo queramos para nosotros, lo custodiamos porque sabemos el alcance que tiene si ambas partes se juntan, hay leyendas y profecías que vaticinan el fin del mundo si ambas partes vuelven a estar unidas, ¿por qué crees que están fuertemente custodiadas? Porque ya causaron casi la destrucción total y no podemos permitir que vuelva a pasar de nuevo –hice una leve pausa, entendía su postura de querer parar una guerra, pero estas siempre habrían por desgracia y la reliquia no se podía utilizar para pararlas todas, sería exponerla demasiado- El mayor problema que tenemos ahora es que ahora el rey del norte la tiene, y pronto se dará cuenta de que le falta una pieza para completarla… y vendrá a por ella. Si la consigue estoy segura de que sabes lo que pasará, creo que vosotros tenéis una palabra para eso: Ragnarok –dije observándolo sobre todo a él, porque ella parecía más razonable que su prometido- no solo la guerra afectará a tu país vikingo, sino que se extenderá por todo el mundo y las consecuencias serías desastrosas. Un arma con ese potencial da delirios de grandeza a cualquiera, le hará creer que es invencible y quizás así sea si no podemos remedio alguno. Tiene una mitad pero sin la otra parte no le sirve de nada. Tú quieres ambas y en eso no nos vamos a poner nunca de acuerdo, porque cada uno mira por unos intereses –porque era claro que estábamos en punto muerto- ¿pagarías el precio de salvar tú país para que el resto del mundo se condenara? Porque es lo que harás si consigues ambas partes y la utilizas, guerras siempre hay por desgracia, nosotros no podemos dejar que el Orbe interfiera en ellas, tamaño potencial y poder no debe de ser usado por nadie –pero algo me decía que con él no llegaríamos nunca a un acuerdo, que jamás descansaría hasta tener ambas partes y parar su guerra. Así que la pregunta era, ¿qué podíamos hacer nosotros con todo aquello?


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Mensaje por Caleb Montoya Mar Jul 11, 2017 4:18 pm

Eileen rugió malhumorada soltándose de mi agarré, fruncí el ceño cuando la escuché mandarme al diablo, al parecer le importaba poco o nada mis ordenes, iba a curarme, a cuidarme y si eso mostraba que estaba herido le era indiferente.
Dejé escapar el aire de forma pesada mientras centraba mis pardos en cada uno de sus gestos, sus azules desafiaban mis tormentas mientras con una gasa curaba la herida de mi cuello.

Por un momento y aprovechando que la egipcia estaba muy ocupada con su prometido ladeé la sonrisa, no podía evitar que en parte sus cuidados se asemejaran al que mi mujer me hubiera dado una noche tras volver de una gesta cualquiera.
Esto era lo mas cerca que podría estar de una relación como la que con ella pretendía llevar, sentado en mi sofá, con mi mujer sobre mis piernas, quitándome el dolor de las heridas.
Quizás la noche en mi imaginación pudiera terminar de otra manera, haciendo el amor despacio frente a la chimenea, pero por desgracia esta idílica realidad solo me la producía la fiebre que perlaba mi frente y no ese “si quiero” que lo hubiera cambiado todo y nos hubiera permitido estar como esos dos que tenia en frente.

El vikingo confirmo al despertarse, eso si, algo irritado, que la reliquia había caído en manos del rey del norte, el muy necio la había conseguido para dársela a su enemigo y ahora si este conseguía el orbe su tierra estaría perdida y con ella el mundo.

Eileen le explico lo desafortunada que había sido su intervención y en la situación que eso nos dejaba en este preciso instante.
Nosotros teníamos que proteger el orbe a toda costa, eramos conscientes del poder que podía desatar si las dos mitades encajaban
Ellos por contra parecían decididos a obtener el Orbe y robar la reliquia al rey para su propio beneficio ¿eran tan burdos como para no darse cuenta que su empresa parecía un imposible?
-Solo veo una opción factible para todos...aliemonos para recuperar aquello que habéis perdido, es en lo único que parecemos estar de acuerdo unos y otros.
Si ese rey es tan caótico como decís, la reliquia en sus manos es peligrosa, así que ya que se la habéis ofrecido y puesto en bandeja, lo justo es que se la arrebatéis.

El vikingo resoplaba mientras Nai le hacia guardar silencio, seguramente mas consciente que el bárbaro de la razón que englobaban mis palabras.
-Por ganar una guerra quizás estas condenado a tu gente a una muerte mucho peor que la que ya os asola -le aseguré al necio hundiendo mis pardos en los ajenos -trabajemos juntos por esta vez y resolvamos las rencillas después.

Mi propuesta no era descabellada, prefería utilizar a los vikingos, ya sumidos en guerra contra ese rey, que mover a mis hombres para un enfrentamiento que traería muchas muertes.
Ese hombre había sido el causante de que la reliquia ya no estuviera custodiada por la pirámide en Egipto, así que, ahora tendría que corregir su error.

Llevé mi mano a la parte trasera del muslo de Eileen depositando una suave caricia, el tema era peliagudo, algo me decía que estábamos tratando con el vikingo equivocado.
Era un salvaje, no escuchaba y aunque tenia que reconocerle su merito en combate y en bravura, se quedaba muy atrás en su capacidad de dialogo.


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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Jul 12, 2017 11:01 am

Había hecho todo lo posible para curar las heridas del vikingo, al menos las que más estaban visibles a la vista y que en parte también le traían mayores problemas por la pérdida de sangre. El tema de las costillas era otro bien diferente, hice lo que pude para que no le hiciera mayor daño posible, para que las costillas que tuviera rotas no le perforaran el pulmón o entonces yo nada podría hacer para curarlo, ni para parar la hemorragia que se produciría en su cuerpo. Ahora solo cabía esperar a que se despertara para yo comprobar que realmente estaba bien y estar tranquila con eso, de lo contrario no sabía qué era capaz de hacer… solo esperaba que despertara, no tenía mucho más que decirle a aquel hombre después de sus palabras, yo ya le había dicho todo cuanto tuve que decirle, para mí él no era menos salvaje que el vikingo por lucir y llevar otras ropas, cada un miraríamos las cosas desde nuestra perspectiva y ninguno nos pondríamos de acuerdo.

Por suerte el vikingo despertó sobresaltado pero yo puse mi mano en su pecho con delicadeza para que no se levantara y se quedara quieto, sus ojos enseguida me buscaron y le sonreí para tranquilizarlo. Sus dedos pronto se pasearon por mi piel en busca de alguna herida, de algún rasguño… para no encontrar nada. Me costó pero al final se quedó quieto, aunque no lo suficiente ni tanto como me hubiera gustado pues se giró hacia ellos y confirmó que no teníamos la reliquia y que la habíamos perdido, para acto seguido preguntar quiénes eran. Enarqué una ceja por no haber llegado a la misma conclusión que yo y finalmente acabé por levantarlo y ayudarlo a sentarlo sobre el sofá conmigo a mi lado, enfrente de ellos quienes nos miraban de forma fija, parecía que habíamos entrado en una especie de “tablas” y de alguna forma rezaba porque ahora lo único que pasara en aquella habitación fuera solamente un diálogo y una charla, y nada de violencia de nuevo.


-Son de la Orden, Ubbe
–comenté sentándome a su lado enredando mis dedos en su pelo, acariciando su nuca en un intento de que se mantuviera quieto y tranquilo, ya le había dicho que estaba herido y que si hacía esfuerzos grandes la costilla terminaría por llegar al pulmón y perforarlo… y ahí entonces sí que nada podría hacer para ayudarlo. Parecía que me hizo caso porque, a pesar de que su respiración era algo errática, se mantuvo quieto con su vista fija en ellos motivo por el cual mi otra mano aferró la suya acariciando su palma con mis dedos. Pronto Caleb habló y explicó quiénes eran y el propósito que tenían, claro que él no se quedó atrás y también les dijo que dejaran de buscar la reliquia porque la necesitaba para parar una guerra. Las preguntas de Caleb enervaron al vikingo quien tuvo la intención de ir a por él, pero yo lo sujeté y mi mirada se centró en sus orbes azules, entendía lo que él nos estaba diciendo y sus motivos, pero nosotros también teníamos los nuestros y llegar a un punto muerto iba a ser complicado. Por si fuera poco Eileen explicó con lujo de detalles los problemas que podría causar las dos partes de la reliquia juntas, lo que el rey conseguiría y si ya estaba loco no quería ni pensar lo que haría si conseguía el Orbe que ellos, que su organización custodiaba desde hacía siglos.

La verdad es que ambos querían recuperar esa parte que tenía el rey del norte, en eso era en lo único que iban a estar de acuerdo, pero luego volverían a entrar en guerra por la parte que ellos tenían porque no iban a dejar que el vikingo utilizara tal poder para parar aquella guerra porque a ellos tampoco les convenía ni les convenía entrar en algo que no les tocaba para nada. Pero entendía cuando Eileen decía que no solo sufrirían las consecuencias los vikingos, sino que todo el mundo… era un tema bastante peliagudo pero no veía una solución posible para poder allanar la situación, no hasta que de nuevo él habló proponiendo que juntaran fuerzas para arrebatarle la reliquia al rey. No comenté ni dije nada al respecto cuando dijo que se la habíamos puesto en bandeja, en verdad ahí me sentía algo culpable porque si no hubiera sido porque tenían a mi madre la reliquia no hubiera caído en sus manos… pero tenía razón, juntos mejor para quitarle esa reliquia que por separado. Aunque algo me decía que después la rencilla seguiría porque el vikingo no se iba a quedar de brazos cruzados mientras ellos tenían el orbe.



-Ubbe –dije para que me mirara mientras ellos estaban enfrente, esperando de alguna forma que él dijera algo, ambos se miraban de forma fija como si se desafiaran con la mirada e hice que el vikingo por un momento se centrara solamente en mi poniendo mi mano sobre su pecho- sé que no es mí guerra y que quizás no deba de opinar pero… creo que tiene razón –seguro que ahora me tachaba por loca o algo así por estar de acuerdo con él- ninguno quiere que el rey tenga la reliquia porque eso nos pone en peligro a todos, aún tenemos ventaja de que no sabe que hay otra mitad para que funcione la parte que él tiene. No dudo de vuestras capacidades pero… unidos mejor que por separado, hay más opciones de conseguirlo –hice una leve pausa y luego miré a Caleb- si conseguimos la otra parte de la reliquia, ¿qué pretendes hacer con ella? ¿Piensas custodiarla como estáis custodiando el orbe? –Pregunté mirándolo mientras dejaba que el vikingo pensara en las palabras de él y de paso también en las mías- Si es así, ¿por qué no le permites entonces parar la guerra? Luego volvéis a custodiar ambas reliquias y todos salimos ganando –apunté porque es que sabía y era consciente de que ninguno se iba a quedar de brazos cruzados, que esto solamente se había quedado en una "tregua" a la espera de obtener la caja para de nuevo volver a estallar en guerra.
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Mensaje por Ubbe Cannif Jue Jul 13, 2017 4:09 pm

Aquel maldito lobo me trataba como si fuera un imbécil, puede que fuera un bárbaro, pero entendía perfectamente que le había dado al rey del norte una gran baza para derrotar a los míos, por eso necesitaba la otra parte, para asegurarme que no completaría el artefacto para usarlo contra mi reino.
Dejé escapar el aire pensativo, estaba claro que una parte era cierta, unidos podríamos con mas facilidad arrebatarle al rey del norte la reliquia, pero igual de cierto era que estampar el ejercito contra sus fronteras no daría ningún tipo de resultado.
Ese lobo altivo quizás creía que por portar dorada armadura bajo sus ropas lograría bajar el rastrillo del castillo. Se equivocaba, no llegaría a quebrar ni la primera fila de sus guerreros.

Puede que no entendiera mucho de otras cosas, que fuera burdo e indisciplinado para seguir las ordenes, sin embargo nadie mejor que yo estaba forjado para la guerra, las mil cicatrices que surcaban mi cuerpo gritaban por si solas que yo era un hijo de Odin, que las fraguas me crearon y que al Valhalla acudiría algún día.
-De nada servirá esa unión si la utilizas para estampar tu ejercito y el mio contra las murallas.
Quizás haya otro modo, si algo nos pierde a los norteños es nuestro honor y nuestro orgullo.

El lobo rio aportando su sarcástico modo de verlo ,según él también nuestra terquedad e incapacidad de razonar.
Puede que en eso también estuviera en lo cierto, pero no era el caso de escribir una teología sobre mi cultura en este momento.
-Si has acabado lobo de divagar, escúchame porque que yo sepa de los dos soy el único que conoce al rey que tiene tu amada reliquia.

Nai acariciaba mi nuca, esperando calmarme y que no nos volviéramos a enredar en una pelea sin sentido.
-Bien prosigo. Si hay algo que quiere el rey mas que nada en este mundo aparte de ganarnos la guerra es humillar, torturar y matar lentamente con sus manos a cualquiera que tras el nombre lleve Cannif como apellido.
Alcé la mano para silenciar a Nai, creo que ella sabia por donde iba y se preparaba para replicar.

Por contra el lobo hundió sus brillantes ámbar en los míos.
-El papel a interpretar es sencillo, yo soy tu prisionero, tu eres de la orden que custodia la reliquia y tu mujer de rojo pelo la que corrobora la historia con su verborrea, perdona lobo si no creo en tu don para la interpretación, pero la jovencita es la mas elocuente de los dos.
El lobo se rio mostrándome los colmillos, posiblemente lo mismo podía él alegar sobre mi prometida.

Te abrirán las puertas para escuchar tu reclamación ,es mas, si me llevas de rehén hasta te prepararan una gran cena por tu buena acción. El rey del norte me odia, no podrá resistirse a ponerme las manos encima.
Ocupados en esa fiesta donde el alcohol correrá sin duda mientras yo me desangro en le patio de armas, sera cuando entren en acción, mis hermanos y primo, serán suficientes para crear un buen caos ahí dentro y vosotros dos solo tenéis que descubrir donde guarda la reliquia y robarla.

El lobo evaluaba mis palabras, quizás no es que fuera el plan mas sencillo del mundo, hacia aguas por varios lados, pero la verdad es que nosotros eramos bastante de improvisar, la entrada estaba clara, la salida algo mas complicada, pero era nuestra única opción para salvar el norte.
-Después ya hablaremos de como solucionamos a discrepancia sobre cual de los dos bandos se hace con la legendaria arma de destrucción masiva.


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