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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Caleb Montoya Dom Jun 04, 2017 2:13 am

Recuerdo del primer mensaje :

Sentado en aquel trono mirando hacia la mesa de piedra con las ranuras en las que a la perfección encaban las espadas legendarias de los siete caballeros que representaban a la orden de la sierpe dorada pensaba en como le iría a mi sobrino en la misión encomendada.
Apenas hacia siete lunas que fue enviado a través del portal al París de 1800, allí pronto se desataría una guerra para la que no estábamos preparados.

No eramos los únicos viajeros en el tiempo, otros iban a por ese orbe que nunca corrió mayor peligro que en ese momento.
La reliquia de Egipto había sido hallada, ahora solo la esfera de su interior le faltaba y cuando el engranaje cerrara, mas valía que Dios se apiadara de todos nosotros pues el Apocalipsis se desataría sobre una tierra de la que no quedaría ni las raíces.

Esos ineptos pensaban que para justificar la victoria a una guerra que les estaba durando demasiado tiempo podían poner en jaque a la humanidad por completo.
No permitiría que eso sucediera, es por eso que mis manos se aferraban al trono tensas, marcando cada una de las venas.

La puerta se abrió con su característico chirriar, mi mirada se alzó hasta dar con la doncella a la que como aprendiz había tomado apenas hacia un par de semanas, ella era hija de mi gran compañero de armas uno de los siete que recientemente dejo su silla vacía defendiendo aquello en lo que creía.
Sin descendiente varón, la ley dice que el puesto en la mesa se someterá a votación, mas por el cariño que a este me ata, decidí desobedecer a los otros cinco y arriesgarme a entrenar a una doncella.
Es la primera vez que se permite a una mujer blandir la espada, mas me han dado un año para convertirla en la digna sucesora de su padre, y aun consiguinedolo, duras son las pruebas a las que tendrá que someterse.

Cuando la miro me doy cuenta de que quizás he errado, que mi afecto por le padre me ha nublado los ojos por completo, pues he abocado a esa preciosa mujer a una vida caotica, alejada de la posibilidad de ser madre, esposa, ahora he de hacerla sangrar hasta que el rojo de su pelo sea el fuego de su alma.
Ademas mi mirada se enturbia en demasiados momentos cuando entrenamos, admito que me despierta un deseo prohibido, pues jamas podrían dos guerreros de la mesa unirse de modo alguno mas allá de la lealtad y la fe ciega en el otro.
-¿que sucede? -preguntó con la frialdad con la que debo tratarla para interponer la distancia adecuada.

Su voz suena trémula, creo que le impongo, a fin de cuentas, la he visto nacer, crecer alrededor de esa mesa, es joven, inexperta y yo un guerrero con demasiados años a sus espaldas como para ser menospreciado por cualquiera.
Dice que se requiere mi presencia bajo las raíces del milenario árbol que habitan nuestras brujas ciegas.
Algo ha sucedido pues pocas visitas reciben y menos son ellas las que las solicitan.

Me pongo en pie, su mirada me recorre al pasar por su lado, evito rozarla, mas ella cierra la comitiva siguiendo en silencio mis pasos.
Algo me dice que esto tiene que ver con Wesh y su imprudente forma de ser, apreto los puños hasta que solo los nudillos blancos se ven.

Descendemos por los pasillos oscuros del subterráneo castillo, tomó una de las antorchas hasta llegar al final del lúgubre corredor, una puerta circular sellada con runas druidas que se ilumina cuando mi mano se posa en el centro, cierro los ojos al sentir como su fuego inunda mis venas, quema y siento el pecho arder, ese es le precio de incomodar a las que no ven.
Empujo, mis ojos ámbar reflejan el dolor, así como la fuerza con la que logro mover el portón.
Se que tras de mi la dama de fuego tiembla, no se si de miedo o porque ve el sufrimiento escrito en mi rostro, mas en la oscuridad nos adentramos y allí frente a una fuente redonda de bajas aguas oscuras como la noche ellas con sus manso sumergidas nos esperan hambrientas.
-Hablad brujas ¿que es aquello que me tenéis que contar?


Última edición por Caleb Montoya el Vie Jun 09, 2017 2:14 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Eileen Indrisler Vie Jul 14, 2017 3:25 pm

Ahora que ambos estaban calmados podríamos ver como solucionábamos el tema de la reliquia y todo lo que entrañaba, el hecho de que el vikingo la quisiera para poder utilizarla era algo que quizás podríamos aprovechar para intentar en parte que nos ayudara a conseguir la otra parte que necesitábamos para custodiarlas por completo. Ahora que la parte que había estado oculta en Egipto había salido a la luz poco tardarían en ir a por la otra, de hecho, cuando todo acabara y se solucionara el problema habría que pensar donde se podría mandar la otra parte ya que tener ambas nosotros sería uno total desacierto, porque de una podrían obtener la reliquia al completo y eso era algo que no podíamos permitir que pasara. Así que solo había que buscar la forma de ver como poder trabajar juntos e intentar solucionar el problema. La cuestión, sin duda alguna, es que veía al vikingo demasiado terco como para escuchar nada que viniera de nosotros y después de lo que había pasado en su casa, aunque la cosa había quedado en tablas seguramente no nos perdonaría el hecho de haber tocado a su prometida por la forma en la que la miraba y la acariciaba.

Me daban envidia, todo había que reconocerlo. Ellos podrían tocarse, mirarse, besarse sin temor a lo que se pueda decir, sin temor a que fuera algo que debería de estar prohibido y sin embargo nosotros estando el uno al lado del otro teníamos que contenernos de no tocarnos, acariciarnos… por mínimamente que fuera lo teníamos prohibido, por unas estúpidas normas que había en la Orden, las mismas que ahora me hacían luchar para conseguir un puesto que de haber nacido varón no habría tenido problema de reclamar. Esas leyes había que cambiarlas, de hecho era todo un paso que me hubieran aceptado, ahora debía de hacerles ver que mujer u hombre podían defender perfectamente aquello por lo que creían. Miré a Caleb de soslayo cuando dijo que deberían de unir fuerzas para conseguir el mismo objetivo, ya que perseguíamos conseguir la reliquia y quizás entre todos pudiéramos conseguirlo… no era una idea demasiado descabellada. La pregunta era si el vikingo aceptaría, porque como pensaba no le veía muy racional… eso se le veía más a Naitiri que a él.

De hecho fue esta misma el que lo llamó para que la escuchara porque ninguno de los dos apartaba la mirada del otro, como si siguieran desafiándose y es que seguramente así fuera, pero por el momento debían de dejar las rencillas a un lado. Fue en esos momentos en los que ella quitaba la atención de su prometido sobre Caleb que sentí su mano en la parte trasera del muslo, una leve caricia que me hizo morderme el labio mientras ella seguía hablando con él, mi mirada fue entonces hacia mí líder y lancé un suspiro denotando de alguna forma las ganas que tenía de acercarme, de tocarle, de besarle… miré hacia delante de nuevo y mi mano, que estaba sobre mi muslo, la deslicé hasta que cayó sobre su mano, es más, me moví girándome para enfrentarlo mientras los otros dos estaban hablando para mirarlo más de cerca.


-¿Estás seguro de lo que haces? –Pregunté en voz baja, Naitiri intentaba convencerlo de que aceptara su propuesta- ¿crees que podemos fiarnos de que nos den la parte que queremos y no se la queden? –En realidad esas preguntas se las podría haber hecho antes, pero así aprovechaba para estar más cerca de él y que al sentarme apenas nos separara un espacio el uno del otro, dejé mi mano sobre el sofá rozando la suya y mis dedos acariciaron los suyos pero al haberme movido apenas se podía apreciar aquello. Fue entonces que Naitiri hizo esas preguntas, unas que no respondí y que pensaba que Caleb tampoco las respondería porque no íbamos a decirles dónde íbamos a guardar la reliquia ni qué hacer con ella, pero fue entonces que el vikingo desvió la conversación hacia lo que él tenía que decir. Explicó que conocía de sobra como era el rey y los norteños, que si algo querían eran a ellos y por ello había pensado en un plan para poder robar la reliquia sin enfrentar a ambos ejércitos en una lucha sinsentido. Decía que lo entregaríamos como rehén nuestro que era, que el rey incluso hasta nos haría una cena por entregarlo y que entonces aprovecharían sus hermanos y su primo para entrar, ah, había que sumar el primo a los que eran en ese momento. Enarqué una ceja cuando dijo que yo era más elocuente que Caleb, algo que a este le hizo gracia porque se rió como si le diera la razón pero que igualmente hizo como si eso mismo se pudiera aplicar a él y a la egipcia. Escuchamos su plan, a ella no parecía gustarle en absoluto el plan que él había trazado porque cuando quiso intervenir él no la dejó, y algo me dijo que no se iba a quedar callada en ese asunto- ¿Crees que tú rey creerá que vamos a entregarte sin motivo alguno? –Para empezar era algo que me tenía un poco escamada, o quizás era lo que él decía: que si se lo entregábamos bastaba, además que tendríamos que movernos de nuevo hacia donde estuviera el castillo- ¿tu primo y tus hermanos para asaltar un castillo, más luego nosotros tres? –Ahí era donde menos probabilidades veía, pero el que mandaba no era yo sino Caleb, mis ojos fueron hacia su rostro que lo veía pensativo- ¿has estado alguna vez en el castillo ese, sabrías decirnos las salidas en caso de que tu plan funcione?
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Mensaje por Caleb Montoya Sáb Jul 15, 2017 1:44 pm

Mis dedos surcaban los ajenos, esto era algo que no debía suceder, prohibido la relación entre dos miembros de la orden en activo, pero..no pude evitar que la yema de mis dedos acariciaran tibias los ajenos.
Maldije su decisión, maldije como me miraba y aun mas las ganas que tenia de acortar las distancias y besarla.
Me mantuve en mi sitio mientras Eileen me preguntaba si podía confiar en ellos.
La respuesta era no, yo no confiaría nunca en alguien que quisiera usar la reliquia y el orbe para su propio beneficio, peor se trataba de evitar el mal mayor...

Yo lo veía así, nosotros teníamos el orbe, el rey del norte la reliquia y los vikingos nada de nada, con lo cual ahora mi preocupación se dividía en dos cosas y ambas se podían solucionar del mismo modo.
Quitar la reliquia al rey del norte, algo que con ayuda seria infinitamente mas fácil, dos mantener a estos vikingos enfrascados en recuperar la reliquia en una pelea a melé con el rey del norte, lo que apartaba su atención del orbe en cuestión que pretendíamos proteger, si eso no era matar dos pájaros de un tiro...

Ladeé la sonrisa cuando el vikingo nos narró su plan maestro, hasta ese momento había deducido que no estaba bien de la cabeza por enfrentarse a un licantropo a cuerpo descubierto, ahora, escuchadas sus palabras me dí cuneta que era un puto suicida y en cierto modo me dio pena la pobre egipcia, le auguraba si es que llegaba, un matrimonio breve, aunque por como se tocaban seria intenso, no me cabía la menor duda de ello.

Naitiri trataba de hacer razonar a su prometido, pero algo me decía que ese hombre forjado en mil batallas no era muy dado a ello.
-Tu plan hace algunas aguas, básicamente el problema no lo veo en como entrar, si no en como salir.
Desconocemos también cual es el groso del ejercito, imagino que las almenas estarán vigiadas...
tu plan es meterse en la boca del lobo, por no decir que la reliquia seguro estará bien custodiada, quizás hasta con sellos mágicos ¿no es cierto?

El vikingo ladeó su sonrisa como si mis palabras tuvieran una versión cómica que yo no acababa de entender.
-Iluminame vikingo, que he dicho tan divertido.
No tardé en entender por donde iban los tiros, aunque su explicación resultaba sin lugar a dudas muy convincente.
-Oráculos -apuntó con una picara sonrisa -El rey posee oráculos que se anticipan a los planes que podamos trazar hoy en esta habitación, por eso..no tener ni puta idea de como saldremos de esa, hace que el caos se convierta en nuestro aliado.
Por no decir que en vuestra mente sobrevuela la idea de traicionarnos, casi tanto como por la mía robaros la reliquia en cuanto caiga en vuestras manos, alzadas las cartas, vista la mano...el plan es descabellado pero el único posible.
Si trazamos con detalle cada paso el rey del norte se adelantará a nosotros, eso te lo aseguro y nos dará caza antes incluso de mover la primera ficha en el tablero.
Tenemos que no saber ni nosotros que peón moveremos, así, nadie podrá leer unos movimientos que desconocemos ¿me sigues? -preguntó con fiereza.

Ese hombre era el que mas arriesgaba, a fin de cuentas, él seria quien fuera encadenado como ofrenda.
-Acepto – sentencié -pero..tengo una duda ¿por que haces esto?
Tampoco es que nos quedara otra opción...pero me costaba comprender como estando a punto de casarse era capaz de arriesgar tanto.
-Porque se lo debo a lso mios, yo perdí la reliquia -fue su escueta respuesta.
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Mensaje por Naitiri Zahir Lun Jul 17, 2017 2:56 am

Lo que más quería evitar es que volvieran de nuevo a pelearse como habían hecho antes, los dos no dejaban de mirarse fijamente y de desafiarse con la mirada, es más mis dedos acariciaban su nuca de alguna forma buscando tranquilizarla dado como estaba cada uno, los dos estaban heridos aunque el que quizás presentaba mayor gravedad era el vikingo, pero sabía de sobra que eso no iba a pararlo y que si debía de entrar en combate de nuevo lo haría. Quizás una unión entre ambos fuera lo mejor para poder dejar las peleas a un lado, centrados en un mismo objetivo quizás dejaran sus rencillas de lado aunque algo estaba claro, ambos querían el orbe por diferentes motivos y aunque solucionaran el problema de que el rey del norte tuviera dicha reliquia, la pelea por el orbe luego seguiría… pero eso era algo que aún tardaría en pasar, primero debían de quitarle la reliquia al rey, algo que no veía fácil por lo que Ubbe me había contado, seguramente este mismo no tardaría en descubrir que le faltaba una parte de la reliquia para completar y pronto enviaría de nuevo a su ejército para ir en su búsqueda. Lo que nos dejaría de nuevo en la misma situación que cuando estábamos en Egipto, salvo que habríamos cambiado de escenario.

Lancé un suspiro dejando mi otra mano en su pecho mientras los escuchaba a ambos, yo poco podría decir o aportar en aquel momento pero su idea de unirse la veía lógica, intentaba que el vikingo entrara en razón llamándolo para que se centrara en mí y dejara de mirar así a Caleb, desafiándose en todo momento. Sabía lo que el vikingo pensaba, quizás hasta que no le gustara que le dijera que unieran fuerzas pero desde mi punto de vista era lo mejor. Claro que lo que no pensé, en ningún momento, es que aceptara la propuesta hecha por Caleb, pero sobre todo lo que sin duda alguna no esperé era el plan que él había trazado en su mente. En cuanto comenzó a hablar mi mirada se fijó en él, de hecho es que iba a replicarle cuando levantó su mano en mi dirección pidiéndome silencio, algo que debía de admitir me cabreó demasiado y me hizo fruncir el ceño como si yo no tuviera nada que opinar en ese aspecto.

No tardó en dar a conocer su plan y expresar lo que yo temía que estaba pensando, ya era conocido el gen suicida que tenía pero ¿entregarse al Rey? Estaba completamente loco si pensaba que iba a dejar que lo entregaran como rehén para que ellos pudieran entrar en el castillo, lo miré de forma fija cabreada por la decisión suicida del vikingo por pensar en entregarse como rehén para conseguir la reliquia. Sus palabras no me alentaron en nada, es más, todo lo contrario más sentía que me enfada conforme iba explicando su parte del plan, decía que cualquiera que llevara el apellido Cannif lo apresarían para matarlo y torturarlo lentamente… ¿de verdad creía que me iba a quedar tranquila con eso, sabiendo que ya su rey había puesto precio a su cabeza cuando estábamos en Egipto? Pues como si con eso no estuviera contento del todo, comenzó para mi desgracia a relatar lo que pasaría una vez lo entregaran, a él lo desangrarían en el patio de armas mientras a los otros dos les hacían una cena por haberlo entregado, momento en el cual sus hermanos y su primo pasarían a entrar en acción para salvarlo y así poder conseguir la reliquia y salir de allí.

El lobo no parecía muy convencido de su plan y fue Eileen quien hizo las preguntas más obvias, preguntas que luego el mismo lobo le hizo al vikingo mientras yo había quitado mis manos de su cuerpo en señal de cómo estaba con él, aparte que lo que yo dijera o dejara de decir parecía que no tenía valor ninguno, él ya había tomado su decisión y parecía firme con ella. Incluso le respondió que el rey tenía oráculos para saber cada uno de los planes trazados que pudieran hacer, con lo que el plan básicamente era un completo suicidio ideado por alguien que era un completo suicida también. Pero incluso con esas, con no saber qué pasar, no saber si podrían salir una vez estuvieran dentro… el lobo aceptó. Mi única esperanza que había tenido de que el plan no se llevara a cabo se acababa de esfumar en cuanto el lobo aceptó el plan que mi suicida prometido había ideado para poder obtener la reliquia. Preguntó también por qué lo hacía a lo que él, sin dudar siquiera, respondió que se lo debía a los suyos, que él había perdido la reliquia.

Suficiente. Ya había escuchado suficiente sobre todo aquel disparate, sobre aquella descabellada idea que habían tenido y de la que no pintaba absolutamente nada. Estaba… cabreada, frustrada… no iba a poder hacer nada por pararlo porque su decisión era férrea, y además después de escucharlo parecía que las opciones de salir eran mínimas. No quería seguir escuchando ni una sola palabra más de todo aquello, nada de reliquias, nada de planes suicidas, nada de asaltos a castillos ni torturas… simplemente me levanté sin siquiera decir nada y salí del comedor para dirigirme al a cocina y alejarme de lo que pudieran seguir hablando mientras mi mente iba por otro lado mientras apoyaba las manos en la bancada de la cocina y cerraba los ojos. Entendía que él haría lo que fuera por los suyos, que jamás dejaría de lado la guerra que sufría su país, que su deber estaba para con los suyos pero… ¿idear ese plan tan suicida donde quizás no pudieran salir y encima entregarse como rehén para que lo torturaran? ¿Cómo demonios pretendía que me sintiera contra esas cosas? Joder, amaba a ese maldito vikingo y sabía cómo era pero… entregarse a manos de una muerte segura no era algo que me gustara, menos todavía que lo hubiera planeado todo él.

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Mensaje por Ubbe Cannif Lun Jul 17, 2017 5:15 am

Nai tal y como hablaba dejó de tocarme el pelo, podía ver que estaba cabreándose tal y como el plan iba escapando de mis labios.
Pero se casaba con un vikingo, la guerra era mi pan de cada día y aunque era cierto que el plan era arriesgado confiaba en que mis hermanos me sacaran del embrollo..de eso se trataba esto, de confianza y yo confiaba.

Cuando no aguantó mas fue cunado le lobo acepto lo que seguro en la mente de mi prometida pintaba como un plan suicida.
La vi alzarse y salir de allí antes de empezar a gritarme, que posiblemente es lo que de no estar esos dos haría.
Sujeté mi costilla alzándome del sofá para seguirla, siseé por le dolor bajo la atenta mirada de esos dos.

Vi como Eileen pensaba impedirme que me marchara para ir tras la Egipcia, pero el hombre alzó la mano y con un gesto para que se quedara quieta se lo impidió.
Así acorté la distancia del comedor a la cocina, estaba allí, con las manos apoyadas en la encimera ojos cerrados y la respiración errática como si contuviera aquella agonía que posiblemente sentía.

Rodeé con mis brazos su cintura, su espalda contra mi pecho y mis labios se perdieron tibios en su cuello regalandole un sinfín de caricias que merecía.
-Te quiero -susurré contra su piel -te quiero tanto que ni el Valhalla es suficiente como para impedirme volver -aseguré acariciando con mi nariz su cuello.

No se movió, como si fuera una estatua de mármol permaneció inmóvil contemplando el mármol.
-Nai, se que no estas acostumbrada a esto, pero la guerra corre por mis venas con violencia, conmigo siempre existirá esto...hoy es entrar en el castillo del rey del norte, mañana alzaré la espada para entrar a mele con un ejercito enemigo...

Mis labios mordieron su hombro suavemente, lamí después el recorrido de mis dientes.
-Te quiero -susurré contra su piel - y te juro por Odin que volveré. Se lo debo a los míos, no tendría el rey del norte la reliquia si no fuera porque yo la entregue.
Cerré los ojos apoyando mi frente en su hombro.
-Nai, si consigue el orbe acabara con mi familia, mis amigos, el norte... no puedo permitir que eso suceda ¿lo entiendes?

La giré para que me mirara, mis ojos se perdieron en sus desiertos, amaba a esa mujer por encima de todo, pero no podía olvidar quien era.
-Nai, volveré, volveré a tu lado aunque tenga que cruzar el helado Hel y luchar con Loqui con mis propias manos.
Nada impedirá que cumpla mi promesa -susurré girando el anillo que portaba mi prometida en su dedo -nada impedirá que vuelva y nos casemos -ladeé la sonrisa -y que te dejes de tomar esas hierbas y me des un linaje de pequeños vikingos ¿que me dices?

La atraje de la cintura para que nuestros cuerpos chocaran, jadeé contra su boca y la lacé emitiendo un gruñido por el dolor sentándola en la encimera.
Le abrí las piernas hundiéndome entre ellas, mi boca apresó la ajena perdiéndome en cada resquicio de ella, lento, húmedo, enredé mi lengua a la ajena.

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Mensaje por Eileen Indrisler Mar Jul 18, 2017 4:35 am

Si había algo en lo que confiaba era en el juicio que Caleb tenía sobre todo aquello, sabía perfectamente que su experiencia en el campo de batalla y siendo el líder de la Orden era mejor que la de ninguno, incluso mejor que la de los cinco miembros restantes que formaban el consejo. Yo no tenía apenas experiencia en ese tipo de cosas pero aun así sabía cuándo un plan podía ser bueno o podría ser tremendamente malo, y la verdad había que decir que el plan del vikingo era el de un completo suicida. Naitiri no paraba de acariciar al vikingo como si con ello consiguiera de alguna forma calmarlo y sosegarlo y desde que lo acariciaba parecía que este había entrado en calma porque estaba mucho más relajado. A mí también me gustaría poder acariciar al lobo como ella estaba haciendo con su prometido, calmar su dolor porque él estaba totalmente tranquilo, su temple era muy diferente al que el vikingo tenía y eso hizo que sonriera levemente de lado. Por otra parte sentir sus dedos acariciando levemente los míos no ayudaba en nada, su tacto cálido, más que el de cualquier humano por su condición de lobo quemaba y abrasaba mis dedos, en una caricia que me sabía a nada y que me dejaba con ganas de mucho más.

Callé, callé porque de los dos era él quien debía de aceptar o no lo que el vikingo le proponía y yo nada podía objetar en ese aspecto, no por nada era mí líder y yo debía de aprender de él así que me centré en escuchar lo que ambos decían pero siempre estando pendiente de los gestos del lobo. Había que decir que mi mirada de vez en cuando también se fijaba en la mujer que tenía el vikingo al lado, calmada y tranquila pero que podía ver claramente como su cara iba cambiando por momentos, su ceño se hizo presente fruncido cuando él levantó la mano como si supiera que ella iba a interrumpir lo que estaba diciendo. Era una idea totalmente suicidad y miré a Caleb esperando que, de alguna forma, él también lo viera. Ella permanecía callada como yo, ambas en ese aspecto no teníamos nada que objetar porque nuestras experiencias no eran muchas en esos campos de batalla pero… podía ver como le iba cambiando el rostro conforme su prometido hablaba.

Es más, su mirada se centraba en la del lobo como si de alguna manera esperaba que él dijera que no, que era un completo suicidio y que no iba a hacer aquel trato con él pero ¿acaso teníamos elección? Era como si fuera todo lo que debíamos hacer para salvar la reliquia y dejar a salvo el Orbe, de hecho es que era justamente eso lo que debíamos de hacer. Aliarnos con el enemigo por un bien mayor y común, pero el plan que él presentaba era bastante loco. ¿Entregarlo como rehén a su rey y esperar que mientras este nos sirviera un banquete, y a él lo torturaban, sus hermanos y su primero entraban como refuerzos? Descabellado totalmente, ¿y el hecho de salir? Algo que Caleb preguntó porque, como yo, no veíamos nada claro. Pero parecía que el vikingo sí lo hacía así que, tras una pausa, le preguntó qué era aquello tan gracioso que desconocíamos. La respuesta no fue mucho mejor: oráculos.

Seres capaces de predecir cualquier movimiento que pudiéramos urdir en esa noche y que de nada nos serviría, lo que él proponía era el caos para que nuestros pasos no pudieran ser vistos por ellas y así poder tener alguna huida si es que la teníamos realmente. Él pasó a explicar lo que sucedería con los oráculos y el por qué no tener un plan detallado el completo, esperaba que eso pudiera sernos a nuestro favor y tras su explicación se hizo un breve silencio en la sala. Podía ver la mirada de Naitiri puesta en Caleb esperando que se negara, se le notaba bastante enfadada y no era para menos, de estar en su situación también lo estaría con lo que a su prometido le tocaba, sin duda el peor parado de ellos era él. Pero para su desgracia Caleb aceptó, pude ver como se le descompuso la cara por completo y yo miré al lobo, no iba a cuestionarle pero ¿de verdad sabía lo que se estaba haciendo? Preguntó por qué y él respondió que se lo debía a los suyos y fue en ese preciso momento cuando ella se levantó sin decir nada, pasó de largo por donde estábamos sentados y nos dejó a los tres en el salón.

La entendía, el miedo que debía de sentir, la preocupación que la estaría atormentando en esos momentos… no sería peor que lo que tuviera que sufrir yo llegado el momento, y aunque pudiera estar en el campo de batalla con él para saber que nada le pasaba, si le pasaba algo jamás lo podría soportar. Es más, solo pensar en el plan suicida en el que nos íbamos a meter me daba hasta un poco de miedo, pero eso era algo que jamás mostraría ante nadie. Él se levantó para seguirla llevándose la mano al costado, iba a levantarme para pararlo y que no nos dejara pero un movimiento de Caleb fue todo lo que necesité para quedarme quieta en el sitio, al fin y al cabo eso eran cosas que debían de arreglar ellos. Nos quedamos solos en aquel salón, sentados en aquel sofá y cuando no oí los pasos del vikingo me levanté para coger una de las botellas de alcohol que había sobre la mesa y apoyarme en ella dando un trago, observando al lobo.


-No pretendo cuestionar tú decisión pero… ¿estás seguro de aceptar? ¿A ese plan en el que hace aguas por todos lados? –No por nada era líder, el que más experiencia tenía de todos y yo la que menos, así que si él aceptaba acataría las órdenes e iría hasta el fin del mundo si me lo pidiera- No me gusta que su rey tenga oráculos y puedan ver nuestra jugada pero… ¿pretender salir vivos del caos que se pueda formar, con tan pocos recursos? –Volví a dar otro trago y volví sobre mis pasos para sentarme a su lado en el sofá, pasándole la botella por si quería beber y mi mano iba hacia el costado done seguramente tendría un par de costillas rotas como si fuera una leve caricia, podía ver su frente perlada en sudor y ahora que estábamos solos la limpié sintiendo su mirada fija sobre mí, mi mano resbaló por su rostro en una caricia anhelante en busca de más y dejé la otra mano allí donde la costilla estaba rota- debería de curarte mejor –comenté en un susurro pese a que estábamos solos estando cerca del lobo- debería de mirarte bien esas costillas –lo miré de forma fija, debería de hacer tantas cosas… como por ejemplo alejarme de él, sin embargo era incapaz de hacerlo. Aparté unos mechones de pelo de su rostro sentada a su lado, de cara a él, hasta que mi mano se deslizó por su brazo hasta de nuevo enlazar nuestras manos- creo que deberíamos de irnos, poco más podemos hacer en esta situación y me quedaría más tranquila si descansaras un poco. Hemos conseguido más de lo que habríamos podido imaginar y él no se va a ir a ninguna parte, no estando así –negué levemente con la cabeza y la apoyé en su pecho mordiéndome el labio- déjame llevarte de vuelta al hotel, mañana será otro día, podemos buscar a Welsh y contarle lo que hemos averiguado –subí mi cabeza para mirarle, aunque yo lo deseara era él quien mandaba, era él quien tenía la última palabra.
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Mensaje por Caleb Montoya Mar Jul 18, 2017 10:31 am

Los ojos Eileen se paseaban por mi perlado rostro, ver preocupación en ellos era un echo, uno que no me pasaba desapercibido y que iba mucho mas allá de lo que implicaba la relación de un maestro con su aprendiz.
Suavemente apartaba el pelo de mi rostro, estaba ligeramente pegado en mi frente, ella sabia que no me encontraba bien, aunque las heridas a simple vista habían curado, mi costilla, como la del vikingo seguía quebrada.
Sin duda la mía curaría antes, pero eso no implicaba que no necesitara una atención primaria.

El vikingo se ha ido tras la egipcia, no me gustaría estar en el pellejo de ese muchacho para explicarle a la pobre mujer las razones que lo llevan a presentarse voluntario de un plan tan descabellado.
Sin duda su posición es la mas arriesgada, mientras nosotros tenemos que pasar desapercibidos para poder buscar la reliquia mientras la fiesta se produce, él estará siendo torturado en el patio de armas.
Lo que me sorprende es la facilidad con la que lo dice y la falta de importancia que parece darle a su vida.
Como él, yo también soy un guerrero que moriría por mi causa, pero yo no busco la muerte, todo lo contrario intento no mirar de frente a la parca de no ser necesario.
Él parece esta forjado de otro modo, uno que no alcanzo a entender y que por su bien espero si lo haga su prometida.

Eileen me pregunta sin dejar de acariciarme si estoy seguro de que ese pan descabellado puede dar su fruto.
-No lo se -aseguro deslizando mis dedos de forma distraída por su brazo hasta qe nuestros dedos quedan engarzados.
Mi gesto muestra la preocupación, se que el caos nunca ha sido mi forma de funcionar, pero en algo tiene razón el vikingo, el conoce mejor que yo al enemigo y si posee oraculos que leerán nuestros pasos antes de darlos la única manera de llevar acabo la recuperación de la reliquia es sumirnos en ese caos del que el Vikingo habla.-Salga bien o mal, ganamos en parte, pues si matan a los vikingos que vienen a por el orbe nos habremos quitado de encima a unos enemigos y solo tendremos que centrarnos en salir de allí fingiendo ser lo que dijimos al adentrarnos en el castillo...unos amigos que le llevan un gran rehén.
Si por el contrario el plan sale bien, ese Rey del norte no poseerá la reliquia y tendremos que luchar solo contra unos jóvenes cansados, heridos para recuperarla...

Eileen me miró fijamente, a mi tampoco me gustaba tener que matar a los que iban a colaborar para obtener la reliquia, peor como el vikingo había dicho, tras obtenerla volveríamos a ser enemigos, él no desistiría en su empeño de obtenerla, ni yo en el mio de protegerla para salvar el mundo.
Lleve sus nudillo a mis labios y dejé allí un beso calmo.
Me pedía que nos fuéramos y quizás era lo mejor, poco o nada mas teníamos que hacer allí, habíamos llegado a un trato, uno en principio ventajoso para todos.

Apreté la costilla y me puse en pie, Eileen rápida colo su cuerpo bajo mi brazo, nuestros alientos se encontraron al tiempo que de nuevo nuestros dedos se enredaban.
Me apetecía tanto besarla que por un momento en su boca quedaron anclados mis ojos.
Ladeé la sonrisa incapaz de dejar de mirarla, su decisión nos había condenado.
-Vamos.
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Jul 19, 2017 4:33 am

Había tenido suficiente de aquella reunión de suicidas que había tenido en el salón de mí casa, uno por dar la idea y el otro por apoyarlo aun cuando sus posibilidades eran bastante bajas y que quizás no consiguieran ni salir vivos, o hacerlo, pero no obtener la reliquia. No sabía lo que pasaba por la mente de aquellos dos hombres para ceder a esas cosas, Eileen era la única que se había quedado callada y la que más se había estado fijando en mis gestos mientras a mí, conforme Ubbe hablaba me iba cambiando la cara. Pero de verdad no aguanté más cuando Caleb accedió al plan de mi prometido como si también tuviera un gen suicida, contagiado por mi prometido. ¿En qué pensaban esos dos? No lo sabía pero lo que tuvieran que seguir hablando no lo iba a escuchar, bastante tenía ya en mi cabeza con saber lo que pretendían hacer, con saber que Ubbe se iba a entregar de rehén voluntariamente para que lo torturaran mientras los otros eran atendidos como Dioses y a él lo torturaban mientras esperando a que luego, en un descuido, sus hermanos y su primo se colaran para hacer un caos de todo aquello y así los oráculos no pudieran saber sus pasos esperando que eso les ayudara a salir con vida.

Me levanté sin decir nada y sin mirar a nadie y salí para dejarlos a los tres allí, fui hasta la cocina y apoyé mis manos en la bancada de la cocina cerrando los ojos mientras notaba la respiración errática, como si me faltara el aire, una presión en el pecho de angustia que no se desvanecía por mucho que lo intentara. No me encontraba bien, quizás no debería de haber sabido de aquel plan y quizás estaría mejor, o estaría igual preguntándome qué plan suicida se le habría ocurrido igualmente. Lo escuché antes de que se acercara, conforme estaba dejaba su peso apoyado en el lado contrario de donde tenía la costilla rota y pude escuchar sus pasos que se acercaba hacia donde estaba, igualmente no me giré y me quedé de la misma forma intentando quitar la sensación que me corroía por dentro y aliviarla de alguna forma, aunque en esos momentos no sabía cómo aliviarla ni como quitarla cuando ya lo sentí justo detrás de mí.

Sus brazos rodearon mi cintura, se pegó a mí espalda y sus labios recorrían mi cuello dejándome caricias por todo el lugar, de forma suave y lenta. Las primeras palabras que dijo fueron un “te quiero” que hizo que mi corazón latiera con fuerza y un escalofrío placentero recorriera mi cuerpo, junto con un calor en el pecho por sus palabras susurradas contra mi piel. Decía que me quería tanto que ni el Valhala podría hacer que no volviera, pero para la desgracia de ambos eso era algo que no lo decía él, que no podía decidirlo. Su nariz seguía acariciando mi cuello pero la sensación en mi pecho no se iba, no se desvanecía sino que seguía anclada de alguna forma si no pudiera soltar el lastre. Intentaba de alguna forma excusarse por el plan suicida que había urdido, decía que yo no estaba acostumbrada a esas cosas y era cierto, que la guerra corría por su sangre y también lo sabía al igual que con él siempre habría esa posibilidad pero… ¿ni siquiera se había parado a pensar lo que estaba diciendo? Torturarle, una encerrona en toda regla… ¿y si sus planes no salían como él preveía? ¿Y si el rey decidía matarle para ahorrarse futuras molestias?

Lancé un suspiro bastante pesado pero no me moví de donde estaba, intentaba asimilar todo pero cuanto más lo hacía menos lo comprendía. Mordió de forma suave mi hombro y luego lamió despacio el lugar que había mordido pero seguí sin moverme, sin comprender del todo porque arriesgaba tanto de esa forma, era algo que era innato en él pero… ¿no pensaba que yo me quedaba aquí sin saber qué podía pasar? ¿Y si me quedaba esperando para siempre y él no volvía? Joder, es que no podía quitarme esa sensación de encima y no me ayudaba para nada sentir que mi pecho se contraía al saber lo que pretendían hacer. Él se echaba las culpas de que el rey tuviera la reliquia, pero ambos sabíamos la mayor culpable de los dos era yo… de no haber ido con él, de haber sido otra no nos habrían chantajeado, no hubiera entregado la reliquia sin pelear. “Nai, si consigue el orbe acabara con mi familia, mis amigos, el norte... no puedo permitir que eso suceda ¿lo entiendes?” Claro que lo entendía, las consecuencias no solo las pagaría el norte sino que todo el mundo las sufriría. Entendía por qué lo hacía pero…


Me mordí el labio con fuerza cuando finalmente me giró para quedar cara a cara, sus ojos se quedaron fijos en los míos mientras mordía el labio tan fuerte que pensé que iba a hacerme sangre. ¿Entendía él, acaso, que era yo la que me quedaba allí esperando a que volviera? ¿Qué me mataba el no saber que estaría pasando y cómo estaba, que no podría ayudarlo en nada? Porque estaba más que claro que ni se le pasaba por la cabeza el que yo los acompañara, que tendrían que volver a su tiempo para luchar contra el rey del norte pero… ¿y si no podía volver? ¿Me quedaba esperándolo por el fin de los días? Él juraba que volvería a mi lado pero eso era algo que no podía prometerme, no del todo. Que nada le impediría que nos casáramos y mientras lo decía giraba el anillo que llevaba en el dedo, además aseguró que me convencería de que dejara de tomar las hierbas para darle hijos… y yo no dije nada al respecto, pero él acortó las distancias juntando nuestros labios, me alzó soltando un gruñido por el esfuerzo de subirme sobre la bancada y atacó mi boca separando mis piernas para colarse en ellas, adueñándose de mi boca en aquel beso lento, húmedo, sentido y necesitado.

Rodeé su cintura con mis piernas y mi mano la dejé en su nuca y la otra en su pecho dejándome llevar por aquel beso en el que él marcaba y ponía el ritmo, lo pegué todo lo que pude a mi cuerpo sintiendo que necesitaba sentirlo, tenerlo cerca, notar el calor que su cuerpo desprendía y que se traspasaba al mío. Gemí en aquel beso subiendo mi mano por su pecho hasta acunar su rostro, mi pelo nos hacía casi de cortina mientras solo me centraba en él, en lo que me provocaba, en lo que me hacía sentir con un simple beso, en lo que sentía por él, lo que lo quería, lo necesitada que me había vuelto de tenerlo en mi vida, día a día, discutiendo, peleando, gritando, pero siempre amándonos, esas pequeñas cosas, esos roces que todos tenían a nosotros nos unía mucho más y todo quedaba olvidado y perdonado, firmábamos la paz de la forma más dulce y placentera que había entre caricias y besos mientras me hacía suya o yo lo hacía mío… daba igual. Me separé para mirar esos orbes azules que se habían convertido en el mar por el que mi brújula se guía, sentía que me picaban los ojos y que un nudo se formaba en mi garganta por ello.


-No eres tú quien lo decide… -comenté en un tono bajo apoyando mi frente contra la suya- no eres tú quien decide si se va o no al Valhalla… -como lo perdiera… si lo perdía no iba a salir de ese pozo, no iba a poder hacerlo- ¿puedes entender tú cómo me voy a sentir cuando te vayas y yo me quede aquí, sin poder hacer nada, sin poder ayudar y sin saber qué pasa mientras sé que te van a torturar? –Un quejido brotó de mis labios y los mordí mientras aguantaba las lágrimas que pugnaban por salir- la reliquia también se perdió por mi culpa, ¿significa eso que debo de coger una espada y un escudo y lanzarme contra el enemigo? Joder, entiendo que es a lo que te has preparado toda tu vida pero… -me callé, es que no sabía qué decirle para que entendiera como me sentía, la presión que sentía en el pecho y que no me dejaba respirar- No puedo perderte, ¿entiendes tú eso? –Mis manos cogiendo su rostro dejando nuestros labios rozándose con cada palabra, con cada aliento que dábamos- estoy cansada y harta de perder Ubbe, no he hecho más que perder desde que tenía ocho años… -cerré los ojos con fuerza notando que caían un par de lágrimas- si algo te pasara, si no lograras regresar… no puedo perderte, no puedo, no puedo –repetí apagándose mi voz para acabar abrazando al vikingo con fuerza dejando mi rostro escondido en su cuello, la sola idea de pensar lo que iba a hacer me mataba quedándonos así durante unos minutos en los que yo trataba de calmarme y él me consolaba como buenamente podía, separó mi rostro de su cuello para quitar el surco de lágrimas de mi rostro con sus pulgares y besarme de forma lenta, sentida, sintiendo que necesitaba eso, simplemente sentirlo a él- no puedes hacer grandes esfuerzos ¿recuerdas? –Pregunté separándome un poco y limpiar mis ojos para sonreír como podía en esos momentos- Ubbe –lo miré durante unos segundos mordiéndome el labio, había algo que llevaba tiempo queriéndole preguntar pero no había encontrado el momento oportuno, no era nada malo simplemente que lo había dicho ya tantas veces que… simplemente quería asegurarme- ¿crees o piensas, de verdad, que me tomo “esas hierbas” para no tener hijos o porque no quiera dártelos? –Lo había comentado ya varias veces, el que dejara de tomarlas y aunque quizás no era el mejor momento para preguntar quería saberlo- sabes que quiero tener hijos y que no es algo a lo que me oponga… bueno, tú quieres una legión y yo solo un par –sonreí de lado acariciando su rostro- eso es algo que se puede negociar pero… no sé, es como si el que lo digas tanto me hiciera pensar que de alguna forma lo evito –mis labios rozaron los suyos- quiero formar una familia, de verdad que no sabes lo que os envidio a ti, a Hakon, Synnove, Niels… os envido de forma sana porque tuvisteis algo que a mí se me negó, quiero que mis hijos tengan y disfruten lo que a mí me robaron… dijiste que podías esperar un par de años para tenerlos –lo miré de forma fija- quiero ese par de años, lo quiero para arreglar esta guerra y que esté en calma, para solucionar el problema de ver qué hacemos, quiero casarme contigo y disfrutar egoístamente de mi marido ese tiempo a solas, ¿tan malo es? –Hice una leve pausa y recorrí su mandíbula con mis dedos de forma lenta- luego podemos tener una mini Nai –reí entre dientes- algo morenita de piel, pelo rizado rubio, ojos azules… o un mini Ubbe, algo más moreno con ojos miel –mordí su labio inferior y sonreí solo de pensarlo- mientras podemos practicar, pero hoy no, no puedes hacer esfuerzo… no quiero que la costilla te llegue a perforar el pulmón –ya me imaginaba el reproche que iba a hacerme, pero me iba a mantener firme en eso.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Jul 19, 2017 7:42 am

Su frente se apoyó en la mía, la veía devastada y lo entendía, claro que la entendía.
Ella no venia de un mundo hecho para la guerra. Como madre, se angustiaba cada vez que padre calzaba el acero a su espalda, de poco servia que le jurara por Odin que volvería, pues los ojos de madre siempre quedaban anegados de lagrimas.

Desde niño había visto como aferraba el rosario, sus ojos pardos se perdían por el ventanal esperando escuchar el espectro de mi padre regresar.
Madre amaba a padre y aunque siempre respetó lo que era, muchas fueron las discusiones entorno a este tema.
Entendía a Nai, por eso mis labios recorrían su boca buscando calmarla, mi plan era descabellado, pero había tentado tantas veces a la muerte que creo había aprendido a cabalgar con ella a mis espaldas.

Un quejido brotó de sus labios acompañados de palabras que sonaban desgarradas.
-Lo entiendo -aseguré -y es por eso por lo que te quiero, porque se que pese a tus miedos, pese a que conmigo nada pinta fácil, sigues aquí, apretando con tu mano mi costilla para que deje de dolerme, te quiero y te compensaré, te lo prometo.

Decía que también ella era culpable de haber perdido la reliquia, negué contra su boca, incuso sonreí cuando escuche que cogería un escudo una espada para ayudarme en mi batalla.
-La decisión fue mía Nai, el guerrero soy yo pequeña y aunque se te vería muy sexy con una espada en la mano, creo que acabarías cortándome la cabeza en un mal movimiento -susurré entre risas contra su boca.

Ella no tenia ganas de reír, se abrazó a mi, llorando desconsolada, hundiendo su cabeza en mi cuello mientras yo la bajaba de la bancada y apoyando mi espalda en la pared, dejé que nuestros cuerpos cayeran al suelo fundiendonos en un abrazo desconsolado.
-Volveré, te doy mi palabra que no existirá valquiria que me arranque de tus brazos. Busquemos el modo de que puedas estar cerca, quizás podrías viajar conmigo al norte.

Separé su rostro de mi cuello deslizando los dedos por sus mejillas para limpiarlas del agua salada.
-¿descansar? -apunté enarcando una ceja, algo me decía que esas palabras implicaban que no me iba a dejar tomarla.
Nuestros labios se buscaban, nuestros cuerpos se acariciaban, siempre juntos la pasión nos devoraba las entrañas.
Su boca de nuevo me buscó ansiosa, ínfima la distancia que nos separaba solo para tomar una bocanada de aire y de nuevo colisionábamos como la mar embravecida dispuesta a hacer naufragar un drakkar.

Entonces llegó otro tema, el de los hijos, dejé escapar el aire lento contra su boca, aun errático fruto del dolor y del deseo.
-No lo se -reconocí -se que acabamos de conocernos, se que no soy posiblemente l oque ninguna mujer en su sano juicio elegiría como padre de sus hijos.
Procedemos de distintas culturas, para mi tener un gran linaje es importante, mucho.
Para ti con un par de hijos en unos años es mas que suficiente.
Hablas de que quieres que acabe la guerra para darme hijos, pero...y aunque no quiero decirlo así porque se que eso no va a darte paz..yo siempre viviré en guerra.
Si algo se por experiencia al haber vivido la relación de mi padre, incluso la de Höor, es que para los vikingos la guerra forma parte de su día a día, siempre surgen enemigos, peligros...
No conozco la paz Naitiri y creo que a mi lado tampoco tu vas a conocerla, ni nuestros hijos.
Te quiero Nai, pero quiero que entiendas que el si que me has dado implica serias consecuencias.
Entiendo el porque no le gusto a tu padre, no es esta la vida que quería para su hija...
Te quiero Nai, te quiero mas que a nada y soy tan egoísta que te suplico que me quieras como soy porque no puedo cambiar...aunque lo intente.

Fruncí el ceño ante sus palabras.
-Quiero tomarte en el lecho..despacio, lo prometo.
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Mensaje por Eileen Indrisler Miér Jul 19, 2017 3:15 pm

La verdad es que poco más podíamos hacer en aquel lugar ahora que los dos nos habían dejado solos y que el plan más o menos estaba ya trazado, íbamos a colaborar juntos y eso significaba que dentro de poco partiríamos para aquella misión un tanto suicida pero que si Caleb había aceptado hacer era porque veía posibilidades de salir de allí ganando de alguna forma, eso no quitaba para que no confiara del todo en el plan del vikingo, nosotros no dejábamos todo al caos para que pudiéramos salir de allí con vida pero si era cierto que era la única forma que había de que los oráculos no pudieran saber nuestros pasos. Era la única oportunidad, mientras nosotros los distraíamos con la entrega del vikingo y en la cena en medio de la celebración sería cuando lo soltarían y cuando empezaríamos a hacer aquel plan descabellado, pero que si salía bien podría ayudarnos a obtener la reliquia… otra cuestión diferente era después cuando hubiéramos salido del castillo y nos peleáramos de nuevo por ella.

Miré los ojos del lobo de forma fija durante unos segundos notando su mirada también puesta en mis azules, lancé un leve suspiro en el que seguro que se me notaba demasiado la preocupación que tenía en esos momentos por el plan, y por él sobre todo. Sentí sus dedos que se deslizaban por mi hombro en una lenta caricia hasta dar con mis dedos de nuevo y me mordí el labio escuchando sus palabras, tenía razón, ganábamos de todas formas pasara lo que pasara, nosotros estábamos en el lugar aventajado que no corría riesgos realmente, quien peor lo tenía allí de todos era el vikingo. Mi mirada por un momento se dirigió hacia la puerta por donde se habían ido, lo sentía por ella, porque se le había visto bastante mal y afectada y solo esperaba que de alguna forma pudieran arreglarlo. Luego lo miré cuando dijo que posiblemente tendríamos que matarlos para poner a salvo la reliquia y que no tuvieran que utilizarla… a ninguno nos gustaba el plan pero era lo que teníamos que hacer para poder salvar al mundo, esa era nuestra misión.


-Lo sé… -dije mirando un momento hacia otro lado mientras lo pensaba, mis ojos fueron a los suyos de nuevo cuando levantó mi mano y dejó un beso en mis nudillos haciendo que me mordiera el labio brevemente, allí nada más podíamos hacer ya que todo estaba dicho y la verdad es que me preocupaba bastante la costilla rota que tenía, sabía que era un lobo, sabía que era capaz de curarse con más rapidez que yo pero eso no quitaba para que si no era bien curada podía traerle graves consecuencias. Me levanté esperando a que él lo hiciera y cuando se levantó, cogiéndose la costilla con su mano, rápida antes de que se estabilizara pasé mi cuerpo bajo su brazo para que su peso no cayera del todo y se apoyara en mí. su brazo estaba pasado por mis hombros y nuestros dedos volvieron a enlazarse, mirándonos de frente tan cerca, sus ojos estaban fijos en mis labios y los mordí ante el deseo que sentía de que me besara. Asentí con la cabeza cuando dijo que era el momento de irnos y a un paso algo lento salimos de allí dejándolos solos, tenían mucho que hablar seguro. Mientras mi mano agarraba la suya del brazo que tenía pasado por mis hombros la otra rodeaba su cintura para ir a su ritmo y seguirle el paso dejando que cayera todo su peso sobre mí más que sobre él. Su calor me envolvía y me atrapaba sin poder evitarlo, me llamaba y me tentaba teniéndolo tan cerca y sin poder hacer nada como estaba deseando.

Entre conversaciones tranquilas sobre lo que había pasado y al acuerdo loco que habíamos llegado finalmente llegamos al hotel, subimos hasta la habitación y abrí la puerta para dejar que entrara y ayudarlo a tumbarlo en la cama, cerré la puerta con el pie cuando entramos y fui a por unas toallas y lo necesario para examinarlo y ver como de grave era lo que tenía. Las heridas del rostro ya casi que no las tenía por su rápida sanación, así que mientras me lavaba las manos le pedí que se subiera la camisa aunque más bien acabé rompiéndola con la daga para no perder tiempo con todo lo necesario ya a mí lado. Me senté en el borde de la cama, aparté mi pelo y con cuidado palpé y toqué la zona de las costillas… podía notar que tenía un par rotas y no solo una, así que limpié la zona y procedí a lo único que podíamos hacer en ese momento; vendarle y apretar las vendas con fuerza para que lo mantuvieran fijo y no se moviera demasiado, seguro que al día siguiente terminaría de sanarse mientras que el vikingo tardaría algo más en hacerlo. Mojé una de las toallas y la pasé por su rostro para quitar el rastro de sudor que tenía despejando así su rostro de los mechones de pelo, me levanté para prepararle algo que había cogido cuando llegamos al hotel y se lo di para que lo tomara, mezclado todo en un bol para que se lo bebiera, algo que le ayudaría con el dolor y a descansar.


-Deberías de descansar –dije cuando terminó de beberse lo que le había preparado sonriendo por la cara de asco que puso, pasándole la botella para que se quitara el sabor de la boca, mis dedos se pasearon por su pelo sin apartar mi mirada de él… me era tan sumamente complicado apartarme, alejarme y no acercarme a su rostro y besarlo como deseaba que acabé lanzando un suspiro con sus ojos puestos en los míos, sabía que lo que le había dado no tardaría en hacerle efecto- voy a darme un baño, tú descansa –le dije antes de inclinar su rostro y dejar mis labios en su frente, un beso algo más largo de lo normal pero que lo hice por no buscar sus labios como deseaba en realidad. Me separé dejando una caricia en su rostro y me levanté para ir al baño y llenar la tina, me quité la ropa y la dejé caer al suelo metiéndome dentro. Al final acabé enrollando mi cuerpo a una toalla pensando que ya estaría durmiendo cuando saliera pero para mi sorpresa seguía todavía despierto, enarqué una ceja por eso y fui hacia donde estaba la palangana de agua con aquel espejo peinando mi pelo mojado y liso sintiendo su mirada en mí- pensaba que lo que te he dado te habría hecho efecto ya y estarías durmiendo –lo miré por el espejo y sonreí, dejé el peine y me acerqué para tumbarme a su lado y mirarle- tendría que haberte dado una dosis más fuerte –comenté con cierto deje divertido y mis dedos deslizándose por su pecho de forma lenta
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Mensaje por Caleb Montoya Jue Jul 20, 2017 3:12 pm

A paso lento me ayudó a llegar hasta el hotel, íbamos hablando sobre lo que esa noche habíamos presenciado, sobre la valía de esos vikingos y en parte sobre el temor de que los soldados del rey del norte, no distaran en valor y valía de la que tenia ese que hoy habíamos conocido.
En los ojos de Eileen veía tristeza, la conocía y sabia que una parte de ella sentía apego por esa mujer, la egipcia, le daba lastima, lastima porque ese cabeza hueca que tenia como prometido iba a ser el peor parado del asunto.
También porque posiblemente no quería que tras trabajar juntos, tuviéramos que llegar a enfrentarnos a unos vikingos maltrechos por le peso de una batalla.

Me dejó caer sobre el lecho, siseé ligeramente bajo su preocupada mirada y pronto le lancé una sonrisa ladeada para demostrarle que estaba bien, como ella decía, solo necesitaba un poco de descanso.
Se alejo un instante, solo para volver con una venda con la cual rodeo mi torso por completo para dejarlo lo mas inmóvil posible. Mis ojos se desliaban por sus labios, pintando en el lienzo de su cara aquella boca perfecta.

Mis ojos se tornaron ámbar, era indudable la atracción, el deseo que por ella sentía.
Mi respiración errática por como la costilla quebrada oprimía mi pulmón se torno mas pesada, daría lo que fuera por enredarme ahora con ella en la cama, pero de hacerlo, de volver a permitirme pecar...nunca pararía esto ya y tenia que ser yo el que pusiera cordura a esto.

Se acercó a mi con un cuenco, en el, unas hierbas diluidas en agua. Bebí el cuenco al completo, no tardé en sentir los efectos, era un relajante muscular que me adormecía.
Eileen me dijo que se iba a la tina, necesitaba un buen baño, que descansara mientras tanto. Un beso en mi frente que me convertía mas en un padre que en un amante y un pesado suspiro que exhale contra su rostro sin decir una sola palabra al respecto.

Mis ojos se centraron en el techo, me daba cuenta de que tarde o temprano Eileen se fijaría en otros, chicos como Wesh, de su edad, con los que tendría tórridas relaciones mientras yo me quedaba atrás, en eso, en un padre, un amor platónico al que iba a ver entrenar siendo adolescente.
Tarde o temprano se daría cuenta de que lo nuestro era una estupidez...que no podía perder mas tiempo con un viejo que le triplicaba su edad y con el que no podía tener nada por la posición que ambos en el consejo ostentaríamos.

No tardó en abrirse la puerta, la busqué con la mirada, envuelta en una toalla, con su largo pelo de fuego peinado a un lado.
De nuevo mi mirada centelleo, el deseo era reflejado en mis ojos y no podía controlarlo.
Se acercó con una sonrisa que iluminó la habitación, la conocía desde que era una niña, la deseé desde que se convirtió en mujer y ahora...era mi prohibición.
-Estoy como borracho -reconocí -adormilado totalmente -apunté enredando las palabras por el efecto del calmante.
Mis ojos se deslizaron por su piel desnuda.
-Me has querido drogar para que no me lanzara bromeé fruto del estado en el que estaba.
Cerré los ojos frente a ella.
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Mensaje por Naitiri Zahir Vie Jul 21, 2017 12:14 pm

Para alguien que no había vivido la guerra como yo costaba más entender algunas cosas del vikingo, incluso así sabía desde el principio que no iba a dejar a los suyos en la guerra que acechaba el norte, era más que comprensible que no lo hiciera, y que su deber estaba para con los suyos algo que era más bien indiscutible porque se notaba y se veía pero… eso era una cosa, y otra acepta planes suicidas como el que había estado planeando con Caleb. Entendía que había que quietarle la reliquia al rey del norte porque en sus manos corríamos todos un grave peligro, hasta ahí no había problema alguno pero me costaba aceptar que se prestara para ello arriesgando su vida tanto… para mí era difícil explicarle cómo me sentía en esos momentos porque no me salían las palabras del todo. Trataba de asimilar lo que pasaría cuando se fueran y yo me quedara, las dudas, el miedo y la incertidumbre me carcomerían a cada segundo que se fueran sin que pudiera saber nada… no me fiaba, aunque sí del vikingo no me fiaba de lo que pudiera pasar allí… muchas flancos abiertos.

Él me aseguraba que volvería y que nada lo detendría para ello pero, aunque lo creía al completo, sabía que eso era algo que no dependía de él, que no era algo que pudiera negociar o decidir, si tenía que pasar pasaría… y yo no sabía cómo iba a afrontar el hecho de que no volviera, ya no solo por lo que pudiera pasar en el campo de batalla sino ¿y si por alguna razón le era imposible volver? De hecho, ¿cómo había llegado él hasta esta era? Todo era raro y confuso y fue por eso mismo por lo que acabé callándome al darme cuenta de que no podía más con aquello, escondí mi rostro en su cuello y cerré los ojos notando las lágrimas caer por mi rostro aferrada por completo al vikingo. Sus manos me bajaron de la bancada y juntos nos deslizamos por el suelo él apoyado contra la pared pero sin dejar de abrazarnos, mientras yo no me despejaba de él y este hacía lo posible por calmarme.

Si pudiera hacerle sentir lo que estaba sintiendo en ese momento, la opresión el pecho, el desasosiego, las dudas y todo lo demás… quizás hasta podría pensárselo, pero bien sabía que la decisión estaba tomada y que yo nada pintaba en sus planes, solo me quedaba esperar a que nada pasara y que volviera de una pieza. Sus manos acariciaban mi pelo y mi espalda hasta que finalmente separó mi rostro de su cuello, limpió los surcos de las lágrimas y su boca buscó la mía en un beso lento, mis manos recorrieron su pecho entre sus brazos y el beso se fue intensificando, siendo cada vez más necesitado, más pasional haciendo que nuestros cuerpo se buscaran necesitados de sentirnos, mi mano subió a su nuca sin despegar mis labios de los suyos hasta que finalmente nos separamos por falta de aire, momento en el cual le hice aquella pregunta, y aquella confesión. Escuché su respuesta y sus palabras, y la verdad… es que hasta en cierta manera me dolió.


“No lo sé”
fue lo primero que dijo contestando a mi pregunta, si no lo sabía quería decir que una parte de él sí que tenía dudas de que o bien no quería o bien lo retrasaba… y me dolió que lo pensara. No era la primer vez que sacábamos el tema pero la última vez que lo hablamos había creído que estaba todo claro y me había despreocupado un poco del tema, dijo que podría esperar ese par de años que le había pedido y creí de verdad que no pasaba nada al respecto… fueron comentarios en momentos puntuales lo que me hizo pensar que las cosas no eran así y dado que él no me lo decía tenía que sacar yo el tema, quizás no fuera el mejor momento pero ya que lo había vuelto a decir no veía el motivo de posponerlo pese a que no estaba en mi mejor condición para hablarlo. Yo fui sincera en todo momento, siempre había querido formar una familia y ya se lo dije estando en Egipto, no era algo que dijera a la ligera, lo que jamás habría sabido que mi destino se iba a unir al de un vikingo pero eso no cambiaba nada. Me mordí el labio conforme hablaba, la verdad es que en cierta parte me dolieron sus palabras, yo sabía bien con quién estaba y lo que ello implicaba, era algo que siempre había tenido claro.



-Es cierto, acabamos de conocernos… pero eso no te impidió pedirme que me casara contigo, bueno, hacer el intento más bien –respondí sin cortarme en ningún momento, ¿por qué para una cosa si era importante y para la otra no? No lo entendía- creía que este tema ya lo habíamos hablado, creí que todo estaba claro cuando hablamos la última vez… no entiendo qué ha cambiado desde entonces. Te dije mis motivos, al igual que te los he dicho ahora, del por qué quería esperar un par de años para tener hijos y aceptaste, no me dijiste lo contrario y sin embargo me encuentro que me dejas comentarios “sutiles” sobre el tema que me han llevado a pensar en que crees que no quiero… y para serte sincera me ha dolido, ¿por qué no me lo has preguntado directamente? Creía que había confianza como para decir las cosas, yo no te he ocultado nada y me pregunto qué más no me habrás dicho al completo –fruncí el ceño- yo no he dicho que quiera esperar la paz en el mundo para tener hijos, sino a que esta guerra que te hizo venir a buscar una reliquia terminase, entiendo que es importante para ti, para tu familia, los tuyos y tu lugar… solo quería que la cosa se tranquilizara un poco, que pudiéramos ver bien qué hacer ante la situación de ambos, cómo íbamos a casarnos, dónde, qué hacer luego, dónde vivir… te recuerdo que no eres de esta época, aquí ni siquiera has nacido –no se lo iba a decir pero… estaba cabreada, no entendía el cambio y por qué no me lo había comentado directamente en vez de soltarme frases como las que había soltado en algún que otro momento- tú dices que quieres un gran linaje porque es importante, tus padres solo os tuvieron a ti y a Synnove y no ha pasado nada… tú linaje seguirá porque tú hermana tendrá hijos algún día, tus primas también, tú primo también… ¿sabes lo que queda de mi linaje? Lo tienes entre tus brazos –era consciente de que si yo no tenía descendencia el apellido Zahir se iba a desvanecer, para ellos era importante tener descendencia que los ayudara a luchar pero para nosotros también lo era y no le había comentado nada al respecto cuando mi situación era más complicada que la suya, porque solo yo podía seguir el linaje. Fruncí el ceño por sus palabras, la verdad es que no entendía nada- mi padre no es quien tiene que vivir esta vida, sino yo, y yo te escogí a ti en ella. Y sí, entiendo y comprendo todo lo que conllevaba estar contigo cuando te dije que sí, algo que por cierto no dije a la ligera por si lo estás pensando… pero que lo sepa no significa que me vaya a quedar callada y no lo diga –lancé un bufido y negué con la cabeza- nunca te he pedido que cambies Ubbe, si lo hiciera ya no serías tú y es así como te quiero… -me levanté finalmente de encima de él y tendiéndole mi mano le ayudé a levantarse con la costilla como la tenía, dijo que quería tomarme pero en esos momentos a mí no me apetecía que lo hiciera y sabía, de sobra, que para él la palabra “despacio” no existía, y “con calma” tampoco- deberías de descansar y reposar de la costilla, te digo en serio que como hagas esfuerzos o movimientos bruscos no sé si voy a poder salvarte, hazme caso por una vez –acorté la distancia para buscar sus labios en un beso algo corto, la verdad es que había sido demasiado en esa noche y tenía cosas en las que pensar- ve arriba y descansa, voy a sacar a Isis –mis dedos se deslizaron por su rostro y lo miré a los ojos antes de moverme y alejarme de allí dándome cuenta que los otros dos no estaban, llamé a mi perra y cogiendo la correa salí de allí dejando que el aire de la noche acariciara mi rostro, necesitaba poner distancia porque al final sé que iba a acabar cediendo al vikingo y de verdad que no podría hacer nada si no me hacía caso, eso por un lado, por otro tenía que pensar en todo lo sucedido y hacerme a la idea, que se pasara el estado en el que estaba en esos momentos y por eso decidí salir y alejarme, o quizás explotaría por todo.
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Mensaje por Ubbe Cannif Vie Jul 21, 2017 12:48 pm

Mis azules se clavaron en los suyos, serio escuche todas y cada una de sus palabras, estaba enfadada, lo veía tan claro como lo eran las cristalinas aguas del norte.
Mucho era lo que tenia que decir, pero me mordí la lengua hasta que dijo la ultima de sus palabras, es mas, tuvo la desfachatez de mandarme a la cama como si fuera uno de esos niños que Nai no quería tener conmigo.
-No quieres que follemos -dije entre gruñidos mientras la seguía viendo como cogía la correa de la perra para largarse de allí.

Bufé a sus espaldas, una caricia y un descansa no me bastaba, no se iban a quedar así las cosas, ahora me iba a escuchar ella a mi.
Tomé su brazo y la giré con rudeza, la perra me saco los dientes lanzándome bocado pero se encontró con un manotazo en el morro que la hizo bajar las orejas y agacharse sumisa.

Solo faltaba ya eso, que un perro me mordiera en mi propia casa y yo se lo consintiera.
-Te cabreas porque hago comentarios con respecto a la descendencia que quiero tener, pero yo nunca he mentido, siempre te he dicho que quiero un gran linaje.
Es cierto, te dije que podía esperar dos años, pero ¿y si puedo pero no quiero esperar? Y si para mi esperar no es normal cuando eres mi prometida y nos vamos a casar -rugí malhumorado -¿y si en dos años se me han llevado las Valquirias?

Ella trataba de zafarse de mi agarre, pero no pensaba dejarla ir de ninguna de las maneras, no había terminado.
-Siento si mi petición de mano no fue lo que esperabas, si no te llevé un maldito ramo de flores y clave la rodilla en el suelo como lo hubiera hecho uno de esos malditos hombres parisinos de mierda.
Esos que no saben alzar una espada, ni podrían defender tu vida, claro que no lo necesarias, porque ni son salvajes, ni rudos y tu padre los acogería entre sus brazos de muy buen grado -emití un gutural sonido plagado de rabia -ese padre que no hizo una mierda por sacarte del burdel. Yo hubiera quemado cada piedra de ese edificio, por Odin que te hubiera sacado de alli.

Mis mares bravos se perdieron en sus desiertos, ahora la guerra se había desatado entre nosotros.
-No me traga tu padre, no me aguanta ¿y sabes lo que creo? Que te arrepentirás de ese si quiero.
Yo siempre seré un bárbaro, si esperas que deje de hacer comentarios sobre mi linaje, eso no pasara, quiero hijos -gruñí -y los quiero ya.
Mi respiración errática moría contra su rostro.
No entendía como ella no era capa de ver que para mi, en una relación seria con compromiso de matrimonio la idea de una descendencia no era descabellada, vale que no sabíamos el futuro que nos esperaba, pero es que conmigo nunca existiría un maldito futuro certero y eso parecía ser lo que la egipcia no comprendía.
-Mi padre solo tuvo dos hijos porque es un vampiro... pero yo soy humano, y quiero hijos, hijos a los que convertiré en vikingos, en bárbaros, a los que doblegare muchas veces y los que derramaran sangre en tierras norteñas como lo haré yo sin pensarlo una y otra vez.

Aflojé el agarre para dejarla ir, o mejor aun, me largaría yo, esta era su maldita casa.
Si pensarlo dos veces tomé la puerta y me largué de allí, no tenia nada mas que escuchar aquella noche de mierda.
Estaría infinitamente mejor sin mi, un guerrero que portaba la muerte en sus alforjas.
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Mensaje por Eileen Indrisler Sáb Jul 22, 2017 9:28 am

Por fin habíamos llegado al hotel tras ayudarlo en el camino de vuelta de casa de Naitiri, sabía que no debía de preocuparme en exceso su costilla ya que al ser un lobo esta se curaría mucho antes que por ejemplo la del vikingo, así que con un día de descanso que tuviera sería más que suficiente para reposar y descansar. Lo dejé tumbado en la cama con todo el cuidado que pude y ante su siseo mis ojos subieron a su rostro a buscar los suyos, sonrió como si no pasara nada y me mordí el labio levemente para luego pedirle que se subiera la camisa, le vendé el costado con vendas apretándolo para que la costilla le molestara lo menos posible y comencé a preparar un brebaje a base de hierbas para que le calmaran el dolor y pudiera dormir tranquilo, se lo entregué sentándome en el borde de la cama observándolo y sonreí cuando se lo bebió viendo la cara de asco que puso por cómo debía de saber, la verdad es que bueno no estaba pero sí le ayudaría a dormir bien. Le pedí que descansara y dejando un beso en su frente, solo por no dárselo en los labios como deseaba, me metí para darme un baño.

Llené la tina mientras me quitaba aquella ropa a la que no estaba acostumbrada, la verdad es que solía vestir más con pantalones y armadura aunque en casa llevaba vestidos solamente para contentar a mi madre y que no me viera vestida siempre de la misma forma, algo que no le gustaba pero que había aceptado con el tiempo. Sumergí mi cuerpo en la tina y lancé un suspiro dejando que mi cuerpo se relajara en el agua, la verdad es que no había pensado que la noche terminaría así y menos que hubiéramos hecho un trato con el vikingo. No me gustaba el plan, en absoluto, pero no era yo quien decidía el pacto que habíamos hecho sino Caleb, y dijera lo que él dijera yo debía de acatarlo. No por nada era el líder y no por nada tenía muchísima más experiencia que yo. Me mordí el labio al recordar que lo tenía en la cama que compartimos la otra noche, donde decidí entregarme por completo a él y el recuerdo no hacía más que atormentarme.

Era como si pudiera notar sus manos por mi cuerpo, calientes, sus labios besándome o recorriendo mi piel, moviéndose en mi interior… cerré los ojos con fuerza y pensé en otra cosa para calmarme, la misión, entrenamientos… cualquier cosa que mis pensamientos me llevaran lejos del hombre que tenía fuera y al que siempre había querido desde que era pequeña, cambiando mis sentimientos conforme yo crecía e iba madurando. Si hubiera llegado a saber que una noche le había pedido mi mano en matrimonio a mi padre no me hubiera presentado jamás ante los siete para reclamar el asiento que me merecía, lo hubiera dejado estar solo por poder estar con él… pero jamás llegué a pensar que pudiera verme con otros ojos diferentes a los que me veía desde que era pequeña… cuán equivocada había estado, pero ya no podíamos volver atrás.

Salí enrollando mi cuerpo en una toalla y cuando abrí la puerta para encontrármelo ya durmiendo sus ojos se fijaron en mí, llevaba el pelo a un lado ya peinado y sus ojos me recorrieron mientras yo cruzaba la habitación y dejaba la ropa que había utilizado a un lado, me giré finalmente para ir donde estaba él con una sonrisa negando levemente con la cabeza, debería de estar ya durmiendo en esos momentos pero quizás su condición de lobo le hacía aguantar más la dosis que le había administrado. Me tumbé a su lado notando que sus ojos no dejaban de observarme y me mordí el labio de nuevo con fuerza, apenas me bastaba inclinar mi rostro para buscar sus labios, estirar un poco el brazo para rozar su piel con mi mano… maldición, lo deseaba tanto que incluso dolía el tener que contenerme. Me tuve que reír levemente por sus palabras, sobre todo cuando dijo que lo había drogado para que no se lanzara a por mí… sus ojos se cerraron y yo me incliné más hacia delante sabiendo que todavía estaba despierto.


-Tienes razón –dije a lo que él abrió los ojos, sus ambarinos fijos en mis azules- te he drogado para que no te lanzaras –sonreí de lado mordiendo mi labio- pero se me ha olvidado tomármelo yo también y no estoy drogada… quizás sea yo quien me lance –bromeé tal y como lo había hecho él en un ambiente totalmente distendido y tranquilo- ahora no sé quién, o qué, va a pararme –me reí entre dientes mirándolo de forma fija aunque en mis palabras también había algo de verdad, costaba contenerme, costaba controlarme teniéndolo tan cerca, en aquella cama, los dos juntos, solos… en mis fantasías siempre había imaginado tenerlo como tenía, frente a mí, mirándome de esa forma, cuidándole tras una batalla… casi podía decir que se había cumplido, sino fuera por la enorme diferencia entre realidad y fantasía. El seguía tumbado boca arriba ya que sería mejor para él dormir de esa manera pero tenía su rostro ladeado hacia mí, yo estaba tumbada de lado con el codo apoyado en la almohada y mi cabeza reposada en mi mano. Al final acabé acortando la distancia entre nuestros rostros dejándolo a una distancia ínfima, sabía que no debía de hacerlo, que debía de apartarme, que no debía de volver a estar tan cerca pero… me era imposible. Lo miré estando tan cerca sintiendo su aliento rozar mis labios, mi mano subió a su mejilla dejándola en el lugar y con el pulgar recorrí su piel de forma suave y leve… al final no lo aguanté más y fui yo la que buscó sus labios en un beso lento, dulce. Mi pelo caía por su pecho y tras el beso me separé de forma lenta, como si no quisiera y me costara, para abrir mis ojos y mirar los suyos- Buenas noches, Caleb –iba a disculparme y a decir que lo sentía pero… no sería cierto, así que dejé mi rostro sobre su pecho y así me quedé sintiendo su calor envolverme sabiendo que no debía pero no podía evitarlo, era superior a mí.



La noche pasó y la mañana dio lugar a un nuevo día, abrí mis ojos para encontrarme que seguía en la misma posición en la que me había quedado anoche y sentí el brazo del lobo rodear mi cintura, volví a cerrar los ojos notando su esencia envolverme y el calor que su cuerpo desprendía. Acabé por abrir los ojos de nuevo y de forma lenta me separé de él para vestirme dejando que descansara, me puse el vestido de nuevo y salí sin hacer ruido para buscar algo que desayunar, volví al cabo de unos cuantos minutos con una bandeja con algo para los dos, la dejé sobre la mesita que había al lado de la cama y me senté en el borde de la cama viendo como dormía. Mi mano subió por su pecho y la dejé ahí llamándolo para despertarlo, lo llamé un par de veces hasta que finalmente sus ojos se abrieron y sonreí de lado observándolo.


-Buenos días, he traído el desayuno –me levanté para coger la bandeja y me senté en la cama apoyando mi espalda contra el cabecero de la misma dejando la bandeja sobre mis piernas- luego veré como tienes la costilla, pero hoy deberíamos de descansar, dudo que el vikingo esté mucho mejor que tú –esperé a que se incorporara y que desayunara conmigo, luego ya veríamos qué hacíamos ese día.
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Mensaje por Caleb Montoya Sáb Jul 22, 2017 2:04 pm

Entreabrí los labios para dar acceso a los ajenos, estaba bastante atontado, no pensaba con claridad, pero eso no impidió que un jadeo escapara de m boca solo por el tibio contacto de su boca contra la mía.
Así, mirándonos, con el rostro tan cerca que nuestros alientos nos consumían como lo hace una vela acabamos sucumbiendo al sueño.
Habíamos tenido un día duro, uno que al final nos había traído una oportunidad en forma de arriesgada misión, pero a fin de cuentas lo que yo veía como nuestra única opción.

Abrí los ojos al sentir la voz de Eileen llamándome, su mano se paseaba lenta por mi pecho, habíamos dormido juntos o al menos eso es lo que recordaba, admito tenia el recuerdo de la noche algo difuso por la droga consumida.
-¿esta noche hemos...? -lancé la pregunta porque sinceramente recordaba un beso pero...nada mas después -ya sabes..¿nos hemos acostado?

Eileen sonreía mirándome, traía una bandeja con el desayuno, así que me incorporé para devorarlo, estaba hambriento y la verdad es que tuve que contenerme para no terminar también con su bandeja.
Enarqué la ceja al ver como hundía sus azules en mis tormentas.
-Tengo hambre -apunté como escusa clara al modo rudo en el que comía.

Eileen aseguraba que necesitaba algo de descanso, pero yo no estaba del todo de acuerdo, aun no habían soldado bien mis costillas, pero esa misma noche la dama blanca luciría intempestiva en el cielo, esa noche me trasformaría en una bestia y tenia que encontrar un sitio donde atarme para no producir ningún tipo de percance.

En la orden teníamos mazmorras con celdas pertrechadas para la ocasión, pero acudir a la orden en este instante no era una opción, así que la idea era ir al cementerio, recordaba que había un panteón que era utilizado por algunos licantropos, tenia cadenas y una reja de férreo hierro en su puerta, esperaba que eso fuera suficiente para contenerme, así que ese día pensaba acudir allí para ver su estado y arreglar si había algún que otro desperfecto.
-Eileen esta noche como bien sabes me trasformaré, no te quiero cerca de mi, así que me encadenaras y te volverás al hotel ¿lo tienes claro?
Hay un panteón en el cementerio que creo servirá para mantener presa a mi bestia hasta que madre luna de paso al sol...puedes estar tranquila, ademas quiero ir y asegurarme del estado de la construcción.

Podía leer la preocupación inscrita a fuego en su mirada, no era tonta, sabia como yo que muchos eran los cazadores que salían en luna llena y si alguno daba con mi rastro y me seguía hasta el cementerio, quedaría a su completa merced encadenado.
Con una bala de plata bien dirigida a mi corazón no volvería a ver salir el sol.

Alcé una mano cuando entreabrió los labios para reprocharme la idea de no vigilar mi conversión.
-No voy a poner tu vida en riesgo, me las apañaré, pero la idea de que estés sola en medio del cementerio en luna llena no me gusta -le dije hundiendo mis ojos en los suyos a modo de inquisitiva orden -te quiero a salvo en el hotel, es una orden -sentencie.
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Mensaje por Eileen Indrisler Dom Jul 23, 2017 7:18 pm

La noche dio paso al día y así fue como desperté acomodada contra el cuerpo del lobo quien seguía durmiendo seguramente por lo que le había dado anoche, para que pudiera conciliar el sueño y así descansara mejor con la única idea de que sanara su costilla y se recuperara pronto. Algo que no le costaría hacer demasiado teniendo en cuenta que era un licántropo y que eso ayudaría a que se regenerara antes, pero igualmente había sido un día duro y largo y él más que yo necesitaba descansar de la noche que habíamos tenido. Fue por eso que lo contemplé durante unos segundos en los que no me aparté, mi mano se paseaba lenta por su pecho en una suave caricia mientras seguía durmiendo ajeno a todo, lancé un suspiro y acabé por levantarme, vestirme e ir a por el desayuno para llevarlo a la cama. Unos cuantos minutos más tarde ya estaba de vuelta, sentada en el borde de la cama con las bandejas dejadas a un lado, mi mano se paseó por su rostro mientras lo llamaba y bajó a su pecho cuando sus ojos se centraron en los míos y le daba los buenos días. Esperaba que estuviera mejor de la costilla y tras repasarme unos segundos su pregunta hizo que lo mirara de forma fija, en vez de preocuparse por cómo estaba él se preocupaba por lo que pudiera haber pasado esa noche. Sonreí mirándolo para tranquilizarlo y luego me mordí el labio mientras mi mano bajaba por su pecho y lo recorría, basta mirar que seguía vestido de cintura para abajo para darse cuenta de que no había pasado nada.


-No, no pasó nada –aseguré cogiendo la bandeja que había traído para él y poniéndosela en las piernas cuando se incorporó del todo y yo me senté también para empezar con la mía- solo te robé un beso –confesé porque no sabía si eso lo había recordado o no y comencé a desayunar, no pude evitar fijarme en la forma en que devoraba el desayuno y fue entonces cuando sus ojos subieron a los míos, un “tengo hambre” fue toda la contestación y yo sonreí… después de la noche que habíamos tenido era normal que tuviera hambre, acabó la bandeja tan rápido que pensé que no había tenido suficiente- ¿quieres que te traiga algo más?, creo que eso no ha sido suficiente –aseguré mientras terminaba yo de tomarme la bandeja del desayuno y al terminar dejé ambas sobre la mesita, yo le había dicho que hoy debería de descansar pero al parecer el lobo no iba a tener ni un solo día de descanso aun cuando habíamos dado con la forma de poder obtener la reliquia que faltaba. Dijo que esa noche habría luna llena y me mordí el labio, cierto, esa noche la luna brillaría en lo más alto y eso quería decir que esa noche se transformaría sin poder evitarlo. Lo miré de forma fija cuando dijo que no me quería cerca de él, que lo encadenaría y volvería al hotel- ¿encadenarte, dónde piensas hacerlo? –Pregunté apoyándome yo también contra el cabezal de la cama y mirarlo de forma fija, no iba a dejar que se encadenara en cualquier lugar a merced de los cazadores, pensaba vigilarlo de cerca para que nada le pasara, pronto mi pregunta obtuvo respuesta; decía de haber un panteón en el cementerio que le serviría hasta que la noche pasara y que estuviera tranquila, que se aseguraría de que estuviera en buen estado. No me quedaba tranquila, para nada- entonces iré contigo a ayudarte a comprobar que todo esté bien, aún no tienes la costilla curada del todo –no hacía falta comprobarlo, por mucho que fuera un lobo su condición no obraba milagros en una noche.

Aparte me quedaría mucho más tranquila si yo también a revisaba de cerca, así podría centrarme en los alrededores e intentar algo para que no pudieran ir al encuentro del lobo y lo encontraran los cazadores, además… no pensaba irme demasiado lejos, no podía quedarme tranquila sabiendo que podrían encontrarlo. En la Orden teníamos celdas, mazmorras especializadas para eso y ahí no corría riesgo ninguno, pero no pensaba dejar que lo encontraran porque atado y encadenado sería un blanco demasiado fácil para un cazador y ni en broma, por todo lo que jurábamos proteger, que dejaría que le pasara algo. No podía permitirlo y no me quedaría tranquila mientras la noche avanzaba hasta que saliera el sol. Iba a contradecirle cuando alzó su mano para callarme, lo miré de forma fija frunciendo el ceño al no verme capaz de poder hacerlo, al no verme capaz de vigilar que nada le pasara… podría ser una aprendiz en el mundo en el que él se movía, pero sabía defenderme y si algo pasaba podría con ello. En ese momento lo odié, lo odié por darme aquella orden de permanecer lejos y quedarme en el hotel sin poder hacer nada imponiendo su autoridad para dejarme al margen, di un golpe en el colchón para nada conforme con su orden.


-Si fuera Wesh no le ordenarías que se volviera al hotel –le respondí mirándolo de forma fija- ¿por qué no me ves capaz para hacerlo? ¿Crees que no soy lo suficientemente buena para velar por tú seguridad, que estaré más tranquila si me quedo en el hotel y cumplo tú orden? –Porque debía de obedecer su orden o sería acusada de insubordinación, tenía que hacer lo que él me ordenara, por mucho que no me gustara como la orden que me había dado, y es que no podía cumplirla porque si me acercaba él notaría mi presencia, mi aura y mi olor las captaría siendo un licántropo y sabía que le había desobedecido… iba a ser complicado acatar esa orden. Lancé un suspiro buscando calmarme mirando al techo, no entendía por qué me complicaba las cosas de esa forma, es más, quería haberle dicho que en esa orden iban implicados ciertos sentimientos y que no era válida, pero preferí callarme y morderme el labio con fuerza, finalmente bajé mis ojos para mirarlo algo más calmada- déjame comprobar como tienes la costilla –me puse de rodillas sentada sobre mis piernas de cara a él y comencé a quitarle la venda y tocar suavemente con mis labios, la tenía mejor, por el día de hoy curaría por completo- creo que al final del día ya la tendrás curada del todo, cuando te conviertas esta noche la sanación acelerada ayudará y no creo que mañana tengas molestias –volví a vendarle de nuevo y, aunque sabía que teníamos que ponernos en marcha para revisar el panteón y ver cómo estaba no pude evitar tumbarme de lado, cara a él, dejar mi rostro sobre su pecho y rodear su cintura con mi brazo- sé que tenemos que ponernos en marcha para asegurar el panteón pero… -cerré los ojos y me quedé de esa forma durante unos minutos, sabía que acudiría al cementerio por la noche para velar por su seguridad y me había dado la orden oportuna para evitarlo, me conocía demasiado.
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Mensaje por Caleb Montoya Lun Jul 24, 2017 9:01 am

“Si fuera Wesh no le ordenarías que volviera al hotel” mis ojos se hundieron en sus iris azules, no podía negar esa afirmación, posiblemente permitiría a Wesh mantenerse de patrulla en el bosque para asegurar una que yo no escapara, dos que nadie alcanzara mi posición para darme muerte.
Pero Wesh había estado entrenado desde que nació, era un gran guerrero, el único motivo por el que no ocupaba una posición mayor, era su continua insubordinacion.
-No es lo mismo -apunté sin mas.

También era cierto que mis sentimientos por ella eran claros y la idea de que algo le pasara no lo soportaba, por eso la mandaba al hotel, para protegerla y aunque yo pudiera correr algún peligro me era indiferente si a cambio la ponía a salvo ¿podía por ello culparme?
-No te digo que no seas capaz de protegerme, peor no voy a arriesgar tu vida..yo estaré con los grilletes puestos, si un licantropo se acerca a ti movidos por la presencia de otro alfa en su zona, te mataran...¿lo entiendes?
Eso por no hablar de cazadores que puedan estar al acecho y alertados por mis aullidos se desplacen a la zona.
No quiero que corras peligro ¿es tan difícil entender mi posición Eileen? Solo hago lo mejor para ti.

Se que no estaba de acuerdo, lo leía en su mirada, de ahí que alcé mi dedo de forma inquisidora.
-Es una orden Eileen -repetí para dejarle claro que si desobedecía a su líder podía ir olvidándose de eso de entrar en la orden.
Me pidió en ese momento que me alzara la camisa, quería ver mi costilla, su ceño fruncido dejaba claro que mi orden no le gustaba peor aun así dejó estar el tema.

Se arrodilló en el lecho a mi lado y empezó a quitarme la venda que inmovilizaba mis costillas, mis ojos bailaban por su rostro y la idea de robarlo yo el beso ahora no se me antojaba descabellada, mas si un maldito error.
Sus dedos palparon mi piel, a su paso mi piel se erizaba, algo que de seguro no pasó desapercibido para la dama.

Aseguró que esa noche al trasformarme de seguro se curaría por completo y que mañana estaría en plenas facultades como para emprender la búsqueda de Wesh y acabar de concretar los detalles de ese caótico plan.
Lo que si era cierto es que el vikingo iba a tardar mas en estar en perfecto estado, el no disponía esa rápida regeneración.

Volvió a vendar mi costado para que la cosa no se complicara antes de que llegara la noche y madre luna me abrazara trasformandome en la bestia que era.
Se dejó caer a mi lado para mi sorpresa, su cabeza en mi pecho, decía que sabia que teníamos que ir..pero...
Deslicé mis dedos por su espalda, metiendo la mano por debajo de su corseé, tibias caricias que me iban encendiendo.
-¿Por que has tenido que elegir la orden y no a mi? -pregunté en una retorica pregunta que dejaba claro lo presente que tenia este echo.

Su rostro se alzó para enfrentar mis pardos, nuestro aliento consumió la escasa distancia que quedaba entre nuestros labios.
Esa tensión sexual era tan evidente entre nosotros que mi respiración errática chocó brusca contra su boca.
Atajé la distancia alzándome como su escudo sobre su menudo cuerpo.
Mi hombría rugió contra su vientre cuando mis labios colisionaron voraces contra los ajenos, duelo de sierpes que se encontraron rozándose, perdiéndose en el sabor ajeno dispuestas a envenenarse y curarse en esta batalla que implicaba una clara condena.
Cerré los ojos paladeando su sabor, su candor, la sensación de perderme entre sus piernas era abrumadora.
-Gruñí apoyando mi frente en la ajena, jadeaba sin parar completamente excitado.
-No podemos -gruñí tratando de recobrar una cordura que había perdido por completo.
Sus mares me habían envuelto como lo hace la marea cuando sube dejando cubiertas las rocas, ahora mismo solo podía pensar en una cosa, en ella y los sentimientos que le procesaba desde antes incluso de emprender este viaje.
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Mensaje por Eileen Indrisler Miér Jul 26, 2017 5:45 am

“No es lo mismo” Esa era la respuesta que me daba ante mi comentario sobre que si fuera Wesh no haría lo mismo, ¿por qué no era lo mismo? ¿Acaso no estaba capacitada para poder defenderle? Vale, él había sido entrenado desde que era pequeño y yo llevaba menos tiempo, pero ni de lejos era un año lo que llevaba entrenando… en secreto había sido más. Wesh me enseñaba en secreto ante mi insistencia, ante mis ganas de aprender porque sabía que algún día sería juzgada y puesta a prueba cuando mi padre dejara esa silla vacía. No quiso hacerlo al principio y me costó mucho convencerle, pero ya tenía unas bases formadas antes de empezar a entrenar con Caleb. No me gustaba que tuviera que recurrir a su autoridad para dejarme en claro que no iba a estar en ese cementerio esa noche, sabía que era la única forma que tenía de que pudiera hacerle caso y no desobedecer una orden. Caleb imponía su autoridad y yo tenía que acatar su orden me gustara o no, es eso para lo que mi padre me había preparado desde pequeña.

Miré su costilla y volví a vendarle de nuevo, que se transformara en lobo esa noche le ayudaría a curarse del todo y a volver a estar bien de nuevo, sin embargo tendríamos un par de días más para descansar, para entrenar y no perder la costumbre hasta que el vikingo sanara por completo, ya que él tardaría algo más que el lobo. Sabía que teníamos que ir a comprobar aquel panteón que había mencionado, seguramente necesitara algún arreglo para poder mantener al lobo dentro y que no saliera, me preocupaba que otros lobos pudieran detectarlo e ir a por él, pero también me preocupaba que hiciera demasiado ruido dentro y que los cazadores esa noche dieran con él también… lo encontrarían atado, encadenado… y no iban a mirar que quizás estaba así para no hacer daño, solo verían a un lobo y una presa demasiado fácil. Un disparo certero y todo terminaría. Quité esos pensamientos de mi mente y simplemente… me recosté contra él.

Sabía que estaba mal, sabía que no debería de hacerlo pero… a la mierda todo, llevaba años luchando contra lo que sentía por ese hombre, años en los que siempre lo había visto desde la distancia, reprimiendo mis sentimientos y emociones cada vez que él estaba cerca, cuidando de que no notara nada cuando venía a casa. Ir a verlo entrenar era una tontería de adolescente, y aunque no era la única, sí que era la que lo veía con otros ojos diferentes a un amor platónico pasajero como era para el resto, mis sentimientos jamás cambiaron, solo evolucionaron conforme yo iba creciendo. Ahora lo tenía a mí lado y aunque no deberíamos porque estaba prohibido allí, lejos del consejo y los dos solos donde nadie se enteraría prefería condenarme a torturarme por no poder hacer nada. Siempre lo había anhelado en sueños, en fantasías imaginarias donde lo tenía justo como estábamos ahora, y me preguntaba por qué no disfrutar de ese sueño, de estos momentos que eran solo nuestros y que nadie más sabría.

Sus dedos se colaron por el corsé de mi vestido, sus dedos cálidos recorriendo mi piel haciéndola arder en llamas, abrasándome. Cerré los ojos mientras mi brazo seguía rodeando su cadera y ahora mi mano se perdía recorriendo sus dedos, subiendo por su brazo hasta llegar a su pecho. Toda su piel ardía a mi paso producto de condición, y a mí me abrasaba también a su vez. Su pregunta, que no me esperaba, hizo que levantar la cabeza para mirarlo centrando mis azules en sus pardos y me mordí el labio. La respuesta quizás era más obvia de lo que él pensaba, la situación podría haber sido muy diferente de haber sabido antes de sus intenciones, de sus sentimientos… entonces nada sería igual, yo no estaría allí sino que seguiría allí esperándole que volviera de la misión, como hacían las demás aunque yo siguiera entrenando aunque fuera a escondidas, nunca había querido ser débil.

Nuestros alientos se entremezclaban y las respiraciones eran erráticas, pronto acortó la escasa distancia que nos separaba y quedó sobre mi cuerpo y sus labios buscaron los míos para fundirnos en un beso donde arrasó con todo, hambriento, voraz me devoró y yo correspondí a su beso con su cuerpo pegado al mío notando su excitación. Una de mis manos fue a su pelo y la otra acarició su espalda encarcelándolo entre mis piernas sin querer soltarlo, nuestras respiraciones erráticas, su frente apoyada contra la mía mirándonos de forma fija, “no podemos”, no estaba permitido relación alguna entre los miembros de la orden aunque no lo entendía puesto que todos habían sido hombres, no había mujer alguna. Mordí mi labio inferior y mi mano acarició su rostro de forma lenta entre caricias, acorté la distancia de nuevo dejando un beso más corto y me separé para mirarlo.


-Elegí la Orden porque, en ese momento, era la única forma en la que podía estar cerca de ti –mi pulgar acarició su mejilla y mis dedos delinearon sus labios- nunca pensé que me verías con otros ojos, Caleb, que para ti siempre sería la hija de tú mejor amigo. Mi elección era mi condena, pero siempre pensé que no iba a tenerte nunca… así que aceptado eso por mi parte si me unía a la Orden al menos estaría cerca de ti, queriéndote en silencio como llevaba haciendo tanto tiempo –con la otra mano aparté unos mechones de su rostro para verle mejor, era tan guapo, tan atractivo, me encantaba esa barba que llevaba de unos días y mis dedos la recorrieron- sí podemos –lo miré de forma fija- aún no soy de la Orden, no he pronunciado los votos, no tengo ese tatuaje en mi espalda, no tengo un lugar ni en la Orden ni en el consejo. Aquí no eres mi líder, aquí no soy tú aprendiz sino que solo somos tú y yo… y yo te deseo –murmuré sobre sus labios dejando que mi cálido aliento lo abrasara- siempre lo he hecho –mis labios buscaron de nuevo los suyos para enredarnos de nuevo, mi cuerpo se arqueaba y pegaba al suyo denotando que lo deseaba, mis caderas se movían en busca de las suyas y mis piernas se enredaban entre las suyas para no dejarlo ir, todo mi cuerpo lo buscaba, todo mi cuerpo lo deseaba como no había deseado nunca antes.
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Mensaje por Caleb Montoya Miér Jul 26, 2017 10:01 am

Escasa la distancia en la que nuestras bocas exhalaban un vaho denso fruto de la excitación que nuestra errática respiración producía en el otro.
Ella era mi mayor prohibición, mi frente posada sobre la ajena, nuestra nariz acariciándose, como si buscara el modo de encajar unas bocas que se resistían a arrasar con todo.

Si me dejaba llevar, si sucumbía a mis deseos mas profundos, era ella la que iba a perderlo todo.
A fin de cuentas yo era el primero de la orden, no se juzgaría tanto la hambruna de un hombre como la incontinencia de una mujer que pretenda ascender puestos para ocupar un puesto en el consejo.
Jadeé contra su boca, el roce de sus labios en un beso corto pero intenso fue suficiente como para que mis ojos se tornaran ámbar como un relámpago surcando el cielo.

“Elegí la Orden porque, en ese momento, era la única forma en la que podía estar cerca de ti. Nunca pensé que me verías con otros ojos, Caleb, que para ti siempre sería la hija de tú mejor amigo. Mi elección era mi condena, pero siempre pensé que no iba a tenerte nunca… así que aceptado eso por mi parte si me unía a la Orden al menos estaría cerca de ti, queriéndote en silencio como llevaba haciendo tanto tiempo “

Mi lengua lamió su inferior, quería dejarme llevar, perderme en su boca, tomarla con rudeza, mi lobo aullaba preso de la cercanía de la luna llena y sentía como desgarraba mis entrañas necesitado de adentrarme en su centro.
-No lo entiendes -gruñí entre jadeos aun apoyado contra su frente -si me dejo llevar seras tu la que mas perderás. Eres mi aprendiz, si descubren nuestro desliz, nunca te dejaran ocupar la mesa, lo perderás todo.

Mis manos acariciaron sus caderas, moviendolas sobre mi hombría, mis palabras y mis actos eran muy distintos.
Alce la falda de Eileen casi despedazandola.
-A la mierda -gruñí con los ojos ámbar girándola bruscamente dejando su cuerpo menguado contra el colchón.
Estaba fuera de mi, la cercanía de la luna hacia que mi bestia emergiera de mi interior.
Mis garras en sus caderas, clavé ligeramente las uñas en su piel, sentía mis colmillos rozar mi labio inferior, estaba muy excitado en ese momento.
Arranqué de golpe sus bragas, mi glande se restregó por su centro humedeciéndose, masturbando su clítoris con cada pasada.

La espalda de mi aprendiz se arqueaba por el placer de un encuentro salvaje, inusitado pero nuestro a fin de cuentas.
Me adentre en su interior metiendola con brusquedad, embistiendo con rudeza, moviéndome en su interior sin pausa alguna, como una bestia.
Aullé cuando se alzó para chocar nuestras bocas hambrientas, repasé su mandíbula con mis dientes descendiendo hasta su cuello dondee dejé marcado a fuego un mordisco férreo mientras seguía empalandola a lo bestia.

Sus paredes palpitaron cuando mis dedos empezaron a acariciar su clítoris, con la otra mano torturaba sus pezones, eran míos, todo era mio, ella era mía y en un lobo la propiedad se marca con marcas en la piel.
Caímos sobre el lecho presos de un éxtasis inmenso, un orgasmo continuado en espacio y tiempo con mis dientes aun en su piel marcados.
Lamí con mi lengua su cuello, las marcas.
-Lo siento -,me disculpé por la rudeza de ese encuentro -estoy fuera de mi, es la luna y lo que siento por ti.
Sus dedos me acariciaron, los dos nos miramos en silencio, teníamos mucho que decirnos, sin embargo hubiera sido estropear este momento.
Yo solo quería que fuera mía, pero ella había elegido la orden y eso no me lo quitaba de la cabeza.
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