Torturame, si puedes. (privado)

Recuerdo del primer mensaje :

En el interior de un ataúd forrado de rojo viajaba en un barco privado, perfectamente alimentado cada noche por mis preciosas y complacientes esclavas de sangre.
Largo era el viaje, pero grandes las expectativas de una reunión familiar, tres de mi hermano según las informaciones que me habían llegado ya estaban en París. Joe celebraba su boda y me mosqueaba que mi hermano “predilecto” no hubiera tenido la gentileza de enviarme invitación para tan festivo acontecimiento.
Yo que era el alma de la fiesta, no podía entender como no era en el primero en el que pensó..vale, que a lo mejor las damas de honor no acaban la velada..pero eso era algo insignificante si a cambio tenían mi majestuosa presencia.

No se en que momento las cosas se torcieron pues el sol brillaba en lo alto del cielo y quien tomo mi barco como in burdo pirata lo hizo sabiendo de sobra que yo, un vampiro, viajaba en el camarote.
Tomando las medidas necesarias para que no pudiera salir de mi prisión y destrozar a aquel que había osado transgredir mi sueño reparador.
Sinceramente esperaba que no me supusiera un gran esfuerzo librarme de esos incautos, pues odiaba que me desviaran del camino trazado.
Burdos humanos, siempre tratando de inmiscuirse en el camino de las bestias, no aprendían que lo mejor que podían hacer es ser nuestro rebaño y darnos las gracias por permitirles mantenerse con vida.

Negué molesto pero calmo al sentir que mi tumba era transportada, es mas, fue profanada cuando al ser instalado en un sitio oscuro y húmedo la abrieron.
Dispuesto a atacar nada mas eso ocurriera no esperé el siguiente movimiento de esos humanos que estaban muertos en cuanto los alcanzara.
Magia, maldita la hechicería, pues las palabras de una bruja me dejaron inmóvil, solo pude mostrar mis colmillos mientras lanzaba una sarta de amenazas.
Una bolsa en mi cabeza para que no viera y una argolla en mi cuello que me debilitaría según podía escuchar hablar a la chaman o lo que fuera.
-La bolsa huele a mierda, espero no tenga piojos -apunté con cierto tono jocoso -estáis muertos, rezar a vuestros dioses porque cuando la luna se adueñe del firmamento no habrá bolsa o argolla que me mantenga aquí dentro, seré la muerte que caminará entre vuestros cadáveres, seré el principio de todo y sin duda vuestro final pobres e insignificantes mortales ¿como osáis desafiarme?- rugí fuera de mi.

Me llevaron por unos largos pasillos hasta lo que parecía ser la mazmorra de aquel lugar, mis brazos en cruz, algo irónico a decir verdad. Los brazos pendidos de cadenas, una estaca clavada en mi vientre para que la sangre fluyera, no me mataría pero la idea era debilitarme o al menos eso intentarían.

Pasaron las horas hasta que el portón de hierro chirrió abriéndose de nuevo.
Por suerte un tirón seco sacó el saco de mi cabeza, me costó centrar la mirada, pero finalmente lo hice en una mujer de cuerpo escultural, cabello azabache y ojos negros.
-Estas muy buena, pero algún defecto tenias que tener ¿cazadora? -apunté con aire engreído -y aparte de echarme un polvo ¿que quieres de mi?
Te gusta montarlo a lo grande para captar la atención de un hombre, pues aquí tienes mi atención.

Ladeé la sonrisa con picarda cuando dijo que su cocinera era excelente, debería mas bien saber excelente para poder saciar la sed de mi familia, claro que no hice comentario alguno sobre mi procedencia.
Los Black eramos conocidos y si ella era una gran cazadora no era de extrañar que pudiera atar cabos sobre mi procedencia y demás.

Deslicé mi dedo por su garganta de forma lenta, mis ojos siguieron el camino de su yugular.
-Ciertamente estoy hambriento, no me importaría probar a tu cocinera -bromeé tirando de su cintura para subirla sobre mi a horcajadas.
-Princesa estas muy lejos para ser mi futura esposa ¿no crees? -susurré contra sus labios.

Mi hombría se hundió en su centro, su cara de sorpresa fue toda un revelación, una preciosa revelación.
-Un hombre puede disfrutar así aquí, beber, follar ¿que puedes hacer tu cazadora? -pregunté con mis manos en sus caderas sin dejar de mirar sus pardos mientras me relamía.

Escasa la distancia que quedaba, el duelo de egos entre nosotros era evidente.
-¿Y ya que vamos a casarnos porque no me enseñas el material que voy a comprar? -pregunté divertido acariciando sus labios con cada palabra emitida -no se ¿como se divierte esta cazadora cuando no esta matando tipos como yo?

Nos trajeron una pipa con algo de opio, la rubia la dejó allí mirando lo animados que estábamos y me dedico un guiño cuando recorrí su cuerpo con mi oscurecida mirada.
-Es que vamos a casarnos -dije con cierta gracia sabiendo que molestaría con ese detalle dado pues su intención no era otra mas que la de que me “enamorara” de otra mujer de las allí presentes.

Prendí el opio sorbiendo por la manguera hasta que este prendió, deje escapar el humo sobre sus labios lentamente.
-Vale hagamos otro trato, tu fumas y te relajas y yo a cambio cuando vaya colocado te digo cual es la mujer que me gusta de este recinto ¿que me dices? Colocado y borracho la lengua se me afloja, ahora mismo soy una tumba -dije de nuevo echándome a reír mientras le ofrecía la manguera con cara de perversión.
-¡vamos cazadora! ¿que mas puedes perder teniendo en cuenta que tienes el miembro de un vampiro presionando ahora mismo tu centro?

Mis labios se hundieron en su cuello, su pelo acariciaba mi rostro enredándose con la barba.
-Tu sangre corre desaforada por tus venas ¿es miedo o excitación? -pregunté divertido contra su piel.