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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Jul 25, 2017 6:16 am

No sabía en qué momento habíamos pasado de un extremo al otro, de estar preocupados  por el plan loco que había ideado el vikingo, sentirme totalmente desgarrada por lo que significaba, desconsolada… a sentirme cabreada y enfadada, no sabía el momento exacto en el que había pasado pero así era como estaban las cosas, en vez de quedarnos los dos juntos y pasar esa noche tranquilos en cuanto el desasosiego pasó habíamos iniciado una lucha entre ambos. Me sentía bastante mal porque él no hubiera sido totalmente claro conmigo, por decirme una cosa y luego hacer comentarios que me hacían pensar todo lo contrario… pero sin duda alguna lo que más me dolió fue el que dudara, el que una parte de él pensara que lo estaba haciendo a posta cuando aquel tema ya lo habíamos tocado, de hecho, no era la primera vez que hablábamos sobre tener hijos pero… creía que las cosas habían quedado claras, que esperaríamos uno o dos años a que al menos hubiera salvado el norte, recuperado la reliquia, nos hubiéramos casado… pero estaba equivocada.

Y él no se iba a quedar con la palabra en la boca, me había cogido del brazo parando mi avance, le había chistado a la perra que lo había amenazado mostrando sus dientes cuando me cogió de esa forma, pero no me soltó y me dijo todo lo que tenía que decirme. Que me daba ese tiempo pero que por otra parte no quería aguantar, no cuando para él aquello era una relación formal e íbamos a casarnos, también alegó que era posible que en dos años no estuviera allí… y eso no mejoró las cosas, porque lo miré con el ceño fruncido mientras intentaba soltarme de su agarre, algo que no lograba conseguir. Siguió también sobre el momento de la pedida, que fue algo que tuve que deducir y sacar yo porque más bien él no me había dicho absolutamente nada. Cierto que no había sido como lo esperaba, ni como lo había imaginado siempre pero la verdad era que con el paso del tiempo ya ni siquiera pensaba en eso, no pensaba que pudiera suceder… pero como le dije me hubiera gustado que me dijera algo, no que me soltara en anillo.

Se comparaba con los parisinos y no entendía el por qué, quizás porque él pensaba que el vivir en parís al final acabaría con uno de ellos, pero también iba a Egipto muchas veces por el trabajo que tenía así que no entendía nada… hasta que llegó a la parte de mi padre, a lo que él creía que era mejor para mí y para mí vida… pero lo que no entendía es que era yo quien tomaba la decisión final, era yo quien había elegido pasar mi vida con él y no con ninguna otra persona y que aunque me jodía que no se llevaran tan bien como me gustaría sabía que, tarde o temprano, eso cambiaría y no era algo que me preocupara en exceso, no ahora que mi madre estaba con él. También habló sobre el burdel, era algo que yo intuía que le quemaba por dentro, desde el mismo momento en que lo había sabido era algo que lo había quemado… algo que al parecer cuando me conoció no se lo dije aunque entendía los motivos, algo que llevaba dentro y que debía de sacar porque para mí eso era ya pasado, hice lo que tuve que hacer aunque no me gustara y lo había olvidado, él no debería de pensar tampoco en el burdel, ni en lo que un día tuve que hacer.

Lo miré de forma fija cuando me dijo que creía que me arrepentiría de darle el sí quiero, yo no esperaba que dejara de hacer comentarios sobre su linaje, bueno, si eran como los que estaba haciendo sí quería que los dejara, pensaba que eso había quedado claro pero la verdad es que me hacía la responsable directa de no darle hijos, algo que no era así del todo. Él quería hijos, y los quería ya pero… ¿él me había preguntado, quizás, si yo estaba preparada? Mi vida había cambiado por completo, y ahora de nuevo cambiaba y tenía que acostumbrarme… tenía un trabajo que me gustaba, uno que me hacía ir a Egipto cada cierto tiempo, luego estaba él, que no era de esta época, sus luchas y sus guerras… todo era muy confuso, todo era caos y yo no estaba acostumbrada a vivir así, de ahí el decirle que quería esperar. Él dijo todo lo que tenía que decir, después de eso había soltado mi agarre y se había marchado dando un sonoro portazo, dejándome allí sola junto a Isis.

Mi espalda seguía contra la pared con la respiración agitada por todo lo que nos habíamos dicho, me dolía que creyera que quizás había aceptado su propuesta en un momento de arranque por algún motivo, si no hubiera querido aceptar su propuesta me hubiera negado, ¿qué no fue como esperaba? Joder, claro que no había sido como esperaba, al menos que me dijera algo porque no esperaba flores ni rosas por parte de él, era algo que no le pegaba, pero sí esperé algo diferente que simplemente dejar caer el anillo y que yo atara cabos. Cerré los ojos unos segundos y apoyé la cabeza contra la pared, Isis estaba sentada a mi lado con la casa completamente vacía… pero yo no podía quedarme de esa forma, le había dicho que descansara por como estaba y me preocupaba que cometiera alguna estupidez conforme estaba, acaricié a mi perra y salí a la calle para buscarlo y lo llamé intentando que me oyera… pero no había rastro de él, y no me respondió.



-Maldito vikingo –murmuré mirando hacia ambos lados de la calle, estaba herido, tenía una costilla rota que me preocupaba sobremanera y él se había largado de casa dejándome sola… me mordí el labio con fuerza y pensé, ¿dónde iría? La respuesta estaba clara: a la taberna. Allí estaban sus hermanos, allí estaba Niels y seguramente se iría a beber aunque no debería y a estar con los suyos. Ni siquiera lo pensé cuando supe a dónde tenía que ir, mis pies se movieron por si solos como si conociera el camino aunque recordaba donde estaba la taberna en el que los habíamos encontrado, y me dirigí hacia allí en busca de ese maldito vikingo para llevarlo de vuelta a casa, que era donde debía de estar. Si hacía falta pensaba llevarlo de las orejas a rastras, y si estaban sus hermanos los pondría de mi parte para que él volviera conmigo, aunque cuando lo vieran quizás no hiciera falta convencerlos de ello, necesitaba descansar y no debía de jugar con la costilla rota… me preocupaba que hiciera algo y por Ra que no se metiera en ningún lío esa noche.


Última edición por Naitiri Zahir el Vie Ago 04, 2017 12:07 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Ubbe Cannif Mar Jul 25, 2017 7:17 am

Salí de la casa bufando, rugiendo, sin tener muy claro donde quedaba lo nuestro en este momento.
Entendía perfectamente que estuviera preocupada por la misión suicida a la que me había apuntado sin dudar, pero yo era exactamente así. Mi vida era un caos, ni siquiera en las épocas de paz era un hombre clamo, pero no le había engañado en eso, solo tenia que verme con mis hermanos, saltos desde un precipicio, cazas en las que acabábamos enfrentándonos a bestias complicadas..los Cannif tendíamos a atraer los problemas y eso era algo con lo que ella tendría que aprender a lidiar.

Nunca le había preguntado si había tenido una relación mas o menos seria, intuí dado su trabajo que no había podido existir nada mas allá, peor de haber existido quizás era algo mas parecido a lo que el padre hubiera querido, un hombre pudiente que la tratara como una princesa y no un bárbaro que la arrastraba una y otra vez a la guerra.

No es que no entendiera que me pidiera calma para tener descendencia, solo que pensaba que lo hacia porque no estaba segura de como terminaría lo nuestro.
Pedía acabar la guerra para poder tener hijos, peor no se daba cuenta que si eso es lo que hubieran hecho mi padre, Höor o Ulf, jamas hubiéramos nacido nosotros.
Yo tenia otra visión de esto, una en la que la muerte era parte de la vida y la idea de tener hijos no iba ligada a la paz.
Les enseñaría a luchar, a defenderse, a atacar y algún día derramarían su sangre por el norte como yo lo hacia.

Mi mentalidad y la de la egipcia era opuesta, enfrentada, ella amaba las reliquias, podía pasarse horas con un pincel quitandoles polvo, analizándolas...yo me moría de aburrimiento solo mirándola
Ella quería la paz, yo soñaba con las valquirias que me llevaran al Valhalla.

Mis pasos se perdieron pos las calles parisinas, aprete los dientes, me dolía el costado, pero no era nada que no pudiera curar con unos cuantos tragos.
La taberna se convirtió en mi hogar en esa noche de soledad.
Tenia claro que no quería volver a casa de Nai, no así, no con el cabreo que llevaba encima.
Pedí una jarra de cerveza negra y tomé asiento en la barra, a simple vista no estaban ni mis hermanos, ni Niels, así que esperé que la noche mejorara con la presencia de alguno de estos.

Iba por mi segunda jarra cuando la vi entrar por la puerta, con su pelo rizado, sus desiertos calvándose como saetas en los míos y ese andar con el que movía las caderas prometiéndome una clara gesta.
Un tío se acerco al verla, como un búfalo me lacé del taburete embistiendo al tipo al que lancé varios metros allá. Mi mano corrió rauda hacia mi bastarda, lo decapitaría, hoy no era un buen día para desafiarme de ninguna de las maneras.

Rugí cuando el tipo reculo alzando las manos, Nai estaba viendo la mejor versión de mi esa noche, desde luego no me extrañaría que colocara ese anillo que al parecer no había sido suficiente en mi mano y me mandara de una patada a mi amado norte.


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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Jul 25, 2017 7:24 pm

Sabía perfectamente donde encontraría al vikingo y es que estaba más que claro que habría ido a la taberna, a beber una jarra y a encontrarse con sus hermanos y su primo con aquel cabreo que llevaba encima, era tan predecible que solo el pensar a dónde habría ido la respuesta había salido sola. Mis pies me llevaron casi como si ese camino lo hubiera hecho miles de veces hasta la taberna donde una noche había conocido a sus hermanos, donde luego todo terminó en una fiesta un poco peligrosa al haber ido al acantilado y donde su hermana casi perdía la vida, por suerte nada grave pudimos lamentar y la velada fue agradable, alegrándome de poder conocerlos al fin. Casi sin darme cuenta ya me encontraba parada frente a la puerta de la taberna, cogí aire, lo expulsé intentando controlarme y calmarme y abrí esta para adentrarme en su interior. Muchos hombres en el lugar bebiendo por todos lados con jarras en sus manos, gritos, risas y algunos golpes al dejar las jarras con fuerza sobre las mesas de madera, nada más entrar como si supiera donde estaba mis ojos se centraron en los del vikingo, y fruncí el ceño.

Estaba solo en una mesa bebiendo una jarra, o al parecer la segunda porque había otra en la misma mesa a un lado, ni siquiera me fijé en el resto de las personas que había en el lugar centrada en el vikingo, así que me acerqué con paso firme y decidido hacia él cuando sin esperármelo uno de los hombres que había allí me cortó el paso, lo miré pero la verdad es que no estaba prestando atención a lo que me estaba diciendo. Que no les prestara atención no significaba que no notara las miradas puestas en mi persona, durante años había sentido esas mismas miradas y me había hecho de alguna forma inmune a ellas, pasaba de todo eso y de lo que pudieran estar diciéndome si es que me decían algo. Mi mirada se desvió del vikingo para ver al hombre, un poco ebrio todo había que decirlo, mirándome de arriba abajo y sonriendo de lado preguntándome si quería irme con él para que no me sintiera tan sola. Chasqueé la lengua, hombres… típico de ellos, la verdad es que no tenía ni intención de contestarle pero no hizo falta, porque tan pronto como había aparecido frente a mí desapareció.

¿El causante? El vikingo que se había acercado y le había dado un empujón para apartarlo de mí, quizás porque podía imaginarse lo que me estaba diciendo, quizás porque no quería que nadie se me acercara y mis ojos fueron a él viendo el gesto amenazante que portaba en su rostro, su mano fue a su espada dándole a entender que no se iba a dar con tonterías y pronto el hombre se alejó alzando sus manos en señal de rendición, que no iba a hacer nada más y yo fruncí el ceño mirándole. ¿Se acordaba de que tenía una costilla rota y que no podía hacer esfuerzo alguno? Ah, no, que no se acordaba ni miraba ese tipo de cosas, que al parecer no veía la gravedad de su estado y eso era algo que nunca había hecho, ni siquiera cuando su vida había corrido grave peligro en Egipto por el veneno en su cuerpo. Me giré hacía él, acorté el par de pasos que nos separaba y alcé mi mano en un puño para estamparla contra su pecho, en el lado contrario donde tenía la costilla rota y justo sobre su pectoral.


-¿Eres imbécil? ¡Te he dicho que no hicieras esfuerzos! ¿Quieres que la maldita costilla te perfore el pulmón y que no pueda hacer nada por salvarte? –Lo fulminé con la mirada, había ido con la intención de calmarme y de llevarlo de vuelta, pero que pasara de lo que le decía me cabrea muchísimo, porque no era una tontería, era su vida la que estaba en juego- ¡Joder, Ubbe! ¿Por qué no me haces caso en estas cosas? Vuelve a sentarte de nuevo. Ahora –sabía que no le gustaba que le desafiaran, que le dieran “órdenes”, pero también era cierto que podía haberle dicho cosas peores pero eso solo sería empeorar la situación, lo miré de forma fija esperando que me hiciera caso y con mi mano en su pecho lo empujé hacia atrás para que volviera a sentarse de nuevo en la mesa y hasta que no lo hizo no me senté frente a él, pronto una de las camareras se acercó para ver si quería algo pero negué con la cabeza, no me apetecía tomar nada- no deberías de estar bebiendo, eso no ayudará en nada a curarte y por favor –levanté una mano para que no me contrariara- no me digas que los vikingos lo hacéis cuando estáis heridos, porque sé que eso solo hará que te cures más lento, o que incluso te cures mal… pero allá tú –terminé diciéndole, ¿tanto le costaba hacerme caso? Pues al parecer sí, le costaba y mucho. Miré hacia otro lado a una mesa donde varios hombres jugaban a algo y se reían mientras bebían- ¿te he dicho alguna vez, lo mucho que odio que me dejen con la palabra en la boca? –Pregunté y giré mi rostro para verlo- pues lo odio, así que no vuelvas a hacerlo –me mordí el labio haciendo una pausa, joder, no había ido allí para seguir peleando- te dije que necesitabas descanso, y si lo dije fue porque necesitas descansar, ¿tanto te cuesta hacerme caso, para ti es tan imposible que alguien te diga lo que tienes que hacer en lo referente a tu salud? –Porque ya sabía que, en cualquier otro ámbito que le dieran órdenes no era lo suyo- ¿tan difícil es de entender que me preocupe por ti y por lo que te pueda pasar, y que solo quiera ayudarte de la mejor forma que sé? Ubbe… -lo miré de forma fija, odiaba discutir y esa era la verdad, no había ido hasta allí para seguir discutiendo.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Jul 26, 2017 5:40 am

“Eres imbécil” Rugí gruñendo frente a su rostro, mi altura hubiera intimidado a cualquiera peor la egipcia me desafiaba con esos desiertos clavados en mis mares bravos.
-Hubiera descansado si no te hubieras empeñado en mandarme al lecho como si fuera un niño chico
Si no te hubieras empecinado en discutir conmigo y echarme cosas en cara y si hubieras hecho el amor conmigo como es tu obligación.
Eres mi maldita mujer, por Odin ¿donde se ha visto que la mujer de un vikingo no lo sacie tras una gesta?

La desfachatez de la egipcia llegaba a tal punto que ahora me ordenaba que me sentara en la mesa, sus palabras acompañadas de un “ ahora” me hicieron volver a gruñir y me crucé de brazos arrogante ante ella, llevaba claro si pensaba que iba a mover a un general de esa manera.
Sus ojos centelleaban como los rayos que acompañaban el trueno de Thor.
-No -rugí tempestuoso.

Su mano en mi pecho me empujó hacia la silla, enarqué una ceja sin dejar de fruncir el ceño.
Me iba a sentar porque no quería acabar esta discursion con una bronca mucho mayor, pero no pensaba ceder en absolutamente nada mas frente a esa mujer.
Mi mandíbula apretada, seguía mirándola como si no tuviera razón en ninguna de todas esas palabras que pronunciaba.
-Bebo porque quiero -espeté sin mas -si soy un hombre para alzar una bastarda, también para hacerlo con la jarra -apunté sin remordimientos ante su cara llevando el vidrio a mis labios y dando un profundo trago que sabia le molestaba de sobre manera pues era un reto velado.

Quizás me estaba comportando como un autentico idiota con ella, pero estaba muy cabreado, porque me había dejado claro que no le gustaban mi forma de hacer las cosas, porque sin decirlo me gritaba que no confiaba en lo nuestro por eso no quería darme hijos y porque me había escupido en la cara que mi petición de matrimonio había sido una mierda que no olvidaba.
Vale que no era el hombre mas romántico del mundo, vale que era un bárbaro, un bruto y que las palabras que decía solían ser burdas y rudas ¿pero la trató otro mejor en toda su maldita vida?

Ahora me decía que odiaba que la dejara con la palabra en la boca ¿pero no iba ella a hacer conmigo lo mismo?
Se iba a pasear a ese chucho inútil que me había sacado los dientes y yo me quedaba con la orden de subir a la cama a dormir sin mas como si tuviera 4 años y ella fuera mi madre.
Gruñí molesto recordando ese instante, estaba fuera de mi ,algo que la egipcia de sobra podía percibir.
-Cuando me cabreo me largo, asúmelo, e incluyelo a esa lista de cosas que odias de mi.

Recia que se preocupaba por mi, eso lo sabia, pero había formas y formas, si me hubiera cogido la mano y hubiera tirado de mi hacia nuestro lecho, me hubiera permitido hacerle el amor y despumes se hubiera centrado en curarme se lo hubiera permitido, ahora estaría dormido enredado en su cuerpo y nada de esto hubiera pasado.
-`¿Crees que me puedes tratar como a un panfilo hombre parisino? -pregunté hundiendo mis ojos en sus tormentas -¿con que tipo de hombres estas acostumbrada a tratar? -rugí apretando los dientes.
-¿Has estado antes con algún hombre? No me refiero a sexo por dinero, me refiero a una relación...
¿Es por eso por lo que te tomas las hierbas? ¿desconfías de mi? ¿crees que te abandonaré embarazada?
No lo entiendo -rugí dando un manotazo en la mesa fuera de mi.

Los dos tipos que bebían en la mesa contigua miraron la escena, esperaba que no fueran tan gilipollas como para alzarse para ayudar a la doncella en apuros, porque de golpe iba a devolverlos a sus sitios.
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Jul 26, 2017 7:44 pm

Tenía clara una cosa en cuanto le dije que se sentara; que no le iban a gustar mis palabras, el tono que había empleado para decirle que se sentara cuando se había abalanzado sobre aquel hombre empujándolo para separarlo, haciendo un esfuerzo, aquello que le había dicho que no debía de hacer por cómo tenía la costilla rota… pero no me escuchaba. Su mirada y sus brazos cruzados sobre el pecho me daban a entender que no le gustaron mis palabras, es más, un “no” seco salió de sus labios como confirmación a su pose, pero si esperaba que eso iba a achantarme o a amilanarme estaba muy equivocado porque aunque su aspecto imponía bastante conmigo no lo lograba, así que de ninguna de las maneras iba a dejarme achantar por él y me mantuve firme en mí idea. Es más, tuve que empujarlo del pecho para que retrocediera y se sentara en la mesa de nuevo, nada más había abierto la boca para hablarme y ya estaba otra vez de nuevo cabreada con él, pero no quería montar ningún espectáculo en la taberna.

Se dejó llevar por mis manos en su pecho porque era claro que solo lo movía porque él quería, no por otra cosa, hasta que finalmente se sentó en la mesa frente a la jarra que tenía y yo intentaba controlarme para no estallar en aquel lugar. Sus primeras palabras no me habían gustado en absoluto, no se daba cuenta de que no estaba tratando con ninguna vikinga, yo era una egipcia y mis costumbres diferían de las suyas, pero a diferencia de él yo no le imponía de alguna forma lo que nosotros hacíamos… él, por el contrario, sí lo que hacía y a veces me cansaba un poco que lo hiciera. Aunque sabía que no lo hacía a mal, pero debía de entender que éramos de dos culturas diferentes y aunque en algunas cosas eran parecidas en actitudes y en costumbres a veces distaban mucho. No podía pretender que actuara como una vikinga y era algo que se lo había dicho muchas veces, pero al parecer le costaba entenderlo. Fruncí el ceño mirándolo ante algo que había dicho y que no me había gustado, para nada.



-No te he mandado a la cama como si fueras un niño pequeño –le respondí aunque no era eso lo que me había molestado- ¿mí obligación? –Lo fulminé con la mirada- ¿desde cuándo eso se ha convertido en mí obligación? ¿Y qué pasa si un día no quiero o no me apetece, tengo que ceder porque es mi obligación? ¿Qué harás entonces, forzar u obligarme porque es lo que tengo que hacer… abrirme de piernas? –Si lo hubiera dicho de otra forma quizás no me hubiera sentado tan mal, pero que dijera que era mi obligación como si fuera algo que ya me correspondía hacer quisiera o no era algo que no pensaba consentir, esa época ya la había pasado- nadie más va a obligarme a hacer eso de nuevo, esa parte de mi vida ya quedó enterrada. Nadie va a tratarme de nuevo como un objeto sexual y si hago algo será porque quiera, no porque me obliguen o me lo impongan –estaba bastante cabreada, no había sido la mejor frase ni la mejor elección de palabras que podría haber hecho- te olvidas de que no soy una vikinga, te lo he dicho muchas veces, yo no tengo tus costumbres y si estás herido no voy a dejar que lo estés más porque una noche no te sacies –pero no quedó la caso ahí, siguió alegando que bebía porque quería, porque si era bueno para empuñar y alzar una espada también lo era para beber… se le había olvidado añadir un “y también para follar”. Lo miré de forma fija cuando bebió frente a mi tras haberle dicho que no lo hiciera, que no era bueno para la condición en la que estaba, desafiándonos mutuamente así que en cuanto dejó la jarra sobre la mesa mi mano se movió para de un manotazo lanzarla fuera de la mesa haciendo que se estrellara contra el suelo, cabreada como estaba en aquel momento. Por su desfachatez, por lo que había dicho, por aun diciéndole que no era bueno que pasara de mis palabras… no había ido allí para seguir peleándome, pero al parecer era lo que el vikingo quería.

Ahora decía que cuando se cabreaba se largaba, que lo asumiera porque es lo que había y que además podía añadirlo a la lista de cosas que odiaba de él, al parecer pensaba que tenía una lista pero sin duda esa noche no añadiría eso… me había dolido más sus palabras que sus acciones, quizás para él fuera un comentario sin más pero para mí no lo era, y él después de saber todo lo que había pasado y después de haberse cabreado como lo hizo cuando se enteró debería de haber medido sus palabras. Los dos estábamos en un punto en el que no íbamos a parar, bastante cabreados y enfadados parecía que nos hubieran dado cuerda y ahora ya no podíamos echar el freno, y él tampoco se calló en esos momentos. Sus preguntas salieron como dagas afiladas, quizás porque en el fondo llevaba tiempo pensándolo y ahora debido a la situación que teníamos había salido a flote, mantuve mi mirada fija en él y ni siquiera me inmuté cuando dio el manotazo en la mesa llamando la atención de los que bebían en la mesa de al lado, les lancé una mirada para que entendieran que no pasara nada y no se metieran, conforme estaba el vikingo sin duda alguna no se contendría y no quería que se peleara.



-No te estoy tratando como tal, no lo he hecho en ningún momento y no sé por qué narices me saltas con esto ahora, ¿acaso te he dicho algo que te hiciera pensarlo? –Enarqué una ceja- Oh, ¿no lo sabes? Con hombres que se creían por encima de todo, que me miraban como si fuera un mero objeto sexual con el que podían hacer lo que quisieran… y así era –le espeté porque no sabía a qué había venido esa pregunta, pero no se calló y yo tampoco iba a hacerlo en esos momentos- no entiendo a qué viene ahora esto pero ya lo sabes, te lo dije en su momento aunque no se puede llamar una relación, digamos que era más bien lo que tú tenías con la loba –le espeté fulminándolo porque no entendía a qué venía eso ahora cuando ya se lo había dicho, claro que lo que no le diría era quién había sido esa persona, eso era algo que me guardaba para mí- las putas no están bien vistas para una relación, dan mala imagen –me mordí el labio con fuerza ante sus siguientes palabras, mejor dicho a sus preguntas, unas que me hacían pensar que el vikingo las llevaba arrastrando tiempo y ahora las había sacado a colación y me lo preguntaba, una que seguro le habían rondado por la cabeza desde hacía tiempo y se había callado en vez de hablar las cosas- serías un hijo de puta si me dejaras embarazada y te largaras… pero al contrario de lo que crees no es algo que piense que harías, no te veo tan falso e hipócrita como para decir que quieres hijos y al menor cambio largarte como un cobarde. Pero tú mismo lo dijiste, ¿no? “apenas nos conocemos” –le devolví aquella frase que no me había sentado bien, pero que sin embargo no se aplicaba a la hora de haberme pedido matrimonio… eso era algo que no entendía me tomo esas hierbas porque todavía no estoy preparada para dar ese gran paso en mi vida, uno que me cambiará y me marcará para siempre –lo miré de forma fija- hace poco que salí de una vida que no quería y en la que estaba oprimida, encontré mi camino y por fin pude hacer lo que más me gustaba, encontré el trabajo que quería y me estoy acostumbrando a mi nueva vida. Por si eso fuera poco ahora resulta que estoy prometida a un vikingo que, para mi mayor desgracia, no es de esta época y cuya vida se rige por las guerras y porque se lo lleven las valkirias al Valhalla. No es ningún secreto que quiera esperar dos años para tener hijos, te dije dos años por ponerte una fecha, pero entiende esto: mi vida antes era tranquila, sin sobresaltos, sin guerras, sin luchas, sin caos… y ahora me he visto envuelta en todo ello, en parte porque yo también lo he elegido. Quería que se acabara la guerra con el rey loco, quería poder decidir dónde nos quedaríamos, quería poder tener un poco de control en mi vida antes de quedarme embarazada –lo fulminé con la mirada, era muy fácil decir “quiero tener un hijo”, sin pensar en lo que todo conllevaba- nunca te dije que no quisiera tenerlos, es más, te dije desde el principio todo lo contrario porque siempre he querido formar una familia, pero me gustaría tener algunas piezas de mi vida en un control que ahora se me escapa porque mi vida ha dado un giro de ciento ochenta grados cambiándolo todo por completo, así que perdóname si antes quería reconducirlo, poner esas piezas en orden y disfrutar de lo que me he ganado a base de sudor y lágrimas y que tanto me ha costado –espeté con cierto sarcasmo- tener un hijo conlleva dejar de hacer ciertas cosas y dedicarle mucho tiempo, ¿se lo vas a dedicar tú, o con eso de la guerra va a ser tú gran escusa? ¿Qué sacrificio vas a hacer tú cuando lo tenga, dejarás la guerra? Porque yo sí tendré que hacerlos, también sé que tú familia está a años de esta época y la mía está aquí, ¿crees que es justo para una de ellas perdérselo? Entiendo que habrá más guerras, más luchas y más enemigos en un futuro y es algo que asumo porque sé que es algo que va impreso en tu adn, pero si yo también tengo algo de voto y de voz en esto te digo que no voy a tener un hijo en este momento, al menos hasta solucionar todo; tienes unos planes para acabar con tú rey en los que no he tenido voz alguna, pues bien, acaba con ello y después tendremos tiempo de hablar largo y tendido. Yo sufrí la separación y pérdida de mi familia, no pienso dejar que mis hijos también lo sufran porque duele demasiado, quiero que tengan la infancia que nunca tuve y que tú sí que tuviste rodeado de tu familia. Quiero que sean felices Ubbe, y haré lo necesario para garantizarlo y si eso supone esperar un año… que así sea -ya lo había soltado todo, no podía decírselo más claro ni de otra forma así que esperaba que lo entendiera… si no todo parte de ello al menos.
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Mensaje por Ubbe Cannif Jue Jul 27, 2017 3:20 am

Incrédulo escuchaba sus palabras, no se en que maldito punto me había perdido porque se cogía a una palabra como si fuera un clavo ardiendo quitando lógica a la frase por completo.
Ahora abanderándose como la mujer mas liberal del mundo me dejaba claro que la trataba como una furcia y que esa vida la dejo atrás hacia ya demasiado tiempo.
“ ¿desde cuándo eso se ha convertido en mí obligación? ¿Y qué pasa si un día no quiero o no me apetece, tengo que ceder porque es mi obligación? ¿Qué harás entonces, forzar u obligarme porque es lo que tengo que hacer… abrirme de piernas? “
Mi rostro lo decía todo, mi mandíbula apretada, los puños sobre la mesa igual de prietos y cada musculo de mi cuerpo tenso como las cuerdas de una arpa.
Esa maldita egipcia se equivocaba conmigo por completo, me juzgaba como si fuera un puto salvaje.
-¿Te estas oyendo mujer? -rugí -¿que hay de descabellado en que tengas la obligación de saciarme?
¿Acaso no tengo yo la misma de cuidarte, saciarte y amarte? -bufé llevando de nuevo la jarra a mis labios -¿te he pedido que sacies a mi ejercito como si fueras una fulana? ¿entonces de que diablos hablas?
Creo que tienes un problema, asume lo que fuiste y no lo pagues conmigo, en ese entonces yo no te conocía, de haberlo hecho te aseguró que te hubiera sacado del prostíbulo en vez de limitarme a mirar hacia otro lado.

Golpeé con mi puño la mesa desesperado, esa mujer me sacaba de mis casillas.
-¿te he forzado alguna vez? Te he follado contra tu voluntad abriéndote las piernas? ¿que ves tan descabellado en que desees hacerlo con tu marido? Se supone que te pongo ¿es tanto pedir que mi mujer me abra las piernas cuando se lo pido?
Lancé una risa sarcástica.
-Si no tengo lo que necesito en casa, no seré el primero que acaba buscándolo lejos de ella -gruñí en clara advertencia.

Me lanzó la jarra de un manotazo tras darle otro trago, lo que me hizo alzarme de malos modos clavando las dos manos en la mesa de golpe con mi rostro cargado de ira contra el suyo.
-no vuelvas a hacer eso -rugí fuera de mi -no voy a consentir que una mujer gobierne mi vida.
Bufé exasperado volviendo a tomar asiento, no quería ponerme así, pero es que no entendía una mierda de lo que me estaba diciendo.
¿La había tratado yo mal en algún momento?
Era burdo, salvaje, bárbaro, rudo y con una dialéctica inapropiada, quizás me alejaba mucho de la imagen que ella tenia del hombre perfecto, pero esto había cuando te enamoras de un vikingo.
Ella no era vikinga, se esforzaba en recordarmelo una y otra vez, pero el problema no era ese, el problema eran sus miedos.
Vivía con la idea de que todos los hombres de un modo u otro acabaríamos traicionándola y aunque no me quería contar con detalles que le pasó con ese otro tipo al parecer la herida aun supuraba.
“las putas no están bien vistas para una relación, dan mala imagen “ Esa frase me gritaba que aun estaba herida de muerte.
Gruñí de nuevo, desvié mi mirada hacia la barra esperando que el posadero me trajera otra jarra.

Claro que hay no acabó el tema, ahora venia el kit de la cuestión, mi linaje, mi descendencia.
Decía que no me veía tan hijo de puta como para dejarla embarazada, sin embargo si me veía lo suficiente cabrón como para violarla.
Negué con una irónica sonrisa pintada en mis labios dispuesto a escuchar ese monologo que ya se alargaba demasiado.
“ me tomo esas hierbas porque todavía no estoy preparada para dar ese gran paso en mi vida, uno que me cambiará y me marcará para siempre “
-¿cuando? -rugí desesperado -¿cuando estarás preparada para darme hijos? ¿cuando las valquirias me lleven? -bufé rabiosos por su continua negativa -claro es eso, la señorita Naitiri tiene una vida perfecta, con el trabajo perfecto y su padre y madre perfectos, por no olvidar esa perra “de compañía” perfecta y ha llegado el bárbaro del futuro a jodersela.
Cuando me conociste ya sabias todo eso, ya sabias que la guerra corría por mis venas, me has visto en continuo peligro y si crees que es porque estoy de misión, te equivocas, mi vida es esto.
El acero marca si vivo o si muero y de momento estoy aquí.
¿Que pasa? ¿no encajo en tu cuento de ensueño? Pues lo siento.
Conmigo nunca tendrás paz, muera el rey del norte o viva, siempre tendré guerras que librar, asúmelo o piensatelo mejor, estas a tiempo de darme una patada en el cuelo y mandarme al hostal con mis hermanos.

Enarqué una ceja cuando dijo que cuales iban a ser mis sacrificios porque la parecer ella si iba a tener que hacerlos..por no añadir que me dijo que unos abuelos se perderían a sus nietos ¿que me estaba contando? Eso estaba claro, me daba la sensación de que se arrepentía de ese si quiero que me había dado, ahora todo eran excusas absurdas para no quedar atada a mi lado.
-No, no voy a dejar la guerra Naitiri. -sentencié sin mas -tu dejaras tu trabajo para cuidar de nuestros hijos. De bebes te necesitan, después yo los convertiré en hombres, en guerreros ¿no se porque complicas tanto algo natural?
Joder, quiero hijos ¿es tan descabellado teniendo en cuenta que te vas a convertir en mi esposa? -pregunté cargado de ira.

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Mensaje por Naitiri Zahir Vie Jul 28, 2017 6:19 am

Al parecer él no podía comprender la forma en la que me sentía cuando había dicho que era mi obligación, y al parecer era él quien no se estaba oyendo por las cosas que me estaba diciendo. Lo hacía sonar todo de una forma muy diferente y dado el pasado que llevaba no eran las mejores palabras que podía elegir para decirme aquello, decir que era mi obligación era como si volviera de alguna forma a ese pasado donde tenía que hacerlo sí o sí, porque era mi “obligación”… él decía que tenía que saciarlo cuando él me lo pidiera, hasta la fecha no me había negado nunca salvo esa misma noche, porque no me apetecía, porque estaba cansada y cabreada y no iba a fingir algo que no quería ni sentía en esos momentos, y no iba a abrirme de piernas para él para su goce y disfrute sin yo quererlo… había tenido bastante y suficiente de ello y no iba a volver a pasar por lo mismo de nuevo. Se enfadaba porque me había negado una sola noche de todas las que me lo había pedido, otra ni siquiera habría aceptado la mitad de las veces. No entendía por dónde iban mis palabras, aunque sí enfocadas estaban hacia lo mismo yo lo había dicho por otra cosa diferente. Él no me había pedido que saciara a su ejército y es que de haberlo siquiera mencionado no estaría frente a él en esos momentos. Decía que lo superara de una vez, y me tuve que reír de forma seca cuando dijo que él me hubiera sacado de haberme conocido en ese momento… ese cuento ya me lo conocía, promesas vanas, vacías que no acaban en nada.


-Hasta ahora nunca me he negado y nunca te he dicho que no, pero ten clara una cosa: si no me apetece por mucho que tú digas y que menciones que es “mi obligación” no voy a hacer nada. Hoy no me apetecía y te he dicho que no porque no voy a forzar u obligar a algo que no quiero o no me apetece, asúmelo
–dije como él también me decía- ah sí, ¿me hubieras sacado? Eso lo dices ahora, eso lo dicen tus sentimientos Ubbe, pero de no tenerlos ni siquiera te habría importado… no es algo que puedas afirmar porque no se ha dado el caso –no quería discutir eso también, pero sus siguientes palabras mordaces hicieron que me lamentara de tirarle la jarra al suelo, debería de haberle lanzado el contenido al rostro y después debería de haber lanzado la jarra al suelo cabreada como estaba por sus palabras picándome la mano con ganas de darle un sonoro guantazo, porque de alguna forma había ido a hacer daño y lo había conseguido solo con esa maldita frase. Se alzó de golpe tras tirarle la jarra mirándome con odio con sus manos sobre la mesa, amenazante. Decía que no lo volviera a hacer y que una mujer no iba a gobernar su vida, ah… ahí salía de nuevo el general que llevaba dentro- claro que no, ¿cómo vas a dejar que una mujer gobierne tú vida? Tú, un general del ejército acostumbrado a dar órdenes, acostumbrado a dirigir y a que te obedezcan, a no tener a nadie por encima de ti no iba a dejar que dirigieran su vida. Porque el gran Ubbe Cannif general del ejército no va a dejar que nadie, ni una mujer menos, gobierne su vida –lo fulminé con la mirada- no soy soldado ni tampoco miembro de tú ejército para que me des órdenes, en eso los dos estamos en el mismo rango y si esperas a una mujer sumisa que acate y acepte todo lo que digas sin rechistar te has equivocado de mujer a la que pedirle matrimonio, porque yo no soy así –me mordí el labio y me callé, no había ido allí con la intención seguir discutiendo, había ido allí para llevarlo a casa y vigilarlo porque algo me decía que se metería en algún problema o lío y dado como tenía la costilla no quería que le pasara nada, sin embargo nada más verme entrar y ver que alguien se acercaba a mí salía su lado dominante a flote y poco se había pensado el darle ese empujón que bien podría haber hecho que su costilla se rompiera algo más o, peor aún, perforara su pulmón y entonces sí que nada podría hacer por él.

Una breve pausa fue lo que nos tomamos en la que el tabernero de nuevo se acercó para darle otra jarra a lo que yo bufé frunciendo el ceño porque no debería de estar bebiendo alcohol conforme tenía la herida, debería de estar en una cama descansando tal y como le había dicho, pero claro, él no aceptaba ni órdenes ni consejos de nadie incluso de la que iba a ser su futura mujer y que era la que más noción sobre curarle tenía… él tenía que hacer su voluntad sin importarle nada, porque como general que era le importaba una mierda lo que los demás le aconsejaran, y eso era algo que me había demostrado durante aquel viaje a Egipto, pero esperaba que después de las veces que tuve que salvarlo y curar me haría algo de caso dada la situación… pero era demasiado para él, casi un imposible y eso me enervaba. El tema de los hijos era otra cuestión aparte, yo pensaba que lo había dejado todo claro y que él había entendido mis razones y mis motivos, me equivoqué, o él me hizo creer que todo estaba bien pero en realidad parecía que era algo que le estaba pesando como si lo arrastrara, porque ahora todo salía de golpe. No entendía mi necesidad de esperar, no entendía que yo no había vivido sumida en el caos a diferencia de él y que eso llevaba un tiempo adaptarse, que nunca me había negado a darle hijos pero no entendía por qué no comprendía el hecho de que mi vida había dado un giro enorme y que a veces no me hacía todavía a la idea de que fuera a casarme, porque era algo que ya no contemplaba dada la forma de vida que llevaba, mucho menos tener hijos en ese momento.

Entendía su necesidad de quererlos pero tampoco entendía como es que tenía esa urgencia cuando hacía poco que estábamos juntos, podía comprender que para ellos era importante porque así continuaban el linaje y les ayudaban en las guerras, eso era algo que podía entender. Pero parecía que en ese tema no nos íbamos a poner de acuerdo ninguno de los dos, sí en que queríamos hijos pero él los quería en ese momento y yo necesitaba esperar un poco, ordenar mi vida y sentar unas pequeñas bases, todo estaba pasando demasiado deprisa y quizás era eso lo que me tenía tan desconcertada y descolocada. Lo miré de forma fija cuando dijo que mi vida era perfecta, mi trabajo, mis padres, mi perra y que él había venido para joderla del futuro, fruncí el ceño por ello dando a entender que no encajaba en mi vida “de ensueño”, que eso es lo que había con él y que estaba a tiempo de asumirlo o de darle la patada como había dicho él.


-Yo no he dicho que mi vida sea perfecta ni de ensueño, justamente eso último es lo que menos ha sido. Han sido cambios bastante radicales y rápidos en mi vida y tengo que adaptarme a ellos, ¿tanto cuesta de entender? Yo no he dicho que hayas venido tú del futuro a joderme la vida, creo que ya te dije precisamente que eras tú quien había dado un soplo de aire a mi vida, y no me arrepiento de ello, pero esto no es algo que se deba de tomar a la ligera o al menos es lo que yo pienso, simplemente te he pedido algo de tiempo no te he dado una negativa –cerré los ojos un par de segundos y cogí aire para luego expulsarlo intentando calmarme, no había ido allí para seguir discutiendo en mitad de una taberna, mis intenciones habían sido bastante diferentes de eso. Él decía que no iba a dejar la guerra nunca y aunque ya lo sabía no significaba que me gustaba, pero sabía que era su forma de ser y que no podía ni pretendía cambiarlo. Tampoco me gustaba que convirtiera a mis hijos en guerreros y quizás esa afirmación era la que me refrenaba un poco, yo no era vikinga y mis tradiciones no eran esas, entendía que las suyas sí pero parecía que él se olvidaba de que yo era de otra cultura diferente y que en la mía los hijos no eran entrenados para ser guerreros- creo que te olvidas de que yo no tengo esas costumbres tuyas, parece que siempre te centras en lo tuyo y te olvidas de que yo no soy así, ¿dónde quedan mi cultura y mis tradiciones? Es como si de alguna formal las abolieras y solo impusieras las tuyas, “van a ser guerreros”, ¿y si no quiero que sean guerreros todos ellos? ¿Te has parado a preguntarme en algún momento qué es lo que yo quiero para ellos? No, porque tú ya has tomado la decisión sin siquiera consultármelo y decírmelo, te has tirado por tus raíces y te has olvidado de las mías por completo –me callé mirando hacia otro lado, no quería seguir discutiendo con él y menos en aquel lugar. Había sido un día largo y agotador, después había pasado todo en casa y para finalizar el día estábamos discutiendo sin parar… y no me apetecía seguir haciéndolo. Estaba cansada de discutir y solo quería ir a casa, tumbarme en la cama y olvidar aquel fatídico día, que viniera o no el vikingo ya era otra cuestión diferente porque parecía empeñado en seguir bebiendo pese a que le había dicho que no debería de hacerlo- vamos a hacer una cosa, vamos a dejar el tema aquí, vamos a centrarnos en esa reliquia y en esa guerra y cuando nos casemos hablamos, lo haremos pero de forma tranquila y calmada, y solos, no en mitad de una taberna siendo el centro de atención.
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Under The Storm ~ Privado {+18} Empty Re: Under The Storm ~ Privado {+18}

Mensaje por Ubbe Cannif Vie Jul 28, 2017 7:40 am

Y ahí llegaba la verdad imperiosa, escapaba de sus labios ante mis ojos, retumbando brava en mis oídos, creando en mi una desesperación que no solo quedó reflejada por como tensaba la mandíbula, si no por como mis nudillos se tornaron blancos al apretar sobre la mesa los puños.
“ creo que te olvidas de que yo no tengo esas costumbres tuyas, parece que siempre te centras en lo tuyo y te olvidas de que yo no soy así, ¿dónde quedan mi cultura y mis tradiciones? Es como si de alguna formal las abolieras y solo impusieras las tuyas, “van a ser guerreros”, ¿y si no quiero que sean guerreros todos ellos? ¿Te has parado a preguntarme en algún momento qué es lo que yo quiero para ellos? No, porque tú ya has tomado la decisión sin siquiera consultármelo y decírmelo, te has tirado por tus raíces y te has olvidado de las mías por completo “

Desvié la mirada de sus desiertos tratando de asimilar esas palabras une ahora retumbaban en mi cabeza como la mayor de las pesadillas.
Mis ojos azules reflejaban el fuego de la chimenea perdidos en un abismo de oscuridad etérea.
Ella no era una vikinga, eso no era el problema, tampoco lo era madre y siempre estuvo al lado de padre.
Los norteños la acogieron como una mas porque había parido guerreros, madre era querida y respetada en el norte, admirada por ser la mujer y madre de los Cannif.

Un recuerdo de la historia que madre siempre contaba se trasformo en realidad ante el negro humo del fuego.
Padre y ella tuvieron una gran bronca cuando Hakon apareció en sus vidas, pero finalmente padre cedió ante madre y le permitió quedarse al niño de piel oscura.
Madre siempre contaba como entre bufidos se fue a buscar un tronco que tallar para hacerle una espada de madera a mi hermano.
“Yo no criaré un hijo que no sea un vikingo” rugió mi padre haciendo feliz a mi madre.
-Yo no criaré un hijo que no sea un vikingo -sentencié sin apartar la vista de las llamas.

De nuevo el silencio hasta que mis ojos viraron de dirección clavándose en los ajenos.
-No criaré un hijo que no conozca a mis dioses, que la espada no sea una prolongación de su cuerpo y que en la batalla honre mi apellido.
No criare un hijo que sea un cobarde, que el honor no sea su bandera y que sepa que la vida y la muerte van de la mano en ocasiones.
No criaré un hijo que no entienda que hay que luchar por lo que se ama, sea una tierra, un país, sus gentes o una mujer...
No criaré un hijo incapaz de entender el arte de la guerra.
Mi abuelo era un vikingo, mi padre es un vikingo, yo soy un vikingo, mis hijos serán vikingos y sus hijos serán vikingos.
Puede que te suene a orden, porque soy el general de un ejercito y estoy orgullosos de ello, no me han regalado el cargo, lo gane con mucha sangre regando el campo de batalla.

Negué fijando mis ojos en la jarra, esa mujer no entendía nada.
-Nunca he dicho que no puedas enseñar a nuestros hijos tus costumbres, tus dioses, pero serán guerreros te guste o no y si eso no lo comprendes o no lo quieres...mal vamos.

Nai me pidió que volviera a casa a descansar, que hablaríamos del tema calmados después de la boda y no en una taberna.
-No -apunté tajante -no voy a volver a tu casa, me voy al hostal con mis hermanos. No puedo volver a casa ahora que se que tu negativa a darme hijos se sustenta en que no quieres hijos como yo..eso me hace preguntarme ¿como puedes querer casarte con un bárbaro?

Me puse en pie con el orgulloso porte que siempre ostentaba, aunque por dentro estaba echo mierda y no solo por las heridas evidentes que mi cuerpo ostentaba.
-Dejame acompañarte a casa, me iré una vez me aseguré que llegas bien, no son horas para que una mujer vaya sola por estas calles.
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Mensaje por Naitiri Zahir Vie Jul 28, 2017 1:33 pm

“Yo no criaré un hijo que no sea un vikingo” nueve palabras que marcaban lo claro que tenía sus pensamientos y sus intenciones para con sus hijos, llevarlos por el camino de la guerra y convertirlos en guerreros, unas palabras que dijo a modo de sentencia mientras observaba el fuego que había en la chimenea del fondo, donde pude ver en sus ojos las llamas bailando en sus orbes azules. Lo tenía más que claro y era algo en lo que no pensaba ni negociar ni discutir, sus hijos serían guerreros y seguirían su camino, ya había tomado la decisión y ni siquiera me había preguntado a mí, ni se le había pasado por la cabeza que yo no tenía esas costumbres, que nosotros no teníamos hijos para mandarlos a la guerra... joder, ¿era tan difícil de entender ese maldito punto? Al parecer para él el punto estaba en que yo no lo comprendiera, pero claro que no lo hacía puesto que yo había crecido con otras costumbres diferentes a las suyas. Sus ojos ahora se centraron en los míos y me explicó aquello que no haría para con su hijo, las cosas que le enseñaría y la forma que tendría de criarlo.

Enseñarle a luchar, regalarle una espada para que como le pasaba a él fuera una parte suya, honor, luchar, guerra, vida, muerte... todo lo que el vikingo era se lo inculcaría a sus hijos y eso era algo que me estaba dejando más que claro con sus palabras. Provenía de un linaje de vikingos y él quería que así siguiera siendo, pero yo no le había dicho lo contrario, incluso me recordó que se había ganado el ser el general del ejército a base de derramar sangre en el campo de batalla, por sus logros y por sus méritos. Que él no me había dicho nunca que yo no pudiera enseñar a mis hijos mis costumbres, mis dioses y demás como lo iba a hacer él con los suyos... pero que sin duda alguna serían guerreros o escuderas, eso me lo dejaba más que claro y en ningún momento había una opción para que eso cambiara. Les imponía lo que debían de ser en vez de que ellos escogieran por sí mismos, sin saber que quizás algunos sí querrían serlo pero otros no... y eso era algo que no me gustaba, pero que no iba a decir porque ese tema estaba para él cerrado y zanjado.

Me callé escuchando todo lo que tuvo que decir al respecto y la opinión que él tenía, desde pequeño su padre lo había inculcado para ser un guerrero, no había conocido otra cosa y la verdad es que me preguntaba a veces qué habría sido él de su padre dejar que decidiera, que tomara su camino. Nosotros no imponíamos lo que debían de ser nuestros hijos, eran formas diferentes de enseñar y de educar en dos personas que intentaban imponer sus formas, aunque él ya había elegido y ya me dejaba claro lo que había. Sus hijos serían guerreros como él y solo me quedaba dos opciones: o lo asumía o lo comprendían, o íbamos por mal camino. Lo que él no se percataba es que entendía sus costumbres, pero no me gustaba tener que imponer a mis hijos que fueran espada en mano hacia una muerte... ¿qué madre, que no fuera de origen vikingo, querría eso para sus hijos? Ninguna. Eso es lo que él no se daba cuenta de la sutil diferencia, para él eso era lo más normal del mundo mientras que para mí lo más normal es que crecieran eligiendo libres lo que querían ser.

Y es que al parecer eso mismo era lo que más había dolido al vikingo, porque sus siguientes palabras mientras yo me quedaba callada fueron la clara confirmación de cómo estaba, y cómo se sentía. “No voy a volver a tu casa” sus palabras retumbaron en mi cabeza mientras lo miraba de forma fija, “No puedo volver a casa ahora que sé que tu negativa a darme hijos se sustenta en que no quieres hijos como yo”, eso era lo que más le dolía de todos, se preguntaba incluso como es que iba a querer casarme con él... algo a lo que ni siquiera me molesté en contestar, no porque no quisiera, sino porque realmente no podía... me había dolido que me dijera que no iba a volver por aquello, le había pedido que dejáramos el tema para más adelante y no seguir discutiendo en una taberna, que nos fuéramos a casa a descansar que ese era el principal motivo por el que había ido a buscarlo y sin embargo me salía con que no iba a volver a casa, y no es que sus palabras sonaran a un “hoy no”, sino que más sonaban de otra forma diferente... y dolieron. Me mordí el labio con fuerza ante la situación y cerré los ojos dos segundos cogiendo fuerzas para en cierta forma no derrumbarme. No había ido allí para seguir peleando, sino para llevarlo a casa y descansar como tendría que estar haciendo... y ahora me encontraba en que había ido allí sola y volvería sola. Los ojos me picaban y la garganta me ardía mientras intentaba controlarme, así no había querido que pasaran las cosas... pero así se habían dado, se levantó y tras un par de segundos hice yo también lo mismo para mirarle.



-No hace falta que me acompañes, no quiero que vengas a casa para que te vayas, quiero que vengas a casa para que te quedes conmigo... –hice una pausa y miré hacia otro lado un par de segundos, mis dedos giraban el anillo que me había dado en aquella playa y finalmente solté un suspiro sin poder aguantar más estar allí- cuando decidas volver, si es que decides hacerlo; las puertas de casa siempre estarán abiertas –mis ojos subieron para mirar los suyos y tras un par de segundos di un par de pasos y me giré para salir de allí a paso rápido aprovechando que él no podría correr por el estado en el que estaba su costilla, al salir comencé a correr mezclándome entre la gente, que me miraba mientras pasaba corriendo por su lado, para que le costara seguirme y me alejé de allí con un mal sentimiento recorriéndome el cuerpo. No paré hasta que crucé la puerta de mi casa y me apoyé contra esta respirando de forma agitada, llevé una mano a mi pecho mientras un nudo crecía en mi estómago y me deslicé hasta quedar sentada donde las lágrimas caían de mis ojos, fue mi perra la que se acercó mientras escondía mi rostro entre mis brazos apoyada contra mis rodillas llorando notando que se sentaba a mi lado siendo la única que permanecía allí conmigo. No se oía nada, silencio era lo que se podía escuchar en esos momentos roto solo por mis llantos, no me había dado cuenta de lo grande que era esa casa hasta ese momento, no me había dado cuenta de lo vacía que se sentía después de haber tenido al vikingo conmigo. Cuando se fue Alessia a vivir ella sola, por ese entonces, mi vida era una constante rutina monótona de la que no era capaz de salir, no me percataba de nada y aunque ahí ya vivía sola... ni siquiera me di cuenta de lo triste y vacía que parecía mi casa. Me había acostumbrado a oírlo por allí y saber que no iba a volver me dolía, antes no me había percatado y ahora lo hacía en demasía. Finalmente acabé en la habitación abrazada a mi perra, como solía hacer cuando peor estaba, intentando dormir aunque era algo complicado, por mi cabeza pasaban miles de cosas y apenas pude pegar ojo porque me faltaba alguien a mi lado, el calor de su cuerpo, sentirlo, que me abrazara o yo me recostara sobre él. Tan solo quería dormir y olvidar aquel maldito día, aunque sabía que despertarme al día siguiente no iba a estar mucho mejor.
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Mensaje por Ubbe Cannif Vie Jul 28, 2017 4:19 pm

Escuché sus palabras, sonaban ahogadas posiblemente porque un nudo oprimía su garganta.
Mis azules se clavaron en sus desiertos, era difícil saber que hacer cuando tu corazón y tu cabeza toman sentidos opuestos.
El corazón me pedía que dejara esta estúpida discursion que fuera a casa, nuestra casa y me perdiera entre sus brazos en el lecho olvidando las afrentas que esa noche me había hecho.
La cabeza por el contrario me recordaba que lo que ella quería se alejaba demasiado de mi concepto de familia.

Ella no buscaba un bárbaro que criara hijos para mandarlos a la muerte, no entendía mis creencias no entendía lo que era.
Puede que pensara que de haber podido elegir seria un hombre distinto, otra cosa alejada a lo que soy un vikingo.
Se equivocaba, estaba orgulloso de que esa bastarda que colgaba de mi espalda fuera una prolongación de mi mismo.
Estaba orgullos de ser del norte, de como me habían forjado para la guerra porque yo luchaba por aquellos que por desgracia no podían.
Puede que ella no entendiera que por mis venas corría lava de volcanes, que cuando escuchaba los truenos era Thor con su martillo y que el caos tenia el nombre de Loqui en mis creencias ancestrales.

Mis ojos la vieron retrocedes, se alejaba de mi como los Drakkar lo hacían de puerto para conquistar nuevas tierras para saquear nuevos mundos.
Inmóvil permanecí ante la idea de que era suya la decisión y no mía, Yo había sido sincero, lo que quería se lo había expuesto, puede que mis palabras fueran burdas, que le ofendieran por la rudeza de estas..pero así había sido educado y tenia que entender que no podía cambiar, no quería hacerlo, yo nunca podría ser un hombre como su padre, ni como los parisinos que de seguro la cortejaban.

Tomé asiento sintiendo que la perdía, me ahogaba, un nudo ne mi garganta oprimía mi pecho no permitiendo que el aire lo atravesara y mi costilla ahora oprimía mas mi pulmón como si quemara.
Cerré los ojos un momento, alce la mano para pedir una botella de bourbon y un vaso, nada podía calmar mi dolor, pero esperaba que el alcohol nublara mi razón o al menos acallara mi desasosiego.

No se los vasos que vacié, ni las botellas que bebí para acabar tumbado sobre la mesa de madera sumido en ese caos de visiones, de valquirias que me prometían el Valhalla, si no quería pensar lo había conseguido, ahora mismo no era capaz ni de mover un musculo.
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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Jul 30, 2017 6:47 am

Habían pasado varios días desde que me había ido de la taberna en la que estaba Ubbe bebiendo, volviendo a casa sola sin saber exactamente en qué punto nos encontrábamos en esos momentos. Debería de haber vuelto conmigo, y deberíamos de haber dejado el tema para hablarlo en otro momento que no fuera aquel en mitad de una taberna, solos, tranquilos y calmados... no sabía exactamente qué era lo que había pasado en la taberna, era como si hubiéramos sacado los dos todo lo que llevábamos dentro, las dudas que teníamos, eso que pensábamos o que nos carcomía por dentro... como si le hubiéramos dejado la puerta abierta para que todo saliera a la luz, y ninguno habíamos hecho nada por parar y recuperar el control que estábamos perdiendo. Al final lo perdimos y la cosa no había acabado muy bien, algo en lo que no nos terminábamos de poner de acuerdo y que al parecer para el vikingo había sido lo más grave de todo. De ahí su negativa a volver a casa conmigo alegando que se quedaría en el hostal con sus hermanos, cuando lo más normal es que se quedara en casa conmigo. Pero en esos momentos no tenía ganas de discutir más con él, ni de permanecer más allí... sino de irme y de volver a casa y la verdad es que había preferido que no me acompañara para luego ver como daba media vuelta y volvía sobre sus pasos, como le había dicho quería que volviera para quedarse y no para irse.

Le había dejado las puertas abiertas para cuando quisiera volver, algo que también le había dicho para que lo supiera pero era como si algo en el fondo me dijera que no iba a hacerlo, o que tardaría en hacerlo. Si me preguntaban en qué punto nos encontrábamos no sabría decirle exactamente una respuesta ni mucho menos concretarle, porque no habíamos dicho nada pero a veces no era necesario decir nada para que se entendieran las cosas. Yo solo sabía que esos días había sentido un vacío constante, sobre todo cuando llegaba a casa y no me acostumbraba a que no viniera a saludarme, o me hiciera pensar que se había ido de caza con mi perra, y mucho menos no me acostumbraba a dormir de nuevo sola, me gustaba dormir con él y no tenerlo esas noches había sido todo un suplicio y casi no había podido pegar ojo. De hecho, es que aquellos días había estado pasando mucho más tiempo del que debía en el museo, no solo ya quitando que tenía bastante trabajo acumulado de cuando nos habíamos ido a Egipto, sino porque también era una forma de mantener mi mente ocupada en algo. Llegaba la primera y salía la última, había veces en que salía dos o tres horas más tarde de lo habitual, y es que no me importaba llegar muy tarde a casa porque el vacío que sentía cuando llegaba era demoledor.

Fue una de esas noches cuando salía del museo y de vuelta a casa que me encontré con su hermano, fue bastante casualidad que nos encontráramos y aunque en un principio pensé en no cruzarme con él finalmente deseché la idea porque yo no era así, parecía que venía de caza por la pieza que llevaba y que se dirigiría seguramente hacia la taberna o el hostal. Siempre me había parecido el más razonable de los tres y creo que fue por eso mismo que me saludó, quizás porque dejando a un lado lo que hubiera pasado entre su hermano y yo nos “conocíamos” y su educación le hacía saludarme. No me dijo demasiado ni yo pregunté demasiado tampoco y en parte agradecí que no nombrara a su hermano porque tampoco sabía qué les había dicho Ubbe. Le pregunté por sus heridas y por las de Synnove y me dijo que estaban los dos bien, y sin querer alargar aquello mucho más me despedí de él y le sonreí algo forzada aunque intenté que no se notara demasiado, y que me alegraba que estuvieran bien, algo que de mí no podría decir exactamente.

Mi aspecto era algo más cansado y algo demacrado por no comer suficiente y por no poder dormir en condiciones, a eso debías de sumarle la cantidad de horas que hacía en el museo y que también me pasaban cierta factura, y antes de que dijera nada me giré para seguir con mi camino pero me llamó y me giré para mirarlo, la verdad es que no me dijo nada pero me lo dijo todo con la forma en la que tenía de mirarme, le sonreí vagamente y me alejé sin decir nada más puesto que no tenía nada más que decir al respecto. La verdad es que me sentía bastante mal y no sabía cuánto más iba a aguantar de esa forma, y no fue hasta la noche siguiente que no me atreví a ir de nuevo al hostal donde sabía que se quedaban, fui nada más salir del trabajo y me presenté allí sin saber muy bien qué pasaría o lo que fuera a decir. Primero fui a la taberna por si lo encontraba allí aunque esperaba no volver a pelear de nuevo y poder hablar lo que pasara de forma tranquila. No lo encontré, pero si encontré a sus hermanos allí y me mordí el labio observándolos aunque fue Hakon quien se acercó hacia donde estaba y con una sonrisa me dijo en qué habitación del hostal se encontraba, le sonreí agradeciéndoselo y me alejé para encaminarme al hostal hasta dar con la habitación que me había dicho, toqué a la puerta varias veces pero parecía que no me oyó o no quiso contestar, así que abrí la puerta encontrándolo tumbado en la cama aunque como me daba la espalda no sabía si estaba despierto o durmiendo, entré y cerré la puerta mirándolo.



-Ubbe –lo llamé para que se diera cuenta de que estaba allí y de que era yo y sus ojos al girarse se encontraron con los míos, no presentaba mejor aspecto que el que yo tenía y me mordí el labio, como si buscara una excusa por el hecho de estar allí pero... ¿de verdad necesitaba una? La verdad es que no, no la necesitaba. Lancé un suspiro y me mordí el labio buscando las palabras adecuadas que quería decirle en esos momentos- quiero que vuelvas conmigo a casa, a nuestra casa... no entiendo qué haces aquí –di el par de pasos que me separaba hasta su cama y me senté en el borde- te necesito allí conmigo, me haces falta... y te hecho muchísimo de menos, tanto que duele. Por favor vuelve conmigo –más sincera no podía ser, le había dicho lo que me pasaba y lo que quería, lo quería a él y no entendía porque seguía allí cuando tenía su casa, donde su lugar era estar allí conmigo- una vez te dije que la brújula siempre te señalaría y que eras el final de mi camino, no tengo más camino que el tuyo Ubbe, vuelve conmigo.
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Mensaje por Ubbe Cannif Dom Jul 30, 2017 9:42 am

Habían pasado unos días desde que sucedió nuestra pelea en la taberna, admito que la echaba de menos, todo sin ella parecía carecer de sentido y aunque trataba de centrarme en la batalla que se aproximaba, mi mente estaba embotada con los recuerdos de un pasado demasiado cercano para ser borrado de un plumazo.
La quería, esa era una obviedad que no podía, ni iba a negar, mas del mismo modo había entendido que no podía ser, ella no quería alguien como yo en su vida, ella buscaba la paz que en todo este tiempo no tuvo, un hombre de bien que le diera la suficiente seguridad como para darle hijos.
Conmigo nunca tendría esa seguridad, porque yo vivía inmerso en el caos.

Ademas, me dejó claro que no quería que mis hijos siguieran mi senda y yo solo había conocido el camino de la espada.
Me preguntaba a que se refería con criarlos de otro modo. Si bien era cierto mi padre era un vikingo, madre abrazaba la religión católica
Synnove y yo jamas nos creímos las patrañas de ese patético dios crucificado, mas Hakon, creía en nuestros dioses pero respetaba y acompañaba a madre a la iglesia en ocasiones.
Nunca eso fue un problema para padre, tampoco para instruirlo en el arte del acero, para forjar a mi hermano con el fuego de las forjas del norte que amábamos.
No me importaba que mis hijos creyeran en Ra, siempre y cuando al escuchar los truenos supieran que Thor estaba usando su martillo.

Mi hermano Hakon se había ido a cazar, Synnove por el contrario marchó a un herbolario a por algo de beleño negro que se nos había terminado y unos ungüentos para la herida de mi costado que tardaba en curar.
Supongo que mi terquedad en no estar quieto ni por un momento era motivo suficiente para no dar tregua a mi costilla, peor las horas muertas me abrasaban por dentro, necesitaba hacer algo para no pensar.
Los dos habían quedado después para ir a beber a la taberna, yo en principio me quedaría en la habitación, no estaba de humor para celebraciones.

Mi sorpresa vino cuando vi que la puerta se abria y al otro lado estaba ella, Nai, miso jso se centraron en sus desiertos mientras dejaba escapar el aire de forma pesada.
No sabia a que había venido peor tal y como acabamos no me extrañaría que para devolverme el anillo.
Estaba tumbado boca abajo, peor fui incorporándome tal y como ella se aproximaba para tomar asiento en el borde.
Estaba preciosa y eso que su aspecto igualaba al mio por la falta de horas de sueño.

Escuché sus palabras en silencio, yo también la echaba de menos, también ella era mi camino, el principio y el final de cada uno de mis pasos, pero..lo que nos había llevado a esto no estaba solucionado y eso me hizo tensar el gesto.
-¿solucionará las cosas que vuelva? ¿entenderás si lo hago que yo solo se hacer las cosas con mi acero en la mano? Nunca podré educar a nuestros hijos como quieres, no se hacerlo Nai, tampoco quiero aprender, yo soy un vikingo y estoy orgullosos de serlo.
Te quiero, te en necesito y si tu me quieres como soy, si confías en mi, volveré a casa hoy mismo, pero no lo haré prometiéndote ser otro, no voy a basar mi relación en la idea del hombre en el que quieres que me convierta.

Tiré de su cintura para acercarla a mi cuerpo, necesitaba tocarla, besarla, acariciarla y puede que fuera un erro pero la distancia quemaba.
Mi boca surco lenta su hombro esperando una respuesta.
-Echaba de menos tu piel -susurré contra esta sintiendo como contra mis labios se erizaba

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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Jul 30, 2017 9:52 pm

Me había atrevido a dar el paso aquella noche en cuanto había salido del museo, ni siquiera había pasado por casa para dejar las cosas, comer algo y darme un baño sino que había ido directa hacia la taberna donde sabía que los encontraría, parecía que era su lugar de reunión y no erré al acercarme allí primero. Aunque él no estaba fue su hermano quien me dijo dónde encontrarle y cuál era la habitación donde se hospedaba, así que dejándoles allí a los dos me encaminé directa había la habitación y al tocar un par de veces y no responderme nadie fue cuando abrí la puerta encontrándomelo tumbado de espaldas, pero en cuanto la cerré y lo miré sus ojos estaban fijos en los míos y mientras yo acortaba la distancia que nos separaba y me sentaba en el borde de la cama él se sentó incorporándose y lo miré en el breve silencio que hubo como si estuviéramos esperando que uno de los dos empezara a hablar, como si no supiéramos qué íbamos a decirnos exactamente. En ese tiempo me di el lujo de recorrerlo, la verdad es que no presentaba mejor aspecto que el que yo misma tenía y supuse que los dos habíamos pasado por días en los que no habíamos dormido demasiado.

Quizás incluso se pensara que había ido allí con otra intención diferente que la de arreglar las cosas, la última vez que nos habíamos visto él no había hecho tampoco el intento de detenerme como si algo se hubiera roto entre los dos, o nos hubiera hecho tomar distancias y la verdad es que quizás nos había venido bien estar separados, no por lo mal que lo habíamos pasado sino por el hecho de que yo en mi caso me había dado cuenta de lo que de verdad quería, me había dado cuenta más que nunca de lo que me hacía falta en mi vida y exactamente era la persona que tenía delante. Lo había echado muchísimo de menos y no mentía en mis palabras, todo lo que le dije había sido cierto y había ido allí con la intención de que volviera conmigo y era lo que pretendía hacer, no había motivos por los que él se quedara allí cuando debía de estar en casa conmigo así que tenía la esperanza de que esa noche volviéramos juntos... no por nada todo con el tiempo pasaba y quizás era mejor sacar lo que teníamos dentro y dejar las cosas claras.

Si algo tenía claro es que íbamos a volver al tema que nos había llevado a separarnos y alejarnos, mis ojos contemplaron sus azules como siempre hacía cuando lo tenía delante y me mordí el labio por lo que me estaba diciendo. Había ido hasta allí, se suponía que eso significaba algo después de todo... pero entendía que quisiera una respuesta por mi parte sobre el tema, para él era más importante que para mí –que no le restaba importancia- pero él le daba una mayor importancia que le podría dar yo, escuché sus palabras y lo que tuvo que decirme mientras manteníamos una escasa distancia que quemaba demasiado, me resultaba difícil tenerlo cerca y no recorrer su piel con mis dedos, entrelazar estos con los suyos o simplemente no recostarme contra su cuerpo... pero primero debíamos de dejar las cosas claras, de una vez, sin que hubiera medias tintas de por medio. Me mordí le labio un par de segundos y solo hablé cuando él me dijo todo lo que tuvo que decirme.


-Lo entiendo –dije finalmente porque no sabía cómo empezar exactamente- no he venido aquí sin saber por qué lo hacía, o el motivo de ello. Entiendo que es tú forma de enseñar, que es lo que has conocido y lo respeto –otra cosa era que lo entendiera del todo, pero no iba a entrar en una nueva discusión porque no había ido allí a eso- yo solo quiero que sean felices y que tengan la infancia que tuviste tú y que a mí me privaron de tenerla... quizás los dos tengamos razón, o quizás estemos equivocados... pero no lo sabremos hasta que no llegue el momento –lo miré de forma fija y negué levemente con la cabeza- nunca dije que no te quiero por cómo eres, sino que te dije exactamente lo contrario. No quiero que cambies como eres porque así es como me gustas, así es como eres tú y así es de la forma en que quiero que sigas siendo... espero que ese punto te quede claro. Sí confío en ti, creo que queda claro cuando no he dudado en poner mi vida en tus manos... siento que te hiciera pensar lo contrario –aparté mi vista de sus ojos tan solo un par de segundos y volví a mirarle- ¿por qué estás tan seguro de que quiero que seas otro, o por qué crees que quiero que te conviertas en la idea del supuesto hombre que dices? Ya te dije que te quería tal cual eras y que no quiero que cambies nada de ti... –su brazo rodeó mi cintura y acortó la distancia que nos separaba pegando mi cuerpo al suyo estando los dos sentados él con su espalda contra la pared, mis brazos rodearon su cuello y dejé mi rostro contra su cuello incapaz de no sentirlo teniéndolo tan cerca. Sus labios recorrieron la piel de mi hombro donde me había hecho aquel tatuaje que siempre me llevaría a él y sonreí de lado sin poder evitarlo, la primera sonrisa sincera en todos aquellos días ante su comentario notando como se erizaba mi piel allí donde él acariciaba- mi piel también te ha echado de menos –dije contra su cuello sin querer soltarlo ahora que lo tenía entre mis brazos- Ubbe, yo nunca pensé que me estuvieras utilizando y siento si te hice pensar lo contrario o te acusé de alguna forma de ello, sé que para nada esa fue tú intención y de sobra no es culpa tuya, sino mía... –no quise decir mucho más sobre ese tema, el problema no era de él sino enteramente mío y de mi mente que a veces me jugaba malas pasadas- somos dos personas que tenemos caracteres muy fuertes y no será la última vez que choquemos por algo, no por nada somos como dos tormentas que cuando se juntan pueden desatar el caos –elevé mi rostro para mirarle, sabíamos que teníamos bastante genio cada uno y que la pelea no había sido más que producto de cómo éramos los dos- pero por muy grande y fuerte que sea la tormenta cuando estemos bajo ella después siempre llega la calma, y eso es solo el principio de ella –elevé mi rostro para recorrer sus labios rozándolos con los míos denotando lo mucho que me apetecía besarle en esos momentos, mis ojos subieron a los suyos contemplándolos acordándome de la herida de la costilla que tenía- ¿me dejas ver la herida? Estoy convencida de que no has parado quieto y no le has dado el descanso que merece –solo hacía falta ver como estaba para darme cuenta de ello, me separé lo suficiente para colar mis manos bajo su camisa y subirla lo necesario para comprobar el aspecto que tenía y acariciar la zona con mis dedos. Tenía esa parte algo más inflamada señal de que no la había curado como debía y se notaba enseguida al tacto que así era, mis ojos subieron para mirarle y ladeé un poco la cabeza- no puedo dejarte unos días solo, no sabría decirte si la tienes mejor o peor... al final me voy a convertir en tu enfermera particular –sonreí levemente de lado y me levanté de la cama buscando vendas por la habitación- quítate la camisa, ¿te has estado poniendo algo para curarte? –Vi un bol con lo que parecía un ungüento pero cogí las vendas y volví de nuevo a la cama sentándome sobre sus piernas para tenerlo mejor de frente y comencé a vendarle el lugar apretando con fuerza para fijarla de nuevo o no se curaría y podría hasta quedarle secuelas, una vez terminé las dejé sobre la mesita que había al lado y lo miré recorriendo su rostro con las yemas de mis dedos, me incliné acortando la distancia hasta dar con sus labios y besarlo como deseaba hacer, recreándome en aquel beso de forma lenta y pausada, disfrutando de aquel momento. Mi pulgar se deslizó hacia abajo por su labio inferior al separarme y luego dejé un beso más corto para mirarle sin restar la distancia- ¿vas a volver conmigo a casa? –Pregunté esperando que la respuesta fuera afirmativa, y que no me decía que se quedaba allí de nuevo, allí podría controlar mejor su costilla y ver cómo evolucionaba, además de controlar que me hiciera caso para que curara bien.
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Mensaje por Ubbe Cannif Lun Jul 31, 2017 4:33 am

Ladeé la sonrisa al escuchar que su piel también me había echado de menos.
Mi boca atajo la distancia hasta la suya, nuestras palabras dichas en susurros acariciaban nuestros hambrientos labios y de nuevo quedábamos presos de ese conjuro que nos unió desde el instante en que nos conocimos hace tiempo atrás en el museo.
-Que bien que decidieras venir conmigo cuando fui a por ti al museo -sonreí con picardia llevándome un manotazo.
La verdad es que la secuestré, pero bueno, había sido sin duda el mayor hallazgo de mi vida.
Quizás como ella decía en ambos había demasiado fuego, el mio el de las forjas norteñas, el suyo el de las llamas de Egipto, pero al final de todo el camino solo una cosa existía y era esto el modo en el que al rozarnos nos consumíamos.
-Deja las hierbas Nai, que los dioses nos bendigan con un gran linaje, los educaremos juntos y juró respetaré si su camino no es el de la espada, aunque les enseñaré a usarla, si cuando llegue el momento, los 9 años, de entrar en guerra no sienten que pertenecen al acero, si creen que serán mas felices de otro modo distinto, cederé.
Ladeé la sonrisa contra su boca.
-Aunque siendo Cannif, te garantizo que no pasara, recuerdo cuando cumplí los nueve años, estaba sediento de sangre, quería ir a la guerra con padre mas que nada en este mundo, celaba de Hakon cada vez que partía con padre mientras mi hermana y yo nos quedábamos mirando.

Nai quería ver mi herida, hice un pequeño mohin, sabia que se iba a enfadar al verla, no había sanado, no se si mejorado o empeorado, el caso es que dolía y estaba caliente.
Me quité la camisa mientras esta se sentaba sobre mi a horcajadas palpándola ligeramente, frunciendo ese precioso ceño que ponía cuando las cosas no le gustaban en absoluto.
-Estoy bien -mi típica frase para todo que la desesperaba en demasía y a mi me hacia reír del mismo modo.

Cogió vendas para cubrir mi torso, y pidió de nuevo que fuera con ella de vuelta a nuestra casa.
Sus palabras acariciaban mis labios y así era difícil negarle nada.
-¿Yo vuelvo y tu dejas las hierbas? -pregunté ensanchando la sonrisa recibiendo un capón como recompensa.
Me eché a reír empujando su cuerpo con el mio sobre el lecho, mi boca se abrió paso entre rugidos, lengua de fuego que saqueó su interior, mientras mis manos como el mismo trueno de Thor recorrían su cuerpo produciendo descargas eléctricas en forma de rayo.
Mi hombría era el martillo contra el yunque de su vientre.
Excitado por la cercanía de mi mujer no pude contener los gruñidos que escapaban de mi boca.
-te necesito -jadeé alzando con desesperación su vestido, mis dedos se hundían en sus muslos, atrayendola por las nalgas contra mi acero.

Nai me volteó sobre el lecho, acariciándome despacio para que me calmara, supongo que en el estado de mi costilla hacerlo así no era lo mejor, pero es que la había echado de menos y tenia ganas para que mentir.
Mis manso fueron a las lazadas de su corseé mientras la egipcia danzaba sobre mi bastarda, calcinandome con cada uno de sus lentos movimientos.
Sonreía sin apartar la vista de mis océanos como si pretendiera enseñarme que cocinar a fuego lento podía resultar igual de placentero.

Gemí cuando la prenda cayó sobre el lecho, incorporé mi torso para que nuestras bocas se batieran en húmedo duelo.
Deslicé las manos por sus costados arrastrando la camisa con los dedos. Solo separé mi lengua de la ajena ese instante en que que la tela hizo de escudo al ser sacada por su cabeza.
Nuestras pieles se buscaban sus pechos rozaban mi torso acariciándolo con cada movimientos mientras mis roncos jadeos invadían el espacio ínfimo que quedaba entre nosotros.
Sus manso raudas descendieron por mi pecho, logrando que mi vientre se contrajera al sentir sus caricias.
Llegó a la cinturilla del pantalón desabrochando el botón y liberando así a la bestia que hambrienta, brillante por el deseo emergió buscando las profundas cavidades de su interior.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Ago 01, 2017 6:49 am

La realidad innegable de todo aquel asunto era que por más que discutiéramos, por más que peleáramos y nos convirtiéramos en esas tormentas implacables que éramos dado cierto momento al final, siempre, terminábamos en esa especie de calma donde todo pasaba y donde volvíamos a estar como si no hubiera pasado nada. Era sentir su piel, su cercanía, sus dedos rozando mi piel para que todo quedara relegado a un segundo plano y me dejara llevar por esa sensación que solo sentía y que solo él me provocaba... era imposible no dejarme envolver por esas sensaciones que me consumían cuando estaba cerca de él, como si de alguna forma me atraparan y me arrastraran hacia él. Lo observé durante unos segundos mirando esos orbes azules que tanto me gustaban antes de que su brazo rodeara mi cintura y me pegara a su cuerpo donde mi rostro fue directamente a su cuello. Sus labios se paseaban de forma lenta por mi piel y yo cerré los ojos disfrutando de esas caricias que me regalaba en ese momento de paz que estábamos teniendo y que no quería romper bajo ningún concepto. Rodeé su cuello con mis brazos y lancé un suspiro que murió en su piel sin querer separarme, como si esos días que habíamos estado separados nos hubiera pesado a los dos y quisiéramos recuperar el tiempo que nos habíamos robado.

Me sentía bien, a gusto y cómoda cuando me dejaba envolver por su cuerpo, sus brazos me rodeaban todavía sin soltarme y cerré los ojos recorriendo su cuello con mi nariz, lo había echado mucho de menos, cosas tan simples como un abrazo, dormir con él, encontrarlo a llegar a casa, despertar y encontrarlo durmiendo... me había dado cuenta que me había acostumbrado a esas pequeñas cosas rutinarias del día a día, ordenarle que pusiera la mesa aunque fuera a regañadientes, bufando y gruñendo, tumbarme a su lado en el sofá después de un día largo de trabajo y dejar que me mimara un poco... esos pequeños detalles que antes ni siquiera pensaba en tenerlos y no reparaba en ellos esos días los había echado en falta, había sido extraño no dormir con él, no despertar y que él estuviera... fueron esos pequeños detalles los que más me habían hecho ir al hostal, aparte de que lo necesitaba pero era extraño como las cosas más simples y más cotidianas también pesaban cuando la personaba faltaba. Abrí los ojos y me separé para mirarlo cuando dijo que había sido una suerte cuando decidí acompañarlo el día que me fue a buscar al museo, abrí ligeramente los labios y no sabía si reírme o darle un golpe por lo que estaba diciendo... menudo caradura.



-¿Cuándo fuiste por mí al museo? –Solté una risa corta mirándolo de forma fija con esa sonrisa que traía en sus labios- ¡pero si me secuestraste, maldito vikingo! –dije dándole un leve manotazo en su hombro mientras él se reía por ello y lo miraba mordiéndome el labio por ser tan descarado- ahora que lo mencionas, ¿cómo te atreviste a hacerlo? ¿Acaso no pensaste que en despertarme iba a querer huir de allí y que te ibas a dar de bruces con mi maravilloso carácter? –Sonreí de lado- recuerdo que te tiré varias cosas en mi intento de huida, bueno, te lo merecías –reí de forma corta negando levemente con la cabeza, no se le había ocurrido mejor forma que secuestrarme, además ahí siempre me tenía desconcertada porque me trataba con una familiaridad que no era propia de alguien a quien acababas de conocer, y siempre me llamaba por el apelativo de mi nombre cuando eso solo lo hacían las personas importantes para mí... claro que, ¿quién iba a pensar que él ya me conocía de un futuro alternativo? Eso era lo último que se me habría pasado por la cabeza, a decir verdad. Sus labios rozaban y acariciaban los míos, la cercanía nos abrasaba y nos consumía por igual y volvió a pedirme que dejara de tomarme esas hierbas a lo que yo simplemente lo miré sin decir nada, sabía que no iba a dejar ese tema y que volvería a pedírmelo. Dijo que si dado el momento ellos no querían seguir ese camino pero que siendo hijos de quienes eran seguramente eso no pasara y era algo que ya intuía. Me separé entonces para ver su herida pidiéndole que se quitara la camisa que llevaba para poder inspeccionarla bien, aunque algo me decía que no estaría en mejores condiciones... dicho y hecho, no sabía qué habría estado haciendo el vikingo pero la herida no mejoraba y eso me hizo mirarlo frunciendo el ceño y su típico “estoy bien” me hizo fruncirlo aún más- cada vez que me dices “estoy bien” resulta que no estás bien -lancé un suspiro porque ni siquiera llevaba una venda puesta y me cabreaba que fuera tan descuidado, como si no le importara nada. Fui a por unas vendas y acabé sentándome sobre él para vendarlo bien y que al menos la tuviera sujeta y después nuestros labios se encontraron, necesitados, hambrientos, mis dedos recorrieron sus labios y luego deslicé los míos sobre los suyos dejando que mi aliento los abrasara para provocarlo y tentarlo a ver si así me hacía caso en algo, subí mi mirada con una sonrisa ladeada por su pregunta dándole un leve golpe en la cabeza sonriendo de lado- si lo hago, ¿me harás caso en cuestiones médicas de una maldita vez? –Su risa fue toda la respuesta que tuve antes de que su brazo terminara por rodear mi cintura y dejarme contra el colchón como si no estuviera herido y no pasara nada porque hiciera todos esos movimientos y todos esos esfuerzos buscando de nuevo mi boca.

Su cuerpo se cernió sobre el mío dejándome contra el colchón y sus manos no perdieron siquiera un momento de recorrer mi cuerpo mientras su boca saqueaba, arrasaba y conquistaba la mía haciéndose el completo dueño de ella. Sus manos recorriendo mi cuerpo me hicieron jadear en aquel beso y sus gruñidos me hacían sonreír mientras le seguía en aquel beso que provocaba y despertaba cada célula de mi cuerpo pidiendo por más, por mucho más de él dejándome envolver como siempre hacía por su necesidad que al final siempre se convertía también en la propia. Cada caricia era excitante incluso todavía con la ropa puesta, con cada pasada quería otra más de nuevo y pude notar su excitación contra mi cuerpo que me hizo sonreír y morder sus labios, se separó de mis labios y con esas dos palabras dichas de esa forma ronca mi mano comenzó a acariciar su espalda cerciorándome de cada músculo de ella, pasándola sobre aquel tatuaje que tenía mientras él se encargaba de subirme el vestido donde sus dedos recorrían un camino ascendente por mi piel, abrasador, hasta pegarme más de las nalgas contra su cuerpo haciendo que sonriera porque era ya extraño que no fuera a esa parte de mi cuerpo. Sabía cómo era, sabía que le iba a importar muy poco o nada el que tuviera la costilla como la tenía así que le empujé dejándolo a él contra la cama subida sobre él, mirándolo con una sonrisa de lado.

Mis labios acariciaron los suyos despacio, mis manos bajaron de forma lenta por su pecho y por sus brazos sin tener ningún tipo de prisa, lo besé de forma lenta como si intentara hacer que frenara un poco, que me dejara hacer y que disfrutara. Mis caderas se movían de forma lenta sobre él mirándolo con una sonrisa sintiendo que desataba los lazos del corsé que llevaba hasta que este cayó sobre la cama, se incorporó para buscar mis labios en un duelo pero algo más lento siendo yo quien marcaba el ritmo esa vez, sus manos fueron ascendiendo por mis costados para sacarme la prenda y dejarme desnuda sobre él, una de mis manos fue a su cuello volviendo a besarnos otra vez mientras no dejaba de moverme, nuestros pechos se rozaban y jadeé por ello deslizando mis manos por su pecho hasta llegar a la cinturilla de su pantalón, lo desabroché y lo bajé todo lo que pude dejando su miembro libre que ya se rozaba contra mi sexo con cada movimiento que yo hacía. Mi mano fue a su nuca y la dejé allí mirándolo dejando mi aliento sobre sus labios, acorté más la distancia y mordí su labio inferior para mirarlo con una sonrisa.



-Esta vez voy a ser yo quien mande, general –la punta de su miembro rozaba mi centro sabiendo lo que me estaba haciendo, sabiendo lo que él quería y deseaba pero esa vez sería a mí manera, llevaría yo el control aunque él no lo quisiera. En cierta forma me hacía gracia como no aguantaba que nadie le mandara por ser precisamente el general del ejército, pero eso lo hacía todo ciertamente más divertido y además así me aseguraba de enseñarle que habían formas y formas de hacer las cosas y de obtener placer, y me aseguraba que no hiciera ningún movimiento brusco- voy a asumir el control y tú, Ubbe, vas a dejarte llevar –tiré su pelo hacia atrás dejando su garganta y cuello expuestos donde deslicé mis labios mientras jugaba a provocarlo rozándome contra su miembro pero sin llegar a que se adentrara, hasta que finalmente lo hice, gemí y cerré los ojos ante la sensación de sentirlo dentro. Mis piernas rodearon su cintura quedando de alguna forma abrazada a él y comencé a moverme buscando sus labios siendo yo quien marcaba el ritmo subiendo y bajando sobre él. Sus manos no tardaron en aferrar mis nalgas y sonreí sin dejar de moverme, rotando mi cadera, variando el ritmo todo de forma placentera dejando que el placer nos consumiera porque no iba a dejar que él hiciera nada. Nuestros cuerpos estaban completamente pegados y se rozaban cada vez que yo me movía, mi pelo caía por uno de mis costados y mis labios no dejaban de buscar los suyos dejando algún que otro mordisco mientras jadeos y gemidos escapaban de mis labios. Fui aumentando el ritmo poco a poco conforme el placer iba creciendo hasta marcar uno rápido, tenaz y voraz cuando el orgasmo se acercaba buscando que los dos llegáramos hasta que finalmente me aferré a él y gemí arqueando mi cuerpo ante el orgasmo, aun así no pude evitar mover mis caderas ante el placer que me recorría. Mi respiración era errática y acabé apoyando mi frente contra la suya cerrando los ojos sin separarme de su cuerpo, cansada pero saciada al mismo tiempo recorriendo su pecho con mis manos que subía y bajaba también igual de rápido que el mío, mis ojos buscaron los suyos y sonreí para dejar un beso en sus labios y luego dejar mi rostro contra su cuello.
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Mensaje por Ubbe Cannif Mar Ago 01, 2017 8:21 am

“Esta vez voy a ser yo quien mande, general “ gruño por sus palabras estoy completamente excitado y eso es una obviedad por el modo que saqueo su boca con salvaje necesidad. Ella poco a poco marca un ritmo mas calmo, que contrasta con mi desatada tormenta.
Gruñó contra sus labios, suenan los cuernos, los escudos se alzan y las hachas golpeando los escudos vaticinan la guerra, pero esta vez no mando y eso me quiebra.

Sus caderas marcan el son de la gesta, el ritmo es ardiente, siento el fuego recorrerme, excitado proclamo su nombre entre roncos gruñidos como mi único estandarte, ahora ella es el motivo por el que mi acero desquebraja la carne.
Siento como baja permitiéndome adentrarme en sus profundidades, los dos gruñimos al unisono, su espalda se arquea como lo hace el arco con la saeta y su pelo cae rozando la noche como si el fuego iluminara el cielo con la lluvia de flechas lanzadas.

Mis dedos se hunden en su carne, la muevo sobre mi incapaz de permitirme hacer, el placer me recorre con aquel demencial ritmo en el que el martillo y el yunque hacen saltar chispas forjando lo nuestro.
Nuestros labios se urgen, se buscan, se encuentran, piel con piel el mundo se silencia y solo nuestras agitadas respiraciones invaden la cámara que es testigo de un encuentro demencial.
El éxtasis se acerca, sus paredes tiemblan apretando mi hombría que se sacude contra estas esparciendo mi simiente en su interior.

La puerta se abre, entra Hakony Synnove hablando, riéndose y dándose golpes como siempre.
Tomo sus caderas inmovilizándola, dando los últimos empujones mientras mi miembro da sus coletazos.
Nai busca algo con lo que cubrirse, mis hermanos no nos prestan atención, para nosotros el sexo es algo habitual, hemos crecido viendo follar a nuestros padres.

Me rio contra los labios de mi prometida mientras esta me pega un manotazo no contenta con nuestras barbaras costumbres y se deja caer en el lecho cubriéndose.
Repaso su espalda con mis dedos
-Te quiero egipcia.

Me alcé desnudo, mi hermana llevaba unas manzanas así que le robé una con picardia dándole un mordisco.
-Aparta eso de mi lado -gruñó mi hermana refiriéndose a mi alzado miembro.
Hakon se reía y yo me uní a sus risas mientras mi hermana negaba con la cabeza buscando apoyó en Naitiri que ya hacia bastante con intentar vestirse sin que Hakon viera nada.

Yo era un hombre celoso, pero no de Hakon y no en estas circunstancias.
-Se que me vais a echar de menos paro me vuelvo con la egipcia a casa -sentencié dando otro bocado a la manzana.
Enarque una ceja ante la cara de alegría de esos dos.
-Tampoco pido una fiesta de despedida, pero joder, parece que os quitéis un peso de encima.

Hakon me empujó hacia la cama para que volviera con Nai que ya estaba colocándose los zapatos
-No podías haberlo dicho mejor Ubbe -bromeó -estábamos cansados de vivir con un general depresivo.
Gruñí mientras ahora las dos mujeres se reían de mi.
-Y por Odin Nai, el vikingo cabeza hueca y terco no es de vuelta...joder dale hijos y mantelo contento – Dijo Hakon mirando a mi prometida.
Un capón se llevó de mi hermana bajo la atenta mirada de Nai que reía sin parar seguramente pensando que a los tres nos faltaba un hervor o dos o tres .

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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Ago 01, 2017 7:55 pm

Estar con él me calmaba y me tranquilizaba, me sosegaba, curaba todos mis males y era algo que podía notar dado que el desasosiego que había sentido esos días se había esfumado, con solo rozar mi piel o besar mis labios era como ese bálsamo que necesitaba, que siempre había necesitado aunque no me hubiera dado cuenta de ello. Nuestros cuerpos se buscaban y se necesitaban y nosotros no nos negamos a que eso pasara y nos dejamos llevar por lo que sentíamos, no hacía falta expresar con palabras lo que nuestros cuerpos por ellos mismos manifestaban. Éramos esclavos el uno del otro, de la piel, del calor, de los besos... de todo en general, y era algo que ninguno podíamos negar a esas alturas. Incluso habiéndole dicho que por esa vez mandaba yo, sabiendo que no le gustaba que le impusieran órdenes porque estaba acostumbrado a dadas, tuve que imponerme un par de veces en las que quiso tomar el control y yo me negué por completo, tiraba de su pelo para dejar su cuello más al descubierto y tensado y mis labios recorrían el lugar dejando besos y mordiscos mientras me mantenía quieta como si fuera un “castigo” por intentar imponerse, no había podido llevar sus manos a mis nalgas y eso me hizo sonreír contra su piel. No llevaba bien que le mandaran pero sabía que si le dejaba, que si le cedía el control, no miraría en absoluto y se olvidaría de la herida de su costilla así que por eso mismo fue por lo que yo tomé el ritmo de aquella entrega.

El placer se iba extendiendo por nuestros cuerpo y sonreí contra sus labios cuando gruñó un par de veces mi nombre muestra de que él disfrutaba como lo estaba haciendo yo, juntos nos acercábamos a ese placer que nos consumía y nos quemaba por dentro sin dejar de moverme sobre él, sus dedos se hundían en mi piel hasta que finalmente alcanzamos el orgasmo juntos. Mi cuerpo vibraba por el placer y lo notaba a él llegar también en mi interior sin ser consciente de nada más, en aquel momento solo existíamos él y yo y el resto del mundo había desaparecido por completo, nada más importaba, nada más tenía sentido que esa cama, esa habitación y nuestros cuerpos desnudos. Claro que lo que no pude prever es que tras alcanzar el orgasmo la puerta se abriera de golpe y por ella entraran sus hermanos, que si hubieran llegado un par de minutos antes nos hubieran pillado en mitad de todo, y ahora entraban como si nada, como si no fueran conscientes de que estábamos allí y que estábamos desnudos. No me lo esperé para nada y por suerte para mí la cascada de mi pelo caía por el lado que podía estar más expuesto y eso me tapaba de la vista de ellos, aunque tampoco miraron en nuestra dirección.

No estaba acostumbrada a ello, sí a que me vieran desnuda... pero no a que lo hicieran sus hermanos y menos que nos pillaran en aquel momento tan íntimo. Ubbe se reía acostumbrado a ese tipo de cosas mientras yo quería en cierta forma taparme un poco, sentía su aliento entrecortado por la risa contra mis labios y se llevó un manotazo en el pecho de mi parte, me besó sin separarse de mi notándolo todavía en mi interior en una sensación agradable y mordí su cuello antes de bajarme de él y tumbarme boca abajo mientras sus hermanos se reían y se daban golpes, ajenos totalmente a lo que nosotros estábamos haciendo. El vikingo recorrió mi espalda con sus dedos provocándome ciertas cosquillas y mis ojos lo buscaron cuando dijo que me quería haciendo que sonriera, me hacía todavía cierta gracia que nos llamáramos por nuestra nacionalidad y cuando se levantó me mordí el labio para comenzar a vestirme mientras ellos, ajenos a todo, ni me prestaban la menor atención y lo agradecí. Levanté mi vista ante las palabras de Synnove y reí levemente abrochando el corpiño viendo que le había quitado una manzana a su hermana, ellos se reían y ella me miraba mientras yo sonreía de lado y me encogía de hombros con cierta diversión, si no quería verlo desnudo podrían haber llamado antes de entrar y no lo vería de esa forma.

Casi estaba ya vestida cuando escuché las palabras del vikingo y sonreí de lado para ver la cara que ponían ellos dos, sabiendo lo que sabía suponía que estando él allí momentos para estar a solos habrían tenido más bien pocos, así que él volviera conmigo a casa les daba la oportunidad de estar a solas y disfrutar los dos de estar juntos ya que seguramente esos días no habrían podido hacerlo. Me reí de sus palabras porque él no entendía a qué venían sus caras, mira que era ciego y necio aquel hombre... si yo me había dado cuenta en una noche no entendía cómo él que llevaba más tiempo con ellos no se había fijado en cómo se miraban, pero a mí no me tocaba entrar en ese tema yo ya les había dicho que se lo dijeran, tarde o temprano aquello saldría a la luz y no sabía muy bien cómo se lo iba a tomar el vikingo. Hakon lo empujó dejándolo de nuevo a mi lado y yo sonreí cuando dijo que era justo eso lo que querían, que no querían soportar a un general depresivo y me reí sin poder evitarlo por sus palabras mientras él gruñía por el comentario de su hermano, que como excusa había dicho aquello.


-Menudo general tenéis... –rodé los ojos divertida y le quité la manzana en cuanto sus ojos se clavaron en los míos para darle un mordisco sin perder la sonrisa, su brazo rodeó mi cintura y me dio un azote en respuesta a mi comentario que me hizo reír aún más mientras me ponía delante de él y mi espalda quedaba contra su pecho con su mano todavía en mis nalgas, aquel hombre tenía un serio problema con esa parte de mí cuerpo, no podía negármelo. Escuché las palabras de su hermano y Synnove le dio un capón que me hizo mirarlo con cierta diversión y negar con la cabeza mientras daba otro mordisco a la manzana que le había quitado a Ubbe, y que este le había quitado a su hermana- en mí defensa tengo que decir que fue tú hermano el que quiso venir a vivir con vosotros, yo ahí no tengo nada que ver –su siguiente comentario me hizo entender perfectamente que les había dicho el motivo por el cual nos habíamos peleado y él parecía recordármelo como si no fuera algo que ya hubiera hablado con él. Los vikingos tenían una fijación por tener hijos, claro que también la tenían por hacerlos y eso explicaba muchas cosas, pero lejos de ofenderme o molestarme su comentario más bien me hizo gracia- es lo que estaba haciendo cuando habéis entrado interrumpiéndonos, por Ra; ¿nunca os han dicho que tenéis que llamar antes de entrar? –Enarqué una ceja mirándolos- No os preocupéis que ya me llevo a vuestro general y así podéis portaros mal –sonreí de lado sabiendo que ellos entenderían mis palabras, claro que el vikingo no lo haría y eso me provocó cierta gracia- ya me ocuparé yo de tenerlo feliz y contento... y curado –añadí mirándolo de reojo porque seguro que ni se había molestado en curarse como era debido, di otro mordisco a la manzana y me giré quedando de lado frente a él- venga general, vístete que te llevo a casa –dejé un azote en su trasero con una sonrisa algo maliciosa y mientras él se vestía me acerqué a su hermana para preguntarle si me dejaba ver la herida, tenía buen aspecto y se curaba poco a poco, le quedaría una cicatriz y parecía que eso le enorgullecía. Una vez se terminó de vestir les volví a recordar que la próxima vez que quedáramos haría yo la fiesta en un intento de que fuera “tranquila”, aunque al parecer no conocían esa palabra, y no pregunté si sabían del plan suicida de su hermano porque seguramente también se lo habría contado y conociéndolos no habrían puesto pega alguna. Salimos del hostal juntos y entrelacé nuestras manos mientras emprendíamos el camino de vuelta a casa que era donde él debía de quedarse y de donde no debería de haberse marchado. Tenía hambre y mis tripas rugieron recordándomelo, no había cenado nada porque cuando salí del museo había ido directa allí y la verdad es que no me apetecía llegar a casa y ponerme a cocinar, así que alcé mi vista para mirarlo- ¿te apetece si nos vamos a cenar algo antes de ir a casa? No he tomado nada y tengo hambre, te comería a ti pero prefiero dejarte para el postre... –sonreí con cierta malicia y me elevé para dejar un mordisco en su labio inferior mirándolo de forma fija- mañana entro más tarde al museo así que podemos cenar algo y si te apetece podemos dar una vuelta –no sabía por qué pero algo me decía que no había salido mucho del hostal en esos días, yo estaba algo cansada pero podía aguantar un poco y el hecho de entrar más tarde al día siguiente facilitaba las cosas- ¿te gusta el algodón de azúcar? ¿Nos acercamos a la feria? Allí tienen puestos de comida también para poder cenar algo –mi cabeza se apoyó en su hombro mientras seguíamos andando tomando un rumbo que seguir aquella noche, me encontraba bien y quería disfrutar de ese momento en parte porque también sabía que en curarse se lanzaría de lleno a ese plan loco que había pactado con Caleb, y después de estar separados cada minuto contaba.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Ago 02, 2017 4:27 am

Me quitó la manzana en cuanto mi brazo rodeó su cintura y mi mano acaparó sus nalgas presionándolas para colocarla frente a mi rozándole el trasero con mi miembro.
-Eso, tu apoya a tu general -gruñí dándole un mordisco en el cuello mientras los tres se reían.
Negué con la cabeza sin que Nai me viera imitando sus gestos mientras hablaba de que fui yo quien me quise ir y que ella no tuvo nada que ver.
Claro que Nai me vio por el rabillo del ojo y me dio un pellizco en el lado acabando así con mi interpretación teatral.
-Normal que me viniera con vosotros, no me quería saciar y me mandó a la cama como un niño -mascullé entre dientes.
Mis hermanos se descojonaban y Nai gruñía y se reía por igual escuchando mi relato.
-Hasta el chucho ese osó desafiarme -mascullé entre dientes.

Mi hermano Hakon no podía aguantar mas la risa, se doblaba poniendo la mano en el vientre mientras Synnobe nos miraba a los dos negando y solidarizándose con Nai.
-Te compadezco -decía entre risas.
Claro que la egipcia no dudó en recriminarles su actitud, hasta utilizó a su querido dios Ra, para pedirles un poco de intimidad antes de abrir la puerta como los bárbaros que eramos.
-Nosotros hemos crecido escuchando a mis padres follar, no se detenían porque entráramos en la habitación, ademas en las fiestas del norte no es algo atípico ver gente mantener relaciones sexuales, vamos todos ciegos, es lo que tiene -le expliqué con cierta diversión mientras recorría su cuello con mis labios y lo calcinaba con mi aliento.
-Entonces, ¿vas a dejar esa hierbas? -pregunté arrastrando las palabras por su cálida piel.

De nuevo eludió la pregunta logrando un mohin de mi rostro, me dio un azote en el culo para que me vistiera volviendo a estallar todos en risas.
No tardamos en abandonar el hostal dejando a mis hermanos solos de nuevo.
Caminábamos abrazados por las calles de París, la brisa se sentía agradable aquella noche plagada de estrellas, ciertamente había salido lo justo del hostal, para cazar y poco mas, así que la idea de ir a cenar algo y después pasear me pareció perfecta.
-Déjame llevarte a una cantina donde padre y madre nos llevaban a cenar, no es muy conocida. No tiene lujos pero si la mejor cerveza negra y una carne que hacen a la brasa que esta de vicio ¿que me dices? -susurré contra sus labios.

Convertirme en el postre sonaba muy bien, demasiado bien, la verdad es que de nuevo nos plagábamos de caricias, de besos, de confesiones cómplices en el oído del otro y risas que inundaban las calles mientras yo daba inquieto vueltas a su alrededor contándole algunas aventuras de forma muy expresiva.
Se me notaba feliz, pletórico, la había echado mucho de menos, la quería y aunque era lo suficiente terco como para no dar mi brazo a torcer, me alegraba de que ella hubiera venido a buscarme.
Las cosas no estaban solucionadas, el principal problema, mi linaje era un tema que ella eludía una y otra vez.
Pero por el momento iba a dejarlo pasar, hoy quería disfrutar de mi prometida, puede que no volviera de esa incursión al castillo, así que pensaba aprovechar al máximo cada minuto, cada segundo junto a ella.

Llegamos a la cantina, tomamos asiento en una de las mesas, el posadero, mucho mas joven de lo que yo lo recordaba nos preguntó que queríamos para beber y comer. Lepedí dos jarras frías de cerveza negra y algo de carne de jabalí.
Miré a Nai por si quería una ensalada o algo para acompañar, yo estaba hambriento.

Cuando le hombre se fue a por la comanda tiré de la cintura de mi prometida subiéndola a mi regazo, mis manso palpaban ansiosas sus nalgas mientras ella se reía contra mi boca.
-Solo tocandote el culo me la pones dura -dije con picarda -¿cuando vas a bailar para mi? -le pedí -sobre mi -corregí

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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Ago 02, 2017 1:49 pm

Era imposible que no me riera frente a los tres mientras se lanzaban pullas los unos a los otros y yo me reía divertida por las formas en las que se trataban, ellos no lo sabían pero los envidiaba muchísimo, de una forma totalmente sana sin ninguna maldad por el medio obviamente. Los miraba y me gustaba cómo se trataban, la complicidad que había entre ellos, el apoyo que se procesaban los unos a los otros sin importar lo descabellado que pudiera llegar a ser el plan, o por muy poco a o nula lógica que llegara a tener. Los tres eran valientes, decididos y poseían un arrojo que no muchos tenían con sus hermanos... y los envidiaba, yo no sabía si mi madre hubiera tenido o no más hijos pero teniendo en cuenta que cuando yo me separé tenía ocho años era algo que dudaba, pero sí me habría gustado. Yo no había tenido hermanos y aunque sí era cierto que a veces de pequeña había bromeado con tenerlo no sabía realmente lo que me había “perdido” hasta que los veía a ellos. Aunque sabiendo lo que nos pasó prefería que mi madre no hubiera tenido más hijos, si para mí había sido duro para mi madre separarla de dos hijos y uno de ellos muchísimo más pequeño que yo debía de doler demasiado. Mejor que nadie hubiera pasado por lo que yo pasé, aunque sí me habría gustado contar como esa camaradería que tenían.

Me gustaba estar con los tres juntos porque ninguno tenía pelos en la lengua y no se cortaban o median sus palabras, así que todo era mucho más divertido cuando se lanzaban pullas y se metían los unos contra los otros... en ese caso los dos iban a por Ubbe y ciertamente me uní a ellos un poco, claro que el vikingo no se quedaba atrás y me echaba las culpas de todo, incluso mencionó a Isis haciendo que sus hermanos se rieran de él hasta que al final le mandé a que se vistiera. Era consciente de lo que odiaba que le dieran órdenes, me lo había dicho un par de veces y que siguiera las mías era sumamente divertido, ver sus caras era lo mejor de todo. Atrás quedó el hostal y mientras caminábamos por las calles de París como una pareja más que disfrutaba de la noche ajena a todos sus problemas y preocupaciones miré al vikingo con una sonrisa, no paraba de moverse a mi alrededor contándome anécdotas de sus batallitas, de cuando era pequeño y se iba con su primo a hacer travesuras y demás. Me reí mientras me gesticulaba y yo lo escuchaba con cierta diversión e incluso le hacía preguntas con una sonrisa, yo poco podía contarle de mi infancia o de lo que podía recordar de ella, no quería tocar el tema del burdel porque sabía que no le gustaba en absoluto y quería dejar la fiesta en paz.


-Me parece buena idea ir a la cantina, me muero de hambre y si está tan bueno como dices tendremos que ir a comprobarlo –sonreí dejando que fuera él quien mostrara el camino hacia la taberna, me daba igual si no tenía lujos o si no era conocida, mientras fuera con él todo lo demás restaba y carecía de importancia. Me seguía contando cosas de cuando era pequeño y yo me reía sin poder evitarlo, desde luego que anécdotas él tenía para aburrir si te parabas a pensarlo- ¿y nunca hubo ninguna niña que te gustara de pequeño? Vamos, no me creo que solo pensaras en ir a la guerra... va, confiesa –pedí tirando de su mano con cierta diversión, ya me había contado cuando fue su primera vez pero dudaba que de pequeño no le hubiera gustado o hecho gracia nadie, no me lo creía- ¿nadie seguro? ¿Ninguna te regalaba nada, o es que tú no lo veías que es diferente? –Pareció que le hice recordar algo y cuando me lo contó me reí sin poder evitarlo negando con la cabeza- es decir, esa niña te regalaba cosas ¿y no veías que le gustabas? Pobrecito –le di unos leves golpes en su hombro como a modo de consolación y me mordí el labio- aunque más bien yo diría probrecita, que eras un ciego que no se enteraba de nada –sonreí de lado por ello, pero como él dijo que era una esclava supuso que sería por simplemente agradar a su “señor”, a lo que me reí negando con la cabeza mientras llegábamos al lugar y nos sentábamos en una mesa, el vikingo pidió dos jarras de cerveza para variar y carne de jabalí, en cuanto el joven mesero se alejó con lo que le habíamos pedido su brazo rodeó mi cintura y me subió sobre su regazo, volvió para dejar las jarras de cerveza y se marchó de nuevo dejándonos solos. Mis labios acariciaban los suyos y sus manos, inquietas, acariciaban mis nalgas y yo me reí divertida ante la obsesión que tenía el vikingo que no me dejaba quieta, me reí algo más fuerte por sus palabras y apoyé mi rostro en su cuello por lo directo y sincero que había sido y dejé un mordisco en su cuello para elevar mi rostro y mirarle- a veces me pregunto si te vas a casar conmigo o con mis nalgas... ya no lo tengo tan claro –comenté con una sonrisa en los labios y mordí su inferior y luego pasé a mirarlo con una ceja enarcada- ¿bailar para ti? –Me reí por ello y rodeé su cuello con mis brazos mientras él cogía una de las jarras y le daba un trago y yo lo miraba con la cabeza un poco ladeada- ¿quieres que me compre un vestido de esos que llevan monedas y te baile la danza del vientre? –Sonreí mordiéndome el labio mirándolo y negué levemente con la cabeza- bailar sobre ti... ¿no era lo que estaba haciendo en el hostal? –Moví mis caderas sobre él levemente, de forma que supiera aunque ya lo sabía a lo que me refería- Además, ¿sabes lo difícil que resulta bailar sobre un general que no deja que nadie domine la situación en ningún momento? –Mis dedos se deslizaron por su rostro y repasé su barba con estos, dando pequeños tirones a su barba con cierta diversión por lo que me decía- y no será porque no lo he intentado –aseguré con una sonrisa justo cuando nos trajeron los platos de carne junto a una fuente de patatas que tenían una pinta deliciosa y pan para acompañar lo que habíamos pedido, volvimos a quedarnos solos e iba de nuevo a mi sitio pero no me dejó bajar de su regazo y me reí divertida- te tengo mal acostumbrado –comenté con una sonrisa y cogí la jarra para dar un trago antes de comenzar a comer, tenía todo una pinta deliciosa y cuando probé la carne le di la razón; estaba muy buena.

Tenía mal acostumbrado al vikingo, o ya no sé si era yo la que se había acostumbrado a comer sentada sobre él de vez en cuando, el caso es que me hacía gracia cómo pedía que le diera de comer alguna que otra vez a lo que al principio le miraba mal pero acababa riéndome por la cara que ponía mientras seguíamos bebiendo, él no supe las jarras que se pidió debido al estar tan acostumbrado a beber que ni se inmutaba, se las bebía como si aquello fuera agua y no cerveza. Yo iba por mi segunda y no iba a pasar de ahí porque me conocía, pero él desconocía el número de jarras que se había pedido durante la cena. La verdad es que estaba todo muy buena y acabamos prácticamente con todo lo que habíamos pedido entre risas, caricias y confesiones. Le tuve que dar un manotazo cuando el muy descarado subió su mano por mi piel, al colarla por mi vestido, notando sus dedos ascender por mi muslo en dirección a la cara interna del mismo y como si eso no fuera poco y aprovechando que estábamos en la última mesa y que nadie veía lo que pudiera estar haciéndome porque yo les daba la espalda, su mano llegó a mi centro y me mordí el labio con fuerza ante el jadeo que iba a escapar de ellos, aferré su camisa con fuerza y lo miré viendo esa sonrisa ladeada que se gastaba, que me decía “me importa bien poco dónde estemos” y yo lo fulminaba para que apartara sus dedos, pero como no lo hacía tuve que mover mis caderas para rozar su miembro con esa parte de mi cuerpo que tanto le ponía y lo miré de forma fija.


-Ubbe –lo llamé en modo de advertencia para que parara, en nuestra casa sentados sobre la silla de nuestro salón que hiciera eso no me importaba, pero no en una taberna llena de gente- al final te voy a dejar sin postre –comenté con una sonrisa ladina, eso seguro que no fallaba y que lo hacía desistir de su loca idea al tiempo que mordía su labio inferior esperando que no siguiera con aquello y que continuáramos luego en casa cuando llegáramos.
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Under The Storm ~ Privado {+18} Empty Re: Under The Storm ~ Privado {+18}

Mensaje por Ubbe Cannif Jue Ago 03, 2017 6:44 am

Sonreí feliz contra sus labios escuchando sus palabras susurradas contra mi boca.
-Ufff, podías ponerte la ropa esa que llevan las árabes y bailarme.. -le lancé dos bocados al aire -sobre mi, como en el hotel -punté moviendo sus caderas con mis manos mientras los dos nos reíamos sin parar mirándonos fijamente.

Se notaba que el tiempo de distancia nos había producido heridas, que ahora pretendíamos sanar sin separarnos un ápice.
Mi nariz acarició su mandíbula, su cuello, mis labios descendieron por su piel dejándome embriagar por su olor.
-Uffff -repetí ante su risa sin dejar de apretar sus nalgas con mis manos -me casaré contigo, tu culo va incluido en el pack -dije guiñándole el ojo.

Deslicé mi lengua por sus labios, atravesando el precipicio de su boca, saqueando con violencia cada resquicio de ella, perdiéndome en ese sabor a fruta madura. Beso húmedo, pasional y necesitado.
-Te he echado de menos -confesé -solo que este general es terco para todo, hasta para tragarse su orgullo e ir a buscarte. Prometo que a la próxima me estaré quieto para disfrutar de ese baile..solo hasta que acabe el baile, después te haré mía a mi modo – susurré contra sus labios -¿bailaras para mi? -le pregunté arrastrando las palabras contra su boca.

Nos fueron trayendo la bebida, la cena, ella quería bajar, sentarse en la silla para comer, pero yo apreté con fuerza su cuerpo contra el mio haciendo un mohin.
-Por favor -susurré.
La había echado de menos y no me apetecía nada separarme un ápice de su cuerpo.
Tiré del plato pegándolo al mio, podríamos comer así, yo no tenia problema alguno con ello y mi picara sonrisa creo que lo dejaba claro.
Ella reía por el acto infantil del general mientras mis manso seguían en su culo como si fueran un imán.
“Te tengo mal acostumbrado” fue su concesión, yo reía sin parar bebiendo de la jarra. Le señalaba de vez en cuando lo que quería comer y ella fruncía el ceño pero acaba riéndose por como la peloteaba dándole besos sin parar y sin dejar de meterle mano durante toda la cena.

La cosa poco a poco se fue calentado, habíamos bebido bastante y su cuerpo contra el mio parecían brasas incendiandome por completo.
Gruñí contra su boca girándola para subirla a horcajadas sobre mi, mi hombría acariciaba su centro, mi boca se adentraba una y otra vez en la ciudad prohibida, abriendo el portón, saqueando su interior entre roncos gruñidos.

Mi nombre escapó de sus labios como advertencia, sabia que ella no era muy propensa a mostrar el deseo en publico, al menos no del modo que yo lo hacia.
-El vestido nos tapa -susurré en su oído con la voz ronca moviendo sus caderas contra mi acero alzado -¡vamos egipcia! -pedí entre susurros recorriendo su mandíbula con mi boca, mordiendo su mentón y llevando uno de mis dedos a su feminidad haciendo a un lado las bragas.
-Estas mojada -susurré contra su boca deslizando la yema de mis dedos por su trinchera.
Sonreí con picardia contra su boca cuando introduje sendos dedos en su interior y acallé su gemido con mis labios.
-Uffff, me estas poniendo mucho -susurré observando su rostro plagado de placer mientras despacio movía mis dedos en su interior.



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