AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La joven de la perla. {Priv. Sirius}
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La joven de la perla. {Priv. Sirius}
Recuerdo del primer mensaje :
Las cosas en Rumanía siempre andaban algo tensas, se habían adaptado a aquel frío país y vivían a caballo entre la baronía de Oltenia, en la baja Valaquia al lado del río Olt, y la capital del reino, donde Damon reinaba con mano firme. A veces viajaban a Francia de donde eran originarias ella y su madre y visitaban a la familia y conocidos. Elaine formaba parte de la manada Landvik como miembro de pleno derecho desde que fue transformada por el propio Damon, del cual además, recibió instrucción así como de Ariyne, y estaba preparada para cualquier evento que pudiera acontecer. Pero Brianna insistió en que debería pasar un año en París, en casa de una prima, y estudiar en el College de France. Su intención es que estudiase algo de negocios o política, pero eso estaba vetado a las mujeres por poderosas o ricas que fueran, y Elaine destacaba en las artes plásticas, carrera que sí podía tomar.
Llegó a la capital parisina en el mes de junio para adaptarse a la ciudad, a la sociedad y a todo lo que tendría que hacer, porque no sólo estudiaría pintura y escultura, historia del arte y literatura, sino que debería hacer frente a las obligaciones que como miembro de la manada y de la realeza rumana le tocaban. Recibía correspondencia de su madre y de Damon todas las semanas, debía visitar a las familias con las que tenían relaciones comerciales o sociales en representación de los Landvik, asistir a sus eventos, cumpleaños, fiestas y bodas en calidad de invitada y embajadora de esa nobleza rumana. Como en aquella fiesta de puesta de largo. Ella hizo la suya dos años antes en el castillo de Damon y lo cierto es que esos eventos le daban un poco igual, no es que se divirtiera demasiado, pero aceptaba su papel y colaboraba con su manada a lo que fuera necesario. La habían educado para ser fuerte y valiente, cualidades que ya tenía desde pequeña cuando batalló con la penosa enfermedad día tras día, mirando a la muerte contínuamente hasta los nueve años.
Los Saint-Peasant hacían la puesta de largo de sus mellizas, que estaban radiantes con sus vestidos blancos, rodeadas de toda la gente joven de la alta sociedad y las familias más influyentes. La fiesta era como todas, música, baile, comida, corrillos y cuchicheos, un desfile de toda la ropa a la última moda movíendose por los salones, sonrisas y saludos de cortesía, puñaladas y cotilleos por detrás. Era la enésima fiesta ala que se veía obligada a asistir, era temporada alta antes de empezar el curso. Las jóvenes casaderas trataban de pescar maridos en esas fiestas ahora que el buen tiempo acompañaba y podían dejar al aire más trozo de piel.
Salió del salón de baile rumbo a una de las terrazas exteriores sobre los jardines, allí no había apenas nadie, algunas parejas paseando tratando de perderse entre los setos para poder tener un poco de intimidad. La música sonaba algo más lejana y el atardecer estaba dando paso a la noche lentamente, ocultando el sol por las montañas. Se apoyó sobre una baranda, escuchando el rumor de una fuente algo lejana. Su vestido anaranjado realzaba sus profundos ojos verdes, y su cabello largo hasta la cintura caía por la espalda tan sólo sujetos en las sienes con unos trenzados intercalados de minúsculas perlas. Su madre insistía en que fuera siempre perfecta y llevaba guantes de encaje hasta la muñeca, y un medallón con una perla en forma de luna llena que le regaló Damon colgado al cuello.
Se tomaría un descanso antes de volver adentro y seguir con las charlas banales. Los jardines eran bonitos, podrían pintarse en un lienzo y colgarlo en alguna de las salas.
Las cosas en Rumanía siempre andaban algo tensas, se habían adaptado a aquel frío país y vivían a caballo entre la baronía de Oltenia, en la baja Valaquia al lado del río Olt, y la capital del reino, donde Damon reinaba con mano firme. A veces viajaban a Francia de donde eran originarias ella y su madre y visitaban a la familia y conocidos. Elaine formaba parte de la manada Landvik como miembro de pleno derecho desde que fue transformada por el propio Damon, del cual además, recibió instrucción así como de Ariyne, y estaba preparada para cualquier evento que pudiera acontecer. Pero Brianna insistió en que debería pasar un año en París, en casa de una prima, y estudiar en el College de France. Su intención es que estudiase algo de negocios o política, pero eso estaba vetado a las mujeres por poderosas o ricas que fueran, y Elaine destacaba en las artes plásticas, carrera que sí podía tomar.
Llegó a la capital parisina en el mes de junio para adaptarse a la ciudad, a la sociedad y a todo lo que tendría que hacer, porque no sólo estudiaría pintura y escultura, historia del arte y literatura, sino que debería hacer frente a las obligaciones que como miembro de la manada y de la realeza rumana le tocaban. Recibía correspondencia de su madre y de Damon todas las semanas, debía visitar a las familias con las que tenían relaciones comerciales o sociales en representación de los Landvik, asistir a sus eventos, cumpleaños, fiestas y bodas en calidad de invitada y embajadora de esa nobleza rumana. Como en aquella fiesta de puesta de largo. Ella hizo la suya dos años antes en el castillo de Damon y lo cierto es que esos eventos le daban un poco igual, no es que se divirtiera demasiado, pero aceptaba su papel y colaboraba con su manada a lo que fuera necesario. La habían educado para ser fuerte y valiente, cualidades que ya tenía desde pequeña cuando batalló con la penosa enfermedad día tras día, mirando a la muerte contínuamente hasta los nueve años.
Los Saint-Peasant hacían la puesta de largo de sus mellizas, que estaban radiantes con sus vestidos blancos, rodeadas de toda la gente joven de la alta sociedad y las familias más influyentes. La fiesta era como todas, música, baile, comida, corrillos y cuchicheos, un desfile de toda la ropa a la última moda movíendose por los salones, sonrisas y saludos de cortesía, puñaladas y cotilleos por detrás. Era la enésima fiesta ala que se veía obligada a asistir, era temporada alta antes de empezar el curso. Las jóvenes casaderas trataban de pescar maridos en esas fiestas ahora que el buen tiempo acompañaba y podían dejar al aire más trozo de piel.
Salió del salón de baile rumbo a una de las terrazas exteriores sobre los jardines, allí no había apenas nadie, algunas parejas paseando tratando de perderse entre los setos para poder tener un poco de intimidad. La música sonaba algo más lejana y el atardecer estaba dando paso a la noche lentamente, ocultando el sol por las montañas. Se apoyó sobre una baranda, escuchando el rumor de una fuente algo lejana. Su vestido anaranjado realzaba sus profundos ojos verdes, y su cabello largo hasta la cintura caía por la espalda tan sólo sujetos en las sienes con unos trenzados intercalados de minúsculas perlas. Su madre insistía en que fuera siempre perfecta y llevaba guantes de encaje hasta la muñeca, y un medallón con una perla en forma de luna llena que le regaló Damon colgado al cuello.
Se tomaría un descanso antes de volver adentro y seguir con las charlas banales. Los jardines eran bonitos, podrían pintarse en un lienzo y colgarlo en alguna de las salas.
Elaine Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/05/2017
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Re: La joven de la perla. {Priv. Sirius}
En silencio me limité a observar sujetando la mano de Elaine como le caía la mascara a su padre.
Supongo todos idealizamos aquello que no conocemos, en nuestra imaginación infantil creamos una padre o una madre que por desgracia cuando nos enfrentamos a la realidad dista mucho de ser el de nuestros sueños.
También yo tenia idealizada a mi madre y eso que jamas había oído ni una palabra sobre ella.
Entendía la desilusión que reflejaban los ojos de Elaine, entendía que quisiera largarse de allí, pero no iba a permitir que lo hiciera en el estado en el que estaba ahora mismo.
-Escucha ¿que has oído? ¿que un hombre busque consuelo para su entrepierna en un burdel? Conozco grandes vikingos que visitan las mancerias y no por ello son malos tipos, simplemente viven un hastió con sus mujeres, malas temporadas o perdidas...
No estoy diciendo que ese hombre sea un buen hombre, lo que estoy diciéndote es que no puedes juzgarlo todo por una conversación sobre ir o no a un burdel.
Ladeé la sonrisa, quizás porque sabia que ese tipo era un hijo de puta, no lo hacia por él, si no por ella, no quería que saliera de allí hecha una mierda.
-Vamonos, podemos ir a un burdel -bromeé con una amplia sonrisa guiñándole el ojo.
Era una broma, evidentemente no era ni de lejos el sitio donde la llevaría, pero no conocía nada de París, no había salido del norte prácticamente.
Me puse en pie y tiré de su mano hacia el exterior de la opera, allí ya habíamos visto bastante.
Por desgracia enfrascado en buscar la salida tuvimos la mala suerte fue dar de bruces con el que era su padre que por lo visto se había levantado para acudir al servicio.
-Que tenga una buena noche -dije sin mas rodeando con mi brazo al cintura de Elaine para sacarla de allí.
-Vamos a mi hotel, nos ponemos ropa cómoda y nos vamos al lago ¿que te parece? Podemos bañarnos.
Lo que no esperé es que aquel tipo detuviera nuestro avance con una sonrisa socarrona.
-Eres de la familia Cannif ¿cierto muchacho? -me preguntó.
-Así es caballero -contesté con frialdad
-Hace tiempo que quería hablar de algunos asuntos con vuestro padre, unos negocios que creo pueden resultarnos beneficiosos a ambos.
-Muy bien, le haré llegar su mensaje barón y ahora si me disculpa... -no terminé la frase cuando el muy idiota me invitó a acompañarlo a él y a su amigo al burdel, según él los tratos se cerraban mejor con alcohol y unas mujeres lamiéndote la verga.
-Siento declinar su invitación, pero voy acompañado y he dado mi palabra a la señorita. Mi intención es terminar la noche disfrutando de su compañía.
Supongo todos idealizamos aquello que no conocemos, en nuestra imaginación infantil creamos una padre o una madre que por desgracia cuando nos enfrentamos a la realidad dista mucho de ser el de nuestros sueños.
También yo tenia idealizada a mi madre y eso que jamas había oído ni una palabra sobre ella.
Entendía la desilusión que reflejaban los ojos de Elaine, entendía que quisiera largarse de allí, pero no iba a permitir que lo hiciera en el estado en el que estaba ahora mismo.
-Escucha ¿que has oído? ¿que un hombre busque consuelo para su entrepierna en un burdel? Conozco grandes vikingos que visitan las mancerias y no por ello son malos tipos, simplemente viven un hastió con sus mujeres, malas temporadas o perdidas...
No estoy diciendo que ese hombre sea un buen hombre, lo que estoy diciéndote es que no puedes juzgarlo todo por una conversación sobre ir o no a un burdel.
Ladeé la sonrisa, quizás porque sabia que ese tipo era un hijo de puta, no lo hacia por él, si no por ella, no quería que saliera de allí hecha una mierda.
-Vamonos, podemos ir a un burdel -bromeé con una amplia sonrisa guiñándole el ojo.
Era una broma, evidentemente no era ni de lejos el sitio donde la llevaría, pero no conocía nada de París, no había salido del norte prácticamente.
Me puse en pie y tiré de su mano hacia el exterior de la opera, allí ya habíamos visto bastante.
Por desgracia enfrascado en buscar la salida tuvimos la mala suerte fue dar de bruces con el que era su padre que por lo visto se había levantado para acudir al servicio.
-Que tenga una buena noche -dije sin mas rodeando con mi brazo al cintura de Elaine para sacarla de allí.
-Vamos a mi hotel, nos ponemos ropa cómoda y nos vamos al lago ¿que te parece? Podemos bañarnos.
Lo que no esperé es que aquel tipo detuviera nuestro avance con una sonrisa socarrona.
-Eres de la familia Cannif ¿cierto muchacho? -me preguntó.
-Así es caballero -contesté con frialdad
-Hace tiempo que quería hablar de algunos asuntos con vuestro padre, unos negocios que creo pueden resultarnos beneficiosos a ambos.
-Muy bien, le haré llegar su mensaje barón y ahora si me disculpa... -no terminé la frase cuando el muy idiota me invitó a acompañarlo a él y a su amigo al burdel, según él los tratos se cerraban mejor con alcohol y unas mujeres lamiéndote la verga.
-Siento declinar su invitación, pero voy acompañado y he dado mi palabra a la señorita. Mi intención es terminar la noche disfrutando de su compañía.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La joven de la perla. {Priv. Sirius}
El ir a un burdel cuando tu mujer te ama y se muere por acariciar tu piel, por estar contigo, por despertar enredados en la cama... sí es de ser mala persona. Cuando pensaba en su madre y Damon, lo que tenían que soportar, lo que sufrían cuando estaban alejados el uno del otro, los sacrificios que les tocaba hacer por el bien de un reino y de su gente, anteponiendo todo eso a su propia felicidad...sabía que eso era amor del bueno, del de toda la vida, de esos de "para siempre". En el momento que el barón se planteaba aparcar a su esposa como un carro por un poco de diversión entre piernas más jóvenes, sabía que no respetaba el amor que su mujer pudiera tenerle.
Quizás no la amase, como le sucedía a Damon con la reina. Podría ser, ese detalle no lo había pensado. Quizás también lo obligaron a casarse y quizás...pf. Qué más daba. No quería seguir escuchando nada más. No debería haber ido, cuando Brianna le explicó los motivos de por qué guardó tanto secreto, estaba en su derecho de hacerlo y ahora entendía por qué: sólo quería protegerla de algo así, de una desilusión, porque Denis ya la decepcionó a ella, y de seguro que decepcionaría a Elaine.
¿Ir al lago? ¿qué lago? en París no habían lagos, para eso tenían que salir de la ciudad y perderse en la campiña, por ejemplo en el camino de Bercy o en Versailles, donde las grandes fortunas tenían sus fincas y residencias. Agradeció que Sirius la sacase de allí porque le daba la impresión de que la opera se le caia encima. Entonces la mala suerte quiso que se cruzaran con el barón en el pasillo y éste se detuvo a conversar con Sirius. Elaine lo miró de reojo, respirando agitadamente, porque algo dentro de ella la impulsaba a gritarle, a golpearlo, a decirle que fue un cabrón egoista con su madre, que se avergonzaba de ser hija suya...pero no despegó los labios.
El barón d'Entourage la miró de refilón y torció media sonrisa cuando Sirius le dijo que le había prometido a la dama pasar la noche con ella. Quizás fuera sólo un segundo, quizás fueran imaginaciones suyas, pero pudo ver el brillo, la pequeña chispa de lascivia en sus azules iris y se quedó petrificada. Su propio padre acababa de pensar en ella como una de esas furcias a las que visitaba en el Satine. Eso era todo cuanto necesitó para descontrolarse y sin más, le soltó un bofetón al barón, con la cara desencajada y respirando superficialmente. Sus ojos empezaban a reflejar destellos ambarinos peligrosamente. No podría cambiar completamente pero sus manos se estaban conviertiendo ya en garras, por su columna empezaban a sonar chasquidos secos de los huesos al deformarse, de la misma forma que su mandíbula, por la cual empezaban a brotar los colmillos, afilados y terriblemente voraces, dispuestos a matar y destripar al cabrón que le arruinó la vida y que se había atrevido a sonreir lujuriosamente allí delante de los dos.
Quizás no la amase, como le sucedía a Damon con la reina. Podría ser, ese detalle no lo había pensado. Quizás también lo obligaron a casarse y quizás...pf. Qué más daba. No quería seguir escuchando nada más. No debería haber ido, cuando Brianna le explicó los motivos de por qué guardó tanto secreto, estaba en su derecho de hacerlo y ahora entendía por qué: sólo quería protegerla de algo así, de una desilusión, porque Denis ya la decepcionó a ella, y de seguro que decepcionaría a Elaine.
¿Ir al lago? ¿qué lago? en París no habían lagos, para eso tenían que salir de la ciudad y perderse en la campiña, por ejemplo en el camino de Bercy o en Versailles, donde las grandes fortunas tenían sus fincas y residencias. Agradeció que Sirius la sacase de allí porque le daba la impresión de que la opera se le caia encima. Entonces la mala suerte quiso que se cruzaran con el barón en el pasillo y éste se detuvo a conversar con Sirius. Elaine lo miró de reojo, respirando agitadamente, porque algo dentro de ella la impulsaba a gritarle, a golpearlo, a decirle que fue un cabrón egoista con su madre, que se avergonzaba de ser hija suya...pero no despegó los labios.
El barón d'Entourage la miró de refilón y torció media sonrisa cuando Sirius le dijo que le había prometido a la dama pasar la noche con ella. Quizás fuera sólo un segundo, quizás fueran imaginaciones suyas, pero pudo ver el brillo, la pequeña chispa de lascivia en sus azules iris y se quedó petrificada. Su propio padre acababa de pensar en ella como una de esas furcias a las que visitaba en el Satine. Eso era todo cuanto necesitó para descontrolarse y sin más, le soltó un bofetón al barón, con la cara desencajada y respirando superficialmente. Sus ojos empezaban a reflejar destellos ambarinos peligrosamente. No podría cambiar completamente pero sus manos se estaban conviertiendo ya en garras, por su columna empezaban a sonar chasquidos secos de los huesos al deformarse, de la misma forma que su mandíbula, por la cual empezaban a brotar los colmillos, afilados y terriblemente voraces, dispuestos a matar y destripar al cabrón que le arruinó la vida y que se había atrevido a sonreir lujuriosamente allí delante de los dos.
Elaine Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/05/2017
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Re: La joven de la perla. {Priv. Sirius}
Un guantazo, eso es lo que Elaine con razón o sin ella le aventó en toda la cara al varón, lo peor no era solo eso, algo mas que suficiente para que cayera sobre ella el peso de la ley teniendo en cuenta la posición de ese hombre, si no que empezaba a descontrolarse, de descubrir lo que era de seguro le iría con el cuento a la inquisición y seria quemada en la plaza ante todas las miradas.
Tenia que encubrirla, no tenia tiempo para pensar, así que hice lo que mejor se me daba, sembrar el caos.
Mis ojos se tornaron anaranjados, bajé ligeramente los parpados para que no se notara, pero mis manos se entrecerraron, una tormenta violenta empezó a caer en el exterior, los rayo y las centellas resplandecían en el cielo acompañando a los truenos, la gente gritaba por esa peligrosa tormenta eléctrica, buscando desguarnecerse en el primer sitio que encontraban y los que estaban dentro de la opera miraban aterrados por las ventanas.
Cacé por la cintura a la loba, era mas fuerte que yo, aun así la mantuve a mi lado como pude, apretándola contra mi cuerpo, haciendo como si la calmará por aquel infierno que empezaba a desatarse en el exterior.
Extendí los dedos, los cristales de todo el edificio volaron por los aires, ladeé la sonrisa ocultó entre su pelo mientras ella forcejeaba gruñendo, incluso raspó mi espalda obligándome a gruñir de dolor.
Con mi gruñido un rayó atravesó el ventanal, por suerte no le dio a nadie, pero bastó para que la atención del varón se dispersara y como una rata saliera corriendo en busca de su esposa.
Como pude arrastre a Elaine que cegada por su presa quería seguirla para despedazarla.
-Maldita sea loa, mírame, estoy aquí, pero o paras o nos van a pillar a los dos.
Sabia lo peligrosa que podía ser la inquisición, a ninguno nos interesaba que pusieran sus ojos en nosotros y ambos estábamos arriesgándonos en demasía.
Una cosa era provocar una tormenta desde un lugar oculto en el lago y otra cosa bien distinta hacerlo en la opera con miles de asistentes en sus butacas.
El varón acompañado de su esposa volvió al hall, al parecer decidido a abandonar el lugar por su peligrosidad, sus ojos se clavaron en nosotros, supongo que no perdonaba el guantazo que le había marcado la mejilla.
-Lo lamento señor -dije intentando dar cordura a esto -la joven sufre de ataques epilépticos, una tormenta es suficiente como para desencadenar un brote. Discúlpeme, si es necesario, la dejaré en casa sedada y acudiré con vos al … -hice una pausa pues estaba allí su mujer.
Ladeé la sonrisa picaramente, dudaba que este quisiera que ella descubriera sus tejemanejes -al lugar donde se reúnen los caballeros para beber y tratar de negocios, aunque algo me dice que esta noche prefiera acompañar a su preciosa esposa a casa, la tormenta nos a cogido a todos por sorpresa, demos gracias a los dioses de que ya amaina.
Tenia que encubrirla, no tenia tiempo para pensar, así que hice lo que mejor se me daba, sembrar el caos.
Mis ojos se tornaron anaranjados, bajé ligeramente los parpados para que no se notara, pero mis manos se entrecerraron, una tormenta violenta empezó a caer en el exterior, los rayo y las centellas resplandecían en el cielo acompañando a los truenos, la gente gritaba por esa peligrosa tormenta eléctrica, buscando desguarnecerse en el primer sitio que encontraban y los que estaban dentro de la opera miraban aterrados por las ventanas.
Cacé por la cintura a la loba, era mas fuerte que yo, aun así la mantuve a mi lado como pude, apretándola contra mi cuerpo, haciendo como si la calmará por aquel infierno que empezaba a desatarse en el exterior.
Extendí los dedos, los cristales de todo el edificio volaron por los aires, ladeé la sonrisa ocultó entre su pelo mientras ella forcejeaba gruñendo, incluso raspó mi espalda obligándome a gruñir de dolor.
Con mi gruñido un rayó atravesó el ventanal, por suerte no le dio a nadie, pero bastó para que la atención del varón se dispersara y como una rata saliera corriendo en busca de su esposa.
Como pude arrastre a Elaine que cegada por su presa quería seguirla para despedazarla.
-Maldita sea loa, mírame, estoy aquí, pero o paras o nos van a pillar a los dos.
Sabia lo peligrosa que podía ser la inquisición, a ninguno nos interesaba que pusieran sus ojos en nosotros y ambos estábamos arriesgándonos en demasía.
Una cosa era provocar una tormenta desde un lugar oculto en el lago y otra cosa bien distinta hacerlo en la opera con miles de asistentes en sus butacas.
El varón acompañado de su esposa volvió al hall, al parecer decidido a abandonar el lugar por su peligrosidad, sus ojos se clavaron en nosotros, supongo que no perdonaba el guantazo que le había marcado la mejilla.
-Lo lamento señor -dije intentando dar cordura a esto -la joven sufre de ataques epilépticos, una tormenta es suficiente como para desencadenar un brote. Discúlpeme, si es necesario, la dejaré en casa sedada y acudiré con vos al … -hice una pausa pues estaba allí su mujer.
Ladeé la sonrisa picaramente, dudaba que este quisiera que ella descubriera sus tejemanejes -al lugar donde se reúnen los caballeros para beber y tratar de negocios, aunque algo me dice que esta noche prefiera acompañar a su preciosa esposa a casa, la tormenta nos a cogido a todos por sorpresa, demos gracias a los dioses de que ya amaina.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La joven de la perla. {Priv. Sirius}
Estalló la tormenta y los rayos y truenos desbarataron la función, la luz iba y venía, la gente comenzó a salir de los palcos dirigiendose a la salida, comentando que las últimas noches había fenñomenos meteorológicos extraños sobre París.
Sirius agarraba la cintura de Elaine, calmándola y reteniéndola. Consiguió reponerse del ataque de furia roja que la invadió, jadeando, sudando, pensnado que iba a reventar por las vértebras si no paraba. La excusa de la epilepsia al parecer coló, pero ella no estaba escuchando realmente sus palabras, sólo trataba de recuperar el latido y la respiración y en algun momento consiguió desasirse de las manos del brujo y salir corriendo al exterior donde la lluvia la alcanzó de lleno.
Se detuvo mirando al cielo, dejando que el agua la bañara, la calara, y relajase sus sentidos en abullición. Demasiada gente, demasiado ruido, demasiado calor. Se desabrochó la capa y la dejó caer al suelo, caminando ya sin ella, haciendo acopio del aire frío de la noche y dejando que llenase sus pulmones y la tranquilizase. Damon se iba a cabrear, no debería haber perdido así la compostura. Necesitaba una guarida, su instinto de lobo la llamaba a perderse en un bosque, a desaparecer de la vista y lamerse las heridas aullando a la luna, en soledad. Le debía un favor muy gordo a Sirius, pero lo mejor que podía hacer por él ahora mismo era alejarse, no meterlo en más problemas por esa noche. Corrió, corrió como si la persiguiera el diablo y cuando consiguió llegar a un coche de caballos le pidió al cochero que la llevase a Versailles, allí sus frondos bosques podrían acogerla durante unas horas. Si no tenía mal entendido, eran territorio de la manada Paine, su madre conocía a la alfa, pues había trabajado para ella, y no habría problema de quedarse allí.
Sirius agarraba la cintura de Elaine, calmándola y reteniéndola. Consiguió reponerse del ataque de furia roja que la invadió, jadeando, sudando, pensnado que iba a reventar por las vértebras si no paraba. La excusa de la epilepsia al parecer coló, pero ella no estaba escuchando realmente sus palabras, sólo trataba de recuperar el latido y la respiración y en algun momento consiguió desasirse de las manos del brujo y salir corriendo al exterior donde la lluvia la alcanzó de lleno.
Se detuvo mirando al cielo, dejando que el agua la bañara, la calara, y relajase sus sentidos en abullición. Demasiada gente, demasiado ruido, demasiado calor. Se desabrochó la capa y la dejó caer al suelo, caminando ya sin ella, haciendo acopio del aire frío de la noche y dejando que llenase sus pulmones y la tranquilizase. Damon se iba a cabrear, no debería haber perdido así la compostura. Necesitaba una guarida, su instinto de lobo la llamaba a perderse en un bosque, a desaparecer de la vista y lamerse las heridas aullando a la luna, en soledad. Le debía un favor muy gordo a Sirius, pero lo mejor que podía hacer por él ahora mismo era alejarse, no meterlo en más problemas por esa noche. Corrió, corrió como si la persiguiera el diablo y cuando consiguió llegar a un coche de caballos le pidió al cochero que la llevase a Versailles, allí sus frondos bosques podrían acogerla durante unas horas. Si no tenía mal entendido, eran territorio de la manada Paine, su madre conocía a la alfa, pues había trabajado para ella, y no habría problema de quedarse allí.
Elaine Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: La joven de la perla. {Priv. Sirius}
Elaine salió de allí como viento que guía el diablo, no miró atrás, entendí que la trasformación estaba demasiado cerca para hacerlo, así que me limité a enfrentar la mirada de su padre durante unos segundos para asegurarme que no la siguiera.
-Lo siento, tendremos que dejar la conversación para otro día barón, creo que he de asegurarme de que la joven llegue en perfecto estado a su casa, la enfermedad es grabe y necesita medicación y ahora, si me disculpa. Señor, señora -apunté con una sonrisa ladeada antes de girar sobre mis talones para salir en busca de la loba.
La lluvia caía lenta, la tormenta había desaparecido casi en su totalidad para el descansó de los invitados a la opera que emprendían el viaje a casa en sus carruajes.
Salí al exterior buscando a mi acompañante, pero solo logré ver su capa en el suelo y la estela de su largo cabello pardo subiéndose al carro.
Me agaché para recoger la prenda mojada y embarrada, el carruaje salio disparado de allí, al parecer tenia prisa por huir incluso de mi.
Era lo suficiente inteligente como para no ir tras ella, si algo había aprendido es que hay momentos que la soledad es tu única compañera de viaje y creo que este era uno de esos instantes para ella.
Necesitaba reflexionar sobre lo ocurrido, calmarse y si el destino lo quería, algún día volveríamos a unir nuestros caminos.
Dando un paseo bajo la fina lluvia me dirigí al hotel “les arenes” en recepción tome la llave y dejé la capa pidiendo que fuera lavada y custodiada hasta que una dama la reclamara.
Dos días me faltaban para abandonar parís, reconozco que echaba de menos el norte, mi tierra y a los cabeza huecas de mis hermanos y primos.
Me quité el traje, me coloqué un pantalón cómodo y me dejé caer en el lecho con el libro de anotaciones en la mano hasta que me venció el sueño.
-Lo siento, tendremos que dejar la conversación para otro día barón, creo que he de asegurarme de que la joven llegue en perfecto estado a su casa, la enfermedad es grabe y necesita medicación y ahora, si me disculpa. Señor, señora -apunté con una sonrisa ladeada antes de girar sobre mis talones para salir en busca de la loba.
La lluvia caía lenta, la tormenta había desaparecido casi en su totalidad para el descansó de los invitados a la opera que emprendían el viaje a casa en sus carruajes.
Salí al exterior buscando a mi acompañante, pero solo logré ver su capa en el suelo y la estela de su largo cabello pardo subiéndose al carro.
Me agaché para recoger la prenda mojada y embarrada, el carruaje salio disparado de allí, al parecer tenia prisa por huir incluso de mi.
Era lo suficiente inteligente como para no ir tras ella, si algo había aprendido es que hay momentos que la soledad es tu única compañera de viaje y creo que este era uno de esos instantes para ella.
Necesitaba reflexionar sobre lo ocurrido, calmarse y si el destino lo quería, algún día volveríamos a unir nuestros caminos.
Dando un paseo bajo la fina lluvia me dirigí al hotel “les arenes” en recepción tome la llave y dejé la capa pidiendo que fuera lavada y custodiada hasta que una dama la reclamara.
Dos días me faltaban para abandonar parís, reconozco que echaba de menos el norte, mi tierra y a los cabeza huecas de mis hermanos y primos.
Me quité el traje, me coloqué un pantalón cómodo y me dejé caer en el lecho con el libro de anotaciones en la mano hasta que me venció el sueño.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La joven de la perla. {Priv. Sirius}
Continua la trama aquí: https://victorianvampires.foroes.org/t39919-una-decision-valiente#416840
Elaine Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/05/2017
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