Una decisión valiente.{priv}

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Cinco minutos y una decisión valiente. Eso es todo cuanto necesitaba para llevar a cabo su plan. Habían pasado varias noches desde lo de la Ópera y a esas alturas Sirius se habría ido ya a su tierra. Elaine regresó al puente sobre el Sena y sujetó entre sus dedos el pequeño candado que anudó el brujo en el barrote. Era una promesa y tenía que cumplirla.

Pero las cosas habían cambiado. Se había descontrolado y allí no contaba con la manada Landvik para protegerla. Había tenido que recurrir a los Paine, que afortunadamente eran conocidos, porque su madre había trabajado para su alfa durante una temporada, habían vivido con ellos y la había acogido como si fuera de su propia manada. Sabía que su madre preferiría que regresase a Oltenia o que se quedase en París como había dicho, pero si no les contaba la verdad, sería peor. Suspiró y se sentó a escribir la carta.

Queridos padre y madre,

Antes que nada, quiero deciros que estoy bien. París es muy distinto de cómo lo recordaba, menos gris y más vivo. Tengo que explicaros algo que ha pasado y que sé que os disgustará, pero no quiero guardar secretos con vosotros.

Fui a la Opera con el objetivo de conocer al barón d'Entourage. Sé lo que estarás pensando ahora mismo, madre, y no debes preocuparte, he aprendido la lección. Es un mal hombre, pude comprobarlo por mi misma, necesitaba hacerlo... y ya está, he cerrado ese capítulo de mi vida. Siento deciros que me descontrolé y provoqué un incidente. Ya está arreglado, y al menos tuve la suficiente sensatez para ir a pedir ayuda y asilo a la manada de los Paine, que se han portado conmigo de forma ejemplar. Pero fue Sirius Cannif quien consiguió arreglar el entuerto. Es el hijo de Conde Cannif, se ha portado muy bien conmigo, me ha ayudado en todo y me ha invitado a visitarlo en sus tierras noruegas.

Probablemente cuando os llegue esta carta ya estaré allí, porque no voy a esperar permiso, y sé que debería. Pero no puedo quedarme en París, todo mi ser me grita que vaya a buscar al barón y acabe lo que no pude hacer esa noche, y no quiero manchar mis manos con la sangre de mi padre. Necesito tomar un poco de distancia. Sirius me dijo que en Noruega hay bosques, que allí los lobos no estamos mal mirados...creo que me vendrá bien un poco de aire fresco. Y me dijo que si es necesario, él mismo me escoltaría hasta Rumanía.

Espero que no lo sea, si empizo a suponerles un problema a esa gente, yo misma volveré las grupas y regresaré a casa.

Siento decepcionaros con mis palabras, tengo la determinación de ser más fuerte y de aprender un poco más sobre mi control. Confiad en mi, os lo pido, porque sólo podré aprender cuando me enfrente a mis propios demonios. Sé que me protegéis porque me queréis, pero si no lucho yo misma mis batallas no podré vencerlas.

Un abrazo, os echo de menos,

Elaine.

Dobló el papel, lo metió en el sobre, lo mandó y se plantó con su maleta en el puerto de Le Havre, pasaje en mano, rumbo a Bergen. Avisó por carta de su visita, a fin de cuentas era una visita "oficial" entre miembros de la nobleza, la margen de que extraoficialemnte ella también era "princesa".

Hace apenas un par de días que recibí una misiva de la joven que conocí en París, en ella me pedía que la recogiera en el puerto pues había aceptado mi invitación.
Ladeé la sonrisa con la hoja entre mis manos, ciertamente me apetecía volver a verla, esperaba encontrara aquí no solo una cultura distinta si no un modo de vida diferente a lo que conocía.
Padre tomo aquella visita informal como lo que era, la intención de dos jóvenes de reencontrarse, aun as, no escatimó en preparativos para su recepción, pues aunque yo insistí en que ella era humilde pese a su titulo, él me dejo claro que los honores de la realeza iban mas implícitos en ella que en cualquiera.
Damon Landvik era el rey de Rumanía, ella bien podía ser la princesa pues ese hombre la trataba como una hija y eso era algo que no debíamos pasar por alto.

Se dispuso una habitación para ella, perfectamente decorada, perfumada y con flores salvajes que cogieron las criadas para ella.
Ademas esa noche era la fiesta de la cosecha, se homenajeaba a Freya para poder gozar de fertilidad en nuestros campos y también en nuestras mujeres.
Así que me pidió que hiciera de anfitrión, pero que cuidara de que la cosa no se desmadrara demasiado pues los vikingos celebrábamos todo a lo grande.

Mi hermano Niels y yo, seguidos de una pequeña comitiva de guerreros nos dirigimos al puerto para verla desembarcar y llevarla a nuestro hogar, Akershus, la fortaleza donde habitamos los Cannif.
Durante todo el camino Niels iba gastadome sus bromas, desde que ya veía que esa noche seria pasada por agua a un sin fin de necedades mas.
Admito que me hacia reír, porque siempre estaba de buen humor, era como si no se tomara nunca nada en serio, ni siquiera que podía perder la vida en cualquiera de sus actos suicidas.

Los dos nos apeamos de las monturas dejándolas atrás con el resto de la compañía, y juntos nos acercamos al barco esperando que por la rampa apareciera la joven.
En cuanto lo hizo Niels me pegó un codazo y una mirada que bien sabia lo que quería decir “esta buena” negué dándole un empujón, mientras este se partía de la risa.
-Buenos días Elaine -le dije cuando llegó ante nosotros -espero que hayas tenido un buen viaje. Este es mi hermano Niels.
-Buenos días, Sirius tenia muchas ganas de verte, no ha dejado de llover en toda la noche -apuntó divertido mientras esquivaba mi manotazo.
No era verdad, lo de la lluvia, pero Niels siempre estaba igual, era causa perdida.

Le tendí la mano para ayudarla a caminar, el muelle resbalaba un poco pues había hielo formado sobre su suelo, el frio del norte era mas que evidente.
Niels cogió la maleta del equipaje de Elaine y nos siguió haciendo gestos a las espaldas de la joven insistiendo en que la cogiera de la cintura y no de la mano.
Porque no tenia nada a mano que lanzarle a la cabeza.

Entre bromas y risas rehicimos los pasos sin incidentes hasta nuestro castillo, le iba mostrando por el camino la inmensidad de bosques que nos rodeaban, la verdad quería llevarla a muchos sitios, aunque no podía olvidar que estábamos en guerra.
-Esta noche es la fiesta de la cosecha -le dijo Niels – le pediré a Fio, nuestra hermana que te preste ropa vikinga, con ese vestido estarás incomoda, te gustara la fiesta.
-Todos salimos a las calles nos mezclamos con las gentes, la música suena, hay barriles con hidromiel, y la gente comparte su comida sacando platos deliciosos para que todos los probemos.
Se baila alrededor de las fogatas, se hacen sacrificios para los dioses.
Puede parecerte algo bárbaro, peor estoy seguro que disfrutaras de verlo.

La travesía había sido más o menos tranquila, y conforme iban llegando al puerto de la ciudad notaba cómo el clima cambiaba y se tornaba más limpio y más frío. Le recordaba bastante al de Rumanía, en los Cárpatos reinaban las nieves perpetuas y el cielo gris, excepto cuando de pronto salía un día radiante y el regalo para la vista era una paisaje verde y salvaje.

Se había procurado prendas de abrigo en París, llevaba un chaquetón negro con pelo en los puños y el cuello y sobre éste la capa de terciopelo verde oscura, que contaba con capucha también ribeteada de pelo. Guantes de piel, al menos dos pares, buenas botas forradas de pelo por dentro, calcetines de lana gruesa y caña alta, vestidos de tejidos más bien abrigados y suaves, y algunos conjuntos cómodos, de pantalones y chaquetas. Normalmente cuando entrenaba con la manada o salían a cazar llevaban ropa funcional, y supuso que en Noruega sería igual.

Bajó la pasarela sonriendole a Sirius y tomando su mano enguantada, no se podía negar la nobleza de la joven a juzgar por la manufactura de sus ropas, eso si, siempre discretas y con clase. Se había recogido unos mechones repirandolos de las sienes con unas pequeñas trenzas.

— Buenos días Sirius, el viaje ha ido bien, gracias por tu preocupación y por venir a recogerme. Hola Niels, es un placer, tu fama te precede.— esbozó una sonrisa ladeada.— Me apuesto la mano derecha a que ha hecho que lloviera para que tuvieras una excusa y quedarte bien acompañado en la cama. Pero en cualquier caso, yo también tenía ganas de llegar.

Elaine no tenía la furia del guerrero, el coraje de los honorables, pero irradiaba la fuerza de los lobos y la serenidad de quien ha visto dias muy oscuros. Las bromas de Niels encontrarían respuestas como esas, nada de estamparle una jarra de cerveza en la cabeza y mirarlo furibunda. Aunque alguna vez había explotado, era raro de ver.

Niels seguía fastidiando a Sirius con sus gestos, pero éste se lo tomaba a risa, así que no sería ella quien cortase el grifo, se limitó a dejarse llevar y sonreir negando con la cabeza. Montaron en sus caballos y Elaine no se quedó atrás, Damon la enseñó a cabalgar cuando tenía nueve años, montaba con Lobbo y aprendían juntos, así que eso no tenía misterio para la joven. Acarició el cuello del caballo varias veces, porque los animales si podían sentir lo que era y no quería asustarlo. "Tranquilo, amiguito... tan sólo llevame a donde vayan ellos, y prometo no darte con los talones ni tirarte de la boca." Extendió su telepatía animal al caballo, que permaneció muy quieto y obediente.

Por el camino Niels le comentó lo de la fiesta de la cosecha y el asunto ese de llevar ropas vikingas. ¿Se estaría refiriendo a cotas de malla, jubones y cosas asi? porque a menos que fuera una vestimenta muy especifica ella había traido de todo. Se dejaría caer por el vestidor de la tal Fio.

— Esa fiesta me recuerda mucho a la fiesta de Prislop, cuando los campesinos transilvanos dan la bienvenida a la primavera, se come, canta y baila en las calles, y la gente intercambia los Martigus, que son unos pequeños amuletos blancos unidos con una cuerda roja, para atraer la buena cosecha y la buena suerte. Son símbolo de amor y amistad. Valaquia no es tan distinta de vuestra tierra.

Aunque ella pudiera parecer una señorita parisina, se había criado en un pais con fuertes raices folklóricas y culturales, un reino asediado mil veces, lleno de gente supersticiosa y harta de las invasiones extranjeras.

El paisaje que podía ir vislumbrando mientras llegaban a Akershus era de frondoso bosque, montañas escarpadas y coronadas de nieve, rumor de riachuelos no muy lejanos... era un recibimiento bonito. La naturaleza le regalaba los sonidos con los que sus sentidos se sentían más cómodos. El exceso de estruendo de París la saturaba, las luces brillantes, los olores nauseabundos...sin embargo allí todo era limpio, encerraba la pureza de lo sencillo. Entendía que si Sirius encontraba algo de paz, fuera allí. Ya le pediría que la acompañase a dar un paseo por esos bosques.

Saludó al resto de la familia una vez dejaron las monturas y se adentraron en el gran salón y mostró sus respetos al cabeza de familia.

— Señor Cannif, es posible que llegue correspondencia por culpa mia en breve, pues mi familia ha sabido que venía cuando ya estaba llegando. Ha sido un poco precipitado por mi parte, mis disculpas. Intentaré no causar molestias.

Era mejor avisarlo porque no le cabia duda de que Damon le escribiría unas letras a Höor disculpándose por la impulsividad de su hija y pidiendole que la tuviera vigilada. ¿Pero no la habían enseñado que era mejor ir con la verdad por bandera? quizás así quedase como una cría idiota, pero evitaría herir susceptibilidades y un conflicto diplomático.

Conoció a los Cannif, y ante tal despliegue de energía arrolladora optó por ver, oir, callar y sonreir. Madre mia, qué familia. Al parecer el día lo tenían completo, debían hacer frente a sus obligaciones y ya era más de media mañana, así que la emplazaron a verse para la comida, mientras tanto podría ir a deshacer su maleta y ocupar su cuarto. Le indicaron donde era pero se perdió en uno de los pasillos porque iba absorta observando unos dibujos sobre las paredes, parecían estar hechos sobre piel de vaca, eran antiguos y de trazos toscos. Parecían contener un saber ancestral que no podía leer, eran runas norse.

— No es por ahi, es en aquella dirección.— una voz la soprendió a sus espaldas. Una joven de piel clara y pelo muy largo y rizado del color del trigo la miraba apoyada en el muro de pidra con los brazos cruzados. Había visto ese rostro en el gran salón, pero no se la habían presentado. Asintió con una reverencia de cabeza y una sonrisa.
— gracias...creo que me he despistado y no sé a dónde voy.
— yo creo que sabes de sobra a donde vas.— La chica espetó el comentario con cierta acidez.
— ¿perdón?.— Elaine no esperaba unas palabras así de una desconocida.
— no te hagas la modosita, las que van de mosquitas muertas me ponen enferma.

Ughs. Eso era ya definitivamente un trato hostil. ¿Quien era esa chica que se había tomado tantas molestias en no disimular que le molestaba su presencia allí? quien quiera que fuese, no tenía intención de quedarse a conversar con ella, la evitaría y ya trataría de averiguar quien era.

—Bien pues... gracias por las indicaciones. Adiós.

Si podía evitaría el conflicto, era la regla número uno, y si no se podía, entonces ya tendría que calibrar la magnitud del ataque y responder en consecuencia. Consiguió llegar hasta su cuarto y allí se dispuso a ordenar la ropa que traia y colgarla en el armario, seguramente tendrían servicio, pero tampoco hacía falta, no era una inútil. Se aseó un poco y se cepilló el pelo, que se había enredado con la brisa del barco y cuando estuvo lista, bajó a comer con la familia.

La mesa era enorme, tallada en madera maciza y sobre ella infinidad de platos y escudillas con cosas suculentas. Nada de tonterías sofisticadas parisinas, buena cane, buen pescado, hogazas de pan, salsas, frutas y acompañamientos. Comió con apetito, pero renunció a las bebidas alcohólicas. Cómo no, le cayeron encima las misma bromas que a Sirius.

— ¡no! ¡de verdad! no es por eso!! yo no sé hacer llover, aunque si me enfado me pongo un poco hmmm...furibunda. Es porque no me gustan, me recuerdan a las medicinas que me daban de pequeña. Creo que en realidad me daban aguardiente para que no me enterase de lo que me pasaba y así me quedé...creo que aún estoy borracha desde entonces.— Soltó una carcajada, bromear sobre su propia desgracia siempre hacía que fuera un poco menos importante en su vida.— ¿Sabes el problema Niels? para los abstemios el mundo es muy triste, porque tú puedes beberte cuatro copas y pensar que la Bernarda es la mujer más maravillosa del mundo y regresar a tu casa tan contento despues de... ya sabes. Nosotros no podremos dejar de verle la barba y... créeme, es terrible. No se regresa cuerdo de algo asi... jamás.— La Bernarda y sus bajos fondos era un personaje del folklore popular presente en todas partes, y a Elaine le divertían mucho las bromas de taberna, las que compartían los hombres y mujeres de la manada Landvik al finalizar una cacería o una misión de protección o batida del terreno.

La habían acogido de una forma muy familiar, y al ambiente era distendido, sencillo, cosa que apreciaba, porque la pompa y el lujo no cudraban en exceso con ella.

Desmontamos frente a las caballerizas, pronto el mozo se encargó de dar sustento a nuestras monturas que estaban sedientas.
Atravesamos el patio de armas,  Ubbe, Hakon, Synnove y mi hermana Fio entrenaban emitiendo gruñidos, con el rostro perlado en sudor y mas pendientes del acero que de lo que pasaba a su alrededor no se dieron cuenta de que la joven Elaine escoltada por nosotros se detenía para hablar con padre que limpiándose el sudor con el antebrazo detenía el entrenamiento para conversar con la dama mientras se disculpaba por su aspecto.

Mi padre asintió al escuchar su relato, de echo se rió por la impulsividad de la joven alegando que le gustaba saber que nosotros no eramos los únicos que llevaban el caos inscrito a fuego en sus venas.
Le pidió que se acomodara en casa, de echo Soleil salió a su encuentro para indicarle el camino a la casa, Niels y yo ya habíamos perdido parte del entrenamiento y la guerra no se ganaba si no eras capaz de esgrimir bien la espada.
Me despedí de ella hasta la hora de la comida y Niels con su típica sonrisa ladeada hizo lo propio alegando que el entrenaba también aunque lloviera, así que lo de perderse entre las piernas de las mujeres lo dejaba para la noche.
Mi hermano no tenia pelos en la lengua, pero si ojos en la cara y con sus esmeraldas le dio un buen repaso de arriba a bajo a la loba antes de desenvainar la espada.

Nos reunimos de nuevo en el comedor, la joven Elaine se sentó a mi lado ,si no pensaba que todos estábamos locos era un milagro.
Eramos ruidosos, devorábamos la comida, entre risas nos metíamos manotazos para coger las cosas del centro de la mesa, incluso Ubbe se llegó a caer al suelo de la silla por intentar cazar un trozo de carne asada que se disputaba con Hakon.
Synnove se reía de sus dos hermanos que se habían enfrascado en una pelea mientras padre intentaba llamarnos al orden alegando que teníamos una invitada.

Di un trago a mi jarra ladeando la sonrisa al escucharla decir que ella no bebía, realmente yo si lo hacia, en las comidas, una jarra y bueno, en fiestas, pero poco y controlando no pasarme de la ralla.
Como le dije a mi si me gustaba el sabor.
-Después si quieres podemos ir al lago, el agua esta fría pero de seguro pasaremos un buen rato, ademas esta rodeado de bosque, te gustará -le susurré en el oído.
De decirlo en alto se apuntarían el resto de los Cannif y creo que una comida con todos ellos era mas que suficiente para cualquiera.
De seguro había tenido su dosis de barbarie por hoy.
Dritt, Bröok y Orn estaban planeando irse de caza para que preparan para la cena una buena carne asada, era la fiesta de la cosecha y como ella decía acerca de la que conocía, esta era una celebración importante para los norteños.

Niels ladeó la sonrisa cuando de nuevo se refirió a él, mi hermano tenia que llamar la atención, le era indiferente si para bien o para mal y le lanzó un bocado al aire antes de contestar.
-Una suerte pues que ahora este sobrio y sea capaz de ver que no tienes barba que esconder lobita, quizás después ..en la fiesta si descubra que guardas bajo las faldas.
Mi padre le dio un manotazo en la cabeza para que se disculpara por su comportamiento, este se echo a reír sin dejar de mirarla de arriba a bajo.
-Me disculpo si en algo la he molestado señorita Elaine -dijo sin mas antes de volver a enfrascarse en la caza de la comida con Ubbe.

Elaine se atragantó con el descaro de Niels y se puso a toser a la vez que se reía, incapaz de tragar el bocado, así que le cogió la jarra a Sirius, ya que la suya estaba vacía y le dio un trago para poder pasar el bocado atascado.

— oh! sigue soñando pajarillo!! jajajajaja ni aunque fueras el último hombre de la tierra... y no, eso no es una cifra ni una posibilidad...Nunca!!.— Las risas continuaron, y lo cierto es que todos le habían caido muy bien, eran muy auténticos...auténticos bárbaros. Accedió a ese paseo con Sirius por el lago, le apetecía ese rato de paz. Cuando salieron del salón notó unos ojos azules sobre su cogote pero al girarse sólo vio una cabellera rubia retirándose. Exhaló el aire y decidió no darle importancia. Se colgó del brazo del hechicero respirando hondo el aire puro de las montañas.

— se respira la paz que decías...me gusta la sensación, creo que hoy dormiré como un tronco. Tienes una familia estupenda. Yo sólo tengo un hermano, y bueno, es el sobrino de Damon, se llama Lobbo y tiene ocho años menos que yo.

Su familia era complicada, pero aún así agradecía la suerte que tenía con ellos, se querían, eran una familia unida a pesar de la adversidad y las circunstancias y no todo el mundo podía decir eso. El lago que le dijo Sirius estaba flanqueado por una enorme cascada en forma de cola de caballo, las riberas del mismo estaban cubiertas por piedras grandes y planas, perfectas para tumbarse a tomar el sol, pero estaba empezando a atardecer, un poco tarde para bañarse, el agua debía estar helada. Se sentó sobre una de esas piedras y se descalzó metiendo los pies dentro del agua.

— tsssss...es hielo fundido!!.— sacó los pies de inmediato.— no sé cómo podéis meteros ahi dentro, creo que se me van a caer los pies. Se dejó caer sobre la piedra mirando el cielo y las nubes, pasaban lentamente.— ¿Crees que hay algo más allá de las nubes? si... ya sé que creeis en el Valhalla pero...¿crees que será como esto? que allí se podrá andar, comer, bañarse en un lago... yo no sé que creer. Realmente creo que...si existen los dioses están muy ocupados haciendo lo que sea que hacen los dioses... Ah! no me hagas caso, tengo demasiada imaginación y me pregunto demasiadas cosas sin sentido.

De pronto cayó en la cuenta de algo que no le habia preguntado a Sirius y se incorporó un poco para hacerlo.

— ¿Cuántos años tienes? sé que no tiene sentido esa pregunta ahora es que simplemente erstaba pensando en el paso del tiempo y esas cosas y...los brujos sois humanos, vivís vidas humanas... yo... envejezco más despacio.

Cogida de mi brazo empezamos a caminar hacia el lago, la miré fijamente, parecía gustarle el norte, respiraba tomando el puro aire de las montañas mientras me sonreía hablándome de su familia.
-La verdad es que aunque parezca lo contrario, me llevo muy bien con Niels, somos muy distintos, es evidente, pero siempre que lo he necesitado a estado. Los Cannif estamos muy vinculados a la familia. Nuestros modales, como has visto en la mesa, para alguien de fuera pueden parecer ….¿bárbaros? Lo somos, pero no conocerás a nadie tan dispuesta a luchar por aquello que aman.

Rodeé su cintura con mi brazo tirando de ella hacia el lago mientras nos reíamos por algunos de los sucesos que rememoramos de París.
Si dando un pequeño paseo llegamos frente a aquel lugar idílico donde la mayoría de los vikingos veníamos a bañarnos tras un largo entrenamiento, también cuando íbamos borrachos después de una noche en la taberna, con la gelidez del agua nos despejábamos, bueno, yo pocas veces iba borracho.

Nos tumbamos sobre las piedras planas que daban al lago, de fondo podía oírse la cascada casi en un murmullo de aguas que entrechocaban.
Empezaba a anochecer, así que el sol con su luz anaranjada deponía su reinado para que la dama blanca se coronara.

Me eché a reír cunado dijo que era hielo liquido, ciertamente para alguien que no estuviera acostumbrado a las temperaturas del norte, lo era, pero yo me bañaba en estas aguas desde niño y seguía vivo.
-¿No me harás el feo de no bañarte conmigo? -pregunté con una picara sonrisa medio en broma, medio en serio.
-Si creo en los dioses, unos muy distintos a los vuestros. Odin, Thor hijos de Odin, Loqui...creo en Asgard y en que para aquellos guerreros que demuestran su valía no hay un final, todos somos llamados a la gran cena del Valhalla.
No se si hay lagos como esté, así que aprovechemos por si arriba no existen estos parajes épicos -bromeé guiñándole un ojo mientras me ponía en pie empezando a desabrochar los botones de mi camisa.

Me detuve un instante ante su pregunta, era cierto, los licantropos envejecían mucho mas lentamente, así que posiblemente en algún instante de nuestras vidas yo seria un viejo y ella apenas rozaría la trentena.
-Tengo 27 años -dije prosiguiendo mientras dejaba caer la camisa sobre las piedras y empezaba a quitarme las botas.
-También es posible que mañana una de las aberraciones de Randulf me mande al Valhalla, así que, tampoco es que me preocupe mucho eso de la edad. Yo vivo el día a día, el mañana solo Odin lo proveerá.

Me bajé los pantalones dejándolos caer sobre el resto de la ropa y me lancé desde la piedra de cabeza a la zona que mas cubría.
Emergí de las claras aguas tirándome el pelo para tras mientras le sonreía animándola a hacerme compañía.

Normalmente con la manada no había pudor, cuando cambiaban la ropa reventaba y era un desperdicio, así que se la quitaban antes de que eso sucediese. Desde los nueve años había aprendido que los cuerpos eran sólo eso, cuerpos, y que no había nada malo en mostrarlos cuando quien lo mira lo hace con el mismo respeto. ¿Pero para Sirius sería igual?

Se quitó las medias gruesas y el vestido, pero se dejó la ropa interior, no habría tenido mayor problema de ser otra manada licántropa, porque todos actuaban igual, pero los humanos...Negó con la cabeza. De todas formas no estaba muy segura de que pudiera soportar el agua tan helada. Metió de nuevo los pies hasta las pantorrillas apretando los dientes.

— diossssssss... está muy fría!!! ¿Cómo puedes?...agh.— los licántropos siempre tenían una temperatura corporal más elevada pero por la misma, acusaban más el frío.— se me van a helar las barbas... ya se lo puedes contar a Niels.— dijo alegremente, bromeando. Respiró hondo y contó hasta tres... uno... dos...¡splash!. Se sumergió entera y salió rápidamente boqueando, el frío le cortaba la respiración.— así es como haces que no llueva...? entiendo.. muy efectivo... creo que hasta a mi se me congelaría la transformación...

¿Y por qué estaban allí? ahora no podía recordarlo, los planes así espontáneos y a volapié le gustaban tanto como a la que más, pero no estaba muy segura de por qué se habia metido en el agua gélida cuando deberían estar en la fiesta de la cosecha.

Me eche a reír mirándola, se le habían puesto los pelos de punta, los labios amoratados, y desde fuera tiritaba como no hubiera un mañana para ella.
-Sera cuestión de ir hacia Akershus, de seguro la fiesta estará a punto de comenzar, de no ser así el lago estaría lleno a estas horas.
Así hemos podido disfrutar de un poco de tranquilidad antes de meternos de lleno en el caos ¿preparada? -bromeé saliendo del agua apoyándome en las piedras para recuperar mis ropas y vestirme.

Rehicimos el camino hasta llegar a las puertas abiertas de la fortaleza, la gente estaba de fiesta, las jarras eran repartidas en cada uno de los puestos con grandes carpas de distintos colores, las fogatas en cada plazoleta acompañaban a la música que tocaban por las calles, los cuernos sonaban desde el castillo de mi padre dando la bienvenida a la noche de la cosecha.
La gente bailaba por las calles, las risas se sucedían, los vítores, los gritos, no se puede decir que no fuéramos silenciosos.

Tomé una de las jarras y se la pase a la loba.
-Es hidromiel, esta dulce, pruebala, hoy por aquí no encontraras nada que no contenga alcohol -le dije guiñándole el ojo -podemos compartirla si es demasiado para ti.
Cogí un trozo de carne asada condimentada con especias y se la acerqué a la boca.
-Mira prueba esto -le pedí introduciendolo en su boca cuando la bario -esta de bueno -añadí cogiendo yo un trozo para comérmelo.

No tardé en ver a Ubbe y Niels acercadose hacia nosotros, los dos iban bebiendo de sus jarras con un coro de mujeres que los perseguían como si fueran su séquito.
Al verme se detuvieron chocando sus jarras con la nuestra, la mirada de Niels lo decía todo.
-Una lastima no ser el ultimo hombre en la tierra -bromeó repasándola de nuevo de arriba abajo para disgusto de las féminas de atrás.
Ubbe se descojonaba, a mi hermano no se le había resistido una mujer en la vida, así que este era motivo mas que suficiente como para hacerle bromas durante la noche entera.
-¿nos vemos después en el lago? -me pregunto Niels dando un nuevo trago -nosotros vamos a ver que comemos y a bailar entre las llamas del fuego, después hemos quedado allí con Bröok, Dritt y Orn.
-¿y Hakon? -pregunté.
Ubbe se echo a reír enganchando mi cuello con su brazo para hablarme al oído -estaba con una tía y mi hermana lo ha enganchado por banda cabreada, parece que no tienen otra meta que joderse las noches el uno al otro, así que iban discutiendo los dos jarra en mano, pero seguro acabaran en el lago borrachos como el resto.

Nos despedimos y la loba y yo seguimos nuestro camino hasta que pasamos por una hoguera, tiré de su cintura para acercarla a las llamas, la gente bailaba a su alrededor esperando ser bendecida por Freya.
-Baila para mi -le pedí con una picara sonrisa.
Dos niñas que llevaban flores la cogieron decididas a trenzar su cabello y decorarlo con flores blancas como el cabello del resto de doncellas, ladeé la sonrisa mirándola.
-Ahora no te puedes negar.

Agradeció el poder salir del lago, el agua estaba tan fría que le había congelado hasta la memoria, de hecho ya no recordaba el incidente con aquella muchacha desagradable. Regresaron al Akershus y allí se cambió de ropa, no halló a Fiolett así que se puso sus propias prendas, pero supuso que al ser una fiesta popular, iría más cómoda con un vestido sencillo, de corte recto y sobrio, tan sólo tachonado de algunas incrustaciones de pasamanería en las mangas, hombros y cintura. Se calzó la capa y botas bajos el vestido, no quería tropezar con zapatos incómodos.

La gente se había echado a la calle y sonaba la música por las esquinas. Sirius le dio un cuerno de hidromiel y la probo, estaba realmente dulce y seguramente debía dar un buen pelotazo si te despistabas. Después le pasó un trozo de asado, que mordisqueó con hambre, la carne le gustaba mucho, su instinto lobuno no le hacía feos a los asados.

Todavía iba deleitándose con aquel manjar cuando los interceptaron el resto de Cannifs, Niels cómo no, haciendo leña de nuevo.
— eso tiene fácil solución, dale una patada en los huevos a tu hermano y verás como te quedas solo en el mundo...— dijo, señalando a Sirius, en clara alusión a que era muy poderoso y a que si lo cabreaba, podía dejar aquello arrasado. Rieron por las pullas de unos y otros.— ¿Siempre acabais en el lago? sois los vikingos más limpios que he conocido nunca!! jajajaja

Siguieron avanzando hasta una plazoleta donde la gente bailaba y batía palmas, la música era animada.

Spoiler:

Unas niñas la llamaron para trenzarle el pelo, y Elaine se prestó, lo tenía muy largo, así que tardarían un rato en hacerlo, pero luego estaría más cómoda sin duda. Sirius la empujó al círculo y no se lo pensó. No se sabía el baile, pero bueno, aquello era muy informal, había aprendido todos los bailes de salón por protocolo, ya que les tocaba vivir en la corte, pero más o menos, de aquí o de allá, se parecían un poco entre ellos. Siguió el ritmo y fue cambiando de manos, era una de esas melodías con cambios de parejas. Alguien tiró de Sirius para meterlo también en la rueda a bailar y en algun momento lo enganchó Elaine, que sonreía y tenía las mejillas coloradas del baile y la hidromiel.

— como me arruines el peinado y el baile con rayos y truenos me lo vas a tener que compensar!! esto es muy divertido!!

Los dos nos reíamos sin parar, una de las jóvenes norteñas me había enganchado del brazo lanzándome con todos junto a las hogueras.
Bailábamos alrededor de las llamas, dando saltos, cambiando de pareja una y otra vez todos jarra en mano.
Frenético el ritmo pagano cuando en uno de los cambios llegué hasta Elaine que parecía estar divirtiéndose pues con el dedo en alto me dijo que no se me ocurriera fastidiarle la noche con lluvias y rayos.

Alcé una mano como promesa de que haría lo que fuera por evitarlo, no quería ver a un licantropo abalanzándose sobre mi para hacerme pagar caro que la hubiera despeinado.
Uno frente a otro continuamos bailando, nos mirábamos, nuestra respiración agitada por el baile se fundía con la del otro, sus mejillas teñidas de rosa le daban un aspecto divertido, hacia calor frente al fuego y nuestros cuerpos cogían temperatura ayudados por la hidromiel que aplacaba nuestra sed.

Intercambios de pareja sin tregua, muchas eran las jóvenes que conocía, así que conversaba con algunas al ritmo del demencial baile mas entre gritos y gestos que otra cosa.
Hasta que regrese contra el cuerpo de la loba, sus lobunos ojos se hundieron en los míos, la atraje de la cintura para bailar mas juntos, a ver si esta vez lograba anclarla mas rato a mi lado.
Por un segundo mis ojos se posaron en su boca, no se bien que decía, no la oía, así que me acerqué mas, su aliento impacto contra la humedad de los míos mojados en alcohol.
Nos quedamos quietos en medio de aquel barullo de gente danzando a nuestro alrededor, esta vez eran mis ojos los que se paseaban de sus pardos a sus labios de forma intermitente, ladeé ligeramente el rostro orillándome al ajeno, nuestra nariz se toco y por un instante lo hicieron nuestros labios entreabiertos dando cobijo a nuestra errática respiración.
Mi mano alcanzó su nuca suavemente, sonreímos ambos contra la boca del otro pero un tirón de mi brazo me separó nuevamente de ella infiltrandome en el caos de la danza, cuando la busqué, ella estaba a varios metros bailando con otro.

Pasamos así varios minutos, hasta que finalmente salimos del circulo dispuestos a continuar nuestro camino, fuimos picoteando de los distintos puestos, al parecer la carne le gustaba porque estaba saqueando cada paraeta.
-Pareces una de los nuestros -apunté tomando otro cuerno de hidromiel para darle un trago antes de continuar la marcha.
-Ya veras como al final de la noche no te parece tan mala idea eso de bañarte en el lago -le dije guiñándole el ojo.

El baile era divertido y la gente del norte le decía cosas en su idioma que ella no entendía, así que se limitaba a sonreir y a decirles "Jeg vet ikke, jeg har ingen ide",( lo siento, no hablo su idioma) así que no tenía ni idea de lo que le estaban hablando, pero por los gestos y las auras, flotaba el buen ánimo en la gente.

Sirius bailaba con bastantes muchachas, lo cierto es que lo buscaban porque seguramente era el Cannif más misterioso e inaccesible, al que no se le conocía por ser el rey de los rincones de las tabernas, el prudente que no vociferaba como sus otros hermanos. Lo vio bailar con la chica que la detuvo en el pasillo y charlaban animadamente, probablemente serían conocidos o parientes... a saber.

En una de las ruedas se cambió de pareja y se enganchó a Sirius, trató de decirle que si quería hacer su propia marcha, que se fuera, no quería ser la típica invitada que es un coñazo y hay que acompañarla a todas partes, pero el ruido ahogaba su voz y se acercó a él, que de pronto se detuvo. La gente danzaba y el fuego arrojaba sus luces y sombras sobre el rostro de Sirius, sobre sus hipnóticos ojos fijos en los de ella y por un instante el tiempo pareció detenerse, se hizo el silencio alrededor (o eso le pareció, inmersa en aquellos ojos) y la cercanía se recortó aún más, provocando que el escaso aire que separaba sus labios vibrase incitándolos a descansar piel sobre piel. Se acercó unos milímetros y notó su mano en la nuca, elevó la barbilla apenas atraída por esos labios, por su cercanía, deseando besarlo tanto como al parecer lo deseaba él... pero alguien lo enganchó del codo y se separaron.

El momento se desvaneció y fue como recibir un latigazo. De pronto no estaba en sus brazos ni eran sus ojos los que la contemplaban, sino los de un hombre que podría ser su abuelo y farfullaba borracho y feliz. Notó como le ardían las mejillas y le costaba recuperar el aire en los pulmones, que se había quedado retenido unos segundos cuando se quedaron mirándose. La música siguió y cuando volvió a encontrarse con el brujo, éste bailaba con la joven del pelo rubio y rizado de nuevo, ella reía y antes de que sonase el último compás le estampó un beso en la mejilla a Sirius. Tragó saliva pero se recompuso y le sonrió al viejo borrachín que le hizo un intento de reverencia.

Se unieron de nuevo para seguir paseando entre los puestos y lo cierto es que la danza le daba hambre, así que no se cortó en probar todo tipo de pinchos y manjares que había en los puestos.

— soy carnívora, me gusta todo tipo de carne y tengo que reconocer que aquí la hacéis muy buena. ¡Ni hablar! ya he tenido suficiente lago por hoy. — se detuvo un instante para encararlo.— Sirius yo... no quiero ser una molestia. Si tienes que ir a algun lugar o con alguien...no te preocupes por mi, puedo regresar a la fortaleza, lo último que quiero que es te aburras por mi culpa o fastidiarte una fiesta importante.

La escuché en silencio, creo que mi rostro reflejaba pese a mi intento de no hacerlo, cierto desconcierto. No se en que instante la loba percibió que no me sentía bien en su compañía, pues sus palabras no me encajaban y me llegaban como una jarra de agua fría.
No habíamos parado de reírnos, de bromear, de bailar, incluso hubo un instante efímero que recordar y ahora me preguntaba si quería irme con alguien mas.

Ni siquiera supe que contestar, básicamente porque no encontraba razones a esa pregunta, así que la única que pude entender es que estuviera cansada y quisiera largarse a casa, no era de los que perseguían a nadie, ya se lo demostré en París y  si necesitaba una confirmación lo haría también aquí.
-Si quieres que te acompañe a la fortaleza no hay problema, entiendo que la fiesta de la cosecha puede resultar demasiado excesiva cuando no estas acostumbrada a tanto … -como decirlo -a tanta barbarie.

Y eso que no habían empezado con las ofrendas a los dioses en la que se sacrificaban carneros para que su sangre regara nuestros campos y Freya bendijera las cosechas.
-No te preocupes, mis hermanos se reunirán en el lago para acabar la noche, iré allí con ellos para seguir la fiesta, no me importa acompañarte, incluso si así lo quieres podemos quedarnos un rato en palacio, estará vació pues todos están aquí, por las calles.

Sinceramente estaba perdido, así que esperé que la loba se decidiera y arrojara algo de luz sobre esto.
-Si prefieres simplemente dormir, te dejaré allí y me largaré -concluí dando un trago al cuerno de hidromiel.

La cara de desconcierto del brujo la desconcertó también a ella. ¿De qué estaban hablando? No quería irse a dormir, estaba a gusto paseando de su brazo entre los puestos, bailando con él, bromeando y charlando...pero había entendido por los comentarios de sus hermanos, que las fiestas solían acabar en escarceos en rincones oscuros, o en el lago metiéndose mano...y esa chica rubia lo iba siguiendo a todas partes, posiblemente con la intención de acabar así la noche. Y ella estaba impidiéndolo, así que de pronto entendió la hostilidad que le dedicó en el pasillo.

— ¿quien es la chica que te ha dado el beso en la mejilla?.— Ups. Esa pregunta sonó un poco metomentodo y algo resquemororsa.— sólo pensé que preferirías ir con ella que hacer de anfitrión de una extranjera que no aprecia los baños helados. Ya sé que me planté aquí invadiendo vuestro hogar y vuestras rutinas y... que debe ser un rollo... si quieres déjame en la fortaleza y así puedes disfrutar la fiesta como debería haber sido si no me hubiese entrometido sin querer.

No había terminado de decir aquello cuando escuchó un aullido lejano. Giró la cabeza en esa dirección y la ladeó, escuchando el siguiente aullido y cambiando el gesto a otro mucho más descompuesto.

— es uno de los míos!!! pide ayuda!!! hay un licántropo en problemas!!!.— No era su manda, ni siquiera su país, pero todos los hijos de la luna eran "los suyos" y si había uno en apuros, ella respondería como pudiera. Soltó el pincho y el cuerno que tenía en la mano y echó a correr en la dirección en la que había escuchado el aullido, saliendo de la ciudad y sus lindes. Jadeaba por el esfuerzo, nunca fue una gran corredora, pero no se detuvo, agudizando los ojos y oídos en la oscuridad del frondoso bosque.

Alcanzaron un pequeño claro y en el centro había varias personas acorralando a otra que estaba en el suelo. Uno portaba una antorcha y peto de cuero, otro blandía una espada corta con el filo algo mancahdo, había una mujer de pelo rojo como el fuego que llevaba una ballesta y los tres portaban el emblema del rey Rannulf en sus guardapolvos. Estaban cazando criaturas para que sirvieran de sujetos de experimento en la fortaleza del Maëlstrom, que una vez, años atrás, ya dinamitaron Höor y Ulf en una inteligente escaramuza.

En el centro del corro un chico joven, de unos 16 o 17 años, se sujetaba el hombro herido y sangrante y sus rasgos estaban medio cambiados del dolor y la adrenalina, sin duda era un lobo, que no podía cambiar completamente porque no era luna llena.

— ¡Dejadlo en paz!.— Elaine se detuvo sacando de su cinto un cuchillo, como si con aquello pudiera vencer a tres cazadores. Uno de ellos se adelantó con media sonrisa pintada en su torcida cara, claramente relamiéndose al ver que iba a cobrarse una pieza aun mejor. Pero la loba no le dejó tiempo ni de acercarse, con un rápido movimiento sacó dos cuchillos más de entre sus ropas y los lanzó contra el tipo sin mediar palabra, acertando en el corazón y entre los ojos.

Enarqué una ceja cuando me hizo esa pregunta de forma inquisitiva ¿quien era la rubia? Pues una chica del norte a la que conocía, era agradable conmigo, habíamos tonteado en alguna fiesta, pero la cosa no había pasado a mayores.
Ladeé la sonrisa tan y como iba hablando, sinceramente sus palabras me sonaron a celos y no era de los que se guardaba lo que pensaba para soltarlo en otro momento, mas que no acabara el discurso y saliera corriendo al escuchar al parecer el aullido de alguien de su raza en aprietos me hizo dejar el tema para mas adelante, a fin de cuentas esto parecía mucho mas importante.

No me costó demasiado seguirla a través del denso bosque, de la maleza alta y aunque admito que su velocidad era superior a la mía yo conocía cada centímetro del lugar como la palma de mi mano, así que tomé algún que otro atajo acortando las distancias.
Ambos llegamos jadeando a un pequeño claro, un muchacho yacía en el suelo atrapado entre una pequeña horda de soldados del rey Randulf, sus emblemas lucían claros en sus guardapolvos y su risa despreciable ante nuestra presencia solo dejo claro la gentuza que servia a ese hombre, en su mayoría mercenarios y aberraciones.

El muchacho se sujetaba el hombro herido por la espada de la pelirroja, la hierba se teñía de carmesí , apenas era un crio, dudaba que superara la mayoría de edad y aunque admito que yo había entrado en batalla mucho antes, no todos tenían que ser como los Cannif.

La loba no dudo en sacar una daga, la risa de esos inútiles taladró mis oídos, su desprecio por todo y todos era un echo.
No tardé en ser reconocido como el hijo de Höor, así que ahora su mejor presa era yo, Randulf les pagaría una gran suma por mi cabeza, así que pronto me obsequiaron con toda su atención.

Desenvainé la espada de mi espalda, voraz silbó al viento, la loba no se quedó atrás y lanzó sendos cuchillos que mordieron la yugular de uno de los guerreros.
Ahogándose en su propia sangre cayó inerte al suelo, la ballesta no se hizo de esperar, lanzó sus flechas en dirección a la dama, pero tampoco a mi me costo en demasía hacer un muró de viento alrededor de Elaine, protegiéndola así de todo mal.
-Juro por Odin que de no ser la fiesta de la cosecha, ahora mismo os partiría un rayo en dos -aseguré respirando profundamente para calmarme y no joderles la noche a mis hermanos.

Uno de los soldados se abalanzó contra mi, interpuse la espada contra su acero, ambos chocaron emitiendo un quejido metálico, chispas saltaban del encontronazo, giré sobre mi propio pie agachándome lo suficiente como para rebanar con el filo su estomago y situándome a su espalda mi hoja se hundió por su espalda atravesándolo por la mitad.
De una patada liberé mi arma dispuesto a cubrirme con ella el ataque que me venia por la espalda.

El tipo que se lanzó contra Sirius manejaba una espada corta y sacó un hacha pequeña de algún lugar de su chaqueta. Elaine lo vio por el rabillo del ojo pero no podía ayudarlo, porque la pelirroja ya estaba cargando la ballesta de nuevo y esta vez no iría a por ella sino a por el brujo que era el que levantaba escudos de viento. Corrió hacia la mujer sin pensárselo dos veces, los cuchillos giraron entre sus dedos como había hecho cien mil veces, en cada entrenamiento, en cada noche de patrulla, cada hora con sus hermanos condenados por la luna llena...habían marcado un antes y un después de Elaine. Era rápida, era mortal, era el lobo que acecha en la noche. Los filos de las hojas apenas tuvieron tiempo de brillar bajo la atenta mirada de aquella luna creciente, la Diosa estaba feliz, le sonreía a sus hijos, o así lo pensaba ella. Se enzarzó en una pelea cuerpo a cuerpo con aquella mujer que soltó la ballesta cuando se le echó encima la loba, rodaron por el suelo, y la secuaz de Rannulf sacó también un cuchillo que alcanzó el brazo de la joven. Elaine rugió mientras su ojos se ponían del color de la mostaza y hundió primero un puñal en el corazón acertando de pleno y después, a modo de maleficio apuñaló cada ojo de la norteña.

— así vagarás ciega por toda la eternidad...— masculló entre dientes mientras se pasaba la manga por la cara para quitarse la sangre que no la dejaba ver. Sirius peleaba diestramente contra el tipo que blandía dos armas pero el tercero se le acercaba peligrosamente. No lo dudó y arrancó los cuchillos de los ojos de la pelirroja y los lanzó contra los muslos del asaltante, que no lo esperaba y cayó al suelo a dos metros del hechicero, esas heridas no eran mortales, se levantaría y plantaría pelea, pero esparaba haber ganado unos segundos preciosos para él. Segundos en lo que finiquitar a los esbirros de un rey tirano.

Elaine se levantó cuando vio rodar una cabeza y después la otra. Estaba hecho. Caminó despacio hasta el chico herido y se arrodilló a su lado.

— ¿estás bien? ¿quieres que avise a alguien?... soy Elaine— el chico negó, y se incorporó tosiendo sangre, le había dado unos cuantos golpes y tenía una herida fea en el hombro, pero dada su condición licántropa, seguramente sobreviviría.

—yo soy Gunnar... marcháos, mi manada estará a punto de llegar...— el chico apenas acabó la frase cuando varias personas salieron de la linde del bosque. Sus ojos relucían en la oscuridad, sus gruñidos amenazadores daban fe de que estaban frente a una manada de lobos, pero Elaine no se movió. Se levantó y ayudó a Gunnar a hacer lo mismo y después levantó las manos en señal de que no iba armada, sus cuchillos estaban clavados en el muslo del atacante.

— Sirius... baja la espada...—murmuró.

— Son amigos, ellos me han ayudado.— el lobo habló en alto a sus congéneres.— estaría muerto si no hubiera sido por ellos.

La muerte de los soldados ya era un hecho, la sangre salpicaba mi rostro cuando la decapitación de dos de ellos acompañó a mi mandoble en un duelo a muerte. Gruñí al ver que de la maleza hijos de la luna nos encaraban, mas nos acompañaban y en sus caras veía reflejada la enemistad de nuestras razas. Mis ojos adquirieron una tonalidad azulada, gélida como el mismo hielo que cubría las montañas nevadas.
Bajo mis pies la tierra se quebraba, rodeados de lobos con sus colmillos desafiando mis tempestades les deje claro que en este duelo a muerte no seria yo el único que caería inerte.
Una capa de hielo empezó a crecer frente a mi, mi respiración se agitaba voraz hasta que escuché la voz de Elaine pidiéndome calma, que bajara la espada y la del chico asegurando que habíamos salvado su vida y que no eramos enemigos.

Aun así me mantuve en pie, desafiante, no pensaba dejar que saltaran a mi yugular sin tener el acero para plantar cara a este peligro.
La mano de Elaine en los tensos músculos de mi espalda, me hizo parpadear de seguido, hasta que el tono de mis ojos descendió en intensidad y con el, el hielo que se formaba dispuesto a ser catapultado como flechas hacia todos ellos se quedo quieto como si solo fuera un muro de defensa.

Bajé la espada y con ese gesto mi actitud beligerante, del mismo modo los lobos dejaron de gruñir aun mirándonos con cierto recelo mas por mi que por ellos.
-No es mi intención quebrar la paz escrita por nuestros ancestros, todo lo contrario siempre he defendido la ley y en ella se incluye el pacto entre hombres y licantropos.
No sonso los Cannif los que quebrantamos el pacto, es Randulf y su propósito de reducir a cenizas nuestro hogar -dije apretando los dientes.

El que parecía el líder de la manada se adelantó, era un hombre de cabello claro y crespo, abundante barba y ojos amarillos como la hiel.

— no tenemos disputa con los Cannif, si es cierto lo que dice Gunnar, ahora estamos en deuda. Dile a tu padre que Thorsteinn quiere hablar con él, pasada la luna llena nos reuniremos.— el hombre desvió los ojos hacia Elaine, estaba claro que era de los suyos, pero no pertenecía al norte, una extranjera. Le hizo un leve asentimiento con la cabeza y ella bajó la cabeza en señal de respeto. Las jerarquías de las manadas estaban claras, el alfa era quien mandaba y a quien se le debía respeto, pues era su territorio, y aunque hubiera ayudado al joven Gunnar, no dejaba de estar invadiendo su territorio. Con ese gesto se ponía a disposición del alfa, como debía ser, presentándole sus respetos y zanjando cualquier suspicacia o recelo.

Luna llena, en varios días se elevaría en el cielo con todo su esplendor y Elaine tendría que buscar refugio, cayó en la cuenta de eso y se atrevió a avanzar unos pasos hacia el alfa.

— disculpadme...pronto será luna llena...¿puedo...?
— búscanos, eres bienvenida.— Thorsteinn la cortó y ella asintió. No necesitaban más palabras, entre lobos se entendían.

A un gruñido del alfa se fueron retirando todos hacia el bosque y el chico se reunió con ellos, maltrecho y cojeando. En el claro del bosque sólo quedaron Sirius, Elaine y los tres cadáveres. Los vio alejarse, calibrando el alcance de lo que les había dicho. Siempre sería mejor pasar la luna llena con una manda, que sola en la espesura o confinada en un calabozo de la fortaleza, que por casualidades pudiera fallar... y entonces sería una masacre. No quería eso para los Cannif, que tan bien se habían portado con ella. El silencio los rodeaba ahora y la fiesta de la cosecha seguía abajo en el pueblo, con la música sonando a lo lejos.

Caminó unos pasos hasta recuperar sus cuchillos del muslo del cazador, donde los limpió en su ropa antes de enfundarlos de nuevo. Sangraba por el brazo, le escocía un poco, pero sabía que sanaría rápido. Su propia sangre se mezclaba con las de los secuaces de Rannulf y se le pegaba el pelo.

— Mi padre se va a cabrear cuando se entere... me dirá que hice lo correcto pero cabreado. Espero que el tuyo no se enfade, no quería causar problemas.— Suspiró y miró a Sirius, luego los cuerpos y luego la ciudad.— ¿volvemos? habrá que informar... siento haberte estropeado la fiesta.

Fueron bajando la ladera y un trueno resonó muy lejos. Esta vez no era el brujo ¿o si? lo miró enarcando una ceja, acababa de caer en algo.

— ¡Sirius! no te has descontrolado! no ha llovido ni una gota! eso está muy bien, has podido hacerlo.

Los licantropos se largaron, al parecer la loba había hecho un pacto con ellos, cuando la dama blanca coronara el firmamento ella se ira con ellos para pasar su transformación arropada por los suyos, no me pareció mala idea, en mi castillos apenas hubiéramos podido poner a su disposición una celda, pero aquí podría ser libre, el bosque era extenso y de seguro los suyos sabrían como contener su ira o frenesí o aquello que tuviera en las noches de luna llena.

En la ciudad seguía la fiesta de la cosecha, se escuchaba la música incluso podías fijarte en el humo oscuro de las fogatas y sus luces naranjas, de seguro ahora llegaría el punto clave de la noche, cuando empezaban las ofrendas a los dioses y cuando las jóvenes en edad casadera eran sacadas a bailar por aquellos vikingos que las pretendían.
En nuestra cultura lo de la doncella virgen era un mito, vamos, nuestras mujeres como nosotros disfrutaban de pura libertad sexual, así que la noche todos sabíamos como solía acabar.
Eso me recordó la conversación pendiente que se quedó a medias antes de perdernos en el bosque.
-Yo no soy como mis hermano, me refiero a que no acabo las fiestas follando en un lugar oscuro, de echo, no he follado nunca y no por falta de ganas, que soy un hombre, tengo mis necesidades, si no porque las veces que he empezado algo con una mujer, me he quedado en besos, alguna caricia mas subida de tono, pero..me descontrolo cuando me excito mucho y... pues eso, no es plan de matarla en el acto ¿no crees?

No le hable con pudor, nosotros no eramos pudorosos para hablar de sexo y aunque a ella pudiera escandalizarla mi sinceridad, así era yo y lo tendría que aceptar.
-No me estas jodiendo la fiesta, me estaba divirtiendo contigo, estábamos bailando, bebiendo...no se.
Tampoco sabia mucho mas que decir al respecto y esperaba que lo tuviera claro.
-Debería probar a liarme con mujeres feas a ver si así la cosa funciona, la madre de un amigo se lió con un Nosferatu, quizás cuando seas loba... -bromeé al ver la cara que ponía -yo solo sugiero...

Negué cuando me dijo que su padre se iba a cabrear y que esperaba que el mio se lo tomara a bien.
el mio esta ya acostumbrado, le diré lo que me ha dicho el jefe lobo y que hemos ayudado a un lobo joven..esa es la verdad, no hay porque entrar en mas detalles -apunté guiñándole un ojo.

Alce las manos por inercia al escuchar el trueno, estaba acostumbrado a que todos pronunciaran mi nombre tras ese ruido.
-No he sido yo -apunté sin mas -a ver si es que no puede llover en el norte sin mi ayuda -dije frunciendo el ceño.
Su alegría al decirme lo de que me había controlado me hizo gracia.
-Aunque no lo creas no ha sido del todo así, si no me hubieras parado me hubiera cargado a la manada y ahora mi padre tendría un problema.
El hielo que había interpuesto entre ellos y yo no era un escudo, bueno, también, pero no, iba a lanzadlo con una ráfaga de viento contra todos ellos, los hubiera atravesado como si fueran filos de espadas dejándolos clavados a los troncos, hubiera sido una masacre -reconocí.

Era cierto que en batalla lograba controlarme mas que en otras circunstancias, quizás porque había entrenado mucho, había acudido a guerras y al final como dice padre, se aprende con practica y no escondiéndote en casa.

La aplastante sinceridad de Sirius hablando sin tapujos sobre sus frustrados intentos de tener sexo sin matar a su acompañante la dejaron estupefacta y se ruborizó hasta las cejas.

— ehm... creo que no necesitaba tantos datos...— pero al ver su cara sonriente, sabiendo que le iba a tomar el pelo, se recompuso con rapidez.— Oye!! que no soy tan fea cuando... vale, sí, soy horrible. Descártame, querrías matarme igualmente pero por horrenda. Así que... no te puedes acercar a las mujeres...deberías probar con los hombres entonces...— ¡Zasca! ahora era su turno, sonrió de medio lado.— Bueno si la madre de tu amigo se lió con un muerto, igual no es tan grave que mates a la mujer en cuestión ¿no? podrías preguntarle qué tal le fue..— conforme lo dijo puso gesto de asco.— ¿pero cómo narices hemos llegado a hablar de... de... esto?puajsss.

Llegaron a la fortaleza y allí informaron al conde Cannif de lo que habia sucedido con los lobos, Elaine le comunicó que pasaría la luna llena con ellos, así estarían más a salvo con ella fuera de esas paredes, y pidió permiso para retirarse y no causar más molestias en la noche de la cosecha.

Se detuvo en el pasillo antes de emprender el camino hacia su cuarto donde se curaría ese corte del brazo y se dedicaría a rememorar algunos momentos estelares en la noche de la cosecha.

— Gracias por todo Sirius, me lo he pasado muy bien. Eres un gran anfitrión.— Se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. ¿Debería haberle avisado de que iba a hacerlo? no era para tanto, no se descontroloría por eso.

Jannicke, la chica de los ojos azules, los observó desde las sombras de una ventana frunciendo el ceño. Había seguido las peripecias de ambos durante toda la noche y tenía algo en mente.

Elaine cerró la puerta y se quitó el vestido, limpiando el corte del brazo, colocándose un camisón calentito y trenzándose el largo cabello para que no se le enredase durmiendo. Esa noche habían pasado muchas cosas, se tendió mirando al techo repasando cada una de ellas. El "momento" con Sirius todavía le martilleaba en los labios, a los que llevó las yemas de sus dedos. Ni siquiera podía besar sin tener que detenerse...eso le pareció muy triste. ¿Cómo podía ayudarlo con ese control? seguro que debía haber una forma, pero no habían dado con ella.Práctica. El secreto estaba en la práctica como cuando controló su magia en combate. Pero practicar suponía un riesgo paa la mujer que se le acercase...hum. Una idea iba cobrando forma en su cabeza. Era una locura. Pero la vida era una locura maravillosa, estar viva y respirar era una locura maravillosa. Se lo comentaría al día siguiente, quizás se muriese de la risa por la ocurrencia, o quizás tuviera algo de sentido, ya lo verían.

Jannicke fue al encuentro de Sirius.
— ¿estabas aqui? te perdí de vista hace un rato. ¿Vienes al lago? hace una buena noche y ahora empieza lo mejor.

Volvimos hacia Akershus, Elaine parecía bastante decidida a no continuar la fiesta, entendía que por esa noche había tenido demasiado, el día había sido largo, llevaba una herida que no revertía gravedad y que seguramente de habérsela hecho en otro sitio la hubieran llevado a un hospital, pero aquí las heridas eran el pan de cada día y sabia que por su condición de licantropo en menos de una hora cerraría por completo.

Admito que me había quedado con ganas de algo mas, estuvimos cerca frente a la hoguera, y bueno...traté de no pensar demasiado en ello.

Tras hablar con mi padre nos despedimos, ella aseguró que había sido un buen anfitrión y aunque reconozco tenia mas ganas de seguir la fiesta con ella, tampoco insistí en exceso despidiéndome hasta la mañana siguiente.
Mis hermanos de seguro ya estarían en el lago, así que antes de acostarme me pasaría por allí para divertirme un rato, era pronto, aun no había amanecido y de normal empalmábamos con el entrenamiento cuando se daba este tipo de fiestas.

Iba por el pasillo rumbo a las escaleras para bajar al piso superior cuando Odette me llamó, detuve mis pasos girándome hacia ella con una sonrisa.
-Si, he tenido que venir a palacio a avisar a mi padre de un problema con los licantropos y unos soldados de Randulf, ya esta resuelto, iba al lago,he quedado allí con mis hermanos, vente si quieres, aunque da noche por delante -le dije posando mi mano en su cintura para que pasara delante y empezar a bajar las escaleras.

Pronto estuvimos de nuevo recorriendo las calles de Akershus, la música, el fuego y el alcohol era algo típico de esta celebración ,la gente iba ay muy perjudicada y no era extraño oír los gemidos y jadeos en todos los rincones.
Pasamos de largo tomando alguna jarra para el camino y asi cogimos el sendero que nos llevaría directos al lago.