Una decisión valiente.{priv}

Recuerdo del primer mensaje :

Es la continuación de este tema : https://victorianvampires.foroes.org/t39817p25-la-joven-de-la-perla-priv-sirius#416841




Cinco minutos y una decisión valiente. Eso es todo cuanto necesitaba para llevar a cabo su plan. Habían pasado varias noches desde lo de la Ópera y a esas alturas Sirius se habría ido ya a su tierra. Elaine regresó al puente sobre el Sena y sujetó entre sus dedos el pequeño candado que anudó el brujo en el barrote. Era una promesa y tenía que cumplirla.

Pero las cosas habían cambiado. Se había descontrolado y allí no contaba con la manada Landvik para protegerla. Había tenido que recurrir a los Paine, que afortunadamente eran conocidos, porque su madre había trabajado para su alfa durante una temporada, habían vivido con ellos y la había acogido como si fuera de su propia manada. Sabía que su madre preferiría que regresase a Oltenia o que se quedase en París como había dicho, pero si no les contaba la verdad, sería peor. Suspiró y se sentó a escribir la carta.

Queridos padre y madre,

Antes que nada, quiero deciros que estoy bien. París es muy distinto de cómo lo recordaba, menos gris y más vivo. Tengo que explicaros algo que ha pasado y que sé que os disgustará, pero no quiero guardar secretos con vosotros.

Fui a la Opera con el objetivo de conocer al barón d'Entourage. Sé lo que estarás pensando ahora mismo, madre, y no debes preocuparte, he aprendido la lección. Es un mal hombre, pude comprobarlo por mi misma, necesitaba hacerlo... y ya está, he cerrado ese capítulo de mi vida. Siento deciros que me descontrolé y provoqué un incidente. Ya está arreglado, y al menos tuve la suficiente sensatez para ir a pedir ayuda y asilo a la manada de los Paine, que se han portado conmigo de forma ejemplar. Pero fue Sirius Cannif quien consiguió arreglar el entuerto. Es el hijo de Conde Cannif, se ha portado muy bien conmigo, me ha ayudado en todo y me ha invitado a visitarlo en sus tierras noruegas.

Probablemente cuando os llegue esta carta ya estaré allí, porque no voy a esperar permiso, y sé que debería. Pero no puedo quedarme en París, todo mi ser me grita que vaya a buscar al barón y acabe lo que no pude hacer esa noche, y no quiero manchar mis manos con la sangre de mi padre. Necesito tomar un poco de distancia. Sirius me dijo que en Noruega hay bosques, que allí los lobos no estamos mal mirados...creo que me vendrá bien un poco de aire fresco. Y me dijo que si es necesario, él mismo me escoltaría hasta Rumanía.

Espero que no lo sea, si empizo a suponerles un problema a esa gente, yo misma volveré las grupas y regresaré a casa.

Siento decepcionaros con mis palabras, tengo la determinación de ser más fuerte y de aprender un poco más sobre mi control. Confiad en mi, os lo pido, porque sólo podré aprender cuando me enfrente a mis propios demonios. Sé que me protegéis porque me queréis, pero si no lucho yo misma mis batallas no podré vencerlas.

Un abrazo, os echo de menos,

Elaine.

Dobló el papel, lo metió en el sobre, lo mandó y se plantó con su maleta en el puerto de Le Havre, pasaje en mano, rumbo a Bergen. Avisó por carta de su visita, a fin de cuentas era una visita "oficial" entre miembros de la nobleza, la margen de que extraoficialemnte ella también era "princesa".

Aquella sala gozaba de un aspecto sobrio y elegante. La sala de reuniones permanecía iluminada, imaginé que mi padre, así como Niels y Ulf ya estarían allí.

-Adelante, te esperábamos.
Su hija estaba a su lado, yo me situé con premura en la silla que quedaba a la derecha de padre.

Miré a mi alrededor a la izquierda de mi padre se encontraba Niels, y junto a él, estaba Bourthmon, era un viejo lobo, sabio como ninguno, sus 160 años lo habían curtido en experiencia y era un fiel consejero en situaciones desesperadas, era uno de los alfas mas viejos e importantes. Su cabello completamente blanco plateado, le confería un aspecto rememorable, sus ojos eran azules, un color extraño entre su especie, y pese a su elevada edad, todavía conservaba unos rasgos fieros. A su lado estaba Silvara, era una hermosa loba de cabellos rojizos, sus ojos eran como la noche y su poder inigualable. Lunarela, estaba a su lado, era una loba arquera, de las mejores del reino, su pelo liso castaño caía de forma ordenada sobre su hombro derecho, era la general de la guardia de la frontera, y en su tiempo fue discípula de mi padre, ella siempre le tuvo un cariño especial, y a fecha de hoy, era muy apreciada por la familia. A mi derecha se encontraba Daimaro, era un experto conocedor de los bosques y de los reinos en sí, de carácter diplomático, era el encargado de viajar entre ellos para solucionar pequeños conflictos, otro alfa importante sin dudarlo.

Hoy Damon, el rey de alfas presidia aquel consejo, su presencia destacaba sobre todos ellos, se notaba la admiración que sobre ese hombre procesaban, una fe ciega similar a la que los humanos del norte depositaban en mi padre.
Supe entonces que la vida de los lobos fácilmente la depositarían en sus manos.
Landvik era un hombre de gran nobleza, bastante tempestuoso en carácter, claro que ...no era yo nadie para decirlo ciertamente.

Mis ojos furtivos buscaron en demasiadas ocasiones los de Elaine, allí, junto a su padre parecía la digna sucesora de este, entendía la proteccion que Damon le procuraba ciertamente.

Bouthmon se levantó y todos callaron por respeto y porque hasta la fecha el licantropo que más se podría parecer a un rey o similar. Por su edad y sabiduría era el que más o menos había servido de cemento entre los clanes, pero en aquellos tiempos tan difíciles, su liderazgo ya no era suficiente.

— Hoy estamos todos aquí reunidos para hacer frente a una amenaza común que pretende extinguirnos como especie. Sé que algunos miráis con recelo a los humanos que se sientan esta mesa, pero tenéis que escucharlos y después parlamentaremos. Por si alguien no tiene claro quienenes se sientan en hoy aquí son: el legítimo rey de Noruega y Conde, Höor Cannif, el impulsor de esta reunión con sus hijos Sirius y Niels. Y en el otro extremo el Rey de Rumanía, su alteza real Damon Landvik y su hija Elaine.

Le dio paso a Höor que relató las atrocidades que vio años atrás en la fortaleza del Maëlstrom cuando fueron a romper el espejo, les contó los últimos acontecimientos en los que se habían visto envueltos. Thorsteinn corroboró su historia contando que querían capturar a su hijo Gunnar y Sirius y Elaine lo salvaron. Explicaron los experimentos que estaban haciendo con los licántropos capturados y cómo la magia había alterado la transformación de Elaine, porque Randulf pretendía controlarlos y usarlos como armas contra sus enemigos.

Se alzaron rumores y gestos de sorpresa e inquietud entre quienes no sabían lo que estaba ocurriendo. Damon hizo ademán de levantarse para hablar pero Elaine le pidió permiso.
— Padre...¿puedo decir una cosa?.— Éste asintió. La joven se puso en pie y se dirigió a los presentes.— Sé que soy una extranjera y que algunos pensaréis que esto no me concierne porque no es mi país. Pero cuando trataron de cazar a Gunnar, sentí que no podía dejarlo estar, porque al final, a pesar de las fronteras, todos somos carne y sangre, a todos nos cambia la luna y yo me siento orgullosa de lo que soy, del don que me regaló mi padre. No permitiré que me conviertan en una bestia para usarme a su antojo, ni a mi ni a nadie de los míos. Y cuando digo "los míos" me refiero a todos nosotros. En esto, somos todos una sola manada.

Se sentó y dejó que Damon hablara. Él había sido capaz de unir a las manadas bajo una misma bandera en Rumanía, y en su país natal debería conseguir lo mismo o las consecuencias serían catastróficas para todos. Cuando Damon hablaba se quedaba atrapada en sus palabras, en la fuerza que desprendían, en su porte y su presencia. Era normal que la gente lo admirase, era todo un rey y no sólo por su título.

Damon:

Mi hija habló con decisión, en mis ojos podía leer el orgullo de un padre que había hecho bien las cosas.
No era una niña, en eso no le faltaba razón, mis ojos sin quererlo fueron a parar en los del muchacho que sentado a derecha de su padre la miraba fijamente.
No podía ver en él otra cosa que no fuera un peligro y a un bárbaro, pero...Elaine se había propuesto ayudar a las manadas del norte, algo que la honraba y me gustara o no, el muchacho por sus venas corría sangre norteña, era parte de esto tanto o mas que el resto.

Me alcé, el silencio se hizo en aquella cámara nada mas mi aura de alfa se impuso sobre el resto.
-Se lo que pensáis muchos, que soy un extranjero que viene a deciros como ganar vuestras guerras. Se que aquí, en el norte, el orgullo y el honor abanderan un carácter fuerte, pasional y luchador, lo se porque mi padre era el alfa de una de vuestras manadas, lo se porque por mis venas también corre el norte.
Esto va mas allá de países, de religiones o de fronteras, se trata de que cuando cambiamos la piel todo aullamos a la misma madre que desde el cielo nos contempla.
Somos hermanos y como hermanos afrontaremos una guerra que nos atañe a todos, hasta ahora divididos habéis plantado cara a Randulf, de eso se ha valido ese que experimenta con vuestros hijos, que los captura y los trasforma en abominaciones.
Es hora de decir basta al reinado de un tirano, uno que pretende llevar nuestra raza a la extinción. Alcemos nuestras armas, convirtámonos en los hijos de la luna y como hermano batallemos abanderando la misma lucha.
Somos lobos, somos alfas, somos manada.

Sirius:

Acabadas las palabras de el señor Landvik los lobos aullaron, era impresionante ver como distintas manadas se unían en una para apoyar al que se había coronado como el rey de los alfas.
Algo me decía que tras la marcha de Damon, si ella decidía quedarse iba a ser muy importante para eso que estaba ante nuestros ojos formándose, una unión inconcebible hasta ahora.

Mis ojos buscaron los de la loba que aullaba junto al resto, ladeé la sonrisa mirándola, algún día se convertiría en una gran mujer, una gran líder, una gran alfa.
Decía que tenia que controlar aun su trasformación, posiblemente así era, pero su camino no era tan largo ni escarpado como el mio, ella estaba echa para liderar, para ser digna sucesora de su padre y yo...yo aun tenia que afianzar mis raíces.

El concilio fue realmente bien, aquellos hombres y mujeres sólo necesitaban saber que eran parte de algo muy grande, que como manada estaban solos pero como especie eran fuertes si estaban unidos. Höor, Damon y algunos de los alfas decidieron celebrarlo con hidromiel y los jóvenes obtuvieron el permiso para regresar a Akhershus. Elaine buscó a Sirius, que estaba con Niels, y se colgó del brazo de ambos.

— Pues ya está!! creo que ha ido muy bien. Tengo hambre ¿vamos a algun sitio a cenar?

Con los últimos acontecimientos ni habían dormido bien ni habían tenido una comida tranquila y le apetecía algo así. Recordó lo bien que lo estaban pasando en la fiesta de la cosecha hasta que sucedió lo de Gunnar y deseó una noche así, simplemen te de celebrar y divertirse.

Recalaron en una fonda del pueblo que estaba muy animada y donde reconocieron de inmediato a Niels.

— no hay posada, fonda o taberna de aquí a París donde no sea famoso ¿no?.— le comentó por lo bajo a Sirius riendo. Pidieron asado con patatas y les trajeron también cerveza y una hogaza de pan. Comieron y bebieron entre risas y bromas, una camarera les trajo el postre que eran unas manzanas asadas con nata y un recadito para Niels, una mujer que estaba sentada en una mesa al otro lado, le invitaba a una copa. Ya estaba, el inefable "efecto Niels", allá por donde iba parecía que destilaba feromonas por lo menos, todas las hembras en celo se le arrimaban. Elaine le dio un codazo a Sirius cuando su hermano se levantó, hinchado cmo un pavo real y le susurró.

— ahí va, con la sonrisa conquistadora....eso es. Le está hablando, venga... guíñale el ojo...ahí va!! jajajaja espera..le queda la sonrisa de medio lado con la pose de "soy tan estupendo que no merezco menos"...y ahí la tenemos!!! jajajajaja

Niels era muy predecible y Elaine muy observadora. No se le había pasado nada por alto. Acabó el postre resoplando.

— ayyy...que hartura. Estaba todo buenísimo.¿Vamos a pasear por los jardines?— le hizo una mueca a Sirius, porque el chiste de los jardines iba a dar para mucho. Salieron dejando a Niels en buena compañía y Elaine se agarró del brazo del brujo. Podían pasear un rato, o ir a algun sitio... le daba igual con tal de estar con él disfrutando de cualquier cosa "normal" para su edad, lejos de las intrigas, los intentos de asesinato, la política y las discusiones.— ¿dónde quieres ir? esta noche soy toda tuya, mi padre no me reclamará.

Mientras nuestros padres se quedaban a beber hidromiel, a brindar entre ellos y concretar asuntos que ya no iban con nosotros.
Elaine, Niels y yo nos largamos a cenar a una cantina, fue entrar por la puerta y muchas de las norteñas se comieron a mi hermano literalmente con los ojos.
Como un pavo real el pazguato camino entre las mesas hasta dejarse caer en uno de los taburetes alzando la mano para que la cantinera, que corrió dejándose las bragas de llegar la primera llego a la mesa para tomarnos la comanda.

Me eche a reír por lo que Elaine decía mientras mi hermano tonteaba con la camarera como ya era habitual en él.
-Que cabrón es -dije riéndome mientras negaba con la cabeza.
Por supuesto la cena nos la trajeron enseguida y vamos no se sentó la posadera en nuestra mesa porque el dueño la miraba frunciendo el ceño pidiéndole que se moviera.

Bebimos, reímos y pronto mi hermano con ese aspecto que tenia de “soy guapo y lo sabes” se fue hacia la mesa de la vikinga que lo devoraba con la mirada y algo me decía que de aquí un rato le haría una buena limpieza de sable.
-No me esperes despierto -replicó mi hermano con una ladeada sonrisa tirándome una hogaza de pan.

Acabado el postre salimos de allí, ella colgaba de mi brazo decía tener ganas de fiesta, algo así como la noche de la cosecha.
-Como no nos la montemos nosotros -bromeé -hay una cantina cerca, tocan música, la gente baila alrededor de las velas y bueno..podemos beber y acabar borrachos en el lago -bromee -quiero decir...que podemos acabar paseando por los jardines de palacio -bromeé sin dejar de reírme.
-Ademas, soy bueno jugando a los dardos ¿que me dices loba? ¿Nos echamos unas partidas?

Rodeé su cintura con mi brazo tirando de ella sin dejar de reírme, mis labios se perdieron en su cuello ascendiendo hasta el lóbulo de su oreja.
-También podemos entrenar -susurre animado por el alcohol que habíamos tomado dentro -tu padre no te va a reclamar - ¿no?

Se estremeció al escuchar la sugerencia tan pegada a su oído, ascendiendo lentamente con suavidad por su cuello.

— ¿quieres recibir una paliza en los dardos? porque soy muy buena...Hmmmm ya sé. Apostemos algo. Si te gano yo elijo cómo pasar el resto de la noche y si me ganas tú, lo eliges tú. ¿Qué me dices?

Entraron en la taberna donde había una diana clavada en la pared, pidieron dos jarras de cerveza y los dardos y comenzaron con una ronda de prueba para calibrar el peso y la desviación de los dardos. Comenzó la prueba, serían tres rondas y empezó Elaine, haciendo varias dianas al centro y algunas en los círculos inmediatamente aledaños, no en vano entrenaba con los cuchillos desde los nueve años.

Le tocó el turno a Sirius y no se quedó atrás, era bueno con cualquier arma, pero Elaine se le acercó y frunció el ceño.

— Sin magia!! nada de invocar al aire para que te ayude...— dudaba que estuviera haciendo trampas, pero por si acaso. En la segunda ronda acertó varias dianas y sonrió satisfecha haciéndole una pedorreta a Sirius en el cuello.— ¡soy muy buena!! já!!

Era de nuevo el turno del hechicero y la loba se sentó sobre una mesa al lado del tirador y justo cuando iba a lanzar le dio un pellizco en el culo.

Si aquello era un juego de dardos pronto dejo de serlo, había que decir una gran verdad, Elaine era un tramposa.
Se reía sin parar pellizcándome el culo o golpeando mi mano en lo que ella llamaba “un descuido” para que fallara, claro que yo no me quedé atrás.
Según la loba la magia no valía, pero sople tantas veces que el viento desvió los dardos mientras ella fruncía el ceño y yo me hacia el distraído.
Algún manotazo se llevo en el trasero y al final de la partida no había quedado ni un dardo el tablero.

Reíamos contra los labios del otro, en un ambiente discernido, acariciándonos, mirándonos de forma cómplice.
Yo apoyado en la mesa donde nos esperaban las jarras, ella apoyada contra mi susurraba asegurándome que la siguiente era la definitiva y que le daría la victoria.
Negué sin poder dejar de reírme, pero bueno alguno tenia que ganar en este estúpido juego y la idea de que ella eligiera donde íbamos a pasar la noche me parecía interesante.

La detuve antes de que lanzara con una picara sonrisa que murió contra su boca.
-Pero solo te dejo tirar silos jardines de palacio y un paseo por ellos no son tu elección ¿que me dices?
Me dio un manotazo en el pecho girando sobre sus propios pies dispuesta a dar en la diana.
Rodeé su cintura atrayendola contra mi cuerpo mientras apoyaba mi barbilla en su hombro.
-Tira -susurré mordiendo el lóbulo de su oreja.

Mi aliento movía su pelo y su mirada de soslayo me hizo reír soltándola mientras alzaba las manos dejando claro que no iba a hacer trampas.
Como no, la loba dio en el centro de la diana, así que como justa vencedora le tocaba decir que quería hacer conmigo aquella noche.
-¿y bien? -pregunté dando un trago de mi cerveza - ¿que quiere hacer princesa? -pregunté apurando la cerveza.

Tenía las mejillas coloradas de las cervezas y las risas, y pasear entre parterres de rosas y tulipanes no era lo que tenía en mente.

—¿pero aquí tenéis jardines? pensaba que sólo teníais huertos... y que tu hermano era el dueño absoluto, siempre llevandose a alguien al huerto!!.— estalló en carcajadas y se dejó abrazar por Sirius, lo tenía tan cerca... pero logró controlarse y hacer diana.— ¡Bien! he ganado!! pues...tendrás que acompañarme a un lugar y quedarte conmigo.

No le dio más datos y simplemente tiró de ál hacia la fortaleza de nuevo. Llegaron a los establos y Elaine pidió que les ensillaran un par de caballos.

— Regreso en se guida!!.— se perdió por la entrada de la cocina y regresó veinte minutos más tarde con dos mantas y un pequeño saco que metió en las alforjas. Montaron y espoleó su animal para salir al galope hacia el bosque territorio de Thorsteinn. Allí se alzaba una montaña de escarpados riscos a la que se podía acceder por el otro lado, ya que era una suave colina y los caballos no sufrirían. Ascendieron durante media hora más y alcanzaron la cima de la montaña que era sorprendentemente plana y cuebirta de hierba.

Desmontó y ató el caballo a un árbol, dejando los trastos sobre la hierba, después le indicó a Sirius que la ayudase a hacer una fogata y como era bueno con el fuego, que la encendiese en un suspiro. Colocó una manta en el suelo, se sentaron y la otra la echó por encima de ambas espaldas para estar calientes.

— Eso... es increible.— señaló las luces de la aurora boreal.— lo vi la noche de la luna, pero estaba transformada y no pude apreciarlo bien.— frente a ellos un acantilado de más de cien metros de caída les otorgaba una vista despejada y privilegiada de aquel fenómeno natural.— esto es lo que quiero, una noche bajo el cielo de colores y en la mejor compañía.— se giró hacia la brujo y se fijó en su rostro.— vaya... tus ojos reflejan los colores...— elevó la mano y le acarició la mejilla. Se acercó un poco más, despacio, la distancia hasta sus labios parecía infinita, era como aquel momento que se miraron mientras bailaban y que se desvaneció, pero este no iba a desvanecerse. Se acercó un poco más hasta alcanzar la fruta prohibida, la guinda del postre deseado, sin prisa ni remordiiento.

Sentados frente a un enorme precipicio, solos en la cima de las montañas y con la fresca hierba mullida y verde bajo nuestros cuerpo contemplamos las luces de la aurora boreal.
Sus ojos observaron las luces en los míos, ladeé la sonrisa cuando su mano acarició mi mejilla, nos quedamos mirándonos fijamente por unos instantes.

Hoy no había ni fuego, ni bailes, pero nuestros ojos bajaron hasta los labios del ojo en una danza lenta que acortó la distancia calcinada por el aliento.
Su boca presionó la mía, entreabrí los labios deslizando mi lengua de forma lenta hasta atravesar el precipicio de la ajena, beso lento en un principio, clamo, sentido y buscado.
Un jadeo emprendió un ritmo mas necesitado, pasional, hambriento mientras mi cuerpo empujaba el ajeno sobre el lecho de flores convirtiéndome en su escudo.

Acaricié con mi nariz la ajena deteniéndome un instante al sentir como unas gotas de agua caían sobre mi espalda, mi hombría lazada en su vientre. Ladeé la sonrisa contra su boca, estaba frustrado, era evidente, pero se me daba bien disimular como me sentía cuando era incapaz de controlar mis instintos mas básicos.

Me dejé caer a su lado con la respiración errática y tiré de ella para que se apoyara en mi pecho mientras nuestras miradas se perdían en el firmamento.
Tiré las pieles por encima de nuestros cuerpos mientras mis dedos se perdían en su piel por debajo del corseé.
-Dicen que el mal siempre sigue de cerca los pasos del bien con la intención de destruirlo, en mi cultura tanto el dios Sól (el Sol) como el dios Mani (la Luna) eran perseguidos incesantemente por los fieros lobos llamados Sköll (repulsión) y Hati (odio). Hijos de Fenrir que era el lobo gigante, la bestia del Ragnarök
Susurré en su oído señalando esa luna menguante que coronaba el firmamento.
-Supongo que de algún modo, tu cultura y la mía tienen puntos comunes -ladeé la sonrisa -aunque solo sean los lobos -brome mirando sus pardos -Te he visto en el consejo, eres digna hija de tu padre, deberías plantearte quedarte, hay un vació de poder entre las manadas y cuando el rey Landvik se largue es posible que los alfas acabe lanzándose unos contra otros para llenarlo. Deberías ser la cordura que necesitan, respetan a tu padre, no se atreverán a alzarse contra su hija Elaine, eres importante para mantener la paz y lo sabes.

Mis labios la buscaron de nuevo de forma pasada.
-Ademas, no quiero que te vayas, me gusta pasear contigo por los jardines de palacio -bromeé dándole un manotazo en el trasero mientras me reía de nuevo -a ver cuando te puedo llevar al huerto .

Tenía razón en aquellas palabras: ella podía seguir uniendo a los clanes por un tiempo hasta que fueran capaces de colaborar entre ellos y encontrar a otro alfa que fuera como el equivalente a Damon, que los uniese y los alentase. Hablaría con su padre respecto a eso, porque no quería marcharse tras unos pocos días allí, ese país tenía algo que conectaba con ella en lo más profundo; quizás fuera su naturaleza salvaje e indómita, su gente tan auténtica que abrazaban la vida. Eran muy distintos de Rumanía, siempre tan serios, siempre tan supersticiosos, siempre mirando de reojo al de al lado.

Además...Sirius tampoco quería que se fuera. Había un algo, una chispa, un sentimiento cálido queriendo brotar, podía sentirlo entre ambos. Acarició su pelo negro viendo las luces del cielo reflejadas en sus ojos y en su piel.

— Pues... los huertos están sobrevalorados, sólo nos dan calabazas porque no nos llamamos Niels.— sonrió contra su boca antes de acariciarla de nuevo con sus labios. No le importaba esperar, sufría más por él, por su propia frustración. Se acomodó entre sus brazos apoyada en su pecho y le pasó una pierna por encima para estar más cómoda y más cerca.— Al parecer Hati y Sköll no se salieron con la suya ¿verdad?. No dejes que tus lobos te dominen y algún día alcanzarás el cielo.

Exhaló el aire despacio y apoyó la cabeza contra su pecho mirando el cielo claro y estrellado surcado por aquellas hipnóticas franjas verdes y violeta respirando la paz de aquella montaña, sintiendo bajo su mejilla la respiración de Sirius, calmada también. De seguro que andaba cavilando sobre el tema, iba a probar algo por saber si funcionaba. Deslizó la mano por su pecho, bajo la camisa, sin prisa, acariciando las curvas de sus pectorales, las costillas y los músculos del abdomen. Tan sólo quería que se acostumbrase a su tacto, a que lo recorrieran con el mero objetivo de sentir la piel ya ya está. Siguió hablando calmada, relajada.

— Hay muchas leyendas sobre los hombres lobo, tantas como civilizaciones. La más extendida es la leyenda griega sobre Licaón, el rey de Arcadia, que era hijo de Titán y Gea. Fue condenado por Zeus a ser una bestia por haber sido un bárbaro atroz..— siguió pasando la mano despacio por su torso, deslizando las yemas por los costados y contando una a una las costillas.— mucho me temo que Zeus no había venido de vacaciones aquí...tendría a muchos para convertir en lobos...— bromeó y después depositó un leve mordisco en su barbilla sin dejar de pasear sus dedos por la piel ajena.

Las luces del cielo nos dejaron un tiempo absortos, simplemente contemplándolas, ladeé la sonrisa cuando me habló de Hati y Sköll, como la luna y el sol no debía dejar que mis demonios me alcanzaran, pero era mas fácil decirlo que hacerlo francamente.
Sus dedos se paseaban por mi vientre, ascendiendo por mis costillas, sus dedos se hundían ligeramente en mis costillas, contándolas.

De nuevo nos miramos, escuché la historia de Zeus y los lobos, sus ojos brillaban por el reflejo de colores que el cielo como un lienzo dibujaba frente a nuestros ojos.
Estaba muy a gusto, tranquilo, me gustaba sentir sus caricias en mi piel, su mordisco en mi barbilla me hizo de nuevo buscar sus labios en un beso lento, calmo, enredando nuestras lenguas despacio, como si fueran maderos crepitantes por el fuego.
Nuestros cuerpos se rozaron prendiendo ascuas, la atraje de la nuca enredando mis dedos en su pelo profundizando en el beso.
Mi nariz rozó la suya, mordí su labio inferior suavemente, sin prisa ninguna, solo disfrutando del momento que nos regalaba la luna.

Me tomaba pausas cunado veía que me calentaba mas de la cuenta, contemplaba las estrellas deslizando mis dedos por debajo de su corseé.
Mi estomago se contraria ante sus caricias, me hacia cosquillas.
-¿Te quedaras? -pregunté mirándola con los ojos oscurecidos y mi respiración errática golpeando sus labios.

Algo me decía que Damon no iba a estar muy de acuerdo en que su hija siguiera su camino entre bárbaros.
-Si te quedas podremos entrenar todo los días, dicen que la practica hace al monje -bromee guiñándole un ojo antes de atraerla de nuevo contra mis labios -también podemos entrenar con el acero, si pretendes sobrevivir en el norte, vas a necesitar ser diestra en el cuerpo a cuerpo.

La alcé sobre mi cuerpo sentándola sobre mi a horcajadas.
-Y a los dardos, has de reconocer que estamos aquí porque te he dejad ganar -apunté de forma engreída.
Reconozco que como todos mis hermanos tenia muy mal perder lo que dibujo una sonrisa en sus labios.
-¿Que? A mi no me gusta perder ni a las tabas -me excusé alzando mi tronco hasta colisionar nuevamente con su boca.

—Ohm...ya sé por dónde vas, Sirius Cannif. Quieres ser el mejor en todo!! tranquilo yo te ayudaré, entrenaremos...y a los dardos también.— le guiñó el ojo divertida cuando la alzó sobre él.— Hablaré con mi padre, me quedaré una temporada en vez de ir a París..— revolvió su pelo y después volvió a besarlo. Se lo pasaban bien juntos, hablaban de todo tipo de cosas, tenían gustos parecidos en cuanto a divertirse (excepto en lo del agua helada del lago).— me parece bien lo de entrenar con el acero, será genial aprender de ti. Quizás puedas enseñarme algun truco de magia...— le puso las manos en las sienes.— Oh, espera!! acabas de transferirme tu magia. Ahora veo el futuro y...¿sabes lo que va a pasar? que te vas reir mucho.— le hizo un placaje y presionó contra las costillas haciéndole cosquillas.

Acabaron haciéndose cosquillas el uno al otro hasta cansarse de reir. Empezaba a refrescar, así que Elaine se abrazó al brujo y echó la manta sobre sus cuerpos, cerca del fuego.— será mejor dormir un poco. Sirius...tu nombre es el de la estrella más brillante que podemos ver, y en la mitología griega era el nombre del perro cazador de Artemisa, la diosa de caza... a ver si vas a ser uno de los nuestros!!.— bromeó.— Tu estrella será mi luz cuando mire al cielo. Buenas noches.

Le dio otro beso y enterró la cabeza en el hueco de su cuello. Durmieron unas cuantas horas en plena paz, al lado del fuego, proporcionándose calor y sosiego. Posiblemente esa fue una de las noches que mejor había dormido en toda su vida. La despertó el chasquido de uno de los caballos y vio que empezaba a clarear el horizonte.

— Sirius...despierta, dormilón. Está amaneciendo, tenemos que regresar a la fortaleza, supongo que mi padre se querrá ir y quiero hablar con él.

“— Sirius...despierta, dormilón. Está amaneciendo, tenemos que regresar a la fortaleza, supongo que mi padre se querrá ir y quiero hablar con él.

Ladeé la sonrisa aun con los ojos cerrados, enredé mis brazos a su cintura, trepando con mis dedos pos su espalda hasta alcanzar su nuca atrayendola contra mis labios.
Saqueé su boca hambriento y con mi otra mano tiré de las pieles sobre nosotros para ocultar las primeras luces del alba.
-¿yo no veo que sea de día? -bromeé mordiendo su boca húmeda – un poco mas, creo que necesito mas practica -susurré arrastrando las palabras contra sus labios con una picara sonrisa.

Mis manos bajaron a sus caderas, la moví sobre mi miembro alzado, llevábamos toda la noche pegados, su cuerpo sobre el mio.
Jadeé deslizando mi lengua por su boca, paladeando aquel sabor a bosque, a fruta madura. Beso cada vez mas intenso mientras mis dedos sobrevolaban el valle de su espalda buscando las lazadas de su corseé.

Sobré la manta una fina lluvia empezó a caer, sonreí contra sus labios escondiendo la frustración que sentía en ese instante en el que necesitaba mas y de seguir podría hacerle daño.
-Lo siento -susurré con la voz ronca -parece que el huerto tendrá que esperar -aseguré.
Bajamos la manta mirándonos, ella reía intentando quitar hierro al asunto para que yo me sintiera bien pero sus ámbar revelaban que también estaba excitada.

Me relamí los labios ayudándola a levantarse, recogimos las mantas guardándolas en las alforjas y emprendimos viaje hacia Akhershus.
Damon las esperaba en los jardines, dispuesto para partir tras haberse celebrado el concilio.
Mi padre junto a él terminaban de acordar ciertos asuntos.
Cuando llegamos los ojos del lobo me recorrieron de arriba a bajo.
-Buenos días majestad -saludé consciente de que mi piel y la de su hija olían en demasía a haber pasado la noche juntos.
-Elaine han preparado tu equipaje, creo hemos abusado ya en demasía de la hospitalidad del conde, has viajado a conocer el norte y a visitar a tu amigo -recalcó con cierto tono ahogado esa palabra -ambos motivos han sido satisfechos, esperaré a Sirius en Rumanía para que visité a mi hija y espero que pueda ofrecerle la misma hospitalidad.
Elaine, nos vamos -dijo el lobo con seguridad.

Sabía que a Damon no le haría ninguna gracia lo que iba a decirle, pero quería hacerlo, quería quedarse y tomar un puesto de mando por una vez.

— Padre...¿podemos hablar?.— se retiraron un poco de la gente que estaba en el patio de armas, no quería montar un lío.— He estado pensando que en cuanto nos vayamos las manadas perderán el liderazgo ya que no tienen a nadie aquí que los dirija como tú haces en Rumanía, y todo este esfuerzo se irá a tomar viento. Siempre he estado bajo tu mando o el de Ariyne o el de Mildred y aquí...aquí me respetan. Me gustaría quedarme una temporada corta, los meses que iba a estar en París, pero en vez de allí, aquí. Siento que en este lugar se me necesita más que en una escuela de arte, y que aprenderé más aquí de lo que de verdad necesito saber, que entre clases y pasillos. Si aspiro a ser como tú, tengo que empezar a hacer las mismas cosas, no puedes pretender que sepa como liderar si no tengo nunca la oportunidad. En casa todos te siguen a ti, y si me siguieran a mi sería porque saben que tú estás detrás, pero esto sería una prueba, un reto que quiero superar.

Miró a Damon con aquellos inmensos ojos verdes. Sabía que quería protegerla, que ni de casualidad la dejaría en un lugar donde hay guerra real sin estar él allí para cuidarla, y por ese motivo lo llamaba "padre", así lo consideraba. Pero también sabía que habría algo de egoismo en su proceder, de la misma forma que lo había con su madre. Se amaban, eran un hecho, pero también él había reconocido ser egoista en eso, pues había querido conservar a Brianna a pesar de no ser la mejor opción para ella. En algunos momentos de desesperación la hubiera dejado marchar, pero su madre tampoco quería alejarse de él. Vaya par de idiotas enamorados. Por eso le reventaba tanto que su padre considerase sus impulsos peores que los suyos propios. ¿Acaso no eran lo mismo? No quería discutir con él, pero sabía que discutirían, como alfa se negaba a ceder nada de su propiedad y Elaine lo era, egoistamente lo era. Protegía a los suyos con ferocidad, pero no se daba cuenta que ya no era una niña y que debía elegir su camino.

Mis ojos se colorearon de un intenso ámbar, la desfachatez de mi hija no conocía parangón, si pensaba que la dejaría en tierras norteñas asumiendo el papel de líder de las manadas del norte es que me conocía bien poco.
Aunque no le faltaba razón ante la idea de que la irme la figura del alfa supremo quedaría vacía y las revueltas podían sucederse ese no era ni de lejos mi problema.
Mantenerla a ella a salvo por contra si lo era.
No iba a dejarla sola en medio de una guerra, no si yo no estaba allí para protegerla.

Además estaba el otro tema, Sirius, ese muchacho albergaba en su aura mucha oscuridad, puede que el chico hiciera un esfuerzo titanico por no sucumbir a ella, puede que haber caído en una familia como la de Höor ayudara al muchacho a ser mejor persona, peor no era lo que un padre quiere para su hija, no solo porque sus costumbres son barbaras, porque se atrevía a tocar a mi hija sin antes haberme pedido permiso para conocerla de un modo serio, con un compromiso de por medio.
Siempre justificaban que estas eran sus formas, pero las mías eran otras y no iba a consentir que mi niña fuera ninguneada por un vikingo.

La discursion en el patio de armas fue brutal, llegó a consecuencias tales que el propio Höor intercedió pidiéndonos calma.
Animo a Elaine a marchar a Rumanía y le juro que en un par de meses enviaría a Sirius a visitarla pero que ahora teníamos que enfriar las cosas entre nosotros porque yo no iba a ceder un ápice, iba a llevarla con su madre le gustara o no.


Sirius:

Dos meses pasaron, el norte seguía en medio de una encrudecida guerra pero ni de lejos había podido sacármela de la cabeza.
Había pedido a padre acudir a visitar a Elaine, las cosas se habían ido retrasando por la situación que vivía mi país, pero finalmente padre cedió y embarqué rumbo a Rumanía.

La misiva llegó antes que yo, así que esperaba que en el puerto la joven loba me recogiera.
Yo le había mostrado parte del norte, esperaba que ella me mostrara su país..aunque este no era el único motivo de mi viaje.

La tozudez de Damon era de proporciones bíblicas y Elaine se enfadó mucho con su padre por no atender a razones. Ya se resignaba a marcharse, pero lo que no admitiría eran sus razones sin sentido, porque entendía que no quisiera dejarla en un lugar en guerra, pero lo de Sirius era absurdo. El viaje a Rumanía fue bastante silencioso, básicamente porque la joven le retiró la palabra a su padre, estaba dolida y el lobo era orgulloso. Eso sólo había una persona que podía arreglarlo y vivía en Oltenia.

Brianna se alegró muchísimo de verla, era su niña, su pequeña y la luz de sus ojos. Pronto el asunto fue bastante manifiesto, el semblante sombrío de Damon lo decía todo. Necesitaban un baño, descansar, comer y relajarse y después ya podrían abordar la cuestión.

Durante los días siguientes consiguió acercar posturas entre ellos, logrando que ambos comprendieran por qué habían sucedido así las cosas. Logró que Damon comprendiera que Elaine era joven pero no tonta, y que si se había fijado en Sirius, nada podría hacer él para separarlos, de la misma forma que a ella no la podrían separar de Damon ni por todas las reinas brujas del mundo. También Elaine tuvo que ceder un punto en que su padre sólo velaba por su seguridad y necesitaba estar más seguro de que ella sería responsable. El Norte era el primer país extranjero al que viajaba además de Francia y Rumanía y era normal que se hubiera sentido seducida por sus paisaje, su cultura y su gente, era todo nuevo, y ahora necesitaba reposar las cosas que había vivido y reflexionar sobre todas esas cosas.

Escribió a Sirius cada semana, preguntándole por su día a día, por sus hermanos y el avance con su magia. Le confesó cierta nostalgia por las bromas, los paseos y hasta el agua fría del lago. No hablaron de política, para eso escribió al conde Cannif, para interesarse por cómo iba marchando el pacto entre las manadas, y de paso le envió una carta para ellos, para que la leyeran cuando se reuniesen. En ésta los animaba a continuar siendo una familia, a cuidar los unos de los otros y a sentirse orgullosos de lo que eran.

Cuando llegó la carta de Sirius anunciando su llegada gritó de alegría y corrió a decírselo a su madre. Brianna se alegraba de ver a su hija así, nunca había sido una niña caprichosa, al contrario, sabía las penurias que ella había pasado para criarla y sacarla adelante y nunca había pedido nada, se conformaba con lo que tenía. Es la primera vez que la veía desear algo con tanto interés, quería volver al Norte y llevar a las manadas de licántropos un poco de esperanza, y por supuesto, la llegada de Sirius. Entendía el punto de vista de Damon, pero Elaine no era ella. No iba a cargarla con responsabilidades de estado como las que Damon pretendía darle. Ella podría asumir una corona si había llegado a asumir ser "la concubina del rey", pero Elaine era su única hija y tan solo deseaba que fuera feliz, que pudiera estar con la persona deseada sin complicaciones, que fuera lo que quería ser. Ella siempre había estado con las manos atadas por las responsabilidades y no quería eso para su hija.

Elaine fue a buscar a Sirius con varios lobos que la custodiaban, porque seguian siendo el objetivo de agitadores, revolucionarios o antimonárquicos. Iban a caballo y traían uno ensillado para el noruego.

Lo vio sobre el barco y le sonrió, mientras Sirius bajaba ella desmontó y esperó al lado del caballo. Cuando llegó a su altura no se lo pensó dos veces y lanzó por los aires todo el protocolo, abrazándolo y contemplándolo como para comprobar que estaba bien.

— ¡Tenía tantas ganas de verte! ven, vamos, mi madre nos espera en el castillo, mi padre regresó a la capital a solucionar unos asuntos y volverá pasado mañana.¡Oh! tienes que contármelo todo...¿cómo van las cosas por Akershus?

Alcancé tierras rumanas tras un largo viaje en barco, allí me esperaba Elaine con su imperturbable sonrisa, acompañada de los suyos. Sus pardos fijos en los míos mientras bajaba la escalinata me hicieron sonreír.
Esperó paciente mi llegada mientras mi sonrisa se iba ladeando tal y como la alcanzaba.
En cuanto nos quedamos de frente ella se abrazó a mi cuello preguntándome como estaba, me repasó con los ojos como si necesitara una confirmación visual, sabia que estábamos en guerra y aunque no había contado detalles, ella era consciente de que había acudido al campo de batalla.

Su protocolo era pésimo, el mio peor y mis labios colisionaron hambrientos con los ajenos, demasiado tiempo lejos. La había echado de menos demasiado y la lluvia lo decía.
-Nadie ha querido practicar conmigo -bromeé riendo contra su boca -creo que tendremos que aprovechar el tiempo perdido loba.

Le di un azote en el trasero mientras la bajaba entre risas y de un salto subimos sobre nuestras monturas emprendiendo camino hacia el castillo.
Agradecía sinceramente que no estuviera el señor Landvik, tenia que reconocer que imponía y era consciente de los ojos con lo que me veía.
Quizás no ayudaba que como yo, fuera capaz de ver las oscuras trazas de mi aura, pero del mismo modo las veía la loba, no le engañé en ningún momento, poseía magia negra, nigromancia, posiblemente un regalo de mi madre.
Apenas la utilizaba, era poderosa y yo de por si demasiado destructivo, Giuliana no quiso enseñármela, supongo que era mejor así.

No tardamos mas de una hora en alcanzar la fortaleza donde Elaine residía, al galope en una incesante carrera ambos llegamos a los establos, entre risas seguimos buscándonos como si jamas hubiera existido tiempo o espacio entre ambos.
Retomamos la relación exactamente en el mismo lugar donde la dejamos.
Solo cuando llegamos al interior, donde la señora nos esperaba cambié mi semblante por uno un tanto mas protocolario, le hice una reverencia mientras me fijaba en su aspecto, ciertamente ambas guardaban un parecido asombroso, no tenia mal gusto el señor Landvik.
-Buenos días Señora -saludé todo lo formal que pude -me llamo Sirius y mi padre me ha pedido que os mandé recuerdos, agradece vuestra hospitalidad para conmigo. Intentaré no causar ni problemas ni molestias -aseguré con una sonrisa.
No pude evitar pensar que me habían clavado un palo por el culo pero es que quería al menos causar buena impresión a su madre, esta no leía auras y por ahí tenia cierta ventaja, claro que Cannif y sin problemas eso era una utopía pero lo intentaría.

Brianna observó a Sirius y tuvo que reconocer que su hija tenía buen gusto, cómo no haberse fijado en el brujo. Desconocía si en Noruega todos los hombres eran así de guapos, pero en este caso, podía entender a Elaine. Quizás fuera porque ella no veía las auras y como humana tenía que resignarse a conocer las virtudes y defectos de la gente, que no veía en el joven toda esa mandad que Damon le achacaba. Se acercó a él y en vez de devolverle la reverencia le puso las manos sobre los antebrazos y le dio dos besos.

- dile a tu padre que estaré encantada de conocerlo algún día, Elaine cuenta maravillas de Akershus y de los Cannif, y cualquier cosa que pueda hacer para que te sientas más cómodo en nuestro hogar, no dudes en decírmelo.

Elaine estaba muy orgullosa de su madre, de todo lo que había soportado y luchado en la vida, y de que aún así siguiera creyendo en valores como la honestidad, lo trabajo duro, el amor verdadero, el sacrificio... y Brianna había tratado de darle la mejor vida posible a ella pero sin que olvidara sus raíces. No se le pasaba por alto que fue Sirius quien la ayudo en París cuando fue entonces busca de respuestas a la opera. Antes de soltarlo le susurró al oído.

- gracias por ayudarla en París.- se colocó al lado de Elaine y los miro a ambos.- tenéis hambre? Por qué no le enseñas las bodegas y de paso traéis un buen vino mientras dispongo el comedor?

La señora de la casa fue a dar las órdenes pertinentes mientras ellos recorrían el caserón. Era un palacete con muralla y dentro de esta varias dependencias y terrenos, entre ellos la gran bodega. Su madre se había criado en los negocios de los viñedos y se seguía dedicando a ello, se le daba bien, proporcionaba trabajo a mucha gente y era rentable para la Baronesa.

A la loba no le interesaba especialmente ese mundillo, algo sabía porque era inevitable al vivir allí. Entre barricas y botellas Elaine le contó a Sirius como fue para ella cuando se fueron a Rumania, poco después de su transformación. Un mundo nuevo, tan diferente a todo cuanto conocía, que fue como volver nacer. Lo peor fue ver a su madre luchar contra los elementos después de haber pasado toda su vida peleando por llevar un plato de comida a la mesa. Hubiera deseado para ella la tranquilidad, la recompensa de tener al hombre que amaba aunque no fuera un rey. Pero las cosas eran como eran, Brianna había conseguido mantease a flote todo ese tiempo y encontrar el equilibrio suficiente para forma su hogar junto a ella, Damon y Lobbo.

Pasó su brazo alrededor de la cintura de Sirius mientras paseaban por las bodegas, porque le apetecía sentirlo pegado, echaba de menos su contacto, su olor, su risa y sus gestos taciturnos, tenía una buena colección de ellos grabados en la mente. Lo había dibujado de memoria varías veces, pero sin mucho detalle, eso solo era posible cuando el modelo estaba delante, pero así podía verlo a pesar de estar lejos.

- mi madre es una mujer comprensiva. Como no iba a serlo? Si no lo fuera no estaría con Damon, que a fin de cuentas está casado con esa arpia. Ella solo quiere mi felicidad, la posición, el dinero...eso siempre ha sido irrelevante. Hemos vivido sin nada, y ahora tenemos de todo, pero ella se encarga de que sigamos siendo las mismas personas.- se detuvo un instante y miro al vikingo.- sé que te habrá costado mucho venir, dejar la guerra donde tanta falta haces... y no sabes cuánto te lo agradezco, tenía muchas ganas de verte... yo...

No pudo acabar la frase porque es que no podía evitarlo, tenía ganas de besarlo, de abrazarlo, de sentir sus labios contra los propios. Estaba claro que a él debía sucederle lo mismo, pues nadie viajaba tan lejos para darle cuatro besos a una chica pudiendo tener todas las que quisiera en casa y dejando atrás un panorama complicado. Se fundió en su boca sin importarle que lloviera o granizara, sin pensar en nada más que en regalarse ese momento que tanto había echado de menos, y que más de una vez había soñado en sus noches de soledad mirando la luna.

- creo que...deberíamos escoger una botella...- pero sus manos y su cabeza no estaba en el vino sino en el.

Bajamos a las bodegas de su mansión, su brazo rodeaba mi cintura, el mio la atraía por la ajena contra mi una y otra vez.
Era evidente que ambos habíamos notado la ausencia del otro, nuestros ojos se buscaban necesitados de mucho mas que palabras, labios que chocaban voraces, mi lengua se adentro cruzando el precipicio de sus labios, húmeda trepó por la ajena, nuestro aliento golpeaba nuestros labios mojados en cada pausa mientras las palabras quemaban mas incluso que los silencios.
-No he venido solo para verte, he venido para llevarte de vuelta al norte conmigo -confesé sin soltarla -las cosas entre las manadas están complicadas, el vació de poder como predije a supuesto una guerra interna con la que nosotros los humanos no podemos lidiar.
Te necesito, quiero decir, te necesitamos

Deslicé mis dedos por su rostro, durante todo este tiempo había pensado demasiado en ella, algo que creo se notaba por como la aferraba contra mi cuerpo, fuera llovía, estaba muy exaltado, mientras estaba en el norte iba acostumbrándome al roce de su piel, ahora tras todo este tiempo era como si se hubiera convertido en una droga para mi y en este instante me sentía con el mono.
-Gruñí contra sus labios colisionando de nuevo, mi cuerpo se convirtió en su cárcel y sin pensarlo la alcé con violencia de las nalgas dejando que mi martillo golpeara su centro mientras jadeaba.
Los cristales explotaron ante la fuerza del trueno, los relámpagos iluminaban en tonos naranjas el exterior, voraz mi boca busco de nuevo la suya como si el caos fuera implícito en el encuentro.

Gruñí frustrado dejando que su cuerpo se deslizara por el mio hasta que sus pies tocaron el suelo y mi frente apoyada en la ajena acompasara mi respiración ajetreada.
-Joder -gruñí muy frustrado, esta vez no me molesté en disimularlo, estaba frustrado y era evidente -espero que tu madre sea de verdad mas comprensiva que el rey Landvik, porque tengo que hablar con tu padre y no estoy seguro de como va a tomarse aquello que quiero proponer.

Cuando me calmé tomamos una botella de vino y subimos nuevamente a la zona alta de la mansión, desconocía si su madre sabia que yo y no otro había provocado esta tormenta, pero intuía que Damon le habría contado lo mejor de mi.
Estaba algo nervioso por como afrontar la conversación que me tiara a Rumanía y no tenia mucho tiempo la guerra en el norte se recrudecía y mi magia era necesaria así como mi acero en mis tierras.

Cuando estalló la tormenta dio un leve respingo, allí no llovía tanto como en Akershus y no acababa de acostumbrarse a esas violentas aguas, tan salvajes como la magia que corría por las venas de Sirius. Lo recordó completamente poseído por el ansia asesina en París, dando muerte a los vampiros que la atacaron y por los que ella misma no sintió ninguna compasión. Era tremendamente poderoso, iba a necesitar equilibrio, armonía y paz para lograr ese autocontrol si quería llegar a viejo y que los que lo rodeaban también. No le daba miedo el poder del brujo, ella ya había superado la fase del terror a la luna llena. Tenían que aceptar lo que eran, con sus luces y sombras, con su naturaleza caótica y violenta, no les quedaba más opción que vivir con ello.

— shhh... tranquilo.— le acarició las mejillas cuando se rompieron los cristales.— si yo puedo entenderlo...mi madre también, no te preocupes. Por esta noche...tregua, tan sólo disfrútala, hoy eres mi invitado.

Escogieron un vino de la región, de los que hacían en las bodegas de su madre, una añada muy buena, madurado en barrica y botella y de un color burdeos oscuro. Era el que su madre solía poner cuando tenían invitados especiales. Cenaron en el comedor los tres, aquella casa no era como la de los Cannif siempre llena de trajín y gente ruidosa. Era un palacete grande que para ellas dos era más que suficiente. Unos cuantos lobos de la manada Landvik ocupaban habitaciones principales, de la misma forma que el mayordomo y el ama de llaves. Brianna no tenía inconveniente en alojarlos como parte de su familia, pues eran los únicos que vivían allí con ellas. Le parecía un disparate tener 30 o 40 habitaciones vacías y a todos ellos hacinándose en un pasillo del servicio.

El estilo era elegantemente austero pero cálido, como la baronesa. No había ese punto de ostentación innecesaria, ni de lujo desbocado. La baronía de Oltenia había mejorado y crecido bajo su mano, sus aldeanos finalmente la habían aceptado y empezaba a ser querida, pues en aquellos 10 años se había ganado la confianza de sus gentes a fuerza de invertir todo su tiempo y dinero en mejorar la calidad de vida de sus gentes. Ella estaba en la cima de una pirámide en cuya base estaban esas personas y si debían sostener el resto de la pirámide, debía estar fuertes y sanos. Diezmar al pueblo era un enorme error. Había bajado los impuestos, comprado semillas de su propio dinero para que pudieran plantar, mejorado los caminos, molinos, fraguas y edificios comunes. Había financiado varias escuelas y había llevado la prosperidad hasta las casas de sus vecinos. Así es como quería ser recordada, y no por llevar el vestido más opulento del cementerio. Elaine estaba muy orgullosa de su madre y se inclinaba más a su forma de ser que a la de Damon, que gobernaba de forma justa pero firme. Él tenía que regir un país, y eso era mucho más complejo que una baronía.

Finalizaron la cena, en la que hablaron de cosas cotidianas, triviales, y trajeron el postre, entonces Brianna empezó a contar algunas historias de Elaine de niña.

— ¡Mamá! eso no se hace!! me vas a avergonzar!!.— rió con algunos de sus comentarios.

— es que eras una niña muy ocurrente. Una vez te pusiste a hablar con un señor en una taberna, y cuando te dije que no lo molestaras, contestaste que no le estabas molestando porque estaba solo y tenia cara de aburrido. Me quería morir de la vergüenza!!.— Rieron por las anécdotas de la pequeña Elaine, que a pesar de su enfermedad, siempre fue muy locuaz.— ¿Sabes qué fue lo primero que le dijo a Damon? "Si necesita una niñera, yo me puedo quedar con su hijo un ratito, pero no sé lo que dirá mi madre al respecto, siempre dice que soy pequeña para todo, menos cuando me echa la bronca que entonces dice que soy mayor y que ya debería saber las cosas"

— mamá!! ya vale!!! o empezaré a contar yo también algunas cosas que a pesar de ser pequeña, las recuerdo perfectamente y te harán enrojecer.

Brianna siempre había sido una mujer cariñosa y familiar, y trató a Sirius como un hijo propio. Ella consideraba que si al casar a Elaine perdía a su hija, no era un buen matrimonio; si por el contrario, ganaba un hijo, entonces estaba todo perfectamente bien. Elaine se levantó para ausentarse un ratito, iba al baño, y se quedaron solos la baronesa y el hechicero.

— Sirius...reconozco en vosotros el mismo fuego que me arrastró a mi hacia Damon. Sólo tengo a Elaine, ella siempre ha sido mi pequeña y lo será siempre tenga la edad que tenga. Yo sólo quiero que sea feliz, y si es contigo, o encontrando su lugar en tu pais... pues lamentablemente tengo que decirte que tendréis que prepararme una habitación para ir a visitarla. Sólo te pido que seas serio con ella, que si sabes que va a ser sólo un capricho pasajero...no le rompas el corazón. Sé que lo que te pido es complicado. ¿Cuándo sabe uno lo que puede durar un enamoramiento? nunca. Soy consciente de ello. Lo que te pido es que la valores, es una gran persona, es mucho más que unos bonitos ojos o una figura deseable. El rey Landvik también desea lo mismo, pero como padre. Quizás no lo haya expresado de la misma forma, pero en el fondo es lo que te estoy rogando. Sé que los jóvenes pensáis en divertiros, que Elaine comparte la misma visión de esa "amistad con roce sin complicaciones", que lo ve natural y yo lo respeto...pero no es del todo así. Yo la conozco mejor que nadie, y no eres una diversión para ella; si ella lo es para ti, entonces evítale el dolor que le vas a causar.

Brianna no fue hostil en ningún momento, era tan sólo una madre comprensiva que velaba por la felicidad de esa niña que había arrebatado tantas veces de los brazos de la muerte, a base de noches en vela, medicamentos y mucho sacrificio.