Una decisión valiente.{priv}

Recuerdo del primer mensaje :

Es la continuación de este tema : https://victorianvampires.foroes.org/t39817p25-la-joven-de-la-perla-priv-sirius#416841




Cinco minutos y una decisión valiente. Eso es todo cuanto necesitaba para llevar a cabo su plan. Habían pasado varias noches desde lo de la Ópera y a esas alturas Sirius se habría ido ya a su tierra. Elaine regresó al puente sobre el Sena y sujetó entre sus dedos el pequeño candado que anudó el brujo en el barrote. Era una promesa y tenía que cumplirla.

Pero las cosas habían cambiado. Se había descontrolado y allí no contaba con la manada Landvik para protegerla. Había tenido que recurrir a los Paine, que afortunadamente eran conocidos, porque su madre había trabajado para su alfa durante una temporada, habían vivido con ellos y la había acogido como si fuera de su propia manada. Sabía que su madre preferiría que regresase a Oltenia o que se quedase en París como había dicho, pero si no les contaba la verdad, sería peor. Suspiró y se sentó a escribir la carta.

Queridos padre y madre,

Antes que nada, quiero deciros que estoy bien. París es muy distinto de cómo lo recordaba, menos gris y más vivo. Tengo que explicaros algo que ha pasado y que sé que os disgustará, pero no quiero guardar secretos con vosotros.

Fui a la Opera con el objetivo de conocer al barón d'Entourage. Sé lo que estarás pensando ahora mismo, madre, y no debes preocuparte, he aprendido la lección. Es un mal hombre, pude comprobarlo por mi misma, necesitaba hacerlo... y ya está, he cerrado ese capítulo de mi vida. Siento deciros que me descontrolé y provoqué un incidente. Ya está arreglado, y al menos tuve la suficiente sensatez para ir a pedir ayuda y asilo a la manada de los Paine, que se han portado conmigo de forma ejemplar. Pero fue Sirius Cannif quien consiguió arreglar el entuerto. Es el hijo de Conde Cannif, se ha portado muy bien conmigo, me ha ayudado en todo y me ha invitado a visitarlo en sus tierras noruegas.

Probablemente cuando os llegue esta carta ya estaré allí, porque no voy a esperar permiso, y sé que debería. Pero no puedo quedarme en París, todo mi ser me grita que vaya a buscar al barón y acabe lo que no pude hacer esa noche, y no quiero manchar mis manos con la sangre de mi padre. Necesito tomar un poco de distancia. Sirius me dijo que en Noruega hay bosques, que allí los lobos no estamos mal mirados...creo que me vendrá bien un poco de aire fresco. Y me dijo que si es necesario, él mismo me escoltaría hasta Rumanía.

Espero que no lo sea, si empizo a suponerles un problema a esa gente, yo misma volveré las grupas y regresaré a casa.

Siento decepcionaros con mis palabras, tengo la determinación de ser más fuerte y de aprender un poco más sobre mi control. Confiad en mi, os lo pido, porque sólo podré aprender cuando me enfrente a mis propios demonios. Sé que me protegéis porque me queréis, pero si no lucho yo misma mis batallas no podré vencerlas.

Un abrazo, os echo de menos,

Elaine.

Dobló el papel, lo metió en el sobre, lo mandó y se plantó con su maleta en el puerto de Le Havre, pasaje en mano, rumbo a Bergen. Avisó por carta de su visita, a fin de cuentas era una visita "oficial" entre miembros de la nobleza, la margen de que extraoficialemnte ella también era "princesa".

Regresamos con una buena botella de vino que acompaño a una deliciosa carne roja servida de forma exquisita por las doncellas de la señora de Montreil.
Nos reímos de forma cómplice durante toda la comida, Brianna era una mujer cercana, para nada ostentosa pese a ser “de forma no oficial” la mujer de un rey.
Me describía a una niña traviesa, con mucha verborrea y vivaz, ciertamente la reconocía en cada anécdota y eso me hacia reír a carcajadas, mas una cuando esta le pedía a su madre que guardara sus secretos y por ende esta continuaba contándome mas historias de su niñez.

Ellas comían muy poco, pero yo di buena cuenta de toda la comida, estaba muy bueno y aunque quizás no era de buena educación el modo que devoraba la comida, no es que en mi casa nos faltaran los platos sobre la mesa, si no que todos parecíamos leones repartiendo la comida y me había acostumbrado a pelearme con todos los Cannif para comerla.
Brianna me miraba riéndose, creo que mi barbarie a diferencia a de al padre de la loba le divertía en parte.

Solo cuando nos quedamos solos, pues Elaine fue al servicio, se atrevió a conversar de forma sincera conmigo, posiblemente diciéndome lo mismo que el señor Landvik me planteo en mis tierras, pero de un modo mas dulce y sosegado, tratando de que entendiera su inquietud.
-Admito que entiendo sus dudas con respecto a mi, soy un bárbaro, en el norte las relaciones esporádicas entre sexos opuestos están bien vistas, relaciones en las que hombre y mujer disfrutan de su sexualidad sin perder ninguno la honra por ello.
Entiendo que nuestras costumbres no son las vuestras y aunque Elaine apoya mi forma de ver esto, no soy idiota, se que vuestro marido no ve con buenos ojos nuestra “amistad”.
Para vuestra tranquilidad, quiero que sepa que no he montado a tu hija, quiero decir..-me revolví el pelo de la nuca nerviosos.
En el norte se hablaba del sexo con tanta naturalidad que ante ella no sabia como actuar.
-Quiero decir que no hemos tenido relaciones sexuales.
Mi viaje no solo tiene la motivación de ver a su hija nuevamente, durante estos meses lejos de ella me he dado cuenta que la necesito en mi vida. Ella no sabe nada de esto que te voy a decir, quería antes hablarlo con su padre, pues no quiero crear una confrontación entre ambos, y no estoy seguro de que el señor Landvik ceda en mi petición.
Quiero conocer a su hija de un modo mas...quiero pedir su mano, que se convierta en mi prometida, se que no soy ni de lejos lo que podéis esperar para ella, pero ..estoy dispuesto a pasear por los jardines si eso es lo que se me pide hasta que nos conozcamos bien..hasta obtener el “si” por parte de vuestro rey.

Guardé silencio, estaba nerviosos, algo que quedó claro pues el cuchillo bailaba de punta sobre la mesa del comedor impulsado por mis dedos.

— Me parece una gran idea que lo hables con Damon, que le pidas permiso para cortejar a su hija...pero ambos sabemos que seguramente dirá que no, es muy cabezota. Igualmente, hazlo, es importante hacer las cosas bien. Hablaré con él después de tu entierro...— sonrió ampliamente a Sirius aligerando el ambiente con la broma.— Sé cuál será la respuesta de Elaine, la conozco mejor de lo que se conoce ella misma. Y yo... yo sólo quiero la felicidad de mi hija, y si es contigo, pues bienvenido a la familia. Prefiero ganar un hijo que perder una hija.

Brianna se levantó de la mesa y acortó la distancia con Sirius deteniéndose a su lado y posando su mano sobre la del joven y apretándola con calidez, corroborando en su verde mirada, idéntica a la de la loba, esa determinación insondable, esa promesa implícita en sus ojos: mientras tuvieran el mismo objetivo, la felicidad de la que ahora entraba por la puerta, serían aliados, serían familia.

Elaine regresó del baño y Brianna soltó la mano de Sirius para ir a servir unas copas de licor para acabar la velada junto al fuego con unos finos vasos de cristal labrados. Se sentaron los tres frente a esa lumbre y Brianna le contó algunas cosas a Sirius sobre Oltenia, sobre las guerras y rebeliones sufridas, sobre el trabajo que hacían allí. La conversación derivó hacia algunos de los episodios que vivieron en Akershus y Brianna los dejó hablar, contando a medias las historias. En realidad no estaba escuchando, se fijaba de cómo el fuego resplandecía en los ojos de los dos. Le bastaba ver cómo miraba Sirius a su hija cuando ésta reía o explicaba algo; y luego era al contrario, cada vez que el brujo abría la boca aunque fuera para decir alguna tontería podía notar la expectación de Elaine. Ese era el lenguaje de los sentimientos, hablaban sin palabras, en aquel mismo silencio en el que ella los escuchaba sin decir nada podía notarlos flotando entre ellos y no podía evitar sentir su corazón palpitar de alegría, la misma que podía sentir su hija por tener allí con ella al hombre en el que había fijado sus ojos.

Una pregunta la sacó de sus reflexiones, los ojos de la loba estaban fijos en ella y Brianna carraspeó.

— Perdona, estaba pensando en algo y... ¿qué me habías preguntado?
— ¿qué habitación se le ha preparado a Sirius?
— Oh, si por tu padre fuera, una en un hotel en Viena bien lejos de aquí. Pero como no volverá hasta dentro de dos días, la contigua a la tuya..— rieron por la broma y la baronesa se levantó para retirarse.— Yo madrugo mucho, pero vosotros podéis disfrutar de unos días de descanso. Buenas noches.— Besó la cabeza de Elaine e hizo lo mismo con la de Sirius.

Cuando su madre se marchó Elaine se desplazó de su sillón al de Sirius y se sentó sobre sus rodillas pasándole las manos por el pelo.

— Te lo dije, mi madre lo comprendería.— besó sus labios suspirando contra ellos y reposando la frente contra la de él.— te he echado de menos... tampoco tenía con quién entrenar..— sonrió contra su boca.

No tenía prisa por consumir etapas con Sirius, las cosas llegarían cuando tuvieran que llegar y si es que llegaban. Le gustaba estar con él, descubrir cada día una expresión nueva en su rostro, recordar las ya conocidas, ver su pelo rizado flotar cuando el viento que invocaba lo rodeaba, su sonrisa cuando hablaba de Niels y sus gestas. Le gustaba acariciar sus labios, la noche que durmieron bajo la aurora boreal le había sabido como un pedacito de cielo. Había hecho multitud de dibujos de ese cielo perlado de estrellas con aquellos colores imposibles. Su carpeta de dibujos tenía muchos rincones de Akershus registrados sobre papel, escenas que se le habían quedado marcadas en las retinas. Había tratado de dibujar a Sirius de memoria varias veces y había logrado algo parecido, pero no era del todo él, le pediría que posara un rato para ella, así al menos lo conservaría cuando de nuevo se despidieran si no le era posible regresar a Noruega.

Dibujos:

Nos sentamos frente a la lumbre tomando unos vasos de licor que sirvió Brianna, sin duda era una mujer mucho mas comprensiva que el señor Landwik, decía querer unicamente la felicidad de su hija y pensaba que esta la encontraría a mi lado, sinceramente esperaba que eso mismo creyera Elaine pues aunque aparentara ser muy seguro, tenia mis dudas sobre si Damon seria el único que se negaría a concederme su mano.
A fin de cuentas, yo no podía pasar de besarla, de reírnos, eso lo podía hacer con cualquier amigo, una mujer, como un hombre tiene unas necesidades que yo era incapaz de saciarle, al menos, no sin que un rayo la partiera en dos.

Escuchaba embobado como Elaine le contaba a su madre anécdotas que habíamos vivido en Noruega, muchas de ellas narradas a medias, lo que me hacia reír sin parar apuntillando ciertas partes que se dejaba y que la hacían arder de vergüenza dedicándome miradas furtivas que bien podrían atravesarme por la mitad.

Brianna parecía algo ausente, pero salió de su ensoñación cuando le preguntó la loba donde iba a dormir yo, admito que la respuesta de su madre fue mordaz, me divertía su humor, y no le faltaba verdad en ninguna de sus palabras.
-Creo que si fuera por tu padre estaría durmiendo en mi cama, es mas de no ser el hijo de un conde creo que hubiera hundido mi barco antes de atracar en tierras Rumanas. Mi padre le escribió personalmente y como este acogió a su hija no le ha quedado mas remedio que aceptar a regañadientes -apunté divertido por la situación.
Podía ser muchas cosas, peor un necio no estaba entre ellas y que le señor Landvik me quería lejos de Elaine era un secreto a voces que corría por Akershus y que servia de mofa fácil para todos mis primos y hermanos.

Brianna se marchó dándonos un beso en la cabeza a cada uno, esa mujer era muy cercana, muy agradable, me gustaba.
Nada mas desapareció por la puerta Elaine acortó la distancia, abrí los brazos permitiendola sentarse en mi regazo, deslizaba mis dedos de forma cauta por su muslo mientras su boca buscaba entre susurros mis labios confesó que me había echado de menos.
-Mas te vale mujer no haber entrenado con nadie- bromeé dándole un manotazo en las nalgas para atraerla mas contra mi cuerpo.

Estaba caliente, la lumbre crepitaba y sus labios brillaban mojados en alcohol. Mi boca sedienta succionó su inferior mientras mi mano volaba hasta su nuca para enredarse en su pelo cerrando el puño.
Beso que empezó calmo, con un juego de lenguas que se enredaban como la hiedra para convertirse en fuego.
Mis ojos tomaron la misma tonalidad, un gruñido fue acallado por los ajenos mientras sus dedos agiles me clamaban con caricias suaves.

Una pausa necesitada, me relamí contemplandola, los tonos naranjas se reflejaban en su mirada parda.
Fue entonces cuando sacó un block de dibujo, se acomodó en mi regao mientras mis brazos rodeaban su cintura.
-Si que has pensado en mi loba -le dije con una sonrisa engreída besando su mejilla.
Los dibujos eran de paisajes que habíamos visto juntos y el ultimo un dibujo mio que me hizo sonreír como un idiota.
-¿Vamos a la cama? -pregunté – no esta tu padre, así que mi vida no corre riesgo ninguno por el momento si me cuelo en tu cama.

Los días fueron pasando, Elaine y yo nos estábamos divirtiendo, conocí una Rumanía un tanto mágica, montes Cárpatos, monasterios, pueblos medievales, aunque lo que mas me fascinó fue Transilvania.

La noche empezó con una buena jarra de Ursus, según ella me iba a enseñar el castillo de Bran, conocido como el castillo de Drácula.

Le di un golpe a la puta brújula, sin duda debía de ir del culo, porque, en vez de señalar a Akershus, fortaleza de Höor Cannif de este tiempo, y donde debía sin duda estar mi hermano, señalaba al mar.
Enarqué una ceja resoplando, me espolsé el barro seco de la ropa y emprendí camino hacia la fortaleza, al final lo mas efectivo iba a ser pasar de los objetos mágicos y hacer como antaño, preguntar, tan simple como eso.

Cuando llegué, Akershus estaba de fiesta, no era muy extraño, los vikingos encontraban un motivo para ponerse hasta el culo por lo que fuera, la verdad es que yo no acababa de considerarme uno de ellos, tampoco diría que abracé la fe católica, a ninguna de ambas religiones le encontraba ningún sentido.
Según padre había que ser un fiero guerrero para que una Valquiria te llevara al Valhalla para cenar y lo mejor de todo ¿seguir luchando? ¿pero que gilipollez era esa? Yo peleaba por mantenerme vivo, prefería montar a mujeres terrenas y olvidarme de esos cuentos absurdos.
El catolicismo no era mucho mejor, había que portarse bien, no pecar para ir al cielo a vivir como ángeles ¿quien cojones quiere ser un ángel? Infinitamente mas divertido el infierno o al menos yo me lo imaginaba con bourbon por doquier y demonias guapas con un traje rojo apretado marcandoseles los pezones abultados.
Definitivamente algo me decía que cuando muriera, simplemente me comerían los gusanos, así que mejor mantener mi cabeza sobre los hombros y dejar al resto creer en idioteces.

Tras recorrerme un par de tabernas obtuve dos importantes informaciones, que la cerveza negra y la hidromiel de Akershus era muy buena y dos, que mi hermano Sirius andaba en Rumanía.
Al parecer no iba mal del todo la brújula que madre me dio, así que salí de allí mas contento de lo normal y mirando la aguja que me señalaba al mar.
La información que obtuve en puerto no se me antojo tan buena, no había barco de pasajeros que saliera para esas tierras, aunque claro, yo no era de los que se rendían y un carguero me bastó para poder cumplir mi misión.
Me colé en el y me resguardé en las bodegas, con un poco de suerte en una semana estaría en esas tierras y luego solo tenia que seguir la brújula..fácil y sencillo, hasta un niño podría hacerlo.



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A veces los juegos de niño se complican, juro por esos dioses en los que no creía que cuando robé algo de comida para calmar los rugidos de mi estomago no imaginé ser descubierto. Vale que me envalentoné cuando uno me bacilo, vale que acabé a puñetazos y vale que me dieron una paliza, pero es que esos norteños parecían poco dispuestos a pensar o dialogar, ahora entendía porque creían en eso del Valhalla.
Iban a lanzarme al agua cuando uno de los jefecillos aseguró que me llevarían como presente a la señora Brianna, que seguro que poniéndose a la baronesa de su parte les dejaría con mas facilidad comerciar con las pieles y armas que portaban.
Así pase de buscar a mi hermano a convertirme en un “esclavo”
No podia negar que este viaje estaba siendo una aventura para nada desdeñable.
-¿Puedo hacer una pregunta? -pregunté ladeando la sonrisa después de escupir sangre al suelo -¿esta buena la tal Brianna? Por evaluar si este viaje va a terminar en el valhalla o en Hel...

A la semana el barco amarró en puerto y el jefe seguido de dos moles norteñas y conmigo encadenado como presente nos apeamos del barco rumbo al palacio de la dama.

Los comerciantes noruegos remontaron el rio Olt desde el mar y se plantaron en su castillo portando pieles, armas y algunas mercancías. Brianna no solía ser muy estricta con esas cosas, si los productos eran pasables ¿por qué no? así se estimulaba el comercio y el consumo, y además no quería hacer ricos a los mismo siempre, le gustaba diversificar sus inversiones. Lo que no esperaba es que trajeran esclavos, ese iba a ser u punto caliente.

La dama se encontraba en su despacho cuando le llevaron a los comerciantes que tiraban de un joven sucio y atado. Le expusieron sus ofertas y la mujer clavó sus verdes esmeraldas en el barbudo vikingo.

— Señor Gudfrig, otras veces hemos hecho negocios y han sido muy productivos para ambas partes. Pero esta vez me ofende profundamente. Sabe de sobra que intento que en mis tierras todo el mundo sea libre y tenga un jornal digno que gana con su trabajo. En este reino no queremos la esclavitud, así que suelte inmediatmente a ese joven antes de que me enfade más y acabe con cualquier negocio que tengamos por bueno que sea.— la mujer no le llegaba ni a la altura de la barbilla pero estaba erguida y muy digna y su mirada no admitía réplicas. Le hizo un gesto a su secretario y éste se hizo cargo de los vikingos con los que arreglaría el precio de los cargamentos.— ¿cuál es su nombre? ¿Habla francés, inglés, italiano, alemán...?— le preguntó a Orion para poder comunicarse con él, no tenía ni idea de la lengua norse vikinga, pero se olía que tendría que acabar por aprenderla si Elaine seguía con Sirius.

Sirvió un par de copas y le acercó una al muchacho, que también le sacaba una cabeza y a pesar de estar sucio y tener algunas heridas, parecía en buen estado.

— Si lo desea puede quedarse unos días hasta que esté repuesto. Soy la baronesa de Oltenia, pero puede llamarme Brianna.

Al poco se abrió la puerta y entró Elaine en tromba pensando que su madre estaba sola porque había visto al secretario salir con los vikingos.

— Madre!!! esta tarde Sirius y yo nos iremos a ver las minas, por aquello que te comenté de...¡Ah! que no estás sola...perdón, disculpéme.— se frenó en seco recuperando la compostura.— ¿Se encuentra bien?.— a pesar de estar sucio y oler a estercolero, el fino olfato de la loba captó un aroma familiar, uno que le recordó de inmediato al brujo. Pero no podía ser, Sirius había estado con ella todo el día. ¿Cómo se habría impregnado de su olor?

Por suerte esos hijos de Odin me llevaron ante una mujer que ademas de bella, tenia dos dedos de frente y que los instigó a soltarme, lo que me hizo ladear la sonrisa de forma engreída acercándoles las manos para que sajaran las cuerdas que aferraban mis muñecas con fuerza.
Paseé mis manos por ambas una vez fui liberado, me habían quedado las marcas de las sogas.

Los dos vikingos hicieron sus negocios, recibieron su dinero y mirándome de soslayo con cara de pocos amigos se largaron.
-Graci... -no terminé la frase cuando una morenita de ojos pardos entró en el salón
-Joder..-se me escapó, mira que estaba buena la niña y aunque confieso que su apariencia ya me llamaba suficiente la atención fue cuando pronunció el nombre de mi hermano cuando acabó de adueñarse de ella por completo.
-¿Has dicho Sirius? -pregunté como si estuviera sordo o fuera gilipollas.
Claro que había dicho Sirius ¿acaso la brújula no me había llevado hasta allí...
Ademas pocos se llamaban Sirius, mi madre era muy original con esto de ponernos nombres y mi pobre padre cedió, a mi madre era muy complicado contradecirla.

Le devolví mi mirada a la condesa, que ante mi pregunta parecía preguntarse quien era yo y que hacia en sus tierras.
-Mi señora, vengo desde muy lejos, buscó a ese hombre que la parecer alojáis en vuestra casa, Sirius, si sois tan amable de hacerlo llamar, aclararé las cosas con él.

Era complicado que me creyeran si les contaba la verdad, mi hermano sin embargo aunque abandono siendo muy pequeño el futuro, posiblemente hubiera crecido sabiendo la verdad, Höor no era de los que ocultaban nada, era mi padre también lo conocía muy bien.
-¿Y tu eres? -le pregunté a la joven -¿su novia?
Tenia buen gusto mi hermano, tenia que reconocerlo.

En ese instante entró por la puerta un hombre de constitución fuerte, con ojos pardos, pieles sobre sus hombres y aspecto regio, uno que hizo que los allí presentes clavaran la rodilla en el suelo.
La niña lo llamó padre abrazándose a él y la baronesa le premió con un beso que este acogió de forma apasionada.
No tardó en clavar sus ojos en los míos, buscando respuestas sobre mi presencia.
-¿quien es este? -preguntó mirando de soslayo a su hija -¿No era Sirius el que iba a venir a mis tierras? -preguntó.
Algo me decía que el cambio de hombre no le molestaba en absoluto.

Enrojeció de golpe cuando el forastero le dijo si era la novia de Sirius. Bueno, ciertamente podría decirse que sí, más o menos. No lo habían hablado, ni siquiera había pensado en ponerle etiquetas a su relación, pero la verdad es que se buscaban, se encontraban y estaban muy a gusto juntos. No tenía ojos ni oídos para nadie más, por mucho que Sirius se empeñase en decirle que como no se podía controlar, no podía darle ciertas cosas. Esas cosas por el momento no las echaba en falta y confiaba plenamente en que algún día lograse el control que merecía, ella estaba dispuesto a ayudarlo en todo lo que hiciera falta.

Damon entró en el despacho y se llevó una cálida bienvenida por parte de ambas. Padre e hija habían discutido mucho y habían dejado de hablarse durante semanas, pero el buen hacer de Brianna había conseguido que acercasen posturas y se dieran un poco de tregua. Que a Damon no le gustaba el brujo el era un hecho, pero que su hija no tenía ojos para nadie más, también. Iba a ser un asunto complejo de manejar y lo que Brianna no estaba dispuesta a consentir es que acabase con su familia. Tendrían que sentarse a hablar todas las veces que hicieran falta si eso era lo que necesitaban.

— No, Sirius ya está aquí y... este hombre lo está buscando.— le informó a Damon mirando a Orión. Le resultaba familiar, su gesto, la forma en la que cuadraba sus hombros...se parecía al conde Cannif en algunas cosas, quizás fueran familiares, primos o algo así.— Yo soy Elaine y sí...podría decirse que soy la novia de Sirius. Voy a buscarlo.

Lo dijo con aplomo mirando a Damon, no trataba de ser una provocación, más bien una reivindicación, pero seguramente al lobo no le gustase lo que acababa de decir. Tampoco estaba diciendo ninguna mentira, porque entre ellos había una relación que iba mucho más allá de un polvo de una noche, ya que ni siquiera había habido polvos. Salió del despacho antes de que Damon pudiera cargar sus iras contra ella y fue en busca de Sirius que estaba aseándose ya que cabalgando les había salpicado el barro, pero a él mucho más que a ella.

Enarqué una ceja cuando mi hija se refirió a Sirius como su novio ¿novio? ¿que cojones me había perdido?
Mis ojos buscaron los de Brianna buscando un poco de apoyo pro su parte, no entendía como podía estar tan tranquila después de todo lo que le había contado sobre el joven norteño.
Ademas de vivir en guerra constante, lo que traería a nuestra hija penurias varias, su aura tenia las trazas mas oscuras jamas vistas, puede que a ojos humanos pudiera engañar con esa pinta de no haber roto un plato en su puta vida, pero yo era un licantropo, a mi ese deje bohemio que usaba no me impresionaba para nada.

Abanderaba unas reglas de vida que no iban con nuestro modo de vida, solo pensaba en meterle mano a mi hija, ese hombre no me gustaba para ella y buscaba un mínimo apoyo en mi mujer.
Elaine y yo habíamos pasado semanas enfadados por este tema, claudicar era un imposible, no cuando yo veía mas allá...
¿Que pensaba Brianna que pasaría con sus nietos? La guerra los destrozaría, solo pensarían en morir por ir a ese maldito Valhalla.

Gruñí ofuscado calentándome a mi mismo solo de imaginarla con ese Sirius.
-¿problemas en el paraíso? -preguntó el otro humano que había ante mis ojos y que decía buscar al hechicero.
Desde luego tenia un sentido del humor que le hubiera arrancado de un zarpazo, aunque por la paliza que llevaba encima, algo me decía que a ese bocazas ya le habían dado lo suyo.
-¿te llamas? -pregunté hundiendo mis pardos en los ajenos.
-Orión -respondió sin mas.
-Bien Orión, yo me llamo majestad y en mi paraíso vive mi mujer y mi hija, así que te lo voy a dejar muy claro, todo lo que me estorbe en el paraíso lo destierro de el ¿queda claro muchacho?

Brianna acortó la distancia posando su mano en mi brazo para calmarme, al parecer mis ojos ámbar delataban mi estado de frenesí por como las visitas inesperadas dispuestas a rondar a mi hija me enervaban.
-La única buena noticia que puedo recibir, es que esos dos pazguatos van a coger el primer barco rumbo al norte -mascullé entre dientes

La contestación de Damon a Orión fue bastante cortante, como solía ser cuando le tocaban las narices. Puso la manos sobre su antebrazo deteniendo a la bestia que estaba por emerger.

— Bueno...qué situación más incómoda ¿verdad? vamos a relajarnos todos un poco. Orión, ve con Ozana que te preparará una habitación y un baño, una vez estemos todos más descansados podremos hablar.

La criada guió a Cannif hacia la planta superior, el ala de invitados mientras Brianna se acercaba a Damon para darle la bienvenida como merecía. Besó sus labios y acarició su barba suspirando.

— Aunque hayan sido sólo unos días, me han parecido un mes.— ese era el efecto que tenía la separación de facto que mantenían por culpa del matrimonio concertado del rey, pero eso no le impedía echarlo terriblemente de menos. Lo acompñaó a sentarse ambos en uno de los sofás del despacho de Brianna, tenía que hablar con él.— Damon, tengo que hablar contigo sobre Elaine. Para ella Sirius es importante, ya sé lo que me vas a decir sobre su magia y su poder descontrolado... créeme, no he arrebatado a esa niña de las garras de la muerte tantas veces como para empujarla ahora hacia una. Pero deberías verlos juntos. Cuando observo a Sirius, cómo la mira, como sus ojos brillan con esa profunda fascinación cuando ella sonríe; cómo la hace reir y ser ella misma pero...feliz...siento que no soy nadie para decirle qué hacer con su corazón. Si alguien me hubiera prohibido estar contigo y yo hubiera hecho caso...¿qué sería ahora de nostros? Damon, tú eres mi vida a pesar de tantas dificultades, a pesar de que si lo analizamos desde fuera no me convienes ni yo a ti, y sin embargo aquí estamos, sin una pizca de arrepentiemiento, al contrario. Hemos superado todos los baches y escollos y todo lo demás no tiene importancia. ¿Cómo tener la desfachatez de decirle a Elaine que no siga con él cuando nosotros somos el ejemplo contrario?

Ella quería que su hija fuera feliz y la veía asi con el brujo. Entendía a Damon, y su carácter territorial y protector, pero a veces se pasaba de irracional.

— Sólo te pido que lo conozcas un poco, que los observes sin que se sienta presionado y entonces lo juzgues tú mismo. Hazlo por mi, te lo ruego.



Elaine había ido en busca de Sirius que se estaba quitando el barro de encima.

— Ha llegado mi padre. Pero eso no es todo, mi madre estaba etendiendo a unos comerciantes norteños cuando éstos le llevaron a un joven que dice llamarse Orión y que te está buscando. ¿Es algún conocido?

La loba miró al brujo con cierta curiosidad, porque el hecho de que el extranjero oliese casi como él, le producía cierta inquietud.

— Ahora se está aseando, en breve bajará al comedor.

Escuché a Brianna, al parecer Sirius no solo se había ganado el favor de mi hija si no también el de su madre, la mujer que yo amaba.
Había criado a esa niña como propia, ella aseguraba no habérsela arrancado de los brazos a la muerte para alzarla a una amenaza y yo sabia que Sirius era justo eso, la peor de las amenazas para nuestra hija.
-Se descontrola Brianna, lo he visto, he visto como cuando lo presionas salta, su poder no conoce parangón y espero que ese caos no alcancé a nuestra hija porque se que no saldrá indemne de él.

Ella me pidió que dejara que sus actos juntos me convencieran, ella era tan dulce, tan buena que no era capaz de ver lo que había detrás de la sonrisa de ambos.
Éramos el ejemplo de luchar contra todo para proteger nuestro amor, no había día que no le agradeciera lo que por mi había pasado y seguía pasando.
-Esta bien, intentaré ser mas comprensivo -hasta la palabra me costó pronunciarla -con ese hechicero, a fin de cuentas son unos días y volverá la norte a disputar su guerra.

Admito que esa era otra de las partes que me preocupaban, era un norteño, la guerra corría por sus venas y eso no podía negarmelo Brianna porque del mismo modo corría por las mías.
Sabia que me pondría como ejemplo, pero es que ese era el puto problema, que al ser hombre conocía como pensaban, donde ella veía una sonrisa enamorada, yo veía la lascivia en su mirada.
Quería tomar a mi pequeña y lo peor es que la dejaría después porque esos hombres eran bestias que no buscaban compromisos estables solo el desahogo de una noche o dos quizás y Elaine era tan inocente como su madre, ella era mi niña y alguien tenia que ponerle a esto cordura.

Besé los labios de Brianna aflojando el gesto.
-Te he echado de menos preciosa -aseguré tirando de sus caderas para alzarla sobre mi -esta bien -susurré contra sus labios -lo escucharé -dije ladeando la sonrisa cuando esta ensanchó la suya dejando que nuestras lenguas bailaran tibias -y a cambio esta noche...me demostraras lo mucho que me has echado de menos -pedí arrastrando las palabras contra sus labios.

Ladeé la sonrisa cuando Elaine entro en mi habitación como un vendaval.
Me acabé de colocar la camisola caminando con decisión hacia ella, mas me detuve a medio camino cuando me dijo que había llegado allí un hombre preguntando por mi.
-¿Orión? El nombre me sonaba familiar, me quedé pensativo intentado encontrar en mi memoria esos retazos que me llevaran a descifrar algo sobre este, pero estaba en blanco.
-No lo se Elaine -aseguré mientras mi mente seguía procesando ese nombre a toda velocidad.

No se en que instante se me pasó por la cabeza, cuando abandoné el tiempo futuro era un crio, apenas tenia tres o cuatro años, sin embargo era capa de recordar ciertas cosas, el olor de mi madre entre ellas y ese nombre no era uno cualquiera.
-Vamos -le pedí tomando su mano para tirar de ella hacia el gran salón donde según Elaine podría reunirme con el hombre al que pertenecía ese nombre.

Golpeé la puerta con los nudillos, la voz ronca del señor Landvik retumbó al otro lado con un “pasa”
-Majestad -dije con una reverencia un tanto mal echa que le dediqué tratando de ganarme su favor, a fin de cuentas iba a necesitarlo para lo que tenia que pedirle después.

Orión no tardo en presentarse en el salón, alcé la mirada fijándome en la ajena.
-¿Me buscas? Estoy aquí ¿quien eres? y lo mas importante ¿tengo que recordarte?
Ladeó su sonrisa de forma engreída, creo que en ese momento ambos sabíamos quien era el otro, solo que pretendía escucharlo, saber porque ahora venia a buscarme después de tantos años cuando yo había enterrado esa parte de mi vida.
-Mejor hablar sin tanto publico, no me van las obras de teatro con aplausos -dijo mi hermano ostentando su sarcasmo.
-Lo que tengas que decirme hazlo, hermano.

Orión volvió a sonreír.
-Veo que tienes buen gusto -dijo finalmente omitiendo mi petición.
-Señorita Elaine, soy el hermano mellizo de tu novio y espero sinceramente que nos podamso conocer bien.
El gruñido de Damon casi igualo al mio, por una vez los dos estabamos deacuerdo en algo, no queriamso que nadie se acercara a ella.

Elaine notó como subía la temperatura en esa habitación, Damon estaba empezando a alterarse y si Sirius se cabreaba, las cosas iban a estallar de un modo poco recomendable. Parpadeó dos veces ante el descaro de Orión.

— ¿Hermano mellizo? Pues...déjame decirte que no te pareces en nada a él, sobre todo en cuanto a modales se refiere, pero gracias por el cumplido.— No entendía del todo la situación, pero Sirius le dijo que no sabía quien era su madre, quizás ese asunto coleaba aún y Orión era un fleco suelto que el hechicero no sabía que tenía. Si había algo que sacar de positivo en aquella incómoda situación, es que al menos a Damon y a Sirius les unía el mismo "enemigo", ya era algo común.

En un par de días habría luna llena y debía repasar que todo estuviera preparado, porque había demasiada gente pululando por allí y no querían que hubieran desgracias.

— ¿Te quedas a cenar Orión?asi podremos conocerte...mejor — quería hablar con Damon sobre la seguridad de las mazmorras instaladas en el caserón, eran demsiados lobos y no tenía la seguridad de que aguantaran tanta fuerza desmedida, pero no quería hacerlo delante del extraño, así que esperaría la oportunidad de hablar con en el rey. Entornó los ojos cuando dijo aquello, porque aunque su madre era muy confiada, ella lo era menos, sin rayar la paranoia de su padre, y había algo en aquel hombre que no le daba buena espina, no sabía qué era.

Brianna había subido a su cuarto a refrescarse un poco, dejando a Damon al mando y a los chicos (porque para ella era sus chicos, sus niños) a su aire, para que hicieran lo que les viniera en gana antes de la cena.

Elaine había reconducido bien la situación con Orión, lo que me llevó a tranquilizarme, bueno, no lo suficiente porque aunque era consciente de que la presencia de mi hermano allí no era mera casualidad y que sin duda tendría un motivo para venir hasta aquí, aunque ahora mismo no era eso lo que mas me preocupaba.
Yo no había ido a Rumanía solo para visitar a una amiga, el norte estaba en guerra y me necesitaban.
Mi idea era llevarla conmigo, tras la partida de Damon, los lobos necesitaban un líder y Elaine lo era sin duda alguna. De sobra sabia que Damon no lo permitiría, así que iba a pedir su mano, yo estaba ...me gustaba mucho, me costaba asumir incluso hasta que punto, quizás porque sabia que no podía intimar con ella y eso me hacia pensar que en el fondo nadie podría quererme jamás.
Era un hombre pero no se lo podía demostrar...no sin que corriera un peligro al que no pensaba ni loco exponerla.

Dejé escapar el aire girándome hacia Damon, la lluvia golpeaba el cristal, trataba de contar mientras pensaba como hablar, las manso me sudaban, las tenia congeladas.
-Señor -casi tartamudeé -majestad.
Damon ancló sus pardos a mis azules creo que consciente de como mi corazón latía desbocado y acompasado a este lo hacia la lluvia ahora mucho mas brava contra el ventanal.
-Yo quería hablar con usted, sabe lo que siento por su hija y si ella -me giré para mirarla -yo Elaine, yo...-nunca me había sentido tan nervioso en toda mi existencia – si tu quieres, me gustaría conocerte de otra manera, quiero decir, como lo hacen.
-Arranca por Odin -rugió mi hermano a mi espalda.

Un rayo impactó en la vidriera partiendola en dos mientras mis ojos se tornaban naranjas como los relámpagos de fuera mientras el viento azotaba el interior
-Te quiero Elaine y quiero que te cases conmigo -pedí sin mas mientras ahora el rugido procedía del lobo de ojos ámbar que tenia frente a mi.
-No -una respuesta gutural salio de la garganta de Damon acompañado de un gruñido mientras me mostraba los colmillos, en mi defensa mis manos se alzaron y una barrera eléctrica me protegió de cualquier embestida.
La guerra parecía desatarse en aquella cámara y yo ante el peligro, el nerviosismo no era capaz de contenerme, me sentía fuera de mi, perdía el control aunque buscaba respirar.

La situación era tan surrealista que no la vio venir. Primero empezó a llover violentamente, eso de seguro estaba provocado por Sirius. ¿Qué es lo que le inquietaba tanto? se acercó a él con el objetivo de calmarlo, pero cuando se giró hacia Damon y de nuevo hacia ella pidiéndole matrimoniose paró en seco.

¿Qué? El tiempo se detuvo un momento, sus ojos observaban los de Sirius teñidos de ámbar, igual que los de Damon que sacó los colmillos, todo sucedía como a cámara lenta. ¿En serio Sirius había hecho eso? ¿Había dicho lo que había escuchado? No podía creerlo, era muy inesperado. Se gustaban, se buscaban, había mucha complicidad pero...¿matrimonio? se quedó estupefacta. El matrimonio era para toda la vida, ella lo sabía bien, su naturaleza licántropa la hacia ser fiel hasta la muerte, cuando un lobo se emparejaba, lo hacía de por vida.

Las cosas se estaban poniendo muy feas, Damon estaba a punto de saltarle a la yugular, y Sirius estaba muy nervioso, se acercó a él atravesando la barrera eléctrica que le dio algunas descargas algo dolorosas, pero lo hizo rápido para abrazarse contra el brujo.

— Sirius tranquilo... calma...estoy aquí contigo, respira...Padre no te acerques, relájate.— le advirtió a Damon para que no se ofuscara. Iba a ser muy complicado tocar ese tema, aún estaba muy alucinada de la propuesta de Sirius, pero si no se calmaba no habría nada que hacer porque se desataría un infierno allí dentro. Los impulsos eléctricos le había provocado unos espasmos molestos y algunas quemaduras en su vestido, pero poco más, había atravesado la barrera sin pensárselo mucho y de inmediato el hechicero bajó la intensidad.

Brianna bajó la escalera alarmada por el estallido de la vidriera y observó la estampa que no tenía despedicio.

— Damon! Damon!...— fue corriendo a su lado, acababan de hablar del tema y parecía que estaba bastante tranquilo ¿qué habría pasado en ese rato?

Elaine cruzó la barrera, la intenté bajar de intensidad cuando la vi correr hacia mi pero estaba en ese momento descontrolado, apreté los dientes cuando la vi quejarse y abrí los brazos cuando chocó contra mi cuerpo para arroparla con ellos.
Con el dolor de su hija Damon no lo dudó, vi como se decidía a cruzar esa barrera aun muriendo en el intento y arrancarla de mis brazos de ser necesario.
Sus ojos ámbar centelleaban, gruñía arrugando la nariz, mostrándome los afilados colmillos en clara señal de amenaza y si no se abalanzó sobre mi fue porque en ese instante llegaba Brianna que corrió hacia él abrazándose con fuerza para detener su avance mientras este gruñía sin despegar sus ámbar de mis tormentas.
-No me perdería una cena de acción de gracias en esta casa -apuntó Orión a mis espaldas con ese humor negro que se gastaba.

Los ánimos se fueron calmando entre ambos, sin duda las dos mujeres habían evitado una catástrofe de magnitudes épicas.
Damon aun con los ojos centelleando en mostaza miró a su hija.
-No os conocéis, no es un hombre normal Elaine, esta lleno de oscuridad ¿acaso no has visto lo que ha estado a punto de hacer? Pierde el control, no he criado una hija para que me la mate un bárbaro -rugió -Brianna, mira a tu hija, la ha herido, ese hombre la destruirá, vestirás de negro si cedes en esto y lloraras frente a una cruz -vaticinó y lo peor es que en parte no le faltaba razón.

Mis ojos bajaron hasta los de Elaine que seguía abrazada a mi mientras la barrera caía y creo que en parte yo con ella.
Abatido me di cuenta de dos cosas y no se cual era mas dolorosa.
La primera que Elaine no se alegró con mi petición, no tenia que ser muy inteligente para saber que cuando pides a una mujer que se case contigo y esta quiere, la felicidad se refleja en su mirada y un si abrumador es la respuesta que de sus labios escapa.
Vi duda, vi sorpresa y vi inseguridad, ella no me amaba.
La segunda era tan cierta como la primera, Damon tenia razón, no estaba preparado para enlazar mi vida a la de nadie y quizás nunca lo estuviera porque yo era oscuridad. Me engañaba a mi mismo creyendo las palabras de mi padre que siempre me dijo que mi lucha era mas épica que la de mis hermanos porque no solo batallaba contra el enemigo si no conmigo mismo, pero que por eso era mucho mas valiente que el resto. Padre confiaba en mi, y su confianza acababa de traicionarla.

Deje escapar el aire apartadome de Elaine.
-Lo siento -susurré apartando su pelo del rostro -prepararé todo para zarpar mañana con las primeras luces del alba.
Majestad -dije con una reverencia antes de virar sobre mis propios talones largándome del gran salón, en cuanto cerré la puerta aceleré el paso, necesitaba estar solo.

Todo sucedió muy rápido ante los ojos de la loba, el momento era de lo más caótico con Orión allí, su padre furibundo y Sirius que había decidido soltar esa bomba en el momento menos esperado. Las palabras de Damon encendieron el fuego en los ojos de Elaine que se pusieron ambar.

— Eso no es cierto!!! Sirius no me haría daño nunca y lo controlará tan bien como yo espero controlar a mi lobo interior!!! es tan monstruo como tú o yo y si lo ofendes a él, me ofendes a mi. ¿Que no es un hombre normal?? y qué tipo de hombre eres tú?? uno que no es capaz de hacer lo que tiene que hacer para darle a la mujer que ama lo que merece!!! mi madre te ha entregado su vida, pero yo no soy ella, así que no me des órdenes, no eres mi padre.

Elaine estaba fuera de si, no quería atender a razones, era también un lobo tan temperamental como el de Damon y en ese momento rugía y gruñía revolviéndose en su interior. Salió del despacho airada, cabreada, tiró por el pasillo un jarrón al suelo y le importó nada y menos. Se encerró en su cuarto con un portazo y de la rabia hundió el puño en la pared lacerándose los nudillos y rompiendo a llorar. ¿Qué estaba pasando? esos días habían estado bien, todo era perfecto y de pronto todo parecía desmoronarse.

Recordó las palabras de Sirius en el despacho y se le llenaron los ojos de lágrimas, la quería, quería compartir su vida con ella y se había atrevido a enfrentar el no de Damon. No estaba muy segura de lo que iba a hacer, pero lo que si sabía seguro es que no pensaba dejar las cosas así y mucho menos claudicar. Cogió una maleta y la llenó con lo primero que encontró en el armario sin muchos miramientos, la cerró forcejeando con ella y salió del cuarto dirigiéndose al de Sirius al que llamó antes de entrar. Se quedó plantada en la puerta, la expresión del brujo era dolorosamente triste y no podía soportar verlo así. Dejó caer la maleta a un lado respirando agitadamente, su pecho iba arriba y abajo presa de las mil emociones que extaban luchando por imponerse.

— Donde vayas iré contigo... te quiero.

Elevé la mirada al ver como la puerta se abría, la loba entraba con una maleta, haciendo gala de ese impetuoso carácter no muy diferente al de su padre.
Mi semblante debía hablar por mi, estaba abatido y admito que sus palabras me pillaron por sorpresa, ese te quiero casi rugido que me hizo entrecerrar ligeramente los ojos meditando lo adecuado que distaba mucho de lo que quería hacer ahora mismo.
-No puedes venir conmigo -dije hundiendo mis azules en sus tormentas -no voy a secuestrarte y dar un motivo a tu padre para arremeter contra el mío.

Me alcé de la cama acercándome a ella, mis manos enmarcaron su rostro con dos mechones apartados por estas.
Mi aliento contra el suyo calcinó nuestras bocas entreabiertas.
-Te quiero Elaine, pero en algo tu padre tiene razón, no nos conocemos y soy un peligro, par ti, para todos los que me rodean.

Mis labios se rozaron con los ajenos mientras una llovizna denotaba mi estado de animo.
-No se si soy lo que necesitas en tu vida, no puedo ser tan egoísta como para solo pensar en mi. He venido porque quería que volvieras conmigo, quería conocerte despacio, quería hacer las cosas bien, como tu padre me pedía -ladeé la sonrisa contra su boca -pasear por las jardines si esa era la única forma. Yo soy un bárbaro, puede que no tanto como mis hermanos, pero las cosas en Noruega funcionan de otra manera.
Allí nos hubiéramos acostado varias veces, me hubiera dado cuenta de que no quiero estar con otras y al final pues te lo hubiera pedido y nos hubiéramos casado de una forma sencilla, en cuestión de días, con la familia alrededor..allí es todo mas fácil, no lo se...

Hundo la cabeza en su cuello, si algo tenia claro es que la quería, pero yo no era un hombre normal.
-No puedo acostarme contigo, no puedo ofrecerte una mierda -rugí frustrado -tu padre tiene razón, no te merezco, no ahora, he de cambiar, he de encontrar el modo de controlarme, de no ser para ti un peligro y solo entonces podre casarme contigo si tu …

Mis labios chocaron contra los suyos, su reacción al escuchar mi propuesta no fue de felicidad y esa idea no me la quitaba de la cabeza.
Quizás porque ella sabia muy en el fondo que su padre tenia razón en todo esto.
Dejé escapar el aire contra sus labios con mi frente apoyada contra la suya.
-Me convertiré en el hombre que necesitas y juro por Odin que volveré.

Negó con la cabeza una y otra vez, entendía las palabras de Sirius, entendía al punto al que habían llegado sus reflexiones, pero no quería aceptarlas.

— no, no, no... ya no soy una niña, yo decido mi vida, no él. No quiero perderte, no quiero que nos separemos, siento que si nos separamos te perderé... no puedo hacerlo Sirius, no puedo.

En sus tierras todo era más sencillo, y Elaine apreciaba esa simplicidad, esa naturalidad en las cosas que en las cortes donde había vivido le eran negadas fuera del círculo familiar.

— Si te vas, no me quedaré aquí, no pienso ceder las presiones, volveré a París con la prima de mi madre o... yo que sé, pero no pienso quedarme aquí y esperar acatando las órdenes de mi padre. Nadie puede imponerme cómo tengo que vivir mi vida porque nadie ha estado tan cerca de perderla tantas veces como yo, cada noche, cada tos, cada fiebre...así que más les vale preocuparse por las suyas propias y dejarme en paz.

Se abrazó a él de nuevo escuchando la lluvia repiquetear en los cristales. Daba igual cuántas veces se lo dijera, él seguía frustrado por su incapacidad de intimar.

— Sirius eso me da igual, porque sé que algún día lo controlarás y esto será sólo un mal recuerdo. Te quiero así como eres, te acepto con todo lo que traes, de la misma forma que tú amas a una mujer y a una bestia. Los lobos nos emparejamos de por vida, cuando amamos nuestra fidelidad es absoluta y ligamos nuestro camino al del otro. No pensaba que pudieras sentir algo tan fuerte por mi, ni siquiera me lo había planteado y tu propuesta fue muy inesperada. Creo que sí podríamos ser el uno para el otro, pero te doy la razón que es mejor conocernos un poco más. Pero te prometo que si lo somos, nada ni nadie me va a separar de ti, y no intentes alejarme dandome excusas, no te creeré.

Cerré los ojos abrazado a ella, escuchando sus negativas, sus palabras que sonaban sinceras
Se que en parte me quería, que estaba segura de que cambiaría y superaría el problema de mi auto-control. El problema es que yo no estaba tan seguro de que eso fuera así exactamente.
Entendía a su padre, depositaba a su hija en manos de un hombre peligroso.
-Siempre ha habido oscuridad en mi Elaine...no te he contado toda la historia. Sabes que no conozco a mi padre, lo que no te conté, es que mi padre Höor Cannif no me engendró.

Su mirada se alzó seguramente llena de dudas.
-Es decir es mi padre, por mis venas corre su sangre, pero no en este tiempo. Orión es mi hermano mellizo, ambos procedemos de una realidad paralela a esta. Por medio de la magia yo crucé un portal que me ha traído aquí.
Es complicado de entender y mas de explicar.

Padre y una amiga de este acabaron por error en mi realidad, buscaron a sus “yos futuros” para que les ayudaran a regresar a este plano.
La sorpresa fue que se encontraron con un Höor futuro asediado por la inquisición, yo era el motivo.
Al parecer, descontrolado y siendo apenas un bebe maté a uno de los inquisidores, ademas de provocar otros tantos desastres sobrenaturales.

El Höor futuro y su mujer, que desconozco si es mi madre o no, se libraron de mi enviándome con padre a este tiempo, lo entiendo, tenían que proteger al resto de sus hijos.
Padre siempre me dijo que ellos me querían y que hicieron lo único posible para protegerme, pero en el fondo yo arrastro ese sentimiento de que hicieron lo fácil, pasarle el muerto a otro que es mi padre.
El primer día que llegué a Akershus, casi me cargo a mis hermanos con un incendio ¿aun crees que no hay oscuridad en mi?

Negué con la cabeza consciente de que la había y eso que apenas había desarrollado mi potencian con la nigromancia pues Giuliana pensaba que de hacerlo toda la oscuridad se desataría y padre había preferido dejar esa parte de mi encerrada, mi don con los elementos ya era de por si un peligro bastante evidente como para desatar el otro.
-Padre nunca ha dejado de creer, supongo que por eso lo admiro, podía haberme enviado de vuelta y nunca lo hizo, mi padre siempre me ha querido y creo que es lo único que me frena a ser eso oscuro que ve tu padre en mi.
Cuando has cruzado el escudo, he bajado la intensidad, tu me ayudas a ser mejor, pero no puedo condenarte a mi oscuridad, no hasta que la controle de verdad.

Mis labios buscaron los ajenos besándola despacio, ella temblaba contra mi cuerpo nerviosa.
-No eres una bestia, eres una mujer preciosa. Hagamos algo, conozcamonos despacio, sin mayor compromiso que los sentimientos que nos unen ahora mismo. Le daré mi palabra a tu padre de que no te desposaré hasta que sea capaz de controlarme como él hace con su bestia, en eso no somos tan diferentes.

Damon:

Furibundo gruñendo con los ojos ámbar frente a Brianna recuerdo esas palabras escupidas por su boca contra mi cara “no eres mi padre” jamas me había dicho eso y ahora que lo hacia me ..
Rugí de nuevo fuera de mi, la habitación se me antojaba minúscula y necesitaba salir al aire libre, la cercanía de la luna no ayudaba y aunque mi auto-control sobre la bestia era absoluto en esos instantes me ganaba la partida.
-No va a casarse con ese hechicero oscuro -rugí fuera de mi.

Tenia que preparar todo para esa noche, las mazmorras estarían llenas de lobos jóvenes y yo estaba demasiado alterado, tenia que pensar con la cabeza fria.

— No veo oscuridad en ti. Para mi alguien oscuro es el que utiliza a los lobos para crear aberraciones, es aquel que siembra el miedo y el horror por conseguir más poder; para mí alguien oscuro es quein hace daño intencionadamente. Si tú tienes oscuridad, entonces yo también la tengo y mi padre otro tanto. Somos responsables de nuestros actos atroces, pero no somos dueños de ellos porque no lo hacemos con esa intencion. La oscuridad y la maldad van de la mano y tú no tienes ninguna de esas dos cosas. Yo también creo en ti.

Enarcó una ceja al escuchar esa historia de las realidades paralelas. ¿Era eso posible? la mgia realizaba grandes prodigios, y de pronto sintió una curiosidad inmensa.

— ¿Piensas volver? llévame contigo!! quiero ver el futuro.— de pronto se dio cuenta que si Sirius se marchaba a su tiempo, quizás no regresase. Eso la entristeció bastante.— Hay una posibilidad de que si vas no vuelvas ¿cierto?.— Suspiró y se dejó caer sobre una silla apretándose los ojos con las manos.— Y yo no puedo hacer nada...estoy atrapada de nuevo.— no quería llevarla con él porque eso significaría la guerra entre los Cannif y los Landvik al ser interpretado como secuestro. ¿Qué debía hacer? estaba muy confusa. Si Sirius se marchaba al futuro quizás no regresase, pero eso en realidad no afectaba a su misión, la que sentía que debía llevar a cabo. Cogería algunos hombres y regresaría a Noruega a poner orden en las manadas, era su lugar, su destino, al menos en este tiempo. Su padre le había enseñado el valor de las palabras "deber" y "nación". Rumanía tenía a sus dos príncipes que la gobernarían sin vacilar, ella debía buscar su lugar y creía haberlo encontrado en Akershus. Optaría por la solución intermedia. Hablaría con su padre cuando se calmasen las cosas.

— Hoy habrá luna llena, tengo que irme. ¿Te veré antes de que te vayas?.— el dolor se reflejaba en sus ojos porque le sabía a amarga despedida.