Una decisión valiente.{priv}

Recuerdo del primer mensaje :

Es la continuación de este tema : https://victorianvampires.foroes.org/t39817p25-la-joven-de-la-perla-priv-sirius#416841




Cinco minutos y una decisión valiente. Eso es todo cuanto necesitaba para llevar a cabo su plan. Habían pasado varias noches desde lo de la Ópera y a esas alturas Sirius se habría ido ya a su tierra. Elaine regresó al puente sobre el Sena y sujetó entre sus dedos el pequeño candado que anudó el brujo en el barrote. Era una promesa y tenía que cumplirla.

Pero las cosas habían cambiado. Se había descontrolado y allí no contaba con la manada Landvik para protegerla. Había tenido que recurrir a los Paine, que afortunadamente eran conocidos, porque su madre había trabajado para su alfa durante una temporada, habían vivido con ellos y la había acogido como si fuera de su propia manada. Sabía que su madre preferiría que regresase a Oltenia o que se quedase en París como había dicho, pero si no les contaba la verdad, sería peor. Suspiró y se sentó a escribir la carta.

Queridos padre y madre,

Antes que nada, quiero deciros que estoy bien. París es muy distinto de cómo lo recordaba, menos gris y más vivo. Tengo que explicaros algo que ha pasado y que sé que os disgustará, pero no quiero guardar secretos con vosotros.

Fui a la Opera con el objetivo de conocer al barón d'Entourage. Sé lo que estarás pensando ahora mismo, madre, y no debes preocuparte, he aprendido la lección. Es un mal hombre, pude comprobarlo por mi misma, necesitaba hacerlo... y ya está, he cerrado ese capítulo de mi vida. Siento deciros que me descontrolé y provoqué un incidente. Ya está arreglado, y al menos tuve la suficiente sensatez para ir a pedir ayuda y asilo a la manada de los Paine, que se han portado conmigo de forma ejemplar. Pero fue Sirius Cannif quien consiguió arreglar el entuerto. Es el hijo de Conde Cannif, se ha portado muy bien conmigo, me ha ayudado en todo y me ha invitado a visitarlo en sus tierras noruegas.

Probablemente cuando os llegue esta carta ya estaré allí, porque no voy a esperar permiso, y sé que debería. Pero no puedo quedarme en París, todo mi ser me grita que vaya a buscar al barón y acabe lo que no pude hacer esa noche, y no quiero manchar mis manos con la sangre de mi padre. Necesito tomar un poco de distancia. Sirius me dijo que en Noruega hay bosques, que allí los lobos no estamos mal mirados...creo que me vendrá bien un poco de aire fresco. Y me dijo que si es necesario, él mismo me escoltaría hasta Rumanía.

Espero que no lo sea, si empizo a suponerles un problema a esa gente, yo misma volveré las grupas y regresaré a casa.

Siento decepcionaros con mis palabras, tengo la determinación de ser más fuerte y de aprender un poco más sobre mi control. Confiad en mi, os lo pido, porque sólo podré aprender cuando me enfrente a mis propios demonios. Sé que me protegéis porque me queréis, pero si no lucho yo misma mis batallas no podré vencerlas.

Un abrazo, os echo de menos,

Elaine.

Dobló el papel, lo metió en el sobre, lo mandó y se plantó con su maleta en el puerto de Le Havre, pasaje en mano, rumbo a Bergen. Avisó por carta de su visita, a fin de cuentas era una visita "oficial" entre miembros de la nobleza, la margen de que extraoficialemnte ella también era "princesa".

Sirius:

Antes de que la loba saliera por la puerta afiancé su muñeca con mi mano, había algo que si quería que tuviera claro, quizás porque cuando despertara a la mañana siguiente yo habría embarcado rumbo a Akershus.
Sus ojos se alzaron en busca de mis azules sin saber muy bien que me había dejado por decir en este momento.
-Puede que naciera en otra realidad pero pertenezco a este tiempo, no tengo la menor intención de irme, el norte me necesita y yo te necesito...

Aflojé el agarré para dejarla ir, ella tenia cosas que hacer, esa noche se transformaría y yo tenia que preparar un viaje de vuelta al norte. Tenia algo claro es que allí no era bien venido y aunque no iba a rendirme con respecto a ella, no iba a llevarla conmigo como si fuera un niñato inmaduro que no evalúa las consecuencias de sus actos.

Orión y yo teníamos una conversación pendiente, una que no se llevaría a cabo en Rumanía. Orion partiría conmigo a Akershus, creo que esa conversación debía producirse allí, pues padre podría aportar quizás la información que nos pudiera faltar.
Por respeto a este no preguntaría por nuestra madre, es un secreto que a él le escondieron, algo que yo no debía conocer y aunque reconozco que esa pregunta siempre me carcomió por dentro, respetaría el acuerdo de antaño.

Orión:

Después de la discusión entre dos titanes y de que la joven “novia” de mi hermano saliera corriendo tras él dejando claro con ese acto con que titan estaba dispuesta a pasar el resto de sus días decidí salir de esa habitación ,al parecer el licantropo tenia cosas que organizar, la luna pronto coronaria los cielos y estar cerca del furibundo Damon no me parecía la mejor de las ideas cuando se convirtiera en una bestia, si es que ya no lo era.

Juzgó a mi hermano, pero quizás hubiera necesitado ver su reflejo en un espejo pues la imagen que le hubiera devuelto no hubiera sido menos peligrosa, ni menos oscura que la que achacaba poseer mi hermano.
No iba a meterme en temas que no me concernieran, mi intención solo era conocer a Sirius, siempre sentí que me faltó esa mitad...no pensaba arrastrarlo a mi realidad, mi plan no iba mas allá de tomarnos unas jarras y ponernos al día, saber que estaba bien y poder seguir mi camino dejando que él hiciera lo propio con el suyo.
-No tendrás otra hija ¿verdad? -bromeé mirando a Brianna para meter un poco de humor a esta situación.

El rugido de Damon me hizo ladear la sonrisa y así salí por la puerta rumbo a los jardines, ya que nadie era tan amable de enseñarme las dependencias iba a hacerme a mi mismo de improvisado guía.
¿Donde guardarían el alcohol? Con este corriendo por mis venas todo de seguro se vería mejor.

Debería hablar con Damon sobre la seguridad de las mazmorras de la propiedad ya que esa luna llena iban a albergar a tanto licántropo, pero no se sentía con fuerzas para encararlo sin discutir más, así que fue directa a las bodegas en cuyo sótano estaban los calabozos reforzados encontrándose a Orión allí.

— Ah... hola. Siento que hayas tenido que pasar por un secuestro y después la bronca del despacho...supongo que sólo quieres hablar con tu hermano y todo esto te está apartando de tu propósito.— Paseó los dedos por los estantes y finalmente eligió una botella a la que quitó el corcho con la daga del cinto— es de aquí, lo hace mi madre, este es un gran reserva, no le importará que lo hayamos cogido.— El vino era oscuro y aromático. Se sentó sobre un barril y le dio un trago a la botella cuando Orion se la pasó.— ¿Cómo es el futuro? es muy distinto? Supongo que en ese futuro no nos conocemos, si no me habrías reconocido antes. Seguramente mañana os vayáis a Akershus, es lo justo. Me gustaría embarcar con vosotros pero no creo que sea posible, no después de lo de hoy. Quizás sea mejor así...ahora que sé que Sirius realmente no pertenece a este mundo, siento que debo dejarlo marchar, contigo, donde se encuentre su verdadera familia. ¿Sabes lo peor? que ahora pienso que sí que me vería en un futuro con él, de su mano, envejeciendo juntos.

¿Por qué le contaba eso a un extraño? Seguramente porque sus padres estaban demasiado implicados y la cosa muy tirante, y tampoco es que tuviera a muchos amigos o confidentes para contarles esas cosas. Sus hermanos aún eran pequeños para entender estas cosas, la diferencia denueve años con Lobbo y diez con Velkan se notaba porque ellos ni siquiera eran adolescentes.

La luna llena iba a salir breve y notaba sus influjos sobre el lobo interior que empezaba a tener hambre y deseo de destrozar algo.

— Orión deberías irte a la habitación que te asignó mi madre, pronto habrá luna llena y esto no será seguro para ti. Cierra la puerta con cerrojo y no abras a nadie. No salgas oigas lo que oigas.

Deambulando por allí me encontré con la “novia” o “proyecto de..” de mi hermano, parecía abatida y creo que beber no nos iba a venir nada mal a ninguno de los dos.
Di un trago y le pasé la botella mientras me relamía los labios.
Escucharla me hizo ladear la sonrisa ¿como podía estar tan ciega?
-¿Ya te rindes? Si yo hubiera hecho no estaría aquí frente a ti en este momento. Solo has de ver como mi hermano te mira para saber que lo que te haya dicho en esa habitación es mentira.
No se de que ha ido vuestra conversación pero mi hermano te ha pedido matrimonio hace un momento delante de tu padre y por Odin que hacer eso es tenerlos bien puestos, tu padre es capaz de ponerle los huevos de corbatín a mas de uno.
Mi hermano te ha dicho que te quiere ¿que mas necesitas? ¿una misiva? -pregunté dando un nuevo trago de la botella.

Quizás mi tono distaba mucho del de ser condescendiente, pero si lo quería asumir que tenia que dejarlo marchar era la mayor de las estupideces que se podía plantear.
-No quiere que embarques, bueno ¿y? No tiene porque enterarse y cuando este a medio camino ¿te tirara por la borda? Claro, seguro que lanza a la mujer que ama a los tiburones. ¡Despierta mujer! ¿Que es lo peor que puede pasar? ¿que de la vuelta? ¿y? Mas se perdió en la guerra.

Negué clavando mis pardos en los ajenos, se equivocaba también en eso.
-No vengo para llevarme a Sirius, mi intención no va mas allá de conocer a mi hermano, no pretendo que deje una vida atrás y se vuelva conmigo de la mano, no soy tan necio como para pesar que no tiene ya una vida aquí hecha, y ver su declaración es algo que me ha dejado mas claro.
Solo quería saber que era de él, si vivía o había muerto, si le iba bien y ya esta, yo regresaré a mi tiempo cuando llegue el momento, de momento me estoy divirtiendo con este culebrón que os lleváis entre manso como si fuera un mero espectador.

La loba me advirtió que me quedará en mi habitación pues el ocaso llegaría pronto y con el posiblemente ella y todos los de ese castillo iba a necesitar un buen afeitado.
-¿Por quien me has tomado preciosa? Yo se sacarme las castañas del fuego, soy un guerrero -dije haciendo alarde de mi ego -pero tranquila, no tengo ninguna intención de convertirme en uno de los vuestros, eso me quitaría una noche al mes de polvo desenfrenado con una bella mujer.
Lo que me lleva a la siguiente pregunta ¿no tendrás una hermanita no loba que me ayudé a pasar la noche ocupado?...me siento muy solo -fingí pesar antes de echarme a reír cuando enarcó una ceja.
Di un nuevo trago de la botella.
-bueno, me conformaré con el alcohol como compañero de viaje esta noche visto lo visto -apunté con cierta diversión.



Las horas pasaron en esa habitación, el tedio me llevó a beber mas de la cuenta, lo que era un castillo silencioso se había convertido en un puto bosque plagado de aullidos, de gruñidos y del resonar de las cadenas.
Fue entonces cuando escuché ruido fuera, enarqué una ceja, no era posible, que yo supiera todos debían estar presos de sus demonios en las celdas.
Tambaleándome me acerqué a la puerta, dejé la botella vacía sobre el escritorio antes de abrirla y salir por ella.
Quizás era mi hermano que quería una conversación, menuda noche había elegido con el ciego que llevaba encima en estos momentos.

Elaine reflexionó sobre las palabras de Orión, y cuando pasase la luna llena ya decidiría qué hacer, empezaba a tener dolor de cabeza y era mejor no pensar en más problemas de los que traía la transformación, así que agradeció a Cannif su opinión y se marchó a las mazmorras con los demás dejando a su madre, Sirius y Orión junto a algun sirviente humano en el castillo.

La baronesa le ofreció tomar la cena cada uno en su cuarto, pues no estaba de humor para compartir la mesa con nadie después de lo que había pasado la inminente noche, quizás con el desayuno se vieran las cosas de otro modo. Odiaba separarse de Velkan como al principio le ocurría con Elaine. Era tan sólo un niño que no había cumplido los nueve años todavía y aunque su padre lo había acompañado en casi todas las lunas llenas vigilando su transformación, le seguía preocupando.

El castillo quedó silencioso por unas horas y después los gruñidos y aullidos escaparon de las rendijas de ventilación de los calabozos. Brianna leía junto al fuego o rezaba, como si con sus ruegos pudiera hacer salir el sol, cosa harto imposible.

Escuchó un ruido en el pasillo, un jarrón que se quebraba y frunció el ceño asustada. Esperaba que fuera Sirius o su hermano, o alguien del servicio, pero dudaba que estos últimos se aventurasen a salir, ya sabían lo que sucedía en las noches de luna llena. Se acercó a la puerta y escuchó las pisadas subiendo por las escelras a la planta superior. Descorrió los cerrojos con mucho cuidado y asomó un poco la cara y fue cuando pudo ver las pisadas húmedas del agua del jarrón sobre la alfombra...era de lobo. ¡Mierda! había un lobo suelto en el castillo!! ¿qué podía hacer? nada en realidad, ella sólo era una humana, pero tenía un presentimiento malísimo. Escuchó jaleo arriba y dudó si subir o no, la voz de Orión sonó ahogada, pero si uhn joven así no podía detener a un lobo ¿qué podría hacer ella? Pero ¿y si era Damon? ¿o Elaine? ¿o Velkan? aquello se estaba poniendo muy feo y finalmente hizo la estupidez de salir con una daga en la mano por si acaso. Corrió escaleras arriba y se encontró con todo el jaleo de frente: Velkan transformado en criatura estaba peleando con Orión en el suelo, las patadas y puñetazos del joven mantenían sus furibundas fauces a unos palmos de carne pero el hermano de Sirius estaba herido, había sangre en su camisa.

— Velkan!! Velkan detente!!! puedes controlarlo cariño, por favor!!...

El ruido de batalla en el exterior de mi habitación me puso alerta, era conocedor de las reglas, no salir oyera lo que oyera.
Elaine me lo dejó muy claro, las peleas entre lobos eran algo típico en luna llena y mejor no inmiscuirme en su terreno. Hubiera hecho caso si los gritos ahogados de dolor continuado no hubieran sido los de mi hermano.
Derrapé por los pasillos en dirección a donde escuchaba aquel barullo, mis ojos se abrieron como platos nada mas guiar la esquina del pasillo ante la imagen de un licantropo joven desgarrando la piel de Orión.
Mi hermano luchaba con las piernas tratando de mantener la distancia entre ambos cuerpos y con la mano alcanzar el acero que llevaba en el cinto.

Brianna suplicaba a su hijo, que debía ser la bestia que se controlara entre lagrimas.
-¡No! -rugí al ver a la bestia volver a hundir sus colmillos esta vez en el hombro de Orion alcanzando su yugular y haciéndolo sangrar en abundancia.
Elevé la mirada hacia el ventanal, la dama blanca coronaba el firmamento con sus luces de plata, solitaria parecía animar a la bestia a cometer sus hazañas.

Mi mirada se tornó plateada, blanquecina, mi cuerpo se tensó al tiempo que elevaba mis brazos y el ventanal explotaba en mil pedazos.
El dios Maní era fuerte, jadeé intentando que la oscuridad se fuese, que su reinado terminara y que Hati el lobo lo cazara.
Caí de rodillas, mi pelo flotaba enérgico por el vendaval de aire que azotaba mi cuerpo a traves del cristal.
Mi cuerpo convulsionaba, mis brazos alzados aun de rodillas seguían luchando contra el tiempo.
Los primeros rayos del alba bañaron mi cuerpo, el dios Sol copó el cielo, dueño del día convirtió a las bestias en simples humanos y a Velkan en un niño asustado que cayó en brazos de su madre aterrado por las consecuencias de sus actos.

Mis ojos se perdieron en la imagen ensangrentada de mi hermano antes de que la oscuridad me venciera, apenas capaz de respirar caí de bruces contra el suelo, lo ultimo que recuerdo es la muerte, Hela, pasearse con una mueca burlona ante mis ojos.

El servicio estaba alucinado de ver brillar el sol en plena noche, Brianna abrazó a Velkan que estaba desorientado y rompió a llorar cuando vio la sangre y el estropicio. Una de las criadas subió al escuchar a la señora llamarla a gritos y la mandó a la bodega a abrir las puertas. Alli los lobos habían cambiado de forma a humanos de nuevo, estaban también extrañados, como el que no sabe en qué día vive y preguntándose qué estaba sucediendo. La luz del sol causó gran revuelo en todo el país, ese fenómeno meteorológico jamás había sido visto y levantaría más ampollas de lo que cabría esperar. Pero de entrada la salida del sol había salvado la vida de Orión sin necesidad de abatir a Velkan, el que estaba muy jodido ahora era Sirius.

Elaine se colocó la camisola y fue corriendo tras Damon en busca del niño. Ambos subieron las escaleras y se encontraron con Brianna arrodillada en el suelo abrazando a Vlekan contra su pecho, impidiendo que mirase el cuerpo ensangrentado de su invitado y a Sirius tendido en el sulo pálido e inconsciente como si el rigor mortis ya se hubiera instaurado en su cuerpo. La baronesa les dijo que atendieran a los caídos y la loba corrió hacia él.

— ¡Sirius! ¡Sirius! despierta!! Dios!! Sirius!! no te mueras!! no me dejes!!...— Lo sacudió fuertemente, palmeó sus mejillas y finalmente aplicó los labios sobre los del brujo para hacerle un boca a boca, como si eso pudiera funcionar o ayudar en algo.

Damon se afanó en pararle la hemorragia a Orión con un tapete que habría sobre una mesa y en unos segundos se desecandenó el caos en el castillo. Elaine rompió a llorar sobre el cuerpo de Sirius, no respondía a nada y su corazón había dejado de latir, o quizás no lo escuchaba con tanto barullo. Recordó el día que lo observó en Notre Dame desde los arbustos para dibujarlo y pensó que tras esos ojos había un universo entero, uno que ahora mismo se extinguía y una parte de ella moría con él. Entre varios levantaron al herido y lo llevaron a una cama, si sobrevivia pronto empezarían las fiebres y se transformaría. Las mordidas de luna llena eran más virulentas y la transformación más aparatosa de lo normal. Se llevaron también a Sirius a su cama aunque el gesto grave y silencioso del propio Damon al verlo pasar, daba la medida exacta de la gravedad del tema. Un Cannif muerto y otro a punto que si sobrevivía sería un licántropo.

Cuando el sol brilló y todos regresamos a nuestra forma supe que el desastre se había originado en Olteria.
Rugía aferrado a los barrotes para que nos soltaran, Velkan, mi hijo de apenas 9 años de edad había logrado escapar por un barrote suelto, su tamaño menor que el nuestro le había permitido el paso no así al resto.

Corría escaleras arriba con Elaine siguiendo mis pasos, la imagen nada mas giramos la esquina fue caótica en todos los sentidos.
Brianna a abrazaba a nuestro hijo, di gracias a los dioses de que estuviera a salvo y no caído.
Por contra no podía decir lo mismo de sendos Cannif. Orión, se desangraba en el suelo, hice lo que pude, un torniquete para que dejara de perder sangre mientras gritaba que llamaran a un medico.
De salvar su vida, algo que no tenia muy claro, pues no solo había sido una mordida si no que su cuello estaba rajado y perdía sangre en abundancia, se trasformaría en un licántropo.

Mi gesto lo decía todo, escuchaba a mi hija gritar sobre el cuerpo de Sirius, su corazón se había parado, no latía y mis ojos buscaron con dolor los de Brianna en un gesto que lo dijo todo sin palabras.
Cierto era que me preocupaba lo que iba a suceder cuando le llevara al conde el cadáver de sus dos vástagos, conocía a ese hombre, era un bárbaro y pronto tendría en mis tierras un ejercito de vikingos para saquearlas, asolarlas y vengar a sus hijos.
No podía subestimar el dolor de un padre y Höor era un enemigo lo suficiente poderoso como para hacer a un rey tambalearse.

Mas no era eso lo que ahora mismo me preocupaba, era Elaine y su llanto desconsolado llorando sobre un cadáver.
Pedí que llevaran a Orión a una habitación, mientras acudía el medio lo único que podíamos hacer era mantenerlo vivo.
Me acerqué a mi hija apresando sus hombros para apartarla del cuerpo, dos de los lobos cogieron al joven portandolo hacia su lecho mientras yo aferraba a mi hija para que no se derrumbara entre sollozos.
-Nada se puede ya hacer por él, me he equivocado, ese chico era el mejor de todos nosotros, ha dado su vida por salvar a tu hermano y al suyo. Lo siento hija.

Se abrazó a Damon unos instantes, se sentía devastada y sólo su padre la podía sostener en ese momento, aunque era tarde para todo. Sirius se había ido y aunque ahora el rey lo respetaba y lo apreciaba por el sacrificio que había hecho al salvar a Velkan y a Orion a costa de si mismo, había perdido una parte de su corazón que en ese momento se petrificaba y se reducía a polvo.

— no lo dejaré solo. El alma no abandona el cuerpo hasta un rato más tarde.— se separó del lobo y corrió al lado del brujo, se sentó en la cama donde reposaba su cuerpo y tomó su mano dejando escapar lágrimas silenciosas.— Me prometiste que regresarías a por mi, que algún día estaríamos juntos cuando mi padre te aceptase...es irónico, ya te ha aceptado ahora que no estás, que te has ido..— se dejó caer a su lado y observó su perfil paseando los dedos por él.— Me debes tantos paseos por el jardín, tantos besos y caricias que me los pienso cobrar algun dia cuando llegue mi hora y nos volvamos a ver. Espero que electrocutes a las Valquirias y no te quieran, por haberme dejado así... Bueno, no. Practica con ellas, el dia que nos reencontremos seguirá siendo la primera vez porque eres el primer hombre al que he amado, y eso siempre contará a tu favor.

Estaba realmente triste, pero si era cierto lo que decían los brujos de que el alma se separaba del cuerpo al morir pero se quedaba cerca por un tiempo indeterminado, ella quería hacerle llegar ese mensaje si todavía la escuchaba. Cerró los ojos contra su pecho inspirando hondo y notando el sabor salado de sus propias lágrimas. No quería que se fuera, no quería perderlo...pero se había ido y todo se había vuelto negro para la joven licántropa.

Mi cuerpo sobre un lecho, me sentía en un limbo etéreo, era como si aun estuviera dentro de mi cuerpo pero a su vez muy lejos.
Los lobos que con cuidado me dejaron sobre la cama cubriéndome el rostro con la sabana se fueron cerrando la puerta a sus espaldas.
Era extraño porque era consciente de todo pero incapaz de decir nada.

Siempre creí en la llegada de Valquirias tetonas que te llevan al Valhalla, pero yo había muerto sin el acero en la mano, solo con el arte de la magia, así que quizás no era merecedor de la gran cena y Hel era el lugar que me esperaba.
En aquella oscuridad pude ver la silueta de una mujer, no era capaz de vislumbrar sus rastros, pero me aseguraba que debía regresar.
-¿A donde? -pregunté -¿quien eres?

Su olor me resultaba familiar, su tacto una caricia muda lena de afectividad.
La puerta se abrió de nuevo, entraba a través de ella Elaine, destapó mi cuerpo presa de un dolor inmenso, quería calmarla, corresponder los besos, asegurarle que estaba allí y que escuchaba sus palabras.
Incluso ladeé la sonrisa al escucharla decir que electrocutara a las valquirias para coger practica.

El espectro deslizó sus dedos por mi pelo, en mi oído susurraba que tenia que regresar, un empujón y como si abandonara su regazo caí en el abismo de un cuerpo aun cálido.
El bombeo tenue de mi corazón hizo que la loba elevara la vista, apenas un soplo de vida que la hizo gritar desesperada.
-Un medico, esta vivo -rugió

El habitáculo se llenó de gente, Damon entre ellos que intentaba colocando sus manso en mi pecho traerme de vuelta, golpeando mi corazón de forma enérgica, obligan dolo a latir, a que la sangre corriera de nuevo por mis venas.
No tenia fuerza, no podía abrir los ojos, pero mi mano actuó por si misma y alcanzó la de ella.
No pensaba dejarla ir con otro, si pensaba que se había librado de mi ,no me conocía, yo era un vikingo y no iba a rendirme todavía.

Las horas siguientes fueron frenéticas, trajeron médicos y un hechicero para que restaurase la fuerza vital de Sirius, que había perdido toda su energía. Le dieron pociones y remedios que consiguieron que sus órganos recobrasen la circulación y la vida de la que se habían visto privados al extraer hasta la última gota de poder y energía para salvar a Velkan y Orion. El niño estaba con su madre, asimilando lo que había sucedido en su transformación; el otro Cannif se debatía entre la vida y la muerte y la fiebre comenzaría en breve, con lo que Damon tendría que ocuparse de él, y Elaine se apalancó en el lecho del hechicero y se negó a alejarse de él. Llevaba una camisola mugrienta y llena de sangre, el pelo suelto y revuelto y estaba descalza, las cosas se habían precipitado cuando aún estaban encerrados en las mazmorras para evitar el desastre y así había salido. Le daba absolutamente igual, Sirius estaba vivo y eso era lo más importante, pensó que lo perdía para siempre, que todo se había acabado allí y al escuchar ese latido todo su ser se conmovió dejando los sentimientos a flor de piel.

Cuando empezó a recobrar el conocimiento suspiró algo más aliviada. La perspectiva de haberlo perdido para siempre había instaurado el terror y el más profundo dolor en su pecho.

— No vuelvas a darme un susto así...creí que habías muerto. No quiero estar sin ti, Sirius, me faltaba el aire, me sentía como si el vacío me hubiera devorado. No sé cómo lo vamos a hacer, pero no quiero estar con nadie más, es a ti a quien quiero y... bueno, tú sólo recupérate, ya veremos qué pasa.

Cerró los ojos con fuerza sacudiéndose la sensación de pérdida que se le había agarrado al corazón con saña, hundiendo las garras y haciéndolo sangrar. Sus manos estaban entrelazadas todavía, se la llevó a la mejilla sintiendo su tacto algo más cálido ahora sobre la piel del moflete.

— Descansa... no me moveré de tu lado. Orión tiene que librar una batalla, pero mi padre le ayudará a pelearla. Velkan le mordió sin saber lo que estaba haciendo y en breve despertaré a su lobo que intentará tomar el control. Confiemos en que tu hermano pueda salir adelante. Yo era mucho más pequeña y estaba muy enferma cuando lo hice, así que esperemos que él resista.

Quizás fuera un pobre consuelo, porque la situación de Orión era realmente delicada, pero tenía que infundirle ánimos a Sirius, que no podía ni moverse del lecho, tal había sido el desgaste.

— No puedo creerlo...hiciste aparecer al sol. No sólo no arremetiste contra Velkan, que hubiera sido lo más lógico, sino que ocultaste la luna y cambiaste la noche por el dia. ¿Te das cuenta de lo que has hecho? eso es...es...completamente imposible y tú lo has conseguido. Muchos enamorados les dirán poéticamente a sus mujeres que les traerían la luna si se la pidieran...pero es que tú puedes hacerlo de verdad, así que prefiero no pedírtela, que con la luna me pongo fea.

Trató de recuperar un poco el ánimo con alguna broma, pero aún quedaban unas horas difíciles por delante. Con el trajín nadie había encendido la lumbre y el día era frío, pues el sol que levantó Sirius estaba distante. Lo soltó un momento para encender unos maderos y regresar a su lado, colándose bajo las sábanas y el edredón y pegándose a su cuerpo para darle calor, ya que ella siempre estaba a unos grados por encima de la media, los lobos eran como pequeñas estufas andantes.

El paso de los días fue complicado, apenas tenia fuerzas para nada, me sentía un inútil y mi humor se oscurecía porque no me gustaba depender de nadie.
Elaine no se separo de mi lado, me ayudaba en todo lo necesario y la verdad aunque tuvo que soportar mis bufidos y maldiciones, se lo tomaba con humor riéndose, creo que porque yo de normal no ostentaba un carácter ta furibundo, eso era mas típico de Ubbe que como buen general odiaba obedecer ordenes.

Dormíamos juntos, pasaba horas observándola cuando ella descansaba y durante esos días Damon no se acercó a mi habitación, según Brianna, él lidiaba su propia batalla con mi hermano.
Al parecer era complicado controlarlo, no solo por las fiebres altas, si no porque al estar herido pero no estar completamente convertido, la herida no acaba de cicatrizar, pero la sangre le quemaba, la ponzoña se extendía y él se revolvía haciendo que la tierna herida volviera a sangrar.
Ademas insistía en verme, pues me había visto caer muerto al suelo y aunque Damon le decía que me estaba recuperando, él no parecía creer en su palabra.
Damon era fuerte, sabia que mi hermano estaba en las mejores manos y eso que los Cannif eramos tercos y arrogantes.

Aquella tarde me sentía mucho mejor, había empezado a poder ponerme en pie, me cansaba en seguida, pero aun así, le pedí que saliera, quería darme un baño.
Ella enarcó una ceja negando mientras yo fruncía el entrecejo y de nuevo me encontraba con su risa.
-Vas a frotar mi espalda -bromeé la ver su cara de diversión, admito que me ayudaba que n ose cabreara por mi infantil arranque de rabia por estar impedido.
Mis labios buscaron despacio los ajenos, dibujándolos con la punta de mi lengua, incitándola a seguirme ese bese que pronto cogió intensidad humedeciéndose entre jadeos.

Cerré los ojos al sentirme mas animado de lo normal, mi frente contra la suya.
-espera -pedí, con su pelo enredado en mis dedos en un puño.
Me frustraba mucho no poder actuar como un hombre con ella ¿hasta cuando iba a aguantar a un eunuco?
-¿Vas a volver conmigo al norte? -pregunté recordando aquello que me dijo nada mas abrí los ojos -dijiste que no querías vivir sin mi ¿vas a venirte conmigo al norte? -pregunté impaciente.

No es que fuera un hombre inseguro, peor supongo que mi poder era complicado de gestionar y eso hacia que supiera las dificultades que conllevaba a una mujer a plantearse algo serio conmigo.
-Te pedí matrimonio -dije con cierta timidez -y...
Lo que habíamos hablado es que se vería porque Damon se oponía, pero, quería saber que era exactamente lo que ella quería.

— Sirius... me has visto sin ropa y cubierta de pelo y yo te he visto bañarte en el lago varias veces, creo que podré frotarte la espalda sin sonrojarme...— Aunque eso no era del todo cierto porque cuando lo veía como vino al mundo le subían los calores. Se besaron otra vez, en aquellos días se había vuelto algo muy frecuente y cuando recordaba lo frío que estaba cuando se murió por unas horas, le recorría una escalofrío por la espalda. Sólo pensar que no podría besar de nuevo esos tiernos labios, ni escuchar su voz, ni siquiera sus bufidos disconformes, la hacían apreciar todavía más esos pequeños momentos.

Estaba frustrado de nuevo, porque su poder le impedía ciertas cosas y a ella realmente le daba igual, su espíritu artístico siempre había volado más a los terrenos de la imaginación que al plano terrenal y su espíritu sensible le impedía enfadarse con él por algo así, eso hubiera sido tremendamente egoísta. Entonces le soltó la bomba de nuevo. Había estado pensando en ello mientras lo velaba y tenía una respuesta para él.

— Me gustaría ir al norte contigo. Sentí que allí podía estar mi lugar, que incluso mi lobo interior quería correr por esos bosques. Pero después de lo que te pasó...lo que quiero es estar contigo, estés donde estés, aquí, allí o incluso...en el futuro.

Lo miró a los ojos, paseando los dedos por sus hombros y dejando que la camisa de dormir deslizara hasta el suelo. Su piel tenía menos cicatrices que la de Damon, seguramente se debiera a que Sirius podía levantar barreras mágicas y evitar con más frecuencia los daños que aquellos que sólo contaban con sus puños y espadas y evidentemente que era mucho más joven y no le había dado el mismo tiempo de acumularlas. Aún así, repasó con las yemas de los dedos un tajo que surcaba su pecho hacia el hombro. Tiró de los cordones de su propio camisón dejando que resbalase hasta los pies y guió la mano de Sirius a la marca que le dejó el virote cuando los cazadores de Randulf le dispararon. Acariciaron sus mutuas cicatrices compartiendo sus propios miedos, porque las decisiones que tomaban siempre tenían consecuencias.

— Me pediste matrimonio y no supe qué contestar porque no sabía que sintieras algo tan profundo por mi. Tampoco era consciente de lo que sentía yo por ti hasta que te fuiste y el mundo me cayó encima aplastándome. Hoy puedo decirte con toda seguridad que mi corazón es tuyo y que me da igual cuántas dficultades tengamos que superar, es tuyo y de nadie más. Mi respuesta es sí, quiero estar contigo hasta que la muerte nos separe... pero intenta que no sea mañana.

Sonrió levemente y acarició su rostro mientras lo besaba, el agua caía en la tina y ciertamente Sirius necesitaba un baño, lo empujó suavemente hacia la bañera y cuando él estuvo dentro se coló en el agua a su lado. Una idea sobrevino a su mente: si estaba a niveles muy bajos de poder porque lo había derrochado para ocultar la luna, eso significaba que no podría matarla si se excitaba. Ajá. Si su teoría era cierta, estaba dispuesta a comprobarlo. Se pegó a su cuerpo y se mordió el labio inferior inclinándose sobre él, sus manos recorrieron el torso y fueron bajando hasta zonas más delicadas mientras se le aceleraba el pulso y la respiración. Su piel quemaba y sentía los latidos en la sien y en el bajo vientre.

— No puedes hacerme daño...no te queda energía...— susurró contra su boca.

Sus dedos tan traviesos como esa sonrisa que delataba la felicidad que nos embriagaba, se deslizaron por mi ropa hasta dejarme completamente desnudo ante sus ojos.
Era cierto que nos habíamos visto así antes, sin embargo esta vez sus ojos me miraban distinto.

Dejó caer su camisón, arrancándome un jadeo que bastó para que la distancia quedara en nada mientras su cuerpo me empujaba tibio hacia la tina.
Me sumergí en las cálidas aguas, ella no dudó en subir sobre mi a horcajadas.
-Elaine -dije con la respiración entrecortada contra sus labios -no puedo -susurré frustrado.
Mi hombria presionaba afilada su centro, engrosada, palpitante deseaba mas que nada ser engullida.

Sus besos me silenciaron, lenguas que se enredaron lentas primero, aunque poco a poco tomo mas intensidad nuestro encuentro.
“No puedes hacerme daño...no te queda energía
Gruñí por la veracidad de sus palabras, ahora solo era un hombre mas, ladeé la sonría atrapando su boca en un nuevo encuentro plagado de deseo.
-Estoy nervioso -reconocí. Mis manos temblaban surcando su piel, el vaivén de sus caderas sobre mi verga me enloquecía.

Generosa sonrió contra mis labios, ella sabia que esta era mi primera vez, así que poco a poco se dejó caer sobre mi kraken que voraz rugía entre las húmedas cálidas paredes que se amoldaban a su tamaño.
Un sonido gutural escapó de mi garganta cuando empezó moverse, primero despacio, mi mirada oscurecida contemplaba sus pardos.
El aliento de uno y otro chocaba furibundo, mi mano enredada en un puño en el pelo de su nuca, atrayendola con mas rudeza mientras nuestros cuerpos friccionaban dispuestos a forjarse en las mismas fraguas del norte.

Hicimos el amor despacio, acariciándonos ,disfrutando de un encuentro que no sabíamos cuando podría volver a producirse.

-Me siento tan bien ahí dentro -reconocí -para que luego diga que no sirve de nada bajar el sol a una mujer -dije sonriendo -eso es porque no era loba su mujer.
La puerta fue golpeada en ese momento.
-Espera -pedí siendo consciente como la loba de que tanto Damon como Briana estaban al otro lado de la puerta.
Escuché al otro lado a Damon gruñir y a Brianna calmarlo entre risas mientras nosotros nos reíamos al otro lado de la puerta vistiéndonos.

Yo tomé asiento al borde de la cama mientras Elaine abría la puerta a sus padres.
-Sirius, si aun quieres la mano de mi hija, tienes mi bendición, me he equivocado al juzgarte, podías haber matado a Velkan y sin embargo no lo has hecho.
Me has devuelto a un hijo y haces feliz a mi otra hija, así que solo por eso tienes mi respeto y mi bendición.
Dile a tu padre que me gustaría acordar con él los términos de vuestro enlace.

No había dudado ni por un instante que algun día Sirius conseguiría acercarse a ella sin desatar tempestadas. Quizás esta vez fue la oportunidad, pero también sabía que el mero hecho de poder hacerlo haría que el brujo ganase confianza en si mismo y no se bloqueara de pura frustración.

Estaba nervioso, pero lo llevaba deseando tanto tiempo que la loba se lo tomó con calma, disfrutando de cada beso, de cada roce y cada jadeo. Quería que fuera especial, que pudieran recordarlo cada día y sonreir al hacerlo. No era su primera vez pero tampoco es que hubiera intimado demasiado, Damon la rondaba como un sabueso siempre que podía y pocos se atrevían a acercarse a ella. Lo que hizo con aquel joven lobo de la manada no tenía nada que ver con lo que estaba sintiendo en esos momentos. Con Sirius todo era intenso, las horas, los días, la forma en que se miraban, se tocaban o se hablaban. Sabía que era él, que quería estar con él, que cuando recordase la primera vez, serían los ojos de Sirius y el sabor de sus labios el que tendría en mente porque lo otro no tenia relevancia.

El agua se quedó fría y eso que ellos estaban aún muy calientes, pero los golpes en la puerta los hicieron salir y secarse. Elaine estaba completamente predispuesta a intentar cualquier cosa para poder seguir con Sirius, para seguirlo al norte o a donde fuera que le llevasen sus pasos, pero el discurso de Damon la dejó completamente patidifusa. ¿Se habría golpeado la cabeza? ciertamente Damon era el hombre más obstinado que conocía, pero Velkan era su debilidad junto a Brianna y el hecho de que Sirius hubiera preferido perder la vida antes que matar al niño para salvar a su propio hermano, había hecho que el lobo cayese en la cuenta de la verdadera esencia del hechicero. Elaine ya lo sabía, lo sentía desde el principio, que por mucha oscuridad que lo rodease, él estaba guiado por la luz y el sentido comun, por los valores inculcados por su padre y por su propia naturaleza más inclinada a hacer el bien.

Por fin Damon lo había visto y aunque eso le había costado a Orión un bocado y la licantropía, no podía dejar de alegrarse por ello. Se lanzó al cuello de Damon abrazandolo y cubriendolo de besos.

— ¡gracias! gracias! gracias! padre, no sabes lo feliz que me hace escuchar eso! ¿lo has oido Sirius? tenemos su bendición!!

Después abrazó a Brianna que estaba muy emocionada, era su pequeña, su niña preciosa y nunca la había visto tan triste y tan contenta en tan poco tiempo. Ella había apostado por esa pareja desde el primer momento en que conoció a Sirius, por como la miraba, como la trataba...no podía negarse que él la quería y aunque fueran jóvenes, el amor correspondido era un lujo que no se podía dejar perder. Sólo deseaba para ellos la felicidad más absoluta y completa, que no tuvieran que dividirse como les había sucedido al rey y a ella, y al parecer Damon estaba por fin de acuerdo.

— Eso sí...la boda será aquí, Elaine pertenece a la realeza rumana y es la costumbre. Intentaremos que sea a vuestro gusto, sé que ambos preferiríais una cosa sencilla, conozco bien a mi hija, pero habrá que encontrar un pequeño equilibrio ¿de acuerdo?

Sabía que a Elaine no le gustaban particularmente esas fiestas aburridas y muy concurridas, pero las bodas eran asuntos de estado y con esa unión Damon estaba lanzando un mensaje claro: el conde Cannif contaba con su apoyo en todo los aspectos. De ninguna de las maneras casarían a su hija por la puerta de atrás y en silencio, era como decir que se avergonzaban de ella y eso no iba a pasar.

Desembarcamos en Akershus tras una semana de travesía. Mi brazo rodeaba la cintura de mi prometida mientras hablábamos acaramelados entre risas y besos. Ciertamente después de acostarnos era capaz de besarla con mas frecuencia, siempre que el beso no se tornara excesivamente tórrido, lo que despertaba mi excitación y con ella la tormenta.

Niels estaba esperándonos en el puerto con sendas monturas y con esa media sonrisa que se traía. Nada mas vernos corrió saltando a mis brazos y besándome por toda la cara fingiendo haberme echado mucho de menos.
-Quita -gruñí dándole un empujón mientras Elaine nos miraba riéndose -¿y quien es ese? -preguntó al percatarse de que tras nosotros y echando un ojo a un par de escuderas que formaban el séquito de mi hermano aparecía Orión.
-Es mi hermano, una historia larga, os la cuento en la fortaleza, ademas tengo algo mas que deciros.

Niels miró a Orión de soslayo y alzó un dedo advirtiéndole.
-Aquí tenemos un orden para las cosas, las mujeres son mías, las que me sobran de Ubbe, te puedo dejar las gordas y las barbudas -apuntó riéndose entre dientes mientras yo negaba y Orión pasaba de largo como si no le importara una mierda lo que el otro le decía.
Algo me decía que iban a chocar esos dos mas de la cuenta.

Llegamos al despacho de padre intentando mediar entre mis dos hermano que se lanzaban pullas como si fueran dardos envenenados, por suerte al llegar ante Padre, los dos se callaron dejándome hablar.
-Padre, este es Orión -lo presenté -viene de esa realidad donde nací, dice ser mi hermano mellizo. La historia es larga y si no te importa te pondré al día después, pues vamos a tener que preparar en breve las mazmorras para que Orión pase la luna llena.
En Rumanía sufrimos un accidente y mi hermano fue mordido.

No quería dar muchos detalles para no comprometer a nadie, Elaine cogía mi mano acariciándola.
-El caso padre es que esta no es la única noticia que traigo, Elaine y yo nos hemos prometido.
Mi padre sonrió acercándose a ambos para abrazarnos, su frente contra la mía, un par de golpes en la nuca, parecía francamente feliz y de sobra sabia que se alegraba mucho por mi.
-Elaine, estoy seguro que mi hijo te amara, respetara y cuidara. Os deseo lo mejor a ambos.

Niels me pegó una colleja mascullando que no podía ser que sin follar fuera el primero en casarse.
Todos estallamos en carcajadas, a Niels había que quererlo como era, pero tenia muy buen fondo.
-Padre, Damon me ha pedido que la boda sea en Rumanía, he aceptado, así que si os parece bien me gustaría contar con la familia.
-¡Nos vamos de boda! -gritaba Niels alzando a mi mujer de la cintura.
-¡Niels por Odin, devuelvele a su prometida entera de poder ser! -rugió mi padre mientras mi hermano ladeaba la sonrisa bajándola.
-Para un Cannif que puede darle un meneo -apunto riéndose.
Le di un capón negando con la cabeza enganchándolo por el cuello para que se estuviera quieto.
Sabia que mi hermano nada lo decía a malas,es que era asi de pazguato.

Orion se reía con las gilipolleces de Niels.
-Elaine, creo que tienes aquí trabajo para hacer de ellos unos “proyecto de caballeros” antes de llevarlos a Rumanía -dijo Orión.

Mi prometida se reía, aquello era un caos, pero bueno, supongo que empezaba a acostumbrarse a lo que eramos los Cannif y el norte.
-Padre, quería pedirte también si podría quedarme la casa que hay contigua a la de Ulf y Giuliana, se que esta en malas condiciones, pero de seguro que con ayuda puedo convertirla en un hogar para mi mujer y para mi.
-Claro -dijo Niels -esta tarde en vez de al lago, nos vamos allí a trabajar, joder en cuestión de un par de semanas la tenéis lista -dijo -se lo diré a Ubbe y a Hakon, seguro que también se apuntan los Tollak a echar una mano.
Así era mi familia, siempre estaban cuando los necesitabas.
Padre asintió y tras contarle un poco por encima como habíamos pasado los días en Rumanía y el motivo por el que Orion había cruzado el espacio temporal, nos marchamos para que Elaine pudiera ponerse cómoda.

La llegada a Akershus fue como siempre un festival, eran ruidosos, brutos y siempre conseguían que Elaine se riera a carcajadas. El viaje había sido agradable y tenía mucha ilusión por llegar y ponerse manos a la obra sobre todo con el asunto de las manadas. Quería dar la talla, ser la digna hija del rey Landvik y dejar a su casa muy alta; quizás no pudiera luchar en la guerra al mismo nivel que los soldados entrenados, pero para llevar un reino hacían falta muchas manos, bien lo sabía por su padre que cargaba todo el peso de la corona. Si ella podía ocuparse de los licántropos, una preocupación menos para el conde Cannif y para sus hijos. Quería sentirse útil y que la aceptasen a pesar de su condición de loba y de su estatus social.

A ella tanto le daba vivir en un castillo como bajo un puente; sabía lo que era la miseria desde pequeña y aunque apreciaba las comodidades, no estaba muy apegada a ellas, a fin de cuentas su naturaleza animal la hacía desear más la vida salvaje al aire libre que una habitación forrada de oro. Estaba feliz también por ver a Sirius tan contento, lo había visto sonreir un millón de veces más que en todo el tiempo anterior.

— Niels, te ha salido un duro competidor, Orión no es como Sirius y a la que pueda te levantará toda falda que se te acerque.

El conde los recibió y felicitó a su hijo, realmente contento por él, a pesar de sus reservas había accedido a que se prometieran y eso era de agradecer.

— No me cabe la menor duda...¿suegro? Oh, dioses, eso suena fatal!! ¿Puedo llamaros Conde a secas? traigo una misiva de mi padre, pero puede esperar, no es nada urgente. Así que debo darles clases de protocolo a los Cannif...Oh...ehm...creo que... me lo he pensado mejor y me vuelvo a Rumanía en el siguiente barco.

Estalló en carcajadas, pero lo decía en broma, tendría mucho trabajo con Niels, Ubbe y Fiolett que eran más brutos que una lluvia de hachas. ¿La casa del al lado de Ulf? oh! recordaba esa casa, y tenía una terracilla en el piso superior donde podrían mirar las auroras boreales.

— De la pintura me encargo yo, dicen que tengo algo de mano.— tenía pensado pintar una pared entera con el árbol genealógico de Sirius y otra con el suyo, para tener siempre presentes a sus seres queridos. Pintaría también un montón de cosas que le gustaban, como pájaros, montañas, el sol y la luna y como había observado un montón de símbolos y runas vikingas que le parecían bonitos, preguntaría sus significados y los incluiría también. Si esa iba a ser su casa, no quería una impersonal y neutra, quería que fuera suya y estuviera reflejado quien vivía allí.

Niels la alzó por la cintura y le dio una vuelta que la hizo reir, era un bruto pero quería mucho a Sirius y eso se notaba.

— Si, nos vamos de boda a Rumanía y ya he dado la orden de que evacúen a todas las mujeres y dejen solo a las gordas y las feas, porque llega el terror de las faldas... lo decía por Orión, tú eres un corderito a su lado.— el mellizo sonrió sobradamente, Niels achinó sus ojos y Elaine le dio dos palmaditas en el hombro.— No te preocupes, al menos una vez al mes la noche será para ti.

Le guiñó el ojo y se retiró a cambiarse y descansar un poco, dejando a los hombres que siguieran sus conversaciones. No quería tardar mucho en reunirse con Thorsteinn y las manadas, quería que supieran de su propia voz, que iba a quedarse allí y que se ocuparía de aquellos asuntos.

Elaine estaba impaciente por reunirse con las manadas, sabia que eso era algo que tenia que hacer ella sola, a fin de cuentas si yo la acompañaba parecería que necesitaba mi supervisión.
Así que me despedí de ella con un beso calmo que no desató la tempestad fuera pero que por contra arrasó de felicidad mi interior, aun no sabia como cojones había conseguido a una mujer como ella teniendo en cuenta todas mis “taras”.

Para mi Giuliana era como una madre, así que a mi padre no le sorprendió cuando le dije que iría a contarle la feliz noticia.
Mi hermano Niels ya estaba liandola con Hakon y Ube para ir a la casona que habíamos elegido y prepararla.
No tardaron en llegar mis primos, uno y otro con sus risas, dándome palmadas en el hombro, hablando sobre lo buena que estaba mi mujer.
Synnobe tiró de la oreja de Hakon y me enganchó por el cuello llenándome de besos, estaba feliz por mi y del mismo modo Fio y Valeska bajaron las escaleras corriendo para felicitarme.
-¿seguro que es verdad? -preguntó Fio enarcando una ceja al no ver a la loba conmigo.
-Que si -replicó Niels – esta noche ¿fiesta? Esto hay que celebrarlo.
Ubbe secundo rápidamente la idea y como no, Synnobe, Fio y Hakon se apuntaron, no se como me enredaron, el caso es que esa noche nos iríamos a la taberna a echarnos unas risas todos juntos.

Cuando logré quitarme de encima a todos mis hermanos y primos, emprendí camino hacia la casa de Giuliana.
Pase allí media tarde contándole todo lo que había sucedido, ciertamente la veía muy feliz por mi y la idea de que hubiera elegido la casa contigua a la suya le pareció una gran idea.
Brökk no dudó en apuntarse a la fiesta, Alrek no podía ser menos, así que me aseguró que allí nos veríamos.
Al final lo que iba a ser una noche tranquila, iba a acabar siendo peor que enfrentar a una jauría de manadas que de seguro es lo que ahora estaría haciendo mi prometida.

Por ultimo y no menos importante me fui a mi habitación, la gata dormitaba estirándose sobre mis sabanas.
-Torvi -le dije dejándome caer a su lado con una picara sonrisa – me caso
Esta se trasformó en humana y tomando una de mis camisas se la colocó con rapidez para que le contara todos los detalles, no se las veces que se despistó con una mariposa que se había colado por la ventana.
-¡Por Odin! -le rugí cuando hizo ademan de darle caza.
Los dos estallamos en carcajadas.
Ella era mi mejor amiga, eso no iba a cambiarlo nada.

Thorsteinn y el joven Gunnar se alegraron de recibirla de nuevo, la invitaron a pasar a su casa y de forma informal bebieron unos vasos de hidromiel mientras se ponían al día. Elaine le explicó al alfa que se iba a casar con Sirius, que seguramente su hogar sería ese excpeto cuando se la requiriese en Rumanía por algun asunto de iportancia, y que tenía pensado trabajar codo con codo con ellos, ayudándoles en sus desvelos y formando parte de sus manadas, pues en la casa de los Cannif no había más licántropos que ella y Orión.

Desde la marcha de Damon y Elaine se había mejorado en algunas cuestiones, pero en otras volvían las mismas rencillas de siempre, los problemas no solucionados que volvían a quebrar la unidad de los lobos norteños. Decidieron que harían una fiesta cuando pasase la luna llena, a modo de celebración de esa unidad y para dejar claro que ella había vuelto y se quedaría allí, representando a la casa Landvik y Cannif, a los lobos y a los regentes legítimos de aquel país en guerra.

Les informó sobre la presencia de Orión y de su impulsividad, pues su transformación era muy reciente y le había pillado muy mayor. Era necesario que lo supieran y así si causaba algun desmán, que contase con su protección y guía. De la misma forma, quedaron en verse con la luna llena, porque Elaine no iba a encerrarse en los calabozos, correría con las manadas por los extensos bosques de Noruega aullando a la luna y festejando su naturaleza salvaje. Sabía que contaría con la ayuda y el apoyo de ambos, así lo habían demostrado hasta la fecha y a partir de ahora serían sus más leales colaboradores.

Regresó al caer la tarde y se enteró de que había una fiesta en honor de los prometidos, de seguro sería al estilo norteño, con carnes asadas, cerveza e hidromiel, eso estaba bien. Se cambió de ropa y se colocó un bonito vestido color verde ribeteado en pieles. Se trenzó el largo cabello para que no le molestase y fue a buscar a Sirius. No iba a renunciar a la distinción en momentos en los que el vestido podía quedar bien, pero los había adaptado a un estilo algo menos de salón y más rústico, añadiendo apliques de cuero, piel de conejo o cordoncillos y sustituyendo los brocados y oropeles que se llevaban en las cortes francesa, inglesa etc. Por supuesto que poseía algunos llenos de encajes y perlas, pero allí los usaría poco o nada, se había surtido bien de pantalones y vestidos cómodos.

vestido:

Buscó a Sirius y le dijeron que estaba en su nueva casa con sus hermanos y primos arreglandola. Cuando llegó escuchó las voces y las risas y no pudo evitar sentirse acogida, que en esa casa siempre habría gente y trajín, algo que había echado de menos durante su niñez, siempre enferma y recluida en una cama. Cuando vio a los Tollak les gastó la misma broma que su padre a los Cannif.

— Espero que tengáis un sofá de sobra para cuando me haga enfadar. Creo que me voy a montar un negocio de sofás de alquiler.

Estaban todos invitados a la boda, por supuesto, y sólo de pensar la de líos que les iban a suponer ya se estaba riendo. Damon iba a resoplar más que en toda su vida.

Estaba con mis primos, hermanos y amigos intentando arreglar el tejado de aquella casona que hacia aguas por todos lados cuando la escuche llegar.
Ladeé la sonrisa subido a la escalera cuando la escuché bromear con Brökk sobre que me preparara un sofá para mi culo pues cada vez que la cabreara acabaría allí de seguro.
-Aun no estamos casados y ya esta pensando en largarme de la cama conyugal -vociferé desde lo alto llamando su atención mientras le dedicaba una picara sonrisa ladeada.

Niels le tiró el brazo por encima a la loba asegurando que estaba arreglando lo que seria nuestra habitación con Ubbe ,que habían tirado una pared para hacerla mas grande.
Guiñándole un ojo le recordó que siendo una loba de seguro era una bestia en la cama y que me estaba dando espacio para que yo corriera.
Le lancé una de las piedras sueltas mientras este se descojonaba antes de volver al trabajo pues Ubbe le gritaba desde el cuarto que dejara de montarla y le ayudara que lo había dejado empantanado.

Brökk seguía conversando con ella, enarqué una ceja, admito que una punzada de celos me atravesó al verla reírse con él.
No me pasaba con ninguno de mis primos o hermanos, quizás porque tenia claro que ninguno de ellos harían nada por joderme, ni eran el tipo de la loba. Sin embargo Brökk, como yo, era un hechicero, mas calmo, mas erudito, con una conversación mas acorde a lo que a ella le podía gustar y sin taras, eso me cabreaba.
Respiré hondo al darme cuenta de que le cielo se nublaba y volví, apartando mi vista de ellos dos, a centrarme en el tejado y las goteras.
Si seguían así, sin duda que íbamos a necesitar que estuvieran arregladas antes de que la tormenta se desatara.
-¿que pasa Sirius? -me preguntó Alrek que había escalado la escalera para pasarme un nuevo pozal y al que no le había pasado desapercibida mi reaccion sobre los dos que ahí bajo conversaban.

Alrek había pasado su vida siendo el “hermano” del amado por Lo qui, no se llevaban bien, supongo que Alrek esquivaba toda relación con Brökk pues se sentía algo desplazado incluso por sus padres si con el primogénito se comparaba.
Yo sabia que no era así, que Giuliana no tenia un favorito y Ulf en el fondo valoraba mucho a Alrek pues era quien mas se le parecia, peor es cierto que por las circunstancias siempre estuvieron con la mente puesta en el hechicero y cuando nació el mas pequeño, la madre tuvo que hacer muchos esfuerzos, abandonó un tiempo Akershus, algo que casi le cuesta el matrimonio con el lobo, que no compartía en absoluto la decisión tomada por la bruja.
-Nada -aseguré casi en un gruñido.
Por suerte entro Hakon que junto a Fio y Synnobe estaban arreglando el jardín, arrancando todas las malas hierbas.
Orión estaba en la cocina junto a Torvi, intentando poner unos nuevos muebles de madera.

Todos estaban trabajando con ahínco en dejarles su guarida a punto, pero estaba claro que no lo conseguirían en un día ni en dos. Brianna y Damon le habían asegurado una paga que se podía costear servicio y comodidades, así que tendría que elegir a quienes se harían cargo de sus necesidades como lavar la ropa, limpiar, tenerlo todo a punto para que en cualquier momento se pudiera atender una comida o una cena por sorpresa y que saliera bien...esas cosas que las mujeres solían organizar muy bien y que los hombres ni siquiera tenían en cuenta.

Brökk le estaba contando los últimos acontecimientos por Akershus, las bobadas de Orn y Dritt con quienes solía ir y todo lo que había sucedido en aquellas semanas que Sirius había estado ausente. Le dijo que visitase a su madre siempre que quisiera, que su hermana Eira y la pequeña Kenna tenían ganas de conocer a una princesa de verdad. Ciertamente tenía ganas de conocer a la "madre" de Sirius, porque sabía que había varias mujeres importantes en su vida y la bruja había sido una de ellas, además ahora iban a ser vecinos y eso la hacía sentir más arropada, y que su madre no estaba allí para darle esos abrazos y los consejos que solo una madre podía dar.

Al ver a Sirius bajar de la escalera le pasó un paño para que se limpiara las manos sucias de brea del tejado.

— Cuando esté todo acabado podrías invocar al viento y ahorrarnos mucha labor de escoba.— le pasó los brazos alrededor del cuello besando sus labios.— ¿Nos vamos ya a celebrarlo? Sólo de pensar todo el trabajo que tengo por delante y la tensión de los días que hemos dejado atrás...necesito bailar y reir hasta caer exhausta.

Le dio un codazo a Sirius cuando vio a Orión y a Torvi interactuar en la cocina. ¿No sería gracioso que esos dos acabaran siendo algo más que amigos?