Una decisión valiente.{priv}

Recuerdo del primer mensaje :

Es la continuación de este tema : https://victorianvampires.foroes.org/t39817p25-la-joven-de-la-perla-priv-sirius#416841




Cinco minutos y una decisión valiente. Eso es todo cuanto necesitaba para llevar a cabo su plan. Habían pasado varias noches desde lo de la Ópera y a esas alturas Sirius se habría ido ya a su tierra. Elaine regresó al puente sobre el Sena y sujetó entre sus dedos el pequeño candado que anudó el brujo en el barrote. Era una promesa y tenía que cumplirla.

Pero las cosas habían cambiado. Se había descontrolado y allí no contaba con la manada Landvik para protegerla. Había tenido que recurrir a los Paine, que afortunadamente eran conocidos, porque su madre había trabajado para su alfa durante una temporada, habían vivido con ellos y la había acogido como si fuera de su propia manada. Sabía que su madre preferiría que regresase a Oltenia o que se quedase en París como había dicho, pero si no les contaba la verdad, sería peor. Suspiró y se sentó a escribir la carta.

Queridos padre y madre,

Antes que nada, quiero deciros que estoy bien. París es muy distinto de cómo lo recordaba, menos gris y más vivo. Tengo que explicaros algo que ha pasado y que sé que os disgustará, pero no quiero guardar secretos con vosotros.

Fui a la Opera con el objetivo de conocer al barón d'Entourage. Sé lo que estarás pensando ahora mismo, madre, y no debes preocuparte, he aprendido la lección. Es un mal hombre, pude comprobarlo por mi misma, necesitaba hacerlo... y ya está, he cerrado ese capítulo de mi vida. Siento deciros que me descontrolé y provoqué un incidente. Ya está arreglado, y al menos tuve la suficiente sensatez para ir a pedir ayuda y asilo a la manada de los Paine, que se han portado conmigo de forma ejemplar. Pero fue Sirius Cannif quien consiguió arreglar el entuerto. Es el hijo de Conde Cannif, se ha portado muy bien conmigo, me ha ayudado en todo y me ha invitado a visitarlo en sus tierras noruegas.

Probablemente cuando os llegue esta carta ya estaré allí, porque no voy a esperar permiso, y sé que debería. Pero no puedo quedarme en París, todo mi ser me grita que vaya a buscar al barón y acabe lo que no pude hacer esa noche, y no quiero manchar mis manos con la sangre de mi padre. Necesito tomar un poco de distancia. Sirius me dijo que en Noruega hay bosques, que allí los lobos no estamos mal mirados...creo que me vendrá bien un poco de aire fresco. Y me dijo que si es necesario, él mismo me escoltaría hasta Rumanía.

Espero que no lo sea, si empizo a suponerles un problema a esa gente, yo misma volveré las grupas y regresaré a casa.

Siento decepcionaros con mis palabras, tengo la determinación de ser más fuerte y de aprender un poco más sobre mi control. Confiad en mi, os lo pido, porque sólo podré aprender cuando me enfrente a mis propios demonios. Sé que me protegéis porque me queréis, pero si no lucho yo misma mis batallas no podré vencerlas.

Un abrazo, os echo de menos,

Elaine.

Dobló el papel, lo metió en el sobre, lo mandó y se plantó con su maleta en el puerto de Le Havre, pasaje en mano, rumbo a Bergen. Avisó por carta de su visita, a fin de cuentas era una visita "oficial" entre miembros de la nobleza, la margen de que extraoficialemnte ella también era "princesa".

Niels rodeó la cintura de mi prometida alegando que era de las suyas, que tenia ganas de fiesta tanto como él.
Yo negué riéndome uniéndome a Torvi que salia de la cocina y me lanzaba un trapo con el que acababa de limpiarse.
-No me habrás saqueado la cocina -le dije mientras ella me sacaba la lengua. Le tiré el brazo por encima de los hombros con una picara sonrisa -¿a que cama te vas a mudar gatita? -pregunté intentando indagar mientras ella me bufaba y yo me reía.

Orn y Dritt se unieron a nosotros de camino a la taberna, los muy pazguatos habían hecho una de las suyas y padre los había mandado a afilar todas las espadas de la armería, así que llegaban bufando y malhumorados mientras Ubbe y Niels se partían porque posiblemente ellos las hacían mas gordas pero no los pillaban.
Alrek y Orion conversaban con un par de chicas, pero el lobo miraba de soslayo a Torvi que ahora se reía con Niels y sus hazañas narradas sobre una mesa.

Rodeé la cintura de mi prometida depositando un beso en su cuello.
-¿Te stas divirtiendo? -pregunté -así que bailar hasta no tenerte en pie -dije tomando su mano y haciéndola girar hasta caer en mis brazos.
Brökk se acercó con un par de jarras para nosotros que tomamos de inmediato.
-¿y Aren? -pregunté -era el único Cannif que faltaba en esa taberna ahora mismo.
Hakon se encogió de hombros, Aren nunca salia con nosotros, estaba empeñado en demostrar que era un guerrero, pero no por ser un Cannif, si no por su esfuerzo.

Synnobe bailaba junto a Fio y pronto fueron a por mi prometida, sin duda iban a llevarse muy bien, la dejé ir sin apartar mi mirada de su cuerpo mientras conversaba con Brökk sobre los últimos acontecimientos vividos en este tiempo en el que había estado en Rumanía.
Niels, Hakon y Ubbe ya animados por las jarras no tardaron en empezar con sus típicas competiciones para saber quien de todos era mas diestro, mas fuerte...
Así que se montó una timba en la que se lanzaban cuchillos, o se hacían pulsos mientras todos bebíamos y nos reíamos.
Mal perder tuvo Niels cuando le gane, alegaba que la magia no valía y yo me reía subiéndome sobre la mesa como él hacia imitándolo con sendos brazos en alto mientras este trataba de bajarme malhumorado.
Hakon ya había empezado una de sus interminables discusiones con Synnobe porque una se le había acercado y bla, bla, bla..

En la competición de tiro al blanco con la diana Elaine se apuntó como un vikingo más. Damon la había enseñado a usar los cuchillos y se le daban realmente bien así que hizo varias dianas riendo y celebrándolo.

En su casa solían beber vivno, ya que su madre era una experta en el tema, pero ya que allí no había, pues dio buen cuenta de la hidromiel, lo que pasaba es que era más fuerte y se le subió un poco a la cabeza. Estaba feliz, relajada, divirtiéndose como cualquier joven de su edad. Se sentó sobre Sirius y lo besó, cuando se vino a dar cuenta los besos eran más húmedos y deseosos de lo que debería porque había empezado a tronar. Se mordió el labio inferior de forma pícara, el alcohol la destaba un poco más y la volvía más imprudente, pero le daba lo mismo. Se levantó de golpe y tiró de Sirius hacia fuera. El chaparrón era considerable, pero no le importaba nada mojarse, cuando la lluvia bañaba la tierra olía más a naturaleza y su lobo interior saltaba de contento.

— Ven vamos!! probemos una cosa.— Corrió hacia el bosque tirando de la mano del hechicero, él estaba entrenado en el arte de la guerra, pero la carrera le vendría bien para lo que ella pretendía hacer. Subieron la ladera de la montaña, le ardía el pecho del esfuerzo y la velocidad, pero no iba a desfallecer. Subieron hasta las cima donde fueron a a observar auroras boreales y una vez allí miró al cielo, al vacío que se abría ante sus pies. Miró a Sirius con los ojos brillantes.— libera tu magia, haz rugir a las nubes y al viento, suelta tu poder. Yo bailaré en medio de tu tormenta.

Cuando la lluvia comenzó a arreciar, la loba giró sobre si misma sintiendo como su lobo interior quería aullar y saltar, bailar y entrar en conexión con la naturaleza. El cielo se iluminaba con los rayos y ella brincaba y giraba sonriendo. Sirius necesitaba soltar toda esa energía titánica que lo consumía y que le obligaba a estar siempre reteniéndose. Completamente empapada se pegó a él y besó sus labios.

— Te quiero Sirius Cannif.

Conversábamos riéndonos con nuestros amigos, narrando historias, buscándonos y encontrándonos, admito que mi cuerpo se calentaba por la fricción contra suyo mientras bailábamos entre caricias, chocando nuestros labios bañados en alcohol de forma impulsiva.
El vaivén de sus caderas contra mi entrepierna era tan caliente como el ron, esa mujer me hacia perder la cordura, nos estábamos divirtiendo pero los besos cada vez eran mas húmedos.
Sentados contra la lumbre los jadeos escapaban de mis labios, mordiscos que delataban mi estado, gruñí tirando de su inferior mientras la lluvia golpeaba enérgica el ventanal de la taberna.
Íbamos los dos algo borrachos, así que controlarnos aquella noche era bastante complicados.

Como siempre a mi futura esposa se le ocurrió una idea, tiró de mi, corrimos por las calles abrazándonos, tocándonos, besándonos, deteniéndonos en cada callejón para lamer nuestros labios, mordernos y devorarnos.
El vaho blanquecino marcaba la escasa distancia entre nuestras bocas cada vez que nos separábamos para sonreír o susurrar.
La tormenta se desataba furiosa sobre nuestras cabezas mientras corríamos por la ladera de la montaña como dos locos que se buscan y se encuentran
En la cima me dejé caer sobre ella, los truenos y rayo naranjas se desataban violentos a nuestro alrededor, mi cuerpo cubrió el ajenos sirviendole de escudo.
Mis ojos habían adquirido la tonalidad del mismo rayo, turbios por el deseo y el alcohol, jadeaba de forma pesada contra sus labios entre gruñidos, mis dedos se paseaban por las cintas de su corseé aflojandolas con hambruna mientras ella cedía bajo mi cuerpo a una necesidad que nos inundaba a ambos.

Sus dedos desabrocharon los botones de la camisa, pronto nuestros torsos desnudos friccionaron echando chispas, sus dedos perfilaron mi vientre que se contrajo por el placer inusitado que seguía a su paso.
Gruñí cuando llegó a la cinturilla de mi pantalón, su falda había sido subida por mis manos con premura, su centro al descubierto me esperaba cálido, vaivén de caderas contra mi dureza mientras la tormenta cada vez se tornaba mas y mas violenta.

La embestí con fuerza, sus paredes cedieron ante el ímpetu y un gruñido gutural escapó de la garganta de ambos mientras nos besábamos desesperados.
Tendría que haber parado, pero en mi estado, no fui capaz y un rayo cayó sobre nosotros, uno que parapeté con mi cuerpo pero que la sacudida la hizo temblar.
-Elaine -grité preocupado clavando mi mirada naranja en sus ambarinos.
Por suerte su fuerza y mi cuerpo había bastado para en esta ocasión parar la descarga eléctrica, parecía aturdida, peor se recuperaba bajo mis brazos.
Me salí de su interior muy frustrado, me sentía culpable y me deje caer a un lado cerrando los ojos para calmarme, era el único modo de que la tormenta pasara, de que todo pasara.
¿Cuanto aguantaría esa loba conmigo? Brökk era una mucho mejor opción ¿cuanto tardaría en darse cuenta de ello?

El susto fue grande, nunca le había caído un rayo encima y se quedó algo aturdida por la sorpresa y el alcohol que aun corría por sus venas, pero Sirius la había protegido de la descarga. Por un instante habían conseguido estar juntos de nuevo, pero el hechicero tuvo que salirse para detener la tormenta.

Se bajó la falda para colocarla en su sitio y le abrochó de nuevo el pantalón besando sus labios. Sabía cuánto le frustraba eso y ciertamente se había quedado con ganas de más, pero no era el fin del mundo.

— Al menos ahora tendré más volumen en el pelo.— bromeó divertida mientras se acurrucaba contra él.— Encontraremos la manera, ya lo verás. Tengo muchas ideas en la cabeza, y creo que la próxima vez me vestiré entera de cuero para alejar la electricidad de mi cuerpo.

La tormenta fue amainando poco a poco mientras los ojos de Sirius volvían su color normal. Entrelazó su manos con la del brujo y enterró la cara en el hueco de su cuello por un rato, no le importaba mojarse, ahora ya no podía ponerse enferma. Le dejó un reguero de besos sobre la piel. Hubiera estado bien poder celebrarlo al completo, pero eso no iba a minar sus ganas de estar con Sirius y así se lo demostraría.

— ¿Volvemos al castillo? mañana tendrás una sopresa, así que por la mañana la prepararé, ve con tus hermanos y por la tarde reúnete conmigo en las caballerizas. — acarició su rostro con ambas manos.— lo conseguiremos, Sirius, confía en mi.

En el castillo les habían dispuesto una habitación y tras quitarse la ropa húmeda y darse un baño se acostaron juntos y bien pegados para darse calor, Elaine tenia siempre un par de grados extra de temperatura, pero le gustaba amanecer abrazada a Sirius.

Se dedicó a comprar algunas cosas en la ciudad y desapareció por unas horas, hasta que pasado el mediodía esperó al hechicero junto a dos caballos en las cuadras. Probaría esa opción que había pensado y si no salía bien, le quedaban algunos cartuchos aunque más complejos de ejecutar.

— ¿preparado? nos vamos de excursión al lago..— Había preparado la cueva tras la cascada con mantas, almohadones y hasta un par de botellas de hidromiel por si le apetecían a Sirius, pero lo más curioso era una especie de estructura metálica con la que había "cerrado" la cueva. Era una jaula de Faraday, los rayos quedarían atrapados en ese entramado metálico, o eso decía la ciencia, y si ellos estaban dentro de esa red no sufrirían los efectos.

Ofuscado me dejé caer sobre la hierba, ella no dudó ni un momento en bajar su falda y abrazarme usando la broma como ún arma como si nada hubiera pasado, aunque ambos sabíamos que no era así.
Era la noche en la que celebrábamos con nuestros amigos el compromiso que habíamos adquirido, habíamos bebido, estábamos entonados, contentos, nos buscábamos, habíamos bailado, reído y esto era el broche a una noche perfecta, por eso me llevó hasta allí, porque sus ganas no eran distintas a las mías.
Frustrado la mire, ¿cuanto aguantaría con un eunuco? Ella no era una chica virgen, paciente, que podía entender las desdichas de su marido en este sentido.
Ella había tenido sus encuentros y posiblemente el primero conmigo no fuera precisamente el mas re memorable porque yo era virgen, inexperto...

Nos fuimos a casa, durante todo el camino me colmó a besos, a caricias, a palabras susurradas en mi oído en las que me prometía que lo conseguiríamos, por contra, yo no estaba tan seguro y cuando caí al lecho no pude evitar decírselo, quizás porque el alcohol hacia todavía mella en mi.
-Quizás deberías irte con Brökk, he visto que hacíais buenas migas
Fue un ataque de rabia, de celos infundados pero a fin de cuentas yo tenia mis fantasmas y supongo que la frustración me llevo a eso.

Al día siguiente la loba no cesó en su empeño, ladeé la sonrisa cuando tiró de mi impaciente, mis brazos atraparon su cintura mientras besaba su cuello caminado tras ella hacia un lugar que la parecer había preparado para los dos.
Mi cara de asombro fue evidente al ver aquel ¿para rayos? En la boca de la cueva, ensanché la sonrisa y juntos nos adentramos en ella,.
Mis labios la buscaron, primero despacio, luego el beso se intensificó casi al ritmo que la tormenta empezó a caer con mas fuerza.
La ropa se deslizaba por su perfecta piel, mis labios surcaron su mandíbula, su cuello, succionando, midiendo.

Ambos gemíamos recorriendo con ahincó la piel ajena, devorándola entre caricias.
Mi cuerpo se convirtió en su cárcel, la alcé de las nalgas contra la pared, un empujón basto para introducirme con un gruñido gutural en su interior, su espalda se arqueaba entre mis manos, ofrecida, me embebí de ella.
Los rayos despuntaban fuera, mis ojos naranjas desafiaban al mismo Thor del que decían yo procedía, y así, acunados por la lluvia, llamados por el trueno, hicimos el amor, afuello funcionaba, ni un solo rallo entró.

Por fin había encontrado la forma de poder estar con Sirius sin que aquello les costase la vida o él acabase con una frustración tan grande que le costase un disgusto. El invento había funcionado y por el momento hasta que el hechicero lograse el autocontrol, al menos podrían dar rienda suelta a su deseo. Elaine no se guiaba por esos impulsos únicamente, pero no podía negar que además que querer a Sirius lo anhelaba, lo tenían todo para amarse y ser felices y esa barrera física los separaba. No quería que eso se interpusiera entre ellos, sabía que él se agobiaba con ese tema pero al menos había podido encontrar solución temporal.

Se entregó al placer de sentirlo cerca, fundido en su cuerpo, unidos como un solo ser sin que importase el viento, la lluvia o el suelo duro aunque cubierto de pieles que había llevado. Por unas horas podrían amarse como cualquier pareja joven, arder en la piel del otro y cocinarse a fuego lento en su deseo. Una vez, otra y otra más, con más fuerza, con más ardor hasta quedar satisfechos y vacíos. Los ojos ámbar de ella y los naranja de él regresaron a sus colores habituales, verde y azul respectivamente mirándose como si frente a ellos sólo estuvieran contemplando un millón de estrellas. Su manos viajó curiosa por sus rizos negros y su barba de varios días, por cada ángulo de su cara, las yemas acariciaron sus pómulos, sus labios y barbilla. Finalmente con tan sólo el rumor de la cascada de fondo, su voz cortó ese silencio íntimo tan solo roto por los gemidos de antes.

— Me aburría infinitamente postrada en la cama y cuando estudiaba ciencias pensaba que eran cuentos de vieja, hasta que recordé a Faraday. Creo que a nuestro primer hijo deberíamos llamarlo Michael como ese científico.— estalló en carcajadas y besó sus labios otra vez, como si no hubiera tenido suficiente con el atracón de antes.— Nunca, nunca vuelvas a decirme que me vaya con Brökk o con quien sea. Estaré contigo aunque te quedes ciego, sordo, mudo o no tengas piernas. No me importa nada más, sólo tú, cómo eres, tus gestos, tu forma de mirarme, la manera en la que me quieres... Soy un lobo y mi amor es de por vida. Además, con lo que ha costado mi padre de convencer, paso de volver a tener que hacerlo.

Se acurrucó entre sus brazos cerrando los ojos por un instante. Si no podían tener relaciones en su propia casa, en su cama, porque saldrían ardiendo o algo peor, aquello sería su refugio, al menos por el momento. No le importaba hacer sacrificos si de Sirius se trataba. No podían instalar una jaula asi que aislara toda la casa y aunque lo hicieran, las casas cercanas sufrirían los rayos, no, por el momento sería esa la solución hasta que encontrase alguna otra idea creativa con la que lograr estar jun tos sin matarse.

Tumbados sobre las pieles tras esa especie de jaula que nos había permitido amarnos hasta la saciedad seguíamos acariciándonos.
Mis ojos se entrecerraban, estaba completamente saciado y aun así mis dedos seguían paseándose por su piel atesorando su tacto para cuando no pudiera hacerlo.
-Creo que ahora mismo estoy en el Valhalla -confesé buscando sus labios, rozándolos, mirando fijamente esos ojos miel que centelleaban ante los míos.

Sus palabras no estaba exentas de razón pocas veces me abría para explicar mis sentimientos pero tras este regalo que me había hecho ,creo que era lo mínimo que merecía esa mujer que estaba dispuesta a compartir su vida conmigo.
-Tengo miedo -aseguré -miedo a que te des cuenta que puedes estar con cualquier otro hombre que podría satisfacerte en todos los sentidos.
Conmigo las cosas siempre serán complicadas, mi magia se descontrola a menudo y supongo que tengo miedo a perderte, a que como mis padres del tiempo futuro te des cuenta de que el único modo de hacer tu vida y ser feliz es mandarme lejos de ti.

Estaba reconociendole demasiadas cosas, creo que acababa de abrirle mi alma en canal para que pudiera ver a través de mis miedos, de mis fantasmas.
-No recuerdo ya el olor de mi madre, lo hice durante un tiempo y me aferraba a la idea de que algún día volvería...
Después crecí y me di cuenta de que eso nunca pasaría. No me quejo hicieron lo que tuvieron que hacer, Höor ha sido un gran padre para mi, siempre ha estado ahí para levantarme, pero sin impedirme caer.
No me ha tratado diferente al resto de sus hijos y siempre me he sentido querido, pero no dejo de tener fantasmas con los que lidio.
Brökk es un hechicero respetado en Akershus, es un buen tío y lo he visto hablar contigo y admito que he sentido una punzada de celos, no he podido evitarlo y se que esta mal, se que no me has dado ningún motivo para desconfiar..pero no lo puedo controlar, tengo miedo al abandono.

— No creo que tus padres verdaderos hicieran su vida sin ti para ser felices, lo harían para protegerte. Es como lo que hizo mi madre escondiéndome quien era mi padre. El día que lo vimos en la Opera se me cayó el mundo a los pies al descubrir qué clase de hombre era. Mi madre hizo lo que pensó que sería mejor para mi, no para ella, porque lo pasó realmente mal y el sacrificio que hicieron tus padres debió ser lo más doloroso que hayan hecho jamás. Creo que deberías hablar con Orión, preguntarle más cosas sobre ellos, y aunque sean de otra realidad y tú te sientas parte de ésta, creo que te vendría bien saber lo que necesitas saber.— se recostó sobre su pecho completamente saciada y cómoda, abrazándolo.— Todos tenemos miedos, tú al abandono, que es comprensible, y yo a que la gente a mi alrededor no sea feliz. Recuerdo las lágrimas de mi madre en silencio, cuando creía que yo no la podía ver, y luego cuando encontró la felicidad al lado de Damon, fue todo tan duro, que cada vez que la veía taciturna se me encogía el corazón. Ella siempre renunció a si misma para que los demás pudieramos alcanzar nuestras metas y estar bien. Sólo deseo la felicidad para ella, para tu padre, para Brökk...para todos. Porque la vida puede ser muy corta, eso lo aprendí de pequeña cada vez que me subía la fiebre, y no vale la pena vivirla infeliz o miserable.

Era una mujer sentimental, como su madre, fuerte y determinada, pero no tenía ese espírtitu de sacrificio de Brianna, ella prefería luchar por conseguir cambiar las cosas más que resignarse a ellas.

— Si algun día quieres volver al mundo del que viniste...prométeme que me llevarás contigo. No quiero perderte, no voy a irme, ya hice mi elección y eres tú. No me importa cómo de difícil sea nuestra vida, lo superaremos. Ya hemos superado muchos escalones, no nos rendiremos tan pronto. Además me muero por ver a tus hermanos en nuestro banquete usando cuchillo y tenedor... jajajajaja

Hablando de eso, tenía que "entrenar" a los bárbaros de Niels, Orn y compañía al dia siguiente. Habían quedado para unas pocas clases de protocolo y refinamiento. Eso iba a ser muy divertido.

— He pensado que mañana me ayudes con ellos, si se portan mal les chamuscas el culo con un rayo.— Sonrió divertida contra sus labios que besó de nuevo. No se cansaba de hacerlo, eran tan deliciosos como el mejor manjar que se pudiera cocinar.— Pero como tenemos tiempo hasta mañana... Desata tus truenos, señor Cannif.— Era un licántropo, tenía energía para seguir degustando a Sirius toda la noche, aunque al día siguiente le costase andar.

Aquella noche la tormenta se trasformó en violenta tempestad, nuestros cuerpos enredados en un baile demencial continuaron aquella placentera tortura a la que habíamos sucumbido.
El deseo se abría paso en nuestras carnes dando paso a una lujuria desmedida y después a una gran ternura que nos acunó por el resto de la noche.

Mis dedos cálidos se pasearon por su piel, gracias a ella me sentía mas seguro, lo que mas me gustaba de ella era ese modo que tenia de convertir en fáciles las cosas imposibles, en vez de desesperarse como yo hacia, ella buscaba soluciones, me había elegido y aseguraba que mi vida y la suya siempre seguirían el mismo camino.
Aun tendría muchas batallas que ganar, pero esperaba que sus palabras fueran ciertas y que no me permitiera lidiarlas solas.
Sobre volver a mi realidad, no quería volver por varios motivos, el primero porque mi padre me lo había dado todo, él me había educado y pensaba que seria una traición largarme ahora aunque solo fuera por un tiempo.

El día siguiente:

Allí estaba Ubbe, Hakon, synnobe, Niels, Orn y Fio, todos mirándose unos a los otros y de paso a la mesa repleta de comida como si esperaran el pistoletazo de salida, frente a ellos sentada mi flamante futura esposa.
Yo con la sonrisa ladeada esperaba el inicio de la clase, ya casi me reía entre dientes ante la escena. Enseñar educación a mis hermanos era como pone puertas al campo, imposible...

Elaine me lanzó una mirada furtiva para que dejara de reírme y le pusiera un poco de fé a esto.
Alce las manos en señal de rendición, por no podía borrar esa picara sonrisa sabiendo que la comida acabaría en desastre.

Niels fue el primero, aprovechando que la loba no miraba metió dos dedos en la salsa y se los llevó a la boca, eso fue suficiente como para que Ubbe e lanzara desesperado a por una pata de cordero, Synnobé le di un manotazo para robársela y Hakon clavó el cuchillo en la mesa para que los dos pararan y hacerse con la pieza.
Claro, que Fio, mas ágil metió la mano y de un tirón la cazo llevándosela a la boca.
-Perfecto chicos, si no queremos parecer unos bárbaros, vamos por el buen camino.

Aquel hatajo de bárbaros normalmente le producían mucha risa, pero debía enseñarles un poco de protocolo si quería que se comportaran como estaba mandado delante de media realeza europea. Elaine se plantó delante de ellos enarbolando una sartén, que al parecer era el arma más efectiva en Akershus, capaz de enviar al sofá hasta al más aguerrido general. Con un cucharón le dió unos golpes para llamar su atención.

— ¡Silencio! un poco de silencio, por favor. Vamos a ver... sé que vuestro padre os ha educado para que seáis buenos y fieros guerreros, pero a veces para ganar en otro tipo de batallas hace falta aprender las reglas de ese juego. En una corte real, la gente es un poco absurda, comen antes de un banquete para luego aparentar que no tienen hambre...¿estúpido, verdad? no quiero que hagáis lo mismo, porque no os considero estúpidos, pero si no sois capaces de aprender algo que hasta las niñas de seis años saben hacer... quizás debería mandaros un banquete antes, como a los estupidos y así nos olvidamos de esto.

Elaine era lista, acababa de retarlos, y eso era algo que ningún vikingo podía permitir, automáticamente se miraron entre ellos como calibrando cual de todos sería el vencedor de esa gesta y dejaron la comida sobre los platos observando a la loba. Bien, ahora que tenía su atención se acercó a Fiolett y devolvió la pata del cordero a la fuente.

— Primera lección, nadie come hasta que veáis que los que presiden la mesa lo hacen. Antes que nada, servilletas sobre la rodilla, así. Bien. Normalmente un camarero os servirá la bebida, no tenéis que tocar las botellas ni jarras ¿entendido? Vale...bueno, ahora viene lo difícil. Hay tres tenedores y tres cuchillos. Cada juego sirve para primer plato, segundo plato y postre. ¡Ah! ah! cada cual el suyo...nada de robar comida a los demás. Vale... hagamos la prueba.

Elaine golpeó una vez sobre la sartén y el servicio sirvió las bebidas bajo la atenta mirada de la princesa rumana que paseaba los ojos por aquellos vikingos con gesto de estar escrutándolos. Los Cannif se miraron entre ellos y Ubbe fue a beber pero Elaine frunció el ceño levemente y éste lo hizo con cuidado y ella le señaló la servilleta cuando iba a limpiarse con la manga. Recibió a cambio una sonrisa. ¡No era tan díficil! Al segundo toque sirvieron los primeros platos y Elaine entrecerró los ojos frunciendo los labios cuando Niels cogió del plato el cordero con los dedos, le hizo una señal para que usara los cubiertos y éste resopló pero lo hizo. Bueno... no estaba tan mal. Algo es algo.

Tuvo que golpear la sartén una vez más para que sacasen los postres y como el de Hakon era más pequeño que el de Ubbe, éste trató de darle el cambiazo, el otro se dio cuenta y lo agarró del cuello, comenzando la batalla campal. Iba a darles un grito pero Niels le estampó un merengue en la cara y Elaine muy soprendida corrió tras él sartén en mano entre risas. Sirius se partía de la risa al verlos y cuando Elaine se le acercó con el merengue escurriéndose por la cara y el pelo, puso gesto compungido como buscando consuelo, pero cuando el brujo se le acercó recibió un merengazo en la cara por parte de la loba entre risas. El conde Cannif entró entonces en el comedor aguantándose la risa y con gesto severo los reprendió.

Mis hermanos miraban a Elaine con la misma cara con la que lo hacían cuando sujetando en formación sus escudos esperaban que el general diera la orden para embestir al ejercito rival.
Sabia que acabara en desastre, llevábamos siendo bárbaros demasiados años como para convertirlos en “aristócratas” de la noche a la mañana, pero bueno, al menos iba a echarme unas buenas risas a su costa.

Elaine sarten en mano intentaba controlar a las bestias, ese arma se había puesto de moda entre las mujeres extranjeras, lograba mandar el culo peludo del general Ulf al sofá de mi padre y algo me decía que en mas de una ocasión me iba a mandar a mi y a mis tormentas al mismo Hel a base de sartenazos.

Yo acomodado en una silla me reía al ver como unos y otros la cagaban sin parar, uno porque bebía de la copa como si fuera una jarra vaciandola de un trago, el otro daba el cambiazo al plato, y vamos, el colofon final vino con un postre de merengue que acabó pringando a todos mis hermanos, incluida la loba que perseguía a Niels riéndose.
Elaine desesperada tuvo que buscar en mi piedad, pero la loba acabó manchándome muerta de la risa contagiándose de aquel ambiente.
Pronto empezó una batalla en la que la comida era la protagonista y el acero emergió de las vainas cazando fruta, patas de cordero y relamiendo la hoja para comer mas nata.

Padre entro, pude ver como se reía antes de carraspear llamándonos al orden, aseguraba que si no nos esforzábamos dejaríamos en mal lugar a la princesa de Rumanía.
-Vamos padre, somos lo que somos, comemos y bebemos como vikingos ¿y que? ¿me quejo yo de que esos aristócratas caminen como si les hubieran metido un palo por el culo? Los hombres comen, beben y follan -aseguró con ese don de palabra que el muy pazguato se gastaba -unos mas que otros- dijo ladeando la sonrisa lanzándome un pastel de forma engreída.

Ubbe le tiró el brazo por los hombros a Elaine.
-No has elegido un maricón incapaz de levantar el acero, te vas a casar con un norteño ¿por que hemos de avergonzarnos de nuestra cultura? ¿acaso alguno de esos podría desenvainar el acero y luchar por protegerte incluso dejándose su vida en ello?
-Somos hombres -apuntó Hakon, somos vikingos -gruñó golpeando con la mano la mesa.
A ese ritmo similar al del tambor de la batalla, se unieron mis hermanos cantando al unisono el ruido que hacemos al chocar las espadas contra los escudos para intimidar al rival.

Negué con la cabeza rodeando con mis brazos la cintura de mi futura esposa, mis labios se pasearon tibios por su cuello.
-Vas a necesitar algo mas que una sarten, te aconsejo que busques a Danielle y a Giuliana, si entre las tres no podéis hacer nada, te aconsejo que la boda sea al aire libre -dije sin mas sin poder evitar reírme por el desastre.

— No me avergüenzo de vosotros, me parecéis todos muy buenas personas y me divierto mucho estando con vosotros. Pero estoy algo decepcionada de que seáis tan flojos. Yo puedo aprender a eructar, escupir y bramar como un león si me lo pedís, aprenderé todo lo que necesite para adaptarme a vuestra cultura, pero pensaba que al menos podríais intentar ayudarme un poco en lo que os había pedido, que a fin de cuentas sería sólo para un par de cenas.

Apoyó la cabeza sobre el hombro de Sirius suspirando, ella siempre tenía muy buena disposición para acometer cualquier deber que tuviera que cumplir, y no les había pedido que cambiasen, o que hicieran de forma distinta lo que hacían a diario, sólo que se comportasen en una cena, quen no era mucho pedir.

— Voy a cambiarme, estoy llena de merengue.— Besó los labios de su prometido y se perdió escaleras arriba. Ciertamente los Cannif eran unos bárbaros, excepto Sirius al que adoraba de todas las formas posibles. Si no conseguía que se comportaran un mínimo, propondría a su madre que lo hicieran en los viñedos, al aire libre, y al menos así que no se montara tanto lío, siempre podían camuflarse por el terreno dando un paseo o durmiendo la mona tras un matorral. Se preparó un baño y se metió en la cálida tina, pensando de qué manera podía motivarlos a hacerlo bien, pero se le agotaban las ideas.

En breve partirían hacia Oltenia, Sirius y ella irían primero, pasarían unos días en la corte con el rey Landvik y después todos juntos irían a los viñedos, donde quería celebrar su boda. Le había llegado una carta de su madre diciéndole que su hermano Velkan estaba en Serbia, invitado por la condesa vecina. Deberían tener una charla exahustiva porque hacía tiempo que la nombraba y la recordasba de otra ocasión. ¿Sería la novia de su hermano?

Por otro lado quería hablar con Sirius sobre un asunto serio. En Rumanía al parecer la Inquisición estaba metiendo el hocico en los asuntos que llevaban generaciones de tranquilidad. Rumanía siempre fue el feudo de los vampiros, la cuna de su cultura en Europa, pero se habían mantenido al margen de todo, al igual que los lobos, y había una realita paz como para que los fsanáticos metieran ahora las narices por allí.

Eso la ponía de nuevo en peligro, a ella, a Velkan, a Lobbo y a Damon. Lo mejor sería no llamar mucho la atención con la boda, porque además se casaba con un brujo, con lo cual, podrían estar ambos en el punto de mira. Él era el único sobrenatural junto con Valeska, de toda su familia, pero ella ya sabía lo que era sufrir la persecución por ser algo o alguien. Tendrían que estar todos alerta en ese enlace por si se les ocurría aparecer por allí. No estaba muy preocupada por su madre, ella era humana aún, pero Damon a pesar de ser el rey era una joya para cualquier cazador que se preciase, así que se preocupó por las palabras de Brianna.

Mi padre intentó hacer entrar en razón a los Cannif alegando que era algo muy importante para mi futura mujer, que pusieran un poco de su parte, que serian solo dos días, que no pedía que comieran perfectamente, pero la menos que dejáramos las peleas de acero para fuera del banquete.
Höor posó su mano en mi hombro.
-Hacerlo por vuestro hermano, esta claro que somos lo que somos, norteños, que hemos dedicado nuestra vida al acero, pero no es tan difícil por una noche, intentar simplemente comeros lo que hay en vuestro plato, olvidaros de lo que no esté dentro de este.

Padre enarcó una ceja señalando a todos y cada uno de mis hermanos.
-y las mujeres las tenéis prohibidas, ¡por Odin ! En la boda no se fornica en ningún lado ¿entendido? Una vez acabe hacer lo que queráis pero no la vayamos a liar.
Niels y Ubbe se daban codazos mientras Orn ponía cara de fastidio y yo negaba con la cabeza llevando mi mano a los ojos en una clara mueca de saber que no iba a salir bien.

Padre se quedó en el comedor ultimando unos detalles que ni por asomo iban a salir como había planeado y yo me subí escaleras arriba para encontrarme con Elaine.
Cuando llegué ya se había bañado, tenia una toalla enrollando su cuerpo, así que me acerqué con una picara sonrisa en mis labios tras cerrar la puerta a mis espaldas.
-Va a ser un desastre -asumí rozando sus labios con mi aliento mientras mis dedos se deslizaban por su espalda ligeramente húmeda.

Sus dedos se pasearon despacio por mi rostro, ella sonreía al verme agobiado.
-Tu no los conoces, si tuvieran que ir a la guerra, no existirían sobre la faz de la tierra guerreros mejores, mas para una fiesta...estamos acostumbrados a bodas en las que se come y se bebe sin tregua. Siempre acabamos en el lago borrachos o fornicando con alguna que otra...no puede salir bien -aseguré apoyando mi frente en la ajena -tu padre va a pedir mi cabeza en una pica cuando esto acabe. Eres una princesa Elaine y los dioses sabe que no te quiero por eso, pero entiendo que tu boda a de estar llena de protocolo y nosotros somos unos bárbaros, unos salvajes.

Elaine sabía cómo eran, no les ponía ninguna pega, siempre fue más de quedarse con la esencia de la gente que con la apariencia, y en esencia, bárbaros o no, eran buenas personas. Pero lo que le había molestado es que ella había hecho el esfuerzo por adaptarse a sus costumbres, a su ritmo y a sus normas, sin embargo ellos no eran capaces de ponerle un poco de interés y lo justificaban con "somos norteños". Como bien les explicó después el conde Cannif, no pretendía que se convirtieran en lo que no eran, pero sí que al menos tuvieran el detalle de intentar guardar un poco las formas por un par de días. Bueno, lo intentaría de nuevo mañana, hoy sólo había sido el primer intento, no podía rendirse tan fácilmente.

Sirius entró cuando había acabado de bañarse y lo notó algo agobiado pero porque había notado su reaqcción de decepción. Acarició su rosotro y apoyó la frente en sus labios abrazándolo.

— no te preocupes, todo irá bien. Lo que debería preocuparte es el paso que vas a dar. Sé que te requieren aquí, y aquí es donde estaremos, pero más de una vez nos tocará ayudar a mi padre o a alguno de mis hermanos cuando hereden la corona. Intentaré quitarte todo el trabajo que pueda y compartir todas las cargas que llevas, pero tú también tendrás que compartir las mías, y como bien dijiste, soy una princesa y tengo el deber de ayudar también a mi familia cuando lo requieran. Conocerás a la reina, que es una hechicera oscura y poderosa. Es una mujer odiosa y mi padre la odia tanto como ella a él. Ve con mucho cuidado porque es capaz de envenenarte, con mi madre lo intentó; seguramente te vea como una amenaza porque puede percibir tu poder.

Le preocupaba que la reina pudiera fijarse en Sirius y tratase de hacerle daño o de eliminarlo de su camino porque percibiese su enorme don y se sintiera amenazada. Randulf no era el único rey hijo del mal que estaba sentado en un trono.

Tenía carta de Brianna y le había mandado también una a Sirius indicándole a su hija que se la diera. Elaine se la alargó, tenía aún el lacre puesto.— Toma, es de mi madre para ti.

"Querido Sirius,
Espero que todo marche bien en Akershus, que tu familia goce de buena salud y que estén tan llenos de dicha por vuestro próximo enlace como yo lo estoy. Dentro de muy poco uniréis vuestros caminos y sé que será para siempre. Quiero que sepas que siempre me tendrás aquí para lo que necesites, que cuentes conmigo en todo aquello en lo que humildemente pueda ayudarte. A pesar de que Elaine haya decidido vivir lejos de nosotros, estoy muy orgullosa de ella y aunque sé que la echaré de menos, me alegro de que sea feliz a tu lado, es todo cuanto podía pedirle a la vida. No siento que esté perdiendo una hija sino que sé que he ganado un hijo. Sé que la cuidarás y la amarás cada día de tu vida, y que ella hará lo mismo; sólo te pido que tratéis siempre de comprender al otro, de ceder una vez cada uno y de nunca iros enfadados a la cama. Espero veros pronto y poder abrazaros y compartir un poco de vuestra felicidad.
Un abrazo muy fuerte,
Brianna."

La baronesa era una mujer muy sentimental y muy sincera, expresaba con palabras y con actos todo aquello que sentía y realmente quería tratar a Sirius como un hijo más, y así lo expresaba en sus palabras. Además sabía que el muchacho no había tenido una madre de verdad y aunque había tenido ejemplos de mujeres fuertes cerca, no era lo mismo, a Elaine le había sucedido algo similar con la figura paterna. Se sentiría muy honrada si contase con ella para cualquier dificultad o tribulación que no pudiera hablar con su padre.

Elaine lo miró cuando él leyó la carta mientras ella se vestía con la ropa de dormir.

Tome asiento en el borde del lecho con aquella carta de la madre de mi futura esposa entre las manos.
Dicen que si quieres saber como será en el futuro tu mujer, fíjate en su madre, en este caso, ella era un gran ejemplo de sabiduría, de templanza y de entrega y aunque sabia sobradamente que el carácter de Elaine distaba del de ella en muchos aspectos, pues era mas intrépida, guardaba esa emotividad que caracterizaba a su madre.
La belleza era un don que ambas poseían, así que era muy afortunado al haber encontrado a una mujer como ella, tanto que me daba miedo perderla, en ocasiones me preguntaba porque me habia elegido a mi ,ella era una princesa, no le faltaban candidatos y yo un hombre al que le costaba controlar su poder, un hombre al que tenia que montar tras un para-rayos.
Con otro seria infinitamente todo mas fácil.

Leí esas lineas con avidez con una sonrisa pintada en el rostro y elevé la mirada para encontrarme de frente con los ojos de la loba.
-Tu madre es una buena mujer que ha criado a una gran mujer, aun no me puedo creer que te vayas a casar conmigo -aseguré tirando de su mano para sentarla sobre mi regazo.

Mis labios buscaron los ajenos, profundizando en un beso hambriento, necesitado que poco a poco empezó a acompañarse de caricias ardientes.
Mis manso como ascuas se deslizaron por debajo de su camisa alzándola ligeramente, mi respiración se agitó y los primeros truenos me hicieron suspirar frustrado contra sus labios.
-Tendría que casarme con una mujer fea -bromeé -me excitas demasiado.

Se nos acababa el tiempo, pronto tendríamos que partir hacia Rumanía y educar a mis hermanos me parecía francamente algo imposible a estas alturas.
Sabia que Elaine andaba nerviosa por mi encuentro con la Reina ambos eramos hechiceros y mi poder era grande, demasiado incluso para yo mismo ser capaz de asimilarlo y controlarlo.
-Tranquila, no voy a permitir que esa mujer nos joda la boda, ademas, mis hermanos pueden ser unos bárbaros, pero como guerreros no conocen parangón y la magia no seria suficiente para doblegar una horda de Cannif -bromeé besando despacio su cuello.

Nuestros alientos volvieron a encontrarse cuando nos miramos, hablábamos cerca, tal era la atracción que por ella sentía en todo momento.
-¿como ha ido con las manadas? -pregunté.
Yo no había querido interferir, era algo que sabia tenia que hacer sola, al menos de momento. Aquí en el norte la mujer era valida, no necesariamente tenia que ir de la mano de su marido y ella era muy capaz de unir las manadas, respetaban a su padre y ella despertaba confianza, mas que un poderoso hechicero como lo era yo.

Continua la trama aqui --> http://www.victorianvampires.com/t41133-me-prometiste-el-cielo-privado