AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La gata sobre el tejado (privado)
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La gata sobre el tejado (privado)
El patio de armas esa mañana donde aun no nos había encontrado el laba era un hervidero. El ruido de los aceros retumbaban con la intensidad del trueno de nuestro dios Thor y las chispas que se formaban con el roce de las hojas bien podría simula la antesala de relámpagos que surcan el oscuro cielo.
Ladeé la sonrisa sintiéndome en casa ante la tormenta mientras mi padre asestaba un golpe tras otro sobre mi persona.
Mi espada se interponía voraz, deteniendo cada una de sus embestidas mientras los gruñidos de uno y otro acompañaban el ensordecedor ruido del resto de los Cannif.
Fio luchaba tenaz contra Synnove, dos escuderas forjadas en las fraguas norteñas, letales, valientes y codiciadas por todos los hombres.
Ubbe, mi general y primo entrenaba con Niels, mi hermano. Tenían modos muy distintos de lucha, mientras uno con dos espadas se basaba en la rapidez y en el salvajismo mas absoluto, el otro era una bestia parda con su bastarda. Dos demonios difíciles de derrotar.
Hakon entrenaba con Erlend, era el hijo adoptivo de este último y mi primo, su inteligencia en combate no tenia parangón, tampoco su valor y menos aun su obsesión por la melliza de Ubbe, su hermana.
No entendía como todos estaban tan ciegos como para no ver lo que yo, pero desde luego que esa guerra no iba a librarla, les pertenecía a ellos dos.
Viré rodando por el suelo con la bastarda en mis manos apareciendo a la espalda de padre dispuesto a morder su carne, cuando esté alzó los brazos por encima de su cabeza colocando a la espalda el acero y deteniendo mi ataque lo que me hizo rugir de pura frustración.
La sonrisa de mi padre se ensancho cuando giró de golpe y de una patada en el pecho me derribo.
Bufé desde el suelo mirándolo con mis dos tormentas agraviadas, fruncí el ceño mientras mi pecho subía y bajaba rabioso y una fina lluvia empezaba a caer sobre el patio de armas.
Cerré los ojos intentando de respirar, sabia lo que venia ahora, no quería...no quería que volviera a pasar, descontrolarme.
Mi padre me alzó de la pechera pidiéndome que respirara mientras el cielo se llenaba de nueves y una tempestuosa tormenta empezaba a caer sobre los cuerpos de los Cannif sin tregua.
Me concentré en su voz, tratando de olvidar que de nuevo había sido derrotado por su acero mientras contaba hasta 100 y respiraba buscando la calma una y otra vez.
Tardé un rato en lograr que amainara, tiempo en que los ojos pardos de padre permanecieron fijos en mis azules.
Iba a envainar el arma, por hoy había tenido suficiente cuando la voz de padre retumbó en el patio de armas, no había terminado el entrenamiento y huir no me convertiría en un guerrero si no afrontar mis miedos, dominarlos y luchar contra ellos.
Admiraba a padre por como siempre estaba ahí para mi, aun cuando era peligroso, así que...el aceró volvió a ser desenvainado y pronto el choque de espadas volvió a marcar el ritmo del juego.
Acabado el entrenamiento todos los Cannif menos Erlend y Höor que se retiraron con los primeros rayos del alba a la mansión nos fuimos al lago a refrescarnos y como no a quitarnos los restos de tierra, sudor y algún que otro rasguñó.
Ladeé la sonrisa al ver a Torvi que miraba como entrenábamos tumbada sobre la rama de un árbol, me detuve frente a ella mientras esta bostezaba logrando hacerme reír por la indiferencia que siempre mostraba.
-Vamos al lago ¿vienes o demasiada agua para ti gatita?
Ladeé la sonrisa sintiéndome en casa ante la tormenta mientras mi padre asestaba un golpe tras otro sobre mi persona.
Mi espada se interponía voraz, deteniendo cada una de sus embestidas mientras los gruñidos de uno y otro acompañaban el ensordecedor ruido del resto de los Cannif.
Fio luchaba tenaz contra Synnove, dos escuderas forjadas en las fraguas norteñas, letales, valientes y codiciadas por todos los hombres.
Ubbe, mi general y primo entrenaba con Niels, mi hermano. Tenían modos muy distintos de lucha, mientras uno con dos espadas se basaba en la rapidez y en el salvajismo mas absoluto, el otro era una bestia parda con su bastarda. Dos demonios difíciles de derrotar.
Hakon entrenaba con Erlend, era el hijo adoptivo de este último y mi primo, su inteligencia en combate no tenia parangón, tampoco su valor y menos aun su obsesión por la melliza de Ubbe, su hermana.
No entendía como todos estaban tan ciegos como para no ver lo que yo, pero desde luego que esa guerra no iba a librarla, les pertenecía a ellos dos.
Viré rodando por el suelo con la bastarda en mis manos apareciendo a la espalda de padre dispuesto a morder su carne, cuando esté alzó los brazos por encima de su cabeza colocando a la espalda el acero y deteniendo mi ataque lo que me hizo rugir de pura frustración.
La sonrisa de mi padre se ensancho cuando giró de golpe y de una patada en el pecho me derribo.
Bufé desde el suelo mirándolo con mis dos tormentas agraviadas, fruncí el ceño mientras mi pecho subía y bajaba rabioso y una fina lluvia empezaba a caer sobre el patio de armas.
Cerré los ojos intentando de respirar, sabia lo que venia ahora, no quería...no quería que volviera a pasar, descontrolarme.
Mi padre me alzó de la pechera pidiéndome que respirara mientras el cielo se llenaba de nueves y una tempestuosa tormenta empezaba a caer sobre los cuerpos de los Cannif sin tregua.
Me concentré en su voz, tratando de olvidar que de nuevo había sido derrotado por su acero mientras contaba hasta 100 y respiraba buscando la calma una y otra vez.
Tardé un rato en lograr que amainara, tiempo en que los ojos pardos de padre permanecieron fijos en mis azules.
Iba a envainar el arma, por hoy había tenido suficiente cuando la voz de padre retumbó en el patio de armas, no había terminado el entrenamiento y huir no me convertiría en un guerrero si no afrontar mis miedos, dominarlos y luchar contra ellos.
Admiraba a padre por como siempre estaba ahí para mi, aun cuando era peligroso, así que...el aceró volvió a ser desenvainado y pronto el choque de espadas volvió a marcar el ritmo del juego.
Acabado el entrenamiento todos los Cannif menos Erlend y Höor que se retiraron con los primeros rayos del alba a la mansión nos fuimos al lago a refrescarnos y como no a quitarnos los restos de tierra, sudor y algún que otro rasguñó.
Ladeé la sonrisa al ver a Torvi que miraba como entrenábamos tumbada sobre la rama de un árbol, me detuve frente a ella mientras esta bostezaba logrando hacerme reír por la indiferencia que siempre mostraba.
-Vamos al lago ¿vienes o demasiada agua para ti gatita?
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Eran las horas que preceden al alba y me encontraba en un estado de duermevela, tumbada sobre una rama gruesa de uno de los árboles que circundaban el patio de armas de la mansión. Mis párpados permanecían cerrados buena parte del tiempo, anduve cazando un par de horas atrás, por diversión en realidad y deseos de jugar más que por otra cosa. Me había topado con un ratón que exploraba los laberintos de la mansión y juntos nos embarcamos en una prolongada carrera en la cual le bloqueaba varias veces con mis manos, lo lanzaba de una a otra y volvíamos a reemprender el juego, hasta que finalmente le dejé ir. La sola idea de habérmelo tragado me resultaba inconcebible por más que otros gatos de los alrededores no se lo hubieran pensado dos veces, yo prefería otro tipo de festines, algo de lo cual las despensas Cannif solían ser testigos.
Como resultado, le perseguí hasta el patio de armas y le miré largarse hacia su libertad, cruzando a la carrera los arbustos del terreno, y por mi parte me acerqué al primer árbol que rodeaba el área adonde se solían llevar a cabo los entrenamientos, trepé en el y me tumbé dispuesta a disfrutar de un merecido descanso. A esas horas aún se escuchaban los sonidos emitidos por los grillos y la brisa de las primeras horas mecía con tranquilidad mi pelaje.
Abrí los ojos con parsimonia cuando el choque de los primeros aceros atravesó el aire uniéndose a los pequeños insectos. Los jóvenes Cannif entrenaban como les era costumbre, yo por mi parte meneaba mi cola lentamente, por momentos el barullo era tal que me hacían recordar que se encontraban allí provocando que abriera los ojos y les observara realizar sus movimientos de ataque y defensiva, cada uno desarrollando su propio estilo, creo que en su momento intentaron explicarme algo sobre arrojo y fuerza versus velocidad y estrategia, no lo recordaba. ¿Quien se fijaba en esos detalles?
Mis ojos se pasearon sobre los distintos dúos y se detuvieron en Höor y Sirius, convirtiéndome en testigo de como el entrenamiento afectaba al segundo cada vez que su padre bloqueaba sus ataques. Comenzaba a lloviznar, alcé una de mis pequeñas patas para corroborarlo sintiendo las gotas colarse por en medio de las gruesas hojas y ahora mi atención se desvió hacia ellos, me deslicé sobre la rama buscando refugio debajo de la parte más tupida del árbol y maullé descontenta cuando sin previo aviso cayó una tormenta sobre nuestras cabezas que afortunadamente duró poco tiempo y que no llegó a alcanzarme demasiado gracias al refugio de la copa. Parecía mentira como podían hacerla sufrir a una.
Afortunadamente el clima fue mejorando, al parecer el joven hechicero encontró la manera de contenerse y ahora yo me acicalaba limpiándome las gotas que habían humedecido mi pelaje. Me encontraba enfrascada en esa tarea cuando el entrenamiento se dio por terminado y algo escuché sobre que todos se marchaban al lago. Estiré mis patas delanteras arqueándome sobre la rama para desperezarme del todo y observé al hechicero que me veía justo en el momento en que un bostezo acompañaba mis movimientos.
Calculé la distancia desde la rama hasta su cabeza. ¿Era mucha? ¿Era poca? Suspiré, era mucha. -Vamos al lago ¿vienes o demasiada agua para ti gatita?- Salté hacia las ramas inferiores y de allí al suelo. Por supuesto que iría al lago, ya me habían interrumpido el sueño con tanto alboroto.
De hecho el estarme despertando me volvía melosa, me acerqué a sus piernas y froté mis mejilas contra ellas, esperando se comportara decentemente y me alzara para llevarme al lago. Un maullido zalamero brotó de mi garganta. ¿Llévame? Si no me alzaba para llevarme me frotaría contra las piernas de Ubbe o las de Niels para probar mejor suerte. Para aumentar mi encanto y hacerme más adorable comencé a ronronear mientras seguía paseándome entre sus piernas.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
La zalamera gata se restregó en mis piernas con clara intención de no usar sus delicadas patas en alcanzar el lago.
Enarqué una ceja mirándola, me conocía todos sus trucos. Desde que llegó al palacio había vuelto la casa patas arriba, se ganaba las caricias de propios y extraños y saqueaba la cocina a diario sin llevarse castigo alguno por ello.
Sin duda la cambiante tenia suerte de haber dado con este lugar, con nosotros, padre la dejaba quedarse sin ponerle condiciones, según él era un animal salvaje. No conocíamos su historia, tampoco preguntamos, solo que era una gata callejera, era algo reservada para hablar de su pasado, pero también lo era yo, así que no podía culparla.
La alcé en brazos acariciando con mis dedos la zona baja de su mandíbula mientras escuchaba ese dulce ronroneo que nos dedicaba cuando la complacíamos.
Niels se acercó a nosotros con esa sonrisa maliciosa que se gastaba cuando pensaba jugármela.
Fruncí el ceño cuando me dio un par de golpes en la espalda mirándonos a mi y a la gata consecutivamente.
-Deberías gatita enseñarle a mi hermano a yacer con mujeres o eso se le va a quedar como un gusano inútil, no te servirá ni como ratón al que dar caza, ya me entiendes -le dijo guiñándole un ojo.
Gruñí mientras Niels se descojonaba, para él era fácil, siempre tenia miles de mujeres rondándolo, yo solo era el hijo incontrolado y raro de Höor Cannif y la verdad las leyendas que se contaban sobre mi no invitaban precisamente a las mujeres a acercarse.
-Niels ¿como van las ladillas que te encontraste? -pregunté lo suficientemente alto como para que varias norteñas lo escucharan.
Niels se descojono dándome un capón y como no, un beso en los morros de la gata.
-Yo follo hasta con ladillas -apuntó de forma engreída.
Negué con la cabeza, mi hermano no cambiaría nunca, no tenia nada, pero me creía que de tenerlas las mujeres acudirían a él como moscas igualmente.
Ubbé salto a la espalda de Niels gritando ¡al lago! con su brazo en alto y este fingiendo ser un caballo empezó a galopar hacia nuestro destino.
A veces me preguntaba en manos de quien dejaba padre a nuestro ejercito, esos dos parecían dos cabeza huecas.
Hakon merodeaba a Synnove con los brazos tras la cabeza mientras esta lo picaba con algún que otro tema que lo hacia fruncir el ceño para después estallar los dos en carcajadas.
Una vez llegamos la gata saltó de mis brazos.
-De nada Torvi, a mandar – le dije con una ladeada sonrisa mirando como alzaba la cabeza con indiferencia por mis palabras.
Niels y Ubbe ya estaban en el agua, desnudos y desde allí me gritaban que fuera con ellos.
Me reí empezando a desnudarme, aun no había mucha gente en el lago, así que era el momento en el que los Cannif nos quitábamos la sangre reseca del entrenamiento y desentumecíamos los músculos.
Enarqué una ceja mirándola, me conocía todos sus trucos. Desde que llegó al palacio había vuelto la casa patas arriba, se ganaba las caricias de propios y extraños y saqueaba la cocina a diario sin llevarse castigo alguno por ello.
Sin duda la cambiante tenia suerte de haber dado con este lugar, con nosotros, padre la dejaba quedarse sin ponerle condiciones, según él era un animal salvaje. No conocíamos su historia, tampoco preguntamos, solo que era una gata callejera, era algo reservada para hablar de su pasado, pero también lo era yo, así que no podía culparla.
La alcé en brazos acariciando con mis dedos la zona baja de su mandíbula mientras escuchaba ese dulce ronroneo que nos dedicaba cuando la complacíamos.
Niels se acercó a nosotros con esa sonrisa maliciosa que se gastaba cuando pensaba jugármela.
Fruncí el ceño cuando me dio un par de golpes en la espalda mirándonos a mi y a la gata consecutivamente.
-Deberías gatita enseñarle a mi hermano a yacer con mujeres o eso se le va a quedar como un gusano inútil, no te servirá ni como ratón al que dar caza, ya me entiendes -le dijo guiñándole un ojo.
Gruñí mientras Niels se descojonaba, para él era fácil, siempre tenia miles de mujeres rondándolo, yo solo era el hijo incontrolado y raro de Höor Cannif y la verdad las leyendas que se contaban sobre mi no invitaban precisamente a las mujeres a acercarse.
-Niels ¿como van las ladillas que te encontraste? -pregunté lo suficientemente alto como para que varias norteñas lo escucharan.
Niels se descojono dándome un capón y como no, un beso en los morros de la gata.
-Yo follo hasta con ladillas -apuntó de forma engreída.
Negué con la cabeza, mi hermano no cambiaría nunca, no tenia nada, pero me creía que de tenerlas las mujeres acudirían a él como moscas igualmente.
Ubbé salto a la espalda de Niels gritando ¡al lago! con su brazo en alto y este fingiendo ser un caballo empezó a galopar hacia nuestro destino.
A veces me preguntaba en manos de quien dejaba padre a nuestro ejercito, esos dos parecían dos cabeza huecas.
Hakon merodeaba a Synnove con los brazos tras la cabeza mientras esta lo picaba con algún que otro tema que lo hacia fruncir el ceño para después estallar los dos en carcajadas.
Una vez llegamos la gata saltó de mis brazos.
-De nada Torvi, a mandar – le dije con una ladeada sonrisa mirando como alzaba la cabeza con indiferencia por mis palabras.
Niels y Ubbe ya estaban en el agua, desnudos y desde allí me gritaban que fuera con ellos.
Me reí empezando a desnudarme, aun no había mucha gente en el lago, así que era el momento en el que los Cannif nos quitábamos la sangre reseca del entrenamiento y desentumecíamos los músculos.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Observé a Sirius agrandando mis ojos tiernos y haciéndolos vibrar de puro sentimiento, ¿me llevaría? No estaba segura, con él nunca se sabía, era más difícil de descifrar que el resto de los Cannif a quienes podías leer con mayor facilidad. Conocía lo suficiente de ellos por ser testigo de lo que hacían cuando descansaba en el granero o cuando me escondía en una esquina sombría de la cocina para no ser descubierta, o a veces no se percataban de mi presencia, aunque estuviera tumbada boca arriba en el patio recibiendo el sol vespertino, a veces se olvidaban de que estaba allí, y por eso podía verles y descubrir cosas sobre ellos sin habérmelo propuesto. Aunque, claro, de todas maneras ¿a quién se las iba a decir?
Creo que antes sus ojos yo era la gata callejera que un día llegó y a quien poco a poco fueron acostumbrándose a ver, a veces me marchaba por meses y luego regresaba, sabía que ellos me acogerían y podía darle solución al hambre o al frío.
¿Me llevas? Puse mi pequeña pata sobre su pierna, a ver… El par de enormes brazos me alzó para llevarme en volandas. Incrementé la potencia de mi ronroneo sintiéndome complacida, especialmente cuando me acarició debajo de la barbilla y emití un miau en un tono bajo, estaba de buen humor.
Srius comenzó a caminar hacia el lago y Niels se nos acercó con una sonrisa maliciosa, se parecía a mi cuando estaba a punto de lanzarme sobre un nuevo ratón. Solo que ahora no habían ratones, ¿no habían no? Miré hacia todos lados con curiosidad, no no habían, me sentí algo decepcionada al constatarlo.
Alcé una ceja cuando Niels se dirigió a mi, me dijo unas palabras sobre enseñar a Sirius y me guiñó el ojo. ¿Enseñar a Sirius a qué? Miré de él hacia el otro vikingo y luego hacia él y luego hacia el otro, y luego hacia él. En un principio no entendí el comentario y cuando finalmente creí hacerlo emití un miau largo y sentido escondiendo mi rostro bajo mis patas. Qué manera de bromear conmigo.
Sirius tomó revancha hablando de las ladillas que seguramente tendría Niels y este dijo que aún así podía follar perfectamente. Demasiada información la que estaba escuchando. Para rematar me dio un beso en los morros que logró que mis mejillas felinas se encendieran debajo de mi pelaje.
Pasado el momento de bochorno total, Ubbe acudió al rescate al lanzarse sobre Niels para que este lo llevara sobre sus espaldas fingiendo ser un caballo, había que admitir que sabían divertirse.
Llegamos al lago y salté de los enormes brazos para dejar que mis pequeñas patas cayeran mullidamente sobre la hierba y comencé a acicalarme otra vez. Observé a Sirius de reojo cuando comentó algo y los regresé hacia el lago. Era un enorme lago, muchísima agua se expandía ante mis ojos, la observé en silencio mientras pasaba mi humedecida pata detrás de mi oreja.
Ummm…
Los hombres ya se habían quitado la ropa y se habían lanzado al agua. Synnove se acercó a mi y me hizo un mimo en la cabeza. -¿Qué hay Torvi? ¿Entrarás?- Miré de ella hacia el lago y del lago hacia ella.
-¡A ver si se dan la vuelta para que Torvi entre en el lago!- Gritó a pleno pulmón, amenazando a los vikingos a darse la media vuelta. -Tü también Hakon.- Le hizo una seña con el dedo para que obedeciese sin rechistar. Synnove no iba a entrar aún, se sentó sobre la hierba para retirarse el calzado. Le sonreí al tomar forma humana y meterme en el agua, inmediatamente se me puso la carne de gallina, estaba condenadamente fría.
Me hundí del todo para ver si se me pasaba el frio antes de volver a la superficie y sacudir mi cabello mojado. No, aún tenía erizada la piel, pero ya una vez dentro no iba a salir, además unos pececillos de colores llamaron mi atención por lo que comencé a seguirlos.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
La voz de mi prima pidiendo intimidad para la gata retumbó en todo el lago, la cara de Niels y de Ubbe lo decían todo mientras se giraban entre risas.
Claro que no fue a ellos a los que les dijo nada aunque eran los únicos que disimuladamente lanzaban miradas rápidas por encima de su hombro, si no al pobre de Hakon que era el único que clavaba la vista en el horizonte.
Me reí entre dientes dándole un capón a mi hermano para que dejara de mirarla, se podía ser mas capullo.
Ubbe se lanzó sobre mi ahogándome y pronto estuvimos todos peleándonos como niños en el agua por ver quien ganaba y se mantenía a flote.
No se el tiempo que estuvimos haciendo el idiota, el caso es que pronto aquello se llenó de mujeres que como moscas se acercaron a nosotros, así que distraídamente salí de escena dejándolos a ellos tres demostrando su gran hombría. Eran como pavo reales mostrando su cola, nunca mejor dicho.
Hakon fue sacado arrastras de allí por una enfada Synnove que con no se bien que escusa le echaba la bronca mientras este se rascaba la cabeza sin acabar de entender, aunque en el fondo complacido por la clara muestra de celos de su hermana.
Me acerque a braza a la gata que parecía distraída mirando no se bien que en el agua. No le veía nada porque estaba sumergida por completo.
-¿que pasa gatita? ¿se te ha perdido algo ahí abajo? -pregunté con cierta picardia.
Esta me lanzó agua a la cara con su ceño fruncido ligeramente.
-Eres mas zalamera cuando estas en tu otra forma -bromeé ladeando la sonrisa -si te rasco me ronronearas -bromeé divertido.
Recuerdo cuando la conocí, yo era un niño, había oído ruido en al cocina y la curiosidad me llevó hasta allí, cuando entre y encendí los candelabros la vi devorando nuestra despensa, se lanzó como una loca hacia mi cabeza arañándome mientras yo le tiraba de la cola para quitármela de encima.
Fuera truenos, rayos y relámpagos se formaban y mi padre llegó en el momento adecuado para cazar a la fiera y calmar al caos.
No tuvimos un buen empezar, sin embargo y aunque nos picábamos menudo, ahora no nos llevábamos mal.
Supongo que se había acostumbrado a todos nosotros y aunque era bastante independiente, al final siempre regresaba a casa de un modo u otro.
Sin duda con quien mejor se llevaba era con Synnove, pasaba noches echa una bola en sus pies, se contaban confidencias y no me extrañaría que supiera mas que el resto en esa extraña relación que se gastaba con el mayor de los Cannif.
Claro que no fue a ellos a los que les dijo nada aunque eran los únicos que disimuladamente lanzaban miradas rápidas por encima de su hombro, si no al pobre de Hakon que era el único que clavaba la vista en el horizonte.
Me reí entre dientes dándole un capón a mi hermano para que dejara de mirarla, se podía ser mas capullo.
Ubbe se lanzó sobre mi ahogándome y pronto estuvimos todos peleándonos como niños en el agua por ver quien ganaba y se mantenía a flote.
No se el tiempo que estuvimos haciendo el idiota, el caso es que pronto aquello se llenó de mujeres que como moscas se acercaron a nosotros, así que distraídamente salí de escena dejándolos a ellos tres demostrando su gran hombría. Eran como pavo reales mostrando su cola, nunca mejor dicho.
Hakon fue sacado arrastras de allí por una enfada Synnove que con no se bien que escusa le echaba la bronca mientras este se rascaba la cabeza sin acabar de entender, aunque en el fondo complacido por la clara muestra de celos de su hermana.
Me acerque a braza a la gata que parecía distraída mirando no se bien que en el agua. No le veía nada porque estaba sumergida por completo.
-¿que pasa gatita? ¿se te ha perdido algo ahí abajo? -pregunté con cierta picardia.
Esta me lanzó agua a la cara con su ceño fruncido ligeramente.
-Eres mas zalamera cuando estas en tu otra forma -bromeé ladeando la sonrisa -si te rasco me ronronearas -bromeé divertido.
Recuerdo cuando la conocí, yo era un niño, había oído ruido en al cocina y la curiosidad me llevó hasta allí, cuando entre y encendí los candelabros la vi devorando nuestra despensa, se lanzó como una loca hacia mi cabeza arañándome mientras yo le tiraba de la cola para quitármela de encima.
Fuera truenos, rayos y relámpagos se formaban y mi padre llegó en el momento adecuado para cazar a la fiera y calmar al caos.
No tuvimos un buen empezar, sin embargo y aunque nos picábamos menudo, ahora no nos llevábamos mal.
Supongo que se había acostumbrado a todos nosotros y aunque era bastante independiente, al final siempre regresaba a casa de un modo u otro.
Sin duda con quien mejor se llevaba era con Synnove, pasaba noches echa una bola en sus pies, se contaban confidencias y no me extrañaría que supiera mas que el resto en esa extraña relación que se gastaba con el mayor de los Cannif.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Seguí a los pececillos de colores un rato, eran divertidos, me veían y emprendían la carrera evadiéndome por lo que me embarqué fácilmente en un juego con ellos en el cual se escondían detrás de la primera roca que encontraban y yo les tocaba la cola antes de que lograran desaparecer. Las carcajadas provenientes del grupo me hacían ver en su dirección de vez en cuando y observé con curiosidad como los vikingos se hundían los unos a los otros entre gruñidos, parecía bastante entretenido.
El lago poco a poco se fue llenando de gente, mujeres en su mayoría que rápidamente se fueron detrás de los vikingos, al parecer les consideraban ejemplares masculinos de buen ver, algo así había escuchado algunas veces, más de una hubiera querido atrapar a Ubbe o a Niels pero aquello era una empresa imposible conociendo a esos dos. Hakon también tenía admiradoras y eso de inmediato provocó una reacción en su hermana que se apresuró a sacarlo del lago.
Solté la risa al ver la escena, la vikinga siempre fue buena conmigo, desde niña, se acercaba a algún rincón del terreno en el cual me escondía y me hablaba. En aquel entonces yo aún no estaba acostumbrada a otros seres humanos, apenas había bajado de la montaña y mis aptitudes sociales no eran las mejores, no tenía idea de como interactuar con otros por lo que me acercaba con cautela, pero ella bromeaba conmigo y a veces me traía algún bocadillo de la cocina.
Solté la risa al ver la escena, la vikinga siempre fue buena conmigo, desde niña, se acercaba a algún rincón del terreno en el cual me escondía y me hablaba. En aquel entonces yo aún no estaba acostumbrada a otros seres humanos, apenas había bajado de la montaña y mis aptitudes sociales no eran las mejores, no tenía idea de como interactuar con otros por lo que me acercaba con cautela, pero ella bromeaba conmigo y a veces me traía algún bocadillo de la cocina.
La primera vez que acudí a echarme a sus pies, la había visto alterada después de una pelea con su hermano Hakon, me froté contra sus piernas mientras me hacía mimos distraída en sus pensamientos. Poco a poco comencé a acercarme más y entre nosotras se fue formando un vínculo silencioso que logró que confiáramos la una en la otra, Synnove no mostraba sus pesares frente a otros y yo tampoco, aunque los motivos eran diferentes, yo era algo parecida a mi padre, él se había aislado para solucionar sus problemas y algo de eso heredé, además de que apenas me iba adaptando al descubrimiento de este nuevo mundo fuera de la montaña.
El lago se fue llenando de más gente antes de que me diera cuenta y cuando menos me percaté Sirius se había acercado y me había lanzado una broma que provocó que le echara agua a la cara. Era común que me picara de una forma u otra y que yo le jugara bromas en mi forma de gata. Me gustaba acercarme subrepticiamente con mis silenciosas patas y tomarlo por sorpresa apareciendo frente a él de forma sorpresiva desde los lugares más inverosímiles, me causaba una diversión muy grande cuando no se esperaba que apareciera y le robara un bocadillo suyo o le alterase el resultado de un hechizo, me divertía de lo lindo.
En este caso negué al escuchar sus palabras y me zambullí en el agua para reaparecer en la superficie junto a él después de un momento y enseñarle lo que tenía en la mano. Un pececillo con una mezcla de colores naranja, rojo, púrpura y amarillo que coleteaba nervioso sobre mi palma. -Hay muchos de estos y de otros colores muy bonitos.-
Acaricié sus escamas con la yema de mi pulgar para indicarle que no pensaba comérmelo aunque podía sentirme tentada pero como desayunar a alguien tan vivaz y alegre. -Son tímidos, se esconden detrás de las rocas pero son más ágiles de lo que se podría pensar, este casi se me escurre.- Lo dejé volver al agua para que escapara aliviado y con rapidez nadara a reunirse con los demás. -Se parece a ti cuando nadas para reunirte con el resto de vikingos.- bromeé. -pero te supera en gracia y estilo.- Solté una risilla y miré a nuestro alrededor. -Me gustaba más el lago hace un rato, con menos gente.-
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
La gata alzó las manos para mostrarme que era eso que miraba tan afanada deslizarse por el agua, un pez de bonitos colores cazoleteaba en sus manos dando bocanadas de aire, no pude evitar sentir cierta empatia con ese animal, como él, yo en ocasiones también me sentía fuera de lugar.
Mis hermanos y primos eran el espíritu del norte, admirados, venerados mientras yo tenia que escapar como ese pez para no acabar convirtiendo aquel lugar en puro caos.
Tampoco era un hombre que me pasara el día lamentándome, los dioses me habían otorgado el poder de la magia, ese era un don y era mi trabajo aprender a controlarlo. Padre siempre me decía que era tan poderoso como mis hermanos, solo que como ellos hacían con el acero yo tenia que hacerme algunos rasguños antes de aprender a esgrimirlo con destreza y presteza.
No diré que no había aprendido nada en este tiempo, antes me descontrolaba con mucho menos y no era capaz de parar, ahora, lograba detenerme si no atravesaba esa linea imposible sin retorno ,al menos de momento no había encontrado el modo de volver por mis medios.
La gata dejo ir la pez que alegre salto de sus manos viendo que la vida regresaba a su cuerpo, ladeé la sonrisa cuando me comparó con ese animalillo.
-Mi gracia y estilo no es comparable con la de ese pez y lo sabes -dije en tono jocoso mientras hacia gala de esa altivez que caracterizaba a los Cannif y que yo también tenia -por eso me persigues ¿por mi cola? - bromeé echándome a reír por la cara que ponía -pues espero que no sea por eso porque aunque sea grande y se ponga dura es fácil que te parta un rayo al probarla -dije sin dejar de reírme.
Nos conocíamos de siempre, bromear con ella sobre estas cosas no me avergonzaba, de echo yo no era vergonzoso, era precavido, no me alejaba de las mujeres porque les tuviera miedo o reparo, lo hacia para protegerlas de la catástrofe que arrastraba conmigo.
-Bueno, ya sabes que allá donde va Niels, Ubbe y Hakon va el séquito de vikingas desesperadas por darles caza en el catre -bromeé poniendo cara de pervertido -y ellos que no se lo ponen difícil, bueno excepto Hakon que parece tan escurridizo como yo, aunque por motivos distintos, Synnove lo saca de las orejas cada vez que una mujer le pone las tetas cerca -me reí con ganas desviando mi mirada a esos dos.
Mi prima tenia los brazos en jarra mientras gruñía no se bien porque y el sonreía con picardia mirándola, parecían dos idiotas o pazguatos eran todos los demás que estaban tan entretenidos en medirse las vergas que no se daban cuenta de nada mas.
-Vamos fuera gatita - ¿pregunté? -esto ya esta demasiado “lleno” para mi gusto.
Salí el primero, caminando hacia mi ropa, me calcé los pantalones, la camisola, abroche los correajes dejando la espada a mi espalda y cogí la ropa que había traído Synnove para Torvi acercándosela a las rocas mas escondidas del lago, allí podría vestirse lejos de miradas indiscretas.
Me senté en un tronco y saqué de mi chaleco el pequeño libro de tapas de cuero donde hacia anotaciones sobre los conjuros que iba aprendiendo.
Mis hermanos y primos eran el espíritu del norte, admirados, venerados mientras yo tenia que escapar como ese pez para no acabar convirtiendo aquel lugar en puro caos.
Tampoco era un hombre que me pasara el día lamentándome, los dioses me habían otorgado el poder de la magia, ese era un don y era mi trabajo aprender a controlarlo. Padre siempre me decía que era tan poderoso como mis hermanos, solo que como ellos hacían con el acero yo tenia que hacerme algunos rasguños antes de aprender a esgrimirlo con destreza y presteza.
No diré que no había aprendido nada en este tiempo, antes me descontrolaba con mucho menos y no era capaz de parar, ahora, lograba detenerme si no atravesaba esa linea imposible sin retorno ,al menos de momento no había encontrado el modo de volver por mis medios.
La gata dejo ir la pez que alegre salto de sus manos viendo que la vida regresaba a su cuerpo, ladeé la sonrisa cuando me comparó con ese animalillo.
-Mi gracia y estilo no es comparable con la de ese pez y lo sabes -dije en tono jocoso mientras hacia gala de esa altivez que caracterizaba a los Cannif y que yo también tenia -por eso me persigues ¿por mi cola? - bromeé echándome a reír por la cara que ponía -pues espero que no sea por eso porque aunque sea grande y se ponga dura es fácil que te parta un rayo al probarla -dije sin dejar de reírme.
Nos conocíamos de siempre, bromear con ella sobre estas cosas no me avergonzaba, de echo yo no era vergonzoso, era precavido, no me alejaba de las mujeres porque les tuviera miedo o reparo, lo hacia para protegerlas de la catástrofe que arrastraba conmigo.
-Bueno, ya sabes que allá donde va Niels, Ubbe y Hakon va el séquito de vikingas desesperadas por darles caza en el catre -bromeé poniendo cara de pervertido -y ellos que no se lo ponen difícil, bueno excepto Hakon que parece tan escurridizo como yo, aunque por motivos distintos, Synnove lo saca de las orejas cada vez que una mujer le pone las tetas cerca -me reí con ganas desviando mi mirada a esos dos.
Mi prima tenia los brazos en jarra mientras gruñía no se bien porque y el sonreía con picardia mirándola, parecían dos idiotas o pazguatos eran todos los demás que estaban tan entretenidos en medirse las vergas que no se daban cuenta de nada mas.
-Vamos fuera gatita - ¿pregunté? -esto ya esta demasiado “lleno” para mi gusto.
Salí el primero, caminando hacia mi ropa, me calcé los pantalones, la camisola, abroche los correajes dejando la espada a mi espalda y cogí la ropa que había traído Synnove para Torvi acercándosela a las rocas mas escondidas del lago, allí podría vestirse lejos de miradas indiscretas.
Me senté en un tronco y saqué de mi chaleco el pequeño libro de tapas de cuero donde hacia anotaciones sobre los conjuros que iba aprendiendo.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Negué con la cabeza riendo cuando aseguró tener más gracia y estilo que el pez. -Ya quisieras.- Como buen Cannif no le faltaba la altivez que les caracterizaba por lo que alguien debía bajarlo de su nube. -Tal vez si vienes a observar seguido a los peces algo se te pegue, pero por ahora…- Aún reía antes de alzar una ceja cuando preguntó si lo seguía por su cola, pero si no tenía, lo cual era una lástima, la cola no solo te brindaba estilo, elegancia y atractivo, podías expresar muchas cosas con ella sin necesidad de usar palabras.
Su siguiente aclaración respecto a su comentario hizo que mi mandíbula cayera antes de soltarle un manotazo en el pecho, debí imaginar que era otra de sus puyas. No me las tomaba en serio porque él siempre bromeaba con esas cosas, asumía que era su manera de restarle importancia al hecho de que no pudiera estar de forma íntima con una mujer, tampoco me creía que no le importara pero no era un tema que yo hubiera hablado mucho con él.
Sonreí cuando habló de los otros y solté la risa cuando puso cara de pervertido. -Ya extrañaba tu cara habitual, ¿por qué la escondes?- bromeé y desvié la mirada hacia Synnove y Hakon, tenía un buen punto, miré a aquellos dos de forma reflexiva, había mucho más entre ellos de lo que ninguno de los dos admitía.
Sirius salió del lago, giré para darle la espalda con rapidez y conté mentalmente mientras se vestía. Por mi parte aproveché el refugio de unas rocas para cubrirme con ellas mientras su brazo me pasaba algo de ropa de vikinga. Observé algo fastidiada la ropa interior, los pantalones y la camisa, honestamente llevar ropa era un engorro. -¿Por qué andar en forma humana tiene tantas restricciones?- pregunté refunfuñando antes de terminar de ponerme la ropa encima y salir de detrás del escondite mientras alzaba mi pelo rubio mojado para sacarlo de debajo del cuello de la camisa y dejarlo caer sobre mis hombros.
Me aproximé adonde se encontraba sentado y me dejé caer sobre la hierba junto a sus pies, apoyando mi espalda en el tronco. -Podrías usar mi asistencia cuando realizas alguno de tus nuevos conjuros.- Giré un poco para mirarlo notando su escepticismo. -Eres un brujo, los brujos tienen gatos que les acompañan no? Vale, que suelen ser de color negro.- fruncí la nariz. -pero el punto es que por algo los tendrán.-
Volví a mirar al frente y descansé mi mejilla sobre sus rodillas. -No me malentiendas, me aburro, y ver como te sale el conjuro por la culata es de lo más entretenido.- Bostecé, si volvía a mi forma de gata podía trepar a una rama y dormir un rato. -Crees que Hakon siente… ya sabes…- dije, aquellos dos aún se encontraban en la orilla del lago y Synnove echaba fuego por la mirada al notar como más jóvenes pretendían acercarse a su hermano. No quería decir mucho porque no sabía que tanto había adivinado Sirius con respecto a ese par, parecía todo tan complicado.
-No entiendo las relaciones humanas… debería ser todo más sencillo… te gusta alguien, se lo dices y ya, con algo de suerte le gustarás a la otra persona también.- Arqueé las cejas pensando mientras desviaba ahora la mirada hacia el grupo de jóvenes ansiosas de ganar la atención de Niels y Ubbe, esos dos para mi eran incluso más complicados, les gustaban todas y ninguna en especial. No, definitivamente, no entendía las relaciones humanas.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Torvi salio de detrás de las rocas y se aproximo a mi silenciosa dejándose caer sobre la mullida hierba. Su espalda se apoyó en el tronco donde yo estaba sentado, así que cerré el libro enarcando una ceja cuando dijo que podía usarla como mi asistente personal.
-Claro, puedo convertirte en pez de colores -bromeé guiñándole un ojo -te pondré una bonita cola y todo.
Esta me bufó mientras yo me reía.
-La verdad es que si hay algo que quiero probar, ya lo he intentado con tu forma humana, pero no funciona, mira que te he ordenado veces que te desnudas para mi y nada, sigues vestida -bromeé echándome a reír por la cara que ponía -no, no es eso – puedo entrar en la mente de animales, ver, oír, sentir a través de ellos, pero no se si puedo hacerlo también con cambiantes cuando tienen su forma animal porque cuando eres humana no puedo, ya lo he intentado.
La cara que me puso me hizo de nuevo echarme a reír.
-Tu te has ofrecido -dije como justificación, aunque la verdad las veces que lo había intentado ella no se había ofrecido ni de lejos, pero bueno eso ella no tenia porque saberlo.
Desvié mi mirada hacia Hakon y Synnove, la gata me preguntaba que pensaba sobre ellos, al parecer la pequeña mente de la caza roedores no daba para mas en esto de las relaciones humanas.
-Pienso que el ser hermanos, no de sangre pero si de sentimiento complica las cosas a esos dos. Los dos sienten algo por el otro, se gustan -aclare intentando utilizar unas palabras que entendiera – pero no pueden decírselo, dar un paso mas pues esta mal visto las relaciones carnales entre hermanos. Así que los dos callan, por eso, cuando las mujeres rondan a Hakon, Synnove se las apaña para sacarlo del medio con cualquier absurda excusa y él se deja porque con eso tiene la atención justo de la única hembra que quiere tener a su lado, Synnove. Pasa algo parecido cuando algún hombre se acerca a su hermana, claro que en nuestro caso nos sale cornamenta y nos damos de ostias como machos cabrios -bromeé con cierta diversión -no tener relaciones personales me convierte en un voyeur -bromeé entre risas.
Ciertamente no es que me pasara el día mirando a los demás, mas bien lo pasaba con mi nariz pegada a los libros y en el campo de armas, pero es que el resto eran muy poco observadores.
Su mejilla se había apoyado en mi rodilla mientras ahora los dos dirigíamos la mirada hacia mi hermano Niels y mi primo Ubbe.
-Con ellos es mas fácil de entender gatita. Tenemos ganas de follar porque es algo placentero y bueno, mientras la norteña esté buena, pues da igual una que otra, se trata de que les abran las piernas y tener que tocar...después se largan, es lo mas parecido a lo que hace la inmensa mayoría de los animales -dije enarcando una ceja -no debería parecerte tan extraño.
Medité sus palabras, no estaba de acuerdo por completo con lo que decía.
-Las relaciones humanas son mas complejas porque tenemos eso que llaman raciocinio aunque en el fondo no son tan diferentes a la de los animales.
Es decir, esas mujeres que rodean a mi hermano y mi primo piensan que son dos machos buenos para procrear, son guerreros, tendrán descendencia fuerte y ademas tienen un buen apellido detrás del nombre. Con ellos aseguran que su prole sera poderosa, por supuesto no piensan tanto, simplemente les gustan.
Ladeé la sonrisa mirando como ella se fijaba en ambos escuchando mis palabras.
-¿a ti no te gustan? -pregunté.
La verdad es que nunca había visto a Torvi interesarse por nadie, digamos que en las relaciones personales con que le acariciaran siendo una gata le bastaba.
-Claro, puedo convertirte en pez de colores -bromeé guiñándole un ojo -te pondré una bonita cola y todo.
Esta me bufó mientras yo me reía.
-La verdad es que si hay algo que quiero probar, ya lo he intentado con tu forma humana, pero no funciona, mira que te he ordenado veces que te desnudas para mi y nada, sigues vestida -bromeé echándome a reír por la cara que ponía -no, no es eso – puedo entrar en la mente de animales, ver, oír, sentir a través de ellos, pero no se si puedo hacerlo también con cambiantes cuando tienen su forma animal porque cuando eres humana no puedo, ya lo he intentado.
La cara que me puso me hizo de nuevo echarme a reír.
-Tu te has ofrecido -dije como justificación, aunque la verdad las veces que lo había intentado ella no se había ofrecido ni de lejos, pero bueno eso ella no tenia porque saberlo.
Desvié mi mirada hacia Hakon y Synnove, la gata me preguntaba que pensaba sobre ellos, al parecer la pequeña mente de la caza roedores no daba para mas en esto de las relaciones humanas.
-Pienso que el ser hermanos, no de sangre pero si de sentimiento complica las cosas a esos dos. Los dos sienten algo por el otro, se gustan -aclare intentando utilizar unas palabras que entendiera – pero no pueden decírselo, dar un paso mas pues esta mal visto las relaciones carnales entre hermanos. Así que los dos callan, por eso, cuando las mujeres rondan a Hakon, Synnove se las apaña para sacarlo del medio con cualquier absurda excusa y él se deja porque con eso tiene la atención justo de la única hembra que quiere tener a su lado, Synnove. Pasa algo parecido cuando algún hombre se acerca a su hermana, claro que en nuestro caso nos sale cornamenta y nos damos de ostias como machos cabrios -bromeé con cierta diversión -no tener relaciones personales me convierte en un voyeur -bromeé entre risas.
Ciertamente no es que me pasara el día mirando a los demás, mas bien lo pasaba con mi nariz pegada a los libros y en el campo de armas, pero es que el resto eran muy poco observadores.
Su mejilla se había apoyado en mi rodilla mientras ahora los dos dirigíamos la mirada hacia mi hermano Niels y mi primo Ubbe.
-Con ellos es mas fácil de entender gatita. Tenemos ganas de follar porque es algo placentero y bueno, mientras la norteña esté buena, pues da igual una que otra, se trata de que les abran las piernas y tener que tocar...después se largan, es lo mas parecido a lo que hace la inmensa mayoría de los animales -dije enarcando una ceja -no debería parecerte tan extraño.
Medité sus palabras, no estaba de acuerdo por completo con lo que decía.
-Las relaciones humanas son mas complejas porque tenemos eso que llaman raciocinio aunque en el fondo no son tan diferentes a la de los animales.
Es decir, esas mujeres que rodean a mi hermano y mi primo piensan que son dos machos buenos para procrear, son guerreros, tendrán descendencia fuerte y ademas tienen un buen apellido detrás del nombre. Con ellos aseguran que su prole sera poderosa, por supuesto no piensan tanto, simplemente les gustan.
Ladeé la sonrisa mirando como ella se fijaba en ambos escuchando mis palabras.
-¿a ti no te gustan? -pregunté.
La verdad es que nunca había visto a Torvi interesarse por nadie, digamos que en las relaciones personales con que le acariciaran siendo una gata le bastaba.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Sirius me tomaba el pelo, primero, no se tomaba en serio mi ofrecimiento para ayudarle con sus conjuros. No es que planeara ser su asistente ni mucho menos, simplemente pensé que sería buena idea que tuviera un par de manos o de patas extras, a la mejor le ayudaba a concentrarse mejor y controlar un poco más su magia, pero él hablaba de convertirme en un pez. Hinché las mejillas antes de bufar. -Gracias pero ya tengo cola y ya es bastante bonita así tal y como está, no necesito otra.- Mi cola era mi orgullo, era hermosa y para nada la iba a cambiar, me crucé de brazos refunfuñando.
Ahora me lanzaba otra de sus bromas, que me había ordenado muchas veces que me desnudara. El día en que le hiciera caso sería el día en que viera alas saliendo de los cuerpecillos de los ratones de nuestra ciudad, además todo eso lo decía únicamente porque le gustaba contrariarme con su sentido del humor.
Desvié la mirada de regreso a Synnove y Hakon a medida que él me iba explicando. -Esas normas absurdas sobre lo que está bien visto y lo que no, solo acarrean infelicidad, no sé quien las impone pero deberíamos saltárnoslas todas.- Yo había sido testigo del desasosiego de Synnove y de lo mucho que le afectaba el tener que reprimir sus sentimientos, por más obvio que fuera para mi algo que ella no podía aceptar debido a esas absurdas normas. Si Sirius estaba en lo correcto y Hakon sentía lo mismo por ella entonces maldecía todas esas costumbres porque mantenían separados a dos seres que estaban hechos el uno para el otro.
Abracé mis piernas observando ahora a los otros dos jóvenes vikingos, Ubbe y Niels, toda esa explicación sobre que eran buenos para procrear y demás me parecía de lo más enredada. Al final no entendía si las mujeres simplemente querían follar y olvidarse del asunto o si querían un padre para sus posibles críos. -¿De verdad te crees todo eso?- Observé a Sirius con una ceja alzada. -Si me fuera a interesar en un vikingo no lo haría por los fuertes vástagos que pueda engendrar con él si no que simplemente porque me guste pasar el tiempo a su lado.- Negué con la cabeza, que enredo, no me gustaba toda esa explicación. -No es que no sean atractivos… pero mi tipo es un poco diferente, además preferiría estar con alguien que me vea solo a mi.- Si en algún momento decidía que quería estar con alguien no lo iba a compartir con ninguna otra y esperaba que esa persona tampoco desease compartirme.
Sin que lo esperara me levanté y le arrebaté su librito de conjuros para observar lo escrito en las páginas que tenía abiertas. -¿Este es el hechizo para leerme la mente?- pregunté divertida, retrocedí un par de pasos cuando intentó recuperarlo y lo escondí detrás de mi espalda. -A ver, ¿qué estoy pensando ahorita?- Expandí una sonrisa en mi rostro, no me chupaba el dedo, Sirius había tratado de leerme el pensamiento quien sabe cuantas veces y no quería ni imaginarme que hubiera averiguado de haberlo logrado.
-¿O es el conjuro para convertir a alguien en pez?- Seguí retrocediendo mientras observaba las hojas y esquivé sus manos que se acercaban para que se lo devolviera. -¿Qué pasa si me quedo con este libro? ¿Me haré bruja si aprendo el contenido de todas estas páginas?- Antes de que fuera a arrebatármelo comencé a moverme por el lugar, yo era una gata así que era bastante rápida e intrépida, no era fácil de alcanzar. -¿Qué me darás a cambio de el?-
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Me reí divertido cuando dijo que su tipo era distinto al de mis hermanos y primos.
-Ahora me dirás que prefieres un vikingo feo para que no te lo robe otra -dije descojonandome -aunque conociéndote elegirías un pez de colores -bromeé haciéndola rabiar.
-Todas intentan darles caza para que sean solo de ellas, vamos como tu con los peces, pero como te pasa a ti, a ellas también se les escurren de las manos -apunté guiñándole un ojo -los Cannif somos escurridizos.
Mientras me reía sus ágiles manos me robaron el libro que llevaba en mi mano, enarqué una ceja mirándola mientras extendía la mano para que me lo devolviera.
-vamos gatita pórtate bien y dámelo que llevo anotaciones importantes ahí dentro.
Ella negaba poniéndose en pie mientras yo lanzaba mi mano para arrebatárselo una y otra vez.
Era agil la gata, tenia que reconocerselo.
-Si, te he leído la mente pero solo he encontrado ratones en ella -bromeé bufando frente a ella para uqe me lo devolviera.
Cuanto yo mas me cabreaba ella mas se reía, entrabamos en un circulo vicioso en el que ella esquivaba y yo lanzaba mi mano hacia los papeles.
-En pez no, te convertiré en rata y te llevaré de excursión ante tus amigos los gatos del callejón que hay detrás de la taberna -dije con el ceño fruncido mientras maldecía a la gata.
Cansado de no cazarla con la destreza, se me ocurrió otra cosa, placarla, así que me lancé sobre su cuerpo haciendo esta vez caso omiso al libro y los dos caímos rodando sobre la mullida hierba por el pequeño desnivel que había de la zona donde estábamos, que era junto a la cascada entre las rocas al amplio valle floreado bañado por la orilla del lago.
Quedé sobre ella como si fuera su escudo, mi sonrisa triunfal se reflejó en sus ojos cuando con sencillez estiré la mano y conseguí mi tesoro.
Permanecimos inmóviles mientras ambos nos mirábamos fijamente, casi sin pestañear, su dorada cabellera se extendía sobre la hierba en forma de abanico, sus ojos miel me atravesaban y me pregunté que nueva travesura estaría pasandosele por la cabeza ahora a la gata.
Hubiera tratado de leer su mente, pero ese truco aun no lo tenia muy perfeccionado.
Nuestros pechos subían y bajaban por el juego que nos traíamos, solo que ahora no nos reíamos.
Su cuerpo se movió ligeramente bajo el mio, su caderas rozaron mi entrepierna y esta creció contra su bajo vientre.
-Mierda -pensé, una llovizna empezó a caer sobre nosotros, me bajé de encima suyo cayendo sobre la hierba mientras respiraba agitado buscando la calma para controlar la lluvia y que parara.
Podía oír los gritos de Niels y Ubbe gritando mi nombre para que lo controlara y no les jodiera el baño con las mujeres.
Hakon se descojonaba de esos dos pidiéndome chuscos de punta mientras Synnove le daba una palmada en el pecho, da igual lo que dijera el pobre desgraciado ,su sino era cobrar igualmente a manos de la vikinga.
-Ahora me dirás que prefieres un vikingo feo para que no te lo robe otra -dije descojonandome -aunque conociéndote elegirías un pez de colores -bromeé haciéndola rabiar.
-Todas intentan darles caza para que sean solo de ellas, vamos como tu con los peces, pero como te pasa a ti, a ellas también se les escurren de las manos -apunté guiñándole un ojo -los Cannif somos escurridizos.
Mientras me reía sus ágiles manos me robaron el libro que llevaba en mi mano, enarqué una ceja mirándola mientras extendía la mano para que me lo devolviera.
-vamos gatita pórtate bien y dámelo que llevo anotaciones importantes ahí dentro.
Ella negaba poniéndose en pie mientras yo lanzaba mi mano para arrebatárselo una y otra vez.
Era agil la gata, tenia que reconocerselo.
-Si, te he leído la mente pero solo he encontrado ratones en ella -bromeé bufando frente a ella para uqe me lo devolviera.
Cuanto yo mas me cabreaba ella mas se reía, entrabamos en un circulo vicioso en el que ella esquivaba y yo lanzaba mi mano hacia los papeles.
-En pez no, te convertiré en rata y te llevaré de excursión ante tus amigos los gatos del callejón que hay detrás de la taberna -dije con el ceño fruncido mientras maldecía a la gata.
Cansado de no cazarla con la destreza, se me ocurrió otra cosa, placarla, así que me lancé sobre su cuerpo haciendo esta vez caso omiso al libro y los dos caímos rodando sobre la mullida hierba por el pequeño desnivel que había de la zona donde estábamos, que era junto a la cascada entre las rocas al amplio valle floreado bañado por la orilla del lago.
Quedé sobre ella como si fuera su escudo, mi sonrisa triunfal se reflejó en sus ojos cuando con sencillez estiré la mano y conseguí mi tesoro.
Permanecimos inmóviles mientras ambos nos mirábamos fijamente, casi sin pestañear, su dorada cabellera se extendía sobre la hierba en forma de abanico, sus ojos miel me atravesaban y me pregunté que nueva travesura estaría pasandosele por la cabeza ahora a la gata.
Hubiera tratado de leer su mente, pero ese truco aun no lo tenia muy perfeccionado.
Nuestros pechos subían y bajaban por el juego que nos traíamos, solo que ahora no nos reíamos.
Su cuerpo se movió ligeramente bajo el mio, su caderas rozaron mi entrepierna y esta creció contra su bajo vientre.
-Mierda -pensé, una llovizna empezó a caer sobre nosotros, me bajé de encima suyo cayendo sobre la hierba mientras respiraba agitado buscando la calma para controlar la lluvia y que parara.
Podía oír los gritos de Niels y Ubbe gritando mi nombre para que lo controlara y no les jodiera el baño con las mujeres.
Hakon se descojonaba de esos dos pidiéndome chuscos de punta mientras Synnove le daba una palmada en el pecho, da igual lo que dijera el pobre desgraciado ,su sino era cobrar igualmente a manos de la vikinga.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Honestamente, estaba super bien haberle quitado su librito teniendo en cuenta que no dejaba de lanzarme sus bromas y seguir tomándome el pelo, como por ejemplo, sugiriendo que mi compañero perfecto sería un pez. -Pffff por más escurridizos que sean los se cazar perfectamente, a mi nada se me escapa, y NO, no voy a salir a cazar a quien me guste, que tampoco he dicho que me guste alguien.-
Continuaba esquivándolo mientras intentaba recuperar su preciada posesión, y había que admitir que resultaba fácil, teniendo en cuenta que él solo era un humano y los felinos les superábamos en destreza y agilidad, así que comencé a reírme al ver sus intentos fútiles. Rodé los ojos cuando dijo que me había leído la mente y solo encontró ratones. -No es cierto, ni siquiera lo has intentado.- Bufé, el brujo era un aguafiestas, bien pudo ofrecerme el contenido de la despensa de una semana a cambio de su librito o algo interesante, que se yo… encargarse de cepillar mi pelo felino o llevarme el desayuno a mi lecho de heno, pero ni siquiera lo intentaba.
-Vamos que estás muy fuera de forma, tienes que hacer más ejercicio, te veo las lonjas.- bromeé tocándole un costado antes de seguir corriendo sobre la hierba.
De repente hizo lo que solo un ratón traicionero haría, en lugar de jugar limpio se lanzó sobre mi, logrando tomarme por sorpresa y de paso hacernos rodar sobre el declive. -Au, ¡no juegas limpio! me quejé mientras caía intentando sujetarme de algo pero solo encontré un puñado de hojas que entre mis dedos de nada sirvieron para detener la caída.
¡Pum! Finalmente me detuve pero el mundo seguía dando vueltas alrededor mío, veía las nubes girar y girar mientras intentaba enfocar la mirada y comprender por qué sentía que mi pecho era aplastado y un peso se me clavaba en las costillas hasta que finalmente enfoqué la mirada y noté que era Sirius que con una sonrisa triunfante me arrebataba su librito. -Tramposo.-
Ahora me percataba de que el peso era él, mi cuerpo se tensó al concientizarse de ello y al enfocar mi mirada reparé en su rostro y en sus iris que se tornaron de un azul más claro bajo el efecto de la luz solar y que me observaron en silencio provocando un nudo en mi garganta que me dejó muda y atoró el aire en mi pecho. Podía sentir como su pecho subía y bajaba sobre el mio y no tenía ni la menor idea de que se le cruzaba por la mente, ni comprendía por qué mi cuerpo se tornaba de repente tibio y una oleada me producía un repentino estremecimiento.
Sentí sonrojarse mis mejillas y el calor asomarse a mis orejas, pero me sentí incapaz de dejar de mirarlo aunque no pude evitar moverme de forma tenue, cosa que provocó que sintiera un impacto en mi bajo vientre que me hizo abrir los ojos desmesuradamente por la sorpresa. Gotas comenzaron a caer sobre mi y él me liberó cayendo sobre la hierba. Me quedé como boba debajo de la ligera lluvia, respirando al fin pero presa de un temblor que me recorría por entero, no atinaba a comprender del todo que acababa de pasar.
A lo lejos Niels y Ubbe se quejaban y puede que Hakon algo dijera pero se me escapaba lo que decían. ¿Por qué estaba lloviendo?
Observé a Sirius de reojo, y retiré la mirada con rapidez para mirar el cielo, haciendo caso omiso del hecho de que me estaba mojando. -Tal vez si respiras profundo y cuentas con calma se pase.- dije, sentándome sobre la hierba. Dejé escapar el aire, no sé ni por qué aún sentía el sonrojo en mi rostro, seguro ya hasta habría teñido de rojo mi cabello. Esto seguramente había sido un accidente, sabía que él no podía estar cerca de las mujeres y bueno, había caído encima mio, seguro fue una reacción fortuita causada por esa abstinencia forzosa, qué sabía yo… pero... seguro era eso...
-¿Qué te parece si vamos a desayunar?- Me puse de pie y le tendí la mano, sabía lo molesto que debía ser que le sucediera algo así en frente de los demás, si lo distraía seguro la lluvia se detendría. -Si llegamos antes que el resto habrá más para nosotros.-
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Ladeé la sonrisa cuando me dijo que respirara y contara, que seguro así la lluvia cesaba. La verdad es que tampoco estaba diluviando, solo era una fina lluvia, así que no tenia mucha importancia, me había apeado de su cuerpo a tiempo antes de la tormenta.
Tomé la mano de la gata, como siempre pensando en comida ¿para que quería leerle la mente si de seguro estaría dispersa entre los alimentos de la despensa?
Caminamos juntos hacia la fortaleza, de seguro la mesa ya estaría puesta, tenia hambre, mis tripas rugían.
-Vas a sentarte a la mesa o te vas a saquear la cocina -pregunté guiñándole un ojo.
La lluvia había cesado, Torvi con su maliciosa sonrisa me daba vueltas preguntándome intrigada por lo que ponía en ese libro que le había arrebatado de las manos.
Yo me reía sin parar, esquivando la ágil mano de la muchacha que intentaba ir a la cara interna de mi chaleco.
Íbamos de camino hacia Akershus cuando uno de los soldados de mi padre se cruzó con nosotros, iba al galope, aunque su cuerpo apenas se sustentaba sobre el animal.
-Sooo, soooo -dije cuando el animal pasó por mi lado extendiendo los brazos para detenerlo.
Amarré las riendas, alzando la mirada hacia el hombre herido que iba encima y que calló casi sobre nosotros.
Lo ayudé a bajar, llevaba un par de flechas en su espalda, rompí la vara, no podía sacarlas o se desangraría en el acto.
Su respiración era muy pausada, se moría, pero el mensaje escapó errático de sus labios.
Era uno de los hombres que custodiaba una de las aldeas mas alejadas de nuestras tierras, pasadas las montañas, al parecer hacia apenas un mes habían secuestrado al hijo del herrero, esa historia la habíamos escuchado, aunque no entendíamos demasiado su interés en el joven.
Por eso padre mandó una pequeña avanzadilla para proteger a los aldeanos y evitar nuevos raptos, claro que lo que no esperábamos es que volviera el ejercito del rey y volcara sobre esas gentes todo su poder.
Algo se nos escapaba, si bien era cierto que este hombre era un hijo de puta, no era de los que daba puntada sin hilo.
-¿por que aniquilar toda una aldea?
Desenvainé la espada de mi espalda colocandola en su mano para que las puertas del Valhalla se abrieran para el. La muerte se lo llevó, de seguro esa noche cenaría donde lo hacen los valientes para siempre.
Subimos su cuerpo sobre la montura, esa noche le daríamos digna sepultura, ahora teníamos que avisar a padre de las nuevas que tria y descubrir que sucedía.
Tomé la mano de la gata, como siempre pensando en comida ¿para que quería leerle la mente si de seguro estaría dispersa entre los alimentos de la despensa?
Caminamos juntos hacia la fortaleza, de seguro la mesa ya estaría puesta, tenia hambre, mis tripas rugían.
-Vas a sentarte a la mesa o te vas a saquear la cocina -pregunté guiñándole un ojo.
La lluvia había cesado, Torvi con su maliciosa sonrisa me daba vueltas preguntándome intrigada por lo que ponía en ese libro que le había arrebatado de las manos.
Yo me reía sin parar, esquivando la ágil mano de la muchacha que intentaba ir a la cara interna de mi chaleco.
Íbamos de camino hacia Akershus cuando uno de los soldados de mi padre se cruzó con nosotros, iba al galope, aunque su cuerpo apenas se sustentaba sobre el animal.
-Sooo, soooo -dije cuando el animal pasó por mi lado extendiendo los brazos para detenerlo.
Amarré las riendas, alzando la mirada hacia el hombre herido que iba encima y que calló casi sobre nosotros.
Lo ayudé a bajar, llevaba un par de flechas en su espalda, rompí la vara, no podía sacarlas o se desangraría en el acto.
Su respiración era muy pausada, se moría, pero el mensaje escapó errático de sus labios.
Era uno de los hombres que custodiaba una de las aldeas mas alejadas de nuestras tierras, pasadas las montañas, al parecer hacia apenas un mes habían secuestrado al hijo del herrero, esa historia la habíamos escuchado, aunque no entendíamos demasiado su interés en el joven.
Por eso padre mandó una pequeña avanzadilla para proteger a los aldeanos y evitar nuevos raptos, claro que lo que no esperábamos es que volviera el ejercito del rey y volcara sobre esas gentes todo su poder.
Algo se nos escapaba, si bien era cierto que este hombre era un hijo de puta, no era de los que daba puntada sin hilo.
-¿por que aniquilar toda una aldea?
Desenvainé la espada de mi espalda colocandola en su mano para que las puertas del Valhalla se abrieran para el. La muerte se lo llevó, de seguro esa noche cenaría donde lo hacen los valientes para siempre.
Subimos su cuerpo sobre la montura, esa noche le daríamos digna sepultura, ahora teníamos que avisar a padre de las nuevas que tria y descubrir que sucedía.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Sirius aceptó mi mano y enseguida se puso de pie, lo miré en silencio y no dije nada, las gotas comenzaron a cesar reafirmando mi teoría de que realmente lo sucedido había sido más un accidente que otra cosa. Eso es lo que pensé que sucedió por su parte, pero ¿y yo? Un temblor tenue aún me recorría y los vellos de mis brazos continuaban completamente erizados, pero como él ya bromeaba de nuevo acerca de mis hábitos alimenticios lo miré con una muy delgada franja en la frente. -¿Quién dice que una opción excluye a la otra?-
Me abalancé hacia él intentando arrebatarle el preciado tesoro que ahora escondía en su chaleco. -¿Cuáles son los conjuros tan importantes que no puedes soltar ni por un segundo? Porque si es el de leer mentes estás muy verde.- Le saqué la lengua, por lo visto se creía que yo no era capaz de tener ningún pensamiento profundo lo cual hizo que frunciera el cejo y mirara hacia las nubes mientras caminábamos.
Mi mente volvía al lago y de vez en cuando le miraba de reojo, no sabía como hacer la pregunta lo cual hizo que me enfurruñara, de cuando acá me quedaba muda. -Sirius…- Me detuve en mi andar mirando fijamente sus ojos azules pero el sonido de unos cascos golpeó la tierra del sendero en el que caminábamos y ante nuestra vista se presentó un soldado a punto de caer de su caballo. El hechicero se apresuró a detener al equino y entre los dos bajamos al hombre sobre el suelo. Observé consternada las flechas que sobresalían de su espalda, mucho antes de inclinarme sobre él ya escuchaba su respiración dificultosa, no era buena señal.
Nos dio su mensaje, algo habló acerca de un ataque a una aldea adonde el conde les había enviado a proteger a los aldeanos. El mensaje salió errático de su garganta y le tomé de la mano. Hace unas semanas cuando los soldados estaban por salir de Akershus yo regresaba después de haberme ausentado unas semanas, estaba extenuada, con hambre y frío. El soldado me había visto en mi forma de gata y se había acercado a convidarme parte de su desayuno.
-¿Tienes familia?- Me incliné cerca su rostro para escuchar su débil respuesta y asentí al escucharlo. -Les diré que has ido directamente a Valhalla.- Sirius sostuvo la espada en su mano mientras él partía de este mundo.
Lo subimos a la montura y pasé mi mano por mis húmedos ojos. -Te veo en la mansión.- Tomé mi forma de gata para correr de regreso y no descansé hasta cruzar los muros. Puede que los vikingos estuvieran acostumbrados a la muerte pero yo nunca me acostumbraría, dejé escapar el aire de forma pesada y me dejé caer sobre las tejas a las que había trepado.
Cuando me hube serenado bajé y entré por una puerta lateral que me llevaba a atravesar la cocina hacia el gran salón. Allí se encontraba ya el hechicero dándole la noticia a su padre. Yo había retomado mi forma humana y me había vuelto a vestir así que me acerqué para tomar la palabra dirigiéndome al mayor de los Cannif.
-Si me lo permite quisiera solicitar dos cosas. Una, ir yo misma a darle la noticia a la familia del soldado, ha dejado una esposa y una hija atrás. La otra, quisiera ofrecerme para ir a la aldea y sus alrededores e informarme de lo que sucede en realidad.- Mis ojos se desviaron hacia Sirius que parecía a punto de rebatirme y las regrese hacia su padre. -Soy una gata, paso inadvertida y me entero con facilidad de cosas que otros no llegan a escuchar por lo que resulto una ventaja si voy a investigar, una que no obtendrá por parte de ninguno de sus hombres. Está de más decir que en todo esto tiene que haber mucho más de lo que se aprecia de buenas a primeras.-
Apreté los labios, habían arrasado con toda la aldea, no solo habían caído los soldados sino inocentes que no merecían morir. -Tomaré el desayuno y saldré de inmediato.- En realidad informarle mis intenciones era tan solo un protocolo, iba a ir de todas maneras, pero él era el señor del lugar y yo le respetaba y le apreciaba desde que me había permitido quedarme en la fortaleza años atrás.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
No me dio tiempo a detener a Torvi, echa gata se largó de allí a toda velocidad hacia palacio, así que con las riendas de la montura del soldado en mis manos hice lo propio camino a Akershus.
No entendía bien que ganaba Randulf destruyendo una aldea ¿cual seria la afrenta de esos pobres lugareños? No tenia sentido lógico destruir aquello que llena tus arcas, no al menos si no hay un motivo de peso, teníamos que descubrir ese motivo pues conociéndolo nada bueno nos deparaba.
Llegué al patio de armas una vez cruzado el portón y su gran rastrillo, dos soldados se hicieron cargo del cuerpo, lo limpiarían y prepararían para darle la sepultura merecida, aunque su alma ya estaría a estas alturas en el Valhalla.
Abrí la puerta del despacho de padre que parecía enfrascado como de costumbre en la mesa de su despacho con unos papeles y el gesto serio.
Al verme elevó sus pardos enarcando una ceja, supongo que no esperaba verme a estas horas por allí, habíamos acabado de entrenar y de normal nos divertíamos un rato en el lago hasta la hora de almorzar.
-Padre, Bjorn ha regresado de la aldea a la que fue enviado con una pequeña horda de guerreros, la muerte lo acompañaba en su largo viaje, mas fue capaz de darnos el mensaje, todo allí a sido arrasado...- iba a proseguir cuando Torvi entro en el despacho.
La miré fijamente, esa mujer no estaba familiarizada como nosotros con la muerte y era consciente de lo que suponía para ella vernos perecer.
Ella prosiguió mi discurso, es mas su alocada cabeza hueca se propuso para una misión para la que no estaba preparada.
-Padre, no es una guerrera, las montañas están lejos y han de ser cruzadas, hay peligros en ellas que Torvi no puede asumir sola.
Mi padre meditaba las palabras de ambos, casi podía saber lo que se le pasaba por la cabeza, de mandar una horda retrasaríamos el camino, si la idea era ir y descubrir lo que sucedía no se necesitaba tantos hombres, moverlos seria una locura tal y como estaban las cosas en Akershus.
-Permiteme ir con ella, pasaremos desapercibidos, solo somos dos, nadie reparará en nuestra presencia y viajaremos mas rápido.
Padre evaluó los pros y los contras, se que le costaba dejarme ir sin mas, pero como él decía no aprendería a manejar mi magia huyendo de ella, ni a enfrentar a los enemigos solo entrenando en el patio de armas.
Ademas como el resto de mis hermanos había entrado en guerra en mas ocasiones de las previstas y las cicatrices que surcaban mi cuerpo eran la muestra de la victoria obtenida, no era un niño, era un hombre y eso lo sabíamos ambos a estas alturas.
Asintió, me pidió que fuera a prepararlo todo para el viaje y así nuestro destino quedo sellado.
Salimos del despacho de padre, intercepté la mano de una Torvi afectada y de un tirón no la deje huir enfrentando así sus pardos.
-¿estas bien? -le pregunté sin dejar de mirarla -somos guerreros Torvi, sabemos el riesgo que corremos al empuñar una espada, ese hombre esta en el Valhalla con una valquiria tetona dándole la cena y bebiendo hidromiel, así que no te preocupes por su suerte y centrémonos en darle a los vivos la noticia.
No entendía bien que ganaba Randulf destruyendo una aldea ¿cual seria la afrenta de esos pobres lugareños? No tenia sentido lógico destruir aquello que llena tus arcas, no al menos si no hay un motivo de peso, teníamos que descubrir ese motivo pues conociéndolo nada bueno nos deparaba.
Llegué al patio de armas una vez cruzado el portón y su gran rastrillo, dos soldados se hicieron cargo del cuerpo, lo limpiarían y prepararían para darle la sepultura merecida, aunque su alma ya estaría a estas alturas en el Valhalla.
Abrí la puerta del despacho de padre que parecía enfrascado como de costumbre en la mesa de su despacho con unos papeles y el gesto serio.
Al verme elevó sus pardos enarcando una ceja, supongo que no esperaba verme a estas horas por allí, habíamos acabado de entrenar y de normal nos divertíamos un rato en el lago hasta la hora de almorzar.
-Padre, Bjorn ha regresado de la aldea a la que fue enviado con una pequeña horda de guerreros, la muerte lo acompañaba en su largo viaje, mas fue capaz de darnos el mensaje, todo allí a sido arrasado...- iba a proseguir cuando Torvi entro en el despacho.
La miré fijamente, esa mujer no estaba familiarizada como nosotros con la muerte y era consciente de lo que suponía para ella vernos perecer.
Ella prosiguió mi discurso, es mas su alocada cabeza hueca se propuso para una misión para la que no estaba preparada.
-Padre, no es una guerrera, las montañas están lejos y han de ser cruzadas, hay peligros en ellas que Torvi no puede asumir sola.
Mi padre meditaba las palabras de ambos, casi podía saber lo que se le pasaba por la cabeza, de mandar una horda retrasaríamos el camino, si la idea era ir y descubrir lo que sucedía no se necesitaba tantos hombres, moverlos seria una locura tal y como estaban las cosas en Akershus.
-Permiteme ir con ella, pasaremos desapercibidos, solo somos dos, nadie reparará en nuestra presencia y viajaremos mas rápido.
Padre evaluó los pros y los contras, se que le costaba dejarme ir sin mas, pero como él decía no aprendería a manejar mi magia huyendo de ella, ni a enfrentar a los enemigos solo entrenando en el patio de armas.
Ademas como el resto de mis hermanos había entrado en guerra en mas ocasiones de las previstas y las cicatrices que surcaban mi cuerpo eran la muestra de la victoria obtenida, no era un niño, era un hombre y eso lo sabíamos ambos a estas alturas.
Asintió, me pidió que fuera a prepararlo todo para el viaje y así nuestro destino quedo sellado.
Salimos del despacho de padre, intercepté la mano de una Torvi afectada y de un tirón no la deje huir enfrentando así sus pardos.
-¿estas bien? -le pregunté sin dejar de mirarla -somos guerreros Torvi, sabemos el riesgo que corremos al empuñar una espada, ese hombre esta en el Valhalla con una valquiria tetona dándole la cena y bebiendo hidromiel, así que no te preocupes por su suerte y centrémonos en darle a los vivos la noticia.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Según lo que veía en el rostro del conde, pensé que no tardaría en darme el visto bueno para el viaje que me ofrecía a emprender, además no dejaba yo de tener razón. ¿Quién más oportuno que una gata callejera para pasar inadvertida a lo largo del camino y con algo de suerte, también entre las tropas enemigas? Mientras más pudiera averiguar con respecto a lo sucedido y con respecto a cualquier posible plan que el ejército de Randulf se tuviera entre manos, mejor preparados estaríamos para cualquier imprevisto o ataque sorpresa.
Lo que realmente no esperaba fue escuchar las palabras que brotaron de la boca de Sirius. Escuché perpleja como ponía en duda frente a su padre mi capacidad de emprender la empresa por mi misma. -Padre, no es una guerrera…- Mi cejo se frunció. Era cierto que no lo era, era cierto que mis mayores habilidades consistían en trepar, escurrirme, esconderme, saquear a hurtadillas y ganarme los mimos cuando me restregaba cariñosamente contra un par de piernas, pero ¿no era precisamente eso lo que podría ayudarme a espiar y a conseguir información?
Miré al hechicero con el cejo fruncido y luego al conde cuya expresión ahora se tornaba pensativa. -Seré precavida por supuesto. ¿Quién va a asumir que soy alguien que proviene de la fortaleza? Si de tácticas hablamos la mia resulta demasiado conveniente en estas circunstancias.- Ahora Sirius se ofrecía a acompañarme y su padre lo meditaba, finalmente aceptó. -Gracias, ya verá que no se arrepentirá de enviarme.- Di la vuelta sobre mis talones y salí de la sala resuelta a poner los pies en polvorosa.
Una mano masculina me atajó en el pasillo y de un tirón me impidió la retirada. -¿Qué?- No sabía ni como se percataba de que aún temblaba por el fallecimiento de Bjorn, pero no solo temblaba por eso cuando mi mirada se coló en sus orbes azules. -No me importa si está en Valhalla con cien valquirias o si come un banquete digno de veinte inviernos, se ha marchado…-
-No me gusta que me subestimes en frente de tu padre.- Solté el aliento entre mis dientes, no sé por qué tenía ganas de pelear con él, ciertamente no era porque se hubiera ofrecido a acompañarme. No, era por otra cosa que aún me afectaba... Mi pecho subió y bajó mientras lo miraba y mis orbes chispearon. No me moví, solo lo miré en silencio. Tonto…
Sentí un temblor bajo mi piel mientras se me escapaban las palabras y observaba a ese mismo vikingo que conocí cuando era un niño y me echó a perder mi entrada en la cocina para pegarme un susto de muerte y encima tirar de mi cola a manera de presentación. Tragué fuerte, mi corazón, ese órgano que tan bien conocía ahora me sorprendía al latir de un modo intenso y distinto. -Suéltame Sirius…-
Mi muñeca se escabulló de su agarre. -Como dices, será mejor que vayamos con los vivos.- El soldado me había susurrado la localización de su esposa e hija y en la fortaleza era fácil dar con ellos. Al llegar frente a la modesta vivienda una mujer que se encontraba en la treintena acudió a abrir la puerta. Tenía la piel tostada por el sol y un rostro afable que ante mis ojos le hacía más atractiva que a otra que se hubiese vanagloriado de ser hermosa. La había visto alguna vez trabajando en los sembradíos, no sé ni como hice para que mi voz sonara serena cuando le di la noticia y cuando la abracé para consolarla al quebrarse frente a mi en sollozos.
Una pequeña de alrededor de cuatro años con rizos rubios acudió a la puerta adonde nos encontrábamos. La madre se secó las lágrimas y yo me incliné hacia la niña para tomarla de la mano y llevarla conmigo a jugar en el jardín mientras Sirius se encargaba de darle los pormenores a la madre de cómo había sucedido el fallecimiento.
Después de transcurrido un rato el hechicero fue a buscarme y ambos abandonamos la pequeña casa. -Voy a alistar algo de ropa y víveres para el viaje. Te veo en el patio de armas en una hora.- Otra vez sin esperar su respuesta invoqué mi forma de gata y corrí trepando por ramas y tejados.
Transcurrido el tiempo convenido me reencontré con él. De forma sigilosa y como solo un gato sabe hacerlo me acerqué por su espalda. -¿Estás listo?- pregunté en su oído notando como lo había pillado por sorpresa, nunca dejaba de ser entretenido verlo saltar.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Enarqué una ceja ante su frase, ni de lejos la había subestimado, pero no era una guerrera, ese era un hecho, mientras yo usaba el acero ella dormitaba sobre los arboles y si bien era cierto que podía pasar desapercibida, también que sola si algo salia mal no podría protegerse, Ragnul tenia muchas aberraciones, podían descubrir su condición de cambiante, incluso reconocerla.
-No me arrepiento de l oque he hecho, ni dicho, si preocuparme por ti es tu mayor acusación, soy culpable ?y? -dije sin apartar mis ojos de los suyos -juzgame, condéname, pero eso no cambiará que te acompañe en esta misión te guste o no.
“Sueltame” dijo antes de zafarse de mi agarre y dejarme con la palabra en la boca largándose para recoger lo necesario para el viaje.
Torvi podía ser muy dulce cuando quería, zalamera, graciosa..pero por Odin tenia un carácter endiablado cuando se le erizaba el lomo y el rabo.
Bufé, gruñí y caminé tras ella malhumorado, me importaba una mierda lo que esa terca pensara, me necesitaba y si creía que iba a consentir que se largara sola es porque no me conocía.
Llegamos ante la casa del fallecido, su mujer no necesitó mas que vernos para entender que su marido no volvería, se abrazó a Torvi como si fuera un salvavidas.
Aparté la mirada, esta era la peor parte y aunque nuestras mujeres sabían lo que eramos, a lo que nos arriesgábamos cada vez que empuñamos el acero no había para ellas consuelo.
-Hoy cenara con lso valientes en la gran mesa de Odin -dije con tono solemne mientras Torvi me miraba fijamente.
Una niña apareció, Torvi se entretuvo hablando con ella para que no escuchara los pormenores del asunto.
Ciertamente en le norte estábamos por desgracia muy acostumbrados a la muerte, pero Torvi no parecía entender que esta formaba parte de la vida.
Acabado el cometido nos fuimos a recoger las cosas que ya habíamos preparado y así emprendimos el viaje hacia las montañas, atravesaríamos varias aldeas antes de llegar a la base de la primera de ellas, después lo mas sensato era buscar el paso, en invierno era peligroso perderse en ellas pues ademas de que habían muchos depredadores hambrientos, también ciertas aberraciones y tribus salvajes, eso por no hablar de que no seria extraño encontrar al ejercito de Randulf buscando lo que quisieran haber perdido.
El transcurso del día resulto tranquilo, hicimos diversas paradas para comer y descansar un poco en varias de las tabernas que encontramos por el camino, atravesamos tres ciudades, todas ellas, parecían zonas de transito de todo tipo de viajeros, sus habitantes parecían mercaderes que vivían de los forasteros y gente humilde, trabajadores en definitiva, solo algunos guardias de padre perecían garantizar la seguridad de aquellas ciudades. Quizás la última de ellas era la más fortificada, y la guardia estaba mucho mas incrementada, por los comentarios que oímos en la posada cuando paramos a comer, al estar tan pegados a las montañas a veces tenían pequeñas incursiones de tribus y algunos seres salvajes que bajaban en busca de alimento, de ahí que necesitaran mucha más vigilancia.
Además al anochecer, había toque de queda, y todos los habitantes tenían que replegarse en su interior para estar protegidos por la muralla, por lo visto ya había desaparecido muchos de ellos antes de instaurar esa norma.
Nos aconsejaron que pasáramos allí la noche y pese a que perderíamos cerca de tres días a caballo que nos acercáramos al paso de Hulmon, que era un lugar mucho más seguro para atravesar las montañas.
-No me arrepiento de l oque he hecho, ni dicho, si preocuparme por ti es tu mayor acusación, soy culpable ?y? -dije sin apartar mis ojos de los suyos -juzgame, condéname, pero eso no cambiará que te acompañe en esta misión te guste o no.
“Sueltame” dijo antes de zafarse de mi agarre y dejarme con la palabra en la boca largándose para recoger lo necesario para el viaje.
Torvi podía ser muy dulce cuando quería, zalamera, graciosa..pero por Odin tenia un carácter endiablado cuando se le erizaba el lomo y el rabo.
Bufé, gruñí y caminé tras ella malhumorado, me importaba una mierda lo que esa terca pensara, me necesitaba y si creía que iba a consentir que se largara sola es porque no me conocía.
Llegamos ante la casa del fallecido, su mujer no necesitó mas que vernos para entender que su marido no volvería, se abrazó a Torvi como si fuera un salvavidas.
Aparté la mirada, esta era la peor parte y aunque nuestras mujeres sabían lo que eramos, a lo que nos arriesgábamos cada vez que empuñamos el acero no había para ellas consuelo.
-Hoy cenara con lso valientes en la gran mesa de Odin -dije con tono solemne mientras Torvi me miraba fijamente.
Una niña apareció, Torvi se entretuvo hablando con ella para que no escuchara los pormenores del asunto.
Ciertamente en le norte estábamos por desgracia muy acostumbrados a la muerte, pero Torvi no parecía entender que esta formaba parte de la vida.
Acabado el cometido nos fuimos a recoger las cosas que ya habíamos preparado y así emprendimos el viaje hacia las montañas, atravesaríamos varias aldeas antes de llegar a la base de la primera de ellas, después lo mas sensato era buscar el paso, en invierno era peligroso perderse en ellas pues ademas de que habían muchos depredadores hambrientos, también ciertas aberraciones y tribus salvajes, eso por no hablar de que no seria extraño encontrar al ejercito de Randulf buscando lo que quisieran haber perdido.
El transcurso del día resulto tranquilo, hicimos diversas paradas para comer y descansar un poco en varias de las tabernas que encontramos por el camino, atravesamos tres ciudades, todas ellas, parecían zonas de transito de todo tipo de viajeros, sus habitantes parecían mercaderes que vivían de los forasteros y gente humilde, trabajadores en definitiva, solo algunos guardias de padre perecían garantizar la seguridad de aquellas ciudades. Quizás la última de ellas era la más fortificada, y la guardia estaba mucho mas incrementada, por los comentarios que oímos en la posada cuando paramos a comer, al estar tan pegados a las montañas a veces tenían pequeñas incursiones de tribus y algunos seres salvajes que bajaban en busca de alimento, de ahí que necesitaran mucha más vigilancia.
Además al anochecer, había toque de queda, y todos los habitantes tenían que replegarse en su interior para estar protegidos por la muralla, por lo visto ya había desaparecido muchos de ellos antes de instaurar esa norma.
Nos aconsejaron que pasáramos allí la noche y pese a que perderíamos cerca de tres días a caballo que nos acercáramos al paso de Hulmon, que era un lugar mucho más seguro para atravesar las montañas.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Emprendimos el viaje aprovechando que nos encontrábamos en las primeras horas de la mañana y así el día rindió lo suficiente para poder atravesar tres ciudades. Mantenía mis ojos muy abiertos, prestando atención a todo lo que mis sentidos de felina podían capturar, me tomaba en serio lo de realizar esta excursión con fines investigativos por lo que debía mantener mis sentidos fijos en cualquier detalle, por más insignificante, que pudiera alertarnos del paso de hombres de Randulf.
Aunque claro, nuestro objetivo se encontraba al atravesar las montañas, no había que descartar que sus soldados podrían perfectamente rondar por pueblos circundantes, buscando provisiones entre sus campos y sembradíos, ya que resultaban más fáciles de saquear que aquellos más fortificados, aunque también hubiese sido temerario por su parte, ya que los hombres del conde eran enviados a mantener la vigilancia en ellos y a mantener la protección de los habitantes, pero según lo visto, eso no podía asegurar que se les mantuviera a raya. Las tropas eran de cuidado y solo un tonto les subestimaría, tal y como de la peor forma había quedado atestiguado con Bjorn y sus hombres. Incluso en estos pequeños pueblos, más dedicados a la venta y el comercio con viajeros, se notaba que se mantenían ciertas precauciones, pero según me respondieron al preguntar, las ciudades por el momento se mantenían ajenas al avistamiento de soldados que no proviniesen de nuestra fortaleza.
Aunque claro, nuestro objetivo se encontraba al atravesar las montañas, no había que descartar que sus soldados podrían perfectamente rondar por pueblos circundantes, buscando provisiones entre sus campos y sembradíos, ya que resultaban más fáciles de saquear que aquellos más fortificados, aunque también hubiese sido temerario por su parte, ya que los hombres del conde eran enviados a mantener la vigilancia en ellos y a mantener la protección de los habitantes, pero según lo visto, eso no podía asegurar que se les mantuviera a raya. Las tropas eran de cuidado y solo un tonto les subestimaría, tal y como de la peor forma había quedado atestiguado con Bjorn y sus hombres. Incluso en estos pequeños pueblos, más dedicados a la venta y el comercio con viajeros, se notaba que se mantenían ciertas precauciones, pero según me respondieron al preguntar, las ciudades por el momento se mantenían ajenas al avistamiento de soldados que no proviniesen de nuestra fortaleza.
Me gustó atravesar las ciudades, no mentiré, y más aún cuando llegamos a aquella adonde haríamos un alto para pasar la noche. Me subyugó la hermosura del paisaje circundante, las altas montañas que se veían a lo lejos y adonde tendríamos que dirigirnos al día siguiente, proyectaban su sombra sobre el borde de la ciudad, tomando formas que cambiaban con la luz del sol que ahora se ponía. Había hondonadas descendientes, pequeños arroyos que serpenteaban entre sembradíos, y una naturaleza agreste, que al apoyar mis patas sobre el camino provocó que sonriera de medio lado y que acelerara el paso, distrayéndome al corretear y dar algún que otro salto y unas piruetas para ir detrás de un par de mariposas de vivos colores.
Llegamos a la posada adonde de inmediato invadió mis fosas nasales el olor a comida casera, el rocio nocturno me había mojado ligeramente el pelaje por lo que deseaba algo de descanso y el calor de una buena chimenea. Miré a Sirius con mis ojos grandes y mi pequeño rostro gatuno de lado. ¿Me metes debajo de tu abrigo? que quizás no quieran dejarme entrar y… si en la posada no permitían animales me sentía renuente a ir a buscar algún escondrijo para tomar forma humana, con la finalidad de vestirme y entrar en el lugar...
Anda… Mis ojos se volvieron más emotivos, por un momento pensé que se negaría al mirarme en silencio pero finalmente me tomó en sus brazos y me colocó debajo de su chaleco. Escondida debajo de su ropa escuchaba como pedía dos habitaciones, explicando que luego llegaría su acompañante. Luego sentí como echaba a andar por un pequeño vestíbulo, subía escalones y giraba en la esquina de un par de pasillos. En cuanto se detuvo y abrió su abrigo salté y caí con mis silenciosas patas sobre el suelo, aguardando a que el hechicero le quitara el cerrojo a ambas puertas y depositara mi mochila en el interior de la que sería mi habitación. Lo miré en silencio un momento antes de que se dirigiera a la suya y entré en la mía, aguardando a escuchar el sonido de la puerta contigua al cerrarse. Regresé a mi forma humana y con rapidez cerré la puerta, inspeccioné brevemente el espacio que veía antes de dejarme caer sobre la cama y soltar el aire de forma pesada entre mis labios. Quizás no debería haberle dicho a los Cannif de mi plan de venir... aparte Sirius y yo realmente no habíamos vuelto a hablar desde esta mañana.
Al rato abrí un par de puertas de madera que daban al balcón, mi mirada se desvió hacia el contiguo, adonde él seguramente descansaba, y luego regresó al frente para percibir un área verde algo extensa, con el pasto perfectamente cuidado y árboles que recibían las pequeñas gotas de rocío a ambos lados de un pequeño camino de piedras blancas. En cuanto lo vi bajé ágilmente apoyándome en algunas salientes de la pared y tras seguirlo un poco pude distinguir un estanque. No vi a nadie a mi alrededor por lo que tomé forma humana y me acerqué a el, tocando el agua con uno de los dedos de mis pies de forma tentativa. Sonreí y entré en las aguas cristalinas, adonde me dispuse a nadar. Me gustaba hacerlo de noche, a menudo en la fortaleza me escabullía a estas horas nocturnas y me dirigía al lago, me refrescaba y me aclaraba las ideas. Eso nadie lo sabía por supuesto… no tenían por qué.
Pude atisbar unos cuantos peces lo cual me hizo resoplar. -A ver si os váis y dejáis de respaldar al hechicero en sus palabras.- Los espanté al recordar sus palabras cuando le dije que sus primos y hermano no eran mi tipo y él me hablo de que yo cazaba peces.
Nadé un rato, apreciando las estrellas sobre mi cabeza y luego me dirigí a la orilla para dejarme caer sobre el césped, doble mis piernas para abrazar mis rodillas mientras mi cabello rubio caía sobre mi espalda y apoyaba mi mejilla en mis rodillas. Al mirar hacia las montañas pensé en padre y en su relato sobre mi madre, en como ella se había presentado frente a él una noche nevada… la mujer más hermosa que mis ojos habían visto… así era como la describía …
Tomé unas cuantas piedrecillas que estaban al alcance de mi mano y las lancé al agua con fuerza mientras apretaba mis labios. Recordé a Bjorn muriendo en mis brazos y recordé a padre tras la avalancha… Al cuerno el Valhalla, al cuerno mi madre … y al cuerno preguntarme si me parecería en algo a ella cuando... no tenía la menor idea y nunca lo comprobaría.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
El olor a comida recién hecha de la posada hizo que mis tripas rugieran, llevábamos todo el día sin dirigirnos apenas la palabra, intuyo que ella molesta porque la había acompañado cuando su independiente carácter la empujaba a venir sola y por ende yo seguro de haber tomado la decisión correcta.
El duelo era titanico entre ambos, los dos teníamos un carácter nada desdeñable y cuando chocábamos las fraguas ardían con una fuerza in-imaginada.
Ella me pidió que la colara bajo mi abrigo para subir al piso de arriba, tampoco dudé en demasía, a fin de cuentas de ser una humana iría desnuda algo que sin duda llamaría la atención de todos los presentes.
Una vez arriba la deje bajar, seguíamos serios, mucho mas de lo normal.
-A veces tengo ganas de tirarte del rabo, eres insoportable – le dije con una sonrisa antes de abrirle la puerta para que se colara en su cuarto.
Lancé su mochila dentro y me largué a mi habitación, estaba claro que esa noche nada íbamos a sacar en claro ninguno de los dos.
Su enfado era infantil, absurdo, si creía que podía hacer lo que le viniera en gana se equivocaba. Vivia en Akershus y como todos estaba a las ordenes de mi padre, que este entendiera su carácter aveces huraño, otros zalamero y otros...no sabia ya ni como otros.
Gruñí y bufé dejándome caer sobre el lecho con el ceño fruncido.
Mis tripas rugían, así que viendo que la dama no me llamaba para cenar me baje a la posada donde servían las comidas.
Una jarra de hidromiel, pan y un guiso de carne era el meno de la casa, así que no dude en pedir eso.
Una doncella de larga melena roja fuego me lo trajo, muy amable se quedó un rato conversando conmigo, me contaba no solo anécdotas de los forasteros que llegaban y de lo pesado que era aguantar a los borrachos, si no sobre incursiones de los soldados de Randulf, al parecer habían tenido últimamente mas de las que antiguamente ocurrían.
Era extraño que frecuentaran estas tierras tan alejadas.
Las montañas eran peligrosas y por allí aparte de gente humilde, comerciantes y asaltantes de caminos nada mas encontraríamos.
Siguió sirviendo el resto de las mesas sin dejar de prestar atención a la mía su sonrisa se ensanchaba cada vez que yo alzaba la mirada, no era un necio, era consciente de que de querer algo con ella al final de su turno la tendría abierta de piernas, peor por desgracia no se me daba muy bien eso de relacionarme en distancias cortas con las féminas, así que acabado mi plato le aseguré que estaba cansado y me subí de nuevo a mi cuarto.
El duelo era titanico entre ambos, los dos teníamos un carácter nada desdeñable y cuando chocábamos las fraguas ardían con una fuerza in-imaginada.
Ella me pidió que la colara bajo mi abrigo para subir al piso de arriba, tampoco dudé en demasía, a fin de cuentas de ser una humana iría desnuda algo que sin duda llamaría la atención de todos los presentes.
Una vez arriba la deje bajar, seguíamos serios, mucho mas de lo normal.
-A veces tengo ganas de tirarte del rabo, eres insoportable – le dije con una sonrisa antes de abrirle la puerta para que se colara en su cuarto.
Lancé su mochila dentro y me largué a mi habitación, estaba claro que esa noche nada íbamos a sacar en claro ninguno de los dos.
Su enfado era infantil, absurdo, si creía que podía hacer lo que le viniera en gana se equivocaba. Vivia en Akershus y como todos estaba a las ordenes de mi padre, que este entendiera su carácter aveces huraño, otros zalamero y otros...no sabia ya ni como otros.
Gruñí y bufé dejándome caer sobre el lecho con el ceño fruncido.
Mis tripas rugían, así que viendo que la dama no me llamaba para cenar me baje a la posada donde servían las comidas.
Una jarra de hidromiel, pan y un guiso de carne era el meno de la casa, así que no dude en pedir eso.
Una doncella de larga melena roja fuego me lo trajo, muy amable se quedó un rato conversando conmigo, me contaba no solo anécdotas de los forasteros que llegaban y de lo pesado que era aguantar a los borrachos, si no sobre incursiones de los soldados de Randulf, al parecer habían tenido últimamente mas de las que antiguamente ocurrían.
Era extraño que frecuentaran estas tierras tan alejadas.
Las montañas eran peligrosas y por allí aparte de gente humilde, comerciantes y asaltantes de caminos nada mas encontraríamos.
Siguió sirviendo el resto de las mesas sin dejar de prestar atención a la mía su sonrisa se ensanchaba cada vez que yo alzaba la mirada, no era un necio, era consciente de que de querer algo con ella al final de su turno la tendría abierta de piernas, peor por desgracia no se me daba muy bien eso de relacionarme en distancias cortas con las féminas, así que acabado mi plato le aseguré que estaba cansado y me subí de nuevo a mi cuarto.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Continué tirando pequeñas piedras en dirección al agua, observándolas rebotar sobre la clara superficie antes de terminar hundiéndose. Mi mente se distraía volviendo a la montaña que me vio nacer, y recordando mis días en ella. Padre me había enseñado a vivir en ella, a cazar, a soportar los peores climas, y a valerme de todos los recursos que pudiera encontrar, se preocupó de enseñarme a sobrevivir. Siempre dijo que yo era fuerte y rápida para actuar y que por eso estaba seguro de que en las peores circunstancias sabría como apañármelas.
Mi mente regresó a Bjorn, verlo morir en mis brazos me trajo recuerdos y mi humor se ensombreció todo el día. Estaba molesta con padre, por haberme hecho creer toda mi vida que era indestructible y haberse marchado de un momento a otro.
Me puse de pie, echando un último vistazo a los picos de las montañas que se vislumbraban por arriba de los altos muros y volví a mi forma de gata para de esa manera regresar a la pared que me llevaría a mi habitación. Entré por la ventana retomando forma humana, con las gotas de agua que aún cubrían mi cuerpo y mi piel resbalando sobre el suelo de madera. Sacudí mi rubia melena y fui por una toalla para secarla, nadar me había aclarado las ideas. No fui abajo si no que pedí que me trajeran algo de comida al cuarto que aunque olía bastante bien apenas alcancé a probar. Jugaba con las verduras moviendo mi tenedor.
Me levanté para colocarme el camisón de dormir y comencé a cepillar mi pelo al sentarme frente a un pequeño tocador que se encontraba pegado a la pared. Mis dedos comenzaron a recogerlo en una trenza y mientras me ocupaba en ello de vez en cuando mis oídos felinos escuchaban algún que otro ruido ligero proveniente de la habitación contigua. Mi ceño se arqueó cuando pensé en Sirius, eres insoportable me había dicho. Resoplé. Mira que decirme eso… de todas las cosas que podía decirme… ¿Y él? Me hacía comentarios como echarme a los gatos del callejón, se burlaba de mis gustos, y no me tomaba en serio cuando me ofrecía a ayudarle a controlar sus conjuros.
Pero… también era divertido, tenía sentido del humor, y a veces me hacia mimos que me hacían ronronear… Además en algunas ocasiones en que me sentía más solitaria que de costumbre me colaba hacia su habitación en mi forma de gata y me hacia un ovillo recostando mi cabeza sobre su panza. Claro que procuraba escabullirme siempre a primera hora de la mañana, antes de que abriera los ojos pero si me había visto alguna vez no me había echado.
Me dejé caer sobre el colchón. Si cerraba los ojos mi mente volvía a esta mañana en el lago, y veía el rostro de Sirius encima del mio. Pfffff. Basta de eso, no tenía sentido recordarlo.
Di unas cuantas vueltas en la cama hasta que finalmente me cansé y me levanté. Comencé a andar de un extremo al otro, indecisa, hasta que mis pies se dirigieron a la puerta, salí y toqué la de él con mis nudillos. No tenía idea de si ya estaba dormido.
Aguardé preguntándome algo nerviosa si debía regresarme a mi habitación. Iba a tocar de nuevo cuando escuché sus pasos y se abrió la puerta. -Y si... si te parezco insoportable ¿por qué seguir acompañándome en el viaje?- Solté de un sopetón, no sé si se entendió con lo atropelladas que salieron mis palabras. Me quedé mirándolo en silencio mientras poco a poco sentía como el rubor coloreaba mis mejillas.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
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