AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La gata sobre el tejado (privado)
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La gata sobre el tejado (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
El patio de armas esa mañana donde aun no nos había encontrado el laba era un hervidero. El ruido de los aceros retumbaban con la intensidad del trueno de nuestro dios Thor y las chispas que se formaban con el roce de las hojas bien podría simula la antesala de relámpagos que surcan el oscuro cielo.
Ladeé la sonrisa sintiéndome en casa ante la tormenta mientras mi padre asestaba un golpe tras otro sobre mi persona.
Mi espada se interponía voraz, deteniendo cada una de sus embestidas mientras los gruñidos de uno y otro acompañaban el ensordecedor ruido del resto de los Cannif.
Fio luchaba tenaz contra Synnove, dos escuderas forjadas en las fraguas norteñas, letales, valientes y codiciadas por todos los hombres.
Ubbe, mi general y primo entrenaba con Niels, mi hermano. Tenían modos muy distintos de lucha, mientras uno con dos espadas se basaba en la rapidez y en el salvajismo mas absoluto, el otro era una bestia parda con su bastarda. Dos demonios difíciles de derrotar.
Hakon entrenaba con Erlend, era el hijo adoptivo de este último y mi primo, su inteligencia en combate no tenia parangón, tampoco su valor y menos aun su obsesión por la melliza de Ubbe, su hermana.
No entendía como todos estaban tan ciegos como para no ver lo que yo, pero desde luego que esa guerra no iba a librarla, les pertenecía a ellos dos.
Viré rodando por el suelo con la bastarda en mis manos apareciendo a la espalda de padre dispuesto a morder su carne, cuando esté alzó los brazos por encima de su cabeza colocando a la espalda el acero y deteniendo mi ataque lo que me hizo rugir de pura frustración.
La sonrisa de mi padre se ensancho cuando giró de golpe y de una patada en el pecho me derribo.
Bufé desde el suelo mirándolo con mis dos tormentas agraviadas, fruncí el ceño mientras mi pecho subía y bajaba rabioso y una fina lluvia empezaba a caer sobre el patio de armas.
Cerré los ojos intentando de respirar, sabia lo que venia ahora, no quería...no quería que volviera a pasar, descontrolarme.
Mi padre me alzó de la pechera pidiéndome que respirara mientras el cielo se llenaba de nueves y una tempestuosa tormenta empezaba a caer sobre los cuerpos de los Cannif sin tregua.
Me concentré en su voz, tratando de olvidar que de nuevo había sido derrotado por su acero mientras contaba hasta 100 y respiraba buscando la calma una y otra vez.
Tardé un rato en lograr que amainara, tiempo en que los ojos pardos de padre permanecieron fijos en mis azules.
Iba a envainar el arma, por hoy había tenido suficiente cuando la voz de padre retumbó en el patio de armas, no había terminado el entrenamiento y huir no me convertiría en un guerrero si no afrontar mis miedos, dominarlos y luchar contra ellos.
Admiraba a padre por como siempre estaba ahí para mi, aun cuando era peligroso, así que...el aceró volvió a ser desenvainado y pronto el choque de espadas volvió a marcar el ritmo del juego.
Acabado el entrenamiento todos los Cannif menos Erlend y Höor que se retiraron con los primeros rayos del alba a la mansión nos fuimos al lago a refrescarnos y como no a quitarnos los restos de tierra, sudor y algún que otro rasguñó.
Ladeé la sonrisa al ver a Torvi que miraba como entrenábamos tumbada sobre la rama de un árbol, me detuve frente a ella mientras esta bostezaba logrando hacerme reír por la indiferencia que siempre mostraba.
-Vamos al lago ¿vienes o demasiada agua para ti gatita?
El patio de armas esa mañana donde aun no nos había encontrado el laba era un hervidero. El ruido de los aceros retumbaban con la intensidad del trueno de nuestro dios Thor y las chispas que se formaban con el roce de las hojas bien podría simula la antesala de relámpagos que surcan el oscuro cielo.
Ladeé la sonrisa sintiéndome en casa ante la tormenta mientras mi padre asestaba un golpe tras otro sobre mi persona.
Mi espada se interponía voraz, deteniendo cada una de sus embestidas mientras los gruñidos de uno y otro acompañaban el ensordecedor ruido del resto de los Cannif.
Fio luchaba tenaz contra Synnove, dos escuderas forjadas en las fraguas norteñas, letales, valientes y codiciadas por todos los hombres.
Ubbe, mi general y primo entrenaba con Niels, mi hermano. Tenían modos muy distintos de lucha, mientras uno con dos espadas se basaba en la rapidez y en el salvajismo mas absoluto, el otro era una bestia parda con su bastarda. Dos demonios difíciles de derrotar.
Hakon entrenaba con Erlend, era el hijo adoptivo de este último y mi primo, su inteligencia en combate no tenia parangón, tampoco su valor y menos aun su obsesión por la melliza de Ubbe, su hermana.
No entendía como todos estaban tan ciegos como para no ver lo que yo, pero desde luego que esa guerra no iba a librarla, les pertenecía a ellos dos.
Viré rodando por el suelo con la bastarda en mis manos apareciendo a la espalda de padre dispuesto a morder su carne, cuando esté alzó los brazos por encima de su cabeza colocando a la espalda el acero y deteniendo mi ataque lo que me hizo rugir de pura frustración.
La sonrisa de mi padre se ensancho cuando giró de golpe y de una patada en el pecho me derribo.
Bufé desde el suelo mirándolo con mis dos tormentas agraviadas, fruncí el ceño mientras mi pecho subía y bajaba rabioso y una fina lluvia empezaba a caer sobre el patio de armas.
Cerré los ojos intentando de respirar, sabia lo que venia ahora, no quería...no quería que volviera a pasar, descontrolarme.
Mi padre me alzó de la pechera pidiéndome que respirara mientras el cielo se llenaba de nueves y una tempestuosa tormenta empezaba a caer sobre los cuerpos de los Cannif sin tregua.
Me concentré en su voz, tratando de olvidar que de nuevo había sido derrotado por su acero mientras contaba hasta 100 y respiraba buscando la calma una y otra vez.
Tardé un rato en lograr que amainara, tiempo en que los ojos pardos de padre permanecieron fijos en mis azules.
Iba a envainar el arma, por hoy había tenido suficiente cuando la voz de padre retumbó en el patio de armas, no había terminado el entrenamiento y huir no me convertiría en un guerrero si no afrontar mis miedos, dominarlos y luchar contra ellos.
Admiraba a padre por como siempre estaba ahí para mi, aun cuando era peligroso, así que...el aceró volvió a ser desenvainado y pronto el choque de espadas volvió a marcar el ritmo del juego.
Acabado el entrenamiento todos los Cannif menos Erlend y Höor que se retiraron con los primeros rayos del alba a la mansión nos fuimos al lago a refrescarnos y como no a quitarnos los restos de tierra, sudor y algún que otro rasguñó.
Ladeé la sonrisa al ver a Torvi que miraba como entrenábamos tumbada sobre la rama de un árbol, me detuve frente a ella mientras esta bostezaba logrando hacerme reír por la indiferencia que siempre mostraba.
-Vamos al lago ¿vienes o demasiada agua para ti gatita?
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Dormía en el lecho cundo escuché como unos nudillos golpeaban con insistencia la puerta.
Me costó un poco centrarme, Torvi y yo llevábamos todo el día cabalgado y estaba cansado, tanto que me había sumido en un profundo sueño.
Me levanté calzandome los pantalones y abrí la puerta encontrándome de frente con la gata que me miraba fijamente soltándome la pregunta mas absurda jamas escuchada.
Ladeé la sonrisa mirandola y me hice a un lado sujetando la puerta para que pasara.
-¿eso era lo único que se te ocurría para venir y colarte en mi cama? -pregunté divertido.
La gata en ocasiones dormía echa un ovillo a mis pies, supongo que era esas veces que no conciliaba el sueño por lo que fuera.
Claro que se largaba en cuanto los primeros rayos de luz entraban por los postigos de la habitación, posiblemente creía que no lo sabia, pero si.
-Estaba durmiendo ¿te hago un hueco? -pregunté mirando fijamente sus ojos color miel.
Enarqué una ceja ante la cara que ponía ¿realmente quería una respuesta a su pregunta?
-Eres insoportable cuando no aceptas mi ayuda, o la de cualquiera dispuesto a dártela. Llevas con mi familia desde que eramos niños, de echo si mal no lo recuerdo te atrape de la cola siendo una crio.
Deberías entender que todos nosotros te consideramos alguien importante y yo tiendo a proteger aquello que me importa, así que culpame, pero no me he prestado voluntario porque te considere débil si no porque quiero cuidar de ti y si eso es malo, pues bien. Y ahora..¿nos vamos a la cama? -pregunté ladeando la sonrisa.
Todos respetábamos las distancias que ella marcaba, entendíamos como era y que nunca nos hubiera contado su historia, su pasado, pero eso no implicaba que yo fuera a permitir que se fuera sola a buscar respuestas a través de las montañas.
-deberíamos descansar... a no ser que tengas alguna estúpida pregunta mas gatita.
Me eche a reír por las caras que ponía, fruncía el ceño mirándome fijamente como si de nuevo estuviera diciéndole que solo tenia peces en la cabeza.
Tiré de su mano llevándola conmigo al lecho, allí me dejé caer mirándola, bostecé tirando de su mano.
-¿A que tienes miedo? ¿a que te parta un rayo?
Me costó un poco centrarme, Torvi y yo llevábamos todo el día cabalgado y estaba cansado, tanto que me había sumido en un profundo sueño.
Me levanté calzandome los pantalones y abrí la puerta encontrándome de frente con la gata que me miraba fijamente soltándome la pregunta mas absurda jamas escuchada.
Ladeé la sonrisa mirandola y me hice a un lado sujetando la puerta para que pasara.
-¿eso era lo único que se te ocurría para venir y colarte en mi cama? -pregunté divertido.
La gata en ocasiones dormía echa un ovillo a mis pies, supongo que era esas veces que no conciliaba el sueño por lo que fuera.
Claro que se largaba en cuanto los primeros rayos de luz entraban por los postigos de la habitación, posiblemente creía que no lo sabia, pero si.
-Estaba durmiendo ¿te hago un hueco? -pregunté mirando fijamente sus ojos color miel.
Enarqué una ceja ante la cara que ponía ¿realmente quería una respuesta a su pregunta?
-Eres insoportable cuando no aceptas mi ayuda, o la de cualquiera dispuesto a dártela. Llevas con mi familia desde que eramos niños, de echo si mal no lo recuerdo te atrape de la cola siendo una crio.
Deberías entender que todos nosotros te consideramos alguien importante y yo tiendo a proteger aquello que me importa, así que culpame, pero no me he prestado voluntario porque te considere débil si no porque quiero cuidar de ti y si eso es malo, pues bien. Y ahora..¿nos vamos a la cama? -pregunté ladeando la sonrisa.
Todos respetábamos las distancias que ella marcaba, entendíamos como era y que nunca nos hubiera contado su historia, su pasado, pero eso no implicaba que yo fuera a permitir que se fuera sola a buscar respuestas a través de las montañas.
-deberíamos descansar... a no ser que tengas alguna estúpida pregunta mas gatita.
Me eche a reír por las caras que ponía, fruncía el ceño mirándome fijamente como si de nuevo estuviera diciéndole que solo tenia peces en la cabeza.
Tiré de su mano llevándola conmigo al lecho, allí me dejé caer mirándola, bostecé tirando de su mano.
-¿A que tienes miedo? ¿a que te parta un rayo?
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Si de personas incomprensibles hablábamos Sirius se llevaba el premio mayor. No me hacía las cosas nada fáciles, teniendo en cuenta que fui yo quien fue a buscarle para aclarar las cosas. Mi pregunta era sencilla, ¿le parecía insoportable? y si era así, ¿por qué continuar el viaje con alguien que te parece insoportable? Me crucé de brazos al escuchar su explicación, no es que no entendiera que algún sentido de protección suyo le había impulsado a hacerlo, eso no era lo que me había molestado en su momento.
-Le tengo respeto a tu padre, para mi es importante la opinión que tenga de mi.- quise explicar. El conde me permitió quedarme en Akershus cuando pudo haberme lanzado de vuelta a la intemperie, permitió que encontrara casa y protección cuando no estaba obligado a hacerlo, después de todo yo era una callejera que le había saqueado sus despensas. -Si de alguna manera he de poder serle útil, para mi es importante hacerlo, retribuir de algún modo que me permitiera quedar en el castillo. Cuando le dijiste que no sabría como desenvolverme sola le vi titubear ante mi ofrecimiento, se lo pensó antes de decir que si.-
No estaba segura de que comprendiera mis motivos pero la opinión que su padre tuviera de mi persona, era importante para mi. Ahora debía enfocarme en lo que pudiera averiguar acerca del pueblo arrasado y del hijo del herrero para no regresar con las manos vacías. Había que ejercer justicia, todas las personas inocentes del pueblo arrasado, no merecían morir.
Hinché mis mejillas cuando preguntó si tenía otra pregunta estúpida. -Ninguna, lamento perturbar tu sueño.- Ya había bostezado varias veces, se caía de sueño por lo que ni siquiera me oiría ahora que por primera vez podría haber hablado sobre mi pasado y explicado lo que la muerte de Bjorn había removido.
Me tomó de la mano y jaló de mi hacia la cama, mis mejillas enrojecieron otra vez cuando hizo la pregunta. -¿También desatas rayos cuando duermes?- le lancé, observando como se le cerraban los párpados. -Si así es como invitas a las mujeres a tu lecho, no me asombra que este permanezca vacío.- Ni hablar de preguntarle sobre esta mañana… se reiría en mi cara y me diría que era otra pregunta estúpida. Nada, que Sirius era un bobo. No le iba a preguntar sobre sus rayos, no haría preguntas.
-Le tengo respeto a tu padre, para mi es importante la opinión que tenga de mi.- quise explicar. El conde me permitió quedarme en Akershus cuando pudo haberme lanzado de vuelta a la intemperie, permitió que encontrara casa y protección cuando no estaba obligado a hacerlo, después de todo yo era una callejera que le había saqueado sus despensas. -Si de alguna manera he de poder serle útil, para mi es importante hacerlo, retribuir de algún modo que me permitiera quedar en el castillo. Cuando le dijiste que no sabría como desenvolverme sola le vi titubear ante mi ofrecimiento, se lo pensó antes de decir que si.-
No estaba segura de que comprendiera mis motivos pero la opinión que su padre tuviera de mi persona, era importante para mi. Ahora debía enfocarme en lo que pudiera averiguar acerca del pueblo arrasado y del hijo del herrero para no regresar con las manos vacías. Había que ejercer justicia, todas las personas inocentes del pueblo arrasado, no merecían morir.
Hinché mis mejillas cuando preguntó si tenía otra pregunta estúpida. -Ninguna, lamento perturbar tu sueño.- Ya había bostezado varias veces, se caía de sueño por lo que ni siquiera me oiría ahora que por primera vez podría haber hablado sobre mi pasado y explicado lo que la muerte de Bjorn había removido.
Me tomó de la mano y jaló de mi hacia la cama, mis mejillas enrojecieron otra vez cuando hizo la pregunta. -¿También desatas rayos cuando duermes?- le lancé, observando como se le cerraban los párpados. -Si así es como invitas a las mujeres a tu lecho, no me asombra que este permanezca vacío.- Ni hablar de preguntarle sobre esta mañana… se reiría en mi cara y me diría que era otra pregunta estúpida. Nada, que Sirius era un bobo. No le iba a preguntar sobre sus rayos, no haría preguntas.
Dejé escapar el aire, la realidad era que no quería estar sola esta noche, prefería estar con él, nos conocíamos desde críos después de todo. Me subí en la cama a un lado suyo propinándole un almohadazo en cuanto lo hice. -Deja de insinuar que solo pienso en peces.- Me acomodé en el colchón y mi mente voló de vuelta hacia la fortaleza. A estas horas ya habrían lanzado las flechas que quemarían el cuerpo de Bjorn… y su alma habría ascendido al Valhalla… El sentimiento de nostalgia me invadió mientras buscaba una almohada para abrazarla, no sabía si podría conciliar el sueño.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Me eche a reír cuando me preguntó si durmiendo también lanzaba rayos. Nos mirábamos de frente, en mi caso sonreía mientras ella como una niña hinchaba malhumorada los mofletes.
-Pues tu deberías saberlo, duermes mas en mi cama que en la despensa de la cocina bromeé rodeando su cintura con mi brazo mientras me acomodaba a su cuerpo.
De normal dormía con forma gatuna, ciertamente así era bastante mas agradable.
-No te prometo que con esta forma no acabe partiéndote un rayo
Me eche a reír por la cara que ponía mirándome, como si no acabara de encontrar la gracia en mis palabras.
Yo me tomaba con humor mi incapacidad de no poder satisfacer a una mujer sin poner su vida en peligro, si que supongo que la ironía era el modo que tenia de protegerme de admitir algo que realmente me jodía.
Sonreí de nuevo con los ojos cerrados cuando dijo que si así era como invitaba a las mujeres al lecho no le extrañaba que siempre estuviera vació.
-Es verdad, donde están mis modales -apunté con una picara sonrisa abriendo los ojos de nuevo para darle un azote en el trasero imitando los gestos de mis hermanos con las mujeres -vamos al lecho mujer -dije antes de estallar en carcajadas mientras esta me daba un manotazo en el pecho para que me callara y dejara de hacer el asno.
-¿que? A mis hermanos les funciona -bromeé muerto de la risa.
Volvimos a acomodarnos tras aquel instante de risas, unas que aligeraron la tensión que la gatita se traía cuando llegó a mi cuarto.
-Vale, ademas de en peces sueñas con mis besos -dije pegado los labios y mostrándoselos llevándome un nuevo manotazo.
-Ahora en serio, se que valoras la opinión de mi padre, este no te ha enviado conmigo porque crea que eres incapaz de protegerte, lo ha hecho porque ha comprendido que yo necesitaba hacer este viaje contigo ¿lo entiendes?
Tampoco le di muchas mas explicaciones, eramos amigos desde la infancia y no podía culparme si en mi afán de protegerla me había extralimitado, peor las montañas eran peligrosas y ella aun siendo una mujer aguerrida, no era una experta en el acero...Randulf tenia hechiceros, cambiantes, muchos que podían descubrir su identidad.
Cerré los ojos de nuevo, habíamos cabalgado sin pausa y el día siguiente seria duro pues atravesaríamos las montañas.
-Peces de colores, ummmm -bromeé sin abrir los ojos escuchándola resoplar.
-Pues tu deberías saberlo, duermes mas en mi cama que en la despensa de la cocina bromeé rodeando su cintura con mi brazo mientras me acomodaba a su cuerpo.
De normal dormía con forma gatuna, ciertamente así era bastante mas agradable.
-No te prometo que con esta forma no acabe partiéndote un rayo
Me eche a reír por la cara que ponía mirándome, como si no acabara de encontrar la gracia en mis palabras.
Yo me tomaba con humor mi incapacidad de no poder satisfacer a una mujer sin poner su vida en peligro, si que supongo que la ironía era el modo que tenia de protegerme de admitir algo que realmente me jodía.
Sonreí de nuevo con los ojos cerrados cuando dijo que si así era como invitaba a las mujeres al lecho no le extrañaba que siempre estuviera vació.
-Es verdad, donde están mis modales -apunté con una picara sonrisa abriendo los ojos de nuevo para darle un azote en el trasero imitando los gestos de mis hermanos con las mujeres -vamos al lecho mujer -dije antes de estallar en carcajadas mientras esta me daba un manotazo en el pecho para que me callara y dejara de hacer el asno.
-¿que? A mis hermanos les funciona -bromeé muerto de la risa.
Volvimos a acomodarnos tras aquel instante de risas, unas que aligeraron la tensión que la gatita se traía cuando llegó a mi cuarto.
-Vale, ademas de en peces sueñas con mis besos -dije pegado los labios y mostrándoselos llevándome un nuevo manotazo.
-Ahora en serio, se que valoras la opinión de mi padre, este no te ha enviado conmigo porque crea que eres incapaz de protegerte, lo ha hecho porque ha comprendido que yo necesitaba hacer este viaje contigo ¿lo entiendes?
Tampoco le di muchas mas explicaciones, eramos amigos desde la infancia y no podía culparme si en mi afán de protegerla me había extralimitado, peor las montañas eran peligrosas y ella aun siendo una mujer aguerrida, no era una experta en el acero...Randulf tenia hechiceros, cambiantes, muchos que podían descubrir su identidad.
Cerré los ojos de nuevo, habíamos cabalgado sin pausa y el día siguiente seria duro pues atravesaríamos las montañas.
-Peces de colores, ummmm -bromeé sin abrir los ojos escuchándola resoplar.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Abrí los ojos como platos cuando a él se le ocurrió rodear mi cintura con su brazo y acomodarse cerca. Tuve ganas de empujarlo, ya se burlaba mucho de mí como para encima confundirme con la almohada, pero en cuanto toqué sus hombros para hacerlo, sentí un toque eléctrico en mis yemas que… me provocó retirarlos con rapidez. Ah, por los dioses, pensé, mirando el cielo raso. Sus bromas al menos habían logrado despejarme un poco, prefería reírme con él de sus bobadas y olvidarme de mis sinsabores, o al menos relegarlos, porque en realidad allí estaban, pero… la risa, decían, es un buen remedio para muchos males y en ese momento ayudaba.
El hechicero se caía de sueño y cerraba los ojos, preso del cansancio. O eso me creía yo porque en una de esas me sorprendió dándome un azote en el trasero que hizo que mis mejillas se tornaran de color granate con la velocidad de una estampida. Le di otro almohadazo en respuesta. -¿A eso le llamas modales?- Me eché a reír, era normal que entre vikingos los modales volaran por la ventana, era algo que me gustaba, no había que ser sobrios en todo momento, y por cierto que yo distaba de serlo.
Volvió a cerrar los ojos y medité en sus palabras, al menos el conde no me consideraba débil, ese conocimiento me traía más tranquilidad y hacía que me olvidara de mis inquietudes al respecto.
-Sirius…- Ahora otra vez estaba consciente de lo cerca que estaba, había vuelto a acomodarse cerca y no sé ni de donde surgía que mi corazón comenzara a latir con fuerza. No era la primera vez que me colaba en su cama… pero nunca en forma humana… y ahora luchaba conmigo misma para tomármelo a la ligera y no mirarlo, pero era difícil. Además él estaba dormido así que deslizar mi mirada sobre él se me hacía sencillo, sobre todo porque estábamos completamente a oscuras y mi mirada felina ya se había acostumbrado a esa oscuridad.
Lo observé con curiosidad, tenía su pelo oscuro revuelto y su rostro lucía tan tranquilo que era difícil creerse que lanzaba rayos y que podía descontrolarse. ¿Por qué tenía que ser así?
Suspiré, mi cuerpo se estaba tensando en espacios de los que ni estaba consciente y me sentía presa de un temblor casi imperceptible. Cerré y abrí mis manos en dos puños tratando de relajarme de esa reacción absurda.... Di un pequeño respingo cuando noté que aún no dormía y algo masculló sobre peces de colores. Lo miré de reojo, francamente… nada lo perturbaba, estaba la mar de tranquilo y yo… yo era una gata pero también… era mujer y no estaba hecha de piedra…
Los minutos transcurrieron y para mi desgracia no era la curiosidad lo que me orillaba a mirarlo, aunque si quería saber algo, pero él bromeaba tan a menudo que me era imposible tomármelo en serio. Ahora sentía como si su brazo me oprimiera, me sofocara y el calor que me provocaba me hiciera entrar en pánico. Tuve que sentarme para quitarme ese brazo de alrededor de mi cintura o iba a empezar a hiperventilar. -Y si en lugar de soñar con besos me das uno…- Lo dije en voz baja, a la mejor ni me había oído, era imposible saber si ya dormía… por mi parte no iba a poder…
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Noté que se levantaba del lecho quedando sentada en el borde, abrí primero un ojo y luego el otro, parecía pensativa, supongo que aun dándole vueltas a lo de mi padre.
Fue entonces cuando me dijo que dejara de soñar con besos y que se lo diera.
Las vikingas siempre tan directas, algo que francamente me gustaba, solo que ella mejor que nadie conocía mis limites, unos que no tardarían en llegar de hacerlo.
Tiré de nuevo de su cintura tumbándola a mi lado, mis ojos repasaron su boca.
-¿crees que no me atraes? -pregunté acariciando mis labios contra los suyos – ¿que estoy ciego?
Negué con cierta diversión cuando de nuevo hinchó los mofletes -tienes peces en la cabeza si crees eso.
Nuestras respiraciones se fundían en una, ladeé la sonrisa antes de atajar la distancia y presionar su boca lentamente, entreabrió los labios y mi lengua se adentro en ellos húmeda, acariciando y buscando la ajena con premura, un beso que se fue intensificando mientras nuestros cuerpos se enredaban sobre el lecho.
Me alcé gateando sobre ella, mi cuerpo su escudo, mi hombría el martillo que presionaba su vientre y la tormenta el caos que repiqueteaba contra el cristal con tanta fuerza que por un instante pensé que los cristales estallarían.
Los truenos plagaron el cielo, relámpagos y una ventisca que abrió de golpe los postigos de la habitación emitiendo un gran estruendo
Me dejé caer a un lado del lecho con la respiración entrecortada tratando de calmarme, cerré los ojos conté hasta el infinito y así poco a poco la tormenta fue remitiendo hasta quedar en una sencilla llovizna que no podría partir en dos a nadie.
-Creo que tendré que buscarme un culo peludo que me ponga menos para poder saciarme -bromeé restando importancia al hecho de que no podía estar con nadie...una realidad que conocían todas y cada una de las vikingas de Akershus.
El resto de la noche pasó sin mas, caímos dormidos sobre el lecho, cansados del largo viaje que ese mismo día había acontecido.
A la mañana siguiente nos pusimos en pie, tomamos un copioso desayuno que caliento nuestros entumecidos huesos y ensillamos los caballos dispuesto a emprender camino por el paso.
Los peligros de las montañas no eran nada nuevo, gigantes de las colinas, trolls y tribus barbaras, pintaba como un interesante desafió ciertamente.
Espoleé el caballo poniéndonos pronto ambos al galope, la basé de la montaña era bastante transitable, peor pasadas un par de horas la llanura empezó a trasformarse en un terreno escarpado, el paso no era tan sencillo como parecía y mis ojos observaban los salientes de las rocas que habían sobre nuestras cabezas, no seria difícil para asaltantes de caminos preparar allí una emboscada para saquear de sus pertenencias a los viajeros.
-Estate atenta gatita, algo no me cuadra, no he oído ni el sonido de un pájaro, ni el vuelo de una rapaz, ni una rama quebrarse, el silencio nunca es un buen presagio.
Fue entonces cuando me dijo que dejara de soñar con besos y que se lo diera.
Las vikingas siempre tan directas, algo que francamente me gustaba, solo que ella mejor que nadie conocía mis limites, unos que no tardarían en llegar de hacerlo.
Tiré de nuevo de su cintura tumbándola a mi lado, mis ojos repasaron su boca.
-¿crees que no me atraes? -pregunté acariciando mis labios contra los suyos – ¿que estoy ciego?
Negué con cierta diversión cuando de nuevo hinchó los mofletes -tienes peces en la cabeza si crees eso.
Nuestras respiraciones se fundían en una, ladeé la sonrisa antes de atajar la distancia y presionar su boca lentamente, entreabrió los labios y mi lengua se adentro en ellos húmeda, acariciando y buscando la ajena con premura, un beso que se fue intensificando mientras nuestros cuerpos se enredaban sobre el lecho.
Me alcé gateando sobre ella, mi cuerpo su escudo, mi hombría el martillo que presionaba su vientre y la tormenta el caos que repiqueteaba contra el cristal con tanta fuerza que por un instante pensé que los cristales estallarían.
Los truenos plagaron el cielo, relámpagos y una ventisca que abrió de golpe los postigos de la habitación emitiendo un gran estruendo
Me dejé caer a un lado del lecho con la respiración entrecortada tratando de calmarme, cerré los ojos conté hasta el infinito y así poco a poco la tormenta fue remitiendo hasta quedar en una sencilla llovizna que no podría partir en dos a nadie.
-Creo que tendré que buscarme un culo peludo que me ponga menos para poder saciarme -bromeé restando importancia al hecho de que no podía estar con nadie...una realidad que conocían todas y cada una de las vikingas de Akershus.
El resto de la noche pasó sin mas, caímos dormidos sobre el lecho, cansados del largo viaje que ese mismo día había acontecido.
A la mañana siguiente nos pusimos en pie, tomamos un copioso desayuno que caliento nuestros entumecidos huesos y ensillamos los caballos dispuesto a emprender camino por el paso.
Los peligros de las montañas no eran nada nuevo, gigantes de las colinas, trolls y tribus barbaras, pintaba como un interesante desafió ciertamente.
Espoleé el caballo poniéndonos pronto ambos al galope, la basé de la montaña era bastante transitable, peor pasadas un par de horas la llanura empezó a trasformarse en un terreno escarpado, el paso no era tan sencillo como parecía y mis ojos observaban los salientes de las rocas que habían sobre nuestras cabezas, no seria difícil para asaltantes de caminos preparar allí una emboscada para saquear de sus pertenencias a los viajeros.
-Estate atenta gatita, algo no me cuadra, no he oído ni el sonido de un pájaro, ni el vuelo de una rapaz, ni una rama quebrarse, el silencio nunca es un buen presagio.
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Me escurrí de la habitación en la que descansaba Sirius antes de la llegada del alba, salí por la ventana nuevamente, esta vez rumbo al tejado, adonde en mi forma de gata me eché a descansar observando el espectáculo que a esas horas producían las luces del amanecer. La llegada de la aurora se llevaba consigo parte de la melancolía que había imperado en mi talante el día anterior.
Al cabo de un rato me estiraba sobre mis patas delanteras arqueando mi espalda y bostezando. Tenía hambre por lo que ágilmente descendí hacia la cocina, hacia adonde me fui colando sigilosamente y para el momento en el que Sirius bajaba, se topó conmigo ronroneando al frotarme contra las piernas del cocinero. Me había pegado un susto de muerte al percibir con el rabillo del ojo su sombra poderosamente omnisciente sobre mi pequeño cuerpo felino pero resultó ser un hombre extremadamente amigable. Me regaló un plato con comida e incluso tuvo la gentileza de llenarlo de leche una vez hube terminado.
Me relamí mis bigotes satisfecha al ver aparecer al hechicero, y pronto ya me estaba acicalando de nuevo, relamiéndome y lavándome minuciosamente el pelaje mientras él devoraba su desayuno.
Una hora después cabalgábamos a buen trote sobre el paso. La vista del escenario iba iluminando mi semblante, me gustaba muchísimo encontrarme al aire libre y acercarme a las montañas me traía recuerdos de aquella en la que pasé la primera etapa de mi vida. Me costaba creer que guardaran peligros pero aunque así fuera un gato podía salir de cualquier embrollo que se le presentase, por algo teníamos siete vidas. -La verdad no podrías tener mejor acompañante en este viaje.- dije antes de sacarle la lengua al vikingo.
Me incliné para acariciar la crin al caballo y susurrarle con una sonrisa, estableciendo un enlace mental con él. -Ni a él ni a mi nos gusta que yo ande sobre su lomo. Así que haremos un pequeño cambio.- Con un movimiento ágil descendí del caballo, ya era hora de estirar mis piernas y de darme un gusto. Abrí la alforja para sacar una jugosa naranja y comenzar a pelarla con mis dedos. -¿Crees que la historia del secuestro del hijo del herrero sea cierta? A mi me suena de lo más extraño, por otro lado, si hay algo de veracidad en ella y con las tormentas de nieve que suelen abundar en esta época es posible que el paso se haya visto cerrado para sus captores, deberíamos atravesar los pueblos circundantes primero ¿no crees?-
Saboreé un gajo antes de mirar a nuestro alrededor cuando él sacó a relucir el silencio que imperaba. Era cierto, no se percibía ni un alma alrededor. -Se han espantado.- murmuré.
Disminuimos nuestro avance, andando con cautela. Comencé a verles, eran tan veloces las sombras que apenas se percibían, se movían con agilidad movilizándose detrás de las rocas sobre nuestras cabezas. No estamos solos, le di a entender con indicación muy ligera que hice con mi cabeza en dirección a las rocas.
De repente las percibí escuchándolas silbar al caer sobre nosotros, incluso antes de verlas. -¡Sirius!- Adquirí mi forma de lince a la vez que saltaba para empujarlo con mis patas fuera de la trayectoria de la primera de ellas que justo amenazaba con lastimarlo. La flecha me rozó el costado de forma muy leve antes de que los tres cayésemos sobre el suelo incluida la montura que relinchó asustada mientras una segunda lluvia de flechas nos daba la bienvenida al paso.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Golpeé con los nudillos la puerta del despacho de Höor, su gesto de preocupación era tan obvio que a veces no entendía como era capaz de disimularlo ante todos nosotros y seguir en pie cunado todo el norte caía sobre sus hombros.
Padre y él eran grandes amigos, Ulf se había convertido en su mayor apoyo y mi madre casi en una madre para el resto de los Cannif, sobre todo para Sirius y Valeska que vi desde niños entrar y salir de mi casa como si fuera suya.
-¿Me has mandado llamar Höor? -Pregunté cuando este elevó la vista de unos papeles que tenia sobre la mesa.
Este asintió , la familiaridad entre nosotros era un echo pues del mismo modo me vio nacer, crecer y me sacó de mas de un lio dado a mi intrepidez.
-Alrek, necesito que alcances a la comitiva que partió ayer hacia las montañas. Torvi y Sirius han ido rumbo a la aldea que ha sido masacrada, se que ya os ha llegado a todos esa información, pues Bjorn, que de seguro estará en la gran cena, falleció hace dos días dándonos una clara información.
Mi hijo y Torvi atravesaran el paso de Hulmon, es lo mas seguro, así que si apremias el paso podrás allí alcanzarlos.
El motivo por el que te envió es porque hoy dos de mis oráculos han visto el rostro de un viajero que se acerca hacia Akershus, es idéntico a Niels -dije apretando los dientes -eso no es posible, como sabes su hermano falleció, yo mismo le di sepultura vikinga, asi que la atrocidad que viene hacia nuestras tierras es el enemigo, no se que trama Randulf y su mente maquiavelica, pero estoy seguro que pretende meter con ese muchacho el caballo de Troya en Akershus.
Las ordenes han cambiado, vuestra misión es atraparlo, traedlo ante mi encadenado, no consentiré que en el nombre de mi hijo fallecido Akershus caiga.
Asentí clavando mis aceros en los de mi rey.
-Los encontraré -aseguré trasformarme ante los ojos de Höor en un lobo rojo de gran envergadura.
Sin descansó daría con ellos en el paso de Hulmond, así que no dudé en salir de Akershus a toda velocidad.
…........................................................................................................................................
Agotado, dejándome guiar por mis sentidos, los atajos que conocía y mi rapidez mucho mayor que la de los humanos, capté el olor de Sirius y el de la gata, mas no fue el único, al parecer unos asaltantes de caminos resguardados en la falda de la montaña y bien cubiertos por los salientes, la vegetación, esperaban armados con los arcos el paso de esos dos.
La primera saeta voló en dirección al mago, fue Torvi, mas ágil la que logró hacer al hechicero del camino del arma arrojadiza y este elevando la mano creó un escudo de viento que desvió el resto de armas arrojadizas de los allí presentes.
-Joder -los ojos de Sirius centellearon, un color casi blanco azulado dejaba claro que había entrado en trancé con ese elemento.
El viento empezó a convertirse en un huracán, uno dirigido de forma directa hacia esos hombres que se ganaban la vida saqueando en las montañas a los incautos viajeros.
Olía el miedo de estos, no esperaban encontrar lo que según ellos gritaban ser un dios.
Me abalancé contra Torví tumbándola sobre la tierra, la cubrí con mi pelaje, apretando los dientes al sentir las rafas voraces de viento que Sirius emitía.
Los humanos volaban por lso aires, incapaces de defenderse se daban golpes con las rocas de la montaña desnucándose muchos de ellos, sangre por doquier, Sirius era muy peligroso y eso todos lo sabiamos bien.
-Hay que pararlo -le aseguré a Torví hablándole mentalmente pues al ser cambiantes ambos, ese vinculo lo compartíamos -escóndete y agárrate fuerte -gruñí abandonando el candor de su cuerpo mientras avanzaba dificultosamente hacia Sirius para ver si reaccionaba, salia de ese trancé.
Padre y él eran grandes amigos, Ulf se había convertido en su mayor apoyo y mi madre casi en una madre para el resto de los Cannif, sobre todo para Sirius y Valeska que vi desde niños entrar y salir de mi casa como si fuera suya.
-¿Me has mandado llamar Höor? -Pregunté cuando este elevó la vista de unos papeles que tenia sobre la mesa.
Este asintió , la familiaridad entre nosotros era un echo pues del mismo modo me vio nacer, crecer y me sacó de mas de un lio dado a mi intrepidez.
-Alrek, necesito que alcances a la comitiva que partió ayer hacia las montañas. Torvi y Sirius han ido rumbo a la aldea que ha sido masacrada, se que ya os ha llegado a todos esa información, pues Bjorn, que de seguro estará en la gran cena, falleció hace dos días dándonos una clara información.
Mi hijo y Torvi atravesaran el paso de Hulmon, es lo mas seguro, así que si apremias el paso podrás allí alcanzarlos.
El motivo por el que te envió es porque hoy dos de mis oráculos han visto el rostro de un viajero que se acerca hacia Akershus, es idéntico a Niels -dije apretando los dientes -eso no es posible, como sabes su hermano falleció, yo mismo le di sepultura vikinga, asi que la atrocidad que viene hacia nuestras tierras es el enemigo, no se que trama Randulf y su mente maquiavelica, pero estoy seguro que pretende meter con ese muchacho el caballo de Troya en Akershus.
Las ordenes han cambiado, vuestra misión es atraparlo, traedlo ante mi encadenado, no consentiré que en el nombre de mi hijo fallecido Akershus caiga.
Asentí clavando mis aceros en los de mi rey.
-Los encontraré -aseguré trasformarme ante los ojos de Höor en un lobo rojo de gran envergadura.
Sin descansó daría con ellos en el paso de Hulmond, así que no dudé en salir de Akershus a toda velocidad.
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Agotado, dejándome guiar por mis sentidos, los atajos que conocía y mi rapidez mucho mayor que la de los humanos, capté el olor de Sirius y el de la gata, mas no fue el único, al parecer unos asaltantes de caminos resguardados en la falda de la montaña y bien cubiertos por los salientes, la vegetación, esperaban armados con los arcos el paso de esos dos.
La primera saeta voló en dirección al mago, fue Torvi, mas ágil la que logró hacer al hechicero del camino del arma arrojadiza y este elevando la mano creó un escudo de viento que desvió el resto de armas arrojadizas de los allí presentes.
-Joder -los ojos de Sirius centellearon, un color casi blanco azulado dejaba claro que había entrado en trancé con ese elemento.
El viento empezó a convertirse en un huracán, uno dirigido de forma directa hacia esos hombres que se ganaban la vida saqueando en las montañas a los incautos viajeros.
Olía el miedo de estos, no esperaban encontrar lo que según ellos gritaban ser un dios.
Me abalancé contra Torví tumbándola sobre la tierra, la cubrí con mi pelaje, apretando los dientes al sentir las rafas voraces de viento que Sirius emitía.
Los humanos volaban por lso aires, incapaces de defenderse se daban golpes con las rocas de la montaña desnucándose muchos de ellos, sangre por doquier, Sirius era muy peligroso y eso todos lo sabiamos bien.
-Hay que pararlo -le aseguré a Torví hablándole mentalmente pues al ser cambiantes ambos, ese vinculo lo compartíamos -escóndete y agárrate fuerte -gruñí abandonando el candor de su cuerpo mientras avanzaba dificultosamente hacia Sirius para ver si reaccionaba, salia de ese trancé.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
¡Siriuuuus! El grito salió de mi mente, por supuesto él no podía escucharlo, había reaccionado rápido al ataque y para defendernos había alzado la fuerza del viento en contra de los atacantes.
El problema era que el asunto no paraba allí, el viento se estaba transformando en un huracán y pronto me encontraba rasguñando con fuerza la tierra debajo de mis patas en un esfuerzo por mantenerme anclada a ella. El azote era tan intenso que mis garras pronto dejaron marcas sobre la tierra mientras volvía a gritar.
Repentinamente alguien acudió en mi ayuda, anclándome al suelo al abalanzarse sobre mi mientras más saetas silbaban al pasar a un lado nuestro. Reconocí a uno de los hijos del general Tollak, el joven lobo me cubrió justo cuando el huracán ya se había llevado a un sin número de hombres para golpearlos con furia contra rocas y árboles.
-¡No puedo solo esconderme! ¡Necesitas ayuda para controlar a Sirius!- grité luego de que se alejara para intentar llegar a él. Desesperada comencé a avanzar agarrándome a cuanta roca encontraba a mi paso. Me aferré a un árbol justo cuando mis patas traseras se elevaban por los aires. La nieve se desprendía del suelo, arremolinándose y creando su propia tormenta por lo que apenas podía ver al lobo o al hechicero.
Apreté los dientes agarrándome fuerte del tronco y corrí hacia el hechicero. ¡Sirius! ¡Tienes que detenerte ahora mismo! Todo esfuerzo era inútil, estaba completamente ido, unido al elemento que ahora amenazaba con acabar con nuestras propias vidas.
Me aferré de una de sus piernas y terminé desprendiéndome contra mi voluntad para dar tumbos sobre el suelo. Otra vez me aferraba, esta vez a una roca, no había lugar alguno adonde esconderse. La mayoría de los atacantes estaban muertos, otros gritaban clamando piedad al dios que descargaba su furia sin piedad contra ellos, castigándoles por su afrenta.
Ahora la nieve se aglomeraba comenzando a unirse en un solo punto, creando una masa que poco a poco fue creciendo con rapidez. Ante mis ojos atónitos, comenzó a adquirir forma, primero un par de piernas, un tronco, un par de brazos e incluso un rostro que se alzó como un gigante de nieve terrorífico abarcando una gran parte del estrecho paso. Solo una magia descomunal podría haber sido capaz de crearlo.
Ni siquiera me detuve a analizar que había impulsado su repentina presencia. -¡Alreeeek!- El joven lobo estaba a punto de ser pisado por el gigante. Solté la roca para saltar en esa dirección y empujarlo, cosa que logré antes de salir rodando. Solo veía nieve a mi alrededor y escuchaba los rugidos inhumanos del coloso que agarraba a un hombre con sus manos y tirando de sus extremidades en direcciones opuestas lo separaba en dos partes como si se tratara de un simple muñeco.
El problema era que el asunto no paraba allí, el viento se estaba transformando en un huracán y pronto me encontraba rasguñando con fuerza la tierra debajo de mis patas en un esfuerzo por mantenerme anclada a ella. El azote era tan intenso que mis garras pronto dejaron marcas sobre la tierra mientras volvía a gritar.
Repentinamente alguien acudió en mi ayuda, anclándome al suelo al abalanzarse sobre mi mientras más saetas silbaban al pasar a un lado nuestro. Reconocí a uno de los hijos del general Tollak, el joven lobo me cubrió justo cuando el huracán ya se había llevado a un sin número de hombres para golpearlos con furia contra rocas y árboles.
-¡No puedo solo esconderme! ¡Necesitas ayuda para controlar a Sirius!- grité luego de que se alejara para intentar llegar a él. Desesperada comencé a avanzar agarrándome a cuanta roca encontraba a mi paso. Me aferré a un árbol justo cuando mis patas traseras se elevaban por los aires. La nieve se desprendía del suelo, arremolinándose y creando su propia tormenta por lo que apenas podía ver al lobo o al hechicero.
Apreté los dientes agarrándome fuerte del tronco y corrí hacia el hechicero. ¡Sirius! ¡Tienes que detenerte ahora mismo! Todo esfuerzo era inútil, estaba completamente ido, unido al elemento que ahora amenazaba con acabar con nuestras propias vidas.
Me aferré de una de sus piernas y terminé desprendiéndome contra mi voluntad para dar tumbos sobre el suelo. Otra vez me aferraba, esta vez a una roca, no había lugar alguno adonde esconderse. La mayoría de los atacantes estaban muertos, otros gritaban clamando piedad al dios que descargaba su furia sin piedad contra ellos, castigándoles por su afrenta.
Ahora la nieve se aglomeraba comenzando a unirse en un solo punto, creando una masa que poco a poco fue creciendo con rapidez. Ante mis ojos atónitos, comenzó a adquirir forma, primero un par de piernas, un tronco, un par de brazos e incluso un rostro que se alzó como un gigante de nieve terrorífico abarcando una gran parte del estrecho paso. Solo una magia descomunal podría haber sido capaz de crearlo.
Ni siquiera me detuve a analizar que había impulsado su repentina presencia. -¡Alreeeek!- El joven lobo estaba a punto de ser pisado por el gigante. Solté la roca para saltar en esa dirección y empujarlo, cosa que logré antes de salir rodando. Solo veía nieve a mi alrededor y escuchaba los rugidos inhumanos del coloso que agarraba a un hombre con sus manos y tirando de sus extremidades en direcciones opuestas lo separaba en dos partes como si se tratara de un simple muñeco.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Mis ambarinos ojos miraban atónito aquel colosal elemental de nieve que Sirius estaba creando, sus ojos centelleaban del color de la plata, nunca había visto un despliegue de poder así.
Siempre escuche como el hechicero caminaba entre esa peligrosa linea entre el bien y el mal, todos sabíamos lo sumamente peligrosos que era cuando se descontrolaba, pero a su vez era un ejemplo para todos nosotros pues no solo luchaba como le resto por derrotar a Randulf, luchaba en una batalla a muerte contra si mismo.
Había sucumbido, posiblemente porque no se esperó el ataque de esa flecha que pudo costarle la vida, no dándole tiempo a reaccionar, su instinto de supervivencia le había ganado la partida y estas eran las consecuencias.
La gata salia disparada por mas que intentaba aferrarse a las cosas, tenia que detener a Sirius o acabaría matándonos sin ser consciente de ello.
Apreté los dientes dispuesto a correr hacia él cuando mi nombre retumbó en mi cabeza, Torvi me avisaba del peligro que a mis espaldas convertido en una mole nevada pretendía pisarme y acabar así con mi vida animal.
De una zancada esquivé el golpe, la gata calló a mi lado, dispuesta a defenderse, lanzándose contra aquello que no podía ser dañado.
-¡Torvi! -grité al verla zambullirse en aquel vendaval.
Con todas mis fuerzas corrí hacia Sirius, acercarse a él era casi un imposible, pero mi cuerpo musculado y preparado para la batalla no se rindió hasta que logré de un saltó caer sobre su pecho tumbándolo en el suelo.
Sus ojos plata centellearon, un golpe en mi pecho me hizo salir volando hasta que mi espalda golpeó contra un árbol, la escuche crujir, aullé frutó del dolor.
La sangre resbalaba por mi frente cuando impacté contra el pedregoso suelo rudamente.
Alcé la cabeza buscando la mirada de mi amigo, nos habíamos criado como hermanos, mi padre y el suyo eran inseparables.
-Sirius -le grité -cuenta conmigo 1, 2 ,3 ,4 -así era el modo que Höor lo calmaba en el patio de armas, le pedía que respirara y contara.
Hice ademan de ponerme en pie, pero no podía, mi espalda me dolía por el golpe, sabia que curaría por mi condición de cambiante, aun así, la sentía quebrada, el dolor era insoportable.
Torví salio de la nada colocándose a mi lado, sus ojos centelleaban mirando al colosal que se me acercaba mientras esta le mostraba los dientes.
-¡No puedo moverme! -le asegure -intentando reptar por el suelo mientras ella hacia lo imposible por distraer al elemental de viento.
No se bien como, pero escuché a Sirius contando, 1, 2, 3 ,4, alcé la mirada hacia el hechicero que poco a poco parecía ir calmándose, ganando la batalla a sus propios demonios que aullaban por poseerle.
Torví me empujaba con su cuerpo ligeramente, fundiendo así su pelaje negro con el mio rojo.
-Tranquila a pasado -susurré agotado esperando que en cualquier momento se desvaneciera aquello ante nuestros ojos.
Conocía a Sirius, ganaría esta batalla contra si mismo.
Siempre escuche como el hechicero caminaba entre esa peligrosa linea entre el bien y el mal, todos sabíamos lo sumamente peligrosos que era cuando se descontrolaba, pero a su vez era un ejemplo para todos nosotros pues no solo luchaba como le resto por derrotar a Randulf, luchaba en una batalla a muerte contra si mismo.
Había sucumbido, posiblemente porque no se esperó el ataque de esa flecha que pudo costarle la vida, no dándole tiempo a reaccionar, su instinto de supervivencia le había ganado la partida y estas eran las consecuencias.
La gata salia disparada por mas que intentaba aferrarse a las cosas, tenia que detener a Sirius o acabaría matándonos sin ser consciente de ello.
Apreté los dientes dispuesto a correr hacia él cuando mi nombre retumbó en mi cabeza, Torvi me avisaba del peligro que a mis espaldas convertido en una mole nevada pretendía pisarme y acabar así con mi vida animal.
De una zancada esquivé el golpe, la gata calló a mi lado, dispuesta a defenderse, lanzándose contra aquello que no podía ser dañado.
-¡Torvi! -grité al verla zambullirse en aquel vendaval.
Con todas mis fuerzas corrí hacia Sirius, acercarse a él era casi un imposible, pero mi cuerpo musculado y preparado para la batalla no se rindió hasta que logré de un saltó caer sobre su pecho tumbándolo en el suelo.
Sus ojos plata centellearon, un golpe en mi pecho me hizo salir volando hasta que mi espalda golpeó contra un árbol, la escuche crujir, aullé frutó del dolor.
La sangre resbalaba por mi frente cuando impacté contra el pedregoso suelo rudamente.
Alcé la cabeza buscando la mirada de mi amigo, nos habíamos criado como hermanos, mi padre y el suyo eran inseparables.
-Sirius -le grité -cuenta conmigo 1, 2 ,3 ,4 -así era el modo que Höor lo calmaba en el patio de armas, le pedía que respirara y contara.
Hice ademan de ponerme en pie, pero no podía, mi espalda me dolía por el golpe, sabia que curaría por mi condición de cambiante, aun así, la sentía quebrada, el dolor era insoportable.
Torví salio de la nada colocándose a mi lado, sus ojos centelleaban mirando al colosal que se me acercaba mientras esta le mostraba los dientes.
-¡No puedo moverme! -le asegure -intentando reptar por el suelo mientras ella hacia lo imposible por distraer al elemental de viento.
No se bien como, pero escuché a Sirius contando, 1, 2, 3 ,4, alcé la mirada hacia el hechicero que poco a poco parecía ir calmándose, ganando la batalla a sus propios demonios que aullaban por poseerle.
Torví me empujaba con su cuerpo ligeramente, fundiendo así su pelaje negro con el mio rojo.
-Tranquila a pasado -susurré agotado esperando que en cualquier momento se desvaneciera aquello ante nuestros ojos.
Conocía a Sirius, ganaría esta batalla contra si mismo.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Pelear contra el gigante de nieve resultaba un imposible, un suicidio más bien. Pero después de empujar al hijo del general Tollak no me quedó de otra. Salté hacia el vendaval, apenas logrando ver lo que tenía enfrente, con algo de suerte él lograría llegar al consciente de Sirius y sacarlo de ese trance, eran amigos de toda la vida. Mientras tanto debía ganar tiempo creando una distracción y que mejor señuelo que un lince que corre frente a un coloso que ruge procurando acabar con cuanto ser viviente se le cruce por delante.
No partió solo uno, ni dos, ni tres hombres, si no docenas. Avanzaba desatado, comprendí entonces que se trataba del poder de Sirius, era increíble que pudiera liberar una furia de esa magnitud pero la veía materializarse frente a mis ojos. Afortunadamente era ágil y podía eludir las pisadas del gigante moviéndome con rapidez, aunque apenas me salvaba por un pelo. Con el rabillo del ojo vi como comenzaba a centrar su atención en el lobo así que corrí hacia esa dirección saltando sobre diversas rocas.
La dirección del viento había cambiado cuando aterricé sobre el camino, lo cual me permitió mantenerme en pie a su lado. Mis ojos centelleaban, si iba a morir ahora al menos lo haría enfrentándome a un digno adversario. Me ericé por completo, dispuesta a no retroceder ni siquiera en el último momento a pesar de la fuerza con la que bombeaba mi corazón al pensar que estos podrían ser mis últimos instantes.
La dirección del viento había cambiado cuando aterricé sobre el camino, lo cual me permitió mantenerme en pie a su lado. Mis ojos centelleaban, si iba a morir ahora al menos lo haría enfrentándome a un digno adversario. Me ericé por completo, dispuesta a no retroceder ni siquiera en el último momento a pesar de la fuerza con la que bombeaba mi corazón al pensar que estos podrían ser mis últimos instantes.
El gigante daba zancadas descomunales a punto de alcanzarnos, pero me coloqué frente al lobo, me había percatado de que estaba herido y que le resultaba imposible moverse. Apreté los dientes sintiendo la tormenta de nieve tornarse más violenta, más densa y repentinamente, cuando estaba a punto de alcanzarnos el gigante se detuvo. Aproveché para empujar con el hocico el cuerpo del joven lobo, orillándolo detrás de un tronco para resguardarlo. -No intentes moverte. ¡Vuelvo en seguida!-
Corrí hacia Sirius y tomando forma de gata me lancé a sus brazos. Comencé a ronronear mientras él contaba, frotando mis mejillas contra sus brazos, esperando terminara de tranquilizarse. El viento fue amainando y pude ver como el coloso comenzaba a deshacerse, desintegrando su forma. Di un salto de alegría rodeando el cuello de ese bobo con mis pequeñas patas. ¡Lo has logrado! Sus ojos ahora volvían a adquirir su tonalidad normal, le di un par de palmaditas con mi pequeña pata en la mejilla mostrándole lo contenta que estaba tanto por la desaparición de la amenaza, como por el triunfo sobre nuestros enemigos y ante todo porque él se encontraba bien. Lo miré con los ojos grandes y vibrantes, y la emoción a flor de piel, antes de lanzarme rápidamente de sus brazos para regresar junto al lobo herido.
Detrás del tronco retomé forma humana y me vestí con rapidez de forma discreta antes de apresurarme a arrodillarme a su lado para inspeccionar sus heridas. Pasé mis manos por su pelaje, tocándolo apenas para no lastimarlo. -Será mejor que no te muevas, deja que me ocupe.- Dicho eso lo alce en mis brazos, era un lobo grande pero yo era fuerte y además, se había arriesgado para ayudarnos, debía devolverle el gesto. Había podido sentir algunos huesos astillados, se los había fracturado, confiaba en que su condición de cambiante los restauraría. -Sirius ayúdame a encontrar algún refugio adonde podamos detenernos a descansar.-
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
La tempestad fue amainando, Sirius con Torvi entre sus brazos fue calmándose hasta que el enorme golem de viento se disipó.
Apreté los dientes tratando de ponerme en pie, se haba quebrado mi columna, aunque era consciente de que pronto soldaría el dolor era intenso, lo suficiente como para no permitirme alzarme en esos momentos.
Era un hombre orgulloso, cuando la gata regreso en su forma humana para alzarme en brazos y llevarme a un lugar seguro, me revolví negándome ante su fruncido ceño y ante los ojos de ambos recuperé mi forma humana quedando tumbado bajo el árbol.
-Me recuperaré, solo necesito un poco de descanso.
Sirius se había acercado, no poseía nada de magia blanca, así que no podría ayudarme con esto. Su rostro de nuevo marcaba la severidad de saber que su descontrol había causado daños a sus amigos, a sus hermanos.
-Brujo, estoy bien, esto ha sido un mal menor, las flechas os hubieran matado si no hubieras intercedido, lo sabes sobradamente, has hecho lo correcto y has parado justo a tiempo.
Torví me ayudó a sentarme, mis gestos de dolor al mover la columna eran claros pese a que los disimulé y no emití mas allá de un ligero siseo.
Sirius recopiló un poco de leña para poder preparar algo de comida que llevarnos a la boca, posiblemente en un par de horas seria capaz de ponerme en marcha, atravesar el paso y acampar en una cabaña que conocíamos en la zona mas profunda del bosque en la ladera de la montaña, cerca corría un pequeño ir de aguas bravas.
-Voy a cazar algo -apuntó Sirius -quédate con Alrek Torvi, parece que el lobo necesita que le ronronees también a él entre las piernas.
Le lancé una piedra pequeña que esquivó con facilidad mientras los dos nos reíamos.
-Eso Torvi, ven y siéntate aquí con papa que yo también quiero que me ronronees sobre la entrepierna.
De nuevo los dos nos reíamos mientras Torvi nos miraba negando con cierta indiferencia.
-Lo siento chaval, si fueras un pez aun te prestaría algo de atención, pero los lobos no le gustan -apuntó Sirius antes de largarse a por caza.
-¿No te gusto? -le pregunté arrastrando las palabras con una sonrisa engreda.
Me empezaba a encontrar mejor, seguro que tras comer y recuperar fuerzas podría ponerme en pie sin problemas.
Apreté los dientes tratando de ponerme en pie, se haba quebrado mi columna, aunque era consciente de que pronto soldaría el dolor era intenso, lo suficiente como para no permitirme alzarme en esos momentos.
Era un hombre orgulloso, cuando la gata regreso en su forma humana para alzarme en brazos y llevarme a un lugar seguro, me revolví negándome ante su fruncido ceño y ante los ojos de ambos recuperé mi forma humana quedando tumbado bajo el árbol.
-Me recuperaré, solo necesito un poco de descanso.
Sirius se había acercado, no poseía nada de magia blanca, así que no podría ayudarme con esto. Su rostro de nuevo marcaba la severidad de saber que su descontrol había causado daños a sus amigos, a sus hermanos.
-Brujo, estoy bien, esto ha sido un mal menor, las flechas os hubieran matado si no hubieras intercedido, lo sabes sobradamente, has hecho lo correcto y has parado justo a tiempo.
Torví me ayudó a sentarme, mis gestos de dolor al mover la columna eran claros pese a que los disimulé y no emití mas allá de un ligero siseo.
Sirius recopiló un poco de leña para poder preparar algo de comida que llevarnos a la boca, posiblemente en un par de horas seria capaz de ponerme en marcha, atravesar el paso y acampar en una cabaña que conocíamos en la zona mas profunda del bosque en la ladera de la montaña, cerca corría un pequeño ir de aguas bravas.
-Voy a cazar algo -apuntó Sirius -quédate con Alrek Torvi, parece que el lobo necesita que le ronronees también a él entre las piernas.
Le lancé una piedra pequeña que esquivó con facilidad mientras los dos nos reíamos.
-Eso Torvi, ven y siéntate aquí con papa que yo también quiero que me ronronees sobre la entrepierna.
De nuevo los dos nos reíamos mientras Torvi nos miraba negando con cierta indiferencia.
-Lo siento chaval, si fueras un pez aun te prestaría algo de atención, pero los lobos no le gustan -apuntó Sirius antes de largarse a por caza.
-¿No te gusto? -le pregunté arrastrando las palabras con una sonrisa engreda.
Me empezaba a encontrar mejor, seguro que tras comer y recuperar fuerzas podría ponerme en pie sin problemas.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Rodé los ojos cuando Sirius habló de ronronearle al otro vikingo en la entrepierna. -A ver si se te pasa andar lanzando tus bromas.- Le lancé una bola de nieve jugando mientras lo miraba marcharse de caza. ¿En serio se iba y me dejaba sola con el lobo? Observé largamente en silencio su espalda mientras se alejaba. Supuse que había cosas que era mejor no decir…
Cuando se difuminó en la distancia devolví mi atención a Alrek frunciendo el ceño. También había dicho algo acerca de que le ronroneara. Al parecer era un lobo terco, prefería tumbarse contra el árbol antes que permitir que le llevara a un lugar adonde pudiera descansar mejor. Los vikingos, siempre tan orgullosos, preferían morir antes que aceptar la ayuda de una mujer, nunca entendería eso. No había ignominia ni vergüenza en que te tendieran la mano.
Lo miré en silencio cuando preguntó si le gustaba y caminé para dejarme caer sentada cerca del árbol. -Si quisieras llamar mi atención no lo lograrías pidiéndome que te ronronee en la entrepierna.-
El hechicero tenía razón al menos en una cosa, alguien debía acompañar al lobo hasta que estuviera del todo recompuesto, y eso podría tardar un poco. Busqué con la mirada una rama, la alcancé y me distraje dibujando con ella sobre la nieve.
-Además eres muy joven.- Le lancé una mirada rápida al decirlo y luego me dejé caer sobre la espalda. Después de la gran tormenta parecía como si me hubiera quedado dormida en el mismo lugar, tan calmado estaba todo ahora.
-Sirius siempre bromea acerca de que me gustan los peces.- Enfurruñé el gesto al recordarlo. -Me gustan pero simplemente por la libertad que poseen y porque son ágiles. Debería comerlos pero siento… que no puedo cuando los veo tan vivaces.- Permanecí pensativa, recordando el día anterior en el lago, como las mujeres se aglomeraban alrededor de los vikingos, y como Hakon se alejaba disimuladamente para acercarse a su hermana.
-Cuando me guste alguien se lo diré directamente y sin preámbulos, pero no será algo esporádico… tendrá que gustarme en serio.- Me detuve al percatarme de lo que le decía, a nadie le hablaba de estas cosas, únicamente me abría un poco más con Synnove. Carraspeé y volví a sentarme. -Te agradezco la ayuda, no sé de dónde saliste o por qué, pero llegaste en un buen momento.-
Al esperar y notando el frío que imperaba se me ocurrió que podía buscar ramas y troncos para ir encendiendo una fogata. Nos calentaría y estaría lista para cuando cocináramos la caza. -Voy a buscar leña pero no me alejaré mucho.- Puse mis manos en la cintura al mirarlo. -Alguien tiene que asegurarse de que estés bien y no hay pena en eso.-
Tras decirlo emprendí la tarea y tras varios minutos regresé, acumulé la leña y busqué un par de piedras que pudiera frotar. Las flamas se encendieron y pronto la hoguera desprendió un calor agradable por lo que me senté frente a ella. -Los pasos entre montañas se han vuelto peligrosos, no me agrada. No hay nada que me parezca más hogareño que la naturaleza, especialmente las montañas. La paz que se transpira en ellas no debería ser interrumpida de esta forma. -
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Re: La gata sobre el tejado (privado)
Enarqué una ceja al escucharla decir que no iba a llamar su atención pidiéndole que me ronroneara encima de la entrepierna.
-¿A no? ¿y que me bailes sobre la verga? -pregunté con una ladeada sonrisa engreída.
Nosotros teníamos esta forma ruda de decir las cosas, pensaba que viviendo con los Cannif ya se habría acostumbrado ,claro que Sirius era el mas comedido.
-Osea que te gustan mas como Sirius ¿no? -pregunté riéndome mientras ella se dejaba caer a mi lado en el tronco pasando de darme una respuesta.
Su siguiente afirmación acompañada de una rápida mirada aun me resultó mas estúpida.
-¿joven para? -pregunté mirándola fijamente -¿para matar? ¿para morir? ¿para beber? ¿para follar?
Estaba hasta los cojones de que se me comparara con mi hermano mayor, ella era el primogénito, el adorado por los dioses, el bendecido por Loqui y yo solo era el hermano de Brökk y eso me reventaba.
Llevaba alzando el acero toda mi vida, había destacado en la lucha mucho mas que mi hermano mayor y algún día me igualaría a padre en combate, era fiero, no temía a la muerte, y añoraba el Valhalla como todo vikingo que se precie.
Había sangrado por mi amado norte, así que ¿Joven exactamente para que?
Enarqué una ceja mirándola cuando empezó a hablar de los peces.
-¿pero iba en serio? Apunte riéndome -osea mis fallos son ser joven y no ser un pez, creo que lo nuestro es imposible -bromeé -son barreras infranqueables -dije sin poder parar de reírme mientras la miraba fijamente -a mi me gustan todas las que estén buenas -respondí ante su siguiente afirmación. -creo que no hay nada de malo en el sexo y en pasar el rato.
No entendía la mentalidad que veía el sexo como un pecado y que parece que tenias que centrarte en una única mujer para desposarla de por vida.
Yo me había enredado con muchas, hasta ahora no había encontrado una especial con la que compartir mi vida.
En mi casa tenia el ejemplo de una pareja que se amaba por encima de todas las cosas, madre y padre discutían a menudo, bromeaban y se amaban cada noche, no iba a conformarme con menos y hasta que diera con esa mujer que me hiciera sentir lo que a padre mi madre, no iba a permanecer sin catar mujer.
Me encogí de hombros cuando me agradeció la ayuda.
-Estamos en el mismo bando, tu hubieras hecho por mi lo mismo, estamos en guerra ¿recuerdas? -le dije quitandole a la cosa importancia.
La gata me dijo que esperara , iba a por algún tronco mas pues lo que Sirius nos había dejado no aguantaría mucho mas.
Cerré los ojos asintiendo, estaba cansado ,creo que no pasó demasiado tiempo hasta que regresó con algunos troncos mas que lanzó a la hoguera.
-No puedes culpar a la gente Torvi, la gente tiene hambre y ante los diezmos de Randulf se echan a los pasos para saquear, no es lo correcto y se convierten en rufianes peor cuando el estomago ruge la linea entre el bien y el mal es mas dispersa -aseguré intentando moverme.
-Esto mejor, creo que podre ponerme en pie -dije intentándolo mientras me tambaleaba pero me levantaba ante su atenta mirada.
-Apenas hemos coincidido, eres bastante huraña -dije sin medir mis palabras como de costumbre -creo que es el motivo de que nunca te haya invitado a beber conmigo unas jarras, eres escurridiza gatita.
-¿A no? ¿y que me bailes sobre la verga? -pregunté con una ladeada sonrisa engreída.
Nosotros teníamos esta forma ruda de decir las cosas, pensaba que viviendo con los Cannif ya se habría acostumbrado ,claro que Sirius era el mas comedido.
-Osea que te gustan mas como Sirius ¿no? -pregunté riéndome mientras ella se dejaba caer a mi lado en el tronco pasando de darme una respuesta.
Su siguiente afirmación acompañada de una rápida mirada aun me resultó mas estúpida.
-¿joven para? -pregunté mirándola fijamente -¿para matar? ¿para morir? ¿para beber? ¿para follar?
Estaba hasta los cojones de que se me comparara con mi hermano mayor, ella era el primogénito, el adorado por los dioses, el bendecido por Loqui y yo solo era el hermano de Brökk y eso me reventaba.
Llevaba alzando el acero toda mi vida, había destacado en la lucha mucho mas que mi hermano mayor y algún día me igualaría a padre en combate, era fiero, no temía a la muerte, y añoraba el Valhalla como todo vikingo que se precie.
Había sangrado por mi amado norte, así que ¿Joven exactamente para que?
Enarqué una ceja mirándola cuando empezó a hablar de los peces.
-¿pero iba en serio? Apunte riéndome -osea mis fallos son ser joven y no ser un pez, creo que lo nuestro es imposible -bromeé -son barreras infranqueables -dije sin poder parar de reírme mientras la miraba fijamente -a mi me gustan todas las que estén buenas -respondí ante su siguiente afirmación. -creo que no hay nada de malo en el sexo y en pasar el rato.
No entendía la mentalidad que veía el sexo como un pecado y que parece que tenias que centrarte en una única mujer para desposarla de por vida.
Yo me había enredado con muchas, hasta ahora no había encontrado una especial con la que compartir mi vida.
En mi casa tenia el ejemplo de una pareja que se amaba por encima de todas las cosas, madre y padre discutían a menudo, bromeaban y se amaban cada noche, no iba a conformarme con menos y hasta que diera con esa mujer que me hiciera sentir lo que a padre mi madre, no iba a permanecer sin catar mujer.
Me encogí de hombros cuando me agradeció la ayuda.
-Estamos en el mismo bando, tu hubieras hecho por mi lo mismo, estamos en guerra ¿recuerdas? -le dije quitandole a la cosa importancia.
La gata me dijo que esperara , iba a por algún tronco mas pues lo que Sirius nos había dejado no aguantaría mucho mas.
Cerré los ojos asintiendo, estaba cansado ,creo que no pasó demasiado tiempo hasta que regresó con algunos troncos mas que lanzó a la hoguera.
-No puedes culpar a la gente Torvi, la gente tiene hambre y ante los diezmos de Randulf se echan a los pasos para saquear, no es lo correcto y se convierten en rufianes peor cuando el estomago ruge la linea entre el bien y el mal es mas dispersa -aseguré intentando moverme.
-Esto mejor, creo que podre ponerme en pie -dije intentándolo mientras me tambaleaba pero me levantaba ante su atenta mirada.
-Apenas hemos coincidido, eres bastante huraña -dije sin medir mis palabras como de costumbre -creo que es el motivo de que nunca te haya invitado a beber conmigo unas jarras, eres escurridiza gatita.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Le lancé una mirada molesta cuando cambió la pregunta de la entrepierna por otra que básicamente significaba lo mismo. Al parecer no entendió ni una palabra de lo que dije. Me había preguntado, le había respondido, cambiar las palabras de la pregunta no cambiaba el hecho de que no pensaba bailar con nadie.
Luego añadió a la broma una pregunta sobre Sirius, a lo cual preferí no responder. No tenía por qué, apenas conocía al lobo. Solo sabía que era hijo de uno de los generales y que se le veía a menudo en el castillo debido a la amistad que tenía con el hechicero.
Su siguiente pregunta sobre si era joven para hacer miles de cosas tampoco tenía que ver con lo que le había dicho. Yo era mayor que él, era así de simple, si hacíamos las matemáticas por un lado o por el otro. No me pasó por alto su tono mordaz, como si le hubiera ofendido de alguna forma desconocida. Alcé una ceja al escucharlo, estaba sobreactuando por una afirmación sencilla que hice sin ninguna malicia.
Lo que realmente tornó seria mi expresión fue la forma en que habló de que me gustaban los peces. -Me gustan los peces como me gustan las ardillas o los conejos. Me gusta la naturaleza, me siento a gusto en ella y además sabes que podemos escuchar a esas criaturas y comunicarnos con ellas. De allí a que me gusten como me gustaría un hombre es absurdo.- Me puse de pie, me había ofendido.
La siguiente información que me dio no me pareció relevante. Si quería bailar con mil mujeres estaba en su derecho, era la manera de la mayoría de los vikingos después de todo. -Cada uno lleva su vida como quiere. El que prefiera esperar a conocer a alguien que me guste en serio no hace menos válida mi opción, tiene el mismo valor que la tuya acerca de irte con cuantas quieras.-
Me fui a buscar la leña con el ceño fruncido. Al parecer a ese lobo no le gustaba nada. No le gustaba que lo ayudaran, no le gustaba escuchar la opinión de otros, no le gustaba que discreparan con él, ni tampoco le gustaba que le dieran las gracias. Y todo eso lo descubrí en el lapso de diez minutos.
Regresé y me acuclillé para recibir el calor del de la fogata encendida. El único comentario sensato que hizo fue su reflexión acerca de los ataques de las montañas. Que no me gustara no quería decir que no ponderara los motivos que podían tener. Sacudí mi cabeza, estaba cansada y si miraba al frente podía ver restos de cuerpos destrozados, lo cual me orillaba a pensar en las familias de los fallecidos. Un pensamiento me llevaba al otro, me hacía recordar a la viuda y la hija de Bjorn y meditar en las pérdidas por ambos lados. Habían demasiados tonos de gris en una guerra.
De repente el lobo hablaba de nuevo, algo sobre que se sentía mejor. Lo vi ponerse de pie un poco tambaleante. -Sirius regresará pronto, podremos comer y continuar el camino. A ver si terminamos esta misión lo antes posible.- Ahora estaba más convencida que nunca de que debería de haber venido sola. Todo lo que me interesaba era regresar con resultados que fueran valiosos para el conde, esa era la razón por la que me ofrecí a venir en primer lugar.
-No me escurro aunque huraña si soy.- Tomé mi forma de gata. -Voy a dar una vuelta, espero que para cuando regrese ya estéis comiendo, y me uniré a la comida.- Ágilmente comencé a correr y me dirigí a un árbol cuyo tronco trepé. Alcancé una de las ramas más altas y me dejé caer sobre ella descansando mi pequeño rostro sobre la rama. Mis ojos brillaron, en este viaje nadie tomaba en serio mis opiniones…
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Mi cara era un poema, aquella mujer tenia la mala hostia típica de las norteñas, con la diferencia que lejos de darte con el escudo y después bailar sobre tu entrepierna, esta te atizaba y después se largaba.
Exactamente eso hizo, me bufó o así me lo imaginé y se largo con forma de gata a trepar por algún árbol donde no tuviera que aguantarme.
Gruñí mostrandole los dientes, de haber estado en forma de lobo mi grupa se hubiera alzado.
Esa mujer era arisca, huraña y desquiciante.
Por suerte Sirius regresó con la caza y frente a la fogata despellejamos y cocinamos sendos conejos que nos comimos llenando las tripas.
Lo mejor seria continuar la marcha, así que recompusimos los petates, y volviendo a mi forma lobuna seguí la comitiva del hechicero y la arisca a través de las montañas.
Mis sentidos se mantuvieron alerta durante toda la travesía, algo que me ayudaba a desconectar de la conversación que se llevaban esos dos. Con él si que hablaba de forma mas pausada, al parecer encima del hechicero estaba mas que dispuesta a ronronear mientras yo me llevaba los arañazos.
Mujeres, quien las entendiera que se las quedara, no me sorprendía que tuviera que buscar uno que mereciera la pena, mas bien debía encontrar un pazguato que la soportara.
El paso se estrechaba, la zona elevada era un lugar muy propicio para nuevas emboscadas, ademas de que las monturas sufrían el escarpado terreno, decidí adelantarme para percatarme bien de la ausencia de riesgos.
-Voy a adelantarme -le dije de forma cortante a la gata de forma mental, entre nosotros si podíamos comunicarnos.
Por suerte el resto del camino fue tranquilo y al anochecer del segundo día alcanzábamos una pequeña aldea que bien podría servirnos como alto en el camino hasta poder llegar a la parte mas profunda de la montaña, tras estas la aldea destruida.
Sirius entró a la posada a pedir una habitación mientras yo en las afueras me colocaba la ropa de muda que el hechicero me había prestado para no entrar moviendo la verga
Me crucé en el interior con la gata que me dio la llave de mi habitación, Sirius había subido a dejar su petate y bajaría para cenar en la pequeña cantina, así que podíamos ir adelantándonos y pidiendo unas jarras.
-Las gatas primero -dije.
Felinos y cánidos no se llevaban especialmente bien y esta era prueba, tampoco había mas donde rascar.
Exactamente eso hizo, me bufó o así me lo imaginé y se largo con forma de gata a trepar por algún árbol donde no tuviera que aguantarme.
Gruñí mostrandole los dientes, de haber estado en forma de lobo mi grupa se hubiera alzado.
Esa mujer era arisca, huraña y desquiciante.
Por suerte Sirius regresó con la caza y frente a la fogata despellejamos y cocinamos sendos conejos que nos comimos llenando las tripas.
Lo mejor seria continuar la marcha, así que recompusimos los petates, y volviendo a mi forma lobuna seguí la comitiva del hechicero y la arisca a través de las montañas.
Mis sentidos se mantuvieron alerta durante toda la travesía, algo que me ayudaba a desconectar de la conversación que se llevaban esos dos. Con él si que hablaba de forma mas pausada, al parecer encima del hechicero estaba mas que dispuesta a ronronear mientras yo me llevaba los arañazos.
Mujeres, quien las entendiera que se las quedara, no me sorprendía que tuviera que buscar uno que mereciera la pena, mas bien debía encontrar un pazguato que la soportara.
El paso se estrechaba, la zona elevada era un lugar muy propicio para nuevas emboscadas, ademas de que las monturas sufrían el escarpado terreno, decidí adelantarme para percatarme bien de la ausencia de riesgos.
-Voy a adelantarme -le dije de forma cortante a la gata de forma mental, entre nosotros si podíamos comunicarnos.
Por suerte el resto del camino fue tranquilo y al anochecer del segundo día alcanzábamos una pequeña aldea que bien podría servirnos como alto en el camino hasta poder llegar a la parte mas profunda de la montaña, tras estas la aldea destruida.
Sirius entró a la posada a pedir una habitación mientras yo en las afueras me colocaba la ropa de muda que el hechicero me había prestado para no entrar moviendo la verga
Me crucé en el interior con la gata que me dio la llave de mi habitación, Sirius había subido a dejar su petate y bajaría para cenar en la pequeña cantina, así que podíamos ir adelantándonos y pidiendo unas jarras.
-Las gatas primero -dije.
Felinos y cánidos no se llevaban especialmente bien y esta era prueba, tampoco había mas donde rascar.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
El resto del trayecto bajo la luz matutina transcurrió sin mayores acontecimientos, afortunadamente. Al anochecer, ya habíamos alcanzado una posada que vi con bastante agrado ya que tenía bastantes deseos de hacer un alto en el camino. -¡Apuesto a que conseguiremos una buena cena!- Miré al hechicero con una sonrisa antes de desviar la mirada hacia el lobo. No habíamos hablado durante el recorrido y el silencio prevalecía entre ambos.
Mientras Sirius le entregaba ropa, entré a solicitar las habitaciones. Mi pequeño estómago rugía, a pesar de mi apetito habitual apenas probé bocado en la comida del mediodía. En parte porque se trataba de conejos (si, otro animal que no gozaba especialmente comer), en parte por… aaahhhh…. qué se yo.
Mientras el hechicero subía me encaminé hacia la cantina del lugar. El lobo venía detrás mio por lo que buscamos una mesa que estuviera cerca de uno de los amplios ventanales.
La cantina era rústica pero de aspecto agradable, tenía algo de acogedora. Mucho tenía que ver con la forma en que estaba distribuida la iluminación, de forma estratégica para no deslumbrar. Sobre las mesas la iluminación era más tenue y con la vista hacia las montañas y las estrellas no pude más que sentirme a gusto en ese espacio hecho para aquellos viajeros que se detenían a pasar la noche en el lugar.
Me dejé caer sobre la silla muy recta, perdiendo mi vista en un pequeño menú, luego en la servilleta, después en el número de personas que se encontraban en la cantina. No eran muchas, había un par de mesas antes que la nuestra sin nada servido en ellas aún, lo cual quería decir que aún faltaba un poco para que nos atendieran.
Con el transcurso de los minutos me fui hundiendo en la silla con las piernas extendidas. El joven nomegustanada tampoco hablaba. Me crucé de brazos observándolo, al menos ya no me mostraba los dientes. Fui entrecerrando los ojos al mirarlo, un pequeño grupo de músicos había comenzado a tocar en el extremo opuesto de la cantina. Tras escucharlos durante un breve lapso me levanté, rodeé la mesa y carraspeé al detenerme a un lado de él. -Baila conmigo.-
Extendí la mano cuando me vio con cara de no creerse lo que le estaba pidiendo. -Anda, vamos.- Le tomé la mano y tiré de él para que se levantara, sin meditarlo mucho. Estaba aburrida de la tensión entre los dos, parecíamos un par de arpas con las cuerdas tiesas. Además, la música aligeraba notoriamente el ambiente, estimulando a mover los pies.
Me gustó el baile desde la primera vez en que tras descender de mi montaña vi maravillada a los vikingos danzando alrededor de las hogueras. Claro que no bailé en seguida esa misma noche, pero pocas veces en mi vida había sido testigo de un espectáculo tan hipnótico, fue la primera razón que me hizo amar a la gente de Akershus.
No le di tiempo de negarse, caminé llevándolo conmigo y no me detuve hasta llegar a medio salón. -Antes de que me digas que no te gusta este tipo de baile, inténtalo.- Aún lo tenía agarrado de la mano por lo que comencé a moverme subiendo la otra hacia su cuello, siguiendo el ritmo sin despegar mi mirada de la de él.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Sentado en la mesa, con mis ojos en la lumbre y escuchando de fondo la orquesta esperaba que llegara Sirius para sacarme de esta.
Esa mujer era insoportable, era una arisca que era incapaz de entender las broma.
Mi ceñó se fruncía solo con pensar en ella y de pronto mi mirada se alzó porque la escuché hablar ¿a mi?
“Baila conmigo” mi mirada incrédula se perdió en sus pardos ¿en serio? La “señoritasoyariscaporqueyolovalgo” me pedía bailar.
Ladeé la sonrisa, juro que con mi aire engreído iba a negarme, mas ella no me dejé hacerlo y de un tirón me levanto a regañadientes de la silla.
Bufé a sus espaldas mientras escuchaba su risa y con nuestros dedos enlazados caminamos hasta la improvisada pista de baile, su cuerpo por delante del mio.
Se detuvo y yo rodeé su piel para enfrentar sus preciosos ojos.
-Se bailar -dije sin mas con ese aire fanfarrón que me caracterizaba.
Mi brazo rodeó su cintura, mientras el suyo se alzaba apoyándose en mi hombro, las diestras quedaron enlazadas, al suya apoyada sobre mi mano.
Miradas fijas en el otro mientras los cuerpos se orillaban y los pies empezaron a moverse sobre la tarima.
-Cuando estas callada estas preciosa -dije ladeando la sonrisa llevándome un golpe en la nuca que me hizo soltar una carcajada.
Danzamos sin dejar de mirarnos, presos de un hechizo que despacio se iba fraguando, nuestros alientos chocaban con los labios entreabiertos mientras el resto de la tasca desaparecía y solo existíamos nosotros.
Tiré de ella para darle una vuelta, su risa era rítmica cuando por mi fuerza se sintió volar por los cielos.
Nuevamente cayó sobre mis brazos, nos encontramos y nos buscamos a cada paso.
Sus dedos se enredaban en mi pelo, mi boca se hundió en su cuello, deslicé por allí mi nariz ocultando mi rostro en su pelo, separados nos odiábamos tanto, pero ahora, allí, pegados eramos dos animales necesitados.
Me sentía tan bien en ese momento que lo olvidé todo menos su cuerpo que danzaba entre mis manos prometiéndome desvelarme sus secretos.
Mi boca se acercó peligrosa hacia sus labios, roce de nuestra nariz, ojos cerrados y una mano en mi hombro que me sacó de ese instante en el que habíamos dejado de ser enemigos para convertirnos en otra cosa.
-Sirius -dije con la voz ronca
El hechicero ladeó la sonrisa la vernos, era la primera vez que no nos veía matándonos con palabras tan mordaces como el afilado acero.
-He pedido la cena para llevármela al cuarto -dijo con una picara sonrisa -estoy cansado, pero cenar vosotros -apuntó sin esperar respuesta largándose de allí y volviendo a dejarnos solos.
Esa mujer era insoportable, era una arisca que era incapaz de entender las broma.
Mi ceñó se fruncía solo con pensar en ella y de pronto mi mirada se alzó porque la escuché hablar ¿a mi?
“Baila conmigo” mi mirada incrédula se perdió en sus pardos ¿en serio? La “señoritasoyariscaporqueyolovalgo” me pedía bailar.
Ladeé la sonrisa, juro que con mi aire engreído iba a negarme, mas ella no me dejé hacerlo y de un tirón me levanto a regañadientes de la silla.
Bufé a sus espaldas mientras escuchaba su risa y con nuestros dedos enlazados caminamos hasta la improvisada pista de baile, su cuerpo por delante del mio.
Se detuvo y yo rodeé su piel para enfrentar sus preciosos ojos.
-Se bailar -dije sin mas con ese aire fanfarrón que me caracterizaba.
Mi brazo rodeó su cintura, mientras el suyo se alzaba apoyándose en mi hombro, las diestras quedaron enlazadas, al suya apoyada sobre mi mano.
Miradas fijas en el otro mientras los cuerpos se orillaban y los pies empezaron a moverse sobre la tarima.
-Cuando estas callada estas preciosa -dije ladeando la sonrisa llevándome un golpe en la nuca que me hizo soltar una carcajada.
Danzamos sin dejar de mirarnos, presos de un hechizo que despacio se iba fraguando, nuestros alientos chocaban con los labios entreabiertos mientras el resto de la tasca desaparecía y solo existíamos nosotros.
Tiré de ella para darle una vuelta, su risa era rítmica cuando por mi fuerza se sintió volar por los cielos.
Nuevamente cayó sobre mis brazos, nos encontramos y nos buscamos a cada paso.
Sus dedos se enredaban en mi pelo, mi boca se hundió en su cuello, deslicé por allí mi nariz ocultando mi rostro en su pelo, separados nos odiábamos tanto, pero ahora, allí, pegados eramos dos animales necesitados.
Me sentía tan bien en ese momento que lo olvidé todo menos su cuerpo que danzaba entre mis manos prometiéndome desvelarme sus secretos.
Mi boca se acercó peligrosa hacia sus labios, roce de nuestra nariz, ojos cerrados y una mano en mi hombro que me sacó de ese instante en el que habíamos dejado de ser enemigos para convertirnos en otra cosa.
-Sirius -dije con la voz ronca
El hechicero ladeó la sonrisa la vernos, era la primera vez que no nos veía matándonos con palabras tan mordaces como el afilado acero.
-He pedido la cena para llevármela al cuarto -dijo con una picara sonrisa -estoy cansado, pero cenar vosotros -apuntó sin esperar respuesta largándose de allí y volviendo a dejarnos solos.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Su “se bailar” me hizo mirarlo con curiosidad. Su mano izquierda en mi cintura y la diestra ya bien afianzada a la mía fueron el preámbulo que me indicó que así era. “Se bailar” no necesariamente indicaba un “me gusta bailar”, todo era posible, me llevaría una buena sorpresa si resultaba que si.
Nuestros pies comenzaron a moverse a buen ritmo, y en efecto, la manera en que guiaban el paso de los míos me demostró que sabía bailar. Me concentré en la música, en la ventaja de toparme con un buen compañero de baile y no sé en qué momento me percaté de que su mirada había cambiado. Ladeé mi rostro al percatarme y una lanzada por los aires me distrajo poniéndome de buen humor. Caí de nuevo sobre la tarima, la música se volvió más incitante, mis pies se movieron ligeros siguiendo el cambio de ritmo, ahora con mayor lentitud pero igual vivacidad.
El lobo se acopló a mi baile, me vi inmersa en la misma danza que movió a tantas generaciones vikingas a lo largo de siglos y terminamos muy cerca del otro. Su rostro se había perdido en mi cuello, sentí el roce de su nariz y cerré los ojos, inmersa en la danza. Hacía tiempo no bailaba así, en completa libertad. Un pequeño cosquilleo en la piel de mi cuello, se tornó una caricia sutil, mis dedos se movieron sobre el pelo ajeno, hundiéndose en los mechones rubios, conciliadores.
Abrí los ojos de golpe al escuchar la voz nombrando a Sirius. No pude evitarlo, mi primer pensamiento, sentirme culpable bajo la mirada del hechicero. Mi pecho subía y bajaba, inquieta. Mi mirada se detuvo en ese amigo que conocí desde niña, mi memoria voló hacia mi misma trepada en su cabeza, y en la realidad del presente lo vi marcharse con un plato de comida en las manos.
Otra vez mi mirada se tornaba brillante, vibrando al clavarse en su espalda y observarlo marcharse, el silencio adueñándose de mis labios que temblaban ligeramente. Mis dedos se movieron distraídos sobre el cuello debajo de mis yemas, apropiándose de esa piel suave bajo ellos. ¿En qué pensaba realmente?
Mi mirada volvió al lobo, me había olvidado de que aún tenía su mano en mi cintura, creo que debido a la suavidad de su tacto en ese momento. Lo miré en silencio, mi respiración aún era pesada, no hice el menor esfuerzo por moverme de lugar, mis ojos navegando en los suyos vibraron aún más.
De repente hinché mis mofletes y llevé mis manos hacia mi pecho cruzándolos en jarras. Gaah, no me entendía a mi misma.
-Nos vendrían bien unas jarras.- Tragué con fuerza tras decirlo.
Nos sentamos de vuelta en la mesa, el cantinero atendió nuestra orden y pedí el plato del día. -¿El conde te ha enviado por nosotros?- pregunté. El joven nomegustanada y mi compañero de baile parecían muy distintos. Igual que yo, seguramente.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
Sirius se marchó pero con él creo que lo hizo ella, pude ver el brillo de su mirada anclada a la espalda del hechicero y en cuanto este se perdió por las escaleras rumbo a su cuarto me devolvió sus ojos de gata.
Aflojé mi agarre cansado de ser la segunda mejor opción. Brökk, mi hermano, era el primogénito, el orgullo de padre y madre y aunque yo siempre destaqué mas que él en combate, no era ni de lejos el preferido de padre.Tampoco es que ahora me sintiera el único, ni siquiera el primero, Sirius acaparaba la atención de Torvi
-Si, necesitamos unas jarras -aseguré apartándome de ella como si quemara como brasas.
Nos dejamos caer en la mesa, bebíamos sin parar, lo necesitábamos mientras de nuevo el silencio se instauró entre ambos.
Alcé la mirada del vidrio espumoso hasta sus pardos cuando me habló de Höor.
-El conde me ha enviado porque hay un nuevo descubrimiento que ha cruzado las fronteras de Akershus.
Al parecer un muchacho con el rostro de Niels ha sido visto por la zona, parece que procede de la aldea saqueada
Höor me ha dado indicaciones claras, quiere que le capturemos y le llevemos ante él porque no va a consentir que Randulf por me dio de la magia y de experimentos use el dolor de su perdida como enemigo.
Cree que ese muchacho busca ser el caballo de Troya guiado por Randulf.
Di un trago de la jarra encogiéndome de hombros.
-En Akershus hay magia suficiente como para desenmascararlo, Höor dio sepultura a su hijo como los dioses mandan.
Lo subió a una barcaza y le prendió fuego, es imposible que ese hombre que viene hacia Akershus sea quien dice.
Bebí de nuevo un profundo trago observándola por encima del vidrio.
-Dicen que te ofreciste voluntaria sin pensarlo para cruzar las montañas ¿por que? Las montañas son peligrosas y sabes perfectamente que hay guerreros preparados en Akershus para hacerlo.
Al final parecía que ambos necesitábamos demostrar que eramos mas de lo que a simple vista aparentábamos, ella esa gata que se coló un día en el palacio de Akershus y yo porque vivía a la sombra del hermano adorado por los dioses.
Los dos dábamos todo de nosotros cada día y aun así no parecía ser suficiente.
Apuré la jarra y una rubita de ojos verdes me la rellenó regalándome una sonrisa, vaya al parecer la gata no pero alguien allí me prestaba atención.
-Y bien gata ¿el baile ha sido suficiente como para que te plantees subir a mi cámara? -pregunté ladeando la sonrisa de forma engreída.
Sabia la respuesta y me eché a reír antes de escucharla.
-Tranquila gatita, solo era una broma. Enséñame los peces, ahí un rio cerca ¿Qué me dices?
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: La gata sobre el tejado (privado)
El silencio reinaba y mi mirada se hundía en el contenido de mi jarra, el líquido no me parecía que alcanzara en lo absoluto lo suficiente, se acababa demasiado rápido. Me fui hundiendo en la silla deseando desaparecer, únicamente me moví para hacerle una seña a uno de los múltiples meseros y solicitarle que se asegurara de que no me faltara licor que beber.
En un principio ni me percaté de que el hijo del general Tollak hablaba, hasta devolver mi atención a lo que oía y escuchar algunas frases que mi distracción intermitente tornaba inconexas. -un nuevo descubrimiento… las fronteras de Akershus… un muchacho con el rostro de Niels… la aldea saqueada… ese muchacho… el caballo de Troya guiado por Randulf.- Dejé caer mis codos sobre la mesa y acaricié la jarra con mi pulgar.
Me sentí deprimida y mi mirada se tornó vidriosa.
De alguna manera entre mi amorío con el alcohol y la conversación que se planteaba en la mesa pensé en lo que nos hacía falta, encontrar a alguien igual a Niels. Recordé la mañana anterior, las bromas de Niels y mi furioso sonrojo al recibir un beso en los morros. Mi gesto se tornó reflexivo. ¿De verdad podría haber alguien igual a Niels? Era difícil de imaginar.
Luego llegó la pregunta popular del momento. Por qué me ofrecí para venir si había guerreros que podrían haberlo hecho.
-Aparentemente el conde pensó en contra de la opinión pública, que mi idea era buena.- Tomé otro trago. -Para qué comentar mis razones si de todas maneras has dejado claro que mi forma de pensar te parece estúpida.- dije, con mi atención puesta otra vez en el fondo de mi jarra.
Me mecí las sienes con los dedos, el alcohol hacía que las luces a nuestro alrededor se tornaran sicodélicas. Los vellos en mis brazos se erizaban, arqueaba la espalda y mis uñas se hundían en la madera de la mesa, rasguñando.
Miré a mi alrededor, por un momento no supe ni donde estaba. Veía frente a mi una avalancha de nieve muy grande que iba arrasando en velocidad y fuerza y amenazaba con sepultarme. Luego vislumbraba mi cabaña y me percataba de que la extrañaba, pero cuando mi memoria me llevó al momento del pasado en el cual arrastraba el cuerpo de mi padre sobre la nieve, supe que era el momento de retirarme.
-Estoy cansada, será mejor que vaya a dormir. Sirius y tú seguro tendrán de que hablar y hallarán como pasarla bien.- Me levanté, salí del salón y ya había adquirido mi forma de gata al subir los escalones, creo que nadie me vio hacerlo pero la verdad ni siquiera me aseguré de ello. Subí a la carrera y al llegar a mi habitación me fui directo a la cama y me desplomé sobre ella. No tardé ni tres segundos en dormir profundamente.
Última edición por Torvi el Lun Nov 27, 2017 10:29 pm, editado 1 vez
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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