Vann stein (privado)

Recuerdo del primer mensaje :

Tras una noche de jarana la mañana fue resacosa pero temprana, las luces del alba despuntaron como cada día marcando nuestros pasos.
Hoy embarcaríamos rumbo a Escocia, la bruja había visto el lugar exacto donde estaba la piedra que del templo había sido sustraída, así que no había duda alguna de que ese era nuestro destino y la inmediatez de nuestro acto es que Randulf no descubriera nuestros planes pues no eramos los únicos que contábamos con hechiceros entre nuestras filas.

Por el pasillo acabando de anclar los correajes de mi armadura tachonada me encontré con Kala que bostezaba con el pelo enmarañado pero vestida como todos para la guerra.
Al verme se lanzó a mi espalda juguetona mientras yo me reía.
-¿aun borracha? -pregunté arrastrando su cuerpo por el pasillo.
-No, pero lo podemos solucionar con unas jarras.
Atharal salio de su cámara hacha en mano.
-¿Habláis de Jarras? -preguntó con cara ansiosa.
Kala y yo nos echamos a reír mirándolo, Atharal siempre dispuesto a beber y a comer, claro que también a luchar.
-Nos esperan en el puerto -les dije sin detener mi paso mientras ambos se reían dándose codazos.

No tardamos en llegar ante el barco que con la rampa preparada y las velas izadas nos esperaba. La pirata miró a los rezagados con cara de pocos amigos, algo que me hizo reír mientras me encogía de hombros como única escusa.
-Quita esa cara mujer, hemos quedado al amanecer -señalé el sol -y ha amanecido ¿no?
Lund pese a haber bebido anoche como el resto se había dado prisa en llegar junto a ella, algo que me hizo reír aun mas mientras Kala me empujaba para que me callara y este fruncía el ceño.

Ulf y Giuliana fueron los últimos en llegar al barco, Ulf también había pillado una buena cogorza anoche con nosotros y algo me decía por la cara que traía la bruja que habían tenido por la noche algo mas que palabras cuando llegó a casa.
-¡vamos pirata, Ulf ya ha hecho bastante con llegar, a su mujer es mas fácil traerla rodando que andando!.
Un capón es lo que me llevé de Giuliana, algo que me hizo reír de nuevo.
Ahora que ya estábamos todos podíamos zarpar.
-Capitán -le dije a Daniella sin borrar la picara sonrisa de ms labios -haga los honores.

La canción era transportada pero no llegaba a aquellos que no deseaban escuchar, quienes se esforzaban por seguir la letra se encontraban haciéndolo con el sentido incorrecto. La voz de la bruja absorbía hasta el punto de olvidarse de cualquier otra cosa que no fuera descubrir el origen, lo único que existía era aquella voz, no existían peligros, ni aguas demasiado profundas o nauseabundas, todo se convertía en un mal menor con tal de seguirla, como un niño hambriento atraído por el olor de unos dulces recién hechos. La dirección que estaba tomando Khayla era sesenta grados más al este y a pesar de los gritos o las sacudidas que podrían propinarle sus compañeros, nada captaría su atención, seguiría insistiendo en ir hacia la voz y, una vez dentro de aquel embrujo, nadie podría convencerla de lo contrario.

El niño sin oreja insistía para que le siguieran, observaba desde detrás de un árbol, con gesto de ansiedad y desesperación. Volvió a hacer un gesto hacia los que todavía no habían caído en la trampa y en cuanto notó que un par de los enormes hombres estaban dispuestos a seguirle, se giró y empezó a avanzar a paso vivo, tropezándose de vez en cuando con las irregulares aguas que cubrían cada vez más el pantano, encharcándolo y convirtiéndolo en una mezcla de barrizal estancado de agua podrida que para el oso, en aquel momento, debía ser una tortura para su olfato más que para ningún otro.

El camino que estaba siguiendo la rubia nórdica no era mucho mejor, pero no olía tan mal, los vapores aumentaban y se elevaban cada vez que ponía un pie en la tierra, como millones de esporas lanzadas al aire que embotaban aun más sus sentidos y el de cualquiera que estuviera cerca. La vista empezaba a empañarse, el cuerpo a pesar. Aparentemente aquel camino era mejor, más despejado, pero pronto la voz de la mujer desapareció y en su lugar, un cloqueo extraño lo sustituyó. La guerrera no tuvo la necesidad de seguir la voz, como si se hubiera despertado de un extraño sueño, sin entender por qué demonios estaba allí, con la cabeza dando vueltas como en una de sus mayores borracheras pero liberada de la voz. Lo que en un principio pudieran ser confundidos por rocas y musgos corrientes decorando el pantano, empezaron a cobrar vida, al principio con tanta lentitud como para que no se dieran cuenta, pero pronto se notaría su presencia, el chapoteo de unos pies raudos pasando por encima de la tierra, aquel sentimiento de acecho que sobrevenía a la pesa, la sensación de ser observada y persguida, hasta que al dar un nuevo paso, Khayla notó un movimiento a su izquierda, del arbusto que tenía justo al lado y que ahora tenía un pico con el que pensaba atrapar su pierna.

Para la rubia:

Para aquellos que decidieron seguir al niño, les esperaba un camino húmedo y mugriento, se avanzaban muy pocos metros, cada vez costaba más. Los árboles se retorcían cuanto más avanzaban hacia el interior del pantano. Debía ser de día aun, pero la niebla era tan densa que todo estaba salpicado de gris y un ligero tono amarillento, no se veían las nubes, ni diez metros más allá y amenazaba con empeorar a medida que seguían adelante. Las raíces de los árboles salían en grotescas formas por encima del agua, como si en algún momento hasta ellos intentasen huir de ellas. El niño seguía guiándoles, desapareciendo de vez en cuando, pero esperándoles para poder continuar. A lo lejos, se divisó una cabaña, con luces en el interior, por encima del agua con profundos cimientos anclados en el corazón de la tierra, con un buen porche alejado del agua. Pero aquella visión no duró más que unos instantes, se perdió en la niebla, al igual que el niño, que corrió hacia la cabaña y se perdió en las tinieblas, como ella. En las aguas en las que estaban inmersos, se dibujaron hondas de movimiento justo antes de que algo arrastrase a uno de ellos, por debajo del agua.

Spoiler:

No hubo ninguna visión del cobertizo que la cabaña tenía anexado, solo al casa en sí donde sus hermanos aun observaban el caldero.- Bien, me ha hecho caso, los separa.- Skogull sonreía, con la mirada fija en Höor. Brilda, sin embargo, se movía de un lado a otro alrededor del caldero y daba palmas ansiosas, riendo de forma histérica.- ¿Puedo salir ya? ¿Puedo? Dime. Puedo, puedo. Ya están aquí. ¡Ya están aquí! Me los comeré. Me los comeré a todos.- Sus hermanas estaban pendientes de los acontecimientos, mientras que Ingrid tenía la cabeza ligeramente echada hacia atrás, con los ojos completamente blancos y sus párpados temblorosos, pero sin llegar a tapar la visión de aquellos orbes. Los niños estaban agazapados y acurrucados en torno a ella, mientras obligaba a las mentes de Höor y compañía a ver la cabaña y ocultar el cobertizo donde ella y los niños estaban, como si no existiera absolutamente nada allí, solo niebla. El esfuerzo era superior, pero su concentración era máxima. Dibujaba en las mentes de sus hermanas aquello que querían ver para mantenerlas absortas en el caldero y no prestaran el mínimo interés en lo que ella estaba haciendo, mientras que evitaba que los intrusos vieran cosas que si deberían. Todo estaba saliendo como deseaba, pero no había contando con que el gasto de energía fuera tan desorbitado. Debía estar completamente centrada en su poder o acabarían todos muertos.

Los efluvios del pantano la había llevado hacia una zona más apartada del grupo que ahora se centraban en ese niño son oreja que les estaba guiando hacia algún lugar. No fue consciente de en qué momento dejó de tener un ojo puesto a su espalda como siempre hacía, perdió el estado de alerta como cuando se pillaba una buena cogorza y se adormilaba. Regresó a la realidad donde los sonidos dejaron de amortiguarse y el aire de nuevo olía apútrido, el encantamiento la había atraído hacia unos montículos cubiertos de musgo que comenzaron a moverse lentamente, pero ella también estaba lenta. Cuando reaccionó y vio el pico apenas tuvo un segundo para apartarse e impedir que le arrancase un trozo de carne de la pierna. El "clack" al cerrar las fauces en el aire cortó el viento y la hizo despertar del todo. Sacó las dos espadas cortas de las vainas de su espalda y se apartó dos pasos hundiendo firmemente los pies en el fango del pantano, observó alrededor y por el rabillo del ojo detectó el movimiento de otro a su trasera. Giró sobre si misma y dio un tajo descendente con una de sus armas contra el cuello del que la había intentado picar; estaba muy duro, debía tener huesos fuertes y recios y su espada corta no sería suficiente para arrancarle la cabeza pero al menos el bicho se encabritó y cabeceó reculando. Sin perder comba volvió a girar, estaba vez blandiendo la otra espada en sentido ascendente para llevarse por delante una de las patas del que la atacaba por detrás. Si lo desestabilizaba conseguía una ventaja muy necesaria, pues estaba luchando sola contra aquellas cosas.

Se había visto en circunstancias muy adversas pero esa vez lo tenía crudo, luchaba por su vida, no por ideales ni justicia ni nada similar. Bailó de nuevo con los pies para tajar de nuevo con sus dos armas al que había reculado y que ahora avanzaba de nuevo hacia ella, tendría que ser eficaz porque ahora se encontraba entre dos paredes que la estaba cerrando. Un poco de ayuda no les vendría mal.

La bruma engullía al muchacho sin oreja que nos guiaba de seguro hacia una trampa, mis pardos siguieron su estela en dirección a una especie de cabaña con los ventanales iluminados por las flamas naranjas de una lampara de aceite y posiblemente también de la lumbre encendida.
Podría decir que la imagen resultaba acogedora, mas mentiría, pues sus cimientos parecían adentrarse en el mismísimo corazón del pantano.
-Es ahí -dije sin detener mi paso aunque la imagen despareció a la vez que lo hizo el chiquillo.

El agua estancada, putrefacta y negruzca cubría hasta nuestras rodillas y ondeaba a nuestro paso salpicando con aquel nauseabundo olor nuestras ropas.
Tras unos metros alcanzamos esta vez de forma tangible la casona, del interior salían las voces alegres de lo que debían ser las mujeres que buscábamos y que de seguro nos esperaban con los brazos abiertos y los dientes afilados, mientras tuvieran las piernas cerradas...
-La guapa es para mi -bromeé mirando al peludo oso antes de espada en ristre abrir la puerta de una patada.

Me adentré con el gesto tenso buscando al enemigo, pasos firmes y seguros, atrás la comitiva que seguía mis pasos.
Una olla negra y de grandes dimensiones en el centro, agua hirviendo, enarque una ceja, parecía que nos querían comer y no precisamente como esperábamos.
Ladeé la sonrisa de forma engreída, para eso antes iban a tener que matarnos y yo tenia el feo vicio de esquivar a Hela.

Dos mujeres de aspecto no demasiado alentador se presentaron ante nosotros, su risa retumbaba en las paredes de aquel lugar de mala muerte.
-Venimos por algo que vosotras poseéis, dárnoslo y os permitiremos seguir con vida -dije elevando el tono por encima de su risa.
Sabia de sobra que esto no iba a ser fácil, pero seguramente si seria épico.

Höor siguió al niño sin oreja rumbo a una cabaña fantasmagórica, por contra yo seguí a Khayla que aturdida se había separado del grupo.
Los vapores del pantano eran nauseabundos, como si llevara una buena borrachera encima me movía dando tumbos, buscando a la rubia entre la espesura de la bruma llamándola pues apenas la visibilidad me permitía seguir su estela.
Pronto el sonido de la batalla me alertó, apreté los dientes intentando centrarme y salir de aquel estado de ebriedad sin aflojar el paso, ella me necesitaba.

Unos monstruos llenos de musgo y con un aspecto tan feo como el del ciervo carnívoro pero mas bajitos bailaban con la dama sobre las negras aguas.
-¿Bailas conmigo Khayla? -pregunté ladeando la sonrisa -tu si que sabes divertirte -apunté de forma engreída.
Mi acero despuntaba centelleando frente a los haces plata de la luna llena.

Mas despierto por la adrenalina del inminente choque de cuerpos me lancé contra una de esas aberraciones, la espada giraba entre mis dedos sujeta con firmeza por el mango.
La embestida logro dañar el pecho de aquel monstruo que lanzó un desafiante rugido y un zarpazo que esquivé ladeando el cuerpo lo suficiente para que apenas me rozara el pecho, un segundo se lanzaba por mi espalda, eran rápidos, estaban en su medio y nosotros por contra arrastrábamos los pies en le cenagal con mucha mayor dificultad.

Vire sobre mi pie derecho deteniendo su ataque con el brazalete de mi diestra, allí se hundieron sus colmillos, mandíbula potente que hizo crujir mi hueso quebrandolo.
Un puñetazo con el mango de la espada que sujetaba con mi siniestra lo hizo soltar aturdido antes de que el acero le rebanara aquel cuello tupido que quedó colgando por los músculos.
El animal daba sus últimos coletazos de vida desangrándose sobre las negras aguas.

Krystha observaba a Höor con seriedad, en realidad no le gustó nada cómo se dirigió a su tía. Ella era hermosa y seguiría siéndolo así llegase a los cien años, sin embargo, como la cazadora no dijo nada y se lo tomó a risa, ella tampoco comentó nada y levantó el mentón con cierto orgullo y una mano sobre la cadera. Se inclinó en una reverencia cuando su tía le presentó, sabían más sobre el futuro y sus cambios que ella, empezaba a pensar que lo mejor sería no decir su verdadera identidad, pero si Faith se fiaba de aquel noble, por qué ella no.

Asintió con la cabeza y miró a su alrededor, desde luego eran un grupo de lo más inusual. Una rubia loca, nórdicos, escoceses..Una mascota. Cuando dejaron de hablar, Krystha miró al conde.- Ciertos asuntos nos han traído aquí, al parecer tenemos el mismo objetivo y visto lo visto, no nos vendría mal compartirlo. A ninguno.- Mientras que a ella le permitieran hacer preguntas sobre Pandemonium lo demás no le preocupaba y era una tarea complicada entre dos cazadoras, aunque fueran de las mejores, sería más sencillo si tenían apoyo.

Empezó a caminar cuando escuchó la voz absorbiendo los sentidos, giró la cabeza con el ceño fruncido, pues el sonido le molestaba, vio a Khayla dirigirse hacia otra zona y al niño sin oreja guiándoles hacia otro lugar. El grupo se dividió. Mala idea, pero estaba claro que la guerrera no era capaz de prestar atención, en cuanto vio que Lund se desviaba para ayudarla dudó. ¿Debía seguirla y proteger a esa mujer o seguir su objetivo? Al final, no conocía de nada a aquella y esperaba que el otro guerrero fuera diestro. Las brujas eran un problema mayor y si les destruían, tal vez también liberarían el pantano de su embrujo.

Siguió a Höor y los demás a través del pantano, levantando las armas para que no tocasen el agua y corrieran el riesgo de estropearse. Ella no hubiera entrado a las bravas en la cabaña cuando era evidente la trampa, o ese nórdico era muy confiado o muy imbécil. Aun así, Krystha le siguió, buscando alguna señal que le recordase a Pandemonium.

El oso caminaba cerca de Höor y de Argus, el escocés que le llevaba la ropa en el petate, ozaba con el hocico el suelo y echaba las orejas hacia atrás. Gruñó cuando vio aparecer al niño desorejado, porque olía a corrupción, a magia negra, a todas esas cosas que Gaïa no permitía y contra las que luchaba su naturaleza gurahl.

Era muy grande para entrar por la puerta de la cabaña, así que se quedó un poco atrás, si debía entrar cambiaría a homínido, pero si no, como úrsido estaba mucho mejor preparado para combatir cualquier amenaza ya fuera de una bruja o de sus criaturas apestosas.

Desde su posición observó el paisaje y tuvo que reconocer que el trasero de aquellas dos rubias estaba muy bien, la mayor daba miedo, debía meter unas hostias como panes, y la pequeña tenía pinta de tener un palo metido en el culo. Pero era un bonito culo. A ver como era el de las brujas.

Cuando Höor se pidió la guapa le contestó con otro gruñido y se irguió sobre las patas traseras para elevarse sobre sus cabezas y poder mirar un poco el interior del edificio cochambroso. Brujas y calderos, qué tipico. ¿Y las verrugas? si no había verrugas ya no era lo mismo.

Al rededor de las brujas corrían muchos cuentos y folclore, pero como todos ellos tenían su por qué o la ración de verdad que le correspondía. Las ollas eran uno de ellos, igual que las distintas hierbas, tarros y amuletos varios que colgaban de las vigas de madera, descansaban en estanterías o la serpiente que se arrastraba lentamente por el suelo. Pero aquella olla en concreto no era una corriente, servía para mucho más que para cocer carne. A través del líquido se veía lo que ocurría en el pantano, Khayla y Lund atacados por esos seres de pico grueso, el resto caminando hacia la cabaña, era una ventana al mundo exterior que se conectaba al pantano a través de los amulentos que Ingrid había esparcido por todo el terreno.

En ese preciso momento se veía al grupo dirigirse por las aguas hacia la cabaña, habría algo esperándoles entre el barro, se levantó una serpiente de agua inmensa dándoles la bienvenida, en el mismo momento en el que Höor abría la puerta de aquella cabaña y casi la echaba abajo. Las dos brujas giraron la cabeza impresionadas, sorprendidas, ellos no deberían estar ahí, la olla nunca mentía. Skogull volvió a mirar el contenido, debían estar enfrentándose a la serpiente, no allí, la imagen se evaporó, convirtiéndose en líquido común y corriente. La hermana mayor de las moiras frunció el ceño y  apretó las manos en el borde de esta.- ¡Ingrid! -Gritó, con rabia, al darse cuenta del engaño. ¿Su hermana, traicionándolas? Al girar el rostro hacia una esquina allí estaba Ingrid, muy quieta, como si hubiera sido tan sorprendida como las otras.

Spoiler:

Brilda gritó por el asombro y se apartó de la olla, pero poco después sonrió ampliamente.- ¡Ven osito! Misi, misi, misi.- Su risa fue aguda y soltó un gritito de alegría antes de hacer un gesto con las manos hacia la puerta por la que el Cannif y los demás habían entrado, conjurando una llamada que salió hacia él.- ¡No! -Skogull gritó pero su hermana pequeña ya se había lanzado a por los intrusos con una amplia sonrisa, intentando achicharrarlos a todos. La hermana mayor maldijo por la bajo y no tuvo más remedio que unirse, esperaban sorprender a los intrusos, no al revés.

- Ingriiiiid, tienes que atrapar al oso, lo prometiste. ¿A que si? ¿A que si? El oso es MIO.- Se lanzó directamente a por el animal, aunque tuviera que alejarse de la cabaña para poder enfrentarse a él.- Mi hermana nunca miente, serás mio, todo entero para mi.- Hizo un abanico con ambos brazos, lanzando una honda expansiva con la intención de sacarlos a todos de la cabaña y echarlos nuevamente hacia las aguas profundas del pantano.

Skogull miró a la imagen de Ingrid en la esquina con una promesa en sus ojos oscuros: Me encargaré de ti luego. La mayor era un tanto diferente, mientras que su hermana era una loca agresiva lanzando hechizos entre gritos, saltos y piruetas ella formó movimientos con las manos mientras susurraba, al acabar en principio no pareció ocurrir nada pero en ese momento, el brazo de Krystha se movió por si solo, atacando a su tía, que era quien más cercana tenía. Su magia no era perceptible, pero un hilo conectaba el brazo de la cazadora, a una de sus manos.

Los animales no eran tan blandos como podrían parecer, su piel estaba cubierta de una corteza grisácea, entre roca y corteza de árbol, que les protegía de los espadazos de Lund y de la islandesa, sin embargo cuando se repetían los golpes en la misma zona esa misma corteza se iba desprendiendo como porcelana agrietada y por eso la cabeza de una de las bestias cayó. Aun separado del cuerpo su cuerpo y sus ojos seguían moviéndose, la sangre oscura y espesa manchaba el pantano, un sonido desgarrador salió del pico. La llamada despertó a las rocas a su alrededor, más montículos que se unieron a la lucha.

El ambiente seguía sobrecargado de aquellos extraños vapores, que cuanto más se inhalaban más embotaban los sentidos, igual que el alcohol o las drogas cuando se excedía su uso. La vista se distorsionaba, el cuerpo se volvía torpe y lento, pero ellos eran guerreros ya consagrados, aun con esos sentidos prestaban batalla y los animales, al final, tenían un cerebro de mosquito y atacaban sin ton ni son, de forma caótica y alterada, sin ningún orden y era difícil adivinar sus jugadas. Lanzaban dentelladas a uno y otro lado, como objetivo las extremidades para privarles de su amenaza. A Khayla se le lanzó uno a la espalda, con su nuca como objeto, pero el chasquido agarró cabello y carne y no llegó al hueso, pero las garras de sus patas traseras se aferraron a su espalda, clavándoselas en la carne.

Lund parecía un objetivo más difícil de reducir, porque la mujer llevaba más tiempo expuesta a los vapores, por eso la horda de bichos era mayor a su alrededor, buscando desarmarle, tirarle al suelo de cualquier manera.

El oso observó a la bruja loca levantarse de un respingo y atravesar la sala en dirección a él. ¿Lo estaba llamando como un gato? esto era el colmo!!! vaya falta de respeto!! Estaba erguido sobre dos patas y sus redondos ojos pardos normalmente calmados y bonachones se abrieron a la par que echaba las orejas hacia atrás y abría las fauces, mostrando unos colmillos enormes y gruesos, prestos a desgarrar. Rugió con fuerza, algunas babas salieron expulsadas de su boca mientras el gutural sonido salía de sus entrañas.

rooooooar:

Levantó las zarpas y cortó el aire con ellas hasta impactar contra un cesto lleno de hierbajos pútridos que salieron volando esparciéndose por el recinto y cayendo sobre la bruja y quie estuviera alrededor. La enorme potencia de sus patas trasera lo impulsaron hacia delante y la fuerza devastadora de sus garras arrancó parte de una pared, las maderas quedaron tatuadas cons vetas de astillas al paso de sus afiladas uñas. ¿La bruja loca quería bailar? pues bailarían antes de que le arrancase la cabeza de cuajo.

Mareada por los vapores sostenía las dos espadas cortas en las manos, giraba a duras penas porque el barro de las botas que se hundían en el apestoso fango, dificultaba la fluidez de movimientos. Cansada, con la cabeza embotada y la sensación de un sueño plomizo cayendo sobre ella, bajó el ritmo y uno de esos Hellchickens le arañó la espalda con aquellas garras llenas de mierda. Gritó y se giró furibuenda, con la vista agudizada de nuevo por el intenso dolor. Hundio una de sus espadas en el pecho y cuando la criatura abrió el pico para descargar otro bocado atravesó su paladar con la otra, sacando el acero por el ojo del bicho. Le cayó encima su sangre pero pudo hacerse atrás para que no le cayera el pollo encima. Cerró los ojos un instante apretando los dientes y respirando pesadamente, le dolía la espalda desollada como cien latigazos y seguramente cogería una infección de las malas. Pocas veces había visto tanta pestilencia junta. Se giró de nuevo notando como se le pegaba el pelo a las heridas y arremetió contra otro monstruo que a su derecha comenzaba a moverse, al parecer su coraza calcárea los protegia de las armas, con lo que debía acertar en las partes blandas descubiertas como los ojos o el paladar cuando abrían la boca. No se lo pensó dos veces y arremetió con ambas espadas contra los ojos del gallo mohoso hundíendolas en sus cuencas y sacándolo del combate. Ciego podría ser aniquilado con más facilidad.

Entre mis manos la espada giraba cortando el aire, engreída mi sonrisa cuando vi a la bruja llamar al oso como un gato dispuesta a comérselo, posiblemente le daría un buen empacho.El ya tenia compañera de baile ¿buscaba la mía?
Mis pardos se desviaron hacia la otra moira, mas paciente mostraba ser la sensata y quizás la mas peligrosa.
-No había guapa -apunté con sarcasmo.
Dejando que el acero bailara mientras los dos nos mediamos en una presentación que no necesitaba nombres ni apellidos. Rodillas ligeramente flexionadas, sendas manso en el mango de la bastarda la afianzaban marcando los músculos tensos de mi cuerpo.
No esperé a que se alzara la falda, ni a que me mostrara sus enaguas, la muerte corría de mi cuenta en esta sala.

Me abalancé hacia ella, mi acero fue detenido por un escudo imaginario que corto la ofensiva, mas no por ello detuve mi rabia, porque la magia era potente, pero el acero era mi vida.
Un gruñido tras otro, duras mis embestidas, rostro perlado en sudor, mi pelo se movia siguinedo a mi cuerpo y el suyo ondeaba por la corriente de energía.

Los cerdos del pantano no parecían dispuestos a descansar en paz, sus corazas duras como escudos rechazaban el ataque del acero, solo asestándoles varios golpes lográbamos quebrarlas para darles muerte a esos engendros.
Los vapores del negruzco pantano no ayudaban, aquello era una cárcel sin salida en la que ambos luchábamos sin tregua pues eramos paladines de Odin y la derrota no corría por nuestras venas.
Asié el acero con fuerza, rudas mis embestidas contra los animales infernales.
Atravesé el cráneo de una de las bestias sacando de allí después la espada, su negruzca sangre resbalaba por mi cara.
Enfrentaba a otro por la diestra cuando sin darme cuenta por el lateral las zarpas de otro quebraron mi defensa, viré rápido, mas no lo suficiente y aunque mi espada golpeó su cuerpo, nada sucedió al respecto.
Mi sangre roja teñía las ponzoñosas aguas y aun así, rendirme no entraba en mis planes ni en los de ella.
Seguí dejando que mi espada volara asestando golpes con una violencia inusitada.
De vez e cuando la miraba de reojo, sin perder de vista mis presas, ella también sangraba, teníamos que vencerlas, y tenia que ser antes de que el pantano se apoderara de nuestras almas y los cuerpos cedieses bajo sus aguas.

La rubia no pensaba que fuera buena idea adentrarse en la guarida de tres arpías a lo loco, desde luego no era la estrategia que ella hubiera escogido, pero una vez hecho ya no había vuelta atrás. Desenfundó su espada y acompañó a los demás hacia la cabaña, pero no pudo hacer demasiado, mientras escuchaba a la loca hablar sobre el oso y el otro respondiendo como un energúmeno a las humillaciones, el brazo que empuñaba el arma se movió solo atacando a quien tenía más cerca, que por casualidad fue su propia tía.

Escuchó una risa detrás de ella, pero cuando quiso girarse tampoco fue capaz, se avalanzó nuevamente a por Ave, por mucho que luchase contra lo que fuera que moviese su cuerpo, no era capaz, como si algo tirase de ella.- ¡Tía! ¡Cuidado! No soy yo. ¡Está manejando mi cuerpo!- Y en ese mismo momento volvió a moverse en contra de su mentora, no eran los movimientos ágiles y muy entrenados de Krystha, ella era una esgrimista profesional, su mayor fuerza en cuanto a caza, tenía talento natural, pero muchas horas de entrenamiento a las espaldas, practicaba durante horas una vez al día y eso se había notado en su manejo, sus movimientos eran burdos, pero seguían siendo peligrosos, su cuerpo hacía lo que quisiera esa bruja y estaba empeñada en hacerse con la vida de Aveline.- Ave, no te reprimas, no dejes que esa bruja se salga con al suya. Maldita sea.- Gruñó, luchando con el dominio, desesperada, pero sin resultado.

En la inmensidad del pantano.

Las bestias del pantano iban cayendo una a una a manos de los expertos guerreros, pero se llevaron un pedazo de cada uno, sus muertes salieron caras y algunos de los supervivientes se lo pensaron muy mucho antes de sisear con desagrado y salir corriendo, dejando atrás a los dos combatientes sin muchos ánimos de volver a probar suerte, no al menos hasta que sus fuerzas se recompusieran y buscaran apoyo. Por un momento el pantano les dio un ligero respiro, uno que, al menos Khayla, parecía necesitar, pero la amenaza seguía allí, entre las ramas retorcidas y los vapores venenosos elevándose y concentrándose a cada paso.

Detrás de la nueva puerta trasera de la cabaña.

De un momento a otro el caos reinaba en la cabaña, una de las paredes cayó al suelo detrás del oso que la había derribado. La bruja parecía debajo de la enorme masa de músculos y con sed de sangre, Brilda se echó a reír al caer duramente al suelo y apoyó las manos en el pecho del animal, de estas  salieron una marea de aire a presión que fueron capaces de levantar a semejante cambiante y lanzarlo por los aires, apenas un metro, pero levantar ese peso era en sí una proeza inmensa. La bruja se puso en pie, como si el brazo que se le acabase de descolocar no fuera la gran cosa. Se volvió a reír y el hueso se volvió a colocar con un crujido espantoso. Se dio la vuelta en cuanto el úrsido volvió sobre sus patas.- Misi, misi, misi.- Saltó cuando el oso estuvo a punto de atraparla con sus poderosas patas, la bruja rubia pasó los brazos  por debajo de sus piernas y las alzó, el agua pérfida del pantano se elevó alrededor de su cuerpo y al bajar, la bruja no estaba, las amenazadoras zarpas del animal capturaron el agua en su caída libre, mientras la estruendosa risa de la mujer resonaba por el pantano. Las pisadas rápidas de la bruja se escuchaban al chapotear por el pantano, no era difícil de seguir con la vista, puesto que por cada zancada levantaba una buena cantidad de fango y se podía adivinar por dónde pasaba, pero ni corta ni perezosa, corría directamente hacia él. Su figura se dibujó por un instante en el aire, justo cuando dibujaba un símbolo con las manos y lo lanzaba contra el oso, una llamarada chocó directamente con su rostro, impidiéndole ver. El fuego no era exageradamente poderoso y se desvaneció con rapidez, pero el segundo que le perdió de vista le bastó para lanzarse contra el oso, el tacto fue igual que el de una sierpe, pasó por su pata delantera como si nada y se instaló a su espalda, su rostro pasó por su oreja.- Rrrrrrr.- Y se alejó con rapidez, a sabiendas de que a distancias cortas, era un peligro, saltó usando la espalda del animal de apoyo, movió los brazos como si estuviera arrastrando algo con los brazos y el agua del pantano volvió a moverse y a lanzarse contra él, Brilda le lanzó un beso, hecho que aprovechó para soplar suavemente y que el agua se congelase, atrapando al oso o con esa intención.

Dentro de la cabaña.

Skogull seguía concentrada en manejar a la chiquilla rubia que era la que había tenido al alcance, al observar que Los Hilos habían funcionado se preocupó por quitarse de en medio a aquellos que tenía más cerca de la muchacha, para reducir amenazas, pero no contaba con que la idiota de Brilda saliera a través de la cabaña y siguiera el juego fuera.- ¡INGRID!- Gritó exasperada cuando levantó la mano que tenía libre para formar el escudo que mantuvo a raya a Höor, Skogull rugió frustrada y se alejó pegándose al techo como si fuera una araña, miró con rabia la escena mientras Ingrid, se encogía en una esquina de la cabaña y rezaba por pasar inadvertida. No acudió a la llamada de su hermana, solo se quedó allí, como si no actuar le salvase de su destino, que había entrado por aquella puerta sin miramientos. Skögull gritó con fuerza, al principio parecía tan solo otro grito de frustración hasta que los tímpanos empezaron a temblar demasiado y el incómodo pitido se expandía por la cabeza como si esta fuera a estallar, pero no pudo mantener demasiado tiempo aquel tono, lo justo para obtener cierta ventaja que usó para mover a Krystha en al trayectoria de Höor justo cuando este pensaba empalarla con su arma, no hirió a la muchacha porque esta detuvo el golpe con su propia arma y acto seguido se movió para atacar a Höor y alejarlo de la bruja, aun encaramada al techo por el que se movía, alejándose de ese modo del resto de personas.

Los monstruos de plumas parecían replegarse por su ataque y el de Lund, ambos eran fieros guerreros y les estaban haciendo bastante daño, pero sólo eran dos y estaban cansados y aturdidos por los vapores. Cuando el pollo salió de su campo visual, hincó la rodilla en tierra, estaba agotada y no se sostenía en pie. La sangre manaba de su espalda y cuando la adrenalina empezaba a bajar podía notar cómo pulsaba el dolor del músuclo desgarrado. Ahora ya no se sentía la mano derecha, su mano más diestra, y trató de apretar los dedos alrededor de la empuñadura de su arma, pero éstos no obedecieron. Seguramente la carnicería inflingida por las criaturas sobre la guerrera habría afectado a algo importante.

Un gruñido y un cacareo sonó a su espalda, otro monstruo más. Cerró los ojos y apretó los dientes con rabia, no quería morir en un pantano apestoso, pero si era la voluntad de Odín que ella pereciese así para alcanzar el Valhalla, que así fuera, moriría matando. Renqueante se levantó y de su mano laxa cayó el arma, pero no así de la izquierda que aún mantenía la fuerza del agarre, y giró sobre sus talones para pinchar una y otra vez el pecho de aquella cosa, esquivando mal que bien sus picotazos. Hundió la espada en su cuello, pero el bicho seguía vivo y de un empellón la tiró al suelo aplastándola con su pata de duras escamas y uñas retorcidas como garfios. Khayla sintió el golpe en todo su cuerpo y el terrible dolor de la espalda al entrar en contacto con el fango putrefacto. Era el fin. Su mente se fundió a negro cayendo en la inconsciencia, inerte como una piedra bajo la infecta pata de la criatura que la mantenía sumergida en la ciénaga.

El oso lanzaba zarpazos al aire tratando de cazar a la bruja que le ofendía al tratarlo como si fuera un gato callejero. ¡Por las barbas de San Eduardo, patrón de Escocia! que como la enganchara se le iban a quitar las ganas de reirse de él. Cuando ya casi creía que la tenía, de nuevo se encontraba con tan sólo agua o fango entre sus zarpas, era frustrante. Avanzó unos pasos, erguido sobre sus patas y de nuevo trató de cerrar aquellas poderosas manos de uñas afiladas alrededor de algun miembro de esa hija del demonio a la que iba a sacar los ojos y la lengua en cuanto pudiera...pero no. Tampoco.

Parecía como un mosquito le picase a un elefante, ¡pero qué mosquito! la llamarada le cegó por unos instantes, los suficientes para caer en la trampa de Brilda. Esos momentos cegadores bastaron para que ella le lanzase un hechizo muy efectivo. Cuando se vino a dar cuenta notó el frío ascender con rapidez por sus enormes cuartos traseros cubiertos de pelo tupido y marrón, la muy maldita le había lanzado un hechizo congelante. Automáticamente su cabeza y su instinto de supervivencia le alertaron de que no debía quedarse quieto antes de que se completase la misma y así lo hizo, se revolvió antes de congelarse, con lo que se había quedado atrapado un poco de aire entre él y el hielo y con grandes esfuerzos, sacando su ira máxima desde las entrañas, consiguió romper la armadura de agua sucia congelada rugiendo con estruendo. Por sus ollares salía el vaho blanquecino y sus ojos pardos brillaban peligrosamente. El gurahl enfurecido rugió de nuevo y se lanzó sin pensarlo dos veces contra la bruja. Ésta sería más rápida, pero sus brazos poderosos eran más fuertes y largos, en cuanto se acercara tenía que preveer la dirección de su huida y no dejarla que se fuera.

La enganchó en una de sus acometidas, esa risita siniestra se la iba a hacer tragar. La había agarrado por la ropa y en cuanto dio un tirón seco de ella, la tuvo lo suficientemente cerca como para estamparla contra el suelo. Ya era suya. Le rugió en la cara con las fauces abiertas, dejando que unos hilos de babas cayeran sobre el rostro de Brilda.

Los monstruos se replegaban, nuestros ataques eran devastadores y aunque los humos que inhalábamos de aquel pantano lograban diezmar nuestros sentidos atontandolos, llevábamos una vida dedicada al acero, nada podría venceros, me negaba a que mi valquiria tuviera que venir a por mi a un cenagal de mierda abatido por unos musgosos cerdos.

Blandía la espada con fiereza, el acero silbaba reflejando al dios Mani que desde el cielo y perseguida por Hati nos admiraba.
El aullido de Khaila me puso de sobre aviso, algo me decía que sus heridas albergaba mucha mas gravedad de lo que a simple vista parecía.
Rugí voraz, intentando zafarme de la aberración que tenia frente a mi, mi único propósito llegar a ella, de no hacerlo algo me decía que no volvería a verla.

Como si su brazo pesara, apenas con la zurda alzaba la espada, apreté los dientes mirándola de reojo.
“Aguanta” me dije sin gritarlo, pues la conocía, que me necesitara implicaría un deshonor para alguien como ella.

Me abrí paso por el pantano, desentenderme de mi enemigo me llevó a sufrir un buen tajo en el brazo, mas eso no detuvo mi avance hacia la guerrera que pinchaba a su enemigo con destreza. Hasta que este se le revolvió y con voracidad la tiró contra las negras aguas, no se bien que pasó, pues por atrás me atacó ese polluelo de mierda, enrabietado viré sobre mi pie derecho y de un tajo le corté el pescuezo que quedaba renqueante colgado de los músculos mientras corría como una gallina sin cabeza.

La siguiente vez que centré mi mirada en la guerrera yacía en el suelo inconsciente, la pata de la bestia sobre su cabeza, embestí liberándola del agarre, ambos caímos sobre las putrefactas aguas del pantano enzarzados en una batalla en al que solo podría quedar uno, sangre roja tiñeron las aguas, hasta que ahogada en su propia sangre y con mi acero incrustado en su cráneo el bicho dio sus últimos coletazos de vida.

Me alcé renqueante, jadeando y corrí hacia ella sacando su cabeza del fango, con los dedos le saque la mugre de la boca, no respiraba, así que insuflé aire por su orificio apoyado mis labios en os suyos.
-¡Vamos Khaila! No me jodas, no voy a dejar que te quedes con la valquiria mas guapa -rugía al tiempo que le hacia un masaje cardíaco.

Mi acero golpeaba ese invisible escudo una y otra vez, yo era tenaz, adiestrado desde niño en el manejo del acero, era para mi como una extremidad mas de mi cuerpo.
Mi vida era la espada, mi camino la victoria y mi final el Valhalla.
Podía ver a la maldita bruja apretar los dientes, puede que fuera poderosa, pero si algo había aprendido con el paso de los tiempos es que cuanto mas grande fuera el enemigo mas fuerte seria su caída.

Rugí temperamental volviendo a incrustar mi bastarda en aquel campo de fuerza cuando con habilidad la bruja uso su madeja de hilos para lanzarme a la rubita que acompañaba a Aveline.
-¡Joder! -rugí no queriendo hacerle daño, claro que no se podía decir que la dama no fuera diestra ni voraz en sus ataques.
Esquivé y detuve interponiendo mi acero sus embestidas, de seguir así acabaríamos matándonos a nosotros mismos, algo que ni de lejos pensaba consentir.

Fue entonces cuando el grito de la bruja araña que había trepado por la pared como si no le costara nos llevó a taparnos los oídos, apreté los dientes, mis ojos se entrecerraban ligeramente y mis labios se entreabrieron para dejar salir ese ruido que me retumbaba por dentro.
Krys como yo se había detenido incapaz de continuar moviéndose, ese chirrido bien podría reventarnos los tímpanos.

De mi chaleco saqué una daga gruñendo y sin pensarlo la lancé en dirección a “Ella la Araña” habiéndosela en el hombro derecho, no fue un lanzamiento tan diestro como los que solía hacer, pero teniendo en cuenta la situación al menos logré herirla, pues esta aulló de dolor fijando sus ojos en mi y que dejara de chillar como una puta banshee.
-Vamos cazadora, resistete y vamos a por esa hija de puta, tu y yo no somos de esos que nos dejamos manejar con putos hilos imaginarios.
Lucha -le pedí clavando en sus azules mis pardos mientras seguía intentando protegerme de sus ataques.
La magia también puede contrarrestarse con fuerza de voluntad.

Fuera de la cabaña.

Brilda seguía jugando con el oso, sabía mil y un trucos, e intentaba contener al animal de cualquier forma. Cuando el hielo cedió a su fuerza descomunal siseó contrariada pero no se detuvo, al final ese pantano era suyo, les pertenecía por derecho y aquella tierra estaba regada con la sangre de sus antepasados, seguía sus órdenes ciegamente de modo que los elementos a su alrededor eran como juguetes en las manos de una niña, hacían lo que deseaba, el fuego creaba grilletes alrededor de las patas de la bestia, el agua y el fango protegían a la mujer una y otra vez de ser capturada y el viento la envolvía distorsionando aquello que los demás percibían volviéndola invisible a ojos humanos aunque no lo fuera. Brilda era la hermana más joven, más caótica, pero también con el poder más devastador y absoluto, toda ella era un conjunto de fiera naturaleza, una retorcida y corrompida. Era muy difícil de alcanzar, de hecho siempre que el oso parecía capaz de alcanzarla se desvanecía con un nuevo truco, como si aquella mujer solo fuera una ilusión, pero la risa era impoluta, traspasaba cualquier barrera mágica, limpia y burlona, le llegaba al úrsido claramente, se burlaba de él, le ronroneaba, Brilda estaba disfrutando, hasta que escuchó el grito de su hermana. Algo iba mal.

Por un momento, la hermana más joven miró confusa hacia la cabaña, cuando algo obligó a su hermana más templada a acallar su grito de banshee que era de las bazas más poderosas que tenía, sustituido el alarido por uno de dolor.- ¿Skogull?- Brilda se encontró realmente confusa, desde luego había algo que no estaba bien, ¿Qué estaba haciendo Ingrid? Cogió aire, percatándose de un detalle en el que no había reparado hasta el momento. Miró hacia un lado, pero no encontró el cobertizo donde guardaban a los niños, entre otras cosas más importantes, no se veía nada pero Brilda era muy capa de percibir la magia sutil, patética de la hermana que faltaba. Brilda no podía creerlo, ¿Les estaba engañando? Mostró los dientes como un animal y gritó, giró para ir en busca de Ingrid. Todo ocurrió en apenas segundos, de modo que en el momento de alteración y de cambio de cambio de rumbo, el McQuinn encontró la oportunidad perfecta para alcanzarla en su trayectoria. Brilda fue interceptada por la garra del oso y su sorpresa fue aun mayor cuando se vio debajo de él. Olía a sangre. Dolía. ¿Por qué dolía? - Aun no, mi amor, luego te montaré. Tengo cosas de las que encargarme primero. - Y rugió, furiosa, pero el peso era abrumador, se revolvió a la desesperada mientras gritaba al ver los dientes de la furiosa bestia tan cerca de su cara y en un arrebato de furia todo su cuerpo se inmoló en llamas mientras seguía revolviéndose, intentando apartarle, quemarle, hacerle huir.

En el interior de la cabaña.

Skogull estaba tan llena de rabia como su hermana pequeña, pero eso no le impedía razonar, al contrario que a la otra. Seguía gritando, mientras que Höor y los que estaban demasiado cerca no podían apenas moverse por el doloroso sonido, ella podía controlar a Krystha pese a que estuviera sufriendo el mismo dolor, su cuerpo ya no le pertenecía así que usó ese momento para atacar al Cannif, desgarrando carne en el proceso justo cuando el cuchillo alcanzó su hombro y tuvo que detener el gran alarido, para sustituirlo con otro mucho más personal y real. Sorprendida miró al hombre de ojos pardos, cuya voluntad había hecho mermar la fuera de su magia. Rabiosa dejó de pensar en Ingrid, ya ajustaría cuentas con ella. Se movió por el tejado mientras su cuerpo empezaba a retorcerse, los huesos quebraban, se estiraban, hasta convertirse en finos hilos como las patas de una araña, su cuello también se alargó y sus dedos, era como si algo hubiera cogido a la mujer y la hubiera estirado por los extremos. Se movía aun por el tejado solo que con mucha más agilidad y abarcando mayor espacio. La bruja no estaba dispuesta a morir allí y sus manos se movieron con elegancia, sus alargados dedos se movieron como si no tuvieran articulaciones y volviendo a manejar a Krystha, frunció el ceño al notar que la mujer se resistía, pero no iba a permitirlo.

Mientras mantenía a Krystha con una mano lanzó sus hilos hacia la otra rubia, a la más mayor, si eran dos contra uno tendría todas las de ganar y cuanto más hilos consiguiera enlazar, más poderosa se volvía ella. Pero su cuerpo no se transformó solo para ser más grotesco, sus piernas, tan finas como agujas, se lanzaban hacia Höor cada vez que tenía una mala posición, buscando pinchar en carne, igual que el aguijón de una araña, para inyectarle su veneno.- No te saldrás con la tuya, pequeña arpía.- Observaba a Ave mientras hablaba pero Ingrid, en la esquina de aquella cabaña se encogía de terror. Skogull se concentró, los hilos apenas invisibles salvo para alguien muy atento, se esparcieron por las pareces de la cabaña saliendo directamente de su cuerpo, como si pequeñas sombras salieran de ella, en busca de lo que de verdad le estaba perjudicando.


Al mismo tiempo, la verdadera Ingrid, escondida aun entre los niños en el cobertizo que había negado a los ojos de todos, luchaba por mantenerse consciente. El esfuerzo que hacía para mantener la pantomima, el cobertizo oculto, su imagen falsa dentro de la cabaña, que su poder no flaqueara en general, era un esfuerzo atroz. Sus ojos completamente abiertos mirando fijamente al techo del cobertizo, sin ver nada, absolutamente blancos y con el cuerpo perlado en sudor y gestos de esfuerzo y de dolor, los niños se arremolinaban a su alrededor aterrados, pero sin emitir un solo ruido. Su poder era el menos llamativo, el más débil y se había valido de esa falta de presencia para engañar a sus propias hermanas. Habían sido muchos años de planificación, había extendido su propia magia alrededor del pantano, para que sus hermanas se acostumbraran a su presencia y no le dieran importancia. Dejando que su fantasía, que las imágenes de su mente se colaran tan suavemente entre las mentes de sus poderosas hermanas, permaneciendo en ellas como una enfermedad latente, que a pesar de estar ya en su huésped este no se enteraba hasta ser demasiado tarde. Aun así, si las redes de Skogull conseguían alcanzarla, todo habría terminado para ella. Para todos.

¿Montarlo? Puta bruja loca. Eso no iba a pasar ni en mil años, ¡por todos los santos!. McQuinn rugió a plena potencia soltando hilos de babas que cayeron sobre la cara de Brilda; esa bruja atrevida iba a pagar su furia devastadora. Los osos eran tranquilos si no les atacas, esa fisonomía redonda y peluda, casi adorable, se convertía en una picadora de carne cuando la invadía el odio, la rabia, la furia desmedida. Y Brilda había conseguido sacarle todo eso a relucir: primero porque iba jugando al escondite con trucos de sucia bruja retorcida y segundo porque se mofaba de él. Estaba seguro de que ella sabía que era también un hombre, y de haber estado en forma humana le habría contestado alguna sandez, porque es lo que merecía. Algo así como "ya sé que te mueres porque alguien te quite las telarañas, pero hoy no me he traido la escobilla del inodoro".

Consiguió engancharla en un pequeño despiste, él también había notado más magia suelta por ahi, pero no estaba en disposición de atender a nada más que no fuera esa arpía que jugaba con él llamándole como a un gato. ¡Mala suerte! haber estado atenta. Iba a descargar sus garras contra su cuello para separarle la cabeza del tronco de una maldita vez y borrarle esa asquerosa sonrisa de la cara. Y ahora que la miraba bien, no era tan fea, pero se notaba que tenía los ojos de una loca, saltones y expresivos. Pero Brilda no le dio la oportunidad porque se envolvió en una bola de fuego sin más ni más. La muy chalada se había inmolado, quedándose sin pelo alguno en la cabeza, sólo para hacer que él también ardiera. Estaba tan cerca del feugo que hacerse a un lado ya no tenía sentido así que reaccionó como su instinto le dictó: sentándose sobre ella con un seco golpe. Dejó caer su potente anatomía, sus 400 kg de peso sobre el menudo cuerpo de Brilda, al cual apagó las llamas de una sentada, literalmente. Las costillas crujieron y se clavaron entre los pulmones y el corazón, las vísceras quedaron aplastadas y machacadas bajo la enormidad del oso y la bruja empezó a sacar sangre por la boca. El fuego se apagó en un par de segundos y la vida de la hechicera se esfumó delante de su hocico dejando pintado en su rostro una expresión de sorpresa. Genial. Morirse porque el enorme culo de un oso te revienta por dentro al sentarse encima de ti debía ser muy denigrante, y si había un infierno para brujas, ahora mismo las que estaban allí se estarían carcajeando de Brilda.

El oso se levantó sobre sus cuartos traseros que ahora humeaban. Mierda. Tenía la piel desollada y en carne viva...yupi. Cuando cambiase a forma humana iba a ser un festival. De todas las partes del cuerpo que se podía abrasar, el trasero es lo que le ardía ahora mismo e iba a doler un infierno. Rugió una vez más para dejar claro quien mandaba allí y se alejó de Brilda bamboleando ese trasero escocido, rumbo al pantano a buscar alguna charca donde el agua no estuviera muy sucia y pudiera hundirlo para aliviarse.

La bruja araña era repugnante, pero al menos había dejado de gritar tras la puñalada, algo que me hizo sonreír altivo.
-¿Empiezas a vislumbrar tu final? -aseguré desafiante.
La araña encabronada, con sus afiladas patitas, descendía por las paredes mientras yo rugía intentando mantener a cierta distancia a la cazadora que con su afilado acero trataba con saña de ensartarme como si fuera un conejo.
La risa de aquella diabólica mujer retumbaba en las paredes, hilos invisibles que ahora lanzaba dispuesta a atrapar a Aveline.

Embestí contra la araña en un vano intento de ayudar a la cazadora que conocía, un error que pagué caro pues con el flanco derecho al descubierto, la mortal cazadora rubia sajó mi costado haciéndome aullar de dolor.
Apreté los dientes, sentía el flujo de sangre manar por la herida como un rio escarlata.
Afiancé la bastarda con la zurda, mis ojos centellearon ante la lumbre naranja y con esta asesté un golpe a una de las patas traseras que ponzoñosa se lanzaba en mi dirección.
Ladeé la sonrisa al cortársela de cuajo viendo como sobre el suelo y como si de la cola de una lagartija se tratara se movía.

Tuve que replegarme porque la cazadora volvía a embestir contra mi, estaba bien entrenada y yo herido, jadeaba ante ella afianzando el acero para desviar el suyo. No quería hacerle daño, así que de nuevo volvíamos a danzar uno frente a otro