AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Unexpected magic [privado]
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Unexpected magic [privado]
Recuerdo del primer mensaje :
Habían transcurrido tres días desde que regresáramos a Akershus con el muchacho tan parecido a Niels. El viaje al menos, había cumplido con su cometido, mi mayor recompensa consistió en presentarnos frente al conde con el éxito en las manos ya que me seguía importando muchísimo la opinión que tuviera de mi.
Por la noche trepé al tejado del ala sur del castillo y observé el panorama, con el aire fresco provocándome ciertas cosquillas en el rostro y mis manos abrazando mis rodillas. Pensé en aquel viaje, pensé en la montaña, y pensé en mi naturaleza. ¿Era ermitaña como mi padre? ¿Era festiva como para danzar alrededor de las hogueras? ¿Iba a emprender más travesías como aquella? ¿Iba a conocer más lugares? ¿Era un caso perdido?
Estiré mis pequeñas patas frente a mi con aire extraviado, no tenía la menor idea, aunque probablemente le atinaba más con la última pregunta. Mis ojos deambularon sobre el panorama que podía percibir y lo supe, iba a marcharme, el camino me llamaba otra vez. Me desperecé arqueando mi pequeño lomo, no había mejor momento que el presente.
Con agilidad corrí sobre el tejado y descendiendo sin reducir mi carrera comencé a alejarme de la fortaleza, sintiéndome revigorizada, con deseos de verlo todo y de recorrer nuevos caminos, el brillo de la aventura iluminaba mis felinos ojos y sin meditarlo aumenté la velocidad, atravesando el trayecto hasta el puente levadizo y atravesándolo me alejé camuflándome con el paisaje.
Tres semanas después mi grácil figura felina se colaba de regreso en los muros de la fortaleza. La noche era fría y un par de hombres que hacían guardia en la entrada no prestaron atención a la gata que se colaba a un lado suyo mientras se mantenían de pie estoicos, no podía precisar si estaban totalmente despiertos o no.
La noche era fría, sentía todo mi pelaje erizado y mi estómago me pedía a gritos algo de comer. Con mi conocimiento sobre los atajos y recovecos me fue fácil introducirme en el castillo y aterrizar ágilmente sobre mis pequeñas patas. Bien, ahora solo quería llegar a la cocina, saquearla y tumbarme junto a alguna de las chimeneas encendidas.
Atravesaba el área de jardín que circundaba al patio de armas cuando un diminuto halo de luz llamó mi atención. ¿Me lo había imaginado? La curiosidad me hizo cambiar de dirección y comencé a correr para intentar alcanzarla con mis patas. Frente a mi había una segunda, una tercera… las miré con asombro, luciérnagas… Tan pronto una nueva pasó frente a mi me lancé en pos de ella, zigzagueando y dando piruetas en el aire. ¡Ja! ¡Te tengo! Di un salto mortal y la tuve justo a mi alcance cuando me di de frente con un cuerpo. Mi susto fue tal que lancé un chillido, erizándose toda mi piel, antes de dar manotazos en el aire y caer despatarrada sobre el cuerpo.
Vi pequeñas estrellas de colores a mi alrededor y me percaté después de bambolearme de que estaba acostada encima de la montaña con la que había chocado. Abrí los ojos desmesuradamente y salté para ponerme de pie sobre su estómago. ¡Un intruso en el castillo!
Alcé mi pata dispuesta a sacar mis uñas pero la dejé suspendida en el aire al mirarlo. Aún no abría los ojos así que me acerqué lentamente hacia su rostro. ¿Respiraba?
Mi mirada deambuló sobre él y ladeé mi rostro, observándolo, la brisa movía un poco su cabello castaño y al repasar sus rasgos sentí como si estuviera haciendo algo que no debía. Lentamente atiné a salir de mi estupefacción y hundí mi dedo tentativamente en su mejilla un par de veces.
Repentinamente sus ojos se abrieron, me miraron, y mis latidos se dispararon antes de salir corriendo a esconderme detrás de un árbol.
Repentinamente sus ojos se abrieron, me miraron, y mis latidos se dispararon antes de salir corriendo a esconderme detrás de un árbol.
Apoyé mi espalda en el tronco, procuré tranquilizarme y poco a poco fui asomando la cabeza desde atrás de este para buscarlo con la mirada.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: Unexpected magic [privado]
La fiesta había empezado, las calles estaban abarrotadas de norteños, la hidromiel corría de mano en mano y Arturo había quedado conmigo en la puerta de la taberna para reunirnos con el resto y celebrar la fiesta de la cosecha. No dejé de dar vueltas a las palabras de Torvi, ella estaba hastiada, supongo que nuestra “relación” nunca tuvo un final, dimos las cosas por echas porque ni siquiera habían empezado en verdad, quizás me equivoqué, quizás ella sintió mas y quizás fui un imbécil al pensar que la gata solo quería ir y venir como siempre había hecho desde que la conocí.
Golpeé la puerta de su habitación, no esperé respuesta, simplemente entre, era consciente de que ella estaba ahí, con esos ojos de gata mirando hacía la puerta, no esperando que mi aura fuera la que resplandeciera al otro lado de ella.
-Lo siento -dos palabras que sonaron altas, claras y sinceras.
Caminé hacia el interior cerrando la puerta tras de mi.
-No quiero que pienses que no significaste nada para mi, lo hiciste, en el corazón a veces no mandamos nosotros, contigo tenía una amistad fuerte, tu siempre ibas y venias desde que era un niño, sinceramente no sabía que lo que sentías por mi era fuerte y ...la conocí, me enamoré, lo siento, siento haberme ido sin darme cuenta de que tu y yo teníamos algo.
Se que estas arisca, desconfiada, pero Arturo es un buen chico, creo que le gustas, intenta conocerlo, no todos los hechiceros han de ser tan idiotas como yo ¿no crees gatita?
Golpeé la puerta de su habitación, no esperé respuesta, simplemente entre, era consciente de que ella estaba ahí, con esos ojos de gata mirando hacía la puerta, no esperando que mi aura fuera la que resplandeciera al otro lado de ella.
-Lo siento -dos palabras que sonaron altas, claras y sinceras.
Caminé hacia el interior cerrando la puerta tras de mi.
-No quiero que pienses que no significaste nada para mi, lo hiciste, en el corazón a veces no mandamos nosotros, contigo tenía una amistad fuerte, tu siempre ibas y venias desde que era un niño, sinceramente no sabía que lo que sentías por mi era fuerte y ...la conocí, me enamoré, lo siento, siento haberme ido sin darme cuenta de que tu y yo teníamos algo.
Se que estas arisca, desconfiada, pero Arturo es un buen chico, creo que le gustas, intenta conocerlo, no todos los hechiceros han de ser tan idiotas como yo ¿no crees gatita?
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: Unexpected magic [privado]
Todavía estaba alterada cuando regresé a mi habitación, así que di un portazo detrás de mi antes de dejarme caer sobre la cama y mirar hacia el techo. Suspiré largamente, siempre era lo mismo, los vikingos se la pasaban bromeando y empujando al primero que se cruzaba por enfrente en mi dirección, como si yo no pudiera elegir por mi misma, o de lo contrario hacían bromas con respecto a mi falta de interés. Lo que no entendían es que ni estaba desesperada por ligarme a alguien diferente todo el tiempo ni tampoco planeaba pasarla sola a cada segundo, pero ¿cómo se suponía que me relajara lo suficiente cuando de una vez ya volvían a lanzar a un nuevo infeliz hacia mi o me lo restregaban por las narices?
Me acosté de lado molesta por el hecho y me hice un ovillo abrazando a mi almohada. La plática de hace un momento había sido de lo peor, continuó dando vueltas en mi mente hasta que finalmente me quedé dormida.
Para cuando desperté ya casi había caído la noche, me levanté con un bostezo, me dirigí a tomar un baño y cambiarme de ropa y cuando lo hube hecho me senté frente al tocador para cepillarme el cabello. Con el rabillo del ojo vi como la puerta se abría y para mi sorpresa Sirius entró en la estancia sin siquiera tocar la puerta, palidecí al notar su presencia y casi dejé caer el cepillo al suelo pero lo atrapé con un rápido movimiento. -Un par de golpes anunciándote no hubieran estado de más.-
No deseaba este interludio, no tenía deseos de que fuera testigo de mi alteración y nada más puso un pie adentro supe que no iba a mejorar mi estado lo que intuía que iba a salir de su boca.
-Creo que deberías irte.- Me tragué la tensión que ascendía agigantadamente por mi garganta y permanecí sentada, observándolo fijamente mientras iba soltando las palabras.
Permanecí en silencio porque realmente, no creía que él quisiera saber nada, simplemente continuaba con esa disculpa porque de repente le entraba la necesidad de… no sé de qué, ¿de escucharme? De eso no, por cierto, mientras más hablaba más se secaba mi garganta y más me sentía atrapada por haber sido pillada de improviso sin posibilidad de salir por la ventana -Los amigos no se abandonan de la noche a la mañana.-
Y luego vino toda esa explicación que únicamente logró que mis dedos temblasen un poco, algo no demasiado perceptible. Que si no se dio cuenta de que tal vez yo sentía más, que la vida era como era y que se había enamorado, algo que fue fulminante e inevitable, y terminaba con esa incitación a que fijara mi atención en Arturo.
El aire en la habitación se hizo más denso, respiré profundamente para procurar enfocarme y aparentar serenidad, aunque de repente me quedaba callada a causa del peso que se manifestaba en mi estómago. -Y ahora que has hablado….- emití, preguntándome si sería creíble que forzara una sonrisa. -deberías volver con los demás, tu familia te echará en falta, sin mencionar que le harás un desaire al invitado con el que te llevas tan bien.-
Me acosté de lado molesta por el hecho y me hice un ovillo abrazando a mi almohada. La plática de hace un momento había sido de lo peor, continuó dando vueltas en mi mente hasta que finalmente me quedé dormida.
Para cuando desperté ya casi había caído la noche, me levanté con un bostezo, me dirigí a tomar un baño y cambiarme de ropa y cuando lo hube hecho me senté frente al tocador para cepillarme el cabello. Con el rabillo del ojo vi como la puerta se abría y para mi sorpresa Sirius entró en la estancia sin siquiera tocar la puerta, palidecí al notar su presencia y casi dejé caer el cepillo al suelo pero lo atrapé con un rápido movimiento. -Un par de golpes anunciándote no hubieran estado de más.-
No deseaba este interludio, no tenía deseos de que fuera testigo de mi alteración y nada más puso un pie adentro supe que no iba a mejorar mi estado lo que intuía que iba a salir de su boca.
-Creo que deberías irte.- Me tragué la tensión que ascendía agigantadamente por mi garganta y permanecí sentada, observándolo fijamente mientras iba soltando las palabras.
Permanecí en silencio porque realmente, no creía que él quisiera saber nada, simplemente continuaba con esa disculpa porque de repente le entraba la necesidad de… no sé de qué, ¿de escucharme? De eso no, por cierto, mientras más hablaba más se secaba mi garganta y más me sentía atrapada por haber sido pillada de improviso sin posibilidad de salir por la ventana -Los amigos no se abandonan de la noche a la mañana.-
Y luego vino toda esa explicación que únicamente logró que mis dedos temblasen un poco, algo no demasiado perceptible. Que si no se dio cuenta de que tal vez yo sentía más, que la vida era como era y que se había enamorado, algo que fue fulminante e inevitable, y terminaba con esa incitación a que fijara mi atención en Arturo.
El aire en la habitación se hizo más denso, respiré profundamente para procurar enfocarme y aparentar serenidad, aunque de repente me quedaba callada a causa del peso que se manifestaba en mi estómago. -Y ahora que has hablado….- emití, preguntándome si sería creíble que forzara una sonrisa. -deberías volver con los demás, tu familia te echará en falta, sin mencionar que le harás un desaire al invitado con el que te llevas tan bien.-
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: Unexpected magic [privado]
Había quedado con Sirius para acudir junto al resto a la fiesta de la cosecha, al parecer el hechicero había querido mantener una conversación con la gata, pero esta debía haberle pegado un buen zarpazo por la cara que el bárbaro traía de pocos amigos.
Le pasé una de las jarras dándole una palmada en la espalda.
-Olvidate Sirius, al parecer sean norteñas o francesas todas las mujeres son complicadas.
Aquella noche las hogueras incendiaban las calles de Akershus, la hidromiel corría de mano en mano así como los distintos puestos con carne condimentada que había sido cazada aquella misma mañana.
Nos juntamos todo el grupo de Cannif, si algo tenían esos muchachos era la facilidad con la que conseguían sin tener que currarse nada que las mujeres les bailaran el agua.
Sirius era mas tímido, se limitaba mas a divertirse que a tratar de llevarse a cualquiera al lecho, algo normal teniendo en cuenta que estaba casado con una princesa rumana.
Tras un par de jarras la gente fue animándose, frente al fuego varias parejas improvisadas empezaron a bailar restregando sus cuerpos, los vikingos vivían haciendo alarde del sexo, nunca conocí una forma de vida mas abierta.
-Nosotros no sabemos el tiempo que permaneceremos en Midgard, así que no nos basamos en reglas absurdas, disfrutamos cada segundo como si fuera el último ¿por que no lo intentas? -me dijo Niles dándome una palmada en la espalda mientras con la cabeza me señalaba a Torvi que al parecer acababa de unirse a la celebración.
Le pasé una de las jarras dándole una palmada en la espalda.
-Olvidate Sirius, al parecer sean norteñas o francesas todas las mujeres son complicadas.
Aquella noche las hogueras incendiaban las calles de Akershus, la hidromiel corría de mano en mano así como los distintos puestos con carne condimentada que había sido cazada aquella misma mañana.
Nos juntamos todo el grupo de Cannif, si algo tenían esos muchachos era la facilidad con la que conseguían sin tener que currarse nada que las mujeres les bailaran el agua.
Sirius era mas tímido, se limitaba mas a divertirse que a tratar de llevarse a cualquiera al lecho, algo normal teniendo en cuenta que estaba casado con una princesa rumana.
Tras un par de jarras la gente fue animándose, frente al fuego varias parejas improvisadas empezaron a bailar restregando sus cuerpos, los vikingos vivían haciendo alarde del sexo, nunca conocí una forma de vida mas abierta.
-Nosotros no sabemos el tiempo que permaneceremos en Midgard, así que no nos basamos en reglas absurdas, disfrutamos cada segundo como si fuera el último ¿por que no lo intentas? -me dijo Niles dándome una palmada en la espalda mientras con la cabeza me señalaba a Torvi que al parecer acababa de unirse a la celebración.
Arturo Sacro- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 09/12/2017
Re: Unexpected magic [privado]
No estoy segura de como mantuve la sonrisa, pero las comisuras de mi boca se mantuvieron alzadas, debo de haberlo hecho con bastante convencimiento, lo cierto es que me dolía la pantomima físicamente y tan solo unos segundos después de que Sirius volteara hacia la puerta, también anímicamente.
No sé como la mantuve, no me creía con semejante fortaleza. En cuanto hizo amago de seguir mi indicación y marcharse me levanté de la silla como un resorte, caminé tan rápido como mis temblorosas piernas me lo permitieron, tenía mis latidos acelerados pulsando en mi garganta y en mis sienes, cerré la puerta, volteé y no pudiendo más, deslicé mi espalda contra ella hasta caer al suelo.
Un minuto, uno solo más en el que se hubiese quedado y hubiera visto como se derrumbaba mi pantomima, hubiera comprendido que no todo es lo que se ve. Mis ojos se llenaron de lágrimas, ese nudo que tuve en el pecho sosteniendo el dique mientras hablaba se soltó finalmente. Fueron muchas las palabras que no dije, todo aquello que hubiera revelado lo que me guardé al escucharlo, tampoco hubo un esfuerzo de su parte por percibirlas. Ahora estando sola dejé salir la corriente ya sin ningún testigo frente a mi y me eché a llorar.
Llevé mis manos hacia mi rostro para cubrirlo, mientras sus palabras continuaban dando vueltas en mi mente mis hombros se sacudieron y mi cuerpo se estremeció con los sollozos, hubiera estado más tranquila si el techo se hubiera desplomado sobre mi cabeza en lugar de que entrase a decir todo lo que me había dicho.
Supongo que incluso alguien como yo tenía un límite de almacenaje, ese espacio adonde guardar lo que llevabas dentro. No hubiera costado mucho que ahora soltara la sopa, pero no habían ya oídos a mi alrededor y de nada valdría que mis labios se movieran en este momento. No por ello dejé de sentir lo que sentía o de que me rebasaran mis emociones. Lo roto no solo estaba roto, recibió el golpe de un martillo que de la mano del hechicero le hizo añicos.
Tenía el convencimiento de que sus oídos no querían oirme, se había marchado, había vuelto, se topó conmigo, ante el encuentro creyó necesario dirigirme unas palabras y una vez dichas no dudo en salir en polvorosa en cuanto sugerí que volviera con los demás.
Ni siquiera fueron muchas las palabras y seguían ancladas en mi mente, una tras otra, repitiéndose.
Me levanté despacio después de transcurrido un buen lapso de tiempo y me dirigí al baño a lavarme el rostro. La fiesta había comenzado hacia algún rato, por la ventana podían apreciarse los distintos tonos naranjas de las hogueras, había dicho que iría así que eso hice.
Salí de la habitación cuando pensé que las huellas del llanto quedaban difusas en mi rostro, que habían dejado de reflejarse en el espejo, y esperé que los vestigios que pudieran relucir en mis ojos hinchados no fueran ya notorios en el semblante de la gata que todos conocían.
Dejé escapar el aire con lentitud, observando el movimiento de todos los que acudían a la fiesta de la cosecha. Frente a mi una hoguera se alzaba crepitando, la música era animada eso había que admitirlo, no sé si era suficiente para apaciguar mi estado interno, pero me detuve frente a los músicos para escuchar las notas.
No sé como la mantuve, no me creía con semejante fortaleza. En cuanto hizo amago de seguir mi indicación y marcharse me levanté de la silla como un resorte, caminé tan rápido como mis temblorosas piernas me lo permitieron, tenía mis latidos acelerados pulsando en mi garganta y en mis sienes, cerré la puerta, volteé y no pudiendo más, deslicé mi espalda contra ella hasta caer al suelo.
Un minuto, uno solo más en el que se hubiese quedado y hubiera visto como se derrumbaba mi pantomima, hubiera comprendido que no todo es lo que se ve. Mis ojos se llenaron de lágrimas, ese nudo que tuve en el pecho sosteniendo el dique mientras hablaba se soltó finalmente. Fueron muchas las palabras que no dije, todo aquello que hubiera revelado lo que me guardé al escucharlo, tampoco hubo un esfuerzo de su parte por percibirlas. Ahora estando sola dejé salir la corriente ya sin ningún testigo frente a mi y me eché a llorar.
Llevé mis manos hacia mi rostro para cubrirlo, mientras sus palabras continuaban dando vueltas en mi mente mis hombros se sacudieron y mi cuerpo se estremeció con los sollozos, hubiera estado más tranquila si el techo se hubiera desplomado sobre mi cabeza en lugar de que entrase a decir todo lo que me había dicho.
Supongo que incluso alguien como yo tenía un límite de almacenaje, ese espacio adonde guardar lo que llevabas dentro. No hubiera costado mucho que ahora soltara la sopa, pero no habían ya oídos a mi alrededor y de nada valdría que mis labios se movieran en este momento. No por ello dejé de sentir lo que sentía o de que me rebasaran mis emociones. Lo roto no solo estaba roto, recibió el golpe de un martillo que de la mano del hechicero le hizo añicos.
Tenía el convencimiento de que sus oídos no querían oirme, se había marchado, había vuelto, se topó conmigo, ante el encuentro creyó necesario dirigirme unas palabras y una vez dichas no dudo en salir en polvorosa en cuanto sugerí que volviera con los demás.
Ni siquiera fueron muchas las palabras y seguían ancladas en mi mente, una tras otra, repitiéndose.
Me levanté despacio después de transcurrido un buen lapso de tiempo y me dirigí al baño a lavarme el rostro. La fiesta había comenzado hacia algún rato, por la ventana podían apreciarse los distintos tonos naranjas de las hogueras, había dicho que iría así que eso hice.
Salí de la habitación cuando pensé que las huellas del llanto quedaban difusas en mi rostro, que habían dejado de reflejarse en el espejo, y esperé que los vestigios que pudieran relucir en mis ojos hinchados no fueran ya notorios en el semblante de la gata que todos conocían.
Dejé escapar el aire con lentitud, observando el movimiento de todos los que acudían a la fiesta de la cosecha. Frente a mi una hoguera se alzaba crepitando, la música era animada eso había que admitirlo, no sé si era suficiente para apaciguar mi estado interno, pero me detuve frente a los músicos para escuchar las notas.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: Unexpected magic [privado]
Hasta esa noche nunca había visto a Sirius así, bebía descontrolado con sus hermanos y Niels parecía disfrutar de por una vez poder poner a su hermano a su altura.
Los hechiceros tendíamos a ser mas listos que los cabeza huecas de los guerreros, pero nuestro poder se basaba en el control y al parecer el norteño dios del trueno no se caracterizaba por ello.
No pensaba decirle lo que tenía que hacer o no, parecía un buen chico pero ya era mayor y quien no se había corrido una juerga que no recordaría al día siguiente.
Me acerqué a una Torvi obnubilada con la música, sus problemas con el norteño no eran cosa mía, así que me limité a ladear la sonrisa, a dar un trago de mi jarra y a colocarme a su lado para ver si la encontraba o no a buenas.
-¿crees que podrás aguantar sin darme un zarpazo esta vez ? -pregunté pasandole la jarra para que bebiera, quizás todos necesitábamos no recordar una mierda al día siguiente.
Ni siquiera sabía que cojones decirle porque esa mujer parecía solo ansiar estar enfadada con el mundo, conmigo, con Sirius -¿vas a estar toda tu vida cabreada con el mundo o solo con los hechiceros? -pregunté – ¿y si me das una oportunidad? Y si te olvidas de Sirius y por una maldita noche intentas conocerme sin estar a la defensiva?
Devolví mi vista al fuego, la noche era épica, las estrellas relucían, creo que merecía una noche como esta después de venir a un país de bárbaros.
-Vamos Torvi ¿que te cuesta? ¿donde pretendes acabar? ¿Subida en alguna rama? Bebamos y divirtámonos como van a hacer el resto de Cannif.
Tome otra de las jarras que iban pasando de mano en mano para dar un buen trago de mi jarra.
-Solo será una noche ¿por que no intentas como yo pasar el trago?
Los hechiceros tendíamos a ser mas listos que los cabeza huecas de los guerreros, pero nuestro poder se basaba en el control y al parecer el norteño dios del trueno no se caracterizaba por ello.
No pensaba decirle lo que tenía que hacer o no, parecía un buen chico pero ya era mayor y quien no se había corrido una juerga que no recordaría al día siguiente.
Me acerqué a una Torvi obnubilada con la música, sus problemas con el norteño no eran cosa mía, así que me limité a ladear la sonrisa, a dar un trago de mi jarra y a colocarme a su lado para ver si la encontraba o no a buenas.
-¿crees que podrás aguantar sin darme un zarpazo esta vez ? -pregunté pasandole la jarra para que bebiera, quizás todos necesitábamos no recordar una mierda al día siguiente.
Ni siquiera sabía que cojones decirle porque esa mujer parecía solo ansiar estar enfadada con el mundo, conmigo, con Sirius -¿vas a estar toda tu vida cabreada con el mundo o solo con los hechiceros? -pregunté – ¿y si me das una oportunidad? Y si te olvidas de Sirius y por una maldita noche intentas conocerme sin estar a la defensiva?
Devolví mi vista al fuego, la noche era épica, las estrellas relucían, creo que merecía una noche como esta después de venir a un país de bárbaros.
-Vamos Torvi ¿que te cuesta? ¿donde pretendes acabar? ¿Subida en alguna rama? Bebamos y divirtámonos como van a hacer el resto de Cannif.
Tome otra de las jarras que iban pasando de mano en mano para dar un buen trago de mi jarra.
-Solo será una noche ¿por que no intentas como yo pasar el trago?
Arturo Sacro- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 09/12/2017
Re: Unexpected magic [privado]
Cuando te duele adentro y buscas algún alivio, la música puede producir ese efecto. Las manos de los músicos de Akershus eran entusiastas, sus notas podían acariciarte el alma y sedarte los pesares. El rítmico sonido de los tambores aligeró mi espíritu, en mi sitio comencé a balancearme bajo la influencia de la música y fue entonces cuando me sorprendió el sonido de la voz masculina que no esperaba llegase a mis oídos.
Me pasó una jarra que tomé entre mis dedos mientras se paraba a un lado mío y juntos observábamos al grupo de músicos. -No te he dado zarpazos aún.- Esbocé una ligera sonrisa al decirlo antes de tomar un trago con lentitud.
Mis cejas se arquearon pensativas. No, no tenía deseos de discutir, no tenía fuerzas para ello, ni tenía la estamina suficiente para pelear. Llorar me había servido para desahogarme y me había drenado, ahora mis ojos estaban secos.
Dejé salir el aire con lentitud antes de señalarle lo que podía apreciarse esta noche.
-Al llegar a Akershus cuando era poco más que una niña, llevaba ya tanto tiempo sin contacto humano que había olvidado como era el mismo.-
-Me introduje silenciosamente en la desconocida fortaleza sin tener idea de que me aguardaba y una de las primeras cosas que llamó mi atención fue el color de las llamas de las hogueras que llegó hasta mis ojos. Me acerqué con curiosidad y escuché la música.- Cerré los ojos al mezclarse en mis oídos y mi mente la música actual con la del pasado y las comisuras de mis labios se fueron alzando hasta dibujar una sonrisa.
-Nunca había escuchado algo similar, tocó una cuerda en mi interior y comencé a acercarme. Me sentí hipnotizada de inmediato por la visión de los norteños bailando alrededor de las flamas. Esa fue mi primera fiesta de la cosecha.- Fue el primer contacto que me sacudió después de haber pasado aislada tanto tiempo.
-En un principio me sentí ajena a todo, me sorprendían las costumbres de los norteños, me resultaban extraños y curiosos, me tomó tiempo comprenderles y acostumbrarme a ellos.-
Volteé mi rostro y le miré antes de proseguir. -Sé que me usaste para mantenerte alejado de los vikingos.- Hice una pausa y proseguí antes de que fuera a negarlo, todo había empezado bien aquella noche.
-Me gustó que saqueásemos la despensa, fue divertido y mi estómago lo necesitaba, y luego… luego me percaté de que te habías escabullido conmigo para huir de ellos.- Di un par de golpecitos en mi nariz con mi índice. -Tengo buen instinto y olfato.-
Mi ceño se fue arqueando con concentración. -No tienes que acercarte a mi porque ellos te orillen a hacerlo, lo hacen todo el tiempo.-
Hinché los mofletes con desaprobación. -Siempre me restriegan a alguien diferente por las narices pero mientras más lo hacen más le rehuyo a quien sea que me avienten encima para probarles que no necesito que me busquen entretenimiento.- Devolví mi atención a los músicos y mis dedos se crisparon sobre mi jarra volviendo a mi memoria las recientes palabras de Sirius al respecto.
Volví a beber. -Anoche me encontraba en tu habitación por error, estaba cansada y no sabía que estabas durmiendo en ella.- Mi mirada se cruzó con sus ojos sorprendidos, creo que no se esperaba que hablase al respecto.
Despacio recorrí con mis felinos orbes los ángulos de su rostro, recordé cuando me detuve sobre él en mi forma de gata la primera noche, estaba muy cerca y aunque me parecía que estaba haciendo algo indebido, algo me impulsó a tocar su rostro.
Por supuesto había estado enojada hoy al encontrármelo en cada rincón del castillo, cada vez que lo veía o se encontraba cerca no dejaba de volver a recordar. La noche anterior me sobresalté al encontrarlo sobre mí, no supe cómo reaccionar por su aparición tan repentina, me quedé paralizada, y luego él… ¡se echó a dormir!
Se me fue arqueando el cejo al recordarlo de nuevo, ante sus ojos yo era tan poco excitante que le provoqué sueño. Mi cercanía le indujo a roncar, y para peores, el conde y los demás me obligaron a estar cerca de él durante el día, obligándome a recordar el hecho a cada rato.
Alcé el dedo y lo hundí en su pecho. -Si no te gusta mi compañía no tienes que darle gusto a los demás.-
Me pasó una jarra que tomé entre mis dedos mientras se paraba a un lado mío y juntos observábamos al grupo de músicos. -No te he dado zarpazos aún.- Esbocé una ligera sonrisa al decirlo antes de tomar un trago con lentitud.
Mis cejas se arquearon pensativas. No, no tenía deseos de discutir, no tenía fuerzas para ello, ni tenía la estamina suficiente para pelear. Llorar me había servido para desahogarme y me había drenado, ahora mis ojos estaban secos.
Dejé salir el aire con lentitud antes de señalarle lo que podía apreciarse esta noche.
-Al llegar a Akershus cuando era poco más que una niña, llevaba ya tanto tiempo sin contacto humano que había olvidado como era el mismo.-
-Me introduje silenciosamente en la desconocida fortaleza sin tener idea de que me aguardaba y una de las primeras cosas que llamó mi atención fue el color de las llamas de las hogueras que llegó hasta mis ojos. Me acerqué con curiosidad y escuché la música.- Cerré los ojos al mezclarse en mis oídos y mi mente la música actual con la del pasado y las comisuras de mis labios se fueron alzando hasta dibujar una sonrisa.
-Nunca había escuchado algo similar, tocó una cuerda en mi interior y comencé a acercarme. Me sentí hipnotizada de inmediato por la visión de los norteños bailando alrededor de las flamas. Esa fue mi primera fiesta de la cosecha.- Fue el primer contacto que me sacudió después de haber pasado aislada tanto tiempo.
-En un principio me sentí ajena a todo, me sorprendían las costumbres de los norteños, me resultaban extraños y curiosos, me tomó tiempo comprenderles y acostumbrarme a ellos.-
Volteé mi rostro y le miré antes de proseguir. -Sé que me usaste para mantenerte alejado de los vikingos.- Hice una pausa y proseguí antes de que fuera a negarlo, todo había empezado bien aquella noche.
-Me gustó que saqueásemos la despensa, fue divertido y mi estómago lo necesitaba, y luego… luego me percaté de que te habías escabullido conmigo para huir de ellos.- Di un par de golpecitos en mi nariz con mi índice. -Tengo buen instinto y olfato.-
Mi ceño se fue arqueando con concentración. -No tienes que acercarte a mi porque ellos te orillen a hacerlo, lo hacen todo el tiempo.-
Hinché los mofletes con desaprobación. -Siempre me restriegan a alguien diferente por las narices pero mientras más lo hacen más le rehuyo a quien sea que me avienten encima para probarles que no necesito que me busquen entretenimiento.- Devolví mi atención a los músicos y mis dedos se crisparon sobre mi jarra volviendo a mi memoria las recientes palabras de Sirius al respecto.
Volví a beber. -Anoche me encontraba en tu habitación por error, estaba cansada y no sabía que estabas durmiendo en ella.- Mi mirada se cruzó con sus ojos sorprendidos, creo que no se esperaba que hablase al respecto.
Despacio recorrí con mis felinos orbes los ángulos de su rostro, recordé cuando me detuve sobre él en mi forma de gata la primera noche, estaba muy cerca y aunque me parecía que estaba haciendo algo indebido, algo me impulsó a tocar su rostro.
Por supuesto había estado enojada hoy al encontrármelo en cada rincón del castillo, cada vez que lo veía o se encontraba cerca no dejaba de volver a recordar. La noche anterior me sobresalté al encontrarlo sobre mí, no supe cómo reaccionar por su aparición tan repentina, me quedé paralizada, y luego él… ¡se echó a dormir!
Se me fue arqueando el cejo al recordarlo de nuevo, ante sus ojos yo era tan poco excitante que le provoqué sueño. Mi cercanía le indujo a roncar, y para peores, el conde y los demás me obligaron a estar cerca de él durante el día, obligándome a recordar el hecho a cada rato.
Alcé el dedo y lo hundí en su pecho. -Si no te gusta mi compañía no tienes que darle gusto a los demás.-
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: Unexpected magic [privado]
Torvi parecía cansada, agotada, como si de alguna manera todo le afectara, estábamos en una fiesta, debería divertirse y sin embargo en sus ojos perdidos en el fuego yo solo veía nostalgia.
Di un trago de mi jarra escuchando su historia, al parecer cuando era niña había pasado su vida lejos de los humanos, así que era rehacía a entenderlos o acercarse a ellos seguramente por miedo, el tiempo acabó enganchándola a Akershus pero eso no restaba que fuera algo huraña y arisca, lo que me hizo sonreír sin poder evitarlo.
Entonces llegó el siguiente tema, que pasaba tiempo con ella porque los Cannif me obligaban, no era cierto del todo aunque tenía su parte de razón.
-Es verdad, me pegué a ti para librarme de ellos, pero deberías tomarlo como un piropo, me gusta estar contigo mas que con ellos -bromeé -también disfruté con lo de la despensa, aunque pasé cierto miedo cuando casi fuimos descubiertos -me eché a reír dando un trago de la jarra -no he empezado aquí con buen pie, pero ahora estoy mejor, Sirius parece un buen chico, nos llevamos bien y empiezo a entender al resto de vikingos, y sigo con ganas de pasar mi tiempo contigo -reconocí.
La gata sonrió mirándome.
-Cuando llegue y te vi en mi cama creí que querías, no se..algo conmigo y me dormí porque iba muy muy borracho, se que aquí la mayoría de los bárbaros van borrachos y parece que van bien, pero yo no estoy acostumbrado a ese estado de ebriedad, me dormí porque iba muy ciego ¿lo entiendes?
Le extendí la mano para que la cogiera.
-¿no es esto una fiesta? Pues baila conmigo ¿quieres?
Apuré mi jarra de un trago para dejarla apoyada osbre uno de lso barriles que había dispuestos a modo de mesas por todas las calles y rodeé la cintura de la gata sin poder borrar esa sonrisa socarrona que portaba.
-Pasemoslo bien, emborrachemonos y empecemos de cero tu y yo.
Yo estaba dispuesto a conocerla, puede que no hubiera visto mi mejor cara hasta ahora, peor me sentía mejor ahora mismo en el norte y ella había sin duda tenido que ver mucho para que eso pasara.
Di un trago de mi jarra escuchando su historia, al parecer cuando era niña había pasado su vida lejos de los humanos, así que era rehacía a entenderlos o acercarse a ellos seguramente por miedo, el tiempo acabó enganchándola a Akershus pero eso no restaba que fuera algo huraña y arisca, lo que me hizo sonreír sin poder evitarlo.
Entonces llegó el siguiente tema, que pasaba tiempo con ella porque los Cannif me obligaban, no era cierto del todo aunque tenía su parte de razón.
-Es verdad, me pegué a ti para librarme de ellos, pero deberías tomarlo como un piropo, me gusta estar contigo mas que con ellos -bromeé -también disfruté con lo de la despensa, aunque pasé cierto miedo cuando casi fuimos descubiertos -me eché a reír dando un trago de la jarra -no he empezado aquí con buen pie, pero ahora estoy mejor, Sirius parece un buen chico, nos llevamos bien y empiezo a entender al resto de vikingos, y sigo con ganas de pasar mi tiempo contigo -reconocí.
La gata sonrió mirándome.
-Cuando llegue y te vi en mi cama creí que querías, no se..algo conmigo y me dormí porque iba muy muy borracho, se que aquí la mayoría de los bárbaros van borrachos y parece que van bien, pero yo no estoy acostumbrado a ese estado de ebriedad, me dormí porque iba muy ciego ¿lo entiendes?
Le extendí la mano para que la cogiera.
-¿no es esto una fiesta? Pues baila conmigo ¿quieres?
Apuré mi jarra de un trago para dejarla apoyada osbre uno de lso barriles que había dispuestos a modo de mesas por todas las calles y rodeé la cintura de la gata sin poder borrar esa sonrisa socarrona que portaba.
-Pasemoslo bien, emborrachemonos y empecemos de cero tu y yo.
Yo estaba dispuesto a conocerla, puede que no hubiera visto mi mejor cara hasta ahora, peor me sentía mejor ahora mismo en el norte y ella había sin duda tenido que ver mucho para que eso pasara.
Arturo Sacro- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/12/2017
Re: Unexpected magic [privado]
Escuché las palabras del hechicero sin desviar mi mirada de los músicos que se encontraban a poca distancia de nosotros. Las notas que llegaban a mis oídos me traían alivio, aunque no podía evitar sentirme algo triste a la vez. En gran parte se debía a que me sentía sola últimamente, esperaba que Synnove regresara pronto, y en medio de la ausencia prolongada de Sirius, topármelo de sopetón y escucharle, solo hizo que las lágrimas no vertidas en todo este tiempo finalmente fluyeran. Lo mejor que podía hacer era no pensar en él como me lo sugería mi acompañante o mi estado peligraría de nuevo.
Supongo que, para alguien como el hechicero, que no me conocía, debía ser yo bastante peculiar, pero ¿cómo evitarlo? No podía contener mis emociones ni las sabía esconder, cuando estaba contenta lo expresaba tanto como cuando estaba enojada, siempre había sido así y no conocía otra manera de ser.
Mantuve mi parda mirada fija en él mientras me confirmaba que, en efecto, se pegó a mí para eludir a los demás. Aprecié que se sincerara porque mentiría si no dijera que descubrir el hecho me había molestado pero así como él lo decía, como si de verdad prefiriera mi compañía, aligeraba las cosas, o al menos les cambiaba el cariz, no me había planteado que pudiera agradarle.
-No son tan malos.- Una sonrisa ladeada comenzó a dibujarse en mis labios lentamente. -Aunque tengo que ser la primera en admitir que si no los conoces pueden causarte un buen susto, a mí me sucedió algo parecido cuando les conocí…- dije, recordando aquellos tiempos. Cada uno es peculiar a su manera.-
Pensé en ello, en cada uno de los vikingos que habitaban Akershus, eran impulsivos, vivaces, temerarios, a veces demasiado atolondrados, pero tenían buen corazón a pesar de que a menudo a algunos se nos subiera el temperamento. -¿No somos todos propensos a ser demasiado intensos en determinadas ocasiones?-
Tenía que admitir que yo también lo hacía, no estaba exenta de ello. -¿O tú no lo eres?- Hasta el momento él era un libro semi cerrado, podía ver ciertos renglones acerca de él pero todavía no acababa de leer todos los párrafos.
Lo siguiente que dijo me dejó en silencio mientras le escuchaba con atención, me explicó que pensó que quería algo con él cuando me encontró en el cuarto y que iba tan borracho que se quedó dormido. Por un momento se me subió el rubor al rostro al comprender que había asumido que le estaba esperando… aunque al escucharle, no lograba determinar del todo que había sentido al respecto, por lo que aún no podía concluir mucho sobre la escena.
-¿Entonces bailan en el lugar de donde procedes?- Acepté su invitación a bailar y una vez estuvimos cerca de la hoguera que iluminaba el lugar, le sentí envolver mi cintura con su brazo antes de comenzar a movernos en un ritmo animado que logró que me echara a reir al ver como, aunque si sabía bailar, sus movimientos eran distintos a los que estaba acostumbrada.
-¿Qué tan distinto es tu hogar?- Se lo había preguntado varias veces, pero por alguna razón hasta ahora no me había respondido. No conocía realmente del mundo, hasta ahora solo sabía de la montaña y del norte, por lo que sentía curiosidad al respecto. [/color]
Arqueé el cejo muy concentrada al mirarlo. -Podrías enseñarme nuevos pasos de baile.-
Supongo que, para alguien como el hechicero, que no me conocía, debía ser yo bastante peculiar, pero ¿cómo evitarlo? No podía contener mis emociones ni las sabía esconder, cuando estaba contenta lo expresaba tanto como cuando estaba enojada, siempre había sido así y no conocía otra manera de ser.
Mantuve mi parda mirada fija en él mientras me confirmaba que, en efecto, se pegó a mí para eludir a los demás. Aprecié que se sincerara porque mentiría si no dijera que descubrir el hecho me había molestado pero así como él lo decía, como si de verdad prefiriera mi compañía, aligeraba las cosas, o al menos les cambiaba el cariz, no me había planteado que pudiera agradarle.
-No son tan malos.- Una sonrisa ladeada comenzó a dibujarse en mis labios lentamente. -Aunque tengo que ser la primera en admitir que si no los conoces pueden causarte un buen susto, a mí me sucedió algo parecido cuando les conocí…- dije, recordando aquellos tiempos. Cada uno es peculiar a su manera.-
Pensé en ello, en cada uno de los vikingos que habitaban Akershus, eran impulsivos, vivaces, temerarios, a veces demasiado atolondrados, pero tenían buen corazón a pesar de que a menudo a algunos se nos subiera el temperamento. -¿No somos todos propensos a ser demasiado intensos en determinadas ocasiones?-
Tenía que admitir que yo también lo hacía, no estaba exenta de ello. -¿O tú no lo eres?- Hasta el momento él era un libro semi cerrado, podía ver ciertos renglones acerca de él pero todavía no acababa de leer todos los párrafos.
Lo siguiente que dijo me dejó en silencio mientras le escuchaba con atención, me explicó que pensó que quería algo con él cuando me encontró en el cuarto y que iba tan borracho que se quedó dormido. Por un momento se me subió el rubor al rostro al comprender que había asumido que le estaba esperando… aunque al escucharle, no lograba determinar del todo que había sentido al respecto, por lo que aún no podía concluir mucho sobre la escena.
-¿Entonces bailan en el lugar de donde procedes?- Acepté su invitación a bailar y una vez estuvimos cerca de la hoguera que iluminaba el lugar, le sentí envolver mi cintura con su brazo antes de comenzar a movernos en un ritmo animado que logró que me echara a reir al ver como, aunque si sabía bailar, sus movimientos eran distintos a los que estaba acostumbrada.
-¿Qué tan distinto es tu hogar?- Se lo había preguntado varias veces, pero por alguna razón hasta ahora no me había respondido. No conocía realmente del mundo, hasta ahora solo sabía de la montaña y del norte, por lo que sentía curiosidad al respecto. [/color]
Arqueé el cejo muy concentrada al mirarlo. -Podrías enseñarme nuevos pasos de baile.-
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: Unexpected magic [privado]
La gatita se dejó atrás las malas pulgas y por suerte aceptó mi mano para poder bailar, frente a la lumbre, sus ojos brillaban en tonos anaranjados, ladeé la sonrisa sintiendo su cuerpo rozándose con el mio, sus movimientos eran mas salvajes, poco definidos, me atraía el descaro de los vikingos, nada que ver con el postureo de las damas de mi mundo.
-Nosotros bailamos muy distinto, las mujeres de París son sofisticadas, elegantes, menos salvajes, digamos que guardan las formas, intentan demostrar que les gustas con palabras mas que con hechos, son tímidas y bueno, no se...distintas a vosotras.
Aquí veo que las mujeres dicen lo que quieren ,no les cuesta mantener sexo con un hombre sin tener miedo a ser juzgadas, aquí las mujeres son libres, allí si una mujer es promiscua se le tacha de fulana y ya no hay hombre de honor que quiera desposarla, mi mundo no se parece al tuyo y supongo que pro eso me cuesta ¿entiendes?
Mi diestra la atrajo mas pegando así nuestros cuerpos mientras bebíamos de la jarra y reíamos tratando de olvidar ese inicio que a ella tanto le había molestado.
-hagamos un trato, tu me enseñas estos bailes y yo, un día, sin alcohol de por medio o al menos no tanto te explico como se baila en un salón ¿te apetece?
También le hubiera sugerido con lo caliente que ibas enseñarle a bailar en horizontal en la habitación, pero si ya le había molestado lo que ocurrió en la habitación el día que me la encontré en el lecho, si le decía algo de eso me dejaría plantado y se largaría de nuevo, solo estaba tratando de conocerla, para mi esa mujer era muy misteriosa.
La gata tiro de mi mano para llevarme a un puesto donde ademas de mas jarras servían algo de comida, reía feliz, su pelo se movía enérgico mientras nuestras manos entrelazadas no se separaban.
Tomé un pedazo de carne para morderlo, picaba, peor estaba bueno, tomé otro pringado en salsa y lo acerque a sus labios para que abriera la boca, ella negaba muerta de la risa y acabe manchandole la nariz con la insistencia mientras los dos reíamos forcejeando.
-Abre la boca -pedí porque sabía picaba mucho y ella me había engañado antes para que me lo comiera.
Estábamos pasándolo bien, nada que ver con el pique del día anterior, bailábamos en cada hoguera, bebíamos con las mejillas rojas por el alcohol y el fuego mientras nos mirábamos o al menos yo lo hacia de un modo diferente.
Recogí con la yema de mi dedo una mancha de tomate de su labio inferior y relamí mi dedo , estábamos muy cerca, mi mirada viajó hasta esos labios carnosos que la morena se gastaba y sin mas preámbulos mi boca siguió a mis ojos ansiosa por devorarlos.
-Nosotros bailamos muy distinto, las mujeres de París son sofisticadas, elegantes, menos salvajes, digamos que guardan las formas, intentan demostrar que les gustas con palabras mas que con hechos, son tímidas y bueno, no se...distintas a vosotras.
Aquí veo que las mujeres dicen lo que quieren ,no les cuesta mantener sexo con un hombre sin tener miedo a ser juzgadas, aquí las mujeres son libres, allí si una mujer es promiscua se le tacha de fulana y ya no hay hombre de honor que quiera desposarla, mi mundo no se parece al tuyo y supongo que pro eso me cuesta ¿entiendes?
Mi diestra la atrajo mas pegando así nuestros cuerpos mientras bebíamos de la jarra y reíamos tratando de olvidar ese inicio que a ella tanto le había molestado.
-hagamos un trato, tu me enseñas estos bailes y yo, un día, sin alcohol de por medio o al menos no tanto te explico como se baila en un salón ¿te apetece?
También le hubiera sugerido con lo caliente que ibas enseñarle a bailar en horizontal en la habitación, pero si ya le había molestado lo que ocurrió en la habitación el día que me la encontré en el lecho, si le decía algo de eso me dejaría plantado y se largaría de nuevo, solo estaba tratando de conocerla, para mi esa mujer era muy misteriosa.
La gata tiro de mi mano para llevarme a un puesto donde ademas de mas jarras servían algo de comida, reía feliz, su pelo se movía enérgico mientras nuestras manos entrelazadas no se separaban.
Tomé un pedazo de carne para morderlo, picaba, peor estaba bueno, tomé otro pringado en salsa y lo acerque a sus labios para que abriera la boca, ella negaba muerta de la risa y acabe manchandole la nariz con la insistencia mientras los dos reíamos forcejeando.
-Abre la boca -pedí porque sabía picaba mucho y ella me había engañado antes para que me lo comiera.
Estábamos pasándolo bien, nada que ver con el pique del día anterior, bailábamos en cada hoguera, bebíamos con las mejillas rojas por el alcohol y el fuego mientras nos mirábamos o al menos yo lo hacia de un modo diferente.
Recogí con la yema de mi dedo una mancha de tomate de su labio inferior y relamí mi dedo , estábamos muy cerca, mi mirada viajó hasta esos labios carnosos que la morena se gastaba y sin mas preámbulos mi boca siguió a mis ojos ansiosa por devorarlos.
Arturo Sacro- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/12/2017
Re: Unexpected magic [privado]
La música en realidad animaba todo el lugar. -No has escuchado música de verdad si no has estado en una fiesta vikinga.- Sonreí al decirlo, me movía libremente sobre su pecho, siguiendo el ritmo que propiciaba la noche, por segundos nos separábamos y luego volvía a sentir su cuerpo duro contra el mío.
Así bailábamos en Akershus, en absoluta libertad. -Pero te falta más movimiento, anda, suéltate.- Le expliqué entre risas, se movía bien pero parecía reprimirse. A nuestro alrededor las luces anaranjadas iluminaban todo el espacio, las hogueras brillaban tan altas que daban la impresión de ser capaces de alcanzar el cielo y de esa manera, por un instante me dediqué solo al momento y a disfrutar del mismo.
Tiré de la mano del hechicero para que me acompañara a las largas mesas adonde abundaban el derroche de alimentos. Por Odín, al ver los manjares expuestos y al alcance de mi mano mis ojos se agrandaron brillantes y las lágrimas de emoción estuvieron a punto de verterse sobre mis mejillas, desaforadas y agradecidas. -¿Te he dicho que me gusta comer?-
¿Había experiencia más sublime que probar todo esto? Tomé una pierna de jabalí en mi mano y di una buena mordida con gusto. Aproveché para robar panecillos, viandas, las iba metiendo en mi bolsillo, temerosa de que de no hacerlo fueran a esfumarse.
-Yh jnoh teh disho qke lajista dheja cozesha ez inijuaglable?- Le pregunté mientras le escuchaba reir. Fruncí el ceño al mirarlo ¿se estaba riendo de mi?
Íbamos de una mesa a otra y él por primera vez, me contó sobre el lugar del que provenía, decía que allí las mujeres eran diferentes, sin libertad, no podían tener sexo libremente sin ser juzgadas.
Me costaba un poco comprender esa noción porque desde que desde que abandoné la montaña había aprendido sobre la libertad de las norteñas. -Supongo que te ha de parecer todo un contraste.- Lo miré fijamente y poco a poco sentí que el calor abarcaba mis orejas. ¿Qué pensaría él de mi en medio de todo esto? ¿Qué pensaba que habría pasado la otra noche de no haberse quedado dormido?
Me metí un bollo entero en la boca y tuve que dar palmadas sobre mi pecho para no atragantarme.
La realidad es que estaba hecha un lío, esta misma noche había derramado lágrimas al escuchar a Sirius, y aunque me dijera a mi misma que ya me había repuesto de ello, ¿de verdad era así? Sus palabras resonaban en mis oídos como si volviera a pronunciarlas y no podía evitar sentir cierta zozobra al recordarlo.
Arturo en ese momento mordía un trozo de carne y alzando uno llenó de salsa acercó a mi boca. Negué riendo porque se había puesto rojo por el picante y juraría que veía humo salir de sus orejas. -No.- Negué, muerta de la risa. Él insistió restregándome la carne en la boca. -No, ¡no!- Luchamos y me manchó la nariz, me levanté amenazadora cuando se alejó con cara de inocente. -¡Me la pagarás!- Corrí hacia él y me vengué embadurnándole de salsa las mejillas.
La hidromiel corría sobre las jarras que íbamos tomando, la fiesta de la cosecha era así, animaba los espíritus más sombríos y reticentes.
Sonreí cuando nos detuvimos al lado de otra mesa. -Todavía tienes manchada la cara.- Pasé mi dedo por su mejilla y él audazmente pasó su dedo por mi labio para retirar salsa de tomate.
Permanecí sorprendida por el gesto, viéndolo lamer de su dedo la salsa que había retirado, logrando que me ruborizara, y antes de que pudiera hacer nada su rostro comenzó a acercarse.
Lo vi venir en cámara lenta, atrapada entre él y la mesa, y al notarlo, mi corazón comenzó a bombear con rapidez.
-¡Torvi!- La mano de una vikinga alcanzó mi brazo, un grupo de jóvenes se había aproximado y tironeó de nosotros para llevarnos hacia el centro del baile. Miré al hechicero por encima de mi hombro con las mejillas enrojecidas.
Continuamos bailando en medio de la fiesta con entusiasmo, no sé ni como pero cada vez que me percataba mi jarra volvía a estar llena de hidromiel.
Por momentos íbamos cambiando de pareja de baile, de una hacia la otra y la otra y la siguiente. Reíamos a carcajadas y en medio del grupo mis ojos le buscaban a veces, y al encontrarse nuestras miradas le sacaba la lengua.
Así bailábamos en Akershus, en absoluta libertad. -Pero te falta más movimiento, anda, suéltate.- Le expliqué entre risas, se movía bien pero parecía reprimirse. A nuestro alrededor las luces anaranjadas iluminaban todo el espacio, las hogueras brillaban tan altas que daban la impresión de ser capaces de alcanzar el cielo y de esa manera, por un instante me dediqué solo al momento y a disfrutar del mismo.
Tiré de la mano del hechicero para que me acompañara a las largas mesas adonde abundaban el derroche de alimentos. Por Odín, al ver los manjares expuestos y al alcance de mi mano mis ojos se agrandaron brillantes y las lágrimas de emoción estuvieron a punto de verterse sobre mis mejillas, desaforadas y agradecidas. -¿Te he dicho que me gusta comer?-
¿Había experiencia más sublime que probar todo esto? Tomé una pierna de jabalí en mi mano y di una buena mordida con gusto. Aproveché para robar panecillos, viandas, las iba metiendo en mi bolsillo, temerosa de que de no hacerlo fueran a esfumarse.
-Yh jnoh teh disho qke lajista dheja cozesha ez inijuaglable?- Le pregunté mientras le escuchaba reir. Fruncí el ceño al mirarlo ¿se estaba riendo de mi?
Íbamos de una mesa a otra y él por primera vez, me contó sobre el lugar del que provenía, decía que allí las mujeres eran diferentes, sin libertad, no podían tener sexo libremente sin ser juzgadas.
Me costaba un poco comprender esa noción porque desde que desde que abandoné la montaña había aprendido sobre la libertad de las norteñas. -Supongo que te ha de parecer todo un contraste.- Lo miré fijamente y poco a poco sentí que el calor abarcaba mis orejas. ¿Qué pensaría él de mi en medio de todo esto? ¿Qué pensaba que habría pasado la otra noche de no haberse quedado dormido?
Me metí un bollo entero en la boca y tuve que dar palmadas sobre mi pecho para no atragantarme.
La realidad es que estaba hecha un lío, esta misma noche había derramado lágrimas al escuchar a Sirius, y aunque me dijera a mi misma que ya me había repuesto de ello, ¿de verdad era así? Sus palabras resonaban en mis oídos como si volviera a pronunciarlas y no podía evitar sentir cierta zozobra al recordarlo.
Arturo en ese momento mordía un trozo de carne y alzando uno llenó de salsa acercó a mi boca. Negué riendo porque se había puesto rojo por el picante y juraría que veía humo salir de sus orejas. -No.- Negué, muerta de la risa. Él insistió restregándome la carne en la boca. -No, ¡no!- Luchamos y me manchó la nariz, me levanté amenazadora cuando se alejó con cara de inocente. -¡Me la pagarás!- Corrí hacia él y me vengué embadurnándole de salsa las mejillas.
La hidromiel corría sobre las jarras que íbamos tomando, la fiesta de la cosecha era así, animaba los espíritus más sombríos y reticentes.
Sonreí cuando nos detuvimos al lado de otra mesa. -Todavía tienes manchada la cara.- Pasé mi dedo por su mejilla y él audazmente pasó su dedo por mi labio para retirar salsa de tomate.
Permanecí sorprendida por el gesto, viéndolo lamer de su dedo la salsa que había retirado, logrando que me ruborizara, y antes de que pudiera hacer nada su rostro comenzó a acercarse.
Lo vi venir en cámara lenta, atrapada entre él y la mesa, y al notarlo, mi corazón comenzó a bombear con rapidez.
-¡Torvi!- La mano de una vikinga alcanzó mi brazo, un grupo de jóvenes se había aproximado y tironeó de nosotros para llevarnos hacia el centro del baile. Miré al hechicero por encima de mi hombro con las mejillas enrojecidas.
Continuamos bailando en medio de la fiesta con entusiasmo, no sé ni como pero cada vez que me percataba mi jarra volvía a estar llena de hidromiel.
Por momentos íbamos cambiando de pareja de baile, de una hacia la otra y la otra y la siguiente. Reíamos a carcajadas y en medio del grupo mis ojos le buscaban a veces, y al encontrarse nuestras miradas le sacaba la lengua.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: Unexpected magic [privado]
Casi podía acariciar sus labios con los míos, dispuesto a embriagarme con su cálido aliento teñido en alcohol cuando una mano aferró mi muñeca tirando de mi, gruñí frustrado, en este maldito sitio parecían no comprender los tiempos del cortejo, en París hubiéramos podido estar solos copa de champan en mano bajo la luz de unas bellas velas sentados en una elegante mesa y la hubiera besado, mas aquí, parecían los astros conjugarse para que eso no sucediera.
Bailamos durante gran parte de la noche, la jarra parecía no ver nunca el fin, estaba bastante mareado, completamente borracho y solo podía reír, mis ojos la buscaban ansiosos, con la mirada turbia y solo cuando ya no pude mas y me detuve a tomar una bocanada de aire me di cuenta que estaba en el suelo sobre la hierba fresca ¿cuando había caído? Esos vikingos bebían como cosacos, no tenían fin pero yo iba ya muy pasado.
Los ojos se me entrecerraron al relajarme, aun llevaba la jarra cogida con la diestra cuando sentí otro cuerpo vencerse sobre el mio y como no esa risa eterna, la de la felino que me animaba a levantarme y seguir la fiesta.
-No creo que pueda ni siquiera sentarme -bromeé enredando las palabras mientras mi zurda acariciaba el cabello que caía desde su nuca en cascada sobre su hombro – eres muy guapa y muy sexy -confesé sin vergüenza por como iba.
Mi mano se cerró en un puño alrededor de su pelo y tiré de este para atraerla contra mis labios que impacientes se entreabrieron esperando el choque de bocas que nunca se produjo porque esta vez Sirius, el gran hechicero guerrero se plantó allí con una sonrisa también ebria.
Te ayudo Torvi a llevarlo a su habitación -preguntó divertido.
Mejor prefiero ir a la suya -dije señalando a la gata que ponía cara de circunstancias.
La gente rugía a nuestro alrededor, la situación era casi divertida o irónica, o quizás es que iba tan pedo que no pude evitar ponerme a reírme sin soltar a Torvi a la que mantenía presa contra mi cuerpo.
- Dile que se vaya -le pedí a la gata -tu y yo podemos apañarnoslas no?
Bailamos durante gran parte de la noche, la jarra parecía no ver nunca el fin, estaba bastante mareado, completamente borracho y solo podía reír, mis ojos la buscaban ansiosos, con la mirada turbia y solo cuando ya no pude mas y me detuve a tomar una bocanada de aire me di cuenta que estaba en el suelo sobre la hierba fresca ¿cuando había caído? Esos vikingos bebían como cosacos, no tenían fin pero yo iba ya muy pasado.
Los ojos se me entrecerraron al relajarme, aun llevaba la jarra cogida con la diestra cuando sentí otro cuerpo vencerse sobre el mio y como no esa risa eterna, la de la felino que me animaba a levantarme y seguir la fiesta.
-No creo que pueda ni siquiera sentarme -bromeé enredando las palabras mientras mi zurda acariciaba el cabello que caía desde su nuca en cascada sobre su hombro – eres muy guapa y muy sexy -confesé sin vergüenza por como iba.
Mi mano se cerró en un puño alrededor de su pelo y tiré de este para atraerla contra mis labios que impacientes se entreabrieron esperando el choque de bocas que nunca se produjo porque esta vez Sirius, el gran hechicero guerrero se plantó allí con una sonrisa también ebria.
Te ayudo Torvi a llevarlo a su habitación -preguntó divertido.
Mejor prefiero ir a la suya -dije señalando a la gata que ponía cara de circunstancias.
La gente rugía a nuestro alrededor, la situación era casi divertida o irónica, o quizás es que iba tan pedo que no pude evitar ponerme a reírme sin soltar a Torvi a la que mantenía presa contra mi cuerpo.
- Dile que se vaya -le pedí a la gata -tu y yo podemos apañarnoslas no?
Arturo Sacro- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/12/2017
Re: Unexpected magic [privado]
Hacía ya algún tiempo que no me divertía y creo que ni siquiera había reparado en ello ni me había percatado de lo bien que podía caer a veces simplemente relajarte, ver a tu alrededor y ser tú mismo.
La fiesta de la cosecha se prestaba a ello, siempre me había parecido una gran celebración y esta noche, bailando en medio de los vikingos mientras los torrentes de hidromiel caían una y otra vez en nuestras jarras, había hecho a un lado los pesares, al menos durante el tiempo que durara esta noche, y por lo animada que estaba la fiesta, y por el hecho de que el sol no se había ocultado más que un par de horas atrás, me olvidaba del tiempo mientras cambiaba de pareja de baile una vez más.
En ocasiones como esta mis pies resultaban incansables, un nuevo trago y con los labios brillando me relamí antes de que la música parara un instante que servía a los músicos para cambiar de melodía, cuando mirando hacia ambos lados me percaté de que el hechicero ya no estaba a la vista.
Cosa rara, lo había visto hace unos minutos, nos habíamos topado uno al lado del otro mientras una rubia vikinga lo incitaba a moverse más rápido. Me pareció que andaba un poco mareado, pero como el cambio de ritmo me llevó lejos para internarme entre las parejas danzantes, lo perdí momentáneamente de vista.
Caminé un poco buscándolo y mi sonrisa se amplió divertida cuando lo encontré tendido sobre la hierba sin soltar la jarra, pero incapaz de alzarla para llevársela a la boca.
-¿Qué pasa? No me digas que has perdido el entusiasmo.- Lo miré con las manos en la cintura en claro reproche. -Anda, vamos a seguir bailando.- Intenté tirar de su mano para levantarlo pero al parecer andaba mareado y cuando apenas lo incorporé sobre sus nalgas ya se caía de nuevo arrastrándome con él.
Me eché a reir cuando caí, la verdad es que yo aún no andaba borracha, pero no podía decir lo mismo de él. -A ver ¿cuantos dedos ves?- Le enseñé dos con mi mano izquierda frente a su rostro mientras él intentaba enfocar la mirada.
-¿Cuatro?-
Negué con la cabeza, muerta de la risa.
A continuación dijo algo sobre mi aspecto y que me encontraba guapa, lo cual me hizo alzar la ceja mientras lo contemplaba sorprendida.
-Ah, no sé, no soy voluptuosa como muchas mujeres de aquí.- Sonreí y cuando le dio por alcanzar mi cabello con su mano me quedé mirándolo fijamente, no estaba muy segura de que rumbo iban tomando sus pensamientos.
Se alzó un poco y en eso llegó a mis oídos aquella voz masculina que sonaba entre divertida y un poco burlona. Aunque no lo miré inmediatamente, ya sabía perfectamente quien era.
-¿De cuando acá tan solícito?- Ladeé ligeramente el rostro para mirar hacia arriba y observarlo de pie a un lado nuestro.
Apenas hacía acto de presencia y lograba que mi estado de ánimo fluctuara. Arqueé las cejas para observarlo, no sabía muy bien qué pensar sobre su ofrecimiento, y si a eso le sumaba sus últimas palabras, no podía realmente adivinar que se le cruzaba por la cabeza.
-La noche apenas está empezando.- Y justo allí Arturo soltó algo sobre ir a mi habitación y mi mirada se desvió hacia él con rapidez. -¿Qué?-
Sentí su mano cerrarse alrededor de mi cintura, pero yo me había quedado momentáneamente paralizada.
Me crucé de brazos cuando me percaté de que varios mirones se la estaban pasando de lo lindo al mirarnos. -¡Ale! ¡Vayan moviéndose, que aquí no hay nada para ver!-
-Yo creo que no estás en un estado muy lúcido.- Retiré la jarra de su mano y la moví frente a su rostro antes de tomar un largo trago que iba necesitando demasiado.
-Te puedes quedar dormido.- Si mal no recordaba él me había dicho que ese era el efecto que el alcohol tenía sobre él. -Y no es cuestión de dejarte aquí si eso sucede.-
Miré hacia Sirius. -¿Vas a darme otra sugerencia sobre como debo de pasar mi tiempo?- Me pregunté si iba a quedarme con la interrogante otra vez, porque él me daba consejos sobre qué hacer con mi vida, pero no me daba nunca tiempo de hablar antes de volver a desaparecer.
La fiesta de la cosecha se prestaba a ello, siempre me había parecido una gran celebración y esta noche, bailando en medio de los vikingos mientras los torrentes de hidromiel caían una y otra vez en nuestras jarras, había hecho a un lado los pesares, al menos durante el tiempo que durara esta noche, y por lo animada que estaba la fiesta, y por el hecho de que el sol no se había ocultado más que un par de horas atrás, me olvidaba del tiempo mientras cambiaba de pareja de baile una vez más.
En ocasiones como esta mis pies resultaban incansables, un nuevo trago y con los labios brillando me relamí antes de que la música parara un instante que servía a los músicos para cambiar de melodía, cuando mirando hacia ambos lados me percaté de que el hechicero ya no estaba a la vista.
Cosa rara, lo había visto hace unos minutos, nos habíamos topado uno al lado del otro mientras una rubia vikinga lo incitaba a moverse más rápido. Me pareció que andaba un poco mareado, pero como el cambio de ritmo me llevó lejos para internarme entre las parejas danzantes, lo perdí momentáneamente de vista.
Caminé un poco buscándolo y mi sonrisa se amplió divertida cuando lo encontré tendido sobre la hierba sin soltar la jarra, pero incapaz de alzarla para llevársela a la boca.
-¿Qué pasa? No me digas que has perdido el entusiasmo.- Lo miré con las manos en la cintura en claro reproche. -Anda, vamos a seguir bailando.- Intenté tirar de su mano para levantarlo pero al parecer andaba mareado y cuando apenas lo incorporé sobre sus nalgas ya se caía de nuevo arrastrándome con él.
Me eché a reir cuando caí, la verdad es que yo aún no andaba borracha, pero no podía decir lo mismo de él. -A ver ¿cuantos dedos ves?- Le enseñé dos con mi mano izquierda frente a su rostro mientras él intentaba enfocar la mirada.
-¿Cuatro?-
Negué con la cabeza, muerta de la risa.
A continuación dijo algo sobre mi aspecto y que me encontraba guapa, lo cual me hizo alzar la ceja mientras lo contemplaba sorprendida.
-Ah, no sé, no soy voluptuosa como muchas mujeres de aquí.- Sonreí y cuando le dio por alcanzar mi cabello con su mano me quedé mirándolo fijamente, no estaba muy segura de que rumbo iban tomando sus pensamientos.
Se alzó un poco y en eso llegó a mis oídos aquella voz masculina que sonaba entre divertida y un poco burlona. Aunque no lo miré inmediatamente, ya sabía perfectamente quien era.
-¿De cuando acá tan solícito?- Ladeé ligeramente el rostro para mirar hacia arriba y observarlo de pie a un lado nuestro.
Apenas hacía acto de presencia y lograba que mi estado de ánimo fluctuara. Arqueé las cejas para observarlo, no sabía muy bien qué pensar sobre su ofrecimiento, y si a eso le sumaba sus últimas palabras, no podía realmente adivinar que se le cruzaba por la cabeza.
-La noche apenas está empezando.- Y justo allí Arturo soltó algo sobre ir a mi habitación y mi mirada se desvió hacia él con rapidez. -¿Qué?-
Sentí su mano cerrarse alrededor de mi cintura, pero yo me había quedado momentáneamente paralizada.
Me crucé de brazos cuando me percaté de que varios mirones se la estaban pasando de lo lindo al mirarnos. -¡Ale! ¡Vayan moviéndose, que aquí no hay nada para ver!-
-Yo creo que no estás en un estado muy lúcido.- Retiré la jarra de su mano y la moví frente a su rostro antes de tomar un largo trago que iba necesitando demasiado.
-Te puedes quedar dormido.- Si mal no recordaba él me había dicho que ese era el efecto que el alcohol tenía sobre él. -Y no es cuestión de dejarte aquí si eso sucede.-
Miré hacia Sirius. -¿Vas a darme otra sugerencia sobre como debo de pasar mi tiempo?- Me pregunté si iba a quedarme con la interrogante otra vez, porque él me daba consejos sobre qué hacer con mi vida, pero no me daba nunca tiempo de hablar antes de volver a desaparecer.
Torvi Kolbeck- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 05/08/2017
Re: Unexpected magic [privado]
Torvi y yo lo estábamos pasando bien, no era menos cierto que no acostumbrado a ingerir las cantidades de alcohol que tomaban los bárbaros iba muy borracho, pero Torvi reía conmigo pegada a mi cuerpo mientras nos mirábamos a los ojos y mi mirada turbia bajaba hasta sus labios en un incesante baile de fuego.
No se que cojones le pasaba a Sirius, por que tenía que meterse en estas cosas, ni que él jamas hubiera ido en este estado, podía llegar a casa por mis medios y la verdad prefería quedarme allí ,tumbado con la gata y ver que pasaba entre nosotros la química era evidente, al menos por mi parte.
Pero Torvi pronto se puso a discutir con el hechicero que con los brazos cruzados delante del pecho y cara de pocos amigos como un novio celoso le volvía a preguntar si quería ayuda o no.
-No te ha dicho que no -dije enredando las palabras siendo ignorado por los dos que seguía discutiendo no se bien por que motivo como si yo no estuviera delante.
-No te digo como has de vivir tu vida, pero..esta borracho ¿quieres montártelo con Arturo? Porque él quiere eso -dijo Sirius mirando los felinos ojos de la que era su amiga.
-¿y que problema habría en eso? -rugí malhumorado frunciendo el ceño mientras incorporaba el torso intentando que todo dejara de darme vueltas -lo estamos pasando bien.
-Torvi no es de esas que se acuestan con el primer capullo que quiere bajarte las bragas.
-¿y quien dice que yo soy un capullo? -le repliqué.
-¿quieres Torvi eso? ¿quieres ir con el a su habitación? -preguntó el hechicero mirándola con fijeza ignorando de nuevo que yo estaba allí en ese momento.
Sentí como de mis dedos salían chispas de fuego, ira eso es lo que se instauró en lo hondo de mi alma, yo un Sacro ninguneado por aquel medio hechicero que parecía recriminar a su amiga que pudiera acabar con un tipo como yo.
Dirigí hacia el la mano y una bola de fuego emergió casi sin pensarlo en su dirección, Sirius estuvo rápido, en su dominio de los elementos sus ojos se volvieron rayos y frente a si un escudo eléctrico se interpuso desviando mi fuego no sin dificultad.
Encarados ambos, desafiantes, supongo que los dos habíamos bebido demasiado y aquello se acaba de convertir en una absurda pelea de gallos porque que yo supiera Torvi estaba libre y solo estabamos pasando un buen rato.
No se que cojones le pasaba a Sirius, por que tenía que meterse en estas cosas, ni que él jamas hubiera ido en este estado, podía llegar a casa por mis medios y la verdad prefería quedarme allí ,tumbado con la gata y ver que pasaba entre nosotros la química era evidente, al menos por mi parte.
Pero Torvi pronto se puso a discutir con el hechicero que con los brazos cruzados delante del pecho y cara de pocos amigos como un novio celoso le volvía a preguntar si quería ayuda o no.
-No te ha dicho que no -dije enredando las palabras siendo ignorado por los dos que seguía discutiendo no se bien por que motivo como si yo no estuviera delante.
-No te digo como has de vivir tu vida, pero..esta borracho ¿quieres montártelo con Arturo? Porque él quiere eso -dijo Sirius mirando los felinos ojos de la que era su amiga.
-¿y que problema habría en eso? -rugí malhumorado frunciendo el ceño mientras incorporaba el torso intentando que todo dejara de darme vueltas -lo estamos pasando bien.
-Torvi no es de esas que se acuestan con el primer capullo que quiere bajarte las bragas.
-¿y quien dice que yo soy un capullo? -le repliqué.
-¿quieres Torvi eso? ¿quieres ir con el a su habitación? -preguntó el hechicero mirándola con fijeza ignorando de nuevo que yo estaba allí en ese momento.
Sentí como de mis dedos salían chispas de fuego, ira eso es lo que se instauró en lo hondo de mi alma, yo un Sacro ninguneado por aquel medio hechicero que parecía recriminar a su amiga que pudiera acabar con un tipo como yo.
Dirigí hacia el la mano y una bola de fuego emergió casi sin pensarlo en su dirección, Sirius estuvo rápido, en su dominio de los elementos sus ojos se volvieron rayos y frente a si un escudo eléctrico se interpuso desviando mi fuego no sin dificultad.
Encarados ambos, desafiantes, supongo que los dos habíamos bebido demasiado y aquello se acaba de convertir en una absurda pelea de gallos porque que yo supiera Torvi estaba libre y solo estabamos pasando un buen rato.
Arturo Sacro- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 09/12/2017
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