AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Negocios arriesgados (privado)
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Negocios arriesgados (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
Elora arrugó la nota entre sus dedos y la lanzó al fuego. Aquellas palabras eran como una sentencia de muerte, Sirius estaba en peligro, la Inquisición había sabido de él y de su viaje en el tiempo, según decía ese informante, porque rastrearon la magia empleada. La bruja se había dedicado a intercambiar mensajes con un espía de la otra realidad, había desarrollado un sistema de comunicación mediante notas escondidas en libros que aparecían de la noche a la mañana. El informante recibía hechizos de su grimorio e ingentes cantidades de dinero.
Según su topo, un brujo muy poderoso habría cruzado el portal y ahora estaría en París tratando de dar con el pequeño. Los haría venir a todos, porque en Noruega no podía protegerlos, ya tenían mil enemigos, allí su magia los mantendría seguros. De todos modos, no dejaría al azar ningun cabo, no sabía que tipo de magia empleaba dicho brujo, podría ser como el cabrón de Stein, y contra el control mental ella no podía hacer nada. Los únicos que no se sometían a esa disciplina eran los vampiros. Preguntó por la Orden y le dieron un par de nombres, pero aquel destacaba. Redactó una nota y le pidió encontrarse en el Café frente a la Ópera Garnier, estaba lleno de gente que asistía a la función.*
La incesante búsqueda de mi hermano me había traído nuevamente a tierras francesas, Paris, la ciudad del amor, era algo sarcástico teniendo en cuenta que mi venganza no se trataba de otra cosa que de ese sentimiento que arrasaba montañas. Había tocado todos los palos, desde informadores bien ubicados en la ciudad, a brujas videntes. El aura de mi hermano era ocultada por algo poderoso, la rata huía del gato y algo me decía que Indigo, mi sire, jugaba su particular jugada de ajedrez en estos momentos bebiendo de su copa de vino.
Cuando me llegó la nota con el remitente de una tal Elora, desconocía quien era esa mujer, mas no me costó demasiado descubrir que ademas de bruja estaba bien acompañada en esa ciudad. Una orden de cazadores jugaba a su favor y quizás por medio de estos pudiera obtener información sobre el paradero de mi hermano. Nada perdía por intentarlo ,ademas admitía que la curiosidad de saber que podía necesitar de mi una mujer como ella me llevó a la cita aquella noche frente a la Opera Garnier. Tomé asiento en la cafetería, por supuesto no pedí nada, yo no era mucho de cafés, quizás en una taberna me hubiera entonado mas, pero aquí el tedio me podía matar. Tomé le periódico y le dije a la joven que esperaba una amiga, que mas tarde pediría.*
La bruja llegó enfundada en un llamativo vestido amarillo y marrón, no le importaba llamar la atención, de hecho lo prefería ya que estaba quedando con un desconocido y no sabía en qué podía quedar aquello. Cuanta más gente la viera, mejor. Preguntó en la barra y le indicaron dónde estaba sentado el caballero, que por su aura, detectó de inmediato. Pidió una botella de vino blanco y se sentó frente a Varinaël con las manos juntas y mirándolo a los ojos.
— Soy Elora Paine. ¿Podemos hablarnos de tú? No me gusta que me traten de usted, me parece muy formal y esto es un negocio de todo menos formal.— Les llevaron la botella a la mesa y la bruja tomó la copa con una mano mirándolo desde el borde del cristal.— Necesito que mates a alguien. Pon el precio.— directa al grano, y no se lo pediría a la manada de licántropos porque no quería incriminarlos.*
Este tema sucede antes de que Höor y Daielle acudan a París para ayudar a salvar a Sirius:
http://www.victorianvampires.com/t41741-amenazas-en-la-oscuridad-privado#435024
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Elora arrugó la nota entre sus dedos y la lanzó al fuego. Aquellas palabras eran como una sentencia de muerte, Sirius estaba en peligro, la Inquisición había sabido de él y de su viaje en el tiempo, según decía ese informante, porque rastrearon la magia empleada. La bruja se había dedicado a intercambiar mensajes con un espía de la otra realidad, había desarrollado un sistema de comunicación mediante notas escondidas en libros que aparecían de la noche a la mañana. El informante recibía hechizos de su grimorio e ingentes cantidades de dinero.
Según su topo, un brujo muy poderoso habría cruzado el portal y ahora estaría en París tratando de dar con el pequeño. Los haría venir a todos, porque en Noruega no podía protegerlos, ya tenían mil enemigos, allí su magia los mantendría seguros. De todos modos, no dejaría al azar ningun cabo, no sabía que tipo de magia empleaba dicho brujo, podría ser como el cabrón de Stein, y contra el control mental ella no podía hacer nada. Los únicos que no se sometían a esa disciplina eran los vampiros. Preguntó por la Orden y le dieron un par de nombres, pero aquel destacaba. Redactó una nota y le pidió encontrarse en el Café frente a la Ópera Garnier, estaba lleno de gente que asistía a la función.*
La incesante búsqueda de mi hermano me había traído nuevamente a tierras francesas, Paris, la ciudad del amor, era algo sarcástico teniendo en cuenta que mi venganza no se trataba de otra cosa que de ese sentimiento que arrasaba montañas. Había tocado todos los palos, desde informadores bien ubicados en la ciudad, a brujas videntes. El aura de mi hermano era ocultada por algo poderoso, la rata huía del gato y algo me decía que Indigo, mi sire, jugaba su particular jugada de ajedrez en estos momentos bebiendo de su copa de vino.
Cuando me llegó la nota con el remitente de una tal Elora, desconocía quien era esa mujer, mas no me costó demasiado descubrir que ademas de bruja estaba bien acompañada en esa ciudad. Una orden de cazadores jugaba a su favor y quizás por medio de estos pudiera obtener información sobre el paradero de mi hermano. Nada perdía por intentarlo ,ademas admitía que la curiosidad de saber que podía necesitar de mi una mujer como ella me llevó a la cita aquella noche frente a la Opera Garnier. Tomé asiento en la cafetería, por supuesto no pedí nada, yo no era mucho de cafés, quizás en una taberna me hubiera entonado mas, pero aquí el tedio me podía matar. Tomé le periódico y le dije a la joven que esperaba una amiga, que mas tarde pediría.*
La bruja llegó enfundada en un llamativo vestido amarillo y marrón, no le importaba llamar la atención, de hecho lo prefería ya que estaba quedando con un desconocido y no sabía en qué podía quedar aquello. Cuanta más gente la viera, mejor. Preguntó en la barra y le indicaron dónde estaba sentado el caballero, que por su aura, detectó de inmediato. Pidió una botella de vino blanco y se sentó frente a Varinaël con las manos juntas y mirándolo a los ojos.
— Soy Elora Paine. ¿Podemos hablarnos de tú? No me gusta que me traten de usted, me parece muy formal y esto es un negocio de todo menos formal.— Les llevaron la botella a la mesa y la bruja tomó la copa con una mano mirándolo desde el borde del cristal.— Necesito que mates a alguien. Pon el precio.— directa al grano, y no se lo pediría a la manada de licántropos porque no quería incriminarlos.*
Última edición por Elora Paine el Lun Jun 11, 2018 5:40 am, editado 1 vez
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Negocios arriesgados (privado)
Sabía que los vampiros estaban divididos en dos facciones, Xar se lo contaba habitualmente, los Akkad querían romper el gran engaño y que los humanos fueran meros alimentos listos para consumir. El Consejo por contra abogaba por una paz, un equilibrio entre inmortales y humanos. Así que Varinäel estaba con el Consejo. También ella. Su manada trataba con la Orden y con el Consejo, ella no pertenecía a la Logia pero sabía que también tenían tratos con los Blackmore.
— No tengo ningún interés en los asuntos de vuestra raza… pero estoy dentro tanto como tú. Los únicos amigos que me quedan en París son los Blackmore y la Orden, ya sabes que cazan aquellos que se descontrolan.— Quizás el vampiro ahora ya no la quisiera ayudar, porque también él estaría en el punto de mira de los cazadores y de los Black.*
Dejé escapar el aire despacio, aquello complicaba mas las cosas, si la bruja estaba en el punto de mira de unso y otros de algún modo me podría ver salpicado si es que de cierto modo aquella misiva enviada pro Hector no me colocaba ya con la cabeza en la picota.
-Bueno, el baile ha sido...apasionante -susurré en su oido al escuchar el fin de las notas de aquel vals.
No emití respuesta, teníamos un negocio que llevar a cabo y solo en el mundo ficticio de los nobles y los humanos eramos amigos, en el fondo solo eramos dos extraños con un fin parecido.
-¿tenéis quien os lleve a casa my Lady? -de nuevo acerqué mis labios a su oido -¿como andáis de vuestra...pequeña adicción?*
Torció el gesto en un mohín, ella no había dicho nada al respecto, trataba de olvidar el efecto de la sangre de Varinaël y el maldito vampiro se empeñaba en sacarlo a la luz.
— Tú ya sabes cómo va.— gruñó entre dientes, el mono la había hecho pasar malas noches, sudores fríos, obsesión y sed insaciable que no cesaba ni con agua ni con vino. Había tenido dolor de cabeza y temblores y tan sólo el opio la había calmado un poco. Pero no quería volverse adicta al opio, lo único es que el extracto de amapola era mucho más fácil de conseguir que la sangre de vampiro. Soltó al cainita con una leve reverencia, no era muy ducha en esas cosas, no pertenecía a la alta sociedad aunque trataba de moverse en ella lo mejor que podía, pero no tenía los modales de una Lady cultivada y fina. Era una rata de alcantarilla con más dinero del que se merecía y una posición que le había venido grande.*
Enarqué una ceja, porque sabía como iba era por lo que le preguntaba, no estaba dispuesto a ponernos en peligro y que en medio del enfrentamiento le diera un ataque repentino, el mono no era fácil de sobrellevar para los humanos de ahí que quería asegurarme de su estado.
Era una bruja, no sabía si estaba consiguiendo sangre por otros medios que nada tenían que ver conmigo aunque por el temblor de su diestra al hablar de vitae supe de inmediato que no había probado mas del elixir de la vida.
-No es buen momento para dejarlo bruja -dije hundiendo mi mirada en sus pardos -te necesito al 100% y te aseguro que ahora mismo distas mucho de estarlo.
No era mi intención que se enganchara mas, pero tampoco quería correr riesgos, la misión era complicada, lo suficiente como para tener los sentidos alerta y la necesitaba bien y no con sudores fríos y mucha sed.
-¿desde hace cuanto...? ¿quieres que vaya a tu casa y ...?
Frases inacabadas que difícilmente alguien podría interpretar como que le ofrecía sangre, quizás si sexo.*
Odiaba sentirse cazada en algo, eso la volvía de nuevo vulnerable y pequeña y no soportaba estar así. Pero era muy cierto que se le escapaba de su control, esa adicción era peligrosa y ahora mismo no podía permitirse estar así, Arya la necesitaba, París estaba al borde de una guerra entre vampiros y ella tenía que solucionar lo de Sirius, ya pensaría más adelante en ello y si requería que la encerrasen hasta que su cuerpo eliminase la ponzoña, lo haría.
— desde la noche en tu casa.— sentenció la bruja. Esa había sido la última vez que probó la sangre de vampiro y lo llevaba en verdad bastante bien gracias a las pociones que se auto administraba. Pero no podía abusar, todo eso minaría su energía y la necesitaba toda para abatir al inquisidor Darkblade.*
— No tengo ningún interés en los asuntos de vuestra raza… pero estoy dentro tanto como tú. Los únicos amigos que me quedan en París son los Blackmore y la Orden, ya sabes que cazan aquellos que se descontrolan.— Quizás el vampiro ahora ya no la quisiera ayudar, porque también él estaría en el punto de mira de los cazadores y de los Black.*
Dejé escapar el aire despacio, aquello complicaba mas las cosas, si la bruja estaba en el punto de mira de unso y otros de algún modo me podría ver salpicado si es que de cierto modo aquella misiva enviada pro Hector no me colocaba ya con la cabeza en la picota.
-Bueno, el baile ha sido...apasionante -susurré en su oido al escuchar el fin de las notas de aquel vals.
No emití respuesta, teníamos un negocio que llevar a cabo y solo en el mundo ficticio de los nobles y los humanos eramos amigos, en el fondo solo eramos dos extraños con un fin parecido.
-¿tenéis quien os lleve a casa my Lady? -de nuevo acerqué mis labios a su oido -¿como andáis de vuestra...pequeña adicción?*
Torció el gesto en un mohín, ella no había dicho nada al respecto, trataba de olvidar el efecto de la sangre de Varinaël y el maldito vampiro se empeñaba en sacarlo a la luz.
— Tú ya sabes cómo va.— gruñó entre dientes, el mono la había hecho pasar malas noches, sudores fríos, obsesión y sed insaciable que no cesaba ni con agua ni con vino. Había tenido dolor de cabeza y temblores y tan sólo el opio la había calmado un poco. Pero no quería volverse adicta al opio, lo único es que el extracto de amapola era mucho más fácil de conseguir que la sangre de vampiro. Soltó al cainita con una leve reverencia, no era muy ducha en esas cosas, no pertenecía a la alta sociedad aunque trataba de moverse en ella lo mejor que podía, pero no tenía los modales de una Lady cultivada y fina. Era una rata de alcantarilla con más dinero del que se merecía y una posición que le había venido grande.*
Enarqué una ceja, porque sabía como iba era por lo que le preguntaba, no estaba dispuesto a ponernos en peligro y que en medio del enfrentamiento le diera un ataque repentino, el mono no era fácil de sobrellevar para los humanos de ahí que quería asegurarme de su estado.
Era una bruja, no sabía si estaba consiguiendo sangre por otros medios que nada tenían que ver conmigo aunque por el temblor de su diestra al hablar de vitae supe de inmediato que no había probado mas del elixir de la vida.
-No es buen momento para dejarlo bruja -dije hundiendo mi mirada en sus pardos -te necesito al 100% y te aseguro que ahora mismo distas mucho de estarlo.
No era mi intención que se enganchara mas, pero tampoco quería correr riesgos, la misión era complicada, lo suficiente como para tener los sentidos alerta y la necesitaba bien y no con sudores fríos y mucha sed.
-¿desde hace cuanto...? ¿quieres que vaya a tu casa y ...?
Frases inacabadas que difícilmente alguien podría interpretar como que le ofrecía sangre, quizás si sexo.*
Odiaba sentirse cazada en algo, eso la volvía de nuevo vulnerable y pequeña y no soportaba estar así. Pero era muy cierto que se le escapaba de su control, esa adicción era peligrosa y ahora mismo no podía permitirse estar así, Arya la necesitaba, París estaba al borde de una guerra entre vampiros y ella tenía que solucionar lo de Sirius, ya pensaría más adelante en ello y si requería que la encerrasen hasta que su cuerpo eliminase la ponzoña, lo haría.
— desde la noche en tu casa.— sentenció la bruja. Esa había sido la última vez que probó la sangre de vampiro y lo llevaba en verdad bastante bien gracias a las pociones que se auto administraba. Pero no podía abusar, todo eso minaría su energía y la necesitaba toda para abatir al inquisidor Darkblade.*
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Negocios arriesgados (privado)
Eso no respondía mi pregunta, pero desde luego que si la ultima vez que bebió sangre de vampiro fue conmigo era imposible que su mono se limitara a un ligero temblor y no llegara a algo mucho mayor.
Había visto humanos desesperados por una gota, el mono era poderoso, sudores fríos, fiebre incluso, alucinaciones, falta de cordura y mucha sed de vitae.
- Se te ve bien -dije a modo de piropo, quizás podía sonar a que no creía que su ultima dosis fuera hacía tanto tiempo, pero desde luego no fue así como lo dije, quizás si como lo insinúe.
Los drogadictos era expertos mentirosos, así que...- no me necesitas ¿entonces? ya sabes, es peligroso que una dama vaya sola a casa a estas horas -atajé ladeando la sonrisa*
— Sería raro que me marchase sola de la fiesta, si eres tan amable de acompañarme…— pero se lo dijo con cierto rintintín, con el tono algo acusativo pues ¿quien tenía la culpa de su adicción en verdad? Él y sólo él. Por haberla mordido. Ella reaccionó como buenamente pudo, no podía saberlo y ahora sufría las consecuencias. Se lo dijo entornando los ojos ligeramente, estaba claro que el triunfo era para el vampiro en ese tema, no podía no darle la razón, pero tampoco suplicaría por una gota de ese veneno. Si tenía que ir a cazar un vampiro, lo haría, aunque tuviera que prometerle a Lord Blackmore alguna cosa que mejor no pensar.*
Extendí mi brazo con galantería para que la bruja lo tomara y así tras despedirnos de unos cuantos de los invitados que nos detuvieron el paso para concretar ciertas visitas o simplemente para ser testigos del chismorreo que sobrevolaba la fiesta, que nos ibamos juntos después de ella, conseguimos salir del salón, bajar la escalinata de piedra blanca y llegar hasta mi oscuro carruaje donde el cochero nos esperaba.
-Por favor -pedí abriéndole la puerta con galantería y estirando mi diestra tomé su siniestra para ayudarla a ascender al carruaje con tan abultado vestido.
Una vez Elora se acomodó me adentré al interior tomando asiento frente a ella, cerré la puerta y golpeé un par de veces el techo con el bastón para indicar al conductor que se moviera, ya nos había llevado a casa de la bruja en otra ocasión, así que a no ser que cambiáramos la dirección esa es la que tomaría.
-¿Tu casa verdad?*
¿Dónde si no? Él podría ser un alma errante, pero ella tenía a su pequeña que estaba en casa, la única ancla que le quedaba ya. En el costado llevaba tatuada una hiedra y enredada en ella un ancla con una X. Miró a Varinäel muy seria y cambió de opinión de pronto.
— No. Vamos a otro lugar.— se acercó a la ventanilla del cochero y le dijo la dirección. Era un edificio poco iluminado de los barrios bajos. Allí vivía el tatuador que le había hecho esa pequeña obra de arte y aunque en su momento significó mucho, quería sustituir esa X por una A de Arya, pues era la única que sería suya para siempre.— Sus manos son de oro.— se desabrochó el cuerpo del vestido y luego los lazos laterales del corsé para enseñarle al cainita el tatuaje.— Ya es hora de sustituir esa letra por otra. El dolor me recuerda lo que es importante.*
La cara de sorpresa me delató en inicio cuando la bruja comenzó a aflojarse el corsé, no sabía bien que se había creído que íbamos a hacer, pero de seguro distaba mucho de desnudarnos en aquel carro. Mis ojos surcaron su piel con un tinte rojizo y la pupila mas dilatada de lo que en toda la noche la había tenido delató algo que yo siempre me esforcé por ocultar, el deseo. Podría decir que una parte de mi se sintió aliviado al ver que su intención distaba mucho de lo que en inicio había imaginado, pero otra...
-el dolor siempre recuerda lo que es importante, por eso lo mejor es no tener nada importante que pueda causarte dolor -atajé a recordarme a mi mismo cal era el lema de mi no vida.
Así que me llevaba frente a un tatuador para cambiar esa letra por otra, seguramente por una "A"
-Vas a ponerte el nombre de tu camello? -bromeé con cierta picardía al ver como de nuevo se cabria. Tiré de us diestra para que se acercara a mi.
-¿quieres el viaje antes de sentí ese dolor, creo que lo importante carecerá de sentido.*
Le sostuvo la mirada, no quería que nada le arrancase la cordura mientras sacaba de su vida y su piel esa X. Quizás después necesitara perderse en el alcohol, o en la droga del vampiro, pero ahora no, ahora necesitaba sentir ese dolor.
— No. Quizás luego. Si tienes algo mejor que hacer, vete, no necesito niñera. No pienso tatuarme nunca más algo que crea que será eterno, porque luego todo es una gran mentira.— Se acabó de atar los lazos y el coche se detuvo.*
Ladeé la cabeza enarcando una ceja ¿luego quizás? ¿que parte de necesitas tu dosis no había captado? ¿y de te necesito al 100%?
-y aun pareciendo eterno, el destino se esforzara por darle un trágico sino, el amor es siempre una falacia o tu peor enemigo, así que bueno, digamos que mi sangre no es la ponzoña mas peligrosa que corre por tu organismo, no es ese veneno el que te ha traído hasta aquí, es otro y creo que tiene que ver con el resentimiento.
Había visto humanos desesperados por una gota, el mono era poderoso, sudores fríos, fiebre incluso, alucinaciones, falta de cordura y mucha sed de vitae.
- Se te ve bien -dije a modo de piropo, quizás podía sonar a que no creía que su ultima dosis fuera hacía tanto tiempo, pero desde luego no fue así como lo dije, quizás si como lo insinúe.
Los drogadictos era expertos mentirosos, así que...- no me necesitas ¿entonces? ya sabes, es peligroso que una dama vaya sola a casa a estas horas -atajé ladeando la sonrisa*
— Sería raro que me marchase sola de la fiesta, si eres tan amable de acompañarme…— pero se lo dijo con cierto rintintín, con el tono algo acusativo pues ¿quien tenía la culpa de su adicción en verdad? Él y sólo él. Por haberla mordido. Ella reaccionó como buenamente pudo, no podía saberlo y ahora sufría las consecuencias. Se lo dijo entornando los ojos ligeramente, estaba claro que el triunfo era para el vampiro en ese tema, no podía no darle la razón, pero tampoco suplicaría por una gota de ese veneno. Si tenía que ir a cazar un vampiro, lo haría, aunque tuviera que prometerle a Lord Blackmore alguna cosa que mejor no pensar.*
Extendí mi brazo con galantería para que la bruja lo tomara y así tras despedirnos de unos cuantos de los invitados que nos detuvieron el paso para concretar ciertas visitas o simplemente para ser testigos del chismorreo que sobrevolaba la fiesta, que nos ibamos juntos después de ella, conseguimos salir del salón, bajar la escalinata de piedra blanca y llegar hasta mi oscuro carruaje donde el cochero nos esperaba.
-Por favor -pedí abriéndole la puerta con galantería y estirando mi diestra tomé su siniestra para ayudarla a ascender al carruaje con tan abultado vestido.
Una vez Elora se acomodó me adentré al interior tomando asiento frente a ella, cerré la puerta y golpeé un par de veces el techo con el bastón para indicar al conductor que se moviera, ya nos había llevado a casa de la bruja en otra ocasión, así que a no ser que cambiáramos la dirección esa es la que tomaría.
-¿Tu casa verdad?*
¿Dónde si no? Él podría ser un alma errante, pero ella tenía a su pequeña que estaba en casa, la única ancla que le quedaba ya. En el costado llevaba tatuada una hiedra y enredada en ella un ancla con una X. Miró a Varinäel muy seria y cambió de opinión de pronto.
— No. Vamos a otro lugar.— se acercó a la ventanilla del cochero y le dijo la dirección. Era un edificio poco iluminado de los barrios bajos. Allí vivía el tatuador que le había hecho esa pequeña obra de arte y aunque en su momento significó mucho, quería sustituir esa X por una A de Arya, pues era la única que sería suya para siempre.— Sus manos son de oro.— se desabrochó el cuerpo del vestido y luego los lazos laterales del corsé para enseñarle al cainita el tatuaje.— Ya es hora de sustituir esa letra por otra. El dolor me recuerda lo que es importante.*
La cara de sorpresa me delató en inicio cuando la bruja comenzó a aflojarse el corsé, no sabía bien que se había creído que íbamos a hacer, pero de seguro distaba mucho de desnudarnos en aquel carro. Mis ojos surcaron su piel con un tinte rojizo y la pupila mas dilatada de lo que en toda la noche la había tenido delató algo que yo siempre me esforcé por ocultar, el deseo. Podría decir que una parte de mi se sintió aliviado al ver que su intención distaba mucho de lo que en inicio había imaginado, pero otra...
-el dolor siempre recuerda lo que es importante, por eso lo mejor es no tener nada importante que pueda causarte dolor -atajé a recordarme a mi mismo cal era el lema de mi no vida.
Así que me llevaba frente a un tatuador para cambiar esa letra por otra, seguramente por una "A"
-Vas a ponerte el nombre de tu camello? -bromeé con cierta picardía al ver como de nuevo se cabria. Tiré de us diestra para que se acercara a mi.
-¿quieres el viaje antes de sentí ese dolor, creo que lo importante carecerá de sentido.*
Le sostuvo la mirada, no quería que nada le arrancase la cordura mientras sacaba de su vida y su piel esa X. Quizás después necesitara perderse en el alcohol, o en la droga del vampiro, pero ahora no, ahora necesitaba sentir ese dolor.
— No. Quizás luego. Si tienes algo mejor que hacer, vete, no necesito niñera. No pienso tatuarme nunca más algo que crea que será eterno, porque luego todo es una gran mentira.— Se acabó de atar los lazos y el coche se detuvo.*
Ladeé la cabeza enarcando una ceja ¿luego quizás? ¿que parte de necesitas tu dosis no había captado? ¿y de te necesito al 100%?
-y aun pareciendo eterno, el destino se esforzara por darle un trágico sino, el amor es siempre una falacia o tu peor enemigo, así que bueno, digamos que mi sangre no es la ponzoña mas peligrosa que corre por tu organismo, no es ese veneno el que te ha traído hasta aquí, es otro y creo que tiene que ver con el resentimiento.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 18/02/2018
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