Sarcófago Ankh // privado Naitiri

Recuerdo del primer mensaje :

sueña la vida que si he de morir,
trozos de miedo, es duro vivir

La mañana se había presentado fria pero despejada, la cambiante abrío su azul ojo observando que el sol ya se estaba presentando, se movió entre las suaves sabanas sin querer despertarse aun pero finalmente abrió sus ojos para levantarse, hecharse la fina bata por encima y abandonar la habitación para dirigirse a la cocina, el servicio ya sabía el desayuno que le gustaba a la mayor de las Enhydra, que se sentó en la mesa de la cocina comiendo las piezas de frutas allí ya preparadas, bebía del café caliente mientras su mirada aun se perdía en un punto mientras se perdía en sus pensamientos, cuando entró su hermana pequeña en la cocina y se apoyó en el marco de la puerta cruzada de brazos. -Buenos dias dormilona, ¿regresastes muy tarde anoche? espero que al menos el vuelo nocturno fuera fructifero.- Comentó la pelirroja con una sonrisa de medio lado, Eylith alzó la mirada mientras masticaba lentamente la pieza de fruta, esa costumbre inquietante de quedarse mirando a alguien fijamente durante largos segundos sin mediar palabra, pero Wenkyel ya estaba acostumbrada a eso de su hermana.
-Nada novedosos salvo unos vampiros con comportamiento de bandalos y un par de licántropos enrabietados...ninguna incidencia reseñable.- Dijo la cambiante con la voz calma, y dió un sorbo al café, mientras miró como su hermana se acercaba y le pasaba una carta. -Es del museo, te reclaman inmediatamente, vino el mensajero hace apenas unos minutos. - Eylith cogió la cara abriendola, sabía de sobra que su hermana no precisaba siempre de abrir cartas para adivinar el contenido. -Voy...- Eylith terminó su café y se aceleró a vestirse apresuradamente y adecentarse, pues tenía que dar buena presencia. Miró a Wenkyel mientras terminaba de acicalarse. -¿Y Bloondy?- Preguntó devido que a veces la vampiresa hacía de las suyas sin dar explicaciones a nadie, más Wenkyel negó con la cabeza. -Está en sus aposentos, se la ve alterada desde que tiene esas horribles pesadillas...ignoraba que los vampiros soñasen.- Alegó la pelirroja, Eylith enarcó la ceja. -Es algo curioso el que sueñen si...bueno, debo irme.

Salió de su casa montando en el carruaje de camino al museo mientras miraba la carta, pues el mensaje le era algo curioso, ya que acababa de llegar un cargamento, con retraso, al parecer hubo que rescatarlo inclusive, aqui había algo que no cuadraba, esperaba que al llegar al museo pudieran dar más directrices, por qué si bien ella conocía lo que lelgaba al museo bien sabía que ese cargamento iba en concreto a otro departamento, que era al departamento Egipcio, y aunque ella estudiaba todo tipo de cosas, tenían gente especializada exclusivamente en ese ambito, lo cual que la reclamasen le era sumamente curioso, el carruaje se detuvo y Eylith abandonó este para adentrarse en el museo, para dar los buenos dias a su paso, mientras bajaba a la planta inferiores donde con celo se guardaban las obras más importantes.
Ahí estaba quien la hizo llamar, y tras él una enorme caja. -¿Que es eso tan importante por lo que corría tanta prisa querido?- El tono serio de Eylith a veces intimidaba, pero algunos ya la conocían lo suficiente para saber que en realidad no estaba siendo hostil. -¿Ese es el cargamento? ¿no es del departamento egipcio? ¿Por que se requiere mi presencia?.- La cambiante estaba notablemente ansiosa por conocer.

-Verá señorita Enhydra, la he llamado a usted y a la señorita Zahir que consideramos que seran las que mejor se encarguen de esta situación, enseguida vendrá, ha sido invocada aqui como usted, en cuanto al retraso...el barco en el que venía quedó encayado unas millas antes de llegar, tuvimos que ir a por el barco...lo que pasa que este se encontraba completamente vacio cuando dimos con el barco, toda la tripulación había fallecido.- Comentó con tono lugubre, Eylith enarco una ceja notablemente con sorpresa. -¿¡Como!?.- Más la conversación fue irrumpida cuando llegó una joven mujer morena a donde estaban reunidos. -Ah...señorita Zahir, la esperabamos, ella es Eylith Enhydra, investigadora de artes clasicas, señorita Enhydra...Ella es Naitiri Zahir Directora del departamento de antigüedades egipcias.- Presentó a las dos mujeres, Eylith estendió la mano para estrecharsela a la nueva integrante, mientras sin dar credito escuchaba como el hombre repetía la escalofriante noticia a la morena.
La cambiante esa noticia no le gustó nada, era todo muy estraño, miró de reojo a la mujer que tenía a su lado, esperando que ella expresara su reacción ante lo dicho, ella era cambiante y conocía bien el mundo sobrenatural y aun asi le estaba siendo un dato escalofriante no quería imaginarse a alguien que vivía al margen de los caprichos sobrenaturales, pero tenía que el hombre terminar de explicarse y responder a las preguntas de ambas antes de mostrar el tesoro que había dentro de ese cajón de madera.

Volvimos hasta el museo, según la hechicera allí podríamos trabajar mejor que en plena calle.
-Atranca la puerta -pedí para que nadie mas entrara y pudiera ponerse en peligro, tenía que confiar en la hechicera, era el único modo de devolver a mi mujer a casa, no había arriesgado todo para ahora perderla, se la arrancaría de las manos a ese desgraciado aunque fuera lo último que hiciera en Midgard.
-Vamos egipcia, tienes que luchar, voy a buscarte, solo aguanta -le susurré en el oído antes de dejarla con suavidad en el suelo -hazme entrar, hazlo ya -pedí entre impacientes gruñidos mientras la bruja se acuclillaba dentro de los pentagramas pintados en el suelo y posaba sus manso en nuestras frentes.

El viaje fue duro, caímos en lo que según la bruja era el mundo onírico, hundí mis aceros en sus ojos.
-Bien, si estamos dentro de la cabeza de mi mujer, ella pone las malditas reglas.
-Egipcia!!!! -rugí -aquí eres mas fuerte, no le creas, es tu sueño, tu controlas lo que pasa, aguanta, voy a encontrarte ¿me oyes? Hijo de puta voy a meterte la espada pro el culo y a sacarte de su cuerpo a golpes! -rugí furibundo mientras la hechicera trataba que dejara de gritar -¡Tu seras un demonio pero yo me meriendo bestias en el norte a diario!

La hechicera negó con la cabeza resoplando.
-Pues no te he dicho lo que ceno -bromeé guiñándole un ojo -vamos, mi esposa nos espera.
Emprendimos camino por un mundo difícil de interpretar, la cabeza de mi esposa estaba llena de imágenes -mi mujer es muy pervertida -alegué enarcando una ceja al escucharnos fornicar tras una de las puertas.
Mi ego no conocía parangón y la bruja iba resoplando, de vez en cuando rugía llamando al demonio, me empezaba a molestar que ese hijo de puta llevara dentro de ella mas tiempo del que estaba yo.

Eylith deslizaba sus azules ojos por el lugar, mirando a su alrededor, el mundo onirico siempre era impredecible, peligroso en cierta forma, ya que cuando el limite es la propia imaginación eso aumenta las posibilidades de cosas retorcidas, muchisimo, mira al vikingo y luego al retorcido y oscuro lugar que les rodeaba, fuera de este mundo sin duda la imagen también sería notablemente siniestra, con la bruja meditando y los dos amantes en el suelo uno tumbado al lado del otro cogidos de la mano, mientras ella sentada al lado de sus cabezas con las manos en la frente de cada uno y posiblemente los ojos en blanco, es una posición vulnerable, pero cualquiera que la viera pensaría cosas de lo más retorcidas y oscuras. Quizá con razón, pero ahora sus mentes estaban en otra parte. -Recuerda que la mente es poderosa, todo lo que aqui pase tu cerebro lo asimilará como real, lo cual si te rompes una costilla aqui, cuando despiertes te dolera como si de verdad te la hubieras roto, aunque eso se pasara...no hace falta decir que si morimos aquí morimos de verdad, pero en ese caso intentaré despertarnos antes de que eso ocurra.- Aclaró la bruja para dejar al vikingo prevenido, para que usara la cabeza y no hiciera nada suicida que se saliera del control de la bruja por el bien de los tres.


Más el vikingo empieza a pegar gritos llamando a su mujer, Eylith tiene el primer impulso de chistarle para que deje de dar voces, tenía intención de pasar desapercibida un rato más, pero con el vikingo a su lado estaba claro que eso no iba a ocurrir, resopló pellizcandose el puente de la nariz. -Claro...grita...no sea que alguien no nos oiga..- Dijo con tono sarcastico negando con la cabeza dandose por vencida con él, ¿como lo soporta le egipcia? tendrá que preguntarselo cuando todo esto acabe, ya que la bruja tiene la esperanza de que todo esto salga bien, o al menos es asi como lo desea.
Más despues de intentar provocar al demonio sin respuesta y ante los resoplidos de la bruja que negaba con la cabeza, enarcó una ceja cuando bromeo sobre lo que él cenaba. Nada le desmotivaba, eso era bueno, y más para estar ahí, Eylith paseaba la vista por el sitio mientras avanzaban con paso rapido, había que encontrar el centro, seguramente era ahí donde la tendría encerrada, en el centro de su mente, habiendo cosas estrañas alrededor, pues era el mundo de los sueños a fin de cuentas.


Sin duda era una mente curiosa, más parece que el vikingo mostró reacción al oir de fondo sus jadeos tras una puerta, no pudiendo evitar hacer un comentario, Eylith miró a Ubbe y enarcó una ceja con cierto desdén, mientras le observaba enormemente seria. -Vamos bigardo, soy una bruja...no te haces ni una idea de lo que sé cuando se trata de perversiones...¿crees que esto me va a asustar? por favor..- Respondío negando con la cabeza, mientras siguió para adelante, dejando al vikingo con su ego, aunque seguramente no se esperó esa insinuación de la bruja tan descarada, pero al descaro se le responde con descaro.


Eylith se frenó en seco cuando le pareció divisar a la egipcia, se puso en alerta y tiró del brazo del vikingo para que prestara atención a lo que ella veía señalandole hacia donde parecía acercarse la egipcia. -¿Naitiri?.- Preguntó Eylith entrecerrando los ojos, los sueños eran muy confusos, había la mismas posibilidades de que fuera ella como que no, la miraba ladeando la cabeza y mantenía a Ubbe sujeto. -Cautela...los sueños son confusos, no te comportes como si no tuvieras....- Se quedo observando la reacción del vikingo.- ....cerebro...si, como no..¿para que me vas a hacer caso, no bigardo? ¡aguarda por favor!- Protestó Eylith agarrandole para frenarle. -¿Naitiri?.- Volvió a preguntar viendo la imagen de la egipcia acercandose.

No recordaba muy bien lo que había pasado, no podía recordar demasiado desde el momento en que en el despacho de la hechicera había perdido el conocimiento y ya no había vuelto a recuperarlo. Sí había visto imágenes, algunas un tanto borrosas y confusas, había sentido la presencia del vikingo como si este estuviera cerca y eso era lo que me había animado y dado fuerzas para luchar contra el demonio que me tenía cautiva en mi propio cuerpo. No sabía muy bien cómo pero había podido controlarlo justo en el momento más necesitado de todos, para mí encerrada en aquel cuerpo era un tanto imposible ayudar en lo que ocurría porque apenas tenía control de lo que pasaba, pero sin embargo era como si el vínculo con el vikingo me hiciera algo más fuerte, un tanto extraño, pero así lo había sentido.... tampoco es que pudiera explicar el motivo por el cual valió mi ayuda, pero fue como si una señal de alarma se encendiera en mi cabeza y me dijera que tenía que actuar, gracias a su cercanía yo me hacía más fuerte recluida en mi propio cuerpo hasta que supe lo que pasaba, fue entonces cuando tomé la decisión de que debía de intervenir porque no habíamos pasado por todo aquello para que ahora aquel demonio me arrebatara al vikingo, no podía dejar que eso sucediera. Durante todo aquel tiempo fui una espectadora muda que no podía hacer nada por ayudar a ninguno de los dos, viendo como el demonio luchaba contra ellos, como intentaba matarlos con mis propias manos y yo luchaba en un intento para ayudarlos a soltarlos. Por un momento tuve la satisfacción de saber que lo había logrado, que había conseguido apartarlo del vikingo y tras eso de nuevo la oscuridad se cernió sobre mí. Para cuando desperté estaba en un lugar totalmente diferente al de mi despacho, al museo en sí, o a ese callejón donde había tenido lugar todo. Parecía un lugar bastante más siniestro y aterrador, una ambientación propia del antiguo Egipto con un cielo oscuro que presagiaba tormenta y peligros. Estábamos en un pequeño palacio por la decoración, como si se estuviera al aire libre en un lugar del mismo, había varias columnas con jeroglíficos y además estaba como encadenada a unos barrotes que simulaban una jaula, no podía moverme demasiado solo lo que las cadenas me lo permitían, mi ropa también era la típica de alguien de alta clase de aquella época y fue entonces cuando el demonio en una forma corpórea bajó por unas escaleras acercándose hasta donde me encontraba. Parado ante mi pude observarlo pero no habían rasgos demasiado distintivos, ojos rojos brillantes, su silueta negra y esos colmillos que mostraba en su boca. Por un momento pensé incluso que estábamos en el Duat y que nuestro juicio empezaría, que habíamos muerto y aunque eso me apenó al menos sabía que no haría daño a nadie más... pero para mi desgracia me dijo que no era así, que solo estábamos en mi mente y que tanto Ubbe como Eylith habían venido a buscarme. Negué con la cabeza porque él seguía suelto y yo encadenada, sus palabras me hicieron saber que era como su fuente de “alimento”, tomaba mi energía para alimentarse y sentí un pinchazo en mi pecho mientras él me decía que iría a por ambos y que me traería la cabeza del vikingo como último recuerdo... mientras mi energía se iría consumiendo y eso le daría fuerzas a él, cuando la consumiera mi vida se acabaría y él tomaría mi cuerpo para siempre.

Intenté detenerlo cuando entre risas se alejó unos pasos de la jaula ya dejando atrás su forma de demonio, su cuerpo entero tomó mi apariencia y era como verme reflejada en un espejo... sin embargo esperaba que el vikingo no se creyera de nuevo ese truco y supiera reconocerme. Tenía que liberarme de alguna forma porque había accedido a cada recuerdo de mi mente, a todo lo que yo había pasado durante mi vida él también lo sabía, jugaría con eso y no tenía ninguna duda de que intentaría confundir así al vikingo... pero esperaba que se diera cuenta y pudiera actuar antes de que fuera demasiado tarde. Intenté retenerlo pero no pude traspasar la jaula y por más que intenté pensar en romperla no sirvió de nada, estábamos en mi mente pero seguro que ese demonio me había hecho algo para ir tan campante y llevar a cabo sus planes. Otro pinchazo me dejó de rodillas en el suelo, su risa sonaba de fondo y esa vez fue mi propia risa la que escuché mientras recuperaba el aliento sintiendo que una pequeña cantidad de energía había abandonado mi cuerpo para alimentarlo a él. Impotente, frustrada y llena de rabia por lo que sucedía sin ser capaz de hacer nada incluso en mi propia mente con mis “reglas” vi como el demonio con mi figura y mi forma se alejaba dispuesto a matarlos a ambos. Gruñí llena de rabia dando golpes a los barrotes hasta que me hice daño en los nudillos, la piel se peló de aquel lugar y cayó algo de sangre pero yo fui incapaz de derribar los barrotes que me encerraban, así que me levanté y comencé a mirar por todo el lugar para ver si podía encontrar algo que me sirviera para salir. Los grilletes y la cadena no es que fuera muy larga pero al menos me daba un margen de movimiento por el lugar. Examiné el pequeño palacio y si me conocía en algo mi mente no podía traicionarme, debía de haber algo que me ayudara a poder salir de allí y creía que la clave estaba en las columnas así que me acerqué a investigar el lugar, no podía ser que incluso mi propia mente fuera contra mí, quizás tenía algo de ventaja y hubiera algo en ese lugar que me ayudara a poder salir y buscarlos antes de que los encontrara el demonio. Quizás no era casualidad que la decoración de mi mente fuera esa, estaba acostumbrada a examinar y a encontrar cosas secretas y escondidas... quería creer que había una esperanza dentro de mi propia mente y que el demonio no me dominaba. Sin embargo mientras examinaba el lugar de pronto fue como si pudiera ver a través de otros ojos que no eran los míos, supe entonces que ese maldito demonio estaba jugando conmigo porque escuché la voz de la bruja que me llamaba.


-No.... ¡alejaos! –Grité pero ninguno de los dos fue capaz de oírme, el demonio quería hacerme saber que tenía el control incluso en mi propia mente y que no podría ganarme. Vi como sus manos volvieron a convertirse en garras cuando ninguno de los dos podían verlo, vi como sus garras fueron al brazo y a la pierna para hacer una herida que a él no le dolió pero que yo sí sentí, es más, tenía las mismas marcas en el brazo y en la pierna que comenzaron a sangrar. Hizo un corte más superficial en mi mejilla y siseé por el dolor... ¡estaba intentando confundirlos de esa forma! Iba a utilizar mi forma herida para que creyeran que era yo la que los había encontrado- maldito hijo de puta... –gruñí apretando los puños con fuerza, tenía que salir de aquella maldita jaula y la respuesta tenía que estar en esas columnas pegadas a la jaula.





Ahora que había asumido el cuerpo de la egipcia, que tenía todos y cada uno de sus recuerdos en mi mente para utilizarlos a mi antojo y sobre todo para copiar sus gestos, sus palabras y su forma de ser me hice aquellas heridas para hacerles creer que era la egipcia de verdad, mi cuerpo era como una “proyección” del de la Egipcia, yo no sangraría de verdad porque haría falta mucho más que eso para hacerme sangrar pero vinculando un cuerpo al otro era todo mucho más fácil; ella sentiría el dolor, ella se desangraría mientras que el resultado se veía en mí. Había tenido que actuar rápido y poner un sello para que ella no utilizara su poder en aquel lugar, no por nada estábamos en su mente y allí era ella la que podía vencerme, la que podía ayudarlos porque ahora era incapaz de controlar su cuerpo o su mente para que me obedeciera... de ahí que la enjaulara y le pusiera aquellos grilletes. Había encontrado a su marido y a la bruja, esta me llamaba a los lejos y parecía desconfiar pero sabiendo cómo actuaba la egipcia esperaba que se lo tragaran. Mi intención era que ellos mismos la mataran y para ello ya había puesto un plan en marcha, ahora solo me tocaba interpretar bien mi papel y que se creyeran que yo era la auténtica y no la impostora. Esperé un par de segundos acortando la distancia, el cielo estaba rojo pero había una pequeña niebla por todo el lugar que dificultaba la visión para un humano pero no así para un demonio. Cuando la distancia se redujo como para poder vernos ambos se quedaron parados intentando averiguar si era ella o no, viendo lo emotiva que era la egipcia actué igual que hubiera hecho ella y por primera vez en milenios provoqué algo aposta: lágrimas.


-¿Vikingo? –Pregunté con duda igual que hubiera hecho ella de encontrarlo, recelosa por no saber si lo que veía era real o no acortando la distancia- ¿Eylith, sois vosotros? ¿Sois relaes? –La duda se notaba en la voz de la egipcia, después de haber accedido a cada recuerdo era fácil tomar la voz y el tono adecuado- Oh por Ra... –dije en esa frase que ella repetía para echar a correr hacia el vikingo hasta que salté dejando que sus brazos atraparan mi cuerpo en esa forma- ¡Ubbe! –rodeé su cuello como hubiera hecho ella, las piernas en su cintura y el rostro escondido en su cuello- creí que no volvería a verte... yo.... yo no sé cómo.... –callé como si no supiera qué decir, separé mi rostro para verlo acariciando su mejilla- ¿qué hacéis aquí? –Pregunté para que respondiera y luego sonreí con pesar- eres un maldito suicida –reconocía que era fácil actuar como la egipcia, sobre todo después de tener tantísima información disponible a mí alcance. Se fijó entonces en mis heridas y negué con la cabeza- no sé cómo escapé... intentó apresarme pero deseé mantenerlo encerrado y algo sucedió, como si mi deseo se hubiera hecho realidad apareció en una jaula... y entonces escapé –la mejor actuación de mi existencia, y la más divertida también.

La bruja parecía estar muy negativa porque no dejaba de quejarse de todo, desde mis formas a lo que decía, pues de momento no había hecho ella mucho mas que yo con sus artes oscuras.
Apreté los dientes y elevé mi labio superior en lo que fue un gruñido, algo muy típico nuestro cuando intimidábamos al enemigo, bueno si, faltaban la sangre manchando nuestro rostro y el hacha golpeando el escudo pero por lo demás...

Iba la hechicera a abrir la boca cuando vi que mi esposa aparecía en escena con esas curvas peligrosas su tez de caramelo y esa sonrisa que me volvía loco. Abrí los brazos al verla echar a correr hacia mi y pronto se encaramó a mi cuerpo enganchando sus piernas a mi cintura, nuestros sexos rozaron hambrientos mientras su cabeza quedaba hundida en mi cuello.
-Joder que nalgas -dije con las manos apretándolas despertando su risa -te falta el manotazo en el pecho.

Enterré mi lengua en su boca, como un ariete abrió las murallas de sus labios y entro triunfal arrebatandoselo todo hasta el aliento en una pelea de sierpes en la que no hubo recoveco que no tome ni espacio que no conquisté.
-Brujita, haz eso que haces y vayámonos, ya tengo a mi mujer -dije relamiendome los labios dedicándole una media sonrisa mientras afianzaba mi trofeo como si fuera un saco.

Estaba herida, nada que no pudieramos remediar en casa ambos, lo importante era sacar de ahí a mi mujer.
La bajé al lado de la bruja mientras ahora si sacaba la espada.
-¿que haces? -me preguntó sin entender -hasta ahora no podía usarla sin dañar a mi esposa, peor ahora ese demonio va a querer no haber salido del infierno, yo no perdón, tampoco olvido y la ha tocado no hay hel suficiente para ambos. Tu sacala de aquí.

Eylith clavó la mirada en el vikingo, parecía que él solo veia protestas en ella, la bruja lo que realmente quería indicarle es que fuera más prudente, pero la reacción del vikingo fue amenazante, se giró mirandola y gruñendo pareciendo asi que buscaba la intimidación de la morena, Eylith retrocedió unos pasos mirandole frunciendo el ceño ante el gruñido y despues se cruzó de brazos mirandole molesta.
Fue entonces cuando la visión de la egipcia se empezó a dislumbrar, lo que hizo que el vikingo reaccionara realmente desoyendo lo que la bruja le pide, que solo es cautela, pero parece que el vikingo se lo toma como si la bruja solo tuviera pegas, no era asi, solo quería cautela, andarse con pies de plomo, pues el mundo de los sueños eran engañosos, Eylith se quedó detras observandolos, viendo como la egipcia se lanzaba a los brazos del vikingo, enganchandose a él mientras Eylith los observaba, retiró la mirada pensativa dejando que los dos vivieran el momento acaramelado del reencuentro mientras la bruja se mostraba pensativa observando a su alrededor, mientras los amantes disfrutaban del reencuentro con ese pasional beso.


Eylith esperó a que terminaran mientras escuchaba como Naitiri se había desecho del demonio con solo deseando, siendo asi liberada del yugo de este, el vikingo pide salir de ahí, cosa qu hace que Eylith observe a Naitiri con curiosidad, aun está conmocionada, es algo normal despues de lo vivido, mientras la siguiente petición  del vikingo la descoloca, cuando le ve desenvainar la espada, y pide que saque a Naitiri de ahí, que él se encarga del demonio que tanto le ha hecho enfadar. La bruja niega con la cabeza. -No, el gasto en mantenernos aqui dentro es grande, no puedo sacar a ella y a ti mantenerte dentro de su mente, sería mejor quitarnoslo de encima cuanto antes.- Comentó la bruja mientras miraba a Naitiri de nuevo esperando que ella dijera algo, lo había pasado mal con el demonio. -No dejaré que gane.- Dijo mirando a Naitiri.


-¿Has dicho que le has conseguido encerrar cierto?- Preguntó a la egipcia mientras, algo no le terminaba de convencer, lo que hizo que buscara entre sus ropajes algo, ya le habían salvado uno de los artilugios de Wenkyel en sus ropajes. La bruja dió con un pequeño puñal y lo saco. -El cielo aun está rojo, su poder es fuerte aunque lo hayas atado, pero no deja de tener cierta naturaleza vampirica ese demonio.- Comentaba sería tranquila. Miro el puñal y despues a Ubbe y a Naitiri, arrugó la nariz unos segundos, como si meditara viendo el filo del arma que había sacado de su atuendo.


-Hay que asegurarse que esté todo bajo arreglo... tienes que guiarnos.- Le dijo a Naitiri y despues miró al vikingo. -Puede que sea un bigardo impulsivo, pero quizá pueda hacerle frente de manera directa, tu le conoces mejor....pero yo conozco mejor a los espiritus y a los demonios...paso mucho leyendo sobre ellos, al final se destila un amor platonico hacia ellos, aunque mi hermana lo destila más que yo, pero cada una tenemos nuestros medios.- Comentaba de ese tono tranquilo que se gastaba, entonces puso el filo del puñal contra su piel y empezó a rajar la piel de su brazo en cortes profundos y sangrantes empezando a dibujar runas, era un hechizo de sangre, y para que saliera correctamente requería dolor y como su nombre indica, sangre, el objetivo del hechizo era tentar al demonio, usandose asi misma como cebo, ofreciendole la sangre, si Naitiri no había puesto bien sus cadenas el demonio vendría a por la bruja, y ese sería el momento de que el vikingo pudiera hacer daño en ese plano al demonio.

Nai no quería dejarme atrás, así era mi mujer, incapaz de obedecer aunque de los dos yo fuera el guerrero y el mas capaz de poner fin a esto. Hubiera discutido con ella su decisión, era importante matar al demonio cuando la otra se rajó las venas pronunciando unas palabras mágicas...yo lo único mágico que conocía eran los polvos que le echaba a mi mujer, pero al parecer eso funciono pues su cuerpo se lleno de brillantes runas.
-¿Eso llamará al demonio? -pregunté sin comprender bien -pues en ese caso, lo esperare -aseguré tratando de calmar a la egipcia que no sabía exactamente donde había dejado atrás al ente y buscaba el modo de hacerme ir por un camino para guiarme.

Sostuve el rostro de Nai entre mis manos para que se calmara dejando leves besos en sus labios.
-Escuchame, hemos pasado mucho juntos, sabes que soy capaz de matar a ese engendro, se que estas asustada pero te prometo que en unas horas estemos cenando, bebiendo una copa de vino de borgoña, una de esas que tanto me gustan, afrutado con el matiz de la madera y follando en la bañera ¿de acuerdo?
Ella asintió al tiempo que yo ladeaba la sonrisa con cierta picardía. No me había pasado desapercibido el modo en el que mi esposa miraba esa sangre, sus ojos se habían vuelto turbios y no al mirarme a mi si no a ella, no era mi mujer.
-¿desde cuando yo bebo vino y no hidromiel? -pregunté hundiendo en su cuerpo la hoja de mi cuchillo hasta sacarlo por el otro extremo.

Rugí furibundo llamando a mi esposa, porque si le había pasado algo....
-Te arrancare cada extremidad de tu cuerpo hijo de puta si no me la devuelves.
La bruja al verme en aquel estado corrió para intervenir, peor yo golpeaba sin pausa a aquel ser que ahora se reía a carcajadas sin parar de sangrar.
-Devuélveme a mi mujer -rugí estampando su cráneo contra la pared una y otra vez.
Su rostro se había deformado ya no era el de mi esposa si no uno bien distinto seguramente el de la bestia -devuélveme a mi mujer -Rugí alzando el otro puño para hundirlo en su cara cuando sentí que la bruja me sujetaba para que me calmara.

La magia de sangre era un coste bien alto, pero muy eficaz, si bien no venía el demonio, Eylith percibió como el cielo cambiaba, y sabía bien que habría pequeños demonios allí, pequeños no por su tamaño si no que eran demonios de menos nivel que el que había ocupado el cuerpo de la joven egipcia. La magia de sangre era un gran gasto pero eficaz, runas se dibujaban por su cuerpo, aunque naturalemente los otros dos no podían verlos, solo las que asomaban por el cuello, o los brazos, que brillaban de color burdeos. La bruja cerró los ojos respirando hondo para concentrarse, mientras miró de reojo a Naitiri que pareció a su ver asustada por las heridas que se abrió la joven en la cara interior del brazo. Eylith apretó los labios y miró a Naitiri. -No te preocupes...sé lo que hago.- Dijo para que se tranquilizara, ella no era bruja y a la morena le pareció totalmente normal que Naitiri se asustara aparentemente y preguntara que era lo que se traía ella entre manos. Al parecer Ubbe también tenía curiosidad, lo que hizo que la bruja le miras. -Si, el demonio no deja de tener cierta parentela con los vampiros, es algo complejo lo de los vampiros y los demonios, pero este concretamente es un demonio vampiro, y con este hechizo no solo potencio mi magia, si no que el aroma es muy atrayente a cualquier ser sobrenatural que sienta devoción por la sangre, y no solo siente devoción por la sangre los vampiros como tú los conoceras viendo lo acostumbrado que estas a estas cosas por tu forma de actuar. Si no que hay demonios vampiricos por llamarlos de alguna forma, lo cual la sangre para ellos es atrayente.- Intentó explicarle al vikingo, realmente era un tema enreversado y ahora no era momento de dar clases de sobrenaturales que se salía del A,B, C que se conoce comúnmente, hay más seres que vampiros, licántropos, cambiantes, fantasmas y hechiceros. Pero ni creía que al vikingo le interesase realmente tanto como a ella por ser bruja ni lugar para charlar de ello.
Más Naitiri preguntó que pasaba si salían de ahí con el demonio dentro, a Eylith le pareció normal la pregunta en realidad, aunque quizá una pregunta más digna de Bloondy que de Naitiri, pero la bruja no reparó en ello tampoco. -Pues yo personalmente preferiria tenerlo y poder ver que ocurre aquí, por que las premoniciones de mi prima son cada vez más reales y más inquietantes.- Aclaró Eylith. -Pero el principal motivo es que si salimos y dejamos al demonio aquí, aunque sea encerrado y encadenado, es como si estuviera dormido en tu subconsciente, y que en un momento determinado, no sabemos ni como, ni cuando, ni donde, el demonio se puede liberar y caerias bajo su posesión completa sin poder hacer nada por evitarlo, perdiendo tu ser al 100% y siendo muy dificil un exorcismo.- Comentó Eylith de manera sumamente calmada.


Los nervios de la Egipcia eran justificados, y rondaba a su amor mientras Eylith estaba atenta ante la aparición de demonios atraidos por su hechizo de sangre. Pero de momento todo tranquilo, lo que inquietó a la bruja notablemente, Ubbe atendía a su esposa buscando calmarla. De cariñosa manera le decía que la iba a sacar de ahí y lo que tenía planeado hacer que nuevamente indicaba el alto libido que tenía el vikingo. Eylith no les molestó buscando encontrar el porqué los demonios ni había reacción o señal de donde pudiera estar atado, ella fruncía el ceño frustrada, fue entonces cuando se giró a mirar a la pareja. De repentina manera Ubbe preguntó cuando el bebía vino, Eylith puso cara de estrañada antes de ponerse palida por la imagane que vió a continuación, por un momento el corazón le dió un vuelco pensando que Ubbe era el demonio y que quería matar a Naitiri para adueñarse de su cuerpo. -¡No!.- Solo pudo gritar Eylith.


Tardó unos segundos en entender que Ubbe aseguraba que Naitiri era el demonio. Y fue entonces cuando se movió rapidamente. -¡No vikingo! ¡Para! ¡Para!- Gritó la bruja corriendo hacia los dos, viendo con horror las acciones del vikingo sobre la egipcia al grito de "devuelveme a mi mujer". El vikingo estaba fuera de sí, la bruja intentaba sujetarlo para que se calmara, el vikingo en la voragine de ira golpeó sin querer seguramente con el codo, el rostro de la bruja que retrocedió unos pasos con las manos cubriendose el rostro notando la sangre del labio caer, pero solo sacudió la cabeza y volvió a sujetarlo para apartarlo de el demonio que por la pinta estaba a punto de mostrar lo muy enfadado que estaba. -¡¡Calma...calma!!! hay que buscar a tu mujer...tengo la sospecha de que se alimenta de su energia como un vampiro de sangre.- Dijo la bruja retirandose la sangre del labio aunque en realidad solo se esturreó la sangre por la mandibula.

Furibundo me aparté con el rostro ensangrentado de vitae ajena, gruñendo mientras el demonio se descojonaba en mi cara creyendo que había ganado la batalla.
Se equivocaba, no conocía a la egipcia y menos a mi, puede que él no lo supiera, que fuera incapaz de entender el vinculo que nos unía, mas pronto lo descubriría.
Ladeé la cabeza contemplando algo ido su rostro deforme, lo grave en mis pupilas y en mi mente porque si algo supe es que no iba a salir vivo de la mente de mi mujer.
Por mis dioses que ese demonio iba a arrepentirse de haber escapado del averno, porque lo que le esperaba conmigo era peor que el fuego eterno.

Cuando los demonios empezaron a aparecer empecé a reírme a carcajadas, tal fue así que por unos instantes la sanguijuela de Nai enmudeció.
Abrí los brazos en cuz desenvainando un par de espadas de mi carcaj.
-¡Vamos! ¡Venid! -rugí hundiendo mis dos tormentas ahora en dos de aquello bichos de cuernos rojos y cuerpo ligeramente encorvado, con garras de considerado tamaño como las fauces que llenas de babas mostraban.
-¿Esto es todo lo que tienes? -rugí haciendo bailar las espadas entre mis dedos con un giro de muñeca -¡Vamos!

Uno de las demonio, mas bien parecidas parecía regocijarse de la situación, como si se sintiera vencedora de una justa que ni siquiera había comenzado.
Ese era su mayor error, creerse invencible, casi un dios, mas si sangras mueres, esa lección la aprendí con el mejor.
Me saco el dedo corazón a modo de saludo y ni siquiera me moleste en regalarle una sonrisa de medio lado como respuesta por su descaro, iba ha hacer algo mucho mejor.

Me giré para enfrentarme al campeón uno que tras de mi soplaba mi nuca, posiblemente estaba perturbando su infame mente, esa que me imaginaba mordiendo una almohada mientras el gozaba.
No pude contener la risa, aquello era algo que no iba a suceder, claro que eso aun no lo sabia él.
Alargo su mano, para alcanzar mi rostro, como si yo fuera una vulgar ramera en un lugar de negocios.
Una de las gemelas voló y de un tajo corto su muñeca haciendo que la mano cayera al suelo y él aullara de dolor.
Agaché mi cuerpo quebrando por el suelo, así me coloqué a su espalda sajando con la otra espada que chirrió como el trueno al cortar de untajo los tendones de los talones.
La mole cayó al suelo de espaldas mientras me alzaba para colocarme sobre el y dejar caer una de las gemelas incrustandola por su culo.
-Espero que te guste capullo -ataje con sorna.
Pronto puse fin a su dolor separando la cabeza del cuerpo sin mayor dilación.

Alcé el rostro para enfrentar al demonio que habia tomado el cuerpo de mi esposa, desafió servido en bandeja de plata, ese dedo se lo iba a tragar. La ira salia de sus labios en forma de insultos.
Ladeé la sonrisa al tiempo que le lanzaba la cabeza de su prole a los pies y emitía un rugido preparándome para la siguiente embestida, ahora muchos me rodeaban, acababa de acaparar su atención, sin duda lo mejor para hacer preguntas y encontrar respuestas ¿no?
-Busco a mi mujer, si me decís donde esta os permitiré vivir -dije recorriendo a los presentes con la mirada altiva.

Por un momento se hizo el silencio, unos se miraban a los otros, no parecían estar acostumbrados a que un humano se defendiera, esos no conocían a los norteños. Como carta de presentación el derramamiento de sangre había surtido efecto, claro que pronto cayeron en que ellos eran muchos y yo solo uno, aunque algo de ventaja tenia sobre el resto, yo
no temía a la muerte, a fin de cuentas el Valhalla me esperaba ¿que les esperaba a ellos? ¿el infierno?
Yo bebería y me follaría una valkiria mientras ellos ardían entre las llamas, era desesperanzador.

Uno sacó una ballesta, no lo suficiente rápido, pues lance una de las espadas hundiéndola en su corazón, en décimas de segundo era polvo y ya iban dos.
-¡Puede que no salga con vida de aquí, mas la pregunta es ¿a cuantos me llevare conmigo?!
Parecía un demente, quizás lo fuera, pero yo no tenia nada que perder, ellos por contra una eternidad en su poder.

Todo se volvía más oscuro, más retorcido, más peligroso sin duda, la sangre empezaba a hacer su efecto, má la palabra del demonio hizo que los azules ojos de la bruja se clavasen en el demonio que tenía el aspecto de Naitiri. Aqui algo no le gustaba, Ubbe ya había enloquecido y sin darse cuenta siquiera había dado un tremendo golpe al rostro de la bruja que la hizo sangrar rompiendola el labio, pero ese vikingo ahora era un berseker sediento de sangre, y era sangre lo que iba a optener. Eylith observó con atención al demonio, sus palabras quizá el vikingo no las entendiese, y menos en ese estado pero ella, si. Las palabras del demonio escondían más maldad de la que se pensaba, y fue entonces cuando la bruja rapidamente como si fuera un puzle empezó a encajar las piezas rapidamente, sus ojos se movían rapidamente de un lado a otro pensativa antes de alzar la vista para clavarla en el demonio. ¡Pues claro! intercambio de energia, él la robaba la vitalidad, y ella recibía los golpes en su lugar, Eylith apretó los dientes mirandole de manera fulminante.
¿Como es posible? ¿como no se dió cuenta antes? "Eylith eres idiota" pensó para sí misma mientras observaba a ese demonio, pero sus palabras siguieron, tenía razón si Naitiri moria, ellos morían, por que se quedarían atrapados en ese mundo, pero su cuerpo se deterioraría toda velocidad y no tendrían cuerpo para volver, este hechizo era escalofriante por eso mismo.


Eylith sacudió la cabeza dando un gruñido mientras que Ubbe parecía enloquecido, los sonidos eran escalofriante, Eylith alzó la vista para ver esos malditos demonios acercandose atraidos por la sangre de su hechizo que ahora cubría su cuerpo de runas. Sin contar la herida del labio provocada por el codazo de Ubbe en su rostro. -No escaparas.- Masculló Eylith mientras daba unos pasos hacia atras mirando a Ubbe que tenía el rostro manchado de sangre de la paliza anterior a un sorprendido demonio liberado de su mascara. Ahora mientras el demonio tenía intención de volver con la egipcia, ella sacudió la cabeza, el vikingo estaba fuera de si, gritos de guerra y empezó a danzar con sus armas, la cosa se ponía dificil, y Eylith necesitaba castaer sus hechizos antes de poner empezar la ofensiva, miro a Ubbe cercionandose de que este se mantenia relativamente bien, sin duda en su mente había algo insano que empuja ese torrente de agresividad.


Eylith se enfrenta a un grupo de tres demonios que quiere su sangre, atraidos por el hechizo, ella les fulmino con la mirada, pronunció un hechizo que hacía que su efecto mientras los invocaba que la voz de la bruja se escuchara doble y ecosa, como si fuese una lanza un alo rojizo atravesaba cual estaca el corazón de los demonios como si fuera una lanza eterea, que la bruja manejaba a voluntad moviendo sus manos y hablando con esa siniestra voz doble y ecosa, para librarse de esos demonios, que se convertían practicamente en cenizas al ser atravesados por esa lanza, de manera que asi Eylith en un siniestro hechizo absorvía su esencia para ser más poderosa en sus hechizo. Y lo cual lo mostraba haciendo como uno de los demonios más grandes que sin duda eran mas poderosos fuese rodeado de un monton de agujas rojas de tamaño enorme, Eylith pronunció las palabras y entrelazó los dedos entre si, por ende las agujas se clavaron a su vez en la enorme bestia que dió un par de estertores antes de fallececer debido al cruel hechizo.


Más no podía permitir que el demonio escapase, observó al vikingo que seguía enloquecido, dispuesto a morir si hacia falta, pero llevandose todos los que pudiera por delante, pero no, la egipcia quedaría destrozada si él falleciera, Eylith dió un suspiro, esto la iba a doler mucho, estaba escediendose en su utilización de magia de sangre, sin duda el vikingo había hecho un gran trabajo, había un monton de esos demonios muertos, y uno particularmente grande, él volvía a estar rodeado de esos infames que parecían no tener fin, Eylith cerró los ojos y volvió a hablar con esa doble voz, una humareda roja envolvió a todos, la bruja aplaudió e hizo que una energia les empalara en miles de agujas de sangre, Eylith se empezaba a marear, pero se acercó al vikingo que gritaba y bravucon fuera de sí apenas siendo consciente de que la bruja los había empalado con su magia, pero vendría más, Ubbe parecía buscar a esos refuerzos, pero Eylith se acercó a él y le dió una señora bofetada. -¡¡Vamos bigardo!! dejate de bravuconadas, has matado a muchos, pero no podemos perder más tiempo, tenemos que ir a por tu mujer...¡¡¡ahora!!! vamos...puedo localizarla....¡¡vive hoy!! y ve a por ella...¡¡vamos!!.- Le expeto la bruja mirandole apretando los dientes, atrapando su mano para obligarle a correr, la bruja estaba palida, con sudores frios, pronto se le disiparía el efecto de la magia de sangre, la debilitaba mucho.


Eylith tiraba del vikingo para guiarle hasta donde percibía a Naitiri gracias a la magia de sangre, su poder estaba amplificandose, y pronto debía detener los efectos, los demonios que salian al paso eran empalados por esas lanzas etereas rojas, que parecían muy efectivas, no es que fueran etereas, era la sangre de la bruja pulverizada mezclada con magia, que hacía que los hechizos fuerna muy potentes, absorvía la energia de los demonios para aguantar un poco más, pero se gastaba más de lo que se ganaba. -Naitiri.- Gruñó la bruja avistandola, pero el demonio estaba ahi para aguar la fiesta y no ponerlo rapido. Eylith estaba muy cansada, su nariz y oido sangraron y la bruja retiró el hechizo de sangre, las runas desaparecieron. -Bien demonio...por que no empezamos a hablar...como seres civilizados, vamos dime tu nombre...no dejo de ser una bruja, seguro que te gustan los tratos querido.- Aseguró Eylith mirando al demonio, mientras discretamente le hacía gestos a Ubbe para que fuera hacia su esposa mientras que ella distraia al demonio. -Soy una bruja...para mi es normal hacer tratos con demonios.- Aseguro fingiendo estar interesanda, le costaba moverse debido a lo cansada que estaba lo debil que se quedo.

Admitía que el vikingo era demasiado interesante, un ejemplar digo del cual obtener diversión garantizada y no sabía cómo podía serlo, pero tras verlo mientras llegaban la pequeña horda de demonios en busca de la deliciosa sangre de la hechicera me quedaba más claro un par de cosas; ese hombre no era demasiado coherente, y era muy fácil hacerlo caer para que hiciera lo que uno quisiera si se sabía dónde tocar y presionar. Extendiendo sus brazos con sendas armas en cada mano dispuesto como un demente a enfrentarse a los demonios que seguían cayendo del cielo en busca de la hechicera para arrebatarle su sangre, su magia y alimentarse como estaban deseando. El vikingo y la hechicera poco podrían hacer conforme fueran apareciendo los enemigos, sin embargo ninguno estaba dispuesto a que les derrotaran... y eso incrementaba de manera exponencial mi diversión garantizando la misma. Ladeé la sonrisa mientras los contemplaba a ambos pelear y luchar a su modo y a su manera con todo lo que tenían, la bruja algo más cautelosa que el otro quien parecía buscar él mismo el enfrentamiento con los demonios. Pronto la sangre bañó aquella tierra y no precisamente de los que yo quería, pero algunas heridas sí estaban recibiendo a cambio. El hombre me miraba desafiante con sus ojos azules y yo alcé mi mano mostrándole el dedo del medio en un gesto obsceno y provocador, para ver si no pensaba y así perdía el combate. Sin embargo eso pareció enfurecerlo, como si fuera un desafío y un reto que él había captado y entendido a la perfección, y acabó con un demonio más grande mientras yo me reía y disfrutaba aplaudiendo por el digno espectáculo que estaba dando. Otros en mi lugar disfrutarían lo mismo que yo estaba haciendo con ellos peleando, mientras el hombre iba a base de fuerza bruta la hechicera que también era peligrosa utilizaba su magia de sangre para crear agujas hechas con su propia sangre que atravesaba y mataba a los demonios, pero el coste era demasiado alto y me preguntaba cuándo sería que llegaría su límite y hasta donde parecía estar dispuesta en seguir por salvarlos a ambos. Todo un digno espectáculo sin duda alguna, mejor que aguantaran hasta la extenuación y después cayeran mientras yo los observaba y a su vez la egipcia, a través de mis ojos, era consciente de todo lo que sucedía... cuanto más se debilitara más pronto caería en mis redes y sería mía, poseería su cuerpo y cumpliría mi misión con los sacrificios de sangre. Todo era demasiado divertido como para irme sin ver cómo acababa, siempre podía adelantarme e ir a por la egipcia antes de que llegaran ellos para el acto final: la muerte de la misma acabando con los tres de un solo golpe.

Fue entonces cuando la fiesta se puso mejor y más entretenida, el vikingo en un alarde de fuerza y de poca cabeza se plantó frente a los demonios pidiendo que quien le dijera dónde estaba su mujer les permitiría vivir. Mi risa resonó como con eco en el lugar mientras aplaudía por el espectáculo tan divertido y entretenido que estaba dando ese hombre. Me estaba replanteando seriamente el matarlo, me parecía una mejor idea capturarlo y tenerlo como esclavo para lanzarlo al ruedo cada vez que quisiera frente a más demonios y que luchara, era un digno espectáculo y la diversión estaría garantizada sin duda alguna. Pero como demonios que eran, y en mayor número, el primero de ellos alzó su ballesta pero él fue más rápido y lanzó su espada que se hundió en su pecho convirtiendo al demonio en ceniza, pero seguía rodeado. Sin embargo ahí estaba la bruja para llegar a su rescate, se había encargado de un par y ahora con su poder y su magia de sangre había envuelto en una especie de bruma a los demonios, una bruma rojiza que era... ¿sangre? Tras una palmada las pequeñas virutas y gotas de sangre se convirtieron en agujas que atravesaron a los demonios matándolos. Oh, ya tenía que llegar ella para arruinar la diversión. Sin embargo estaba débil, podía verlo y notarlo en ella y cuando los dos me miraron sonreí ladino para girarme y comenzar a moverme en dirección hacia la egipcia con la intención de llegar antes que ellos. Solo aparecí cuando ellos se estaban acercando, tras una pequeña neblina a mi paso quedándome al lado de la egipcia que ya incorporada los buscaba. A su lado apareció tomándola del pelo amenazándola con matarla, una daga se sostenía en el aire justo donde estaba su corazón, sonreí divertido porque un solo chasquido de dedos y la mataría.


-Cuidado con lo que hacéis, un paso en falso y aquí se acabaron vuestras tristes vidas –aseguré mirándolos- aquí puedo acabar con la vida de los tres de un solo golpe, si la mato a ella morís vosotros... ocupar su cuerpo una vez muerta será demasiado fácil –la hechicera desactivó su magia de sangre y sus runas ya no brillaban. Centré mis ojos en ella y ladeé la cabeza- ¿hablar? ¿Eso es lo que quieres ahora, junto con que te diga mi nombre? –Reí, reí alto y elevado sin soltar a la Egipcia- ¿acaso crees que soy estúpido? Ningún demonio mayor osaría a decirte su nombre, sin embargo, no tienes poder sobre mí bruja... no podrías hacer nada. Sé lo que quieres, llevarme contigo para estudiarme pero yo no soy ningún demonio menor para que me captures y me tengas atrapado –la egipcia podía esperar un poco más, divertido di un par de pasos hacia la bruja- ¿crees que puedes hacer pactos o tratos con un demonio de mi categoría? Acabarías reducida a cenizas en cuestión de segundos. Quiero una cosa; su cuerpo y es lo que voy a obtener sin que ninguno podáis evitarlo.






El demonio era cruel y en mi estado débil por la pérdida de energía me hacía ver aunque yo cerrara los ojos lo que estaba pasando; el vikingo peleando con ese carácter desafiante que tenía como si no temiera a la muerte, Eylith por su parte peleando también con los demonios mientras yo me quedaba sin fuerzas y sin energías. Cada nueva succión era dolorosa, muy dolorosa, como si me estuvieran absorbiendo la vida poco a poco... aunque quizás es que era eso lo que estaba ocurriendo en realidad. Gemí sintiendo mi cuerpo débil mientras rogaba porque los dos se salvaran, Ubbe no dejaba de desafiar a una tanda de demonios que lo superaban en número... al menos Eylith lo había ayudado pero se la veía mal, sangraba por la nariz y los oídos y yo... yo no podía hacer nada por ayudarlos. Sin embargo fue cuando una figura apareció a mí lado en lo que pensé que era el demonio que había llegado. No pude distinguir demasiado de qué se trataba, solo que extendió una mano en mi dirección y para cuando la tomé fue como un soplo de aire a mi cuerpo, como si me renovaran algo las energías y me pidiera que aguantara. Para cuando me pude alzar con algo de energías renovadas fue que vi su rostro, fruncí el ceño observándola porque... ¿acaso se trataba de Isis, la misma que era una deidad? No podía ser, debía de ser todo producto de mi mente ya que ella era la hechicera, la gran madre que protegía a todos. Quizás era lo que mi mente me estaba tratando de decir, que allí tenía el “poder” para ayudar a derrotar al demonio, que podía controlar el lugar y tenía que ayudarlos. Justo cuando había dado un par de pasos los vi, se acercaban corriendo justo cuando el demonio entró en escena aferrándome del pelo en un gesto más que desafiante para el vikingo, puso una daga que flotaba sobre mi corazón con la punta presionando mi pecho. Eylith intentó desviar su atención mientras yo miraba al vikingo, herido y manchado de sangre, que sigiloso se acercaba hasta donde estaba mientras la hechicera cumplía con su papel. Lo abracé cuando lo tuve a mi lado escondiendo mi cabeza en su cuello, lo había pasado tan mal... que era un alivio poder tenerlo a mi lado y saber que estaba bien. Él siempre iría a buscarme, eso era lo que el demonio jamás lograría entender de los dos. Me separé un poco de su cuerpo y cuando fui a dar un paso en un acto reflejo me cogió cuando por falta de fuerzas fui a caer contra el suelo sujetándome de la cintura, pegándome a su cuerpo. Como nunca antes lo había sentido, notaba algo que me recorría mi cuerpo diferente a todo lo demás, quizás fuera energía, poder, que estar cerca con el vikingo acrecentaba nuestro vínculo y lo fortalecía... solo pude ser consciente de alzar mi mano al demonio mientras creía firmemente que tenía el control sobre el lugar, con ellos allí ahora podía estar tranquila y manejarlo a mi antojo. Una cárcel encerró al demonio aislándolo de nosotros, un sello se dibujó justo donde él estaba mientras yo no sabía lo que hacía, simplemente pensaba en encerrar y paralizar al demonio y mi mente lo convertía todo.


-¡No, espera! –Dije aferrándome al vikingo cuando vi que sus intenciones eran ir a matar al demonio- no podemos hacerlo así... no con vosotros en mi mente todavía y en este plano –miré a Eylith- tienes que hacerlo ahora, no sé cuánto voy a poder aguantar esto, hay que contenerlo para que tú nos saques de aquí y lo saques de mi cuerpo como acordamos.

El maldito demonio se me adelantó, cuando creía que había llegado ante la egipcia para poder liberarla de nuevo una daga amenazó su pecho haciéndome rugir de rabia y pura frustración.
-No se si eres un demonio mayor o uno menor, lo que se es que cuando te pille vas a menguar hasta convertirte en polvo y cenizas hijo de puta.

La bruja trataba de aguantar, peor viendo que la vida de mi mujer corría peligro acabó deshaciendo el conjuro dando así por vencedor al demonio, mis afilados ojos atravesaron al ente, no pensaba claudicar, a mi me enseñaron a luchar, a hacerlo hasta que me arrancaran el corazón y la ultima gota de sangre bañara las tierras.
Me eché a reír sorprendiendo al demonio que puso cara de no entender a que venía la desfachatez cuando según él todo estaba perdido.
-No, no la conoces -le aseguré.

Como si esas palabras hubieran bastado vi como mi esposa agotada pero fuerte se ponía en pie, no se exactamente que era eso que veía a su lado, lo que se es que corrí para aferrar su cuerpo tambaleante y que en cuanto la toque el demonio quedo preso en una especie de prisión o jaula mágica.
-Voy a acabar con tu vida miserable y te aseguro que cuando acabe contigo no vas a poder ocupar mas cuerpo que el de una hormiga.

Fue mi esposa la que me detuvo, según ella la mejor opción era que la bruja lo capturara para estudiarlo.
-¡No! -gruñí exaltado -el mejor sitio para ese ser es el infierno, Hel y yo gustoso allí lo enviaré.
Nai acariciaba mi ensangrentado rostro, dibujando con la yema de sus dedos mis labios, la estreché contra mis brazos hundiendo en su cuello mi cabeza.
-Te quiero, no puedo vivir sin ti.
Cerré los ojos, no había venido a París para esto, para que mi mujer corriera mil peligros en ese maldito museo, a veces pensaba que los dioses se cebaban con nosotros, por no hablar de que no llegaba ese linaje prometido ¿como hacerlo cuando sin tregua nuestros cuerpos siempre quedaban expuestos a luchas interminables.
Dejé escapar el aire contra su piel resignado.
-De acuerdo.

La bruja estaba cansada, agotada, este maldito demonio la estaba cansando de sobre manera y su poder no era infinito, y estaba empezando a sentir las consecuencias de estar usando tanto poder como el que tenía que usar para conseguir ayudar a la egipcia y al vikingo que se le veía desesperado por salvar a su mujer, Eylith entendía la necesidad del vikingo por librar a su mujer, todo esto había sido torcido a niveles que la bruja no previó en ningún momento, maldito sarcofago Ankh, pensaba volver a meter al demonio en ese jodido ataud y cerrar tras de él para estudiarlo desde ahí dentro sin que pueda escapar, pero la verdad es que todo se había ido de madre, y ahora estaban los tres metidos en problemas hasta el maldito cuello, asi que en un desesperado intento Eylith intentó llamarle la atención en una forma muy distinta, intentar negociar con él, llamarle así la atención, aunque este no tenía un pelo de tonto, cuando se movieron asi una daga apareció amenazando el pecho de Naitiri, cosa que hizo rugir al vikingo de rabia, Eylith le observó y apreto los dientes furiosamente, el maldito parecía preveer todos los movimientos que tenían intención de hacer, Eylith estaba dispuesta de distraerlo y enfrentarlo mientras ellos se reunían, pero de nuevo todo al trate una vez más.


Eylith miró al demonio cuando este se mofó de su intento de hacer tratos, de embaucarlo para ganar asi tiempo, pero este se movía siempre un paso por delante. Eso hacía que Eylith rabiase frustradamente, apretando asi los puños mientras clavaba la vista en él, ladeó la cabeza para mirar de refilon al vikingo que estaba que no cabía en si de rabia, el demonio se mofó del intento de Eylith, creciendo así su ego propio asegurando que ella no podía aguantar tratos con él sin ser reducida a cenizas, Eylith entrecerró sus claro ojos sin responder a sus provocaciones crueles.
Pero las cosas no iban a ser tan faciles, Ubbe quería despedazar al demonio y Eylith en vez de estudiarlo tambien quería hacerle sufrir todo cuanto fuera posible, Naitiri pidió calma antes de que dejados llevar por las provocaciones del demonio el vikingo y la bruja cayeran queriendo atacar y cobrarse la venganza por todo lo que les estaba haciendo pasar aquel maldito demonio.


Eylith escuchó a Naitiri hablar con su amor, y buscar una solución a esto, ella tenía un plan y podía o salir muy bien o caer, el vikingo no estaba dispuesto a perderle y la bruja no se fiaba del todo por qué si algo la pasaba a la egipcia el vikingo la haría pagar los platos rotos y no quería ahora otro enemigo enrabietado, ella suspiró con frustración pero de repentina forma las tornas empezarón a cambiar, lo que hizo que Eylith mirara a Naitiri y a Ubbe, frunció el ceño, hacía calor y estaba oliendo a azufre. Entonces observó al demonio observando como una runa se le estaba empezando a marcar sobre la frente, cosa que hizo que Eylith sintiera una enorme satisfacción, dibujandose una muy maliciosa sonrisa en el rostro de la bruja de cabellera negra. Eylith se mordió el labio y ladeo la cabeza.


-¿Soy yo o hace calor aquí?- Dijo con tono cinico la bruja viniendose arriba ahora, sintiendose más fuerte. -Sabes, creo que estás en lios, por que puedo hasta percibir como están mermando tu fuerza, estás en doble problema querido pues quien más por culo te va a dar no está en este plano..- Comentó maliciosa la bruja riendose, mientras miró a la egipcia y al vikingo guiñandoles un ojo triunfal, sabía que el hechizo de su hermana lo estaba mermando, y el demonio estaba ahora sí más debil, era el momento de ejecutar el plan que la egipcia tenía para poder salir de este maldito y jodido entuerto. Era el momento de actuar y Eylith ejecutó el plan de Naitiri esperando de que porfín las tornas empezaran a inclinarse en posición hacia ellos, dando gracias a que su melliza pelirroja haya aparecido, pues ella siempre se le dió mejor las posesiones, teniendo más manejo con la magia negar.

Verlos a ambos cerca era algo que me aliviaba en sobre manera porque me quedaba mucho más tranquila al tenerlos cerca, al saber que ambos estaban bien aun cuando el demonio hubiera llegado antes que ellos y me hubiera alzado sosteniendo entre sus dedos mi cabello, manteniéndome en alza porque yo me seguía encontrando aunque mejor algo débil. Una daga amenazaba sobre mi pecho con matarme y, en ese único movimiento, matar a los tres de un solo golpe para luego poder apoderarse de mi cuerpo. Pero sabía que el vikingo no dejaría que eso pasara y eso también haría Eylith porque ninguno estaba dispuesto a dejar que ganara esa partida y saliera vencedor, no porque además tampoco podían permitirlo. Sabía que lo mejor era mostrarme serena y de una pieza, más que nada, porque que el vikingo me viera de otra manera era lo que menos quería en ese momento o de lo contrario podría hacer cualquier acto suicida, como tendía a hacer en algunas ocasiones, por lo que quería evitarlo a toda costa. Sin embargo sonreí cuando dijo que no nos conocía, y lo cierto es que así era porque si algo tenía claro es que nuestro vínculo tras todo lo que habíamos pasado era irrompible y ese maldito demonio no iba a cortarlo ni a romperlo bajo ningún concepto. Éramos más fuertes de lo que él se creía, éramos capaces de terminar aquello y solo juntos lo superaríamos porque nos complementábamos y éramos un tándem perfecto. Y a esa unión debíamos de añadir a Eylith, la hechicera con su magia y su poder no dejaría que nada pasara y terminaría con todo tal y como en un principio habíamos hablado, sabía que el demonio la temía más que a nadie porque ella podía hacerle más daño aunque en mi mente incluso hasta Ubbe podía matarlo ya que allí todo era distinto, pero cuando estuve bajo el control del demonio sabía que no quería cerca a la hechicera y mucho menos que el vikingo y yo nos juntáramos porque temía que un poder mayor que cualquier otro lo superara. Teníamos un plan o al menos la idea de uno, si Eylith había dicho que no era buena opción que el demonio muriera dentro de mi mente sino que era mejor sacarlo aunque trajera posibles consecuencias... era lo mejor que podíamos hacer y nuestra única baza. Me soltó cuando cayó en la trampa de la hechicera y el vikingo aprovechó para acercarse, rodeó mi cintura para evitar que cayera pegándome a su cuerpo y como si lo necesario hubiera llegado a mi mente, como si lo necesitara a él para estar “completa”, el demonio quedó en una jaula encerrado donde no podía moverse. Todo estaba en mi cabeza y como bien había dicho él desde un principio; yo tenía el poder y el control. No era una hechicera y lo sabía, simplemente en mi cabeza todo valía y había aprovechado eso para encerrarlo y que Eylith pudiera actuar tal y como habíamos acordado.

Más tranquila ahora que no corríamos peligro ninguno de los tres y que el demonio parecía no poder hacer nada por salir de allí, alcé mi rostro para ver al vikingo y aun con su rostro ensangrentado sonreí más tranquila alzando mis manos para acariciar y recorrer su rostro con sus manos apretándome contra su cuerpo, él había asegurado acabar con la vida del demonio y bien sabía que cuando se trataba de amenazarme o ponerme en riesgo él no perdonaba y tampoco olvidaba; sabía que acabaría matando al demonio pero aunque él quería hacerlo en ese momento no era el mejor de ellos. Se la tenía jurada y lo conocía bien para saber que no faltaría a su palabra y a su promesa, sin embargo solo podría hacerlo cuando saliéramos todos de mi mente y no corriéramos tanto peligro. Gruñó ante mis palabras para que la hechicera procediera, sabía que no estaba de acuerdo y aseguró que lo mandaría a Hel logrando sacar una sonrisa en mis labios, tan él como siempre. Centré su rostro en mí girándolo de su mentón para que me mirara, sus mares clavados en mis desiertos y esa súplica silenciosa que parecía hacerme para que lo dejara, mis dedos recorrieron su rostro como si no lo supiera ya de memoria, pasándolo por encima de sus labios cuando me abrazó dejando su rostro en mi cuello, su cálida respiración me provocaba cosquillas y que mi piel se erizara por su roce, sonreí abrazándolo tras suspirar tranquila enredando mis dedos en su pelo y atrayéndolo de su espalda. Lo amaba, no había más explicación que esa. Puede que él dibujara esa brújula en mi hombro para que no me perdiera y encontrara el camino, quizás para que él tampoco se perdiera... pero solo cuando estaba con él sentía que era donde debía estar. Él me sacaba una sonrisa aun en los peores momentos, él me daba la fuerza para seguir adelante y por Ra que no quería más vida que la suya. Sabía que cedía porque de poder matarlo le hubiera dejado, no podría convencerlo de lo contrario ni pararlo pero simplemente le estaba pidiendo que esperara, que ya llegaría su momento.


-No podemos matarlo aquí Ubbe, debemos de sacarlo de mi cuerpo y salir los tres de mi mente para poder acabar con esto –lo miré a los ojos- sé que no es lo que querías hacer, pero por favor, confía en mí –pedí mirándolo de manera fija- te quiero, nunca lo olvides –dije rozando mis labios con los suyos en los que el demonio seguía enjaulado. Las palabras de la hechicera me resultaron extrañas y la miré sin saber a qué se refería- ¿calor? –Pregunté aunque sí, ahora que lo decía si notaba más calor que de normal en el lugar y solo cuando nos guiñó un ojo tras sus palabras que entendí lo que pasaba; fuera lo que quisiera que estuviera haciendo parecía que estaban mermando las fuerzas del demonio. Había oído de ella que tenía una hermana y una prima, aunque no conocía a ninguna, sin embargo pasados unos minutos en donde el calor era considerable que sentí una punzada en mi pecho que me hizo jadear con fuerza y llevar una mano a mi pecho. Tras unos segundos de nuevo otra punzada más profunda que me hizo encorvarme ligeramente sujetándome al brazo del vikingo quien ya estaba preocupado de lo que pasaba- estoy bien... –dije cuando de nuevo otra más me hizo jadear por el dolor- Eylith –llamé a la bruja que me miraba como si supiera lo que estaba pasando, era extraño porque sentía como si algo en mi interior me lo estuvieran arrancando o intentaran hacerlo, como si tiraran de algo hacia fuera para extraérmelo... y entendí lo que estaba pasando: estaban sacando al demonio de mi interior. Sabía que el vikingo estaba preocupado, sabía que necesitaba respuestas porque no sabía que pasaba mientras me sostenía y me sujetaba- el demonio.... lo están sacando –dije mientras el demonio parecía revolverse confinado en su jaula, gritaba y gruñía seguramente sintiendo lo mismo que yo, que abandonaba poco a poco mi cuerpo- cuando termine.... mátalo... –dije como pude en un murmullo pensando que si lo mataba cuando todo hubiera terminado y lo hubieran sacado de mi cuerpo, Eylith podría sacarnos de mi mente para enfrentarnos de verdad al demonio ya sin que estuviera en mi interior y pudiera poseerme.

Mi preocupación se evaporó en el mismo instante en el que mi esposa me aseguró que pronto aquel demonio abandonaría su cuerpo y con él el mundo onírico en el que todos estábamos presos.
Mi sonrisa se retorció sádica al ver como la jaula se evaporaba y el demonio se convertía en un monstruo de considerables dimensiones que ahora son poder alguno sobre la egipcia jugaba su ultima mano, un combate.
La hechicera descargó una ristra de flechas sobre este pero su mirada fija en mi dejaba claro que este sería nuestro combate.
El demonio se arranco las flechas de un zarpazo y cargo contra mi como si de una estampida de fieras se tratase, arrasando con todos los estantes acristalados de la sala del museo donde ahora de nuevo nos encontrábamos.
Rugí invitándolo a encontrarnos, yo no era de los que reculaba y mi juramento era mandarlo al infierno, eso si en trozos.


El demonio se abalanzo sobre mí haciéndome con toda su mandíbula desencajada y aquellas afiladas zarpas, gire por el suelo esquivando su brutal envestida y dejé ir mi espada que impacto en su brazo sin causarle ningún daño. La bestia continuo atacándome salvajemente haciéndome retroceder a duras penas. De repente un rayo le envolvió obligando le a detenerse. Al otro lado estaba la bruja con su sonrisa burlona, de sus manos salía un rayo que zigzagueaba por el aire hasta el demonio. Olía a pelo chamuscado y el bicho se agitaba violentamente entre sacudidas. Con un tremendo alarido se libero de los rayos que lo retenían estallando a su alrededor.
Salí corriendo hacia el demonio aprovechando el momento, con un impulso salte sobre su espalda y cogiendo carrerilla le clave la bastarda en la base del cuello. La piel y los músculos de la bestia eran como rocas, la espada se habían clavado hasta la mitad de la hoja y me dolían las manos del golpe. Haciendo fuerza con las piernas libere el arma de su espalda para volver a arremeter contra el demonio de los cojones. En ese momento se agito bruscamente lanzándome al suelo, el ente se abalanzo sobre mí quedando atrapado bajo su peso. La saliva de la bestia se deslizaban entre sus colmillos cayendo sobre mi cara, intente liberarme escuchando como sus palabras trataban de dejarme claro que yo un mero humano, no podía ganar al rey del averno.

Mis carcajadas un tanto dementes retumbaron en su cabeza, mi sonrisa se afilo y en ese instante liberé mi diestra sacando un cuchillo de caza de grandes dimensiones que hundí por debajo de su cabeza atravesándole el cráneo, la sangre emergió de su boca mojando mi rostro a borbotones.

Eylith miraba al vikingo y a la egipcia, al fin reencontrados, la bruja se alegró por ellos, ¿por que no hacerlo? ya empezaba a tener escalofrios de lo que parecía ser el principio de un final. Pero Eylith y Naitiri se miraron, si que estaban empezando a notar calor, bastante, y esa manera era muy reconocible con la de su melliza, siempre pensarón lo mismo de ella, Wenkyel era fuego y Eylith era hielo, incluso en caracter, eran tán diferentes, Naitiri observaba a Eyltih que sin duda sabía lo que ocurría, se deslizó rapidamente sin perder de vista al demonio en guardia, se colocó al lado de la egipcia y de Ubbe. -Creo que mi hermana ha llegado al museo, y seguramente esté con nosotros, claro que a nosotros nos vé en trance.- Aclaró la bruja de melena negra mientras apretaba os labios, el demonio se le notaba notablemente cabreado y desconcertado. -No me gusta admitirlo, pero es buena en posesiones, mucho.- Dijo de manera rapida mientras lanzaba un hechizo de hielo buscando desconcertar al demonio, que bien sabía que algo ajeno a la mente de la egipcia estaba tirando de ella, y de una manera muy salvaje, Eylith apretó los dientes ante echo a modo de decir que sabía lo que sentía.


El vikinho solo quería ir a pegarse por aqui, Naitiri le advirtió que esperase, ella mejor que nadíe podría notar las sensaciones que guiaba por el demonio, más tomó la mano de la egipcia. -El cuerpo es tuyo, tu tienes que buscar la voluntad, yo seré tu hilo conductor, es tu mente, tu tienes que empujarlo, tienes que echarlo, sentiras una corriente  de energía, cuando la notes avisame, y os despertaré a su vez para que no pueda aferrarse.- Dió las instrucciones a Naitiri mientras miraba de reojo a Ubbe esperando que este aceptara las palabras de ella. Apretó los labios deseando que esto saliera bien, o los temores de Bloondy y la Gehenna estaría realmente echada sobre ellos, aun quedaba el problema de la luna de sangre. Eylith miró a Naitiri agarrando con fuerza la mano de ella, y despues miró a Ubbe. -Aguarda gigantón...falta poco..- Aseguró Eylith observandole.


Entonces Eylith notó como el demonio los miraba cargado de ira, y era muy fuerte, si no actuaban todo se iría al traste. Eylith sin alterarse lo más minimó espero a que Naitiri diera la señal para lanzar el hechizo contra el demonio, según escuchó la voz de la egipcia esta actuó y hizo el hechizo a la vez que los despertaba, el vikingo se levantó como si le hubieran dado un calambrazo contra el ser fisico que era el demonio, Eylith le lanzó flechas heladas hasta que se quedó sin energía, incando rodilla y girandose a comprobar el estado de Naitiri. -Tranquila, esta fuera, esta fuera...ya está no dejaré que te vuelva a coger.- Aseguraba la bruja de pelo negro antes de oir hablar a su hermana que palida había caido al suelo despues del exorcismo.
Ubbe se encargaba de el demonio, ya recogería el cuerpo al acabar, Eylith buscaba entre sus cosas sacando un pequeño frasquito. -bebeté esto...te ayudara a recuperarte.- Dijo preocupada por su socia. Miró a su hermana que estaba debilitada. -Sin tí...mi despacho no olería a quemado....gracias.- Dijo finalmente por la ayuda de la pelirroja.
El vikingo daba muerte al demonio volviendo al fin. -Ubbe, Naitiri...está es mi hermana.- Aclaró Eylith acercandose a Wenkyel ayudandola. Despues ambas miraron a los otros dos. -Esta herido.- Se percató la bruja, su hermana tambien miró la herida del vikingo que con el frenesí no pareció percatarse. -hechale un ojo..tienes un botiquin en mi escritorio..-Comentó Eylith, mientras que Wenkyel ladeaba la cabeza. -Lo mejor es cauterizar.- Aseguró la pelirroja, la pelinegra la miro. -callaté.- Gruñó Eylith mientras la ayudaba a llegar al sillón.

Ya con el vikingo a mi lado, Eylith distrayendo al demonio y este encerrado en una jaula sin poder hacer nada estaba algo más tranquila, saber que ellos dos estaban bien era lo que había necesitado para relajarme, sabía que lo que tocaba era sacar al demonio de mi cuerpo y por lo que había hablado con Eylith esta me aseguraba que llegado el momento se produciría ahora que lo teníamos preso y que no iba a escaparse. Ubbe quería darle muerte pero no era lo mejor hacerlo en mi mente, sino más bien, lo más sensato y menos peligroso era hacerlo cuando los tres no estuviéramos en el interior de mi mente y nos asegurábamos que no quedaba ningún resquicio del demonio en mi mente. Le pedí que esperara y lo hizo aun cuando gruñía y me aferraba de la cintura dispuesto a enfrentarse para no dejar títere con cabeza, matar al demonio como había jurado y bien sabía que lo haría porque cuando juraba algo el vikingo no había nada que no le hiciera cumplir su palabra. Fue cuando empecé a notar los tirones en mi cuerpo, poco a poco que incrementaban su fuerza dejándome sin aire, dolían mientras notaba como si lo que había del demonio en mi interior lo estuvieran obligando a abandonar mi cuerpo y a alejarme, pero dolía y de no ser porque el vikingo me rodeaba de la cintura habría caído al suelo. Eylith se acercó para asegurarme que era cosa de su hermana a la que había pedido ayuda que era experta en posesiones, y que era ella desde fuera quien no estaba ayudando. Asentí como pude con la cabeza cuando me dijo que cuando notara una corriente la avisara para que nos sacara de ese mundo onírico, los tirones cada vez se sucedían con más fuerza y me aseguró que solo yo era la que podía expulsar al demonio de mi mente, que si lo deseaba con fuerza se produciría. Solo cuando sentí esa corriente de la que hablaba fue cuando la avisé, pronunciando unas palabras dejamos de permanecer en el interior de mi mente para despertar en el despacho de la hechicera, al parecer tardé unos pocos segundos más que los demás porque cuando abrí los ojos y me incorporé con el corazón latiendo con fuerza y la respiración agitada había una tercera persona apoyada contra la pared, su tez pálida y su pelo rojizo llamaban la atención, esos ojos azules también contrastando con todo lo demás y supuse que sería la hermana de la hechicera que había mencionado antes. Parecía débil y cansada apoyada contra la pared, cuando giré mi rostro pude ver que en el lugar la hechicera y mi marido luchaban contra el demonio que ya en su forma intentaba matarlos. Eylith ayudaba creando lo que parecían flechas de hielo que atravesaban al demonio mientras Ubbe luchaba con su espada. Pero ella parecía también cansada y no me extrañaría porque había utilizado gran parte de su poder no solo para llevarlo a ella y al vikingo dentro de mi mente, sino que también habían peleado dentro y ahora lo había hecho fuera. Parecía exhausta y sin mucha energía con una rodilla apoyada en el suelo mientras se sostenía y la lucha seguía. Decir que parecía o sentía que mi mente estaba un tanto embotada no sería estar mintiendo en absoluto, como si todavía costara acostumbrarme a la sensación de libertad que ahora ostentaba.

Llevé una mano a mi mente cerrando los ojos por el leve dolor que sentía quizás por todo lo que había pasado, por la intensidad con la que se había desarrollado todo en mi mente y ahora quedar liberada tenía el pequeño coste del dolor de cabeza por lo sucedido. Me tendió un pequeño frasquito que tomé entre mis dedos para beberlo en lo que aseguraba que me ayudaría a reponerme, no es que tuviera el mejor sabor precisamente pero si ella aseguraba que era bueno le haría caso que para eso era ella la hechicera y no yo. La lucha seguía con el demonio hasta que ya con el dolor menos acentuado en mi cabeza me di cuenta de que el demonio permanecía encima del vikingo quien, tumbado, era como si luchara para que el demonio no lo alcanzara. Fui a intentar levantarme cuando sentí un pequeño mareo al intentar incorporarme tan rápido, para cuando quise darme cuenta el demonio había sido atravesado por una de las armas del vikingo quien gritó por ello, fue cuando intenté de nuevo recuperarme algo más tranquila de que lo había matado tal y como había prometido cuando el demonio pareció “agrietarse”, como si s piel se resquebrajara y emitiera un destello que parecía nacer de su interior. Intenté ir hacia el vikingo para apartarlo sin embargo ni a él le dio tiempo de apartarse cuando el demonio ya muerto, o quizás toda su energía, lanzo una onda que me lanzó de nuevo y que nos apartó a todos mientras parecía que había desaparecido porque el lugar quedó envuelto por cenizas que caían por el despacho mientras terminaban de quemarse, el demonio no estaba y el vikingo seguía donde estaba tumbado, cubierto también con cenizas mientras todos nos recuperábamos de aquella onda de energía que nos había alcanzado a todos. En lo que Eylith iba a por su hermana para ver cómo estaba, en lo que me di cuenta que a pesar del parecido una asimilaba más al fuego y otra al hielo, como el día y la noche, sobre todo por el color de su pelo. Gateé hacia el vikingo apartando algo de la ceniza que también había caído sobre él para darme cuenta de que no abría sus ojos, su rostro ladeado con los ojos cerrados y sentí una punzada en el pecho.


-Ubbe... ¡Ubbe! –Llevé mi mano a su pecho para sentir que su corazón latía y que solo estaba inconsciente, aparté la ceniza de su rostro y me incliné para dejar un beso en sus labios esperando a que despertara, para ver esos mares preciosos que poseía. Para mí gusto tardó más de lo esperado en donde yo cada vez me ponía más nerviosa, hasta que abrió sus ojos parpadeando como si le costara fijar su vista en mi persona y sonreí limpiando su rostro de la sangre que le había caído mientras lo miraba aliviada con los ojos encristalados, consciente de que todo había terminado- vikingo suicida... me tenías preocupada –dije ladeando la sonrisa controlando un poco las lágrimas de alivio que pugnaban por salir, haciendo que sonriera levemente por llamarlo de esa forma. Al principio había pensado que todo era demasiado complicado para salvarnos, pero no sé cómo lo hacía que siempre lograba salvarme y salir de la peor de las situaciones. Mi mano acarició su rostro apoyando mi frente contra la suya, cerrando los ojos envolviéndome en su esencia- gracias... gracias por venir a buscarme, gracias por no darte por vencido nunca –él ya se había incorporado un poco y su mano en mi nuca enredaba sus dedos en mi pelo- te quiero, te quiero, te quiero.. –murmuré sobre sus labios antes de besarlo finalmente, tranquila, sabiendo que todo había acabado y que todos estábamos bien. Me perdí en su boca, en ese beso, en esos labios que había echado de menos y que había tenido que ver cómo el demonio se burlaba de mí consciente de todo al haber estado en mi cabeza y a él lo engañaba haciéndole pensar que era yo. Me separé observándolo y sonreí tranquila apoyando mi frente en la suya un par de segundos, al levantarnos Eylith seguía hablando con su hermana y ayudé al vikingo a levantarse mientras lo miraba- estás herido –dije viendo la herida y la sangre que manaba de esta. Nos presentó a su hermana y ambas comenzaron a hablar de eso mismo mientras la morena llevaba a la pelirroja hacia el sillón para ayudarla a recuperar fuerzas, Eylith mencionó un botiquín y ni siquiera lo pensé mientras miraba al vikingo y le hacía un gesto con la cabeza señalando el otro sofá- ya sabes, tengo que curarte y por Ra que no me digas “estoy bien” porque te conozco –dejé un beso en sus labios y fui a buscar el botiquín que tenía en su escritorio para volver con el vikingo y llevarlo al sofá donde me senté a su lado levantando su camisola para ver la herida y morder mi labio- no parece tan grave –dije sacando las cosas del botiquín empezando a curarle, una imagen que entre ambos ya era demasiado común y corriente porque siempre desde el principio le había estado curando sus heridas tras cada batalla. Limpié bien la herida con la gasa sabiendo que debía de coserla, aunque cauterizar tampoco sería mala idea- ¿cómo supiste lo que pasaba? –Pregunté alzando mi mirada hasta la suya, Thor que ya estaba recuperado del golpe sufrido en el callejón permanecía a mi lado apoyando su cabeza en el sofá como si fuera consciente de que su dueño estaba herido. Sabía que tenía que explicarle lo que había pasado, con todo el jaleo no había podido hacerlo y se merecía una explicación desde el principio, lo que habíamos descubierto, que quise ir a casa pero ya tenía al demonio en mi interior y no fiándome de lo que pudiera suceder volví para buscar ayuda en mi compañera, ella que tenía magia y podría decirme con exactitud qué pasaba. Lo demás había sido una cadena desafortunada de acontecimientos.