AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entre dioses y heroes +18
Recuerdo del primer mensaje :
Eterna condena, ese era el precio que pagué por la belleza de una mujer. Troya cayó ante mis ojos por culpa de la bella Helena y sus caprichos. Durante siglos Afrodita envió a sus lacayos a buscarla y custodiarla seguramente arrepentida de haber llevado a mi hermano París ante ella, pero ahora había escapado, el mundo tal y como lo conocía cambiaría, pues esa mujer era un demonio capaz de impartir odio y caos por donde pisaba.
Los rumores me llevaron a tierras norteñas, al parecer un conde llamado Höor Cannif daba cobijo a la sobrenatural, era experta en engatusar a los hombres así que no podía culpar a un mero mortal a caer ante sus influjos ¿acaso no lo hizo antes con los míos?
Esperaba que aquel hombre me escuchara y entrara en razón, pues no me iría sin Helena, ahora apodada Briseida para no llamar mi atención ni la de aquellos que como yo la buscaban.
La noche había caído cuando me presenté frente a los muros de Akershus, mi corcel negro llevaba anudados tras de si a dos hombres encapuchados y una doncella bocazas que me encontré por el camino. Intuía el conde no soltaría presa sin un reembolso sencillo.
Pronto los arqueros me apuntaron, grité el nombre de aquel que podía darme respuestas, exigí que le hicieran salir para habar de hombre a hombre, parlamentar, así se hacían las cosas en mis tierras, mas como respuesta me encontré los culos de muchos de esos bárbaros y alguna que otra verga.
Su desfachatez me llevo a gruñir, el honor no abundaba al otro lado de la frontera, pero bien sabía que el héroe, como lo apodaban acabaría saliendo de entre esos muros cuando entendiera que no había opción si quería que su amiga, como lela misma se había tildado, siguiera en pie.
El acero acarició el cuello de la dama y de un tirón saque el saco de su cabeza dejando ahora su angelical rostro al descubierto.
-Höor Cannif -rugí de nuevo esperando que ahora encontrara motivación para mi propuesta.
No tardó en demasía en espada bastarda a la espalda cruzar el portón que tras de él se cerro, los arqueros seguían apuntando mas su mano se alzó y estos se relajaron.
-¡Suéltala! -ordenó imperativo -querías verme, aquí estoy, ahora suéltala.
Empujé a la chiquilla que con lagrimas en los ojos corrió hasta los brazos de su amigo, este alzó su mentón para mirarla, preguntándole si estaba bien y ella solo asintió.
-!Ve dentro! -ordenó devolviendome toda la atención -¿quien eres? -preguntó hundiendo sus pardos en los míos.
-Ettore -respondí con calma -pero eso no es importante, tras tus muros custodias a una mujer griega, devuélvemela y me iré sin mas, de no hacerlo esta ciudad caerá, removeré cada piedra hasta dar con ella. Su nombre es Helna, o Briseida como se hace llamar ahora, es una inmortal, dámela y me largaré.
-No hay ninguna Helena tras mis murallas -aseguró -vete por donde has venido y olvidaré esta afrenta.
Hizo ademan de ir a soltar a sus hombres, mas mi espada se interpuso en su camino.
-No te creo, esa mujer es experta en la mentira y en conseguir que los hombres pierdan por ella la cabeza.
-He dicho que no doy cobijo a esa mujer, de hacerlo, no mentiría, simplemente note la entregaría. Aparta tu espada vampiro -rugió.
Eterna condena, ese era el precio que pagué por la belleza de una mujer. Troya cayó ante mis ojos por culpa de la bella Helena y sus caprichos. Durante siglos Afrodita envió a sus lacayos a buscarla y custodiarla seguramente arrepentida de haber llevado a mi hermano París ante ella, pero ahora había escapado, el mundo tal y como lo conocía cambiaría, pues esa mujer era un demonio capaz de impartir odio y caos por donde pisaba.
Los rumores me llevaron a tierras norteñas, al parecer un conde llamado Höor Cannif daba cobijo a la sobrenatural, era experta en engatusar a los hombres así que no podía culpar a un mero mortal a caer ante sus influjos ¿acaso no lo hizo antes con los míos?
Esperaba que aquel hombre me escuchara y entrara en razón, pues no me iría sin Helena, ahora apodada Briseida para no llamar mi atención ni la de aquellos que como yo la buscaban.
La noche había caído cuando me presenté frente a los muros de Akershus, mi corcel negro llevaba anudados tras de si a dos hombres encapuchados y una doncella bocazas que me encontré por el camino. Intuía el conde no soltaría presa sin un reembolso sencillo.
Pronto los arqueros me apuntaron, grité el nombre de aquel que podía darme respuestas, exigí que le hicieran salir para habar de hombre a hombre, parlamentar, así se hacían las cosas en mis tierras, mas como respuesta me encontré los culos de muchos de esos bárbaros y alguna que otra verga.
Su desfachatez me llevo a gruñir, el honor no abundaba al otro lado de la frontera, pero bien sabía que el héroe, como lo apodaban acabaría saliendo de entre esos muros cuando entendiera que no había opción si quería que su amiga, como lela misma se había tildado, siguiera en pie.
El acero acarició el cuello de la dama y de un tirón saque el saco de su cabeza dejando ahora su angelical rostro al descubierto.
-Höor Cannif -rugí de nuevo esperando que ahora encontrara motivación para mi propuesta.
No tardó en demasía en espada bastarda a la espalda cruzar el portón que tras de él se cerro, los arqueros seguían apuntando mas su mano se alzó y estos se relajaron.
-¡Suéltala! -ordenó imperativo -querías verme, aquí estoy, ahora suéltala.
Empujé a la chiquilla que con lagrimas en los ojos corrió hasta los brazos de su amigo, este alzó su mentón para mirarla, preguntándole si estaba bien y ella solo asintió.
-!Ve dentro! -ordenó devolviendome toda la atención -¿quien eres? -preguntó hundiendo sus pardos en los míos.
-Ettore -respondí con calma -pero eso no es importante, tras tus muros custodias a una mujer griega, devuélvemela y me iré sin mas, de no hacerlo esta ciudad caerá, removeré cada piedra hasta dar con ella. Su nombre es Helna, o Briseida como se hace llamar ahora, es una inmortal, dámela y me largaré.
-No hay ninguna Helena tras mis murallas -aseguró -vete por donde has venido y olvidaré esta afrenta.
Hizo ademan de ir a soltar a sus hombres, mas mi espada se interpuso en su camino.
-No te creo, esa mujer es experta en la mentira y en conseguir que los hombres pierdan por ella la cabeza.
-He dicho que no doy cobijo a esa mujer, de hacerlo, no mentiría, simplemente note la entregaría. Aparta tu espada vampiro -rugió.
Última edición por Ettore el Lun Jun 11, 2018 12:20 pm, editado 1 vez
Ettore Troy- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 17/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Las féminas empezaron a marcharse bajo mi estupefacción y como no, los heroes con ellas, eran listos y habiles los cabrones. Enarqué una ceja haciendo rápidas cuentas, dios de los gallumbos, pirata bocazas y yo en medio de los dos, mala combinación.
-Deduzco que tu no quieres follar ¿no? -le pregunté a la tal Dani con una sonrisa ladeada.
¿Para que perder el tiempo pues?
Como alma que llevaba el diablo me puse en pie, con suerte daba alcance a la rubita diosa norteña que parecía mucho mas predispuesta a abrirse de piernas.
La reunión se había trasladado al exterior, al parecer, se iban todos de viaje y no me habían invitado, negué con la cabeza pasando mis dos brazos por encima de los hombros de las diosas.
-Bien sabéis que estos dos no os duraran un asalto, y estáis de suerte no tengo nada que hacer en..dejarme pensar -puse cara de interesante como si mentalmente estuviera repasando mi agenda -en unos años, asi que me apunto a buscar esa espada tan problemática de la que hablabais.
Ser dios en ocasiones era aburrido y el Olimpo desde que no me follaba a Afrodita se había convertido para mi en un tediosos juego de niños, los humanos con su intensa forma de vivir me resultaban fascinantes, en esencia porque la muerte los perseguía como una lacra y ellos la eludían como podían.
-Quizas Freya podrías ponerme al día -dije lanzandole un mordisco en el aire.
Hubiera metido cizaña sobre lo que el dios del trueno y su amiga surca sables hacían ahí dentro, pero dado que quería unirme a la comitiva, pues preferí guardar silencio, algo me decía que iba a tener muchas mas oportunidades de sembrar discordia en el corazón de los héroes.
-Deduzco que tu no quieres follar ¿no? -le pregunté a la tal Dani con una sonrisa ladeada.
¿Para que perder el tiempo pues?
Como alma que llevaba el diablo me puse en pie, con suerte daba alcance a la rubita diosa norteña que parecía mucho mas predispuesta a abrirse de piernas.
La reunión se había trasladado al exterior, al parecer, se iban todos de viaje y no me habían invitado, negué con la cabeza pasando mis dos brazos por encima de los hombros de las diosas.
-Bien sabéis que estos dos no os duraran un asalto, y estáis de suerte no tengo nada que hacer en..dejarme pensar -puse cara de interesante como si mentalmente estuviera repasando mi agenda -en unos años, asi que me apunto a buscar esa espada tan problemática de la que hablabais.
Ser dios en ocasiones era aburrido y el Olimpo desde que no me follaba a Afrodita se había convertido para mi en un tediosos juego de niños, los humanos con su intensa forma de vivir me resultaban fascinantes, en esencia porque la muerte los perseguía como una lacra y ellos la eludían como podían.
-Quizas Freya podrías ponerme al día -dije lanzandole un mordisco en el aire.
Hubiera metido cizaña sobre lo que el dios del trueno y su amiga surca sables hacían ahí dentro, pero dado que quería unirme a la comitiva, pues preferí guardar silencio, algo me decía que iba a tener muchas mas oportunidades de sembrar discordia en el corazón de los héroes.
Ares- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 29/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
A todos les dio por retirarse, y Höor les dio cobijo en el castillo a los dioses y al vampiro. ¿Estaba loco? ¿Albergar semejantes criaturas en su hogar cerca de sus hijos era una temeridad. Pero es que el conde era un loco temerario, y eso le pasaría factura algún día.
Thor se le acercó y se sentó a su lado, el dios nórdico apreciaba el coraje temerario y la furia del guerrero, que evidentemente latía con fuerza en Danielle, sólo que dominada por su educación y sus costumbres.
— Te recomiendo que te mantengas alejada de ese dios del caos, de Ares. Él sólo siembra discordia y hace que los humanos os matéis por chorradas, iniciando guerras absurdas. Aunque la de Troya la causó Afrodita.— la pirata lo miró de reojo.
—¿Y a mí que me importan los chismes entre dioses? Por tu culpa Höor está siempre acero en mano jugándose la vida. ¿No tienes suficiente? encima todos te veneran. No he visto mayor estupidez que esa.— El vikingo con capa sonrió entre dientes dando un ultimo sorbo a su jarra y sonriendole a la rubia.
— Cambiarás de opinión, y me adorarás, porque soy el mejor dios de todos estos. Ya hablaremos tú y yo.
Dicho esto, la deidad se marchó observando el trasero de Afrodita y silbando, la puñetera griega estaba para morderla. Danielle se quedó unos minutos más en la taberna, reflexionando. La maldita Freya arrastraba a Höor a otra misión suicida, pero que de no llevarla a cabo, seguiría ancladoa Hela, sería un polvorín, siempre en riesgo de que todo saltase por los aires y morir en acto de servicio. Cada vez odiaba más a los brujos, los dioses, vampiros, y todos aquellos que tenían poderes sobrenaturales y los ejercían sin miramientos sobre los demás. Quizás no sirviera de mucho la Verga de Satán, pero si esa jodida engreida, petulante y muy bella diosa le ponía ojitos a Höor, se la iba a meter hasta la garganta.
"Mecagüen los dioses, Morgan...¿estás celosa de una diosa? esto es lo último." Pensó. Resoplando se levantó y encaminó sus pasos al castillo encontrado ya a Höor dormido con Fiolett, dudó si despertarlo o no y finalmente se acercó a darle un beso en su negra cabellera.
Thor se le acercó y se sentó a su lado, el dios nórdico apreciaba el coraje temerario y la furia del guerrero, que evidentemente latía con fuerza en Danielle, sólo que dominada por su educación y sus costumbres.
— Te recomiendo que te mantengas alejada de ese dios del caos, de Ares. Él sólo siembra discordia y hace que los humanos os matéis por chorradas, iniciando guerras absurdas. Aunque la de Troya la causó Afrodita.— la pirata lo miró de reojo.
—¿Y a mí que me importan los chismes entre dioses? Por tu culpa Höor está siempre acero en mano jugándose la vida. ¿No tienes suficiente? encima todos te veneran. No he visto mayor estupidez que esa.— El vikingo con capa sonrió entre dientes dando un ultimo sorbo a su jarra y sonriendole a la rubia.
— Cambiarás de opinión, y me adorarás, porque soy el mejor dios de todos estos. Ya hablaremos tú y yo.
Dicho esto, la deidad se marchó observando el trasero de Afrodita y silbando, la puñetera griega estaba para morderla. Danielle se quedó unos minutos más en la taberna, reflexionando. La maldita Freya arrastraba a Höor a otra misión suicida, pero que de no llevarla a cabo, seguiría ancladoa Hela, sería un polvorín, siempre en riesgo de que todo saltase por los aires y morir en acto de servicio. Cada vez odiaba más a los brujos, los dioses, vampiros, y todos aquellos que tenían poderes sobrenaturales y los ejercían sin miramientos sobre los demás. Quizás no sirviera de mucho la Verga de Satán, pero si esa jodida engreida, petulante y muy bella diosa le ponía ojitos a Höor, se la iba a meter hasta la garganta.
"Mecagüen los dioses, Morgan...¿estás celosa de una diosa? esto es lo último." Pensó. Resoplando se levantó y encaminó sus pasos al castillo encontrado ya a Höor dormido con Fiolett, dudó si despertarlo o no y finalmente se acercó a darle un beso en su negra cabellera.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Entre dioses y heroes +18
Ares era un tipo divertido, socarrón, estaría bien medirse con él alguna vez a puñetazos divinos o lo que fuera. Freya como siempre tan egocéntrica, pensando que era el ombligo del universo por su gran sabiduría, por estar casi a la altura de su padre, Odín y bla bla bla...se agotaba sólo de pensarlo.
Thor no conocía la palabra "envidia" no envidiaba a Freya ni a nadie, así de seguro estaba de si mismo. Su hermano Loki por contra, sí que ambicionaba otras cosas y no dudaba en manipular y engañar para conseguirlas. Pero al final del cuento, su padre había engendrado a dos varones poderosos que heredarían Asgard y Freya a pesar de ser la diosa de la fertilidad, a ninguno, estaba más sola que la sota de bastos y por eso tenía un perro gruñón. La solterona del Valhalla, vaya mérito.
Afrodita sí que era una belleza sensual de delicadas formas, y a pesar de que estaba atormentada por algo, a Thor le pareció de lo más apetitosa. Se acercó a ella y le comentó.
—¿Necesitas algo de ayuda con tu guerrero troyano? quizás pueda hablar con él.— Bueno, hablar...lo que se dice hablar... quizás a Ettore le fuera bien un capón divino, tal vez no con el Mjölnir, porque le destrozaría los sesos, pero bueno, ella ya entendía. El asgardiano era un tipo amable, alegre, con genio vivo, pero menos capullo que el estirado de Hermes.
Thor no conocía la palabra "envidia" no envidiaba a Freya ni a nadie, así de seguro estaba de si mismo. Su hermano Loki por contra, sí que ambicionaba otras cosas y no dudaba en manipular y engañar para conseguirlas. Pero al final del cuento, su padre había engendrado a dos varones poderosos que heredarían Asgard y Freya a pesar de ser la diosa de la fertilidad, a ninguno, estaba más sola que la sota de bastos y por eso tenía un perro gruñón. La solterona del Valhalla, vaya mérito.
Afrodita sí que era una belleza sensual de delicadas formas, y a pesar de que estaba atormentada por algo, a Thor le pareció de lo más apetitosa. Se acercó a ella y le comentó.
—¿Necesitas algo de ayuda con tu guerrero troyano? quizás pueda hablar con él.— Bueno, hablar...lo que se dice hablar... quizás a Ettore le fuera bien un capón divino, tal vez no con el Mjölnir, porque le destrozaría los sesos, pero bueno, ella ya entendía. El asgardiano era un tipo amable, alegre, con genio vivo, pero menos capullo que el estirado de Hermes.
Thorsteinn- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 02/05/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Para cuando la noche cayó, la völva dormía sobre su lecho de paja, cubierta con pieles, envuelta con ellas como si fuera un par relleno. Su mente, abierta aún tras la visión y la visita a su propia biblioteca privada, dio rienda suelta a un cúmulo de imágenes, de pasillos laberínticos, de salas desiertas cubiertas por cenizas de un pasado evaporado. La neblina negra, densa, dificultando la respiración de Heith, penetra a través de sus fosas nasales hasta instalarse en sus pulmones. Sus sueños son excesivamente vívidos, hasta el punto de ser posible que muera si en la fase REM lo hace. Nadie comprendería jamás el complicado entramado de la magia que rodea a una mujer como esa. Tampoco es que ella se lo haya contado a nadie y no sabe si otras völvas habrá contado a alguien sus experiencias. Tampoco ninguna se lo explicó a ella ni le contaron lo que era, sencillamente lo supo y ella sola aprendió a desarrollar su poder, controlarlo y aumentarlo.
En mitad de la ensoñación, su cuerpo se movía, caminando con la boca cubierta con algo de ropa para intentar filtrar el aire, buscando algo, no sabía exactamente el qué, pero sí sabía que debía moverse, avanzar, ya fuera para dar con un objeto o, simplemente, salir de allí y ponerse a salvo. Al dar la vuelta en una de las esquinas, pudo ver una silueta borrosa. Como hecho de humo, un hombre permanecía de pie, dándole a ella la espalda. Podía escuchar su voz enlatada, reverberante y algo apagada, distante. Ella le observó a cierta distancia y, entonces, éste se dio la vuelta. Reconoció su rostro, lo había identificado en su visión de aquella mañana, era el conde de Akershus que ahora sonreía frente a la entrada derruida de una cueva. Él ladeó la cabeza cuando sus miradas se cruzaron, el sueño tenía dos direcciones, él podía verla también.
Dio un paso hacia él, dejando caer las pieles que cubrían la mitad de su rostro. -Ahí dentro está la espada.- Ella señaló hacia el montón de piedras apiladas que ocultaban la gruta. Höor Cannif siguió lo que ella marcaba con su dedo y asintió.
Eran visiones de un posible futuro, de un instante que podía o no ocurrir, pero que dado el poder de Heith, seguramente tuviera lugar, más tarde o más temprano, en aquella línea temporal. Entonces todo comenzó a temblar. Las paredes del laberinto se tambalearon, arenilla caía por todas partes y de nuevo las densas esporas negras lo cubrieron todo, haciendo desaparecer todo lo que había a su alrededor hasta convertirlo en un pozo en caída libre del que, casi de milagro, logró agarrarse a una de las extrañas raíces que asomaban de la nada, logrando así dejar de hundirse en un repentino charco de petróleo que cubría hasta su cintura, tirando de ella hacia abajo.
En mitad de la ensoñación, su cuerpo se movía, caminando con la boca cubierta con algo de ropa para intentar filtrar el aire, buscando algo, no sabía exactamente el qué, pero sí sabía que debía moverse, avanzar, ya fuera para dar con un objeto o, simplemente, salir de allí y ponerse a salvo. Al dar la vuelta en una de las esquinas, pudo ver una silueta borrosa. Como hecho de humo, un hombre permanecía de pie, dándole a ella la espalda. Podía escuchar su voz enlatada, reverberante y algo apagada, distante. Ella le observó a cierta distancia y, entonces, éste se dio la vuelta. Reconoció su rostro, lo había identificado en su visión de aquella mañana, era el conde de Akershus que ahora sonreía frente a la entrada derruida de una cueva. Él ladeó la cabeza cuando sus miradas se cruzaron, el sueño tenía dos direcciones, él podía verla también.
Dio un paso hacia él, dejando caer las pieles que cubrían la mitad de su rostro. -Ahí dentro está la espada.- Ella señaló hacia el montón de piedras apiladas que ocultaban la gruta. Höor Cannif siguió lo que ella marcaba con su dedo y asintió.
Eran visiones de un posible futuro, de un instante que podía o no ocurrir, pero que dado el poder de Heith, seguramente tuviera lugar, más tarde o más temprano, en aquella línea temporal. Entonces todo comenzó a temblar. Las paredes del laberinto se tambalearon, arenilla caía por todas partes y de nuevo las densas esporas negras lo cubrieron todo, haciendo desaparecer todo lo que había a su alrededor hasta convertirlo en un pozo en caída libre del que, casi de milagro, logró agarrarse a una de las extrañas raíces que asomaban de la nada, logrando así dejar de hundirse en un repentino charco de petróleo que cubría hasta su cintura, tirando de ella hacia abajo.
Heith Baltz- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 28/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
En cuanto la brisa rozó su piel ya fuera de la taberna, tomó aire en profundidad, como si de algún modo lo necesitara, aunque, en realidad, como diosa no fuera obligado para ella respirar. Mas no detuvo su paso, no hasta que una mano fría sostuvo su muñeca y tiró de ella. Giró la cabeza, encontrándose con el troyano que la miraba con aquella intensidad a la que la deidad aún no se había acostumbrado, a pesar de los milenios recibiéndola.
Las palabras del griego eran ciertas y ella lo sabía perfectamente. De no ser por el error cometido por aquel humano llamado Ícaro, ella jamás le hubiese indicado a Ettore su localización aproximada, pues encerrada estaba mejor para todos, pues no causaba desgracias y su padre tampoco. Pero dadas las circunstancias, sabiendo que apresarla de nuevo sería si no imposible, sumamente complicado, creó que lo mejor era que el hombre frente a ella cumpliera su venganza y así, de un solo golpe, matar a dos pájaros. Entreabrió los labios para responder cuando éste le dijo que debía irse y sin poder ocultarlo siquiera, la decepción se plasmó en sus ojos pardos. Desvió entonces la mirada hacia un costado y arrugó la vaporosa seda de su vestido con la diestra. Estaba pensando qué decirle cuando, uno a uno, comenzaron a llegar el resto. Ella se había ido para estar a solas, aunque el encuentro con el troyano había sido inesperado, pero que los demás les dieran alcanzó resultó ser todo un fastidio. Resopló, porque venían encima cargados de sandeces todos, excepto el guerrero norteño que pareció aportar algo valioso. Si esa supuesta bruja vikinga daba con Helena, le confirmaría que sus indicaciones eran ciertas y levantarían las dudas que Ettore tenía sobre su palabra. Sí, la había cagado en el pasado, pero ahora estaba siendo sincera con él e intentaba enmendar las cosas.
Observó de reojo al cainita que asentía a la proposición hecha por el conde.
–Iré con vosotros y así comprobarás que no te miento.–
La imperiosa necesidad que sentía por el perdón de aquel hombre rozaba casi lo enfermizo, más aún tratándose de una diosa del Olimpo. Si Zeus se enteraba de aquello, habría más que truenos y furia surcando el cielo.
Luego fulminó a Ares con la mirada, ¿qué pintaba él en ese viaje? Nada, seguro que sólo deseaba meter cizaña. Más que el dios de la guerra parecía el dios de las peleas idiotas. Resopló, no deseaba discutir con él, ni en aquel lugar ni en aquel instante ni con todos los demás delante.
Al final apareció el que faltaba para montar el circo y, por si fuera poco con el resto, le venía a decir lo que tenía que hacer con su guerrero. Porque así le sonó a una Afrodita a la que todo lo referente a aquel vampiro la afectaba demasiado. Se inclinó hacia el vikingo del martillo y le susurró con discreción.
–El griego es cosa mía, tú ocúpate de los norteños.–
Le dedicó luego una calculada sonrisa y tras disculparse con todos, se dirigió al castillo para que le indicaran dónde pasar la noche. Bien podía subir al Olimpo, pero conociendo a Ares se quedaría en la Tierra y no quería quitarle los ojos de encima con la obsesión que le había dado también por Ettore.
Las palabras del griego eran ciertas y ella lo sabía perfectamente. De no ser por el error cometido por aquel humano llamado Ícaro, ella jamás le hubiese indicado a Ettore su localización aproximada, pues encerrada estaba mejor para todos, pues no causaba desgracias y su padre tampoco. Pero dadas las circunstancias, sabiendo que apresarla de nuevo sería si no imposible, sumamente complicado, creó que lo mejor era que el hombre frente a ella cumpliera su venganza y así, de un solo golpe, matar a dos pájaros. Entreabrió los labios para responder cuando éste le dijo que debía irse y sin poder ocultarlo siquiera, la decepción se plasmó en sus ojos pardos. Desvió entonces la mirada hacia un costado y arrugó la vaporosa seda de su vestido con la diestra. Estaba pensando qué decirle cuando, uno a uno, comenzaron a llegar el resto. Ella se había ido para estar a solas, aunque el encuentro con el troyano había sido inesperado, pero que los demás les dieran alcanzó resultó ser todo un fastidio. Resopló, porque venían encima cargados de sandeces todos, excepto el guerrero norteño que pareció aportar algo valioso. Si esa supuesta bruja vikinga daba con Helena, le confirmaría que sus indicaciones eran ciertas y levantarían las dudas que Ettore tenía sobre su palabra. Sí, la había cagado en el pasado, pero ahora estaba siendo sincera con él e intentaba enmendar las cosas.
Observó de reojo al cainita que asentía a la proposición hecha por el conde.
–Iré con vosotros y así comprobarás que no te miento.–
La imperiosa necesidad que sentía por el perdón de aquel hombre rozaba casi lo enfermizo, más aún tratándose de una diosa del Olimpo. Si Zeus se enteraba de aquello, habría más que truenos y furia surcando el cielo.
Luego fulminó a Ares con la mirada, ¿qué pintaba él en ese viaje? Nada, seguro que sólo deseaba meter cizaña. Más que el dios de la guerra parecía el dios de las peleas idiotas. Resopló, no deseaba discutir con él, ni en aquel lugar ni en aquel instante ni con todos los demás delante.
Al final apareció el que faltaba para montar el circo y, por si fuera poco con el resto, le venía a decir lo que tenía que hacer con su guerrero. Porque así le sonó a una Afrodita a la que todo lo referente a aquel vampiro la afectaba demasiado. Se inclinó hacia el vikingo del martillo y le susurró con discreción.
–El griego es cosa mía, tú ocúpate de los norteños.–
Le dedicó luego una calculada sonrisa y tras disculparse con todos, se dirigió al castillo para que le indicaran dónde pasar la noche. Bien podía subir al Olimpo, pero conociendo a Ares se quedaría en la Tierra y no quería quitarle los ojos de encima con la obsesión que le había dado también por Ettore.
Afrodita- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Aunque dormir le resultara totalmente inútil e innecesario, al ver que todos se iban marchand y que incluso los que andaban bebiendo y escuchando, eran vencidos por el alcohol y caían fulminados sobre las mesas y al suelo, decidió que era mejor partir y tomar aire fresco. Echó un último vistazo a Thorsteinn y la pirata, riendo de manera socarrona antes de abandonar el loca y reunirse con Fenrir que le lloriqueaba fuera.
–No seas pesado, sólo han sido unas horas y eso para nosotros, es menos que nada. Vamos.–
Instó al enorme animal a alzarse y emprender camino, pero en cuanto giraron la esquina, se encontraron con Afrodita, Ettore y Höor que hablaban sobre irse juntos a por la völva. Eso le quitaba una conversación de encima, pues el conde había tenido la misma idea que ella.
–¿Dónde dices que podemos dormir?–
Preguntó, justo cuando el brazo de Ares se posó sobre sus hombros. Usó la diestra para sacárselo de encima, sujetándole de la muñeca como si su tacto le diera asco.
–Vigila lo que haces, griego.–
Eran rivales, ambos eran deidades de la guerra y nada tenían que ver el uno con el otro. Claro estaba que ella velaba por el honor de los hombres y mujeres que empuñaban espadas en su nombre, mientras que el contrario no hacía sino jugar con ellos como si fueran meros peones.
El recién llegado no dudó en apuntarse a la aventura y como a Freya le importaba su presencia menos que una oruga nadando en su hidromiel, hizo un gesto de indiferencia con la cabeza antes de que todos emprendieran camino hacia la fortaleza, donde se les asignaron habitaciones para el reposo. En unas horas saldría el sol y, teniendo en cuenta que el troyano se había unido al viaje, partirían al anochecer.
–No seas pesado, sólo han sido unas horas y eso para nosotros, es menos que nada. Vamos.–
Instó al enorme animal a alzarse y emprender camino, pero en cuanto giraron la esquina, se encontraron con Afrodita, Ettore y Höor que hablaban sobre irse juntos a por la völva. Eso le quitaba una conversación de encima, pues el conde había tenido la misma idea que ella.
–¿Dónde dices que podemos dormir?–
Preguntó, justo cuando el brazo de Ares se posó sobre sus hombros. Usó la diestra para sacárselo de encima, sujetándole de la muñeca como si su tacto le diera asco.
–Vigila lo que haces, griego.–
Eran rivales, ambos eran deidades de la guerra y nada tenían que ver el uno con el otro. Claro estaba que ella velaba por el honor de los hombres y mujeres que empuñaban espadas en su nombre, mientras que el contrario no hacía sino jugar con ellos como si fueran meros peones.
El recién llegado no dudó en apuntarse a la aventura y como a Freya le importaba su presencia menos que una oruga nadando en su hidromiel, hizo un gesto de indiferencia con la cabeza antes de que todos emprendieran camino hacia la fortaleza, donde se les asignaron habitaciones para el reposo. En unas horas saldría el sol y, teniendo en cuenta que el troyano se había unido al viaje, partirían al anochecer.
Valfreyja- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Höor nos acompaño al interior del palacio, cada uno tomamos caminos dispares, al final la comitiva continuaría unida l menos hasta que alcanzáramos a la Völva y esta nos indicara que camino debía tomar cada uno. Afrodita había decidido acompañarme en este viaje para demostrarme que no mentía, francamente no la consideraba una mentirosa, solo una mujer caprichosa que jugaba con las vidas mortales a su voluntad. Era una mujer muy bella, pero como todas las diosas demasiado ególatra como para bajarse de su pedestal y reconocer frente a un mero “mortal” que todo fue culpa suya.
Me dirigí directo a la cámara para mi dispuesta, saldríamos al amanecer, Thor se encargaría de que el cielo estuviera cubierto y que el sol no brillara. No es que necesitara horas de sueño, por contra si una copa de bourbon que me serví antes de acercare al ventanal para mirar a través de su cristal.
Di un trago perdiendo mi mirada en el infinito y sus constelaciones, el firmamento estaba lleno de héroes de mi tiempo, en ocasiones me hubiera gustado ser una estrella mas, pero mi maldición parecía anclarme a un mundo que ya no tenía nada para mi.
Dejé reposar la copa en el mueble lateral y me aflojé las correas de la armadura hasta que suelta me la saqué por la cabeza.
Acabé la copa sumido en mis pensamientos antes de tomar un baño y descansar después sobre el lecho.
Llegada la hora me presenté en el patio de armas, ataviado con la armadura, el viaje comenzaba.
-Buenos días -dije a los allí presentes.
Thor me dedicó una mirada, había cumplido lo pactado, ni un haz de luz me atravesó la piel.
Me dirigí directo a la cámara para mi dispuesta, saldríamos al amanecer, Thor se encargaría de que el cielo estuviera cubierto y que el sol no brillara. No es que necesitara horas de sueño, por contra si una copa de bourbon que me serví antes de acercare al ventanal para mirar a través de su cristal.
Di un trago perdiendo mi mirada en el infinito y sus constelaciones, el firmamento estaba lleno de héroes de mi tiempo, en ocasiones me hubiera gustado ser una estrella mas, pero mi maldición parecía anclarme a un mundo que ya no tenía nada para mi.
Dejé reposar la copa en el mueble lateral y me aflojé las correas de la armadura hasta que suelta me la saqué por la cabeza.
Acabé la copa sumido en mis pensamientos antes de tomar un baño y descansar después sobre el lecho.
Llegada la hora me presenté en el patio de armas, ataviado con la armadura, el viaje comenzaba.
-Buenos días -dije a los allí presentes.
Thor me dedicó una mirada, había cumplido lo pactado, ni un haz de luz me atravesó la piel.
Ettore Troy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
A todos les dio por retirarse, y Höor les dio cobijo en el castillo a los dioses y al vampiro. ¿Estaba loco? ¿Albergar semejantes criaturas en su hogar cerca de sus hijos era una temeridad. Pero es que el conde era un loco temerario, y eso le pasaría factura algún día.
Thor se le acercó y se sentó a su lado, el dios nórdico apreciaba el coraje temerario y la furia del guerrero, que evidentemente latía con fuerza en Danielle, sólo que dominada por su educación y sus costumbres.
— Te recomiendo que te mantengas alejada de ese dios del caos, de Ares. Él sólo siembra discordia y hace que los humanos os matéis por chorradas, iniciando guerras absurdas. Aunque la de Troya la causó Afrodita.— la pirata lo miró de reojo.
—¿Y a mí que me importan los chismes entre dioses? Por tu culpa Höor está siempre acero en mano jugándose la vida. ¿No tienes suficiente? encima todos te veneran. No he visto mayor estupidez que esa.— El vikingo con capa sonrió entre dientes dando un ultimo sorbo a su jarra y sonriendole a la rubia.
— Cambiarás de opinión, y me adorarás, porque soy el mejor dios de todos estos. Ya hablaremos tú y yo.
Dicho esto, la deidad se marchó observando el trasero de Afrodita y silbando, la puñetera griega estaba para morderla. Danielle se quedó unos minutos más en la taberna, reflexionando. La maldita Freya arrastraba a Höor a otra misión suicida, pero que de no llevarla a cabo, seguiría ancladoa Hela, sería un polvorín, siempre en riesgo de que todo saltase por los aires y morir en acto de servicio. Cada vez odiaba más a los brujos, los dioses, vampiros, y todos aquellos que tenían poderes sobrenaturales y los ejercían sin miramientos sobre los demás. Quizás no sirviera de mucho la Verga de Satán, pero si esa jodida engreida, petulante y muy bella diosa le ponía ojitos a Höor, se la iba a meter hasta la garganta.
"Mecagüen los dioses, Morgan...¿estás celosa de una diosa? esto es lo último." Pensó. Resoplando se levantó y encaminó sus pasos al castillo encontrado ya a Höor dormido con Fiolett, dudó si despertarlo o no y finalmente se acercó a darle un beso en su negra cabellera.*
Entreabrí los ojos al sentir los dedos de Dani paseándose por mi pelo negro, me había quedado dormido, después del enfrentamiento con Ettore mi cuerpo necesitaba recuperarse y si bien era cierto que la herida estaba cerrada, no dejaba de ser un hombre en un mundo de dioses. Ladeé la sonrisa cuando mi diestra atrapó su mano y deslicé por sus nudillos mi dedo acariciandolos.
-Me he quedado dormido -me justifiqué antes de incorporar mi torso en busca de sus labios -¿vamos a la cama?
No sabia ni en que hora vivía, los postigos de la habitación estaban cerrados y no sabía el tiempo que había pasado, estaba algo desubicado en ese momento.
-¿es hora de irme? -pregunté enarcando una ceja*
—No, todavía no, aún quedan unas horas para el amanecer, vamos.— De la mano entraron en la cámara donde solían pasar las noches al resguardo del frío eterno que había en Noruega. Se quitó la ropa y lo mismo hizo con Höor que tenía la camisa empapada de sangre. Lo dejó tumbarse y acomodarse para ir luego a buscar un paño y limpiar los restos de sangrado alrededor de la herida cauterizada por la electricidad del dios del trueno. Paseó los dedos por encima murmurando.
— otra más para la colección…— sabía que tenía que irse, pero eso no cambiaba que ella no quisiera, de nuevo el deber se enfrentaba a la voluntad.— sé que tienes que irte pero… es igual.— suspiró y dejó el paño de nuevo en el balde, sentándose luego en el borde la cama mirando el cielo estrellado.*
Mis músculos se contraían cuando Dani pasaba el paño húmedo sobre ellos, pero lejos de estar atento a eso miraba sus dos inmensos mares que en esta ocasión los vi especialmente tristes, o apagados.
Dejé escapar el aire y detuve su mano para incorporarme poniéndome a su altura hasta que mi frente reposó en la suya forzándola a mirarme.
-Que Hela tenga las puertas abiertas a Migard es un riesgo no solo para los norteños, si no para el mundo, tengo que ir.
Sabía que ella no quería que fuera y también que era lo suficientemente inteligente como para saber que no tenía opciones, nadie mas que yo podría acabar con el vinculo que me ataba a Hela.
Podría haberle prometido que volvería, pero francamente en esta ocasión, todo se me escapaba de las manos, así que preferí no hacerlo.
-Has de cuidar de nuestros hijos -ladeé la sonrisa quitando hierro al asunto, algo que se me daba bien -y cuando vuelva..(si vuelvo) podemos irnos de viaje en ese barco que tienes anclado al muelle ¿te parece? -apunté llevando mi diestra a los cortos mechones de su nuca -y deja de mirar a Thor -dije riéndome.- que mucho te mira ese.
Desvié el tema en cuestión porque no quería que estuviera preocupada por mi.*
Thor se le acercó y se sentó a su lado, el dios nórdico apreciaba el coraje temerario y la furia del guerrero, que evidentemente latía con fuerza en Danielle, sólo que dominada por su educación y sus costumbres.
— Te recomiendo que te mantengas alejada de ese dios del caos, de Ares. Él sólo siembra discordia y hace que los humanos os matéis por chorradas, iniciando guerras absurdas. Aunque la de Troya la causó Afrodita.— la pirata lo miró de reojo.
—¿Y a mí que me importan los chismes entre dioses? Por tu culpa Höor está siempre acero en mano jugándose la vida. ¿No tienes suficiente? encima todos te veneran. No he visto mayor estupidez que esa.— El vikingo con capa sonrió entre dientes dando un ultimo sorbo a su jarra y sonriendole a la rubia.
— Cambiarás de opinión, y me adorarás, porque soy el mejor dios de todos estos. Ya hablaremos tú y yo.
Dicho esto, la deidad se marchó observando el trasero de Afrodita y silbando, la puñetera griega estaba para morderla. Danielle se quedó unos minutos más en la taberna, reflexionando. La maldita Freya arrastraba a Höor a otra misión suicida, pero que de no llevarla a cabo, seguiría ancladoa Hela, sería un polvorín, siempre en riesgo de que todo saltase por los aires y morir en acto de servicio. Cada vez odiaba más a los brujos, los dioses, vampiros, y todos aquellos que tenían poderes sobrenaturales y los ejercían sin miramientos sobre los demás. Quizás no sirviera de mucho la Verga de Satán, pero si esa jodida engreida, petulante y muy bella diosa le ponía ojitos a Höor, se la iba a meter hasta la garganta.
"Mecagüen los dioses, Morgan...¿estás celosa de una diosa? esto es lo último." Pensó. Resoplando se levantó y encaminó sus pasos al castillo encontrado ya a Höor dormido con Fiolett, dudó si despertarlo o no y finalmente se acercó a darle un beso en su negra cabellera.*
Entreabrí los ojos al sentir los dedos de Dani paseándose por mi pelo negro, me había quedado dormido, después del enfrentamiento con Ettore mi cuerpo necesitaba recuperarse y si bien era cierto que la herida estaba cerrada, no dejaba de ser un hombre en un mundo de dioses. Ladeé la sonrisa cuando mi diestra atrapó su mano y deslicé por sus nudillos mi dedo acariciandolos.
-Me he quedado dormido -me justifiqué antes de incorporar mi torso en busca de sus labios -¿vamos a la cama?
No sabia ni en que hora vivía, los postigos de la habitación estaban cerrados y no sabía el tiempo que había pasado, estaba algo desubicado en ese momento.
-¿es hora de irme? -pregunté enarcando una ceja*
—No, todavía no, aún quedan unas horas para el amanecer, vamos.— De la mano entraron en la cámara donde solían pasar las noches al resguardo del frío eterno que había en Noruega. Se quitó la ropa y lo mismo hizo con Höor que tenía la camisa empapada de sangre. Lo dejó tumbarse y acomodarse para ir luego a buscar un paño y limpiar los restos de sangrado alrededor de la herida cauterizada por la electricidad del dios del trueno. Paseó los dedos por encima murmurando.
— otra más para la colección…— sabía que tenía que irse, pero eso no cambiaba que ella no quisiera, de nuevo el deber se enfrentaba a la voluntad.— sé que tienes que irte pero… es igual.— suspiró y dejó el paño de nuevo en el balde, sentándose luego en el borde la cama mirando el cielo estrellado.*
Mis músculos se contraían cuando Dani pasaba el paño húmedo sobre ellos, pero lejos de estar atento a eso miraba sus dos inmensos mares que en esta ocasión los vi especialmente tristes, o apagados.
Dejé escapar el aire y detuve su mano para incorporarme poniéndome a su altura hasta que mi frente reposó en la suya forzándola a mirarme.
-Que Hela tenga las puertas abiertas a Migard es un riesgo no solo para los norteños, si no para el mundo, tengo que ir.
Sabía que ella no quería que fuera y también que era lo suficientemente inteligente como para saber que no tenía opciones, nadie mas que yo podría acabar con el vinculo que me ataba a Hela.
Podría haberle prometido que volvería, pero francamente en esta ocasión, todo se me escapaba de las manos, así que preferí no hacerlo.
-Has de cuidar de nuestros hijos -ladeé la sonrisa quitando hierro al asunto, algo que se me daba bien -y cuando vuelva..(si vuelvo) podemos irnos de viaje en ese barco que tienes anclado al muelle ¿te parece? -apunté llevando mi diestra a los cortos mechones de su nuca -y deja de mirar a Thor -dije riéndome.- que mucho te mira ese.
Desvié el tema en cuestión porque no quería que estuviera preocupada por mi.*
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Entre dioses y heroes +18
— Lo sé…— pero no podía evitar estar preocupada, como era lo lógico, y porque si alguien había allí que pudiera comandar Akershus sin hacer el canelo, era ella. Pero esa sensación opresiva no le gustaba nada.— Ojalá tuviera tu fe… todo me resultaría más fácil. Yo sólo veo a los dioses como unos capullos egoístas que nos manejan a su antojo y por eso…— resopló. No podía entender cómo Höor confiaba en aquellos que por protegerles una vez se cobraban con creces todo lo demás.— En serio Höor… va en calzoncillos por la vida. Si hubieran dioses ingleses seguro que vestirían con chaqué. Por cierto… Freya está encaprichada de ti, y tú siempre la has venerado…— ¿qué quería decir con eso? Pues que no se sentía segura, si competir con duquesas ya era malo, competir con diosas era mucho peor.*
Mordí sus labios sin borrar la sonrisa de mis labios ¿en serio se preocupaba por Freya?
-Freya me necesita para que empuñe la espada, por lo que me ha explicado, los dioses no pueden hacerlo ,solo semidioses o humanos vinculados a las deidades, no es un capricho Dani, es una necesidad y nada tiene que ver con la apetencia sexual.
Tiré de ella hasta subirla a horcajadas sobre mi.
-Que no es lo mismo que lo que yo si siento por ti -apunté con picardía -nos quedan unas horas ¿cierto? pues despidámonos como debemos.*
—Hum… así que sólo me quieres por el sexo…vaya consuelo.— enarcó una ceja, provocándolo un poco, porque sabía que cuando Höor le decía que la deseaba, escondía en esas palabras algo más profundo.— menos mal que a mi los tipos con gallumbos no me ponen nada. Así que quítatelos…que ya te sobran.
Despedirse como debían, como si fuera la última vez que se fueran a ver…ese pensamiento lo mandó a un rincón, porque no quería que le supiera a despedida aunque fuera exactamente eso. Odiaba las despedidas, odiaba tener un futuro escrito, ella sólo creía en que el rumbo del timón de la vida lo ponían ellos y la buena o mala suerte, nadie más. Era cierto que la maldición de Hela la había tenido en vilo durante semanas, que había coaccionado a Höor para que ella dejara de sufrir y también Akershus y que eso no podía ser, tenían que detenerla. Pero se veía impotente, fuera de juego en un tablero en el que los principales actores eran dioses en los que ella no creía.*
La cámara pronto se lleno de jadeos, surqué su piel con mis labios y por primera vez sentí la necesidad de anclarme a ella, de irme a la deriva y dejarme llevar por su cuerpo, naufragar en sus dos mares y soltar el timón para que ella lo cogiera. Pero como siempre la realidad se imponía y esto solo sería el efímero momento de una despedida. La quería, pocas eran las veces que se lo dije y quizás menos las que se lo demostré, yo no era un hombre fácil, seguramente siempre la culparon a ella por su predisposición a largarse, pero ¿que mujer en su sano juicio no lo haría?Le hice el amor sobre nuestro lecho, llevando conmigo el sabor de sus besos y a fuego marcada en mi piel el olor de la ajena.
Agotado pero saciado acabé sucumbiendo a los designios de Morfeo, mi sueño fue extraño, una mujer de cabellos largos y pardos como la misma noche me miraba de frente, ladeé la cabeza ligeramente, observándola. Estábamos en una especie de gruta no la conocía de nada, pero parecía misteriosa, sonreí dispuesto a presentarme cuando las paredes empezaron a sacudirse, con ellas el techo que dejó caer una arenilla sobre nuestros cuerpos.
En un principio solo eran leves sacudidas, pero cuando su dedo indicó el fondo del pasillo, la gruta se tambaleó violenta, salí corriendo en su dirección, no podíamos permanecer allí o moriríamos aplastados.Tiré de su mano para correr hacia el lugar señalado mientras a nuestras espaldas todo se desmoronaba.La gruta se vino abajó cubrí con mi cuerpo el ajeno antes de abrir los ojos sobresaltado y empapado en sudor, con la respiración agitada. Por suerte Dani seguía dormida, solo había sido una pesadilla. Me puse en pie y me acerqué a la palangana para lavarme.
Dani al sentir mi ausencia sobre el lecho abrio los ojos, sonreí de medio lado con la toalla en la mano y me acerqué a ella mojándola con las gotas de agua que escurrían por los mechones de mi pelo.
-Buenos días pirata.
Esa era nuestra despedida, una silenciosa, no la esperaba en el patio de armas, como de costumbre Dani no acudiría.*
Con los primeros rayos el conde debía marcharse. Lo escuchó vestirse y se levantó para ayudarle a apretar las correas de la armadura. No quería bajar al patio, no le gustaba hacerlo, pero tras besarlo y dejarlo ir masculló un “mierda” y se calzó el pantalón, las botas, la casaca y se recogió el pelo en una coleta baja, superando a zancadas dobles la escalera y salió al frío matinal cuando empezaban a subirse al caballo. Mantuvo la espalda erguida, las manos tras ella y el mentón alto mirando a Freya.
— Cuídalo, o la Verga de Satán será tu conocida bien pronto.— Miró a Höor entonces y aunque iba a decirlo en alto, no le salió sonido alguno. “ I Love you”. Se lo dijo en inglés sin articular palabra, sólo le faltaba decirlo mal en noruego y que esa diosa “del amor” se carcajeara de ella. Dicho eso, se dio media vuelta y entró en el castillo rumbo al despacho.
Mordí sus labios sin borrar la sonrisa de mis labios ¿en serio se preocupaba por Freya?
-Freya me necesita para que empuñe la espada, por lo que me ha explicado, los dioses no pueden hacerlo ,solo semidioses o humanos vinculados a las deidades, no es un capricho Dani, es una necesidad y nada tiene que ver con la apetencia sexual.
Tiré de ella hasta subirla a horcajadas sobre mi.
-Que no es lo mismo que lo que yo si siento por ti -apunté con picardía -nos quedan unas horas ¿cierto? pues despidámonos como debemos.*
—Hum… así que sólo me quieres por el sexo…vaya consuelo.— enarcó una ceja, provocándolo un poco, porque sabía que cuando Höor le decía que la deseaba, escondía en esas palabras algo más profundo.— menos mal que a mi los tipos con gallumbos no me ponen nada. Así que quítatelos…que ya te sobran.
Despedirse como debían, como si fuera la última vez que se fueran a ver…ese pensamiento lo mandó a un rincón, porque no quería que le supiera a despedida aunque fuera exactamente eso. Odiaba las despedidas, odiaba tener un futuro escrito, ella sólo creía en que el rumbo del timón de la vida lo ponían ellos y la buena o mala suerte, nadie más. Era cierto que la maldición de Hela la había tenido en vilo durante semanas, que había coaccionado a Höor para que ella dejara de sufrir y también Akershus y que eso no podía ser, tenían que detenerla. Pero se veía impotente, fuera de juego en un tablero en el que los principales actores eran dioses en los que ella no creía.*
La cámara pronto se lleno de jadeos, surqué su piel con mis labios y por primera vez sentí la necesidad de anclarme a ella, de irme a la deriva y dejarme llevar por su cuerpo, naufragar en sus dos mares y soltar el timón para que ella lo cogiera. Pero como siempre la realidad se imponía y esto solo sería el efímero momento de una despedida. La quería, pocas eran las veces que se lo dije y quizás menos las que se lo demostré, yo no era un hombre fácil, seguramente siempre la culparon a ella por su predisposición a largarse, pero ¿que mujer en su sano juicio no lo haría?Le hice el amor sobre nuestro lecho, llevando conmigo el sabor de sus besos y a fuego marcada en mi piel el olor de la ajena.
Agotado pero saciado acabé sucumbiendo a los designios de Morfeo, mi sueño fue extraño, una mujer de cabellos largos y pardos como la misma noche me miraba de frente, ladeé la cabeza ligeramente, observándola. Estábamos en una especie de gruta no la conocía de nada, pero parecía misteriosa, sonreí dispuesto a presentarme cuando las paredes empezaron a sacudirse, con ellas el techo que dejó caer una arenilla sobre nuestros cuerpos.
En un principio solo eran leves sacudidas, pero cuando su dedo indicó el fondo del pasillo, la gruta se tambaleó violenta, salí corriendo en su dirección, no podíamos permanecer allí o moriríamos aplastados.Tiré de su mano para correr hacia el lugar señalado mientras a nuestras espaldas todo se desmoronaba.La gruta se vino abajó cubrí con mi cuerpo el ajeno antes de abrir los ojos sobresaltado y empapado en sudor, con la respiración agitada. Por suerte Dani seguía dormida, solo había sido una pesadilla. Me puse en pie y me acerqué a la palangana para lavarme.
Dani al sentir mi ausencia sobre el lecho abrio los ojos, sonreí de medio lado con la toalla en la mano y me acerqué a ella mojándola con las gotas de agua que escurrían por los mechones de mi pelo.
-Buenos días pirata.
Esa era nuestra despedida, una silenciosa, no la esperaba en el patio de armas, como de costumbre Dani no acudiría.*
Con los primeros rayos el conde debía marcharse. Lo escuchó vestirse y se levantó para ayudarle a apretar las correas de la armadura. No quería bajar al patio, no le gustaba hacerlo, pero tras besarlo y dejarlo ir masculló un “mierda” y se calzó el pantalón, las botas, la casaca y se recogió el pelo en una coleta baja, superando a zancadas dobles la escalera y salió al frío matinal cuando empezaban a subirse al caballo. Mantuvo la espalda erguida, las manos tras ella y el mentón alto mirando a Freya.
— Cuídalo, o la Verga de Satán será tu conocida bien pronto.— Miró a Höor entonces y aunque iba a decirlo en alto, no le salió sonido alguno. “ I Love you”. Se lo dijo en inglés sin articular palabra, sólo le faltaba decirlo mal en noruego y que esa diosa “del amor” se carcajeara de ella. Dicho eso, se dio media vuelta y entró en el castillo rumbo al despacho.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Entre dioses y heroes +18
Y el dispar grupo de diosas estrechas y depresivas junto a los dos héroes soberbios y el dios de los calzoncillos emprendió su viaje rumbo a las montañas, junto al gran dios de la guerra, atractivo, guapo, mujeriego, fuerte, poderoso y una deidad que despertaba las pasiones de las féminas y la envidia de los hombres.
Mi sonrisa se ladeo, debería haber sigo juglar, nadie como yo para contar estas historias. Pensé guiñándole un ojo a Freya que cabalgaba como una sombra junto a su norteño-
-Afrodita, si tienes frio puedes acercarte a mi, el vampiro no calienta mucho -acerqué mis labios a su oído poniendo la mano como si eso bastara para que Ettore no me escuchara -ya sabes..esta muerto.
Nos adentramos tras un día de viaje en las montañas, comenzamos a subir, el terreno era árido y pedregoso, en principio cogimos una especie de camino de tierra rojiza, que no parecía excesivamente complicado de cruzar a caballo, poco a poco el camino se fue estrechando, la pendiente aumento, al igual que el árido terreno, paso a ser un tanto rocoso y escarpado, los caballos pisaban con cierta dificultad. Hicimos noche en una gruta y como de costumbre se repartieron las guardias.
Al amanecer, guardamos nuestras pertenencias, y tras tomar algo para aguantar el día, montamos sobre nuestros corceles.
Durante la ultima guardia , había comenzado a chispear, y poco a poco había ido cogiendo intensidad, hacia mucho frio.
Seguimos durante horas, el relieve había vuelto a cambiar, ahora volvía a ser completamente escarpado, lleno de enormes piedras, que dificultaban el paso de los caballos, además, andábamos por una cornisa de la montaña, con lo que un paso en falso podía precipitarnos por el acantilado, pegamos los caballos lo máximo que pudimos a la pared que componía la falda de la montaña, así continuamos otra hora más.
Tal y como subíamos de altura, la lluvia se convirtió en nieve, caía sobre nosotros, como si fuera algodón helándonos el cuerpo.
-Hay que apearse –dijo Ettore mirándome- el terreno con la lluvia es demasiado resbaladizo, no podemos avanzar más a caballo.
-Se acerca una ventisca –advirtió Höor.
-Son listos los héroes -apunté divertido apostando cuanto tardarían en morir aplastados por una avalancha de nieve.
La nieve cada vez caía con más intensidad, estábamos completamente empapados, continuamos caminando durante unas horas que se hicieron interminables, nuestros pies se hundían en la nieve que ya nos cubría por las rodillas, cada paso era más y más complicado, bueno, para ellos, los dioses ibamso de puta madre, las fuerzas parecían flaquear a los heroes, sobre todo al humano.
-Apuesto a que muere congelado -dije tirándole una moneda a Freya.
-Y yo que te corto las pelotas -rugió el conde malhumorado.
Mi sonrisa se ladeo, debería haber sigo juglar, nadie como yo para contar estas historias. Pensé guiñándole un ojo a Freya que cabalgaba como una sombra junto a su norteño-
-Afrodita, si tienes frio puedes acercarte a mi, el vampiro no calienta mucho -acerqué mis labios a su oído poniendo la mano como si eso bastara para que Ettore no me escuchara -ya sabes..esta muerto.
Nos adentramos tras un día de viaje en las montañas, comenzamos a subir, el terreno era árido y pedregoso, en principio cogimos una especie de camino de tierra rojiza, que no parecía excesivamente complicado de cruzar a caballo, poco a poco el camino se fue estrechando, la pendiente aumento, al igual que el árido terreno, paso a ser un tanto rocoso y escarpado, los caballos pisaban con cierta dificultad. Hicimos noche en una gruta y como de costumbre se repartieron las guardias.
Al amanecer, guardamos nuestras pertenencias, y tras tomar algo para aguantar el día, montamos sobre nuestros corceles.
Durante la ultima guardia , había comenzado a chispear, y poco a poco había ido cogiendo intensidad, hacia mucho frio.
Seguimos durante horas, el relieve había vuelto a cambiar, ahora volvía a ser completamente escarpado, lleno de enormes piedras, que dificultaban el paso de los caballos, además, andábamos por una cornisa de la montaña, con lo que un paso en falso podía precipitarnos por el acantilado, pegamos los caballos lo máximo que pudimos a la pared que componía la falda de la montaña, así continuamos otra hora más.
Tal y como subíamos de altura, la lluvia se convirtió en nieve, caía sobre nosotros, como si fuera algodón helándonos el cuerpo.
-Hay que apearse –dijo Ettore mirándome- el terreno con la lluvia es demasiado resbaladizo, no podemos avanzar más a caballo.
-Se acerca una ventisca –advirtió Höor.
-Son listos los héroes -apunté divertido apostando cuanto tardarían en morir aplastados por una avalancha de nieve.
La nieve cada vez caía con más intensidad, estábamos completamente empapados, continuamos caminando durante unas horas que se hicieron interminables, nuestros pies se hundían en la nieve que ya nos cubría por las rodillas, cada paso era más y más complicado, bueno, para ellos, los dioses ibamso de puta madre, las fuerzas parecían flaquear a los heroes, sobre todo al humano.
-Apuesto a que muere congelado -dije tirándole una moneda a Freya.
-Y yo que te corto las pelotas -rugió el conde malhumorado.
Ares- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 29/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Thorsteinn les acompañó un trozo del camino al principio, pero luego sintió la llamada desde Asgard y sencillamente desapareció. Algo sucedía en su reino y era Odín quien lo llamaba a él, Valfreyja se podía quedar con los mortales.
Atravesó el Bifröst donde Heimdall el guardián observana todo lo que acontecía en los nueve reinos y se dirigió directamente hacia las torres de aguja donde el gran Padre lo había convocado. Cuando entró en el salón, allí estaba también su hermano Loki, que había estado ausente los últimos meses. Frunció el ceño al verlo.
— Tu hija la ha liado en Midgard, ponle freno.— Loki sonrió ladino y Odín levantó la mano haciéndolo callar. Thor apretó los dientes.
— Hay algo que es más importante ahora, debéis partir hacia Alfheim y exigirle al rey Freyr que cumpla con sus promesas, está descuidando el flanco y ahora que hay otros dioses rondando... es necesario.
—¿Para qué me necesitas a mi? que vaya él!!.— señaló a Loki, y Odín enarcó una ceja. Estaba claro que no quería dejar a su hijo sin control, pues bien conocía la tendencia del dios del caos para meterse en líos.
—Vamos hermano, así tendremos tiempo de... ponernos al día. Y cuando regresemos hablamos de Hela. O de tus ganas por encontrar la espada de la Luz.
Odín frunció el ceño, sus hijos a veces eran unos pazguatos, uno por permitir a su nieta Hela que rondase a los humanos, y el otro por ambicionar un arma que no podía empuñar. Si al final le tocaba pegar un puñetazo en la mesa, allí iba a liarse muy gorda, pero esperaría que les entrase el sentido común.
Thor se dio la vuelta rezongando que cuanto antes fueran antes volverían. Rumió su enfado haciendo que las nubes se tornaran compactas y negras y descargasen una ventisca imponente, con rayos y truenos restallando. Ahí se le congelasen los huevos a Ares y se le cayeran para siempre.
Atravesó el Bifröst donde Heimdall el guardián observana todo lo que acontecía en los nueve reinos y se dirigió directamente hacia las torres de aguja donde el gran Padre lo había convocado. Cuando entró en el salón, allí estaba también su hermano Loki, que había estado ausente los últimos meses. Frunció el ceño al verlo.
— Tu hija la ha liado en Midgard, ponle freno.— Loki sonrió ladino y Odín levantó la mano haciéndolo callar. Thor apretó los dientes.
— Hay algo que es más importante ahora, debéis partir hacia Alfheim y exigirle al rey Freyr que cumpla con sus promesas, está descuidando el flanco y ahora que hay otros dioses rondando... es necesario.
—¿Para qué me necesitas a mi? que vaya él!!.— señaló a Loki, y Odín enarcó una ceja. Estaba claro que no quería dejar a su hijo sin control, pues bien conocía la tendencia del dios del caos para meterse en líos.
—Vamos hermano, así tendremos tiempo de... ponernos al día. Y cuando regresemos hablamos de Hela. O de tus ganas por encontrar la espada de la Luz.
Odín frunció el ceño, sus hijos a veces eran unos pazguatos, uno por permitir a su nieta Hela que rondase a los humanos, y el otro por ambicionar un arma que no podía empuñar. Si al final le tocaba pegar un puñetazo en la mesa, allí iba a liarse muy gorda, pero esperaría que les entrase el sentido común.
Thor se dio la vuelta rezongando que cuanto antes fueran antes volverían. Rumió su enfado haciendo que las nubes se tornaran compactas y negras y descargasen una ventisca imponente, con rayos y truenos restallando. Ahí se le congelasen los huevos a Ares y se le cayeran para siempre.
Thorsteinn- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/05/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
La conexión en el sueño se había roto, por eso la völva había caído a través de aquel agujero semejante a un pozo y ahora se hundía en brea negra, pestilente y pegajosa. Reunió todas sus fuerzas que concentró en las manos, reafirmando los dedos alrededor de aquella nudosa raíz proveniente de la nada. Dio uso de ella como pudo, arrastrando su cuerpo hacia fuera, trepando por la rama de corteza lisa y, desgraciadamente, poco adherente. Le costó, porque aquella sustancia viscosa y pesada no dejaba de tirar de ella hacia abajo, como si tuviera vida propia y ansiara ahogarla. Una voz resonaba a lo lejos, desde arriba, desde un pequeño, diminuto más bien, agujero que se vislumbraba en la distancia, casi como si fuera en el cielo de una oscuridad tenebrosa, parecida a una luz titilante como la de una estrella, un lucero que parpadeaba con cada sílaba que se susurraba en ese firmamento. Mas era incapaz de discernir lo que le decía y, pronto, se dio cuenta que aquellos murmuros sin sentido únicamente la distraían. Regresó la vista a la raíz y con cada jadeo, fue ascendiendo hasta lograr salir del charco negruzco y hambriento. Echó la mirada hacia ese lago de oscuridad y como si un frío helador lo invadiera todo, su aliento salió blanquecino frente a su boca. Justo en ese instante, ella despertó sobresaltada con el cuerpo cubierto de un sudor frío, pálida y con los dedos azules como si acabara de pasar una noche inmersa en el charco de un glaciar recién derretido.
Buscó algo con lo que calentarse las manos, pero mientras lo hacía, se percató que del libro que yacía a su lado, emanaba el mismo frío helador que en su sueño. Se envolvió en unas pieles que reposaban junto al fuego y se sentó con el tomo entre las piernas. No se notaba la temperatura con el tacto, pero la impresión era de puro hielo. Pasó sus páginas con cuidado, hasta que dio con una de ellas que llamó su atención. En ella los jeroglíficos se movían en una sinuosa danza hipnótica. Se quedó con la mirada fija en la hoja, sin parpadear siquiera y palabras comenzaron a brotas de sus labios, mas la voz no era suya, sino que parecía el eco de un pasado ya muerto y olvidado, asomando a través de su boca con afilados y venenosos dedos.
Buscó algo con lo que calentarse las manos, pero mientras lo hacía, se percató que del libro que yacía a su lado, emanaba el mismo frío helador que en su sueño. Se envolvió en unas pieles que reposaban junto al fuego y se sentó con el tomo entre las piernas. No se notaba la temperatura con el tacto, pero la impresión era de puro hielo. Pasó sus páginas con cuidado, hasta que dio con una de ellas que llamó su atención. En ella los jeroglíficos se movían en una sinuosa danza hipnótica. Se quedó con la mirada fija en la hoja, sin parpadear siquiera y palabras comenzaron a brotas de sus labios, mas la voz no era suya, sino que parecía el eco de un pasado ya muerto y olvidado, asomando a través de su boca con afilados y venenosos dedos.
Heith Baltz- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 28/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Sin necesidad alguna de dormir, se pasó las horas sentada al borde de la cama, pasando las cuentas de un collar de una en una entre sus dedos, contándolas una y otra vez sin descanso, sin prisa tampoco. Su mente volaba rauda y se trasladaba a pensamientos negativos, a recuerdos que la eternidad no era capaz de eliminar y la memoria se empeñaba en sacar a flote de vez en cuando. En el caso de la diosa del amor, eso se había ido acentuando en los últimos siglos y era lo que había provocado en ella cierto cambio que, al parecer, sólo Ares había descubierto. Su matrimonio con Hefesto era una farsa, lo sabía el Olimpo al completo e incluso los simples mortales. Así que el que su propio marido ni se diera cuenta de que algo la aquejaba, no era ninguna sorpresa para diosa.
Cuando los primeros rayos de sol debieron atravesar las cortinas de su estancia, no lo hicieron, ya que el cielo estaba encapotado y el astro rey oculto bajo un tupido campo de nubes grises que le prohibían el paso a sus haces. Eso era lo que necesitaba el troyano para poder unirse al grupo y viajar todos juntos, de noche podía resultar más complicado por la poca visibilidad y el tipo de camino que les aguardaba, según palabras de la diosa nórdica.
Montaron a caballo, todos de pelaje grueso y corpulentos, monturas perfectas para resistir el clima del norte y soportar largas travesías por senderos escarpados. Los necesitarían para alcanzar su destino, porque según Freya, no se podía uno trasladar como quisiera hasta la völva, pues una especie de magia la envolvía, precisamente protegiéndola de los dioses, por lo que debían llegar a ella con métodos mortales, a pie, en carro o a caballo. Así que cabalgando se adentraron en una ventisca que parecía tener congelado al conde, mientras el resto ni se molestaba en cubrirse con pieles. Ettore era un vampiro, a él le importaba poco el frío y el resto eran dioses, para ellos el clima no tenía mayor efecto que el de alterar las cosas a su alrededor, mas no les afectaba a ellos. La deidad del amor observaba con algo de reocupación al pequeño mortal, no quisiera tener otra muerte más en su conciencia, eso era algo que le correspondía a Ares y no a ella. Y aunque el dios de la guerra estaba muy ocupado burlándose del griego e intentando arrimarse a Afrodita, le faltó tiempo para apostar con Freya por la muerte del norteño una vez se apearon de sus monturas.
–Eres incorregible.–
Comentó la morena, rodando los ojos e intentó que su caballo apretara el paso, tirando de sus riendas, ahora que se movían a pie, para dejar atrás al engreído y dar alcance al cainita que parecía presidir la comitiva, aunque no debía tener una idea clara del destino al que se dirigían.
–¿Sabes dónde vamos?–
Le preguntó, no porque le importara hacia dónde iban, sino por intentar iniciar una conversación. La noche anterior parecía haberlo hecho el troyano, así que esta vez le tocaba a ella mover ficha en el tablero.
Cuando los primeros rayos de sol debieron atravesar las cortinas de su estancia, no lo hicieron, ya que el cielo estaba encapotado y el astro rey oculto bajo un tupido campo de nubes grises que le prohibían el paso a sus haces. Eso era lo que necesitaba el troyano para poder unirse al grupo y viajar todos juntos, de noche podía resultar más complicado por la poca visibilidad y el tipo de camino que les aguardaba, según palabras de la diosa nórdica.
Montaron a caballo, todos de pelaje grueso y corpulentos, monturas perfectas para resistir el clima del norte y soportar largas travesías por senderos escarpados. Los necesitarían para alcanzar su destino, porque según Freya, no se podía uno trasladar como quisiera hasta la völva, pues una especie de magia la envolvía, precisamente protegiéndola de los dioses, por lo que debían llegar a ella con métodos mortales, a pie, en carro o a caballo. Así que cabalgando se adentraron en una ventisca que parecía tener congelado al conde, mientras el resto ni se molestaba en cubrirse con pieles. Ettore era un vampiro, a él le importaba poco el frío y el resto eran dioses, para ellos el clima no tenía mayor efecto que el de alterar las cosas a su alrededor, mas no les afectaba a ellos. La deidad del amor observaba con algo de reocupación al pequeño mortal, no quisiera tener otra muerte más en su conciencia, eso era algo que le correspondía a Ares y no a ella. Y aunque el dios de la guerra estaba muy ocupado burlándose del griego e intentando arrimarse a Afrodita, le faltó tiempo para apostar con Freya por la muerte del norteño una vez se apearon de sus monturas.
–Eres incorregible.–
Comentó la morena, rodando los ojos e intentó que su caballo apretara el paso, tirando de sus riendas, ahora que se movían a pie, para dejar atrás al engreído y dar alcance al cainita que parecía presidir la comitiva, aunque no debía tener una idea clara del destino al que se dirigían.
–¿Sabes dónde vamos?–
Le preguntó, no porque le importara hacia dónde iban, sino por intentar iniciar una conversación. La noche anterior parecía haberlo hecho el troyano, así que esta vez le tocaba a ella mover ficha en el tablero.
Afrodita- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Antes de partir, la pirata se dirigió nuevamente a la diosa que la miró como si fuera una patata capaz de hablar. Sus palabras le suponían la misma relevancia que si fuera de ese modo y que se mostrara tan altiva le parecía muy gracioso. De quererlo, acabaría con ella en un pestañeo, pero ni siquiera para eso merecía la pena.
–Nos vamos.–
Sentenció, pasando de largo junto a la británica y de un salto se subió a Fenrir. Ella no necesitaba caballo, su montura era mucho más resistente, fuerte y veloz que cualquier corcel habido y por haber. Y aunque a veces era un poco quejica, con ella solía portarse más o menos bien.
La ventisca para Freya no significaba nada, había sufrido fríos mucho peores a manos de Loki y aún así ni se había inmutado en el sentido que lo haría un humano, así que atravesar el helador viento sólo la despeinaba y aunque era la diosa del amor, no era tan presumida como la griega. En la guerra uno se desaliñaba, se ensuciaba y terminaba oliendo a sangre, barro e incluso a mierda de caballo. Todo era acostumbrarse y no hacer un castillo de un grano de arena.
Cuando todos desmontaron, ella también lo hizo, no porque fuera necesario literalmente, pero sí era cierto que cuanto más bajos, menos resistencia oponían al aie y avanzaban más rápido.
Cogió la moneda que le lanzó Ares y tras observarla, se la guardó en el bolsillo del pantalón que llevaba.
–Me la guardo ya, porque ten por seguro que has perdido. Hablas de un hombre del norte, no de un delicado griego.–
Sonrió al escuchar la contestación del conde que furibundo como un león hambriento le respondió en un gruñido. Ella se había quedado a la cola y pudo ver como, sin previo aviso ni despedida, Thorsteinn desaparecía, seguramente siendo reclamado por su papaíto. Rio porque en el fondo no era más que lo que habían dicho en la taberna los mortales, un calzonazos.
Debían buscar resguardo, al menos por los caballos y el humano, así que en cuanto el que iba a la cabeza, el troyano, localizó una gruta en las escarpadas montañas, se dirigieron hacia ella sin pensarlo. Hasta que no llegaran, no sabrían lo grande o profunda que era, pero si podían meter dentro a las monturas, sería suficiente para que con la ventisca no murieran.
–Nos vamos.–
Sentenció, pasando de largo junto a la británica y de un salto se subió a Fenrir. Ella no necesitaba caballo, su montura era mucho más resistente, fuerte y veloz que cualquier corcel habido y por haber. Y aunque a veces era un poco quejica, con ella solía portarse más o menos bien.
La ventisca para Freya no significaba nada, había sufrido fríos mucho peores a manos de Loki y aún así ni se había inmutado en el sentido que lo haría un humano, así que atravesar el helador viento sólo la despeinaba y aunque era la diosa del amor, no era tan presumida como la griega. En la guerra uno se desaliñaba, se ensuciaba y terminaba oliendo a sangre, barro e incluso a mierda de caballo. Todo era acostumbrarse y no hacer un castillo de un grano de arena.
Cuando todos desmontaron, ella también lo hizo, no porque fuera necesario literalmente, pero sí era cierto que cuanto más bajos, menos resistencia oponían al aie y avanzaban más rápido.
Cogió la moneda que le lanzó Ares y tras observarla, se la guardó en el bolsillo del pantalón que llevaba.
–Me la guardo ya, porque ten por seguro que has perdido. Hablas de un hombre del norte, no de un delicado griego.–
Sonrió al escuchar la contestación del conde que furibundo como un león hambriento le respondió en un gruñido. Ella se había quedado a la cola y pudo ver como, sin previo aviso ni despedida, Thorsteinn desaparecía, seguramente siendo reclamado por su papaíto. Rio porque en el fondo no era más que lo que habían dicho en la taberna los mortales, un calzonazos.
Debían buscar resguardo, al menos por los caballos y el humano, así que en cuanto el que iba a la cabeza, el troyano, localizó una gruta en las escarpadas montañas, se dirigieron hacia ella sin pensarlo. Hasta que no llegaran, no sabrían lo grande o profunda que era, pero si podían meter dentro a las monturas, sería suficiente para que con la ventisca no murieran.
Valfreyja- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 22/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Tras un rato andando lo más rápido que la nieve nos lo permitió, vislumbramos la entrada a una cueva. El conde aguantaba como un jabato peor le castañeteaban los dientes y sus labios estaban amoratados. Nos acercamos a la boca de la gruta con rapidez, desde luego parecía muy profunda, entramos en ella con cierta precaución, cualquier otro animal podría estar como nosotros buscando refugio.
Höor y yo nos miramos consecutivamente y a la par desenvainamos el acero antes de seguir andando bajo la mirada de los dioses que a nuestras espaldas parecían simplemente pasar el rato.
Seguímos ambos avanzando por la gruta con paso firme cuando el ruido de algo abalanzándose sobre mí, me hizo reaccionar, rodé por el suelo, para evitar que me atrapara, y me incorpore con rapidez haciendo bailar el acero entre mis dedos.
Frente a mí, había un monstruoso animal, que no había visto nunca, me doblaba en tamaño, era una mezcla de lobo y hiena, su pelaje hirsuto con manchas, una larga crin erizada que recorría toda su columna vertebral terminaba en una cola larga y peluda le daba un aspecto de bestia mágica.
Parecía un macho solitario, seguramente le había pillado la ventisca antes de reunirse con su manada, y este era el lugar donde había decidido refugiarse.
Un gruñido salió de su garganta mientras me mostraba sus grandes fauces, llenas de dientes y con unos grandes colmillos amarillentos.
Parecía muy rápido, por como flexionaba las patas mientras trataba de rodearme, buscando el mejor flanco para volver a abalanzarse sobre mí.
Tense el gesto y cuando la bestia se acercó sajé en un raudo movimiento, que impacto con fuerza sobre su pecho, haciéndole lanzar un gemido de dolor.
El animal se abalanzo de nuevo, cayendo sobre mí con sus fauces abiertas, coloque la espada entre medias, mientras trataba de quitármelo de encima evitando que atrapara mi yugular con sus colmillos que quedaron a escasos centímetros de esta, notaba su aliento en mi rostro.
-Conde cuando quieras -rugí esperando dejara de mirar la escena, peor al parecer otra cosa había llamado la atención de este, un grito femenino.
Asentí cuando este salió corriendo de nuevo a enfrentar la ventisca, parecía que tendría que arreglármelas solo pues Ares se había sentado en una roca y se comía una vid que no se bien de donde cojones había sacado.
Flexione mis piernas por debajo de su vientre y lo impulse hacia atrás, este salió despedido, rozando con su garra mi brazo en un intento de agarrarse a algo.
Me puse en pie con rapidez, la bestia volvió a preparar su rápido ataque, sujeté con firmeza la espada, el animal estaba en el aire y atravesé su garganta con furia.
La bestia cayó ante mí mientras se desangraba y daba sus últimos coletazos intentando agarrarse a la vida.
Höor y yo nos miramos consecutivamente y a la par desenvainamos el acero antes de seguir andando bajo la mirada de los dioses que a nuestras espaldas parecían simplemente pasar el rato.
Seguímos ambos avanzando por la gruta con paso firme cuando el ruido de algo abalanzándose sobre mí, me hizo reaccionar, rodé por el suelo, para evitar que me atrapara, y me incorpore con rapidez haciendo bailar el acero entre mis dedos.
Frente a mí, había un monstruoso animal, que no había visto nunca, me doblaba en tamaño, era una mezcla de lobo y hiena, su pelaje hirsuto con manchas, una larga crin erizada que recorría toda su columna vertebral terminaba en una cola larga y peluda le daba un aspecto de bestia mágica.
Parecía un macho solitario, seguramente le había pillado la ventisca antes de reunirse con su manada, y este era el lugar donde había decidido refugiarse.
Un gruñido salió de su garganta mientras me mostraba sus grandes fauces, llenas de dientes y con unos grandes colmillos amarillentos.
Parecía muy rápido, por como flexionaba las patas mientras trataba de rodearme, buscando el mejor flanco para volver a abalanzarse sobre mí.
Tense el gesto y cuando la bestia se acercó sajé en un raudo movimiento, que impacto con fuerza sobre su pecho, haciéndole lanzar un gemido de dolor.
El animal se abalanzo de nuevo, cayendo sobre mí con sus fauces abiertas, coloque la espada entre medias, mientras trataba de quitármelo de encima evitando que atrapara mi yugular con sus colmillos que quedaron a escasos centímetros de esta, notaba su aliento en mi rostro.
-Conde cuando quieras -rugí esperando dejara de mirar la escena, peor al parecer otra cosa había llamado la atención de este, un grito femenino.
Asentí cuando este salió corriendo de nuevo a enfrentar la ventisca, parecía que tendría que arreglármelas solo pues Ares se había sentado en una roca y se comía una vid que no se bien de donde cojones había sacado.
Flexione mis piernas por debajo de su vientre y lo impulse hacia atrás, este salió despedido, rozando con su garra mi brazo en un intento de agarrarse a algo.
Me puse en pie con rapidez, la bestia volvió a preparar su rápido ataque, sujeté con firmeza la espada, el animal estaba en el aire y atravesé su garganta con furia.
La bestia cayó ante mí mientras se desangraba y daba sus últimos coletazos intentando agarrarse a la vida.
Ettore Troy- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Mire hacia arriba instintivamente, cuando la vi.
Un aguila que nos doblaba el tamaño agarraba con fuerza entre sus garras a una mujer que luchaba por zafarse del agarre y que gritaba pidiendo ayuda.
Saqué una flecha y la coloque en la cuerda con rapidez.
Intente concentrarme, tenía que darle en una de las patas para forzar que la soltara, no me valía cualquier punto porque si se alejaba demasiado no tendríamos nada que hacer.
Fije la vista en su rítmico vuelo, tense el arco con fuerza, y tras apuntar en una de sus patas solté la saeta, que cogió gran velocidad.
La seguí con la vista, hasta que impacto en la pata del ave de presa, que soltó irremediablemente a la doncella, haciéndola precipitarse al vacío.
Esta gritaba mientras caía.
Freya, dispuesto a lanzar un conjuro supongo que para atraparla, antes de que impactara contra alguno de los salientes de la montaña, cuando otra águila, del mismo tamaño se puso ante ella, le golpeo con la zarpa haciéndolo rodar por el suelo mientras se llevaba la mano a su brazo herido.
Esta parecía el macho, ya que su tamaño era menor, seguramente estarían protegiendo el nido.
Me asome por el acantilado, buscando a la joven que seguía cayendo inexorablemente
La hembra se abalanzo de nuevo en un vuelo picado, cogiéndola de una de sus piernas y volviendo a levantar el vuelo.
Esta era mi única oportunidad pensé, coloque mi arco en la espalda y saque la daga de mi cinto.
Eche una mirada furtiva a Freya que corría hacia el acantilado, supongo que para ver que había pasado con la chica.
Al ver mi mirada, parece que me leyó el pensamiento, y se paró en seco.
-¡Höor! –grito
Apoye mis pies en el borde y cogí todo el impulso que pude precipitándome al vacio, abrí los brazos en cruz, en un intento de tener mayor volumen y caer sobre la maldita águila que alzaba el vuelo rozando el borde de la pared del acantilado.
Aquello minutos en el aire resultaron angustiosos, aunque pronto caí a plomo sobre la asombrada águila, que no preparada perdió el equilibrio cayendo en picado con nosotros.
En un intento de recobrar el vuelo planeo acercándose como pudo a uno de los salientes, cayendo los tres bruscamente sobre el abrupto terreno.
Golpee mi hombro derecho contra una de las rocas, un fuerte dolor hizo que apretara los dientes. Note el hombro fuera del sitio, apenas podía moverlo.
-¡Mierda!
Un aguila que nos doblaba el tamaño agarraba con fuerza entre sus garras a una mujer que luchaba por zafarse del agarre y que gritaba pidiendo ayuda.
Saqué una flecha y la coloque en la cuerda con rapidez.
Intente concentrarme, tenía que darle en una de las patas para forzar que la soltara, no me valía cualquier punto porque si se alejaba demasiado no tendríamos nada que hacer.
Fije la vista en su rítmico vuelo, tense el arco con fuerza, y tras apuntar en una de sus patas solté la saeta, que cogió gran velocidad.
La seguí con la vista, hasta que impacto en la pata del ave de presa, que soltó irremediablemente a la doncella, haciéndola precipitarse al vacío.
Esta gritaba mientras caía.
Freya, dispuesto a lanzar un conjuro supongo que para atraparla, antes de que impactara contra alguno de los salientes de la montaña, cuando otra águila, del mismo tamaño se puso ante ella, le golpeo con la zarpa haciéndolo rodar por el suelo mientras se llevaba la mano a su brazo herido.
Esta parecía el macho, ya que su tamaño era menor, seguramente estarían protegiendo el nido.
Me asome por el acantilado, buscando a la joven que seguía cayendo inexorablemente
La hembra se abalanzo de nuevo en un vuelo picado, cogiéndola de una de sus piernas y volviendo a levantar el vuelo.
Esta era mi única oportunidad pensé, coloque mi arco en la espalda y saque la daga de mi cinto.
Eche una mirada furtiva a Freya que corría hacia el acantilado, supongo que para ver que había pasado con la chica.
Al ver mi mirada, parece que me leyó el pensamiento, y se paró en seco.
-¡Höor! –grito
Apoye mis pies en el borde y cogí todo el impulso que pude precipitándome al vacio, abrí los brazos en cruz, en un intento de tener mayor volumen y caer sobre la maldita águila que alzaba el vuelo rozando el borde de la pared del acantilado.
Aquello minutos en el aire resultaron angustiosos, aunque pronto caí a plomo sobre la asombrada águila, que no preparada perdió el equilibrio cayendo en picado con nosotros.
En un intento de recobrar el vuelo planeo acercándose como pudo a uno de los salientes, cayendo los tres bruscamente sobre el abrupto terreno.
Golpee mi hombro derecho contra una de las rocas, un fuerte dolor hizo que apretara los dientes. Note el hombro fuera del sitio, apenas podía moverlo.
-¡Mierda!
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Entre dioses y heroes +18
Y ahí estaban los grandes héroes haciendo de las suyas, el congelado Höor saltó como un resorte al oler hembra en apuros, ladeé la sonrisa mirando a Afrodita con una picara sonrisa.
-Hay que reconocer la vitalidad que tienen estos norteños -apunté riéndome mientras señalaba a Ettore con el dedo -por contra nuestro griego se ha quedado bailando con la mas fea.
Un racimo de uvas apareció en mi diestra tras un chasquido, llevé la primera a mi boca masticándola con placer, dejando que el jugo bajara por mi garganta.
-¿quieres? -pregunté ofreciéndoselo a una enfadada y preocupada Afrodita que creo solo quería ayudara a su querido héroe.
El griego acabó quitándose de encima a la bestia y dándole muerte salió de debajo de su cuerpo peludo.
Aplaudí mirando al griego con cierta diversión.
-Muy bien machote, seguro que ahora Afrodita tendrá empapadas sus bragas.
Esta me dio un manotazo en el pecho y yo se lo devolví en el culo mientras el héroe se examinaba el arañazo del brazo.
En nada cerraría la herida, era un vampiro, pero claro, su afán por llamar la atención de una diosa que se le acercó deprisa no conocía parangón.
Enarqué una ceja mirándolos.
-Eres consciente Afrodita que es inmortal verdad
Ettore me ignoraba, el norteño por contra me parecía mas graciosos porque mis palabras siempre lo hacían saltar y con esa lengua mordaz que se gastaba me las devolvía peor la indiferencia del Griego me sacaba de mis casillas.
-Estoy bien -aseguró el vampiro a Afrodita – Tenemos que prender fuego, la noche será fría y aunque a mi no es que me incomode el norteño necesitará entrar en calor y no creo que ninguna mujer se ofrezca -bromeó Ettore.
-Hay que reconocer la vitalidad que tienen estos norteños -apunté riéndome mientras señalaba a Ettore con el dedo -por contra nuestro griego se ha quedado bailando con la mas fea.
Un racimo de uvas apareció en mi diestra tras un chasquido, llevé la primera a mi boca masticándola con placer, dejando que el jugo bajara por mi garganta.
-¿quieres? -pregunté ofreciéndoselo a una enfadada y preocupada Afrodita que creo solo quería ayudara a su querido héroe.
El griego acabó quitándose de encima a la bestia y dándole muerte salió de debajo de su cuerpo peludo.
Aplaudí mirando al griego con cierta diversión.
-Muy bien machote, seguro que ahora Afrodita tendrá empapadas sus bragas.
Esta me dio un manotazo en el pecho y yo se lo devolví en el culo mientras el héroe se examinaba el arañazo del brazo.
En nada cerraría la herida, era un vampiro, pero claro, su afán por llamar la atención de una diosa que se le acercó deprisa no conocía parangón.
Enarqué una ceja mirándolos.
-Eres consciente Afrodita que es inmortal verdad
Ettore me ignoraba, el norteño por contra me parecía mas graciosos porque mis palabras siempre lo hacían saltar y con esa lengua mordaz que se gastaba me las devolvía peor la indiferencia del Griego me sacaba de mis casillas.
-Estoy bien -aseguró el vampiro a Afrodita – Tenemos que prender fuego, la noche será fría y aunque a mi no es que me incomode el norteño necesitará entrar en calor y no creo que ninguna mujer se ofrezca -bromeó Ettore.
Ares- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 29/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Como si algo estuviera saliendo de su boca, como si un pequeño esqueleto negruzco estirara de las comisuras de los labios de la völva, dilató su boca hacia los lados durante unos segundos en los que un sepulcral silencio se adueñó de la cueva. Ya no se escuchaba la voz y los ojos de la mujer se habían puesto blancos, no que giraran, pues se podía percibir bajo la densa tela extraña sus iris y pupilas, pero todo claro como la nieve más pura. Y, de repente, rompiendo con la tensión muda, todo comenzó a temblar como había ocurrido en el sueño. Las paredes se tambalearon, arenilla y piedra cayendo, el suelo resquebrajándose y el fuego expandiendo los largos brazos de sus llamas hasta alcanzar las pieles. Humo negro, denso y maloliente que envolvió a la hechicera que parecía seguir en trance. Ella no se inmutaba aunque el calor abrasador comenzara a acariciarla al trepar por los trozos de cuero que la cubrían, lamiéndolos. El grito de un águila en la distancia, el eco del quejido de un hombre, la völva volvió en sí, justo a tiempo para alzarse sobresaltada, abrazando el libro contra su pecho. Debía salir de ahí si no quería morir pronto. Sus pies descalzos se deslizaron raudos por el suelo en dirección a la salida, siguiendo el mismo recorrido que tomaba la humareda negra y las lenguas de fuego.
Una vez a salvo, en el exterior, como por arte de magia, y no precisamente la de Heith, el incendio se extinguió sin más y la negruzca neblina desapareció. Separó la solapa de su pecho, sujetando el gran tomo con ambas manos por detrás, como cuando cargaba con leña, y observó su cubierta. Ya no se veía aquella apariencia de hielo, y nada más allá de ser el dichoso libro de los vivos egipcio, llamaba su atención. Frunció el ceño sin comprender nada de lo que ocurría y otro grito hizo que desviara su mirada hacia las montañas del otro lado del valle. En su lado hacía bastante sol, pero allí las nubes se cernían tupidas y una ventisca se arremolinaba alrededor de los escarpados riscos. Entornó su mirada y pudo discernir una gigantesca águila batiendo sus alas al caer en picado. Estaba excesivamente lejos y mucho era que pudiera deducir tanto a aquella distancia. Era una hechicera poderosa, pero tenía limitaciones y no todo se podía arreglar o mejorar con magia. -Ya vienen.- Comentó, no por lo que había visto, sino porque lo sintió dentro, había tenido un pálpito.
Una vez a salvo, en el exterior, como por arte de magia, y no precisamente la de Heith, el incendio se extinguió sin más y la negruzca neblina desapareció. Separó la solapa de su pecho, sujetando el gran tomo con ambas manos por detrás, como cuando cargaba con leña, y observó su cubierta. Ya no se veía aquella apariencia de hielo, y nada más allá de ser el dichoso libro de los vivos egipcio, llamaba su atención. Frunció el ceño sin comprender nada de lo que ocurría y otro grito hizo que desviara su mirada hacia las montañas del otro lado del valle. En su lado hacía bastante sol, pero allí las nubes se cernían tupidas y una ventisca se arremolinaba alrededor de los escarpados riscos. Entornó su mirada y pudo discernir una gigantesca águila batiendo sus alas al caer en picado. Estaba excesivamente lejos y mucho era que pudiera deducir tanto a aquella distancia. Era una hechicera poderosa, pero tenía limitaciones y no todo se podía arreglar o mejorar con magia. -Ya vienen.- Comentó, no por lo que había visto, sino porque lo sintió dentro, había tenido un pálpito.
Heith Baltz- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 28/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
Como su destierro debía quedar claro desde el principio que era un castigo, había sido abandonada en la cima de la montaña más alta y fría de todo el norte de Midgard. Precipicios a ambos lados, un frío helador y un viento que se empeñaba en balancearla, mientras ella intentaba aferrarse con sus manos desnudas al escarpado saliente. La afilada piedra cortaba su fina piel y el dolor la recorría, agarrándose con todas sus ganas a la vida. Caerse de allí sólo significaría la muerte y aunque mientras vivía en Alfheim se había planteado en una ocasión un final precipitado como aquel, ahora que, al fin, había escapado, deseaba sobrevivir, conocer una sociedad distinta. Ansiaba más que nada ser un individuo en vez de formar parte de una inmensa colmena. Pero allí estaba, a punto de perderlo todo antes de haber conseguido nada.
Aguantó cuanto pudo, pero el bamboleo del fuerte viento la superó, arrancándola de su único punto de sujeción y se la llevó en caída libre por una ladera escarpada y vertiginosa, golpeando su cuerpo contra las rocas. Los quejidos escaparon de su garganta y con uno de sus gritos, fue cazada al vuelo por un enorme animal alado. Sus garras la envolvieron, encarcelaron su cuerpo y lo aprisionaron. La habían salvado de la caída, pero tal vez fuera peor morir despellejada por aquel afilado pico dorado que a base de golpes y un impacto final rotundo. Intentó zafarse, buscar una de las dagas que se mantenía oculta en su bota alta, pero las falanges del bicho se cernían con virulencia alrededor de sus brazos, apretando hasta hacerle crujir las costillas. Gritó de manera desgarradora, no sabía por qué lo hacía, pues estaba ella sola. Tal vez el chillido aturdiera al animal, lo asustara y liberara a su presa. Pero no lo hizo.
Aún sin darse por vencida, intentando que la soltara al menos con uno de sus dedos, a mordisco limpio atacaba el nudillo del ave. Se movió un poco, pero sólo logró que le clavara la garra en el muslo. Gritó de nuevo, pero calló al oír un silbido lejano aproximarse. Giró la cabeza en la dirección y pudo ver la saeta antes de clavarse. De nuevo caía en picado, era libre, pero duró poco, porque otro animal igual que el primero, aunque algo más pequeño, la cazó al vuelo. -¡Suéltame!- Le ordenó al bicho que, como era de esperar, la ignoró por completo. No importaba si era porque no la entendía o porque simplemente no deseaba escucharla. Ella iba a ser su comida o tal vez la de sus enormes crías. La elfa estaba mareada, todo daba vueltas a su alrededor y no entendía nada de lo que ocurría. El repentino cambio de presión y los tirabuzones excesivos en el aire, hicieron que perdiera el conocimiento durante un breve espacio de tiempo, pero el suficiente como para que, al despertar, estuviera ya en tierra firme, llena de arañazos, la ropa medio raída, sangre por todas partes y arenilla hasta en la boca. Escupió, limpiándose la boca luego con el antebrazo e intentó darse la vuelta con varios quejidos. Tenía el muslo abierto por la parte de atrás de la pierna y le dolían hasta las pestañas. Logró quedar medio sentada, encontrándose entonces con el ave a su lado, muerta, tenía el cuello partido, el pico doblado y la lengua saliéndole por un lateral. Un poco más a su izquierda, un hombre tendido que se quejaba. ¿De dónde había salido? Le escuchó gruñir y por mero instinto, se movió de lado, arrastrando su culo por el terreno en su dirección, dejando un camino de sangre tras ella cuando la tierra rozaba la herida abierta. No era una arteria, así que sólo sangraba cuando algo tiraba de la carne. -¿Hemos caído sobre ti?- Preguntó con cierto miedo a estar en lo cierto. No deseaba ser la culpable de que él sufriera.
Aguantó cuanto pudo, pero el bamboleo del fuerte viento la superó, arrancándola de su único punto de sujeción y se la llevó en caída libre por una ladera escarpada y vertiginosa, golpeando su cuerpo contra las rocas. Los quejidos escaparon de su garganta y con uno de sus gritos, fue cazada al vuelo por un enorme animal alado. Sus garras la envolvieron, encarcelaron su cuerpo y lo aprisionaron. La habían salvado de la caída, pero tal vez fuera peor morir despellejada por aquel afilado pico dorado que a base de golpes y un impacto final rotundo. Intentó zafarse, buscar una de las dagas que se mantenía oculta en su bota alta, pero las falanges del bicho se cernían con virulencia alrededor de sus brazos, apretando hasta hacerle crujir las costillas. Gritó de manera desgarradora, no sabía por qué lo hacía, pues estaba ella sola. Tal vez el chillido aturdiera al animal, lo asustara y liberara a su presa. Pero no lo hizo.
Aún sin darse por vencida, intentando que la soltara al menos con uno de sus dedos, a mordisco limpio atacaba el nudillo del ave. Se movió un poco, pero sólo logró que le clavara la garra en el muslo. Gritó de nuevo, pero calló al oír un silbido lejano aproximarse. Giró la cabeza en la dirección y pudo ver la saeta antes de clavarse. De nuevo caía en picado, era libre, pero duró poco, porque otro animal igual que el primero, aunque algo más pequeño, la cazó al vuelo. -¡Suéltame!- Le ordenó al bicho que, como era de esperar, la ignoró por completo. No importaba si era porque no la entendía o porque simplemente no deseaba escucharla. Ella iba a ser su comida o tal vez la de sus enormes crías. La elfa estaba mareada, todo daba vueltas a su alrededor y no entendía nada de lo que ocurría. El repentino cambio de presión y los tirabuzones excesivos en el aire, hicieron que perdiera el conocimiento durante un breve espacio de tiempo, pero el suficiente como para que, al despertar, estuviera ya en tierra firme, llena de arañazos, la ropa medio raída, sangre por todas partes y arenilla hasta en la boca. Escupió, limpiándose la boca luego con el antebrazo e intentó darse la vuelta con varios quejidos. Tenía el muslo abierto por la parte de atrás de la pierna y le dolían hasta las pestañas. Logró quedar medio sentada, encontrándose entonces con el ave a su lado, muerta, tenía el cuello partido, el pico doblado y la lengua saliéndole por un lateral. Un poco más a su izquierda, un hombre tendido que se quejaba. ¿De dónde había salido? Le escuchó gruñir y por mero instinto, se movió de lado, arrastrando su culo por el terreno en su dirección, dejando un camino de sangre tras ella cuando la tierra rozaba la herida abierta. No era una arteria, así que sólo sangraba cuando algo tiraba de la carne. -¿Hemos caído sobre ti?- Preguntó con cierto miedo a estar en lo cierto. No deseaba ser la culpable de que él sufriera.
Alea- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 27/04/2018
Re: Entre dioses y heroes +18
En cuanto se adentraron en la cueva, los dos humanos, mortal e inmortal, desenfundaron sus espadas. Afrodita observó a ambos que, con atención, intentaban descubrir si estaban solos en la gruta o si, tal vez, tenían compañía. Teniendo en cuenta la ventisca que arreciaba fuera y que aquel parecía ser el único lugar en el que refugiarse en varios kilómetros a la redonda a la altura a la que se encontraban, seguramente cualquier animal con la resistencia suficiente, hubiese ido hasta allí a buscar cobijo igual que el grupo.
De repente, un extraño y enorme animal se abalanzó sobre el troyano, dando comienzo a una pelea poco favorecedora para el vampiro si se tenían en cuenta únicamente los tamaños. El monstruo era más de dos veces su envergadura y en su boca abierta cabía la cabeza entera del cainita. La diosa del amor seguía la pelea con nerviosismo, aunque sin entrometerse, pues la última vez que intervino en el sino de alguien, las cosas habían terminado muy mal. No deseaba que Ettore muriera, pero había aprendido de sus errores y, además, confiaba en que él saldría victorioso de la lucha. Los pies de la deidad bailaban sobre el suelo, impaciente, incluso asustada. Sus dedos jugaban a su espalda. Era el polo opuesto a Ares que comía tranquilamente mientras observaba casi entre bostezos lo que ocurría delante.
El conde, en vez de ayudar a su nuevo compañero, salió corriendo. La morena no sabía el motivo, ella estaba centrada en el duelo animal que sucedía frente a sus ojos y no en los gritos de damas en apuros que se escucharan a lo lejos.
–¡Cuidado!–
Gritó sin poder contenerse en uno de los ataques de la bestia que se lanzaba de nuevo contra el cuerpo más menudo, pero también más ágil, del griego. Éste, aprovechando el peso del animal y sus gestos, como si lo hubiese estado analizando durante todo el tiempo, terminó por sajarle la garganta al monstruo que terminó desangrándose en el suelo.
Afrodita corrió a ver cómo estaba el troyano, dejándose llevar por un impulso. En frío sabría que el dios de la guerra tenía razón, era un vampiro, sanaría con facilidad y a no se que le hubiese decapitado, clavado una estaca en el pecho o expuesto al sol abrasador, no moriría. Pero aún así, su acto había sido instintivo, ya era tarde para lamentarse o echarse atrás, estaba parada frente al cainita y con la yema de los dedos de su diestra rozaba la piel justo bajo la herida. Fue testigo de muy cerca de cómo la carne se cerraba y la dermis se unía de nuevo. Había visto heridas curarse de muchos modos, especialmente con poder divino o magia, pero era la primera vez que presenciaba aquella.
Las palabras ajenas fueron las que la hicieron reaccionar, apartándose, sorprendida de sus propios actos indignos de una diosa. Cada vez era más humana, lo notaba y debía remediarlo o, al menos, ocultarlo. Miró de soslayo a la deidad de la guerra que fulminaba al troyano con la mirada, pero que al pasar a observarla a ella, sonrió con malicia. Él conocía su secreto.
–Sí, estás bien, es cierto…–
Murmuró, buscando a los caballos que seguían asustados y relinchando. La presencia de aquella bestia les había sobresaltado, pero Afrodita había estado ajena a todo durante unos minutos. Se aproximó a las monturas y con su poder las calmó entre caricias delicadas.
De repente, un extraño y enorme animal se abalanzó sobre el troyano, dando comienzo a una pelea poco favorecedora para el vampiro si se tenían en cuenta únicamente los tamaños. El monstruo era más de dos veces su envergadura y en su boca abierta cabía la cabeza entera del cainita. La diosa del amor seguía la pelea con nerviosismo, aunque sin entrometerse, pues la última vez que intervino en el sino de alguien, las cosas habían terminado muy mal. No deseaba que Ettore muriera, pero había aprendido de sus errores y, además, confiaba en que él saldría victorioso de la lucha. Los pies de la deidad bailaban sobre el suelo, impaciente, incluso asustada. Sus dedos jugaban a su espalda. Era el polo opuesto a Ares que comía tranquilamente mientras observaba casi entre bostezos lo que ocurría delante.
El conde, en vez de ayudar a su nuevo compañero, salió corriendo. La morena no sabía el motivo, ella estaba centrada en el duelo animal que sucedía frente a sus ojos y no en los gritos de damas en apuros que se escucharan a lo lejos.
–¡Cuidado!–
Gritó sin poder contenerse en uno de los ataques de la bestia que se lanzaba de nuevo contra el cuerpo más menudo, pero también más ágil, del griego. Éste, aprovechando el peso del animal y sus gestos, como si lo hubiese estado analizando durante todo el tiempo, terminó por sajarle la garganta al monstruo que terminó desangrándose en el suelo.
Afrodita corrió a ver cómo estaba el troyano, dejándose llevar por un impulso. En frío sabría que el dios de la guerra tenía razón, era un vampiro, sanaría con facilidad y a no se que le hubiese decapitado, clavado una estaca en el pecho o expuesto al sol abrasador, no moriría. Pero aún así, su acto había sido instintivo, ya era tarde para lamentarse o echarse atrás, estaba parada frente al cainita y con la yema de los dedos de su diestra rozaba la piel justo bajo la herida. Fue testigo de muy cerca de cómo la carne se cerraba y la dermis se unía de nuevo. Había visto heridas curarse de muchos modos, especialmente con poder divino o magia, pero era la primera vez que presenciaba aquella.
Las palabras ajenas fueron las que la hicieron reaccionar, apartándose, sorprendida de sus propios actos indignos de una diosa. Cada vez era más humana, lo notaba y debía remediarlo o, al menos, ocultarlo. Miró de soslayo a la deidad de la guerra que fulminaba al troyano con la mirada, pero que al pasar a observarla a ella, sonrió con malicia. Él conocía su secreto.
–Sí, estás bien, es cierto…–
Murmuró, buscando a los caballos que seguían asustados y relinchando. La presencia de aquella bestia les había sobresaltado, pero Afrodita había estado ajena a todo durante unos minutos. Se aproximó a las monturas y con su poder las calmó entre caricias delicadas.
Afrodita- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/04/2018
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