londres 2011(libre)

Kazu camino por las calles completamente iluminadas, el mundo habia cambiado, definitivamente habia cambiado con los siglos pero era curioso ver como lo unico que habia hecho habia sidor dirar en las eras, lo que la iglecia habia tachado de pecado de inmoralidades. lo que alguna vez fue prohibido nuevamente carecia de significado. las mujeres ibas casi descubiertas por la calle, con o sin maquillaje, cubiertas de alajas al natural.
En esta nueva epoca en la que la noblesa habia sido remplazada por el simple saber del poder del dinero y del capitalismo. una en la que todos quieren ser intelectuales e incluso el conocimiento parese sensual.
sonrio al quedarce quieto en la calle, en este tiempo en el que podria sacar sus colmillos en plena calle y nadie lo notaria, sin embargo un mundo en el que ya no se podia matar tan facilmente.
No en la actualidad cada crimen quedaba registrado y si no eras inteligente terminabas acabado... debia encontrar un donante de sangre el ultimo, culpa de su edad habia dejado de poder donarle sin peligro de muerte. simplemente se habia alejado, sin mas despedida que una nota y un regalo en su cuenta bancaria, habia llegado a tenerle cariño al humano
rio para si mismo, definitivamente se estava poniendo viejo. Miro en uno de los escaparates de aquellas enormes franquicias de electrodomésticos, pasaba algun tipo de programa en ello. een la pantalla un supuesto vampiro decir "esta es nuestra era, en estso tiempos todos estan tan facinados con los vampiros que solo tienes que escribirles una mala poesia para que vengan corriendo a ti"
sintio algo de nauseas al escucharlo, que vulgar...que corriente. aunque en algo tenia razon, los ultimos libros que habia leido de vampiros les retrataban como principes azules llenos historias color de rosa. Seres incomprendidos dispuestos a enamorarce y dar la vida por la humana que tuviese la suerte de encontrarlo. Preferia no pensar en eso... vampiros... acaso eran tan simples? no... ellos eran mucho mas complejos, la eternidad era mucho mas compleja de lo que habian querido retratar en aquellos libros.

Suspiro ondo viendo el cielo; necesitaba un donante de preferencia que no fuese una chiquilla que esperara que besase sus pies siguiendola a todos lados, que pensase que el ser un vampiro era "cool" y quisiese mostrarcelo a todas sus amigas como si fuese una rata de laboratorio.
-tampoco me caeria mal algo de compañia- hacia mucho que no cruzaba palabra con alguien a quien pudiese decirle quien era aparte de su antiguo donante

Había estado dando vueltas por allí. Había querido encontrar el dichoso cuadro, pero había notado la llegada de la pequeña embarcación.
Al escuhar lo que el chico decía, dejó escapar una risa limpia y franca.

-Si, lo siento... No quería ocultarme durante tanto tiempo... pero no tuve otra opción dada la forma en la que se dieron los acontecimientos...
Salió de las sombras que le ocultaban. Por un momento lo dudo.
¿Pasaría algo en el momento de encontrarse frente a frente con él? No lo sabía. Probablemente no.

Al llegar a la isla había tenido una especie de deja vú. Pero no había sido suficiente para relacionarlo con algo más.
Observó con detenimiento aquel rostro, y sin poder evitarlo quiso acercarse. Se detuvo a solo unos pasos y extendió su mano hacia él. Había sido automático, su cuerpo se había movido solo.
-¿Qué... ?

Estaba confundido de algún modo. Pero detuvo lo que iba a decir por una razón que no tenía nada que ver con sentirse inhibido. Había sentido algo extraño. Decidió no decir nada al respecto. Supuso que sería lo mejor.

Era lo mismo que había sentido en el edificio antes de que las dos personas que ahora tenía frente a él escaparan.
No retiró su mano, no entendía por qué, pero se veíra extraño si lo hacía ahora. Pensó en decir su nombre, pero no fue capaz de hacerlo.

-No... no es que la conozca...
Estaba dudando de sí mismo justo ahora. Pero era imposible que él hubiese hecho aquello ¿cierto? Bueno, seguro que no habría borrado sus propios recuerdos si no tenía forma de regresarlos. Eso y simplemente le parecía imposible. Aunque se preguntó que tipo de situación habían pasado, porque había algo extraño en todo aquello. Estaban los tres allí y ellos dos no eran capaces de recordar lo que los vinculaba.

Se quedó pensativo durante un momento.
-No estoy seguro de lo que está pasando... -se giró a ver el cielo -Aún falta para el amanecer...
Regresó su mirada a aquellos ojos que le parecían tan familiares y que apenas podía recordar.

-Quédate con ella... Intentaré encontrar algo en ese lugar que pueda darme alguna pista... -se refería a la fortaleza que estaba de pie aún, a pesar de tanto tiempo. Tenía la loca idea de que tenía que ver aquel cuadro.

-Iré a ti... cuando la oscuridad se cierna sobre nosotros de nuevo...
Suponía que le daría tiempo hacer las cosas. Podía sentir al acercamiento del amanecer en su cuerpo, pero aún podía intentar averiguar algo. Realmente no podía sacarse la idea de que si iba al lugar en donde estaba ese cuadro recordaría algo.

Espero, por alguna razón, recibir su aprobación para hacerlo. No sabía por qué. No es como si de ello dependieran sus acciones.

-Entonces... los veré más tarde... y me presentaré adecuadamente...

Dijo eso esperando que para entonces tuviese más idea de aquello que estaba volviendo loca su mente. Aquellos recuerdos que no podía enfocar.
Dio media vuelta viendo el castillo.

En algún lugar de aquel sitio debía encontrar al menos una pista. La luz no entraba a las áreas subterráneas y podía aprovechar que aún era de noche para ver las partes a las que no podría acceder después, cuandoel sol se levantase.
Antes de irse se giró a verles nuevamente y sin darse cuenta le sonrío a Kazu con la naturalidad que solía hacerlo en el pasado.
Luego desapareció en las sombras.

Se adentró en aquel lugar. Se decidió en ir a los lugares en los que la luz del sol llegaría primero.

El hecho de que solo aquellos dos supiesen que estaba allí ayudaba y le quitaba preocupaciones.

Se adentro en muchas habitaciones antes de que algo le detuviese. Había tantos detalles que normalmente habría querido observar con calma. Las pinturas, el detalle en las columnas de cada habitación, las esculturas... Era tan llamativo para él, aunque pareciese abandonado a su suerte, pero era eso lo que le daba un toque diferente.

De cualquier modo justo ahora no tenía tiempo de quedarse viendo nada. El sol estab por salir.
Anduvo con algo más de cuidado al adentrarse en unas habitaciones que estaban en el área inferior. Por lo menos allí no tenía que preocuparse del sol, aunque por alguna razón se sentía extraño al ir adentrándose en aquellos pasillos.
La oscuridad que le envolvía parecía ir en aumento, y aunque aún era capaz de caminar sin problemas, había dejado pasar un par de puertas. Sabía que estaba en la parte de abajo de la mansión porque había pasado por unas escaleras un momento antes.

Se detuvo antes una gran puerta con grabados exóticos, había flores, ángeles y no estaba muy seguro de lo demás. Justo ahora no estaba concentrado en las minuciosas figurillas que tenía frente a sus ojos.

Se sentía extraño, peor finalmente las abrió encontrándose con una habitación espaciosa, con un par de sillones que parecían bastante viejos, quiso omitir en su cabeza que esos eran los mismos que había visto en algún momento. Estaba completamente oscuro.

Observó el piso y las paredes. Todo tenía algo de extraordinario. Dos grandes efigies se erquían en los extremos, como vigías que observaban a cualquier visitante que se atreviese a llegar hasta allí. Los adornos de un tono dorado, ahora algo desgastado en los filos que se extendían por la pared, la viejas y gruesas cortinas, que aunque no eran de la misma época de todo lo demás, aún hacían juego con el resto.

Y por fin, su vista se dirigió al frente, sabiendo lo que encontraría. sus ojos se fijaron en aquella imagen. No era el mismo cuadro de la visión, ese debía estar en algún otro lado. Pero eran las mismas personas que aparecían en él. A la persona que había hecho el otro le habían pedido hacer este otro. Era la misma técnica, el mismo estilo en las pinceladas.

No podía apartar la vista. Vio su propio rostro grabado en la tela y entonces hubo algo que le obligó a caer de rodillas.
De nuevo aquel dolor terrible en su cabeza y que ahora era más intenso, tanto que estaba seguro que perdería el conocimiento si seguía de ese modo.

Había dejado escapar un grito, que no saldría de aquella habitación. Había cerrado las puertas al entrar y sabía que ningún sonido escaparía de allí. Los recuerdos empezaban a regresar a él, tal vez esa era la razón de aquel punzante dolor.

En un momento entró en una especie de trance y cayó al suelo. El dolor se había ido, pero era como caer en un letargo. Su cuerpo ya no le respondía. Su mente estaba llena de imágenes que aún tenía que descifrar. Ahora todo estaba de nuevo en su cabeza, el problema ahora era poner todo en orden.

Le había dicho a Kazu que le vería cuando la noche cayera de nuevo... Esperaba poder cumplir con aquello.