Una noche fuera de lo normal {Privado}

Como la luna brillando en lo alto, la razón se me pierde al estar simplemente observando. El murmullo del viento dejando tras de sí aquella sensación de calma, como lo harían en algún otro momento las aguas. sus movimientos, su sombra cayendo sobre el pavimento cubierto enteramente de nieve, todo enciende a mis sentidos, como una suave advertencia, como un susurro apagado... el frío tacto de su mano... tan frío que quema, el tono de su voz, tan distante que me hace sentir que le quiero aún más cerca... Un deseo que no puede ser dicho en voz alta y sin embargo que todo en mí parece querer contarlo.

-A mis órdenes ha dicho... Espero no se arrepienta - Tentación inmensa de tocar sus labios, de besarlo y no dejarlo tomar ni un poco de aliento. Sonreí para mis adentros ¿Que pasaba con mis pensamientos, desbordándose de esa manera?

No quiero ir a ningún lado, las razones salen sobrando. Me levanto sin soltar su mano ¿A donde debo ir? Me quedo de pie observando la mansión tan cerca y pensando que su condición no es la mejor para llevarlo al interior. Un momento de duda antes de avanzar -Tal vez si me acompaña al interior - No había pisado aquel lugar, pero sabía que el caos imperaba en el primer piso, pero no quería ir sino al segundo.

Le miré... No había prisa, eso intenté decirme mientras avanzaba, pensando que podría tomar otro camino pero que mis pasos parecían estar siendo guiados por una fuerza diferente de la que no podía escapar. Cuando me vi frente a la puerta, me giré acercándome lentamente a sus labios pero sin llegar a tocarlos. ¿Qué era ese irrefrenable deseo? Mis manos temblaron al tocarle, como temiendo que se marchase -Entonces... sé completamente mío esta noche - susurré despacio cerrando los ojos y embrigándome de su aroma. No, no solo lo quería esa noche. Pero aquel embrujo estaba puesto en ese instante sobre nosotros, como un juego del queyo no podría escapar, porque tal vez era mi deseo permanecer en silencio, atrapado en ese sinfín de emociones que no me premitía revelar aún a quien tenía calmadamentefrente frente a mi rostro.

Como si no pudiese evitarlo, elmagnetismo feroz que poseían sus labios, me acerqué como atraído por la fuerza invisible de un imán. Besándole despacio. Sin prisa y sin entrar aún a aquel lugar. No sabía lo que encontraría, pero era lo de menos para mi mente errante en ese instante...

Como si los engranes que se hubiesen detenido en algún instante al separarse del complemento que les hiciese moverse y volvieran a unirlos en un momento incandescente. Qué curioso era sentirlo moverse nuevamente... Con una pequeña flama, avivándose por el suave murmullo de un débil viento, lentamente pero con una seguridad de hierro... convirtiéndose en una llamarada que no podrá ser calmada casi por nada.

Aquella señal enviada desde sus labios a todo mi cuerpo, una corriente sutilmente disfrazada. Su cuerpo envolviéndome en aquella oscuridad, con la frialdad de la nieve rodeándonos sin cesar. Qué extraño, pero que sublime era aquello, me olvidé de la idea de entrar, me había perdido por completo.

El tiempo puede distorsinarse de mil maneras, puedes sentir la tortura de su paso u olvidarte completamente de algo tan trivial como eso... Algo inexistente al final, que no tiene sentido al vivir bajo el manto mismo de la muerte. Un suspiro, solo un suspiro, sin darme cuenta del momento en el que he cerrado los ojos solo sintiendo su calor, aquella chispa tan pequeña que toma fuerza con sus caricias inclusive con la mas sutil, la más fugaz....

Mi cuerpo le pide, de una manera extraña, le quiere cerca, más cerca, como si nunca hubiese sentido aquello... una necesidad inmensa de tenerle aún más cerca, sin poder controlar nada, ni la forma en que puede lograr tal proeza. Soñar con las estrellas, ya lo había dicho, no había soñado con alcanzarlas, tan solo admiraba su belleza en el manto oscuro de las noches en vela. Pero él era aún más sublime para mi que aquellos astros reflejando la luz de un sol que no puede verse bajo el mismo cielo en momentos como ese, en el que la oscuridad es el acompañante de la noche eterna...

La sensación inherente al tocar su rostro, su cuello, siguiendo el camino de su clavícula, abriendo los labios para darle paso a aquella sensación más profunda, aún más intensa. Sin darme apenas cuenta, dirigí mis manos a la cerradura de la puerta. Ese debía ser un atisbo de mi conciencia. Pero estaba tan cerca que solo quedó en el intento, porque me estaba absorbiendo. Mis manos recorrieron su pecho escuchando el tenue sonido de las telas cediendo a mi tacto.

Nada existe, todo desaparece, solo tu imagen dibujada en contraste sobre el lienzo de mi inconsciente. Transprtame lejos, en donde no exista ni el viento...

El sonido de la puerta al abrir debía alertar alguno de mis sentidos pero no lo hizo, era como el preludio de algo que apenas comenzaba y que no quería que parara. ¿Hasta donde podía llegar bajo la tutela misma de aquella idea? Avanzar a ciegas sin ver lo que se encuentra a mis espaldas, sin importarme siquiera sabiendo que sus manos no han de soltarme aún cuando cayera. Retrocedo a su movimiento, dejándome guiar por su cuerpo con un intento de avanzar sin separarme ni un milímetro de él, fundido en aquella caricia abrasante que es tenerle con sus frías manos tocándome y que despierten en mi interior la flama misma de la pasión. La humedad de sus labios, lo provocador de sus actos, toda una perfecta escena ajena a la que se presta independiente a ella. Aquel juego de palabras controladas improvisadas, habría de ver hasta donde llegaba.

Siento el objeto contra el cual mi cuerpo ha chocado en aquel avance, no sé qué es ni podría importarme menos, allí solo hay un desastre, no es necesario averiguarlo, lo único que quiero es seguir siendo absorbido por esos labios. Un ligero y casi inaudible sonido escapó de ellos al ser empujado. Abro los ojos al escuchar sus palabras... ¿Alguna vez alguien de mi especie ha sentido esa firme sensación de su propio corazón detenerse? Una ilusión pero que puede envolverte, eso es lo que se presenta ante mi con la forma misma de un ser que me cautiva... Ah, el calor en mis mejillas, maldita sea, sus palabras me doblegan, justo por ellas muevo de forma insinuante mis caderas -Es así, Monsieur? - Una media sonrisa se apoderó de mis labios mientras mis manos acarician aquel rostro perfilado contra la oscuridad de aquel lugar que en silencio está salvo nuestras voces y el sonido provocado por esos roces -¿Seré suyo? ¿Será capaz de penetrar en mi como dice su propio augurio?- Mi voz apenas un susurro calmado contra sus labios, mientras en mi interior la calma desapareció desde que mis ojos le miraron, dejando paso a algo más fuerte, a ese remolino que se desata siendo tan potente.

-Demuéstrele a este iluso ser lo que es usted capaz de hacer con él- Aquella insinuación y aquel deseo encerrados en las palabras que mis labios pronuncian solo para que él pueda escucharlas, pegándome a su oído, lamiendo la piel, mordiéndole de cierta forma que solo busca provocarle, atraparlo más en ese espacio, rodeándonos, con cadenas de papel. No lo diría en voz alta y trataría de ocultarlo en mi cuerpo, las ansías que sentía ya carcomerme las entrañas. No lo diría, pero probablemente en algún momento él lo notaría. Aquel estremecimiento que recorría mi cuerpo por completo, la electricidad de dos cargas estando tan cerca… Mis manos recorriendo su espalda, tocando todo a su paso hasta llegar a sus caderas, apretándole contra mi cuerpo que empieza a sentir la desesperación al estar en espera. Pero está bien, porque el preámbulo a los sucesos puede a veces provocar más de una cosa que valga la pena. Mis manos se cuelan por sus ropas, queriendo sentir aquella piel bajo las yemas, una caricia sutil, pero que lleva entre esos simples movimientos aquella lujuria impresa. La tela rozando con mis manos, moviéndole a mi voluntad al irle recorriendo, besando cada parte expuesta de su piel, pálida como la mía, tan fría y que sin embargo proporciona el único calor que nadie más podría darme…

Siénteme… Bésame… Guíame … Que seas tu quien me envuelva en la suave locura que significa esto que me inunda. Que tu cuerpo despierte en el mío hasta los más oscuros deseos. Que mi mente no pueda pensar en nada más aparte de lo que está frente a mí en este instante para que no sea capaz de mirar a otra parte… Atrápame, porque yo quiero atraparte de la forma más egoísta que tengo... Las sutiles manos del titiritero, ¿hasta donde mueve los hilos o hasta donde las marionetas pueden controlarlos sin permiso de su propietario? Una obra que hay que admirar por el simple hecho de que puede llevar en ello tanto que a veces es difícil de descubrir u observar, justo como aquel lienzo que ya no esta vacío y que posee los colores más sublimes de la paleta en una representación hermosa de los ojos de quien puso los colores en ella.

Esta también... es una noche que apenas comienza, y cuyo tiempo quiero que se detenga para nosotros, como el tiempo ya lo ha hecho para hacernos caer en la oscuridad eterna...

Como mi piel se sensibiliza ante cada uno de tus movimientos, cada caricia se convierte en un fuerte catalizador de esto que siento. Sentir cómo se eriza la piel, como tiembla mi cuerpo al sentir aquellos insinuantes movimientos. Recargado ante aquella puerta, sin poder abrirla, porque tu voz me ha dejado en aquel estado, porque siento como cada parte de mi ser vibra al sentirte y se empuja contra aquella erección, como si no pudiese resistirse a la gravedad que ejerces sobre él de esa forma tan natural y que me hace cerrar los ojos, solo sintiendo y perdiéndome en la embriaguez que me produce tu presencia y la locura que ejerce sobre mi tu cuerpo. Aquella sensación, como si me faltara el aliento es una ilusión, pero en ese instante, siento que mi corazón pudiese detenerse, siendo que no soy un ser que dependa de su latir para sobrevivir.

Ese hormigueo que se concentra en mí, como si mi nerviosismo no pudiese ser controlado, haces estallar cada pensamiento, cada reacción en mi cuerpo, cada sonido casi imperceptible a oídos humanos que sale de mis labios, pero que tu serás capaz de escuchar sin ninguna clase de esfuerzo. El frío de la madera al tocar mi frente, mi mano lentamente hace girar la cerradura, el rechinido de los postigos al ceder, el crujir de la madera bajo mis pies, pertenecen a un mundo distante. Aquella sensación apoderándose de mi cuerpo, haciéndome sentir vivo de nuevo. ¿Qué es lo que poseen tus manos? El efecto sobre la misma reacción que provocan en mi. El marco de la puerta, me he aferrado a él sin ver el interior sintiéndote tan cerca, tan descomunalmente cerca que las fuerzas en mi sistema empiezan a colapsar como todo hilo de razonamiento que sacudiera mi cabeza.

Quiero sentir sus manos sobre mi piel, recorriéndome por completo, sentir que pierdo la cordura entre sus brazos, con su cuerpo… Dejando poseer lo que soy por completo… La demencia de lo que puede provocar sobre mi es algo totalmente abrumador. Las insinuaciones, los movimientos de caderas, el sonido que inunda una habitación vacía y retumba como un coro inexistente en los oídos que le escuchan aunque sean los propios… Un deseo diferente, nuevo, despertando esas sensaciones que no pueden detenerse. Siento aquel palpitar, tan claro, tan sublime, necesito con ansiedad escucharlo aún más potente, de modo que no pueda huir de él, que me tranformé,que sea un llamado para mi, para mis sentidos, aún más potente de lo que es ahora.

Veo el interior de la habitación, casi intacta, pero no puedo más que quedarme allí, no puedo creerlo, pero es como si algo me hubiese hecho cambiar de forma irrazonable lo que suelo ser -Extraño… Ansío que se apodere de mí de forma que no pueda ignorarlo-Aquello fue un susurro cargado de deseo sintiendo su cuerpo tan cerca y sin embargo quería que aquel preámbulo durara un poco más…, Disfrutarle como si no tuviese otra oportunidad. Por todos los cielos, tuve que cerrar los ojos, quería sentir sus dedos, sus labios sobre mi piel, estremecerme, que me hiciera sucumbir ante él de una forma en la que no pudiese pensar en nada más.

El que me guiases con sus movimientos era incluso, desde ese punto algo que despertaba en lo profundo un embriagante aroma. Dejar que sucediera, algo que conoces, que sucede como siempre y como nunca lo ha hecho. Que aquello se quede grabado completamente en mi piel, en mis sentidos, el reconocimiento que no será dicho pero que con cada roce queda al descubierto sin previo aviso.

La calma y la tempestad entremezclándose en una melodía macabra, alucinante como el sol al atardecer y con la fuerza fiera del viento en una tormenta helada. La suavidad de las telas, su suave murmullo ante el movimiento de nuestras presencias, qué diáfana forma de verte, sin la luz de un candil o una vela, pero con esta luz blanquecina que pareces absorber con naturalidad sin darte cuenta. No puedo evitar tocarte, querer recorrer con mis manos esas formas que se dibujan contra la penumbra de la habitación en esta noche.

Y tus movimientos sobre mi cuerpo me hacen perder la cordura, esta ilusión creada por una sola chispa, quiero que me consuma… que el combustible que se encuentra en el interior de este cuerpo frío arda como un incendio imparable, alimentado por tus roces y tu mirada, que se extienda a través de todo y no deje nada, más que las huellas de lo nuevo que se levantará a través de las cenizas que se levanten, tal como un fénix, renaciente y que se alce con más fuerza, con un espíritu inquebrantable aún cuando pueda morir y resurgir con un fuego y un calor más intenso…

Quiero que tus alas me toquen, que me lleven a través de todo para conocer cada parte de tu cuerpo… Quiero que seas uno conmigo… crear un cielo único que solo pueda surcar contigo… Lléname de ti… hasta lo más profundo, lo más hondo, donde nadie haya llegado, donde solo puedas estar tu… Aunque las ropas estorben en este momento, aunque sienta ese arrebato de querer destrozarlas por completo, quiero un momento más antes de perder ante este terrible deseo que quiere liberarse contigo en este mundo de ensueño creado en este momento.


Tus manos recorriendo mi cuerpo, de esa forma recorriendo la piel sobre la tela, me hacen suspirar y pedir por ti, sentirte moviéndote contra mí, me hace levar mis manos al cabello, tratando de resistir, sabiendo que quiero sucumbir ante ello… Bésame y tócame hasta que no pueda más y tenga que rogar por más… porque estoy negándome que quiero que esto avance, aún cuando mi cuerpo te lo demuestra con estos movimientos, dándote el espacio suficiente para provocarme, para enloquecerme en medio de esta parcial oscuridad que me recuerda un primer encuentro que jamás he de poder olvidar… Oblígame a decir tu nombre y arástrame hasta la más honda de mis pasiones, porque solo tu tendrás en tus manos el poder de transportarme hasta cualquier lugar que pueda imaginar...

El fuego que se extiende, aquella llamarada que te hace sentir cada acto de una forma diferente. Quiero tocarle, casi frenéticamente, pero no lo hago, quiero besarle, pero me limitó a observarlo, como quien finge no querer hacerlo, viendo sus movimientos, excitándome con ellos. Fingiendo no estremecerme con cada beso sobre mi piel, la húmedad ardiente sobre mi pecho, ni la forma en la que reacciono ante ti, con las tetillas endurecidas por tus labios y ese hormigueo que hace que un suspiro traicionero salga de mis labios.

¿Cuánto puede durar? Llegar hasta el límite, cuando me obligas a verte ¿hasta donde podré controlar? Porque se que sientes ese deseo inundarte por completo y yo también lo siento, quiero llegar más lejos y sin embargo he empezado con este juego, sin que mis manos busquen tu cuerpo a pesar de la tortura que viene siendo. Sintiendo tus manos y negándome a dejar que escuches como me puedes afectarme con eso.

Y lo que ha d delatarme por completo son simplemente esos besos, en los que se descarga todo aquello, que responden a los tuyos sin apenas pedir permiso para hacerlo, el sabor de tus labios, la húmedad de tu boca, los movimientos de tu lengua invadiéndome, ambos envueltos en un acaricia que apenas es el indicio de lo que comienza.

Próvocame, hasta que ya no pueda más, hasta que me hagas decir tu nombre, olvidándome de la puesta en escena que se ha formado. Haz que sienta que pierdo el conocimiento en tus brazos, que no pueda negarte ni dejar de observarte.

Incítame aún más, hasta que no pueda detenerme y mis manos te busquen, obliga a mi cuerpo a recibirte, aunque esté más que dispuesto a hacerlo y solo se esté resistiendo de momento. Oblígame ... a demostrar que estoy muriendo por sentir tus caricias, por caer en tus redes y sucumbir ante tu fuerza...

Eso es, hazme salir del guión que se ha elaborado o sigue jugando, pero hazme sentir que pierdo la noción y que el tiempo se distorsiona mientras me pierdo en tu mirada, en ese azul único que puede robarme o devolverme la calma. Mi cuerpo se mueve al compás del tuyo, sintiendo el movimiento de la tela que cede ante tus manos.

¿Cuándo es suficiente? Me niego a susurrar tu nombre, porque cuando lo haga te darás cuenta del anhelo que se guarda en mí en este momento. Quiero resistirme a ti, a la sensación que me provocan tus manos, pero qué diferencia hay si solo puedo mantener mis manos lejos de tu cuerpo, si permito que te deshagas de mis ropas, deseando que recorras toda mi piel, que me hagas vibrar y enloquecer.

Suficiente, estoy agonizando por poder rozar tu piel, cierro los ojos encogiendo los hombros levemente al sentirte sobre ellos. Bésame... Hazme sentir el fuego... si, de esa manera... Para que mis labios tomen los tuyos con esa fuerza, con ese deseo y avidez. Ni siquiera me di cuenta cuando mis brazos te buscaron acercándote más, queriendo profundizar el beso y llevarlo a otros extremos.

La distancia entre nuestros cuerpos desaparece y la ropa empieza a ser no más que un impedimento para sentir tu piel sobre la mía, pero tiempo al tiempo, nunca he deseado a nadie como te desee a ti en ese momento en el que me crucé con el azul de tus ojos... nunca me había entregado deliberadamente como lo hice esa noche, porque antes nunca sentí las ganas de sentir a alguien más tocarme y dejarle tomarme como lo hiciste tu haciéndome sentir lo que nunca creí.

Hazme de nuevo sentir aquello, como si no conocieras mi cuerpo, bebe de mí y hazme perder no solo el aliento. Esa mezcla de dolor y placer, déjame alcanzar ese punto entre tus brazos nuevamente... Disfruta esto, muéstrame en ese rostro el placer de poseerme, quiero verte en el momento en el que me penetres... esa expresión que será solo el fruto de tenerme envolviéndote. Pero con calma... hazme rogar sin palabras... que mi cuerpo te demuestre cuánto te desea. Oblígame a demostrarte lo que hay en mí...

Te empujo de repente, aún con el brillo del deseo en mis ojos. Te obligo a separarte lo suficiente de mí ara deshacerme de los zapatos sin apartar mi mirada, subiendo a la cama, quedando de rodillas sobre la suavidad de esas sábanas, dejando que la camisa caiga. Me quedó quieto, quiero que te acerques sin que yo tenga que traerte hasta mí. Paso el pulgar por mis labios lamiéndolo al hacerlo y bajándolo por mi torso. No Sigue ese mismo recorrido con tu boca y me tendrás en tus manos, hazme perder el juicio con esos labios.

¿Cómo no suspirar con esos besos y esos labios recorriéndome , haciéndome sentir tal deseo? Mis dedos se entrelazan por tu cabello, acariciándote con lentitud, siguiendo aquellos movimientos. Terminando sobre aquel lecho, queriendo pedir más y negándome a hacerlo. Quiero que esto dure más tiempo, que me hagas quedarme sin una pizca d aliento, llévame más lejos de lo que me has llevado hasta ahora, muéstrame lo que puedes lograr, sedúceme, tómame, llévame a la locura y regrésame a la realidad esta misma noche.

Demuéstrale a mi ser una de las razones por las que echa de menos tu presencia hasta hacerme enloquecer. Me niego a decir tu nombre, como si lo hubiese olvidado, como si yo no quisiera pronunciarlo y llamar tu atención en ese breve instante en que las sílabas salgan de mis labios. Notar tu contemplación sobre mi enciende esa llama, le da fuerza y hace que se eleve más alta, alimentada con tu mirada. Mis caderas se mueven rozando son las tuyas, logrando que aquella temperatura en mi interior se acrecenté.

Aquella sensualidad innata en mi al moverse conforme siento tus caricias, cómo logras hacer endurecer mis tetillas con tus labios, hacerme gemir incluso solo al jalar la piel sensible a tu tacto, cómo haces reaccionar a mi cuerpo y que aunque me niegue te des cuenta de que te deseo con tal fuerza. Mis manos acarician tu torso desnudo recorriendo cada línea, tocándote con desespero, bajando hasta tu abdomen, sintiendo el borde de los pantalones. Deslizando suavemente mis manos entre las telas sucumbiendo a aquel deseo que quiero negar pero que se siente en cada uno de mis roces.

Tocar su excitación con mis dedos fríos, recorrerle por completo, haciendo presión, atrapándole entre mis dedos, moviéndome con lentitud sobre él mientras siento el roce de nuestros cuerpos. Excítame y hazme esperar por ti… sentir aún más deseo de que me poseas. Aún no te deshagas de las prendas, deja que este fuego se torne en un incendio antes de hacerme quedar al descubierto ante ti. Arranca de mis labios lo que quieres oír…

Puedo sentirlo hasta muy hondo en mí, lo que provocas incluso con la más simple de tus caricias y no sé cómo no estoy rogando aún por ti. Una idea tengo, me gusta disfrutar de esto, cada roce que tus manos dejan sobre mí, el recorrido de tus labios. Y a punto estás de hacerme gemir. Un leve y suave quejido sale de mis labios al sentir tus manos inmiscuyéndose entre mis ropas y me abrazo a ti como si no pudiese hacer otra cosa y es tu boca la que detiene y amortigua cualquier sonido que salga de mi al sentir tus movimientos , así que esta locura no ha quedado aún al descubierto. Mis caderas guiadas por tus movimientos siguen ese ritmo por sí solas.

Bajo la mirada, derrotado en estos momentos, sin verte porque he cerrado los ojos -Deshazte de la ropa- susurro en tu oído con una caricia de mis labios a tu piel pálida, dejando besos y lamiendo la piel hasta llegar al lóbulo mordiéndolo sutilmente. Ya no puedo seguir fingiendo, Quiero sentir tu piel sin la estorbosa tela de por medio. Si mi rostro se oculta mientras beso tu cuello es para que no vea este deseo irrefrenable que siento, esa expresión que dice mejor que cualquier palabra que deseo más que simplemente lo que estoy pidiendo. Pero hay tiempo suficiente aún, disfruta de verme sucumbir ante ti sin remedio, lento y de esta forma en la que no puedo escapar.

Mis brazos se cierran en torno a ti, suave sin aquella fuerza aún. Los besos en tu cuello, mordiendo, succionando tu piel haciendo evidente las ganas que tengo de seguir con esto -Quiero que me proclames como tuyo... quiero sentirte hasta lo más profundo- Aquel tinte en mi propia voz llena de sensualidad y ese deseo me hace abrir los ojos, dándome cuenta de que quiero ir más deprisa, que quiero sentir ese palpitante miembro dentro de mí y gemir para ti. Pero aún no... aún no.... la contradicción es que quiero ir lento aunque se vuelva un total delirio o una tortura por momentos, como ahora que quisiera sentir esas manos haciéndome delirar, me aferró a ti porque quiero que tus dedos o tus labios se muevan, me provoquen y me obliguen a pedir más de tí, porque sé que mi resistencia se pierde y sé que puedes sentirlo con cada roce.

Mis manos sobre tu cuerpo tiemblan con este deseo impreso en cada movimiento. La forma en la que quitas mis ropas y las tuyas, algo me hace preguntarme si sabes lo que esa visión puede provocarme. Como si perdiera la respiración al mirarte. Incluso sentir la forma en la que esas telas se deslizan por mi piel me haces estremecer, qué decir entonces lo que provoca sentir tu cuerpo contra él mío, aquel tacto frío que provoca una llamarada en mi ser, mírame de esa forma, sostenme así, hazme sentir la avidez que tienes de mí...

La forma en la que tu miembro roza contra mi piel me impide mantener aquel silencio de mis labios, empiezo a gemir, si bien de forma apenas notoria, aquel sonido parece más evidente que nunca, llena la habitación, mis caderas se mueven contra las tuyas, casi de forma involuntaria, no quiero pensar, no quiero ya seguir jugando a ser un desconocido nada más. Aunque es excitante, como la primera vez que tus brazos me estrecharon y aquel día que me tomaste bajo este mismo techo. Ese noche lo comenzó todo, porque ese día en el que mis pasos se encontraron con los tuyos, me hiciste sentir que podía entregarme, probablemente no era tu ambición ni la mía en ese momento, pero mi cuerpo ha sido más sincero, jamás esperé tu llegada, pero la agradezco, jamás hubiese imaginado esto…

Llévame tan lejos como sea posible, surcar este cielo y un poco más lejos; te observo con la vista empañada por este deseo. Ya no es suficiente, siente ese anhelo, esas ganas que nacen por ti… Quiero verme junto a ti sin importar el momento, no quiero volver a estar lejos, no de esta manera, ni por las razones que nos han separado antes… La humedad entre nuestros cuerpos, me haces temblar de manera imparable, tus labios, esa lengua que quiero sentir en más de una manera, enredándome con ella en aquel beso que lleva aquella desesperación por sentirte impresa, arraigada también en la forma en la que muevo las caderas y mis manos te recorren con premura, tocándote, recorriendo cada rincón de tu cuerpo que queda a su alcance, queriendo alargar el momento. Me escapo de tus labios, rozando tu cuello con los colmillos, sin la intención de rasgar esa piel hermosa que posees –Necesito más de ti… No eres un extraño… Eres mi todo… quien me hace sentir lo que nadie… con tu mirada puedes cambiar mi mundo, lo que se desarrolla en lo profundo de mi ser...-Volví a sus labios, tomándolos con desesperación, demasiado tiempo lejos, no quería jugar más a fingir no conocernos.

Era tal vez entretenido, pero algo se apoderó de mi en ese momento, las lágrimas salían de mis ojos sin permiso de hacerlo. ¿Había sido poco el tiempo? Me había parecido una eternidad, a decir verdad, estar así, junto a él era como sentirme de nuevo completo –Tómame, con calma, con avidez… Penétrame… hazme sentir que soy tuyo también de esta manera-buscando sus labios besándole con aquel sentimiento que me embargaba en ese momento. Me separé de él viéndole, empujándole suavemente para poder besar su torso, no tenía prisa, quería disfrutar cada segundo, cada caricia…

Te pertenezco, desde el primer momento sin siquiera saberlo… Tu mirada, la forma en la que te movías, tus palabras, el tono de tu voz… todo, desde el primer instante me cautivó…