El inicio de la oscuridad -Past- {Kazu}

Detestaba las reuniones que tenían que ver con la Corona. Las odiaba porque no se podía negar a asistir. Justo ahora, ese era el problema. Siendo un noble le habían invitado a ese lugar y no habría podido negarse sin ganarse como mínimo un largo interrogatorio por esos hombres que le trataban como su igual.

Iba vestido de negro. Siempre la había gustado ese color, aunque a veces se inclinaba por colores más brillantes, todo dependía del país y la moda que estuviese vigente en la época en la que estuviese viviendo. Pero el negro era un color que le parecía elegante y sobrio. Y esas características le hacían sentir bien al usarlo.

El lugar que le habían indicado estaba cerca. Seguro que los demás habían llegado en carruajes o algo que les hiciese ver su status. Él por su parte, había llegado literalmente volando, por lo que le verían llegar a pie o mejor, no le verían llegar.

Ahora que lo pensaba, debía agradecer que las reuniones se hiciesen casi siempre por las noches. Y aunque la invitación de ahora le indicaba que debía llegar cuando aún dominaba la luz del día, él se excusaría diciendo que tenía algún compromiso o inventando cualquier cosa que sonase ligeramente convincente. No había nadie allí que pudiese cuestionarle sus actos, a excepción del rey, claro estaba. Y si realmente intentaba ahondar en ello, simplemente confiaba en que su poder de persuasión, que había ido perfeccionando a lo largo de los siglos. Incluso cuando era un humano podría haberlo logrado.

Ah… por fin había llegado. Si era posible, intentaría pasar desapercibido y luego se presentaría como si nada entre ellos. Dirían algo como ‘No te he visto llegar’ y él contestaría ‘No tiene mucho que lo hice, pero no quería interrumpirles’. Era lo clásico y convencional.

Le gustó el momento en el que puso sus pies en el suelo. La sensación era tan diferente en un lugar alejado de la ciudad como aquel. Aún cuando también fuese un sitio lleno de lujos y suntuosidad.

El cielo se veía hermoso ese día y dio una vuelta por los alrededores antes de decidirse a ir al sitio en el que se encontraba el resto, siempre era bueno tener información del entorno en el que estaría. Cuando observó la primera figura en su camino no pudo evitar sonreír. Era aquel muchacho. El príncipe al que muchos de los presentes odiaban. No sabía bien los detalles, no se había permitido profundizar mucho en aquel tema.

Solo estaba seguro de una cosa. Le gustaba su mirada, aunque le causaba una extraña sensación. Como si ocultara algo. Pero con su clásica indiferencia, no se molestó en intentar averiguar antes el por qué. Su interés nacería después de esa noche. Y eso cambiaría el rumbo que había fijado para su
larga y solitaria existencia.

Sonrió ante su actitud, aún más ante sus pensamientos. Se acomodó la ropa y se acercó.
-Ya te lo dije... sólo dime que estás listo y me los llevaré a ambos lejos de aquí...
No pudo resistirse. Ciertamente no podía haber un intercambio de sangre... no de manera completa o le transformaría. Pero si podía hacer un par de cosas más.
Se acercó a él, dejando su rostro a un par de milímetros de distancia.
-Solo debes darme la orden y yo los alejaré de aqui...
Podía cumplirlo. Es era algo innegable. Si le decía que quería salir de allí en ese instante, movería todos los recursos que tenía para lograrlo.

Su penetrante e indescifrable mirada se clavo en aquellos hermosos ojos.
Se mordió la lengua, y le besó, tomando su rostro entre sus frías manos, dejándole beber aquella sangre que para ese momento nadie más había probado.
Si hubiese estado enfermo o herido, aquella sangre le hubiese hecho reponerse rápidamente. Pero no podía hacer lo mismo con su alma, lo sabía.
Hacer eso había sido un claro impulso de su parte. Como si hubiese decidido realmente romper su promesa. La que había hecho hacía tanto tiempo al ver morir a su maestro.
Al hacer eso además, podía inducir ciertas ideas en su mente. Pero no quería hacer nada arriesgado aún.

Se separó de él lentamente. Se sintió un poco culpable. Efectuaría las cosas tal como había dicho, pero al hacer eso, él mismo había tomado una desición. Si se lo pidiese, no se negaría a darle su sangre para convertirlo en un ser como él, incluso si iba en contra de sus propios principios... Quebrantando aquellas reglas a las que él mismo se había sometido.
Observó la reacción en su rostro después de que se atreviese a hacer algo como aquello.

Había regresado a su residencia y se había movido tan rápido como pudo.
El tener a aquel clan a su servicio desde hace tanto tiempo siempre le ayudaba. Llamó a dos de ellos.

Irían con alguna excusa diplomática. Uno de ellos pediría una audiencia con el rey. Usando todos sus recursos conseguirían entrar seguro.
El otro sería quién se encargase de asegurarse de sacar a aquellas dos personas de la mansión.

Dio órdenes concisas a cada uno. Todos ellos eran hábiles humanos, entrenados con esmero para cumplir con misiones como aquella. Aunque eran menos de los que habían sido, su fuerza no había decrecido con el número.

Los movilizó rápidamente. Si algo fallaba, el iría directamente y les sacaría, así fuese por la fuerza. No estaba dispuesto a esperar. aunque eso pudiese provocar una masacre.
Se dio cuenta de que uno de sus sirvientes le veía algo preocupado.
-No pongas esa cara... sólo asegurénse de cumplir esta orden...
-Entendido, Kei-sama... -el sujeto se retiro tan rápido como pudo. Ellos le debían fidelidad absoluta.
Si el fuese uno de ellos se marcharía, sirviendo a alguien sin saber bien el por qué... pero había visto en sus pensamientos. Se sentían orgullosos y poseían un espiíitu que el nunca había tenido.

Suspiró, viendoles moverse. Él tenía que hundirse en un sueño profundo. La luz del día estaba por llegar, podía sentirlo en cada fibra de su cuerpo.

Había notado al guardia, sin embargo, el pretexto que había usado para llegar allí no era algo para tomarse a la ligera. Su compañero sabría cómo darles un par de minutos más, aunque tendría que salir solo de allí.

-Esperen en el carruaje... Vuelvo enseguida....
Vio al chofer de reojo. Aquella era una orden. Desapreció, internándose nuevamente en aquel sitio. Su expecialidad era esa: infiltrarse. Esta vez lo habían tenido fácil. A lo mucho tendría problemas al salir.

El chofer les vio por una pequeña ventanita.
-Dos minutos... Si él no está aqui en ese tiempo nos marcharemos... -Iba a decir otra cosa, pero lo dudo. No sabía que tanto sabía la mujer que llevaban consigo -Se nos ha hecho suficientemente tarde... Regresaré por ellos después si es necesario... -dijo con una amable sonrisa.

La persona que había estado enfrascado en la plática con él sonrió. Salió tras el rey de aquella habitación ignorando al guardia. Se metió en una de las habitaciones y vio por la ventana.

Bien, el carruaje estaba empezando a moverse. Sólo tenían que salir de allí cuanto antes. Todavía no le descubrían, tenía tiempo. SU ocmpañero debería ocultarse, dado que su vía de escape rápido ya no estaría allí. Así mismo, el tendría que escapar en un momento. Se esconderían por un rato. el rey seguramente movilizaría a sus guardias y tendrían que huir de la manera más sigilosa que pudieran.

Dio la vuelta y avanzo con paso seguro por los pasillos. No tenía tiempo de preocuparse. Su amigo era fuerte y podía escapar, se preocuparía solo si no estaba fuera de allí en cuanto el lograra salir. Pero sinceramente, era el mejor de todos.

Verle fallar era casi impensable. Sobre todo porque no le matarían. El tal Kazu Maek estaba alejandose a toda la velocidad que aquellos caballos permitían a un carruaje. Y no eran animales cualquiera tampoco. Matar a la persona que podía darles su paradero no era viable. Y él podría soportar cualquier tortura, todo porque con seguridad Koizumi vendría por él al anochecer.
No porque le preocupara su seguridad. Él lo sabía, era porque no podía arriesgar sus planes. Todos lo sabían, Koizumi los tenía a su lado porque le convenía. Aún así todos le seguían sin pensárselo. Porque le debían todo, porque sabían que aunque solo fuera un acuerdo, ese vampiro les mantendría a salvo a cualquier costo.
Así había sido desde el inicio y no había cambiado. Todos los mortales a su cargo pensaban eso... no había forma en la que se traicionaran mutuamente.
Salió de la mansión, ocultándose en espera, tenía que decidir el próximo movimiento

(Off: O_o creo que me gusta estar jugando con varios tipos xD esto no era tan necesario)

Estaban alejándose del sitio a toda velocidad. Esperaba que el movimiento del carruaje no fuese molesto para las dos personas que estaban en el intrerior.

-No se preocupen... todo saldrá bien... estoy seguro...
Sus palabras estaban llenas de confianza. Eran una familia entrenada para situaciones como esta y cosas peores.

Vio a los soldados salir del lugar. Rogaba porque no les alcanzaran.
Si tan solo fuese un poco más tarde... pensó, pero inmediatamente sacudió la cabeza quitándose la idea que acababa de cruzar su mente.
Podemos hacerlo sin Koizumi... fue el siguiente pensamiento que tuvo.

Salió de su escondite buscando a su compañero. Tenían que apresurarse y salir de allí. Tenían que asegurarse que llegaran a su destino.

Mientras tanto, la persona que manejaba el carruaje escuchó el sonido que había temido desde el inicio.
-Bien... oficialmente esto es una persecución...
Soltó las riendas y se movió con una agilidad casi sobrehumana.
-Bien... parece que esto se está poniéndo mal... Me preguntaba si podíamos deshacernos del carruaje y usar solo los caballos...
Lo decía por la anciana, no debía ser fácil. Estaba sonriendo como si no pasara nada. Pero el haber propuesto aquello demostraba que lo que quería era huir lo más rápido posible.
-Si no es posible... Necesito que ocupes mi lugar... Yo me haré cargo de ellos... no te preocupes por no saber a dónde te diriges... Estos caballos conocen la ruta, irán directamente allí a menos de que les ordenes lo contrario...

Sacó algo de su bolsillo.

-Koizumi me dio esto... Dijo que si las cosas llegaban a algo así, lo utilizara para confundir el olor de ambos... Los animales serán confundidos por ello... seguro que les dará suficiente tiempo para llegar a la mansión. Una vez que vean la entrada, estarán totalmente a salvo...

Sabía, que aunque Kei había utilizado algo para cambiar el color, aquello contenía su sangre. Ningún animal con un buen juicio seguiría a alguien con aquella esencia. Eso solo por instinto.

Acerca de que estarían a salvo al llegar a la mansión, era verdad. El resto de ese clan estaba esperando allí. Incluso había algunos en el camino por si algo llegaba a ponerse mal. Harían todo lo que estuviese en sus manos para cumplir las órdenes que les habían dado.
Si Koizumi despertaba y esos dos no estaban allí, ellos habrían fallado completamente. No iban a permitirlo. Su orgullo y honor estaba en juego. Eso y estaban seguros de dos cosas: su habilidad y número superaba a esos soldados. Nadie tomaría un clan como el suyo a la ligera. Claro, si alguien supiese de su existencia.
Se incorporó en el asiento de nuevo, esperando una respuesta para decidir cuál sería el plan a seguir.

No pudo evitar reírse. Había usado el líquido. Eso debía funcionar.

-Lo siento... no quise decirlo de ese modo... Ninguno de nosotros tiene intención de morir aquí... es solo que las órdenes de Koizumi son absolutas para nosotros... No podemos fallar, sin importar lo que pase... lógicamente no queremos darte una carga innecesaria tampoco... bueno, al menos no era mi intención... quién sabe si para Chika... -dijo haciendo una mueca. Ese era el nombre del menor de ellos.

-No le hizo mucha gracia ver la forma en la que Koizumi habló con nosotros... -Se giró nuevamente -Parece que has logrado lo que nadie hasta ahora... - Su mirada era cálida. Había escuchado historias en sus veinticinco años de vida acerca de su maestro. Realmente nunca había mostrado tal interés hacia una vida humana.

Él era uno de los sirvientes cercanos de Kei, es por eso que se refería a él de ese modo. Las cosas se habían dado así en algún punto.
-¿Puedo preguntarte tu nombre? Creo que voy a verte seguido... Más vale saberlo...