Delicias de la noche +18 [Asagi]

Ni siquiera me inmute ante la presencia, ante la voz de la hermosa dama que ahí estaba, tratando de seducirme… ¿dinero?.... obviamente… ¿Cuántas veces había pasado? Pero quién era yo para ser un “desgraciado con ellas” si al fin y al cabo eran mujeres, aquellas que nos hacen enloquecer, enamorarnos y… la mirada me cambio de amable a furiosa, quizá por el recuerdo… si ellas suelen jugar y traicionar.

Preste atención a sus movimientos, no era como las muchas que me habían tocado, esta tenía un toque especial y atrevido que luchaba por ser ella la dominante, lo veía en sus ojos y coquetería, ese tipo de mujeres valía la pena.

- Exactamente… como usted dice Madame, se lo que quiero y deseo…

Le tome la mano y bese su dorso y sin que se diera cuenta en un movimiento rápido, le propuse una rosa. Mi encanto y la voz seductora quizá me ayudarían esta noche, aunque no estaba en mis planes una noche “de pasión”

- ¿usted lo cree así?... para mi beber solo y estar en paz con uno mismo no es un desperdicio… pero tampoco lo es estando acompañado… ¿acaso quiere que hablemos un rato?...

Le pregunte con un doble sentido, mientras me servían la primera copa, de aquel exquisito néctar, alce mi copa, y sorbí su contenido sin despegar la mirada de aquella manos pero no es que estuviera interesado, solo quería estudiar un poco los movimientos, porque a mí me gustaba seducir de otra manera, no solo carnalmente, no solo con un buen vino, o con buen sexo… esto iba más allá y ella deseaba mostrarme lo que había debajo de aquellas telas… que ya eran pocas a decir verdad, le mire de nuevo y esta vez fue la pierna, apenas dibuje una sonrisa en el rostro.

- Asagi Dunkelheit… quizá no le sirva de nada mi nombre… pero me gusta que lo recuerden especialmente por encuentros como el que estamos teniendo Madame… porque jamás sabemos a dónde nos llevara el “tiempo” en este momento.

De nuevo en mis palabras el tono de coquetería, era verdad después de todo seguía siendo un hombre, pero bien me lo repetía, no quería tomarle por dinero, aunque terminara pagándole, tampoco por el hecho de pagarle forzarle a algo, la verdad es que por más que pase el tiempo ciertas cosas en mi no cambiaban, seguía con esas ideas, ideas y manías que me hacían alguien diferente o al menos eso creía yo. Ya se vería esta ocasión.

- ¿No está de acuerdo conmigo?

No quería invitarle una copa de vino, no por egoísta, no por descortés, si no porque estaba en su trabajo, y quizá también le estaba retando, el compartirle sería un paso “urgente” que significaba mi soledad, pero era todo lo contrario. Y seguí bebiendo un poco más. Le miraba de pies a cabeza por simple coquetería, una que otra vez posaba la mirada en sus labios, en sus pechos, en sus piernas, solo para hacerle creer que me tenía rendido, la verdad quería que lo creyera, ¿Por qué?...

No por juego, ni por sexo, solo para conocerle más…

Atrevimiento y más atreviendo, eso era lo que demostraba aquella dama, al acompañarme, si bien cierto, Carmilla en su tiempo me había enseñado el lugar entero, había ciertas habitaciones para aquellas personas “de más dinero” eso no era mi problema pues cada día la herencia que mi maldito padre me dejo crecía impresionante, debido a los negocios con varios países y especies, ¡Ah como me encantaba manejar negocios con los licántropos hacia el extranjero! Era una de las ventajas de vivir tanto, estudiar e invertir, seguro que dentro de unos años me posicionaría en los más ricos y temerosos en aquellos bajos mundos, pero eso era historia de otro tipo.

Si bien no me atraían mujeres como ella, de esa manera extravagante de vestir, había conocido demasiadas recatadas y no es que me gustaran sumisas, si no que manejaban las palabras y ciertas armas para seducir a cualquiera, hacían que el misterio de su piel se hiciera más grande.

Me condeno a sus palabras por un momento, soltando de mi parte un bufido bastante irónico.

- Madame el tiempo es lo que más me gusta en momentos como estos, disfrutar TODO… TODO con calma, descubrir lentamente el placer en ciertos puntos… donde aquellos hombres insensatos no saben tocar… envolver un “encuentro de sexo” en lo que es “hacer el amor” así que tenga por seguro que no es un estorbo muy al contrario.

Le susurre al oído con aquellos suspiros melosos, con aquella voz ahogada “en excitación un poco fingida” hasta que estuvimos en aquellas habitaciones, enormes y costosas, donde las paredes envolverían nuestros gemidos para que nadie los escuchasen solo nosotros, donde esta botella de vino, sería el afrodisiaco. Le invite a pasar mientras sacaba la llave del bolsillo de mi pantalón, gracias a Carmilla viejo amigo mío… Con quien adquirí esta propiedad… Era solo mi habitación, adornada con el toque aristocrático que me caracterizaba. Solo se usaría para encuentros ente Carmilla y yo, pero como amigos, no lo entendía el tenia dinero suficiente para comprar el burdel y hasta poner unos dos mil en todo parís pero en cambio seguía trabajando aquí y este regalo suyo no lo iba a desperdiciar.

La habitación había sido utilizada por Carmilla y no precisamente con los fines “morbosos” solo, había vestidos confeccionados por ella, seguro que en sus días de escaparate se escondía aquí. Examine la habitación, había sido limpiada, la llave la deje con confianza sobre el mini bar, sin descuidar a mi acompañante, le mire de esa manera sensual depositarse en la cama. Tan provocadora, pero faltaba quizá un poco más para llamar mi atención, tome dos copas y serví el vino, cuando voltee ella me llamo de esa manera, como lo odiaba… ¡ser tratado como a los demás!.. Cuando había dejado claro “hacer el amor y tener sexo” ni modos tome asiento aun lado de ella y le di la copa, bebí un poco.

- Sé que te aburriré, quizá no estés acostumbrada a esto… pero quiero decirte algo, yo quiero amarte solo por esta noche, quiero acariciar tu cuerpo como jamás nadie lo ha hecho quiero de cierta manera marcar una diferencia entre tu profesión, se que te aburres, lo noto en tus intentos y desesperación, no sé qué clase de pasado o presente tengas, pero no soy un desgraciado que te trata como quiere solo porque te “pago” yo suelo hacer bien las cosas, me gusta hacerlo, aunque no lo parezca, no es necesario que uses y me enseñes tus atributos, porque no soy de ese manera con nadie, no soy la clase de pervertido que todo mundo cree, pero claro que soy hombre y se cuando dejarme llevar, permíteme tomar tu mano y llevarte a una noche, si quiera una noche de amor, se que cosas pasas aquí, porque ya te repetí tengo muchas amigas, se que a veces pasan todo tipo de maltratos. Pero no dejan de ser mujeres, no dejan de ser como aquellas tersas rosas llenas de misterio.

Deje mi copa caer, me voltee para sostener su rostro entre mis manos, su fino y hermoso rostro bajo el maquillaje, mirando atreves de sus ojos, recorriendo sus cabellos de su rostro, para depositarme en sus labios y besarle de una manera suave y tranquila llena de pasión y de amor, solo me enfoque en caricias atreves de su cuello, de su cabello. Para separarme un poco y tener respiración.

- Perdona si te incomoda o te ofendo, no es mi deseo hacerlo, pero sé que por ser quienes son no se dan la oportunidad de amar, quiero demostrarte que se puede, no sé si tu ames a alguien, yo tampoco puedo decir algo de aquello, pero déjame ser tuyo esta noche y déjame hacerte mía solo por esta noche… ¿Qué dices?, déjame tratarte y no me trates, deja consentirte por mí, déjame llevarte a lo que es un acto de amor. Cualquier mujer, no debe renunciar al amor.

Le seguí mirando solo para encontrar respuestas, solo quería hacer sentir placer de una manera única.
Tome la rosa antes en su mano, y le recosté suavemente sobre la cama, despacio, sin dejar de clavar mi mirada en ella, deslice la rosa sobre su piel, como si de caricias se trataran, sobre sus hombros, mientras la otra mano libre le acariciaba el cabello y el rostro admirando su belleza, la rosa paso sobre sus mejillas, sobre sus ojos, sobre sus labios, jugando un poco, me deslizaba sobre sus hombros, con mis labios bajaba un poco su atuendo, la rosa empezó a bajar sobre sus pechos, mientras yo coqueteaba con su cuello… Aunque no me había respondido, le mire de nuevo, inseguro de besarle o de seguir con lo que estaba haciendo.

Le bese, le bese hasta un punto sensual, donde separe sus labios y explore con mi lengua el calor suave y húmedo. Pasando mis manos por los costados del aquel cuerpo, por los brazos hambriento y deseoso de su piel, al cabo de unos minutos le acaricie la espalda, desnudándosela, con una facilidad increíble.

Le di un beso, un último beso, mas del que mis ojos pudieron recorrer su piel y me eche hacia atrás para deslizar las manos aún más arriba, haciendo presión, causando fricción entre la piel de ambos, mientras escuchaba los leves gemidos de aquella dama, volví a bajar las manos, ejerciendo un masaje, lento, deslizándolas hasta el estómago y subiéndolas. Ella contenía el aliento, mientras yo rozaba ligeramente sus pechos con los pezones tensos, la redondez de sus pechos se dejaron ver cuando aquel corsé se desato, al momento de sentirlos sobre de mi, un escalofrió me recorrió el cuerpo.

Mis manos llegaron hasta su cuello, retirándole el cabello, desatándole de cualquier molesto peinado, las prendas de ella se iban cayendo al suelo, le acaricie los hombros, l e bese el cuelo, saboreando el olor de su piel, mientras observaba cómo sus pechos, redondos y firmes, y sus pezones endurecidos se elevaban al ritmo de la respiración, me costaba bastante, pero conseguí no lamerlos. Pase mis manos por su cabello y luego, ya no pude resistir mas, volví a sus pechos, disfrutando, como mis manos se llenaban de ellos.

Ella gemía, arqueando sus muslos contras mis manos, dándome lo que quería, yo le estaba acariciando, en vez de que ella lo hiciera conmigo, le acaricie por debajo de la ropa interior, abriendo sus piernas aun mas, para poder deslizar un dedo por su sexo, los recorriendo los pliegues hasta llegar al húmedo centro de su cuerpo. Con la otra mano, le pellizque un pezón, para besarle sensualmente la oreja. Introduciendo otro dedo en su interior, al mismo tiempo que le hacía notar mi erección entre las piernas.

- Estas ¿bien?

Susurre con palabras cortadas.

No supe si se trataba de una pregunta o de un ruego, pero seguí moviendo las manos hasta llegar al cuello, ella evidentemente disfrutaba de mis caricias al verle de esa manera cerrar los ojos, ante sus gemidos y la desesperación estaba ya sin camisa, le tome de una mano, para que desabrochara mi pantalón, notaba como poco a poco al cremallera se iba abriendo, mientras su deseo se hacía realidad, besarla, besarla con una pasión interminable, sin dejarle respirar, sin darle un momento, quería que ella lo disfrutara. El pantalón, la ropa, ya no estaba ahí, lucia toda hermosa en el suelo, tanto la ella, como la mía, mi deseo tenia aquella calidez, aquel deseo, la puse boca abajo, de la cama, mientras mis dedos exploraban debajo de sus bragas, introduciéndome sensual en formas circulares, no, no estaba listo para penetrar, apenas esto empezaba, sentía como se agitaba, su ritmo, la satisfacción, me apodere de sus gemidos al oírla, al escuchar su respiración agitada, al verla temblar y estremecerse.

- Vamos córrete para mí.

Susurre mordiéndole delicadamente el lóbulo de la oreja.

- Eso es cariño, así, vamos quiero oírte, eres tan bella, tan hermosa.

Deslice otro dedo dentro de ella, introduciéndolo más adentro al mismo tiempo que hacia presión con la palma de la mano, sus músculos se tensaban con mis dedos, estaba tan excitado, que trate de tomar aire, de calmarle, entonces empecé a ejercer más presión, pues sus gemidos, sus latidos me lo pedían, satisface aquel deseo no expresado pero reprimido en su cuerpo, moviendo los dedos cada vez más rápido, hasta que vi como arqueaba la espalda contra de mi, ahogándose en un grito, temblando, desplomándose, ¿Cuántos orgasmos había tenido?... seguramente eran escasos.

Retire la mano, la bese en la sien, húmeda, caliente, para abrazarla con fuerza a mí. Me interesaba arrebatarle sensaciones de satisfacción sexual, que sintiera el confort que le podía proporcionar, con la calidez de mis labios. Al cabo de unos segundos sus bellos ojos se abrieron, Le volví a colocar en la cama frente a mí, mientras había colocado los hombros debajo de sus muslos, sus cabellos hacia tras hicieron ver evidente que le miraba los pechos, entonces volví a sus labios me era irresistible besarlos. El beso entre más lo devolvía lentamente, se hizo más insistente, caliente y profundo. Me separe un poco para tomar aire, para dejarle respirar, le sonreí con ternura, para hacerla sentir reconfortada, le roce la nariz con la mía.

La volví de nuevo, porque sabía lo que merecía en ese momento, un masaje de pies a cabeza, era lo menos que podía aceptar, su trabajo lo requería, aparte su cabello, y coloque las rodillas a cada lado de sus caderas, apreté mis pulgares sobre sus hombros, para que suspirara de placer, mientras mis dedos se movían en círculo, trabajándole los músculos del cuello.

- Esto es el principio…

- Sé que lo deseas, te dije que haría esto…

Musite lentamente a su odio, me gustaban los supliros de placer que emanaban, el masaje que le estaba dando, provocaban la fricción de un calor que solo se conseguía contra la piel de su espalda, llenándola de placer y de satisfacción, sabía que se extendería suavemente, el creciente deseo que estaba dentro de mi también era único, seguí masajeando sus brazos, sus piernas, con movimientos firmes y lentos, tocándole el costado de sus pechos, apretándole las nalgas mis pulgares se corrían al interior de estas, muchas veces note que deseo detenerme, pero sabía que la ansiedad era deliciosa, me incline para besarle, pero fue cuando mi miembro roso con sus nalgas, después de aquel beso tan apasionado, regrese a acariciar el punto más sensible de su sexo, con mucha suavidad y delicadeza, deslice mi dedo en su interior, no me importaba si contenía el aliento.

Me gustaba que disfrutara de los roces de las caricias, cuando vi aquel clímax, fui incapaz de resistirme e introducir nuevamente dos dedos, deslizándolos de adentro afuera, cada vez más rápido, veía como se aferraba a las sabanas, la agitación, el retorcerse, cuando le sobrevino el orgasmo, le di solo unos minutos para que se controlara, para que emanara el aire fresco, pero al cabo de un momento, tome sus caderas levantándolas, poniéndola de rodillas, para que sintiese la firme y rígida presión de mi sexo dentro de ella, llenándola por completo.

Los movimientos empezaban a mejorar y ponerse mejores, cada vez lentos, rítmicos y placenteros, embestida tras embestida era así, mientras le penetraba deslice mis manos hasta arriba de su cuerpo para tomarle un pezón entre los dedos índice y pulgar quería que la ola de calor se mantuviera firme en todo el cuerpo.

En ese momento sentí un orgasmo de forma gradual, una sensación de placer salida de mi interior, le volví a penetrar, mientras los músculos se contraían, nuestras pieles estaban empapadas en sudor, poco a poco salí de su interior, mientras contenía la respiración hundiéndome en el colchón.

- ¿Te ha gustado?

Musite volviéndome a mirarla…

El sudor, la pasión, los gemidos, todo se concentraba ahora en mi agitado pecho, era una mujer sin dudas hermosa, quizá había sido poco caballeroso porque no deje que hiciera nada por más que me pidió que me detuviera, no sé porque esa ternura que emanaba se me hacia única, especial, quizá iba más allá de ser una simple cortesana, los dos ahí envueltos entre seda, el color de su cuerpo se iba haciendo de un color mármol rosado con la luz tenue que se veía por todas partes, eso me hacía temblar, me recordó tan buenas sensaciones que no sentí con nadie, esa nostalgia que le vi antes cuando se dejaba llevar, había desaparecido.

- Perdóname entonces…

Dije entre murmullos, cuando le abrace a mi pecho, lleno de vértigo por la respiración, acaricie sus cabellos y le bese, solo contemplando su belleza, esa mas bien era una escena de enamorados, pero algo me hacia actuar así, quizá veía más allá de su personalidad de cortesanas, había convivido con algunas cuantas y visto sus almas, me gustaba conocer sus historias, para escribirlas en mis memorias, pero no sabría si ella se dejaría conocer, bese sus labios con dulzura podría ver algo de ella, quería que me lo contara todo, pero aquellas mujeres parecían perder el deseo de ser conocidas. Ellas bien podían ser artes, más allá de la piel, más allá de un poco de placer.

- Una flor hermosa que se disfraza en colores que no le corresponden ese rosa dulce, ese rosa que ciega, ese rojo de pasión que lleva por dentro, mas allá su corazón es una parte que se aleja de la realidad, sus cuerpos pagan los pecados, las deudas, el deseo de alguien más y yo quisiera pedir un poco de esa esencia verdadera que les hace mujer, aquella palabra trae delicadeza, trae ternura, como tu verdadera sonrisa, pero aquella que dicen llamar <<puta>> se escucha mal, se hace un concepto de placer, de esclava sexual, cuando por debajo de esas ropas y cuerpos perfectos una humana hay, una señorita con modales, una conocedora de mundo incluso madres, soñadoras que se les arrebata la oportunidad por pobreza o por obligación, mas hoy tu puesto no deseo quitarte, solo sabía que algo más merecías, algo mejor algo quizá diferente, deseo ser perdonado por ti maestra de placer…

Sonreí y bese su frente mientras “mi poeta” se filtraba en aquella habitación llenándola de una calma, que mi cuerpo poco a poco sentía, solo quería descansar, porque quizá ella me llevara a algo más si su perdón me otorgaba.