AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
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Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Recuerdo del primer mensaje :
Antha se desplazaba con lentitud por el adoquinado camino de una de las principales calles de París. Había una gran cantidad de gente a pesar de que el sol ya se había ocultado hacia algunas horas y eso, en lugar de reconfortarle, en realidad le irritó.
Había salido a caminar con la esperanza de que el paseo aliviara un poco la melancolía que la había absorbido durante el transcurso del día, pero en lugar de alivio lo que encontró fue una muchedumbre que, sin importar si vestía de seda o en harapos, se movía y parloteaba, cada uno consciente únicamente de la pequeña y cómoda burbuja que les envolvía aislándoles de las demás almas que pululaban en derredor.
Tomo un poco de aire forzando a sus pulmones a expandirse dentro del apretado corpiño oculto bajo el vestido violeta oscuro, el cual había escogido de acuerdo con el estado de ánimo en el que se encontraba… sencillamente perfecto.
Era absolutamente deprimente, encontrarse rodeada de gente y al mismo tiempo sentirse tan sola… apretó entre sus manos el envoltorio de los pastelillos que había comprado mientras su rostro adoptaba una expresión de desagrado. ¿Y ahora qué? ¿Cuáles eran las opciones para dar un poco de sosiego a su dolida existencia? Tales sombríos pensamientos la embargaban cuando sus ojos se posaron sobre un pobre desgraciado que, a falta de piernas, se arrastraba con dificultad en el sentido contrario. – Esta bien, ya entendí – pensó con sarcasmo al darse cuenta que al final del día siempre podría estar peor.
Continuó su camino con un andar un poco más enérgico que el de hacia unos minutos, había tomado la decisión de retornar a su vivienda y eso la enojaba más aún. Con los puños apretados permitió que su imaginación se adelantara hasta su hogar pensando en cuanto le agradaría arrojar algunas porcelanas contra las paredes y verles destrozarse en medio del ruido de ruptura… Está bien, sabía que no lo haría pero en verdad le gustaría poder disfrutar de un poco de liberación para variar.
Debido a que su mente se encontraba fugada en medio de la fantasía de destrucción no se percato de otro transeúnte que se aproximaba y contra el cual choco vergonzosamente - Excusez-moi! – soltó rápidamente mientras sentía los colores ascender a su rostro – ha sido una torpeza de mi parte – continuó mientras se agachaba a recoger el paquete que llevaba en las manos y que había soltado en el momento del choque, cuidándose de no levantar la vista hacia aquella persona que sin duda se encontraría en este momento muy enojada con ella.
Había salido a caminar con la esperanza de que el paseo aliviara un poco la melancolía que la había absorbido durante el transcurso del día, pero en lugar de alivio lo que encontró fue una muchedumbre que, sin importar si vestía de seda o en harapos, se movía y parloteaba, cada uno consciente únicamente de la pequeña y cómoda burbuja que les envolvía aislándoles de las demás almas que pululaban en derredor.
Tomo un poco de aire forzando a sus pulmones a expandirse dentro del apretado corpiño oculto bajo el vestido violeta oscuro, el cual había escogido de acuerdo con el estado de ánimo en el que se encontraba… sencillamente perfecto.
Era absolutamente deprimente, encontrarse rodeada de gente y al mismo tiempo sentirse tan sola… apretó entre sus manos el envoltorio de los pastelillos que había comprado mientras su rostro adoptaba una expresión de desagrado. ¿Y ahora qué? ¿Cuáles eran las opciones para dar un poco de sosiego a su dolida existencia? Tales sombríos pensamientos la embargaban cuando sus ojos se posaron sobre un pobre desgraciado que, a falta de piernas, se arrastraba con dificultad en el sentido contrario. – Esta bien, ya entendí – pensó con sarcasmo al darse cuenta que al final del día siempre podría estar peor.
Continuó su camino con un andar un poco más enérgico que el de hacia unos minutos, había tomado la decisión de retornar a su vivienda y eso la enojaba más aún. Con los puños apretados permitió que su imaginación se adelantara hasta su hogar pensando en cuanto le agradaría arrojar algunas porcelanas contra las paredes y verles destrozarse en medio del ruido de ruptura… Está bien, sabía que no lo haría pero en verdad le gustaría poder disfrutar de un poco de liberación para variar.
Debido a que su mente se encontraba fugada en medio de la fantasía de destrucción no se percato de otro transeúnte que se aproximaba y contra el cual choco vergonzosamente - Excusez-moi! – soltó rápidamente mientras sentía los colores ascender a su rostro – ha sido una torpeza de mi parte – continuó mientras se agachaba a recoger el paquete que llevaba en las manos y que había soltado en el momento del choque, cuidándose de no levantar la vista hacia aquella persona que sin duda se encontraría en este momento muy enojada con ella.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Se alegró de no escuchar una negativa en cuanto a la cuestión del abrigo se refería, pues ahora tenía dos cosas que había estado buscando: un lugar donde ubicarlo cuando lo deseara y una excusa perfecta para visitarle.
Antha profirió una fuerte carcajada al ver y oír a Daniil. No estaba muy segura de cuál sería su reacción ante la locura que ella había cometido; bien podría haber intentado acallarla o sencillamente abandonarla, pero en su lugar le siguió el juego… y cumplió su parte del trato.
La tranquilidad que caracterizaba las calles de parís a tan avanzadas horas se vio perturbada por dos voces que gritaban, al parecer incoherencias, y luego risas y carcajadas que se perdían en la noche. Incluso, algunas cabezas se asomaron por entre las ventanas para ubicar los causantes del alboroto que perturbaba sus sueños.
Se encontraba aún disfrutando de lo ocurrido cuando sintió la fría mano de Daniil sosteniendo la suya, halándola y obligándola a desplazarse rápidamente. Ella alcanzo a ver de reojo lo que parecía ser un uniforme pero no le importó. En realidad se dejó arrastrar con suavidad mientras sus ojos no podían desprenderse del gesto de alegría que iluminaba el rostro de su acompañante.
Caminaron ágilmente por entre las lozas del camino, alejándose con rapidez del gendarme y de todas las miradas curiosas que los seguían - Eso ha sido… interesante – demoró la última palabra como si no encontrara la indicada para definir lo que acababa de ocurrir. Tomó aire un segundo y luego echo a reír una vez más – Nadie me había acolitado antes un desahogo tan efectivo – comentó antes de dejar descolgar su cabeza hacia atrás y suspirar profundamente.
- La locura se traduce en libertad, ahora lo comprendo – irguió la cabeza y miro fijamente a Daniil, sosteniendo con fuerza su helada mano para a continuación mirarle fijamente– me alegro de haberme tropezado contigo, me alegro de que se hayan arruinado mis pastelillos… y de que no quieras irte de Paris – confesó en medio de un arrebato de alegría – y de que estés tan loco como yo – finalizó antes de inclinarse hacia él y posar un dulce beso en su mejilla.
- Dime que deseas hacer Daniil – solicitó – ya me has hecho feliz y quiero devolverte la cortesía… tú ya sabes que tan excéntrica puedo ser, ahora permíteme conocerte un poco más a ti – Hubiese querido manifestarle lo curioso que era que ella se comportara de esa manera con un perfecto extraño, pero eso era algo que a la larga él tendría que comprender por si solo… si es que permanecían juntos el tiempo suficiente, que era lo que ella esperaba.
Antha profirió una fuerte carcajada al ver y oír a Daniil. No estaba muy segura de cuál sería su reacción ante la locura que ella había cometido; bien podría haber intentado acallarla o sencillamente abandonarla, pero en su lugar le siguió el juego… y cumplió su parte del trato.
La tranquilidad que caracterizaba las calles de parís a tan avanzadas horas se vio perturbada por dos voces que gritaban, al parecer incoherencias, y luego risas y carcajadas que se perdían en la noche. Incluso, algunas cabezas se asomaron por entre las ventanas para ubicar los causantes del alboroto que perturbaba sus sueños.
Se encontraba aún disfrutando de lo ocurrido cuando sintió la fría mano de Daniil sosteniendo la suya, halándola y obligándola a desplazarse rápidamente. Ella alcanzo a ver de reojo lo que parecía ser un uniforme pero no le importó. En realidad se dejó arrastrar con suavidad mientras sus ojos no podían desprenderse del gesto de alegría que iluminaba el rostro de su acompañante.
Caminaron ágilmente por entre las lozas del camino, alejándose con rapidez del gendarme y de todas las miradas curiosas que los seguían - Eso ha sido… interesante – demoró la última palabra como si no encontrara la indicada para definir lo que acababa de ocurrir. Tomó aire un segundo y luego echo a reír una vez más – Nadie me había acolitado antes un desahogo tan efectivo – comentó antes de dejar descolgar su cabeza hacia atrás y suspirar profundamente.
- La locura se traduce en libertad, ahora lo comprendo – irguió la cabeza y miro fijamente a Daniil, sosteniendo con fuerza su helada mano para a continuación mirarle fijamente– me alegro de haberme tropezado contigo, me alegro de que se hayan arruinado mis pastelillos… y de que no quieras irte de Paris – confesó en medio de un arrebato de alegría – y de que estés tan loco como yo – finalizó antes de inclinarse hacia él y posar un dulce beso en su mejilla.
- Dime que deseas hacer Daniil – solicitó – ya me has hecho feliz y quiero devolverte la cortesía… tú ya sabes que tan excéntrica puedo ser, ahora permíteme conocerte un poco más a ti – Hubiese querido manifestarle lo curioso que era que ella se comportara de esa manera con un perfecto extraño, pero eso era algo que a la larga él tendría que comprender por si solo… si es que permanecían juntos el tiempo suficiente, que era lo que ella esperaba.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Mientras sostenía su mano y caminaban para alejarse de las miradas curiosas, y de la autoridad que seguramente algo tenía que decirles por quebrantar el orden público, Daniil pensó que siendo tan inteligente como era, Antha ya habría notado la temperatura de su mano, ahora sólo esperaba que por ahora, al menos por esa noche, no hubiera preguntas.
Cuando por fin estuvieron lejos del gendarme y los curiosos bajó el ritmo de sus pasos.
-Eso es porque no me conocías -se quedó mirando el horizonte y luego a ella-, siempre había buscado un acompañante que no me mirara feo cuando decidiera hacer este tipo de cosas -tantos años vividos habían hecho que se aburriera fácilmente de lo que se consideraba "socialmente aceptable", y pocas personas se habían cruzado en su camino con las agallas suficientes para salirse de convención social, se alegraba que encontrar a alguien tan valiente como para hacerlo, no sólo eso, sino para tomar la iniciativa.
Estaba a punto de responder cuando aquel breve beso lo aturdió de momento, ya lo había notado antes; una persona con agallas que toma la iniciativa, se sentía el hombre más afortunado de París. Era que aunque pensara que todas las personas podían enseñarle algo, después de los siglos que cargaba a cuestas, era tarea difícil tener un hallazgo como el de esa noche, alguien que lo sorprendiera y cautivara genuinamente, y ratificaba que su capacidad de asombro no estaba muerta como técnicamente lo estaba él. Luego simplemente sonrió y la miró, seguro que de haber podido, se hubiese sonrojado.
-Me alegra a mi también, como te lo dije, soy ferviente creyente que encuentros como el nuestro no son casualidad.
Luego posó un beso sobre la mano que sostenía y se tomó su tiempo para poder sentir y oler el dorso de aquella mano.
-Yo no puedo pedir más -respondió-, ha sido recíproco, me has hecho muy feliz también... -pausó y recapacitó-, tal vez sí hay algo, prométeme que nunca vas a cambiar -y lo decía con completa sinceridad, había visto con el tiempo como almas libres como la de Antha eran aplastadas por salir de lo convencional, eran convertidas en una más de las filas de lo convencional, no deseaba que eso sucediera con ella, quería que se aferrara a su libertad.
-¿Conocerme?, pregunta lo que quieras, aunque también haz visto que no estoy precisamente cuerdo-, ofreció, estaba dispuesto a responder aunque tuviese que maquillar la verdad cuando lo ameritara.
Cuando por fin estuvieron lejos del gendarme y los curiosos bajó el ritmo de sus pasos.
-Eso es porque no me conocías -se quedó mirando el horizonte y luego a ella-, siempre había buscado un acompañante que no me mirara feo cuando decidiera hacer este tipo de cosas -tantos años vividos habían hecho que se aburriera fácilmente de lo que se consideraba "socialmente aceptable", y pocas personas se habían cruzado en su camino con las agallas suficientes para salirse de convención social, se alegraba que encontrar a alguien tan valiente como para hacerlo, no sólo eso, sino para tomar la iniciativa.
Estaba a punto de responder cuando aquel breve beso lo aturdió de momento, ya lo había notado antes; una persona con agallas que toma la iniciativa, se sentía el hombre más afortunado de París. Era que aunque pensara que todas las personas podían enseñarle algo, después de los siglos que cargaba a cuestas, era tarea difícil tener un hallazgo como el de esa noche, alguien que lo sorprendiera y cautivara genuinamente, y ratificaba que su capacidad de asombro no estaba muerta como técnicamente lo estaba él. Luego simplemente sonrió y la miró, seguro que de haber podido, se hubiese sonrojado.
-Me alegra a mi también, como te lo dije, soy ferviente creyente que encuentros como el nuestro no son casualidad.
Luego posó un beso sobre la mano que sostenía y se tomó su tiempo para poder sentir y oler el dorso de aquella mano.
-Yo no puedo pedir más -respondió-, ha sido recíproco, me has hecho muy feliz también... -pausó y recapacitó-, tal vez sí hay algo, prométeme que nunca vas a cambiar -y lo decía con completa sinceridad, había visto con el tiempo como almas libres como la de Antha eran aplastadas por salir de lo convencional, eran convertidas en una más de las filas de lo convencional, no deseaba que eso sucediera con ella, quería que se aferrara a su libertad.
-¿Conocerme?, pregunta lo que quieras, aunque también haz visto que no estoy precisamente cuerdo-, ofreció, estaba dispuesto a responder aunque tuviese que maquillar la verdad cuando lo ameritara.
Invitado- Invitado
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Antha se estremeció un poco ante el helado contacto de los labios de Daniil sobre el dorso de su mano. No se trataba solo de la extraña temperatura de su piel, sino más bien de la cadencia de sus movimientos que le fascinaban. Permitió que el secuestrara su mano todo el tiempo que quiso mientras ella le miraba de una manera que podía fácilmente rayar en la descortesía. Sencillamente no podía apartar sus ojos.
-Eso es algo que no puedo prometer – contesto con un dejo de sonrisa pero con la mirada seria – pues no sé que me depara el futuro, ni como los acontecimientos por venir puedan moldear mi alma y mi carácter – bastante bien sabia ella como el curso de las aguas podían cambiar de un momento a otro y como, por más que se deseara permanecer impasible en la tranquila orilla, la corriente podía arrastrar y golpear con una fuerza superior a la propia voluntad, obligando a moverse y adaptarse para sobrevivir – no me gusta hacer promesas sobre las cuales no tengo seguridad, pero si puedo prometerte que haré todo lo posible por no permitir que mi espíritu se apague y, que el día en que me percate de que eso ha sucedido, no vacilaré en tomar cartas en el asunto.
Apretó un poco la mano de su interlocutor, respiro hondo y luego soltó el aire con rapidez.
-¿Por qué crees que aún estoy aquí? – preguntó mientras una nueva sonrisa juguetona afloraba en sus labios – Si no me hubieses demostrado un poco de locura allí atrás yo habría salido corriendo despavorida en el sentido contrario – río un poco – estoy bastante hastiada de la normalidad como para ofrecerme voluntariamente a sufrir más de ella de lo que se requiere en la mínima convivencia.
Se llevó el dedo índice de su mano libre hasta los labios donde realizo tres toques suaves mientras sus ojos miraban al cielo de manera pensativa – Lo que quiera… - Susurró mirándole nuevamente – eso no suena reciproco – comentó recurriendo la misma palabra que él había utilizado segundos antes – te propongo un trato, seamos un par de locos libres por un rato; yo pregunto, tu preguntas y ambos respondemos con toda la sinceridad que nuestra propia perturbación mental nos permita.
Se sacudió del agarre de la mano helada, le sonrió y a continuación hizo algo que no había hecho desde muy niña: se sentó en el borde de una de las aceras de la calle, organizado con meticulosidad las enaguas de su vestido y procurando que la parte externa del abrigo de Daniil no rozará el suelo. Luego dio un par de palmadas sobre la loza junto al lugar donde se había acomodado invitándolo a que la acompañase.
-Vamos, te prometo que no muerdo y mientras te decides puedes ir pensando en la respuesta a mis primeras preguntas – Sonrío descaradamente – Primero, ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Paris? – Levantó un dedo en señal de advertencia – quiero una fecha no una respuesta vaga – le aclaró antes de proseguir – Segundo, ¿Qué es lo que te inspira a viajar tanto? Y, Tercero, ¿Debo traducir tus palabras de hace un rato como que es común para ti el realizar este “tipo de cosas”?
-Eso es algo que no puedo prometer – contesto con un dejo de sonrisa pero con la mirada seria – pues no sé que me depara el futuro, ni como los acontecimientos por venir puedan moldear mi alma y mi carácter – bastante bien sabia ella como el curso de las aguas podían cambiar de un momento a otro y como, por más que se deseara permanecer impasible en la tranquila orilla, la corriente podía arrastrar y golpear con una fuerza superior a la propia voluntad, obligando a moverse y adaptarse para sobrevivir – no me gusta hacer promesas sobre las cuales no tengo seguridad, pero si puedo prometerte que haré todo lo posible por no permitir que mi espíritu se apague y, que el día en que me percate de que eso ha sucedido, no vacilaré en tomar cartas en el asunto.
Apretó un poco la mano de su interlocutor, respiro hondo y luego soltó el aire con rapidez.
-¿Por qué crees que aún estoy aquí? – preguntó mientras una nueva sonrisa juguetona afloraba en sus labios – Si no me hubieses demostrado un poco de locura allí atrás yo habría salido corriendo despavorida en el sentido contrario – río un poco – estoy bastante hastiada de la normalidad como para ofrecerme voluntariamente a sufrir más de ella de lo que se requiere en la mínima convivencia.
Se llevó el dedo índice de su mano libre hasta los labios donde realizo tres toques suaves mientras sus ojos miraban al cielo de manera pensativa – Lo que quiera… - Susurró mirándole nuevamente – eso no suena reciproco – comentó recurriendo la misma palabra que él había utilizado segundos antes – te propongo un trato, seamos un par de locos libres por un rato; yo pregunto, tu preguntas y ambos respondemos con toda la sinceridad que nuestra propia perturbación mental nos permita.
Se sacudió del agarre de la mano helada, le sonrió y a continuación hizo algo que no había hecho desde muy niña: se sentó en el borde de una de las aceras de la calle, organizado con meticulosidad las enaguas de su vestido y procurando que la parte externa del abrigo de Daniil no rozará el suelo. Luego dio un par de palmadas sobre la loza junto al lugar donde se había acomodado invitándolo a que la acompañase.
-Vamos, te prometo que no muerdo y mientras te decides puedes ir pensando en la respuesta a mis primeras preguntas – Sonrío descaradamente – Primero, ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Paris? – Levantó un dedo en señal de advertencia – quiero una fecha no una respuesta vaga – le aclaró antes de proseguir – Segundo, ¿Qué es lo que te inspira a viajar tanto? Y, Tercero, ¿Debo traducir tus palabras de hace un rato como que es común para ti el realizar este “tipo de cosas”?
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Bueno, lo intentarás y eso basta -"eso me basta" quería decir, pero cuando se encontraba en situaciones como esa cuidaba más sus palabras, una palabra más o una menos y el significado cambiaba, se estaba desenvolviendo con soltura como era su costumbre pero no quería asustar o repeler a su acompañante y por eso elegía con minuciosa calma todas sus palabras y expresiones, ya habían quedado de acuerdo que ambos no gozaban de buena salud mental, pero eso no significaba que comenzara a comportarse como un verdadero demente; que no lo era, era sólo un loco promedio-. Lo entiendo, pero no pierdas esta locura, qué es en ella donde encontramos nuestra mayor libertad.
Como ella, él estaba hastiado de la normalidad y si ella, con sus años mortales lo estaba, qué calvario el de él después de los siglos. Rió en señal de comprensión y empatía.
Ya se imaginaba una propuesta así, y no le importaba, no sabía mentir bien, pero dar verdades a medias era más fácil, no se sentía bien al mentirle a alguien con quien quería ser completamente sincero pero creía que ahora, esa noche, no era el momento de decirle lo que era, ya lo aclararían después.
-Me parece justo -respondió-, creo que será nuestra perturbación mental la que nos permitirá responder mejor -bromeó.
La miró sentarse en la acera como lo hace un niño, y ante la invitación no dudo un segundo, se sentó a su lado descansando los brazos en sus rodillas flexionadas, quién los viera pensaría que de verdad estaban locos, ella con aquel abrigo más grande que su figura y él vistiendo con tanta elegancia sentado en plena calle como un vagabundo.
Escuchó con atención, pues en su mente comenzaba a maquinar las respuestas que fueran verdad y mentira al mismo tiempo, convertir los siglos en años y los años en horas. La advertencia de sinceridad le produjo cierta culpa, pero se repitió que luego aclararía con ella lo que tuviera que aclarar.
-Veamos... -suspiró-, ¿hace cuanto? -hizo expresión de estar haciendo cuentas, pero era una actuación, no le iba a decir que hace más de 200 años-, hace 2 años más o menos -respondió -viajo porque busco conocimiento, y éste no va a llegar a mi por arte de magia -claro, cómo iba a creer en la magia, era como creer en vampiros, se dijo mentalmente con ironía, aunque la respuesta era la verdad absoluta y luego rió -sí -dijo entre risas-, bueno, no platicar largo y tendido con personas que me topo en la calle, eso es algo que pocos logran -le guiñó un ojo-, sino locuras, me aburro con facilidad y busco salir de la norma siempre que puedo.
Ahora era su turno de preguntar y ya tenía clara cuál sería esa pregunta, desde hacía un par de minutos quería preguntárselo. Sería un tema sensible, tal vez, pero debía arriesgarse.
-Dime, ¿cómo es que alguien como tú sale sola a dar un paseo y no del brazo de un apuesto caballero? -por qué, no lo entendía, debía tener pretendientes al menos, era demasiado bella y grácil como para pasar desapercibida.
Como ella, él estaba hastiado de la normalidad y si ella, con sus años mortales lo estaba, qué calvario el de él después de los siglos. Rió en señal de comprensión y empatía.
Ya se imaginaba una propuesta así, y no le importaba, no sabía mentir bien, pero dar verdades a medias era más fácil, no se sentía bien al mentirle a alguien con quien quería ser completamente sincero pero creía que ahora, esa noche, no era el momento de decirle lo que era, ya lo aclararían después.
-Me parece justo -respondió-, creo que será nuestra perturbación mental la que nos permitirá responder mejor -bromeó.
La miró sentarse en la acera como lo hace un niño, y ante la invitación no dudo un segundo, se sentó a su lado descansando los brazos en sus rodillas flexionadas, quién los viera pensaría que de verdad estaban locos, ella con aquel abrigo más grande que su figura y él vistiendo con tanta elegancia sentado en plena calle como un vagabundo.
Escuchó con atención, pues en su mente comenzaba a maquinar las respuestas que fueran verdad y mentira al mismo tiempo, convertir los siglos en años y los años en horas. La advertencia de sinceridad le produjo cierta culpa, pero se repitió que luego aclararía con ella lo que tuviera que aclarar.
-Veamos... -suspiró-, ¿hace cuanto? -hizo expresión de estar haciendo cuentas, pero era una actuación, no le iba a decir que hace más de 200 años-, hace 2 años más o menos -respondió -viajo porque busco conocimiento, y éste no va a llegar a mi por arte de magia -claro, cómo iba a creer en la magia, era como creer en vampiros, se dijo mentalmente con ironía, aunque la respuesta era la verdad absoluta y luego rió -sí -dijo entre risas-, bueno, no platicar largo y tendido con personas que me topo en la calle, eso es algo que pocos logran -le guiñó un ojo-, sino locuras, me aburro con facilidad y busco salir de la norma siempre que puedo.
Ahora era su turno de preguntar y ya tenía clara cuál sería esa pregunta, desde hacía un par de minutos quería preguntárselo. Sería un tema sensible, tal vez, pero debía arriesgarse.
-Dime, ¿cómo es que alguien como tú sale sola a dar un paseo y no del brazo de un apuesto caballero? -por qué, no lo entendía, debía tener pretendientes al menos, era demasiado bella y grácil como para pasar desapercibida.
Invitado- Invitado
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-¿Solo dos años? – Cuestionó intrigada – pensé que debía ser más tiempo… - No lo comentó en voz alta pero en su mente se pregunto para que necesitaría él un “guía” si una ciudad no cambiaba de manera radical en solo dos años. Y no es que le molestara, si él quería ella podría guiarle por su propia ciudad natal, de seguro algo se inventaría
Su siguiente pregunta la dejó un poco más conforme y con la tercera no pudo evitar reír con él. Ese era el punto crucial en la cuestión: el aburrimiento. - ¿Debo suponer que eso fue un alago? – le pregunto maliciosamente – Pues, al menos para mí, esta es la primera vez que me ocurre algo tan particular. – sus labios permanecías levemente curvados mientras le escuchaba.
Su expresión cambio radicalmente al escuchar la pregunta de él. – Estoy en compañía de un apuesto caballero – replicó antes de lanzar un suspiro – Supongo que no tengo derecho a tomar evasivas, al fin y al cabo yo coloque las reglas – Sonrió débilmente mientras sus manos iniciaban un movimiento evidentemente nervioso. Tomó aire, miró en derredor y cruzo sus piernas en flor de loto.
En realidad no era gran cosa pero aún así era difícil para ella hablar del tema. Siendo sinceros, y haciendo una recapitulación sobre su viaje desde Italia, estaba casi segura de que nunca había hablado del asunto con nadie. Comentarios vagos sí, pero lo que en realidad había sucedido no.
Aunque la pregunta de Daniil no estaba direccionada de manera específica, si abría la brecha para que otras preguntas surgieran las cuales los llevarían infaliblemente al mismo sitio.
-Este es un tema un poco difícil para mí, pero tienes mi palabra de que hablare con la verdad y eso es lo que voy a hacer- acomodó su cabello mientras pensaba la mejor manera de responder – De hecho la respuesta es muy sencilla – río un poco por lo bajo – tan simple como que estoy sola en Paris y, en el tiempo que he permanecido acá desde mi arribo de Italia no he sentido especial interés en relacionarme nuevamente… más bien me he enclaustrado de alguna manera, tratando quizás de protegerme… no lo sé… - Suspiro una vez más mientras sus ojos bailaban sobre las tenues luces de la calle – Creo que necesitaba un tiempo para recuperarme y no hay mejor compañía para esta tarea que la soledad.
Había otra razón oculta profundamente en su mirada, el temor. Tenía tenido tanto miedo de ser lastimada otra vez que se había encapsulado en su propio mundo, ignorando y espantando a todos aquellos que intentaron aproximarse con intensiones serias o formales.
-Y ahora mi turno, y tendrás que disculparme si no soy un poco más original pero ¿Qué hace un caballero guapo y elegante caminando solo por las calles de Paris sin una mujer de las mismas cualidades acompañándole?-
Su siguiente pregunta la dejó un poco más conforme y con la tercera no pudo evitar reír con él. Ese era el punto crucial en la cuestión: el aburrimiento. - ¿Debo suponer que eso fue un alago? – le pregunto maliciosamente – Pues, al menos para mí, esta es la primera vez que me ocurre algo tan particular. – sus labios permanecías levemente curvados mientras le escuchaba.
Su expresión cambio radicalmente al escuchar la pregunta de él. – Estoy en compañía de un apuesto caballero – replicó antes de lanzar un suspiro – Supongo que no tengo derecho a tomar evasivas, al fin y al cabo yo coloque las reglas – Sonrió débilmente mientras sus manos iniciaban un movimiento evidentemente nervioso. Tomó aire, miró en derredor y cruzo sus piernas en flor de loto.
En realidad no era gran cosa pero aún así era difícil para ella hablar del tema. Siendo sinceros, y haciendo una recapitulación sobre su viaje desde Italia, estaba casi segura de que nunca había hablado del asunto con nadie. Comentarios vagos sí, pero lo que en realidad había sucedido no.
Aunque la pregunta de Daniil no estaba direccionada de manera específica, si abría la brecha para que otras preguntas surgieran las cuales los llevarían infaliblemente al mismo sitio.
-Este es un tema un poco difícil para mí, pero tienes mi palabra de que hablare con la verdad y eso es lo que voy a hacer- acomodó su cabello mientras pensaba la mejor manera de responder – De hecho la respuesta es muy sencilla – río un poco por lo bajo – tan simple como que estoy sola en Paris y, en el tiempo que he permanecido acá desde mi arribo de Italia no he sentido especial interés en relacionarme nuevamente… más bien me he enclaustrado de alguna manera, tratando quizás de protegerme… no lo sé… - Suspiro una vez más mientras sus ojos bailaban sobre las tenues luces de la calle – Creo que necesitaba un tiempo para recuperarme y no hay mejor compañía para esta tarea que la soledad.
Había otra razón oculta profundamente en su mirada, el temor. Tenía tenido tanto miedo de ser lastimada otra vez que se había encapsulado en su propio mundo, ignorando y espantando a todos aquellos que intentaron aproximarse con intensiones serias o formales.
-Y ahora mi turno, y tendrás que disculparme si no soy un poco más original pero ¿Qué hace un caballero guapo y elegante caminando solo por las calles de Paris sin una mujer de las mismas cualidades acompañándole?-
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Ignoró el comentario sobre su última vez en París, no quería ahondar en el asunto, era complicado. Sabía que mucha gente, no sólo en esa ciudad sino en el mundo sabían de la existencia de seres como él, pero también había muchos que lo ignoraban completamente, ¿cuál sería el caso de Antha?, no quería tentar a su suerte y hacer suposiciones.
-Es un halago -asintió-, y entonces es un honor para mi ser el primero.
Rió cuando se refirió a él como "apuesto caballero", ella bien sabía a qué se referia. Se puso nerviosa y Daniil no podía decir que estaba sorprendido, una mujer como ella no anda sola por ahí nada más porque sí, y como lo supuso desde el primer momento que la vio con expresión azorada y luego con el comentario de la porcelana, tenía una historia que contar, no iba a presionar pero quería averiguarla a su tiempo, sabía ser paciente.
-¡Ah! -dijo con exageración-, ¿entonces debo suponer que se trata del síndrome del corazón roto? -le dijo mientras la miraba a los ojos para infundirle confianza, no quería que lo tachara de entrometido o psicópata, era una curiosidad sincera.
-Definitivamente la soledad ayuda, pero llega un momento en que comienza a pesar -esta vez miraba a la nada y hablaba con experiencia de su lado. El mismo tuvo un punto de quiebre en el que su corazón le pidió que ya no más, que ya no podría resistir un golpe más y tomo aquella desición, pero cada vez con más frecuencia se preguntaba si era lo correcto, y su única respuesta era que siendo lo que era, siendo un vampiro tal vez no era lo correcto pero sí lo mejor-. A veces hay que volverse a aventar al vacío para ver que hay del otro lado, pero también hay que saberse preparados para volverlo a intenar -si no lo intentaba, nunca sabría qué le deparaba el futuro y el amor, pero tampoco era de la idea de hacerlo con el corazón aún roto, pues se pueden cometer muchas tonterías.
-Gracias por lo de guapo y elegante -bromeó-, bueno... -carraspeó, tenían un trato y debía cumplirlo-, he sido un fracaso en cuanto a las relaciones sentimentales se refiere, así que un día simplemente me harté y mandé todo al demonio, estuve comprometido dos veces y en ambas... bueno... -tragó saliva -no me fue bien -por decir lo menos.
Era su turno, tal vez debía alejarse de aquel tema tan sensible, la relaciones humanas siempre lo eran.
-Todas las mujeres que conozco... y son muchas -la miró con ojos de broma -desean ser madres, ¿qué hay de ti? -fue su pregunta, sin saber que de un bache hondo había caído en uno peor.
-Es un halago -asintió-, y entonces es un honor para mi ser el primero.
Rió cuando se refirió a él como "apuesto caballero", ella bien sabía a qué se referia. Se puso nerviosa y Daniil no podía decir que estaba sorprendido, una mujer como ella no anda sola por ahí nada más porque sí, y como lo supuso desde el primer momento que la vio con expresión azorada y luego con el comentario de la porcelana, tenía una historia que contar, no iba a presionar pero quería averiguarla a su tiempo, sabía ser paciente.
-¡Ah! -dijo con exageración-, ¿entonces debo suponer que se trata del síndrome del corazón roto? -le dijo mientras la miraba a los ojos para infundirle confianza, no quería que lo tachara de entrometido o psicópata, era una curiosidad sincera.
-Definitivamente la soledad ayuda, pero llega un momento en que comienza a pesar -esta vez miraba a la nada y hablaba con experiencia de su lado. El mismo tuvo un punto de quiebre en el que su corazón le pidió que ya no más, que ya no podría resistir un golpe más y tomo aquella desición, pero cada vez con más frecuencia se preguntaba si era lo correcto, y su única respuesta era que siendo lo que era, siendo un vampiro tal vez no era lo correcto pero sí lo mejor-. A veces hay que volverse a aventar al vacío para ver que hay del otro lado, pero también hay que saberse preparados para volverlo a intenar -si no lo intentaba, nunca sabría qué le deparaba el futuro y el amor, pero tampoco era de la idea de hacerlo con el corazón aún roto, pues se pueden cometer muchas tonterías.
-Gracias por lo de guapo y elegante -bromeó-, bueno... -carraspeó, tenían un trato y debía cumplirlo-, he sido un fracaso en cuanto a las relaciones sentimentales se refiere, así que un día simplemente me harté y mandé todo al demonio, estuve comprometido dos veces y en ambas... bueno... -tragó saliva -no me fue bien -por decir lo menos.
Era su turno, tal vez debía alejarse de aquel tema tan sensible, la relaciones humanas siempre lo eran.
-Todas las mujeres que conozco... y son muchas -la miró con ojos de broma -desean ser madres, ¿qué hay de ti? -fue su pregunta, sin saber que de un bache hondo había caído en uno peor.
Última edición por Daniil Stravinsky el Miér Abr 27, 2011 12:51 am, editado 1 vez
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-¿Me pareció oír hablar a un medico? – se burló – Que diagnostico más extremo, “el síndrome de corazón roto” - continuó con una risita devolviéndole la profunda e inquisitiva mirada – Sin embargo yo prefiero verle el lado poético… solo digamos que una partida dibujo una fina línea sobre mi corazón – sus manos se movieron como si tuviese un pincel y dibujara una línea imaginaria entre sus pechos - Luego, una pérdida, seguida de muchos desengaños, la ahondaron hasta el punto que, de vez en cuando, siento una gran grieta justo aquí… - Apoyó la mano en el pecho – Pero aún así prefiero creer que no está arruinado del todo, que de alguna manera conseguiré sanarlo lo suficiente como para que pueda seguir adelante – Hizo un mohín y luego soltó la risa – trascendental, te lo advertí!
Asintió con la cabeza. La razón le comprendía, incluso también lo hacia su propio sentir, pues después de tanto tiempo sola empezaba asentirse gastada y sin propósito. Y si, para ella era mucho tiempo pues había que tener en cuenta que antes de su tragedia personal era la estrella más brillante en su propio universo.
-Y estar preparado también para un nuevo golpe – Complementó mordiéndose ligeramente el labio inferior – Pero alguien me decía hace un tiempo que sin riesgos no hay diversión. El problema es encontrar las agallas para asumirlos, junto con las consecuencias - Esa era la parte que menos le agradaba.
Escucho con renovada curiosidad y atención la respuesta que él le ofrecía y rió con ganas al enterarse que mandó todo al demonio. Era una excelente definición sobre lo que había que hacer cuando el cansancio superaba las fuerzas y era una expresión, que en definitiva, podía adoptar como propia.
Los ojos de la chica se abrieron de asombro al enterarse de los dos fallidos intentos de matrimonio de Daniil. Algo le decía que sus fracasos no se referían solo a esas dos veces y por un segundo se pregunto cómo podía tener una historia que sería típica de un anciano y no de un hombre en la plenitud de su vida, pero entonces recordó su propia historia y de pronto ya no fue tan descabellado… después de todo bastan algunos meses para construir un sin fin de anécdotas. No hizo ningún comentario al respecto pero ya tenía preparadas en su cabeza un par de inquietudes que seguro haría un poco más adelante.
Antha se quedo petrificada al escuchar su siguiente pregunta. Sus ojos se congelaron, al igual que todos los músculos de su cuerpo, incluso su respiración. Solo un súbito temblor en los labios indicaba que aún continuaba allí. Permaneció en esta poco natural posición algunos segundos antes de que su propio tórax se expandiera obligándola a introducir oxigeno a su torrente sanguíneo.
Abrió la boca, la cerró, la abrió de nuevo y tomó aire, todo esto con la mirada en los ojos de Daniil pero sin verle en realidad. –Yo… - empezó a decir antes de que una lágrima traicionera y solitaria resbalase por su mejilla. La húmeda sensación la ayudo a salir del aturdimiento momentáneo. Con un gesto de disgusto se limpio la mejilla con el dorso de la mano. No le gustaba llorar y menos en público.
Inclinando la cabeza hacia adelante, y ocultando su rostro entre la suelta cabellera, se regalo unos minutos de silencio para retomar el control de sus emociones. “El pasado es pasado… déjalo estar” se reprendió mentalmente antes de levantar nuevamente la mirada y retirar la cascada de cabello hacia su espalda.
-Perdón, ha sido un lapsus- Se disculpó pero, aunque de sus ojos no brotaron mas lagrimas, sus labios mantenían aquel ligero temblor que traicionaba cualquier intento por aparentar tranquilidad. Intentó continuar con la conversación pero el inesperado nudo que se había instalado en su garganta se lo impidió.
Asintió con la cabeza. La razón le comprendía, incluso también lo hacia su propio sentir, pues después de tanto tiempo sola empezaba asentirse gastada y sin propósito. Y si, para ella era mucho tiempo pues había que tener en cuenta que antes de su tragedia personal era la estrella más brillante en su propio universo.
-Y estar preparado también para un nuevo golpe – Complementó mordiéndose ligeramente el labio inferior – Pero alguien me decía hace un tiempo que sin riesgos no hay diversión. El problema es encontrar las agallas para asumirlos, junto con las consecuencias - Esa era la parte que menos le agradaba.
Escucho con renovada curiosidad y atención la respuesta que él le ofrecía y rió con ganas al enterarse que mandó todo al demonio. Era una excelente definición sobre lo que había que hacer cuando el cansancio superaba las fuerzas y era una expresión, que en definitiva, podía adoptar como propia.
Los ojos de la chica se abrieron de asombro al enterarse de los dos fallidos intentos de matrimonio de Daniil. Algo le decía que sus fracasos no se referían solo a esas dos veces y por un segundo se pregunto cómo podía tener una historia que sería típica de un anciano y no de un hombre en la plenitud de su vida, pero entonces recordó su propia historia y de pronto ya no fue tan descabellado… después de todo bastan algunos meses para construir un sin fin de anécdotas. No hizo ningún comentario al respecto pero ya tenía preparadas en su cabeza un par de inquietudes que seguro haría un poco más adelante.
Antha se quedo petrificada al escuchar su siguiente pregunta. Sus ojos se congelaron, al igual que todos los músculos de su cuerpo, incluso su respiración. Solo un súbito temblor en los labios indicaba que aún continuaba allí. Permaneció en esta poco natural posición algunos segundos antes de que su propio tórax se expandiera obligándola a introducir oxigeno a su torrente sanguíneo.
Abrió la boca, la cerró, la abrió de nuevo y tomó aire, todo esto con la mirada en los ojos de Daniil pero sin verle en realidad. –Yo… - empezó a decir antes de que una lágrima traicionera y solitaria resbalase por su mejilla. La húmeda sensación la ayudo a salir del aturdimiento momentáneo. Con un gesto de disgusto se limpio la mejilla con el dorso de la mano. No le gustaba llorar y menos en público.
Inclinando la cabeza hacia adelante, y ocultando su rostro entre la suelta cabellera, se regalo unos minutos de silencio para retomar el control de sus emociones. “El pasado es pasado… déjalo estar” se reprendió mentalmente antes de levantar nuevamente la mirada y retirar la cascada de cabello hacia su espalda.
-Perdón, ha sido un lapsus- Se disculpó pero, aunque de sus ojos no brotaron mas lagrimas, sus labios mantenían aquel ligero temblor que traicionaba cualquier intento por aparentar tranquilidad. Intentó continuar con la conversación pero el inesperado nudo que se había instalado en su garganta se lo impidió.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Rió ante lo trágico que de hecho había sonado su diagnóstico. Tal síndrome existía como tal, alguien mal herido en el amor comienza a crear síntomas psicosomáticos que van desde alucinaciones hasta debilidad cardíaca, pero ese no era el tema.
Él sabía bien que esas grietas de las que Antha hablaba no se iban, él lo había tratado de hacer, tratado de desaparecerlas por años y comprendió que nada que hiciera, que el consuelo en otras personas o la indiferencia, nada en absoluta las hacía irse, sólo se podía aprender a vivir con ellas, contar la historia personal por medio de cicatrices y nada más. Sin embargo le gustó su visión de la situación, una metáfora adecuada.
-Tal parece que esta noche ambos lo estamos -trascendentales, pues al hablar el uno con el otro recapitulaban sus vidas, distintas y aún así había puntos que los unían. Pensaba que todos en ese mundo, sin importar raza u origen, tenían historias similares, a lo mejor era pesimista de su parte pero era la pérdida lo que unía a todos.
-A veces no entendemos esa emoción de momento, nos parece que todo lo malo nos pasa, pero cuando miras hacía atrás... te puede sacar una carcajada -cuando suceden las cosas muchas veces no las entendemos, culpamos a la deidad de nuestra preferencia, pero luego vemos que fueron esos años de sufrimiento los que sirvieron más, los que enseñaron lecciones más valiosas. ¿Años felices?, claro, son bienvenidos, pero son un completo desperdicio, no se aprende nada, ni contienen las memorias más notables.
Tras su pregunta notó de inmediato el cambio en Antha y de haber podido se hubiese pateado a si mismo, no quería esa reacción y se sintió terriblemente culpable. Frunció el ceño mientras la miraba a los ojos, sabía que aunque ella tuviera su vista fija en él en realidad estaba mirando a la nada y recordando cualquier cosa que la hubiese puesto así. Un segundo tardó Daniil en reaccionar, el segundo mismo que tomó a la lágrima rodar por la mejilla de ella.
Cuando ella ocultó su rostro entre su largo cabello él la tomó del hombro con suavidad.
-No respondas -le dijo-, cambiaré mi pregunta -su expresión era esa que en el pasado le había acarreado éxito con el sexo opuesto, de niño bueno, del que te puede salvar, el arquetipo de héroe de cuento infantil. No lo hacía apropósito, ese era él, ese era su actuar cotidiano.
Quería abrazarla pero no sabía que tan correcto sería, pues él había provocado la situación. Esperó su reacción antes de realizar la nueva pregunta por la que estaba dispuesto a canjearle la anterior.
Él sabía bien que esas grietas de las que Antha hablaba no se iban, él lo había tratado de hacer, tratado de desaparecerlas por años y comprendió que nada que hiciera, que el consuelo en otras personas o la indiferencia, nada en absoluta las hacía irse, sólo se podía aprender a vivir con ellas, contar la historia personal por medio de cicatrices y nada más. Sin embargo le gustó su visión de la situación, una metáfora adecuada.
-Tal parece que esta noche ambos lo estamos -trascendentales, pues al hablar el uno con el otro recapitulaban sus vidas, distintas y aún así había puntos que los unían. Pensaba que todos en ese mundo, sin importar raza u origen, tenían historias similares, a lo mejor era pesimista de su parte pero era la pérdida lo que unía a todos.
-A veces no entendemos esa emoción de momento, nos parece que todo lo malo nos pasa, pero cuando miras hacía atrás... te puede sacar una carcajada -cuando suceden las cosas muchas veces no las entendemos, culpamos a la deidad de nuestra preferencia, pero luego vemos que fueron esos años de sufrimiento los que sirvieron más, los que enseñaron lecciones más valiosas. ¿Años felices?, claro, son bienvenidos, pero son un completo desperdicio, no se aprende nada, ni contienen las memorias más notables.
Tras su pregunta notó de inmediato el cambio en Antha y de haber podido se hubiese pateado a si mismo, no quería esa reacción y se sintió terriblemente culpable. Frunció el ceño mientras la miraba a los ojos, sabía que aunque ella tuviera su vista fija en él en realidad estaba mirando a la nada y recordando cualquier cosa que la hubiese puesto así. Un segundo tardó Daniil en reaccionar, el segundo mismo que tomó a la lágrima rodar por la mejilla de ella.
Cuando ella ocultó su rostro entre su largo cabello él la tomó del hombro con suavidad.
-No respondas -le dijo-, cambiaré mi pregunta -su expresión era esa que en el pasado le había acarreado éxito con el sexo opuesto, de niño bueno, del que te puede salvar, el arquetipo de héroe de cuento infantil. No lo hacía apropósito, ese era él, ese era su actuar cotidiano.
Quería abrazarla pero no sabía que tan correcto sería, pues él había provocado la situación. Esperó su reacción antes de realizar la nueva pregunta por la que estaba dispuesto a canjearle la anterior.
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
La suave presión de la mano de él sobre su hombro le resulto reconfortante a un nivel que realmente no llegaba a comprender, al fin y al cabo no hacia ni un día que lo conocía. -¿Siempre eres tan dulce y condescendiente? – le preguntó conmovida con la sensibilidad y comprensión que impregnaban la propuesta de no presionarla a responder y de cambiar la pregunta.
Tragó con dificultad y se aclaró ligeramente la garganta. No podía negar que era muy tentador aceptar dejar el tema a un lado, pero ya había demostrado más debilidad de la que deseaba y lo último que necesitaba era flagelar su propio ego sabiéndose por un lado falta de fuerzas y por otro incumpliendo un trato.
-No, la respuesta es no. Ya no lo deseo – contesto tratando de sonar firme y decidida – Y gracias por sugerir cambiar la pregunta. Y perdón por mi pobre y patético comportamiento- Permaneció pensativa por algunos segundos y a continuación, aprovechando la posición en la que se encontraba el brazo de Daniil producto del toque de su mano en su hombro, se dejó deslizar de manera que terminó recostando la cabeza contra el hombro de él sin mostrar mayor importancia a lo atrevido que pudiese resultar el movimiento.
-No tengo la más remota idea de porque pero algo me dice que puedo confiar en ti – Sentenció con un hilito de voz antes de retomar la respuesta – Desde niña, al igual que todas las mujeres del país podría asegurar, soñaba con el momento en que tuviese a mi propio bebe, incluso, ya crecida ideaba nombres novedosos en compañía de mis amigas. – Soltó una risa un poco floja – Y ahora que lo pienso en realidad eran espantosos. En fin, si lo deseaba, pero no había manera de que mis sueños se aproximaran siquiera a lo poderosa de la situación cuando la vives carne propia… o parte de ella – Corrigió después de meditarlo - Cuando es una realidad, cuando sientes ese otro ser creciendo en tu interior y viviendo gracias a ti, el sentimiento crece y se convierte en algo infinitamente más intenso e indescriptible. Es una especie de… urgencia, se transforma en el aire que respiras – la emoción marcaba cada una de las palabras que pronunciaba mientras una mano se dirigía como con vida propia hacia su vientre.
-Era mi mayor anhelo – continuó – poder otorgarle una vida larga y placentera al ser que habitaba dentro de mí. No sabes cuantas veces me encontraba a mi misma divagando sobre sostenerlo y alimentarlo - soltó un suspiro de añoranza– Pero no fui digna. No pude protegerlo – Su mirada se encontraba nuevamente perdida mientras la mano que reposaba sobre su vientre iniciaba un suave y rítmico movimiento de fricción – Y lo que más me mortifica es que fuera su propio abuelo el causante de su muerte – Dio un respingo al escuchar aquellas palabras que nunca habían abandonado su boca pero que si daban y daban vueltas en su cabeza.
Tragó con dificultad y se aclaró ligeramente la garganta. No podía negar que era muy tentador aceptar dejar el tema a un lado, pero ya había demostrado más debilidad de la que deseaba y lo último que necesitaba era flagelar su propio ego sabiéndose por un lado falta de fuerzas y por otro incumpliendo un trato.
-No, la respuesta es no. Ya no lo deseo – contesto tratando de sonar firme y decidida – Y gracias por sugerir cambiar la pregunta. Y perdón por mi pobre y patético comportamiento- Permaneció pensativa por algunos segundos y a continuación, aprovechando la posición en la que se encontraba el brazo de Daniil producto del toque de su mano en su hombro, se dejó deslizar de manera que terminó recostando la cabeza contra el hombro de él sin mostrar mayor importancia a lo atrevido que pudiese resultar el movimiento.
-No tengo la más remota idea de porque pero algo me dice que puedo confiar en ti – Sentenció con un hilito de voz antes de retomar la respuesta – Desde niña, al igual que todas las mujeres del país podría asegurar, soñaba con el momento en que tuviese a mi propio bebe, incluso, ya crecida ideaba nombres novedosos en compañía de mis amigas. – Soltó una risa un poco floja – Y ahora que lo pienso en realidad eran espantosos. En fin, si lo deseaba, pero no había manera de que mis sueños se aproximaran siquiera a lo poderosa de la situación cuando la vives carne propia… o parte de ella – Corrigió después de meditarlo - Cuando es una realidad, cuando sientes ese otro ser creciendo en tu interior y viviendo gracias a ti, el sentimiento crece y se convierte en algo infinitamente más intenso e indescriptible. Es una especie de… urgencia, se transforma en el aire que respiras – la emoción marcaba cada una de las palabras que pronunciaba mientras una mano se dirigía como con vida propia hacia su vientre.
-Era mi mayor anhelo – continuó – poder otorgarle una vida larga y placentera al ser que habitaba dentro de mí. No sabes cuantas veces me encontraba a mi misma divagando sobre sostenerlo y alimentarlo - soltó un suspiro de añoranza– Pero no fui digna. No pude protegerlo – Su mirada se encontraba nuevamente perdida mientras la mano que reposaba sobre su vientre iniciaba un suave y rítmico movimiento de fricción – Y lo que más me mortifica es que fuera su propio abuelo el causante de su muerte – Dio un respingo al escuchar aquellas palabras que nunca habían abandonado su boca pero que si daban y daban vueltas en su cabeza.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Se encogió de hombros ante su pregunta, sólo estaba seguro de una cosa, así como se estaba comportando con ella, así era siempre, no sabía si era dulce o condescendiente, aunque con anterioridad ya había sido sugerido. Estaba punto de decirle que exageraba cuando sintió su cabeza sobre su hombro y decidió callar para sólo abrazarla.
-No hay nada que perdonarte -fue sincero, ¿qué le iba a perdonar?, ¿un comportamiento perfectamente humano?.
Se sintió halagado al escuchar que confiaba en él, era una habilidad suya ganarse la confianza de la gente, tal vez la había desarrollado como herramienta para ejercer como médico, o era algo que tenía como don. La dejo entonces continuar ante la declinación de una segunda pregunta.
Escuchó con atención, al principio era emoción al oír como había de hecho añorado ser madre, como cualquier mujer que sueña con ese día, tratando de buscar nombres para el hijo nonato, visualizando con sería su vida con un niño a su cuidado, pero luego tal sensación desapareció cunado se dio cuenta que en Antha no había sido solo un sueño, había sido una realidad que se vio truncada.
Guardó silencio mientras ella terminaba pero pensó en lo terrible que todo eso sonaba y de hecho era. Un hijo sin un padre es un huérfano, pero una madre sin un hijo es nada. No podía imaginarse el dolor y el desconsuelo, en todos sus años vividos no había tenido que soportar algo remotamente parecido y no le parecía justo que una mujer como esa que tenía a su lado hubiera tenido que hacerlo, sobreponerse a un dolor así. Para rematar aquel relato de dolencia estaba el hecho que el padre de Antha había sido quien había provocado que ella se quedara sin su vástago. Daniil tenía mil preguntas pero se las iba a guardar, ya tenía suficiente como haber sido el causante de aquel momento en una velada que pintaba perfecta.
Podía decirle cuánto sentía escuchar aquello, o que en él desde ese día iba a tener a alguien dispuesto a escuchar, podía decirle miles de cosas y ninguna le parecía adecuada, ninguna iba a ayudar a que su desconsuelo fuese menor. No podía hacer nada, y aunque no era su obligación hacer algo, sentía que era su deber.
Abrazada como la tenía, por los hombros, sólo pudo reafirmar el agarre para hacerla sentir acompañada.
-Te admiro -finalmente soltó, la admiraba por su fuerza, por seguir en este mundo, por sonreírle aún a la vida, recordó cuántos años tuvieron que pasar a la muerte de su familia para que él se sobrepusiera, no era tan fuerte como Antha, por eso la admiraba-. No todos pueden tener una historia como la tuya y sobrevivir.
El dolor también mata, su propio dolor lo había matado.
-No hay nada que perdonarte -fue sincero, ¿qué le iba a perdonar?, ¿un comportamiento perfectamente humano?.
Se sintió halagado al escuchar que confiaba en él, era una habilidad suya ganarse la confianza de la gente, tal vez la había desarrollado como herramienta para ejercer como médico, o era algo que tenía como don. La dejo entonces continuar ante la declinación de una segunda pregunta.
Escuchó con atención, al principio era emoción al oír como había de hecho añorado ser madre, como cualquier mujer que sueña con ese día, tratando de buscar nombres para el hijo nonato, visualizando con sería su vida con un niño a su cuidado, pero luego tal sensación desapareció cunado se dio cuenta que en Antha no había sido solo un sueño, había sido una realidad que se vio truncada.
Guardó silencio mientras ella terminaba pero pensó en lo terrible que todo eso sonaba y de hecho era. Un hijo sin un padre es un huérfano, pero una madre sin un hijo es nada. No podía imaginarse el dolor y el desconsuelo, en todos sus años vividos no había tenido que soportar algo remotamente parecido y no le parecía justo que una mujer como esa que tenía a su lado hubiera tenido que hacerlo, sobreponerse a un dolor así. Para rematar aquel relato de dolencia estaba el hecho que el padre de Antha había sido quien había provocado que ella se quedara sin su vástago. Daniil tenía mil preguntas pero se las iba a guardar, ya tenía suficiente como haber sido el causante de aquel momento en una velada que pintaba perfecta.
Podía decirle cuánto sentía escuchar aquello, o que en él desde ese día iba a tener a alguien dispuesto a escuchar, podía decirle miles de cosas y ninguna le parecía adecuada, ninguna iba a ayudar a que su desconsuelo fuese menor. No podía hacer nada, y aunque no era su obligación hacer algo, sentía que era su deber.
Abrazada como la tenía, por los hombros, sólo pudo reafirmar el agarre para hacerla sentir acompañada.
-Te admiro -finalmente soltó, la admiraba por su fuerza, por seguir en este mundo, por sonreírle aún a la vida, recordó cuántos años tuvieron que pasar a la muerte de su familia para que él se sobrepusiera, no era tan fuerte como Antha, por eso la admiraba-. No todos pueden tener una historia como la tuya y sobrevivir.
El dolor también mata, su propio dolor lo había matado.
Invitado- Invitado
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Sobrevivir - repitió – es justo lo que he estado haciendo, vagando como una suerte de zombi – su voz sonaba mucho más clara y fuerte, al parecer había logrado superar el momento álgido sin lanzarse a llorar como una tonta – Y eso nos trae de nuevo a algo que habíamos mencionado hace un rato: simplemente me aburrí de ver pasar la vida y no permitirme vivirla– declaro sin más.
Se sentía cómoda e incluso protegida. Tal vez fuese porque lo sentía más como un gesto de aprecio y comprensión que como uno de lastima. –No quiero terminar mis días sintiéndome desdichada y haciendo desdichados a todos los que me rodean – concluyó antes de levantar la cabeza, cuidando de no desencajarse de su abrazo, para luego mirarle con un brillo renovado en los ojos.
-Oye! Eres un buen paño de lagrimas… me escuchaste sin chistar y encima no parece que tengas ganas de salir huyendo de esta loca depresiva. – Bromeó con los labios ligeramente curvados hacia arriba – Un hombre excepcional, y me atrevo encima a asegurar que debes de ser un buen a acompañante de día de compras –Con estas palabras estaba intentado aligerar el ambiente que unos minutos atras había sido tan festivo y placentero.
No podía decir que su sentimiento de admiración la complaciera pues estaba segura de que si él la hubiese conocido algunos meses atrás opinaría completamente diferente. Un escalofrió la recorrió al pensar en su actuar, en la manera como se había comportado con las buenas personas que habían intentado tenderle la mano. Todas y cada una de ellas la debían de calificar como una arpía y esa era otra de las razones por la cual había decidido quitarse de encima el velo de frialdad y amargura.
-Entonces… siendo mi turno, y presintiendo que los dos deseamos pasar el tema, cuéntame ¿Cuál ha sido la experiencia más extraña que has presenciado en tu profesión? Porque no me cabe duda en que debes de haber visto cientos de cosas curiosas, bueno, además de “muchas” mujeres que se tomen la molestia de confesarte su deseo por engendrar – esta vez consiguió hacer emerger una sonrisa completa y sincera.
Se sentía cómoda e incluso protegida. Tal vez fuese porque lo sentía más como un gesto de aprecio y comprensión que como uno de lastima. –No quiero terminar mis días sintiéndome desdichada y haciendo desdichados a todos los que me rodean – concluyó antes de levantar la cabeza, cuidando de no desencajarse de su abrazo, para luego mirarle con un brillo renovado en los ojos.
-Oye! Eres un buen paño de lagrimas… me escuchaste sin chistar y encima no parece que tengas ganas de salir huyendo de esta loca depresiva. – Bromeó con los labios ligeramente curvados hacia arriba – Un hombre excepcional, y me atrevo encima a asegurar que debes de ser un buen a acompañante de día de compras –Con estas palabras estaba intentado aligerar el ambiente que unos minutos atras había sido tan festivo y placentero.
No podía decir que su sentimiento de admiración la complaciera pues estaba segura de que si él la hubiese conocido algunos meses atrás opinaría completamente diferente. Un escalofrió la recorrió al pensar en su actuar, en la manera como se había comportado con las buenas personas que habían intentado tenderle la mano. Todas y cada una de ellas la debían de calificar como una arpía y esa era otra de las razones por la cual había decidido quitarse de encima el velo de frialdad y amargura.
-Entonces… siendo mi turno, y presintiendo que los dos deseamos pasar el tema, cuéntame ¿Cuál ha sido la experiencia más extraña que has presenciado en tu profesión? Porque no me cabe duda en que debes de haber visto cientos de cosas curiosas, bueno, además de “muchas” mujeres que se tomen la molestia de confesarte su deseo por engendrar – esta vez consiguió hacer emerger una sonrisa completa y sincera.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Sus palabras tenían razón, porque él se había sentido así también en algún momento, cuando no encontraba motivos para seguir, cuando la venganza era lo único que tenía en mente y comenzó una senda autodestructiva que acabó con lo que era ahora, que acabó el momento en el que aceptó ser convertido, por eso aunque no podía comparar su dolor con el de Antha, pues ambos eran diferentes, podía entender algo, se identificaba de algún modo.
-¡Hey!, si no me espanté antes de tu locura no voy a hacerlo ahora -bromeó, y luego se puso algo nervioso ante la mención de "un día de compras", no podía prometerle compañía diurna-, cuando quieras -sin embargo dijo, ya pensaría en cómo cambiar el día por una noche, aunque ésta resultara más sórdida la mayoría de las veces-, aunque no prometo dar una opinión certera -complementó recordando que varias veces le habían dicho que gusto para vestir era cuestionable, pero eso no le quitaba las ganas de volver a salir con la mujer que estaba ahora a su lado. Qué noche, no sólo habían reído y disfrutado, no sólo ambos habían dado muestra de su falta de cordura, también habían surgido cosas no tan felices pero se alegraba de despertar en ella esa confianza.
Su sonrisa que poco a poco regresaba a su rostro, y la voz que una vez más cobraba fuerza fueron buenos indicios, sonrió de lado al verla recuperada de aquel lapso.
-Oh, vaya, es una pregunta interesante -lo pensó muy bien, había visto muchas cosas a lo largo de los años-, he visto cosas realmente feas, y malformaciones asquerosas -apuntó -pero un caso especialmente ha llamado mi atención, yo viajaba por la bahía de Bengala cuando una familia oriunda me contactó al saber que estaba yo por allá, su hijo tenía 20 años pero lucía como de 5, envejecía muy lentamente, aparentaba un cuarto de su edad real, era ciego, no hablaba y tenía ligero retraso mental -eso había sido un par de cientos de años atrás y seguía siendo el caso más fascinante que tenía hasta la fecha-, no pude decirles nunca que era lo que tenía su hijo, me puse a investigar y había sólo un par de casos similares documentados en el resto del mundo, es una enfermedad que ni nombre tiene por lo rara que es... esa debe ser la experiencia más extraña como médico que he tenido, conocer a ese joven.
Y lo frustraba hasta cierto punto no haber podido resolver un caso tan peculiar, confiaba con que la medicina, conforme avanzara, pudiera tener respuestas para ese tipo de enfermedades, seguramente el joven y su familia habían muerto muchos años atrás, pero como él vendrían más con esa y otras enfermedades tan raras que la ciencia ni siquiera se tomaba la molestia de nombrarlas.
-Creo que es mi turno -por extraño que pareciera, Daniil aún no soltaba a Antha y no pensaba hacerlo a menos que ella se mostrara incómoda-. ¿Qué ciudad en la que nunca has estado es la que deseas conocer más, y por qué? -habían dicho ambos que amaban viajar, ahora quería averiguar eso, siempre existía ese sitio que por una razón u otra nunca se había podido visitar, para él era el Nuevo Mundo, se preguntaba cuál sería para Antha.
-¡Hey!, si no me espanté antes de tu locura no voy a hacerlo ahora -bromeó, y luego se puso algo nervioso ante la mención de "un día de compras", no podía prometerle compañía diurna-, cuando quieras -sin embargo dijo, ya pensaría en cómo cambiar el día por una noche, aunque ésta resultara más sórdida la mayoría de las veces-, aunque no prometo dar una opinión certera -complementó recordando que varias veces le habían dicho que gusto para vestir era cuestionable, pero eso no le quitaba las ganas de volver a salir con la mujer que estaba ahora a su lado. Qué noche, no sólo habían reído y disfrutado, no sólo ambos habían dado muestra de su falta de cordura, también habían surgido cosas no tan felices pero se alegraba de despertar en ella esa confianza.
Su sonrisa que poco a poco regresaba a su rostro, y la voz que una vez más cobraba fuerza fueron buenos indicios, sonrió de lado al verla recuperada de aquel lapso.
-Oh, vaya, es una pregunta interesante -lo pensó muy bien, había visto muchas cosas a lo largo de los años-, he visto cosas realmente feas, y malformaciones asquerosas -apuntó -pero un caso especialmente ha llamado mi atención, yo viajaba por la bahía de Bengala cuando una familia oriunda me contactó al saber que estaba yo por allá, su hijo tenía 20 años pero lucía como de 5, envejecía muy lentamente, aparentaba un cuarto de su edad real, era ciego, no hablaba y tenía ligero retraso mental -eso había sido un par de cientos de años atrás y seguía siendo el caso más fascinante que tenía hasta la fecha-, no pude decirles nunca que era lo que tenía su hijo, me puse a investigar y había sólo un par de casos similares documentados en el resto del mundo, es una enfermedad que ni nombre tiene por lo rara que es... esa debe ser la experiencia más extraña como médico que he tenido, conocer a ese joven.
Y lo frustraba hasta cierto punto no haber podido resolver un caso tan peculiar, confiaba con que la medicina, conforme avanzara, pudiera tener respuestas para ese tipo de enfermedades, seguramente el joven y su familia habían muerto muchos años atrás, pero como él vendrían más con esa y otras enfermedades tan raras que la ciencia ni siquiera se tomaba la molestia de nombrarlas.
-Creo que es mi turno -por extraño que pareciera, Daniil aún no soltaba a Antha y no pensaba hacerlo a menos que ella se mostrara incómoda-. ¿Qué ciudad en la que nunca has estado es la que deseas conocer más, y por qué? -habían dicho ambos que amaban viajar, ahora quería averiguar eso, siempre existía ese sitio que por una razón u otra nunca se había podido visitar, para él era el Nuevo Mundo, se preguntaba cuál sería para Antha.
- No me inventé la enfermedad, je::
- Caso Real
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Eso sonó como otro trato – el tono utilizado tenía un tinte de pregunta aunque en realidad no fuese sentenciado de esa manera. Las compras eran uno de sus grandes placeres (era una chica después de todo) y le encantó la idea de poder compartir ese gusto con Daniil. Y debía además aprovechar el que él no fuese completamente consciente de lo que implicaba el compromiso ya que, si lo supiese, habría de seguro rechazado la invitación, pues ella era una de esas mujeres que sentía la obligación de probarse todo el local antes de decidirse por alguna prenda.
-No te angusties, en cuestión de gustos no puede existir una opinión certera. Además, es un ejercicio que me ayudara a conocerte mejor – Y realmente lo creía. Los gustos de una persona, sean musicales, artísticos, decorativos o de cualquier otro tipo, pueden ayudar a guiar sobre la personalidad de la misma, además de permitir encontrar puntos de afinidad para explotar.
Frunció un poco el ceño cuando su imaginación generó una serie de imágenes desagradables de deformidades. Se estremeció un poco pensando en el valor que se requería para seguir la profesión que Daniil había escogido, y no solo por lo que se tuviera que ver o no ver, sino por la entereza necesaria para no olvidar que fuese lo que fuese que tuviere enfrente, seguía siendo un ser humano y debía tratarse con respeto y dignidad.
-Bahía de Bengala – se quedó pensativa por algunos segundos - ¿África? –preguntó con timidez, pues su geografía no se encontraba en el mejor de los estados.
El caso que le comentaba le pareció escalofriante, debe ser muy difícil para un padre saber que su hijo estará indefenso por el resto de su vida – Hay algo que me intriga, y espero sepas disculpar mi ignorancia al respecto pero, ¿eso quiere decir que aquel joven podría vivir cuatro veces más que un ser humano normal? Hablando hipotéticamente y teniendo en cuenta las limitaciones que nombraste, claro… ¿Supiste que pasó con él? – preguntó curiosa.
Movió su cabeza de manera afirmativa aunque su estomago se retorció un poco al pensar en cual podría ser la pregunta a contestar. –Esa es fácil y no necesito pensarlo mucho: me encantaría viajar a Egipto…a el Cairo – contestó rápidamente – Oh! Y navegar por el Nilo – continuó emocionándose – Siempre me han gustado los ríos… bueno, y el agua en general. Además me seducen los lugares cargados de historia. Me la imagino como una especie de isla antigua, saturada de sabiduría e historia, perdida en medio de un mar de arena. Es como un misterio por ser descubierto, su cultura, su comida, sus Dioses y creencias. Me encantaría visitar las tumbas faraónicas y ver de cerca aquellas momias ancestrales! – Se sonrojo un poco, avergonzada por la intensidad de sus palabras.
-Y dime, ¿No se molesta tu familia porque te ausentes durante tanto tiempo en todos tus viajes?
-No te angusties, en cuestión de gustos no puede existir una opinión certera. Además, es un ejercicio que me ayudara a conocerte mejor – Y realmente lo creía. Los gustos de una persona, sean musicales, artísticos, decorativos o de cualquier otro tipo, pueden ayudar a guiar sobre la personalidad de la misma, además de permitir encontrar puntos de afinidad para explotar.
Frunció un poco el ceño cuando su imaginación generó una serie de imágenes desagradables de deformidades. Se estremeció un poco pensando en el valor que se requería para seguir la profesión que Daniil había escogido, y no solo por lo que se tuviera que ver o no ver, sino por la entereza necesaria para no olvidar que fuese lo que fuese que tuviere enfrente, seguía siendo un ser humano y debía tratarse con respeto y dignidad.
-Bahía de Bengala – se quedó pensativa por algunos segundos - ¿África? –preguntó con timidez, pues su geografía no se encontraba en el mejor de los estados.
El caso que le comentaba le pareció escalofriante, debe ser muy difícil para un padre saber que su hijo estará indefenso por el resto de su vida – Hay algo que me intriga, y espero sepas disculpar mi ignorancia al respecto pero, ¿eso quiere decir que aquel joven podría vivir cuatro veces más que un ser humano normal? Hablando hipotéticamente y teniendo en cuenta las limitaciones que nombraste, claro… ¿Supiste que pasó con él? – preguntó curiosa.
Movió su cabeza de manera afirmativa aunque su estomago se retorció un poco al pensar en cual podría ser la pregunta a contestar. –Esa es fácil y no necesito pensarlo mucho: me encantaría viajar a Egipto…a el Cairo – contestó rápidamente – Oh! Y navegar por el Nilo – continuó emocionándose – Siempre me han gustado los ríos… bueno, y el agua en general. Además me seducen los lugares cargados de historia. Me la imagino como una especie de isla antigua, saturada de sabiduría e historia, perdida en medio de un mar de arena. Es como un misterio por ser descubierto, su cultura, su comida, sus Dioses y creencias. Me encantaría visitar las tumbas faraónicas y ver de cerca aquellas momias ancestrales! – Se sonrojo un poco, avergonzada por la intensidad de sus palabras.
-Y dime, ¿No se molesta tu familia porque te ausentes durante tanto tiempo en todos tus viajes?
- Spoiler:
- Lo supuse XD
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Asintió riendo ligeramente, era un trato, otro que hacía esa noche con Antha, se preguntaba cuántos terminaría haciendo. Miró el cielo mientras la escuchaba decirle que no importaba lo certero de su opinión, que lo único importante era conocerse más, quería calcular con el movimiento celeste cuánto faltaba para el amanecer, no era algo en lo que se especializara (saber el movimiento de los astros), pero había leído una centena de libros al respecto, seguro de algo habían servido.
-Entonces tienes otro trato conmigo -confirmó, regresando su vista en dirección a su acompañante,
Quien los viera ahí sentados, él pasando su brazo por sus hombros para abrazarla y en medio de la calle con tal despreocupación pensaría que eran viejos conocidos, que no se habían visto por primera vez esa noche. Pero así eran las cosas, las que más le gustaban a Daniil, sin planearse.
-Asia -corrigió cuando ella apenas había acabado de terminar su pregunta. Luego se puso a pensar en ese joven y su familia, en lo que había sido de ellos, la pregunta que le había hecho era totalmente comprensible-, el desgaste de sus órganos no era menor porque simplemente él no creciera, incluso era mayor porque había una especie de caos interno que se tenía que ajustar a su extraño metabolismo, lo último que supe fue que murió de causas naturales a los 60 años... reales, no los que aparentaba -rectificó-, algo joven aunque era una buena edad, lo curioso es que murió aparentando unos 15 años -rió con un dejo de amargura más para sí mismo que para su acompañante, recordando su propio caso, sus eternos 40 años. Se quedó así, absorto por unos segundos hasta que salió de sus pensamientos al escuchar la voz de Antha.
Escucharla hablar con tanta pasión lo ponía de buenas, y pensó en que algún día, si los tratos que estaban firmando esa noche se cumplían y se volvían a ver, tal vez llevarla a ese sitio que ella quería conocer, pues el tenía los medios y las ganas, desde luego.
-Egipto -suspiró-, es bello, estuve ahí hace un par de años -en donde años se traducía a siglos-, todo lo que dices es cierto, es fascinante, saber que tantas cosas sucedieron ahí de algún modo es abrumador -recordó la ocasión que se plantó por primera vez frente a las pirámides y con todo y su inmortalidad se había sentido diminuto-. Lo que has visto en libros e ilustraciones no se compara a lo real, pero lo verás con tus propios ojos algún día, estoy seguro.
La miró sonrojarse y eso lo divirtió un poco, cosa que duró segundos pues la pregunta que ella había lanzado lo atacó desprevenido, y su corazón que ya no latía y que estaba muerto en su pecho murió otro poco más si eso era posible.
-¿Mi familia? -preguntó como un tonto, sí, eso le habían preguntado, ¿por qué tenía que repetir como perico que es lo único que sabe hacer?, tragó grueso y evitó a toda costa la mirada de Antha-, mi familia... -"di algo idiota", se dijo mentalmente-. Ellos... murieron -y al decir aquello era como volver a revivirlo-, estoy solo -era estúpido si se detenía a pensarlo, había estado solo por más de 400 años y aún le pesaba en lo más profundo de su alma, aún los recuerdos lo golpeaban de frente hasta dejarlo sangrando, aún se sentía solo como el día en que todo había pasado. Era un pobre diablo que aún extrañaba a "mami", a "papi" y a su "hermanita"; era patético, ni más, ni menos.
-Entonces tienes otro trato conmigo -confirmó, regresando su vista en dirección a su acompañante,
Quien los viera ahí sentados, él pasando su brazo por sus hombros para abrazarla y en medio de la calle con tal despreocupación pensaría que eran viejos conocidos, que no se habían visto por primera vez esa noche. Pero así eran las cosas, las que más le gustaban a Daniil, sin planearse.
-Asia -corrigió cuando ella apenas había acabado de terminar su pregunta. Luego se puso a pensar en ese joven y su familia, en lo que había sido de ellos, la pregunta que le había hecho era totalmente comprensible-, el desgaste de sus órganos no era menor porque simplemente él no creciera, incluso era mayor porque había una especie de caos interno que se tenía que ajustar a su extraño metabolismo, lo último que supe fue que murió de causas naturales a los 60 años... reales, no los que aparentaba -rectificó-, algo joven aunque era una buena edad, lo curioso es que murió aparentando unos 15 años -rió con un dejo de amargura más para sí mismo que para su acompañante, recordando su propio caso, sus eternos 40 años. Se quedó así, absorto por unos segundos hasta que salió de sus pensamientos al escuchar la voz de Antha.
Escucharla hablar con tanta pasión lo ponía de buenas, y pensó en que algún día, si los tratos que estaban firmando esa noche se cumplían y se volvían a ver, tal vez llevarla a ese sitio que ella quería conocer, pues el tenía los medios y las ganas, desde luego.
-Egipto -suspiró-, es bello, estuve ahí hace un par de años -en donde años se traducía a siglos-, todo lo que dices es cierto, es fascinante, saber que tantas cosas sucedieron ahí de algún modo es abrumador -recordó la ocasión que se plantó por primera vez frente a las pirámides y con todo y su inmortalidad se había sentido diminuto-. Lo que has visto en libros e ilustraciones no se compara a lo real, pero lo verás con tus propios ojos algún día, estoy seguro.
La miró sonrojarse y eso lo divirtió un poco, cosa que duró segundos pues la pregunta que ella había lanzado lo atacó desprevenido, y su corazón que ya no latía y que estaba muerto en su pecho murió otro poco más si eso era posible.
-¿Mi familia? -preguntó como un tonto, sí, eso le habían preguntado, ¿por qué tenía que repetir como perico que es lo único que sabe hacer?, tragó grueso y evitó a toda costa la mirada de Antha-, mi familia... -"di algo idiota", se dijo mentalmente-. Ellos... murieron -y al decir aquello era como volver a revivirlo-, estoy solo -era estúpido si se detenía a pensarlo, había estado solo por más de 400 años y aún le pesaba en lo más profundo de su alma, aún los recuerdos lo golpeaban de frente hasta dejarlo sangrando, aún se sentía solo como el día en que todo había pasado. Era un pobre diablo que aún extrañaba a "mami", a "papi" y a su "hermanita"; era patético, ni más, ni menos.
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Supongo que no debería asombrarme en hecho de que también conozcas Egipto – sentenció con un dejo de diversión – pero no te voy a mentir… estoy impresionada – Y era verdad, no podía imaginar cómo sería conocer tantos lugares todos tan diferentes y, algo le decía, que lo que él le había contado hasta el momento no era sino la punta del iceberg.
Al momento de que él repitiera el foco de su pregunta, ella se dio cuenta que había cometido un error. Sin estar muy segura de que hacer le observo esforzarse por dar una respuesta y, cuando esta finalmente llego, Antha maldijo mentalmente por la suerte de los dos y estuvo a punto de decirle que le comprendía y le acompañaba en su dolor pero alcanzo a contenerse.
Su familia aún vivía, y tenía que admitir que este hecho la reconfortaba en muchos niveles. Su padre había sido muy enfático el día de su expulsión de que ya no la consideraría nunca más su hija, que había sacrificado su familia por… bueno… mejor no recordar lo que no es estrictamente necesario. Pero el punto es que sabía que algún día por la razón que fuese, si quisiera verlos o hablar con ellos podría ingeniárselas. No, ella no podía comprender en realidad el dolor de Daniil y se reusaba a manifestar aquellas comunes palabras solo por cortesía.
-Que par de personajes somos – finalmente articulo acercándose un poco más a su cuerpo y tomando la mano que colgaba sobre su hombro entre la suya propia… “tan frío” pensó de nuevo antes de articular – Lamento haberte remontado a sucesos dolorosos, no tenía idea, y al parecer tu y yo tenemos una implacable facilidad de cuestionar sobre lo más difícil – La curiosidad innata en ella la presionaba a inquirir sobre el destino de la familia de Daniil, pero no iba a cometer semejante imprudencia después de la condescendencia con que él la había tratado frente a su propia tragedia.
Intento esbozar una sonrisa – Pero supongo que no tenemos por qué estar solos de ahora en más – propuso con un tanto de timidez esperando tal vez haber encontrado un alma similar a la suya con la cual compartir no solo momentos de felicidad y locura, sino también tener a alguien con quien contar, alguien en quien pensar y que su recuerdo evitara tener que articular aquellas odiosas palabras: “estoy sola”.
Al momento de que él repitiera el foco de su pregunta, ella se dio cuenta que había cometido un error. Sin estar muy segura de que hacer le observo esforzarse por dar una respuesta y, cuando esta finalmente llego, Antha maldijo mentalmente por la suerte de los dos y estuvo a punto de decirle que le comprendía y le acompañaba en su dolor pero alcanzo a contenerse.
Su familia aún vivía, y tenía que admitir que este hecho la reconfortaba en muchos niveles. Su padre había sido muy enfático el día de su expulsión de que ya no la consideraría nunca más su hija, que había sacrificado su familia por… bueno… mejor no recordar lo que no es estrictamente necesario. Pero el punto es que sabía que algún día por la razón que fuese, si quisiera verlos o hablar con ellos podría ingeniárselas. No, ella no podía comprender en realidad el dolor de Daniil y se reusaba a manifestar aquellas comunes palabras solo por cortesía.
-Que par de personajes somos – finalmente articulo acercándose un poco más a su cuerpo y tomando la mano que colgaba sobre su hombro entre la suya propia… “tan frío” pensó de nuevo antes de articular – Lamento haberte remontado a sucesos dolorosos, no tenía idea, y al parecer tu y yo tenemos una implacable facilidad de cuestionar sobre lo más difícil – La curiosidad innata en ella la presionaba a inquirir sobre el destino de la familia de Daniil, pero no iba a cometer semejante imprudencia después de la condescendencia con que él la había tratado frente a su propia tragedia.
Intento esbozar una sonrisa – Pero supongo que no tenemos por qué estar solos de ahora en más – propuso con un tanto de timidez esperando tal vez haber encontrado un alma similar a la suya con la cual compartir no solo momentos de felicidad y locura, sino también tener a alguien con quien contar, alguien en quien pensar y que su recuerdo evitara tener que articular aquellas odiosas palabras: “estoy sola”.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-No, no... -trató de sobreponerse, respiró profundamente un par de veces-, es muy tonto, fue hace tanto, debería de haberme sobrepuesto ya -pero la verdad era que no, que no lo había superado. Si tan sólo hubiesen muerto por el ciclo natural de la vida y él siguiera vivo por su condición de vampiro, pero había sido al revés, habían muerto siendo él un mortal y se había convertido en lo que era por buscar a los responsables.
Otro par de segundos evitó la mirada de Antha, ¿llorar?, no lo consideraba pues tanto tiempo después el ejercicio de las lágrimas le parecía tan inútil ya, pero aún así no quería que lo viera tan desarmado, tan vulnerable.
Regresó de sus pensamientos cuando sintió su mano cálida sobre su fría piel, qué pensaría ella de su temperatura corporal, que se sentía como un muerto seguramente, porque lo estaba. Pero había muerto antes de convertirse en vampiro, había sido asesinado junto a su familia a pesar de no haber estado presente. Sacudió la cabeza tratando de no pensar más en eso.
-Está bien -dio un respingo-, tenemos un trato y como tal debía cumplirlo, no importando la naturaleza de la pregunta -trató de sonreír como lo había estado haciendo pero falló estrepitosamente-. Son los temas delicados los más interesantes -sin embargo era verdad lo que acababa de decir, tal vez por eso el desatino de ambos en tocar temas tan sensibles en sus vidas.
Apretó la mano que ella le había brindado.
-Me alegra que pienses así -por fin la volvía a mirar a los ojos-, creo que podemos hacernos compañía -esta vez su sonrisa salió con éxito, pensando en sus palabras, en ese tratado implícito sobre la soledad en el que dos personas que deambulan solas por el mundo inevitablemente han de encontrarse-. Creo que es mi turno -de preguntar; había pasado ya su lapso de niño sentimentaloide y puso expresión de estar pensando, entornando los ojos y frunciendo la boca.
-Dime, ¿has amado alguna vez? -esperaba que no fuera una pregunta difícil que trajera recuerdos otra vez, sabía que había estado embarazada, pero de ahí a amar al padre de ese hijo que no nació era distinto. Mucha gente se enamoraba, incluso lo hacían con cierta facilidad, poca gente llegaba a amar de verdad.
Otro par de segundos evitó la mirada de Antha, ¿llorar?, no lo consideraba pues tanto tiempo después el ejercicio de las lágrimas le parecía tan inútil ya, pero aún así no quería que lo viera tan desarmado, tan vulnerable.
Regresó de sus pensamientos cuando sintió su mano cálida sobre su fría piel, qué pensaría ella de su temperatura corporal, que se sentía como un muerto seguramente, porque lo estaba. Pero había muerto antes de convertirse en vampiro, había sido asesinado junto a su familia a pesar de no haber estado presente. Sacudió la cabeza tratando de no pensar más en eso.
-Está bien -dio un respingo-, tenemos un trato y como tal debía cumplirlo, no importando la naturaleza de la pregunta -trató de sonreír como lo había estado haciendo pero falló estrepitosamente-. Son los temas delicados los más interesantes -sin embargo era verdad lo que acababa de decir, tal vez por eso el desatino de ambos en tocar temas tan sensibles en sus vidas.
Apretó la mano que ella le había brindado.
-Me alegra que pienses así -por fin la volvía a mirar a los ojos-, creo que podemos hacernos compañía -esta vez su sonrisa salió con éxito, pensando en sus palabras, en ese tratado implícito sobre la soledad en el que dos personas que deambulan solas por el mundo inevitablemente han de encontrarse-. Creo que es mi turno -de preguntar; había pasado ya su lapso de niño sentimentaloide y puso expresión de estar pensando, entornando los ojos y frunciendo la boca.
-Dime, ¿has amado alguna vez? -esperaba que no fuera una pregunta difícil que trajera recuerdos otra vez, sabía que había estado embarazada, pero de ahí a amar al padre de ese hijo que no nació era distinto. Mucha gente se enamoraba, incluso lo hacían con cierta facilidad, poca gente llegaba a amar de verdad.
Última edición por Daniil Stravinsky el Dom Mayo 01, 2011 7:36 pm, editado 1 vez
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Y los polémicos… - complemento haciendo referencia a su comentario de los temas delicados. Aunque siempre había considerado que polemizar era mucho más entretenido si se realizaba con una persona con la cual no exista el mejor de los tratos.
La embargó un extraño sentimiento de satisfacción cuando el apretó su mano. ¿Cómo podía alguien pesar que el destino no existía? ¿Cómo podría ser casualidad que se hubiesen encontrado de la manera como lo hicieron? ¿Quién podría imaginarse que en una noche, sin nada de particular, podría encontrarse en la calle con un desconocido que tuviera una línea de pensamientos y sentimientos similares?
Ella correspondió con su propio apretón y brindándole una mirada brillante cargada de alegría y esperanza. – No podría estar más de acuerdo… extraño – bromeó correspondiendo su sonrisa. Se alegraba especialmente por el hecho de que él se viera un poco mejor, superando el dolor que la pregunta le pudo haber causado. Inclinó ligeramente la cabeza dándole a entender que esperaba su pregunta.
Antha se quedo mirándolo por un segundo y después rompió a reír. Definitivamente no había errado con su sentencia. Parecía que estuvieran jugando a ver quien atinaba con más fuerza y precisión al corazón del otro.
-Pues – comenzó una vez el ataque de risa se lo permitió – debo contestarte que en realidad no lo sé – rió de nuevo, una risa irónica – Hubo un hombre al que quise con locura por quien arriesgue y perdí todo. Ahora mismo tal vez podría decirte que lo amaba pero no estaría siendo completamente honesta, pues sin haber vivido otra experiencia similar no podría comparar la intensidad de mis sentimientos – En una época pensó que lo amaba, ahora ya no estaba tan segura. Tal vez esa respuesta habría sido mucho más sencilla pero no le gustaban las respuestas simples.
La noche, cada vez mas quieta, avanzaba sin pausa, y ahora que lo pensaba, hacia bastante ya que no veía ningún transeúnte pasar cerca y mirarlos de manera desaprobatoria.
En un gestó bastante osado, estiro su mano libre y rozó con la punta de los dedos, primero la mejilla y luego parte del cuello de Daniil. –Estas helado, debería devolverte el abrigo… por un rato – aclaró pues no pretendía quedarse sin su excusa principal para volver a buscarle.
-Mi siguiente pregunta es…charancharan – canturreó mientras sus ojos se movían hacia arriba pensando – ahh ¿Cuál es tu tipo de mujer? ¿Qué es lo que buscas?
La embargó un extraño sentimiento de satisfacción cuando el apretó su mano. ¿Cómo podía alguien pesar que el destino no existía? ¿Cómo podría ser casualidad que se hubiesen encontrado de la manera como lo hicieron? ¿Quién podría imaginarse que en una noche, sin nada de particular, podría encontrarse en la calle con un desconocido que tuviera una línea de pensamientos y sentimientos similares?
Ella correspondió con su propio apretón y brindándole una mirada brillante cargada de alegría y esperanza. – No podría estar más de acuerdo… extraño – bromeó correspondiendo su sonrisa. Se alegraba especialmente por el hecho de que él se viera un poco mejor, superando el dolor que la pregunta le pudo haber causado. Inclinó ligeramente la cabeza dándole a entender que esperaba su pregunta.
Antha se quedo mirándolo por un segundo y después rompió a reír. Definitivamente no había errado con su sentencia. Parecía que estuvieran jugando a ver quien atinaba con más fuerza y precisión al corazón del otro.
-Pues – comenzó una vez el ataque de risa se lo permitió – debo contestarte que en realidad no lo sé – rió de nuevo, una risa irónica – Hubo un hombre al que quise con locura por quien arriesgue y perdí todo. Ahora mismo tal vez podría decirte que lo amaba pero no estaría siendo completamente honesta, pues sin haber vivido otra experiencia similar no podría comparar la intensidad de mis sentimientos – En una época pensó que lo amaba, ahora ya no estaba tan segura. Tal vez esa respuesta habría sido mucho más sencilla pero no le gustaban las respuestas simples.
La noche, cada vez mas quieta, avanzaba sin pausa, y ahora que lo pensaba, hacia bastante ya que no veía ningún transeúnte pasar cerca y mirarlos de manera desaprobatoria.
En un gestó bastante osado, estiro su mano libre y rozó con la punta de los dedos, primero la mejilla y luego parte del cuello de Daniil. –Estas helado, debería devolverte el abrigo… por un rato – aclaró pues no pretendía quedarse sin su excusa principal para volver a buscarle.
-Mi siguiente pregunta es…charancharan – canturreó mientras sus ojos se movían hacia arriba pensando – ahh ¿Cuál es tu tipo de mujer? ¿Qué es lo que buscas?
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Tenía razón, la polémica resultaba interesante siempre y cuando la contra parte estuviera dispuesta a escuchar. Creía, sin embargo que más que polémica, esa noche con Antha había una conexión, una que lo había tomado desprevenido pero que se alegraba que una noche sin encanto, sin ningún indicio que fuese a ser especial, se convirtiera en una velada tan espléndida. La sencillez de todo era el perfecto marco para esa noche, sentados en la calle siendo completamente sinceros, sin ningún lujo y sin ninguna pretensión.
Sonrió cuando fue llamado "extraño", pues eso eran dos extraños haciéndose compañía en una noche como cualquier otra.
-Me alegra... extraña -le regresó el extraño cumplido. Quién decía que dos personas cuyas historias eran tan distantes no podían encontrarse y entenderse, historias que no sólo eran lejanas geográficamente, sino en tiempo también. El destino suele ser un arma de doble filo cuando se posa toda la fe en él, pero cuando se le deja hacer su trabajo lo hace bien, como esa noche.
La escuchó responder y se alegró de escuchar una respuesta como esa, no esperaba otra cosa viniendo de una mujer tan inteligente, el amor era un juego engañoso y si le hubiera respondido que sí, y que más de una vez se hubiera decepcionado, pues fácilmente se confunde admiración, respeto, atracción o deseo con amor. Daniil no era de la idea que sólo había un amor para el resto de una vida, por lo mismo que Antha había dicho, si no se tienen más experiencias con cual comparar o cuantificar qué se puede saber en realidad, sólo el recuerdo de una experiencia y la incertidumbre de pensar si había sido o no amor.
Rió con nerviosismo al sentirla tocando su rostro y cuello, con esa expresión de ingenuidad que nadie le creería si dijera su verdadera edad.
-Estoy bien -dijo con timidez-, es normal que esté así de frío -respondió aún cohibido por el contacto sin pensar mucho en su respuesta -no te preocupes por mi -miró a un lado y luego al otro y la calle estaba desierta, se preguntó si ella no tendría que llegar a su hogar y él sólo la estaba entreteniendo, aunque era obvio que ella también estaba disfrutando de la charla, estaba a punto de proponerle llevarla a su casa cuando la miró con ese gesto divertido tratando de pensar en su siguiente pregunta.
Alzó ambas cejas divertido por la pregunta.
-Esa es una pregunta difícil -se quedó pensativo, había amado un par de veces y ambas mujeres habían sido muy distintas, luego había estado con la duquesa que lo había convertido y aunque ahí no hubo amor desde luego que hubo atracción, y esa mujer si que era peculiar, luego repasó todas las mujeres con las que había estado y no encontró patrón alguno, excepto tal vez una cosa-, me gustan los acertijos, y me gustan las mujeres que lo sean, un reto, algo que tengo que descifrar -se encogió de hombros-, podría decirte que sean afines a mi, y todo eso, pero creo que principalmente me gusta que las envuelva un misterio que me invite a resolverlo -era una respuesta extraña pero no encontró otra forma de expresarlo.
-Dime... -como el caballero que era sentía la imperiosa necesidad de preguntar-, ¿quieres ir a tu casa ya?, no quiero entretenerte o desvelarte -tampoco quería ser mal interpretado, no era que ya se hubiese aburrido, sino que estaba realmente preocupado por la hora y que ella anduviera fuera de su casa.
Sonrió cuando fue llamado "extraño", pues eso eran dos extraños haciéndose compañía en una noche como cualquier otra.
-Me alegra... extraña -le regresó el extraño cumplido. Quién decía que dos personas cuyas historias eran tan distantes no podían encontrarse y entenderse, historias que no sólo eran lejanas geográficamente, sino en tiempo también. El destino suele ser un arma de doble filo cuando se posa toda la fe en él, pero cuando se le deja hacer su trabajo lo hace bien, como esa noche.
La escuchó responder y se alegró de escuchar una respuesta como esa, no esperaba otra cosa viniendo de una mujer tan inteligente, el amor era un juego engañoso y si le hubiera respondido que sí, y que más de una vez se hubiera decepcionado, pues fácilmente se confunde admiración, respeto, atracción o deseo con amor. Daniil no era de la idea que sólo había un amor para el resto de una vida, por lo mismo que Antha había dicho, si no se tienen más experiencias con cual comparar o cuantificar qué se puede saber en realidad, sólo el recuerdo de una experiencia y la incertidumbre de pensar si había sido o no amor.
Rió con nerviosismo al sentirla tocando su rostro y cuello, con esa expresión de ingenuidad que nadie le creería si dijera su verdadera edad.
-Estoy bien -dijo con timidez-, es normal que esté así de frío -respondió aún cohibido por el contacto sin pensar mucho en su respuesta -no te preocupes por mi -miró a un lado y luego al otro y la calle estaba desierta, se preguntó si ella no tendría que llegar a su hogar y él sólo la estaba entreteniendo, aunque era obvio que ella también estaba disfrutando de la charla, estaba a punto de proponerle llevarla a su casa cuando la miró con ese gesto divertido tratando de pensar en su siguiente pregunta.
Alzó ambas cejas divertido por la pregunta.
-Esa es una pregunta difícil -se quedó pensativo, había amado un par de veces y ambas mujeres habían sido muy distintas, luego había estado con la duquesa que lo había convertido y aunque ahí no hubo amor desde luego que hubo atracción, y esa mujer si que era peculiar, luego repasó todas las mujeres con las que había estado y no encontró patrón alguno, excepto tal vez una cosa-, me gustan los acertijos, y me gustan las mujeres que lo sean, un reto, algo que tengo que descifrar -se encogió de hombros-, podría decirte que sean afines a mi, y todo eso, pero creo que principalmente me gusta que las envuelva un misterio que me invite a resolverlo -era una respuesta extraña pero no encontró otra forma de expresarlo.
-Dime... -como el caballero que era sentía la imperiosa necesidad de preguntar-, ¿quieres ir a tu casa ya?, no quiero entretenerte o desvelarte -tampoco quería ser mal interpretado, no era que ya se hubiese aburrido, sino que estaba realmente preocupado por la hora y que ella anduviera fuera de su casa.
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Se sintió encantada por el comportamiento de Daniil. No tenía idea que un hombre de su edad pudiese sentirse inquieto y tímido ante un toque tan inocente. O tal vez se debiera a que nunca había estado en una situación similar y casi todas las relaciones de amistas, y algunas otras, las había mantenido con jóvenes que para estas alturas ya se abrían abalanzado sobre ella. -Estoy empezando a creer que lo anormal es estar tibio… ósea yo – bromeó retirando la mano que había estado en contacto con la fría piel del hombre y sin hacer ningún tipo de comentario o aclaración al respecto.
Antha sonrió satisfecha mientras él pensaba la respuesta que le daría, lo último que deseaba era ser una compañía aburrida y pesada. En el pasado se había comportado de esa manera apropósito, cuando contaba con las comodidades de su familia lo hacía para alejar aquellas personas que no le eran gratas, y, cuando quedo sola, lo hacía para que el estado de soledad se perpetuara y no dar ningún tipo de aliento de acercamiento a nadie.
-Y me hace muy feliz el escucharlo, pues me gustan las respuestas pensadas, elaboradas, y reales – confesó haciendo referencia a los pensamientos que la habían abordado no hacía mucho – pero tu respuesta me invita a preguntar algo más, y lamento salirme del esquema que hemos seguido tan juiciosamente, pero ¿Y qué ocurre cuando el misterios es revelado? – Le miró con autentica curiosidad pues temía que la respuesta les llevara nuevamente al punto crucial de sus similitudes: el aburrimiento.
Esperó con ansiedad el turno de Daniil así que fue inevitable que pusiera una cara de tonta al oírle la siguiente pregunta -¿Perdón? – soltó con un tono ligeramente indignado y soltando la mano que había sostenido hasta ese momento. Su propio genio estaba haciendo una rápida aparición pensando que él ya se había aburrido de estar a la intemperie con ella. “Tal vez podría ser un poco más honesto” pensó airada y estaba preparándose para soltar esas mismas palabras cuando recordó la manera como había observado la calle algunos segundos atrás, evidentemente él también se había percatado de la soledad en la que se encontraban.
“Bien, cálmate, todo está bien… averigua primero y explota después” pensó mientras tomaba aire “¡Tal vez solo este preocupado por la hora!” - ¿Estas preocupado por la hora? – Las palabras salieron de inmediato no bien fueron pensadas – Porque si hay alguna otra razón para que desees deshacerte ya de mi te agradecería que me la dijeras directamente – Su semblante mostraba una mezcla entre tristeza, resignación y furia.
Antha sonrió satisfecha mientras él pensaba la respuesta que le daría, lo último que deseaba era ser una compañía aburrida y pesada. En el pasado se había comportado de esa manera apropósito, cuando contaba con las comodidades de su familia lo hacía para alejar aquellas personas que no le eran gratas, y, cuando quedo sola, lo hacía para que el estado de soledad se perpetuara y no dar ningún tipo de aliento de acercamiento a nadie.
-Y me hace muy feliz el escucharlo, pues me gustan las respuestas pensadas, elaboradas, y reales – confesó haciendo referencia a los pensamientos que la habían abordado no hacía mucho – pero tu respuesta me invita a preguntar algo más, y lamento salirme del esquema que hemos seguido tan juiciosamente, pero ¿Y qué ocurre cuando el misterios es revelado? – Le miró con autentica curiosidad pues temía que la respuesta les llevara nuevamente al punto crucial de sus similitudes: el aburrimiento.
Esperó con ansiedad el turno de Daniil así que fue inevitable que pusiera una cara de tonta al oírle la siguiente pregunta -¿Perdón? – soltó con un tono ligeramente indignado y soltando la mano que había sostenido hasta ese momento. Su propio genio estaba haciendo una rápida aparición pensando que él ya se había aburrido de estar a la intemperie con ella. “Tal vez podría ser un poco más honesto” pensó airada y estaba preparándose para soltar esas mismas palabras cuando recordó la manera como había observado la calle algunos segundos atrás, evidentemente él también se había percatado de la soledad en la que se encontraban.
“Bien, cálmate, todo está bien… averigua primero y explota después” pensó mientras tomaba aire “¡Tal vez solo este preocupado por la hora!” - ¿Estas preocupado por la hora? – Las palabras salieron de inmediato no bien fueron pensadas – Porque si hay alguna otra razón para que desees deshacerte ya de mi te agradecería que me la dijeras directamente – Su semblante mostraba una mezcla entre tristeza, resignación y furia.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Iba a responder la pregunta que sobrevino a su respuesta, la cuál era totalmente válida considerando la naturaleza de su contestación, era algo que no se había planteado pero que era respondida de facto en su mente. Qué pasaba cuando el misterio era revelado, ahí radicaba todo el encanto. Pero antes de responder la sintió soltarle la mano ante el atrevimiento que él se había tomado de sugerirle retirarse a descansar.
-Sí... bueno... -trató de arreglar un poco las cosas, no quería que una noche como esa se viera arruinada por una imprudencia suya-, es tarde y saliste de tu casa pensando en regresar a cierta hora -lo supuso, porque la gente hacía eso, salía de sus hogares y tenían en mente retornar una cierta cantidad de tiempo después-. Por mi podríamos estar toda la noche en este mismo sitio diciendo la cantidad de locuras que tu quieras -sonrió algo taimado -pero debes descansar -él no lo necesitaba -,no te preocupes, a la hora que tú quieras yo mismo te acompañaré hasta la puerta de tu casa para comprobar que llegas sana y salva, claro... si me lo permites -conforme había dicho eso sus palabras recobraban fuerza y esperaba que no tomara aquello como una temeridad innecesaria.
No se movió de su lugar para darle a entender que no era que estuviera aburrido, sino que se preocupaba por ella, pues él no tendría nada que temer hasta el amanecer, pero ella era un mujer que había salido sola de su casa y había corrido con la fortuna de encontrarlo a él y no a un loco que quisiera hacerle daño.
No hizo el intento de volverle a tomar la mano, porque no quería parecer invasivo, aunque extrañó el contacto.
-Respecto a tu pregunta -cambió el tema y regresó a lo que los tenía ahí charlando por horas-, eso es lo que lo hace interesante, encontrar esa persona que nunca deje de ser un enigma, que nunca deje de fascinar, tal vez es imposible -alzó ambas cejas en señal del descubrimiento que acababa de hacer: tal vez era imposible -pero quien sabe, alguien debe conseguir maravillarme cada día.
Se quedó pensando en lo que había dicho, eran cuestionamientos que nunca se había hecho a sí mismo y toda esa conversación le ayudaba a conocer partes de él que desconocía a la vez que conocía a una persona tan atrayente como Antha.
-Y ahora me toca a mi ser el falto de originalidad -la miró esperando que el percance previo no hubiese cambiado nada-, ¿cuál es tu tipo de hombre?, ¿qué buscas en esa persona especial?
-Sí... bueno... -trató de arreglar un poco las cosas, no quería que una noche como esa se viera arruinada por una imprudencia suya-, es tarde y saliste de tu casa pensando en regresar a cierta hora -lo supuso, porque la gente hacía eso, salía de sus hogares y tenían en mente retornar una cierta cantidad de tiempo después-. Por mi podríamos estar toda la noche en este mismo sitio diciendo la cantidad de locuras que tu quieras -sonrió algo taimado -pero debes descansar -él no lo necesitaba -,no te preocupes, a la hora que tú quieras yo mismo te acompañaré hasta la puerta de tu casa para comprobar que llegas sana y salva, claro... si me lo permites -conforme había dicho eso sus palabras recobraban fuerza y esperaba que no tomara aquello como una temeridad innecesaria.
No se movió de su lugar para darle a entender que no era que estuviera aburrido, sino que se preocupaba por ella, pues él no tendría nada que temer hasta el amanecer, pero ella era un mujer que había salido sola de su casa y había corrido con la fortuna de encontrarlo a él y no a un loco que quisiera hacerle daño.
No hizo el intento de volverle a tomar la mano, porque no quería parecer invasivo, aunque extrañó el contacto.
-Respecto a tu pregunta -cambió el tema y regresó a lo que los tenía ahí charlando por horas-, eso es lo que lo hace interesante, encontrar esa persona que nunca deje de ser un enigma, que nunca deje de fascinar, tal vez es imposible -alzó ambas cejas en señal del descubrimiento que acababa de hacer: tal vez era imposible -pero quien sabe, alguien debe conseguir maravillarme cada día.
Se quedó pensando en lo que había dicho, eran cuestionamientos que nunca se había hecho a sí mismo y toda esa conversación le ayudaba a conocer partes de él que desconocía a la vez que conocía a una persona tan atrayente como Antha.
-Y ahora me toca a mi ser el falto de originalidad -la miró esperando que el percance previo no hubiese cambiado nada-, ¿cuál es tu tipo de hombre?, ¿qué buscas en esa persona especial?
Última edición por Daniil Stravinsky el Lun Mayo 02, 2011 10:29 pm, editado 1 vez
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