AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
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Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Recuerdo del primer mensaje :
Antha se desplazaba con lentitud por el adoquinado camino de una de las principales calles de París. Había una gran cantidad de gente a pesar de que el sol ya se había ocultado hacia algunas horas y eso, en lugar de reconfortarle, en realidad le irritó.
Había salido a caminar con la esperanza de que el paseo aliviara un poco la melancolía que la había absorbido durante el transcurso del día, pero en lugar de alivio lo que encontró fue una muchedumbre que, sin importar si vestía de seda o en harapos, se movía y parloteaba, cada uno consciente únicamente de la pequeña y cómoda burbuja que les envolvía aislándoles de las demás almas que pululaban en derredor.
Tomo un poco de aire forzando a sus pulmones a expandirse dentro del apretado corpiño oculto bajo el vestido violeta oscuro, el cual había escogido de acuerdo con el estado de ánimo en el que se encontraba… sencillamente perfecto.
Era absolutamente deprimente, encontrarse rodeada de gente y al mismo tiempo sentirse tan sola… apretó entre sus manos el envoltorio de los pastelillos que había comprado mientras su rostro adoptaba una expresión de desagrado. ¿Y ahora qué? ¿Cuáles eran las opciones para dar un poco de sosiego a su dolida existencia? Tales sombríos pensamientos la embargaban cuando sus ojos se posaron sobre un pobre desgraciado que, a falta de piernas, se arrastraba con dificultad en el sentido contrario. – Esta bien, ya entendí – pensó con sarcasmo al darse cuenta que al final del día siempre podría estar peor.
Continuó su camino con un andar un poco más enérgico que el de hacia unos minutos, había tomado la decisión de retornar a su vivienda y eso la enojaba más aún. Con los puños apretados permitió que su imaginación se adelantara hasta su hogar pensando en cuanto le agradaría arrojar algunas porcelanas contra las paredes y verles destrozarse en medio del ruido de ruptura… Está bien, sabía que no lo haría pero en verdad le gustaría poder disfrutar de un poco de liberación para variar.
Debido a que su mente se encontraba fugada en medio de la fantasía de destrucción no se percato de otro transeúnte que se aproximaba y contra el cual choco vergonzosamente - Excusez-moi! – soltó rápidamente mientras sentía los colores ascender a su rostro – ha sido una torpeza de mi parte – continuó mientras se agachaba a recoger el paquete que llevaba en las manos y que había soltado en el momento del choque, cuidándose de no levantar la vista hacia aquella persona que sin duda se encontraría en este momento muy enojada con ella.
Había salido a caminar con la esperanza de que el paseo aliviara un poco la melancolía que la había absorbido durante el transcurso del día, pero en lugar de alivio lo que encontró fue una muchedumbre que, sin importar si vestía de seda o en harapos, se movía y parloteaba, cada uno consciente únicamente de la pequeña y cómoda burbuja que les envolvía aislándoles de las demás almas que pululaban en derredor.
Tomo un poco de aire forzando a sus pulmones a expandirse dentro del apretado corpiño oculto bajo el vestido violeta oscuro, el cual había escogido de acuerdo con el estado de ánimo en el que se encontraba… sencillamente perfecto.
Era absolutamente deprimente, encontrarse rodeada de gente y al mismo tiempo sentirse tan sola… apretó entre sus manos el envoltorio de los pastelillos que había comprado mientras su rostro adoptaba una expresión de desagrado. ¿Y ahora qué? ¿Cuáles eran las opciones para dar un poco de sosiego a su dolida existencia? Tales sombríos pensamientos la embargaban cuando sus ojos se posaron sobre un pobre desgraciado que, a falta de piernas, se arrastraba con dificultad en el sentido contrario. – Esta bien, ya entendí – pensó con sarcasmo al darse cuenta que al final del día siempre podría estar peor.
Continuó su camino con un andar un poco más enérgico que el de hacia unos minutos, había tomado la decisión de retornar a su vivienda y eso la enojaba más aún. Con los puños apretados permitió que su imaginación se adelantara hasta su hogar pensando en cuanto le agradaría arrojar algunas porcelanas contra las paredes y verles destrozarse en medio del ruido de ruptura… Está bien, sabía que no lo haría pero en verdad le gustaría poder disfrutar de un poco de liberación para variar.
Debido a que su mente se encontraba fugada en medio de la fantasía de destrucción no se percato de otro transeúnte que se aproximaba y contra el cual choco vergonzosamente - Excusez-moi! – soltó rápidamente mientras sentía los colores ascender a su rostro – ha sido una torpeza de mi parte – continuó mientras se agachaba a recoger el paquete que llevaba en las manos y que había soltado en el momento del choque, cuidándose de no levantar la vista hacia aquella persona que sin duda se encontraría en este momento muy enojada con ella.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Era algo común para ella sufrir arranques de furia como el que acababa de ocurrir, lo que se salía de la normalidad era el hecho de no haber podido controlarse y dejar que su compañía se diera cuenta de tan infantil comportamiento. Y ahora, después de escucharle, pensó en lo absolutamente lógica que había sido su pregunta y lo completamente idiota que ella era. Se sintió tan avergonzada que los colores ascendieron rápidamente a su rostro.
-¡Aggggg, soy tan tonta! – se quejó mientras ocultaba el rostro entre las manos sintiéndose profundamente avergonzada – Tu preocupándote e intentando ser amable y yo comportándome como una perfecta neurótica – descubrió su rostro y le ofreció, no solo la más dulce y colorada de sus expresiones, sino una mirada de borrego degollado - ¿podrías perdonarme?... y claro que me gustaría que me acompañaras hasta mi hogar… más tarde – Se sentía fatal, no solo por su actuación, sino por la manera en como él había reaccionado, tan calmado, sobrio y tolerante.
Odiaba ruborizarse pero era algo inevitable y podría ser contraproducente esperar hasta que su cuerpo se calmara para retomar el contacto… ya había cometido bastantes errores por una noche. Decidió que, ya que ella había propiciado la distancia física, debía también procurarla una vez más, así que recuperó el agarre que tan abruptamente había cortado y, esta vez, él de seguro sentiría una temperatura mucho mayor que la anterior.
“¿De que extraño cuento de hadas sales?” pensó al escuchar como él retomaba el tema como si nada hubiese pasado. Era en definitiva el caballero más grande que se había topado jamás. Escucho su respuesta, sosteniendo con fuerza aquella fría piel y manteniendo los ojos clavados en el suelo.
Demonios, ¿Por qué tenía que funcionar su mente de la manera como lo hacía? ¿No podía simplemente dejar pasar la respuesta en consideración a la amabilidad mostrada por él ante su grosería? No, por supuesto que no podía. Se armó de valor, pues era más fuerte la curiosidad que el decoro, y le miro nuevamente a los ojos – Eso podría tener dos predicciones: o que seguirás buscando eternamente a sabiendas que nadie te va a sorprender todo el tiempo o, que te complace, y complacerá, probar “nuevos enigmas” solo mientras estos duren – Sabia que era un comentario muy personal e impertinente pero, como ya lo había mencionado, por lo general la curiosidad llevaba las riendas.
-Soy toda oídos – Comentó paciente, sintiéndose ahora un poco más segura después del numerito – Mi tipo de hombre… - repitió pensativamente – Debe ser alguien de quien no quiera separarme bajo ninguna circunstancia, que no me aburra con su presencia y que, sobre todo, tenga la energía y locura suficiente para mantenerme atenta – Demasiado vago. Lo pensó unos segundos antes de continuar – Verás, uno de mis grandes problemas con los hombres es que me deslumbran fácilmente pero después de un poco tiempo termino por cansarme… Necesito de alguien que no caiga adormecido en la falsa seguridad de la monotonía, y con esto no quiero decir que este todo el tiempo inventando cosas nuevas, eso también seria aburrido, sino más bien que busque las maneras de mantenerme interesada – habían otros aspectos en los cuales necesitaba especial atención, por supuesto, pero eran temas privados para los cuales aún no sentía la suficiente confianza de ventilar.
Reflexiono sobre su propia respuesta al darse cuenta de la similitud que existía entre esta y la que él le había confesado. Soltó una risita nerviosa – Pensándolo con calma creo que las predicciones podrían también aplicarían para mí misma – Apretó un poco la mano que sostenía – Y dándole continuidad al tema ¿Cómo te ves en unos años? ¿Crees que encontraras a ese alguien que comparta contigo los años de vejez y chochera? – sonrió con la última palabra sacudiéndose el último dejo de vergüenza que aún le atormentaba y permitiendo que el buen humor la invadiera de nuevo.
-¡Aggggg, soy tan tonta! – se quejó mientras ocultaba el rostro entre las manos sintiéndose profundamente avergonzada – Tu preocupándote e intentando ser amable y yo comportándome como una perfecta neurótica – descubrió su rostro y le ofreció, no solo la más dulce y colorada de sus expresiones, sino una mirada de borrego degollado - ¿podrías perdonarme?... y claro que me gustaría que me acompañaras hasta mi hogar… más tarde – Se sentía fatal, no solo por su actuación, sino por la manera en como él había reaccionado, tan calmado, sobrio y tolerante.
Odiaba ruborizarse pero era algo inevitable y podría ser contraproducente esperar hasta que su cuerpo se calmara para retomar el contacto… ya había cometido bastantes errores por una noche. Decidió que, ya que ella había propiciado la distancia física, debía también procurarla una vez más, así que recuperó el agarre que tan abruptamente había cortado y, esta vez, él de seguro sentiría una temperatura mucho mayor que la anterior.
“¿De que extraño cuento de hadas sales?” pensó al escuchar como él retomaba el tema como si nada hubiese pasado. Era en definitiva el caballero más grande que se había topado jamás. Escucho su respuesta, sosteniendo con fuerza aquella fría piel y manteniendo los ojos clavados en el suelo.
Demonios, ¿Por qué tenía que funcionar su mente de la manera como lo hacía? ¿No podía simplemente dejar pasar la respuesta en consideración a la amabilidad mostrada por él ante su grosería? No, por supuesto que no podía. Se armó de valor, pues era más fuerte la curiosidad que el decoro, y le miro nuevamente a los ojos – Eso podría tener dos predicciones: o que seguirás buscando eternamente a sabiendas que nadie te va a sorprender todo el tiempo o, que te complace, y complacerá, probar “nuevos enigmas” solo mientras estos duren – Sabia que era un comentario muy personal e impertinente pero, como ya lo había mencionado, por lo general la curiosidad llevaba las riendas.
-Soy toda oídos – Comentó paciente, sintiéndose ahora un poco más segura después del numerito – Mi tipo de hombre… - repitió pensativamente – Debe ser alguien de quien no quiera separarme bajo ninguna circunstancia, que no me aburra con su presencia y que, sobre todo, tenga la energía y locura suficiente para mantenerme atenta – Demasiado vago. Lo pensó unos segundos antes de continuar – Verás, uno de mis grandes problemas con los hombres es que me deslumbran fácilmente pero después de un poco tiempo termino por cansarme… Necesito de alguien que no caiga adormecido en la falsa seguridad de la monotonía, y con esto no quiero decir que este todo el tiempo inventando cosas nuevas, eso también seria aburrido, sino más bien que busque las maneras de mantenerme interesada – habían otros aspectos en los cuales necesitaba especial atención, por supuesto, pero eran temas privados para los cuales aún no sentía la suficiente confianza de ventilar.
Reflexiono sobre su propia respuesta al darse cuenta de la similitud que existía entre esta y la que él le había confesado. Soltó una risita nerviosa – Pensándolo con calma creo que las predicciones podrían también aplicarían para mí misma – Apretó un poco la mano que sostenía – Y dándole continuidad al tema ¿Cómo te ves en unos años? ¿Crees que encontraras a ese alguien que comparta contigo los años de vejez y chochera? – sonrió con la última palabra sacudiéndose el último dejo de vergüenza que aún le atormentaba y permitiendo que el buen humor la invadiera de nuevo.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Rió porque en un principio él se había sentido culpable de todo ese pequeño bache en su conversación y de pronto ella se echaba la culpa, cómo resistirse a esa mirada dulce y avergonzada, y cómo no derretirse ante la aceptación de la invitación previamente hecha.
-No hay nada que perdonar -respondió con simpleza mirándola a ella y luego a la noche-. Y cuando tú me digas yo veré que llegues con bien -le dijo con ese tono de voz suave y acompasado que calmaba hasta el alma más atribulada.
La vio sonrojarse y le gustaba que a pesar de las horas que ya habían pasado juntos aún tuviera ese efecto en ella, y se alegró que el contacto se reanudara, pensó que tal vez por su imprudencia ella ya no quisiera tal cosa, sintió su cálida mano contrastar con su helada piel, como si ella fuera capaz de derretir el hielo que él parecía ser y mientras pensaba en aquello ella le habló y eso terminó de confirmar lo que tanto deseaba, que la noche siguiera su cuso como hasta entonces lo había hecho.
-Ah, eso no lo sabré hasta que suceda, ¿no? -guiñó un ojo y luego mantuvo expresión risueña, qué iba a saber él pero descubrirlo era algo que lo emocionaba, aunque también creía que después de las malas experiencias que había tenido esos menesteres ya no eran su asunto-. Estoy seguro que alguna mujer lo conseguirá, aunque ella no esté al tanto de ese poder sobre mí -rió, porque aunque tenía esa necesidad de protegerlas a todas ya no creía en el amor como una posibilidad para él, ¿entonces por qué seguía conjeturando al respecto?, tal vez la esperanza no había muerto del todo, tal vez sólo le gustaba sentirse normal a veces o tal vez simplemente era un idiota que no sabía qué quería.
Escuchó su respuesta con atención y divertido se dio cuenta de lo similar que era a la que él había dado, pero fue hasta que ella lo confirmó que rió abiertamente.
-Creo que es lo que todos buscamos, alguien que no nos aburra, y es el miedo que todos tenemos, hartarnos de esa persona que creímos especial -reflexionó y cuando sintió el apretón de manos correspondió del mismo modo.
Pero lo que sobrevino lo tensó nuevamente, ¿cómo se veía en unos años?, ¿años de vejez?, trató de corresponder el gesto travieso de ella al hablar de la chochera, pero la verdad era que su mente de inmediato pensó en lo que él era; ¿cómo se veía?, exactamente igual, más sabio esperaba, pero nada más, viajando como hasta entonces, ¿encontrar a alguien?, no quería... o quería pero no podía, no iba a condenar a alguien al calvario de su inmortalidad, no era tan descorazonado para hacerlo, se quedó absorto pensando en todo aquello y se dio cuenta que se había quedado callado por demasiado tiempo.
-Espero regresar a Rusia -dijo, porque eso en definitiva estaba en sus planes-, morir allá -cómo se atrevía a hablar de muerte, aunque si tenía que elegir, era en Nóvgorod donde quería pasar sus últimos días, después tal vez caminar al alba hasta que el sol hiciera el trabajo-, seguir siendo médico, claro... no sé si encontraré a alguien -y por el bien de esa mujer a la que aún no se topaba, esperaba nunca conocerla, nunca tener que hacerla cargar con el hecho de que él era un vampiro. Carraspeó para recomponerse -¿qué me dices de ti? -preguntó otra vez teniendo que valerse de la pregunta previa para formular la suya.
-No hay nada que perdonar -respondió con simpleza mirándola a ella y luego a la noche-. Y cuando tú me digas yo veré que llegues con bien -le dijo con ese tono de voz suave y acompasado que calmaba hasta el alma más atribulada.
La vio sonrojarse y le gustaba que a pesar de las horas que ya habían pasado juntos aún tuviera ese efecto en ella, y se alegró que el contacto se reanudara, pensó que tal vez por su imprudencia ella ya no quisiera tal cosa, sintió su cálida mano contrastar con su helada piel, como si ella fuera capaz de derretir el hielo que él parecía ser y mientras pensaba en aquello ella le habló y eso terminó de confirmar lo que tanto deseaba, que la noche siguiera su cuso como hasta entonces lo había hecho.
-Ah, eso no lo sabré hasta que suceda, ¿no? -guiñó un ojo y luego mantuvo expresión risueña, qué iba a saber él pero descubrirlo era algo que lo emocionaba, aunque también creía que después de las malas experiencias que había tenido esos menesteres ya no eran su asunto-. Estoy seguro que alguna mujer lo conseguirá, aunque ella no esté al tanto de ese poder sobre mí -rió, porque aunque tenía esa necesidad de protegerlas a todas ya no creía en el amor como una posibilidad para él, ¿entonces por qué seguía conjeturando al respecto?, tal vez la esperanza no había muerto del todo, tal vez sólo le gustaba sentirse normal a veces o tal vez simplemente era un idiota que no sabía qué quería.
Escuchó su respuesta con atención y divertido se dio cuenta de lo similar que era a la que él había dado, pero fue hasta que ella lo confirmó que rió abiertamente.
-Creo que es lo que todos buscamos, alguien que no nos aburra, y es el miedo que todos tenemos, hartarnos de esa persona que creímos especial -reflexionó y cuando sintió el apretón de manos correspondió del mismo modo.
Pero lo que sobrevino lo tensó nuevamente, ¿cómo se veía en unos años?, ¿años de vejez?, trató de corresponder el gesto travieso de ella al hablar de la chochera, pero la verdad era que su mente de inmediato pensó en lo que él era; ¿cómo se veía?, exactamente igual, más sabio esperaba, pero nada más, viajando como hasta entonces, ¿encontrar a alguien?, no quería... o quería pero no podía, no iba a condenar a alguien al calvario de su inmortalidad, no era tan descorazonado para hacerlo, se quedó absorto pensando en todo aquello y se dio cuenta que se había quedado callado por demasiado tiempo.
-Espero regresar a Rusia -dijo, porque eso en definitiva estaba en sus planes-, morir allá -cómo se atrevía a hablar de muerte, aunque si tenía que elegir, era en Nóvgorod donde quería pasar sus últimos días, después tal vez caminar al alba hasta que el sol hiciera el trabajo-, seguir siendo médico, claro... no sé si encontraré a alguien -y por el bien de esa mujer a la que aún no se topaba, esperaba nunca conocerla, nunca tener que hacerla cargar con el hecho de que él era un vampiro. Carraspeó para recomponerse -¿qué me dices de ti? -preguntó otra vez teniendo que valerse de la pregunta previa para formular la suya.
Invitado- Invitado
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Cierto- confesó entre risas – A veces pienso que es mejor vivir muchas decepciones y romances tórridos en de los cuales exista al menos una razón interesante de finalización, que contar con una larga vida de “¿En qué momento me metí en esto?... y recalco el “a veces” ya que hay que incluir en la oración el dolor que generaría cada una de esas razones interesantes – finalizó enfatizando las dos últimas palabras mientras su mano libre se levantaba ligeramente con la palma hacia arriba en un gesto que pretendía acentuar la obviedad de sus palabras.
Esperó la respuesta de Daniil observando cómo su expresión cambia de atenta a pensativa. Durante bastante tiempo él permaneció callado y ella, en realidad, no podía comprender cuál era la razón para su prolongado silencio. A pesar de que era una pregunta que no mucha gente se hace, tampoco necesitaba una gran cantidad de meditación. Tal vez estuviera sopesando posibilidades de compañía, no tenía idea, pero no lo presionó, pues esperaba una respuesta sincera.
Mientras esperaba su mente se movió hacia atrás, en todas las cosas dichas durante la noche, y hacia adelante, en todas las que aún faltaban por resolver. La sorprendió el hecho de que hubiesen pasado horas haciendo lo mismo, como bien lo había mencionado ya Daniil, sin que ninguno de los dos decidiera que era suficiente de parloteo. Esa era en definitiva una buena señal, pues la primera regla para no hastiarse de una persona es que te guste su conversación.
La idea que se había formado sobre él hasta el momento era bastante buena, y no podía imaginarse que mujer no caería rendida a los pies de un hombre que, no solo era apuesto, sino además interesante, inteligente, sensible, dulce y tolerante… Debía tener algún defecto, nadie era tan perfecto.
Sus pensamientos volvieron a la realidad cuando por fin le escucho hablar de nuevo. –Huy, pero que respuesta tan poco clara para tan largo tiempo de meditación – Bromeó poniendo una sobre actuada cara de decepción antes de sonreírle. A pesar de esto, el comentario tenía también la intención de hacerle saber, de una manera muy diplomática, que no se tragaba una respuesta tan vaga y que sabía que debía haber algo muy grande en su cabeza para haber contestado de la manera como lo hizo. Además del hecho obvio de que no se encontraba completamente cómodo en ese preciso momento.
-Yo, la verdad, no logro verme como una anciana sentada en un porche viendo pasar la vida. No importa si en la visión incluyo o no el ornamento de una silla contigua con un hombre sentado en ella. Creo que lo que me molesta es el hecho de llegar a una edad tan avanzada y ser inútil y dependiente… Supongo que, conforme llegan los achaques la mente se hace a la idea y aprende a buscar quien le ayude a cubrir sus necesidades pero, estando donde estamos, y teniendo la edad que tengo, me atrevo a cometer la osadía de asegurarte que no quiero llegar a ese extremo – Se mordió ligeramente el labio, un poco nerviosa por lo que iba a decir pues sabía que mucha gente no encontraba sentido a su idea - Creo que mis planes incluyen más bien tomar la decisión menos dolorosa, físicamente hablando, en el momento que sea más apropiado para mí.
Su rostro no denotaba tristeza alguna sino más bien una suerte de serenidad y fría resolución que ratificaba cada una de sus palabras.
-Mi turno – sentenció – ¿Qué prefieres: el chocolate o el vino? Y no te rías, que aunque no lo parezca es una pregunta crucial para mí…-
Esperó la respuesta de Daniil observando cómo su expresión cambia de atenta a pensativa. Durante bastante tiempo él permaneció callado y ella, en realidad, no podía comprender cuál era la razón para su prolongado silencio. A pesar de que era una pregunta que no mucha gente se hace, tampoco necesitaba una gran cantidad de meditación. Tal vez estuviera sopesando posibilidades de compañía, no tenía idea, pero no lo presionó, pues esperaba una respuesta sincera.
Mientras esperaba su mente se movió hacia atrás, en todas las cosas dichas durante la noche, y hacia adelante, en todas las que aún faltaban por resolver. La sorprendió el hecho de que hubiesen pasado horas haciendo lo mismo, como bien lo había mencionado ya Daniil, sin que ninguno de los dos decidiera que era suficiente de parloteo. Esa era en definitiva una buena señal, pues la primera regla para no hastiarse de una persona es que te guste su conversación.
La idea que se había formado sobre él hasta el momento era bastante buena, y no podía imaginarse que mujer no caería rendida a los pies de un hombre que, no solo era apuesto, sino además interesante, inteligente, sensible, dulce y tolerante… Debía tener algún defecto, nadie era tan perfecto.
Sus pensamientos volvieron a la realidad cuando por fin le escucho hablar de nuevo. –Huy, pero que respuesta tan poco clara para tan largo tiempo de meditación – Bromeó poniendo una sobre actuada cara de decepción antes de sonreírle. A pesar de esto, el comentario tenía también la intención de hacerle saber, de una manera muy diplomática, que no se tragaba una respuesta tan vaga y que sabía que debía haber algo muy grande en su cabeza para haber contestado de la manera como lo hizo. Además del hecho obvio de que no se encontraba completamente cómodo en ese preciso momento.
-Yo, la verdad, no logro verme como una anciana sentada en un porche viendo pasar la vida. No importa si en la visión incluyo o no el ornamento de una silla contigua con un hombre sentado en ella. Creo que lo que me molesta es el hecho de llegar a una edad tan avanzada y ser inútil y dependiente… Supongo que, conforme llegan los achaques la mente se hace a la idea y aprende a buscar quien le ayude a cubrir sus necesidades pero, estando donde estamos, y teniendo la edad que tengo, me atrevo a cometer la osadía de asegurarte que no quiero llegar a ese extremo – Se mordió ligeramente el labio, un poco nerviosa por lo que iba a decir pues sabía que mucha gente no encontraba sentido a su idea - Creo que mis planes incluyen más bien tomar la decisión menos dolorosa, físicamente hablando, en el momento que sea más apropiado para mí.
Su rostro no denotaba tristeza alguna sino más bien una suerte de serenidad y fría resolución que ratificaba cada una de sus palabras.
-Mi turno – sentenció – ¿Qué prefieres: el chocolate o el vino? Y no te rías, que aunque no lo parezca es una pregunta crucial para mí…-
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Si no estamos listos para decepcionarnos deberíamos evitar enamorarnos -dijo a modo de reflexión, era la verdad, no todo era color de rosa en ese campo de batalla llamado "amor" y siempre se suelen confundir las cosas, monotonía con seguridad y seguridad con amor, los desencantos estaban a la orden del día.
Rió nervioso ante el fundamentado reclamo de Antha, en realidad no había respondido nada en concreto y sólo balbuceado un par de palabras, pero es que era tan difícil para él pensar en esas cosas, pensó en los planes a futuro que tenía cuando era mortal y estaba comprometido por primera vez; estar al lado de esa mujer "hasta que la muerte los separara", tener hijos, tal vez un perro siberiano y una casa perfecta en Nóvgorod o San Petesburgo, ejercer la medicina hasta que sus capacidades se lo permitieran, una vida estable. Pero bien decían que si querías hacer reír a Dios le contaras tus planes, todo se vino abajo en poco tiempo y años después él había tomado esta decisión que lo marcaba ahora, la de la inmortalidad, era por eso que no podía contestar con más precisión.
-La verdad es que no me había puesto a pensar en ello -finalmente se justificó-, ¿qué te puedo decir?, mi vida ha sido de viajes y medicina, y quiero seguir como hasta ahora -asintió, a pesar de todo esa era la verdad, esta vez prefirió pasar por alto aquello de encontrar a alguien, porque no estaba trazado en sus planes. Era un solitario, porque él así lo quería, porque creía que ser un vampiro era demasiado con lo cual lidiar y no quería que alguien más tuviera que hacerlo.
La escuchó atentamente responder, le gustaría poder hablar de los años venideros como ella lo hacía, visualizando lo que se quiere y lo que no en la vejez, una etapa que nunca iba a conocer. Alzó ambas cejas sorprendido al escucharla hablar de la "decisión menos dolorosa",considerando lo que el humano promedio pensaba al respecto le asombró que ella lo considerara y que lo dijera hasta con cierta facilidad, por lo que pudo escucharle era algo que tenía planeado de tiempo atrás, no algo que se hubiese inventado en ese momento.
-Es... -trató de buscar palabras-, arriesgado lo que me dices, y se requiere mucho valor -porque él lo había intentado y no había podido, y porque era su única salida en el futuro cuando se sintiera demasiado cansado-, pero es de admirarse que lo tengas tan claro desde ahora -siendo tan joven, aunque claro, las prioridades podían cambiar con el tiempo, quién sabe.
Pero la solemnidad de ese momento se vio rota por la siguiente pregunta, Daniil rió nuevamente pero esta vez completamente divertido, era un cuestionamiento peculiar.
-¿Crucial? -arqueó una ceja mirándola, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro-, veamos... -y comenzó a pensar concienzudamente, pues si era crucial para ella debía obtener una respuesta seria, ambas cosas le gustaban aunque en diferentes niveles, y ambas cosas habían perdido algo de su encanto cuando se transformó en lo que era, pues el sabor ya no era el mismo-, aunque me encanta el chocolate -o le encantaba, siendo mortal -creo que prefiero el vino... y esto me conduce a mi pregunta, ¿por qué el interés en algo así?
Rió nervioso ante el fundamentado reclamo de Antha, en realidad no había respondido nada en concreto y sólo balbuceado un par de palabras, pero es que era tan difícil para él pensar en esas cosas, pensó en los planes a futuro que tenía cuando era mortal y estaba comprometido por primera vez; estar al lado de esa mujer "hasta que la muerte los separara", tener hijos, tal vez un perro siberiano y una casa perfecta en Nóvgorod o San Petesburgo, ejercer la medicina hasta que sus capacidades se lo permitieran, una vida estable. Pero bien decían que si querías hacer reír a Dios le contaras tus planes, todo se vino abajo en poco tiempo y años después él había tomado esta decisión que lo marcaba ahora, la de la inmortalidad, era por eso que no podía contestar con más precisión.
-La verdad es que no me había puesto a pensar en ello -finalmente se justificó-, ¿qué te puedo decir?, mi vida ha sido de viajes y medicina, y quiero seguir como hasta ahora -asintió, a pesar de todo esa era la verdad, esta vez prefirió pasar por alto aquello de encontrar a alguien, porque no estaba trazado en sus planes. Era un solitario, porque él así lo quería, porque creía que ser un vampiro era demasiado con lo cual lidiar y no quería que alguien más tuviera que hacerlo.
La escuchó atentamente responder, le gustaría poder hablar de los años venideros como ella lo hacía, visualizando lo que se quiere y lo que no en la vejez, una etapa que nunca iba a conocer. Alzó ambas cejas sorprendido al escucharla hablar de la "decisión menos dolorosa",considerando lo que el humano promedio pensaba al respecto le asombró que ella lo considerara y que lo dijera hasta con cierta facilidad, por lo que pudo escucharle era algo que tenía planeado de tiempo atrás, no algo que se hubiese inventado en ese momento.
-Es... -trató de buscar palabras-, arriesgado lo que me dices, y se requiere mucho valor -porque él lo había intentado y no había podido, y porque era su única salida en el futuro cuando se sintiera demasiado cansado-, pero es de admirarse que lo tengas tan claro desde ahora -siendo tan joven, aunque claro, las prioridades podían cambiar con el tiempo, quién sabe.
Pero la solemnidad de ese momento se vio rota por la siguiente pregunta, Daniil rió nuevamente pero esta vez completamente divertido, era un cuestionamiento peculiar.
-¿Crucial? -arqueó una ceja mirándola, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro-, veamos... -y comenzó a pensar concienzudamente, pues si era crucial para ella debía obtener una respuesta seria, ambas cosas le gustaban aunque en diferentes niveles, y ambas cosas habían perdido algo de su encanto cuando se transformó en lo que era, pues el sabor ya no era el mismo-, aunque me encanta el chocolate -o le encantaba, siendo mortal -creo que prefiero el vino... y esto me conduce a mi pregunta, ¿por qué el interés en algo así?
Invitado- Invitado
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Tuvo la intención de replicarle que, aunque quisiera continuar con su vida tal como la llevaba, tarde o temprano la carga y el desgaste de los años le obligarían a desistir pero prefirió guardárselo para otra ocasión y no forzar tanto un solo tema. Entre más dispersa fuera la conversación de esta noche, más material tendrían para profundizar en sus próximos encuentros.
Su respuesta tuvo una reacción similar a la que esperaba aunque no de manera completa, al menos él no había intentado persuadirla haciéndola ver lo ridícula que era su idea o argumentando las consecuencias de índole religioso que tal decisión podría acarrearle.
-Lo del valor lo sé… o bueno, más bien lo supongo ya que nunca lo he intentado – bromeó – y también tengo claro que en realidad el hecho de que planees algo no significa que a la larga lo logres. Lo único que puedes hacer es intentarlo y desear que el resultado que esperas se dé… Además de tener presente que la mitad de lo que se planea nunca sale y la mitad de la otra mitad siempre sale mal – soltó la risa – Eso sonó algo pesimista ¿verdad?-
Observo como el ambiente se suavizaba una vez más con la pregunta del vino y el chocolate. Le gustaba la forma como lucia el rostro de Daniil cuando enarcaba las cejas -¡Te pedí que no te rieras! – Le reprendió a pesar de que unió su propia risa a la que él había iniciado. Le dio el espacio necesario para que pensara la respuesta y una enorme sonrisa se extendió por su rostro al escucharle contestar.
-Porque - empezó a contestar pausadamente y colocando un tono de niña consentida que le sonaba bastante natural – Son los dos sabores que mas adoro en el mundo, incluyendo sus variantes propias, y tiendo a asociar cada uno de ellos con situaciones que me son familiares pero al mismo tiempo distintas. Por ejemplo, el recuerdo del sabor del vino me transporta a momentos agradables que pase con mis amigos y familia y me hace relacionarte inmediatamente con tertulias de charla y diversión. El chocolate, por otro lado, me hace pensar en el sosiego de una noche fría frente a la chimenea… en calor y tranquilidad – Era una respuesta tal vez un tanto extraña pero ella sabía que de ahora en adelante asociaría los pensamientos dedicados a Daniil con lo que el sabor del vino representaba para ella… ahora solo faltaba decidir qué clase de vino pero presumió que también tendrían tiempo para eso más adelante.
-Ahora, habiéndote contestado de una manera mucho menos filosófica de la que supongo esperabas, debo preguntar – sonrió con un poco de malicia - ¿Cuáles son tus sabores preferidos?
Su respuesta tuvo una reacción similar a la que esperaba aunque no de manera completa, al menos él no había intentado persuadirla haciéndola ver lo ridícula que era su idea o argumentando las consecuencias de índole religioso que tal decisión podría acarrearle.
-Lo del valor lo sé… o bueno, más bien lo supongo ya que nunca lo he intentado – bromeó – y también tengo claro que en realidad el hecho de que planees algo no significa que a la larga lo logres. Lo único que puedes hacer es intentarlo y desear que el resultado que esperas se dé… Además de tener presente que la mitad de lo que se planea nunca sale y la mitad de la otra mitad siempre sale mal – soltó la risa – Eso sonó algo pesimista ¿verdad?-
Observo como el ambiente se suavizaba una vez más con la pregunta del vino y el chocolate. Le gustaba la forma como lucia el rostro de Daniil cuando enarcaba las cejas -¡Te pedí que no te rieras! – Le reprendió a pesar de que unió su propia risa a la que él había iniciado. Le dio el espacio necesario para que pensara la respuesta y una enorme sonrisa se extendió por su rostro al escucharle contestar.
-Porque - empezó a contestar pausadamente y colocando un tono de niña consentida que le sonaba bastante natural – Son los dos sabores que mas adoro en el mundo, incluyendo sus variantes propias, y tiendo a asociar cada uno de ellos con situaciones que me son familiares pero al mismo tiempo distintas. Por ejemplo, el recuerdo del sabor del vino me transporta a momentos agradables que pase con mis amigos y familia y me hace relacionarte inmediatamente con tertulias de charla y diversión. El chocolate, por otro lado, me hace pensar en el sosiego de una noche fría frente a la chimenea… en calor y tranquilidad – Era una respuesta tal vez un tanto extraña pero ella sabía que de ahora en adelante asociaría los pensamientos dedicados a Daniil con lo que el sabor del vino representaba para ella… ahora solo faltaba decidir qué clase de vino pero presumió que también tendrían tiempo para eso más adelante.
-Ahora, habiéndote contestado de una manera mucho menos filosófica de la que supongo esperabas, debo preguntar – sonrió con un poco de malicia - ¿Cuáles son tus sabores preferidos?
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Dímelo a mi, he planeado cosas por años y muy pocas he concretado, pesimista tal vez, pero es la verdad -ahora se ponían ambos en ese tenor, pero él no podía contradecirla porque si a alguien sus planes se le habían venido abajo en cuestión de segundos era a él.
Rió aún más efusivamente ante el reclamo de Antha de no reír, pero era inevitable, más con ese tono travieso casi infantil que ella adoptó. La escuchó explicarle el por qué de tan peculiar pregunta. Le encantó su respuesta, pocas personas se detenían a pensar detalles como ese, a apreciarlos, aunque todos hacían inconscientemente ese tipo de asociaciones era raro que alguien las tuviera tan claras. También le gustó caer por antonomasia en la categoría de "charlas y tertulias", aunque las noches de calma tampoco le hubieran sentado mal.
-Siendo así, deberíamos compartir una botella de vino algún día -invitó, dejando la puerta abierta para encuentros venideros, que esperaba no se quedaran en el tintero como esos planes de los que habían hablado previamente. Confiaba, porque su acompañante así se lo decía, que no sería de ese modo.
La siguiente pregunta nuevamente tocaba temas sensibles para él, se removió en su lugar tratando de esconder su incomodidad, pues ya eran varias veces que una pregunta lo ponía así y no quería que ella pensara que estaba haciendo algo mal. ¿Qué se suponía que dijera?, ¿sangre?, no podía dar esa respuesta bajo ningún pretexto, pero ahora en su vida de vampiro no sólo era su "sabor favorito" sino en realidad el único que importaba, no había dejado de disfrutar de muchas cosas que disfrutaba siendo mortal, pero lo hacía más por costumbre y por aferrarse a su humanidad que por las sensaciones que podían brindarle.
-El vino definitivamente -dijo y lo pensó más a fondo -el licor en realidad, no creas que soy un ebrio impertinente -bromeó, además de que no era fácil emborracharlo -pero siempre me ha gustado una buena copa de vino, whisky, ginebra... -enumeró algunos de sus favoritos -y vodka, claro -por supuesto, desde joven lo había bebido, el vodka era para los rusos lo que el vino para los franceses-, también me gusta el chocolate, muchos sabores del nuevo mundo me parecen interesantes -y todos los había conocido siendo vampiro, lo cual lo decepcionaba un poco-, y creo que ya... ¡ah!, y la comida que hacía mi madre, pero eso es porque soy un cursi -dijo en tono de mofa personal.
Esperando haber satisfecho la curiosidad de Antha la observó unos momentos antes de formular su pregunta. La miró a su lado, con su abrigo y tomando su mano, con expresión dulce y de evidente belleza, además de ser inteligente, curiosa y divertida... entornó los ojos; ya tenía si siguiente pregunta.
-Es evidente que eres perfecta -halagó-, pero dicen que nadie lo es, ¿cuál consideras que es tu mayor defecto?, no importa, físico, de personalidad, lo que menos te guste de ti -esperaba ansioso la respuesta pues no había nada mejor que alguien autocrítico y tenía fe que ella lo fuera.
Rió aún más efusivamente ante el reclamo de Antha de no reír, pero era inevitable, más con ese tono travieso casi infantil que ella adoptó. La escuchó explicarle el por qué de tan peculiar pregunta. Le encantó su respuesta, pocas personas se detenían a pensar detalles como ese, a apreciarlos, aunque todos hacían inconscientemente ese tipo de asociaciones era raro que alguien las tuviera tan claras. También le gustó caer por antonomasia en la categoría de "charlas y tertulias", aunque las noches de calma tampoco le hubieran sentado mal.
-Siendo así, deberíamos compartir una botella de vino algún día -invitó, dejando la puerta abierta para encuentros venideros, que esperaba no se quedaran en el tintero como esos planes de los que habían hablado previamente. Confiaba, porque su acompañante así se lo decía, que no sería de ese modo.
La siguiente pregunta nuevamente tocaba temas sensibles para él, se removió en su lugar tratando de esconder su incomodidad, pues ya eran varias veces que una pregunta lo ponía así y no quería que ella pensara que estaba haciendo algo mal. ¿Qué se suponía que dijera?, ¿sangre?, no podía dar esa respuesta bajo ningún pretexto, pero ahora en su vida de vampiro no sólo era su "sabor favorito" sino en realidad el único que importaba, no había dejado de disfrutar de muchas cosas que disfrutaba siendo mortal, pero lo hacía más por costumbre y por aferrarse a su humanidad que por las sensaciones que podían brindarle.
-El vino definitivamente -dijo y lo pensó más a fondo -el licor en realidad, no creas que soy un ebrio impertinente -bromeó, además de que no era fácil emborracharlo -pero siempre me ha gustado una buena copa de vino, whisky, ginebra... -enumeró algunos de sus favoritos -y vodka, claro -por supuesto, desde joven lo había bebido, el vodka era para los rusos lo que el vino para los franceses-, también me gusta el chocolate, muchos sabores del nuevo mundo me parecen interesantes -y todos los había conocido siendo vampiro, lo cual lo decepcionaba un poco-, y creo que ya... ¡ah!, y la comida que hacía mi madre, pero eso es porque soy un cursi -dijo en tono de mofa personal.
Esperando haber satisfecho la curiosidad de Antha la observó unos momentos antes de formular su pregunta. La miró a su lado, con su abrigo y tomando su mano, con expresión dulce y de evidente belleza, además de ser inteligente, curiosa y divertida... entornó los ojos; ya tenía si siguiente pregunta.
-Es evidente que eres perfecta -halagó-, pero dicen que nadie lo es, ¿cuál consideras que es tu mayor defecto?, no importa, físico, de personalidad, lo que menos te guste de ti -esperaba ansioso la respuesta pues no había nada mejor que alguien autocrítico y tenía fe que ella lo fuera.
Invitado- Invitado
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
La chica se mostró radiante, definitivamente esperaba tener en el futuro una oportunidad para beber vivo con Daniil, pero que fuese él quien lo propusiera la hizo muy feliz. – Me encantaría, además así podre conocer cuáles son tus gustos en la materia y de esta manera asociarte mejor… bueno, tu recuerdo – Y era verdad, existía tal variedad en el tema que nombrar la palabra “vino” de una forma tan llana y simplista resultaba incorrecto. No, ella necesitaba el color y el sabor exacto de la cepa que le representaría.
Observó curiosa como se removía en su lugar. Algo en su actuar le daba la impresión de que, aunque se estuviese esforzando, no estaba siendo completamente sincero y la intrigó profundamente el saber porque. “Calma” se amonesto mentalmente recordando el reciente vergonzoso incidente ocurrido debido a que supuso demasiado con mucha rapidez. A pesar de que esta vez se trataba solo de curiosidad (nada de furia ni de shows innecesarios) en lugar de hablar mordió ligeramente su lengua y se propuso a estar más atenta a nuevas señales que confirmasen o negasen su teoría.
Escucho y sonrió ante su respuesta – Me ofende señor Stravinsky – le repuso llevando la mano libre a su propio pecho pero sin perder la expresión divertida que había aparecido segundos antes - ¿Pensaría usted, si yo le dijera algo similar, que soy una alcohólica? – rio con ganas abandonando la postura ceremoniosa que había adoptado para la réplica.
- Me hubiera extrañado profundamente que no mencionaras el Vodka, aunque tengo que admitir que esperaba que estuviese en el primer lugar… aunque no es que me moleste tampoco… siempre podemos alternar vino con vodka… y ya veremos si nos ganamos el título de ebrios… por una noche al menos podría resultar divertido… – Reflexiono haciendo pausas cortas entre cada nueva idea y sin recapacitar sobre la misma antes de decirlas, debido tal vez al nivel de comodidad que sentía en su compañía - …Aunque creo que lo mejor sería dejar el chocolate para otra ocasión… – soltó la risa de nuevo –… Definitivamente lo dejaríamos para otra ocasión, pues creo que la combinación vino/vodka/chocolate podría resultar un tanto… ejem… perjudicial –
No había pasado por alto en comentario sobre los sabores. Ella misma había saboreado algunos chocolates que le resultaban exóticos pero, haciendo una revisión rápida, no creía haber probado alguno proveniente del llamado nuevo mundo… ¿o sí?
Sonrió son ganas. A pesar de que su intensión había sido soltar una carcajada ante el comentario de la comida, empezaba a sentir un familiar y lejano dolor en la mandíbula debido a la cantidad de veces que había reído durante la noche. Sin lugar a dudas una señal de lo magnifica que estaba resultando ser la inesperada velada.
- No, eso no se debe a que seas cursi – repuso sonriente – se debe a que eres hombre… ¿No sabías que ese pequeño gran problema es ampliamente reconocido por arruinar matrimonios? – bromeo. Puede ser que la realidad no fuese tan extremista, pero no había duda en que no existía, o al menos Antha no conocía, un hombre que no elogiara la comida preparada por su madre como la mejor del mundo, hecho que podría indignar y lastimar profundamente el ego de cualquier mujer que hubiese pasado horas frente a la estufa intentando complacerle.
A continuación sintió como sus mejillas se calentaban nuevamente. – Me sorprende que después de la escena que te monte aún tengas la poca cordura de llamarme “perfecta” – sentenció antes de callar. Esta era una respuesta que merecía más que algunos segundos de meditación; no porque no pudiese ver ningún defecto en sí misma, sino que, por el contrario, reconocía tantos que no podía elegir cuál era el mayor de todos.
- Pues… soy impulsiva y explosiva… Puedo sufrir de extensos periodos de mal genio y se puede añadir a la lista que soy un tanto rencorosa… - a cada defecto dicho le numeraba señalando un dedo diferente con su mano libre teniendo, para ese momento, solo el pulgar flexionado contra su palma - Con respecto al físico pues estoy casi segura de que le puedes preguntar a cualquier mujer y siempre encontraras que nos vemos infinidad de defectos, aunque el resto del mundo no los vea en realidad… y si encuentras una que no lo haga pues amárrala a una de las patas de tu cama porque de seguro es una Diosa –bromeó antes de continuar – Hum, la lista es larga, pero supongo que los peores de todos, y los que más inconvenientes me han causado, son el orgullo y la soberbia – Tenia que reconocerse a si misma que, con respecto a la soberbia había mejora mucho gracias a su traumatizante cambio de status social; pero el orgullo, por otro lado, seguía siendo su talón de Aquiles.
- Sabes, hace un rato pensaba algo muy similar con respecto a ti, así que te devuelvo la pregunta ¿Cuáles son tus peores defectos? Porque la verdad, hasta el momento, y sin importar lo mucho que lo he intentado, no he conseguido ver ninguno -
Observó curiosa como se removía en su lugar. Algo en su actuar le daba la impresión de que, aunque se estuviese esforzando, no estaba siendo completamente sincero y la intrigó profundamente el saber porque. “Calma” se amonesto mentalmente recordando el reciente vergonzoso incidente ocurrido debido a que supuso demasiado con mucha rapidez. A pesar de que esta vez se trataba solo de curiosidad (nada de furia ni de shows innecesarios) en lugar de hablar mordió ligeramente su lengua y se propuso a estar más atenta a nuevas señales que confirmasen o negasen su teoría.
Escucho y sonrió ante su respuesta – Me ofende señor Stravinsky – le repuso llevando la mano libre a su propio pecho pero sin perder la expresión divertida que había aparecido segundos antes - ¿Pensaría usted, si yo le dijera algo similar, que soy una alcohólica? – rio con ganas abandonando la postura ceremoniosa que había adoptado para la réplica.
- Me hubiera extrañado profundamente que no mencionaras el Vodka, aunque tengo que admitir que esperaba que estuviese en el primer lugar… aunque no es que me moleste tampoco… siempre podemos alternar vino con vodka… y ya veremos si nos ganamos el título de ebrios… por una noche al menos podría resultar divertido… – Reflexiono haciendo pausas cortas entre cada nueva idea y sin recapacitar sobre la misma antes de decirlas, debido tal vez al nivel de comodidad que sentía en su compañía - …Aunque creo que lo mejor sería dejar el chocolate para otra ocasión… – soltó la risa de nuevo –… Definitivamente lo dejaríamos para otra ocasión, pues creo que la combinación vino/vodka/chocolate podría resultar un tanto… ejem… perjudicial –
No había pasado por alto en comentario sobre los sabores. Ella misma había saboreado algunos chocolates que le resultaban exóticos pero, haciendo una revisión rápida, no creía haber probado alguno proveniente del llamado nuevo mundo… ¿o sí?
Sonrió son ganas. A pesar de que su intensión había sido soltar una carcajada ante el comentario de la comida, empezaba a sentir un familiar y lejano dolor en la mandíbula debido a la cantidad de veces que había reído durante la noche. Sin lugar a dudas una señal de lo magnifica que estaba resultando ser la inesperada velada.
- No, eso no se debe a que seas cursi – repuso sonriente – se debe a que eres hombre… ¿No sabías que ese pequeño gran problema es ampliamente reconocido por arruinar matrimonios? – bromeo. Puede ser que la realidad no fuese tan extremista, pero no había duda en que no existía, o al menos Antha no conocía, un hombre que no elogiara la comida preparada por su madre como la mejor del mundo, hecho que podría indignar y lastimar profundamente el ego de cualquier mujer que hubiese pasado horas frente a la estufa intentando complacerle.
A continuación sintió como sus mejillas se calentaban nuevamente. – Me sorprende que después de la escena que te monte aún tengas la poca cordura de llamarme “perfecta” – sentenció antes de callar. Esta era una respuesta que merecía más que algunos segundos de meditación; no porque no pudiese ver ningún defecto en sí misma, sino que, por el contrario, reconocía tantos que no podía elegir cuál era el mayor de todos.
- Pues… soy impulsiva y explosiva… Puedo sufrir de extensos periodos de mal genio y se puede añadir a la lista que soy un tanto rencorosa… - a cada defecto dicho le numeraba señalando un dedo diferente con su mano libre teniendo, para ese momento, solo el pulgar flexionado contra su palma - Con respecto al físico pues estoy casi segura de que le puedes preguntar a cualquier mujer y siempre encontraras que nos vemos infinidad de defectos, aunque el resto del mundo no los vea en realidad… y si encuentras una que no lo haga pues amárrala a una de las patas de tu cama porque de seguro es una Diosa –bromeó antes de continuar – Hum, la lista es larga, pero supongo que los peores de todos, y los que más inconvenientes me han causado, son el orgullo y la soberbia – Tenia que reconocerse a si misma que, con respecto a la soberbia había mejora mucho gracias a su traumatizante cambio de status social; pero el orgullo, por otro lado, seguía siendo su talón de Aquiles.
- Sabes, hace un rato pensaba algo muy similar con respecto a ti, así que te devuelvo la pregunta ¿Cuáles son tus peores defectos? Porque la verdad, hasta el momento, y sin importar lo mucho que lo he intentado, no he conseguido ver ninguno -
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Le pareció genial que una cita posterior estuviera casi concretada, entre regresar el abrigo, ir de compras y tomar vino era casi un hecho que se verían a futuro y eso lo alegraba de sobremanera.
-¡Por supuesto que no! -de inmediato se defendió cuando ella insinuó que él posiblemente tachaba de alcohólicos a todos aquellos que disfrutaban de una buena copa, aunque sabía que todo era broma, aunque la propuesta de tratar de ganarse el título, aunque fuese por una noche le pareció muy tentadora-, supongo que después de haber tomado tanto vodka de tantos tipos ya no me parece tan excitante, pero la mezcla con vino le regresa algo de su encanto -respondió para luego reír al escuchar el último ingrediente ser descartado-, creo que vino, vodka y chocolate no resultaría perjudicial, sino mortal -rió imaginándose una noche con esos tres elementos, no seguro que quien se atreviera tuviera recuerdos confiables de una velada así.
Sonrió nuevamente con algo de timidez cuando ella le explicó que era relativamente normal que considerara la comida de su madre como la mejor, tenía razón, aunque él nunca lo había vivido. Sentía que cuando su familia fue asesinada él había vuelto a ser una especie de niño abandonado que extrañaba con ahínco los días en los que fue feliz.. Pero rápido se alejó de esos pensamientos para no ponerse melancólico en medio de tan amena charla.
-No puedo ver nada que no me guste, qué mejor que una mujer apasionada y temperamental -halagó nuevamente cuando ella dijo que no era perfecta. Luego calló y escuchó con atención su respuesta, satisfecho de escucharla hablar de ella de ese modo, se hubiera decepcionado enormemente si ella misma se hubiese etiquetado de perfecta, definitivamente era alguien para conservar.
-No es nada en lo que no puedas trabajar -su orgullo y soberbia, jamás iba a cambiar porque la gente no cambia, pero podía controlarlos, tal vez algún día, personalmente no le molestaba que lo fuera pues tenía armas para serlo, era hermosa e inteligente, no se la imaginaba como alguien rencorosa pero pensó que todos lo eran a diferentes niveles. En cuanto a lo físico, supuso que tenía razón, todas las mujeres que conocía querían cambiar algo de su aspecto aunque no siempre lo dijeran en voz alta, a parte no podía ver nada en Antha que no lo pareciera en armonía con el resto.
La pregunta que siguió se veía venir aunque como fue formulada lo tomó por sorpresa, se sintió halagado, aunque no creía que así fuera, tenía millones de defectos. Sonrió modesto.
-Ve el tamaño de mi nariz -señaló su rostro con su mano libre, sabía que no se estaba refiriendo a eso pero las bromas sobre su nariz y cejas habían sido constantes a lo largo de su vida, rió y se dispuso a dar una respuesta más seria, miró a su acompañante a los ojos-, por supuesto que tengo defectos, muchos... no se lidiar con la pérdida y la frustración -dijo finalmente -y eso me ha traído muchos problemas, suelo involucrar los sentimientos cuando no debo, y soy rencoroso -al fin y al cabo la venganza lo había llevado a convertirse en lo que era-, y esos son sólo los que puedo recordar, tengo demasiados -terminó, pues pensó que si decía todos jamás iba a acabar.
Se quedó meditando respecto a la pregunta que formularía después. Quería saber tanto de ella y a la vez quería dejar material para sus próximos encuentros.
-Esto va sonar terriblemente trillado -se disculpó antes de si quiera preguntar-, ¿pero qué haces en tu tiempo libre, cuáles son tus pasatiempos? a parte de querer romper porcelana y quedarte hasta deshoras conversando.
-¡Por supuesto que no! -de inmediato se defendió cuando ella insinuó que él posiblemente tachaba de alcohólicos a todos aquellos que disfrutaban de una buena copa, aunque sabía que todo era broma, aunque la propuesta de tratar de ganarse el título, aunque fuese por una noche le pareció muy tentadora-, supongo que después de haber tomado tanto vodka de tantos tipos ya no me parece tan excitante, pero la mezcla con vino le regresa algo de su encanto -respondió para luego reír al escuchar el último ingrediente ser descartado-, creo que vino, vodka y chocolate no resultaría perjudicial, sino mortal -rió imaginándose una noche con esos tres elementos, no seguro que quien se atreviera tuviera recuerdos confiables de una velada así.
Sonrió nuevamente con algo de timidez cuando ella le explicó que era relativamente normal que considerara la comida de su madre como la mejor, tenía razón, aunque él nunca lo había vivido. Sentía que cuando su familia fue asesinada él había vuelto a ser una especie de niño abandonado que extrañaba con ahínco los días en los que fue feliz.. Pero rápido se alejó de esos pensamientos para no ponerse melancólico en medio de tan amena charla.
-No puedo ver nada que no me guste, qué mejor que una mujer apasionada y temperamental -halagó nuevamente cuando ella dijo que no era perfecta. Luego calló y escuchó con atención su respuesta, satisfecho de escucharla hablar de ella de ese modo, se hubiera decepcionado enormemente si ella misma se hubiese etiquetado de perfecta, definitivamente era alguien para conservar.
-No es nada en lo que no puedas trabajar -su orgullo y soberbia, jamás iba a cambiar porque la gente no cambia, pero podía controlarlos, tal vez algún día, personalmente no le molestaba que lo fuera pues tenía armas para serlo, era hermosa e inteligente, no se la imaginaba como alguien rencorosa pero pensó que todos lo eran a diferentes niveles. En cuanto a lo físico, supuso que tenía razón, todas las mujeres que conocía querían cambiar algo de su aspecto aunque no siempre lo dijeran en voz alta, a parte no podía ver nada en Antha que no lo pareciera en armonía con el resto.
La pregunta que siguió se veía venir aunque como fue formulada lo tomó por sorpresa, se sintió halagado, aunque no creía que así fuera, tenía millones de defectos. Sonrió modesto.
-Ve el tamaño de mi nariz -señaló su rostro con su mano libre, sabía que no se estaba refiriendo a eso pero las bromas sobre su nariz y cejas habían sido constantes a lo largo de su vida, rió y se dispuso a dar una respuesta más seria, miró a su acompañante a los ojos-, por supuesto que tengo defectos, muchos... no se lidiar con la pérdida y la frustración -dijo finalmente -y eso me ha traído muchos problemas, suelo involucrar los sentimientos cuando no debo, y soy rencoroso -al fin y al cabo la venganza lo había llevado a convertirse en lo que era-, y esos son sólo los que puedo recordar, tengo demasiados -terminó, pues pensó que si decía todos jamás iba a acabar.
Se quedó meditando respecto a la pregunta que formularía después. Quería saber tanto de ella y a la vez quería dejar material para sus próximos encuentros.
-Esto va sonar terriblemente trillado -se disculpó antes de si quiera preguntar-, ¿pero qué haces en tu tiempo libre, cuáles son tus pasatiempos? a parte de querer romper porcelana y quedarte hasta deshoras conversando.
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Es verdad – contestó dándole inicialmente la razón – casi todo en lo que trabajes lo puedes mejorar, la pregunta es ¿se quiere cambiar? – Realmente pensaba que podría haberse evitado muchos problemas en la vida si no fuese por su orgullo pero a la larga nunca había hecho nada para remediarlo, y dudaba mucho que algún día lo hiciera. Para bien o para mal le gustaba ser como era y sentía que este “defecto” le proporcionaba un poco de protección emocional en momentos difíciles.
Antha tomó entre su pulgar y su índice el mentón de Daniil y le giró suavemente la cabeza hacia un lado y otro, apreciando su perfil -Pues yo pienso que el tamaño de tu nariz es perfecto para tu rostro– concluyó levantando ligeramente una ceja antes de soltarle – típica de mentes brillantes y creativas… “qué maravilla para un perfumista” ¿no lo crees mi Hercule-Savinien? – bromeó obsequiándole una sonrisa antes de besar con dulzura la punta de la helada nariz y permitirle continuar.
Escuchó y meditó, y con cada palabra se convencía más y más de la grandeza del alma que tenía enfrente. Y no solo eso, por extraño que parezca su respuesta le llevo a la conclusión, tal vez un poco apresurada, que las decepciones amorosas que había nombrado antes habían dejado una marca mucho más profunda de lo que ella había sospechado o comprendido.
Apretó un poco su mano mientras el meditaba – Bueno, pues yo te daré una respuesta trillada para una pregunta trillada – bromeó tratando de sacudirse los tristes pensamientos anteriores – Teniendo en cuenta las dos descartadas nos quedan… - giró los ojos – Leer, soñar, cantar, no te entusiasmes, soy pésima – aclaró – en realidad me gustan todas las actividades relacionadas con la música…Oh, y bailar por supuesto, ¡adoro bailar! – sus ojos brillaron momentáneamente al recordar épocas pasadas cuando podría reducir la vida exclusivamente a sus gustos y antojos. Si bien nunca se sintió enteramente cómoda entre la multitud de los ceremoniosos bailes a los que asistía, este inconveniente era rápidamente superado cuando sus pies empezaban a moverse a través del salón.
Cerró los ojos dejándose llevar por los recuerdos. De sus labios emergió un tarareo pausado y bajito. Permaneció así algún tiempo, como si se hubiese olvidado por completo de Daniil, hasta que sin previo aviso levanto por parpados y le miró - ¿Te gusta la música? – En su cabeza no podía imaginar a nadie que respondiera negativamente pero bueno, muchas cosas extrañas ocurrían...
Antha tomó entre su pulgar y su índice el mentón de Daniil y le giró suavemente la cabeza hacia un lado y otro, apreciando su perfil -Pues yo pienso que el tamaño de tu nariz es perfecto para tu rostro– concluyó levantando ligeramente una ceja antes de soltarle – típica de mentes brillantes y creativas… “qué maravilla para un perfumista” ¿no lo crees mi Hercule-Savinien? – bromeó obsequiándole una sonrisa antes de besar con dulzura la punta de la helada nariz y permitirle continuar.
Escuchó y meditó, y con cada palabra se convencía más y más de la grandeza del alma que tenía enfrente. Y no solo eso, por extraño que parezca su respuesta le llevo a la conclusión, tal vez un poco apresurada, que las decepciones amorosas que había nombrado antes habían dejado una marca mucho más profunda de lo que ella había sospechado o comprendido.
Apretó un poco su mano mientras el meditaba – Bueno, pues yo te daré una respuesta trillada para una pregunta trillada – bromeó tratando de sacudirse los tristes pensamientos anteriores – Teniendo en cuenta las dos descartadas nos quedan… - giró los ojos – Leer, soñar, cantar, no te entusiasmes, soy pésima – aclaró – en realidad me gustan todas las actividades relacionadas con la música…Oh, y bailar por supuesto, ¡adoro bailar! – sus ojos brillaron momentáneamente al recordar épocas pasadas cuando podría reducir la vida exclusivamente a sus gustos y antojos. Si bien nunca se sintió enteramente cómoda entre la multitud de los ceremoniosos bailes a los que asistía, este inconveniente era rápidamente superado cuando sus pies empezaban a moverse a través del salón.
Cerró los ojos dejándose llevar por los recuerdos. De sus labios emergió un tarareo pausado y bajito. Permaneció así algún tiempo, como si se hubiese olvidado por completo de Daniil, hasta que sin previo aviso levanto por parpados y le miró - ¿Te gusta la música? – En su cabeza no podía imaginar a nadie que respondiera negativamente pero bueno, muchas cosas extrañas ocurrían...
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Eso era, si se estaba cómodo con la forma de ser al diablo el resto, él compartía la idea aunque él tenía que modular mucha de su personalidad para ser el correcto médico que era, no lo incomodaba o le disgustaba, eso también era parte de él. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por Antha que volvía hacer contacto, tomándolo del rostro para estudiar aquella nariz que le había acarreado burlas en el pasado. Sonrió con ese aire tímido que lo invadía cuando un contacto como ese se presentaba, estuvo así un momento sin saber qué responder, completamente avergonzado.
-Gracias -fue lo único que se le ocurrió responder después de un rato-, no hubiera sido mala idea dedicarme a algo relacionado con los olores -su sonrisa infantil se acentuó ante la comparación con Cyrano de Bergerac, él ya quisiera tener esa habilidad para las letras. Por si no hubiese sido poco su embarazo del momento, el beso tierno y breve vino a rematarlo. No supo como pero seguro se había sonrojado a pesar de que siendo un vampiro aquello era casi imposible.
La escuchó responder su pregunta, aunque trillada como había dicho le ayudaría a conocer un poco más de la Antha de todos los días, lo cual era su meta en primer lugar al haberla formulado. Sus manos apretadas, como si hubiesen nacido pegados, ninguno hacía el intento por separarse y de algún modo aquello no sólo le brindaba seguridad, sino también paz, para él que siempre la estaba buscando, pues aunque era amable y gentil, también tenía un alma atribulada que necesitaba ser calmada. "Soñar", qué hermoso pasatiempo, pensó. Aquel brillo en sus ojos que era como el brillo mismo de la vida, le encantaba verlo y esa noche ya lo había presenciado un par de veces. Mientras tarareaba la visualizó en vestido de gala del brazo de algún apuesto caballero, danzando a lo largo de un enorme salón.
-Me encanta -fue la respuesta automática-, me gusta escucharla, analizarla, bailarla... -enumeró en un infinito fade out al final con añoranza-. Podrías cantar para mi algún día, aunque digas que no eres buena, estoy seguro de lo contrario o tal vez.... -quedó la frase en el aire y se puso de pie de un salto, sin soltarla, haciendo que ella lo imitara-, bailar -completó la frase y la tomó de la cintura y llevó la mano de Antha a su hombro -ya gritamos cosas en medio de la calle, no creo que bailar nos haga parecer menos cuerdos -le sonrió de lado y comenzó a tararear un viejo vals que recordaba era de un afamado vienés, esperando que ella siguiera el juego.
-Gracias -fue lo único que se le ocurrió responder después de un rato-, no hubiera sido mala idea dedicarme a algo relacionado con los olores -su sonrisa infantil se acentuó ante la comparación con Cyrano de Bergerac, él ya quisiera tener esa habilidad para las letras. Por si no hubiese sido poco su embarazo del momento, el beso tierno y breve vino a rematarlo. No supo como pero seguro se había sonrojado a pesar de que siendo un vampiro aquello era casi imposible.
La escuchó responder su pregunta, aunque trillada como había dicho le ayudaría a conocer un poco más de la Antha de todos los días, lo cual era su meta en primer lugar al haberla formulado. Sus manos apretadas, como si hubiesen nacido pegados, ninguno hacía el intento por separarse y de algún modo aquello no sólo le brindaba seguridad, sino también paz, para él que siempre la estaba buscando, pues aunque era amable y gentil, también tenía un alma atribulada que necesitaba ser calmada. "Soñar", qué hermoso pasatiempo, pensó. Aquel brillo en sus ojos que era como el brillo mismo de la vida, le encantaba verlo y esa noche ya lo había presenciado un par de veces. Mientras tarareaba la visualizó en vestido de gala del brazo de algún apuesto caballero, danzando a lo largo de un enorme salón.
-Me encanta -fue la respuesta automática-, me gusta escucharla, analizarla, bailarla... -enumeró en un infinito fade out al final con añoranza-. Podrías cantar para mi algún día, aunque digas que no eres buena, estoy seguro de lo contrario o tal vez.... -quedó la frase en el aire y se puso de pie de un salto, sin soltarla, haciendo que ella lo imitara-, bailar -completó la frase y la tomó de la cintura y llevó la mano de Antha a su hombro -ya gritamos cosas en medio de la calle, no creo que bailar nos haga parecer menos cuerdos -le sonrió de lado y comenzó a tararear un viejo vals que recordaba era de un afamado vienés, esperando que ella siguiera el juego.
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Abrió un poco los ojos colocando una expresión que mezclaba el aprensión y la diversión al escuchar la petición de cantar, pero antes de que pudiera replicar argumentando que prefería que él continuase con sus tímpanos en buen estado, Daniil se levanto arrastrándola con él.
Le miró sin saber que decir mientras él acomodaba las posiciones de los brazos de los dos. Era algo que definitivamente no había pensado y que le había tomado por completo desprevenida. Finalmente reaccionó cuando él empezó el tarareo esbozando una enorme sonrisa y dando inicio al movimiento de pies sobre los adoquines.
Afianzo la posición, sosteniéndose suave pero firme, mientras se deslizaban por la calle siguiendo el ritmo de aquella hermosa tonada que Daniil reproducía con una entonación perfecta. Se encontraba extasiada y no solo era por la agradable sorpresa que le había brindado, o porque no se contuviese por lo excepcional de la situación, sino porque era una excelente pareja de baile. Se habían acoplado tan fácilmente sobre una superficie a todas luces diferente a la plana y manejable del piso de un salón, que no podía evitar preguntarse cómo sería tenerle por pareja durante toda una noche.
–Que imagen la que debemos representar – comentó entre risas sin detener el pasó mientras se lo imaginaba: un par de locos en la mitad de una solitaria calle parisina, a avanzadas horas de la noche, deslizándose y girando en la oscuridad como si en sueño se encontrasen, iluminados por la tenue luz producida por faroles esparcidos a lo largo de la calle y por el sutil reflejo de una luna que se escabulle por sobre sus cabezas. Por lo visto habían encontrado ya otro punto de convergencia, no solo para salidas ocasionales, sino también para charlas interminables, pues sobre la música también había mucho que decir y preguntar.
-Estas lleno de sorpresas – le halagó mirándolo a los ojos – Además, ya posees suficiente información sobre mí como para mantenerme entretenida durante toda una vida – Rió de nuevo mientras permitía que su cabeza descolgara hacia atrás y su cabello se moviera libre al compas del baile y de la brisa. Cerró los ojos, completamente confiada en el brazo que le guiaba y le sostenía por la cintura. –Eres un excelente bailarín – comentó retornando a la posición original y mirándole a los ojos – Y no lo digo por decirlo, en verdad siempre me ha costado un poco de trabajo encontrar una pareja de baile que me satisfaga por completo… ¿Dónde aprendiste a bailar así? –
Soltándose se alejo un par de pasos para a continuación girar vertiginosamente sobre sus propios pies hasta retornar a los brazos de Daniil y caer en ellos entre risas - Eso ha sido fantástico – le elogió. Tenía la respiración agitada y el corazón acelerado - ¿Crees que podríamos añadir una noche de baile a la lista de pendientes? – bromeó mientras con sus manos intentaba organizar un poco su ahora alborotada cabellera.
Le miró sin saber que decir mientras él acomodaba las posiciones de los brazos de los dos. Era algo que definitivamente no había pensado y que le había tomado por completo desprevenida. Finalmente reaccionó cuando él empezó el tarareo esbozando una enorme sonrisa y dando inicio al movimiento de pies sobre los adoquines.
Afianzo la posición, sosteniéndose suave pero firme, mientras se deslizaban por la calle siguiendo el ritmo de aquella hermosa tonada que Daniil reproducía con una entonación perfecta. Se encontraba extasiada y no solo era por la agradable sorpresa que le había brindado, o porque no se contuviese por lo excepcional de la situación, sino porque era una excelente pareja de baile. Se habían acoplado tan fácilmente sobre una superficie a todas luces diferente a la plana y manejable del piso de un salón, que no podía evitar preguntarse cómo sería tenerle por pareja durante toda una noche.
–Que imagen la que debemos representar – comentó entre risas sin detener el pasó mientras se lo imaginaba: un par de locos en la mitad de una solitaria calle parisina, a avanzadas horas de la noche, deslizándose y girando en la oscuridad como si en sueño se encontrasen, iluminados por la tenue luz producida por faroles esparcidos a lo largo de la calle y por el sutil reflejo de una luna que se escabulle por sobre sus cabezas. Por lo visto habían encontrado ya otro punto de convergencia, no solo para salidas ocasionales, sino también para charlas interminables, pues sobre la música también había mucho que decir y preguntar.
-Estas lleno de sorpresas – le halagó mirándolo a los ojos – Además, ya posees suficiente información sobre mí como para mantenerme entretenida durante toda una vida – Rió de nuevo mientras permitía que su cabeza descolgara hacia atrás y su cabello se moviera libre al compas del baile y de la brisa. Cerró los ojos, completamente confiada en el brazo que le guiaba y le sostenía por la cintura. –Eres un excelente bailarín – comentó retornando a la posición original y mirándole a los ojos – Y no lo digo por decirlo, en verdad siempre me ha costado un poco de trabajo encontrar una pareja de baile que me satisfaga por completo… ¿Dónde aprendiste a bailar así? –
Soltándose se alejo un par de pasos para a continuación girar vertiginosamente sobre sus propios pies hasta retornar a los brazos de Daniil y caer en ellos entre risas - Eso ha sido fantástico – le elogió. Tenía la respiración agitada y el corazón acelerado - ¿Crees que podríamos añadir una noche de baile a la lista de pendientes? – bromeó mientras con sus manos intentaba organizar un poco su ahora alborotada cabellera.
- Spoiler:
- Perdona la tardanza!
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Cuando ella afianzó su agarre supo que no había sido una mala idea proponer ese baile espontáneo y sin música, comenzaron a bailar y se acoplaron tan bien como si fuesen pareja de años, como si aquello estuviera ensayado, una sonrisa amplia y sincera se dibujó en su rostro al tiempo que no dejaba de tararear la melodía que era lo único que los orientaba.
Por un momento lo sintió como un sueño, ellos dos danzando sobre la calle de baldosas ajenos del mundo y de lo que los curiosos pudieran pensar, dejándose llevar por el momento, por la anécdota y por el recuerdo que ambos estaban construyendo, uno que a futuro los haría sonreír. Daniil tenía que hacer el mínimo de esfuerzo ya que Antha había resultado una excelente pareja de baile a la que no había que dominar, sólo guiar. Se encogió de hombros cuando ella hizo notar lo obvio, qué imagen daban, la de unos locos, esa era la imagen que presentaban al mundo que esa noche carecía de importancia.
Un, dos, tres... una y otra vez, dando vueltas y regresando uno a brazos del otro, cada vez que la tenía cara a cara le sonreía, deslizándose por la calle húmeda y el silencio noctámbulo.
-Me alegra saber que podría entretenerte por todo lo que dura una vida -la de ella, no la de él, claro-, aprendí por necesidad pero supongo que la práctica ha hecho que no se noten mis dos pies izquierdos -bromeó, cuando era joven y había tenido que aprender para poder insertarse en los estratos más alto de la sociedad había demostrado habilidad natural, tenía sentido del ritmo al menos, pero con tantos años encima había perfeccionado la técnica-, ¿pero qué me dices tú?, haz resultado ser una excelente bailarina -preguntó al tiempo que le sonreía una vez más mientras la miraba a los ojos.
-Por supuesto, creo que sería mejor intentarlo con música de verdad y una superficie adecuada -aceptó la invitación, incluso estaba ansioso por llevarla a algún baile y traducir eso que habían hecho a un ámbito más adecuado-, tenemos muchas cosas pendientes, espero que no queden sólo como planes sin cumplir -dijo mientras ella trataba de acomodarse la despeinada cabellera.
Suspiró para tratar de recuperar el aire faltante causa del ejercicio que acababa de hacer.
-Creo que no hice mi pregunta -apuntó-, ¿qué color es tu favorito?, y no me mires así, sé que es trillado también, creerás que soy un hombre con poca imaginación, pero siempre es bueno saberlo si es que se quiere hacer un regalo -porque desde luego lo tenía planeado, regalarle algo ya que ella le había regalado una noche inolvidable.
Por un momento lo sintió como un sueño, ellos dos danzando sobre la calle de baldosas ajenos del mundo y de lo que los curiosos pudieran pensar, dejándose llevar por el momento, por la anécdota y por el recuerdo que ambos estaban construyendo, uno que a futuro los haría sonreír. Daniil tenía que hacer el mínimo de esfuerzo ya que Antha había resultado una excelente pareja de baile a la que no había que dominar, sólo guiar. Se encogió de hombros cuando ella hizo notar lo obvio, qué imagen daban, la de unos locos, esa era la imagen que presentaban al mundo que esa noche carecía de importancia.
Un, dos, tres... una y otra vez, dando vueltas y regresando uno a brazos del otro, cada vez que la tenía cara a cara le sonreía, deslizándose por la calle húmeda y el silencio noctámbulo.
-Me alegra saber que podría entretenerte por todo lo que dura una vida -la de ella, no la de él, claro-, aprendí por necesidad pero supongo que la práctica ha hecho que no se noten mis dos pies izquierdos -bromeó, cuando era joven y había tenido que aprender para poder insertarse en los estratos más alto de la sociedad había demostrado habilidad natural, tenía sentido del ritmo al menos, pero con tantos años encima había perfeccionado la técnica-, ¿pero qué me dices tú?, haz resultado ser una excelente bailarina -preguntó al tiempo que le sonreía una vez más mientras la miraba a los ojos.
-Por supuesto, creo que sería mejor intentarlo con música de verdad y una superficie adecuada -aceptó la invitación, incluso estaba ansioso por llevarla a algún baile y traducir eso que habían hecho a un ámbito más adecuado-, tenemos muchas cosas pendientes, espero que no queden sólo como planes sin cumplir -dijo mientras ella trataba de acomodarse la despeinada cabellera.
Suspiró para tratar de recuperar el aire faltante causa del ejercicio que acababa de hacer.
-Creo que no hice mi pregunta -apuntó-, ¿qué color es tu favorito?, y no me mires así, sé que es trillado también, creerás que soy un hombre con poca imaginación, pero siempre es bueno saberlo si es que se quiere hacer un regalo -porque desde luego lo tenía planeado, regalarle algo ya que ella le había regalado una noche inolvidable.
- Spoiler:
- ¿Tardanza?, ¡no tardaste!, fue un día nada más, no te preocupes...
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
“¿Dos pies izquierdos?, de ninguna manera” pensó, este hombre poseía un talento natural para el baile y eso, por más practica que tuvieses, no podía ser reemplazado. El talento no se hurta ni se aprende– renegó entre sonrisas - o lo tienes o no y creo que somos solo un par de afortunados en el tema. En mi caso, desde siempre me gusto moverme y girar al compas de la música y, cuando tuve edad para ser iniciada en los bailes, mi madre se empeño en conseguir un instructor que me enseñara lo básico para poder defenderme… Desde ese momento me gusto incluso más. No paraba de bailar en todo el día y no perdía oportunidad de fastidiar a mis hermanos y amigos para que fuesen mis improvisadas parejas – sonrío recordando lo obstinada y fastidiosa que podía llegar a ser.
-A pesar de que eres un excelente “tarareador” – bromeó inventando la palabra – creo que sería sencillamente adorable intentarlo bajo las notas de un piano real. Además te aseguro que no quedará ninguno como un plan sin cumplir – comentó enfáticamente – No te preocupes, ya me encargare yo de que eso no ocurra– le guiño un ojo en gesto de complicidad decidiendo mentalmente a cual de todas las actividades mencionadas le apuntaría primero.
Terminó de organizarse el cabello, o de intentarlo lo mejor posible al menos, mientras él realizaba la pregunta pendiente. Una sonrisa se abrió paso nuevamente – Colores diría, pues hay dos sobre todos los demás que siempre me han gustado: el violeta y el negro– Estaba por hacer un comentario sobre los regalos pero se contuvo – Y no creo que seas un hombre de imaginación limitada. Nadie con esa característica habría podido soportar tantas horas en mi compañía – bromeó a sabiendas que hacía falta mucho más que solo imaginación para soportarle, y él no solo lo había logrado, sino que además parecía que lo había disfrutado… eso de por sí ya era excepcional.
-Pero estoy de acuerdo contigo, siempre es bueno conocer esos pequeños detalles, al parecer cotidianos y faltos de importancia, pues son ellos los que nos ayudan a comprender y mimar a las personas que queremos – reflexionó para a continuación tomarle por el brazo de la misma manera en cómo había iniciado la velada - ¿Te importaría si caminamos un poco? – le preguntó pues, a pesar del abrigo extra y de la actividad física que acaban de finalizar, el frío de la noche se estaba empezando a instalar en su piel, especialmente en sus rodillas las cuales pedían a gritos un poco de movimiento y calor.
Pensó en la preocupación que él había manifestado tiempo atrás. La realidad era que no le angustiaba en lo más mínimo la soledad de las calles por las cuales transitaban; por alguna razón se sentía, no solo a gusto, sino también segura en compañía de Daniil. El frío la molestaba pero había maneras de apañárselas (caminar era una de ellas), y por lo del cansancio pues era consciente que si quería podía permanecer el día siguiente retozando en su cama y de seguro no moriría por una horas de insomnio.
Ahora tenía algo más en su cabeza, algo que le encantaría compartir con él y que estaba segura no se negaría. Se aclaró la garganta y apretó un poco el brazo del cual se sostenía – Uno de los momentos que más adoro es el amanecer y me preguntaba si querías compartir uno conmigo. Deseo finalizar esta magnífica noche contemplando el ascenso del sol en tu compañía . - le pidió, excitada por la idea y pensando que al parecer a él tampoco le importaría pasar las últimas horas de la madrugada de paseo por la ciudad. –Además, ya que me manifestaste que deseabas acompañarme, podría incluso invitarte a desayunar en mi hogar – se encogió de hombros restándole un poco de importancia a pesar de que el brillo en sus ojos y la expresión en su rostro delataban la emoción que la invadía
-A pesar de que eres un excelente “tarareador” – bromeó inventando la palabra – creo que sería sencillamente adorable intentarlo bajo las notas de un piano real. Además te aseguro que no quedará ninguno como un plan sin cumplir – comentó enfáticamente – No te preocupes, ya me encargare yo de que eso no ocurra– le guiño un ojo en gesto de complicidad decidiendo mentalmente a cual de todas las actividades mencionadas le apuntaría primero.
Terminó de organizarse el cabello, o de intentarlo lo mejor posible al menos, mientras él realizaba la pregunta pendiente. Una sonrisa se abrió paso nuevamente – Colores diría, pues hay dos sobre todos los demás que siempre me han gustado: el violeta y el negro– Estaba por hacer un comentario sobre los regalos pero se contuvo – Y no creo que seas un hombre de imaginación limitada. Nadie con esa característica habría podido soportar tantas horas en mi compañía – bromeó a sabiendas que hacía falta mucho más que solo imaginación para soportarle, y él no solo lo había logrado, sino que además parecía que lo había disfrutado… eso de por sí ya era excepcional.
-Pero estoy de acuerdo contigo, siempre es bueno conocer esos pequeños detalles, al parecer cotidianos y faltos de importancia, pues son ellos los que nos ayudan a comprender y mimar a las personas que queremos – reflexionó para a continuación tomarle por el brazo de la misma manera en cómo había iniciado la velada - ¿Te importaría si caminamos un poco? – le preguntó pues, a pesar del abrigo extra y de la actividad física que acaban de finalizar, el frío de la noche se estaba empezando a instalar en su piel, especialmente en sus rodillas las cuales pedían a gritos un poco de movimiento y calor.
Pensó en la preocupación que él había manifestado tiempo atrás. La realidad era que no le angustiaba en lo más mínimo la soledad de las calles por las cuales transitaban; por alguna razón se sentía, no solo a gusto, sino también segura en compañía de Daniil. El frío la molestaba pero había maneras de apañárselas (caminar era una de ellas), y por lo del cansancio pues era consciente que si quería podía permanecer el día siguiente retozando en su cama y de seguro no moriría por una horas de insomnio.
Ahora tenía algo más en su cabeza, algo que le encantaría compartir con él y que estaba segura no se negaría. Se aclaró la garganta y apretó un poco el brazo del cual se sostenía – Uno de los momentos que más adoro es el amanecer y me preguntaba si querías compartir uno conmigo. Deseo finalizar esta magnífica noche contemplando el ascenso del sol en tu compañía . - le pidió, excitada por la idea y pensando que al parecer a él tampoco le importaría pasar las últimas horas de la madrugada de paseo por la ciudad. –Además, ya que me manifestaste que deseabas acompañarme, podría incluso invitarte a desayunar en mi hogar – se encogió de hombros restándole un poco de importancia a pesar de que el brillo en sus ojos y la expresión en su rostro delataban la emoción que la invadía
- Spoiler:
- XD que fin de semana más largo!!! Me pareció que era más tiempo XD!
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Tuvo que estar de acuerdo con lo ella le decía, a veces por más que se quisiera ser hábil en algo simplemente dicha habilidad no llegaba a desarrollarse nunca. Supuso que su aptitud para el baile se debía a lo mucho que disfrutaba la música en general. Le alegró escucharla que esos planes que ambos estaban construyendo esa noche no se iban a quedar en el aire, inconclusos, porque él no se lo perdonaría.
-Es una buena combinación -se refirió al violeta y al negro, elegancia, sobriedad pero también algo de atrevido, pensó y lo apuntó mentalmente para que no se le olvidara, ofreció su brazo para caminar como ella lo había pedido, también él no necesitaba, sentados como estaban, precariamente sobre una acera de fría piedra se había entumido un poco, el baile había ayudado, pero la caminata era la mejor opción. Pensó que sería bueno empezar a encaminarse a casa de Antha para dejarla en la puerta de su hogar y él tener tiempo suficiente de retornar a su propia casa sin temor a que el sol pudiese alcanzarlo.
Cuando ella mencionó el amanecer él adoptó un gesto sombrío, seguro ella no se había dado cuenta y agradeció por ello; desde que era lo que era, los amaneceres eran el momento más triste de las 24 horas que conformaban un día, significaban que tenía que regresar a su claustro, descansar, perderse todas las cosas maravillosas que sucedían durante el día, los niños jugando, la aves en parvada volando, pintando diminutas manchas en el lienzo opalino del cielo, los colores vivos, el aroma del pan recién hecho, de las legumbres recién cosechadas, de las jóvenes que salen a pasear, extrañaba todo eso y el amanecer significaba que era la hora de perderse toda la fuerza diurna.
Se paró en seco ante la invitación provocando que ella, quien iba de su brazo tuviera que hacerlo también. Desvió la mirada, lejos de Antha para que no viera lo mal que tener que rechazarla lo ponía.
-Yo... -titubeó-, yo tengo que regresar antes del alba -dijo en un hilo de voz sin dar más explicación, sin mirarla, hubiese querido decirle que sería en otra ocasión pero estaría mintiéndole y ya le había ocultado demasiadas verdades esa noche -te dejaré en tu casa y nos veremos después, lo siento -diciendo esas últimas dos palabras volvió a mirarla, tratando de decirle sin palabras que su intención de volver a verla era real; esta vez no hubo una sonrisa en su rostro y era tan raro verlo así que incluso él se sintió un extraño.
-Es una buena combinación -se refirió al violeta y al negro, elegancia, sobriedad pero también algo de atrevido, pensó y lo apuntó mentalmente para que no se le olvidara, ofreció su brazo para caminar como ella lo había pedido, también él no necesitaba, sentados como estaban, precariamente sobre una acera de fría piedra se había entumido un poco, el baile había ayudado, pero la caminata era la mejor opción. Pensó que sería bueno empezar a encaminarse a casa de Antha para dejarla en la puerta de su hogar y él tener tiempo suficiente de retornar a su propia casa sin temor a que el sol pudiese alcanzarlo.
Cuando ella mencionó el amanecer él adoptó un gesto sombrío, seguro ella no se había dado cuenta y agradeció por ello; desde que era lo que era, los amaneceres eran el momento más triste de las 24 horas que conformaban un día, significaban que tenía que regresar a su claustro, descansar, perderse todas las cosas maravillosas que sucedían durante el día, los niños jugando, la aves en parvada volando, pintando diminutas manchas en el lienzo opalino del cielo, los colores vivos, el aroma del pan recién hecho, de las legumbres recién cosechadas, de las jóvenes que salen a pasear, extrañaba todo eso y el amanecer significaba que era la hora de perderse toda la fuerza diurna.
Se paró en seco ante la invitación provocando que ella, quien iba de su brazo tuviera que hacerlo también. Desvió la mirada, lejos de Antha para que no viera lo mal que tener que rechazarla lo ponía.
-Yo... -titubeó-, yo tengo que regresar antes del alba -dijo en un hilo de voz sin dar más explicación, sin mirarla, hubiese querido decirle que sería en otra ocasión pero estaría mintiéndole y ya le había ocultado demasiadas verdades esa noche -te dejaré en tu casa y nos veremos después, lo siento -diciendo esas últimas dos palabras volvió a mirarla, tratando de decirle sin palabras que su intención de volver a verla era real; esta vez no hubo una sonrisa en su rostro y era tan raro verlo así que incluso él se sintió un extraño.
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Antha se encontraba inmersa en su ensoñación sobre la finalización de una noche perfecta cuando la parada de su acompañante la hizo detenerse de manera abrupta. Le miró sorprendida para encontrase con que él miraba hacia otro lugar, evitándole.
Inicialmente no llegó a comprender sus palabras, ¿Por qué debería regresar antes del alba? Eso no sonaba lógico, a menos claro que hubiese alguien esperándole en alguna parte. La desilusión se dibujo en su rostro y ahora, cuando él le miro fue su turno de mover rápidamente sus ojos hacia otro lugar.
-No… no te inquietes – contestó muy suave, tratando de sonar firme pero fracasando estrepitosamente – No ocurre nada. Sé que fue una petición un poco impertinente, ya has sido suficientemente condescendiente con regalarme casi toda la noche como para que yo te pida aún más - Intento sonreír pero seguía sin mirarle.
Era lógico que él tuviese otras actividades, que necesitase un poco de tiempo para prepararse para otro día de trabajo…. O, tal vez a él no le interesase visitar su humilde hogar, después de todo en sus ropajes se sobreentendía que pertenecían a clases diferentes y ella no poseía una gran mansión…quizás fuese mejor así. Tales eran los pensamientos que empezaron a abordarla en un intento de dar una razón lógica a su negativa. Finalmente consiguió acumular el valor suficiente para mirarlo y lo que vio en aquellos ojos no fue la expresión hostil o desaprobatoria que esperaba. Permaneció en silencio por algunos minutos, dándole vueltas al asunto en su cabeza.
-No comprendo ¿porqué no puedes… o no quieres, acompañarme en algo tan inocente cuando es evidente que te sientes a gusto conmigo? – preguntó sin pensarlo dos veces utilizando un tono demandante. Si tan solo él hubiese demostrado con su lenguaje corporal el desagrado ante la idea, ella hubiese dejado el tema justo en ese punto, sin ningún tipo de comentario al respecto. Pero no era así y la curiosidad, unida a la tristeza que sentía la obligó esta vez a presionar un poco. Su ego no podía soportar semejante desplante sin al menos una explicación satisfactoria.
Inicialmente no llegó a comprender sus palabras, ¿Por qué debería regresar antes del alba? Eso no sonaba lógico, a menos claro que hubiese alguien esperándole en alguna parte. La desilusión se dibujo en su rostro y ahora, cuando él le miro fue su turno de mover rápidamente sus ojos hacia otro lugar.
-No… no te inquietes – contestó muy suave, tratando de sonar firme pero fracasando estrepitosamente – No ocurre nada. Sé que fue una petición un poco impertinente, ya has sido suficientemente condescendiente con regalarme casi toda la noche como para que yo te pida aún más - Intento sonreír pero seguía sin mirarle.
Era lógico que él tuviese otras actividades, que necesitase un poco de tiempo para prepararse para otro día de trabajo…. O, tal vez a él no le interesase visitar su humilde hogar, después de todo en sus ropajes se sobreentendía que pertenecían a clases diferentes y ella no poseía una gran mansión…quizás fuese mejor así. Tales eran los pensamientos que empezaron a abordarla en un intento de dar una razón lógica a su negativa. Finalmente consiguió acumular el valor suficiente para mirarlo y lo que vio en aquellos ojos no fue la expresión hostil o desaprobatoria que esperaba. Permaneció en silencio por algunos minutos, dándole vueltas al asunto en su cabeza.
-No comprendo ¿porqué no puedes… o no quieres, acompañarme en algo tan inocente cuando es evidente que te sientes a gusto conmigo? – preguntó sin pensarlo dos veces utilizando un tono demandante. Si tan solo él hubiese demostrado con su lenguaje corporal el desagrado ante la idea, ella hubiese dejado el tema justo en ese punto, sin ningún tipo de comentario al respecto. Pero no era así y la curiosidad, unida a la tristeza que sentía la obligó esta vez a presionar un poco. Su ego no podía soportar semejante desplante sin al menos una explicación satisfactoria.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Era obvio que ella iba a preguntar y se sintió acorralado, no sabiendo qué responder porque incluso teniendo los años que tenía nunca había afrontado esa pregunta, era más fácil huir pero esa noche no era opción.
-No, no fue impertinente de tu parte -trató de recomponerse, darle a entender que no estaba mal que lo hubiese sugerido, que el del problema era él-, ha sido una velada maravillosa, me encantaría poder culminarla con un desayuno en tu casa pero... -trataba de recobrar su semblante habitual pero no lo conseguía, la voz le salía plana-, pero no puedo.
Lo que vino después lo hizo sentir aún peor si eso era posible, la insinuación de que no quería ir, de que pudiera haber un motivo mayor a su negativa, tan sólo era la maldición que cargaba y que en ocasiones como esa le pesaba más que nunca.
-No puedo, de verdad -habló serio, pero pudo mantener la mirada al frente, ahora venía lo difícil, inventar un pretexto creíble-, tengo compromisos que cumplir... -esos compromisos no podían ser al amanecer, necesitaba algo mejor -y tengo que dar consulta -¡eso!, consulta, tenía consulta particular, no dio detalles porque no los había-, te dejaré en la puerta de tu casa como prometí esperando poder vernos pronto, ¿si te parece bien? -adoptó una actitud retraída, pues se sentía incómodo con toda la situación, guardó la distancia que no guardó toda la noche y en su rostro y actuar había sólo formalidad, cosa que habían dejado atrás hacía un par de horas.
La miró a los ojos preguntándose qué tanto podía avanzar una relación entre ambos como para poder ser sincero con ella, le costaba mentir, pero debido a su condición tenía que hacerlo a menudo.
-No, no fue impertinente de tu parte -trató de recomponerse, darle a entender que no estaba mal que lo hubiese sugerido, que el del problema era él-, ha sido una velada maravillosa, me encantaría poder culminarla con un desayuno en tu casa pero... -trataba de recobrar su semblante habitual pero no lo conseguía, la voz le salía plana-, pero no puedo.
Lo que vino después lo hizo sentir aún peor si eso era posible, la insinuación de que no quería ir, de que pudiera haber un motivo mayor a su negativa, tan sólo era la maldición que cargaba y que en ocasiones como esa le pesaba más que nunca.
-No puedo, de verdad -habló serio, pero pudo mantener la mirada al frente, ahora venía lo difícil, inventar un pretexto creíble-, tengo compromisos que cumplir... -esos compromisos no podían ser al amanecer, necesitaba algo mejor -y tengo que dar consulta -¡eso!, consulta, tenía consulta particular, no dio detalles porque no los había-, te dejaré en la puerta de tu casa como prometí esperando poder vernos pronto, ¿si te parece bien? -adoptó una actitud retraída, pues se sentía incómodo con toda la situación, guardó la distancia que no guardó toda la noche y en su rostro y actuar había sólo formalidad, cosa que habían dejado atrás hacía un par de horas.
La miró a los ojos preguntándose qué tanto podía avanzar una relación entre ambos como para poder ser sincero con ella, le costaba mentir, pero debido a su condición tenía que hacerlo a menudo.
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Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
“Consulta ” pensó recordando que él le había confiado la naturaleza de su trabajo y sintiéndose un poco más tranquila de saberlo. Al fin de cuentas una consulta domiciliaria podía ocurrir en cualquier omento ¿o no? Aún así algo le decía que esta no era la única razón y, el hecho de que él cambiara la actitud que hasta el momento había sido abierta, relajada y amistosa, le daba razones para pensar que seguía ocultando algo.
- Bien, tienes consulta médica al amanecer… eso lo puedo comprender, no soy tan mezquina ¿sabes? – intentó aliviar un poco la evidente tensión en el ambiente con el comentario. Luego, le buscó con la mirada – Una de las cosas más importantes que debes saber sobre mí es que tienes que aclararme las cosas rápidamente antes de que mi mente imagine todo lo que omitiste; y debo advertirte además que no suelo imaginar cosas precisamente bonitas o agradables -bromeó sonriéndole.
Le haló suavemente incitándolo a que continuaran con la caminata que se había visto interrumpida. Ella aún se sentía un poco incomoda por el curso y desenlace que había tenido una petición al parecer inocente, y no terminada de comprender por qué, si la razón de su negativa era tan sencilla, no la había ofrecido desde el primer momento…. O por qué se había incomodado tanto él también. Tal vez fuese esta última parte lo que más la perturbaba. Había demostrado ser un hombre muy paciente y centrado durante el transcurso de la noche y algo que definitivamente no debería causar mella alguna le había perturbado, al parecer, profundamente.
No estaba muy segura de cómo actuar a continuación pero, luego de pensarlo un segundo, decidió tomar otra vía – Lamentó haber sugerido que no querías acompañarme, si hubiese sabido que tenias otra actividad no lo hubiera mencionado – se disculpó esperando corregir el único posible error que podía identificar en su actuar. Bueno, eso y el hecho de que se comportaba como una niñita malcriada cada vez que se le negaba algo… otro defecto para su lista.
- Y dime, ya que tenemos algún tiempo de aquí hasta la puerta donde nos tendremos que dar la primera de muchas despedidas, – la frase fue articulada con absoluta convicción pues no pretendía dejar ni una pequeña grieta que pusiera en duda la posibilidad de un próximo encuentro - ¿De que consta tu desayuno preferido? Es para estar preparada por si alguna vez se vuelve a presentar la oportunidad… - le guiño un ojo mientras le guiaba con suavidad por una de las calles que debían tomar para llegar hasta su hogar.
- Bien, tienes consulta médica al amanecer… eso lo puedo comprender, no soy tan mezquina ¿sabes? – intentó aliviar un poco la evidente tensión en el ambiente con el comentario. Luego, le buscó con la mirada – Una de las cosas más importantes que debes saber sobre mí es que tienes que aclararme las cosas rápidamente antes de que mi mente imagine todo lo que omitiste; y debo advertirte además que no suelo imaginar cosas precisamente bonitas o agradables -bromeó sonriéndole.
Le haló suavemente incitándolo a que continuaran con la caminata que se había visto interrumpida. Ella aún se sentía un poco incomoda por el curso y desenlace que había tenido una petición al parecer inocente, y no terminada de comprender por qué, si la razón de su negativa era tan sencilla, no la había ofrecido desde el primer momento…. O por qué se había incomodado tanto él también. Tal vez fuese esta última parte lo que más la perturbaba. Había demostrado ser un hombre muy paciente y centrado durante el transcurso de la noche y algo que definitivamente no debería causar mella alguna le había perturbado, al parecer, profundamente.
No estaba muy segura de cómo actuar a continuación pero, luego de pensarlo un segundo, decidió tomar otra vía – Lamentó haber sugerido que no querías acompañarme, si hubiese sabido que tenias otra actividad no lo hubiera mencionado – se disculpó esperando corregir el único posible error que podía identificar en su actuar. Bueno, eso y el hecho de que se comportaba como una niñita malcriada cada vez que se le negaba algo… otro defecto para su lista.
- Y dime, ya que tenemos algún tiempo de aquí hasta la puerta donde nos tendremos que dar la primera de muchas despedidas, – la frase fue articulada con absoluta convicción pues no pretendía dejar ni una pequeña grieta que pusiera en duda la posibilidad de un próximo encuentro - ¿De que consta tu desayuno preferido? Es para estar preparada por si alguna vez se vuelve a presentar la oportunidad… - le guiño un ojo mientras le guiaba con suavidad por una de las calles que debían tomar para llegar hasta su hogar.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
-Lo tendré en cuenta -asintió y se relajó un poco, ahora lo sabía, cada vez que saliera con ella debía tener las coartadas listas para evitar momentos como ese. Por una situación como esa no quería dejar escapar a alguien tan valioso como Antha, y sabía que con el tiempo, dependiendo de cómo evolucionaran las cosas, podría decirle lo que era, entonces quizá lo entendería un poco, si no es que salía huyendo antes. La sintió asirse a su brazo y eso regresó un poco la normalidad, sonrió de lado con aire sencillo.
La caminata siguió, y cuando el silencio se apoderaba de ambos sentía que aún había cierta incomodidad remanente, no sabía cómo eliminarla. Le hubiese gustado no negarle nada a su acompañante esa noche pero había cosas que simplemente no podía hacer, pensó en una forma de compensarla en el futuro y odió la limitante de la noche que lo regía.
-No, yo debí ser más claro -respondió disculpándose, cayendo en cuenta que de hecho debía serlo, había sido tomado por sorpresa y no podía permitir que eso volviera a suceder, no era común que se quedara toda la noche charlando con una desconocida que no sabía de su maldición, no tenía nada preparado para una situación como esa, pero a partir de esa noche lo tendría, un plan b para salir avante. Se quedó pensativo cuando la pregunta lo sacó de aquel navegar en sus pensamientos.
La miró un segundo sin saber qué responder, "sangre" nuevamente no era lo ideal para dar como respuesta.
-Té -respondió en automático recordando que eso era lo primero que bebía en las mañanas cuando era mortal-, y pan recién hecho -sonrió finalmente después de largo rato de no hacerlo, tomó la mano de Antha que estaba sobre su brazo, no le hacía daño darle una contestación tan concreta, pues siempre evitaría el momento del desayuno lejos de su mansión de gruesas cortinas de terciopelo. Lamentaba, sin embargo, no poder de hecho tomar té en casa de una mujer tan maravillosa como ella.
-Soy fácil de complacer -apuntó para encaminar nuevamente la conversación a temas no tan crasos para él.
Sabía que Antha no era tonta, sino todo lo contrario, porque se lo había demostrado a lo largo de la noche, y sabía que a pesar de sus esfuerzos ella estaba al tanto de que había algo más en él, ahora sólo le quedaba pedir por su paciencia, esperando que ella comprendiera que si no se lo decía, que si no decía la verdad completa, era por una muy buena razón.
La caminata siguió, y cuando el silencio se apoderaba de ambos sentía que aún había cierta incomodidad remanente, no sabía cómo eliminarla. Le hubiese gustado no negarle nada a su acompañante esa noche pero había cosas que simplemente no podía hacer, pensó en una forma de compensarla en el futuro y odió la limitante de la noche que lo regía.
-No, yo debí ser más claro -respondió disculpándose, cayendo en cuenta que de hecho debía serlo, había sido tomado por sorpresa y no podía permitir que eso volviera a suceder, no era común que se quedara toda la noche charlando con una desconocida que no sabía de su maldición, no tenía nada preparado para una situación como esa, pero a partir de esa noche lo tendría, un plan b para salir avante. Se quedó pensativo cuando la pregunta lo sacó de aquel navegar en sus pensamientos.
La miró un segundo sin saber qué responder, "sangre" nuevamente no era lo ideal para dar como respuesta.
-Té -respondió en automático recordando que eso era lo primero que bebía en las mañanas cuando era mortal-, y pan recién hecho -sonrió finalmente después de largo rato de no hacerlo, tomó la mano de Antha que estaba sobre su brazo, no le hacía daño darle una contestación tan concreta, pues siempre evitaría el momento del desayuno lejos de su mansión de gruesas cortinas de terciopelo. Lamentaba, sin embargo, no poder de hecho tomar té en casa de una mujer tan maravillosa como ella.
-Soy fácil de complacer -apuntó para encaminar nuevamente la conversación a temas no tan crasos para él.
Sabía que Antha no era tonta, sino todo lo contrario, porque se lo había demostrado a lo largo de la noche, y sabía que a pesar de sus esfuerzos ella estaba al tanto de que había algo más en él, ahora sólo le quedaba pedir por su paciencia, esperando que ella comprendiera que si no se lo decía, que si no decía la verdad completa, era por una muy buena razón.
Invitado- Invitado
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Le gustó que no hubiese tomado a mal su confesión con respeto a la mala costumbre de asumir e imaginar sobre lo que no conocía. Generalmente ese era un aspecto de su personalidad que no agradaba y que resultaba un poco difícil de tratar, en especial cuando se combinaba con momentos de “explosión” y emotividad. Tal vez por eso mismo había dirigido la conversación por ese camino, quería que él la comprendiera para que la ayudase a no cometer errores que terminarían por alejarlos. No, eso era lo último que deseaba pues ¿Cada cuanto tienes la oportunidad de encontrarte con un hombre tan sencillo y a la vez tan intrigante y cautivador?
Hacia un buen rato que no se topaban con un alma y el resonar de sus pasos emitía fantasmagóricos ecos que se perdían en la oscuridad. La escena bien podría calificarse como lúgubre pero teniendo en cuenta la compañía y el panorama, a Antha le pareció sencillamente perfecta. Le escuchó responder a su última pregunta mientras continuaban pausadamente la caminata.
- Mi experiencia en estómagos masculinos me incita a dudar del desayuno tan frugal que me acababas de describir… pero te concederé el beneficio de la duda hasta comprobarlo – Estaba bromeando a todas luces aunque de repente le entró un sentimiento de culpabilidad ante sus preferencias culinarias para iniciar el día, entre las cuales se encontraba algo de fruta, una taza de chocolate caliente, huevo, tocino y por supuesto, y en esto si coincidían, un poco de pan recién horneado.
Se alegró de ver reaparecer una sonrisa en el rostro de Daniil y de sentir el toque frío sobre su mano, casi podría decir que se estaba acostumbrando a la temperatura… casi. Al parecer estaban en el borde de superar el impase.
- ¿De veras eres fácil de complacer? – Preguntó en tono juguetón, divertida por el múltiple sentido que podía adquirir esa respuesta, y lanzándole una mirada curiosa de reojo. En su mente se materializaron de manera casi inmediata una gran cantidad de frases al respecto pero decidió que ya le había martirizado suficiente por una noche y prefirió callar, aunque no perdió esa sonrisa burlona que había aparecido de repente.
- Si mal no recuerdo yo contesté una pregunta sobre la cual aún ignoro tu respuesta así que ¿Cuáles son tus hobbies? ¿En qué inviertes el tiempo libre?.. . – Giró los ojos - … ¿o debería empezar por preguntarte si te queda tiempo libre? - Siempre había escuchado que las profesiones relacionadas con la salud exigían mucho tiempo y energía y que absorbían, literalmente, a los valientes (o ingenuos) que decidían seguirla.
Hacia un buen rato que no se topaban con un alma y el resonar de sus pasos emitía fantasmagóricos ecos que se perdían en la oscuridad. La escena bien podría calificarse como lúgubre pero teniendo en cuenta la compañía y el panorama, a Antha le pareció sencillamente perfecta. Le escuchó responder a su última pregunta mientras continuaban pausadamente la caminata.
- Mi experiencia en estómagos masculinos me incita a dudar del desayuno tan frugal que me acababas de describir… pero te concederé el beneficio de la duda hasta comprobarlo – Estaba bromeando a todas luces aunque de repente le entró un sentimiento de culpabilidad ante sus preferencias culinarias para iniciar el día, entre las cuales se encontraba algo de fruta, una taza de chocolate caliente, huevo, tocino y por supuesto, y en esto si coincidían, un poco de pan recién horneado.
Se alegró de ver reaparecer una sonrisa en el rostro de Daniil y de sentir el toque frío sobre su mano, casi podría decir que se estaba acostumbrando a la temperatura… casi. Al parecer estaban en el borde de superar el impase.
- ¿De veras eres fácil de complacer? – Preguntó en tono juguetón, divertida por el múltiple sentido que podía adquirir esa respuesta, y lanzándole una mirada curiosa de reojo. En su mente se materializaron de manera casi inmediata una gran cantidad de frases al respecto pero decidió que ya le había martirizado suficiente por una noche y prefirió callar, aunque no perdió esa sonrisa burlona que había aparecido de repente.
- Si mal no recuerdo yo contesté una pregunta sobre la cual aún ignoro tu respuesta así que ¿Cuáles son tus hobbies? ¿En qué inviertes el tiempo libre?.. . – Giró los ojos - … ¿o debería empezar por preguntarte si te queda tiempo libre? - Siempre había escuchado que las profesiones relacionadas con la salud exigían mucho tiempo y energía y que absorbían, literalmente, a los valientes (o ingenuos) que decidían seguirla.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Rien n'arrive par hasard [Daniil Stravinsky]
Soltó una risa sincera cuando Antha dudó que ese fuera su desayuno, pero aunque actualmente técnicamente no desayunaba, en el pasado eso era suficiente para él, claro que sus otras comidas eran una historia aparte, pues las porciones eran más generosas y variadas, suspiró cuando su risa se desvaneció, recordando todo esos detalles tan insignificantes de su vida como mortal.
-Bastante fácil -confirmó con sonrisa suspicaz y ambas cejas levantadas, jugando gustoso ese juego de palabras, era la verdad, en comida y otras cosas, sus gustos eran bastante normales y sencillos-, te sorprenderías cuánto -siguió con la broma.
Le daba gusto pensar que la incomodidad que se había presentado momentos antes había quedado atrás, sólo esperaba que otra pregunta no lo volviera a poner así, sabía que todo aquello había sido provocado por su propio descuido, por no tener la coartada preparada, cómo se le había podido pasar algo tan básico, pero ahora no sólo sabía que debía estar preparado, sino que con Antha debía ser especialmente puntual y concreto.
-Me gusta tanto mi profesión que a veces yo mismo la incluyo entre mis hobbies -respondió a su pregunta-, pero a parte de eso lo que más me gusta es leer sobre cualquier tema, viajar desde luego y... -pausó para mirarla significativamente -tener largas conversaciones.
Siguió caminando, él no sabía donde debía parar pues no sabía exactamente hacia donde iban, esperaba la señal de su acompañante quien era la guía, por un lado quería que esa caminata nocturna no terminara jamás pues significaba separarse de aquella maravillosa mujer, pero siendo realista debía terminar para que él pudiera regresar a su casa y protegerse del sol.
-Supongo entonces que es mi turno -hizo cara de estar pensando-, bien, me preguntaste por mi desayuno predilecto, ¿cuál sería tu cena perfecta? -porque eso sí podía cumplirlo, cenar a la luz de las velas, una buena botella de vino, charlar largo y tendido.
-Bastante fácil -confirmó con sonrisa suspicaz y ambas cejas levantadas, jugando gustoso ese juego de palabras, era la verdad, en comida y otras cosas, sus gustos eran bastante normales y sencillos-, te sorprenderías cuánto -siguió con la broma.
Le daba gusto pensar que la incomodidad que se había presentado momentos antes había quedado atrás, sólo esperaba que otra pregunta no lo volviera a poner así, sabía que todo aquello había sido provocado por su propio descuido, por no tener la coartada preparada, cómo se le había podido pasar algo tan básico, pero ahora no sólo sabía que debía estar preparado, sino que con Antha debía ser especialmente puntual y concreto.
-Me gusta tanto mi profesión que a veces yo mismo la incluyo entre mis hobbies -respondió a su pregunta-, pero a parte de eso lo que más me gusta es leer sobre cualquier tema, viajar desde luego y... -pausó para mirarla significativamente -tener largas conversaciones.
Siguió caminando, él no sabía donde debía parar pues no sabía exactamente hacia donde iban, esperaba la señal de su acompañante quien era la guía, por un lado quería que esa caminata nocturna no terminara jamás pues significaba separarse de aquella maravillosa mujer, pero siendo realista debía terminar para que él pudiera regresar a su casa y protegerse del sol.
-Supongo entonces que es mi turno -hizo cara de estar pensando-, bien, me preguntaste por mi desayuno predilecto, ¿cuál sería tu cena perfecta? -porque eso sí podía cumplirlo, cenar a la luz de las velas, una buena botella de vino, charlar largo y tendido.
Última edición por Daniil Stravinsky el Jue Mayo 12, 2011 6:04 pm, editado 1 vez
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