AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Café y Leche [Louis J. Bouquet]
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Café y Leche [Louis J. Bouquet]
Recuerdo del primer mensaje :
Ya era tarde, y acababa de salir de una de las tiendas, que tuvo que quedarse abierta fuera de horario para poder atender a sus necesidades, por lo cual gustosa pagó un precio extra debido a las molestias y el buen servicio. Solo cargaba algo de lencería en unos preciosos paquetes que había comprado, el resto sería entregado en la mansión de su maestro al día siguiente.
No es que las compras la hicieran feliz, no era esa clase de persona, estaba más bien conforme ya que era una de las cosas que le faltaban para comenzar su nueva vida en París.
La zona comercial estaba llena de gente, y por todo ese ajetreo decidió ir por un café del centro de la ciudad. A eso iba, cuando se encontró con un pequeño gato blanco en la entrada a un callejón.
Carmmine no sabía si el pequeño estaba dormido o herido, y no pudo evitar acercarse a él para constatar su estado, dejando al lado sus compras de la noche.
- ¿Estás bien, gatito? – dijo como esperando una respuesta. Siempre le habían gustado los gatos, pero jamás había tenido dado que a su padre no le agradaban y en Inglaterra apenas podía cuidar de sí misma y de Azael con la vertiginosa vida que llevaban.
Se lo llevaría a casa, tanto si fuese necesario como si no, luego le consultaría a su maestro.
La pequeña criatura se comenzó a mover, abriendo lentamente los ojos, los que para sorpresa de Carmmine, eran de un intenso azul, su color favorito.
No estaba familiarizada con todas las criaturas que habitaban París, y mucho menos preparada para el secreto que destellaría frente a sus ojos.
Ya era tarde, y acababa de salir de una de las tiendas, que tuvo que quedarse abierta fuera de horario para poder atender a sus necesidades, por lo cual gustosa pagó un precio extra debido a las molestias y el buen servicio. Solo cargaba algo de lencería en unos preciosos paquetes que había comprado, el resto sería entregado en la mansión de su maestro al día siguiente.
No es que las compras la hicieran feliz, no era esa clase de persona, estaba más bien conforme ya que era una de las cosas que le faltaban para comenzar su nueva vida en París.
La zona comercial estaba llena de gente, y por todo ese ajetreo decidió ir por un café del centro de la ciudad. A eso iba, cuando se encontró con un pequeño gato blanco en la entrada a un callejón.
Carmmine no sabía si el pequeño estaba dormido o herido, y no pudo evitar acercarse a él para constatar su estado, dejando al lado sus compras de la noche.
- ¿Estás bien, gatito? – dijo como esperando una respuesta. Siempre le habían gustado los gatos, pero jamás había tenido dado que a su padre no le agradaban y en Inglaterra apenas podía cuidar de sí misma y de Azael con la vertiginosa vida que llevaban.
Se lo llevaría a casa, tanto si fuese necesario como si no, luego le consultaría a su maestro.
La pequeña criatura se comenzó a mover, abriendo lentamente los ojos, los que para sorpresa de Carmmine, eran de un intenso azul, su color favorito.
No estaba familiarizada con todas las criaturas que habitaban París, y mucho menos preparada para el secreto que destellaría frente a sus ojos.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: Café y Leche [Louis J. Bouquet]
Al parecer no era la única que se había sonrojado con aquello, debió habérselo pensando mejor antes de actuar, pero ya lo había hecho y no tenía como borrarlo. Así que se limitó a sonreír y ladear un poco la cabeza, hasta que al ver el rubor de las mejillas del joven una fuerte punzada atacó su pecho. Aquella sensación que ella misma sentía, del calor de la sangre que subía a las mejillas era causado por lo mismo, la sangre… Sangre que ella había tomado a la fuerza de aquellos ladronzuelos en un momento de rabia al ver en sus ojos lo que le habían hecho al pequeño en su forma de felino. Trató de que no se reflejara en su rostro, pero de pronto sintió nauseas ¿Ahora venía a arrepentirse?
Dejó que su cabeza cayera hacia atrás unos momentos, buscando una especie de consuelo en las estrellas techaban en cielo parisino. Eso pasaba cuando se dejaba llevar, y su consciencia se cargaba un poco más al recordarlo. Volvió la vista al frente y lo miró con curiosidad, sonriendo ante sus palabras.
- Carmmy… Chan… – susurró sin pensar – Ah, gomenasai, si entiendo, solo que nunca me habían llamado así y suena muy simpático –
De pronto comenzó a sentir una calidez diferente, que distaba mucho de ser algo físico como el efecto de haber ingerido sangre fresca. Nunca se había caracterizado por ser alguien realmente amigable, incluso cuando era una niña humana en Alemania o una recién transformada en Inglaterra. Al parecer París, aunque fuese un destino que el azar le impuso, le abría las puertas de una forma diferente, donde finalmente podría avanzar y conocer el real sentido de la libertad.
- No pienses en esas cosas – dijo refiriéndose a la eventualidad de que ella no hubiese decido detenerse a ayudarlo – Es caso es que estas aquí – fue lo único que pudo decir.
Se había encontrado con muchas personas en París, personas de su pasado, personas dispuestas a cuidarla, pero no había encontrado nadie a quien cuidar, así que tal vez por eso la sensación de calidez que sentía y a la que no estaba en absoluto acostumbrada. Tomó la taza del chocolate caliente con ambas manos, sintiendo ese pequeño ardor que no podía dañarle la piel, se sentía algo reconfortante, como el dolor en los músculos luego de practicar ballet. Se acercó la taza a los labios y bebió un poco. Hasta que la dejó de golpe en el correspondiente platillo.
Sintió un escalofrío. Alguien estaba observándola, alguien que no quería ser visto, miró a todos lados, disimuladamente, sin poder encontrarse con los orbes que los seguían. Tal vez fuese solo su imaginación, o tal vez solo era algún curioso ¿Tan extraños se veían juntos? Casi no había reparado en ello, pero no era nada común ver a alguien del país del sol naciente, aunque ella había tenido la oportunidad de aprender de ellos antes, razón por la que conocía algo de su idioma.
- ¿Te sientes mejor de las heridas? – preguntó para no quedarse en silencio, evitando que Louis se sintiera incómodo.
Dejó que su cabeza cayera hacia atrás unos momentos, buscando una especie de consuelo en las estrellas techaban en cielo parisino. Eso pasaba cuando se dejaba llevar, y su consciencia se cargaba un poco más al recordarlo. Volvió la vista al frente y lo miró con curiosidad, sonriendo ante sus palabras.
- Carmmy… Chan… – susurró sin pensar – Ah, gomenasai, si entiendo, solo que nunca me habían llamado así y suena muy simpático –
De pronto comenzó a sentir una calidez diferente, que distaba mucho de ser algo físico como el efecto de haber ingerido sangre fresca. Nunca se había caracterizado por ser alguien realmente amigable, incluso cuando era una niña humana en Alemania o una recién transformada en Inglaterra. Al parecer París, aunque fuese un destino que el azar le impuso, le abría las puertas de una forma diferente, donde finalmente podría avanzar y conocer el real sentido de la libertad.
- No pienses en esas cosas – dijo refiriéndose a la eventualidad de que ella no hubiese decido detenerse a ayudarlo – Es caso es que estas aquí – fue lo único que pudo decir.
Se había encontrado con muchas personas en París, personas de su pasado, personas dispuestas a cuidarla, pero no había encontrado nadie a quien cuidar, así que tal vez por eso la sensación de calidez que sentía y a la que no estaba en absoluto acostumbrada. Tomó la taza del chocolate caliente con ambas manos, sintiendo ese pequeño ardor que no podía dañarle la piel, se sentía algo reconfortante, como el dolor en los músculos luego de practicar ballet. Se acercó la taza a los labios y bebió un poco. Hasta que la dejó de golpe en el correspondiente platillo.
Sintió un escalofrío. Alguien estaba observándola, alguien que no quería ser visto, miró a todos lados, disimuladamente, sin poder encontrarse con los orbes que los seguían. Tal vez fuese solo su imaginación, o tal vez solo era algún curioso ¿Tan extraños se veían juntos? Casi no había reparado en ello, pero no era nada común ver a alguien del país del sol naciente, aunque ella había tenido la oportunidad de aprender de ellos antes, razón por la que conocía algo de su idioma.
- ¿Te sientes mejor de las heridas? – preguntó para no quedarse en silencio, evitando que Louis se sintiera incómodo.
- off:
- Lamento ser tan miserable y haber tardado tanto con el post ;__; pero no sabía como responder y la inspiración me estuvo evadiendo un tiempo
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: Café y Leche [Louis J. Bouquet]
A Louis, los seres de la noche –el no se tomaba como uno, quizás, por su misma naturaleza de creerse la mayoria de las veces inferior al resto, y que sabia no era bueno- le parecían sumamente fascinantes. Si tenía oportunidad, los observaba, no con descaro, si no con un respeto absoluto. Y por ello, a pesar del sonrojo, no podía dejar de ver las expresiones de Carminne ponía. Por que a un ser curioso desde antes de nacer, cada pequeño gesto tiene un por que, y un hecho sobre el cual influye. Un origen. Y cada gesto, es diferente en casa persona. El sabía valorar un poco aquello. Tal vez era de los pocos. Después de todo, por algo era famosa la capital francesa, que no?
Además, los destellos de la pelirroja cabellera de la mujer, lo tenian atrapado, si, como a un gatito, lo tiene, una borla, o un trozo de algún tipo de listón. Le gustaba estar asi, con alguien fuerte, pero que no se las daba con ese aire. Con su heroína a la que siempre le debería, seguir vivo una noche más. Suspiro, aún le dolían las costillas ¡Y que! Podría ser molido a palos, hasta no poder levantarse, convertido en una masa de sanguiñolenta y sucia, mientras supiera, que en el mundo, aún habia gente como ella. Paso la punta de su lengua por el labio inferior, humedeciéndolo, en un acto meramente natural. No como aquel que hace ese tipo de cosas pequeñas, con la maña de seducir. ¡Quien le iba a contar a él sobre ello! A el, que frecuento tanto aquel burdel en Londres… -Mas nunca fue cliente, de esos, solo iba a observar, quizás charlar, nada mas-
Le miro con una expresión de niño sorprendido. ¿En vedad ella lo comprendía? Vaya, y el que siempre se sintió mirado extraño por sus rasgos. Sin poder evitarlo, sonrio y una risita escapo de sus labios. En verdad, no podia superar aquella vez, que esa chica le habia dicho que el lugar de donde el veia, era puro invento. Habia terminado diciendo que le creía, eso si, pero… La verdad que la casa natal del gato, estaba lejos. Muy lejos… -Hacía mucho, también, que no le decía a nadie de esa manera… Hace mucho que no estoy en… alli. - finalicé, tomando una de las galletas, partiéndola con cuidado, en dos partes. Llevándome una a la boca. Era de nuez.
-En eso, tienes razón… Pero no puedo dejar de pensar, que soy realmente afortunado.- Y era verdad. Casi podía decirse, que después de todo, Louis habia nacido con estrella. Eran más quienes lo trataban bien y lo consideraban buena persona, que quienes le habian hecho daño. No todo era tan gris. Llevó el segundo trozo a sus labios, comiéndolo lento, hasta, todo el bocado fue pasado de golpe producto reflejo del hecho que ella dejara la taza de esa manera. ¿Qué sucedía? Tomo de nuevo su bebida, quería quedarse impregnado de ese aroma.
-Dolerá un poco más en los siguientes días, pero podré moverme. Descuida. Quizás lo que más me preocupe, sean las cicatrices-- Rio un poco, girando la taza en sus manos.- -Sonará narcisista, pero veces, creo que si puedo preocuparme por como me veo. Mi tutor solía decir que era demasiado vanidoso para ser un chico. El era alguien educado en un sistema de reglas muy estricto… – le comenté.
Además, los destellos de la pelirroja cabellera de la mujer, lo tenian atrapado, si, como a un gatito, lo tiene, una borla, o un trozo de algún tipo de listón. Le gustaba estar asi, con alguien fuerte, pero que no se las daba con ese aire. Con su heroína a la que siempre le debería, seguir vivo una noche más. Suspiro, aún le dolían las costillas ¡Y que! Podría ser molido a palos, hasta no poder levantarse, convertido en una masa de sanguiñolenta y sucia, mientras supiera, que en el mundo, aún habia gente como ella. Paso la punta de su lengua por el labio inferior, humedeciéndolo, en un acto meramente natural. No como aquel que hace ese tipo de cosas pequeñas, con la maña de seducir. ¡Quien le iba a contar a él sobre ello! A el, que frecuento tanto aquel burdel en Londres… -Mas nunca fue cliente, de esos, solo iba a observar, quizás charlar, nada mas-
Le miro con una expresión de niño sorprendido. ¿En vedad ella lo comprendía? Vaya, y el que siempre se sintió mirado extraño por sus rasgos. Sin poder evitarlo, sonrio y una risita escapo de sus labios. En verdad, no podia superar aquella vez, que esa chica le habia dicho que el lugar de donde el veia, era puro invento. Habia terminado diciendo que le creía, eso si, pero… La verdad que la casa natal del gato, estaba lejos. Muy lejos… -Hacía mucho, también, que no le decía a nadie de esa manera… Hace mucho que no estoy en… alli. - finalicé, tomando una de las galletas, partiéndola con cuidado, en dos partes. Llevándome una a la boca. Era de nuez.
-En eso, tienes razón… Pero no puedo dejar de pensar, que soy realmente afortunado.- Y era verdad. Casi podía decirse, que después de todo, Louis habia nacido con estrella. Eran más quienes lo trataban bien y lo consideraban buena persona, que quienes le habian hecho daño. No todo era tan gris. Llevó el segundo trozo a sus labios, comiéndolo lento, hasta, todo el bocado fue pasado de golpe producto reflejo del hecho que ella dejara la taza de esa manera. ¿Qué sucedía? Tomo de nuevo su bebida, quería quedarse impregnado de ese aroma.
-Dolerá un poco más en los siguientes días, pero podré moverme. Descuida. Quizás lo que más me preocupe, sean las cicatrices-- Rio un poco, girando la taza en sus manos.- -Sonará narcisista, pero veces, creo que si puedo preocuparme por como me veo. Mi tutor solía decir que era demasiado vanidoso para ser un chico. El era alguien educado en un sistema de reglas muy estricto… – le comenté.
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
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Re: Café y Leche [Louis J. Bouquet]
Dentro de ella sonaba el estruendoso sonido que rompía aquellos instantes de paz que había logrado conseguir con el pequeño. No espera que fuese tan pronto, pero había sido demasiado imprudente al dejar que la ira gobernara sus acciones, y ahora tenía que romper aquel momento de calidez… Era una lástima. Trató con todas sus fuerzas que aquella decepción no se dibujara en su rostro, todo ello a causa de la paranoia que la remeció al darse cuenta del dueño de aquella mirada que furtivamente escudriñaba en la cafetería ¿No podía pasar más desapercibida?
La voz de Louis la hizo olvidarse de ello, aunque fuese peligroso, pero no podía estar embelesada por sus palabras y las pequeñas arruguitas que se formaban cerca de sus labios al reír, que luego daban paso de nuevo a esa piel lisa y algo pálida que parecía darle carta libre como para preocuparse por la vanidad, ya que incluso los que se vanagloriaban de su falta de vanidad, eran vanidosos en resaltar esa característica. Nadie se escapaba ¿Y para qué hacerlo cuando se tenían motivos suficientes para ello?
Se miró unos segundos reflejada en la platería dispuesta sobre la mesa, sabía perfectamente que podía ser vanidosa, y tal vez lo era, pero la diferencia con el pequeño era que no tenía merito en ello, aquella piel fría pero increíblemente tersa, los ojos casi refulgentes y el cabello que parecía saber siempre como estar en su lugar, no eran más que el recuerdo constante de que el tiempo no transcurría en ella, de que no eran más que los efectos de un extraño e irónico truco, y que en ningún sentido era producto del cuidado que ella misma podía darse. No, toda su existencia no era más que un juego sin sentido, donde nada parecía ser mérito propio, sino más bien las consecuencias caprichosas de aquellos dones que le habían sido otorgados.
- En una ciudad como esta puedes darte el lujo de ser quien y como quieras – dijo con una sonrisa en los labios al recordar lo diferente que era París de Londres respecto a los cánones de lo que era una persona ejemplar – Además tienes méritos de sobra para pecar por vanidad – comentó a modo de halago.
Un murmullo cercano. Dejó caer la cabeza hacia atrás unos segundos. No se había hecho cargo de todos los sujetos que atacaron al joven en su forma felina, y no podía estar del todo segura de que ninguno de ellos la hubiera visto, ya que habiendo caído en el estupor de la sangre y luego en la culpa como castigo sus sentidos habían desdibujado los bordes de la realidad. No podía poner en peligro a Louis.
- Tanto que atraes muchas miradas – dijo entrecerrando un poco los ojos mientras se levantaba para cambiarse a la silla contigua a la de él – De hecho… - se detuvo para fingir que apoyaba la cabeza en su hombro, cosa que no hizo porque sabía que le provocaría nuevas oleadas de dolor – Creo que aún no salimos de ciertos problemas – susurró en su oído lo más bajo pero audible que pudo.
“Creo” porque aún no estaba por completo segura de que estuviesen buscándolos a ellos, pero volvió a repetirse a sí misma que no podía meter en más problemas al malherido felino. ¿No había otra forma de zafarse de todo esto?
La voz de Louis la hizo olvidarse de ello, aunque fuese peligroso, pero no podía estar embelesada por sus palabras y las pequeñas arruguitas que se formaban cerca de sus labios al reír, que luego daban paso de nuevo a esa piel lisa y algo pálida que parecía darle carta libre como para preocuparse por la vanidad, ya que incluso los que se vanagloriaban de su falta de vanidad, eran vanidosos en resaltar esa característica. Nadie se escapaba ¿Y para qué hacerlo cuando se tenían motivos suficientes para ello?
Se miró unos segundos reflejada en la platería dispuesta sobre la mesa, sabía perfectamente que podía ser vanidosa, y tal vez lo era, pero la diferencia con el pequeño era que no tenía merito en ello, aquella piel fría pero increíblemente tersa, los ojos casi refulgentes y el cabello que parecía saber siempre como estar en su lugar, no eran más que el recuerdo constante de que el tiempo no transcurría en ella, de que no eran más que los efectos de un extraño e irónico truco, y que en ningún sentido era producto del cuidado que ella misma podía darse. No, toda su existencia no era más que un juego sin sentido, donde nada parecía ser mérito propio, sino más bien las consecuencias caprichosas de aquellos dones que le habían sido otorgados.
- En una ciudad como esta puedes darte el lujo de ser quien y como quieras – dijo con una sonrisa en los labios al recordar lo diferente que era París de Londres respecto a los cánones de lo que era una persona ejemplar – Además tienes méritos de sobra para pecar por vanidad – comentó a modo de halago.
Un murmullo cercano. Dejó caer la cabeza hacia atrás unos segundos. No se había hecho cargo de todos los sujetos que atacaron al joven en su forma felina, y no podía estar del todo segura de que ninguno de ellos la hubiera visto, ya que habiendo caído en el estupor de la sangre y luego en la culpa como castigo sus sentidos habían desdibujado los bordes de la realidad. No podía poner en peligro a Louis.
- Tanto que atraes muchas miradas – dijo entrecerrando un poco los ojos mientras se levantaba para cambiarse a la silla contigua a la de él – De hecho… - se detuvo para fingir que apoyaba la cabeza en su hombro, cosa que no hizo porque sabía que le provocaría nuevas oleadas de dolor – Creo que aún no salimos de ciertos problemas – susurró en su oído lo más bajo pero audible que pudo.
“Creo” porque aún no estaba por completo segura de que estuviesen buscándolos a ellos, pero volvió a repetirse a sí misma que no podía meter en más problemas al malherido felino. ¿No había otra forma de zafarse de todo esto?
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: Café y Leche [Louis J. Bouquet]
Miro a la vampireza de cabellos rojizos. Esos momentos en los que las personas, se sumen en si mismas. Son cortos periodos de tiempo. Un suspiro, un parpadeo. Apenas un beso robado al padre tiempo. Y aun asi, se hacen eternos. Ja. ¿Qué es la eternidad?
Dimelo tu, pequeño que naces al mundo. ¿Y que hay de ti, ser de la noche? Es curioso, como cada uno se adueña de las palabras. Como cada quien da sentido, dependiendo de la vision de su dia a dia. De su noche a noche. De cual sea la posición del Sol. Y cuando le arropa la Luna. Es curioso, por que todos estan equivocados. Y a la vez, no hay mas que verdades en seco.
¿Qué cruza tu mente, hermosa mujer?
Cada ves que esos silencios se creaban, algo se congelaba. Y alguna otra cosa, ganaba color. En la red de los pensamientos, que se hilan los unos con los otros, en nuestro pasado a nuestro presente, cortados por un futuro, los remolinos de sensaciones, no cesaban.
Dando un sorbo a su bebida, asintió. Era verdad, Paris no conocia los limites. De ningún tipo. Pero, tampoco podia ser bueno del todo, o si? ¿A que le tenia miedo? Por que podria ser todo, pero idiota no lo era. Y sabia, que era un hombre que vivia atemorizado, quizas, hasta de si mismo. Si. El sobre todo. Miedo a perder lo que amaba. Miedo a perder lo que habia costruido. Miedo a perder su vida. Miedo a caer en la neblina del olvido, y ser solo un visitante mas por el mundo terrenal. Sin pena. Sin gloria. Sin crear recuerdos en otras personas. ¿Y el, tenia algo de alguien mas?
No pudo seguir con aquellos pensamientos. Paso aquel trago, rapidamente, tanto, que sintio como le quemaba la garganta. Eso no era nada comparado, con el hecho de aquel calor que subia, en contraposición. Esa ráfaga de fuego, que se iba de golpe a sus mejillas. Y Louis tenia que maldecir ser de piel tan clara –aunque no era blanco- y que todo cambio de humor se notara en ella. Se atraganto. Y se sintio estupidamente torpe. Parpadeo, intentado limpiarse. El dolor en las costillas, era nada, cuando te pican parte del orgullo. Cuando te desnudan de esa manera. Cuando no puedes evitar, que comentarios te saquen los colores, como si fueras un niño inexperto por la vida.
-Car-carmy! No diga eso…. --comento, tartamudeando, mas que nada, por que le ardia la garganta. Otro poco y llega a tirar fuera el café. El no era guapo. ¿Por qué las personas se empeñaban en decirle tal cosa? No habia nada de el que resaltara… o si? Estando en su habitación, frente al espejo, que le decia el reflejo?
Mutismo. Y unos ojos azules en forma avellana, curiosos, queriendo ir a es mundo tras el cristal.
Y entonces, algo diferente, fue captado por el, cuando el aliento de Carminne le rozo la piel de su oreja. Con los sentidos debilitados, no podria decir nada acerca de los problemas que su interlocutora mencionaba. Pero tenia idea de lo que podria ser. Y el no era tan cobarde, como para irse, arrastrando cual gusano, mientras una señorita recogia sus faldas y lo defendia. No podia seguir dependiendo de los demas. Eso era algo que lo sabia bien.
- Sin importar cual fuerte sea el tifon, yo estare a su lado. -
Dimelo tu, pequeño que naces al mundo. ¿Y que hay de ti, ser de la noche? Es curioso, como cada uno se adueña de las palabras. Como cada quien da sentido, dependiendo de la vision de su dia a dia. De su noche a noche. De cual sea la posición del Sol. Y cuando le arropa la Luna. Es curioso, por que todos estan equivocados. Y a la vez, no hay mas que verdades en seco.
¿Qué cruza tu mente, hermosa mujer?
…Incluso si me aferro a mis recuerdos
No puedo volver a eso,
repitiendo mi interminable tristeza…
No puedo volver a eso,
repitiendo mi interminable tristeza…
Cada ves que esos silencios se creaban, algo se congelaba. Y alguna otra cosa, ganaba color. En la red de los pensamientos, que se hilan los unos con los otros, en nuestro pasado a nuestro presente, cortados por un futuro, los remolinos de sensaciones, no cesaban.
Dando un sorbo a su bebida, asintió. Era verdad, Paris no conocia los limites. De ningún tipo. Pero, tampoco podia ser bueno del todo, o si? ¿A que le tenia miedo? Por que podria ser todo, pero idiota no lo era. Y sabia, que era un hombre que vivia atemorizado, quizas, hasta de si mismo. Si. El sobre todo. Miedo a perder lo que amaba. Miedo a perder lo que habia costruido. Miedo a perder su vida. Miedo a caer en la neblina del olvido, y ser solo un visitante mas por el mundo terrenal. Sin pena. Sin gloria. Sin crear recuerdos en otras personas. ¿Y el, tenia algo de alguien mas?
No pudo seguir con aquellos pensamientos. Paso aquel trago, rapidamente, tanto, que sintio como le quemaba la garganta. Eso no era nada comparado, con el hecho de aquel calor que subia, en contraposición. Esa ráfaga de fuego, que se iba de golpe a sus mejillas. Y Louis tenia que maldecir ser de piel tan clara –aunque no era blanco- y que todo cambio de humor se notara en ella. Se atraganto. Y se sintio estupidamente torpe. Parpadeo, intentado limpiarse. El dolor en las costillas, era nada, cuando te pican parte del orgullo. Cuando te desnudan de esa manera. Cuando no puedes evitar, que comentarios te saquen los colores, como si fueras un niño inexperto por la vida.
-Car-carmy! No diga eso…. --comento, tartamudeando, mas que nada, por que le ardia la garganta. Otro poco y llega a tirar fuera el café. El no era guapo. ¿Por qué las personas se empeñaban en decirle tal cosa? No habia nada de el que resaltara… o si? Estando en su habitación, frente al espejo, que le decia el reflejo?
Mutismo. Y unos ojos azules en forma avellana, curiosos, queriendo ir a es mundo tras el cristal.
Y entonces, algo diferente, fue captado por el, cuando el aliento de Carminne le rozo la piel de su oreja. Con los sentidos debilitados, no podria decir nada acerca de los problemas que su interlocutora mencionaba. Pero tenia idea de lo que podria ser. Y el no era tan cobarde, como para irse, arrastrando cual gusano, mientras una señorita recogia sus faldas y lo defendia. No podia seguir dependiendo de los demas. Eso era algo que lo sabia bien.
- Sin importar cual fuerte sea el tifon, yo estare a su lado. -
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
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Re: Café y Leche [Louis J. Bouquet]
Los segundos posteriores al confidente susurro que salió de sus labios se le hicieron interminables e intensos, cerró los ojos no supo por cuanto, dejándose embriagar por una calidez que distaba de ser meramente de fisiología humana, era una calidez que prácticamente podía olerse, saborearse, que por un lado le daba una sensación de tranquilidad, pero que al mismo tiempo le recordaba que era algo que ella jamás iba a recuperar, aunque si lo pensaba mejor ¿La había tenido alguna vez? ¿Había sido alguien dulce o atrayente? No, ni siquiera en sus días de vida había poseído características así. Tal vez era una especie de sensación que emanaba de cada uno de los poros de personas como Louis, que podía llegar a envolver y encandilar.
Cuando cayó en cuenta de que había comenzando a sonreír, despertó de ese breve sueño, aunque en realidad no habían sido más que un par de segundos en que el tiempo pareció detenerse, hasta que la voz del pequeño había rasgado un silencio que solo existió en la mente de Carmmine. Esta vez no pudo contener la amplia sonrisa que se esbozó en sus labios al ver aquella reacción como de niño avergonzado, a pesar de que en realidad eso le parecía que era.
Sus posteriores palabras acabaron por confirmarle aquello, si era un niño aun. Aunque en parte sus nuevos dichos la habían dejado algo perpleja, más que nada por la forma que había escogido para hacerle saber que iba a afrontar aquel problema a su lado. Le cogió suavemente del mentón y lo miró directamente a los ojos un par de segundos más, notando la seguridad en ellos, hasta que se acercó para besarle la mejilla.
- Eres muy valiente – dijo disfrutando del calor que había sentido emanar de su mejilla – Pero vas a sentir frío – dijo sonriendo, dándole un tiempo para que interpretase una frase tan ambigua como esa antes de decirle lo que planeaba.
Era tanto el hecho de que su cuerpo no expedía calor alguno, como el hecho de que los felinos y el agua no se llevaban realmente bien, aunque no sabía a ciencia cierta hasta qué punto aquello era un mito. Pero no se refería a ninguna de esas alternativas, o tal vez sí, se refería a ambas.
- Los tifones y los gatos no se llevan bien, supongo – dijo replicando las palabras de su mente – Así que ¿Me permitirías llevarte a casa antes de que comience? – preguntó al tiempo que le extendía una de sus frías manos para ayudarlo a levantarse si es que aceptaba.
Sería lo mejor, aunque en parte se le astillara el alma con la incertidumbre de saber si iba a volver a verlo algún día, debía llevarlo a un lugar donde no hubiesen rufianes ni frío que pudiesen dañarlo, como si sintiese la imperiosa necesidad de forjarle un entorno lleno de contornos suaves y alejado de peligro alguno, ¿Pero había forma de hacer eso sin restringir la libertad de alguien? Ella tenía la respuesta porque lo sabía de primera fuente, primero por imposición y luego porque voluntariamente accedió a entregarle su libertad a alguien de quien al final terminó huyendo. Sí, esa era la clara tendencia que ese tipo de relaciones tenían, al ahogo y la frustración, tal vez aun más cuando provenían de buenas intenciones. Pero este no era el caso, no tenía atribuciones y tampoco quería hacerle algo así a otra persona, así que simplemente se preocuparía hasta donde Louis se lo permitiera. Después de todo, los felinos se caracterizaban por aquella independencia que ella misma hubiese deseado tener.
Cuando cayó en cuenta de que había comenzando a sonreír, despertó de ese breve sueño, aunque en realidad no habían sido más que un par de segundos en que el tiempo pareció detenerse, hasta que la voz del pequeño había rasgado un silencio que solo existió en la mente de Carmmine. Esta vez no pudo contener la amplia sonrisa que se esbozó en sus labios al ver aquella reacción como de niño avergonzado, a pesar de que en realidad eso le parecía que era.
Sus posteriores palabras acabaron por confirmarle aquello, si era un niño aun. Aunque en parte sus nuevos dichos la habían dejado algo perpleja, más que nada por la forma que había escogido para hacerle saber que iba a afrontar aquel problema a su lado. Le cogió suavemente del mentón y lo miró directamente a los ojos un par de segundos más, notando la seguridad en ellos, hasta que se acercó para besarle la mejilla.
- Eres muy valiente – dijo disfrutando del calor que había sentido emanar de su mejilla – Pero vas a sentir frío – dijo sonriendo, dándole un tiempo para que interpretase una frase tan ambigua como esa antes de decirle lo que planeaba.
Era tanto el hecho de que su cuerpo no expedía calor alguno, como el hecho de que los felinos y el agua no se llevaban realmente bien, aunque no sabía a ciencia cierta hasta qué punto aquello era un mito. Pero no se refería a ninguna de esas alternativas, o tal vez sí, se refería a ambas.
- Los tifones y los gatos no se llevan bien, supongo – dijo replicando las palabras de su mente – Así que ¿Me permitirías llevarte a casa antes de que comience? – preguntó al tiempo que le extendía una de sus frías manos para ayudarlo a levantarse si es que aceptaba.
Sería lo mejor, aunque en parte se le astillara el alma con la incertidumbre de saber si iba a volver a verlo algún día, debía llevarlo a un lugar donde no hubiesen rufianes ni frío que pudiesen dañarlo, como si sintiese la imperiosa necesidad de forjarle un entorno lleno de contornos suaves y alejado de peligro alguno, ¿Pero había forma de hacer eso sin restringir la libertad de alguien? Ella tenía la respuesta porque lo sabía de primera fuente, primero por imposición y luego porque voluntariamente accedió a entregarle su libertad a alguien de quien al final terminó huyendo. Sí, esa era la clara tendencia que ese tipo de relaciones tenían, al ahogo y la frustración, tal vez aun más cuando provenían de buenas intenciones. Pero este no era el caso, no tenía atribuciones y tampoco quería hacerle algo así a otra persona, así que simplemente se preocuparía hasta donde Louis se lo permitiera. Después de todo, los felinos se caracterizaban por aquella independencia que ella misma hubiese deseado tener.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: Café y Leche [Louis J. Bouquet]
Allí, adornando el rostro de la mujer, estaba una sonrisa, una de las cosas que mas le gustaban de las reacciones del cuerpo humano. La forma en que las facciones del rostro de mueven, dejando partes con surcos, hoyuelos, y colores. Si, era algo digno de preservar, por que ninguna es igual entre si. Su tutor, pintor de profesión, en los últimos años de su vida, rara vez pintaba rostros expresando alguna, pero, cuando lo hacia, los cuadros cobran un brillo diferente. Tenían mas vida, y era fácil sentirse dentro del contexto, una vez que te detenías a observar
Y podría no ser muy fuerte, o si quiera listo para enfrentamientos cuerpo a cuerpo, aunque intuía que eso era solo por que estaba demasiado acostumbrado a ser un buen hombre, obrando siempre para bien, tranquilo, humano, en el verdadero sentido de la palabra. Pero, debajo de todo eso, en sus venas estaba la sangre que lo hacia un cambiaformas. No solo podía ser un tierno gatito de grandes ojos, que te provoca querer tomarlo en brazos y darle besos entre las orejas, para después colocarle un collar con cascabel y un enorme moño, no, dentro había felinos mas grandes. Más… fieros. Como fuera, había hablado muy en serio, el estaría con ella, por decisión propia, al mismo tiempo, que se lo debía, por que ella le había salvado la vida en el callejón. Tenía una especie de deuda, por así decirlo. Su honor no podría soportar dejar aquello así.
Por eso, cuando le tomo de la barbilla, no desvió la mirada, y en su rostro solo había determinación. Si quería, podía leer en su mente, claro esta, si Carmminne tenia esa habilidad, por que tenia entendido que no todos podían hacerlo; el felino no tenia nada que ocultar. Aunque no se esperaba aquel beso en la mejilla, lo agradeció. Era tierno y las palabras de ella lo hicieron sentir, como que realmente, ella lo valoraba. -Es lo que todo caballero haría por una hermosa dama, como tu, Carmminne. - No lograba entender, el por que del sentir frío, claro, era una noche fresca, pero… bueno, el no rehuía a ese tipo de cosas, ya estaba tomada una decisión. Mas helado que un amor imposible, como el que le había acomplejado, no podría ser.
Luego dijo aquello. Louis comenzó a reír. -En estos momentos, soy un hombre, con alma de gato, si… pero hombre a fin de cuentas. No me asusta mojarme un poco, al contrario, disfruto de sentir el agua sobre mi piel. - Eso era verdad, era de la clase de locos que se pasean debajo de la lluvia, solo por que ellos no pueden enfermar, para sentirse de cierta forma limpio. Si, era un amante de la limpieza y la pulcritud. Miro la mano de Carmmine, y sin borrar un ápice la sonrisa del rostro, tomándola con suavidad. -No puedo negarte nada, querida. Eres mi salvadora, y donde quieras ir, yo iré, ya lo dije. Claro que me gustaría. - Se incorporo con cuidado, acomodando un poco la ropa, tomando antes, una galleta de la cual comió la mitad. Esperando.
Y podría no ser muy fuerte, o si quiera listo para enfrentamientos cuerpo a cuerpo, aunque intuía que eso era solo por que estaba demasiado acostumbrado a ser un buen hombre, obrando siempre para bien, tranquilo, humano, en el verdadero sentido de la palabra. Pero, debajo de todo eso, en sus venas estaba la sangre que lo hacia un cambiaformas. No solo podía ser un tierno gatito de grandes ojos, que te provoca querer tomarlo en brazos y darle besos entre las orejas, para después colocarle un collar con cascabel y un enorme moño, no, dentro había felinos mas grandes. Más… fieros. Como fuera, había hablado muy en serio, el estaría con ella, por decisión propia, al mismo tiempo, que se lo debía, por que ella le había salvado la vida en el callejón. Tenía una especie de deuda, por así decirlo. Su honor no podría soportar dejar aquello así.
Por eso, cuando le tomo de la barbilla, no desvió la mirada, y en su rostro solo había determinación. Si quería, podía leer en su mente, claro esta, si Carmminne tenia esa habilidad, por que tenia entendido que no todos podían hacerlo; el felino no tenia nada que ocultar. Aunque no se esperaba aquel beso en la mejilla, lo agradeció. Era tierno y las palabras de ella lo hicieron sentir, como que realmente, ella lo valoraba. -Es lo que todo caballero haría por una hermosa dama, como tu, Carmminne. - No lograba entender, el por que del sentir frío, claro, era una noche fresca, pero… bueno, el no rehuía a ese tipo de cosas, ya estaba tomada una decisión. Mas helado que un amor imposible, como el que le había acomplejado, no podría ser.
Luego dijo aquello. Louis comenzó a reír. -En estos momentos, soy un hombre, con alma de gato, si… pero hombre a fin de cuentas. No me asusta mojarme un poco, al contrario, disfruto de sentir el agua sobre mi piel. - Eso era verdad, era de la clase de locos que se pasean debajo de la lluvia, solo por que ellos no pueden enfermar, para sentirse de cierta forma limpio. Si, era un amante de la limpieza y la pulcritud. Miro la mano de Carmmine, y sin borrar un ápice la sonrisa del rostro, tomándola con suavidad. -No puedo negarte nada, querida. Eres mi salvadora, y donde quieras ir, yo iré, ya lo dije. Claro que me gustaría. - Se incorporo con cuidado, acomodando un poco la ropa, tomando antes, una galleta de la cual comió la mitad. Esperando.
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
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Re: Café y Leche [Louis J. Bouquet]
Parte de la humanidad que aun tenía desea que momentos como estos pudiesen ser conservados de forma absoluta, con cada detalle, sin dejar que nada se escapase cuando fuese momento de rememorar aunque la memoria a veces fuera frágil y la vida demasiado ajetreada como para tener tiempo para sentarse a hacerlo. Era precisamente el miedo al cambio, a que las cosas que conocía se desvanecieran dejando a su paso fantasmas de lo que eran, y con justa razón temía, porque aunque fuese por su propia culpa, aquello ya le había pasado tantas veces que no hacía falta mencionarlas. Por eso no quería perder… esto…
Llevaba mucho tiempo viva, o como fuese que se le llamara a lo que hacía, lo suficiente como para sentirse con un ápice de las auras de autoridad que desprendían las personas mayores, pero aun así, no dejó de sorprenderse de las palabras del muchacho, sobretodo porque tenía una razón que para alguien como ella sería algo difícil reconocer. Louis tenía razón, ya era un hombre a fin de cuentas, y era la misma Carmmine la reticente a dejar de verlo como un delicado niño, ante lo que no pudo más que acceder finalmente.
- Tienes razón – concedió al tiempo que el chico se levantaba de la simpática silla del restaurant – Y no te veas en ninguna obligación conmigo, quien aprendió una valiosa lección hoy, fui yo – dijo mientras observaba con infantil curiosidad como acababa de comer una galleta.
Dejó salir una pequeña y breve risa antes de tomar una de las servilletas de tela que reposaban sobre la mesa y convertirla en el receptáculo para las galletas que quedaban aun en la mesa. No sabía exactamente por qué, pero tenía aquel fetiche de observar a la gente comer, como si con ello pudiese sentir también un resabio de lo que ellos sentían. Aunque sabía que era imposible, para la sugestión no parecían existir barreras.
- Ten – dijo al tiempo que le hacía un pequeño nudo a lo que ahora constituía una pulcra bolsita para las galletas, aunque luego sin esperar respuesta alguna, las puso en la mano del muchacho – Debes comer mucho para recuperarte por completo, o de lo contrario me enfadaré – dijo tratando de poner algo más serio el rostro, aunque claramente no pudiese lograrlo en un contexto como ese.
Suspiró y volvió a tomarle la de la mano para sacarlo del lugar, aunque aun no estaba realmente segura de en qué lugar podría conseguir algún carruaje para llevarlo a casa, o más bien enviarlo, porque aun tenía asuntos que atender en este lugar con las sabandijas que aun quedaban, aunque claro, esto era algo que por el momento no pensaba decirle.
- Soy algo… nueva por aquí – dijo algo avergonzada - ¿Sabes donde podemos encontrar un carruaje? – preguntó cuando ya estaban fuera de la cafetería, aunque seguía mirando a todos lados con la esperanza de encontrar uno. Era esa típica situación en la que solía meterse, querer ayudar a alguien que acababa siendo el que la salvaba a ella…
Llevaba mucho tiempo viva, o como fuese que se le llamara a lo que hacía, lo suficiente como para sentirse con un ápice de las auras de autoridad que desprendían las personas mayores, pero aun así, no dejó de sorprenderse de las palabras del muchacho, sobretodo porque tenía una razón que para alguien como ella sería algo difícil reconocer. Louis tenía razón, ya era un hombre a fin de cuentas, y era la misma Carmmine la reticente a dejar de verlo como un delicado niño, ante lo que no pudo más que acceder finalmente.
- Tienes razón – concedió al tiempo que el chico se levantaba de la simpática silla del restaurant – Y no te veas en ninguna obligación conmigo, quien aprendió una valiosa lección hoy, fui yo – dijo mientras observaba con infantil curiosidad como acababa de comer una galleta.
Dejó salir una pequeña y breve risa antes de tomar una de las servilletas de tela que reposaban sobre la mesa y convertirla en el receptáculo para las galletas que quedaban aun en la mesa. No sabía exactamente por qué, pero tenía aquel fetiche de observar a la gente comer, como si con ello pudiese sentir también un resabio de lo que ellos sentían. Aunque sabía que era imposible, para la sugestión no parecían existir barreras.
- Ten – dijo al tiempo que le hacía un pequeño nudo a lo que ahora constituía una pulcra bolsita para las galletas, aunque luego sin esperar respuesta alguna, las puso en la mano del muchacho – Debes comer mucho para recuperarte por completo, o de lo contrario me enfadaré – dijo tratando de poner algo más serio el rostro, aunque claramente no pudiese lograrlo en un contexto como ese.
Suspiró y volvió a tomarle la de la mano para sacarlo del lugar, aunque aun no estaba realmente segura de en qué lugar podría conseguir algún carruaje para llevarlo a casa, o más bien enviarlo, porque aun tenía asuntos que atender en este lugar con las sabandijas que aun quedaban, aunque claro, esto era algo que por el momento no pensaba decirle.
- Soy algo… nueva por aquí – dijo algo avergonzada - ¿Sabes donde podemos encontrar un carruaje? – preguntó cuando ya estaban fuera de la cafetería, aunque seguía mirando a todos lados con la esperanza de encontrar uno. Era esa típica situación en la que solía meterse, querer ayudar a alguien que acababa siendo el que la salvaba a ella…
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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