AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Y... a por un segundo turno.
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Y... a por un segundo turno.
Recuerdo del primer mensaje :
Seguramente era bastante tarde aquella noche. Acababa de terminar el primer servicio de mi jornada laboral y me habían dejado limpiarme un poco después, por si algún otro cliente tenía ganas de marcha aquella noche. Con mi batita de lo que parecía imitación de seda puesta y el pecho descubierto me acerqué a la barra que colocaban para los clientes que deseasen tomar una copa antes de iniciar otro tipo de actividades lúdicas en el lugar. Suspiré un poco y sonreí a la cantinera, pidiéndole que me pusiera algo fresco para tomar. Tenía sed y me sentía un poco cansado, pero no importaba, el trabajo era el trabajo. Después de unos instantes observé como la señora, no tan mayor (pero sí casada) con la que había tenido "el placer" de tener algún tipo de relación se marchaba, después de volver a vestirse. Sonreí levemente mirándola de reojo, dándome cuenta que ella observaba la calle antes de salir, para que nadie le viera hacerlo. Sí, la mayoría de mujeres se marchaban por la puerta de atrás y entraban por allí para que no se les viera pero... esa había decidido que prefería la puerta delantera. También cabía decir que no había demasiados clientes en las zonas comunes y... algunos estaban ocupados o demasiado borrachos como para nada más. Una de mis compañeras me ofreció un cigarrillo, al parecer uno de sus clientes habituales se los había regalado y a ella no le gustaban, además decía que hacía feo ver a "señoritas" fumando. Con una cerilla lo encendí y le di una calada, bebiendo un poco de aquello que me habían puesto. ¿Wisky? ¿Y se suponía que eso refrescaba?
Seguramente era bastante tarde aquella noche. Acababa de terminar el primer servicio de mi jornada laboral y me habían dejado limpiarme un poco después, por si algún otro cliente tenía ganas de marcha aquella noche. Con mi batita de lo que parecía imitación de seda puesta y el pecho descubierto me acerqué a la barra que colocaban para los clientes que deseasen tomar una copa antes de iniciar otro tipo de actividades lúdicas en el lugar. Suspiré un poco y sonreí a la cantinera, pidiéndole que me pusiera algo fresco para tomar. Tenía sed y me sentía un poco cansado, pero no importaba, el trabajo era el trabajo. Después de unos instantes observé como la señora, no tan mayor (pero sí casada) con la que había tenido "el placer" de tener algún tipo de relación se marchaba, después de volver a vestirse. Sonreí levemente mirándola de reojo, dándome cuenta que ella observaba la calle antes de salir, para que nadie le viera hacerlo. Sí, la mayoría de mujeres se marchaban por la puerta de atrás y entraban por allí para que no se les viera pero... esa había decidido que prefería la puerta delantera. También cabía decir que no había demasiados clientes en las zonas comunes y... algunos estaban ocupados o demasiado borrachos como para nada más. Una de mis compañeras me ofreció un cigarrillo, al parecer uno de sus clientes habituales se los había regalado y a ella no le gustaban, además decía que hacía feo ver a "señoritas" fumando. Con una cerilla lo encendí y le di una calada, bebiendo un poco de aquello que me habían puesto. ¿Wisky? ¿Y se suponía que eso refrescaba?
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
No dije nada, ¡encima era yo el que insistía! Tsk. No tenía uno ni libertad de pensamiento con aquel tipo allí, tendría que aprender a no pensar y a hacer las cosas por instinto. Así no me leería la mente.
- Claro y un mono detrás de la pared dándole a una bicicleta para que girase. - respondí yo ante su bromita. Ni siquiera lo había pensado, fue lo primero que me pasó por la boca cuando escuché su comentario. En realidad, había alguna que otra cama redonda pero... yo siempre había dicho que esas eran más incómodas, no estaba seguro por qué. Me gustaban más las tradicionales, con sus colchas suaves blanditas.
Alcé la barbilla cuando me la sujetó y lo miré de reojo cuando pegó su boca a mi oído y me obligó (con su tono de voz) a cerrar los ojos y notar un escalofrío que me recorrió entero. Tal vez se diese cuenta de que aquello me había gustado en sobre manera. Claro, no necesitaba el permiso para mirar, básicamente porque aunque no me diera cuenta, seguro que ya me había recorrido con la mirada varias veces. Me acomodé el el sofá mientras él se ponía cómodo también y negué con la cabeza.
- No para algunas cosas. - contesté, ante su tono de voz, divertido. Tampoco le veía yo la gracia, pero sonreí con algo de superioridad, tal vez él tenía 300 años, pero no podría evitar envidiar ciertas cosas de mí, seguramente, quizás. Desvié la mirada unos instantes viendo las lámparas que estaban encendidas a duras penas y le miré de nuevo cuando comentó que tenía que preguntar algo. Le observé, hasta que finalmente habló. - En realidad... la mayor parte de las veces sí.
- Claro y un mono detrás de la pared dándole a una bicicleta para que girase. - respondí yo ante su bromita. Ni siquiera lo había pensado, fue lo primero que me pasó por la boca cuando escuché su comentario. En realidad, había alguna que otra cama redonda pero... yo siempre había dicho que esas eran más incómodas, no estaba seguro por qué. Me gustaban más las tradicionales, con sus colchas suaves blanditas.
Alcé la barbilla cuando me la sujetó y lo miré de reojo cuando pegó su boca a mi oído y me obligó (con su tono de voz) a cerrar los ojos y notar un escalofrío que me recorrió entero. Tal vez se diese cuenta de que aquello me había gustado en sobre manera. Claro, no necesitaba el permiso para mirar, básicamente porque aunque no me diera cuenta, seguro que ya me había recorrido con la mirada varias veces. Me acomodé el el sofá mientras él se ponía cómodo también y negué con la cabeza.
- No para algunas cosas. - contesté, ante su tono de voz, divertido. Tampoco le veía yo la gracia, pero sonreí con algo de superioridad, tal vez él tenía 300 años, pero no podría evitar envidiar ciertas cosas de mí, seguramente, quizás. Desvié la mirada unos instantes viendo las lámparas que estaban encendidas a duras penas y le miré de nuevo cuando comentó que tenía que preguntar algo. Le observé, hasta que finalmente habló. - En realidad... la mayor parte de las veces sí.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Reí suavemente ante la estupidez que dijo y le observé, sacudiendo la cabeza - No seais sarcástico, monsieur. ¿No habéis oido que es la expresión más baja del humor? - pregunté retóricamente, alzando las cejas seguidamente y sonriendo después, con expresión de nuevo amable. Me caia bien, aquel chico.. era realmente simpático y además... Después del gesto aquel que tuve con él, de acercarme (quizás demasiado) puso una cara muy divertida. Parecía que le gustaba y todo, al muchachito, y eso me gustaba a mi - No seais mal pensado, no soy un chico mal educado, después de todo - respondí, pero son reí tras sentarme - Aunque tenéis un cuerpo bonito, ¿sabeis? Conseguiriais más trabajo sin esa bata - comenté de buen humor, dejando el pañuelo, de seda, sobre el sofá, entre el chico y yo. Cuando me respondió continué sonriendo, oyendo lo que pensaba y observandole - Por qué pensais que tengo algo que envidiaros, monsieur? Qué teneis vos que no tenga yo? - pregunté, curioso. En realidad, si habia ciertas cosas de las que tenia envidia -no de él, sino de los humanos en general- pero queria saber su opinión. Tras unos segundos volví a prestarle atención - Dais esa impresión - concordé, estirando una mano hacia él y tocandole un poco el pelo - Teneis un pelo bonito, me gusta - comenté, apoyando un poco el brazo en el respaldo del sofá, preguntandome si estaria pensando en hacer algo *más* conmigo
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Me encogí de hombros cuando me dijo que no fuera sarcástico. Culpa suya por decir tonterías, hombre. Que ¿cómo iba a haber una cama giratoria con forma de corazón? Ni que fueramos ricos allí para eso.
- Soy de la opinión que una insinuación es mucho más provocadora que la simple exibición. - respondí ante su comentario, observando como dejaba el pañuelo allí en medio. Me humedecí los labios y me estiré un poco para coger su pañuelo, curioso de su tacto. Parecía bastante bonito y suave. Sí, era suave. Lo acaricié con mis manos y me lo llevé a la mejilla, cerrando los ojos unos instantes. Volví a dejar el pañuelo sobre el sofá y me moví un poco, encogiéndo las piernas y toqueteadno uno de los pequeños cogines que prácticamente forraban el respaldo del sofá. Sonreí ante su pregunta. - Una piel tostada. - respondí, parpadeando varias veces. - Calidez. - continué, como si fuera una enumeración bastante pausada. Tomé el cogín con mis manos y lo abracé levemente. - Una caída de párpados irresistible. - dejé que me mirara y bajé la vista, con gesto coqueto para luego volver a mirarlo. - Aunque a las damas, eso último no suele impresionarles demasiado. - añadí, moviéndome un poco. Me encogí de hombros cuando dijo que se veía a la legua que me gustaba que me mirasen. No siempre claro estaba, había días que me sentía asqueroso y... me sentía mal, pero no solía ser siempre. Sonreí mientras me tocaba él el pelo, añadiendo que tenía un pelo bonito. - Vos también, el vuestro luce hermoso y sedoso. - respondí, mirándole, dejando de nuevo el cogín sobre el sofá y poniéndome de rodillas sobre él (el sofá), como si intentase ahuecar un poco los cojines del respaldo para nuestra comodidad.
- Soy de la opinión que una insinuación es mucho más provocadora que la simple exibición. - respondí ante su comentario, observando como dejaba el pañuelo allí en medio. Me humedecí los labios y me estiré un poco para coger su pañuelo, curioso de su tacto. Parecía bastante bonito y suave. Sí, era suave. Lo acaricié con mis manos y me lo llevé a la mejilla, cerrando los ojos unos instantes. Volví a dejar el pañuelo sobre el sofá y me moví un poco, encogiéndo las piernas y toqueteadno uno de los pequeños cogines que prácticamente forraban el respaldo del sofá. Sonreí ante su pregunta. - Una piel tostada. - respondí, parpadeando varias veces. - Calidez. - continué, como si fuera una enumeración bastante pausada. Tomé el cogín con mis manos y lo abracé levemente. - Una caída de párpados irresistible. - dejé que me mirara y bajé la vista, con gesto coqueto para luego volver a mirarlo. - Aunque a las damas, eso último no suele impresionarles demasiado. - añadí, moviéndome un poco. Me encogí de hombros cuando dijo que se veía a la legua que me gustaba que me mirasen. No siempre claro estaba, había días que me sentía asqueroso y... me sentía mal, pero no solía ser siempre. Sonreí mientras me tocaba él el pelo, añadiendo que tenía un pelo bonito. - Vos también, el vuestro luce hermoso y sedoso. - respondí, mirándole, dejando de nuevo el cogín sobre el sofá y poniéndome de rodillas sobre él (el sofá), como si intentase ahuecar un poco los cojines del respaldo para nuestra comodidad.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Le observé con fijeza y después sonreí, inclinando la cabeza suavemente a modo de coincidir con él - Es una opinión interesante, monsieur - contesté con tono amable, poniendome cómodo en el sofá y viendo como cogia mi pañuelo con las manos, tocandolo. Al parecer parecía agradarle el tacto suave y sedoso de.. la seda, si. Sonreí un poco - ¿Os gusta? - pregunté, refiriendome al mencionado pañuelo antes de ver como como empezaba a enumerar cosas. Coincidia con las dos primeras, pero reí ante la tercera, viendo como él hacial a mencionada caida de párpados - Mis ojos son iguales que los vuestros, Jean, salvo porque mi vista está más desarrollada que la vuestra - murmuré para que lo supiera, sonriendo de nuevo con expresión cálida - Aunque hay más cosas que vos tenéis y yo no, al menos ahora. También es cierto que nunca fui muy moreno - comenté amablemente, sonriendo un poco más ampliamente, mostrando levemente mis colmillos sin darme cuenta, cuando dijo que las caidas de párpados no impresionaban a las damas - No os preocupeis, a mi me ha parecido encantador - le dije, inclinando la cabeza y viendo como se ponia a hacer cossas raras con los cojines, hablando también de mi pelo - Gracias, Jean Louis - respondí educadamente, moviendome un poco y girandome levemente hacia él, colocando bien los cojines que estaban detrás de mi - ¿Qué hacéis? Dejad de atacar los cojines, por dios - exclamé, sonriendo, antes de incorporarme con rapidez, dirigiendome a la ventana y mirando al exterior, asomandome y poniendo cara rara, acercandome al sofá después y apoyandome por detrás, en el respaldo, junto al chico (de pie, claor)
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Asentí con la cabeza, claro que era interesante y bien cierta. La gracia de la conquista residía en no ir enseñando por ahí como si fuera una carne que hubiera que comprar en el mercado, lo realmente divertido era ganarse el derecho a ver lo que se deseaba, con esfuerzo. Asentí con la cabeza cuando preguntó si el pañuelo me gustaba, era bonito. Lo dejé junto a él de nuevo y negué con la cabeza cuando dijo que sus ojos y los míos eran iguales.
- Tal ves sean parecidos, pero eso no significa que podáis hacerlo tan bien como yo. - volví a repetir el gesto, esta vez sin darme cuenta, escuchando como decía que yo tenía más cosas que él ahora no. Reí cuando añadió que nunca había sido demasiado moreno de piel. ¿Ves? Algo a mi favor. - ¿Qué más cosas tengo yo que vos no tenéis? - quise saber, curioso, notando después que me enseñaba los colmillos. Abrí mucho los ojos, dándome cuenta que era la primera vez que se los veía. Me incliné un poco para verlo mejor, pero como él dijo que mi gesto había sido encantador, me distraje levemente. Negué con la cabeza cuando me dio las gracias por el halago a su pelo y me ahorré el comentario de que el resto de él me parecía atractivo también. Aunque... mierda, seguramente ya lo habría oído en mi mente. Cuando me puse a toquetear los cojines, con gesto distraído le escuché, negando con la cabeza. - No los ataco, si haceis esto, son más mullidos y cómodos después. - respondí, frunciendo el ceño. No pude ver como ponía cara rara, pero dejé de hacer tonterías con los cojines cuando lo vi situarse detrás de mí, inclinado un poco sobre el sofá. Apoyé la espalda en el respaldo, rápidamente, prácticamente tumbándome.
- Tal ves sean parecidos, pero eso no significa que podáis hacerlo tan bien como yo. - volví a repetir el gesto, esta vez sin darme cuenta, escuchando como decía que yo tenía más cosas que él ahora no. Reí cuando añadió que nunca había sido demasiado moreno de piel. ¿Ves? Algo a mi favor. - ¿Qué más cosas tengo yo que vos no tenéis? - quise saber, curioso, notando después que me enseñaba los colmillos. Abrí mucho los ojos, dándome cuenta que era la primera vez que se los veía. Me incliné un poco para verlo mejor, pero como él dijo que mi gesto había sido encantador, me distraje levemente. Negué con la cabeza cuando me dio las gracias por el halago a su pelo y me ahorré el comentario de que el resto de él me parecía atractivo también. Aunque... mierda, seguramente ya lo habría oído en mi mente. Cuando me puse a toquetear los cojines, con gesto distraído le escuché, negando con la cabeza. - No los ataco, si haceis esto, son más mullidos y cómodos después. - respondí, frunciendo el ceño. No pude ver como ponía cara rara, pero dejé de hacer tonterías con los cojines cuando lo vi situarse detrás de mí, inclinado un poco sobre el sofá. Apoyé la espalda en el respaldo, rápidamente, prácticamente tumbándome.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Cuando escuché su contestación no pude más que reirme, llevandome una mano al pecho - Lo admito, seguro que vuestra caida de párpados es mil veces más bonita que la mia, monsieur - respondí, cortesmente, queriendo halagar al muchacho que tenia bastante chispa. Cuando se puso en plan curioso le observé y me puse a pensar un poco - Bueno... vuestra piel es más blanda que la mia - dije, mostrandole una mano para que tocara, si queria. A diferencia de la suya, mi le pareceria estar hecha en alguna clase de material duro - Y... bueno, vos podéis salir a la luz del sol y... uhm.. Podéis tener hijos. Yo no puedo, ya - respondí, sonriendo levemente tras unos segundos. Ya habia pasado la crisis de "Oh, no puedo tener hijos" como hacia doscientos años, literalmente. Cuando empezó a pensar cosas sobre mi pelo y.. el resto de mi, me eché a reir suavemente - Sois encantador, Jean Louis - le elogié, sonriendole dulcemente - Vos también me parecéis atractivo - añadí, inclinandome un poco educadamente, viendo como me explicaba lo que hacer con los cojines. Le miré, desde lo alto, apoyando las manos en el borde del respaldo y mirando como casi se tumbaba - ¿Me quitáis el sitio? ¡Qué poco educado! - exclamé antes de sonreir, agachandome un poco para verle más de cerca - Además con esa ropa, que se os ve todo, monsieur - añadí, estirando una mano y moviendo un poco uno de los bordes de su bata, intentando ponerle un poquito nervioso o, al menos, comprobar si tenia vergüenza o no
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Me encogí de hombros, coqueto otra vez, me gustaba que me dijeran cosas bonitas, aunque no estuviera acostumbrado. Me sentía algo diferente al otro día, en aquella habitación me encontraba en mi ambiente y... el hecho de haber bebido quizás ayudaba a que fuera un poco más descarado que de costumbre. Presté atención cuando se puso a contarme en qué más nos diferenciabamos y tomé su mano entre las mías por unos instantes, toqueteando su piel que parecía dura de verdad. Miré su mano, en comparación con la mía, algo más grande y blanca, como la leche. Lo de la luz del sol lo entendía.
- No quiero tener hijos, aunque pueda. - comenté, como si fuera algo normal. ¿Él quería tener hijos? Suponía que si tenías dinero podrías criar a un hijo como te gustaría pero... siendo pobre como yo, ¿cómo iba a tener hijos? Además, ¿con quién? Él sabía que las mujeres no me resultaban atractivas, no iba a irme con una solo por "tener hijos". Prefería quedarme solo en ese caso. Me sonrojé levemente cuando me dijo que era encantador, seguramente por pensar aquellas cosas, además añadió que yo también parecía atractivo. Sonreí levemente, sin darme cuenta y le miré después, ya tumbado en el sofá con gesto de comodidad. - Podeis sentaros junto a mí, si lo deseais. - comenté cuando se quejó de que era poco educado. Además. él tenía una enorme cama ahí detrás y... junto al sofá había una butaca. Le miré, mientras se acercaba un poco y añadía que con mi ropa se veía todo, por suerte no se había fijado en nada más. Sonreí coqueto, seguramente con las mejillas encendidas y con el pulso un poco acelerado, más aún cuando movió su mano hasta mi bata, toqueteando los bordes.
- No quiero tener hijos, aunque pueda. - comenté, como si fuera algo normal. ¿Él quería tener hijos? Suponía que si tenías dinero podrías criar a un hijo como te gustaría pero... siendo pobre como yo, ¿cómo iba a tener hijos? Además, ¿con quién? Él sabía que las mujeres no me resultaban atractivas, no iba a irme con una solo por "tener hijos". Prefería quedarme solo en ese caso. Me sonrojé levemente cuando me dijo que era encantador, seguramente por pensar aquellas cosas, además añadió que yo también parecía atractivo. Sonreí levemente, sin darme cuenta y le miré después, ya tumbado en el sofá con gesto de comodidad. - Podeis sentaros junto a mí, si lo deseais. - comenté cuando se quejó de que era poco educado. Además. él tenía una enorme cama ahí detrás y... junto al sofá había una butaca. Le miré, mientras se acercaba un poco y añadía que con mi ropa se veía todo, por suerte no se había fijado en nada más. Sonreí coqueto, seguramente con las mejillas encendidas y con el pulso un poco acelerado, más aún cuando movió su mano hasta mi bata, toqueteando los bordes.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Sonreí cuando noté que estaba más cómodo que la última vez y le miré, dejando que tocara mi mano y se diera cuenta por si solito de lo dura que era. Cuando respondió que no queria tener hijos le observé y asentí - Yo hace tiempo queria, pero ya no. De todas formas, aunque quisiera no podria, asi que es mejor no torturarse - respondí, dándole mi opinión sobre el tema. Sino queria tener hijos estaba bien, todo era correcto. Le miré, quedandome en silencio y cnocentrandome en los pensamientos del joven, hasta que me dijo que podia sentarme con él si queria. Le observé y tras unos segundos sonreí de nuevo - ¿Sabeis? Si queréis tumbaros no me importa que vayais a la cama, monsieur, seguramente estaríais más cómodo - le señalé, viendo como sonreía con las mejillas realmente rojas, mirandome con expresión coqueta. Vaya... Qué gracioso. Le sonreí un poco y toqueteé levemente la tela de su bata, apartandola un poco y pellizcandole levemente - Sois un libertino - bromeé, tirando levemente de la tela y moviendola hasta dejarle prácticamente el pecho al descubierto, soltandome y moviendome después hasta sentarme a su lado, con cuidado, apartando el pañuelo y dejandolo sobre la butaca que habia cerca - Oh... No os estaré metiendo en un lio, ¿cierto? ¿Teníais que trabajar? - pregunté, preguntandome para mi mismo si el jefe del chico le echaaria la bronca una segudna vez por mi culpa
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Pobrecito, no podía tener hijos aunque quisiera. En realidad eso me parecía una pena, quizás él hubiera sido un buen padre. Si quería, yo podía prestarme a hacerle de "padre de acogida" yo embarazaba a la mujer que él quisiera y luego él se quedaba con el bebé, sería interesante. Aunque no me acababa de gustar del todo, la idea.
- ¿Preferis que vaya a la cama? Aquí se está bastante bien ahora... la temperatura parece que ha subido... - comenté, antes de que apartara un poco la tela de mi bata, pellizándome. Encogí un poco las piernas, como si tratase de tapárme con mi propia piel, para que no me pellizcase. - El libertino sois vos, que gastais el dinero y se lo regalais a alguien como yo, sin motivo aparente. - Me mordí el labio inferior cuando apartó la tela, dejándome prácticamente al descubierto frente a él, que se había sentado a mi lado después. Moví un poco los hombros y negué con la cabeza, cuando preguntó si no era que tenía que trabajar y me estaba él volviendo a meter en problemas.
- La única clienta que tuve esta noche salió por la puerta antes de veros a vos. - respondí, sonriendo un poco. - Si hubiera habido algún cliente más esperando por mí, ya hubiera aparecido alguien para avisarme. - añadí, mirándole a los ojos y estirando luego las manos, para acariciar su fría piel. Me pregunté cómo sería tenerle más cerca ya que... todo él era frío y extraño.
- ¿Preferis que vaya a la cama? Aquí se está bastante bien ahora... la temperatura parece que ha subido... - comenté, antes de que apartara un poco la tela de mi bata, pellizándome. Encogí un poco las piernas, como si tratase de tapárme con mi propia piel, para que no me pellizcase. - El libertino sois vos, que gastais el dinero y se lo regalais a alguien como yo, sin motivo aparente. - Me mordí el labio inferior cuando apartó la tela, dejándome prácticamente al descubierto frente a él, que se había sentado a mi lado después. Moví un poco los hombros y negué con la cabeza, cuando preguntó si no era que tenía que trabajar y me estaba él volviendo a meter en problemas.
- La única clienta que tuve esta noche salió por la puerta antes de veros a vos. - respondí, sonriendo un poco. - Si hubiera habido algún cliente más esperando por mí, ya hubiera aparecido alguien para avisarme. - añadí, mirándole a los ojos y estirando luego las manos, para acariciar su fría piel. Me pregunté cómo sería tenerle más cerca ya que... todo él era frío y extraño.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
"Escuché" sus pensamientos y sonreí un poco, mirandole. Qué muchacho más inocente llegaba a ser... - Hay otra cosa que nos diferencia a ti y a mi, monsieur. Yo soy inmortal - dije, antes de sonreir levemente, no muy contento con el dato - No me gustaría ver morir a mis hijos - añadí, para que entendiera a qué venia aquello. Ante mi propuesta de ir a la cama, él decidió que el sofá era un lugar más cómodo - Como gusteis, Jean Louis - exclamé, antes de echarme a reir suavemente cuando oí lo que me contestó. ¡Qué poca vergüenza tenian los chicos de hoy en dia! Me saqué la cartera y dejé un par de billetes bastante grandes sobre su pecho - Pues mirad como sigo malgastándolo, monsieur - contesté con sorna, en actitud chulesca. Por supuesto que era un libertino, y gastaba dinero a lo tonto, pero de vez en cuando era divertido. Y más con gente como él, que realmente no le venia nada mal el dinero. Le observé, tras preguntarle aquello último, y oí lo que dijo, sonriendo un poco y asintiendo - Está bien, no queria molestaros de nuevo - dije, riendo al oir lo que le pasaba por la cabeza - ¿Deaseais tenerme más cerca? Acercaos entoces - le insté, tranquilamente. Desde luego yo no iba a apartarme, ni tenia ningún problema en ponerme algo más cariñoso con el chico, por decirlo así
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Escuché su nuevo dato y fruncí el ceño ante aquello. Además añadió que no le gustaría ver morir a sus hijos... Claro, era obvio. No sería agradable. Apreté los dientes dándome cuenta que a mí sí me vería morir, algún día, si se quedaba el tiempo suficiente en París. Yo ya sabía que tampoco iba a durar demasiados años, teniendo en cuenta el trabajo que tenía, fácil sería contagiarme de alguna de esas enfermedades que se transmitían cuando uno copulaba. No conocía demasiadas cortesanas (ya que tampoco conocía cortesanos), que hubieran pasado de los 36. Dejé de pensar en personas muertas y le miré, cuando rió ante mis palabras. Cuando dejó un par de billetes sobre mí, negué con la cabeza y los tomé, entregándoselos de nuevo.
- No los quiero, vos no sois un cliente. - Me incorporé levemente e insistí pegando el dinero a su pecho, lo metería dentro de su camisa si no quería aceptar mi negativa, no quería su dinero. Me sugirió que me acercara a él, como si él no tuviera intención de acercarse a mí. Ya estaba incorporado y seguramente bastante pegadito a él, aunque con su ropa no podía uno notar nada. - En serio, no quiero vuestro dinero, monsieur Ducovich.
- No los quiero, vos no sois un cliente. - Me incorporé levemente e insistí pegando el dinero a su pecho, lo metería dentro de su camisa si no quería aceptar mi negativa, no quería su dinero. Me sugirió que me acercara a él, como si él no tuviera intención de acercarse a mí. Ya estaba incorporado y seguramente bastante pegadito a él, aunque con su ropa no podía uno notar nada. - En serio, no quiero vuestro dinero, monsieur Ducovich.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Le miré fijamente, curioso, cuando empezó a pensar en personas muertas, en él muerto y en más cosas muertas y nada agradables. Ladeé la cabeza un poco, observandole pensar en esas cosas y alcé las cejas - ¿Sabéis? Yo tenia más o menos vuestra edad cuando estuve a punto de morir - le conté entonces, acariciandole el pelo y sonriendo un poco, divertido, cuando se incorporó todo preocupado por devolverme el dinero que yo, amablemente, habia dejado sobre su pecho. Al parecer la excusa era que no era un cliente - ¿Por qué titubeais tanto? No estoy pagando por ningún servicio, Jean - le recordé, cogiendo su mano, que todavía sujetaba el dinero, y besandola suavemente - ¿Tanto os cuesta coger un par de billetes y decir gracias? A mi no me hacen falta - le dije, intentando convencerle de lo que era verdad. ¿Por qué se los daria sino? - Podéis llamarme por mi nombre - sonreí suavemente y le acaricié el pelo de nuevo, escuchando sus pensamientos y riendo quedamente - ¿También queréis quitarme la ropa? - pregunté divertido, rodeandole con uno de mis brazos y pegandole a mi suavemente, ya que tanto queria notar mi piel fria
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
- ¿Estuvisteis a punto de morir? - ladeé la cabeza. Bueno, ya estaba muerto pero... eso era curioso. ¿Sería en alguna especie de guerra o algo parecido? Le observé por unos instantes curioso por aquella anécdota suya pero no pude pensar mucho más en ello, porque él me decía que no estaba pagando por ningún servicio de mi parte y eso me avergonzó. Bajé la mirada mientras él me besaba la mano y me recomendaba que cogiera el dinero y dijera gracias, para olvidarme después. - Pero me siento mal aceptando este dinero... - me quejé, alzando luego la mirada otra vez hacia él. Me dijo que podía llamarlo por su nombre de pila pero eso... iba a costarme, sobre todo porque ya había asimilado que a las personas se les trataba de usted a no ser que fueran muy, muy cercanos. Además, teniendo en cuenta que él quintuplicaba mi edad por lo menos dos veces... era un poco raro. - Monsieur Adelbert... - Me quedé con la mano cerrada en un puño y los billetes dentro, un poco arrugaditos, yo no los quería, prefería que él se los quedara o se los repartiera a alguien que vivía en la calle. Apreté los labios y desvié la mirada hacia un lado, cuando rió, preguntándome después si por mi cabeza pasaba lo de quitarle la ropa. Bueno, sí, pero solo por curiosidad. Él me rodeó con uno de sus brazos y me pegó a él, pude notar el frío de su piel através de la ropa, pero no estaba tan frío como había creído en un principio.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Cuando preguntó sonreí levemente y asentí - Así es, cuando los turcos atacaron Viena. Eramos pocos en la ciudad y me hirieron... Y después alguien, no se quién, me convirtió en vampiro. Le busqué después, durante años, pero nunca supe quién fue - le conté brevemente, para que dejara de pensar en muertes ajenas, o la suya, y se centrara mejor en la mia. Sonreí suavemente - Supongo que deberia darle las gracias, sino fuera por esa persona estaria muerto - dije, observandole y viendo como se ponia, todo dramático, porque no queria el dinero. Aunque me di cuenta de que mi comentario le avergonzó, no solo porque lo pensara, sino por la cara que puso - Lo siento, monsieur, no pretendia ofenderle - me disculpé en seguida, apretando suavemente su mano - Por favor, no os sintáis mal... Y no os creais que no le doy dinero a la gente que vive en la calle, ¿sabéis? Soy más libertino y derrochador de lo que pensaís - bromeé un poco, para que se alegrara. Tras unos segundos me hizo caso y decidió llamarme por mi nombre, a lo que yo sonreí - Sois adorable - exclamé, sonriendo, al oir lo que pensaba - Asi que solo por curiosidad, ¿eh? ¿Qué, quereis saber si todo mi cuerpo es igual de blanco y frio, o es algún tipo de fetiche morboso? - pregunté divertido, sujetandole aun con mi brazo. Me acomodé un poco en el sofá y le observé, curioso - ¿Estoy muy frio? Supongo que las ropas deben de mitigar un poco mi temperatura
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Escuché atento su explicación. Osea, cuando tenía prácticamente mi edad le convirtieron en vampiro. Seguramente fue una experiencia horrible y además me dio la sensación de que aquello lo había vivido solo. ¿Había estado solo todos esos años? ¿Se había enamorado antes? Seguro que la muerte le había perseguido allá donde iba, en trescientos años podían pasar tantas cosas... Asentí con la cabeza ante aquello último, si no le hubieran convertido en aquellos instantes él no estaría allí conmigo. Apreté un poco los labios, no contento del todo con la situación que teníamos y me quedé mirando hacia una de las lámaparas durante un segundo. Él se disculpó y me pidio que no me sintiera mal por lo del dinero. Que también regalaba dinero por la calle a los pobres sin hogar. Le miré a los ojos ante aquello y me sentí un poco mejor al escuchar aquello
- De todas formas, no tengo donde guardarlo... - añadí, encogiéndome un poco, sin saber qué hacer con aquel dinero en esos instantes. Por decimo octava vez en la noche me volvió a decir que era adorable y se rió de mí cuando me dio curiosidad por saber cómo era su cuerpo. No era un fetiche morboso como él había sugerido. - Vos podeis ver mi cuerpo, tal y como es. - me defendí, ante sus hirientes palabras, que en realidad, iban a broma. Se acomodó en el sofá y recogí las piernas para que él estuviera más cómodo.- Creí que seriais todo como la nieve en invierno, pero no es así. - me encogí de hombros levemente.
- De todas formas, no tengo donde guardarlo... - añadí, encogiéndome un poco, sin saber qué hacer con aquel dinero en esos instantes. Por decimo octava vez en la noche me volvió a decir que era adorable y se rió de mí cuando me dio curiosidad por saber cómo era su cuerpo. No era un fetiche morboso como él había sugerido. - Vos podeis ver mi cuerpo, tal y como es. - me defendí, ante sus hirientes palabras, que en realidad, iban a broma. Se acomodó en el sofá y recogí las piernas para que él estuviera más cómodo.- Creí que seriais todo como la nieve en invierno, pero no es así. - me encogí de hombros levemente.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Le observé con expresión divertida, "escuchando" las preguntas que se estaba haciendo a si mismo y moviendo un poco las piernas sin dejar de mirarle, pero no le contesté todas - ¿Acaso crees que unos padres de clase alta hubieran aceptado tener un hijo vampiro? - dije, por todo. La respuesta era obvia, claro... No hacia falta ser un genio para saber eso. Cuando pareció estar mas tranquilo con lo del dinero, al oir lo que me dijo, sonreí suavemente - La próxima vez vendré provisto de una cartera para vos, monsieur - murmuré divertido, acariciandole una mejilla suavemente y deleitandome un poco con el tacto suave y calentito. Por supuesto, el se puso a defenderse cuando me metí un poco con él, de broma - Es cierto, es cierto - le di la razón, y le observé después con expresión divertida - ¿Queréis que me quite la ropa? - pregunté divertido, llevandome mi mano libre a la camisa y desabrochando un botón, juguetonamente, antes de oirle decir aquello último. Ladeé la cabeza, apretandole un poquito contra mi - En realidad lo soy.. No tanto, pero casi... Lo que ocurre, monsieur, es que en vuestra habitación hace calor, y además, al pegaros vos, yo he empezado a calentarme y vos a enfriaros - le expliqué amablemente, alzando mi mano y tocandole el pelo, de nuevo, colocandoselo bien
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Me di cuenta que escuchaba mis preguntas, aunque no las hube formulado en voz alta y que me respondía, parcialmente a ellas. Oh, bueno, si no quería contestar tampoco me iba yo a enfadar, tampoco es que él tuviera la obligacion de contarme todo sobre su vida, no estaría respetando su privacidad, claro, claro. Aunque él no respetaba la mía. Prácticamente había visto todo de mí, mi cuerpo, mi mente, mis pensamientos... Negué con la cabeza, ante su idea de traerme una cartera, vaya manía la suya con darme cosas. Cerré los ojos los segundos que él me acarició la mejilla y luego los abrí, cuando me dio la razón, asintiendo después cuando me preguntó si quería que se quitase la ropa, pues sí, quería, no me molestaba si lo hacía. Después se desabrochóun botón con lentitud, para pegarme más a él y explicarme como era que no estaba tan frío como yo esperaba. Dejé caer el dinero, soltándolo y sin mirar a dónde iba y alcé una mano, para ponerla en su cuello.
- Aquí estais más frío. - comenté, mirándole a los ojos mientras él me toqueteaba el pelo. - Cuanto más rato paseis con alguien... vivo, ¿más caliente estará vuestra piel? - pregunté, haciendo todo tipo de deducciones sobre su condición.
- Aquí estais más frío. - comenté, mirándole a los ojos mientras él me toqueteaba el pelo. - Cuanto más rato paseis con alguien... vivo, ¿más caliente estará vuestra piel? - pregunté, haciendo todo tipo de deducciones sobre su condición.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Aun no estaba yo dispuesto del todo a contarle toda mi vida con detalles a un desconocido, hombre. Tras unos segundos así, en silencio por su parte, me dediqué a acariciarle una mano tranquilamente, escuchando lo que pensaba y como parecia quejarse proque yo podia ver todo de él y él de mi no. Cuando le di la razón el sonrió un poco, y yo también lo hice al ver como cerraba los ojos, asintiendo después a mi pregunta pero sin contestarme con palabras. Bueno, no importaba, le habia entendido igual - Como gusteis.. - contesté divertido, pareciendome en realidad un trato justo. Me desabroche los botones de la camisa con pasmosa rapidez, dejandola abierta, que mostrara mi muy pálido torso, bastante musculado. Por una parte, de joven, yo habia tenido bastantes músculos, y por otra, la propia condición de vampiro los habria marcado si no los hubiera tenido. Aun así, mi piel se veia blanca como la leche. Miré al chico, sonriendo un poco - ¿Contento? - pregunté antes de notar su mano en mi cuello. Entrecerré los ojos suavemenete, encantado - Tenéis la mano realmente cálida, monsieur - murmuré con tono aterciopelado, oyendo su comentario y su posterior pregunta - Así es... El calor pasa de vuestro cuerpo al mio, o de la estancia a mi cuerpo - le expliqué, dejando caer la cabeza hacia un lado, queriendo notar algo más de calor
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
Sin decir nada más sobre su larga "vida" (a pesar de que yo deseaba conocer más) accedió a enseñarme su pie, desabotonándose la camisa con más rapidez de la que pensaba que tenía. Apoyé una mano en el sofá, notando como la bata resvalaba un poco por el hombro. No me acordé de la cicatriz, a pesar de que desde esa posición no podía verse, era imposible. Cuando tuvo la camisa abierta miré su pecho, diferente al mío, mucho más musculado y blanco. Bajé la mano que había colocado en su cuello y la paré en su torso, acariciando con suavidad su pecho, tenía una piel perfecta, como si no tuviera ninguna especie de marquita en ella, nada. Al contrario que yo. Asentí con la cabeza ante su pregunta, sí, bastante contento. Sí. Él entrecerró los ojos y dijo que mi mano era bastante cálida, normal, estaba vivo, había sangre en mi cuerpo.
- Vuestra piel es hermosa... - comenté, dejando de mirar su pecho para alzar la vista hasta sus ojos, de color claro, como los míos. Me moví hasta quedar frente a él y colocar mi otra mano también en su pecho, sintiéndome una especie de curandero, actuando de aquella manera. Subí mi segunda mano hasta su pecho y luego la bajé otra vez, hasta sus abdominales, los toqueteé con gesto despistado, como si no me diera cuenta y fuera algo inevitable.
- Vuestra piel es hermosa... - comenté, dejando de mirar su pecho para alzar la vista hasta sus ojos, de color claro, como los míos. Me moví hasta quedar frente a él y colocar mi otra mano también en su pecho, sintiéndome una especie de curandero, actuando de aquella manera. Subí mi segunda mano hasta su pecho y luego la bajé otra vez, hasta sus abdominales, los toqueteé con gesto despistado, como si no me diera cuenta y fuera algo inevitable.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: Y... a por un segundo turno.
En cuanto me desabroché la camisa el parecio interesarse por mi pecho desnudo. Era normal, después de todo no era un torso muy común, demasiado blanco. Dejé que me tocara un poco, notando su mano cálida y agradable contra mi pecho, sonriendo bastante conento por el hecho. Mientras examinaba mi piel le miré, observando su cuello y parte de su hombro, que ahora habia quedado al descubierto. Sonreí suavemente y levanté una mano, acariciandole la piel desnuda con suaivdad, viendo como asentía ante mi pregunta, elogiandome luego - A mi me gusta más la vuestra, monsieur - respondí con una sonrisa - La mia parece esculpida, demasiado... perfecta, por decirlo así - añadí, sacudiendo la cabeza con desagrado. A mi me gustaban los lunares y marquitas de la piel humana. Dejé que se moviera y suspiré levemente cuando me acarició con ambas manos - Estáis tan cálido.. - exclamé, apoyando una de mis manos en su espalda y pegandole un poquito a mi, notando el calorcito que irradiaba su cuerpo - Tenéis unos ojos bonitos, monsieur Jean - dije, fijandome por primera vez en el color de estos
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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