¿Damisela en peligro? lo dudo [libre]

por **Layla J. Kristiansen** Miér Mayo 11, 2011 1:43 pm

Recuerdo del primer mensaje :

El sonido del galopar de los caballos y las ruedas de los carruajes siendo tirados por esos animales, hacía eco por los callejones de la ciudad.
Me sentía exhausta, y jadeaba a medida que corría mirando al frente a y atrás, doblando en cada esquina y esquivando cada puesto de venta de la plaza.

-¡atrapen a ese ladrón! –gritaba un hombre robusto de aproximadamente 1.90 de alto, de tez oscura y cabello tupido negro, con una larga barba de chivo. Blandía un cuchillo de cocina al igual que los otros dos hombres.

Corrí y la capa se fue deslizando por mi cabellera dejando al descubierto la maraña que se iba ondeando con las ráfagas del viento. Era media –tarde y después del espectáculo circense, había estado haciendo una que otra “recolección”, nada de que avergonzarme, simplemente había tomado un reloj de oro y unas cuantas monedas de oro, algo que esos hombres maliciosos no extrañarían.

Doblé en el callejón, pero este estaba sin salida, además, cuando me di cuenta, el crepúsculo estaba cayendo justo encima de mi cabeza. Eso estaba mal

-Deberían sentiros avergonzados –dije jadeando, dejando salir mi voz melodiosa mientras retrocedía y me ponía en guardia. Recordad, nunca subestiméis a una gitana. Jamás.

-oh…vaya, nuestro ladronzuelo terminó siendo una mujercita –dijo el cabecilla de todos ellos

Chasqueé mi lengua y solté una sonrisa burlona, dejando ver la picardía astuta y temeraria que me caracterizaba. Me salió un perfecto mohín burlón.

-¿mujercita?, esos calificativos dudo que se vea bien en un hombre tan respetado como usted… ¡oh! pero mil disculpas… olvidé que usted…no es un hombre respetado... -dije elevando mi voz una octava más, y seguido, retrocedí hasta chocar contra el muro de piedra maciza que anunciaba que estaba tan acorralada como un pájaro en temporada de caza.

El hombre gruñó a sus compinches quienes no contuvieron la risa de la mofa que hice hacia él. Llamadme loca, o simplemente lengua suela, tal vez lo que tenia de belleza lo tenia de temeraria, pero ¿acaso esa cualidad de libertad no era cosa de mi gente?

-Puta -Espetó y entonces se acercó a carrera hacia mí.
Yo era menuda, y delgada, frágil a simple viste, pero tantos años de supervivencia no habían pasado por nada. A mis escasos 18 años, podía defenderme, y vaya que sí. Primero muerta antes que me tocara una sola de mis hebras.

Saqué la daga de la funda que estaba debajo de mi capa, enroscada en el borde superior de mi falda y la empuñé con fuerza, apuntando justo hacia adelante
-Te metiste con la ladronzuela equivocada, mi lord –dije mordiendo mi labio inferior, a pesar de ello, mis piernas me temblaban y estaba con todas mis fuerzas tratando de que mi voz no se quebrara

por **Layla J. Kristiansen** Lun Jul 11, 2011 7:21 pm

no pude detener el puchero que se fijó firme en mi rostro, y la mueca lastimera de cachorro a medio morir. Me había regañado, pero era un regaño que me gustaba ¿es que me estaba volviendo masoquista? Muy masoquista tal vez, aunque sabía diferenciar entre la preocupación y la malicia....Danny....-El señor Danny- No era de las personas que lo harían de una malaamanera, no, él era recto, y se preocupaba por mí, era amable, y eso valía mil veces más que toda mi vida junta.
-Vale, seré obediente....pero ¡quiero que vea como bailo! es una de las pocas cosas que hago bien...-comenté, sonrojada, algo apenada por el comentario. A lado de él, sentía que iba a conocer otro mundo, a pesar de que algo me decia que había cosas que era mejor no conocer...quería arriesgarme...quería conocer el mundo de la persona que me hizo volver a la vida...

-Pues entonces ¡me esforzaré! ¡serán los mejores dulces que haya probado en toda su existencia!-dije, sonriendo radiante, con una voz melodiosa y campante. -¡Ah! pero a su amigo....no le molestará que me lleve...¿verdad? -pregunté, algo dudosa y preocupada

por Invitado Mar Jul 12, 2011 12:58 am

Su gesto infantil era adorable, la miré fijamente para quedarme con esa imagen por los siglos de los siglos, algo que me hiciera sonreír de vez en cuando, porque me conozco y son más los momentos atribulados que los de sosiego, es algo intrínseco en mi y contra lo que no lucho porque sé que no saldré vencedor. Quién podría resistirse a esos ojos y a ese mohín, pero me mantuve firme, antes que cualquier otra cosa estaba su bienestar y yo velaría por ella.

Solté una carcajada cuando aceptó que bailar era una de las mejores cosas que hacía, le di una palmadita en la espalda.

-Estoy seguro de ello, pero dejarlo para otra ocasión nos obliga a volvernos a ver –le guiñé un ojo, tratando de hacerle ver el lado bueno de la situación. Me provocaba querer hacer eso siempre con ella, poder decirle por la noches que todo iba a estar bien y tal vez contarle una historia antes de dormir, quizá Layla ya era un poco grande para eso, pero actuaba y lucía tan ingenua que aparentaba menos edad.

-Me emociona la idea –le dije y seguimos caminando –apuesto que eres una gran cocinera y como comprenderás, siendo lo que soy no tengo mucha oportunidad de probar muchas cosas –no había necesidad, pero la comida como no me beneficiaba no me hacía daño, y si eso la hacía feliz podía hacerlo sin problema alguno.

-Oh, no, no, no –negué con la cabeza, con una sonrisa dibujada-, vivo solo, por ahora al menos –esperaba que Indro recuperara algo de cordura y viniera a París, pero eso no lo podía decir con certeza.

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