AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una inesperada visita a la casa de Dios
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Una inesperada visita a la casa de Dios
Las campanadas de la catedral anunciaban el comienzo del atardecer, pasadas las ocho de la tarde en horario de verano o, concretamente, primavera. Cada vez el sol se ocultaba más tarde. La brisa fresca de ese día, sin embargo, no disminuyó en ningún momento. Aun sin el sol continuaba siendo igual de apetecible. El piar de los pájaros, el sonido de las golondrinas que volaban hacia el puerto. En ese momento era todo de lo que Adam disfrutaba.
Tumbado a la sombra de un arbol y con los ojos cerrados el joven muchacho ponía todos sus sentidos en escuchar lo que le rodeaba. A simple vista, cualquier diria que estaba solo, sin embargo, era incorrecto. La naturaleza le rodeaba ¿y esque a caso no debiamos considerarla como un ser vivo? los arboles y la hierva crecian, con ayuda y buenos cuidados o corrian la mala suerte de corromperse, exactamente, igual que el alma humana. Si, porque aunque una persona no pudiera pudrirse físicamente, si lo podía hacer interiormente.
- ¡Maldito cabrón! ¡Tú eres el de ayer! - los ojos de Adam se abrieron, hipsofacto, volteando el rostro hacia donde había escuchado que le gritaban. Problemas. Problemas serios. Un cliente insatisfecho, concretamente. Un hombre desesperado al que la noche anterior había rechazado pues se las había dado de prepotente con su fajo de billetes. Había veces que los toleraba pero ese no había sido uno de esos días. Además por lo que parecía, era rencoroso.
Se levantó con rapidez y corrió hacia lo primero que pudiera darle cobijo, la catedral que estaba situada tras el jardinal en el que había estado descansando toda la tarde. Siempre le gustaba ponerse cerca de allí pues el sonido de las campanas lo tranquilizaba.
La puerta estaba abierta así que sin más entró, observando que el hombre que le perseguía se había despistado, sin embargo, debía ocultarse o facilmente lo encontraría. Aquel lugar era muy grande. Y pensar que solo había entrado allí por obligación. - ¡¿Donde estás?! ¡Cobarde, da la cara! - el gritó le saco de su ensimismamiento - Joder que pesado - susurró para si mismo, revolviendose el pelo con una mano y mirando hacia la iglesia. Había varias puertas, pero la cuestion era ¿en cual estaría más seguro?. Sin más entró en la primera, con prisa, pues se escuchaban los pasos del "ogro" y con una suerte del diablo encontró una especie de caseta, no sabía que pintaba ahí pero abrió la puerta y se introdujo en su interior.
- Dios mio, ya que estoy en tu casa, haz el favor de salvarme y te lo compensaré - murmuró cual crio con las manos entrelazadas y mirando hacia el cielo, obviamente, una promesa totalmente falsa pero común en aquel tipo de situaciones.
Tumbado a la sombra de un arbol y con los ojos cerrados el joven muchacho ponía todos sus sentidos en escuchar lo que le rodeaba. A simple vista, cualquier diria que estaba solo, sin embargo, era incorrecto. La naturaleza le rodeaba ¿y esque a caso no debiamos considerarla como un ser vivo? los arboles y la hierva crecian, con ayuda y buenos cuidados o corrian la mala suerte de corromperse, exactamente, igual que el alma humana. Si, porque aunque una persona no pudiera pudrirse físicamente, si lo podía hacer interiormente.
- ¡Maldito cabrón! ¡Tú eres el de ayer! - los ojos de Adam se abrieron, hipsofacto, volteando el rostro hacia donde había escuchado que le gritaban. Problemas. Problemas serios. Un cliente insatisfecho, concretamente. Un hombre desesperado al que la noche anterior había rechazado pues se las había dado de prepotente con su fajo de billetes. Había veces que los toleraba pero ese no había sido uno de esos días. Además por lo que parecía, era rencoroso.
Se levantó con rapidez y corrió hacia lo primero que pudiera darle cobijo, la catedral que estaba situada tras el jardinal en el que había estado descansando toda la tarde. Siempre le gustaba ponerse cerca de allí pues el sonido de las campanas lo tranquilizaba.
La puerta estaba abierta así que sin más entró, observando que el hombre que le perseguía se había despistado, sin embargo, debía ocultarse o facilmente lo encontraría. Aquel lugar era muy grande. Y pensar que solo había entrado allí por obligación. - ¡¿Donde estás?! ¡Cobarde, da la cara! - el gritó le saco de su ensimismamiento - Joder que pesado - susurró para si mismo, revolviendose el pelo con una mano y mirando hacia la iglesia. Había varias puertas, pero la cuestion era ¿en cual estaría más seguro?. Sin más entró en la primera, con prisa, pues se escuchaban los pasos del "ogro" y con una suerte del diablo encontró una especie de caseta, no sabía que pintaba ahí pero abrió la puerta y se introdujo en su interior.
- Dios mio, ya que estoy en tu casa, haz el favor de salvarme y te lo compensaré - murmuró cual crio con las manos entrelazadas y mirando hacia el cielo, obviamente, una promesa totalmente falsa pero común en aquel tipo de situaciones.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Hacía un par de días que junto a Cyrille mi Querubín (en realidad mi monagillo) habíamos visitado el Burdel para hacer servicio social con las cortesanas. La noche había resultado ser de lo más agradable pese a los temores que nos atormentaban a ambos y ahora me encontraba efectuando las labores de sacerdote que me habían designado directamente desde el vaticano.
¿Hasta cuando tendría que remplazar al padre Asrael? Me preguntaba una y otra vez entre misa y misa, el día transcurría con una relativa calma y el clima parecía finalmente decidido mostrarnos algo de bondad al parar las tormentosas lluvias de días anteriores.
Me encontraba pues en el confesionario, terminando de despachar a una mujer de entrados los 50 quien me confesaba no amar y respetar a su marido como dictaba en la biblia, cuando escuché unos gritos a lo lejos, la mujer se fue pocos minutos después y con curiosidad asomé mi cabeza por la ventanilla de madera que cubría mi rostro en el confesionario, no pude ver muy bien de que se trataba pero momentos después un hombre o más bien un niño entró en el confesionario como alma que lleva el diablo, es decir, corriendo agitadamente.
Sus palabras hicieron que mis cejas se arquearan cómicamente y me giré para contemplarlo, pero la ventanita no me permitía apreciarle muy bien, el confesionario estaba diseñado para darle intimidad al ciervo que venía a contarme sus dudas, así pues que no reconocía muy bien a la persona que me hablaba, de lo que estaba seguro era de que apenas un adolescente.
- ¿Y si en vez de Dios soy yo quien te salva? - Pregunté curioso, con mis ojos de chocolate y mi nariz de dodo pegadas a la rendija de madera, apenas si lograba vislumbrar sus labios y algo de su nariz. - ¿Porqué huyes? -
¿Hasta cuando tendría que remplazar al padre Asrael? Me preguntaba una y otra vez entre misa y misa, el día transcurría con una relativa calma y el clima parecía finalmente decidido mostrarnos algo de bondad al parar las tormentosas lluvias de días anteriores.
Me encontraba pues en el confesionario, terminando de despachar a una mujer de entrados los 50 quien me confesaba no amar y respetar a su marido como dictaba en la biblia, cuando escuché unos gritos a lo lejos, la mujer se fue pocos minutos después y con curiosidad asomé mi cabeza por la ventanilla de madera que cubría mi rostro en el confesionario, no pude ver muy bien de que se trataba pero momentos después un hombre o más bien un niño entró en el confesionario como alma que lleva el diablo, es decir, corriendo agitadamente.
Sus palabras hicieron que mis cejas se arquearan cómicamente y me giré para contemplarlo, pero la ventanita no me permitía apreciarle muy bien, el confesionario estaba diseñado para darle intimidad al ciervo que venía a contarme sus dudas, así pues que no reconocía muy bien a la persona que me hablaba, de lo que estaba seguro era de que apenas un adolescente.
- ¿Y si en vez de Dios soy yo quien te salva? - Pregunté curioso, con mis ojos de chocolate y mi nariz de dodo pegadas a la rendija de madera, apenas si lograba vislumbrar sus labios y algo de su nariz. - ¿Porqué huyes? -
Diodore Pomeroy- Humano Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Sus sentidos estaban puestos en los ruidos que se escucharan por la habitación, pues podía oir de lejos los pasos del hombre más al parecer no le había dado por entrar allí. Sin embargo, la concentración se le esfumó al sentir una voz proveniente de alguna parte. No sabía de donde. Menuda sorpresa se llevó que hasta se dió en la cabeza contra el techo de aquella pequeña caseta.
- Joder..que daño.. - susurró con los ojos entrecerrados a la vez que se acariciaba la zona dañada, agachandose un poco más para asegurarse de que no se volvería a repetir. Abrió los ojos y parpadeó al darse cuenta de que no había imaginado la voz. Con cara -levemente- atontada miro alrededor suyo ¿quién sería? ¿un ente? ¿un espiritu? ¿Dios...? Aquello era realmente increible para él, tan ateo.
No creia en nada que no pudiera ver o tocar, simplemente era más de la versión cientifica sobre la creación del mundo. Aunque claro, en aquellos tiempos que corrían, la mayoría de gente con los que se codeaba eran cristianos así que estaba familiarizado con los rituales.
- ¿Quien eres? - preguntó a la misma vez que pensaba haberse vuelto loco - Vale, creo que esto me está afectando, estoy hablando solo.. - murmuró casí carcajeandose. Se tragó la risa al escuchar que de un portazo el ogro entraba allí. ¿Y ahora qué? Le encontraría, seguro. No había manera de que no mirara en el único lugar donde podría haberse escondido, sería ridiculo por su parte.
- ¡Ja! Te he encontrado mequetrefe - se escuchó carcajearse a la voz aguda y los pasos cada vez estaban más cerca - Seas quien seas, si me libras de esta haré lo que sea por ti ¡por favor! - susurró sin a penas tiempo a respirar y hablandole a quien fuera que estuviese allí "con él". Poco le importaba haberse vuelto loco, tener alguna especie de poder o que Dios existiera. Ahora solo le importaba salir vivo de aquella.
- Joder..que daño.. - susurró con los ojos entrecerrados a la vez que se acariciaba la zona dañada, agachandose un poco más para asegurarse de que no se volvería a repetir. Abrió los ojos y parpadeó al darse cuenta de que no había imaginado la voz. Con cara -levemente- atontada miro alrededor suyo ¿quién sería? ¿un ente? ¿un espiritu? ¿Dios...? Aquello era realmente increible para él, tan ateo.
No creia en nada que no pudiera ver o tocar, simplemente era más de la versión cientifica sobre la creación del mundo. Aunque claro, en aquellos tiempos que corrían, la mayoría de gente con los que se codeaba eran cristianos así que estaba familiarizado con los rituales.
- ¿Quien eres? - preguntó a la misma vez que pensaba haberse vuelto loco - Vale, creo que esto me está afectando, estoy hablando solo.. - murmuró casí carcajeandose. Se tragó la risa al escuchar que de un portazo el ogro entraba allí. ¿Y ahora qué? Le encontraría, seguro. No había manera de que no mirara en el único lugar donde podría haberse escondido, sería ridiculo por su parte.
- ¡Ja! Te he encontrado mequetrefe - se escuchó carcajearse a la voz aguda y los pasos cada vez estaban más cerca - Seas quien seas, si me libras de esta haré lo que sea por ti ¡por favor! - susurró sin a penas tiempo a respirar y hablandole a quien fuera que estuviese allí "con él". Poco le importaba haberse vuelto loco, tener alguna especie de poder o que Dios existiera. Ahora solo le importaba salir vivo de aquella.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
¿Sería posible que ese joven no hubiese entrado nunca en un confesionario? Me pregunté al escucharle tan desorientado ¿Sería posible que no advirtiera mi presencia allí? Cuando me pidió que lo salvara no pude evitar que algo dentro de mi se revolviera, ¡era la emoción de una aventura! dejaría de ser un simple sacerdote para convertirme en caballero y guerrero, debía salvar a mi...princesa, del enemigo y enfrentarme a él con valentía.
Me lavanté con renovado espíritu y abrí la puerta del confesionario donde yo estaba metido, es decir, de la sección reservada para el sacerdote y me encontré con un hombre de mediana edad que parecía iracúndo. Vestía bastante bien así que supuse no era alguien pobre, me pregunté cual sería su motivo para perseguir al individuo que se había quedado dentro del confesionario.
- ¿Quien es usted monsieur y porqué grita así en la casa de Dios? - Le cuestioné inflando el pecho cual imaginario guerrero, aunque no se notó bajo la amplia sotana (que por cierto me quedaba grande ya que era del padre Asrrael) - En lo que a mi respecta, ningún 'mequetrefe' ha entrado por aquí a no ser claro que me llames a mi Mequetrefe pues soy el único aquí -
Con una expresión muy indignada agregué - Que el señor y los ángeles le perdone por sus dudosas intensiones al entrar así en tan sagrado templo - Proseguí a echarme la bendición con expresión de suma consternación ¡Siempre funcionaba!.
Me lavanté con renovado espíritu y abrí la puerta del confesionario donde yo estaba metido, es decir, de la sección reservada para el sacerdote y me encontré con un hombre de mediana edad que parecía iracúndo. Vestía bastante bien así que supuse no era alguien pobre, me pregunté cual sería su motivo para perseguir al individuo que se había quedado dentro del confesionario.
- ¿Quien es usted monsieur y porqué grita así en la casa de Dios? - Le cuestioné inflando el pecho cual imaginario guerrero, aunque no se notó bajo la amplia sotana (que por cierto me quedaba grande ya que era del padre Asrrael) - En lo que a mi respecta, ningún 'mequetrefe' ha entrado por aquí a no ser claro que me llames a mi Mequetrefe pues soy el único aquí -
Con una expresión muy indignada agregué - Que el señor y los ángeles le perdone por sus dudosas intensiones al entrar así en tan sagrado templo - Proseguí a echarme la bendición con expresión de suma consternación ¡Siempre funcionaba!.
Diodore Pomeroy- Humano Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Adam ya se daba por muerto. Bueno, no exageremos, tanto como muerto puede que no pero si apalizado o, como mínimo, teniendo que pelear con un armario de dos por dos que era lo que venia siendo ese hombre. Por eso mismo no había contemplado la posibilidad de plantarle cara, porque lo veía un total desperdicio de energías. Él era perfectamente consciente de su fuerza y su físico, no se las daba de hombre superpoderoso cuando no lo era, no se metía en una pelea si sus neuronas no le decían que tenía como mínimo un uno por ciento de ganar. Y con ese no tenía ni un mísero cero coma uno por ciento.
De repente, algo ocurrió. O mejor dicho, algo no ocurrió pues nadie abrió la puerta de la cavina en donde estaba escondido y la misma voz que le había hablado segundos antes ahora le hablaba al hombre. ¿Podría tratarse de una persona?.
-- Disculpe padre -- al parecer el ogro respetaba la religión, porque, dado el carácter que se gastaba podría bien mandar a la porra a quien se le interpusiera por el camino. Había tenido algo más de suerte, añadida a la de que se le presentara ese "angel" al que todavía no podía dar rostro. -- No, claro que no padre, usted no es nada de eso. - se excusó cuando él se refirió asi mismo como "mequetrefe", por lo que parecía, ese hombre que había salido en su defensa era un habitante de aquella catedral. - Disculpe de nuevo, me habré equivocado, espero pueda perdonar mi ingrata intrusión -- y volviendose a excusar, sin más, salió de allí. Eso sí, la rabia por no haber encontrado a Adam continuaba y una vez salió de la catedral maldijo en alto.
En cuanto el silencio volvió a reinar en la estancia Adam se apresuró a salir de su escondite, observando, para su sorpresa, que quien le había salvado era un muchachillo que aparentaba aproximadamente su edad, tal vez más o tal vez menos. No estaba totalmente seguro. - Vaya ¿Padre? Y yo que pensaba que eran unos miedicas, veo que usted tiene más agallas de las que aparenta - junto a un cumplido -algo extraño- le sonrió, agradecido por la ayuda que le había prestado.
De repente, algo ocurrió. O mejor dicho, algo no ocurrió pues nadie abrió la puerta de la cavina en donde estaba escondido y la misma voz que le había hablado segundos antes ahora le hablaba al hombre. ¿Podría tratarse de una persona?.
-- Disculpe padre -- al parecer el ogro respetaba la religión, porque, dado el carácter que se gastaba podría bien mandar a la porra a quien se le interpusiera por el camino. Había tenido algo más de suerte, añadida a la de que se le presentara ese "angel" al que todavía no podía dar rostro. -- No, claro que no padre, usted no es nada de eso. - se excusó cuando él se refirió asi mismo como "mequetrefe", por lo que parecía, ese hombre que había salido en su defensa era un habitante de aquella catedral. - Disculpe de nuevo, me habré equivocado, espero pueda perdonar mi ingrata intrusión -- y volviendose a excusar, sin más, salió de allí. Eso sí, la rabia por no haber encontrado a Adam continuaba y una vez salió de la catedral maldijo en alto.
En cuanto el silencio volvió a reinar en la estancia Adam se apresuró a salir de su escondite, observando, para su sorpresa, que quien le había salvado era un muchachillo que aparentaba aproximadamente su edad, tal vez más o tal vez menos. No estaba totalmente seguro. - Vaya ¿Padre? Y yo que pensaba que eran unos miedicas, veo que usted tiene más agallas de las que aparenta - junto a un cumplido -algo extraño- le sonrió, agradecido por la ayuda que le había prestado.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
El hombre había sacado una espada tan enorme como mi envergadura y en posición de batalla me había mirado con sus amenazantes ojos inyectados en sangre "¡No te permitiré tocar a mi princesa!" grité mientras sacaba mi escudo de energía celestial y me lanzaba hacía él en un fantastico salto mientras la luz que entraba por los vitrales de la catedral bañaba mi cuerpo heroico...
En mi imaginación, claro. Pues en el mundo real, el hombre parecía respetar bastante mi investidura y se disculpaba por su falta de modales. Le vi salir y mi pecho se infló mucho más cual globo de helio, lleno de orgullo, me llevé ambas manos a la cintura y me volví hacía la princesa.
Una princesa un tanto... masculina he de decir. Pero un buen Pájaro Dodo, sabe respetar y ser caballeroso sin importar que. - Soy un guerrero de la luz, joven Príncipe - Comenté con una sonrisa tan ancha que son suerte podría caberme una empanada entera. - ¿Te encuentras bien? -
No podía llamarle princesa, en este cuento los papeles se habían invertido, ahora era mi príncipe y yo su guerrero. Me encogí de hombros cuando me llamó miedica - No todos lo somos - Le aclaré - Aunque nunca he estado en un exorcismo... seguro que eso saca corriendo a cualquiera - Agregué pensativo - Por cierto, soy Laurent Sarkozi -
En mi imaginación, claro. Pues en el mundo real, el hombre parecía respetar bastante mi investidura y se disculpaba por su falta de modales. Le vi salir y mi pecho se infló mucho más cual globo de helio, lleno de orgullo, me llevé ambas manos a la cintura y me volví hacía la princesa.
Una princesa un tanto... masculina he de decir. Pero un buen Pájaro Dodo, sabe respetar y ser caballeroso sin importar que. - Soy un guerrero de la luz, joven Príncipe - Comenté con una sonrisa tan ancha que son suerte podría caberme una empanada entera. - ¿Te encuentras bien? -
No podía llamarle princesa, en este cuento los papeles se habían invertido, ahora era mi príncipe y yo su guerrero. Me encogí de hombros cuando me llamó miedica - No todos lo somos - Le aclaré - Aunque nunca he estado en un exorcismo... seguro que eso saca corriendo a cualquiera - Agregué pensativo - Por cierto, soy Laurent Sarkozi -
Diodore Pomeroy- Humano Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
No pudo evitar soltar una pequeña carcajada ante la graciosa respuesta del monaguillo ahí presente. Además, lo dijo con una sonrisa bien amplia, de lado a lado de su cara y se le notaba enormemente feliz por haberle "salvado" parecía tener orgullo. Se lo imaginó frente a aquel ogro y le sorprendió un tanto el que el otro se hubiese marchado, este tenía una altura considerable, unos centímetros por encima suyo más se le veía algo flacucho. El otro era, precisamente, como el mote que Adam le había puesto. Un ogro, de dos por dos, como un armario además de alto, muy alto. Sin embargo, contó con la suerte de que al parecer resultó tener algo de buen corazón siendo católico y respeto la postura del muchacho.
- Yo creo que un exorcismo me hubiese causado menos miedo que esto - murmuró con una sonrisa, no tenía pudor en decir lo que había sentido, a pesar de ser hombre él también sentía miedo, como -en el fondo- todos los seres humanos. Por mucho que algunos lo negaran. Todo ser sentía miedo, era una emoción más a pesar de que pudieran considerarla de poco orgullo para los hombres.
Sin embargo, él no era uno más. Una vez más, era consciente de su persona. - ¿Debería entonces yo llamarle princesa guerrera?, en un cuento, siempre está la pareja - comentó y se le acercó, acortando la distancia entre ellos - Y aunque, no es muy común que la princesa salve al principe, estoy dispuesto a aceptar ese puesto por una joven tan bella - tal vez la frase sonó algo extraña pero Adam le añadió un toque de broma como el que el muchacho había empleado al hablar de aquella manera. Tal cual en un mundo de fantasías donde todo era posible.
- Yo creo que un exorcismo me hubiese causado menos miedo que esto - murmuró con una sonrisa, no tenía pudor en decir lo que había sentido, a pesar de ser hombre él también sentía miedo, como -en el fondo- todos los seres humanos. Por mucho que algunos lo negaran. Todo ser sentía miedo, era una emoción más a pesar de que pudieran considerarla de poco orgullo para los hombres.
Sin embargo, él no era uno más. Una vez más, era consciente de su persona. - ¿Debería entonces yo llamarle princesa guerrera?, en un cuento, siempre está la pareja - comentó y se le acercó, acortando la distancia entre ellos - Y aunque, no es muy común que la princesa salve al principe, estoy dispuesto a aceptar ese puesto por una joven tan bella - tal vez la frase sonó algo extraña pero Adam le añadió un toque de broma como el que el muchacho había empleado al hablar de aquella manera. Tal cual en un mundo de fantasías donde todo era posible.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Era obvio que el príncipe no sabía de lo que hablaba, un exorcismo no podía compararse con lo que acababa de ocurrir, yo sabía que algún día me tocaría atender alguno y puedo asegurarte que entre más lejano este ese día mucho mejor para mi. Quizás si era miedica después de todo. ¡Pero muy en el fondo!
Cuando me llamó princesa reí nerviosamente y me llevé una mano para acallar el sonido, debía recordar que estábamos en un lugar sagrado y nuestros gritos y risas terminarían por molestar a quienes rezaban en las bancas, negué con la cabeza lentamente.
- No soy princesa, soy un guerrero de la luz - Le aclaré - ¿No viste mi heroico acto? soy un valiente caballero - Expliqué y agregué entrecerrándo los ojos - Tu no lo viste porque estabas ahí escondido, pero ese hombre tembló de miedo al ver mis músculos - Me llevé entonces la mano al pecho con expresión jactanciosa - Nadie sabe lo que escondo bajo está túnica... -
Me quedé unos momentos en silencio como para que la broma hiciera efecto y realmente esperaba que comprendiera la gracia de lo contrario pasaría una verguenza de padre señor nuestro.
Cuando me llamó princesa reí nerviosamente y me llevé una mano para acallar el sonido, debía recordar que estábamos en un lugar sagrado y nuestros gritos y risas terminarían por molestar a quienes rezaban en las bancas, negué con la cabeza lentamente.
- No soy princesa, soy un guerrero de la luz - Le aclaré - ¿No viste mi heroico acto? soy un valiente caballero - Expliqué y agregué entrecerrándo los ojos - Tu no lo viste porque estabas ahí escondido, pero ese hombre tembló de miedo al ver mis músculos - Me llevé entonces la mano al pecho con expresión jactanciosa - Nadie sabe lo que escondo bajo está túnica... -
Me quedé unos momentos en silencio como para que la broma hiciera efecto y realmente esperaba que comprendiera la gracia de lo contrario pasaría una verguenza de padre señor nuestro.
Diodore Pomeroy- Humano Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
El silencio se hizo durante unos cuantos segundos en la sala. Adam parpadeó mirando al monje tras sus palabras. Sin decir nada caminó pasando por alrededor del muchacho y se dirigió hacia la puerta por donde había entrado. Dado que el hombre había salido antes se mantenía abierta así que con sigilo la cogió del pomo y cerró, con suavidad, sabía que allí habia gente que el más mínimo ruido le molestaría.
Una vez cerrada apoyó en ella la espalda en dirección al novicio y soltó un carraspeo como aquel que se dispone a decir un discurso o bien cantar. En su caso, ni una cosa ni la otra, a lo que se disponía era a carcajearse con toda la fuerza que le dieran en ese momento sus pulmones y eso fue lo que hizo. Llevó una mano hasta su vientre para cubrirselo, típico gesto de cuando te reias tanto que hasta se te doblaba el cuerpo o te salía alguna que otra lagrimilla por los costados de los ojos.
¡Me muero de risa! Gritó en su interior. Al principio la broma le había tomado por sorpresa, de ahí su estado de shock, sin embargo, era tal la risa que guardaba en su interior que incluso fue capaz de aguantarla hasta cerrar la habitación, precisamente, para que no se escuchara. Aquello había sido demasiado bueno.
- Creo que me vas a tener que dar la extrema unción, porque de hoy no paso - continuaba riendose - Ay, tú no estas echo para cura muchacho, deberias ser actor de teatro - la risa no paraba, en su mente se repetia una y otra vez la escena, la manera en que se había palpado el pecho, como si de verdad fuera un gran héroe guerrero. - Por ese Dios tuyo que me muero de risa - poco a poco iba descendiendo pero aún no podía parar.
Una vez cerrada apoyó en ella la espalda en dirección al novicio y soltó un carraspeo como aquel que se dispone a decir un discurso o bien cantar. En su caso, ni una cosa ni la otra, a lo que se disponía era a carcajearse con toda la fuerza que le dieran en ese momento sus pulmones y eso fue lo que hizo. Llevó una mano hasta su vientre para cubrirselo, típico gesto de cuando te reias tanto que hasta se te doblaba el cuerpo o te salía alguna que otra lagrimilla por los costados de los ojos.
¡Me muero de risa! Gritó en su interior. Al principio la broma le había tomado por sorpresa, de ahí su estado de shock, sin embargo, era tal la risa que guardaba en su interior que incluso fue capaz de aguantarla hasta cerrar la habitación, precisamente, para que no se escuchara. Aquello había sido demasiado bueno.
- Creo que me vas a tener que dar la extrema unción, porque de hoy no paso - continuaba riendose - Ay, tú no estas echo para cura muchacho, deberias ser actor de teatro - la risa no paraba, en su mente se repetia una y otra vez la escena, la manera en que se había palpado el pecho, como si de verdad fuera un gran héroe guerrero. - Por ese Dios tuyo que me muero de risa - poco a poco iba descendiendo pero aún no podía parar.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Le vi ir hasta la puerta y cerrarla, por un momento temí por mi integridad física (en realidad no, sólo estoy exagerando) y cuando volvió di un respingo cuando soltó tremenda carcajada. No parecía que un cuerpo tan menudo pudiese guardar tan potente risa adentro, le observé con una sonrisa y comencé a reír también porque comenzaba a contagíarseme, me llevé ambas manos a la boca para evitar que más ruido saliera de allí.
Se suponía que era yo quien debía dar el ejemplo en ese lugar. Cuando paré de reir me sentí muy feliz de que mi gracia tuviera tan buena acogida, porque yo no era muy bueno contando chistes ¿Como podr{ia serlo con semejante trabajo que llevo?
- ¿Actor de teatro? - Pregunté con curiosidad, nunca se me habría ocurrido, además nunca había asistido a una obra de teatro, por lo que no tenía una buena referencia - No se como sean los actores - Confesé y agregué - Pero creo que me vendria bien ser Novelista, de no haber sido Misionero claro -
Siempre me habia gustado crear historias en todo tipo de situaciones, vivir aventuras y recorrer el mundo salvando a la gente, aunque en realidad yo ya hacía eso, a mis escasos 20 años había recorrido varios pueblos Franceses.
- Por cierto Principe, ¿Porque no aprovechas la visita para confesarte? - Le pregunté medio en broma medio en serio.
Se suponía que era yo quien debía dar el ejemplo en ese lugar. Cuando paré de reir me sentí muy feliz de que mi gracia tuviera tan buena acogida, porque yo no era muy bueno contando chistes ¿Como podr{ia serlo con semejante trabajo que llevo?
- ¿Actor de teatro? - Pregunté con curiosidad, nunca se me habría ocurrido, además nunca había asistido a una obra de teatro, por lo que no tenía una buena referencia - No se como sean los actores - Confesé y agregué - Pero creo que me vendria bien ser Novelista, de no haber sido Misionero claro -
Siempre me habia gustado crear historias en todo tipo de situaciones, vivir aventuras y recorrer el mundo salvando a la gente, aunque en realidad yo ya hacía eso, a mis escasos 20 años había recorrido varios pueblos Franceses.
- Por cierto Principe, ¿Porque no aprovechas la visita para confesarte? - Le pregunté medio en broma medio en serio.
Diodore Pomeroy- Humano Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Poco a poco la risa de Adam se fue apagando. Quedando únicamente leves carcajadas que precedían a aquel intenso momento que acababan de vivir. Hacía mucho tiempo que no se reia tanto y ciertamente nunca pensó que un monaguillo de la iglesia pudiera ser el causante de tan buen rato. Siempre los había visto como personas serenas, discretas y sobretodo muy distantes. Concentradas en su propio mundo. Ese mundo que a él le parecía tan irreal.
Volvió a limpiarse los lagrimales de los ojos esta vez con la manga de su blusa holgada y se irguió soltando un gran y profundo suspiro. - No le negaré que como novelista me lo imagino, sin embargo, sería un desperdicio el no poder ver como interpretaría a los personajes de su escrito - lo miró con una sonrisa, estaba muy complacido por ese pequeño rato que acababan de compartir.
Caminó unos pasos hacia delante ahora quedando más cerca del monje, observandole desde su posición cabe decir que bastante igualada con el muchacho - Además, me da la sensación de que tiene una exquisita imaginación, a parte, del don para hacer reir. Porque yo todavía no sé como lo ha echo. Pero le aseguro que mis pulmones han quedado totalmente exaustos - una pequeña carcajada se le escapó de recordar la escena anterior, más esta vez se controló para no volver a montar un numero.
Su semblante no cambió aun con la última pregunta, era normal que le preguntara aquello, después de todo, aún cuando le cayera mejor que cualquier otro habitante de la iglesia no debía olvidarse su condición. - Ciertamente..lo único que debo confesarle - poco a poco se acercó hasta el oido ajeno, manteniendo sus manos entrelazadas en su espalda -..es que me agrada ser un pecador, lo hago constantemente más no busco el perdón de nadie - susurró sobre el oido del muchacho, realmente, confesandolo.
No creía en Dios, en el infierno o el cielo ni tampoco en su perdón.
Volvió a limpiarse los lagrimales de los ojos esta vez con la manga de su blusa holgada y se irguió soltando un gran y profundo suspiro. - No le negaré que como novelista me lo imagino, sin embargo, sería un desperdicio el no poder ver como interpretaría a los personajes de su escrito - lo miró con una sonrisa, estaba muy complacido por ese pequeño rato que acababan de compartir.
Caminó unos pasos hacia delante ahora quedando más cerca del monje, observandole desde su posición cabe decir que bastante igualada con el muchacho - Además, me da la sensación de que tiene una exquisita imaginación, a parte, del don para hacer reir. Porque yo todavía no sé como lo ha echo. Pero le aseguro que mis pulmones han quedado totalmente exaustos - una pequeña carcajada se le escapó de recordar la escena anterior, más esta vez se controló para no volver a montar un numero.
Su semblante no cambió aun con la última pregunta, era normal que le preguntara aquello, después de todo, aún cuando le cayera mejor que cualquier otro habitante de la iglesia no debía olvidarse su condición. - Ciertamente..lo único que debo confesarle - poco a poco se acercó hasta el oido ajeno, manteniendo sus manos entrelazadas en su espalda -..es que me agrada ser un pecador, lo hago constantemente más no busco el perdón de nadie - susurró sobre el oido del muchacho, realmente, confesandolo.
No creía en Dios, en el infierno o el cielo ni tampoco en su perdón.
Última edición por Adam DuPont el Miér Mayo 25, 2011 9:32 pm, editado 1 vez (Razón : ¡Font!)
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Tenía que confesar que pocas personas me habían caído tan bien desde mi llegada a Paris, pero no podía más que comenzar a amar la jovialidad del principe y su risa loca llena de espontaneidad, además, como es obvio a un cuenta chistes le tiene que agradar que el público ría y estaba claro que el chico como mínimo se había meado en los pantalones.
Está bien, estoy exagerando. El caso es que, era agradable verle reír con tanta fuerza y de manera tan poco cohibida. A veces me preguntaba si aquella cultura Parisina no necesitaba un poco más de esa alegría natural e inherente en todos nosotros que se veía opacada por las modestias de los protocolos y gestos de la clase alta.
Sonreí todo el tiempo hasta que se acercó a mi, las palabras que dijo a mi oído me dejaron en completo shock, que fuera pecador no era novedad, (casi todo París lo era) pero que no le preocupara serlo ni buscara el perdón de Dios, si que era algo bastante inusual.
- Entonces eres de otra religión - Concluí intentando que mi rostro no mostrara mucho de mi sorpresa, yo no era de esas personas exageradamente cuadradas que no aceptaban diversos puntos de vista, gracias a mis viajes había aprendido la inmensidad de mundos en las cabezas de las personas. - Bueno en ese caso, lamento habértelo insinuado, si te he ofendido, te ofrezco mis disculpas -
Volví a sonreírse con tranquilidad, pecador o no el chico me agradaba.
- De hecho... iba en broma - Agregué un tanto avergonzado - Confesarse no es un 'servicio' que yo ofrezca como si fuera un producto en una tienda, es algo que la gente viene a hacer cuando lo necesita -
Está bien, estoy exagerando. El caso es que, era agradable verle reír con tanta fuerza y de manera tan poco cohibida. A veces me preguntaba si aquella cultura Parisina no necesitaba un poco más de esa alegría natural e inherente en todos nosotros que se veía opacada por las modestias de los protocolos y gestos de la clase alta.
Sonreí todo el tiempo hasta que se acercó a mi, las palabras que dijo a mi oído me dejaron en completo shock, que fuera pecador no era novedad, (casi todo París lo era) pero que no le preocupara serlo ni buscara el perdón de Dios, si que era algo bastante inusual.
- Entonces eres de otra religión - Concluí intentando que mi rostro no mostrara mucho de mi sorpresa, yo no era de esas personas exageradamente cuadradas que no aceptaban diversos puntos de vista, gracias a mis viajes había aprendido la inmensidad de mundos en las cabezas de las personas. - Bueno en ese caso, lamento habértelo insinuado, si te he ofendido, te ofrezco mis disculpas -
Volví a sonreírse con tranquilidad, pecador o no el chico me agradaba.
- De hecho... iba en broma - Agregué un tanto avergonzado - Confesarse no es un 'servicio' que yo ofrezca como si fuera un producto en una tienda, es algo que la gente viene a hacer cuando lo necesita -
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
La sorpresa del monje no era algo que, precisamente, a él le hubiese sorprendido pues dados los tiempos que corrían ¿quien era el insensato que decía abiertamente el que no quisiera perdon de Dios? posiblemente lo habría escuchado de muy pocas personas. Si bien la intención con la que se metió en aquella iglesia no era precisamente la más devota, de echo, aquel había sido el primer lugar en encontrar refugio para quien le perseguia -y por no saber no sabía ni que la "cueva" en la que creía haberse metido era realmente el confesionario- sin embargo él los respetaba. Eran personas como todos los demás y tenían el mismo derecho a creer en eso que él de no creer en nada.
Sonrió cuando notó que el muchacho estaba un tanto desorientado más le sacó una nueva carcajada con sus últimas palabras. Había algo en ese muchacho que se le hacía gracioso ¿el qué? ni la más remota idea para Adam.
- No soy de ninguna religión, realmente, no creo en nada - le confesó manteniendo sus manos tras su espalda, ahora separandose un tanto y frunciendo levemente sus labios en señal de pensamiento - Digamos que no me preocupo por eso, prefiero vivir mi día a día como si fuese el último - sonrió, era realmente así como él lo veía. La libertad que poseía era su más valioso tesoro. - Aún así respeto las diversas creencias, como por ejemplo, la suya - sus ojos se fijaron en los del chico, tenían un cierto aire de picardía escondido.
- Tú eres completamente diferente a los otros que me he encontrado cada vez que vengo por aquí - esto fue un comentario más para él mismo que para el muchacho, sin embargo, le salió en voz alta y mientras le miraba. Aún así por el tono podía deducirse que era un pensamiento al aire.
Sonrió cuando notó que el muchacho estaba un tanto desorientado más le sacó una nueva carcajada con sus últimas palabras. Había algo en ese muchacho que se le hacía gracioso ¿el qué? ni la más remota idea para Adam.
- No soy de ninguna religión, realmente, no creo en nada - le confesó manteniendo sus manos tras su espalda, ahora separandose un tanto y frunciendo levemente sus labios en señal de pensamiento - Digamos que no me preocupo por eso, prefiero vivir mi día a día como si fuese el último - sonrió, era realmente así como él lo veía. La libertad que poseía era su más valioso tesoro. - Aún así respeto las diversas creencias, como por ejemplo, la suya - sus ojos se fijaron en los del chico, tenían un cierto aire de picardía escondido.
- Tú eres completamente diferente a los otros que me he encontrado cada vez que vengo por aquí - esto fue un comentario más para él mismo que para el muchacho, sin embargo, le salió en voz alta y mientras le miraba. Aún así por el tono podía deducirse que era un pensamiento al aire.
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Abrí los ojos de par en par ¿No era de ninguna religión? Como podía ser posible aquello ¿Era completamente ateo? Nunca había conocido a alguien que lo fuera, sentí como mi curiosidad aumentaba y aumentaba cada vez más conforme pasaba tiempo frente a él.
- ¿En serio? ¿Ninguna religión? - Le pregunté sin poder contener mi sorpresa, ahora mi rostro era demasiado obvio, los ojos abiertos de par en par y la boca abierta en una 'O' gigante. - ¡Sin ley y sin Dios! - Concluí.
No entendía porque me sentía emocionado, ¡debería estar preocupado por el alma de ese pobre joven ignorante y tratar de meterle a Cristo por los ojos! después de todo ese era mi trabajo como Misionero y más aún como sacerdote, No entendía porque me encontraba emocionado de conocer a una persona que era capaz de vivir sin el temor a estar sólo, sin el temor a la muerte, al juicio final o al desprecio de los demás ¡Ese príncipe si que tenía agallas!
- No me has dicho tu nombre Príncipe - Le recordé y me llevé ambas manos a la cintura - Si me aceptas como tu guerrero de la luz, debo saber tu nombre para poder servirte, para poder gritar tu nombre en la batalla cuando enfrente a los enemigos -
Giré mi rostro y noté que algunas de las abuelitas que rezaban habían salido ya del santo recinto, quizás podía yo tomarme un descanso corto, ya que no ofrecería Misa en la tarde si no hasta las 6 - ¿Te gusta el té? - Le pregunté al chico - Lo mínimo que puedes hacer luego de que te salvara la vida es aceptarme una invitación modesta - Finalicé con voz juguetona, haciendo un ademán con mi mano para que me siguiera.
(( Empiezo a amar esta relación Adam-Laurent *O* ))
- ¿En serio? ¿Ninguna religión? - Le pregunté sin poder contener mi sorpresa, ahora mi rostro era demasiado obvio, los ojos abiertos de par en par y la boca abierta en una 'O' gigante. - ¡Sin ley y sin Dios! - Concluí.
No entendía porque me sentía emocionado, ¡debería estar preocupado por el alma de ese pobre joven ignorante y tratar de meterle a Cristo por los ojos! después de todo ese era mi trabajo como Misionero y más aún como sacerdote, No entendía porque me encontraba emocionado de conocer a una persona que era capaz de vivir sin el temor a estar sólo, sin el temor a la muerte, al juicio final o al desprecio de los demás ¡Ese príncipe si que tenía agallas!
- No me has dicho tu nombre Príncipe - Le recordé y me llevé ambas manos a la cintura - Si me aceptas como tu guerrero de la luz, debo saber tu nombre para poder servirte, para poder gritar tu nombre en la batalla cuando enfrente a los enemigos -
Giré mi rostro y noté que algunas de las abuelitas que rezaban habían salido ya del santo recinto, quizás podía yo tomarme un descanso corto, ya que no ofrecería Misa en la tarde si no hasta las 6 - ¿Te gusta el té? - Le pregunté al chico - Lo mínimo que puedes hacer luego de que te salvara la vida es aceptarme una invitación modesta - Finalicé con voz juguetona, haciendo un ademán con mi mano para que me siguiera.
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Le miró extrañado de su reacción al contarle sobre sus creencias. Al contrario de lo que se hubiese pensado -sorpresa básicamente- lo que la expresión en su rostro le transmitió fue una ligera emoción que no logró comprender. ¿Por qué si una idea como esa le emocionaba simplemente no hacia él lo mismo? ¿A caso le estarían obligando a estar allí? fue lo primero que se le vino a la mente solo con pensarlo un poco. Por otra parte esa no era la sensación que le daba; no. Él parecía estar muy seguro de si mismo y de sus creencias. De porque se encontraba allí.
Sin más una nueva carcajada volvió a salir de sus labios despejandole de ese mundo de incertidumbre que se había creado en alguna parte de su cerebro en cosa de pocos minutos. Sería mejor que descubriera las cosas poco a poco, después de todo parecía que no iban a despedirse todavía.
Dió un par de pasos hasta quedar ligeramente detrás de él, dispuesto a seguirle hasta donde le guiara. - Puedes llamarme Príncipe Adam oh poderoso y fuerte Laurent; Guerrero de la luz - hizo una pequeña inclinación con la cabeza en señal de supuesta admiración, como la que solían hacerle a los verdaderos guerreros a los que se les tenía también respeto.
Una risilla no pudo contener mientras hacia ese pequeño teatro - Sí, claro, me encantaría que mi salvador me invitara a un té - comentó para dejar pasar un poco la situación anterior, ya se estaba riendo demasiado por muy sano que fuera - Aunque tengo la extraña sensación de que debería invitarle yo ¿no cree? - alzó una ceja poniendo en su rostro una leve carantoña.
En algún momento quería hacerle reir a él también para así sacarle más que una sonrisa; que menos por el buen rato que le había y le estaba haciendo pasar.
Sin más una nueva carcajada volvió a salir de sus labios despejandole de ese mundo de incertidumbre que se había creado en alguna parte de su cerebro en cosa de pocos minutos. Sería mejor que descubriera las cosas poco a poco, después de todo parecía que no iban a despedirse todavía.
Dió un par de pasos hasta quedar ligeramente detrás de él, dispuesto a seguirle hasta donde le guiara. - Puedes llamarme Príncipe Adam oh poderoso y fuerte Laurent; Guerrero de la luz - hizo una pequeña inclinación con la cabeza en señal de supuesta admiración, como la que solían hacerle a los verdaderos guerreros a los que se les tenía también respeto.
Una risilla no pudo contener mientras hacia ese pequeño teatro - Sí, claro, me encantaría que mi salvador me invitara a un té - comentó para dejar pasar un poco la situación anterior, ya se estaba riendo demasiado por muy sano que fuera - Aunque tengo la extraña sensación de que debería invitarle yo ¿no cree? - alzó una ceja poniendo en su rostro una leve carantoña.
En algún momento quería hacerle reir a él también para así sacarle más que una sonrisa; que menos por el buen rato que le había y le estaba haciendo pasar.
- Spoiler:
- Me alegro, a mi también me agrada xD
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
- Principe Adam - Pronuncié disfrutándo de las sílabas en su nombre - Suena bien, es un buen nombre de principe - Agregué mientras atravesaba la larga catedral, mientras caminabamos sendas esculturas de Jesus, la virgen y todos los santos imaginados y por imaginar nos miraban con sus ojos cristalinos pulidamente tallados en el marmol.
Los vitrales dejaban pasar la luz generando colores que se entremezclaban recreando nuevas tonalidades que de las cuales desconocía sus nombres. Di un saltito sobre el pie derecho para caer sobre una mancha de color rojo reflejada por uno de los altos vitrales, desde allí me impulsé y di otro salto hasta una de color azuloso.
- Tienes razón, como me debes la vida deberías ser quien invitas a algo - Reflexioné con expresión pensativa - Bueeeno, eso garantiza que nos veamos una segunda vez ¿No? - Concluí con una sonrisa mientras daba tremendo salto para alcanzar un reflejo amarillo de otro vitral.
- ¿Cuantos años tienes? - Continué con mi interrogante, no podía evitar la curiosidad, no podía - ¿Cual es tu color favorito? -
Los vitrales dejaban pasar la luz generando colores que se entremezclaban recreando nuevas tonalidades que de las cuales desconocía sus nombres. Di un saltito sobre el pie derecho para caer sobre una mancha de color rojo reflejada por uno de los altos vitrales, desde allí me impulsé y di otro salto hasta una de color azuloso.
- Tienes razón, como me debes la vida deberías ser quien invitas a algo - Reflexioné con expresión pensativa - Bueeeno, eso garantiza que nos veamos una segunda vez ¿No? - Concluí con una sonrisa mientras daba tremendo salto para alcanzar un reflejo amarillo de otro vitral.
- ¿Cuantos años tienes? - Continué con mi interrogante, no podía evitar la curiosidad, no podía - ¿Cual es tu color favorito? -
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
La sonrisa de su rostro se quitó únicamente para contemplar la gran catedral por dentro mientras caminaban, atravesandola. Nunca se había parado a mirarla de aquella manera realmente pues, cuando iba, era por alguna boda o bien algún entierro y la misa le resultaba de lo más aburrida. Tanto que a menudo solía quedarse prácticamente dormido y en lo único que podía pensar era en salir de aquel tostón. En ese tipo de momento el contemplar el lugar que él consideraba una jaula era lo que menos le apetecía. Sin embargo, en ese momento no estaba encerrado ni pasando un mal rato si no todo lo contrario, por lo que le sorprendió el ver lo que había allí dentro.
Los ventanales acristalados con esos dibujos en color que hacían que por dentro el lugar se iluminara pero no de manera normal si no precisamente con una luz decolorada. Y lo grande que era la cúpula, que mirabas hacia arriba y te podías caer de espaldas como si del cielo se tratara.
Eso fue precisamente lo que hizo, mirar hacia arriba. Tanto así que acabó por caerse hacia atrás chocando su trasero con el suelo. Haciendo un ruido algo estridente que se pudo escuchar por todo el lugar, después de todo, hacia eco. - Auch auch - entrecerró sus ojos y entonces se dió cuenta de que el chico le había estado hablando y él se había empanado, demasiado - Te diria que sí a todo, pero creo que será más prudente que te pida si puedes repetirmelo - rió y se dejó caer en el suelo tumbado, cerrando los ojos.
Soltó un suspiro - Qué cansado estoy.. - susurró para si mismo en voz alta y posando sus manos en el pecho; realmente no había echo nada pero a veces le entraban esos momentos de vaguería.
Los ventanales acristalados con esos dibujos en color que hacían que por dentro el lugar se iluminara pero no de manera normal si no precisamente con una luz decolorada. Y lo grande que era la cúpula, que mirabas hacia arriba y te podías caer de espaldas como si del cielo se tratara.
Eso fue precisamente lo que hizo, mirar hacia arriba. Tanto así que acabó por caerse hacia atrás chocando su trasero con el suelo. Haciendo un ruido algo estridente que se pudo escuchar por todo el lugar, después de todo, hacia eco. - Auch auch - entrecerró sus ojos y entonces se dió cuenta de que el chico le había estado hablando y él se había empanado, demasiado - Te diria que sí a todo, pero creo que será más prudente que te pida si puedes repetirmelo - rió y se dejó caer en el suelo tumbado, cerrando los ojos.
Soltó un suspiro - Qué cansado estoy.. - susurró para si mismo en voz alta y posando sus manos en el pecho; realmente no había echo nada pero a veces le entraban esos momentos de vaguería.
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
El silencio del chico me hizo reflexionar que por primera vez, desde el momento en que lo conocí yo estaba siendo pesado e indiscreto, hacía pregunta trás pregunta y lo invitaba a tomar algo conmigo ¿Estaba dejándome llevar demasiado por mi curiosidad hacía ese inusual hecho de ser él un ateo?.
Quizás era momento de dejar de presionarlo.
Me giré sorprendido por el sonido ocurrido a mis espaldas y lo encontré en el suelo, no parecía haberse hecho daño, de hecho parecía muy cómodo alli acostado. No pude evitar sonreír.
- Aunque a mi no me moleste en lo absoluto, te ruego no te quedes allí acostado principe - Le comenté y me incliné estirando mi mano para que se agarrara de ella y se levantara - Si otras personas te ven, se molestarán pues este es un lugar sagrado - Le expliqué, me resultaba como hablar con un pequeño e inocente niño que no supiera sobre lo que es bueno y malo.
- Podrías descansar mientras nos tomamos el té en la casa Cural- Agregué
Diodore Pomeroy- Humano Clase Baja
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Abrió los ojos al escuchar las palabras del muchacho, observandole y mostrando también una sonrisa. Tenía razón; la gente que entrara le iba a mirar mal por estar de esa manera en un lugar al que ellos consideraban como sagrado y lo peor no era eso -nunca le importaron las miradas ajenas- si no el echo de que mirarían también igual a Laurent por juntarse con él. Algo que nunca había tolerado, el perjudicar a otros por su comportamiento. Únicamente él era el que debía ser consecuente de sus propias acciones, por eso cuando andaba en compañía siempre solía controlarse.
Sin más agarró esa mano que le ofrecía y de un brinco se levantó, por equivocación o tal vez cosas del destino quedando su rostro a milimetros del del muchacho, casi pudiendo notar como ambas pieles se rozaban. Una situación sin duda interesante con alguién como él.
Sonrió sin apartar la vista de sus ojos - Ojala en esa casa cural de la que hablas haya una buena cama, me muero por tumbarme en una - susurró y tan rapido como se había juntado se separó empezando a caminar hacia delante más sin perderle de vista por el rabillo del ojo, obviamente, quería ver la reacción ante tanta cercanía. Y para que negarlo, sus palabras habían sido una total indirecta que dudaba él hubiese captado.
La cosa en su mente se estaba empezando a poner algo fea, nisiquiera después de tan buenos momentos podía apartar las perversiones de su imaginación. Y esque la tentación era fuerte; siempre lo era.
Sin más agarró esa mano que le ofrecía y de un brinco se levantó, por equivocación o tal vez cosas del destino quedando su rostro a milimetros del del muchacho, casi pudiendo notar como ambas pieles se rozaban. Una situación sin duda interesante con alguién como él.
Sonrió sin apartar la vista de sus ojos - Ojala en esa casa cural de la que hablas haya una buena cama, me muero por tumbarme en una - susurró y tan rapido como se había juntado se separó empezando a caminar hacia delante más sin perderle de vista por el rabillo del ojo, obviamente, quería ver la reacción ante tanta cercanía. Y para que negarlo, sus palabras habían sido una total indirecta que dudaba él hubiese captado.
La cosa en su mente se estaba empezando a poner algo fea, nisiquiera después de tan buenos momentos podía apartar las perversiones de su imaginación. Y esque la tentación era fuerte; siempre lo era.
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Re: Una inesperada visita a la casa de Dios
Yo nunca me había caracterizado por comprender el doble sentido de las palabras, especialmente porque en la Abadia las cosas venían claras y uno sabía que esperar de los demás sacerdotes y misioneros, pero en el mundo real (yo solía llamarle así a lo que estaba afuera de la iglesia) la gente solía irse por las ramas y hablar con metáforas o con dobles intenciones.
Aquella no fue la excepción, puesto que no comprendí el mensaje escondido bajo las palabras del Príncipe Adam. Sonreí con tranquilidad y mis delicados dedos que nunca habían conocido el pecado se aferraron a la manga del príncipe, tirando de él y conduciéndolo por el camino correcto.
- Podrás tumbarte en mi cama - Comenté conduciéndole por el largo corredor que ahora terminaba hasta una puerta de madera que empujé simplemente con mi otra mano, dando paso a otro corredor que ya no lucía como el de una iglesia, sino como el de una casa. Los sacerdotes dormían allí y muy de vez en cuando algún monaguillo, ahora que el padre Asrael no se encontraba, tenía la casa solamente para mi.
- No tengo muchas visitas a menudo, así que probablemente mi cama te paresca dura e incómoda - De repente me di cuenta de que lo que decía no tenía mucho sentido, me reí de mi propia torpeza - Bueno... nunca he tenido a nadie en mi cama...quiero decir - Agregué comenzando a sentirme avergonzado, le solté de la manga cuando estuvimos en la sala.
- V...voy por el té - Exclamé.
Aquella no fue la excepción, puesto que no comprendí el mensaje escondido bajo las palabras del Príncipe Adam. Sonreí con tranquilidad y mis delicados dedos que nunca habían conocido el pecado se aferraron a la manga del príncipe, tirando de él y conduciéndolo por el camino correcto.
- Podrás tumbarte en mi cama - Comenté conduciéndole por el largo corredor que ahora terminaba hasta una puerta de madera que empujé simplemente con mi otra mano, dando paso a otro corredor que ya no lucía como el de una iglesia, sino como el de una casa. Los sacerdotes dormían allí y muy de vez en cuando algún monaguillo, ahora que el padre Asrael no se encontraba, tenía la casa solamente para mi.
- No tengo muchas visitas a menudo, así que probablemente mi cama te paresca dura e incómoda - De repente me di cuenta de que lo que decía no tenía mucho sentido, me reí de mi propia torpeza - Bueno... nunca he tenido a nadie en mi cama...quiero decir - Agregué comenzando a sentirme avergonzado, le solté de la manga cuando estuvimos en la sala.
- V...voy por el té - Exclamé.
Última edición por Laurent Sarkozi el Vie Jun 03, 2011 6:57 pm, editado 2 veces
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