AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Visita inesperada [Wesh]
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Visita inesperada [Wesh]
Recuerdo del primer mensaje :
Con los pies acurrucados bajo una pequeña manta y un libro abierto sobre el regazo, Victoria leía en silencio. Era bien entrada la noche, pero no tenía sueño. Últimamente había estado desvelada. Tenía tantas cosas en la cabeza...
Ya había pasado una semana desde que cerró el trato con el señor Wesh y no había recibido ninguna noticia de él, a pesar de que le había asegurado que las tendría en pocos días. Estaba preocupada, temía que la hubiesen dejado nuevamente tirada. La euforia que la había invadido aquella noche al saber que estaba tan cerca de su venganza había desaparecido por completo.
Escuchó el sonido de la puerta y volvió la cabeza, a tiempo de ver a Marie entrar con una bandeja.
-He pensado que tal vez deseaba tomarse un té relajante.
Victoria sonrió y cerró el ejemplar de Hamlet.
-Oh, Marie, muchísimas gracias -dejó el libro a un lado y tómo la taza de té-. Ya me encargaré de llevarla yo a la cocina cuando termine. Acúestate ya, no tienes por qué padecer mis problemas de insomnio.
Marie se lo agradeció con un ligeromovimiento de cabeza y salió silenciosamente de la sala.
Ya había pasado una semana desde que cerró el trato con el señor Wesh y no había recibido ninguna noticia de él, a pesar de que le había asegurado que las tendría en pocos días. Estaba preocupada, temía que la hubiesen dejado nuevamente tirada. La euforia que la había invadido aquella noche al saber que estaba tan cerca de su venganza había desaparecido por completo.
Escuchó el sonido de la puerta y volvió la cabeza, a tiempo de ver a Marie entrar con una bandeja.
-He pensado que tal vez deseaba tomarse un té relajante.
Victoria sonrió y cerró el ejemplar de Hamlet.
-Oh, Marie, muchísimas gracias -dejó el libro a un lado y tómo la taza de té-. Ya me encargaré de llevarla yo a la cocina cuando termine. Acúestate ya, no tienes por qué padecer mis problemas de insomnio.
Marie se lo agradeció con un ligeromovimiento de cabeza y salió silenciosamente de la sala.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Acarició con la yema de los dedos el espacio de piel que la tela de la camisa dejaba al descubierto, pasó los dedos por su pecho y le gustó el tacto de aquel suave vello varonil. Samuel había tenido el pecho libre de vello, tan suave y blanco como el suyo propio, aunque eso sí mucho más fuerte.
Subió una mano por su cuello y rozó con el dedo la boca del señor Wesh. Caliente y suave bajo su piel, la hizo estremecerse y se acercó más a él para disimular aquel estremecimiento. Sabía que estaba jugando con fuego y que se estaba comportando como una descarada, pero quería demostrarle a aquel... sinvergüenza que era capaz de mucho más que de quedarse en casa haciendo calceta.
-Llámame Victoria -susurró muy cerca-. ¿Siempre respondes tan rápido a una mujer? -se removió sobre su regazo y esbozó una lenta sonrisa, totalmente seductora y descarada. Se habría sonrojado de haberse visto a sí misma con una expresión semejante.
Subió una mano por su cuello y rozó con el dedo la boca del señor Wesh. Caliente y suave bajo su piel, la hizo estremecerse y se acercó más a él para disimular aquel estremecimiento. Sabía que estaba jugando con fuego y que se estaba comportando como una descarada, pero quería demostrarle a aquel... sinvergüenza que era capaz de mucho más que de quedarse en casa haciendo calceta.
-Llámame Victoria -susurró muy cerca-. ¿Siempre respondes tan rápido a una mujer? -se removió sobre su regazo y esbozó una lenta sonrisa, totalmente seductora y descarada. Se habría sonrojado de haberse visto a sí misma con una expresión semejante.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
¡Vaya! La damita educada empezaba a disfrutar jugando a ser prostituta. Había pensado en subir las manos por debajo del camisón, justo por la parte interior de sus piernas. Pero la expresión lasciva que le estaba otorgando en ese momento, le invitaba a hacer mucho más que eso. ¡Joder! ¿De donde se había sacado la señora recatada esos trucos? Aún así, había cosas que corregir.
SE puso aún más cómodo en el sofá, haciendo que ella se reclinase más sobre su pecho. Intentó no pensar en lo cerca que tenía su boca, mientras soltaba los consejos.
-Nunca des tu verdadero nombre, Victoria -decidió prescindir de los modales. En ese íntimo momento parecían absurdas. Además, ella debería acostumbrarse a que la tutearan-. Inventa uno al que no te cueste responder, pero nunca el verdadero.
En este momento sí subió la mano por el interior del camisón, provocando un respingo en la joven. A la altura de la rodilla empezó a disminuir la velocidad. Ella no se había apartado, pero su expresión ya no era tan complaciente. Si acaso, preocupada.
-¿Por qué te me acercas tanto, si luego no vas a querer que te toque, Victoria? -esta vez, era él el que lucía la sonrisa lasciva, que se enseanchaba más cuanto más alterada parecía la mujer-. Aprende a venderte sin tocar a un hombre. Es eso lo que marca la diferencia entre una puta y una buena puta. Tú deberás ser de las mejores. Así corres menos peligro de que se te acerquen
Eso sonaba más a insulto que otra cosa, pero no dejaba de ser una verdad como un templo
SE puso aún más cómodo en el sofá, haciendo que ella se reclinase más sobre su pecho. Intentó no pensar en lo cerca que tenía su boca, mientras soltaba los consejos.
-Nunca des tu verdadero nombre, Victoria -decidió prescindir de los modales. En ese íntimo momento parecían absurdas. Además, ella debería acostumbrarse a que la tutearan-. Inventa uno al que no te cueste responder, pero nunca el verdadero.
En este momento sí subió la mano por el interior del camisón, provocando un respingo en la joven. A la altura de la rodilla empezó a disminuir la velocidad. Ella no se había apartado, pero su expresión ya no era tan complaciente. Si acaso, preocupada.
-¿Por qué te me acercas tanto, si luego no vas a querer que te toque, Victoria? -esta vez, era él el que lucía la sonrisa lasciva, que se enseanchaba más cuanto más alterada parecía la mujer-. Aprende a venderte sin tocar a un hombre. Es eso lo que marca la diferencia entre una puta y una buena puta. Tú deberás ser de las mejores. Así corres menos peligro de que se te acerquen
Eso sonaba más a insulto que otra cosa, pero no dejaba de ser una verdad como un templo
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Sintió deseos de patalear cuando dijo la última palabra e inmediatamente se sintió ridícula. Cuando no era una cosa, era otra. Se quedaba corta o se pasaba. ¿Es que a aquel hombre no se le complacía de ningún modo?
-No estoy tan acostumbrado a tratar con putas como debe estarlo usted -se levantó de su regazo y se alejó de él, conteniendo las lágrimas. No se pondría a llorar ahora, no iba a hacerlo delante de él. Se negaba a que la viese desmoronarse.
Abrió la ventana que daba al jardín interior y dejó que el fresco viento de la noche le diese en el rostro. Desde que había tomado la decisión de vengar la muerte de su marido, había sabido que iba a ser difícil, pero nunca había imaginado que iba a serlo tanto. Intentaba hacer las cosas lo mejor posible, dejando a un lado... todo, pero nunca lo hacía bien. Nunca lo...
Se echó el cabello todo hacía un mismo lado y empezó a trenzarlo de forma lenta, como si se estuviese sujetando a sí misma a medida que sujetaba su cabello.
-No estoy tan acostumbrado a tratar con putas como debe estarlo usted -se levantó de su regazo y se alejó de él, conteniendo las lágrimas. No se pondría a llorar ahora, no iba a hacerlo delante de él. Se negaba a que la viese desmoronarse.
Abrió la ventana que daba al jardín interior y dejó que el fresco viento de la noche le diese en el rostro. Desde que había tomado la decisión de vengar la muerte de su marido, había sabido que iba a ser difícil, pero nunca había imaginado que iba a serlo tanto. Intentaba hacer las cosas lo mejor posible, dejando a un lado... todo, pero nunca lo hacía bien. Nunca lo...
Se echó el cabello todo hacía un mismo lado y empezó a trenzarlo de forma lenta, como si se estuviese sujetando a sí misma a medida que sujetaba su cabello.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Estuvo muy tentado de ir hacia ella, detener sus manos y hacerle ver con hechos lo complacido que había quedado de sus progresos. Pero supuso que tumbarla en el sofá y hacerle todas las cosas que se le habían pasado por la cabeza mientras la tenía encima, no iba a ser algo que ella recibiera con agrado.
-Estoy acostumbrado a tratar con putas, sí, por eso debería escuchar mis consejos y no enfurruñarse como una niña pequeña.
Sus palabras sonaron más duras de lo que había pretendido y se dio cuenta nada más soltarlas. Se levantó con un pequeño suspiro y se acercó a ella lentamente, dándole tiempo a que terminara de recoger su melena. No se haría cargo de sus actos si volvía a tener esos mechones ondulados al alcance de su mano.
-Victoria, no intento herirla -rodeó su delicada figura para poder acercarse desde delante-. Sólo quiero que haga las cosas bien. Ahí fuera -hizo un gesto con la mano, señalando las calles-, ahí fuera no va a tener segundas oportunidades. Si da a un hombre la ventaja de poder agarrarla, está perdida. Respetan el lenguaje del dinero y no tocarán a una mujer que no puedan pagar. Pero, para eso, la mujer debe ser convincente y no dar opción a ser sujetada. Si huelen el miedo en usted...
Dejó la frase inconclusa y sacudió la cabeza para que se hiciera una idea de lo que podría suceder. Él intentaría ayudarla, por descontado. ¿Pero qué podría hacer un solo hombre contra las hordas que habitaban las calles? Tenía que entenderlo. Tendría que hacerlo perfecto, antes de poner un pie en las calles más sórdidas de París.
-Estoy acostumbrado a tratar con putas, sí, por eso debería escuchar mis consejos y no enfurruñarse como una niña pequeña.
Sus palabras sonaron más duras de lo que había pretendido y se dio cuenta nada más soltarlas. Se levantó con un pequeño suspiro y se acercó a ella lentamente, dándole tiempo a que terminara de recoger su melena. No se haría cargo de sus actos si volvía a tener esos mechones ondulados al alcance de su mano.
-Victoria, no intento herirla -rodeó su delicada figura para poder acercarse desde delante-. Sólo quiero que haga las cosas bien. Ahí fuera -hizo un gesto con la mano, señalando las calles-, ahí fuera no va a tener segundas oportunidades. Si da a un hombre la ventaja de poder agarrarla, está perdida. Respetan el lenguaje del dinero y no tocarán a una mujer que no puedan pagar. Pero, para eso, la mujer debe ser convincente y no dar opción a ser sujetada. Si huelen el miedo en usted...
Dejó la frase inconclusa y sacudió la cabeza para que se hiciera una idea de lo que podría suceder. Él intentaría ayudarla, por descontado. ¿Pero qué podría hacer un solo hombre contra las hordas que habitaban las calles? Tenía que entenderlo. Tendría que hacerlo perfecto, antes de poner un pie en las calles más sórdidas de París.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
-No está dándome consejos. Sólo está ahí -lo señaló con la mano-, riéndose de mí. No sé qué problema tiene con... con los de mi clase, pero no tiene por qué pagarlo conmigo. Yo... le trato con respeto. He hecho todo lo que me ha pedido. Me he cortado las uñas, he estado ayudando a Marie con la colada para tener las manos así y que no me delaten-se las enseñó de forma rápida, ya se había acostumbrado al enrojecimiento y a tenerlas ásperas, aunque al principio había sido incómodo-. Sé cómo ensuciarme el cabello cuando tenga que salir... yo -bajó la mirada-. Ya no sé qué más hacer.
Respiró hondo, recuperando el aliento que había perdido en aquella extensa diatriba sin pausa. No vio ninguna reacción visible en el rostro del señor Wesh, hecho que siempre la sacaba de quicio. Era imposible saber qué estaba pensando o cuál sería su siguiente movimiento.
-En vez de mirarme desde ahí arriba con esa expresión de diversión en su rostro, debería bajar adonde estoy yo y ayudarme... al mismo nivel-lo miró directamente a los ojos-. Tengo la sensación de que quiere hacerme pagar por algo que desconozco.
Respiró hondo, recuperando el aliento que había perdido en aquella extensa diatriba sin pausa. No vio ninguna reacción visible en el rostro del señor Wesh, hecho que siempre la sacaba de quicio. Era imposible saber qué estaba pensando o cuál sería su siguiente movimiento.
-En vez de mirarme desde ahí arriba con esa expresión de diversión en su rostro, debería bajar adonde estoy yo y ayudarme... al mismo nivel-lo miró directamente a los ojos-. Tengo la sensación de que quiere hacerme pagar por algo que desconozco.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
-¿Bajar? -sus labios se torcieron en una mueca sarcástica-. Señora, estoy más abajo de lo que usted podrá estar en su vida.
Se alejó de ella a grandes zancadas en dirección a un gran ventanal que le mostraba la cara más amable de la noche en la ciudad. ¿Que qué tenía en contra de los de su clase? Que eran capaces de matar con un simple pensamiento y jamás nadie del pueblo bajo fue pudo tomar venganza. Luego ellos venían exigiéndole resultados, sin importarle qué medios tuviera que utilizar para conseguir sus objetivos. Ella era la primera que realmente ponía pasión en el encargo y le rogaba que le dejara participar. Otros se lavaban las manos y le cargaban a él el muerto. Eso podía manejarlo. A Victoria... definitivamente no.
-Oiga, no tengo nada contra usted. De verdad. Se merece todos mis respetos -suspiró al decir esto.
Aunque fuera verdad, la mujer se le atragantaba un poco. Por la sencilla razón de que no la entendía. En su mundo ordenado, clasificado en personas malas, personas peores y auténticos psicópatas, ella no encajaba. Había torcido todos los conceptos que él tenía sobre la gente de clase alta y le había dejado completamente vacío. Nunca, en muchos años, había vuelto a desear a una mujer que no pudiera tener. El torpe intento de la mujer por seducirle no debería haberle impresionado en lo más mínimo. Había conocido a las mejores. Había sobrevivido a ellas. Sabía, sin embargo, que Victoria podría hacerle mucho mucho más daño, básicamente porque había estado a punto de jadearle como un perro a la primera sacudida de ese pelo oscuro y ondulado. ¡Mierda!
- Está bien, señora. Expondré los hechos, brevemente. Podemos hacer tres cosas -se volvió hacia ella con la determinación pintada en el rostro y alzó los dedos uno a uno-. Una: Me deja continuar con la investigación en solitario y en tres semanas habré dado caza a los asesinos de su marido. Dos: Precipitarnos y salir a las calles vistiéndola de algo que obviamente no es e intentar encontrar a los hombres cuanto antes. Y tres -llegado a este punto cerró un instante los ojos con fastidio, sabiendo que se arrepentiría de por vida-: Vendrá conmigo durante el tiempo que le haga falta aprender. Estudiará los bajos fondos como si tuviera que hacer un estudio sobre ello. Aprenderá todo de primera mano y no actuaremos hasta que esté del todo preparada. No puedo decirle cuanto tardaremos en este caso, dependerá de lo rápida que sea aprendiendo, pero así nos aseguraremos de que no la matarán en el primer intento. ¿Qué me dice? ¿Qué opción es la que más le gusta?
Por dentro rezaba que fuera la primera. Pero suponía que no tendría tanta suerte.
Se alejó de ella a grandes zancadas en dirección a un gran ventanal que le mostraba la cara más amable de la noche en la ciudad. ¿Que qué tenía en contra de los de su clase? Que eran capaces de matar con un simple pensamiento y jamás nadie del pueblo bajo fue pudo tomar venganza. Luego ellos venían exigiéndole resultados, sin importarle qué medios tuviera que utilizar para conseguir sus objetivos. Ella era la primera que realmente ponía pasión en el encargo y le rogaba que le dejara participar. Otros se lavaban las manos y le cargaban a él el muerto. Eso podía manejarlo. A Victoria... definitivamente no.
-Oiga, no tengo nada contra usted. De verdad. Se merece todos mis respetos -suspiró al decir esto.
Aunque fuera verdad, la mujer se le atragantaba un poco. Por la sencilla razón de que no la entendía. En su mundo ordenado, clasificado en personas malas, personas peores y auténticos psicópatas, ella no encajaba. Había torcido todos los conceptos que él tenía sobre la gente de clase alta y le había dejado completamente vacío. Nunca, en muchos años, había vuelto a desear a una mujer que no pudiera tener. El torpe intento de la mujer por seducirle no debería haberle impresionado en lo más mínimo. Había conocido a las mejores. Había sobrevivido a ellas. Sabía, sin embargo, que Victoria podría hacerle mucho mucho más daño, básicamente porque había estado a punto de jadearle como un perro a la primera sacudida de ese pelo oscuro y ondulado. ¡Mierda!
- Está bien, señora. Expondré los hechos, brevemente. Podemos hacer tres cosas -se volvió hacia ella con la determinación pintada en el rostro y alzó los dedos uno a uno-. Una: Me deja continuar con la investigación en solitario y en tres semanas habré dado caza a los asesinos de su marido. Dos: Precipitarnos y salir a las calles vistiéndola de algo que obviamente no es e intentar encontrar a los hombres cuanto antes. Y tres -llegado a este punto cerró un instante los ojos con fastidio, sabiendo que se arrepentiría de por vida-: Vendrá conmigo durante el tiempo que le haga falta aprender. Estudiará los bajos fondos como si tuviera que hacer un estudio sobre ello. Aprenderá todo de primera mano y no actuaremos hasta que esté del todo preparada. No puedo decirle cuanto tardaremos en este caso, dependerá de lo rápida que sea aprendiendo, pero así nos aseguraremos de que no la matarán en el primer intento. ¿Qué me dice? ¿Qué opción es la que más le gusta?
Por dentro rezaba que fuera la primera. Pero suponía que no tendría tanta suerte.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Y ahí volvían otra vez con lo mismo, como si se encontraran nuevamente en el inicio, las piezas recolocadas de nuevo, todo dispuesto para empezar una nueva partida. Se masajeó el puente de la nariz. Le alegraba el hecho de que le diese a elegir, otro directamente no lo hubiese hecho. Pero volvía a insistir en lo de trabajar solo cuando ella le había especificado que quería participar de forma activa.
-Llevo esperando este momento desde hace dos años, la impaciencia no forma parte de mis defectos. Aunque me agradaría que cogiese a los asesinos de Samuel cuanto antes, sabe que no quiero mantenerme al margen. Se lo dije la otra noche: puedo aprender y lo hago rápido. Sólo necesito que me ayude en vez de burlarse de mí -se acercó a él-. Wesh, confie en mí. No soy una estúpida cabeza hueca, debería haberse dado cuenta ya -frunció los labios en una mueca-. Me sentiré profundamente insulta si no lo ha hecho.
Apoyó el trasero en el marco de la ventana y cruzó las manos encima del regazo, observándolo. Súbitamente, recordó el tacto que había tenido aquellos labios bajos sus dedos. Había sentido la aspereza de su barba, que le había cosquilleado en la yema de los dedos, y luego la suavidad de su boca.
-No hay razón para complicarlo más.
-Llevo esperando este momento desde hace dos años, la impaciencia no forma parte de mis defectos. Aunque me agradaría que cogiese a los asesinos de Samuel cuanto antes, sabe que no quiero mantenerme al margen. Se lo dije la otra noche: puedo aprender y lo hago rápido. Sólo necesito que me ayude en vez de burlarse de mí -se acercó a él-. Wesh, confie en mí. No soy una estúpida cabeza hueca, debería haberse dado cuenta ya -frunció los labios en una mueca-. Me sentiré profundamente insulta si no lo ha hecho.
Apoyó el trasero en el marco de la ventana y cruzó las manos encima del regazo, observándolo. Súbitamente, recordó el tacto que había tenido aquellos labios bajos sus dedos. Había sentido la aspereza de su barba, que le había cosquilleado en la yema de los dedos, y luego la suavidad de su boca.
-No hay razón para complicarlo más.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
¡Maldición! No se burlaba de ella. Ni lo más mínimo. Estaba tentado a dejarla salir con los supuestos conocimientos que había adquirido y que ella misma se diera cuenta de lo poco que había aprendido. Pero no sería tan cruel. Eso sería mandarla de cabeza al prostíbulo más cercano, donde no darían ni medio franco por ella por no ser la virgen que todos deseaban.
-Señora, la única que complica aquí las cosas es usted. Cuando intento ayudarla, me dice que me burlo. ¿Qué quiere que le diga? ¿Que da el pego como prostituta? Por favor... -dio un paso hacia ella, dispuesto a llegar a un acuerdo por las buenas o por las malas. Esa noche no se iría de la casa sin tener todas las cosas claras-. Antes de poder aprender nada tendrá que quitarse de la cabeza la idea estúpida de que es usted infalible. Intente encontrar un poco de la humildad que tanto le falta a sus congéneres y reconozca, aunque sea para sus adentros, que todavía no está preparada.
Cogió un libro de una estantería cercana y se dejó caer en un sillón con orejas, la cosa más cómoda en la que había tenido la suerte de descansar. Ella parecía tener la intención de contestarle, pero la cortó con un gesto de la mano.
-No me conteste enseguida, por favor, piense un rato -abrió el libro y empezó a leer-. Cuando haya llegado a la misma conclusión que yo usted sola, avíseme. Entonces podremos empezar a trabajar.
-Señora, la única que complica aquí las cosas es usted. Cuando intento ayudarla, me dice que me burlo. ¿Qué quiere que le diga? ¿Que da el pego como prostituta? Por favor... -dio un paso hacia ella, dispuesto a llegar a un acuerdo por las buenas o por las malas. Esa noche no se iría de la casa sin tener todas las cosas claras-. Antes de poder aprender nada tendrá que quitarse de la cabeza la idea estúpida de que es usted infalible. Intente encontrar un poco de la humildad que tanto le falta a sus congéneres y reconozca, aunque sea para sus adentros, que todavía no está preparada.
Cogió un libro de una estantería cercana y se dejó caer en un sillón con orejas, la cosa más cómoda en la que había tenido la suerte de descansar. Ella parecía tener la intención de contestarle, pero la cortó con un gesto de la mano.
-No me conteste enseguida, por favor, piense un rato -abrió el libro y empezó a leer-. Cuando haya llegado a la misma conclusión que yo usted sola, avíseme. Entonces podremos empezar a trabajar.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
El comportamiento del señor Wesh le recordó a la institutriz que había tenido en su infancia. Miss Priss también solía dejarla pensar en lo que había hecho mal mientras enterraba la nariz en cualquier obra e ignoraba completamente a la niña. Al final, Victoria siempre acaba dándole la razón a miss Priss, más porque se aburría de pie en la esquina de pensar que porque verdaderamente creyese que la tenía.
Bien, ahora no tenía trece años y, en esta ocasión, el señor Wesh sí tenía razón... por mucho que le fastidiase.
Se apartó del ventanal y se acercó al sillón con orejas, luego se sentó frente a él y lo miró. El señor Wesh no alzó la cabeza y siguió enfrascado en el libro que había tomado del estante. Victoria ladeó la cabeza para leer el lomo del libro. Se trataba de una selección de poesía amorosa escrita por Lord Byron.
-Sé que no soy infalible, nunca he creído que lo fuese. Pero sé de lo que soy capaz -dijo tras un suspiro-. Quitando eso, creo que tiene razón en todo lo demás y agradeceré enormemente que me preste su ayuda.
Apoyó las manos en las rodillas y permaneció a la espera de que dijese algo, pero el silencio seguía prolongándose.
-¿Le gusta la poesía?
Bien, ahora no tenía trece años y, en esta ocasión, el señor Wesh sí tenía razón... por mucho que le fastidiase.
Se apartó del ventanal y se acercó al sillón con orejas, luego se sentó frente a él y lo miró. El señor Wesh no alzó la cabeza y siguió enfrascado en el libro que había tomado del estante. Victoria ladeó la cabeza para leer el lomo del libro. Se trataba de una selección de poesía amorosa escrita por Lord Byron.
-Sé que no soy infalible, nunca he creído que lo fuese. Pero sé de lo que soy capaz -dijo tras un suspiro-. Quitando eso, creo que tiene razón en todo lo demás y agradeceré enormemente que me preste su ayuda.
Apoyó las manos en las rodillas y permaneció a la espera de que dijese algo, pero el silencio seguía prolongándose.
-¿Le gusta la poesía?
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Re: Visita inesperada [Wesh]
-No especialmente, pero no miré lo que cogía.
Cerró el libro con fuerza y durante un momento se permitió el lujo de mirarla atentamente, esperando encontrar algún atisbo de rebeldía en ella que le impidiera llevar a cabo el plan que tenía en mente. Parecía realmente sincera cuando decía que él tenía razón. Y sus ojos brillaban con la esperanza de que pudieran llegar a algún acuerdo que resultara útil a ambos. Él no lo mostraba, pero tenía las mismas expectativas.
-A partir de hoy, vendrá conmigo todas las noches para aprender a comportarse como una mujer de baja estofa -concedió tras la reflexión-. Pero no podemos permitirnos el lujo de que la reconozcan o de que la agredan por ser mujer.
Se levantó del sillón, dejando caer el libro de forma descuidada. Entrecerró los ojos para observarla con más atención, imaginándola con una gorra calada hasta las orejas y todo ese cabello oculto bajo ella. Victoria alzó la mirada y lo siguió con ella mientras meditaba. Wesh empezó a caminar en círculos a su alrededor.
-Mmm... sí, podría resultar... -murmuró para sí-. Sí, por qué no
Se agachó frente a ella, tomando las manos femeninas entre las suyas. Una sonrisa satisfecha se instauró en su rostro y por más que lo intentaba no conseguía frenarla.
-Señora, acabo de encontrar solución a uno de nuestros problemas - la maldita sonrisa no hizo más que ensancharse-. ¿Qué le parecería, si a partir de ahora la gran dama de la alta sociedad, se convirtiera en un pilluelo de los arrabales? ¿Sería muy horrible dejar de llamarse Victoria y empezar a responder al nombre de Victor?
Cerró el libro con fuerza y durante un momento se permitió el lujo de mirarla atentamente, esperando encontrar algún atisbo de rebeldía en ella que le impidiera llevar a cabo el plan que tenía en mente. Parecía realmente sincera cuando decía que él tenía razón. Y sus ojos brillaban con la esperanza de que pudieran llegar a algún acuerdo que resultara útil a ambos. Él no lo mostraba, pero tenía las mismas expectativas.
-A partir de hoy, vendrá conmigo todas las noches para aprender a comportarse como una mujer de baja estofa -concedió tras la reflexión-. Pero no podemos permitirnos el lujo de que la reconozcan o de que la agredan por ser mujer.
Se levantó del sillón, dejando caer el libro de forma descuidada. Entrecerró los ojos para observarla con más atención, imaginándola con una gorra calada hasta las orejas y todo ese cabello oculto bajo ella. Victoria alzó la mirada y lo siguió con ella mientras meditaba. Wesh empezó a caminar en círculos a su alrededor.
-Mmm... sí, podría resultar... -murmuró para sí-. Sí, por qué no
Se agachó frente a ella, tomando las manos femeninas entre las suyas. Una sonrisa satisfecha se instauró en su rostro y por más que lo intentaba no conseguía frenarla.
-Señora, acabo de encontrar solución a uno de nuestros problemas - la maldita sonrisa no hizo más que ensancharse-. ¿Qué le parecería, si a partir de ahora la gran dama de la alta sociedad, se convirtiera en un pilluelo de los arrabales? ¿Sería muy horrible dejar de llamarse Victoria y empezar a responder al nombre de Victor?
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Alzó las cejas sorprendida, más por lo que le proponía que por el hecho de que le estuviese sujetando las manos con esa delicadeza, con esa confianza. ¿De verdad le estaba proponiendo que se hiciese pasar por un joven? ¡Por dios! ¿Acaso le veía pinta de uno?
Bueno, ¿y qué más le daba si él la veía como uno? De hecho, debería sentirse aliviada, así no intentaría nada con ella. Aún así...
Levantó una mano y se rascó la nuca. Luego bajó los ojos hasta los de él y vio reflejado en ellos la sonrisa que ensanchaba sus labios. Era la primera vez que lo veía sonreír de ese modo, nunca antes la sonrisa había llegado hasta sus inquietantes ojos.
-Oh, es muy buena idea -sonrió porque era imposible no hacerlo-. Pero no sé qué va a ser más difícil: si hacerme pasar por prostituta o hacerme pasar por un joven. -frunció los labios-. Aunque siendo un hombre estaré mucho más protegida, supongo.
Sentía el calor que desprendían las grandes manos del señor Wesh. No eran unas manos afeminadas ni suaves, eran las manos de alguien que se ha ganado la vida con ellas, pero podían ser igual de atentas que las primeras.
Bueno, ¿y qué más le daba si él la veía como uno? De hecho, debería sentirse aliviada, así no intentaría nada con ella. Aún así...
Levantó una mano y se rascó la nuca. Luego bajó los ojos hasta los de él y vio reflejado en ellos la sonrisa que ensanchaba sus labios. Era la primera vez que lo veía sonreír de ese modo, nunca antes la sonrisa había llegado hasta sus inquietantes ojos.
-Oh, es muy buena idea -sonrió porque era imposible no hacerlo-. Pero no sé qué va a ser más difícil: si hacerme pasar por prostituta o hacerme pasar por un joven. -frunció los labios-. Aunque siendo un hombre estaré mucho más protegida, supongo.
Sentía el calor que desprendían las grandes manos del señor Wesh. No eran unas manos afeminadas ni suaves, eran las manos de alguien que se ha ganado la vida con ellas, pero podían ser igual de atentas que las primeras.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Su sonrisa fue perdiendo fuerza ante la aparente falta de entusiasmo de la mujer. ¡Claro! ¿Cómo no se le había ocurrido? Ella era una dama. ¡Una gran dama! Probablemente le pareciera mejor perder su dignidad comportándose como una puta que haciéndose pasar por un muchachillo harapiento. ¡Mujeres! ¿Quién diablos las entendía?
Se levantó, soltando sus manos en el momento en que pudo apartarse de ella. La miró desde arriba, intentando que su rostro volviera a ser una máscara inexpresiva. Metió las manos en los bolsillos, más que nada porque no sabía qué hacer, ahora que no tenía las de la mujer entre ellas.
-No más protegida, pero sí será más fácil hacerla pasar desapercibida -contestó con frialdad ante la mirada atónita de la mujer-. A las horas de la noche en las que nos moveremos, los hombres estarán más atentos a los escotes de los vestidos que a los rostros bajo las gorras. Además, como aunque parezca un ratero, no intentará robar en ningún bolsillo, no correremos peligro de que la atrapen. Y siempre podrá correr más rápido con pantalones.
No le estaba pintando un cuadro muy halagüeño, pero realmente le importaba un pimiento. Ya se daría de bruces con la realidad cuando recorrieran los callejones oscuros. Con un poco de suerte, le entraría el pánico al primer contratiempo y huiría despavorida de vuelta a la seguridad de su gran mansión.
Se levantó, soltando sus manos en el momento en que pudo apartarse de ella. La miró desde arriba, intentando que su rostro volviera a ser una máscara inexpresiva. Metió las manos en los bolsillos, más que nada porque no sabía qué hacer, ahora que no tenía las de la mujer entre ellas.
-No más protegida, pero sí será más fácil hacerla pasar desapercibida -contestó con frialdad ante la mirada atónita de la mujer-. A las horas de la noche en las que nos moveremos, los hombres estarán más atentos a los escotes de los vestidos que a los rostros bajo las gorras. Además, como aunque parezca un ratero, no intentará robar en ningún bolsillo, no correremos peligro de que la atrapen. Y siempre podrá correr más rápido con pantalones.
No le estaba pintando un cuadro muy halagüeño, pero realmente le importaba un pimiento. Ya se daría de bruces con la realidad cuando recorrieran los callejones oscuros. Con un poco de suerte, le entraría el pánico al primer contratiempo y huiría despavorida de vuelta a la seguridad de su gran mansión.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
-¡Excelente! -exclamó levantándose del sillón-. Siempre he querido llevar pantalones. ¡Debe ser tan cómodo! -se acercó a la mesita donde ya se había enfriado el té y cogió una galleta de jengibre-. Sé que no debería sentirme entusiasmada con la idea, dada las circunstancia, pero preveo que va a ser una aventura inolvidable, eso de hacerme pasar por muchachito y llevar pantalones -sonrió antes de dar otro mordisco a la galleta-. ¡Eso no quiere decir que no me lo tome en serio! -le advirtió apuntándole con la mano-. Sé muy bien por qué vamos a hacer esto y soy la más interesada en que salga todo bien.
Terminó la galleta y se lamió el dedo índice y pulgar para desprender las migas que se habían quedado adheridas a sus yemas. Esa siempre había sido la parte que más le gustaba, aunque normalmente se reprimía por educación. Esta vez no lo hizo porque Wesh no estaba prestándole atención.
-Creo que si vamos a trabajar juntos, no debería haber formalidades entre nosotros, Wesh-se acercó a él, que seguía observando los libros de los estantes-. ¿No crees?
Terminó la galleta y se lamió el dedo índice y pulgar para desprender las migas que se habían quedado adheridas a sus yemas. Esa siempre había sido la parte que más le gustaba, aunque normalmente se reprimía por educación. Esta vez no lo hizo porque Wesh no estaba prestándole atención.
-Creo que si vamos a trabajar juntos, no debería haber formalidades entre nosotros, Wesh-se acercó a él, que seguía observando los libros de los estantes-. ¿No crees?
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Le hizo gracia que fuera precisamente ella la que propusiera ese arreglo. También le pareció divertido su declaración de lo emocionante que sería vivir una aventura semejante. ¡Y con pantalones, además! Sin embargo se cuió muy mucho de dejar ver esa diversión. Lo que menos necesitaba esa mujer era que la animaran en sus absurdos ideales aventureros. Ya veríamos después de la primera visita si seguía considerando la vida de pobre como algo digno de ensalzar.
-Bien, nos dejaremos de formalidades -se giró hacia ella y recorrió su cuerpo parapetado tras el modoso camisón-. ¿Crees que es muy tarde para empezar a recorrer las calles o estás dispuesta a ponerte manos a la obra?
De verdad que estaba ansioso por ver cómo se manejaba la mujer enfundada en un traje de hombre. Y más aún, cómo se las arreglaría con todas las mujerzuelas que le saltarían encima nada más poner un pie en las callejuelas. Quizá debería ponerla sobre aviso, pero no podía negarse el placer de verla resolver los contratiempos por sí misma. Puede que por fuera mantuviera el semblante adusto que le caracterizaba, pero por dentro casi le comía la misma emoción que a ella. Conociendo a la mujer, seguro que se iba a divertir
-Bien, nos dejaremos de formalidades -se giró hacia ella y recorrió su cuerpo parapetado tras el modoso camisón-. ¿Crees que es muy tarde para empezar a recorrer las calles o estás dispuesta a ponerte manos a la obra?
De verdad que estaba ansioso por ver cómo se manejaba la mujer enfundada en un traje de hombre. Y más aún, cómo se las arreglaría con todas las mujerzuelas que le saltarían encima nada más poner un pie en las callejuelas. Quizá debería ponerla sobre aviso, pero no podía negarse el placer de verla resolver los contratiempos por sí misma. Puede que por fuera mantuviera el semblante adusto que le caracterizaba, pero por dentro casi le comía la misma emoción que a ella. Conociendo a la mujer, seguro que se iba a divertir
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Wesh no necesitó hablar, su expresión fue más que suficiente, pero Victoria no se preocupó en matizar nada. Que pensase de ella lo que quisiera. Estaba segura de que en esos momentos la consideraba una dama con pocos pájaros en la cabeza que se entusiasmaba ante la idea de ponerse unos pantalones. Tal vez creía que eso era más indecedente que alguien como ella podía hacer. Pues estaba muy equivocado, pero no iba a sacarlo de su error. Si era feliz pensando eso de ella...
Su entusiasmo se debía a que nunca había tenido la libertad de hacer nada y ahora... ahora se veía capaz de todo. Lo de los pantalones sólo era una de las tantas cosas que podía hacer.
-¿Ahora mismo? -alzó las cejas-. Pero... pero si no tengo la ropa adecuada. Vamos a perder mucho tiempo mientras la busco, me preparo y... -se detuvo y lo miró-. Bueno, supongo que ninguno de los dos tenemos prisa y la noche sólo acaba de empezar, ¿no? -se agachó para recoger el libro de poemas de Byron, que había caído al suelo antes, y lo dejó encima de la mesa-. Arriba hay ropa de Samuel que podría venirme bien, pero habría que seleccionar las prendas más... bueno, las menos lujosas.
Su entusiasmo se debía a que nunca había tenido la libertad de hacer nada y ahora... ahora se veía capaz de todo. Lo de los pantalones sólo era una de las tantas cosas que podía hacer.
-¿Ahora mismo? -alzó las cejas-. Pero... pero si no tengo la ropa adecuada. Vamos a perder mucho tiempo mientras la busco, me preparo y... -se detuvo y lo miró-. Bueno, supongo que ninguno de los dos tenemos prisa y la noche sólo acaba de empezar, ¿no? -se agachó para recoger el libro de poemas de Byron, que había caído al suelo antes, y lo dejó encima de la mesa-. Arriba hay ropa de Samuel que podría venirme bien, pero habría que seleccionar las prendas más... bueno, las menos lujosas.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
La mirada que le lanzó fue más efectiva que cualquier palabra que hubiera decidido regalarle, porque la mujer fue callando poco a poco. ¿La ropa de Samuel? Dudaba que ese hombre se hubiera puesto una camisa que no fuera de seda. Y la piel de sus botas seguiría estando lustrosa, incluso dos años después de su muerte.
Miró al cielo para darse ánimos porque Dios sabía que iba a necesitarlos. Sólo él podía haber sido tan tonto como para ofrecer una solución al problema cuando ambos sabían que ella estaba mejor en casa. Pero ya se había comprometido y ella iba a necesitar un buen maestro en aquella aventura. Pasó junto a Victoria mientras le daba las instrucciones en voz alta.
-La ropa de Samuel, ¿eh? -comentó en un derroche de sarcasmo-. Vaya despertando a la doncella. Yo iré a ver si le robo unos calzones a su caballerizo.
No esperó respuesta. Continuó caminando hasta desaparecer por la puerta de la biblioteca en dirección a los establos.
Miró al cielo para darse ánimos porque Dios sabía que iba a necesitarlos. Sólo él podía haber sido tan tonto como para ofrecer una solución al problema cuando ambos sabían que ella estaba mejor en casa. Pero ya se había comprometido y ella iba a necesitar un buen maestro en aquella aventura. Pasó junto a Victoria mientras le daba las instrucciones en voz alta.
-La ropa de Samuel, ¿eh? -comentó en un derroche de sarcasmo-. Vaya despertando a la doncella. Yo iré a ver si le robo unos calzones a su caballerizo.
No esperó respuesta. Continuó caminando hasta desaparecer por la puerta de la biblioteca en dirección a los establos.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
¡Qué hombre más imposible! Daba igual que pretendiese llevarse bien con él y ser participativa, con una simple mirada Wesh lo mandaba todo al traste. Ojalá pudiese darle un puntapié en el trasero y ponerlo en su sitio.
Salió del saloncito en dirección a la habitación. No pasó a despertar a Marie, se negaba a molestarla por el simple hecho de que Wesh la considerase una inepta para hacer algo que no fuese quedarse sentada en un sillón. Una vez en su cámara, se sacó el camisón con rapidez y se vendó los pechos antes de ponerse la ropa interior. Luego se acercó al tocador para sujetarse el cabello en la parte alta de la cabeza, de modo que pareciese que lo tenía corto.
Cuando se disponía a salir de la habitación, recordó que tenía un par de botas viejas que utilizaba para el jardín y que podrían servir. Se apresuró a cogerlas.
Hecho esto, se envolvió en una bata para bajar al encuentro de Wesh. Sonrió complacida cuando vio que él aún no había llegado. Oh, no hacía tan mal las cosas, ¿eh?
Salió del saloncito en dirección a la habitación. No pasó a despertar a Marie, se negaba a molestarla por el simple hecho de que Wesh la considerase una inepta para hacer algo que no fuese quedarse sentada en un sillón. Una vez en su cámara, se sacó el camisón con rapidez y se vendó los pechos antes de ponerse la ropa interior. Luego se acercó al tocador para sujetarse el cabello en la parte alta de la cabeza, de modo que pareciese que lo tenía corto.
Cuando se disponía a salir de la habitación, recordó que tenía un par de botas viejas que utilizaba para el jardín y que podrían servir. Se apresuró a cogerlas.
Hecho esto, se envolvió en una bata para bajar al encuentro de Wesh. Sonrió complacida cuando vio que él aún no había llegado. Oh, no hacía tan mal las cosas, ¿eh?
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Cuando volvió de los establos, con un pantalón y una camisa que creía serían de la talla de Victoria, no esperaba encontrársela aguardando su llegada a los pies de las escaleras, envuelta en una bata que no llegaba a cubrir sus medias. ¿Acaso pensaba cambiarse de ropa allí mismo? ¿En el vestíbulo? Por él, estupendo. No pensaba apartar la vista mientras lo hiciera.
La repasó con la mirada, desde la punta de sus pies descalzos hasta la especie de moño extraño que se había hecho y que parecía realmente un cabello corto. Por un momento pensó en decirle que se abriera la bata para inspeccionar el trabajo que había hecho con sus pechos, pero le pareció tentar demasiado a la suerte.
-¿Lo has conseguido tú solita? -preguntó, realmente sorprendido como para fingir el tono.
La repasó con la mirada, desde la punta de sus pies descalzos hasta la especie de moño extraño que se había hecho y que parecía realmente un cabello corto. Por un momento pensó en decirle que se abriera la bata para inspeccionar el trabajo que había hecho con sus pechos, pero le pareció tentar demasiado a la suerte.
-¿Lo has conseguido tú solita? -preguntó, realmente sorprendido como para fingir el tono.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Asintió con la cabeza, intentando no mostrar abiertamente lo complacida que se sentía por haberlo impresionado de aquel modo. ¡Realmente sonaba sorprendido! Y debía estarlo tanto que ni siquiera se preocupaba por ocultar la sorpresa.
-Terminaré de vestirme en el saloncito. Tú espera aquí -le indicó mientras cogía de las manos de Wesh la camisa y los pantalones, que mantuvo en equilibrio junto a las botas-. ¡Necesito la gorra! Mira a ver dónde puedes conseguirla -le susurró, para no despertar a la casa, mientras se metía en el pequeño salón y cerraba la puerta tras ella.
Se quitó la bata y la dejó cuidadosamente en el respaldo de una de las sillas. Luego se apresuró a enfundarse dentro de los pantalones, que le estaban un poco anchos. La camisa también le venía grande, pero supuso que eso contribuiría a dar la imagen de joven callejero que debía dar.
Sin perder tiempo, se sentó en la silla en la que había dejado la bata y metió los pies en las botas viejas. Al ponerse de pie, vio que el bajo de los pantalones cubría casi completamente el calzado, lo cual estaba muy bien.
Salió de la estancia y, sin poder evitarlo, esbozó una sonrisa al ver la expresión de Wesh.
-Listo.
-Terminaré de vestirme en el saloncito. Tú espera aquí -le indicó mientras cogía de las manos de Wesh la camisa y los pantalones, que mantuvo en equilibrio junto a las botas-. ¡Necesito la gorra! Mira a ver dónde puedes conseguirla -le susurró, para no despertar a la casa, mientras se metía en el pequeño salón y cerraba la puerta tras ella.
Se quitó la bata y la dejó cuidadosamente en el respaldo de una de las sillas. Luego se apresuró a enfundarse dentro de los pantalones, que le estaban un poco anchos. La camisa también le venía grande, pero supuso que eso contribuiría a dar la imagen de joven callejero que debía dar.
Sin perder tiempo, se sentó en la silla en la que había dejado la bata y metió los pies en las botas viejas. Al ponerse de pie, vio que el bajo de los pantalones cubría casi completamente el calzado, lo cual estaba muy bien.
Salió de la estancia y, sin poder evitarlo, esbozó una sonrisa al ver la expresión de Wesh.
-Listo.
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Re: Visita inesperada [Wesh]
Tuvo que volver a las caballerizas para robar una gorra. Pobre muchacho, cuando se despertara se encontraría con que toda su ropa había desaparecido. Esperaba que la gran dama tuviera al menos la decencia de proporcionarle alguna prenda después de haber sido ella la causa de aquel robo.
De vuelta al vestíbulo y a esperar mientras la mujer se cambiaba de ropa. No podía negar que el arreglo con el pelo había sido todo un acierto. Wesh había tenido la esperanza de poder proponer un buen corte, pero ella no le había dado tiempo. Quizá trabajar con ella no resultara tan horrible después de todo.
Se golpeó la pierna con la gorra en el momento en que ese pensamiento salió de su mente. ¿A quién pretendía engañar? Era el mayor error que había cometido en su vida. El más grande. El más portentoso. Sólo a él se le podía ocurrir juntar a una dama de la alta sociedad con los bandoleros y prostitutas de la noche parisina. Si no acababa matándolo ella, ya se encargarían los demás.
Al verla salir del saloncito vestida toda de muchacho, pensó durante un momento que el plan podía funcionar. Pero solo fue un instante, antes de que todas las razones por las que estaba cometiendo un error se agolparan en su mente y lucharan por salir una por una. Tenía la piel demasiado delicada. Los andares extremadamente femeninos. Y esa voz... ¡diablos! ¿Cómo se había metido en ese lío?
-Demasiado femenino para ser Victor
La tomó de la mano sin darle más explicaciones y se internó con ella en el salón. Se arrimó a la chimenea, de donde tomó varios puñados de ceniza. Ahuecó las manos bajo ella.
-Escupe- ordenó impertérrito. Al ver su expresión horrorizada, continuó-: Pienso untarle la mezcla en la cara. Si no escupes tú, lo haré yo.
De vuelta al vestíbulo y a esperar mientras la mujer se cambiaba de ropa. No podía negar que el arreglo con el pelo había sido todo un acierto. Wesh había tenido la esperanza de poder proponer un buen corte, pero ella no le había dado tiempo. Quizá trabajar con ella no resultara tan horrible después de todo.
Se golpeó la pierna con la gorra en el momento en que ese pensamiento salió de su mente. ¿A quién pretendía engañar? Era el mayor error que había cometido en su vida. El más grande. El más portentoso. Sólo a él se le podía ocurrir juntar a una dama de la alta sociedad con los bandoleros y prostitutas de la noche parisina. Si no acababa matándolo ella, ya se encargarían los demás.
Al verla salir del saloncito vestida toda de muchacho, pensó durante un momento que el plan podía funcionar. Pero solo fue un instante, antes de que todas las razones por las que estaba cometiendo un error se agolparan en su mente y lucharan por salir una por una. Tenía la piel demasiado delicada. Los andares extremadamente femeninos. Y esa voz... ¡diablos! ¿Cómo se había metido en ese lío?
-Demasiado femenino para ser Victor
La tomó de la mano sin darle más explicaciones y se internó con ella en el salón. Se arrimó a la chimenea, de donde tomó varios puñados de ceniza. Ahuecó las manos bajo ella.
-Escupe- ordenó impertérrito. Al ver su expresión horrorizada, continuó-: Pienso untarle la mezcla en la cara. Si no escupes tú, lo haré yo.
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