AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
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Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Recuerdo del primer mensaje :
Sencillamente no era justo. No es justo, no, no & no. Repetía una y otra vez mientras corría escaleras abajo de la mansión de la familia, sabía que actuaba un tanto infantil pero, no era justo.
Llevaba bastante tiempo viviendo en París & ahora mi padre volvía a Inglaterra pero, ¡se negaba en llevarme consigo!
Cuando era más jovén lo aceptaba. El debía cumplir con sus responsabilidades, con sus deberes pero, ¿por qué le costaba tanto dejarme estar un tiempo allá?
Laura se quedó callada e inmovil frente a la reja de la mansión, la que daba con las calles parisinas mientras sentía su acelerado corazón taladrando su pecho y recordaba el rostro avejentado de su padre, sus pequeños lentes de media luna y escuchaba nuevamente su tono de voz mientras decía:
"No es bien visto para una jovén doncella, tan jovén como tú"
Ya no era jovén. En absoluto y en cambio, me mantenía encerrada cual princesa de los cuentos.
¿Querían un cuento?
La princesa desaparecería un tiempo, quizá lo suficiente para que le remordiera la conciencia & reconsiderara eso de llevarme a la escuela de derecho en Inglaterra.
Decidida, abrió la reja de la puerta y envuelta en la ligera capa color vino que tanto le agradaba, se puso a caminar por las calles de París, molesta y dejandose llevar por una ola de resentimiento.
¿A dónde debía ir? No podía ir a los lugares de siempre, la encontarían en un instante. De hecho, no podía ir al centro de París y dada la hora, no podía ir demasiado lejos.
Se conformó con sentir la suave brisa del aire, disfrutar de los colores de el sol mientras bajaba lentamente sobre el horizonte, en una hora sería la puesta de sol. Eso significaba que no llevaba mucho caminando, y no alcanzaría recorrer demasiado dadas las condiciones climáticas, el aire cada vez era un poco más frío y más violento, aununciando una tormenta.
Entonces recordó aquella finca que se veía más alejada del resto, una hermosa casa ubicada en lo más alto de las casas, y se puso a andar hacía allá.
No llevaba más de la mitad del camino cuando la anunciada tormenta se hizo presenté, más rápida y furiosa de lo que esperaba, en un par de minutos me dejo casi completamente mojada, así que me apoyé contra una de las altas paredes de una de las mansiones cercanas, mientras una carroza pasaba por ahí.
Vaya, que buena idea. Hermoso día elegí para hacer mis ideales presentes.
Sencillamente no era justo. No es justo, no, no & no. Repetía una y otra vez mientras corría escaleras abajo de la mansión de la familia, sabía que actuaba un tanto infantil pero, no era justo.
Llevaba bastante tiempo viviendo en París & ahora mi padre volvía a Inglaterra pero, ¡se negaba en llevarme consigo!
Cuando era más jovén lo aceptaba. El debía cumplir con sus responsabilidades, con sus deberes pero, ¿por qué le costaba tanto dejarme estar un tiempo allá?
Laura se quedó callada e inmovil frente a la reja de la mansión, la que daba con las calles parisinas mientras sentía su acelerado corazón taladrando su pecho y recordaba el rostro avejentado de su padre, sus pequeños lentes de media luna y escuchaba nuevamente su tono de voz mientras decía:
"No es bien visto para una jovén doncella, tan jovén como tú"
Ya no era jovén. En absoluto y en cambio, me mantenía encerrada cual princesa de los cuentos.
¿Querían un cuento?
La princesa desaparecería un tiempo, quizá lo suficiente para que le remordiera la conciencia & reconsiderara eso de llevarme a la escuela de derecho en Inglaterra.
Decidida, abrió la reja de la puerta y envuelta en la ligera capa color vino que tanto le agradaba, se puso a caminar por las calles de París, molesta y dejandose llevar por una ola de resentimiento.
¿A dónde debía ir? No podía ir a los lugares de siempre, la encontarían en un instante. De hecho, no podía ir al centro de París y dada la hora, no podía ir demasiado lejos.
Se conformó con sentir la suave brisa del aire, disfrutar de los colores de el sol mientras bajaba lentamente sobre el horizonte, en una hora sería la puesta de sol. Eso significaba que no llevaba mucho caminando, y no alcanzaría recorrer demasiado dadas las condiciones climáticas, el aire cada vez era un poco más frío y más violento, aununciando una tormenta.
Entonces recordó aquella finca que se veía más alejada del resto, una hermosa casa ubicada en lo más alto de las casas, y se puso a andar hacía allá.
No llevaba más de la mitad del camino cuando la anunciada tormenta se hizo presenté, más rápida y furiosa de lo que esperaba, en un par de minutos me dejo casi completamente mojada, así que me apoyé contra una de las altas paredes de una de las mansiones cercanas, mientras una carroza pasaba por ahí.
Vaya, que buena idea. Hermoso día elegí para hacer mis ideales presentes.
Última edición por Laura Juliet Bianchi el Lun Mayo 30, 2011 11:28 pm, editado 1 vez
Laura Juliet Bianchi- Humano Clase Alta
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Lo sé, yo igual lo acostumbro & sí, hace más llamativo el tema, solamente que este es un foro +18... ¿curioso?
"Hmmm..." murmuré, alejandome de sus labios sin aliento cuando le sentí presionar su miembro contra mi. Una oleada de satisfacción me recorrió por completo, aquella excitación de su parte era bastante notoria y aunque, esperaba poder conseguir una muestra como aquella, como lo hice en alguna ocasión, la anticipación pronto me hizo sentirme un tanto desesperada.
Pero por más deseosa que fuera, o me hiciera sentir, era inevitable tratarle con cariño, por lo que eso beso nuevamente fue apasionado, cargado de energía hasta que bajo la presión de sus labios, le acompaño el sabor de lo que descubrí era mi propia sangre.
Ni siquiera aquella punzada me hizo separarme de sus labios, los cuales ahora besaba con un tanto más de prisa, respirando entre jadeos hasta sentir que nuevamente le sentí punzar mi herida y entonces abrí los labios, dejando lo que fue más un gemido que un quejido sonar en la habitación, a costa suya por supuesto.
Era rudo, estaba siendolo demasiado pero no por eso me sentía ni un poco... diferente.
Aún así lo deseaba.
Así que me dejé llevar hasta la ventana, donde pude abandonar mi cuerpo, quedando medio sentada sobre la ventana, mis piernas consiguieron dejar de oprimir tanto la parte inferior de su cuerpo, ahora mantenía mis piernas abiertas, abrazando su cuerpo sin aferrarse mientras mis manos deseaban e intentaban deshacerse de aquella molesta prenda suya, lo habría conseguido pero sus labios se encontraron con una parte de mi anatomía que estaba demasiado sensible ante su tacto, lo que me hizo morderme el labio, suspirar profundamente y echar la cabeza para atrás.
Vaya que sabía manejar sus labios, sobre todo al rededor de mis pechos, donde con pellizcos me arrebataba pequeños suspiros, acelerando no solo mi respiración, si no también mi corazón.
Con suficiente concentración pude hacer de mis manos a su trasero, acariciandolo finalmente con mis manos, estrujandolo un poco mientras le hacía mover las caderas muy lentamente, ahora delante... atrás.
Con cada movimiento que ejercía, sentía presionarse contra mi, con bastante presión habría de decir y poco a poco, me hice camino hacía delante, contando los movimientos para ir a encuentro de su 'debilidad.'
Después de todo, ese juego era cosa de dos.
"Hmmm..." murmuré, alejandome de sus labios sin aliento cuando le sentí presionar su miembro contra mi. Una oleada de satisfacción me recorrió por completo, aquella excitación de su parte era bastante notoria y aunque, esperaba poder conseguir una muestra como aquella, como lo hice en alguna ocasión, la anticipación pronto me hizo sentirme un tanto desesperada.
Pero por más deseosa que fuera, o me hiciera sentir, era inevitable tratarle con cariño, por lo que eso beso nuevamente fue apasionado, cargado de energía hasta que bajo la presión de sus labios, le acompaño el sabor de lo que descubrí era mi propia sangre.
Ni siquiera aquella punzada me hizo separarme de sus labios, los cuales ahora besaba con un tanto más de prisa, respirando entre jadeos hasta sentir que nuevamente le sentí punzar mi herida y entonces abrí los labios, dejando lo que fue más un gemido que un quejido sonar en la habitación, a costa suya por supuesto.
Era rudo, estaba siendolo demasiado pero no por eso me sentía ni un poco... diferente.
Aún así lo deseaba.
Así que me dejé llevar hasta la ventana, donde pude abandonar mi cuerpo, quedando medio sentada sobre la ventana, mis piernas consiguieron dejar de oprimir tanto la parte inferior de su cuerpo, ahora mantenía mis piernas abiertas, abrazando su cuerpo sin aferrarse mientras mis manos deseaban e intentaban deshacerse de aquella molesta prenda suya, lo habría conseguido pero sus labios se encontraron con una parte de mi anatomía que estaba demasiado sensible ante su tacto, lo que me hizo morderme el labio, suspirar profundamente y echar la cabeza para atrás.
Vaya que sabía manejar sus labios, sobre todo al rededor de mis pechos, donde con pellizcos me arrebataba pequeños suspiros, acelerando no solo mi respiración, si no también mi corazón.
Con suficiente concentración pude hacer de mis manos a su trasero, acariciandolo finalmente con mis manos, estrujandolo un poco mientras le hacía mover las caderas muy lentamente, ahora delante... atrás.
Con cada movimiento que ejercía, sentía presionarse contra mi, con bastante presión habría de decir y poco a poco, me hice camino hacía delante, contando los movimientos para ir a encuentro de su 'debilidad.'
Después de todo, ese juego era cosa de dos.
Laura Juliet Bianchi- Humano Clase Alta
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Ahora que el cuerpo de su acompañante estaba apoyado en la repisa de la ventana tenía más movilidad en su cuerpo sin el peligro de que se cayera ni teniendo que utilizar parte de su fuerza para ello. Así pues aunque solo estuviese apoyado un trozo de su trasero era lo suficiente como para aliviar ese peso. Peso que no dudo en invertir en otra cosa. Sus manos, que yacían paradas en la cintura, subieron hasta la parte de sus senos justo a la altura de donde se encontraba su cabeza, los labios de la cual continuaban entreteniendo al pezón. Por otro lado éstas bajaron el corsé hasta el final dejando al aire libre el otro seno y agarrandolo con una de ellas, apretandolo con fuerza hasta que un par de dedos llegaron al pezón, el cual no dudaron en estirar.
Simultaneamente era uno estirado y estrujado mientras el otro era mordido por sus dientes, con bastante fuerza. Le importaba poco si le hacía una herida, eso todavía conseguiría excitarlo más y después de todo hacía ya bastante tiempo que no se encontraban por lo que tenían que recuperar el tiempo perdido. Y que manera de recuperarlo estaban teniendo.
Notó de repente las manos de ella por su parte inferior, sin sorprenderse, únicamente haciendosele una sonrisa en el rostro a la vez que lo alzaba para mirarla - No, no preciosa, primero voy yo.. - torció su sonrisa en un gesto entre pícaro y malévolo, sin tardar más de tres segundos y acariciar el sexo de ella por sobre la ropa interior con la mano que le sobraba. La miró por última vez antes de besar sus labios, mordiendo de nuevo la herida mientras presionaba con sus dedos como si quisiera introducirlos solo que siendo imposible, la tela cubría la zona, más si lo suficiente como para que ésta se mojara de los fluidos ajenos.
Sus labios dejaron los de ella para volver al pezón, esta vez al que todavía no había sido mordido y cambió el turno con el otro el cual ahora era pellizcado. Lo mordió con fuerza y en un rápido movimiento los dedos que penetraban sobre la tela hicieron a un lado ésta para introducirse dentro de la cavidad. Eran únicamente dos pero los metió hasta el fondo y de golpe, haciendole así saber que él había ganado por ser el primero en llegar a la intimidad ajena.
Únicamente los dejó allí introducidos, sin moverlos para hacerla sufrir y que fuese ella misma la que se lo pidiera. Ya podía notar lo caliente que se había puesto su propio sexo de comprobar lo húmedo que se encontraba el de ella.
Simultaneamente era uno estirado y estrujado mientras el otro era mordido por sus dientes, con bastante fuerza. Le importaba poco si le hacía una herida, eso todavía conseguiría excitarlo más y después de todo hacía ya bastante tiempo que no se encontraban por lo que tenían que recuperar el tiempo perdido. Y que manera de recuperarlo estaban teniendo.
Notó de repente las manos de ella por su parte inferior, sin sorprenderse, únicamente haciendosele una sonrisa en el rostro a la vez que lo alzaba para mirarla - No, no preciosa, primero voy yo.. - torció su sonrisa en un gesto entre pícaro y malévolo, sin tardar más de tres segundos y acariciar el sexo de ella por sobre la ropa interior con la mano que le sobraba. La miró por última vez antes de besar sus labios, mordiendo de nuevo la herida mientras presionaba con sus dedos como si quisiera introducirlos solo que siendo imposible, la tela cubría la zona, más si lo suficiente como para que ésta se mojara de los fluidos ajenos.
Sus labios dejaron los de ella para volver al pezón, esta vez al que todavía no había sido mordido y cambió el turno con el otro el cual ahora era pellizcado. Lo mordió con fuerza y en un rápido movimiento los dedos que penetraban sobre la tela hicieron a un lado ésta para introducirse dentro de la cavidad. Eran únicamente dos pero los metió hasta el fondo y de golpe, haciendole así saber que él había ganado por ser el primero en llegar a la intimidad ajena.
Únicamente los dejó allí introducidos, sin moverlos para hacerla sufrir y que fuese ella misma la que se lo pidiera. Ya podía notar lo caliente que se había puesto su propio sexo de comprobar lo húmedo que se encontraba el de ella.
- off:
- Sí, bastante xD
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
¿Qué no lo más normal sería quejarse de su rudeza? Entonces, ¿por qué la disfrutaba de sobremanera?
Sus dientes insistían en masticar mi pezón, el cual estaba tan duro que asemejaba la dureza de una roca, tal vez más suave que su miembro en aquellos momentos aunque la sensibilidad por supuesto, estaba hipersensible.
Y aunque Adam parecía encantado con su trabajo sobre mi cuerpo, no se limitaba a un solo lugar, pues sus labios se hicieron camino hasta aquel de mis pechos que no había tenido tanta atención y pronto consiguió acomodarle de la misma manera, entre sus dientes y jalando entre estos. Oh, tal vez por eso no me afectaba su rudeza.
Las punzadas que causaban sus mordidas sobre mis pezones ahora parecían las punzadas que se acumulaban sobre la parte más baja de mi vientre, aunque parecía un llamado que no solamente yo comprendía, pues lamente el momento en que sus dedos se hicieron camino por mi entrepierna, mismo momento en que yo sentí perdida mi partida pues él rápidamente recordo como hacerme sentir por completo a enloquecer, donde fue mi intimidad la que le recibió con cálidez... era de esperarse, sería demasiado complicado mentirle acerca de mi necesidad, para entonces, vaya que lo necesitaba.
Me miró a los ojos con orgullo y altanería, parecía que reclamaba algo que en alguna ocasión le pertenecio y tampoco fui capaz de negarlo, después de todo, era verdad.
Así que tan solo le abracé con mis labios, besandolo de manera muy lenta, algo laborioso pues sus labios insistían en marcarme el movimiento, yo simplemente me negaba.
Sabía que mis juegos no se comparaban, no mientras le sentía presionar sus dedos contra mi intimidad, la cual ahora palpitaba, y esperaba que sus labios acallaran mis jadeos pero cuando estos abandonaron mis labios...
"A-adam" murmuré quedandome sin aliento al pronunciar su nombre, mordiendo mi labio con fuerza, casi a agregarle una pequeña herida. Finalmente había sido 'invadida', tomada por sorpresa y por si fuera poco, él, habiendose apropiado, tan solo permanecía ahí, quieto.
Mis dientes liberaron fuerza sobre mis labios, los cuales separaba para pedirle que me hiciera suya, aunque algo tomo conciencia en mi cabeza y antes de que pudiera formar alguna palabra, aproveché esos pequeños segundos para llevar una de mis manos hasta su miembro, aunque haciendolo por encima de su ropa, a modo de molestarle, hacerle sufrir como él me lo hacía, donde lleve mi mano por lo largo de su miembro, hasta detenerme en su punta, acariciando con suaves, pequeños toques.
¿Y qué sí era el segundo lugar?
Sus dientes insistían en masticar mi pezón, el cual estaba tan duro que asemejaba la dureza de una roca, tal vez más suave que su miembro en aquellos momentos aunque la sensibilidad por supuesto, estaba hipersensible.
Y aunque Adam parecía encantado con su trabajo sobre mi cuerpo, no se limitaba a un solo lugar, pues sus labios se hicieron camino hasta aquel de mis pechos que no había tenido tanta atención y pronto consiguió acomodarle de la misma manera, entre sus dientes y jalando entre estos. Oh, tal vez por eso no me afectaba su rudeza.
Las punzadas que causaban sus mordidas sobre mis pezones ahora parecían las punzadas que se acumulaban sobre la parte más baja de mi vientre, aunque parecía un llamado que no solamente yo comprendía, pues lamente el momento en que sus dedos se hicieron camino por mi entrepierna, mismo momento en que yo sentí perdida mi partida pues él rápidamente recordo como hacerme sentir por completo a enloquecer, donde fue mi intimidad la que le recibió con cálidez... era de esperarse, sería demasiado complicado mentirle acerca de mi necesidad, para entonces, vaya que lo necesitaba.
Me miró a los ojos con orgullo y altanería, parecía que reclamaba algo que en alguna ocasión le pertenecio y tampoco fui capaz de negarlo, después de todo, era verdad.
Así que tan solo le abracé con mis labios, besandolo de manera muy lenta, algo laborioso pues sus labios insistían en marcarme el movimiento, yo simplemente me negaba.
Sabía que mis juegos no se comparaban, no mientras le sentía presionar sus dedos contra mi intimidad, la cual ahora palpitaba, y esperaba que sus labios acallaran mis jadeos pero cuando estos abandonaron mis labios...
"A-adam" murmuré quedandome sin aliento al pronunciar su nombre, mordiendo mi labio con fuerza, casi a agregarle una pequeña herida. Finalmente había sido 'invadida', tomada por sorpresa y por si fuera poco, él, habiendose apropiado, tan solo permanecía ahí, quieto.
Mis dientes liberaron fuerza sobre mis labios, los cuales separaba para pedirle que me hiciera suya, aunque algo tomo conciencia en mi cabeza y antes de que pudiera formar alguna palabra, aproveché esos pequeños segundos para llevar una de mis manos hasta su miembro, aunque haciendolo por encima de su ropa, a modo de molestarle, hacerle sufrir como él me lo hacía, donde lleve mi mano por lo largo de su miembro, hasta detenerme en su punta, acariciando con suaves, pequeños toques.
¿Y qué sí era el segundo lugar?
Laura Juliet Bianchi- Humano Clase Alta
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
La reacción de ella era la esperada por Adam. Sonrió dandole una última lamida al pezón antes de pasar el trabajo a su mano libre, el cuel continuó con la tarea de que se endureciera todavía más hasta el punto en que le doliera. Dolor, siempre acababa pensando en él cuando estaba en la cama y extrañamente hasta ahora no había tenido ninguna queja por ello, nisiquiera con sus clientes. Aunque no fuese capaz de admitirlo a todos les gustaba tanto como a él. Pero una vez más en esa sociedad no podías ser tú mismo excepto en la privacidad de un momento íntimo como aquel. No podías demostrar lo mucho que te gustaban algunas cosas hasta ponerlas en práctica.
Volvió su boca hacia los labios de ella para morder de nuevo la herida, lamiendo las gotas de sangre que volvían a salir - ¿Sí cariño? - preguntó con un tono levemente bromista pues era obvio que su nombre no lo había dicho porque quisiera algo, más como le gustaba regodearse un poco en ese tipo de momentos. No pasaba por alto la mano que tenía en su miembro y ganas no le faltaban de penetrarla con él. Sin embargo, sería demasiado corto el momento de torturarla, aún quería probar un poco más de aquello.
Los dedos que se mantenían inmóbiles empezaron con el movimiento, al principio lento, muy lento. Tanto que hasta él podía notar la ansiedad por moverlos más rápido. Únicamente tenía que ser paciente y eso hizo. Esperó un par de minutos hasta que notó como su fluido empezaba a salir en pequeñas cantidades y entonces introdujo un tercer dedo. Volviendo a mantener los dedos completamente al fondo. A veces se sorprendía de lo elástico que podía ser aquel lugar como para recibir hasta una mano entera; tal vez sonara muy bruto o increible pero él lo había vivido en primera mano.
Se relamió los labios y continuó con el movimiento, esta vez sin detenerse. Por el contrario los movía con suma rapidez de atrás hacia delante. No le dejaba descanso alguno ni tiempo para que ella pudiese pensar en su próximo movimiento. Él quería acaparar por completo su mente, hacer que no pudiera pensar en nada más - ¿Qué tal lo llevas? ¿Te gusta? - sus labios esta vez se pararon en el cuello ajeno para morderlo con fuerza mientras susurraba.
Las preguntas a veces sobraban pues la respuesta era más que obvia, sin embargo, no podía evitar el querer escuchar su voz mientras la penetraba. ¿Fetiche tal vez?
Volvió su boca hacia los labios de ella para morder de nuevo la herida, lamiendo las gotas de sangre que volvían a salir - ¿Sí cariño? - preguntó con un tono levemente bromista pues era obvio que su nombre no lo había dicho porque quisiera algo, más como le gustaba regodearse un poco en ese tipo de momentos. No pasaba por alto la mano que tenía en su miembro y ganas no le faltaban de penetrarla con él. Sin embargo, sería demasiado corto el momento de torturarla, aún quería probar un poco más de aquello.
Los dedos que se mantenían inmóbiles empezaron con el movimiento, al principio lento, muy lento. Tanto que hasta él podía notar la ansiedad por moverlos más rápido. Únicamente tenía que ser paciente y eso hizo. Esperó un par de minutos hasta que notó como su fluido empezaba a salir en pequeñas cantidades y entonces introdujo un tercer dedo. Volviendo a mantener los dedos completamente al fondo. A veces se sorprendía de lo elástico que podía ser aquel lugar como para recibir hasta una mano entera; tal vez sonara muy bruto o increible pero él lo había vivido en primera mano.
Se relamió los labios y continuó con el movimiento, esta vez sin detenerse. Por el contrario los movía con suma rapidez de atrás hacia delante. No le dejaba descanso alguno ni tiempo para que ella pudiese pensar en su próximo movimiento. Él quería acaparar por completo su mente, hacer que no pudiera pensar en nada más - ¿Qué tal lo llevas? ¿Te gusta? - sus labios esta vez se pararon en el cuello ajeno para morderlo con fuerza mientras susurraba.
Las preguntas a veces sobraban pues la respuesta era más que obvia, sin embargo, no podía evitar el querer escuchar su voz mientras la penetraba. ¿Fetiche tal vez?
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Esperaba poder encontrar sus ojos, para que finalmente se diera cuenta de que tan desesperada me tenía; ni siquiera se molestó.
Aunque no niego que tuvo la amabilidad de calmar uno de mis deseos, cuando nuevamente sus labios volvieron a los míos, incluso sí hicieron regresar el dolor de mi labio sangrante pero no era importante, acomodé cariñosamente una mano en su mejilla, acomodando mi rostro contra el suyo, besandolo de nuevo, a modo de respuesta a su burlona pregunta.
Erré. Nuevamente me había equivocado pues, cuando creí podía convencerlo de dejar aquellos juegos, descubrí que estos a penas comenzaban. Sus dedos recobraron vida y movimiento, aunque lo recobraron de una manera que me hacía imposible el creerlo.
"Ah...a-am" tartamudeé por excitación pura, acompañada de un estremecimiento que me recorrió por completo pues los dedos que permanecían en mi interior marcaron un movimiento, aunque ahora era clara la diferencia, sus dedos acaparaban más espacio en mi interior y de no haber estado tan excitada, aquella intromisión habría dolido demasiado.
En ese momento, casi estaba segura de poder hacer espacio para toda su mano, sobre todo para sus dedos que finalmente empezaban a acelerarse.
Aceleraron hasta conseguir imitar lo que esperaba pronto sería su penetración, solo que no tenía oportunidad de concentrarme, incluso los dedos que hacían caricias sobre la cabeza de su miembro perdieron el detalle hasta un punto en que dejé de sostenerle.
Dejé caer la cabeza hacía atrás, recargandome sobre el cristal de la ventana mientras sus labios mordían mi cuello, con la fuerza con la que jalaba mi piel, probablemente me haría otra herida o sí acaso, dejaria una marca temporal.
¡Suficiente! ¿Qué más quería? ¿Por qué me hacía sufrir de aquella manera? Ahora incluso movía mis caderas, lentamente pues no tenía demasiado soporte pero intentaba moverle hacía mi interior. Sí eso todavía era posible.
Mantenía mis piernas ligeramente más abiertas que antes, aceptando sus caricias y ahora mis manos abandonaron su miembro aunque primero le liberaron de aquella prisión que era su pantalón y aquella prenda interior que hice deslizarse por sus piernas.
Finalmente le tenía desnudo frente a mi y con mayor facilidad volví a acariciar sus hombros, bajando nuevamente por su espalda, alcanzando su trasero, acariciando un costado y después el otro como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Eso lo hacía sin demasiado esfuerzo o atención, cuando uno de sus movimientos en mi interior me hizo levantar la pierna, por reflejo más que por nada y descubrí que mi rodilla alcanzaba justamente su entrepierna, más especificamente, sus testiculos los cuales con pequeños movimientos que no me costaban demasiado, conseguí alcanzarles, rozandoles con ligeros toques de mi rodilla.
Ahora seguía haciendo eso, casí trabajando sin aliento, sentía mi interior bastante más sensible que al comienzo, más cálido también.
Escuché nuevamente una pregunta burlona de su parte, en el momento en que su hombro se detenía a altura de mis labios y noté mi acelerada respiración al chocar contra su piel.
Lo abracé por su trasero, sosteniendole, estrujandole entre mis manos.
"Just... do it" murmuré, aún cuando hablaba entre jadeos. "Take me. Hazme el amor." Le pedí en un suspiro, arqueandome contra su cuerpo, enterrando mis pezones erectos contra su pecho, acariciandole con estos.
Aunque no niego que tuvo la amabilidad de calmar uno de mis deseos, cuando nuevamente sus labios volvieron a los míos, incluso sí hicieron regresar el dolor de mi labio sangrante pero no era importante, acomodé cariñosamente una mano en su mejilla, acomodando mi rostro contra el suyo, besandolo de nuevo, a modo de respuesta a su burlona pregunta.
Erré. Nuevamente me había equivocado pues, cuando creí podía convencerlo de dejar aquellos juegos, descubrí que estos a penas comenzaban. Sus dedos recobraron vida y movimiento, aunque lo recobraron de una manera que me hacía imposible el creerlo.
"Ah...a-am" tartamudeé por excitación pura, acompañada de un estremecimiento que me recorrió por completo pues los dedos que permanecían en mi interior marcaron un movimiento, aunque ahora era clara la diferencia, sus dedos acaparaban más espacio en mi interior y de no haber estado tan excitada, aquella intromisión habría dolido demasiado.
En ese momento, casi estaba segura de poder hacer espacio para toda su mano, sobre todo para sus dedos que finalmente empezaban a acelerarse.
Aceleraron hasta conseguir imitar lo que esperaba pronto sería su penetración, solo que no tenía oportunidad de concentrarme, incluso los dedos que hacían caricias sobre la cabeza de su miembro perdieron el detalle hasta un punto en que dejé de sostenerle.
Dejé caer la cabeza hacía atrás, recargandome sobre el cristal de la ventana mientras sus labios mordían mi cuello, con la fuerza con la que jalaba mi piel, probablemente me haría otra herida o sí acaso, dejaria una marca temporal.
¡Suficiente! ¿Qué más quería? ¿Por qué me hacía sufrir de aquella manera? Ahora incluso movía mis caderas, lentamente pues no tenía demasiado soporte pero intentaba moverle hacía mi interior. Sí eso todavía era posible.
Mantenía mis piernas ligeramente más abiertas que antes, aceptando sus caricias y ahora mis manos abandonaron su miembro aunque primero le liberaron de aquella prisión que era su pantalón y aquella prenda interior que hice deslizarse por sus piernas.
Finalmente le tenía desnudo frente a mi y con mayor facilidad volví a acariciar sus hombros, bajando nuevamente por su espalda, alcanzando su trasero, acariciando un costado y después el otro como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Eso lo hacía sin demasiado esfuerzo o atención, cuando uno de sus movimientos en mi interior me hizo levantar la pierna, por reflejo más que por nada y descubrí que mi rodilla alcanzaba justamente su entrepierna, más especificamente, sus testiculos los cuales con pequeños movimientos que no me costaban demasiado, conseguí alcanzarles, rozandoles con ligeros toques de mi rodilla.
Ahora seguía haciendo eso, casí trabajando sin aliento, sentía mi interior bastante más sensible que al comienzo, más cálido también.
Escuché nuevamente una pregunta burlona de su parte, en el momento en que su hombro se detenía a altura de mis labios y noté mi acelerada respiración al chocar contra su piel.
Lo abracé por su trasero, sosteniendole, estrujandole entre mis manos.
"Just... do it" murmuré, aún cuando hablaba entre jadeos. "Take me. Hazme el amor." Le pedí en un suspiro, arqueandome contra su cuerpo, enterrando mis pezones erectos contra su pecho, acariciandole con estos.
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Un pequeño jadeo salió de los labios de Adam al sentir las caricias que empezaba a producirle su compañera. Caricias que sin duda le habían dejado erecto completamente, ahora pudiendo apreciarse más al estar liberado de su ropa. El miembro erguia imponiendo contra una de las piernas de la muchacha, rodilla de la cual en suaves movimientos le acariciaba. Y de que me manera le acariciaba. Tan lentamente que podía volverle loco, en parte era lo que se merecía por estar haciendola sufrir a ella. Pero le gustaba. Tambien le gustaba sufrir de esa manera.
Al escucharla en el idioma materno de ambos sonrió; hacia ya tiempo que no hablaba en él. Desde que había llegado a parís, obviamente, todos hablaban francés incluido su padre y las doncellas de la casa. Por suerte no le costó nada encajarlo, ya venía aprendido de su infancia y unicamente el hablarlo continuamente le ayudó a pulirlo lo que le faltaba para que pareciese casi natural. Ahora ya podía decirse que sus idiomas de nacimiento eran dos: el Inglés y el Francés. Ambos los hablaba a tiempo completo, uno en casa de su madre; el otro en casa de su padre.
Se relamió los labios, atacando de nuevo al cuello de la joven para darle otro mordisco, dejandole una nueva marca. Desdeluego se iba a acordar de aquel día durante como mínimo una semana al mirarse al espejo. Tendría grabados en su cuerpo la pasión y fuerza con la que habían practicado aquel acto carnal; algo le decía que iba a ser la primera vez de muchas. Claro que, el reencuentro, siempre acabaría ganando en fogosidad a las demás ¿o tal vez no?.
La mano en su sexo no dejó de moverse en ningún momento, todo lo contrario, se movía rápidamente de atras hacia delante sin dejarle pausa alguna. Ignoró brevemente sus palabras, todavia era pronto para darle lo que pedía y ella ya debía saberlo. - Baby, It's too early - se carcajeó sobre el oido ajeno a la par que se lo mordia y simultaneamente le daba una embestida con la mano, dejando los dedos enterrados hasta lo más profundo del sexo ajeno ahora sin movimiento. Sabía que eso la torturaría más y quería ver como se retorcia, como se movía para autopenetrarse movida por la lujuria que en ese momento siempre salía a relucir en todo ser humano.
Sus labios viajaron hasta los ajenos, volviendo a morder la herida y seguidamente lamiendola, con sensualidad además de provocación. Mirando su rostro en todo momento; no quería perderse ninguna expresión que ella pudiera ofrecerle. Le excitaban demasiado - ¿Cuanto lo deseas? Demuestramelo y tendrás lo que quieres.. - susurró con una sonrisa ladina, mirandola desafiante y dando a la vez otra embestida con la mano, de nuevo dejandola pausada.
Frotó su pecho contra los pezones de ella, concretamente los pezones de ambos eran los que se frotaban entre sí teniendolos él también tan duros como estaba su miembro en ese momento. Volvió a besarla y junto a este beso introdujo más sus dedos. De haber sido posible la habría atravesado con esa misma mano.
Al escucharla en el idioma materno de ambos sonrió; hacia ya tiempo que no hablaba en él. Desde que había llegado a parís, obviamente, todos hablaban francés incluido su padre y las doncellas de la casa. Por suerte no le costó nada encajarlo, ya venía aprendido de su infancia y unicamente el hablarlo continuamente le ayudó a pulirlo lo que le faltaba para que pareciese casi natural. Ahora ya podía decirse que sus idiomas de nacimiento eran dos: el Inglés y el Francés. Ambos los hablaba a tiempo completo, uno en casa de su madre; el otro en casa de su padre.
Se relamió los labios, atacando de nuevo al cuello de la joven para darle otro mordisco, dejandole una nueva marca. Desdeluego se iba a acordar de aquel día durante como mínimo una semana al mirarse al espejo. Tendría grabados en su cuerpo la pasión y fuerza con la que habían practicado aquel acto carnal; algo le decía que iba a ser la primera vez de muchas. Claro que, el reencuentro, siempre acabaría ganando en fogosidad a las demás ¿o tal vez no?.
La mano en su sexo no dejó de moverse en ningún momento, todo lo contrario, se movía rápidamente de atras hacia delante sin dejarle pausa alguna. Ignoró brevemente sus palabras, todavia era pronto para darle lo que pedía y ella ya debía saberlo. - Baby, It's too early - se carcajeó sobre el oido ajeno a la par que se lo mordia y simultaneamente le daba una embestida con la mano, dejando los dedos enterrados hasta lo más profundo del sexo ajeno ahora sin movimiento. Sabía que eso la torturaría más y quería ver como se retorcia, como se movía para autopenetrarse movida por la lujuria que en ese momento siempre salía a relucir en todo ser humano.
Sus labios viajaron hasta los ajenos, volviendo a morder la herida y seguidamente lamiendola, con sensualidad además de provocación. Mirando su rostro en todo momento; no quería perderse ninguna expresión que ella pudiera ofrecerle. Le excitaban demasiado - ¿Cuanto lo deseas? Demuestramelo y tendrás lo que quieres.. - susurró con una sonrisa ladina, mirandola desafiante y dando a la vez otra embestida con la mano, de nuevo dejandola pausada.
Frotó su pecho contra los pezones de ella, concretamente los pezones de ambos eran los que se frotaban entre sí teniendolos él también tan duros como estaba su miembro en ese momento. Volvió a besarla y junto a este beso introdujo más sus dedos. De haber sido posible la habría atravesado con esa misma mano.
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Al escuchar aquel ligero jadeo de su parte, descubrí que eso era lo que quería. Compartíamos ideales pues, deseaba que él me demostrara cuanto me deseaba.
Y como lo hacía él, aquella erección no me parecía suficiente.
Recordé que ese había sido un dilema en nuestra relación, el saber cómo debía actuar en su presencia. ¿Jugar y perder la partida.... o acceder & disfrutar?
Era una pregunta un poco tonta, jamás me rendía ante la primera. No me gustaba que él hiciera todo el trabajo.
Así que siempre lo intentaba.
Lo intentaba persistentemente, como sus dientes con mi piel, sentía incluso la acumulación de la sangre sobre diferentes puntos, ligeras marcas de dolor que seguramente enrojecían mi piel pero en segundos, como habían aparecido, se desvanecían.
Y eso a él no le agradaba en absoluto, estaba segura de que ya tenía una marca o dos que durarían como mínimo, tres días.
Honestamente, ni siquiera me importaba.
¿Lo verían? ¿No lo verían? Ah, daba igual. Ahora mismo, estaba perdida entre nuestros juegos de pasión y ahora, tenía además una meta.
Deseaba hacerlo sufrir.
Un dolor dulce. Muy dulce y placentero.
Como aquello que hacía en mi interior, embestía con prisa y se detuvo en seco. Suspiré dentro de su boca y esperé un par de segundos, con los ojos cerrados.
Él se alejo de aquella marca que ya era suya entre mis labios y al abrir los ojos me encontré con los suyos, donde el deseo se fundía entre su expresión y sus ojos.
Esperé un segundo, un segundo que parecía infinito y al ver esa sonrisa en su rostro gruñí, sabía lo que quería, quería que yo misma me moviera contra él. Deseaba mucho negarle una victoria más.
Fue imposible. Me hipnotizo, haciéndole mirarle directamente a los ojos mientras le sentía reanudar el movimiento, tan solo para detenerse al presionarse más dentro de mi.
Cerré los ojos mientras formaba una sonrisa que terminó en un suspiro inaudible, una mueca de placer.
A esta mueca le acompaño un sonoro gruñido de desperación, un signo de que me rendía pues empecé nuevamente con aquel vaivén, donde con ligeros movimientos de mi cadera y gracias a mi excitación, le permitía a sus dedos resbalar en mi interior, eran movimientos demasiado lentos, más desesperantes que su mismo trabajo por lo que con los ojos bien abiertos, mirándole desafiante, llevé una de mis manos que sostenía su trasero hasta el marco bajo de la ventana, aquella madera blanca donde afiancé una de mis manos, sosteniéndome, impulsándome un poco más hacia su cuerpo.
No era exactamente como yo lo deseaba pero esperaba que el momento, a debido tiempo, llegaría.
Lo haría llegar. Me aseguraría que lo haría pues, mi mano derecha, aquella que aún descansaba sobre la mejilla de su trasero, la lleve hasta su miembro, rodeándole con la mano, acariciando su longitud, notando su dureza.
Sonreí satisfecha, así no serían tan complicadas las cosas.
Recorrí un par de veces su miembro con extrema lentitud, no podía invertir mayor velocidad, me encontraba demasiado distraída, pero así acariciaba desde el crecimiento hasta alcanzar la delicada punta de su sexo, mientras ahora que tenía oportunidad y sus labios cerca de los míos, le mordí no solo el labio, si no la barbilla siguiendo el hueso de su quijada hasta su oído. “¿Qué hay de ti?” pregunté en voz baja, alentando mis caderas, cerrando mis ojos, acercando mis labios contra su hombro, donde sentía su olor. Era dulce, penetrante. Lo sentía impregnarse en mi propia piel. “¿qué es lo qué... deseas?”
Y como lo hacía él, aquella erección no me parecía suficiente.
Recordé que ese había sido un dilema en nuestra relación, el saber cómo debía actuar en su presencia. ¿Jugar y perder la partida.... o acceder & disfrutar?
Era una pregunta un poco tonta, jamás me rendía ante la primera. No me gustaba que él hiciera todo el trabajo.
Así que siempre lo intentaba.
Lo intentaba persistentemente, como sus dientes con mi piel, sentía incluso la acumulación de la sangre sobre diferentes puntos, ligeras marcas de dolor que seguramente enrojecían mi piel pero en segundos, como habían aparecido, se desvanecían.
Y eso a él no le agradaba en absoluto, estaba segura de que ya tenía una marca o dos que durarían como mínimo, tres días.
Honestamente, ni siquiera me importaba.
¿Lo verían? ¿No lo verían? Ah, daba igual. Ahora mismo, estaba perdida entre nuestros juegos de pasión y ahora, tenía además una meta.
Deseaba hacerlo sufrir.
Un dolor dulce. Muy dulce y placentero.
Como aquello que hacía en mi interior, embestía con prisa y se detuvo en seco. Suspiré dentro de su boca y esperé un par de segundos, con los ojos cerrados.
Él se alejo de aquella marca que ya era suya entre mis labios y al abrir los ojos me encontré con los suyos, donde el deseo se fundía entre su expresión y sus ojos.
Esperé un segundo, un segundo que parecía infinito y al ver esa sonrisa en su rostro gruñí, sabía lo que quería, quería que yo misma me moviera contra él. Deseaba mucho negarle una victoria más.
Fue imposible. Me hipnotizo, haciéndole mirarle directamente a los ojos mientras le sentía reanudar el movimiento, tan solo para detenerse al presionarse más dentro de mi.
Cerré los ojos mientras formaba una sonrisa que terminó en un suspiro inaudible, una mueca de placer.
A esta mueca le acompaño un sonoro gruñido de desperación, un signo de que me rendía pues empecé nuevamente con aquel vaivén, donde con ligeros movimientos de mi cadera y gracias a mi excitación, le permitía a sus dedos resbalar en mi interior, eran movimientos demasiado lentos, más desesperantes que su mismo trabajo por lo que con los ojos bien abiertos, mirándole desafiante, llevé una de mis manos que sostenía su trasero hasta el marco bajo de la ventana, aquella madera blanca donde afiancé una de mis manos, sosteniéndome, impulsándome un poco más hacia su cuerpo.
No era exactamente como yo lo deseaba pero esperaba que el momento, a debido tiempo, llegaría.
Lo haría llegar. Me aseguraría que lo haría pues, mi mano derecha, aquella que aún descansaba sobre la mejilla de su trasero, la lleve hasta su miembro, rodeándole con la mano, acariciando su longitud, notando su dureza.
Sonreí satisfecha, así no serían tan complicadas las cosas.
Recorrí un par de veces su miembro con extrema lentitud, no podía invertir mayor velocidad, me encontraba demasiado distraída, pero así acariciaba desde el crecimiento hasta alcanzar la delicada punta de su sexo, mientras ahora que tenía oportunidad y sus labios cerca de los míos, le mordí no solo el labio, si no la barbilla siguiendo el hueso de su quijada hasta su oído. “¿Qué hay de ti?” pregunté en voz baja, alentando mis caderas, cerrando mis ojos, acercando mis labios contra su hombro, donde sentía su olor. Era dulce, penetrante. Lo sentía impregnarse en mi propia piel. “¿qué es lo qué... deseas?”
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
La situación de momento estaba yendo tal y como él planeaba. Con el movimiento de su cadera había conseguido lo que quería, verla pedir por placer con un simple gesto sin necesidad de palabras. El que se moviera autopenetrandose aún sabiendo lo duro y cansado que era hacer eso sin duda gritaba por que la complaciera. Y él no aguantaría mucho conteniendo sus deseos de penetrarla hasta lo más profundo con su miembro. Esta latente, caliente y erguido frotandose con la pierna de ella. Pronto no fue solo la pierna lo que lo tocaba si no que unos cálidos dedos empezaron a masajearlo, haciendo que soltara algo de su liquido preseminal sobre la mano de la muchacha.
Entrecerró los ojos ladeando el cuello y dejando que ella le propinase caricias; excitandolo aún más si esque cabía la posibilidad. Su mano empezó a moverse dentro de ella acompasando a sus caderas, tenía que hacer algo para liberar esa tensión sexual que sentía su cuerpo y que solo podría aliviarse por completo al penetrarla. Mordió su labio inferior ¿qué debia responderle? aunque no lo pareciese con esas caricias estaba conseguiendo que él se pusiera a sus pies. La había echo sufrir sí pero ella también se la había devuelto. Tenía que demostrarselo.
Para ello dió un ligero movimiento de cadera, como si le penetrara solo que en la mano que le estaba frotando en ese momento. ¿Qué pretendía con ello? darle una indirecta de que ella también estaba ganandose terreno en aquel juego. Juego que no tardaría mucho en acabar pues a él se la agotaba la paciencia.
Movió los dedos a una velocidad realmente increible justo antes de sacar la mano; llevandola hasta sus labios para lamer el líquido que se había quedado en ellos. De manera poco más que sexual acercó un par de dedos hasta la boca de ella, introduciendolos y moviendolos como si de su miembro se tratara. Se relamió los labios ante esa imagen de ella que consiguió llevarle hasta prácticamente el límite - Deseo que grites mi nombre...follarte hasta que no puedas más, romperte... - susurró sobre su oido, dándole un mordisco igual al de ella y sin parar de mover sus dedos.
Tras unos segundos se apartó, cogiendola de la cintura y poniendola de pie frente a él. Se acercó de nuevo abrazandola y colocando sus labios en el cuello ajeno para volver a repartir mordiscos por la zona. Sus manos viajaron hasta la ropa inferior de ella, empezando a deslizarla hacia abajo con el proposito de quitarsela y esperando algo de ayuda por su parte. En cuanto tuvo lo suficientemente libre la zona volvió a ella una mano que acarició los labios, dejando que algo de su humedad saliera a flote y se le resbalara por los muslos. Disfrutaba demasiado con el simple echo de jugar en aquel lugar tan especial.
Entrecerró los ojos ladeando el cuello y dejando que ella le propinase caricias; excitandolo aún más si esque cabía la posibilidad. Su mano empezó a moverse dentro de ella acompasando a sus caderas, tenía que hacer algo para liberar esa tensión sexual que sentía su cuerpo y que solo podría aliviarse por completo al penetrarla. Mordió su labio inferior ¿qué debia responderle? aunque no lo pareciese con esas caricias estaba conseguiendo que él se pusiera a sus pies. La había echo sufrir sí pero ella también se la había devuelto. Tenía que demostrarselo.
Para ello dió un ligero movimiento de cadera, como si le penetrara solo que en la mano que le estaba frotando en ese momento. ¿Qué pretendía con ello? darle una indirecta de que ella también estaba ganandose terreno en aquel juego. Juego que no tardaría mucho en acabar pues a él se la agotaba la paciencia.
Movió los dedos a una velocidad realmente increible justo antes de sacar la mano; llevandola hasta sus labios para lamer el líquido que se había quedado en ellos. De manera poco más que sexual acercó un par de dedos hasta la boca de ella, introduciendolos y moviendolos como si de su miembro se tratara. Se relamió los labios ante esa imagen de ella que consiguió llevarle hasta prácticamente el límite - Deseo que grites mi nombre...follarte hasta que no puedas más, romperte... - susurró sobre su oido, dándole un mordisco igual al de ella y sin parar de mover sus dedos.
Tras unos segundos se apartó, cogiendola de la cintura y poniendola de pie frente a él. Se acercó de nuevo abrazandola y colocando sus labios en el cuello ajeno para volver a repartir mordiscos por la zona. Sus manos viajaron hasta la ropa inferior de ella, empezando a deslizarla hacia abajo con el proposito de quitarsela y esperando algo de ayuda por su parte. En cuanto tuvo lo suficientemente libre la zona volvió a ella una mano que acarició los labios, dejando que algo de su humedad saliera a flote y se le resbalara por los muslos. Disfrutaba demasiado con el simple echo de jugar en aquel lugar tan especial.
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Seguía esperando una respuesta y después de unos segundos, incluso creí que jamás la recibiría; no de sus labios al parecer.
Aquellos dedos míos que le acariciaban su erección, esa que probablemente ya le era un martirio doloroso por la dureza que había adquirido, mientras mis dedos acariciaban nuevamente la sensible punta de su miembro, conseguí una respuesta un tanto más física de su cuerpo, aquel liquido que pronto sentía entre mis dedos.
Sonreí realmente complacida y un tanto más excitada sí es que eso era posible, sintiendo una nueva punzada algo dolorosa en mis pezones, tan duros que era imposible que reflejaran mayor excitación y esta se convertía en ese... dolor.
Esa era la respuesta que el obtenía de mi parte, estaba demasiado excitada, tensa, ansiosa. Suspiré audiblemente con un tanto de desesperación, sus dedos nuevamente habían adquirido velocidad en mi interior, apreciaba aquel esfuerzo de su parte, esfuerzo que incluso le remarcaba ligeramente las venas del brazo que mantenía aquellos dedos en movimiento y aunque me tenía al borde del extásis, no se le comparaba.
Sí, sentía sus dedos hundirse tan profundamente en mi interior que casi juraba recibiría su mano completa y aunque el placer me hacía un tanto más sensible en cada movimiento, mi mano derecha sostenía su miembro erecto y de diferente proporción.
Eso era realmente lo que quería, lo que en ese momento ambos necesitabamos.
Él lo sabía. Algo me lo aseguraba, estaba un poco más cerca de hacerlo rendirse ante sus obvios instintos carnales.
Sus dedos dejaron de presionar mi interior y llevandoselos a los labios probó mi sabor. Eso era realmente y yo lo miraba fascinada, seguí sus movimientos hasta que ofreció aquellos dedos a mis propios labios y le recibí con una sonrisa, tomando sus dedos entre mis labios al principio, apretandolos al rededor de sus finos dedos largos, podía probar incluso mis jugos entre sus dedos y estaba segura de que pretendía buscar con aquella maniobra, por lo que hice bien mi trabajo, le acaricié los dedos con la lengua, intentando borrar cualquier rastro de mi propia excitación.
Entonces su ronca voz delató otra respuesta. Respuesta directa. Eso me agradaba, le daba el tono adecuado a aquel momento.
Y me fue imposible quedarme callada.
"¿Qué esperas entonces? Sí yo quiero que me folles hasta el olvido. Hasta el amanecer."
Ahora le sentía abrazarme por la cintura, alejandome del marco de aquella ventana hasta dejarme de pie frente a él, sintiendo sus mordiscos, me encantaban esos pequeños mordiscos y me agradaban más aún cuando descubrí sus manos liberando mi húmedo sexo de aquella horrenda prenda que nos separaba.
Mis manos acudieron a ayudarle, empujando con fuerza aquella prenda interior hasta que esta se detuvo entre mis rodillas, con otro ligero empujón, esta terminó sobre el suelo.
Le besé los hombros mientras el me repartía una nueva carga de mordidas, repitiendo y encontrando zonas entre mi cuello y mis pechos, yo acariciaba su cabello, respirando agitadamente, ilusionada de que finalmente me encontraría que mis recuerdos eran justo como la realidad.
Y fueron sus dedos nuevamente los que tocaron mi intimidad, parecía que les separaba un poco y con la debida atención, aquella excitación mía se libero un tanto más, alcanzando mi entrepierna, extendiendose hasta la parte interna de mis muslos.
Dí un respingo, un pequeño saltó al sentirle hacer esto y después me sentí además de un tanto decepcionada, algo molesta. Torcí la boca y mordí mi labio con fuerza ante nuevas caricias.
"Ah! Adam, eres imposible" respondí mientras llevada por el deseo, le propiné una buena mordida algo dolorosa sobre el hombro, acariciando su espalda después, marcando cada músculo de si cuerpo. Sí, estaba bastante impaciente al respecto pero, quería que fuera él quien lo pidiera.
Aún soportaba unos instantes. O eso creía.
"Adam... ¿estás seguro de que no quieres... ?" dejé la pregunta al aire, hablando casi sin aliento sobre su oído. "¿Acaso en este tiempo no has extrañado mi cálidez... mis caricias...?" seguía hablando, entreteniendolo para hacerlo distraerse, mientras la mano que daba en su espalda ahora iba a su pecho, acariciando sus pezones entre mis dedos, haciendome camino lentamente de nuevo hacía su miembro, sosteniendolo entre mi mano, dejandolo con un poco menos de espacio, quería hacerle sentir algo.
Deseaba ahogar sus juegos y sacar a flote sus necesidades.
Aquellos dedos míos que le acariciaban su erección, esa que probablemente ya le era un martirio doloroso por la dureza que había adquirido, mientras mis dedos acariciaban nuevamente la sensible punta de su miembro, conseguí una respuesta un tanto más física de su cuerpo, aquel liquido que pronto sentía entre mis dedos.
Sonreí realmente complacida y un tanto más excitada sí es que eso era posible, sintiendo una nueva punzada algo dolorosa en mis pezones, tan duros que era imposible que reflejaran mayor excitación y esta se convertía en ese... dolor.
Esa era la respuesta que el obtenía de mi parte, estaba demasiado excitada, tensa, ansiosa. Suspiré audiblemente con un tanto de desesperación, sus dedos nuevamente habían adquirido velocidad en mi interior, apreciaba aquel esfuerzo de su parte, esfuerzo que incluso le remarcaba ligeramente las venas del brazo que mantenía aquellos dedos en movimiento y aunque me tenía al borde del extásis, no se le comparaba.
Sí, sentía sus dedos hundirse tan profundamente en mi interior que casi juraba recibiría su mano completa y aunque el placer me hacía un tanto más sensible en cada movimiento, mi mano derecha sostenía su miembro erecto y de diferente proporción.
Eso era realmente lo que quería, lo que en ese momento ambos necesitabamos.
Él lo sabía. Algo me lo aseguraba, estaba un poco más cerca de hacerlo rendirse ante sus obvios instintos carnales.
Sus dedos dejaron de presionar mi interior y llevandoselos a los labios probó mi sabor. Eso era realmente y yo lo miraba fascinada, seguí sus movimientos hasta que ofreció aquellos dedos a mis propios labios y le recibí con una sonrisa, tomando sus dedos entre mis labios al principio, apretandolos al rededor de sus finos dedos largos, podía probar incluso mis jugos entre sus dedos y estaba segura de que pretendía buscar con aquella maniobra, por lo que hice bien mi trabajo, le acaricié los dedos con la lengua, intentando borrar cualquier rastro de mi propia excitación.
Entonces su ronca voz delató otra respuesta. Respuesta directa. Eso me agradaba, le daba el tono adecuado a aquel momento.
Y me fue imposible quedarme callada.
"¿Qué esperas entonces? Sí yo quiero que me folles hasta el olvido. Hasta el amanecer."
Ahora le sentía abrazarme por la cintura, alejandome del marco de aquella ventana hasta dejarme de pie frente a él, sintiendo sus mordiscos, me encantaban esos pequeños mordiscos y me agradaban más aún cuando descubrí sus manos liberando mi húmedo sexo de aquella horrenda prenda que nos separaba.
Mis manos acudieron a ayudarle, empujando con fuerza aquella prenda interior hasta que esta se detuvo entre mis rodillas, con otro ligero empujón, esta terminó sobre el suelo.
Le besé los hombros mientras el me repartía una nueva carga de mordidas, repitiendo y encontrando zonas entre mi cuello y mis pechos, yo acariciaba su cabello, respirando agitadamente, ilusionada de que finalmente me encontraría que mis recuerdos eran justo como la realidad.
Y fueron sus dedos nuevamente los que tocaron mi intimidad, parecía que les separaba un poco y con la debida atención, aquella excitación mía se libero un tanto más, alcanzando mi entrepierna, extendiendose hasta la parte interna de mis muslos.
Dí un respingo, un pequeño saltó al sentirle hacer esto y después me sentí además de un tanto decepcionada, algo molesta. Torcí la boca y mordí mi labio con fuerza ante nuevas caricias.
"Ah! Adam, eres imposible" respondí mientras llevada por el deseo, le propiné una buena mordida algo dolorosa sobre el hombro, acariciando su espalda después, marcando cada músculo de si cuerpo. Sí, estaba bastante impaciente al respecto pero, quería que fuera él quien lo pidiera.
Aún soportaba unos instantes. O eso creía.
"Adam... ¿estás seguro de que no quieres... ?" dejé la pregunta al aire, hablando casi sin aliento sobre su oído. "¿Acaso en este tiempo no has extrañado mi cálidez... mis caricias...?" seguía hablando, entreteniendolo para hacerlo distraerse, mientras la mano que daba en su espalda ahora iba a su pecho, acariciando sus pezones entre mis dedos, haciendome camino lentamente de nuevo hacía su miembro, sosteniendolo entre mi mano, dejandolo con un poco menos de espacio, quería hacerle sentir algo.
Deseaba ahogar sus juegos y sacar a flote sus necesidades.
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Una sonrisa maliciosa que no traía nada bueno se formó en el rostro de Adam al escuchar las preguntas de su acompañante. Era una clara manera de pedirle que la hiciera suya solo que de manera muy escondida, pero él lo sabía. Sabía que se lo estaba pidiendo y ¡qué demonios! había estado todo el tiempo esperando por ese ruego, por ese y por los otros que pasaron anteriormente. Pero él nunca se cansaba de hacerla sufrir, nunca, siempre quería más y más. Sin embargo, su resistencia también estaba en el límite y podía notar su miembro continuar con el goteo de líquido preseminal ante las caricias que ella le propinaba, ya desdeluego no podía hacerse más grande.
La besó, pegandola a su cuerpo con una mano en su cintura e introduciendole un par de dedos en su intimidad a la misma vez. Empezó a moverlos de la misma manera que movía su lengua dentro de la cavidad ajena, explorandola y a la vez explorando su interior pues hizo lo posible por dejarlos totalmente al fondo. De tener himen seguro se lo habría roto.
Ese movimiento por ambas partes duró unos cuantos minutos, él estaba muy cómodo tal vez demasiado y por ello no quería que acabara. Además todavía quería escuchar más de esos sonidos guturales que hacían sus dedos al penetrarla constantemente. Llegó a hacerlo con tres asegurandose así que de se ensanchaba lo suficiente para recibirle. Y sin más se separó completamente, saliendo también de su interior. La miró desde arriba socarronamente, no hacían falta palabras para contestarle pues pensaba hacerlo con actos. Y no dudó en agarrarla por la cintura para así voltear su cuerpo, empotrandolo contra la ventana en la que anteriormente había estado apoyada. Si se sujetaba o no ya no era su problema.
La hizo inclinarse hasta que tuvo a su disposición la increible vista de toda su parte trasera. Ya estaba casi lista sin embargo..¡sin embargo! Todavía no se había acabado.
Se acercó e inclinó hasta que su espalda rozó la de ella, alargando una mano para agarrar uno de sus senos con fuerza; estirando primero de él por completo y después concrectamente del pezón. Por otra parte su otra mano viajó hasta una de las nalgas y la cacheteó suavemente, descendiendo por entre ellas. En su camino se topo con un pequeño agujerito el cual no dudó en presionar mientras en su rostro se formaba una sonrisa, con él jugaría en otro momento y se lo estaba haciendo saber con ese movimiento. Continuó el recorrido hasta el sexo que penetró de nuevo con los tres dedos de antes, volviendo al antiguo movimiento; así durante más de cinco minutos. Cinco minutos en los que procuro que ese fuego que había despertado en ella llegara hasta el límite e inclusive estallara, era eso lo que buscaba con todo aquel juego. Provocarla, hacerla arder.
Sin más se retiró y posicionó tras de ella. Arrimó lo suficiente su intimidad como para que rozara con el sexo ajeno, dando así unos ligeros movimientos de pelvis. Provocaría hasta el último. Posó ambas manos sobre sus nalgas y antes de abrirlas azotó una de ellas. Y así, tras eso, fue penetrandola con su glande, lenta y suavemente dejando que entrara. Sin embargo, en cuanto estuvo dentro, acabó de meterla toda hasta lo más hondo que le permitió ese fuerte movimiento de pelvis. Soltó un suspiro de puro placer por ello - Te sirve esto..¿como respuesta?.. - susurró con sus ojos entrecerrados a penas y concentrandose en lo que decía. Esa entrada había sido demasiado buena como para pensar en otras cosas.
Adam se desvirgó OnRol xD
La besó, pegandola a su cuerpo con una mano en su cintura e introduciendole un par de dedos en su intimidad a la misma vez. Empezó a moverlos de la misma manera que movía su lengua dentro de la cavidad ajena, explorandola y a la vez explorando su interior pues hizo lo posible por dejarlos totalmente al fondo. De tener himen seguro se lo habría roto.
Ese movimiento por ambas partes duró unos cuantos minutos, él estaba muy cómodo tal vez demasiado y por ello no quería que acabara. Además todavía quería escuchar más de esos sonidos guturales que hacían sus dedos al penetrarla constantemente. Llegó a hacerlo con tres asegurandose así que de se ensanchaba lo suficiente para recibirle. Y sin más se separó completamente, saliendo también de su interior. La miró desde arriba socarronamente, no hacían falta palabras para contestarle pues pensaba hacerlo con actos. Y no dudó en agarrarla por la cintura para así voltear su cuerpo, empotrandolo contra la ventana en la que anteriormente había estado apoyada. Si se sujetaba o no ya no era su problema.
La hizo inclinarse hasta que tuvo a su disposición la increible vista de toda su parte trasera. Ya estaba casi lista sin embargo..¡sin embargo! Todavía no se había acabado.
Se acercó e inclinó hasta que su espalda rozó la de ella, alargando una mano para agarrar uno de sus senos con fuerza; estirando primero de él por completo y después concrectamente del pezón. Por otra parte su otra mano viajó hasta una de las nalgas y la cacheteó suavemente, descendiendo por entre ellas. En su camino se topo con un pequeño agujerito el cual no dudó en presionar mientras en su rostro se formaba una sonrisa, con él jugaría en otro momento y se lo estaba haciendo saber con ese movimiento. Continuó el recorrido hasta el sexo que penetró de nuevo con los tres dedos de antes, volviendo al antiguo movimiento; así durante más de cinco minutos. Cinco minutos en los que procuro que ese fuego que había despertado en ella llegara hasta el límite e inclusive estallara, era eso lo que buscaba con todo aquel juego. Provocarla, hacerla arder.
Sin más se retiró y posicionó tras de ella. Arrimó lo suficiente su intimidad como para que rozara con el sexo ajeno, dando así unos ligeros movimientos de pelvis. Provocaría hasta el último. Posó ambas manos sobre sus nalgas y antes de abrirlas azotó una de ellas. Y así, tras eso, fue penetrandola con su glande, lenta y suavemente dejando que entrara. Sin embargo, en cuanto estuvo dentro, acabó de meterla toda hasta lo más hondo que le permitió ese fuerte movimiento de pelvis. Soltó un suspiro de puro placer por ello - Te sirve esto..¿como respuesta?.. - susurró con sus ojos entrecerrados a penas y concentrandose en lo que decía. Esa entrada había sido demasiado buena como para pensar en otras cosas.
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
No podía dejar de preguntarme sí realmente cedería. Su cuerpo parecía pedirle que dejara aquellos juegos, al menos alguien jugaba de mi parte pues su miembro seguía secretando aquel fluído que era algo viscoso entre mis dedos; ¿qué otra cosa podía delatar su anticipación?
Laura, laura, ¿qué era lo qué más te gustaba de aquel jovén? Era acaso algo relacionado con, ¿su caballerosidad? ¿su energía? Su capacidad de tomar rienda de las cosas.
Su pasión.
Así que cuando sus labios traviesos decidieron detenerse de nuevo, tan solo para besarme de lleno en los labios, incluso cuando le hacía de manera inquietante y adentrando su lengua dentro de mi boca, yo ya partía mis labios y me amoldaba a los suyos.
Obviamente no era únicamente lo que se amoldaba pues mi cuerpo, al ser presionado contra su cálido cuerpo, pretendía adquirir si no la forma, intentaba acercarse más y más.
Deseché la idea de unirnos cuando le sentí invadir nuevamente mi intimidad, presionandose dentro mío a sus anchas, tan solo me hacía preguntarme como era posible que aún estando yo de pie, tan cerca de su cuerpo, el conseguía penetrarme.
Si bien no lo hacía con su miembro, sus dedos no le hacían nada mal. Sus movimientos ya no eran tan pacientes como lo habían sido al inicio aunque de nuevo, mi sexo no necesitaba mayor estímulo de su parte, hacía cierto sonido morboso cuando sus dedos se adentraban de lleno a mi cuerpo.
A adam ya lo conocía y sabía que pronto desearía alejarse de mis labios, por lo que un brazo le rodeo el cuello con firmeza, hundiendo su rostro sobre el mío, ejerciendo una presión sobre nuestros labios.
Eso mientras tomaba su firme miembro sobre mi mano, sin dejar de acariciarlo, sin dejar de hacer esos movimientos que se hacían de velocidad.
Pero terminé por cerrar mis ojos y abandonar un poco aquellos esfuerzos, sus dedos en mi intimidad me tenían a borde desde hacía un rato y ahora que me tenía a punto de alcanzar el orgasmo, cuando padecía de unos espasmos de placer, salió de mi cuerpo, abandonando mi húmeda entrepierna palpante y dejando atrás mis jadeos acelerados.
Ni siquiera tuve tiempo de quejarme, de un jalón me aprisionó contra la ventana, mis pechos bambolearon de un salto, antes de que su mano le mantuviera firme, estrujara aquel pezón erecto hasta enrojecerlo.
Gruñí de placer, mordiendo fuertemente mi labio mientras sus manos acariciaban mi suave piel, dejandola cálida a su tacto, hasta enrojecerla con una buena palmada.
"Ad-" balbuceé incomprensiblemente, sin hacerle detener su camino hasta hundir sus dedos dentro de mi por milesima ocasión. Esta vez no formule ninguna queja, me había dejado al punto de la locura, me la debía.
Así que moví un poco mi cadera contra sus dedos, donde sentía como esos espasmos de placer volvían a formarse entre mi vientre y poco a poco aprisionaban sus finos dedos entre mi intimidad, donde esta se volvía un tanto más estrecha y terminaba por contrarse de puro placer.
Me encorvé mientras alcanzaba el primer orgasmo de la noche. Primero, jamás último. Eso me lo tenía asegurada.
Me quedé sin aliento de nuevo, mientras esa sensación se apoderaba de mi cuerpo y justo en ese estado de satisfacción, sus dedos se escaparon de mi cuerpo y en cambio sentía su miembro rozar mi húmeda intimidad.
Abrí los ojos de golpe, estando algo mareada y mirando nada más que el oscuro jardín de frente, entre aquellas polvorosas cortinas.
No me moleste en sostenerme, no cuando sentí con la dulzura con la que finalmente me tomaba. Su miembro era apostillante y de duro carácter pero fácilmente se deslizó en mi interior, respiraba agitadamente, casi temblando por la sensibilidad de mi sexo, ni siquiera un minuto me había dado para descansar.
No era como que lo necesitara tampoco.
No necesitaba un descanso aunque el apoyo si que fue necesario. Su dulzura terminó con un violento movimiento con el cual se hundió por completo en mi interior, a la par que yo misma contraía mi sexo a proposito, acogiendole con un tanto menos de espacio mientras el se mantenía empujandome incluso un poco más contra la ventana, donde practicamente podía sentir mi aliento empañar el cristal.
Suspiré, abandonando mi cuerpo a ese momento, aflojando la presión no solo de mi interior, si no de mis párpados.
"Es...pero que-no, tengan vista d-e- el jardín" murmuré con voz ronca, refiriendome claramente a su servicio dejando una sonrisa placentera formandose en mi rostro mientras poniendome de puntillas, conseguía sacarme un poco de su miembro y dejandome caer, dí paso a la primera embestida.
Me estremecí, sí tan solo habríamos de comenzar.
Laura, laura, ¿qué era lo qué más te gustaba de aquel jovén? Era acaso algo relacionado con, ¿su caballerosidad? ¿su energía? Su capacidad de tomar rienda de las cosas.
Su pasión.
Así que cuando sus labios traviesos decidieron detenerse de nuevo, tan solo para besarme de lleno en los labios, incluso cuando le hacía de manera inquietante y adentrando su lengua dentro de mi boca, yo ya partía mis labios y me amoldaba a los suyos.
Obviamente no era únicamente lo que se amoldaba pues mi cuerpo, al ser presionado contra su cálido cuerpo, pretendía adquirir si no la forma, intentaba acercarse más y más.
Deseché la idea de unirnos cuando le sentí invadir nuevamente mi intimidad, presionandose dentro mío a sus anchas, tan solo me hacía preguntarme como era posible que aún estando yo de pie, tan cerca de su cuerpo, el conseguía penetrarme.
Si bien no lo hacía con su miembro, sus dedos no le hacían nada mal. Sus movimientos ya no eran tan pacientes como lo habían sido al inicio aunque de nuevo, mi sexo no necesitaba mayor estímulo de su parte, hacía cierto sonido morboso cuando sus dedos se adentraban de lleno a mi cuerpo.
A adam ya lo conocía y sabía que pronto desearía alejarse de mis labios, por lo que un brazo le rodeo el cuello con firmeza, hundiendo su rostro sobre el mío, ejerciendo una presión sobre nuestros labios.
Eso mientras tomaba su firme miembro sobre mi mano, sin dejar de acariciarlo, sin dejar de hacer esos movimientos que se hacían de velocidad.
Pero terminé por cerrar mis ojos y abandonar un poco aquellos esfuerzos, sus dedos en mi intimidad me tenían a borde desde hacía un rato y ahora que me tenía a punto de alcanzar el orgasmo, cuando padecía de unos espasmos de placer, salió de mi cuerpo, abandonando mi húmeda entrepierna palpante y dejando atrás mis jadeos acelerados.
Ni siquiera tuve tiempo de quejarme, de un jalón me aprisionó contra la ventana, mis pechos bambolearon de un salto, antes de que su mano le mantuviera firme, estrujara aquel pezón erecto hasta enrojecerlo.
Gruñí de placer, mordiendo fuertemente mi labio mientras sus manos acariciaban mi suave piel, dejandola cálida a su tacto, hasta enrojecerla con una buena palmada.
"Ad-" balbuceé incomprensiblemente, sin hacerle detener su camino hasta hundir sus dedos dentro de mi por milesima ocasión. Esta vez no formule ninguna queja, me había dejado al punto de la locura, me la debía.
Así que moví un poco mi cadera contra sus dedos, donde sentía como esos espasmos de placer volvían a formarse entre mi vientre y poco a poco aprisionaban sus finos dedos entre mi intimidad, donde esta se volvía un tanto más estrecha y terminaba por contrarse de puro placer.
Me encorvé mientras alcanzaba el primer orgasmo de la noche. Primero, jamás último. Eso me lo tenía asegurada.
Me quedé sin aliento de nuevo, mientras esa sensación se apoderaba de mi cuerpo y justo en ese estado de satisfacción, sus dedos se escaparon de mi cuerpo y en cambio sentía su miembro rozar mi húmeda intimidad.
Abrí los ojos de golpe, estando algo mareada y mirando nada más que el oscuro jardín de frente, entre aquellas polvorosas cortinas.
No me moleste en sostenerme, no cuando sentí con la dulzura con la que finalmente me tomaba. Su miembro era apostillante y de duro carácter pero fácilmente se deslizó en mi interior, respiraba agitadamente, casi temblando por la sensibilidad de mi sexo, ni siquiera un minuto me había dado para descansar.
No era como que lo necesitara tampoco.
No necesitaba un descanso aunque el apoyo si que fue necesario. Su dulzura terminó con un violento movimiento con el cual se hundió por completo en mi interior, a la par que yo misma contraía mi sexo a proposito, acogiendole con un tanto menos de espacio mientras el se mantenía empujandome incluso un poco más contra la ventana, donde practicamente podía sentir mi aliento empañar el cristal.
Suspiré, abandonando mi cuerpo a ese momento, aflojando la presión no solo de mi interior, si no de mis párpados.
"Es...pero que-no, tengan vista d-e- el jardín" murmuré con voz ronca, refiriendome claramente a su servicio dejando una sonrisa placentera formandose en mi rostro mientras poniendome de puntillas, conseguía sacarme un poco de su miembro y dejandome caer, dí paso a la primera embestida.
Me estremecí, sí tan solo habríamos de comenzar.
Laura Juliet Bianchi- Humano Clase Alta
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
El movimiento ajeno hizo a Adam suspirar; suspirar de placer. Esa primera envestida que ella misma había provocado le dió mucho placer. Su miembro estaba sensible después de tanto "jugar" con él aunque, claro, para sensible debía estarlo ella después de su primer orgasmo. Había notando perfectamente como se corría con los dedos en las últimas embestidas y eso siempre le satisfacía mucho. No tener que utilizar solo su masculinidad para complacerlas, sentirse capaz de hacerlo con otras parte de su cuerpo. Y eso que todavía no le había demostrado lo bien que sabía jugar su lengua, hubiese sido demasiado calentamente. Ambos llegaron ya a su límite y por eso él decidió penetrarla, por fin, el tan ansiado movimiento que buscaban.
Su pelvis dió un "paso" hacia delante y luego hacia atrás, retirandose con suavidad para posteriormente volver a penetrarla. La segunda. Y con la segunda, lentamente, aprovechó para meterla hasta el fondo y quedarse así pegada a su cuerpo. Las manos en sus nalgas se aferraron con fuerza, apretando, esperando llegar hasta lo más hondo de su ser y que lo notara. Que notara la punta picar suavemente con sus paredes.
Sonrió al escucharla, ciertamente no había pensado en ello pero podrían verla perfectamente desde el jardín. Tampoco sabía si había alguien allí o no; no le importaba de echo. Se inclinó hasta que su pecho rozó con la espalda de ella y tras apartar unos cuantos cabellos que le molestaban en su camino besó la nuca contraria. La mordió, dejando así otra marca más a destacar de todas las que ya había echo - Hm..ahora que lo dices, si pueden verte preciosa - susurró sobre esa parte de su cuerpo y movió de nuevo la pelvis más sin sacar el miembro de su interior, únicamente para que lo notara dentro. De haberla podido atravesar ya lo habría echo al empujar contra ella de esa manera - ¿Acaso te importa? - mordió su lóbulo desde detrás y lo estiró, acariciando con una de sus manos el muslo que le correspondía; de arriba a abajo muy suavemente. El trozo que alcanzaba pues no estaba como para agacharse en ese momento.
Y entonces sus caderas sacaron el miembro, casi hasta el final; dejando solo la punta. La movió juguetona antes de volver a penetrarla, recuperando la postura que había adquirido anteriormente. Recto, con sus manos en ambas nalgas. Azotó una de ellas, buscando que atrapara su miembro más de lo que sus paredes ya lo estaban haciendo. - Oh Laura..estás más estrecha de lo que recordaba.. - susurró y la embistió de nuevo, volvió a sacarlo esta vez no demasiado. Y otra embestida. - Me pregunto si hace tiempo que nada entra por aquí - podía pecar de charlatan pero siempre le gustaba que ellas le respondiera ¡Obviamente! Por la manera en que lo hacían. Esos jadeos y gemidos al ser penetradas. Esas frases entrecortadas lo volvían loco.
Volvió a pararse, cacheteando de nuevo una de sus nalgas. No se pego a ella, se quedó en esa misma posición, mirandola fijamente. Mirando con cierta lascivia su espalda e indicandole de manera indirecta que quería volver a sentirla autopenetrarse. Eso le había gustado y mucho.
Su pelvis dió un "paso" hacia delante y luego hacia atrás, retirandose con suavidad para posteriormente volver a penetrarla. La segunda. Y con la segunda, lentamente, aprovechó para meterla hasta el fondo y quedarse así pegada a su cuerpo. Las manos en sus nalgas se aferraron con fuerza, apretando, esperando llegar hasta lo más hondo de su ser y que lo notara. Que notara la punta picar suavemente con sus paredes.
Sonrió al escucharla, ciertamente no había pensado en ello pero podrían verla perfectamente desde el jardín. Tampoco sabía si había alguien allí o no; no le importaba de echo. Se inclinó hasta que su pecho rozó con la espalda de ella y tras apartar unos cuantos cabellos que le molestaban en su camino besó la nuca contraria. La mordió, dejando así otra marca más a destacar de todas las que ya había echo - Hm..ahora que lo dices, si pueden verte preciosa - susurró sobre esa parte de su cuerpo y movió de nuevo la pelvis más sin sacar el miembro de su interior, únicamente para que lo notara dentro. De haberla podido atravesar ya lo habría echo al empujar contra ella de esa manera - ¿Acaso te importa? - mordió su lóbulo desde detrás y lo estiró, acariciando con una de sus manos el muslo que le correspondía; de arriba a abajo muy suavemente. El trozo que alcanzaba pues no estaba como para agacharse en ese momento.
Y entonces sus caderas sacaron el miembro, casi hasta el final; dejando solo la punta. La movió juguetona antes de volver a penetrarla, recuperando la postura que había adquirido anteriormente. Recto, con sus manos en ambas nalgas. Azotó una de ellas, buscando que atrapara su miembro más de lo que sus paredes ya lo estaban haciendo. - Oh Laura..estás más estrecha de lo que recordaba.. - susurró y la embistió de nuevo, volvió a sacarlo esta vez no demasiado. Y otra embestida. - Me pregunto si hace tiempo que nada entra por aquí - podía pecar de charlatan pero siempre le gustaba que ellas le respondiera ¡Obviamente! Por la manera en que lo hacían. Esos jadeos y gemidos al ser penetradas. Esas frases entrecortadas lo volvían loco.
Volvió a pararse, cacheteando de nuevo una de sus nalgas. No se pego a ella, se quedó en esa misma posición, mirandola fijamente. Mirando con cierta lascivia su espalda e indicandole de manera indirecta que quería volver a sentirla autopenetrarse. Eso le había gustado y mucho.
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Un suspiro. Un movimiento. Un estremecimiento de mi parte.
Y enseguida vino una segunda toma, un segundo intento que ahora era de su parte, el cual terminó con él dentro de mí, demasiado adentro debía agregar.
Mirando todavía a la ventana, sin distinguir demasiadas cosas entre la oscuridad, mis labios se abrieron sin hacer ruido alguno, mientras le sentía presionar su pelvis contra mi cuerpo, incluso haciéndome inclinarme de nuevo contra el marco de la ventana, sintiendo un toque de electricidad en mi interior.
Ahora, ¿qué se proponía? ¿Atravesarme?; Ah, ¿acaso no estaría consciente de aquella 'arma' potencial que tenía?
Trataba de mantenerme derecha pero en un segundo me desplomé un poco más que antes, dejando mi torso un poco más adelante, cerrando mis ojos al sentir la presión de su masculinidad en mi interior.
Quizá incluso esperaba que mi cuerpo se acostumbraba un tanto más a la clara invasión que se preformaba, justo cuando Adam en un abrazo desapercibido, recargó su pecho contra mi espalda, sentía su estomago contra la parte más baja de esta y sentía la ligera presión de algo ligeramente duro, a los costados de mi espalda. Eso probablemente eran sus pezones, sí aún se mantenían tan erectos como los míos.
Sentí su aliento, su dulce y cálido aliento que incluso parecía más frío que la temperatura que tenía mi cuerpo en ese momento, porque me hizo estremecerme de nuevo hasta incluso encorvarme cuando dejó en mi piel una marca más discreta que las anteriores, cercando mi nuca.
Después de eso volvió a hundirse en mi interior, donde me fue imposible soltarme un quejido.
Esa fue una clara señal que comprendió, agradecía el título que Adam había ganado en sus clases de 'Gemidos, Gruñidos & Jadeos; La historia de una mujer' pues dejo de 'apuñalarme' -casi literalmente- con su miembro y empezó a retroceder.
Ahora le sentía resbalar lentamente de dentro afuera, mientras mi interior parecía aferrarse a su presencia, cosa que hacía incluso más irresistible su retirada y me volvió un poco más desesperada cuando acariciaba mi sensible exterior, haciendo que mis rodillas perdieran la fuerza, flaqueando ante aquellas caricias, torciéndome un poco sobre uno de los costados hasta que con su miembro recuperando el lugar reclamado anteriormente, recobré la postura de una vez.
Esa vez sí gemí estruendosamente, respirando entre jadeos mientras me sostenía fuertemente, ahora hablando.
Sonreí con los ojos cerrados, mientras le sentía adquirir un patrón, un tanto más de velocidad pero no había dejado aquel tema, insistía al respecto.
Ahora separó su espalda de mi cuerpo, deteniendo el movimiento. Por un eterno instante no escuchaba nada más que mi agitada respiración y no sentía nada más que su mirada sobre mí.
Giré el rostro sobre mi hombro, alcanzandole a ver con el rabillo del ojo y cerré mis ojos, volviendo a enfrentar la ventana sin mirarla, poniendome de puntillas con menos trabajo, consiguiendo repetir el movimiento anterior, hasta dejarme caer sobre su miembro. Jadeé.
Descansé en el suelo unos segundos, antes de volver a levantarme.
"No debi-m-o-s... ah-lejarnos del otro." gemí suavemente, repitiendo el movimiento otra vez, tomando una de sus manos que descansaba sobre una de mis nalgas y entrelacé nuestros dedos, sin moverla de ahí.
Y enseguida vino una segunda toma, un segundo intento que ahora era de su parte, el cual terminó con él dentro de mí, demasiado adentro debía agregar.
Mirando todavía a la ventana, sin distinguir demasiadas cosas entre la oscuridad, mis labios se abrieron sin hacer ruido alguno, mientras le sentía presionar su pelvis contra mi cuerpo, incluso haciéndome inclinarme de nuevo contra el marco de la ventana, sintiendo un toque de electricidad en mi interior.
Ahora, ¿qué se proponía? ¿Atravesarme?; Ah, ¿acaso no estaría consciente de aquella 'arma' potencial que tenía?
Trataba de mantenerme derecha pero en un segundo me desplomé un poco más que antes, dejando mi torso un poco más adelante, cerrando mis ojos al sentir la presión de su masculinidad en mi interior.
Quizá incluso esperaba que mi cuerpo se acostumbraba un tanto más a la clara invasión que se preformaba, justo cuando Adam en un abrazo desapercibido, recargó su pecho contra mi espalda, sentía su estomago contra la parte más baja de esta y sentía la ligera presión de algo ligeramente duro, a los costados de mi espalda. Eso probablemente eran sus pezones, sí aún se mantenían tan erectos como los míos.
Sentí su aliento, su dulce y cálido aliento que incluso parecía más frío que la temperatura que tenía mi cuerpo en ese momento, porque me hizo estremecerme de nuevo hasta incluso encorvarme cuando dejó en mi piel una marca más discreta que las anteriores, cercando mi nuca.
Después de eso volvió a hundirse en mi interior, donde me fue imposible soltarme un quejido.
Esa fue una clara señal que comprendió, agradecía el título que Adam había ganado en sus clases de 'Gemidos, Gruñidos & Jadeos; La historia de una mujer' pues dejo de 'apuñalarme' -casi literalmente- con su miembro y empezó a retroceder.
Ahora le sentía resbalar lentamente de dentro afuera, mientras mi interior parecía aferrarse a su presencia, cosa que hacía incluso más irresistible su retirada y me volvió un poco más desesperada cuando acariciaba mi sensible exterior, haciendo que mis rodillas perdieran la fuerza, flaqueando ante aquellas caricias, torciéndome un poco sobre uno de los costados hasta que con su miembro recuperando el lugar reclamado anteriormente, recobré la postura de una vez.
Esa vez sí gemí estruendosamente, respirando entre jadeos mientras me sostenía fuertemente, ahora hablando.
Sonreí con los ojos cerrados, mientras le sentía adquirir un patrón, un tanto más de velocidad pero no había dejado aquel tema, insistía al respecto.
Ahora separó su espalda de mi cuerpo, deteniendo el movimiento. Por un eterno instante no escuchaba nada más que mi agitada respiración y no sentía nada más que su mirada sobre mí.
Giré el rostro sobre mi hombro, alcanzandole a ver con el rabillo del ojo y cerré mis ojos, volviendo a enfrentar la ventana sin mirarla, poniendome de puntillas con menos trabajo, consiguiendo repetir el movimiento anterior, hasta dejarme caer sobre su miembro. Jadeé.
Descansé en el suelo unos segundos, antes de volver a levantarme.
"No debi-m-o-s... ah-lejarnos del otro." gemí suavemente, repitiendo el movimiento otra vez, tomando una de sus manos que descansaba sobre una de mis nalgas y entrelacé nuestros dedos, sin moverla de ahí.
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Adam consiguió todo lo que se proponía, por el momento, y estaba completamente satisfecho. Esa manera de hablar entrecortada y los suaves movimientos de cadera empezaban a volverle loco. Más cuando era él el que no se movía, no se movía por completo. Ella se autopenetraba haciendo así su propio vaivén, se la notaba cansada. Aunque nada más hubiesen empezado el orgasmo la habia dejado agotada, esa sensación de llegar al clímax relajaba a tu cuerpo pero a la vez le hacía tensarse de una manera increible. Solo de pensar en ello pudo notar que su miembro se ponía algo más grande ¿o serían imaginaciones suyas? sintió que se estaba más estrecho aún cuando ya creía que no podría adquirir más tamaño. Al parecer Laura cambiaba aquel echo. Empezaba a volverlo loco.
Sonrió y se inclino para besar su espalda. Recorriendo su columna vertebral en besos y mordiscos hasta llegar a la nuca donde apartó los cabellos que le molestaban. Y entonces le dió una estocada con un suave movimiento de pelvis. Apretó la mano que en ese momento tenían entrelazada, también le había gustado ese gesto. Sentía que lo necesitaba, tanto como él a ella. Puede que no lo demostrara pero así era. Él la necesitaba. En ese preciso momento no podía pensar en otra cosa que no fuera esa mujer que tenía bajo su cuerpo. Y otra embestida se dió casi sin pensarlo, solo por el simple echo de sentir que la poseía. Que en ese momento era suya y él suyo, que podía controlarla y hacerla retorcerse de placer. En el fondo no quería más que eso, complacerla. Complacerla hasta el límite. Porque para él su propio placer no era lo más importante; lo más importante era el de ella y que no dejara de desearlo en ningún momento.
El miembro viajaba de adentro hacia afuera lentamente, muy lentamente. Asegurandose Adam de que el pequeño vaivén no cambiaba de ritmo mientras sus labios se dedicaban a marcar su nuca, espalda y la carne que estuviese por los alrededores. Con la mano libre acarició su perfil llegando hasta uno de sus pezones, el cual estrujó entre un par de sus dedos mientras al mismo tiempo masajeaba el seno entero. Cogió la mano ajena con la que la sujetaba y la apoyó en el alféizar de la ventana, reposando así la suya encima con fuerza, cariño y suavidad. Una manera de mantenerse unidos y de que ambos pudieran apoytarse.
Su otra mano se encargó de masajear el pecho un rato más. El rato que duraron las suaves embestidas que ya empezaban a volverle más loco e impaciente de lo que estaba de por sí. Mordió su lóbulo, con fuerza estirandolo - Te deseo.. - susurró y trás depositar un beso en su nuca acarició su vientre. Entonces fue cuando sus caderas empezaron un movimiento brusco. Ahora, apoyandose en la ventana sobre su mano y con la otra recorriendo su cuerpo ya estaba preparado para volver el juego más serio. Y así lo hizo. La embestía con rapidez, una y después otra. Ya no podían contarse, simplemente ocurrían sin cesar mientras mordía justo en el lugar donde había depositado un beso. Mordía con fuerza también creando allí un vínculo de presión.
Sonrió y se inclino para besar su espalda. Recorriendo su columna vertebral en besos y mordiscos hasta llegar a la nuca donde apartó los cabellos que le molestaban. Y entonces le dió una estocada con un suave movimiento de pelvis. Apretó la mano que en ese momento tenían entrelazada, también le había gustado ese gesto. Sentía que lo necesitaba, tanto como él a ella. Puede que no lo demostrara pero así era. Él la necesitaba. En ese preciso momento no podía pensar en otra cosa que no fuera esa mujer que tenía bajo su cuerpo. Y otra embestida se dió casi sin pensarlo, solo por el simple echo de sentir que la poseía. Que en ese momento era suya y él suyo, que podía controlarla y hacerla retorcerse de placer. En el fondo no quería más que eso, complacerla. Complacerla hasta el límite. Porque para él su propio placer no era lo más importante; lo más importante era el de ella y que no dejara de desearlo en ningún momento.
El miembro viajaba de adentro hacia afuera lentamente, muy lentamente. Asegurandose Adam de que el pequeño vaivén no cambiaba de ritmo mientras sus labios se dedicaban a marcar su nuca, espalda y la carne que estuviese por los alrededores. Con la mano libre acarició su perfil llegando hasta uno de sus pezones, el cual estrujó entre un par de sus dedos mientras al mismo tiempo masajeaba el seno entero. Cogió la mano ajena con la que la sujetaba y la apoyó en el alféizar de la ventana, reposando así la suya encima con fuerza, cariño y suavidad. Una manera de mantenerse unidos y de que ambos pudieran apoytarse.
Su otra mano se encargó de masajear el pecho un rato más. El rato que duraron las suaves embestidas que ya empezaban a volverle más loco e impaciente de lo que estaba de por sí. Mordió su lóbulo, con fuerza estirandolo - Te deseo.. - susurró y trás depositar un beso en su nuca acarició su vientre. Entonces fue cuando sus caderas empezaron un movimiento brusco. Ahora, apoyandose en la ventana sobre su mano y con la otra recorriendo su cuerpo ya estaba preparado para volver el juego más serio. Y así lo hizo. La embestía con rapidez, una y después otra. Ya no podían contarse, simplemente ocurrían sin cesar mientras mordía justo en el lugar donde había depositado un beso. Mordía con fuerza también creando allí un vínculo de presión.
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Era agradable, la sensación. Sus labios. Sus dientes.
Todo eso sobre mi espalda, sobre mi nuca; me sentía más sensible, más delicada y más vulnerable.
De hecho en ese momento me sentía encogerme un poco –no literalmente- si no que, me encorvaba ligeramente al sentir su tacto, al sentir mis propios cabellos acariciándome la espalda desnuda, un ligero roce que me erizaba la piel, como lo hacía su aliento antes de sentir sus labios.
Era un gesto muy dulce de su parte, incluso cuando me mordía. No recordaba sinceramente sí ese habito le había sido adquirido o lo hacía anteriormente, al menos me era imposible recordar heridas mayores que aquella de mi labio, mis recuerdos me traían memorias similares pero hasta ahí quedaba la situación.
Jadeé, apretando mis parpados en torno a mis ojos mientras le sentía reclamarme de su propiedad una vez más. Estaba sensible, más que él probablemente, eso no lo negaba pero era igualmente agradable poder sentir con tal capacidad como me tocaba, como besaba y mordía mi piel, como su miembro resbalaba lentamente antes de invadirme de nuevo.
Sí, sí era cosa de una mujer el relacionar las relaciones con el afecto pero parecía que especialmente en aquel momento, los recuerdos de nuestro compartido pasado afloraban en mi mente, incluso recuerdos de sensaciones que se habían vuelto inexistentes hacia años, que no se comparaban al presente, a aquel momento en que era suya más que de nadie, en donde no solamente estábamos unidos como un hombre y una mujer, sino que además sus dedos se afianzaban entre los míos.
Era mi manera de sostenerlo, de darle un poco más sentido a aquel encuentro carnal; quizá buscarle mayor sentido, eso ya era cosa mía, después de todo ambos teníamos un objetivo en común, el placer ajeno que significaba el placer propio.
¿Por qué insistía en moverse tan lento? Me preguntaba a mi misma una, dos y tres veces en mi cabeza. Me estaba volviendo loca. Me tenía desesperada, respirando por la boca y por alguna razón no hacía nada al respecto; esperaba.
Esperaba disfrutando cada segundo, cada embestida, disfrutando el sentir su aliento por toda mi espalda, el calor de su cuerpo y sumándose, el tacto de su mano mientras viajaba por mis costados y sus dedos que rodeaban uno de mis pechos, lo acunaban contra su mano y buscaban el pezón, el sensible pezón que no se decidía entre la dureza y la suavidad y optó por la primera ante sus pellizcos. Debía admitir que me encantaba su tacto en mis pechos, no era ni dulce, ni violento, simplemente me acariciaba. Debía ser una diosa entre las nubes del cielo.
Tomó nuestras manos y ahora me dejo sosteniéndome de la ventana, una vez más pero ahora su mano me hacía compañía. No necesitaba palabras, no necesitaba más que sentir que me sostenía con mayor firmeza que la anterior y yo ansiosa moví la cadera un poco más aprisa, haciéndole notar mi desesperación antes de que él me demostrara la suya. Entre mordida y mordida escuché su aliento en mi oído, diciéndome que me deseaba. Contuve el aliento, abriendo mis ojos y fijando la vista en algún lugar sobre su jardín, algún lugar entre la oscuridad mientras realmente mis sentidos estaban atentos a su cuerpo, sí aquella pose me negaba algo eran sus labios pero mis sentidos disfrutaban depender de algo más que la vista.
Sonreí y cerré mis ojos, relajando más mi cuerpo al sentir un beso en mi nuca, sentía sus dedos deslizarse sobre mi piel, por la curva de mis senos hasta alcanzar mi vientre, parecía que me abrazaba y me estrechó contra su cuerpo, al mismo tiempo que me penetraba con fuerza solo que a diferencia de veces pasadas, una embestida le siguió a la otra hasta que seguían viniendo, con mayor facilidad, mayor rapidez. Al final me relajé por completo, sosteniéndome con fuerza, inclinando ligeramente las caderas hacia donde él me lo permitiera, eso mientras mi respiración se aceleraba un poco más y mi piel se erizaba, rindiéndose ante las mordidas que me daba en la nuca, de saber que parecía haber creado otro lugar sensible en mi cuerpo, donde sentía sus besos alterar cada terminal nerviosa de mi espalda, sentía incluso que murmuraba de placer, era como un ronroneo en mi garganta.
¿Acaso era mi lado más animal resurgiendo? Desconocía los límites de aquellos besos, de aquellos movimientos…
“Yo también” suspiré de manera agitada, echando la cabeza un poco hacia atrás, otra mordida. “Tam-bien te deseo… m-m-más” dije, mi voz temblando en algunas palabras, era de esperarse, estaba demasiado sensible, además ¿qué más podía decirle? Esperaba que en mis pocas palabras comprendiera que deseaba ser suya, quería ser suya, quería que ambos nos fundiéramos en uno como lo habíamos hecho hacia lo que parecía una eternidad.
Todo eso sobre mi espalda, sobre mi nuca; me sentía más sensible, más delicada y más vulnerable.
De hecho en ese momento me sentía encogerme un poco –no literalmente- si no que, me encorvaba ligeramente al sentir su tacto, al sentir mis propios cabellos acariciándome la espalda desnuda, un ligero roce que me erizaba la piel, como lo hacía su aliento antes de sentir sus labios.
Era un gesto muy dulce de su parte, incluso cuando me mordía. No recordaba sinceramente sí ese habito le había sido adquirido o lo hacía anteriormente, al menos me era imposible recordar heridas mayores que aquella de mi labio, mis recuerdos me traían memorias similares pero hasta ahí quedaba la situación.
Jadeé, apretando mis parpados en torno a mis ojos mientras le sentía reclamarme de su propiedad una vez más. Estaba sensible, más que él probablemente, eso no lo negaba pero era igualmente agradable poder sentir con tal capacidad como me tocaba, como besaba y mordía mi piel, como su miembro resbalaba lentamente antes de invadirme de nuevo.
Sí, sí era cosa de una mujer el relacionar las relaciones con el afecto pero parecía que especialmente en aquel momento, los recuerdos de nuestro compartido pasado afloraban en mi mente, incluso recuerdos de sensaciones que se habían vuelto inexistentes hacia años, que no se comparaban al presente, a aquel momento en que era suya más que de nadie, en donde no solamente estábamos unidos como un hombre y una mujer, sino que además sus dedos se afianzaban entre los míos.
Era mi manera de sostenerlo, de darle un poco más sentido a aquel encuentro carnal; quizá buscarle mayor sentido, eso ya era cosa mía, después de todo ambos teníamos un objetivo en común, el placer ajeno que significaba el placer propio.
¿Por qué insistía en moverse tan lento? Me preguntaba a mi misma una, dos y tres veces en mi cabeza. Me estaba volviendo loca. Me tenía desesperada, respirando por la boca y por alguna razón no hacía nada al respecto; esperaba.
Esperaba disfrutando cada segundo, cada embestida, disfrutando el sentir su aliento por toda mi espalda, el calor de su cuerpo y sumándose, el tacto de su mano mientras viajaba por mis costados y sus dedos que rodeaban uno de mis pechos, lo acunaban contra su mano y buscaban el pezón, el sensible pezón que no se decidía entre la dureza y la suavidad y optó por la primera ante sus pellizcos. Debía admitir que me encantaba su tacto en mis pechos, no era ni dulce, ni violento, simplemente me acariciaba. Debía ser una diosa entre las nubes del cielo.
Tomó nuestras manos y ahora me dejo sosteniéndome de la ventana, una vez más pero ahora su mano me hacía compañía. No necesitaba palabras, no necesitaba más que sentir que me sostenía con mayor firmeza que la anterior y yo ansiosa moví la cadera un poco más aprisa, haciéndole notar mi desesperación antes de que él me demostrara la suya. Entre mordida y mordida escuché su aliento en mi oído, diciéndome que me deseaba. Contuve el aliento, abriendo mis ojos y fijando la vista en algún lugar sobre su jardín, algún lugar entre la oscuridad mientras realmente mis sentidos estaban atentos a su cuerpo, sí aquella pose me negaba algo eran sus labios pero mis sentidos disfrutaban depender de algo más que la vista.
Sonreí y cerré mis ojos, relajando más mi cuerpo al sentir un beso en mi nuca, sentía sus dedos deslizarse sobre mi piel, por la curva de mis senos hasta alcanzar mi vientre, parecía que me abrazaba y me estrechó contra su cuerpo, al mismo tiempo que me penetraba con fuerza solo que a diferencia de veces pasadas, una embestida le siguió a la otra hasta que seguían viniendo, con mayor facilidad, mayor rapidez. Al final me relajé por completo, sosteniéndome con fuerza, inclinando ligeramente las caderas hacia donde él me lo permitiera, eso mientras mi respiración se aceleraba un poco más y mi piel se erizaba, rindiéndose ante las mordidas que me daba en la nuca, de saber que parecía haber creado otro lugar sensible en mi cuerpo, donde sentía sus besos alterar cada terminal nerviosa de mi espalda, sentía incluso que murmuraba de placer, era como un ronroneo en mi garganta.
¿Acaso era mi lado más animal resurgiendo? Desconocía los límites de aquellos besos, de aquellos movimientos…
“Yo también” suspiré de manera agitada, echando la cabeza un poco hacia atrás, otra mordida. “Tam-bien te deseo… m-m-más” dije, mi voz temblando en algunas palabras, era de esperarse, estaba demasiado sensible, además ¿qué más podía decirle? Esperaba que en mis pocas palabras comprendiera que deseaba ser suya, quería ser suya, quería que ambos nos fundiéramos en uno como lo habíamos hecho hacia lo que parecía una eternidad.
Laura Juliet Bianchi- Humano Clase Alta
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Los movimientos de cadera variaban de velocidad, obviamente, Adam no era alguien con super poderes. Tenía su límite y todavía faltaba un rato para que llegara a él. Pero sabía que aquello terminaría demasiado pronto si la penetraba con fuerza completamente. Los momentos lentos le hacían saborear de alguna manera el momento. Esa sensación de estar en su interior y que sus paredes le cubrieran, era sin duda único. Único de cada mujer con la que había estado. Y por eso mismo nunca podía compararlas. Laura era maravillosa, posiblemente, su miembro reconocía el cuerpo ajeno. Se reconocían mutuamente. Y el echo de haber estado separados le daba excitación y más placer al momento. Sí, Adam estaba con muchas mujeres u hombres respectivamente pero no por ello caía en la monotonía. Para él el sexo no era algo rutinario, era algo maravilloso y especial.
Dejó de moverse por unos instantes. Su respiración estaba agitada. La de ambos. Y él respiraba sobre el oido ajeno. La mano le sudaba, colocada sobre la de Laura en la repisa de la ventana. Y el miembro le palpitaba del mismo modo que el sexo femenino que lo envolvía. Sentía que iba a explotar si no la seguía penetrando y por eso mismo de nuevo empezó con el vaivén ligero. Lo suficiente como para no explotar pero si como para impacientarse. Él podía aguantar esa sensación y como bien es sabido le gustaba jugar con su compañera.
Los sonidos guturales que producía el líquido seminal en la entrada ajena se podían escuchar producto de la lentitud con la que Adam efectuaba la penetración. La mano que permanecía sobre el vientre ajeno se movía con rapidez por el cuerpo. Tocando respectivamente sus pezones y el seno completo. Con suavidad pero también estrujandolo con fuerza. Lo estrujó al mismo tiempo que las caderas le marcharon rapidamente. La penetraba con fuerza y su mano se encargaba de estimularla en otra parte erógena del cuerpo. Y cuando volvió a frenarse en ese vaivén inquietante la mano se dirigió hasta el púnto que podría llevar a su compañera al clímax. Su clítoris.
Lo atrapó entre sus dedos e increiblemente podía notar como su miembro entraba y salía. Definitivamente el cuerpo femenino le resultaba fascinante y ciertamente en algunos momentos no podía evitar el deseo de saber que sentirían ellas al ser penetradas por el útero. Deseo que, obviamente, no podía cumplirse - ¿Qué sientes? ¿Te gusta? Quiero que te vayas primero - susurró notandose algo más compuesto en la respiración y sin entrecortarse. Ligeramente la velocidad de las penetraciones volvió a aumentar, quedandose en un nivel medio pero continuado y sin que el clítoris se quedara desatendido. De no ser porque la penetraba con su miembro en ese momento lo habría echo con esa misma mano, de echo, sus dedos tenían esa tentación que por ende debían frustrar únicamente con ese botoncito rosado. Botoncito que por desgracia en la posición que estaban él no podía ver.
La velocidad media de las penetraciones le permitió echarse algo más sobre el cuerpo ajeno, casi dejandose caer al mismo tiempo que la mano que tenía entrelazada con la de ella viajaba hasta uno de los senos ajenos. Quería hacer todo lo posible para estimularla en todos sus puntos sensibles y, aunque sabía que no podía en todos, sí procuraba que fuesen en la mayoría. Su prioridad era que ella disfrutara y cuando eso ocurría, de rebote, el cuerpo de ella le daba a él el placer que necesitaba. Mucho placer.
Dejó de moverse por unos instantes. Su respiración estaba agitada. La de ambos. Y él respiraba sobre el oido ajeno. La mano le sudaba, colocada sobre la de Laura en la repisa de la ventana. Y el miembro le palpitaba del mismo modo que el sexo femenino que lo envolvía. Sentía que iba a explotar si no la seguía penetrando y por eso mismo de nuevo empezó con el vaivén ligero. Lo suficiente como para no explotar pero si como para impacientarse. Él podía aguantar esa sensación y como bien es sabido le gustaba jugar con su compañera.
Los sonidos guturales que producía el líquido seminal en la entrada ajena se podían escuchar producto de la lentitud con la que Adam efectuaba la penetración. La mano que permanecía sobre el vientre ajeno se movía con rapidez por el cuerpo. Tocando respectivamente sus pezones y el seno completo. Con suavidad pero también estrujandolo con fuerza. Lo estrujó al mismo tiempo que las caderas le marcharon rapidamente. La penetraba con fuerza y su mano se encargaba de estimularla en otra parte erógena del cuerpo. Y cuando volvió a frenarse en ese vaivén inquietante la mano se dirigió hasta el púnto que podría llevar a su compañera al clímax. Su clítoris.
Lo atrapó entre sus dedos e increiblemente podía notar como su miembro entraba y salía. Definitivamente el cuerpo femenino le resultaba fascinante y ciertamente en algunos momentos no podía evitar el deseo de saber que sentirían ellas al ser penetradas por el útero. Deseo que, obviamente, no podía cumplirse - ¿Qué sientes? ¿Te gusta? Quiero que te vayas primero - susurró notandose algo más compuesto en la respiración y sin entrecortarse. Ligeramente la velocidad de las penetraciones volvió a aumentar, quedandose en un nivel medio pero continuado y sin que el clítoris se quedara desatendido. De no ser porque la penetraba con su miembro en ese momento lo habría echo con esa misma mano, de echo, sus dedos tenían esa tentación que por ende debían frustrar únicamente con ese botoncito rosado. Botoncito que por desgracia en la posición que estaban él no podía ver.
La velocidad media de las penetraciones le permitió echarse algo más sobre el cuerpo ajeno, casi dejandose caer al mismo tiempo que la mano que tenía entrelazada con la de ella viajaba hasta uno de los senos ajenos. Quería hacer todo lo posible para estimularla en todos sus puntos sensibles y, aunque sabía que no podía en todos, sí procuraba que fuesen en la mayoría. Su prioridad era que ella disfrutara y cuando eso ocurría, de rebote, el cuerpo de ella le daba a él el placer que necesitaba. Mucho placer.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
En un momento las sensaciones me abrumaban y a la vez desaparecían.
El estar en contacto con su cuerpo me había sensibilizado, sentía cada embestida con cierto martirio y satisfacción, así como mi respiración acelerada que en ocasiones se entrelazaba con la suya y en ocasiones tan solo cortaba el ritmo de la suya.
Ritmo. Calor. Un estremecimiento recorrió mi espalda a la par que mis labios se cerraban y un gemido fue acallado, convertido en un suave ronroneo de placer y después de eso vino la calma.
Se detuvo. Espere, ese estremecimiento lentamente desapareciendo dejando rastros en mi erizada piel, donde con la pausa pude sentir el acelerado latido de mi desbordante corazón golpetear mis oídos y mi lubricado sexo contenía su masculinidad con ahnelo, palpitando en un punto que era casi doloroso.
No lo permitió. Nuevamente su miembro comenzó a retractarse, sin salir por completo antes de volver a ocupar su lugar en mi interior. Aún me aferraba con firmeza a la ventana, con impaciencia pero conseguía mover lentamente las caderas en sentido opuesto al suyo, era un movimiento delicado y casi imperceptible. ¿Qué hacía? Laura, ¿qué haces? Tan quieta, tan suave, tan vulnerable. Y era cierto. No pensaba, no quería más que sentirle mío, dentro mío.
La curiosidad de sus manos y los conocimientos adquiridos perdió fuerza cuando le sentía acariciarme, sabía exactamente como conseguirlo, y si lo creía, no vió momento de asegurarmelo.
Hacía momentos su mano abandonó uno de mis senos, dejandole sensible y nuevamente erecto, recorriendo mi estomago, mi vientre hasta hacerme estremecer con la caricia de mi intimidad.
Dí un respingo y flexioné ligeramente una de mis piernas, pretendiendo darle algo de espacio aunque esto no fuera necesario, sus habiles dedos encontraron lo que buscaron con rapidéz y sencillez. Aque
Aquella pequeña parte de mi anatomía, erecta por la excitación, casi me provoca un orgasmo al sentirle tocarle, si tenía las más ligeras y débiles ilusiones de dominarle yo a el, en ese momento se desvanecieron por completo.
Bien, me había abandonado a su cuerpo y en parte el se había apropiado de mi.
Murmuró algo que me hizo recobrar la razón.
No respondí, no lo consideré necesario. Lo que él quería lo obtendría. Inútilmente me vi satisfecha con acompañarle, dandole caricias a su cuerpo. Pretendía intentarlo pero envidiaba la vista de su rostro, sus expresiones, su cuerpo a la comodidad del alcancé de mi mano.
"Adam... ¿me dejarás verte, cierto?" pregunté, mi voz suave y ligeramente más aguda en ciertas palabras. Mi respiración agitada. Mi mano buscando aquella de las suyas en mi cuerpo, acompañandola, tomandola entre mis manos.
OFF. BLEH! ¿Es muy malo? Sé honesto. Si es muy malo lo haré de nuevo.
El estar en contacto con su cuerpo me había sensibilizado, sentía cada embestida con cierto martirio y satisfacción, así como mi respiración acelerada que en ocasiones se entrelazaba con la suya y en ocasiones tan solo cortaba el ritmo de la suya.
Ritmo. Calor. Un estremecimiento recorrió mi espalda a la par que mis labios se cerraban y un gemido fue acallado, convertido en un suave ronroneo de placer y después de eso vino la calma.
Se detuvo. Espere, ese estremecimiento lentamente desapareciendo dejando rastros en mi erizada piel, donde con la pausa pude sentir el acelerado latido de mi desbordante corazón golpetear mis oídos y mi lubricado sexo contenía su masculinidad con ahnelo, palpitando en un punto que era casi doloroso.
No lo permitió. Nuevamente su miembro comenzó a retractarse, sin salir por completo antes de volver a ocupar su lugar en mi interior. Aún me aferraba con firmeza a la ventana, con impaciencia pero conseguía mover lentamente las caderas en sentido opuesto al suyo, era un movimiento delicado y casi imperceptible. ¿Qué hacía? Laura, ¿qué haces? Tan quieta, tan suave, tan vulnerable. Y era cierto. No pensaba, no quería más que sentirle mío, dentro mío.
La curiosidad de sus manos y los conocimientos adquiridos perdió fuerza cuando le sentía acariciarme, sabía exactamente como conseguirlo, y si lo creía, no vió momento de asegurarmelo.
Hacía momentos su mano abandonó uno de mis senos, dejandole sensible y nuevamente erecto, recorriendo mi estomago, mi vientre hasta hacerme estremecer con la caricia de mi intimidad.
Dí un respingo y flexioné ligeramente una de mis piernas, pretendiendo darle algo de espacio aunque esto no fuera necesario, sus habiles dedos encontraron lo que buscaron con rapidéz y sencillez. Aque
Aquella pequeña parte de mi anatomía, erecta por la excitación, casi me provoca un orgasmo al sentirle tocarle, si tenía las más ligeras y débiles ilusiones de dominarle yo a el, en ese momento se desvanecieron por completo.
Bien, me había abandonado a su cuerpo y en parte el se había apropiado de mi.
Murmuró algo que me hizo recobrar la razón.
No respondí, no lo consideré necesario. Lo que él quería lo obtendría. Inútilmente me vi satisfecha con acompañarle, dandole caricias a su cuerpo. Pretendía intentarlo pero envidiaba la vista de su rostro, sus expresiones, su cuerpo a la comodidad del alcancé de mi mano.
"Adam... ¿me dejarás verte, cierto?" pregunté, mi voz suave y ligeramente más aguda en ciertas palabras. Mi respiración agitada. Mi mano buscando aquella de las suyas en mi cuerpo, acompañandola, tomandola entre mis manos.
OFF. BLEH! ¿Es muy malo? Sé honesto. Si es muy malo lo haré de nuevo.
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Re: Jamás he estado perdida en París. {Adam DuPont. +18}
Estaba a punto de explotar y no recordaba que tal aguante podía tener ella. Sin duda, increíble. Había tenido el suficiente sexo como para saber que con las penetraciones que le había propiciado otra mujer más sensible ya se habría podido correr dos veces. Y ella sin embargo seguía aguantando. Si bien es cierto que ya la había echo correrse primero con su mano ahora quería hacerlo con su masculinidad. Y estaba al punto. Al dente, como solía pasar con la comida. Y él estaba ardiendo, completamente caliente y cachondo. Para que negarlo. Esa es la palabra que le definía en ese momento ni más ni menos. Todo su cuerpo desprendía calor y solo había una manera de conseguir que eso pasara. Una era el sol directo, el extremo calor [cosa que en ese momento no ocurría al estar dentro de cuatro paredes] y otra que alguien lo pusiera a 100.
Notaba como las gotas de sudor bajaban por su frente. Muy lentamente. Gotas pequeñas y calientes que se perdían en los cabellos de ella. El lugar dónde estaba situado en ese momento. La mano entrelazada acabó también sudando. Ambos estaban desnudos, unidos y ambos estaban empapados. No solamente por sus propios fluidos sino también por lo que le producía el extremo ejercicio en una época no precisamente de frío. Sino más bien calurosa. Bastante calurosa.
Jadeó contra su oído mientras se inclinaba lo suficiente como para apoyar su mejilla en la de ella. Sus caderas se movían prácticamente de manera involuntaria. Él ya no podía controlar esa parte de su cuerpo. Cuanto más cerca estaba del orgasmo más se le entumecía y esa era la señal para saber que debía acelerarse. Todavía más. Sin apartar la mano de su clítoris [el cual estaba bastante duro] hizo chocar su miembro de manera más brusca contra las paredes vaginales de ella. De esa manera, todavía podría continuar sintiéndola. No quería perderse esas sensaciones en ningún momento. No en un polvo que estaba siendo tan intenso tanto al principio como al final. Y ahora ya estaban prácticamente llegando al final. - Sí..te dejaré verme. Córrete y me verás - dijo contra su oído, apretando los labios contra éste fuertemente. Conteniéndose en parte de todo lo que sentía en ese momento. Siempre que su cuerpo alcanzaba el clímax se sentía como un toro a punto de echar a correr. Y, por ende, cuando tenía que frenarlo todo le temblaba. Absolutamente cada rincón de su cuerpo estaba temblando.
Hasta que no pudo contenerse, ya no. - Me corro..me corro.. - anunció, esperando que ella ya hubiese llegado y en una sucesión de embestidas comenzando ese orgasmo que duró unos cuantos segundos. En la última lo metió completamente en su interior. Se contrajo todo su cuerpo todavía soltando sus fluidos en el interior de la mujer. Tendría que haber salido de ella. Sabía que no solía gustarles que se corrieran dentro. Pero había sido demasiado fuerte y superior a él.
Para nada, estuvo genial xD
Notaba como las gotas de sudor bajaban por su frente. Muy lentamente. Gotas pequeñas y calientes que se perdían en los cabellos de ella. El lugar dónde estaba situado en ese momento. La mano entrelazada acabó también sudando. Ambos estaban desnudos, unidos y ambos estaban empapados. No solamente por sus propios fluidos sino también por lo que le producía el extremo ejercicio en una época no precisamente de frío. Sino más bien calurosa. Bastante calurosa.
Jadeó contra su oído mientras se inclinaba lo suficiente como para apoyar su mejilla en la de ella. Sus caderas se movían prácticamente de manera involuntaria. Él ya no podía controlar esa parte de su cuerpo. Cuanto más cerca estaba del orgasmo más se le entumecía y esa era la señal para saber que debía acelerarse. Todavía más. Sin apartar la mano de su clítoris [el cual estaba bastante duro] hizo chocar su miembro de manera más brusca contra las paredes vaginales de ella. De esa manera, todavía podría continuar sintiéndola. No quería perderse esas sensaciones en ningún momento. No en un polvo que estaba siendo tan intenso tanto al principio como al final. Y ahora ya estaban prácticamente llegando al final. - Sí..te dejaré verme. Córrete y me verás - dijo contra su oído, apretando los labios contra éste fuertemente. Conteniéndose en parte de todo lo que sentía en ese momento. Siempre que su cuerpo alcanzaba el clímax se sentía como un toro a punto de echar a correr. Y, por ende, cuando tenía que frenarlo todo le temblaba. Absolutamente cada rincón de su cuerpo estaba temblando.
Hasta que no pudo contenerse, ya no. - Me corro..me corro.. - anunció, esperando que ella ya hubiese llegado y en una sucesión de embestidas comenzando ese orgasmo que duró unos cuantos segundos. En la última lo metió completamente en su interior. Se contrajo todo su cuerpo todavía soltando sus fluidos en el interior de la mujer. Tendría que haber salido de ella. Sabía que no solía gustarles que se corrieran dentro. Pero había sido demasiado fuerte y superior a él.
Para nada, estuvo genial xD
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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