Cita (Anuar)

Recuerdo del primer mensaje :

Había leído alguna vez que Paris era la ciudad del amor. También había leído que no se que otra ciudad del noroeste de Europa era la capital del sexo. De cualquier forma nunca creyó que eso pudiera llegar a ser cierto y ahí estaba él, preparandose para la primera cita que había tenido en toda su larga existencia. Esa noche, apenas el sol se escondió tras las montañas a lo lejos, se levantó de su cama y se afeitó como de costumbre. Era sábado y tenía dos horas antes de llegar al circo para verse con Anuar. Se quedó de pie en medio de la habitación observando el desorden de su armario y entonces pareció caer en cuenta de lo que ocurriría esa noche. La gravedad del asunto lo golpeó como un puño en la cara. Se llevó las manos a la cabeza y se haló el cabello inconscientemente. ¿Que se iba a poner? ¿Que le iba a decir? ¿Que iba a hacer?

Usando sólo los pantalones de rayas de la pijama, corrió por la sala hacía su pequeña biblioteca personal. Se sentó en el suelo polvoriento a acunando entre sus piernas libros de poesía y novelas clásicas de amor. Romeo y Julieta de Shakespeare eran una buena referencia, un poco trágica, pero mostraba el tipo de comportamiento esperado en dos personas en una relación... Un momento ¿Que relación?. Ya, cálmate Soren, no estás saliendo con Anuar. Esto es sólo... un experimento tentativo de entendimiento y descubrimiento mutuo. Si no hubiera sido por el lobo, seguramente Anuar nunca jamás se hubiera interesado en ti.

Se quedó unos segundos con el libro de poesía abierto de par en par sobre sus rodillas y reflexionó sobre ello. ¿Estaría Anuar sólo agradecido por haberle salvado la vida? Tenía sentido. Soren también lo estaría. A lo mejor el humano sólo buscaba una forma de reconfortarlo debido a lo sucedido, pero eso no significaba que realmente estuviera interesado en el como persona, después de todo ¿Que sabía Anuar de Soren?. Dejó escapar un largo suspiro de frustración y se levantó de allí, atravesó la sala aún semi desnudo hasta su cuarto, tomó una camiSa blanca del algodón limpia y se abotonó un chaleco gris con el cuello y puños negros, se cambió el pantalón de la pijama por uno de pana negro y para terminar se anudó una cinta roja claro en el cuello de la camisa.

Una hora después, salió en dirección al circo, usaba un sombrero de copa negro con una cinta a juego con la de la camiza. Caminó por las calles pedregosas sin dejar de cuestionarse sobre lo que haría, diría y lo que debía esperar de Anuar. Las únicas veces que había tenido contacto físico con mujeres habían sido bastante extrañas, asi que no eran una buena referencia y con un hombre... con un hombre su experiencia era nula.

Arribó la entrada del circo, 10 minutos antes de lo convenido. Al que madruga Dios le ayuda, era lo que decían. Soren realmente esperaba recibir algún tipo de iluminación divina, por lo menos para no sentirse tan nervioso.

(( Está es la ropa que lleva puesta: http://www.crazypurchase.com/bmz_cache/5/5a0f54614c061f11001df8928a314f9f.image.272x300.jpg ))

Si Soren hubiera sido como su hermano mayor, si hubiera sido altivo, arrogante, valiente y seguro de si mismo ¿le habría querido su padre más? ¿Hubiera heredado algo de la fortuna familiar? ¿Se habría convertido en un señor feudal como su padre? Quizás si y probablemente habría terminado casado con una preciosa condeza habría tenido una vida normal como todos los mortales. Pero no, él se había enamorado de algo prohibido para los jovenes de su estatus, de una de las cosas más bellas y mortiferas del mundo; el arte y el conocimiento mismo.

- Esta bien - Murmuró no muy seguro de que debía decirle en un momento así, él no era nadie para darle un consejo o para decir una frase sabia que le hiciera sentir mejor, porque aunque Soren hubiese vivido 291 años, había aprendido demasiado de Anuar en una semana. No se sentía con el poder de jusgar a nadie mucho menos a ese chico. Sintió el abrazo de Anuar y no pudo evitar notar su debilidad, aquel era un tema delicado y podía entenderlo a través del lenguaje corporal de él. No era fácil hablar de esas cosas y aunque debía aceptar que tenía curiosidad, decidió que ese era el límite.

- Gracias... nunca nadie me había dicho algo así - Aceptó con sinceridad, abrumado con tantas sensaciones que no entendía - Yo también escapé de casa... por un motivo que quizás te paresca un tanto... ridículo o cursi... - Comienza a contarle, no le había contado eso a nadie más que Erkki, pero sentía que se lo debía a Anuar por haber sido sincero - Fue por amor... tonto ¿verdad?... me enamoré y quizé escapar con esa persona...-

Aquella charla solo le hizo recordar lo que con tanto afán se habia esmerado en olvidar, sus pupilas parecieron dilatarse al tamaño de una aceituna, del tamaño que serian si la demencia fuese cierta en el; -Anuar…te quiero- su melodiosa voz le derretía y le obligaba a cumplirle cualquier capricho que sus labios profesaran o que sus ojos anhelaran –Angelique cállate ya, estoy ocupado- murmuro el pequeño con medio cuerpo bajo la cama, tenia una vela encendida y plasmada sus sentimientos con cinceladas sinceras, no habia tenido a nadie que le guiase en ese ámbito todo lo que hacia era porque si lo sentía, porque para crear no hacia falta estudiar. Los ojos de la pequeña se enjuagaron en lagrimas y golpeteo el suelo con su zapato, estaba acostumbrada a ser el centro de atención y no serlo para su hermano aunque fuese unos minutos le hacia sentir nerviosa. El sonido habia parecido atraer a otro miembro de la familia, su padre le habia sujetado por los pies sacando de debajo de la cama de un tiron, rompiendo el cuadro en cuanto lo habia visto y propiciándole un buen sermón y una tunda por su imprudencia y falta de atención, el solo servia para cuidarla y velar por ella, tener un sueño era una perdida de tiempo.

Apreto con mayor fuerza a Soren en aquellos instantes regresando en sin con un suspiro justo para escuchar su agradecimiento, no comprendía que le agradecia ¿estimarlo? Uno no decidia a quien querer o a quien no eran cosas que sucedían y ya, safo las manos de Soren de alrededor para poder girarse y verle de frente, lo abrazo apoyando su frente en su hombro ¿ahora era el quien buscaba aprecio? Que débil se sentía, que desnudo.

-el amor no es tonto ni en el peor de los casos, todo amor es verdadero y todo amor y toda verdad merecen una oportunidad- murmuro con los parpados cerrados, se encontraba tranquilo en aquella posición tan tranquilo que el sueño comenzaba a hacer estragos en su organismo aunque no era un sueño verdadero, era mas bien un punto de relajación intermitente –que afortunado- murmuro ya sin pensar, quizá la relajación no era del todo buena, quizá no debería hablar mientras no pensaba lo que diría –de quien te allas enamorado- le indico segundos después.

El silencio de Anuar fue un tanto largo. No era que hablara mucho, pero siempre hablaba lo necesario, Soren comenzaba a sentir que era él quien hablaba demasiado y probablemente eso molestaba a Anuar, pero era extraño porque él no solía hablar mucho con la gente, prefería mantenerse alejado para no tener que afrontar sentimientos indeseados porque era demasiado cobarde como para afrontarlos así que su solución era no dejar que los lazos afectivos se convirtieran en cadenas más fuertes y no abrir su corazón nunca a nadie. Ya lo había hecho y era más que suficiente.

El chico se giró y Soren se percató de la infinidad de cosas que estaban pasando por sus ojos en ese momento, su expresión era completamente distinta a la de siempre, parecía perdido, parecía demasiado débil, un Anuar que por primera vez veía.

Sólo basta empujar un poco y entrarás en su mente, pudiste una vez y podrás hacerlo de nuevo y averguarás todos sus secretos.

Anuar le abrazó y sintió su frente descanzando sobre su hombro, su cuerpo casi desmadejado sobre el suyo y tuvo la impresión de que si lo soltaba, el chico caería al suelo desmayado. Sus palabras fueron demasiado profundas como para digerírlas rápidamente, así que las envió a alguna parte de su cerebro para tenerlas en cuenta más tarde. Valla chico le había enviado el destino a ese bosque. Valla, valla, pequeño baul de conocimientos.

- Afortunado o no... fue un amor imposible - Explicó sosteniéndole entre sus brazos - Era un filósofo Italiano que iba recorriendo el mundo mientras escribía un libro... lo vi por primera vez desde el carruaje en el que iba con mi hermano, mi padre nos había enviado a ambos a negociar con un campesino que se negaba a vendernos sus tierras, en realidad negociar no era la palabra, más bien debíamos obligarle a vendernos sus predios... yo odiaba todo aquello, los negocios, el dinero, las tierras... todo se limitaba al poder político y económico, a las cosas palpables y a la cantidad de objetos que pudieras poseer... yo tenía 23 años y me sentía atrapado en ese pueblo y lo que más añoraba era escapar y ver el mundo -

No se dio cuenta y comenzó a mecerse como si estuviera arrullando a Anuar inconscientemente, estrechándolo entre sus brazos como si al soltarle este fuera a desvanecerse.

- Entonces le conocí y él me enseñó el mundo através de sus palabras, de incalculable sabiduría que era como un delicioso manjar para mi... un día me desperté y me di cuenta de que lo amaba - Dejó escapar un suspiro recordando el rostro siempre tranquilo de Anatole - Así que decidí escapar con él, irme a recorrer el mundo, conocer con mis propios ojos otras culturas y otros dioses - Se quedó unos segundos pensando en ello y agregó - Una desición bastante drástica para una persona que no era correspondida... o quizás no de la misma manera ¿No crees?-

Escucho con atención ¿seria acaso que todo ocurria por eso? ¿por alguna extraña similitud que lograse ver en el con aquel joven de antaño?, la gente solia decirle que sus palabras no eran dignas de alguien de su edad y que su rostro no reflejaba los años que habia vivido sino los de un anciano que gustoso podia decir que habia hecho ya suficiente con su vida pero el no creía en las palabras de las personas, porque las personas tendían a mentir y embellecer sus palabras con arte e hipocresía, con cosas que no creían ni sentían sino solo que en algun punto le ayudaría en sus fines propios, quizá una bondad oculta de pretender hacerle sentir especial y no raro, como una alimaña o una extraña peste.

Se dejo mecer comenzando a asentir cada vez un sueño mas tangible, el a diferencia de Soren no era una creatura de la noche y si bien solia pasarlas en vela también necesitaba descansar como cualquier otro ser viviente –aveces uno se deja llevar por impulsos, pera cada decisión tomada y no tomada nos dejan donde ahora estamos…y yo no me imagino en otro sitio- murmuro acomodando su rostro para ubicar su sien cerca de su omoplato, no escuchaba ningun tamboriteo proveniente de su pecho, su corazón estaba ahí y sin embargo no hacia amago por mostrarse mas sabia que existía y no por un simple sonido sino por las acciones del vampiro.

-un amor verdadero es el desinteresado ¿es acaso que por no ser correspondido dejaras de amarle? No se decide a quien entregar el corazón…no se decide- repitió dejando por unos instantes su cuerpo colgando completamente de Soren, sus manos bajaron hasta la parte baja de su espalda quedándose detenidas donde la tela cambiaba, reacciono segundo después entre abriendo los parpados y apoyando firmemente los pies sobre el suelo, alejando sus manos e irguiéndose con movimientos letárgicos, casi perezosos como si realmente se hubiese levantado de un profuso sueño que mas bien habia sido efímero.

Restregó sus parpados con sus nudillos observándole seguidamente unos instantes como ausente, recobrando el sentido al instante y dando un imperceptible respingo por lo escuchado, hablado y callado -¿Qué habría sido de ti si lo hubieses conseguido? Seguramente hubieses sido muy feliz- asevero encogiéndose de hombros al tiempo que viraba el rostro para rebuscar si algun grupo de personas salía en aquellos instantes del lugar, no quería irse pero tampoco buscaba mayor inconveniente para Soren habia sido la idea del vampiro y la realizaron acorde lo planeado.

Realmente el chico parecía haberse quedado dormido en sus brazos, aunque las personas dormidas no solían hablar, Soren sentía el cuerpo del chico completamente relajado en sus brazos, dándole una extraña sensación de fragilidad, como si Anuar fuera hecho de un cristal muy fino y el tuviera la posibilidad de romperlo si no ponía cuidado. Escuchó lo que decía en silencio, una vez más aprendiendo de él. No se decidía aquien entregar el corazón pero... se podía evitar. Eso si que se podía hacer.

- Es cierto que no podemos controlar el corazón - Acepta Soren, cuando el chico pareció retirarse y le vio frotandose los ojos - Pero podemos evitarlo... eso es lo que yo siempre hago - Confieza, el amor no era para los débiles como él, el amor no era para las personas que no sabían como corresponder y como hacer feliz a otros. El amor era para esos populares que se desenvolvían con facilidad en las fiestas, que encantaban a las damas sin problemas, a ellos les convenían las relaciones. - Ni siquiera lo intento porque se que no funcionaría ... nunca he sabido como comportarme en situaciones así - Explicó con un suspiro frustrado.

Entonces la pregunta de Anuar le tomó por sorpresa, se detuvo a pensarlo con detenimiento mientras observaba a las primeras personas salir del circo.

- Quizás... la verdad es que él me abandonó - Murmuró llevándose las manos a los bolsillos y depositando su mirada en el suelo - Bueno... abandonar no es una buena palabra para describir la situación porque nosotros no teníamos nada... todo estaba en mi cabeza ¿sabes? el sólo hizo lo que tenía que hacer... se fue de la ciudad y sólo me dejó una carta y...esto - Soren se desabotonó el chalecó gris y posteriormente la camiza blanca de algodon, luego se metió una mano por la abertura y sacó un collar que tenía escondido en el pecho bajo la tela.

Era un collar de lo que parecía plata, con un dije de media luna colgando en la punta, corroido por el tiempo, pero aún brillante a pesar de los años.

- Dijo que a donde iba, no podría seguirlo - Soren se encogió de hombros, recordando como las lágrimas habían resbalado por sus mejillas, quemándolas hasta mojar el papel con la delicada caligrafía de Anatole - Y entonces... unas horas después, en medio de mi abandono y mi soledad, apareció Erkki y me ofreció la vida eterna - Hizo una pausa recordando que le había dado un buen puño en la cara y un par de patadas a Erkki cuando se habían conocido - Menudo momento que escogió para aparecer... Erkki tonto - Dejó escapar un nuevo suspiro y tomó a Anuar de la mano para halarlo hacía la muchedumbre que salía del circo - Ven... vamos a comer algo -

Nunca antes le habia sucedido algo asi, no solia quedarse prácticamente dormido en brazos ajenos era una persona bastante educada cuando asi lo quería, bostezar inclusive le parecía una falta inmensa de respeto para el interlocutor ahora, parecer dormir mientras una platica se daba, no importaba ¿Qué?, si parecía no importar aquello con Soren, como si nada de lo que hiciese pudiese estar mal en ninguna situación, como si parecer desvanecerse sobre algo mas fuer algo del dia a dia.

Le volteo a ver con el ceño fruncido, sus cejas se unian grácilmente por aquella expresión, un gesto no visible por su flequillo –no…tampoco eso se puede- aseguro encogiéndose de hombros, como si fuese una verdadera lastima no poder hacerlo porque no lo era, no desde su punto de vista –si algo sale mal una vez no es motivo para darse por vencido, de los errores se aprende y de los fracasos se gana- le indico asintiendo débilmente, pensando no podia hablar del amor como si lo hubiese experimentado ya pero era un romántico pese a ser un pesimista –si algo sucede una vez no sucederá una segunda, si sucede por segunda vez podría haber una tercera y si ocurre esa tercera ciertamente vendrá la cuarta- no sabia si lograría comprender lo que le decía pero las palabras habían aflorado ya de sus labios y no podia tragarlas para evitar su amargo sonido.

“Un amor no correspondido” ahora comprendía y se avergonzaba en parte de sus austeras palabras, quizá aquella era una de esas contadas ocasiones en que no lograba atinar a decir nada pero aquel impulso absurdo de jamás quedarse callado le escocía la garganta obligándole a decir quizá cualquier cosa dada la ocasión, sus acciones le sorprendieron aunque suponía que le mostraría algun dije…o alguna cicatriz lo observo con extraña fijeza como si aquel objeto pudiese decir mucho, como si pudiese contarle alguna bella historia al oído, susurrándole su pasado –si no le hubieses importado se hubiera marchado y ya ¿no?- le dijo desviando la mirada hacia donde los azulados mares de Soren no pudiesen observarle -¿has pensado que quizá tenia una imagen del amor parecida a la que tienes tu ahora?- le cuestiono encogiéndose de hombros, el era bueno en eso buscando la forma de no herirse aun mas con los acontecimiento solo Angelique era la excepción.

Rio por lo bajo por como hablaba de Erkki, sabia que le guardaba cierto aprecio que era correspondido con un celoso gesto protector que el mismo habia visto aflorar contra el…¿Qué haría ahora si los viese? No quería topárselo nuevamente porque debería cumplir su palabra, se dejo llevar por la mano de Soren andando con tranquilidad –vamos- le cuestiono en voz baja pensando.

Las palabras de Anuar lo confundían. Porque habían pasado centenas de años en las que había pensado de esa manera, en las que se había convencido de que el amor era un mal necesario y que si se podía evitar para que la vida fuera más tranquila. Había conocido a muchas mujeres durante su larga existencia y por supuesto no podía negar que había deseado a muchas y que, secretamente se había masturbado pensando en ellas. Pero nunca había llegado a tener una relación con ninguna, tan siquiera se había atravido a organizar en palabras sus sentimientos, porque sabía que no valía la pena.

Abrir el corazón era algo que no podía permitirse otra vez. No. La sola idea lo aterraba demasiado y perder el control era lo peor que le podía suceder. Tuvo la impresión de que el chico había tenido muchas relaciones para hablar con tanta propiedad ¿Sería cierto eso que había dicho antes? ¿Realmente no había besado a otra persona antes? Comenzaba a dudarlo gracias a sus palabras tan seguras.

Se encogió de hombros a las preguntas que Anuar hizo, comenzando a caminar a su lado, mezclandose con la gente pero manteniéndose a distancia porque no quería ser tocado por accidente.

- ¿Quien sabe? - Comentó como restándole importancia al asunto - Pero han sido 200 años en los que ha estado vivo en mi memoria... a estas alturas... creo que lo único importante es la manera en como yo lo recuerde, porque ya no puedo regresar y preguntárselo - Comenta, saliendo del lugar - Pero no me malinterpretes, no lo recuerdo con tristeza y tampoco me siento mal al hablar de él... se podría decir que, es una de las cosas más bellas que puedo recordar -

Dió un saltito y se paró frente a Anuar cortándole el paso.

- Por cierto... ¿Que te apetece comer? ¿Pasta Italiana? ¿Pescado? ¿Pollo? Conozco un buen restaorante cerca de aquí - Explicó llevándose las manos a los bolsillos.

Solto su mano con disimulo porque recordaba las acciones y la postura tomada por Soren cuando escucho como les llamaba aquel hombre y se encontrárselo nuevamente si iban tomados de la mano seria solo incapie a que dejaran que les dijera alguna ofensa que quizá esta vez fuese mayor y menos considerable.

-supongo- se limito a decir siguiéndole el paso con tranquilidad, observando a su alrededor con curiosidad como si intentase divergir en algo mas para evadir los pensamientos que como parvada se arremolinaban en su cabeza taladrándole el corazón, dio un leve respingo al ver a Soren de pie a el tan imprevistamente.

Sonrio de medio lado sujetando sus manos para sacarlas de sus bolsillos y dejarlas a sus costados, negó comenzando a andar nuevamente con calma, pensando mas sin asi lucir acongojado –no hace falta nada de eso- aseguro por encima de su hombro porque no estaba acostumbrado a ir a restaurantes, caros o no no poseía el dinero para hacerlo y se sentiría realmente mal si después de haber pagado el circo Soren debía pagar la cena porque si bien llevaba una buena suma de dinero seguramente no la necesaria –te invito mejor a algun otro lugar- se giro a verle, observándole con detenimiento preguntándose que lugar podria fascinarle.

Penso un momento en la galería pero era un lugar demasiado mezquino, asi que se le tendría que ocurrir otra cosa.

Su expresión emocionada se desfiguró y se convirtió en una mueca decepcionada cuando Anuar negó su invitación. Nunca podría invitar a nadie a cenar, porque él no cenaba y siempre tenía que pasar por momentos incómodos y pretender que comía o bebía algo si quería ir a un restaurante. Quería ir con Anuar y tener la experiencia de 'salir a comer' con alguien.

- ¿En serio no tienes hambre? - Le insistió esta vez no solamente por su capricho sino porque recordó como se había quedado medio dormido en su regazo momentos atrás, era bastante tarde y los humanos debían comer - Hasta donde recuerdo los vivos deben comer... - Agregó medio en broma, le dio un par de palmaditas a Anuar en el hombro.

- Puedes invitar tu si quieres - Prosiguió intentando adivinar el porque de la negativa - Pero creo que deberías comer algo - Aseguró haciéndo un puchero - ¿o tienes sueño? - Soren se detuvo y se quedó mirándole como si acabara de descubrir algo importante - ¡Madre de Dios! es tardisimo... seguro que estás cansado -

Pero Soren no lo estaba y deseaba pasar toda la noche con él. Se preguntó si Anuar tendría muchos compromisos durante el día, a lo mejor debía madrugar a trabajar. Había tantas cosas que no sabía de él y quería preguntarselo todo, pero se contenia, no quería parecer intenso como muchos de los protagonistas de esas novelas románticas através de la historia literaria.

¿Por qué aquel gesto de decepción le recordó a alguien? Alguien a quien conocía bien y a quien jamás fue posible negarle nada, sintió un vuelco y la irremediable necesidad de negar lo que el deseaba y asentir a lo que Soren decía aunque debía mantenerse reacio si le habia dicho que no no era tiempo ya de cambiar sus palabras, no solia ser asi ¿o si? Cual fuese el caso no quería decirle que no llevaba suficiente dinero y no quería que gastase mas en el asi que su respuesta era una y sin opciones.

-si…pero también es malo cenar a estas horas, las pesadillas acuden aun con el estomago vacio, lleno…no seria agradable- le explico encogiéndose de hombros, porque tenia recurrentes pesadillas que le impedían dormir como el gustaría, le despertaban en un sudor frio y aferrándose a la almohada, murmurando suplicas y ruegos a alguien que no existía, su mente se cernia sobre el aquella retorcida y perturbante que procuraba no dejar ver aquella por la cual la sociedad lo habia excluido.

-tengo algo de sueño si- aseguro, mentir no era su vocación ni de sus cosas favoritas en esta ni en ninguna otra vida –pero podría pasar la noche en vela si te quedas conmigo- aseguro pateando suavemente una piedrecilla del camino que rodo en desolación por el suelo, se parecía a el, quizá siempre en soledad, pero no ahora, no, alzo la mirada observándolo para sonreir de medio lado sin ningun aparente motivo.

Así que el chico tenía sueño, Soren se sintió bastante maleducado al no haber tenido en cuenta ese detalle. Llevaba tanto tiempo sin dormir en la noche que había olviado que eso sucedía. Además de comer los vivos necesitan dormir, de lo contrario al día siguiente tendrían un mal día. Definitivamente no quería que Anuar tuviera pesadillas por culpa de una mala cena, él no recordaba haber tenido pesadillas en los últimos.. ¿100 años? La verdad era que, no había vuelvo a soñar.

- La verdad es que... - Comenzó llevándose las manos tras la espalda con timidez - Nunca he 'salido a cenar' con alguien - Explicó sintiéndo el rubor volver a sus mejillas - Y quería tener esa experiencia -

Se giró de medio lado al escuchar lo que decía el chico de pasar la noche en vela por él, aunque debía aceptar que la idea de pasar el resto de la noche con Anuar le encantaba, debía considerar todo lo sucedido en la noche, la escapada del circo, lo que habían tenido que correr y... bueno, Anuar era humano, los humanos se canzaban cuando pasaban por ese tipo de cosas.

- Te acompañaré a tu casa - Dijo finalmente luego de considerarlo por un momento - Es una lástima que no quieras cenar... - Y en cuestión de segundos apareció al lado de Anuar moviéndose a una velocidad difícil de captar para el ojo humano - Porque... yo si tengo hambre... - Le susurró en el oído.

La verdad esque…aquellas palabras lograron captar su atención en un santiamén, invadido por la curiosidad sus oídos parecían inclinarse en su dirección aunque su cuerpo se mantenía erguido y andando con tranquilidad, como si no hubiese escuchado nada de lo que habia dicho y no fue sino hasta que se digno en contestar que se hizo obvio su interés –lo lamento- aseguro con voz firme, seria en otra ocasión pues no podia sucumbir a sus palabras como si de un caprichudo niño se tratase –podriamos ir otra noche…esta vez yo invitaría- le explico asintiendo, algo que no fuese tan noche para que la pesada cena no le fuese a caer mal, porque no estaba acostumbrado a comer demasiado y no por falta de hambre sino de alimentos, su cuerpo se habia acostumbrado ya a mantenerse con diminutas raciones, gajes de ser pobre.

-no es necesario…puedo llegar yo solo lo hize ya antes- aseguro no queriendo que viese la clase de lugar donde vivía no por vergüenza, no conocía bien aun aquel sentimiento, sino porque veria los cuadros y aquellos hablarían mas de el que lo que sus labios le habían contado, no era tiempo aun de saber los misterios que acallaba. Le volteo a ver fijamente unos instantes –deberias entonces ir a buscarte algo para saciar tu sed- le indico siguiendo con su trayecto, la vez anterior la curiosidad y buena voluntad le habia empujado a entregar su propia sangre para en primera instancia saber si podia o no controlarse con el y para en segundo lugar hacerle mejorar, un segundo lugar que habia relevado al primero después de aquellos efusivos besos, equivocado estaba si creía que cada que sintiese sed podría acudir a el, no era solo un embase de sangre y no planeaba llegar a convertirse en uno, giro sobre sus tobillos volteándole a ver -¿nos vemos después?- le cuestiono no queriendo irse sin antes saber que no seria aquel el ultimo encuentro.

Por un instante se sintió perturbado de aceptar tan tranquilamente el hecho de que siendo el vampiro debía beber de sus iguales para mantenerse con vida, que cualquier humano podia ser su presa no, el habia dicho que los seleccionaba cual compungido cazador que intenta erradicar una plaga eterna.

Soren había sentido muchas cosas esa noche. Se había balanceado entre la alegría, la excitación y la verguenza, había disfrutado todos y cada uno de los momentos con él aún a pesar de las extrañas circustancias, pero ninguna de esas cosas le habían preparado para una negativa tan directa. Su rostro se desfiguró en una mueca triste y demasiado obvia. A diferencia de Anuar, él no era un témpano de hielo que podía esconder sus sentimientos a voluntad. No, él no podía evitar ser tan transparente y obvio como un niño de 5 años. Y allí, bajo la tenue luz de una farola cercana, su rostro realmente parecía como el de un niño al que acababan de revelarle que Santa Claus o el hada de los dientes no existían.

Lo de cenar, lo entendía, porque no podia obligar a alguien a comer cuando no le apetecía, pero el que se negara a que lo acompañara a casa era una obvia demostración de que, no quería que supiera donde vivía. Soren se había ofrecido con dos segundas intenciones, una de ellas era saber donde vivía para así poder ir a visitarlo si le apetecía y la otra, tener más espacio para hablar tranquilamente mientras caminaban de regreso.

No me digas Soren ¿Acaso esperabas que regresarían cogidos de la mano como una pareja de verdad? ¿En que estúpida novela rosa de Jane Austen crees que vives?.

Y por último, lo de que tenía hambre, había sido una broma, porque en realidad sed no tenía, sólo quería jugar con él. Pero las palabras directas quitándole importancia al asunto de Anuar, no le dieron chance a explicarse, porque una broma que se explica no tiene gracia ¿verdad?. Sin poder ocultar sus sentimientos y con una bola de estambre atrancada en su garganta impidiéndole hablar, sólo atinó asentir a con la cabeza.

Eso es, ahora largate llorando y Jane Austen estaría orgullosa de ti

- Si, otro día - Exclamó al fin alzando una mano para despedirse - Digo... ¡otra noche! - Se corrigió casi al instante - Seré idiota...- Murmuró y sin darle tiempo a decir algo más que pudiera hacerle sentir más miserable, comenzó a caminar en dirección contraria, no era la dirección de la tienda o de su casa, pero eso poco importaba, sólo quería dejar de sentir esa cosa extraña que no sabía como nombrar.

¿Por qué aquel rostro compungido casi le incitaba a abrazarlo y pedirle perdón de rodillas?¿porque se sentía asi de mal al verle de esta forma? El quien nunca caia en cuenta de los sentimientos ajenos ni en como sus palabras pudiesen o no afectar a otros, si elogian, lastimaban o alegraban jamás eran con intensión de ser sino simplemente porque asi creía y asi decía, pero ahora se sentía desvanecer con aquel rostro entristecido.

Abrio los labios para explicarse y de ser posible disculparse pero Soren avanzaba ya dando la espalda mientras se decía a si mismo idiota, cerro los labios observándole con tangible remordimiento a sus espaldas, por eso era que no temia de demostrarlo porque sabia que no le veria -te iubesc- murmuro pateando distraídamente una piedrecilla del suelo, giro sobre sus talones suspirando ampliamente mientras comenzaba a andar con las manos dentro de los bolsillos ¿Cuál era la diferencia de demostrar o no lo que dentro de el se alzaba?¿miedo, dolor, angustia, alegría? Eran sentimientos que solo a el le interesaban ¿cierto? Asi habia sido su vida entera y no veía porque ahora debía cambiar ¿Por qué demostrar lo que nunca fue capaz? No, no era tiempo de cambiar, avanzo con el gentío perdiéndose en la muchedumbre con la mirada fija en el suelo “porque ahora hay gente que te importa” el pensamiento le atravesó como si de una verdad irreal se tratase, abri los parpados observando aun el suelo, como si en este algun antiguo escrito estuviese plasmado y el intentara descifrarlo.

Cual fuese el caso aquella noche lo hecho estaba ya y no podia dar vuelta a la pagina, solo le quedaba seguir avanzando, si, un pie frente al otro en un andar constante.

{por mi parte tema finalizado =)}