AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
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Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
París, ciudad del amor. Qué bonito mote que tiene. Quién sabe las aventuras que me deparará esta nueva ciudad en la que llevo solo un par de días. Esta nueva era de la industrialización me encanta, el gobierno es tan inútil que no es capaz de sobrellevar la gran cantidad de población que vive ahora en las grandes ciudades. Gracias a eso, hay un montón de barrios marginales en los que no importa mucho si alguien desaparece o es atacado de repente. Además de eso, el mundo del placer es una salida para los que no hayan tenido la suerte de nacer en una familia noble, lo que me da muchas posibilidades de diversión. Me encanta.
Me gusta esto de la doble moral. Puedo hacer lo que quiera una vez anochezca y teniendo dinero suficiente. Y, de día, aquí no ha pasado nada y puedo dormir tranquilamente.
Pero como ya es de noche, es hora de salir a divertirse. Decido salir por las calles de París para conocer mejor la ciudad en la que espero quedarme mucho tiempo. Me siento libre, por primera vez en años me siento completamente libre. El cambio de aires me ha venido mejor de lo que pensaba. Me siento más poderosa, ahora soy dueña de mi destino y pienso aprovecharlo lo mejor posible. Ahora soy una mujer independiente y fuerte, aunque ahora hay muy pocas mujeres que piensen así de ellas.
El aire frío que hace hoy en la calle y hace muy feliz. No me gusta el calor, al fin y al cabo soy un cadáver viviente, ¿no? Jajaja. Estas cosas hay que llevarlas con humor. No me arrepiento de lo que hice en ese momento pero a veces se me olvida lo que soy y soy algo descuidada. Es lo que tiene ser tan joven.
Me pierdo por las calles de París, todavía no es muy tarde y, aunque se haya puesto el sol, aún hay mucha gente por las calles. El ajetreo de las grandes ciudades me pone de buen humor, me gusta estar rodeada de gente, posibles víctimas, posibles amantes, gente con la que solamente me cruzaré una vez en la vida… Las cosas eran muy distintas en el pueblucho en el que estaba antes de llegar aquí. Ay lo que hace una por amor.
Miro fascinada las luces de la ciudad, al campo apenas han llegado estas tecnologías. Brilla brilla lucecita. Jeje, me gustan. Sigo las luces mientras sigo caminando pero mi distracción no me hace darme cuenta de que me precipito sobre una persona con la que me acabo chocando:
-Ups, lo siento, estaba distraída- me disculpo.
Me gusta esto de la doble moral. Puedo hacer lo que quiera una vez anochezca y teniendo dinero suficiente. Y, de día, aquí no ha pasado nada y puedo dormir tranquilamente.
Pero como ya es de noche, es hora de salir a divertirse. Decido salir por las calles de París para conocer mejor la ciudad en la que espero quedarme mucho tiempo. Me siento libre, por primera vez en años me siento completamente libre. El cambio de aires me ha venido mejor de lo que pensaba. Me siento más poderosa, ahora soy dueña de mi destino y pienso aprovecharlo lo mejor posible. Ahora soy una mujer independiente y fuerte, aunque ahora hay muy pocas mujeres que piensen así de ellas.
El aire frío que hace hoy en la calle y hace muy feliz. No me gusta el calor, al fin y al cabo soy un cadáver viviente, ¿no? Jajaja. Estas cosas hay que llevarlas con humor. No me arrepiento de lo que hice en ese momento pero a veces se me olvida lo que soy y soy algo descuidada. Es lo que tiene ser tan joven.
Me pierdo por las calles de París, todavía no es muy tarde y, aunque se haya puesto el sol, aún hay mucha gente por las calles. El ajetreo de las grandes ciudades me pone de buen humor, me gusta estar rodeada de gente, posibles víctimas, posibles amantes, gente con la que solamente me cruzaré una vez en la vida… Las cosas eran muy distintas en el pueblucho en el que estaba antes de llegar aquí. Ay lo que hace una por amor.
Miro fascinada las luces de la ciudad, al campo apenas han llegado estas tecnologías. Brilla brilla lucecita. Jeje, me gustan. Sigo las luces mientras sigo caminando pero mi distracción no me hace darme cuenta de que me precipito sobre una persona con la que me acabo chocando:
-Ups, lo siento, estaba distraída- me disculpo.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
El viento corría libre y frío por la noche parisina. El otoño avanzaba ya por la mitad de su tránsito hacia el invierno y eso se hacía notar en las temperaturas y también en los atuendos de aquellos que caminaban por la noche que gozaban de más capas de tela a modo de protección.
Yo también me había adaptado a aquel tiempo, añadiendo un abrigo largo a mis vestidos y complementos. No es que lo necesitara, de todos es sabido que los vampiros no sentimos frío al igual que muchas otras cosas. Pero había que mantener las formas, pasar desapercibido, ser uno más en la ratonera que era la ciudad. Llamar la atención mas allá de lo normal sólo podía acabar mal. La inquisición nunca ha cesado en su empeño de acabar con aquello que escapa a los designios del altísimo ¿Acaso no habíamos sido creados todos por el mismo? Aquella religión hacía aguas, o quizás sólo era que el ser humano lo modificaba todo a su gusto sin pesar muy bien en lo lógico y coherente.
El río Sena discurría tranquilo. Las aguas estaban en calma y los barcos dormían, con los motores parados, varados a los lados del mismo, junto a los muros que contenían aquel transito.
En uno de esos límites laterales estaba yo, de frente a la majestuosa notre dame, tenía apoyado un gran papel y, con un carboncillo iba describiendo sus lineas, sus vidrieras y sus sombras. Era un trabajo sucio, no obstante ese material de trabajo daba una profundidad que no se conseguía de ningún otro modo. Aún así no estaba conforme.
- Es un dibujo muerto, sin vida - me quejé en voz alta mientras lo contemplaba desde todas las posiciones posibles, incluso poniéndolo delante de una farola para intentarle darle esa luz que le faltaba - No...
El problema de vivir y pintar de noche es que la oscuridad se come la vida al igual que los colores. Los matices se vuelven vagos y las lineas se difuminan en la negrura. Nunca seria reconocida (si alguna vez mis obras llegaran a ser reconocidas) por mis cuadros representando edificios. Siempre resultaban aburridos.
Recogí el material, haciendo un cilindro el papel y decidí dar un paseo. Aún era pronto y dicen que la noche es joven, aunque yo date de demasiado tiempo atrás. Antes de comenzar mis andanzas, recogí mi pelo, dejando libre mi rostro y parte de mi cuello. Con la mala suerte de mancharme ligeramente la tez de restos de carboncillo sin llegar a percatarme de ello.
Caminé un rato, sin rumbo, sin destino. Simplemente dejé a mis pies que caminaran hacia donde desearan. Tanto así que, cuando me quise dar cuenta, no sabía donde estaba. Me paré en un cruce de caminos y miré hacía todos lados intentando ubicarme. En esa tesitura me encontraba cuando sentí el impacto de otro cuerpo contra el mío. Arrugué el gesto ante el asalto violento y completamente inesperado y me quejé.
- Mire por donde anda madame. Vos no sois la única que camina por las calles - mis ojos encontraron a una joven que parecía demasiado sumida en sus pensamientos como para ir mirando por donde iba.
Luego cuando se disculpó, aunque fuera una disculpa más circunstancial que sincera, intenté darle un poco de tregua sin cambiar la dureza en m tono de voz.
- Además de que puede hacerse daño y provocarlo.
Yo también me había adaptado a aquel tiempo, añadiendo un abrigo largo a mis vestidos y complementos. No es que lo necesitara, de todos es sabido que los vampiros no sentimos frío al igual que muchas otras cosas. Pero había que mantener las formas, pasar desapercibido, ser uno más en la ratonera que era la ciudad. Llamar la atención mas allá de lo normal sólo podía acabar mal. La inquisición nunca ha cesado en su empeño de acabar con aquello que escapa a los designios del altísimo ¿Acaso no habíamos sido creados todos por el mismo? Aquella religión hacía aguas, o quizás sólo era que el ser humano lo modificaba todo a su gusto sin pesar muy bien en lo lógico y coherente.
El río Sena discurría tranquilo. Las aguas estaban en calma y los barcos dormían, con los motores parados, varados a los lados del mismo, junto a los muros que contenían aquel transito.
En uno de esos límites laterales estaba yo, de frente a la majestuosa notre dame, tenía apoyado un gran papel y, con un carboncillo iba describiendo sus lineas, sus vidrieras y sus sombras. Era un trabajo sucio, no obstante ese material de trabajo daba una profundidad que no se conseguía de ningún otro modo. Aún así no estaba conforme.
- Es un dibujo muerto, sin vida - me quejé en voz alta mientras lo contemplaba desde todas las posiciones posibles, incluso poniéndolo delante de una farola para intentarle darle esa luz que le faltaba - No...
El problema de vivir y pintar de noche es que la oscuridad se come la vida al igual que los colores. Los matices se vuelven vagos y las lineas se difuminan en la negrura. Nunca seria reconocida (si alguna vez mis obras llegaran a ser reconocidas) por mis cuadros representando edificios. Siempre resultaban aburridos.
Recogí el material, haciendo un cilindro el papel y decidí dar un paseo. Aún era pronto y dicen que la noche es joven, aunque yo date de demasiado tiempo atrás. Antes de comenzar mis andanzas, recogí mi pelo, dejando libre mi rostro y parte de mi cuello. Con la mala suerte de mancharme ligeramente la tez de restos de carboncillo sin llegar a percatarme de ello.
Caminé un rato, sin rumbo, sin destino. Simplemente dejé a mis pies que caminaran hacia donde desearan. Tanto así que, cuando me quise dar cuenta, no sabía donde estaba. Me paré en un cruce de caminos y miré hacía todos lados intentando ubicarme. En esa tesitura me encontraba cuando sentí el impacto de otro cuerpo contra el mío. Arrugué el gesto ante el asalto violento y completamente inesperado y me quejé.
- Mire por donde anda madame. Vos no sois la única que camina por las calles - mis ojos encontraron a una joven que parecía demasiado sumida en sus pensamientos como para ir mirando por donde iba.
Luego cuando se disculpó, aunque fuera una disculpa más circunstancial que sincera, intenté darle un poco de tregua sin cambiar la dureza en m tono de voz.
- Además de que puede hacerse daño y provocarlo.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Las cosas nuevas me fascinan y a veces me distraigo demasiado, es una mala costumbre que no he llegado a quitarme nunca. Recupero la compostura antes de hablar con quien quiera que me haya chocado. Me disculpo con esa persona, pero no parece muy convencida de mis disculpas.
Alzo la vista para poder ver a mi interlocutora que, por la voz, imaginaba que era una mujer. Es mayor que yo, pero, hay algo en ella que me resulta peculiar. No sabría decir con exactitud que es, pero hay algo en ella que despierta mi curiosidad.
A pesar de mi educada disculpa, mi interlocutora no parece habérsela tomado muy bien. Encima que hago uso de toda mi educación, parece molesta.
-Mil disculpas madame, pero la gente no suele estar parada en medio de la calle- me defiendo.
Aunque parece que, al verme calmó un poco su tono de voz. Pero ya era tarde, ya me he molestado. En ocasiones dejo que mi carácter altivo se apodere de mí y esta es una de esas ocasiones.
-No creo que un ser tan indefenso como yo sea capaz de causar algún daño- digo aparentando mi usual inocencia. Ventajas de tener un cuerpo joven.
Con el paso de los años he aprendido a analizar rápidamente a las personas nada más conocerlas. Analizando a la desconocida, me fijo en que tiene una extraña mancha en la cara. Por sus ropas no parece una persona pobre, no creo que sea una mancha de mugre como las que tienen muchas de mis pequeñas presas.
-Además- le digo- creo que usted también tendría que ser algo más cuidadosa- le señalo el lugar donde está la mancha-. No sé de dónde ha salido pero una dama no debería salir a la calle con la cara manchada.
Etiqueta y protocolo, eso para mí es lo más importante. Y para mí, las damas deben comportarse como tal y no salir por ahí como cualquier mujerzuela de menor clase. Hay que saber estar dispuesto a adaptarse a cualquier situación.
Alzo la vista para poder ver a mi interlocutora que, por la voz, imaginaba que era una mujer. Es mayor que yo, pero, hay algo en ella que me resulta peculiar. No sabría decir con exactitud que es, pero hay algo en ella que despierta mi curiosidad.
A pesar de mi educada disculpa, mi interlocutora no parece habérsela tomado muy bien. Encima que hago uso de toda mi educación, parece molesta.
-Mil disculpas madame, pero la gente no suele estar parada en medio de la calle- me defiendo.
Aunque parece que, al verme calmó un poco su tono de voz. Pero ya era tarde, ya me he molestado. En ocasiones dejo que mi carácter altivo se apodere de mí y esta es una de esas ocasiones.
-No creo que un ser tan indefenso como yo sea capaz de causar algún daño- digo aparentando mi usual inocencia. Ventajas de tener un cuerpo joven.
Con el paso de los años he aprendido a analizar rápidamente a las personas nada más conocerlas. Analizando a la desconocida, me fijo en que tiene una extraña mancha en la cara. Por sus ropas no parece una persona pobre, no creo que sea una mancha de mugre como las que tienen muchas de mis pequeñas presas.
-Además- le digo- creo que usted también tendría que ser algo más cuidadosa- le señalo el lugar donde está la mancha-. No sé de dónde ha salido pero una dama no debería salir a la calle con la cara manchada.
Etiqueta y protocolo, eso para mí es lo más importante. Y para mí, las damas deben comportarse como tal y no salir por ahí como cualquier mujerzuela de menor clase. Hay que saber estar dispuesto a adaptarse a cualquier situación.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Al parecer, mis palabras le habían molestado de algún modo. Es cierto que, no las había dicho de manera instructiva y quizás en un tono adecuado. Pero también era necesario utilizar una postura férrea contra un asalto como ese en mitad de la calle. Tampoco entendía como era que pretendía defenderse de algo que, evidentemente había sido culpa suya.
- ¡Oh, disculpe entonces señorita! - dije con cierta ironía - La próxima vez, cuando sea una farola lo que se cruce en su camino, espero que también sepa disculparse como es debido.
Sabía que eso también la molestaría. Pero pretendía enseñarla que no siempre se puede tener razón y que en ocasiones es más inteligente simplemente agachar la cabeza y dejarlo correr. Esta era una de esas ocasiones y ella simplemente estaba jugando conmigo, plantándome cara.
Al utilizar la estrategia de que es "inofensiva" por su tamaño, apunto estoy de reírme. Era una treta vieja, anticuada. Un juego que usan las mujeres "monas" para que se las perdone todo, aunque esta vez no fuera esa la intención. De todos modos, de ser usada con la finalidad de ser "perdonada", no serviría para una mujer versada en las artes de la seducción. Quizás para un caballero con ganas de algo más que hablar.
- No existe nada inofensivo - la respondí - Además, no debes fiarte sólo de lo que ves. Las apariencias engañan.
No pensé que esa frase tendría tanto sentido en esa situación. Usando mis capacidades para ver auras, pensando que así vería en que estado de ánimo real se encontraba aquella joven, descubrí que era una inmortal como yo. Una caminante de la noche, sólo una hermana más. Aún así seguí en mi postura.
Luego, lo que había sido una disputa absurda y completamente puntual. La joven lo llevó al terreno personal, atacando directamente a mi persona, intentando ridiculizarme por algo en lo que no me había percatado, que no me había dado cuenta.
Me tapé el lugar indicado como si eso quitara la evidencia de que estaba y caminé unos pasos hasta un escaparate donde lo miré con detenimiento: Era una mancha del carboncillo. Sonreí a mi reflejo y busqué en mi escote un pañuelo con el que retiré toda la suciedad para luego volver al lugar de donde había partido.
- Te agradezco que me hayas hecho saber de la suciedad - comencé diciendo - Pero no las formas en la que lo has hecho - la reprendí a continuación - Deberías intentar tener un respeto por las damas que te superan en edad - añadí aunque realmente no tenía claro quien era mayor ahí.
De todos modos la explicaría cual era el origen de aquella suciedad para que no pudiera utilizarlo como un acto de dejadez por mi parte. Siempre manteniendo un tono férreo.
- Además de que deberías ser más observadora - señalo el lienzo que hay bajo mi brazo en el que se ve el color del carboncillo en medio del cilindro - No acostumbro a salir de casa así. Es más bien producto de intentar ganarme la vida haciendo lo que se - y terminé añadiendo - Honradamente.
- ¡Oh, disculpe entonces señorita! - dije con cierta ironía - La próxima vez, cuando sea una farola lo que se cruce en su camino, espero que también sepa disculparse como es debido.
Sabía que eso también la molestaría. Pero pretendía enseñarla que no siempre se puede tener razón y que en ocasiones es más inteligente simplemente agachar la cabeza y dejarlo correr. Esta era una de esas ocasiones y ella simplemente estaba jugando conmigo, plantándome cara.
Al utilizar la estrategia de que es "inofensiva" por su tamaño, apunto estoy de reírme. Era una treta vieja, anticuada. Un juego que usan las mujeres "monas" para que se las perdone todo, aunque esta vez no fuera esa la intención. De todos modos, de ser usada con la finalidad de ser "perdonada", no serviría para una mujer versada en las artes de la seducción. Quizás para un caballero con ganas de algo más que hablar.
- No existe nada inofensivo - la respondí - Además, no debes fiarte sólo de lo que ves. Las apariencias engañan.
No pensé que esa frase tendría tanto sentido en esa situación. Usando mis capacidades para ver auras, pensando que así vería en que estado de ánimo real se encontraba aquella joven, descubrí que era una inmortal como yo. Una caminante de la noche, sólo una hermana más. Aún así seguí en mi postura.
Luego, lo que había sido una disputa absurda y completamente puntual. La joven lo llevó al terreno personal, atacando directamente a mi persona, intentando ridiculizarme por algo en lo que no me había percatado, que no me había dado cuenta.
Me tapé el lugar indicado como si eso quitara la evidencia de que estaba y caminé unos pasos hasta un escaparate donde lo miré con detenimiento: Era una mancha del carboncillo. Sonreí a mi reflejo y busqué en mi escote un pañuelo con el que retiré toda la suciedad para luego volver al lugar de donde había partido.
- Te agradezco que me hayas hecho saber de la suciedad - comencé diciendo - Pero no las formas en la que lo has hecho - la reprendí a continuación - Deberías intentar tener un respeto por las damas que te superan en edad - añadí aunque realmente no tenía claro quien era mayor ahí.
De todos modos la explicaría cual era el origen de aquella suciedad para que no pudiera utilizarlo como un acto de dejadez por mi parte. Siempre manteniendo un tono férreo.
- Además de que deberías ser más observadora - señalo el lienzo que hay bajo mi brazo en el que se ve el color del carboncillo en medio del cilindro - No acostumbro a salir de casa así. Es más bien producto de intentar ganarme la vida haciendo lo que se - y terminé añadiendo - Honradamente.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Al parecer, la conversación se estaba volviendo cada vez más seria, quizás debía dejar de jugar tanto y comportarme como la dama que soy. El tiempo me ha enseñado a adaptarme a cualquier situación y a hacer oídos sordos a ciertas frases que no me conviene contestar.
¿Qué pretende esta mujer? ¿Enseñarme modales? Pues lo siento, pero no. Yo, que me he codeado por las cortes de media Europa, creo saber bastante bien como debe uno de comportarse. Aunque, mis maneras no son siempre las mejores, ya me lo han dicho muchas veces, no puedo controlar mi temperamento, brusco por naturales, hasta que es demasiado tarde.
Parece que quiere sacarme de mis casillas aunque no lo va a conseguir. La verdad es que me frustro cuando mi técnica de parecer inocente tampoco tiene efecto. Siempre me había funcionado con hombres, mujeres, viejos y jóvenes. Pero no con ella. Esta mujer me empieza a dar mucha curiosidad.
Decido echarle un vistazo a su aura a ver si me sorprende. Y…oh, esto es interesante, parece que esta mujer es una de las mías. Otro ser que habita en la noche. Instintivamente me relajo un poco con ella. Con el tiempo he empezado a ver a los humanos solo como fuentes de dolor o placer, con algunas excepciones. Ahora que sabía que no era humana, estaba más tranquila.
-Puede que tenga razón- admito-, hasta las más bellas rosas tienen espinas, ¿no es así?
Claro, ahora entiendo porque mis baratas estratagemas no sirven con ella. Cualquier ser que haya vivido tanto tiempo como nosotros los vampiros es capaz de eludir este tipo de técnicas con facilidad. Me siento un poco tonta por no haberme dado cuenta antes. No me queda otra que atacar por otro lado para defenderme un poco.
Parece que no se había dado cuenta de la mancha que tenía en la cara porque cuando se lo dije corrió a limpiarse. Pero creo que mis modos no le han hecho mucha gracia y me recuerda cómo debería comportarme con los mayores.
-Claro que sé tenerle respeto a mis mayores aunque creo que no hay mucha gente mayor que yo en el mundo- sonrío-. Pero agradezco el alago por verme tan joven.
No sé si se habrá dado cuenta de mi identidad, pero le doy algunas pistas para que se dé cuenta de que no soy muy distinta a ella. No suelo tratar mucho con vampiros pero de vez en cuando es agradable estar con gente igual que yo.
Por otra parte, mi aún desconocida interlocutora me explica el porqué de su extraña mancha. Al parecer es artista, curioso. Nunca he conocido a ningún vampiro que se dedique al arte, les da miedo que se sospeche de que no son humanos.
La última palabra con la que termina la frase me parece una provocación. Un intento de poner en duda mi forma de ganarme la vida aunque la desconozca. Pero prefiero restarle importancia ahora que intento relajar un poco la conversación.
-Así que es artista…
Su oficio me despierta cierta curiosidad y me aventuro a saber más de tan itinerante profesión:
-Me gustaría ver su obra.
Puede que suene un poco repentino pero ya quiero saber qué clase de obrar es capaz de crear un vampiro. Pero, no creo que sea capaz de aceptar mi propuesta tan fácilmente, habrá que ir allanando el terreno.
-Por cierto, me llamo Contessa, y ¿usted, señora artista?- estiro la mano de forma amigable.
¿Qué pretende esta mujer? ¿Enseñarme modales? Pues lo siento, pero no. Yo, que me he codeado por las cortes de media Europa, creo saber bastante bien como debe uno de comportarse. Aunque, mis maneras no son siempre las mejores, ya me lo han dicho muchas veces, no puedo controlar mi temperamento, brusco por naturales, hasta que es demasiado tarde.
Parece que quiere sacarme de mis casillas aunque no lo va a conseguir. La verdad es que me frustro cuando mi técnica de parecer inocente tampoco tiene efecto. Siempre me había funcionado con hombres, mujeres, viejos y jóvenes. Pero no con ella. Esta mujer me empieza a dar mucha curiosidad.
Decido echarle un vistazo a su aura a ver si me sorprende. Y…oh, esto es interesante, parece que esta mujer es una de las mías. Otro ser que habita en la noche. Instintivamente me relajo un poco con ella. Con el tiempo he empezado a ver a los humanos solo como fuentes de dolor o placer, con algunas excepciones. Ahora que sabía que no era humana, estaba más tranquila.
-Puede que tenga razón- admito-, hasta las más bellas rosas tienen espinas, ¿no es así?
Claro, ahora entiendo porque mis baratas estratagemas no sirven con ella. Cualquier ser que haya vivido tanto tiempo como nosotros los vampiros es capaz de eludir este tipo de técnicas con facilidad. Me siento un poco tonta por no haberme dado cuenta antes. No me queda otra que atacar por otro lado para defenderme un poco.
Parece que no se había dado cuenta de la mancha que tenía en la cara porque cuando se lo dije corrió a limpiarse. Pero creo que mis modos no le han hecho mucha gracia y me recuerda cómo debería comportarme con los mayores.
-Claro que sé tenerle respeto a mis mayores aunque creo que no hay mucha gente mayor que yo en el mundo- sonrío-. Pero agradezco el alago por verme tan joven.
No sé si se habrá dado cuenta de mi identidad, pero le doy algunas pistas para que se dé cuenta de que no soy muy distinta a ella. No suelo tratar mucho con vampiros pero de vez en cuando es agradable estar con gente igual que yo.
Por otra parte, mi aún desconocida interlocutora me explica el porqué de su extraña mancha. Al parecer es artista, curioso. Nunca he conocido a ningún vampiro que se dedique al arte, les da miedo que se sospeche de que no son humanos.
La última palabra con la que termina la frase me parece una provocación. Un intento de poner en duda mi forma de ganarme la vida aunque la desconozca. Pero prefiero restarle importancia ahora que intento relajar un poco la conversación.
-Así que es artista…
Su oficio me despierta cierta curiosidad y me aventuro a saber más de tan itinerante profesión:
-Me gustaría ver su obra.
Puede que suene un poco repentino pero ya quiero saber qué clase de obrar es capaz de crear un vampiro. Pero, no creo que sea capaz de aceptar mi propuesta tan fácilmente, habrá que ir allanando el terreno.
-Por cierto, me llamo Contessa, y ¿usted, señora artista?- estiro la mano de forma amigable.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
- Veo que finalmente estamos de acuerdo en algo - admito después de su referencia a las rosas - Es más aquellas que son más bellas, más atrayentes, son aún más peligrosas - era una bella dama, muerta pero bella. Algunas cosas perduran más allá del final de una vida y, como había mostrado, su belleza también era un arma de doble filo por lo que mi ejemplo le venía como anillo al dedo.
A continuación habló de la edad. Seguramente para abrir mis ojos frente a su condición si es que no lo había hecho ya. También se permitió el lujo de sonreír, un gesto que fue igualado por mi devolviéndole la sonrisa.
- Últimamente me encuentro con seres siempre más jóvenes que yo - era cierto. La cantidad de neonatos había aumentado considerablemente de un tiempo hasta esta parte. En el pasado, la inmortalidad era un don, algo que no se entregaba así como así. Actualmente, ya fuera por soledad o simplemente por apetencia, parecía que fuera algo que te podría tocar en una feria. Se habían perdido las buena costumbres - Pero su vos decís que vuestra edad supera a la mía no lo discutiré. ¿Para que? en el fondo el lugar del que procedamos y la edad sólo marca la experiencia y las aventuras vividas - había cambiado mi tono de voz a uno más sereno, más amigable - Algo que, en el fondo, es bueno poco más que para sentarse a una mesa a conversar.
Cuando habló de mi afición o más bien entrega, sonó entre sorprendida y curiosa. Mi primera reacción hubiera sido la de responderla con algún desplante, algo muy normal en mi. Pero parecía que, después del encontronazo inicial, aquella dama pretendía aminorar la marcha y llevar la conversación a un nivel más tranquilo relajado.
Y cuando propuso ver mi obra, después de haberle explicado el porque de la mancha en mi rostro no pude mostrar otra cosa que sorpresa. El problema es que era demasiado recelosa con eso. Para vender mis obras no usaba mi verdadero nombre y eso era porque realmente me consideraba muy novata en aquel mundo. Por eso mostrarla a un ser que va a vivir eternamente me causaba aún más reparo.
- No creo que gustes de mi arte, es demasiado superficial - intenté buscar algo con lo que refrenar sus ganas - Además de que odio saber que opina la gente de el. Lo vendo sin caras, sin conversaciones, todo a través de intermediarios - aún así y dado el nivel de curiosidad que parecía haber generado en ella, pensé que quizás no estaba de más sembrar un poco más esa semilla - Luego tengo mi colección privada que no ha visto nadie.
Si sentía algún tipo de necesidad de ver mis obras ese último añadido seguro que despertaba aún más esa curiosidad.
- Me sorprende que alguien inmortal desee ver arte, somos demasiado estáticos y aferrados a nuestras costumbres - en cierto modo se me iluminaba la cara cada vez que hablaba de arte. Desde que abracé la noche había sido mi amigo, mi confidente, mi amante, mi espejo... Aquello que reflejaba todo lo de mi - Y el arte está en continua evolución.
Al final la conversación se había terminado cerrando y, lo que había sido un encontronazo, parecía transformarse en quizás el inicio de algo más.
- Catalina de Aragón - respondí a su presentación - Preferiría que me tratara de señorita, son las unicas ventajas de mantener una apariencia joven - me costaba parecer cercana y amigable pero, aún así hice un esfuerzo - ¿Donde se dirigía? Si no es indiscreción.
A continuación habló de la edad. Seguramente para abrir mis ojos frente a su condición si es que no lo había hecho ya. También se permitió el lujo de sonreír, un gesto que fue igualado por mi devolviéndole la sonrisa.
- Últimamente me encuentro con seres siempre más jóvenes que yo - era cierto. La cantidad de neonatos había aumentado considerablemente de un tiempo hasta esta parte. En el pasado, la inmortalidad era un don, algo que no se entregaba así como así. Actualmente, ya fuera por soledad o simplemente por apetencia, parecía que fuera algo que te podría tocar en una feria. Se habían perdido las buena costumbres - Pero su vos decís que vuestra edad supera a la mía no lo discutiré. ¿Para que? en el fondo el lugar del que procedamos y la edad sólo marca la experiencia y las aventuras vividas - había cambiado mi tono de voz a uno más sereno, más amigable - Algo que, en el fondo, es bueno poco más que para sentarse a una mesa a conversar.
Cuando habló de mi afición o más bien entrega, sonó entre sorprendida y curiosa. Mi primera reacción hubiera sido la de responderla con algún desplante, algo muy normal en mi. Pero parecía que, después del encontronazo inicial, aquella dama pretendía aminorar la marcha y llevar la conversación a un nivel más tranquilo relajado.
Y cuando propuso ver mi obra, después de haberle explicado el porque de la mancha en mi rostro no pude mostrar otra cosa que sorpresa. El problema es que era demasiado recelosa con eso. Para vender mis obras no usaba mi verdadero nombre y eso era porque realmente me consideraba muy novata en aquel mundo. Por eso mostrarla a un ser que va a vivir eternamente me causaba aún más reparo.
- No creo que gustes de mi arte, es demasiado superficial - intenté buscar algo con lo que refrenar sus ganas - Además de que odio saber que opina la gente de el. Lo vendo sin caras, sin conversaciones, todo a través de intermediarios - aún así y dado el nivel de curiosidad que parecía haber generado en ella, pensé que quizás no estaba de más sembrar un poco más esa semilla - Luego tengo mi colección privada que no ha visto nadie.
Si sentía algún tipo de necesidad de ver mis obras ese último añadido seguro que despertaba aún más esa curiosidad.
- Me sorprende que alguien inmortal desee ver arte, somos demasiado estáticos y aferrados a nuestras costumbres - en cierto modo se me iluminaba la cara cada vez que hablaba de arte. Desde que abracé la noche había sido mi amigo, mi confidente, mi amante, mi espejo... Aquello que reflejaba todo lo de mi - Y el arte está en continua evolución.
Al final la conversación se había terminado cerrando y, lo que había sido un encontronazo, parecía transformarse en quizás el inicio de algo más.
- Catalina de Aragón - respondí a su presentación - Preferiría que me tratara de señorita, son las unicas ventajas de mantener una apariencia joven - me costaba parecer cercana y amigable pero, aún así hice un esfuerzo - ¿Donde se dirigía? Si no es indiscreción.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
La conversación por fin se estaba tranquilizando. No podía negar que, al saber que era alguien como yo, me sentía más relajada. No la veía como una amenaza, sino como una persona con la que podía conversar tranquilamente.
Por lo que me ha dicho, ha admitido ser menos que yo, pero aun así que no es demasiado joven. Parece que los seres de más de un siglo, están en peligro de extinción, me siento como una abuela.
-Ahora soy yo la que tiene que darle la razón- noto que su tono se empieza a suavizar poco a poco y eso hace que, inevitablemente, empiece a mostrarle algo más cercana-. Una de las ventajas que tenemos los seres que hemos vivido tanto, es que somos unos grandes compañeros de conversación. Hemos tenido la suerte de poder ver y aprender cosas que, de otro modo, nos habrían sido imposibles de conocer.
A continuación, insisto en ver su obra, pero ella no parece muy dispuesta a mostrármela. Intenta darme excusas para desviar la conversación, pero no va a salirse con la suya. Soy una damita demasiado caprichosa como para que no me den aquello que quiero.
-No puedo saber si algo me gusta o no sino lo he visto antes- le contesto-. Además, puedo verlo y no darle mi opinión.
Al intentar convencerla, me habla de su colección privada. Gran error decirme eso si no quería que viera su obra. Ahora mi curiosidad había aumentado bastante. Podría decirse que ya sentía la necesidad de saber que clase de arte era capaz de crear esta mujer.
-Aunque, si tiene esa colección privada, me gustaría tener el honor de ser la primera en verla. Pero creo que no me será fácil conseguirlo.
Mientras íbamos profundizando más y más en nuestra conversación artística, empecé a notar que se le iba iluminando la cara. Todo lo que se puede iluminar una cara que ya ha muerto. Le gustaba el tema, mucho. Eso seguramente se reflejaba en su arte, esas obras que cada vez tenía más ganas de ver.
Mi insistencia le acabó extrañando, alegando que los seres inmortales no suelen ser seguidores del arte moderno. Pero yo soy un ser bastante extraño y curioso.
-¿Por qué no iba a gustarme el arte?- le dije como si nada-. Es cierto que soy alguien muy condicionada por las costumbres de mi tiempo. Pero hace mucho de eso. Todos aquellos que impusieron esas leyes, están ahora bajo tierra. Soy una mujer de costumbres, no lo niego, pero las costumbres cambian y solo aquellos que saben adaptarse, sobreviven.
Le contesto por mi propia experiencia. Ya he experimentado las consecuencias de no saber vivir en épocas muy diferentes a las mías. Soy un ser de ideales muy fijos pero me los guardo solo para aquellos que lo comparten. Los jóvenes aún tienen que aprender eso.
-Además, soy una amante de todo lo bello del mundo. No todo lo bello es arte no todo el arte es bello pero, habrá que darle una oportunidad a todo.
Al final, la desconocida se presenta, dejando de ser una desconocida y me pregunta a dónde me dirigía.
-La verdad es que caminaba sin destino concreto, solo quería conocer la ciudad, aunque carezco de guía y sé orientarme bien. Es un placer conocerla, mademoiselle Catalina- la saludo con una reverencia algo traviesa.
Por lo que me ha dicho, ha admitido ser menos que yo, pero aun así que no es demasiado joven. Parece que los seres de más de un siglo, están en peligro de extinción, me siento como una abuela.
-Ahora soy yo la que tiene que darle la razón- noto que su tono se empieza a suavizar poco a poco y eso hace que, inevitablemente, empiece a mostrarle algo más cercana-. Una de las ventajas que tenemos los seres que hemos vivido tanto, es que somos unos grandes compañeros de conversación. Hemos tenido la suerte de poder ver y aprender cosas que, de otro modo, nos habrían sido imposibles de conocer.
A continuación, insisto en ver su obra, pero ella no parece muy dispuesta a mostrármela. Intenta darme excusas para desviar la conversación, pero no va a salirse con la suya. Soy una damita demasiado caprichosa como para que no me den aquello que quiero.
-No puedo saber si algo me gusta o no sino lo he visto antes- le contesto-. Además, puedo verlo y no darle mi opinión.
Al intentar convencerla, me habla de su colección privada. Gran error decirme eso si no quería que viera su obra. Ahora mi curiosidad había aumentado bastante. Podría decirse que ya sentía la necesidad de saber que clase de arte era capaz de crear esta mujer.
-Aunque, si tiene esa colección privada, me gustaría tener el honor de ser la primera en verla. Pero creo que no me será fácil conseguirlo.
Mientras íbamos profundizando más y más en nuestra conversación artística, empecé a notar que se le iba iluminando la cara. Todo lo que se puede iluminar una cara que ya ha muerto. Le gustaba el tema, mucho. Eso seguramente se reflejaba en su arte, esas obras que cada vez tenía más ganas de ver.
Mi insistencia le acabó extrañando, alegando que los seres inmortales no suelen ser seguidores del arte moderno. Pero yo soy un ser bastante extraño y curioso.
-¿Por qué no iba a gustarme el arte?- le dije como si nada-. Es cierto que soy alguien muy condicionada por las costumbres de mi tiempo. Pero hace mucho de eso. Todos aquellos que impusieron esas leyes, están ahora bajo tierra. Soy una mujer de costumbres, no lo niego, pero las costumbres cambian y solo aquellos que saben adaptarse, sobreviven.
Le contesto por mi propia experiencia. Ya he experimentado las consecuencias de no saber vivir en épocas muy diferentes a las mías. Soy un ser de ideales muy fijos pero me los guardo solo para aquellos que lo comparten. Los jóvenes aún tienen que aprender eso.
-Además, soy una amante de todo lo bello del mundo. No todo lo bello es arte no todo el arte es bello pero, habrá que darle una oportunidad a todo.
Al final, la desconocida se presenta, dejando de ser una desconocida y me pregunta a dónde me dirigía.
-La verdad es que caminaba sin destino concreto, solo quería conocer la ciudad, aunque carezco de guía y sé orientarme bien. Es un placer conocerla, mademoiselle Catalina- la saludo con una reverencia algo traviesa.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Caminé unos pasos al terminar, esperando que me siguiera, que no permanecieramos estáticas en el mismo punto. Ya llamábamos demasiado la atención por nuestra palidez o mirada penetrante para además ser un foco de miradas indiscretas.
- Siempre y cuando se desee hablar o se sienta la necesidad de ello - había demasiados "hermanos" que guardaban sus historias y experiencias por miedo a que fueran robada o, que al contarlas, se perdiera la magia - Aún así, si desea hablar del pasado y de las vieja glorias vividas. Podríamos compartir mesa en un café y pasar las horas hablando de todo y nada a la vez - la verdad es que hablar nunca había sido de mis aficiones preferidas. Pero desde que había llegado a esa ciudad, parecía que no hiciera otra cosa.
Noté a continuación como insistía acerca de mi obra y como buscaba opciones que superar las barreras ficticias que intentaba poner para evitarlo. No obstante no pensaba ceder, era demasiado privado. Tampoco quería darle un desplante ahora que parecía que la conversación fluía hacía un lugar más reconfortante.
- No es cuestión de que le guste o no. Además, aunque no de su opinión, se que esta estará en su mente y ni siquiera quiero tener las certeza de eso - contesté declinando de nuevo su ofrecimiento y apretando el cilindro de papel contra mi.
Cuando habla de ver mi colección privada me doy cuenta de que aún sé picar la curiosidad. De que mis tretas sociales son perfectamente válidas también con inmortales. A veces la araña aún sabe captar la atención de la mosca y, por mucha edad que tuviera aquella vampira, el rostro que mostraba al mundo era de una dama que quizás ni siquiera había sido desflorada. Aún así, aquello sólo era un juego. Uno que debería parar en caso de que se me escapara de las manos. Un juego en el que se veía hasta que punto estaba dispuesta yo a ceder o cuanto era posible que aquella dama ofreciera para conseguir lo que quería. Ya tenía claro que no iba a ser fácil. Yo hubiera dicho más: era prácticamente imposible. Pero me gustaba jugar. Al menos entretenía.
- Dicha colección es la que me rodea mientras duermo, en mi residencia. Es gratificante despertarte y ver tu obra - y allí se colocaba la cereza en el pastel - Nadie ha visitado mi lecho en mucho tiempo ¿Porqué vos deberíais ser una excepción? - deje caer ese juego de palabras más que nada para ver por donde salía.
Me sorprendió su reverencia. No era formal, tampoco parecida a las que acostumbraba a ver. No le di más importancia, me centré en su reciente llegada y en la mía poco tiempo atrás. Ambas eramos dos vampiras pérdidas en la inmensidad de las calles de la gran París.
- No es que sea grata compañía, y mucho menos gran guía. Pero dado que no tengo otra cosa que hacer más que vagar por la noche ¿Me permite que la acompañe mientras va descubriendo la ciudad? - no esperaba que aceptara pero al menos tenía la opción de elegir.
- Siempre y cuando se desee hablar o se sienta la necesidad de ello - había demasiados "hermanos" que guardaban sus historias y experiencias por miedo a que fueran robada o, que al contarlas, se perdiera la magia - Aún así, si desea hablar del pasado y de las vieja glorias vividas. Podríamos compartir mesa en un café y pasar las horas hablando de todo y nada a la vez - la verdad es que hablar nunca había sido de mis aficiones preferidas. Pero desde que había llegado a esa ciudad, parecía que no hiciera otra cosa.
Noté a continuación como insistía acerca de mi obra y como buscaba opciones que superar las barreras ficticias que intentaba poner para evitarlo. No obstante no pensaba ceder, era demasiado privado. Tampoco quería darle un desplante ahora que parecía que la conversación fluía hacía un lugar más reconfortante.
- No es cuestión de que le guste o no. Además, aunque no de su opinión, se que esta estará en su mente y ni siquiera quiero tener las certeza de eso - contesté declinando de nuevo su ofrecimiento y apretando el cilindro de papel contra mi.
Cuando habla de ver mi colección privada me doy cuenta de que aún sé picar la curiosidad. De que mis tretas sociales son perfectamente válidas también con inmortales. A veces la araña aún sabe captar la atención de la mosca y, por mucha edad que tuviera aquella vampira, el rostro que mostraba al mundo era de una dama que quizás ni siquiera había sido desflorada. Aún así, aquello sólo era un juego. Uno que debería parar en caso de que se me escapara de las manos. Un juego en el que se veía hasta que punto estaba dispuesta yo a ceder o cuanto era posible que aquella dama ofreciera para conseguir lo que quería. Ya tenía claro que no iba a ser fácil. Yo hubiera dicho más: era prácticamente imposible. Pero me gustaba jugar. Al menos entretenía.
- Dicha colección es la que me rodea mientras duermo, en mi residencia. Es gratificante despertarte y ver tu obra - y allí se colocaba la cereza en el pastel - Nadie ha visitado mi lecho en mucho tiempo ¿Porqué vos deberíais ser una excepción? - deje caer ese juego de palabras más que nada para ver por donde salía.
Me sorprendió su reverencia. No era formal, tampoco parecida a las que acostumbraba a ver. No le di más importancia, me centré en su reciente llegada y en la mía poco tiempo atrás. Ambas eramos dos vampiras pérdidas en la inmensidad de las calles de la gran París.
- No es que sea grata compañía, y mucho menos gran guía. Pero dado que no tengo otra cosa que hacer más que vagar por la noche ¿Me permite que la acompañe mientras va descubriendo la ciudad? - no esperaba que aceptara pero al menos tenía la opción de elegir.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
La señorita Catalina empieza a caminar unos pocos pasos. Al parecer no está cómoda parada entre tanta gente. Yo decido seguirla para continuar con la tan entretenida conversación.
-A mí me encanta hablar- le confieso, risueña-, no sé si lo habrá notado. Pero no siempre me gusta hablar de mí. Prefiero hablar de temas impersonales, nunca se sabe qué puede pasar si se da demasiada información personal. Pero si me ofrece de acompañarla a tomar algo, no le diré que no. Eso sí, el café se lo dejo a usted, yo prefiero otras bebidas más divertidas.
Me gusta beber, no lo voy a negar. En ocasiones, una buena copa es el mejor amigo que una puede tener en los largos lapsos de soledad que nos brinda la eternidad. El alcohol es uno de los grandes placeres de mi vida, además de la sangre de una víctima que me esmero en capturar.
Por mucho que insisto, esa mujer parece un muro de hielo. Difícil de escalar, pero no imposible. Pero sus excusas son vacías. Si a mí no me ha funcionado mi técnica de parecer inofensiva, a ella no le va a servir la suya.
-Solo echarle un pequeño vistazo- me acerco un poco más a ella, quizás, si la incomodo, ceda un poco-. Solo si accede a mi pequeño capricho, la dejaré en paz. Pero, si quiere seguir conversando conmigo, va a tener que ponerme las cosas más difíciles.
Mi acercamiento parece incomodarla porque noto que acerca más sus papeles a ella, en un intento de protegerlos de mí. No soy tan perversa (aún) como para robarle a una de los míos. Soy consciente de mi cuerpo joven pero frágil, los vampiros con cuerpos más maduros me podrían derrotar con solo pestañear.
El tema de su colección privada me tienta demasiado. La mayoría del tiempo suelo actuar como una chica de la edad que aparento, es más divertido pasar así la eternidad. Si no hubiera aprendido a desenvolverme de esta manera por la vida, me habría pegado un tiro hace siglos.
La descripción que me hace de su obra, me hace darme cuenta del cariño que les tiene a esas piezas privilegiadas que guarda recelosamente en su guarida. Parece una artista muy encariñada con aquello que crea. Puede que si fuera capaz de ver aquello que creaba, podría ser capaz de descifrar a la aún desconocida dama que tenía en frente.
-Tiene que ser precioso vivir rodeada de aquello que ha creado- le digo-. Crear una obra de arte tiene que ser como tener un hijo, pero sin las cosas malas.
Su último comentario, me sobresalta. Me quedo unos segundos pensando qué contestarle. Hacía solo unos años, le habría contestado sin pensarlo. Provocándola, para conocer su reacción. Pero, aún tenía heridas demasiado recientes como para hacer ese tipo de comentarios sin evitar acordarme de ella.
-No me imaginaba que era usted tan atrevida- contesto finalmente, intentando disimular el pequeño temblor de mi voz-. Yo solo me ofrezco para visitar su residencia. Tendríamos que conocernos más si quiere que visite estancias más concretas.
Intento centrarme otra vez en la conversación. En el ahora, no en el pasado que me había hecho tanto daño y al que yo nunca había querido dañar. Puede que este sea en destino de los seres que le hemos dado la espalda a Dios para vivir en la oscuridad y el pecado: vivir una vida infeliz y solo complacida por placeres vacíos.
No, Contessa, no pienses en eso. Mi vida es maravillosa y pienso aprovecharla al máximo, ya que se me ha concedido el don de la inmortalidad. La señorita Catalina se ofrece a acompañarme en mi travesía descubriendo París.
-Claro, para mí sería un honor que me acompañara. Aunque, no sé mucho de la cuidad y no sé bien a donde ir. ¿Se le ocurre algún sitio donde pudiéramos ir a divertirnos?
-A mí me encanta hablar- le confieso, risueña-, no sé si lo habrá notado. Pero no siempre me gusta hablar de mí. Prefiero hablar de temas impersonales, nunca se sabe qué puede pasar si se da demasiada información personal. Pero si me ofrece de acompañarla a tomar algo, no le diré que no. Eso sí, el café se lo dejo a usted, yo prefiero otras bebidas más divertidas.
Me gusta beber, no lo voy a negar. En ocasiones, una buena copa es el mejor amigo que una puede tener en los largos lapsos de soledad que nos brinda la eternidad. El alcohol es uno de los grandes placeres de mi vida, además de la sangre de una víctima que me esmero en capturar.
Por mucho que insisto, esa mujer parece un muro de hielo. Difícil de escalar, pero no imposible. Pero sus excusas son vacías. Si a mí no me ha funcionado mi técnica de parecer inofensiva, a ella no le va a servir la suya.
-Solo echarle un pequeño vistazo- me acerco un poco más a ella, quizás, si la incomodo, ceda un poco-. Solo si accede a mi pequeño capricho, la dejaré en paz. Pero, si quiere seguir conversando conmigo, va a tener que ponerme las cosas más difíciles.
Mi acercamiento parece incomodarla porque noto que acerca más sus papeles a ella, en un intento de protegerlos de mí. No soy tan perversa (aún) como para robarle a una de los míos. Soy consciente de mi cuerpo joven pero frágil, los vampiros con cuerpos más maduros me podrían derrotar con solo pestañear.
El tema de su colección privada me tienta demasiado. La mayoría del tiempo suelo actuar como una chica de la edad que aparento, es más divertido pasar así la eternidad. Si no hubiera aprendido a desenvolverme de esta manera por la vida, me habría pegado un tiro hace siglos.
La descripción que me hace de su obra, me hace darme cuenta del cariño que les tiene a esas piezas privilegiadas que guarda recelosamente en su guarida. Parece una artista muy encariñada con aquello que crea. Puede que si fuera capaz de ver aquello que creaba, podría ser capaz de descifrar a la aún desconocida dama que tenía en frente.
-Tiene que ser precioso vivir rodeada de aquello que ha creado- le digo-. Crear una obra de arte tiene que ser como tener un hijo, pero sin las cosas malas.
Su último comentario, me sobresalta. Me quedo unos segundos pensando qué contestarle. Hacía solo unos años, le habría contestado sin pensarlo. Provocándola, para conocer su reacción. Pero, aún tenía heridas demasiado recientes como para hacer ese tipo de comentarios sin evitar acordarme de ella.
-No me imaginaba que era usted tan atrevida- contesto finalmente, intentando disimular el pequeño temblor de mi voz-. Yo solo me ofrezco para visitar su residencia. Tendríamos que conocernos más si quiere que visite estancias más concretas.
Intento centrarme otra vez en la conversación. En el ahora, no en el pasado que me había hecho tanto daño y al que yo nunca había querido dañar. Puede que este sea en destino de los seres que le hemos dado la espalda a Dios para vivir en la oscuridad y el pecado: vivir una vida infeliz y solo complacida por placeres vacíos.
No, Contessa, no pienses en eso. Mi vida es maravillosa y pienso aprovecharla al máximo, ya que se me ha concedido el don de la inmortalidad. La señorita Catalina se ofrece a acompañarme en mi travesía descubriendo París.
-Claro, para mí sería un honor que me acompañara. Aunque, no sé mucho de la cuidad y no sé bien a donde ir. ¿Se le ocurre algún sitio donde pudiéramos ir a divertirnos?
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Me agrada el hecho de que me siga. Eso quiere decir que, de algún modo, he captado su atención. Me encanta ser misteriosa para la gente, ser atrayente. Saber que aquellos que cruzan más de un saludo y una despedida conmigo, se interesan en ver que hay más allá de la piel que recubre lo que realmente soy. Quizás aquella noche, esa joven terminaría convenciéndome para que la enseñara mis obras o quizás sólo sería una noche agradable y diferente, una en la que ambas tendríamos alguien en quien refugiarnos en caso de vernos en la necesidad: Lo aliados escasean y es mejor siempre tener unos cuantos en la manga por si surge la necesidad.
- No es malo hablar en exceso siempre y cuando la conversación sea grata para ambos interlocutores - la dije intentando evitar que se pensara que me molestara por hablar o algo por el estilo - Tampoco creo que hable todo el rato de si misma. Es más, realmente no se demasiado de vos - en cuanto habló de tomar algo más divertido reí, no pude evitarlo - Madmoiselle, debe ser más cuidadosa con lo que toma y en los lugares que lo toma. El café sólo es un mero formalismo para conversar sin llamar la atención - la dije a modo de explicación aunque estaba segura de que ella ya lo sabía - Si gusta de otro tipo de bebida o siente la necesidad, podemos movernos por otros ambientes más... privados.
Vuelve a la ataque y adelante sus pasos hacia mi buscando incomodarme. El problema es que, la cercanía con personas que no son de mi confianza, me producen cierta incomodidad, lo que me hace que de un paso atrás guardando las distancias de nuevo.
- Si enseñarle mi obra hará que me deje en paz, la guardaré con recelo para disfrutar de su compañía un rato más - le digo para aliviar su paso y quizás frenar su interés para cambiar de objetivo a otro: el interés mío por ella - Una buena compañía no se desperdicia por una obra pintada en la calle - seguí diciéndola dándola más protagonismo que el papel que portaba bajo el brazo - Se lo entregaré como presente siempre y cuando no lo mire hasta que se encuentre en su hogar, justo antes del alba - le ofrecí para ver hasta que punto estaba dispuesta a ceder al igual que yo lo estaba haciendo. De aceptar y faltar a su palabra, las relaciones se acabarían en ese momento: no odiaba otra cosa más que la falta de honor.
Al hablar de lo que supone crear una obra y el cariño que se transmite al arte con cada pincelada, no puedo evitar bajar un poco la mirada y pensar, en mi fuero interno, en todas y cada una de las que me rodean en mi lecho. Tendría que ser sincera con eso, tendría que decir lo que pensaba aunque no fuera aquello que el mundo necesitara escuchar.
- No todo es belleza en el arte, ni todo lo que se pinta es bonito - tragué un poco de unan saliva que hacía tiempo que no tenía y caminé unos pasos hasta un banco donde me senté despacio, intentando no arrugar demasiado mi ropa - Es agradable despertar y ver aquello que tus manos han creado. Retazos de tu pasado. Un amanecer, una joven dama que baila despreocupadamente sola en medio de un salón... - hice una pausa mientras dejaba el papel sobre mis rodillas y entrelazaba los dedos sobre mi vientre - Pero también están mis demonios, mis temores, mis enemigos... - volví la mirada de nuevo a ella - El arte lo es todo. Un corazón en estado puro, un alma libre de toda coraza. Mi pasado, mi presente, mi locura, mi hambre, mi deseo... - seguramente, de haber sido humana, alguna lágrima hubiera rodado por mi mejilla al entrar tan dentro de mi para sacar todo eso - Espero que entienda el porque de guardarlas como un tesoro, uno de los que más se esconde a los ojos del mundo.
A continuación noto el temblor de voz ante la proposición que había dejado caer. Una proposición con doble sentido. Una proposición que acababa de mostrarme que aquella dama también era de gustos femeninos. No obstante sólo había sido un juego, un juego que había tocado alguna fibra dentro de ella, pues la voz le había cambiado a una más menuda, temerosa.
- Creo que me ha entendido mal - le dije con cierta picardía - O quizás su mente haya jugado con las palabras para transformarlas en otra cosa - estaba claro que, aunque dijera eso, mi cabeza y mi mirada sonreían ante el doble juego que había allí - Aún así ¿Cree que un lobo debería mostrar sus secretos a otro lobo sin saber ni tan siquiera si pueden cazar ovejas juntos? - era una metáfora que en el fondo no rechazaba si no más bien pedía tiempo, no era un paso fácil y menos cuando acabas de conocer a alguien. Si, éramos inmortales, pero se nos podía matar, aunque resultara paradójico.
Luego, ya para terminar, volvimos al tema del paseo. Me volví a levantar y me dispuse a caminar a donde propusiera o a ningún lugar en concreto en caso de que siguiera en duda.
- Yo tampoco llevo demasiado tiempo aquí y no conozco a la perfección todos los lugares, aunque he visitado unos cuantos - admití - Para que podamos ir a divertirnos primero debería saber que es lo que la divierte - contesté finalmente mientras la miraba directamente a los ojos como si pretendiera escudriñarla.
- No es malo hablar en exceso siempre y cuando la conversación sea grata para ambos interlocutores - la dije intentando evitar que se pensara que me molestara por hablar o algo por el estilo - Tampoco creo que hable todo el rato de si misma. Es más, realmente no se demasiado de vos - en cuanto habló de tomar algo más divertido reí, no pude evitarlo - Madmoiselle, debe ser más cuidadosa con lo que toma y en los lugares que lo toma. El café sólo es un mero formalismo para conversar sin llamar la atención - la dije a modo de explicación aunque estaba segura de que ella ya lo sabía - Si gusta de otro tipo de bebida o siente la necesidad, podemos movernos por otros ambientes más... privados.
Vuelve a la ataque y adelante sus pasos hacia mi buscando incomodarme. El problema es que, la cercanía con personas que no son de mi confianza, me producen cierta incomodidad, lo que me hace que de un paso atrás guardando las distancias de nuevo.
- Si enseñarle mi obra hará que me deje en paz, la guardaré con recelo para disfrutar de su compañía un rato más - le digo para aliviar su paso y quizás frenar su interés para cambiar de objetivo a otro: el interés mío por ella - Una buena compañía no se desperdicia por una obra pintada en la calle - seguí diciéndola dándola más protagonismo que el papel que portaba bajo el brazo - Se lo entregaré como presente siempre y cuando no lo mire hasta que se encuentre en su hogar, justo antes del alba - le ofrecí para ver hasta que punto estaba dispuesta a ceder al igual que yo lo estaba haciendo. De aceptar y faltar a su palabra, las relaciones se acabarían en ese momento: no odiaba otra cosa más que la falta de honor.
Al hablar de lo que supone crear una obra y el cariño que se transmite al arte con cada pincelada, no puedo evitar bajar un poco la mirada y pensar, en mi fuero interno, en todas y cada una de las que me rodean en mi lecho. Tendría que ser sincera con eso, tendría que decir lo que pensaba aunque no fuera aquello que el mundo necesitara escuchar.
- No todo es belleza en el arte, ni todo lo que se pinta es bonito - tragué un poco de unan saliva que hacía tiempo que no tenía y caminé unos pasos hasta un banco donde me senté despacio, intentando no arrugar demasiado mi ropa - Es agradable despertar y ver aquello que tus manos han creado. Retazos de tu pasado. Un amanecer, una joven dama que baila despreocupadamente sola en medio de un salón... - hice una pausa mientras dejaba el papel sobre mis rodillas y entrelazaba los dedos sobre mi vientre - Pero también están mis demonios, mis temores, mis enemigos... - volví la mirada de nuevo a ella - El arte lo es todo. Un corazón en estado puro, un alma libre de toda coraza. Mi pasado, mi presente, mi locura, mi hambre, mi deseo... - seguramente, de haber sido humana, alguna lágrima hubiera rodado por mi mejilla al entrar tan dentro de mi para sacar todo eso - Espero que entienda el porque de guardarlas como un tesoro, uno de los que más se esconde a los ojos del mundo.
A continuación noto el temblor de voz ante la proposición que había dejado caer. Una proposición con doble sentido. Una proposición que acababa de mostrarme que aquella dama también era de gustos femeninos. No obstante sólo había sido un juego, un juego que había tocado alguna fibra dentro de ella, pues la voz le había cambiado a una más menuda, temerosa.
- Creo que me ha entendido mal - le dije con cierta picardía - O quizás su mente haya jugado con las palabras para transformarlas en otra cosa - estaba claro que, aunque dijera eso, mi cabeza y mi mirada sonreían ante el doble juego que había allí - Aún así ¿Cree que un lobo debería mostrar sus secretos a otro lobo sin saber ni tan siquiera si pueden cazar ovejas juntos? - era una metáfora que en el fondo no rechazaba si no más bien pedía tiempo, no era un paso fácil y menos cuando acabas de conocer a alguien. Si, éramos inmortales, pero se nos podía matar, aunque resultara paradójico.
Luego, ya para terminar, volvimos al tema del paseo. Me volví a levantar y me dispuse a caminar a donde propusiera o a ningún lugar en concreto en caso de que siguiera en duda.
- Yo tampoco llevo demasiado tiempo aquí y no conozco a la perfección todos los lugares, aunque he visitado unos cuantos - admití - Para que podamos ir a divertirnos primero debería saber que es lo que la divierte - contesté finalmente mientras la miraba directamente a los ojos como si pretendiera escudriñarla.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Doy unos cuantos pasitos saltarines, para no parecer paradas más tiempo, no es conveniente que sospechen de nosotras. Parece que a ella le agrada que la siga, aunque a primera vista muestra una fachada de persona solitaria, creo que se ha acostumbrado a mi presencia y no parece molestarle.
A continuación, me dice que yo tampoco hablo tanto como le he hecho entender. Creo que solo me lo ha dicho por educación. Como cualquier dama de la corte me gusta cotorrear y cotillear con las demás por desgracia, ese hábito lo traslado inconscientemente a otros ámbitos y hay gente a la que le suele parecer molesto.
-No me gusta hablar de mí misma, he aprendido a desconfiar en cierta medida hasta de mi sombra- le contesto-. Además si me descubro rápidamente, se pierde el misterio y la curiosidad de ir conociendo a la gente. Los libros son más interesantes cuando aún los estás leyendo. Mi información personal es muy valiosa y difícil de conocer.
Cuando le comento que no era muy amiga del café y que prefería otro tipo de bebidas, ella empieza a reír. No creo que sea una persona que se ría por cualquier cosa, al parecer le ha resultado gracioso mi comentario. Aunque también se la notaba quizás algo preocupada por los sitios que yo pudiera frecuentar para tomar algo más que un café.
-No se preocupe- le quité importancia-, a mi edad ya estoy acostumbrada a beber de todo y a estar en todos lados. Además, los ambientes más sórdidos me resultan más divertidos, una nunca sabe qué puede llegar a pasar. Pero no le diré que no si quiere tomar conmigo uno de esos "formalismos".
Esta vez soy yo la que suelta una risita inocente. En alguien más mayor ese tipo de comentarios podrían quedar de mal gusto pero, con mi cuerpo adolescente, no suelen sonar tan mal.
Como pensaba, mi cercanía la incómoda y la hace retroceder un poco hasta que volvemos a estar algo separadas. Y parece que también, mi último intento por conseguir ver una de sus obras no ha salido bien, pero tampoco quedo descontenta con el resultado.
-Vaya, de haberlo sabido, la habría hecho la propuesta contraria. Además no debería menospreciar su arte comparándolo con una servidora.
Pero aun así, parecía que la señorita empezaba a ceder un poco. Me ofreció darme una de sus obras a cambio de una serie de condiciones. Parece que mi insistencia da sus frutos. No creo que pueda conseguir más que esto así que, finalmente acepto:
-Si esa es la única forma de saciar mi curiosidad- suspiro- creo que aceptaré con gusto su ofrecimiento.
Cuando le comenté, inocentemente, sobre lo bonito que tiene que ser vivir rodeado de algo que tú has creado, empiezo a notar que quizás se ha incomodado. Camina unos pasos más hasta sentarse en un banco. Extrañada, la sigo hasta quedar de pie en frente suya.
Se sincera conmigo. Ahí, sentada en el banco, con las manos entrelazadas y la mirada algo baja, parece demasiado vulnerable. El arte es su punto débil. Quizás lo único que es capaz de desestabilizar a esa férrea mujer. A continuación, me mira fijamente a los ojos. Yo me quedo embelesada unos segundo, escuchándola hablar. Nunca antes había oído una definición tan profunda del arte. Ahora me siento algo culpable por haber sido tan insistente con ese tema. Pero es el que me ha dado la posibilidad de conocer mejor a esa mujer.
-La belleza es demasiado relativa, señorita Catalina- intento que no menosprecie tanto su obra-. Aunque, ahora veo lo importante que son sus creaciones para usted. Siendo yo alguien que es incapaz de crear algo por el estilo, suelo pecar de ignorante, hablando más de la cuenta de aquello que desconozco.
La insinuación que me hace no me sienta demasiado bien. Aún tengo las heridas demasiado recientes. Y creo que ella lo ha notado, quizás intenta arreglar la situación o quizás solo se burla de mí. Su sonrisa pícara la delata. Aún estoy demasiado sensible con este tema y caigo fácilmente en este tipo de bromas.
-Puede que en estos tiempos al lobo le sea más conveniente cazar en manada, para mantenernos seguros de los cazadores que puedan aparecer.
Espero haber conseguido disuadirla de seguir la conversación por ese camino. Aún no es un tema con el que esté cómoda hablando. Liego, seguimos con el tema del paseo. Me dice que ella también es una recién llegada a la ciudad y parece dispuesta de pasar una noche en mi compañía.
-Mmm, veamos- me quedo pensativa, pensando en la clase de sitio al que me gustaría ir-. No sé… algún sitio donde no vaya la gente normal, donde no importen las apariencias y se pueda pasar el tiempo tranquila. ¿Alguna idea?
A continuación, me dice que yo tampoco hablo tanto como le he hecho entender. Creo que solo me lo ha dicho por educación. Como cualquier dama de la corte me gusta cotorrear y cotillear con las demás por desgracia, ese hábito lo traslado inconscientemente a otros ámbitos y hay gente a la que le suele parecer molesto.
-No me gusta hablar de mí misma, he aprendido a desconfiar en cierta medida hasta de mi sombra- le contesto-. Además si me descubro rápidamente, se pierde el misterio y la curiosidad de ir conociendo a la gente. Los libros son más interesantes cuando aún los estás leyendo. Mi información personal es muy valiosa y difícil de conocer.
Cuando le comento que no era muy amiga del café y que prefería otro tipo de bebidas, ella empieza a reír. No creo que sea una persona que se ría por cualquier cosa, al parecer le ha resultado gracioso mi comentario. Aunque también se la notaba quizás algo preocupada por los sitios que yo pudiera frecuentar para tomar algo más que un café.
-No se preocupe- le quité importancia-, a mi edad ya estoy acostumbrada a beber de todo y a estar en todos lados. Además, los ambientes más sórdidos me resultan más divertidos, una nunca sabe qué puede llegar a pasar. Pero no le diré que no si quiere tomar conmigo uno de esos "formalismos".
Esta vez soy yo la que suelta una risita inocente. En alguien más mayor ese tipo de comentarios podrían quedar de mal gusto pero, con mi cuerpo adolescente, no suelen sonar tan mal.
Como pensaba, mi cercanía la incómoda y la hace retroceder un poco hasta que volvemos a estar algo separadas. Y parece que también, mi último intento por conseguir ver una de sus obras no ha salido bien, pero tampoco quedo descontenta con el resultado.
-Vaya, de haberlo sabido, la habría hecho la propuesta contraria. Además no debería menospreciar su arte comparándolo con una servidora.
Pero aun así, parecía que la señorita empezaba a ceder un poco. Me ofreció darme una de sus obras a cambio de una serie de condiciones. Parece que mi insistencia da sus frutos. No creo que pueda conseguir más que esto así que, finalmente acepto:
-Si esa es la única forma de saciar mi curiosidad- suspiro- creo que aceptaré con gusto su ofrecimiento.
Cuando le comenté, inocentemente, sobre lo bonito que tiene que ser vivir rodeado de algo que tú has creado, empiezo a notar que quizás se ha incomodado. Camina unos pasos más hasta sentarse en un banco. Extrañada, la sigo hasta quedar de pie en frente suya.
Se sincera conmigo. Ahí, sentada en el banco, con las manos entrelazadas y la mirada algo baja, parece demasiado vulnerable. El arte es su punto débil. Quizás lo único que es capaz de desestabilizar a esa férrea mujer. A continuación, me mira fijamente a los ojos. Yo me quedo embelesada unos segundo, escuchándola hablar. Nunca antes había oído una definición tan profunda del arte. Ahora me siento algo culpable por haber sido tan insistente con ese tema. Pero es el que me ha dado la posibilidad de conocer mejor a esa mujer.
-La belleza es demasiado relativa, señorita Catalina- intento que no menosprecie tanto su obra-. Aunque, ahora veo lo importante que son sus creaciones para usted. Siendo yo alguien que es incapaz de crear algo por el estilo, suelo pecar de ignorante, hablando más de la cuenta de aquello que desconozco.
La insinuación que me hace no me sienta demasiado bien. Aún tengo las heridas demasiado recientes. Y creo que ella lo ha notado, quizás intenta arreglar la situación o quizás solo se burla de mí. Su sonrisa pícara la delata. Aún estoy demasiado sensible con este tema y caigo fácilmente en este tipo de bromas.
-Puede que en estos tiempos al lobo le sea más conveniente cazar en manada, para mantenernos seguros de los cazadores que puedan aparecer.
Espero haber conseguido disuadirla de seguir la conversación por ese camino. Aún no es un tema con el que esté cómoda hablando. Liego, seguimos con el tema del paseo. Me dice que ella también es una recién llegada a la ciudad y parece dispuesta de pasar una noche en mi compañía.
-Mmm, veamos- me quedo pensativa, pensando en la clase de sitio al que me gustaría ir-. No sé… algún sitio donde no vaya la gente normal, donde no importen las apariencias y se pueda pasar el tiempo tranquila. ¿Alguna idea?
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Noto su movimiento, su intento de ponerse a mi altura y me agrada el hecho de que la conversación fluya y sea interesante para ambas. Que aún desee seguir. Me hace sentir importante, orgullosa de mi misma por lo que una mente perdida y solitaria como la mía puede suscitar en otros.
Vuelve a intentar disculparse aunque la he dejado claro que no me molestaba en absoluto por lo que me obliga a volver a comentarle sobre el mismo tema. No me molesta, prefiero que las cosas queden claras antes de pasar a lo siguiente.
- Creo que sólo nos estamos conociendo y por eso no me molesta - disculpé de nuevo la actitud que al parecer, sólo la desagradaba a ella de si misma - Y es inteligente eso que comenta - me atreví a girarme y encararla durante un momento. Espere a que estuviera cerca para clavar mis ojos en ella fijamente - ¿Cuales son sus secretos? - reí.
Su manera de hablar hacia que, en cierto modo, resultará descarada y eso me gustaba. Estaba claro que aquella vampira no tenía ningún reparó en decir lo que pensaba, sea cual fuera su pensamiento.
- No es que me guste más un sitio que otro, era simplemente una proposicion - le comenté - Los sitios sórdidos son los más divertidos si - le confesé - Es el único lugar donde el ser humano muestra lo que realmente es.
Lo que lleva en su interior y no puede sacar en público - y era cierto, en la mayoría de aquellos sitios se cometían atrocidades y depravaciones sufragadas por el dinero - Pero dado como es usted - la di un repaso de arriba a abajo sin ningún tipo de vergüenza - Seguramente sea víctima de muchas proposiciones de ese tipo a causa de su apariencia joven e inocente - no esperaba que la sentara mal pero tampoco sabía cual era la forma de ser de aquella dama y como se tomaría las cosas.
- De saber la respuesta a todo nunca daríamos una solución equivocada - la dije en respuesta a su resolución - Me alegra que acepte pues es un modo de disfrutar un poco más de la compañía de uno de los míos - la verdad es que a lo mejor era que la compañía era suya y no que fuera sobrenatural. Sea como fuere lo estaba pasando en bien. La noche había cambiado considerablemente - No es ignorancia, sólo son puntos de vista y no la culpo por tener el suyo propio - intenté mitigar su postura, parecía afectada - Además, para cada persona, una misma cosa puede significar cosas diferentes. No está equivocada, yo simplemente he intentado acercarla a como lo veo yo.
Su respuesta a mi explicación de confianza rompe un poco los esquemas. Es más no se muy bien por donde cogerla. Respondo lo que creo que queda más acorde.
- Ojala así fuera... pero aquí cada uno mira por su trasero - luego consciente de la obscenidad, me disculpe - Perdone, no son modales.
Ante donde ir, me pillaba un poco en jaque. Aún así alguna idea me recorría por la mente.
- Yo le diría de acercarnos al cementerio y pasear por allí. Es el único sitio que se me ocurre con todas las condiciones que dice. Si además lo quiere concurrido... tendremos que dejar que el destino de con uno así.
Vuelve a intentar disculparse aunque la he dejado claro que no me molestaba en absoluto por lo que me obliga a volver a comentarle sobre el mismo tema. No me molesta, prefiero que las cosas queden claras antes de pasar a lo siguiente.
- Creo que sólo nos estamos conociendo y por eso no me molesta - disculpé de nuevo la actitud que al parecer, sólo la desagradaba a ella de si misma - Y es inteligente eso que comenta - me atreví a girarme y encararla durante un momento. Espere a que estuviera cerca para clavar mis ojos en ella fijamente - ¿Cuales son sus secretos? - reí.
Su manera de hablar hacia que, en cierto modo, resultará descarada y eso me gustaba. Estaba claro que aquella vampira no tenía ningún reparó en decir lo que pensaba, sea cual fuera su pensamiento.
- No es que me guste más un sitio que otro, era simplemente una proposicion - le comenté - Los sitios sórdidos son los más divertidos si - le confesé - Es el único lugar donde el ser humano muestra lo que realmente es.
Lo que lleva en su interior y no puede sacar en público - y era cierto, en la mayoría de aquellos sitios se cometían atrocidades y depravaciones sufragadas por el dinero - Pero dado como es usted - la di un repaso de arriba a abajo sin ningún tipo de vergüenza - Seguramente sea víctima de muchas proposiciones de ese tipo a causa de su apariencia joven e inocente - no esperaba que la sentara mal pero tampoco sabía cual era la forma de ser de aquella dama y como se tomaría las cosas.
- De saber la respuesta a todo nunca daríamos una solución equivocada - la dije en respuesta a su resolución - Me alegra que acepte pues es un modo de disfrutar un poco más de la compañía de uno de los míos - la verdad es que a lo mejor era que la compañía era suya y no que fuera sobrenatural. Sea como fuere lo estaba pasando en bien. La noche había cambiado considerablemente - No es ignorancia, sólo son puntos de vista y no la culpo por tener el suyo propio - intenté mitigar su postura, parecía afectada - Además, para cada persona, una misma cosa puede significar cosas diferentes. No está equivocada, yo simplemente he intentado acercarla a como lo veo yo.
Su respuesta a mi explicación de confianza rompe un poco los esquemas. Es más no se muy bien por donde cogerla. Respondo lo que creo que queda más acorde.
- Ojala así fuera... pero aquí cada uno mira por su trasero - luego consciente de la obscenidad, me disculpe - Perdone, no son modales.
Ante donde ir, me pillaba un poco en jaque. Aún así alguna idea me recorría por la mente.
- Yo le diría de acercarnos al cementerio y pasear por allí. Es el único sitio que se me ocurre con todas las condiciones que dice. Si además lo quiere concurrido... tendremos que dejar que el destino de con uno así.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
El hecho de que la siga, como pensaba, le agrada. Y a mí también. Nunca pensé que una noche como esta, en la que no pensaba hacer nada especial, encontraría una compañía tan interesante y divertida. A pesar de los años, la vida no deja de sorprenderme. Mi autocompasión parece no gustarle mucho e intenta disculpar mi actitud.
-Me alegra que lo vea de esa manera, es agradable hablar con gente con la que se comparte el punto de vista.
Después de eso, repentinamente se da la vuelta. Me doy cuenta, justo antes de chocarme con ella por segunda vez. Alzo la vista para ver qué pasa y me la encuentro mirándome fijamente a los ojos. Al principio no reacciono, pero cuando me habla, me sobresalto, soltando un grito sordo y retrocediendo un poco.
-Si quiere saberlos, deberá esforzarse- le insinuó cuando me hago consciente de la situación.
Esta mujer me sorprende. A la gente en general no les suele gustar mi manera de hablar. Suelo ser demasiado… directa. Sin filtros sociales, que el tiempo se ha tomado la molestia de retirar. Yo solo hablo con formalismos cuando quiero conseguir algo, y este no era el caso. Mi único objetivo era pasar una velada tranquila con la persona que acababa de conocer.
-Tengo que darle la razón. Solo en ese tipo de circunstancias los humanos muestran su naturaleza reprimida por esta sociedad. Es bueno saber hasta qué punto puede llegar la retorcida mente humana. Y luego nos llaman monstruos a nosotros- suspiro.
Mientras hablamos, noto como son su mirada empieza a examinarme. Me siento observada y, en cierta medida, me molesta. Con las manos intento taparme para estar más resguardada de su mirada. Un gesto que hasta yo considero estúpido, era imposible taparme más de lo que ya lo hacían los vestidos excesivamente recatados de la época.
-Lo crea o no, mi aspecto me ha ayudado a llegar a sitios que muchos ni podrían imaginar. Aunque no le voy a negar que en muchas ocasiones me han propuesto muchas cosas inimaginables. En esos ambientes, no muchos pueden resistirse a una cara bonita.
Su último comentario sobre mi apariencia me agrada. Mi narcisismo me controla casi todo el tiempo y no puedo negar que me siento orgullosa cuando alguien remarca aspectos positivos de mi apariencia.
-No tiene por qué disculparse- le digo-. En un contexto como este, creo que ese tipo de vocablos están más que permitidos.
Dada la descripción que le di, nunca hubiera imaginado que me propusiera ir al cementerio de la ciudad. Pero la idea no me desagradaba, sentía cierta curiosidad por cómo serían los cementerios franceses.
-Me parece una buena idea, creo que es un lugar un tanto interesante.
A continuación, hago un gesto con la mano, indicándole que me muestre el camino hasta nuestro nuevo destino.
-Me alegra que lo vea de esa manera, es agradable hablar con gente con la que se comparte el punto de vista.
Después de eso, repentinamente se da la vuelta. Me doy cuenta, justo antes de chocarme con ella por segunda vez. Alzo la vista para ver qué pasa y me la encuentro mirándome fijamente a los ojos. Al principio no reacciono, pero cuando me habla, me sobresalto, soltando un grito sordo y retrocediendo un poco.
-Si quiere saberlos, deberá esforzarse- le insinuó cuando me hago consciente de la situación.
Esta mujer me sorprende. A la gente en general no les suele gustar mi manera de hablar. Suelo ser demasiado… directa. Sin filtros sociales, que el tiempo se ha tomado la molestia de retirar. Yo solo hablo con formalismos cuando quiero conseguir algo, y este no era el caso. Mi único objetivo era pasar una velada tranquila con la persona que acababa de conocer.
-Tengo que darle la razón. Solo en ese tipo de circunstancias los humanos muestran su naturaleza reprimida por esta sociedad. Es bueno saber hasta qué punto puede llegar la retorcida mente humana. Y luego nos llaman monstruos a nosotros- suspiro.
Mientras hablamos, noto como son su mirada empieza a examinarme. Me siento observada y, en cierta medida, me molesta. Con las manos intento taparme para estar más resguardada de su mirada. Un gesto que hasta yo considero estúpido, era imposible taparme más de lo que ya lo hacían los vestidos excesivamente recatados de la época.
-Lo crea o no, mi aspecto me ha ayudado a llegar a sitios que muchos ni podrían imaginar. Aunque no le voy a negar que en muchas ocasiones me han propuesto muchas cosas inimaginables. En esos ambientes, no muchos pueden resistirse a una cara bonita.
Su último comentario sobre mi apariencia me agrada. Mi narcisismo me controla casi todo el tiempo y no puedo negar que me siento orgullosa cuando alguien remarca aspectos positivos de mi apariencia.
-No tiene por qué disculparse- le digo-. En un contexto como este, creo que ese tipo de vocablos están más que permitidos.
Dada la descripción que le di, nunca hubiera imaginado que me propusiera ir al cementerio de la ciudad. Pero la idea no me desagradaba, sentía cierta curiosidad por cómo serían los cementerios franceses.
-Me parece una buena idea, creo que es un lugar un tanto interesante.
A continuación, hago un gesto con la mano, indicándole que me muestre el camino hasta nuestro nuevo destino.
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
- ¿Punto de vista? - exclamé - Creo que más bien sólo son modelos de vida: Hay gente que prefiere ser la persona que explica y gente que prefiere escuchar. Me gusta escuchar y más si es alguien desconocido con historias nuevas - luego además, haciendo referencia a los años de vida que se suponía tenía o al menos yo suponía que eran superiores a los míos - Además, seguro que con vos podría pasar noches enteras escuchando nada más y viendo lo rica que ha sido su vida desde que su madre la trajo al mundo hasta el día de hoy - luego ya, metida como estaba en aquello, me atreví a preguntar - Si no es indiscreción ¿Cuál es su edad?.
Cuando se sobresalta ante mi cambio brusco de parecer, sonrío. Al parecer estábamos jugando. Ambas habíamos cogido una soga y cada una tiraba de su lado intentando atraerla hacía su tela de araña. Aquella mirada juvenil era muy pícara, se notaba que estaba acostumbrada a esos juegos, el problema es que yo pasaba demasiado tiempo sola y eso menguaba mis capacidades frente a una experta.
- Veo que ahora se han cambiado las tornas - le contesté - Ahora me va a tocar a mi sacar mis cartas para poder conseguir algo de vos - seguí diciendo - Veremos a ver que puedo encontrar que le llame lo suficiente la atención...
Cuando hablamos de la naturaleza de la raza humana, no puedo negar que tenga razón. No obstante, dista demasiado de mi punto de vista.
- Difiero en lo que dice en algunos puntos. En principio: si, somos monstruos. Al menos yo me considero como tal - hago una pausa - Los años hacen que, gustos que en principios son inocuos, se tuerzan hasta niveles realmente sangrientos y alocados - obviamente me refería a como había cambiado el arte para mi conforme habían pasado los años - Yo siempre lo achaco a que nuestra sed y nuestra obligada violencia para subsistir, nos hace llegar hasta esos extremos.
Veo como intenta taparse, ocultar su cuerpo a mi mirada. Intentar tapar aquellos atributos con los que había alcanzado su desarrollo como mujer y de los cuales hacía gala. ¿Lo haría también con los hombres?¿O sólo es que se sentía avergonzada por el hecho de que una mujer se fijara en ellos al igual que lo podía hacer un varón? En cualquier caso, aquella muestra de recato. Hizo que resultara más agradable mirarla, más dulce. Por un momento, se pasó por mi cabeza la misma imagen del mármol, con su piel tersa y libre de telas, cubriéndose ahora para que mis ojos no fueran luces hambrientas de carne.
- No lo dudo. Lo que me extraña es que no cargue con más muertes a sus espaldas simplemente por el hecho de negarse a esas proposiciones ¿O acaso las acepta? - le pregunté directamente. Sabía que era un paso más en aquella recién formada relación, que quizás avanzaba muy deprisa en la confianza y pedía respuestas que no se darían ni a un amigo con el que llevaras compartiendo siglos. Pero nada me impedía preguntarlas.
Luego, aunque acepta mi propuesta, parece algo disgustada. Entiendo que no era lo que tenía en mente pero, de haber querido otra cosa, lo hubiera propuesto. Al menos así lo entendía yo.
La indiqué el camino para que me siguiera, un paso por detrás, siempre llevando el liderazgo en aquel encuentro. Me gustaba controlar y me gustaba que los demás cedieran a ese control. Quizás era estúpido o completamente fantasioso, pero era algo que se había arraigado a mi carácter conforme habían pasado los años.
El cementerio era enorme. Tenía unos muros con verjas que ascendían por encima de los dos metros. Además disponía de una puerta de hierro que estaba ligeramente abierta, moviéndose al compás del viento y emitiendo un sonido chirriante, errático pero constante. Llegué a la puerta y la empujé haciendo el sonido tan agudo que casi daba grima el escucharlo tan de seguido. Más allá, sólo lápidas y oscuridad, silencio y muerte.
Cuando se sobresalta ante mi cambio brusco de parecer, sonrío. Al parecer estábamos jugando. Ambas habíamos cogido una soga y cada una tiraba de su lado intentando atraerla hacía su tela de araña. Aquella mirada juvenil era muy pícara, se notaba que estaba acostumbrada a esos juegos, el problema es que yo pasaba demasiado tiempo sola y eso menguaba mis capacidades frente a una experta.
- Veo que ahora se han cambiado las tornas - le contesté - Ahora me va a tocar a mi sacar mis cartas para poder conseguir algo de vos - seguí diciendo - Veremos a ver que puedo encontrar que le llame lo suficiente la atención...
Cuando hablamos de la naturaleza de la raza humana, no puedo negar que tenga razón. No obstante, dista demasiado de mi punto de vista.
- Difiero en lo que dice en algunos puntos. En principio: si, somos monstruos. Al menos yo me considero como tal - hago una pausa - Los años hacen que, gustos que en principios son inocuos, se tuerzan hasta niveles realmente sangrientos y alocados - obviamente me refería a como había cambiado el arte para mi conforme habían pasado los años - Yo siempre lo achaco a que nuestra sed y nuestra obligada violencia para subsistir, nos hace llegar hasta esos extremos.
Veo como intenta taparse, ocultar su cuerpo a mi mirada. Intentar tapar aquellos atributos con los que había alcanzado su desarrollo como mujer y de los cuales hacía gala. ¿Lo haría también con los hombres?¿O sólo es que se sentía avergonzada por el hecho de que una mujer se fijara en ellos al igual que lo podía hacer un varón? En cualquier caso, aquella muestra de recato. Hizo que resultara más agradable mirarla, más dulce. Por un momento, se pasó por mi cabeza la misma imagen del mármol, con su piel tersa y libre de telas, cubriéndose ahora para que mis ojos no fueran luces hambrientas de carne.
- No lo dudo. Lo que me extraña es que no cargue con más muertes a sus espaldas simplemente por el hecho de negarse a esas proposiciones ¿O acaso las acepta? - le pregunté directamente. Sabía que era un paso más en aquella recién formada relación, que quizás avanzaba muy deprisa en la confianza y pedía respuestas que no se darían ni a un amigo con el que llevaras compartiendo siglos. Pero nada me impedía preguntarlas.
Luego, aunque acepta mi propuesta, parece algo disgustada. Entiendo que no era lo que tenía en mente pero, de haber querido otra cosa, lo hubiera propuesto. Al menos así lo entendía yo.
La indiqué el camino para que me siguiera, un paso por detrás, siempre llevando el liderazgo en aquel encuentro. Me gustaba controlar y me gustaba que los demás cedieran a ese control. Quizás era estúpido o completamente fantasioso, pero era algo que se había arraigado a mi carácter conforme habían pasado los años.
El cementerio era enorme. Tenía unos muros con verjas que ascendían por encima de los dos metros. Además disponía de una puerta de hierro que estaba ligeramente abierta, moviéndose al compás del viento y emitiendo un sonido chirriante, errático pero constante. Llegué a la puerta y la empujé haciendo el sonido tan agudo que casi daba grima el escucharlo tan de seguido. Más allá, sólo lápidas y oscuridad, silencio y muerte.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
-No estoy muy segura de que le gusten mis historias- le digo humildemente-, puede que sean demasiado movidas para alguien tan tranquila como usted. No intento ofenderla, por supuesto.- intento disculpar mi algo desafortunada respuesta- Pero no me importaría contarle alguna de mis aventuras.
Ahora me pregunta por mi edad. Quizás desconfía de que le dijera que soy mayor que ella. No me gusta mucho decirle mi edad a nadie. Eso estropea mi imagen juvenil.
-¿Cuántos cree que tengo?- le respondo con voz cantarina.
Quiero saber qué edad cree que tengo. Las dos sabemos que, obviamente no tengo la edad que a aparento, pero tengo curiosidad por saber cuántos años aparento para los inmortales.
Mi sobresalto parece…¿impresionarla? Quizás no se esperaba ese tipo de reacción por mi parte. Es la reacción normal que se tiene cuando se asusta. La reacción que debería tener una joven de mi edad, la reacción que he aprendido a tener casi inconscientemente. Después de esa primera impresión, parece divertida con mi reacción. La señorita Catalina se estaba convirtiendo en una parte más activa de este divertido juego en el que, si vacilas, pierdes.
-Vaya, no sé qué es lo que querría conseguir de mí- le contesto mirando al cielo, haciéndome la despistada- Le deseo suerte con su búsqueda.
Mi tono pícaro tiene la intención de molestarla un poco. Para recuperar mi antigua posición en aquella entretenida conversación. Pero, por desgracia, me doy cuenta de que hay temas en los que no estamos completamente de acuerdo.
-Puede que usted se considere a sí misma un monstruo, pero yo no lo veo así- intento explicar mi forma de ver la vida-. Muchos nos consideran monstruos solo por el hecho de querer sobrevivir. Solo por querer alimentarnos. No somos tan distintos a los humanos. Ellos también matan, cazan y en ocasiones torturan a su futuro alimento. Solo temen que su posición en la cumbre de la evolución se tambalee por otra especie. Eso es lo que descubrí cuando renuncié a mi humanidad- me para unos segundos, haciendo un resumen de mi vida en mi mente-. Aunque, como todo, también hay excepciones.
Mi inútil intento de taparme de su mirada felina, creo que ha tenido el efecto contrario. No es que no estuviera acostumbrada a ese tipo de miradas, pero lo que no acostumbraba era a que esas miradas me las dedicaran mujeres. Solía ser yo la más atrevida a la hora de tratar con el sexo femenino. Esa mirada me pilló desprevenida.
-No he aceptado todas las proposiciones que me han hecho, ni tampoco las he rechazado todas- contesto con picardía.
Después, empezamos nuestra marcha hacia el cementerio. No sé dónde está, así que dejé que ella me guiara. Cuando por fin llegamos, me quedé fascinada. Una gran planicie sembrada de tumbas, se podía ver desde la verja de la entrada. La puerta se abrió y pude ver más claramente aquél panorama de muerte, la preciosa muerte.
Ahora me pregunta por mi edad. Quizás desconfía de que le dijera que soy mayor que ella. No me gusta mucho decirle mi edad a nadie. Eso estropea mi imagen juvenil.
-¿Cuántos cree que tengo?- le respondo con voz cantarina.
Quiero saber qué edad cree que tengo. Las dos sabemos que, obviamente no tengo la edad que a aparento, pero tengo curiosidad por saber cuántos años aparento para los inmortales.
Mi sobresalto parece…¿impresionarla? Quizás no se esperaba ese tipo de reacción por mi parte. Es la reacción normal que se tiene cuando se asusta. La reacción que debería tener una joven de mi edad, la reacción que he aprendido a tener casi inconscientemente. Después de esa primera impresión, parece divertida con mi reacción. La señorita Catalina se estaba convirtiendo en una parte más activa de este divertido juego en el que, si vacilas, pierdes.
-Vaya, no sé qué es lo que querría conseguir de mí- le contesto mirando al cielo, haciéndome la despistada- Le deseo suerte con su búsqueda.
Mi tono pícaro tiene la intención de molestarla un poco. Para recuperar mi antigua posición en aquella entretenida conversación. Pero, por desgracia, me doy cuenta de que hay temas en los que no estamos completamente de acuerdo.
-Puede que usted se considere a sí misma un monstruo, pero yo no lo veo así- intento explicar mi forma de ver la vida-. Muchos nos consideran monstruos solo por el hecho de querer sobrevivir. Solo por querer alimentarnos. No somos tan distintos a los humanos. Ellos también matan, cazan y en ocasiones torturan a su futuro alimento. Solo temen que su posición en la cumbre de la evolución se tambalee por otra especie. Eso es lo que descubrí cuando renuncié a mi humanidad- me para unos segundos, haciendo un resumen de mi vida en mi mente-. Aunque, como todo, también hay excepciones.
Mi inútil intento de taparme de su mirada felina, creo que ha tenido el efecto contrario. No es que no estuviera acostumbrada a ese tipo de miradas, pero lo que no acostumbraba era a que esas miradas me las dedicaran mujeres. Solía ser yo la más atrevida a la hora de tratar con el sexo femenino. Esa mirada me pilló desprevenida.
-No he aceptado todas las proposiciones que me han hecho, ni tampoco las he rechazado todas- contesto con picardía.
Después, empezamos nuestra marcha hacia el cementerio. No sé dónde está, así que dejé que ella me guiara. Cuando por fin llegamos, me quedé fascinada. Una gran planicie sembrada de tumbas, se podía ver desde la verja de la entrada. La puerta se abrió y pude ver más claramente aquél panorama de muerte, la preciosa muerte.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
- No siempre resulto tan aburrida - la respondo a su comentario arrugando un poco el gesto en mi frente - Hay noches que podría llegar a sorprenderla. Quizás hoy no sea esa noche - continuo diciendo - De todos modos si me gustaría escuchar alguna de esas historias que tiene para contar - digo finalmente.
La pregunta de su edad me hace vacilar. Era difícil saber a ciencia cierta la edad de otro sobrenatural, no era un valor concreto, no te crecía una marca cada vez que cumplías un siglo. Sólo podía barajar números y esperar que esos se asemejaran en algo a la realidad.
- Difícil pregunta... - siempre me habían dicho que lo único que envejece o más bien evoluciona son nuestros ojos. La miré a los ojos y los suyos eran más ancianos que los míos, había visto más en su camino. Aún así, decir un valor era completamente incierto - ¿Quinientos años? Entienda que no puedo aventurar una cifra más concreta sin conocer más cosas de su pasado - me disculpé.
- Me resulta interesante. Pero se que tiene más cosas ahí que no me muestra. Llegar hasta ellas puede que me resulte atrayente - la respondo revelando las cartas. No tenía nada que ocultar - Todos tenemos algo que nos hace ceder más allá de lo normal. En su caso creo que le pierde la curiosidad...
Hablando de nuestra naturaleza, al parecer existen discrepancias, diferentes puntos de vista. Su postura es perfectamente válida y entendible aunque, a mi juicio peca en algo.
- Tiene razón. Al igual que la raza humana, lo único que hacemos es sobrevivir, noche tras noche - ahora es cuando venía el punto donde se ampliaban nuestras distancias - Pero nosotros no seguimos un ciclo, hemos transcendido de algo que en teoría es el fin. Somos sobrenaturales y eso ya de por si, nos hace diferentes - ahora le explicaría el porque nos consideraba monstruos - A los ojos de aquellos que tienen razón y siembran la faz de la tierra somos monstruos. Algunos no nos ven así, pero la inmensa mayoría si lo hace. Si ellos lo piensan ¿Será así no? otra cosa es que sea malo ser un monstruo - y para terminar aquella exposición - También debe pensar en la facilidad que tienen de llamar a algo monstruo. Hace que... pierda un poco el sentido.
Mi mirada y mi pregunta la incomoda. He mirado a mujeres así en muchas ocasiones, unas con intenciones claras y otras como un mero juego de seducción, un tira y afloja en el cual se demuestra que se está dispuesto a dar y que se piensa de la otra persona. Era atractiva y no lo negaría y seguramente quedaría perfecta posando para un lienzo de los míos. No obstante no estábamos en eso, ella jugaba y yo jugaba, era un juego común. Ahora me tocaban a mis los gestos y a ella las palabras... inciertas.
- Ya veo que no piensa soltar ninguna prenda más, las respuestas ambiguas no se consideran como tal ¿Lo sabe? es algo así como responder a una pregunta con otra.
Camino por el cementerio unos pasos hasta llegar a un panteón. La puerta está ligeramente entornada y se abre con facilidad, aunque emitiendo un gemido lastimero que parecía provenir directamente desde las profundidades del infierno. Unos escalones fríos llevan a un sótano gobernado por un ataúd de piedra en el centro y seis nichos en hilera, formando un circulo hechos en la pared. Cuatro gárgolas se apostan entre el techo y la pared observando el preciado lecho que sigue en el centro.
- Aquí suelo venir a pensar - le informo - Me calma.
La pregunta de su edad me hace vacilar. Era difícil saber a ciencia cierta la edad de otro sobrenatural, no era un valor concreto, no te crecía una marca cada vez que cumplías un siglo. Sólo podía barajar números y esperar que esos se asemejaran en algo a la realidad.
- Difícil pregunta... - siempre me habían dicho que lo único que envejece o más bien evoluciona son nuestros ojos. La miré a los ojos y los suyos eran más ancianos que los míos, había visto más en su camino. Aún así, decir un valor era completamente incierto - ¿Quinientos años? Entienda que no puedo aventurar una cifra más concreta sin conocer más cosas de su pasado - me disculpé.
- Me resulta interesante. Pero se que tiene más cosas ahí que no me muestra. Llegar hasta ellas puede que me resulte atrayente - la respondo revelando las cartas. No tenía nada que ocultar - Todos tenemos algo que nos hace ceder más allá de lo normal. En su caso creo que le pierde la curiosidad...
Hablando de nuestra naturaleza, al parecer existen discrepancias, diferentes puntos de vista. Su postura es perfectamente válida y entendible aunque, a mi juicio peca en algo.
- Tiene razón. Al igual que la raza humana, lo único que hacemos es sobrevivir, noche tras noche - ahora es cuando venía el punto donde se ampliaban nuestras distancias - Pero nosotros no seguimos un ciclo, hemos transcendido de algo que en teoría es el fin. Somos sobrenaturales y eso ya de por si, nos hace diferentes - ahora le explicaría el porque nos consideraba monstruos - A los ojos de aquellos que tienen razón y siembran la faz de la tierra somos monstruos. Algunos no nos ven así, pero la inmensa mayoría si lo hace. Si ellos lo piensan ¿Será así no? otra cosa es que sea malo ser un monstruo - y para terminar aquella exposición - También debe pensar en la facilidad que tienen de llamar a algo monstruo. Hace que... pierda un poco el sentido.
Mi mirada y mi pregunta la incomoda. He mirado a mujeres así en muchas ocasiones, unas con intenciones claras y otras como un mero juego de seducción, un tira y afloja en el cual se demuestra que se está dispuesto a dar y que se piensa de la otra persona. Era atractiva y no lo negaría y seguramente quedaría perfecta posando para un lienzo de los míos. No obstante no estábamos en eso, ella jugaba y yo jugaba, era un juego común. Ahora me tocaban a mis los gestos y a ella las palabras... inciertas.
- Ya veo que no piensa soltar ninguna prenda más, las respuestas ambiguas no se consideran como tal ¿Lo sabe? es algo así como responder a una pregunta con otra.
Camino por el cementerio unos pasos hasta llegar a un panteón. La puerta está ligeramente entornada y se abre con facilidad, aunque emitiendo un gemido lastimero que parecía provenir directamente desde las profundidades del infierno. Unos escalones fríos llevan a un sótano gobernado por un ataúd de piedra en el centro y seis nichos en hilera, formando un circulo hechos en la pared. Cuatro gárgolas se apostan entre el techo y la pared observando el preciado lecho que sigue en el centro.
- Aquí suelo venir a pensar - le informo - Me calma.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Como me suele pasar, en ocasiones peco de demasiado directa. Eso suele molestar a la gente y parece que este es uno de estos casos. No quiero ofenderla e intento arreglar mi metedura de pata como mejor puedo.
-No quería que lo entendiera de esa forma- hago una pequeña reverencia de disculpas-, solo me refería a que pienso que tenemos distintos estilos de vida. Además, me gustaría que llegara a sorprenderme alguna noche, a cambio, le contaría gustosa alguna de mis historias.
La pregunta de mi edad, la pilla desprevenida. Sé que es una pregunta demasiado difícil, pero quiero saber cuántos años aparento para ella. Como era de esperar, falló la cifra, pero no me molestó. Si hubiera dicho que tenía más años me lo habría tomado de otra manera.
-Me temo que no ha acertado. Pero no es que me sorprenda, no somos muchos los que llegamos a vivir nueve siglos. Aunque me alegra que me eche menos años de los que realmente tengo.
-Como le he dicho, soy una mujer que le gusta tener algunos secretos. Y tiene razón, puede que mi curiosidad sea la causante de que ceda a alguna de las proposiciones que quiera hacerme.
Mi discursito sobre los vampiros no pareció convencerla mucho. No es de las personas que esté de acuerdo con la existencia de los vampiros, a pesar de ser uno de ellos. No la culpo, muchos de los nuestros sufren mucho durante su eternidad y desearían no haberse convertido en “monstruos”
-Bueno, si para usted, la palabra monstruo no es negativa, las cosas cambian bastante. Es cierto que nos encontramos en un estado que la lógica humana no es capaz de concebir, pero yo creo que se nos ha concedido un don, una segunda oportunidad. Sea como sea como la hemos conseguido, lo veo como una especie de redención, de vivir una vida distinta, en mi caso, mejor.
Mis respuestas no parecen convencerla. Son ambiguas, lo sé, pero no me gusta poner las cosas fáciles.
-Suelo responder así como algo natural. Pero si quiere saber qué clase de proposiciones indecentes he aceptado a lo largo de mi vida, no tiene más que preguntar.
Sus pasos nos guían hasta un gran panteón, que me quedo mirando, quizás, demasiado tiempo.
-Es precioso.
El sonido de la puerta abriéndose, me saca de mi trance. Acelero el paso hasta acercarme más. Bajamos unas escaleras que me parecen eternas. Cualquiera diría que estamos bajando al mismísimo infierno, lugar donde deberíamos estar. Al llegar al final, un majestuoso ataúd de piedra nos dio la bienvenida a aquella perturbadora y a la vez preciosa estancia, rodeada por nichos y custodiada por fieles gárgolas.
-Es un sitio precioso- le contesto-. Perfecto para cuando uno quiere estar solo y meditar.
Mientras hablo, me acerco a aquel gran sarcófago. Intentando adivinar qué clase de persona estaría allí dentro, si es que había alguien. Me quité el guante derecho y acaricié la fría piedra que tapaba el ataúd.
-¿A quién pertenece este panteón?
-No quería que lo entendiera de esa forma- hago una pequeña reverencia de disculpas-, solo me refería a que pienso que tenemos distintos estilos de vida. Además, me gustaría que llegara a sorprenderme alguna noche, a cambio, le contaría gustosa alguna de mis historias.
La pregunta de mi edad, la pilla desprevenida. Sé que es una pregunta demasiado difícil, pero quiero saber cuántos años aparento para ella. Como era de esperar, falló la cifra, pero no me molestó. Si hubiera dicho que tenía más años me lo habría tomado de otra manera.
-Me temo que no ha acertado. Pero no es que me sorprenda, no somos muchos los que llegamos a vivir nueve siglos. Aunque me alegra que me eche menos años de los que realmente tengo.
-Como le he dicho, soy una mujer que le gusta tener algunos secretos. Y tiene razón, puede que mi curiosidad sea la causante de que ceda a alguna de las proposiciones que quiera hacerme.
Mi discursito sobre los vampiros no pareció convencerla mucho. No es de las personas que esté de acuerdo con la existencia de los vampiros, a pesar de ser uno de ellos. No la culpo, muchos de los nuestros sufren mucho durante su eternidad y desearían no haberse convertido en “monstruos”
-Bueno, si para usted, la palabra monstruo no es negativa, las cosas cambian bastante. Es cierto que nos encontramos en un estado que la lógica humana no es capaz de concebir, pero yo creo que se nos ha concedido un don, una segunda oportunidad. Sea como sea como la hemos conseguido, lo veo como una especie de redención, de vivir una vida distinta, en mi caso, mejor.
Mis respuestas no parecen convencerla. Son ambiguas, lo sé, pero no me gusta poner las cosas fáciles.
-Suelo responder así como algo natural. Pero si quiere saber qué clase de proposiciones indecentes he aceptado a lo largo de mi vida, no tiene más que preguntar.
Sus pasos nos guían hasta un gran panteón, que me quedo mirando, quizás, demasiado tiempo.
-Es precioso.
El sonido de la puerta abriéndose, me saca de mi trance. Acelero el paso hasta acercarme más. Bajamos unas escaleras que me parecen eternas. Cualquiera diría que estamos bajando al mismísimo infierno, lugar donde deberíamos estar. Al llegar al final, un majestuoso ataúd de piedra nos dio la bienvenida a aquella perturbadora y a la vez preciosa estancia, rodeada por nichos y custodiada por fieles gárgolas.
-Es un sitio precioso- le contesto-. Perfecto para cuando uno quiere estar solo y meditar.
Mientras hablo, me acerco a aquel gran sarcófago. Intentando adivinar qué clase de persona estaría allí dentro, si es que había alguien. Me quité el guante derecho y acaricié la fría piedra que tapaba el ataúd.
-¿A quién pertenece este panteón?
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Las palabras a veces hacían que las conversaciones fueran más difíciles. En ocasiones, me había bastado con miradas para que la gente supiera lo que estaba pensando. Esta vez, sin embargo, nos estábamos aturullando de algún modo extraño sólo con hablar.
- No estoy ofendida, no quería decir eso. Es un concepto que tengo yo de mi misma. Quizás sea por la soledad que tanto tiempo he acuciado en mi vida o simplemente que mi forma de ser ha cambiado con el paso de los tiempos, convirtiéndome en una persona ermitaña. Pero no, para nada me estaba quejando de lo que decía. Como dice son sólo estilos de vida diferentes - luego sonreí para mostrar que realmente no tenía en cuenta nada de eso - Si, quizás si continuamos viéndonos en otra ocasión, pueda sorprenderla.
Me sorprendí aún más por la edad que tenía en realidad. nueve siglos era mucho tiempo, triplicaba la edad que yo tenía. Realmente aquella dama había vivido bastante más que yo y tendría muchísimas más cosas que contar que las que podía intentar mostrarle yo.
- Era difícil acertar si, me alegro de no haberme pasado si agradece que le echen menos años - contesté - La verdad es que me hubiera gustado vivir más, tener más experiencias del mundo y como este ha ido evolucionando con el paso del tiempo - seguí diciendo - En mi vida, he dedicado bastante tiempo a leer y la verdad es que pasar tanto tiempo entre letras me ha despertado bastante curiosidad por tiempos pasados, sobretodo por la edad media ¿Cómo se vivió?
La verdad es que escucharla hablar de nosotros con un punto de vista tan optimista era casi un alivio. Daba la impresión que, si se lo proponía, llegaría incluso a convencerme para que lo viera como un don. No es que no lo viera como tal, pero es que había días para todo.
- ¿Porqué dice que en su caso mejor? - entendía que había algo más ahí y que seguramente no deseara contármelo. Pero no perdía nada por preguntarlo.
Parecía que aquel juego de flirteo no nos iba a llevar a ningún lado. Ambas éramos dos mujeres gustosas de llevar el control de la situación y, hablar de ello, sólo hacía que el cetro de poder pasara de una mano a otra, no llegaríamos a ningún lado sin que una diera su brazo a torcer y, aquella noche, no sería yo quien le daría ese privilegio.
- Ya hablaremos más adelante de concesiones dadas, cuando el tema vuelva a surgir. Quizás esta noche sea más importante conocer otros aspectos nuestros, saber más de la otra si pretendemos continuar con esta relación - algo que no forzaría si es que no lo deseaba mi compañera.
Hablar de aquel panteón era retomar tiempo atrás, a un día en concreto, a una noche.
- Hablar de este lugar es hablar del pasado - comencé con mi explicación mientras observaba como tocaba la piedra fría del ataúd - Habla de un héroe español caído en desgracia. Un líder militar que luchó con honor hasta la extenuación contra los invasores musulmanes. Un hombre que fue exiliado de sus propias tierras y arrojado lejos por sus pecados. Ese hombre fue el que me convirtió años después, el que me dio este aliento inmortal que aún hoy me mantiene en este mundo. Mi padre - la confesé - Cuando tuve que huir, vine a buscarle aquí con la esperanza de encontrarle. Aún sigo viniendo con esa esperanza - caminé por los nichos de la pared - Estos, en teoría, pertenecen a sus familiares. Y si están ocupados.
- No estoy ofendida, no quería decir eso. Es un concepto que tengo yo de mi misma. Quizás sea por la soledad que tanto tiempo he acuciado en mi vida o simplemente que mi forma de ser ha cambiado con el paso de los tiempos, convirtiéndome en una persona ermitaña. Pero no, para nada me estaba quejando de lo que decía. Como dice son sólo estilos de vida diferentes - luego sonreí para mostrar que realmente no tenía en cuenta nada de eso - Si, quizás si continuamos viéndonos en otra ocasión, pueda sorprenderla.
Me sorprendí aún más por la edad que tenía en realidad. nueve siglos era mucho tiempo, triplicaba la edad que yo tenía. Realmente aquella dama había vivido bastante más que yo y tendría muchísimas más cosas que contar que las que podía intentar mostrarle yo.
- Era difícil acertar si, me alegro de no haberme pasado si agradece que le echen menos años - contesté - La verdad es que me hubiera gustado vivir más, tener más experiencias del mundo y como este ha ido evolucionando con el paso del tiempo - seguí diciendo - En mi vida, he dedicado bastante tiempo a leer y la verdad es que pasar tanto tiempo entre letras me ha despertado bastante curiosidad por tiempos pasados, sobretodo por la edad media ¿Cómo se vivió?
La verdad es que escucharla hablar de nosotros con un punto de vista tan optimista era casi un alivio. Daba la impresión que, si se lo proponía, llegaría incluso a convencerme para que lo viera como un don. No es que no lo viera como tal, pero es que había días para todo.
- ¿Porqué dice que en su caso mejor? - entendía que había algo más ahí y que seguramente no deseara contármelo. Pero no perdía nada por preguntarlo.
Parecía que aquel juego de flirteo no nos iba a llevar a ningún lado. Ambas éramos dos mujeres gustosas de llevar el control de la situación y, hablar de ello, sólo hacía que el cetro de poder pasara de una mano a otra, no llegaríamos a ningún lado sin que una diera su brazo a torcer y, aquella noche, no sería yo quien le daría ese privilegio.
- Ya hablaremos más adelante de concesiones dadas, cuando el tema vuelva a surgir. Quizás esta noche sea más importante conocer otros aspectos nuestros, saber más de la otra si pretendemos continuar con esta relación - algo que no forzaría si es que no lo deseaba mi compañera.
Hablar de aquel panteón era retomar tiempo atrás, a un día en concreto, a una noche.
- Hablar de este lugar es hablar del pasado - comencé con mi explicación mientras observaba como tocaba la piedra fría del ataúd - Habla de un héroe español caído en desgracia. Un líder militar que luchó con honor hasta la extenuación contra los invasores musulmanes. Un hombre que fue exiliado de sus propias tierras y arrojado lejos por sus pecados. Ese hombre fue el que me convirtió años después, el que me dio este aliento inmortal que aún hoy me mantiene en este mundo. Mi padre - la confesé - Cuando tuve que huir, vine a buscarle aquí con la esperanza de encontrarle. Aún sigo viniendo con esa esperanza - caminé por los nichos de la pared - Estos, en teoría, pertenecen a sus familiares. Y si están ocupados.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Su sonrisa después de mi disculpa me calma bastante. Aunque me da la sensación de que mis repetidas disculpas de alguna forma la molestan. Pero tengo la mala costumbre de querer estar a bien con la gente con la que quiero tener una buena relación
-Me gustaría que me sorprendiera- contesto risueña.
Como es normal, mi edad le sorprende. Se lo dije, no hay muchos seres que tengan una edad parecida a la mía. Eso de llegar al siglo tampoco me llama mucho, suena a demasiado vieja. Por ahora con novecientos soy feliz.
-Todo a su tiempo, señorita- le contesto cuando me confiesa que le hubiera gustado vivir más tiempo-. Ahora tiene la oportunidad de vivir muchas cosas y poder ver usted misma como evolucionara el mundo a partir de este momento. Por supuesto que he vivido la Edad Media, es una época que he vivido tanto como humana como como vampira. Me dejó aprender lo diferente que es una época depende del punto de vista del que la vivas. Aunque tampoco hay mucha diferencia con estos tiempos: siempre ha habido gobernantes y gobernados. Siempre ha habido personas que han vivido vidas de lujo a costa de otros. Pero fue una época muy ilustrativa, no se lo voy a negar, si vivías en la corte claro. Pero también fueron tiempos duros, las cazas de brujas no solo se reducían a las hechiceras. Cualquier ser que consideraban “pecaminoso” era objetivo de semejante purga. Muchos cayeron en aquel entonces. No creo que la humanidad haya cambiado tanto en estos novecientos años.
Bajo la mirada apenada. Recordando aquella época. Yo era tan inocente, joven e inexperta. No sabía lo que realmente pasaba en el mundo de las sombras y tuve que ver morir a muchos seres queridos. Quizás aquello me hizo ser más fuerte, más independiente.
Aquella pregunta me devuelve a la realidad. Soy demasiado despistada últimamente. Creo que he hablado demasiado y ahora tengo que salir de esta como sea. Quizás, siendo sincera por una vez.
-Solo que…-dudo- mi vida como humana no era lo que yo esperaba- miro al cielo como buscando respuestas, recordando mi pasado-. Para mí, la inmortalidad fue un regalo que me permitió ser como yo quería ser.
Mis respuestas vacías la hacen declinar el continuar la conversación de las actividades que había en locales poco recomendados para señoritas de mi “edad”.
Ya en el panteón, comienza a hablar sobre la persona que allí descansa. Era su padre. Me estremecí un poco. En mis novecientos años de vida, nunca me había molestado en buscar la tumba de mi familia. Espero que no me guarden rencor, nunca tuve intención de recordar mi pasado humano.
-Así que su padre era militar, ¿no es así?- le digo sorprendida y a la vez algo apenada- Tendría que haber sido un hombre muy importante como para que se la concediera semejante monumento a pesar de ser exiliado de su tierra- hago un gesto con mi mano, como trazando una cruz en el aire.
No soy cristiana, un ser como yo no cree en Dios. Pero lo veo como un gesto de respeto hacia los que ya se han ido y que sí tenían ese tipo de creencias.
-¿Este es su panteón familiar?
-Me gustaría que me sorprendiera- contesto risueña.
Como es normal, mi edad le sorprende. Se lo dije, no hay muchos seres que tengan una edad parecida a la mía. Eso de llegar al siglo tampoco me llama mucho, suena a demasiado vieja. Por ahora con novecientos soy feliz.
-Todo a su tiempo, señorita- le contesto cuando me confiesa que le hubiera gustado vivir más tiempo-. Ahora tiene la oportunidad de vivir muchas cosas y poder ver usted misma como evolucionara el mundo a partir de este momento. Por supuesto que he vivido la Edad Media, es una época que he vivido tanto como humana como como vampira. Me dejó aprender lo diferente que es una época depende del punto de vista del que la vivas. Aunque tampoco hay mucha diferencia con estos tiempos: siempre ha habido gobernantes y gobernados. Siempre ha habido personas que han vivido vidas de lujo a costa de otros. Pero fue una época muy ilustrativa, no se lo voy a negar, si vivías en la corte claro. Pero también fueron tiempos duros, las cazas de brujas no solo se reducían a las hechiceras. Cualquier ser que consideraban “pecaminoso” era objetivo de semejante purga. Muchos cayeron en aquel entonces. No creo que la humanidad haya cambiado tanto en estos novecientos años.
Bajo la mirada apenada. Recordando aquella época. Yo era tan inocente, joven e inexperta. No sabía lo que realmente pasaba en el mundo de las sombras y tuve que ver morir a muchos seres queridos. Quizás aquello me hizo ser más fuerte, más independiente.
Aquella pregunta me devuelve a la realidad. Soy demasiado despistada últimamente. Creo que he hablado demasiado y ahora tengo que salir de esta como sea. Quizás, siendo sincera por una vez.
-Solo que…-dudo- mi vida como humana no era lo que yo esperaba- miro al cielo como buscando respuestas, recordando mi pasado-. Para mí, la inmortalidad fue un regalo que me permitió ser como yo quería ser.
Mis respuestas vacías la hacen declinar el continuar la conversación de las actividades que había en locales poco recomendados para señoritas de mi “edad”.
Ya en el panteón, comienza a hablar sobre la persona que allí descansa. Era su padre. Me estremecí un poco. En mis novecientos años de vida, nunca me había molestado en buscar la tumba de mi familia. Espero que no me guarden rencor, nunca tuve intención de recordar mi pasado humano.
-Así que su padre era militar, ¿no es así?- le digo sorprendida y a la vez algo apenada- Tendría que haber sido un hombre muy importante como para que se la concediera semejante monumento a pesar de ser exiliado de su tierra- hago un gesto con mi mano, como trazando una cruz en el aire.
No soy cristiana, un ser como yo no cree en Dios. Pero lo veo como un gesto de respeto hacia los que ya se han ido y que sí tenían ese tipo de creencias.
-¿Este es su panteón familiar?
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Cuando hablo de sorprenderla quizás en otra ocasión me responde a modo de reto, intentando retomar el juego que poco antes habíamos tenido. Es ese juego de ver hasta donde podemos llegar siempre que el otro esté dispuesto. Un juego entretenido pero a la vez peligroso si llega a irse de las manos.
- Sólo debe esperar y no irse demasiado lejos. Ya bastante triste es pasar noche tras noche en solitario como para perder también a alguien con la que se puede hablar tranquilamente - a veces resultaba hasta triste lo que era capaz de hacerte la soledad. Hasta el punto que llegaba a mellar tu autoestima y orgullo.
Habla de las escasas similitudes entre las épocas y como unas cosas se repetían una y otra vez, siglo tras siglo. La verdad es que si veía esas similitudes en mi tierra natal. Pero ahora, habiendo cambiado el decorado de la escena, todo parecía diferente. Al igual que seguramente en la edad media aquello no se parecería en nada a lo que es ahora pero tendría similitudes para alguien que lo hubiera vivido de manera íntegra allí.
- Ya se que las posibilidades son amplias cuando se es inmortal. Un abanico de posibilidades, experiencias y vidas se pueden vivir al haber superado la traba que ejerce el tiempo a los mortales - hice una pausa - No obstante, siempre me han hablado de la edad media como una época de honor, gestas y batallas. Ahora todo eso se ha perdido. Sólo quedan galanterías, falsedades y libertinaje - aclaré esto último pues podía sonar raro - No es que me disguste lo que hay ahora, de echo soy partidaria de que todo siga así y por debajo siempre se pueda descubrir lo encubierta y podrida que está el alma de aquellos que fingen ser finos y refinados. Pero echo de menos vivir algo de esas características, como en la edad media. Y dudo mucho que vayamos a poder revivirlo en un futuro dado como y a que velocidad evolucionan las cosas en la época actual.
- Creo que todos hemos tenido una vida mala antes de esto. O al menos desgraciada - observé como miraba al cielo mientras hablaba de eso. Pero el cielo no estaba bajo esas piedras, sólo más y más piedra - Quizás sólo nos han querido dar una segunda oportunidad - reí - Muy larga.
- Mi padre... - dije mientras acariciaba levemente la piedra del ataúd.
Luego caí en la cuenta de que quizás mis palabras habían equivocado a Contessa y intenté arreglarlo como buenamente pude.
- No mi padre real: ese ni siquiera supo que existía antes de morir. Me refería a la persona que me convirtió en lo que soy ahora - busqué el nombre que se usaba comúnmente ya que yo le había asimilado ese por carecer de un padre de verdad - Mi creador. Lo llamo así porque de algún modo fue el único que me hizo como si fuera su hija... es complicado - conseguí articular finalmente - Tuvo que exiliarse por las mismas razones que yo: fue descubierta su naturaleza y tuvo que huir con su familia. Ellos yacen aquí. Lo mandó edificar con todo lo que había conseguido en sus combates y los enterró a todos, menos a él... él sigue por ahí, lo se, lo siento...
Levanté con energía la tapa del ataúd y cayó al suelo levantando una fina capa de polvo que se había asentado allí. Dentro no había nada, estaba perfectamente preparado para albergar un cuerpo, pero estaba completamente vacio.
- ¡¡Donde estás!! - le grité frustrada a la nada.
- Sólo debe esperar y no irse demasiado lejos. Ya bastante triste es pasar noche tras noche en solitario como para perder también a alguien con la que se puede hablar tranquilamente - a veces resultaba hasta triste lo que era capaz de hacerte la soledad. Hasta el punto que llegaba a mellar tu autoestima y orgullo.
Habla de las escasas similitudes entre las épocas y como unas cosas se repetían una y otra vez, siglo tras siglo. La verdad es que si veía esas similitudes en mi tierra natal. Pero ahora, habiendo cambiado el decorado de la escena, todo parecía diferente. Al igual que seguramente en la edad media aquello no se parecería en nada a lo que es ahora pero tendría similitudes para alguien que lo hubiera vivido de manera íntegra allí.
- Ya se que las posibilidades son amplias cuando se es inmortal. Un abanico de posibilidades, experiencias y vidas se pueden vivir al haber superado la traba que ejerce el tiempo a los mortales - hice una pausa - No obstante, siempre me han hablado de la edad media como una época de honor, gestas y batallas. Ahora todo eso se ha perdido. Sólo quedan galanterías, falsedades y libertinaje - aclaré esto último pues podía sonar raro - No es que me disguste lo que hay ahora, de echo soy partidaria de que todo siga así y por debajo siempre se pueda descubrir lo encubierta y podrida que está el alma de aquellos que fingen ser finos y refinados. Pero echo de menos vivir algo de esas características, como en la edad media. Y dudo mucho que vayamos a poder revivirlo en un futuro dado como y a que velocidad evolucionan las cosas en la época actual.
- Creo que todos hemos tenido una vida mala antes de esto. O al menos desgraciada - observé como miraba al cielo mientras hablaba de eso. Pero el cielo no estaba bajo esas piedras, sólo más y más piedra - Quizás sólo nos han querido dar una segunda oportunidad - reí - Muy larga.
- Mi padre... - dije mientras acariciaba levemente la piedra del ataúd.
Luego caí en la cuenta de que quizás mis palabras habían equivocado a Contessa y intenté arreglarlo como buenamente pude.
- No mi padre real: ese ni siquiera supo que existía antes de morir. Me refería a la persona que me convirtió en lo que soy ahora - busqué el nombre que se usaba comúnmente ya que yo le había asimilado ese por carecer de un padre de verdad - Mi creador. Lo llamo así porque de algún modo fue el único que me hizo como si fuera su hija... es complicado - conseguí articular finalmente - Tuvo que exiliarse por las mismas razones que yo: fue descubierta su naturaleza y tuvo que huir con su familia. Ellos yacen aquí. Lo mandó edificar con todo lo que había conseguido en sus combates y los enterró a todos, menos a él... él sigue por ahí, lo se, lo siento...
Levanté con energía la tapa del ataúd y cayó al suelo levantando una fina capa de polvo que se había asentado allí. Dentro no había nada, estaba perfectamente preparado para albergar un cuerpo, pero estaba completamente vacio.
- ¡¡Donde estás!! - le grité frustrada a la nada.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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