AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
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Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Recuerdo del primer mensaje :
París, ciudad del amor. Qué bonito mote que tiene. Quién sabe las aventuras que me deparará esta nueva ciudad en la que llevo solo un par de días. Esta nueva era de la industrialización me encanta, el gobierno es tan inútil que no es capaz de sobrellevar la gran cantidad de población que vive ahora en las grandes ciudades. Gracias a eso, hay un montón de barrios marginales en los que no importa mucho si alguien desaparece o es atacado de repente. Además de eso, el mundo del placer es una salida para los que no hayan tenido la suerte de nacer en una familia noble, lo que me da muchas posibilidades de diversión. Me encanta.
Me gusta esto de la doble moral. Puedo hacer lo que quiera una vez anochezca y teniendo dinero suficiente. Y, de día, aquí no ha pasado nada y puedo dormir tranquilamente.
Pero como ya es de noche, es hora de salir a divertirse. Decido salir por las calles de París para conocer mejor la ciudad en la que espero quedarme mucho tiempo. Me siento libre, por primera vez en años me siento completamente libre. El cambio de aires me ha venido mejor de lo que pensaba. Me siento más poderosa, ahora soy dueña de mi destino y pienso aprovecharlo lo mejor posible. Ahora soy una mujer independiente y fuerte, aunque ahora hay muy pocas mujeres que piensen así de ellas.
El aire frío que hace hoy en la calle y hace muy feliz. No me gusta el calor, al fin y al cabo soy un cadáver viviente, ¿no? Jajaja. Estas cosas hay que llevarlas con humor. No me arrepiento de lo que hice en ese momento pero a veces se me olvida lo que soy y soy algo descuidada. Es lo que tiene ser tan joven.
Me pierdo por las calles de París, todavía no es muy tarde y, aunque se haya puesto el sol, aún hay mucha gente por las calles. El ajetreo de las grandes ciudades me pone de buen humor, me gusta estar rodeada de gente, posibles víctimas, posibles amantes, gente con la que solamente me cruzaré una vez en la vida… Las cosas eran muy distintas en el pueblucho en el que estaba antes de llegar aquí. Ay lo que hace una por amor.
Miro fascinada las luces de la ciudad, al campo apenas han llegado estas tecnologías. Brilla brilla lucecita. Jeje, me gustan. Sigo las luces mientras sigo caminando pero mi distracción no me hace darme cuenta de que me precipito sobre una persona con la que me acabo chocando:
-Ups, lo siento, estaba distraída- me disculpo.
París, ciudad del amor. Qué bonito mote que tiene. Quién sabe las aventuras que me deparará esta nueva ciudad en la que llevo solo un par de días. Esta nueva era de la industrialización me encanta, el gobierno es tan inútil que no es capaz de sobrellevar la gran cantidad de población que vive ahora en las grandes ciudades. Gracias a eso, hay un montón de barrios marginales en los que no importa mucho si alguien desaparece o es atacado de repente. Además de eso, el mundo del placer es una salida para los que no hayan tenido la suerte de nacer en una familia noble, lo que me da muchas posibilidades de diversión. Me encanta.
Me gusta esto de la doble moral. Puedo hacer lo que quiera una vez anochezca y teniendo dinero suficiente. Y, de día, aquí no ha pasado nada y puedo dormir tranquilamente.
Pero como ya es de noche, es hora de salir a divertirse. Decido salir por las calles de París para conocer mejor la ciudad en la que espero quedarme mucho tiempo. Me siento libre, por primera vez en años me siento completamente libre. El cambio de aires me ha venido mejor de lo que pensaba. Me siento más poderosa, ahora soy dueña de mi destino y pienso aprovecharlo lo mejor posible. Ahora soy una mujer independiente y fuerte, aunque ahora hay muy pocas mujeres que piensen así de ellas.
El aire frío que hace hoy en la calle y hace muy feliz. No me gusta el calor, al fin y al cabo soy un cadáver viviente, ¿no? Jajaja. Estas cosas hay que llevarlas con humor. No me arrepiento de lo que hice en ese momento pero a veces se me olvida lo que soy y soy algo descuidada. Es lo que tiene ser tan joven.
Me pierdo por las calles de París, todavía no es muy tarde y, aunque se haya puesto el sol, aún hay mucha gente por las calles. El ajetreo de las grandes ciudades me pone de buen humor, me gusta estar rodeada de gente, posibles víctimas, posibles amantes, gente con la que solamente me cruzaré una vez en la vida… Las cosas eran muy distintas en el pueblucho en el que estaba antes de llegar aquí. Ay lo que hace una por amor.
Miro fascinada las luces de la ciudad, al campo apenas han llegado estas tecnologías. Brilla brilla lucecita. Jeje, me gustan. Sigo las luces mientras sigo caminando pero mi distracción no me hace darme cuenta de que me precipito sobre una persona con la que me acabo chocando:
-Ups, lo siento, estaba distraída- me disculpo.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/08/2015
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
La noche se vuelve cada vez más entretenida. Las presas son felices, nosotras somos felices, todo es perfecto para que pueda atacar en cualquier momento. Pero la verdad es que, por ahora no me apetece, prefiero seguir jugando con ellos en compañía de mi nueva amiga.
Aunque, claro está, yo tenía predilección por una de las dos víctimas. Además, teniendo en cuenta que su amigo tampoco es muy hablador después de la metedura de pata que ha cometido nada más encararnos, también veo comprensible que sepa tener la boca cerrada.
Aunque sé que el tema del reservado había llamado la atención de mi amiga, la verdad es que prefiero tentarlos un poco más en aquel lugar público antes de que nos lleven a otro lado.
Al notar el tono inocente de Catalina, decidí adoptar el papel de más madura, para hacer algo más atractivo el juego.
-Deberían hacerle caso a la señorita, ¿de verdad pensabais que alguien tan inocente como ella se iría con un par de desconocidos? Tenéis que trabajároslo más caballeros.
Los dos hombres aceptan mi reto, lo noto en las miradas pícaras que nos lanzan. Ay que básicos son los hombres. Da igual la época en la que estén o la clase social a la que pertenezcan. Todos caen rápidamente en las redes de una cara bonita con un par de tetas.
-Que compartamos botellas solo nos hace eso, compañeros de bebida. Si quieren algo más, tendrán que esperar a que caigan un par de botellas más- les digo bebiendo yo también.
-Pues que vengas esas dos botellas- contesta Peter aceptando y reto y llamando la atención de una de las camareras.
Cuando veo a Catalina abanicarse por el calor, no puedo evitar echarme a reír. En mis tiempos, cuando me emborrachaba actuaba de esa manera así que ha aprendido a hacer lo mismo cuando finjo que he bebido demasiado.
-Creo que no deberías hacer eso o los caballeros acabarán teniendo más calores que tú- mientras me río, vuelvo a beber.
Al decir que pasaría la noche en mi casa y viendo que se apoyaba en mí, no pude evitar acariciarle la cabeza cual perrito.
-Claro que sí amiga, mi casa es tu casa. Por cierto, otro vaso para mí- digo entre risas.
OffPerdón si tardo mucho en contestar pero la universidad me tiene absorbida u.u
Aunque, claro está, yo tenía predilección por una de las dos víctimas. Además, teniendo en cuenta que su amigo tampoco es muy hablador después de la metedura de pata que ha cometido nada más encararnos, también veo comprensible que sepa tener la boca cerrada.
Aunque sé que el tema del reservado había llamado la atención de mi amiga, la verdad es que prefiero tentarlos un poco más en aquel lugar público antes de que nos lleven a otro lado.
Al notar el tono inocente de Catalina, decidí adoptar el papel de más madura, para hacer algo más atractivo el juego.
-Deberían hacerle caso a la señorita, ¿de verdad pensabais que alguien tan inocente como ella se iría con un par de desconocidos? Tenéis que trabajároslo más caballeros.
Los dos hombres aceptan mi reto, lo noto en las miradas pícaras que nos lanzan. Ay que básicos son los hombres. Da igual la época en la que estén o la clase social a la que pertenezcan. Todos caen rápidamente en las redes de una cara bonita con un par de tetas.
-Que compartamos botellas solo nos hace eso, compañeros de bebida. Si quieren algo más, tendrán que esperar a que caigan un par de botellas más- les digo bebiendo yo también.
-Pues que vengas esas dos botellas- contesta Peter aceptando y reto y llamando la atención de una de las camareras.
Cuando veo a Catalina abanicarse por el calor, no puedo evitar echarme a reír. En mis tiempos, cuando me emborrachaba actuaba de esa manera así que ha aprendido a hacer lo mismo cuando finjo que he bebido demasiado.
-Creo que no deberías hacer eso o los caballeros acabarán teniendo más calores que tú- mientras me río, vuelvo a beber.
Al decir que pasaría la noche en mi casa y viendo que se apoyaba en mí, no pude evitar acariciarle la cabeza cual perrito.
-Claro que sí amiga, mi casa es tu casa. Por cierto, otro vaso para mí- digo entre risas.
OffPerdón si tardo mucho en contestar pero la universidad me tiene absorbida u.u
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 04/08/2015
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Como entre los policías, habíamos elegido jugar un rol cada una. En este caso era el de la chica inocente y el de la madura. Era gracioso que, al contrario de lo que pudieran mostrar nuestras apariencias físicas, Contessa había tomado el rol de chica madura. Pero los roles también son fáciles de cambiar.
La explicación de mi acompañante por poco me hace soltar una carcajada. No obstante, consigo refrenarlas a tiempo y poner morritos.
- Primero tienen que demostrar que sus intenciones son nobles para con nosotras - dije con una vocecilla que pretendía asemejarse a la de una adolescente.
El que normalmente estaba callado resopló ante esto y se llevó una mirada fulminante por mi parte.
Contessa por su parte, había conseguido sacarles un par de botellas más que pronto llegarían de la mano de la camarera que había decidido acompañarnos con sus idas y venidas aquella noche.
- Tengo toda la noche para convencerlas si no sirve el alcohol - dijo el hombre ante el reto lanzado por mi acompañante.
- Creó que nuestros amigos ya tienen suficiente calor aunque yo no haga esto - la contesté.
Peter negó con la cabeza, muy confiado en si mismo.
- No crea eso Madame. Somos hombres de honor y de principios.
Dejé que mi mano cayera sobre el muslo de Contessa y tiré un poco de la tela de su falda descubriendo sus pantorrillas. Ellos, automáticamente miraron para ver si alcanzaban a ver algo más.
- Hombres al fin y al cabo - reí ante la evidencia de que estaba en lo cierto.
Finalmente, la camarera trajo las botellas solicitadas y, el que siempre estaba callado, abrió la boca para volver a cagarla estrepitosamente.
- Trae aquí ese trasero - dijo a la camarera mientras la rodeaba la cintura y tiraba de ella. La chica forcejeó para no dejarse arrastrar. Pero finalmente cayó sentada sobre las piernas de Joseph - A ti te iba a hacer cabalgar yo.
Cuando la mano del hombre buscaba el interior de los muslos de la camarera, me moví para tomar su muñeca y girarla hasta que crujió y el varón gritó. Mis ojos le miraron directamente.
- La chica no quiere, suelta la - le ordené. Él la soltó sin rechistar y ella me agradeció con la mirada el gesto.
A continuación Joseph se levantó, llevándose la mano a la muñeca herida y con cara de pocos amigos.
- Me marcho. No merecen tanto la pena. Prefiero pagar - dijo antes de abandonar la escena.
Peter, aunque sorprendido, no se levantó. Si no que miró a su amigo con decepción y a mi con cierto recelo.
- Si les incómodo, me puedo marchar.
La explicación de mi acompañante por poco me hace soltar una carcajada. No obstante, consigo refrenarlas a tiempo y poner morritos.
- Primero tienen que demostrar que sus intenciones son nobles para con nosotras - dije con una vocecilla que pretendía asemejarse a la de una adolescente.
El que normalmente estaba callado resopló ante esto y se llevó una mirada fulminante por mi parte.
Contessa por su parte, había conseguido sacarles un par de botellas más que pronto llegarían de la mano de la camarera que había decidido acompañarnos con sus idas y venidas aquella noche.
- Tengo toda la noche para convencerlas si no sirve el alcohol - dijo el hombre ante el reto lanzado por mi acompañante.
- Creó que nuestros amigos ya tienen suficiente calor aunque yo no haga esto - la contesté.
Peter negó con la cabeza, muy confiado en si mismo.
- No crea eso Madame. Somos hombres de honor y de principios.
Dejé que mi mano cayera sobre el muslo de Contessa y tiré un poco de la tela de su falda descubriendo sus pantorrillas. Ellos, automáticamente miraron para ver si alcanzaban a ver algo más.
- Hombres al fin y al cabo - reí ante la evidencia de que estaba en lo cierto.
Finalmente, la camarera trajo las botellas solicitadas y, el que siempre estaba callado, abrió la boca para volver a cagarla estrepitosamente.
- Trae aquí ese trasero - dijo a la camarera mientras la rodeaba la cintura y tiraba de ella. La chica forcejeó para no dejarse arrastrar. Pero finalmente cayó sentada sobre las piernas de Joseph - A ti te iba a hacer cabalgar yo.
Cuando la mano del hombre buscaba el interior de los muslos de la camarera, me moví para tomar su muñeca y girarla hasta que crujió y el varón gritó. Mis ojos le miraron directamente.
- La chica no quiere, suelta la - le ordené. Él la soltó sin rechistar y ella me agradeció con la mirada el gesto.
A continuación Joseph se levantó, llevándose la mano a la muñeca herida y con cara de pocos amigos.
- Me marcho. No merecen tanto la pena. Prefiero pagar - dijo antes de abandonar la escena.
Peter, aunque sorprendido, no se levantó. Si no que miró a su amigo con decepción y a mi con cierto recelo.
- Si les incómodo, me puedo marchar.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/08/2015
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
El juego es cada vez más entretenido y yo cada vez me lo estoy pasando mejor. Quien me diría cuando salí de casa a principios de la noche, iba a acabar pasándomelo tan bien.
Toma la actitud de madura, para darle algo de protagonismo a mi compañera, ya que a veces la veía algo ausente en la conversación. Puede que los caballeros no llamaran su atención, pero no creo que me pueda negar lo divertido de esta situación.
La actitud infantil que toma Catalina me hace mucha gracia, aun así, me controlo, ya que ha asumido el papel que en cierta forma le he obligado a interpretar. Pero he de admitir que no mi imaginaba que una mujer como ella podía ser capaz de fingir una actitud tan inocente de una manera tan espléndida. Creo que aún me quedan muchas facetas suyas por conocer.
-¿Ven?- le digo mientras la abrazo- Es una señorita muy decente.
El bufido del maleducado de cuyo nombre ni me acuerdo me molesta bastante.
-No se enfade caballero-le digo con cierta burla-mientras más difícil sea de cazar la presa, más jugoso será el premio.
No parece que le convenza mi respuesta, se limita a girar la cara mientras, por otra parte, consigo una risa cómplice por parte de su amigo. Me acaban de confinar cuál de los dos vale la pena y cual no.
Una de las víctimas acepta mi desafío.
-Vaya, me gustaría ver esos métodos de los que alardea usted, ¿tú qué piensas, Sarah?
Por otra parte, intentan convencernos de que son hombres de bien. Pero nosotras, aunque no lo parezca, ya tenemos cierta edad como para no caer en ese tipo de engaños propios de los hombres.
Al notar la fría mano de Catalina sobre mi falda, no puedo evitar dar un pequeño saltito, sorprendida. Cuando por fin entiendo sus intenciones, la dejo hacer y, cuando ya un poco de mi piel acaba a la vista de los esos dos babosos, decido actuar un poco más allá.
Con la pierna un poco al descubierto, la alzo con picardía, para dejarla caer sobre las piernas de Peter. Miro con diversión a Catalina, dándole a entender que puedo llevar más lejos las provocaciones a las que me incita.
El incidente con la camarera, me sobresalta. Pero más que miedo a la situación, era miedo por la reacción de Catalina: la fuerza con la que ha detenido el hombre podría levantar sospechas y se acabaría mi diversión. Me apresuro a acercarle a ella para darle la mano y susurrarle:
-Tranquilízate, es algo sospechoso ver una mujer con tanta fuerza.
Mientras tanto, el otro hombre se había marchado y ninguno hizo el mayor esfuerzo por detenerle. Creo que todos teníamos claro que su presencia sobraba en esa conversación.
Le doy un pequeño golpe en la nariz a Catalina para que se tranquiliza y le digo sonriendo:
-Anda, olvida lo que ha pasado y sigue divirtiéndote.
Cuando Peter nos pregunta que si queremos seguir pasando el tiempo con él, yo me apresuro a acercarme a él.
-Usted no incomoda, caballero- le digo mientras le mordisqueo la oreja, empezando a catar la que será mi comida de esta noche.
Toma la actitud de madura, para darle algo de protagonismo a mi compañera, ya que a veces la veía algo ausente en la conversación. Puede que los caballeros no llamaran su atención, pero no creo que me pueda negar lo divertido de esta situación.
La actitud infantil que toma Catalina me hace mucha gracia, aun así, me controlo, ya que ha asumido el papel que en cierta forma le he obligado a interpretar. Pero he de admitir que no mi imaginaba que una mujer como ella podía ser capaz de fingir una actitud tan inocente de una manera tan espléndida. Creo que aún me quedan muchas facetas suyas por conocer.
-¿Ven?- le digo mientras la abrazo- Es una señorita muy decente.
El bufido del maleducado de cuyo nombre ni me acuerdo me molesta bastante.
-No se enfade caballero-le digo con cierta burla-mientras más difícil sea de cazar la presa, más jugoso será el premio.
No parece que le convenza mi respuesta, se limita a girar la cara mientras, por otra parte, consigo una risa cómplice por parte de su amigo. Me acaban de confinar cuál de los dos vale la pena y cual no.
Una de las víctimas acepta mi desafío.
-Vaya, me gustaría ver esos métodos de los que alardea usted, ¿tú qué piensas, Sarah?
Por otra parte, intentan convencernos de que son hombres de bien. Pero nosotras, aunque no lo parezca, ya tenemos cierta edad como para no caer en ese tipo de engaños propios de los hombres.
Al notar la fría mano de Catalina sobre mi falda, no puedo evitar dar un pequeño saltito, sorprendida. Cuando por fin entiendo sus intenciones, la dejo hacer y, cuando ya un poco de mi piel acaba a la vista de los esos dos babosos, decido actuar un poco más allá.
Con la pierna un poco al descubierto, la alzo con picardía, para dejarla caer sobre las piernas de Peter. Miro con diversión a Catalina, dándole a entender que puedo llevar más lejos las provocaciones a las que me incita.
El incidente con la camarera, me sobresalta. Pero más que miedo a la situación, era miedo por la reacción de Catalina: la fuerza con la que ha detenido el hombre podría levantar sospechas y se acabaría mi diversión. Me apresuro a acercarle a ella para darle la mano y susurrarle:
-Tranquilízate, es algo sospechoso ver una mujer con tanta fuerza.
Mientras tanto, el otro hombre se había marchado y ninguno hizo el mayor esfuerzo por detenerle. Creo que todos teníamos claro que su presencia sobraba en esa conversación.
Le doy un pequeño golpe en la nariz a Catalina para que se tranquiliza y le digo sonriendo:
-Anda, olvida lo que ha pasado y sigue divirtiéndote.
Cuando Peter nos pregunta que si queremos seguir pasando el tiempo con él, yo me apresuro a acercarme a él.
-Usted no incomoda, caballero- le digo mientras le mordisqueo la oreja, empezando a catar la que será mi comida de esta noche.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/08/2015
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
Rei ante la respuesta de Contessa a mi exposición, completamente fingida, de castidad y inocencia. Estaba claro quien tenía las riendas allí aunque ellos pensaran que podían hacer con nosotras un poco lo que les placiera. También quedaba claro que uno de ellos no se sentía tan cómodo como esperaba. Seguramente, pensaría que seríamos una presa fácil y que, a esas alturas, ya nos tendrían en aquel recondito lugar, privado, donde nos querían llevar, con la ropa demasiado arriba para considerarse decoroso.
- Esto es un juego caballeros, un juego que ustedes han iniciado cuando se han sentado ahí donde se encuentran - les dije en respuesta al bufido de Joseph - Es un juego de poder. Ambas partes tenemos nuestras cartas y las jugamos en función de la necesidad. Unos cederán un terreno y ganarán otro, pero siempre hay que jugar, no hay victoria sin lucha - pretendía avivar el juego ante la perdida de interés de parte de los combatientes y, más que nada, por que mi acompañante parecía pasarlo bien con aquel tira y afloja.
Peter parece más interesado en todo lo que está pasando y sonrie ante la provocación verbal por parte de Contessa, toma un trago y vuelve a dejar el vaso en la mesa.
- Sólo estoy explorando a ver que es lo que desea para darselo sin ningún tipo de miramiento - dijo mientras su labio se levantaba ligeramente por uno de sus lados sonriendo.
Se le ve algo incómodo cuando la pierna de mi acompañante se le coloca sobre las suyas. No incomodo por la situación si no más bien, por no saber que hacer ante ese atrevimiento. Parece que aquello ha tomado un rumbo más concreto.
La situación cambia cuando el lascivo lo muestra aún más si cabe y se atreve a tocar a la camarera de un modo obsceno y completamente desproporcionado. La respuesta por mi parte es clara y tajante, sin lugar a que ni siquiera se pase por la cabeza volverlo a intentar o mostrarse hostil hacia mí. Le ha quedado claro que oculto más sorpresas que lo que simplemente se ve a la vista.
Contessa me llama la atención por la actuación. No obstante no siento ningún remordimiento por lo hecho y menos aún cuando he conseguido que ese patético humano abandone la escena. La verdad, no hacía otra cosa que molestar.
- Quizás se me ha ido un poco la mano - la contesto aunque realmente no lo pensara.
La proposición de marcharse por parte del que queda hace que Contessa vuelva al juego y le saque esa idea de la cabeza. Se acerca a él y comienza a morderle un poco en la oreja, llevando el juego un punto más allá, acercándose a la presa de un modo oculto y atrayente, como la miel atrae a las moscas.
- Agradezco su consideración... - se le quedan las palabras en el aire al sentir los dientes de mi acompañante en el lóbulo de su oreja y veo como sus ojos se entrecierran mientras goza de la sensación - Y ahora empiezo a agradecer también el hecho de que nos haya dejado.
El hombre, llevado en cierto modo por el deseo a partes iguales con el atrevimiento que acababa de tener Contessa, dejó escurrir la mano a los pies de la misma y resbaló la misma sobre su pantorrilla hasta subir un poco por encima de su rodilla y quedarse en el grueso de su muslo.
- Estais helada... madame... - alcanzó a decir mientras seguía disfrutando de la sensación.
Sonreí viendo como el poder de la seducción siempre vencía en esas situaciones y como aquel hombre no había sido diferente, la carne siempre llamaba más que cualquier cosa. Pero ¿Qué buscaba si no era eso al acercarse a nosotras aquella noche?. Era gracioso y simbiótico el hecho de que ambos se beneficiaran de la unión que estaban formalizando.
Me levanté, quizás podría encontrar algo para mi por los alrededores... quizás esa camarera estuviera agradecida por lo que acababa de hacer por ella. ¿Quién sabe?
- Los dejo solos para que intimen como gusten - no me despedí más. Sólo comencé a caminar separándome de la pareja y pensando que quizás, si ella seguía moviendose por la zona, terminaríamos volviéndonos a encontrar.
- Esto es un juego caballeros, un juego que ustedes han iniciado cuando se han sentado ahí donde se encuentran - les dije en respuesta al bufido de Joseph - Es un juego de poder. Ambas partes tenemos nuestras cartas y las jugamos en función de la necesidad. Unos cederán un terreno y ganarán otro, pero siempre hay que jugar, no hay victoria sin lucha - pretendía avivar el juego ante la perdida de interés de parte de los combatientes y, más que nada, por que mi acompañante parecía pasarlo bien con aquel tira y afloja.
Peter parece más interesado en todo lo que está pasando y sonrie ante la provocación verbal por parte de Contessa, toma un trago y vuelve a dejar el vaso en la mesa.
- Sólo estoy explorando a ver que es lo que desea para darselo sin ningún tipo de miramiento - dijo mientras su labio se levantaba ligeramente por uno de sus lados sonriendo.
Se le ve algo incómodo cuando la pierna de mi acompañante se le coloca sobre las suyas. No incomodo por la situación si no más bien, por no saber que hacer ante ese atrevimiento. Parece que aquello ha tomado un rumbo más concreto.
La situación cambia cuando el lascivo lo muestra aún más si cabe y se atreve a tocar a la camarera de un modo obsceno y completamente desproporcionado. La respuesta por mi parte es clara y tajante, sin lugar a que ni siquiera se pase por la cabeza volverlo a intentar o mostrarse hostil hacia mí. Le ha quedado claro que oculto más sorpresas que lo que simplemente se ve a la vista.
Contessa me llama la atención por la actuación. No obstante no siento ningún remordimiento por lo hecho y menos aún cuando he conseguido que ese patético humano abandone la escena. La verdad, no hacía otra cosa que molestar.
- Quizás se me ha ido un poco la mano - la contesto aunque realmente no lo pensara.
La proposición de marcharse por parte del que queda hace que Contessa vuelva al juego y le saque esa idea de la cabeza. Se acerca a él y comienza a morderle un poco en la oreja, llevando el juego un punto más allá, acercándose a la presa de un modo oculto y atrayente, como la miel atrae a las moscas.
- Agradezco su consideración... - se le quedan las palabras en el aire al sentir los dientes de mi acompañante en el lóbulo de su oreja y veo como sus ojos se entrecierran mientras goza de la sensación - Y ahora empiezo a agradecer también el hecho de que nos haya dejado.
El hombre, llevado en cierto modo por el deseo a partes iguales con el atrevimiento que acababa de tener Contessa, dejó escurrir la mano a los pies de la misma y resbaló la misma sobre su pantorrilla hasta subir un poco por encima de su rodilla y quedarse en el grueso de su muslo.
- Estais helada... madame... - alcanzó a decir mientras seguía disfrutando de la sensación.
Sonreí viendo como el poder de la seducción siempre vencía en esas situaciones y como aquel hombre no había sido diferente, la carne siempre llamaba más que cualquier cosa. Pero ¿Qué buscaba si no era eso al acercarse a nosotras aquella noche?. Era gracioso y simbiótico el hecho de que ambos se beneficiaran de la unión que estaban formalizando.
Me levanté, quizás podría encontrar algo para mi por los alrededores... quizás esa camarera estuviera agradecida por lo que acababa de hacer por ella. ¿Quién sabe?
- Los dejo solos para que intimen como gusten - no me despedí más. Sólo comencé a caminar separándome de la pareja y pensando que quizás, si ella seguía moviendose por la zona, terminaríamos volviéndonos a encontrar.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Descubriendo la ciudad y a su gente - Catalina de Aragón
La conversación sigue en un modo que me gusta bastante, la verdad es que estoy muy contenta de cómo ha ido avanzando la noche. Me gusta ganar y claramente yo estaba ganando aquella noche, aunque en algún momento ellos pensaban que llevaban la delantera. A veces hay que darle algún incentivo a la presa para que caiga aún más en mis redes.
Lo divertido es que Catalina no se queda atrás, aunque he llegado a deducir que estos caballeros podría decirse que se alejan bastante de lo que ella busca, me da la sensación de que los está provocando solo para que yo logre divertirme más. Aunque no se lo diga, espero que sepa apreciar que le estoy bastante agradecida. Me ha ahorrado tener que salir expresamente a buscar la comida.
Cada vez ignoro más al cateto ese que se sentó a nuestro lago acompañando a mi futura cena, pero no me molesta mucho, simplemente, le obvio. Decido centrar mi atención en el otro caballero, que parece que va cayendo poco a poco a mis provocaciones, cada vez menos discretas.
-Le dejaré explorar todo lo que guste si con eso pretende complacerme- le contesto
El pobrecito no sabe cómo reaccionar ante mi atrevimiento. Yo simplemente me río y muevo un poco la pierna, para provocarlo algo más.
Catalina se disculpa por el malentendido con el tipo maleducado. Noto en su mirada que no se arrepiente de lo que ha hecho. Es más, no la noto ni preocupada por el qué pasaría si nos descubrieran. Simplemente suelto un pequeño bufido porque sé que la actitud de un vampiro solo la puede corregir uno mismo.
Al poco vuelvo con mi víctima, ya está completamente a mi merced. Suelto una risita traviesa cuando empieza a acariciarme el muslo mientras vuelvo a morderle la oreja para luego empezar a pasar mi fría lengua pos su cuello. Marcando el camino que seguirán mis colmillos dentro de poco.
-Pues tendrás que hacerme entrar en calor- ronroneo
Mientras sigo jugando con mi víctima, oigo como una silla se mueve y alguien empieza a marcharse.
-Espera un momento, amor- le digo al hombre que tengo engatusado y salgo tras Catalina.
No me parece de buena educación irse despidiéndose de esa manera.
-Vaya formas que tiene de despedirse de la gente, señorita- la regaño simulando el estilo de una vieja institutriz- Espero que nos volvamos a ver pronto por estas calles. Además, no he olvidado que me debe un regalo, señorita artista.
Rápidamente, doy un pequeño saltito para llegar a su altura y darle un suave beso en la mejilla, a modo de despedida.
-Nos veremos pronto, mademoiselle Catalina.
Le dije con la misma actitud infantil que intenté fingir cuando nos conocimos y volví junto a aquel hombre al que le quedaban muy pocas horas de vida.
Lo divertido es que Catalina no se queda atrás, aunque he llegado a deducir que estos caballeros podría decirse que se alejan bastante de lo que ella busca, me da la sensación de que los está provocando solo para que yo logre divertirme más. Aunque no se lo diga, espero que sepa apreciar que le estoy bastante agradecida. Me ha ahorrado tener que salir expresamente a buscar la comida.
Cada vez ignoro más al cateto ese que se sentó a nuestro lago acompañando a mi futura cena, pero no me molesta mucho, simplemente, le obvio. Decido centrar mi atención en el otro caballero, que parece que va cayendo poco a poco a mis provocaciones, cada vez menos discretas.
-Le dejaré explorar todo lo que guste si con eso pretende complacerme- le contesto
El pobrecito no sabe cómo reaccionar ante mi atrevimiento. Yo simplemente me río y muevo un poco la pierna, para provocarlo algo más.
Catalina se disculpa por el malentendido con el tipo maleducado. Noto en su mirada que no se arrepiente de lo que ha hecho. Es más, no la noto ni preocupada por el qué pasaría si nos descubrieran. Simplemente suelto un pequeño bufido porque sé que la actitud de un vampiro solo la puede corregir uno mismo.
Al poco vuelvo con mi víctima, ya está completamente a mi merced. Suelto una risita traviesa cuando empieza a acariciarme el muslo mientras vuelvo a morderle la oreja para luego empezar a pasar mi fría lengua pos su cuello. Marcando el camino que seguirán mis colmillos dentro de poco.
-Pues tendrás que hacerme entrar en calor- ronroneo
Mientras sigo jugando con mi víctima, oigo como una silla se mueve y alguien empieza a marcharse.
-Espera un momento, amor- le digo al hombre que tengo engatusado y salgo tras Catalina.
No me parece de buena educación irse despidiéndose de esa manera.
-Vaya formas que tiene de despedirse de la gente, señorita- la regaño simulando el estilo de una vieja institutriz- Espero que nos volvamos a ver pronto por estas calles. Además, no he olvidado que me debe un regalo, señorita artista.
Rápidamente, doy un pequeño saltito para llegar a su altura y darle un suave beso en la mejilla, a modo de despedida.
-Nos veremos pronto, mademoiselle Catalina.
Le dije con la misma actitud infantil que intenté fingir cuando nos conocimos y volví junto a aquel hombre al que le quedaban muy pocas horas de vida.
Contessa Luciano- Vampiro Clase Alta
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