AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
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Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
https://www.youtube.com/watch?v=c2pHBcdDCzY
Habían pasado unas semanas desde lo del cuchillo de Gael, en las cuales la vida de la bruja había dado un giro de 180 grados. Primero había conocido a Xaryne, y se habían dejado llevar por una tórrida pasión que las había encerrado en su buhardilla por unas pocas noches. Pero la cazadora era muy hermética, germana, fría y cuadriculada para algunas cosas, como por ejemplo para decirle dónde vivía, o qué narices había ocurrido en su pasado para que no quisiera hablar de ello. Por el momento la bruja le dejaba todo el espacio que ella parecía necesitar porque estaba demasiado ocupada tratando de asimilar tantos cambios. Le gustaban los hombres. Y ahora también las mujeres. Vaya lío.
Los días se le antojaban cortos cuando esperaba verla aparecer por el callejón. Las horas pasaban voladas a su lado y el sol las sorprendía exhaustas y amodorradas. La vieja Brisienne le había propinado un par de escobazos por andar despistada pensando en las musarañas. Pero al menos la bruja había recuperado una chispa de vitalidad y buen humor que hacía siglos que no recordaba tener. Por fin parecía que algo comenzaba a ir bien, o al menos no rodaba cuesta abajo como era costumbre en su vida.
https://www.youtube.com/watch?v=-n2hhQ9PS1s&list=PLA7qUFOoGxETsqkrl3QqJW48fngs-Q1rP&index=4
Era viernes y ya hacía dos semanas y media que no veía a Xaryne. Su humor se había helado como un témpano. Se había largado a Alemania, sin decirle ni el motivo ni la fecha de regreso: “Es personal”. Le había soltado. Ya. ¿Y qué debía hacer ella con esa información? era una puta mierda de información. ¿Sabía si quiera que volvería? le había dicho que sí, pero no sabía cuándo.
Elora no sabía de muchas cosas, pero en abandonos era especialista. Creció sin padre, sin amigos y hasta su madre se había largado. Y ahora Xaryne la dejaba con palabras vagas y miles de dudas. Había tragado ya demasiada bilis como para no olerse las excusas. Quería pensar que regresaría, pero sería más fácil si se hacía a la idea de que no. La muy maldita se lo dijo justo cuando se estaba vistiendo para ir a trabajar, sin poder tener la opción de quedarse, de hablarlo o de… bah!. Ni siquiera sabía si valía la pena. La cazadora lo había hecho así para no tener que dar explicaciones, para seguir manteniendo a Elora fuera de lo que estuviese guardando con tanto ahínco. Pues la bruja no quería meterse donde no la invitaban, si no era bienvenida, a tomar por culo. Así que apretó los dientes le deseó buen viaje y salió por la puerta. Ese iba a ser el día que comenzaría su deseada venganza y que ya había aplazado demasiado con aquel asunto sentimental. Sus heridas en la espalda ya no sangraban, estaban cerradas, y el cabrón de Mauritz de Buisson había regresado de su viaje. Era el tiempo de actuar. Notaba el frío crecer en su interior cada vez que regresaba a su buhardilla vacía, llena de polvo, con la única compañía de los tarros de vísceras, hierbas secas y aceites de intensos olores. Sentía la rabia avanzar ennegreciendo su corazón, volviéndolo de piedra e inmune al dolor ajeno.
Bajó una noche al Two Bells donde el nuevo rico estaba tomando pintas y alternando con la plebe para llevarse a alguna incauta a la cama y poder descargar en ella todas sus frustraciones sexuales y sus problemas no resueltos de la infancia. Pero es anoche no iba a encontrar a el placer, iba a verse cara a cara con su destino.
— ay Mauritz…San Martín se acerca y tu nombre está escrito en su lista…— murmuró Elora cuando lo vislumbró entre la turba de borrachines del pub irlandés.
Inspiró hondo y compuso la mejor de sus sonrisas. Pagó al camarero por la bebida que más tarde una camarera le llevaría a Mauritz, diciendole que era cortesía de la casa, y poder verter en ella el polvo rojo que se disolvió rápidamente. Cuando hubo dado el primer trago se acercó a él y le susurró algo al oido. El desconcierto inicial del ricachón fue sustituido por una sonrisa de medio lado. Así que la chica quería más tema, se lo había pasado bien al final del cuento. Cuando terminó la bebida, alentado por las provocaciones de la bruja, ya era tarde para dar marcha atrás. Se había tomado la dosis de poción para un elefante. Elora probó a manipular su voluntad… y sorprendentemente funcionó.
Los siguientes días Mauritz se sintió irremediablemente atraído por aquellos ojos castaños y comenzó a complacer sus deseos, uno tras otro. Vestidos. Sombreros. Una perla negra para el cuello. A ratos el hombre se sentía confundido porque tenía algunas lagunas, pero volvía de nuevo a pensar en ella y salía a buscarla.
Esa noche Elora estaba de muy mal humor. No soportaba tener a Mauritz todo el tiempo del brazo, pero sabía que debía aguantar, porque todavía quedaba un largo camino hasta que éste le pidiera matrimonio y le legase todos sus bienes. Esa noche se encaprichó en ir al restaurante de Gael. No sabía muy bien por qué, quizás porque aunque hiciera semanas que no lo veía, era la única persona que más o menos le resultaba cercano y agradable. Era una tontería, quizás ni siquiera saliese de la cocina, o hasta puede que se hubiera ido de la ciudad, a saber. Pero por una vez en su puñetera vida quería ir a ese sitio de lujo, sin que tuvieran lástima de ella, y si podía al menos verlo de refilón, ya le valía. Quizás es que la bruja no quería enterrar del todo a la vieja Elora, y cederle todo el terreno a la hija de puta en la que se estaba convirtiendo.
Entraron en el local, del brazo, y el mâitre les hizo un hueco ipso facto en una mesa cerca de una ventana. La hija de Paine, la bruja indigente, esa noche llevaba un vestido de seda burdeos, con el pelo recogido en la nuca, cayendo cual cascada de bucles. Lucía sobre el pecho la perla gris, guantes de encaje negro y escarpines a juego. Probablemente nadie la reconociese con esa pinta de persona decente y rica, nadie pensaría que era la muchacha de la tienda de hierbajos, la que tenía más remiendos en su falda que una vela de barco.
Habían pasado unas semanas desde lo del cuchillo de Gael, en las cuales la vida de la bruja había dado un giro de 180 grados. Primero había conocido a Xaryne, y se habían dejado llevar por una tórrida pasión que las había encerrado en su buhardilla por unas pocas noches. Pero la cazadora era muy hermética, germana, fría y cuadriculada para algunas cosas, como por ejemplo para decirle dónde vivía, o qué narices había ocurrido en su pasado para que no quisiera hablar de ello. Por el momento la bruja le dejaba todo el espacio que ella parecía necesitar porque estaba demasiado ocupada tratando de asimilar tantos cambios. Le gustaban los hombres. Y ahora también las mujeres. Vaya lío.
Los días se le antojaban cortos cuando esperaba verla aparecer por el callejón. Las horas pasaban voladas a su lado y el sol las sorprendía exhaustas y amodorradas. La vieja Brisienne le había propinado un par de escobazos por andar despistada pensando en las musarañas. Pero al menos la bruja había recuperado una chispa de vitalidad y buen humor que hacía siglos que no recordaba tener. Por fin parecía que algo comenzaba a ir bien, o al menos no rodaba cuesta abajo como era costumbre en su vida.
https://www.youtube.com/watch?v=-n2hhQ9PS1s&list=PLA7qUFOoGxETsqkrl3QqJW48fngs-Q1rP&index=4
Era viernes y ya hacía dos semanas y media que no veía a Xaryne. Su humor se había helado como un témpano. Se había largado a Alemania, sin decirle ni el motivo ni la fecha de regreso: “Es personal”. Le había soltado. Ya. ¿Y qué debía hacer ella con esa información? era una puta mierda de información. ¿Sabía si quiera que volvería? le había dicho que sí, pero no sabía cuándo.
Elora no sabía de muchas cosas, pero en abandonos era especialista. Creció sin padre, sin amigos y hasta su madre se había largado. Y ahora Xaryne la dejaba con palabras vagas y miles de dudas. Había tragado ya demasiada bilis como para no olerse las excusas. Quería pensar que regresaría, pero sería más fácil si se hacía a la idea de que no. La muy maldita se lo dijo justo cuando se estaba vistiendo para ir a trabajar, sin poder tener la opción de quedarse, de hablarlo o de… bah!. Ni siquiera sabía si valía la pena. La cazadora lo había hecho así para no tener que dar explicaciones, para seguir manteniendo a Elora fuera de lo que estuviese guardando con tanto ahínco. Pues la bruja no quería meterse donde no la invitaban, si no era bienvenida, a tomar por culo. Así que apretó los dientes le deseó buen viaje y salió por la puerta. Ese iba a ser el día que comenzaría su deseada venganza y que ya había aplazado demasiado con aquel asunto sentimental. Sus heridas en la espalda ya no sangraban, estaban cerradas, y el cabrón de Mauritz de Buisson había regresado de su viaje. Era el tiempo de actuar. Notaba el frío crecer en su interior cada vez que regresaba a su buhardilla vacía, llena de polvo, con la única compañía de los tarros de vísceras, hierbas secas y aceites de intensos olores. Sentía la rabia avanzar ennegreciendo su corazón, volviéndolo de piedra e inmune al dolor ajeno.
Bajó una noche al Two Bells donde el nuevo rico estaba tomando pintas y alternando con la plebe para llevarse a alguna incauta a la cama y poder descargar en ella todas sus frustraciones sexuales y sus problemas no resueltos de la infancia. Pero es anoche no iba a encontrar a el placer, iba a verse cara a cara con su destino.
— ay Mauritz…San Martín se acerca y tu nombre está escrito en su lista…— murmuró Elora cuando lo vislumbró entre la turba de borrachines del pub irlandés.
Inspiró hondo y compuso la mejor de sus sonrisas. Pagó al camarero por la bebida que más tarde una camarera le llevaría a Mauritz, diciendole que era cortesía de la casa, y poder verter en ella el polvo rojo que se disolvió rápidamente. Cuando hubo dado el primer trago se acercó a él y le susurró algo al oido. El desconcierto inicial del ricachón fue sustituido por una sonrisa de medio lado. Así que la chica quería más tema, se lo había pasado bien al final del cuento. Cuando terminó la bebida, alentado por las provocaciones de la bruja, ya era tarde para dar marcha atrás. Se había tomado la dosis de poción para un elefante. Elora probó a manipular su voluntad… y sorprendentemente funcionó.
Los siguientes días Mauritz se sintió irremediablemente atraído por aquellos ojos castaños y comenzó a complacer sus deseos, uno tras otro. Vestidos. Sombreros. Una perla negra para el cuello. A ratos el hombre se sentía confundido porque tenía algunas lagunas, pero volvía de nuevo a pensar en ella y salía a buscarla.
Esa noche Elora estaba de muy mal humor. No soportaba tener a Mauritz todo el tiempo del brazo, pero sabía que debía aguantar, porque todavía quedaba un largo camino hasta que éste le pidiera matrimonio y le legase todos sus bienes. Esa noche se encaprichó en ir al restaurante de Gael. No sabía muy bien por qué, quizás porque aunque hiciera semanas que no lo veía, era la única persona que más o menos le resultaba cercano y agradable. Era una tontería, quizás ni siquiera saliese de la cocina, o hasta puede que se hubiera ido de la ciudad, a saber. Pero por una vez en su puñetera vida quería ir a ese sitio de lujo, sin que tuvieran lástima de ella, y si podía al menos verlo de refilón, ya le valía. Quizás es que la bruja no quería enterrar del todo a la vieja Elora, y cederle todo el terreno a la hija de puta en la que se estaba convirtiendo.
Entraron en el local, del brazo, y el mâitre les hizo un hueco ipso facto en una mesa cerca de una ventana. La hija de Paine, la bruja indigente, esa noche llevaba un vestido de seda burdeos, con el pelo recogido en la nuca, cayendo cual cascada de bucles. Lucía sobre el pecho la perla gris, guantes de encaje negro y escarpines a juego. Probablemente nadie la reconociese con esa pinta de persona decente y rica, nadie pensaría que era la muchacha de la tienda de hierbajos, la que tenía más remiendos en su falda que una vela de barco.
Última edición por Elora Dahan el Miér Mayo 04, 2016 8:23 am, editado 1 vez
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Las semanas pasaron largas y perezosas, los días se entremezclaban con las noches, el salir a cazar entre semana con Jane me estaba dejando completamente agotado, aunque a ella le estaba dejando completamente muerta, pero era necesario para su entrenamiento mental y físico, tenía que acostumbrarse a no caer ante el cansancio.
Aquella noche, me tocaba turno de noche en el restaurante, por lo que le había dado la noche libre a Jane para que se fuese a su casa con su verdadera familia o que hiciese lo que le apeteciera, total, no me iba a enterar si se escabullía para ir de caza ella sola.
El cuchillo se clavó entonces en un costillar de venado, haciendo que las costillas se separasen fácilmente, hasta que estuvieron listas para meterlas en el horno de leña, ahora solo quedaba esperar. Di unos cuantos gritos a los pinches de cocina que estaban perdidos y decidí salir de la cocina para tomar un poco el aire, me gustaba ver a los comensales disfrutar de mi comida.
Entre tanto, vi a Elora acompañada de un señor. Fruncí el ceño. ¿Qué hacía? Me acerqué tras limpiarme las manos en el trapo que llevaba colgado del pantalón y sonreí. - ¡Elora! ¿Qué tal? Que sorpresa verte aquí. - Miré al señor que le acompañaba. - Hola, bienvenido señor... - Dije esperando que me diese su apellido. Me gustaba tenerla aquí, aunque no era en esta compañía con la que me hubiese esperado verla. ¿Sería este Leif Paine?
Aquella noche, me tocaba turno de noche en el restaurante, por lo que le había dado la noche libre a Jane para que se fuese a su casa con su verdadera familia o que hiciese lo que le apeteciera, total, no me iba a enterar si se escabullía para ir de caza ella sola.
El cuchillo se clavó entonces en un costillar de venado, haciendo que las costillas se separasen fácilmente, hasta que estuvieron listas para meterlas en el horno de leña, ahora solo quedaba esperar. Di unos cuantos gritos a los pinches de cocina que estaban perdidos y decidí salir de la cocina para tomar un poco el aire, me gustaba ver a los comensales disfrutar de mi comida.
Entre tanto, vi a Elora acompañada de un señor. Fruncí el ceño. ¿Qué hacía? Me acerqué tras limpiarme las manos en el trapo que llevaba colgado del pantalón y sonreí. - ¡Elora! ¿Qué tal? Que sorpresa verte aquí. - Miré al señor que le acompañaba. - Hola, bienvenido señor... - Dije esperando que me diese su apellido. Me gustaba tenerla aquí, aunque no era en esta compañía con la que me hubiese esperado verla. ¿Sería este Leif Paine?
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
~ Mauritz de Buisson es un pnj (personaje no jugador) amablemente interpretado por Leif Paine ~
Monsieur de Buisson caminaba con la cabeza tan alta que no se veía los pies, con Elora de su brazo su ego no cabía en aquel traje hecho a mano por el mejor sastre francés. En cada saludo a todo aquel que se cruzara, fuera o no conocido, alzaba con orgullo el tan alto estandarte de arrogancia que caracterizaba a la familia Buisson desde que el dinero dejó de ser un problema.
Hizo una flagrante entrada al restaurante donde pensaba finalizar su corto noviazgo con la bella y sumisa Elora, convirtiendo su relación en el matrimonio que se esperaba a ojos de Dios. Se sentía borracho de alegría, tanto era así que en ocasiones sus comentarios rallaban lo obsceno. En el amor, igual que en el alcohol, las emociones iban en altibajo por sendero angosto, por lo que en el momento que apareció aquel cocinero saludando tan felizmente a su futura prometida enturbió el gozo en él. Le barrió con la mirada como si no fuera más que la escoria que mendigaba en la calle y afirmó el agarre en Elora. - Monsieur Buisson. No esperaba que alguien como... - hizo una mueca de desprecio - usted fuera a reconocerme. Seré amable, así que le aconsejo que no pierda el tiempo engalanando a mi dama con cualesquieran que sean sus intenciones y nos de rápidamente nuestra mesa. Soy conocido en la alta sociedad, puedo hacer que su... negocio se vea aplastado por el desdén social.
No le fue suficiente compartir mesa con Elora, insistió en sentarse a su lado en lugar de enfrente, sin olvidar por supuesto el protocolo de retirarle la silla ofreciéndole asiento. Enseguida agarró su mano, sonriéndole con la seguridad de quien todo compra con dinero. - Madame Dahan, me siento impaciente por llegar al postre, le tengo una sorpresa reservada que estoy seguro disfrutará bien.
Monsieur de Buisson caminaba con la cabeza tan alta que no se veía los pies, con Elora de su brazo su ego no cabía en aquel traje hecho a mano por el mejor sastre francés. En cada saludo a todo aquel que se cruzara, fuera o no conocido, alzaba con orgullo el tan alto estandarte de arrogancia que caracterizaba a la familia Buisson desde que el dinero dejó de ser un problema.
Hizo una flagrante entrada al restaurante donde pensaba finalizar su corto noviazgo con la bella y sumisa Elora, convirtiendo su relación en el matrimonio que se esperaba a ojos de Dios. Se sentía borracho de alegría, tanto era así que en ocasiones sus comentarios rallaban lo obsceno. En el amor, igual que en el alcohol, las emociones iban en altibajo por sendero angosto, por lo que en el momento que apareció aquel cocinero saludando tan felizmente a su futura prometida enturbió el gozo en él. Le barrió con la mirada como si no fuera más que la escoria que mendigaba en la calle y afirmó el agarre en Elora. - Monsieur Buisson. No esperaba que alguien como... - hizo una mueca de desprecio - usted fuera a reconocerme. Seré amable, así que le aconsejo que no pierda el tiempo engalanando a mi dama con cualesquieran que sean sus intenciones y nos de rápidamente nuestra mesa. Soy conocido en la alta sociedad, puedo hacer que su... negocio se vea aplastado por el desdén social.
No le fue suficiente compartir mesa con Elora, insistió en sentarse a su lado en lugar de enfrente, sin olvidar por supuesto el protocolo de retirarle la silla ofreciéndole asiento. Enseguida agarró su mano, sonriéndole con la seguridad de quien todo compra con dinero. - Madame Dahan, me siento impaciente por llegar al postre, le tengo una sorpresa reservada que estoy seguro disfrutará bien.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Suspiré mientras enfilaba la calle que acababa en el restaurante de Gael. No sabía por qué disfrutaba tanto de su tapadera culinaria cuando los cazadores simplemente nos dedicábamos a la caza, y el resto del tiempo a... beber o entrenarnos. Cierto que así podía comprarse sus juguetitos de matr, como aquella ballesta plateada que no dejaba de limpiar.
Sacudí la cabeza, estaba allí por cosas más importantes.
Los días con Elora pasaban rápido, demasiado para lo que estaba acostumbrada. Todo con ella surgía con tanta... naturalidad que casi daba miedo. Sonreí, tenía ganas de ver a aquella bruja chiflada.
Simplemente le dije que ne tenía que marchar a Alemania, pero no el motivo. Era algo demasiado profundo como para decirlo en voz alta. Simplemente tenía que despedirme... del todo.
Suspiré, pero el lastre que ahondaba mi pecho era más ligero. Había conseguido dejar un pasito más atrás ese pasado... sin sentirme tan culpable como para seguir soñando con ello cada noche.
Y todo gracias a... ella. Elora.
Me encontré buscándola, por eso supe que no estaba perdida del todo. Sonreí de nuevo, tenía que contárselo a Gael. Es más, quería hacerlo.
Entré en el restaurante mirando al frente, ni siquiera me molesté en percatarme de los ricachones que seguramente me observaban. Mis pintas de cazadora no eran usuales en aquellos barrios. Lo encontré fuera de la cocina, así que casi corriendo me abalancé sobre él, dándole un coscorrón en la cabeza y riéndome.
- Pequeño, no te vas a creer lo que oyes, así que límpiate esas orejas.
Sonreí de medio lado y mis ojos color zafiro brillaron cuando le dije en tono más bajo:
- He conocido a alguien.
Sacudí la cabeza, estaba allí por cosas más importantes.
Los días con Elora pasaban rápido, demasiado para lo que estaba acostumbrada. Todo con ella surgía con tanta... naturalidad que casi daba miedo. Sonreí, tenía ganas de ver a aquella bruja chiflada.
Simplemente le dije que ne tenía que marchar a Alemania, pero no el motivo. Era algo demasiado profundo como para decirlo en voz alta. Simplemente tenía que despedirme... del todo.
Suspiré, pero el lastre que ahondaba mi pecho era más ligero. Había conseguido dejar un pasito más atrás ese pasado... sin sentirme tan culpable como para seguir soñando con ello cada noche.
Y todo gracias a... ella. Elora.
Me encontré buscándola, por eso supe que no estaba perdida del todo. Sonreí de nuevo, tenía que contárselo a Gael. Es más, quería hacerlo.
Entré en el restaurante mirando al frente, ni siquiera me molesté en percatarme de los ricachones que seguramente me observaban. Mis pintas de cazadora no eran usuales en aquellos barrios. Lo encontré fuera de la cocina, así que casi corriendo me abalancé sobre él, dándole un coscorrón en la cabeza y riéndome.
- Pequeño, no te vas a creer lo que oyes, así que límpiate esas orejas.
Sonreí de medio lado y mis ojos color zafiro brillaron cuando le dije en tono más bajo:
- He conocido a alguien.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Sonreí en dirección a Elora, me alegraba verla, estaba muy guapa con ese vestido color burdeos, nada que ver con lo que le había visto llevar anteriormente en nuestros encuentros, siempre con ropa vieja, sucia y a veces incluso rota. Verla con un vestido de verdad era toda una novedad, su estatus había mejorado en este tiempo que llevábamos sin vernos. ¿Cómo estaría su herida del cuchillo? Esperaba y deseaba que todo ya estuviese correcto y cicatrizado. Por mi parte, Mordekai me había cuidado bien las veces que había salido a cazar, e incluso, había hecho tropezar a Jane con una rama cuando esta se dispuso a atacarme por la espalda con un palo.
Me presentó a su acompañante, el cual no resultó ser ese tal Leif Paine del que me habló en la buhardilla cuando estuvo herida y apunto de desmallarse. El acompañante empezó a creerse más que nadie, más que yo y más que todos los que estaban en el restaurante cenando tan tranquilos. Mordí mi labio, iba a contestarle, pero de repente una tromba de carne llegó hasta mí, y chocó su cabeza contra la mía. Eso me distrajo, así que ignoré a Elora y al tonto de su compañero. ¿Qué había visto en él? Él sin duda, solo veía sus caderas y sus pechos.
-¡Xar! ¿Qué tal? ¿Ya has vuelto? ¿Qué haces aquí? - La estreché entre mis brazos un tanto y me separé, no quería montar un espectáculo cariñoso delante de Elora y su acompañante, el cual estaba centrado solamente en ella, rogando por un beso. Suspiré y rodé los ojos mientras miraba a mi compi. - Ve a la barra a pedir algo, ahora estoy contigo.- Cogí dos cartas con la comida que tenía y se los di a Elora. -Aquí tienen la carta. Cuando hayan escogido, haganmelo saber.- Sonreí y me marché hasta donde estaba Xaryne.
Me presentó a su acompañante, el cual no resultó ser ese tal Leif Paine del que me habló en la buhardilla cuando estuvo herida y apunto de desmallarse. El acompañante empezó a creerse más que nadie, más que yo y más que todos los que estaban en el restaurante cenando tan tranquilos. Mordí mi labio, iba a contestarle, pero de repente una tromba de carne llegó hasta mí, y chocó su cabeza contra la mía. Eso me distrajo, así que ignoré a Elora y al tonto de su compañero. ¿Qué había visto en él? Él sin duda, solo veía sus caderas y sus pechos.
-¡Xar! ¿Qué tal? ¿Ya has vuelto? ¿Qué haces aquí? - La estreché entre mis brazos un tanto y me separé, no quería montar un espectáculo cariñoso delante de Elora y su acompañante, el cual estaba centrado solamente en ella, rogando por un beso. Suspiré y rodé los ojos mientras miraba a mi compi. - Ve a la barra a pedir algo, ahora estoy contigo.- Cogí dos cartas con la comida que tenía y se los di a Elora. -Aquí tienen la carta. Cuando hayan escogido, haganmelo saber.- Sonreí y me marché hasta donde estaba Xaryne.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Elora no se esperaba que Gael saliese de la cocina y la saludase tan cordialmente, con esa espontaneidad que lo caracterizaba, como si se hubiesen visto el dia anterior. Pero era lo que había venido a buscar ¿no?. Aaaaaaagh. Maldito Mauritz, que tio más pelma. Tenía que ir parándolo a cada dos por tres porque si lo dejaba, se la trajinaba en el cuarto de las escobas. Le daba hasta vergüenza ajena que ese malparido le hablase así a Gael, que era cien mil veces más hombre y mejor persona que ese gilipollas. Pero no podía dejarse llevar por sentimentalismos, así que trató de componer un gesto neutro y le puso la mano encima de la de Mauritz.
— Monsieur, para llegar al postre hay que probar primero los entrantes, después el primer plato, el segundo y por último la guinda. Si uno se salta los pasos no se disfruta igual del menú.— iba cargada con dobles sentidos.— Buenas noches Gael, permíteme presentarle a Monsieur Buisson. Querido, Gael es un conocido de hace tiempo.— La mirada que le eché a Mauritz fue de “No seas maleducado, coño”. Pero aunque estuviera bajo el influjo de la poción, para la estupidez no había cura ni poción que la quitase.
Iba a añadir también que no esperaba encontrarlo allí y que…Suputamadre. Acababa de entrar Xaryne y estaba saludando a Gael, y ni siquiera me había reconocido. El corazón me dio un vuelco y se me cortó el aire, pero al instante recordé con quién estaba y qué hacía allí. Me puse rígida y mi gesto cambió a un rictus severo.— querido…se me está quitando el hambre. Creo que prefiero que me acompañes a casa.
La miró de arriba a abajo con una sonrisa sibilina. - Madame, contigo tengo para el menú completo, no necesito de platos mediocremente preparados, solo con tu dulce cu...compañía me doy por satisfecho. - Sus ojos se le iban contínuamente al precioso cuerpo que aguardaba bajo aquel precioso, y muy costoso cabe destacar, vestido propio de la realeza. - Me siento tan henchido de excitación que no puedo contener el deseo de entregarte mi sorpresa... - Posó una mano sobre la rodilla de Elora, acariciándola con una mirada penetrante dirigida a su rostro. - ¿Me regalarías aunque fuera un beso que mantuviera mi fuego controlado? Sueño a diario con repetir nuestro tormentoso amorío días semanas atrás... No me hagas rogar, preciosa, ¿qué clase de imagen daría si tuviera esa necesidad? Vamos, solo un beso y no insistiré más.
Elora lo fulminó con la mirada, vaya gilipollas. Merecía la muerte ya. Pero paciencia, que tenía que quedarse con su fortuna.
— Monsieur, para llegar al postre hay que probar primero los entrantes, después el primer plato, el segundo y por último la guinda. Si uno se salta los pasos no se disfruta igual del menú.— iba cargada con dobles sentidos.— Buenas noches Gael, permíteme presentarle a Monsieur Buisson. Querido, Gael es un conocido de hace tiempo.— La mirada que le eché a Mauritz fue de “No seas maleducado, coño”. Pero aunque estuviera bajo el influjo de la poción, para la estupidez no había cura ni poción que la quitase.
Iba a añadir también que no esperaba encontrarlo allí y que…Suputamadre. Acababa de entrar Xaryne y estaba saludando a Gael, y ni siquiera me había reconocido. El corazón me dio un vuelco y se me cortó el aire, pero al instante recordé con quién estaba y qué hacía allí. Me puse rígida y mi gesto cambió a un rictus severo.— querido…se me está quitando el hambre. Creo que prefiero que me acompañes a casa.
La miró de arriba a abajo con una sonrisa sibilina. - Madame, contigo tengo para el menú completo, no necesito de platos mediocremente preparados, solo con tu dulce cu...compañía me doy por satisfecho. - Sus ojos se le iban contínuamente al precioso cuerpo que aguardaba bajo aquel precioso, y muy costoso cabe destacar, vestido propio de la realeza. - Me siento tan henchido de excitación que no puedo contener el deseo de entregarte mi sorpresa... - Posó una mano sobre la rodilla de Elora, acariciándola con una mirada penetrante dirigida a su rostro. - ¿Me regalarías aunque fuera un beso que mantuviera mi fuego controlado? Sueño a diario con repetir nuestro tormentoso amorío días semanas atrás... No me hagas rogar, preciosa, ¿qué clase de imagen daría si tuviera esa necesidad? Vamos, solo un beso y no insistiré más.
Elora lo fulminó con la mirada, vaya gilipollas. Merecía la muerte ya. Pero paciencia, que tenía que quedarse con su fortuna.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Gael me llevó hacia la barra y pedí una cerveza, de buen humor. Le di un trago. Me puse a pensar en ella. Sus ojos, su boca, su lengua viperina, su voz... tan vívida como si la estuviera escuchando.
Espera. Acababa de oír su voz, y aún no estaba tan loca como para imaginármelo.
Me giré enarcando una ceja con la jarra en la mano, aún con mi media sonrisa puesta en la cara. Hasta que vi aquella escena. Y todo lo que significaba.
Por un minuto, Elora me miró desde su mesa y entre nosotras se hizo el más absoluto silencio. Ni siquiera parecía ella. No era la chica de mirada huidiza o el torbellino de furia al que tanto me gustaba provocar.
Entendí de inmediato la situación. Sabía lo que tenía que hacer.
Mi media sonrisa se fue tornando lentamente en una mueca salvaje. Mis ojos, con cada respiración, iban volviéndose más y más del color del hielo. Mi cuerpo se tensaba con la fuerza de la cazadora que habitaba en mí, preparándome para una sola cosa: matar.
Sucedió en un par de segundos. Di un salto hacia la mesa y aterricé en ella. Antes de que ese hijo de puta pudiera reaccionar, le asesté un puñetazo directo a la cara, que tumbó la silla y a él con ella.
Saqué mi cuchillo de ébano con ojos asesinos. Iba a desangrarlo aquí mismo...
Espera. Acababa de oír su voz, y aún no estaba tan loca como para imaginármelo.
Me giré enarcando una ceja con la jarra en la mano, aún con mi media sonrisa puesta en la cara. Hasta que vi aquella escena. Y todo lo que significaba.
Por un minuto, Elora me miró desde su mesa y entre nosotras se hizo el más absoluto silencio. Ni siquiera parecía ella. No era la chica de mirada huidiza o el torbellino de furia al que tanto me gustaba provocar.
Entendí de inmediato la situación. Sabía lo que tenía que hacer.
Mi media sonrisa se fue tornando lentamente en una mueca salvaje. Mis ojos, con cada respiración, iban volviéndose más y más del color del hielo. Mi cuerpo se tensaba con la fuerza de la cazadora que habitaba en mí, preparándome para una sola cosa: matar.
Sucedió en un par de segundos. Di un salto hacia la mesa y aterricé en ella. Antes de que ese hijo de puta pudiera reaccionar, le asesté un puñetazo directo a la cara, que tumbó la silla y a él con ella.
Saqué mi cuchillo de ébano con ojos asesinos. Iba a desangrarlo aquí mismo...
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Elora soltó un grito y se levantó de la silla, porque todo se había desparramado, escuchándose el ruido de cristal roto, de vajilla hecha añicos y cubiertos de metal repiqueteando en el suelo. El resto de comensales lanzaron exclamaciones y grititos, porque todos eran muy educados y superficiales.
Eso no se lo esperaba. Y tampoco la cara de pardillo que puso Mauritz, ojalá existiese ya el invento de la fotografía para sacarle una en ese mismo momento y guardarla.
— Detenteeeeeeee!!! qué haces!!!???. Noooooooo!!!..— Xaryne quería arrebatarme mi venganza, y después de haberme abandonado sin apenas explicaciones, la que tenía ganas de esgrimir ese cuchillo era yo.
Mauritz no lo había visto venir, seguía esperando aquel beso cuando lo que recibió fue puro dolor. Criado entre nubes, alejado de todo peligro, no tenía ni los reflejos ni la fuerza suficientes para haber prevenido aquel arrebato de cólera que le llovió. Su nariz sangró enseguida, desparramado en el suelo como muñeca de trapo, pero pasada la estupefacción, que no fue breve, se levantó iracundo dispuesto a reclamar tal ofensa. Sin la experiencia necesaria, lanzó el puño a la deriva fallando penosamente el intento, que apenas rozó el hombro de aquella mujer. - ¡Habrase visto mayor falta de respeto hacia alguien de mi nobleza! ¡Exijo una explicación! ¡Meitre! ¡Venga aquí inmediatamente! - Su voz sonaba brava, valiente, airada, pero su cuerpo hablaba por sí solo, pues mientras alzaba el grito al cielo intentaba escudarse tras Elora esperando, o más bien suponiendo, que con tal acción no recibiría de nuevo el aplomo de aquella locura.
Eso no se lo esperaba. Y tampoco la cara de pardillo que puso Mauritz, ojalá existiese ya el invento de la fotografía para sacarle una en ese mismo momento y guardarla.
— Detenteeeeeeee!!! qué haces!!!???. Noooooooo!!!..— Xaryne quería arrebatarme mi venganza, y después de haberme abandonado sin apenas explicaciones, la que tenía ganas de esgrimir ese cuchillo era yo.
Mauritz no lo había visto venir, seguía esperando aquel beso cuando lo que recibió fue puro dolor. Criado entre nubes, alejado de todo peligro, no tenía ni los reflejos ni la fuerza suficientes para haber prevenido aquel arrebato de cólera que le llovió. Su nariz sangró enseguida, desparramado en el suelo como muñeca de trapo, pero pasada la estupefacción, que no fue breve, se levantó iracundo dispuesto a reclamar tal ofensa. Sin la experiencia necesaria, lanzó el puño a la deriva fallando penosamente el intento, que apenas rozó el hombro de aquella mujer. - ¡Habrase visto mayor falta de respeto hacia alguien de mi nobleza! ¡Exijo una explicación! ¡Meitre! ¡Venga aquí inmediatamente! - Su voz sonaba brava, valiente, airada, pero su cuerpo hablaba por sí solo, pues mientras alzaba el grito al cielo intentaba escudarse tras Elora esperando, o más bien suponiendo, que con tal acción no recibiría de nuevo el aplomo de aquella locura.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Xaryne ni siquiera me respondió a mis palabras cuando llegué hasta la barra y me situé a su lado, tampoco le había dado tiempo para beberse toda la cerveza que se había pedido. Pasó por mi lado como una bala disparada hacía un punto fijo, como un dardo apuntando al centro de una diana. Me quedé estupefacto por lo que mis ojos estaban viendo, la vi como se ponía igual que se ponía cuando salíamos a cazar juntos, como si el hombre que acompañaba a Elora fuese el mayor Demonio que habían visto sus ojos. ¿Qué coño estaba pasando? La silla en la que estaba el pobre hombre se cayó al suelo, dando un gran golpe y vi como Elora comenzaba a gritarle, a la vez que la sangre de la nariz del hombre manchaba el suelo del restaurante.
Los murmullos y chillidos de la gente que tenían sentado al lado. El hombre comenzó a gritar que quería que viniese un metre a salvarle el pescuezo. Apreté los puños y caminé hasta donde estaba Xaryne, que parecía un puto chihuahua con la rabia. La sujeté por el cuello de su cazadora y le di un empujón en dirección a la puerta del restaurante. Unos compañeros míos acudieron en ayuda de Elora y de Mauritz.
Abrí la puerta del restaurante y saqué a Xaryne conmigo, no sabía que hacer, si propinarle un puñetazo, una hostia con la mano abierta o clavarle una daga. Como me despidieran iba a estar jodido. Me decanté por la hostia con la mano abierta y se la propiné en la mejilla izquierda. -No quiero escuchar ni un "Pero Gael" ni ninguna excusa de ningún tipo. ¿Me oyes? ¿En qué coño estás pensando? Y no me digas que en el coño de Elora, por favor porque te juro que te voy a coger del pescuezo y vas a saber de lo que soy capaz.- Le advertí, estaba echo una auténtica furia, nunca nadie me había hecho enfadar tanto y tan rápido, ni siquiera Adaline. Más le valía por su vida que tuviera una buena razón para atacar a Mauritz delante de todo el mundo y encima, en mi restaurante. Era algo que no le iba a dejar pasar, no en mi trabajo.
Los murmullos y chillidos de la gente que tenían sentado al lado. El hombre comenzó a gritar que quería que viniese un metre a salvarle el pescuezo. Apreté los puños y caminé hasta donde estaba Xaryne, que parecía un puto chihuahua con la rabia. La sujeté por el cuello de su cazadora y le di un empujón en dirección a la puerta del restaurante. Unos compañeros míos acudieron en ayuda de Elora y de Mauritz.
Abrí la puerta del restaurante y saqué a Xaryne conmigo, no sabía que hacer, si propinarle un puñetazo, una hostia con la mano abierta o clavarle una daga. Como me despidieran iba a estar jodido. Me decanté por la hostia con la mano abierta y se la propiné en la mejilla izquierda. -No quiero escuchar ni un "Pero Gael" ni ninguna excusa de ningún tipo. ¿Me oyes? ¿En qué coño estás pensando? Y no me digas que en el coño de Elora, por favor porque te juro que te voy a coger del pescuezo y vas a saber de lo que soy capaz.- Le advertí, estaba echo una auténtica furia, nunca nadie me había hecho enfadar tanto y tan rápido, ni siquiera Adaline. Más le valía por su vida que tuviera una buena razón para atacar a Mauritz delante de todo el mundo y encima, en mi restaurante. Era algo que no le iba a dejar pasar, no en mi trabajo.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Gael me sacó a empujones justo cuando el cuchillo rasgaba el aire a un centímetro de la garganta de aquel bastardo. Mis ojos helados sólo veían sangre, la de ese hijo de puta en mis manos. Aquel que había osado hacerle eso a Elora y que ahora cenaba tan campante a su lado.
Rugí de rabia y encajé el golpe de Gael, en aquel estado de furia ciega ni siquiera me dolió. Intenté volver a entrar pero Gael me tenía bien sujeta. Le aparté de un empujón. Mis ojos no dieron muestra de emoción ninguna cuando solté con voz fría:
- Ese hijo de la gran puta, esa mierda con ojos y chaqueta cara, es el desalmado que le ha jodido la vida a Elora. No voy a dejar que salga vivo de ésta. No voy a permitir que vuelva a poner una mano de cerdo sobre ella.
Intenté volver a pasar pero Gael me lo impedía. Volví a rugir de rabia.
- ¡LA TORTURÓ, GAEL!
Rugí de rabia y encajé el golpe de Gael, en aquel estado de furia ciega ni siquiera me dolió. Intenté volver a entrar pero Gael me tenía bien sujeta. Le aparté de un empujón. Mis ojos no dieron muestra de emoción ninguna cuando solté con voz fría:
- Ese hijo de la gran puta, esa mierda con ojos y chaqueta cara, es el desalmado que le ha jodido la vida a Elora. No voy a dejar que salga vivo de ésta. No voy a permitir que vuelva a poner una mano de cerdo sobre ella.
Intenté volver a pasar pero Gael me lo impedía. Volví a rugir de rabia.
- ¡LA TORTURÓ, GAEL!
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Elora retuvo a Mauritz, que se hizo el valiente cuando Xaryne era llevada afuera por Gael. Estaba allí pegando gritos y exigiendo responsabilidades a los camareros y la bruja tenía un tremendo pitido dentro de los oidos, viendo pasar ua y otra vez por delante de sus ojos la imagen de Xaryne, su gesto asesino y su salvaje ansia de sangre.— ¡¡¡Bastaaaaa!!!! Señores cálmense. Mauritz querido, tenemos que ir a que te curen la nariz inmediatamente, quiero irme ya de aquí, vamos.— Al mâitre le dirigió una mirada de disculpa y resolvió que se pasaría por allí otro día a hablar con él. Le susurró por lo bajo.— No se preocupe, yo pagaré los desperfectos mañana, y disculpe.
Mauritz, una vez la mujer salió de su vista, se creció nuevamente hinchando el pecho como un pavo. - ¡Esto es increíble! Jamás en mi vida había sido blanco de tal violencia sin sentido. Pienso asegurarme que esa... mujer - escupió - con falta de clase reciba su merecido. - Agarró con fuerza a Elora del brazo sacándola de allí a tirones, llamando un carruaje para irse cuanto antes de allí. Bajo la intimidad que ofrecía el carruaje, se dejó de orgullos y lloriqueó quejándose del dolor en su nariz, del estropicio en su ropa, pero sobretodo... - ¡No pude darte la sorpresa! Estoy muy molesto. Esta noche duermes conmigo, ¿verdad? Que esa sucia fulana sin clase nos haya estropeado la velada no significa que no pueda acabar lo que quería hacer
—¿Sorpresa?¿Qué sorpresa?…— uy… aquello sonaba mal. Y ni de coña iba a dormir con él. Tendría que pensar rápido en alguna excusa para quitárselo de encima y poder volver a su buhardilla.— No me agarres tan fuerte porque me vas a dejar marcas.
Frunció el ceño y le soltó el brazo. - Pon un poco de tu parte, ¿quieres? Estoy gastándome montones de dinero en ti y ni siquiera he recibido un beso. En lugar de eso he sido golpeado. - Golpeó la ventanilla que los separaba con el cochero y le dio la dirección de su maison, sin pronunciar palabra alguna hasta que llegaron al lugar. Tampoco al bajar o entrar, solo en la soledad del salón, donde ya caldeaba la chimenea, sacó de su bolsillo un precioso anillo que le mostró con una arrogante sonrisa. - Esto es la sorpresa. Vas a ser mi mujer.
Si no fuera porque sabía que acabaría matándolo, le habrían dado arcadas y habría salido corriendo. En lugar de eso trató de hacerse la sorprendida.— ¿es una broma?… no… no sé Mauritz, yo no merezco tal honor. Deberías casarte con alguien de más rango, con más dinero…¿qué va a decir la gente? que te pescó una buscafortunas porque soy pobre…no, es mejor que guardes ese anillo. Lo cierto es que mi presencia a tu lado es una fuente continua de problemas. Nos separa una diferencia de clase demasiado grande.— se levantó haciéndose la compungida y mirando al suelo con cara de infinita tristeza. Mauritz querría tener aquello que no podía tener, or tanto le estaba haciendo pensar que su amor era imposible para que lo desease más todavía.
El hombre estaba sorprendido y algo aturdido, jamás fue rechazado con anterioridad, al contrario, de modo que aquella negativa en Elora remarcó su carácter de niño que no puede obtener el juguete que desea. La rodeó con los brazos, sonriendo con la misma seguridad de siempre. - ¿Qué importa? Es mi dinero, es mi vida y tú serás mi mujer, es lo que yo quiero. No puedes decir que no, yo te amo y sé que tú también a mí. Así que no te preocupes y solo bésame. - La atrajo agarrándola del cuello para sellar el compromiso que ya daba por hecho aún cuando Elora no había pronunciado todavía afirmación alguna.
Puaaaaaaajs. Ahora sí que tendría que hacer de tripas corazón y besarlo. Qué asco. Le puso una mano sobre la mejilla,con dos lagrimones rodando por la cara. El hombre lo interpretaría como que estaba emocionada y triste por no ser de la misma clase social, pero lo cierto es que lloraba porque no quería besarlo, quería besar a Xaryne y matarla, y sacudirla y también rodar por la cama con ella. El caso es que asintió y le dio un beso. En cuanto llegase a casa pensaba lavarse la boca con alcohol.
Mauritz se emocionó en el momento que logró besarla después de tanto tiempo de negativas, por lo que al segundo siguiente ya estaba bajando las manos por su cuerpo tanteando su trasero antes de apretarlo y atraerla más. - ¿Qué tal un poco de sexo de celebración, Elora? Me has tenido deseándote todo este tiempo, no me hagas esperar más... - Mauritz estaba hechizado, pero no era tonto, notaba la negativa de su prometida así que la agarró de las muñecas para llevarla al sofá, tumbándose sobre ella dejándole poco margen de escape.
La bruja no era tonta tampoco y llevaba un ente atado a uno de los pendientes que llevaba puestos. Le ordenó mentalmente que rompiese el cristal de la ventana, y así lo hizo. Puso cara de pánico.— ¿qué ha sido eso??!! Mauritz ve a ver!!
Bufó frustrado, soltándola para ir a ver qué demonios pasaba. Asomó la cabeza, con el ceño fruncido y un bulto en los pantalones. - No hay nada. Algún gamberro. - Volvió para seguir donde lo dejó. - Venga, vamos al dormitorio, tendremos más intimidad...
Pero para cuando llegó, la bruja ya se había puesto el sombrero y estaba casi en la puerta.—No hay nada que no hayas visto ya, no seas impaciente. Esperemos al matrimonio, como debe ser. Quiero ser una buena esposa y hacer lo que se espera de mí. Seguro que tu madre lo aprobará. Si no, siempre andarán murmurando que es por eso por lo que quieres casarte conmigo. Hasta mañana Mauritz, ya me lleva el cochero, tú descansa que hoy te has portado como todo un caballero en esa riña.— Já. Y un cuerno. Le dedicó una sonrisa, volvió a mirar el anillo sonriendole y salió por la puerta. Nada más salir escupió al suelo y no se quitó el anillo tirandolo por ahi porque sabía que se lo reclamaría al dia siguiente si no lo veía puesto.
Le dijo al cochero que la llevase a su casa. Subió los escalones del edificio hasta la ultima planta y cuando entró, lanzó con rabia el sombrero por ahí. Igual que los zapatos. Se soltó el pelo y se quitó la perla dejandola sobre la mesa. Se sacó el anillo del dedo y lo estampó contra la madera, al lado de la perla, pero casi como si le quemase llevarlo. Estaba rabiosa, y su matrimonio inminente no era el motivo. Casi lo echa a perder Xaryne. Y deseaba que lo hiciera, pero sabía que no podía permitirse sentimentalismos, estaba justo donde quería estar y ya faltaba poco.
Mauritz, una vez la mujer salió de su vista, se creció nuevamente hinchando el pecho como un pavo. - ¡Esto es increíble! Jamás en mi vida había sido blanco de tal violencia sin sentido. Pienso asegurarme que esa... mujer - escupió - con falta de clase reciba su merecido. - Agarró con fuerza a Elora del brazo sacándola de allí a tirones, llamando un carruaje para irse cuanto antes de allí. Bajo la intimidad que ofrecía el carruaje, se dejó de orgullos y lloriqueó quejándose del dolor en su nariz, del estropicio en su ropa, pero sobretodo... - ¡No pude darte la sorpresa! Estoy muy molesto. Esta noche duermes conmigo, ¿verdad? Que esa sucia fulana sin clase nos haya estropeado la velada no significa que no pueda acabar lo que quería hacer
—¿Sorpresa?¿Qué sorpresa?…— uy… aquello sonaba mal. Y ni de coña iba a dormir con él. Tendría que pensar rápido en alguna excusa para quitárselo de encima y poder volver a su buhardilla.— No me agarres tan fuerte porque me vas a dejar marcas.
Frunció el ceño y le soltó el brazo. - Pon un poco de tu parte, ¿quieres? Estoy gastándome montones de dinero en ti y ni siquiera he recibido un beso. En lugar de eso he sido golpeado. - Golpeó la ventanilla que los separaba con el cochero y le dio la dirección de su maison, sin pronunciar palabra alguna hasta que llegaron al lugar. Tampoco al bajar o entrar, solo en la soledad del salón, donde ya caldeaba la chimenea, sacó de su bolsillo un precioso anillo que le mostró con una arrogante sonrisa. - Esto es la sorpresa. Vas a ser mi mujer.
Si no fuera porque sabía que acabaría matándolo, le habrían dado arcadas y habría salido corriendo. En lugar de eso trató de hacerse la sorprendida.— ¿es una broma?… no… no sé Mauritz, yo no merezco tal honor. Deberías casarte con alguien de más rango, con más dinero…¿qué va a decir la gente? que te pescó una buscafortunas porque soy pobre…no, es mejor que guardes ese anillo. Lo cierto es que mi presencia a tu lado es una fuente continua de problemas. Nos separa una diferencia de clase demasiado grande.— se levantó haciéndose la compungida y mirando al suelo con cara de infinita tristeza. Mauritz querría tener aquello que no podía tener, or tanto le estaba haciendo pensar que su amor era imposible para que lo desease más todavía.
El hombre estaba sorprendido y algo aturdido, jamás fue rechazado con anterioridad, al contrario, de modo que aquella negativa en Elora remarcó su carácter de niño que no puede obtener el juguete que desea. La rodeó con los brazos, sonriendo con la misma seguridad de siempre. - ¿Qué importa? Es mi dinero, es mi vida y tú serás mi mujer, es lo que yo quiero. No puedes decir que no, yo te amo y sé que tú también a mí. Así que no te preocupes y solo bésame. - La atrajo agarrándola del cuello para sellar el compromiso que ya daba por hecho aún cuando Elora no había pronunciado todavía afirmación alguna.
Puaaaaaaajs. Ahora sí que tendría que hacer de tripas corazón y besarlo. Qué asco. Le puso una mano sobre la mejilla,con dos lagrimones rodando por la cara. El hombre lo interpretaría como que estaba emocionada y triste por no ser de la misma clase social, pero lo cierto es que lloraba porque no quería besarlo, quería besar a Xaryne y matarla, y sacudirla y también rodar por la cama con ella. El caso es que asintió y le dio un beso. En cuanto llegase a casa pensaba lavarse la boca con alcohol.
Mauritz se emocionó en el momento que logró besarla después de tanto tiempo de negativas, por lo que al segundo siguiente ya estaba bajando las manos por su cuerpo tanteando su trasero antes de apretarlo y atraerla más. - ¿Qué tal un poco de sexo de celebración, Elora? Me has tenido deseándote todo este tiempo, no me hagas esperar más... - Mauritz estaba hechizado, pero no era tonto, notaba la negativa de su prometida así que la agarró de las muñecas para llevarla al sofá, tumbándose sobre ella dejándole poco margen de escape.
La bruja no era tonta tampoco y llevaba un ente atado a uno de los pendientes que llevaba puestos. Le ordenó mentalmente que rompiese el cristal de la ventana, y así lo hizo. Puso cara de pánico.— ¿qué ha sido eso??!! Mauritz ve a ver!!
Bufó frustrado, soltándola para ir a ver qué demonios pasaba. Asomó la cabeza, con el ceño fruncido y un bulto en los pantalones. - No hay nada. Algún gamberro. - Volvió para seguir donde lo dejó. - Venga, vamos al dormitorio, tendremos más intimidad...
Pero para cuando llegó, la bruja ya se había puesto el sombrero y estaba casi en la puerta.—No hay nada que no hayas visto ya, no seas impaciente. Esperemos al matrimonio, como debe ser. Quiero ser una buena esposa y hacer lo que se espera de mí. Seguro que tu madre lo aprobará. Si no, siempre andarán murmurando que es por eso por lo que quieres casarte conmigo. Hasta mañana Mauritz, ya me lleva el cochero, tú descansa que hoy te has portado como todo un caballero en esa riña.— Já. Y un cuerno. Le dedicó una sonrisa, volvió a mirar el anillo sonriendole y salió por la puerta. Nada más salir escupió al suelo y no se quitó el anillo tirandolo por ahi porque sabía que se lo reclamaría al dia siguiente si no lo veía puesto.
Le dijo al cochero que la llevase a su casa. Subió los escalones del edificio hasta la ultima planta y cuando entró, lanzó con rabia el sombrero por ahí. Igual que los zapatos. Se soltó el pelo y se quitó la perla dejandola sobre la mesa. Se sacó el anillo del dedo y lo estampó contra la madera, al lado de la perla, pero casi como si le quemase llevarlo. Estaba rabiosa, y su matrimonio inminente no era el motivo. Casi lo echa a perder Xaryne. Y deseaba que lo hiciera, pero sabía que no podía permitirse sentimentalismos, estaba justo donde quería estar y ya faltaba poco.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Xaryne estaba completamente fuera de sus casillas, algo había en ese hombre que la estaba trastornando y volviendo loca por completo. ¿Era un inquisidor? No conocía otra personas que pudiese enfadarla de ese modo, ni siquiera la había visto así con vampiros... Encajó mi golpe sin decir nada al respecto, de hecho, había sido como ni siquiera hubiese notado que la había pegado, pues intentó volver dentro del restaurante para continuar la batalla que había empezado. La volví a detener y suspiré, estaba muy enfadado, pero aún me intrigaba más el saber porqué se había puesto así con ese hombre.
Me contó el porqué se había puesto así. ¿De qué coño conocía ella a Elora? París no era tan pequeña... Pasé las manos por el pelo y la volví a detener cuando intentó pasar por encima de mí. Rugió de pura impotencia y me gritó que ese hombre la había torturado. Abrí los ojos y apreté los labios. —Vale, entiendo porqué te pones así, pero esos son cosas que tiene que ver con Elora, no contigo. No te metas donde no te llaman Xaryne. Si está con él cenando sus motivos tendrá ¿Me entiendes? Y mucho menos la líes en mi restaurante, por muy bien que me caigas hay cosas que no te voy a permitir.— La sujeté por el brazo por si acaso. Me fijé que un carruaje se marchaba, seguro que con Elora y el hombre en su interior. La solté, pero seguía estando enfadado. —No vuelvas a entrar a mi restaurante. Te echaré de nuevo. — La miré de arriba a bajo y negué con la cabeza, completamente decepcionado con ella. —Voy a ver si no me despiden por tú culpa.— Me di la vuelta sin mirar atrás y entré en el restaurante, rezando por no perder el trabajo.
Me contó el porqué se había puesto así. ¿De qué coño conocía ella a Elora? París no era tan pequeña... Pasé las manos por el pelo y la volví a detener cuando intentó pasar por encima de mí. Rugió de pura impotencia y me gritó que ese hombre la había torturado. Abrí los ojos y apreté los labios. —Vale, entiendo porqué te pones así, pero esos son cosas que tiene que ver con Elora, no contigo. No te metas donde no te llaman Xaryne. Si está con él cenando sus motivos tendrá ¿Me entiendes? Y mucho menos la líes en mi restaurante, por muy bien que me caigas hay cosas que no te voy a permitir.— La sujeté por el brazo por si acaso. Me fijé que un carruaje se marchaba, seguro que con Elora y el hombre en su interior. La solté, pero seguía estando enfadado. —No vuelvas a entrar a mi restaurante. Te echaré de nuevo. — La miré de arriba a bajo y negué con la cabeza, completamente decepcionado con ella. —Voy a ver si no me despiden por tú culpa.— Me di la vuelta sin mirar atrás y entré en el restaurante, rezando por no perder el trabajo.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Escuché la bronca de Gael, pero la verdad era que estaba tan furiosa que me importaban un pito él, su trabajo, su restaurante y medio mundo. Y lo único que me importaba en aquellos momentos se iba en un carruaje con un hijo de perra.
Gael se metió para adentro mientras yo le soltaba un "Imbécil" que sabía que oiría. Me daba igual. Ya habría tiempo para arreglar estropicios más tarde.
Corrí hacia Zaros y subí en él. Mi caballo, negro como boca de lobo y hermano de Helios, montura de Gael, llevaba conmigo desde que no era más que un potrillo indefenso. Se había entrenado conmigo toda mi vida, por lo que me comprendía más que muchos humanos. Que la mayoría de ellos, diría yo. Notó mi estado de profunda rabia y corrió hacia donde le indicaba. Cabalgué hacia casa de Elora, quería estar allí cuando llegara.
"Porque no se irá a quedar allí a dormir.." ¿O sí?
Apreté los dientes, ciega de rabia. El sólo hecho de haber tenido su sangre al alcance de la mano y que me hubieran sacado del restaurante sin poder matarlo me hervía la sangre por dentro. Vale, quizás sí sentía un poco el casi haberle fastidiado su venganza a Elora. Pero me sentía dolida de que hubiera comenzado aquello sin decirme nada. Le dije que volvería, y cuando llego... ¿estaba agarrada del brazo de ese imbécil? Y encima iba a la guarida del lobo...
"No, si ya sabía que muy bien de la cabeza no estaba"
Estaba transformando toda mi preocupación en rabia. Mierda.
Subí trepando por una de las columnas de la casa de Elora y forcé la ventana. Era cazadora, siempre llevaba una ganzúa a mano. Entré en la oscura buhardilla y volví a cerrar la ventana. Me senté en la silla destartalada que tenía, en el rincón mas alejado de la cama. Mi cuerpo estaba tenso como la cuerda de una ballesta. Apoyé los brazos en mis muslos y las entrelacé, respirando profundo. Sólo mis ojos de hielo refulgían en la oscuridad.
Observé la entrada triunfal de Elora y su dramático arrebato de rabia sin moverme un ápice y mirándola fijamente, esperando a que se percatara de mi presencia.
Gael se metió para adentro mientras yo le soltaba un "Imbécil" que sabía que oiría. Me daba igual. Ya habría tiempo para arreglar estropicios más tarde.
Corrí hacia Zaros y subí en él. Mi caballo, negro como boca de lobo y hermano de Helios, montura de Gael, llevaba conmigo desde que no era más que un potrillo indefenso. Se había entrenado conmigo toda mi vida, por lo que me comprendía más que muchos humanos. Que la mayoría de ellos, diría yo. Notó mi estado de profunda rabia y corrió hacia donde le indicaba. Cabalgué hacia casa de Elora, quería estar allí cuando llegara.
"Porque no se irá a quedar allí a dormir.." ¿O sí?
Apreté los dientes, ciega de rabia. El sólo hecho de haber tenido su sangre al alcance de la mano y que me hubieran sacado del restaurante sin poder matarlo me hervía la sangre por dentro. Vale, quizás sí sentía un poco el casi haberle fastidiado su venganza a Elora. Pero me sentía dolida de que hubiera comenzado aquello sin decirme nada. Le dije que volvería, y cuando llego... ¿estaba agarrada del brazo de ese imbécil? Y encima iba a la guarida del lobo...
"No, si ya sabía que muy bien de la cabeza no estaba"
Estaba transformando toda mi preocupación en rabia. Mierda.
Subí trepando por una de las columnas de la casa de Elora y forcé la ventana. Era cazadora, siempre llevaba una ganzúa a mano. Entré en la oscura buhardilla y volví a cerrar la ventana. Me senté en la silla destartalada que tenía, en el rincón mas alejado de la cama. Mi cuerpo estaba tenso como la cuerda de una ballesta. Apoyé los brazos en mis muslos y las entrelacé, respirando profundo. Sólo mis ojos de hielo refulgían en la oscuridad.
Observé la entrada triunfal de Elora y su dramático arrebato de rabia sin moverme un ápice y mirándola fijamente, esperando a que se percatara de mi presencia.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
https://www.youtube.com/watch?v=Q78bn1ubP9o
No fue hasta que no se quitó el anillo dando un golpe, que se dio cuenta de la presencia de Xaryne allí sentada observándola. La miró de reojo y envaró la espalda. Fijó los ojos en un punto fijo de la pared y soltó un resoplido sonoro, apoyando las manos sobre la madera. Estaba realmente cabreada. El silencio fue tenso, hasta que la bruja decidió romperlo para escupirle la pregunta con veneno.
—¿cómo has podido?.— Su pecho subía y bajaba con la respiración agitada, la misma que la cazadora le provocaba en otras circunstancias, pero no ahora.— Todo te importa una puta mierda ¿Hm?.— Bajo la coraza de piedra el dolor pulsaba con saña.— Yo te importo una puta mierda. Esto es importante para mí y has intentado joderme.
Mis movimientos eran precisos, lentos y calculados. Cuando estaba cabreada, mi vena de cazadora surgía con fuerza y mi cuerpo entraba en estado de caza, casi leonino, como el depredador que acecha a su presa. Muy pocas personas me conocían realmente, yo misma me ocupaba de ello, pero los que lo hacían sabía que era mejor que gritara y lo soltara todo, porque cuando me quedaba callada... significaba que la Muerte Negra estaba viva.
Simplemente ladeé la cabeza ante su frase llena de dolor. Mis ojos, de tan fríos parecían la nieve del ártico, que no se derrite ante el viento.
- ¿Crees que me hubiera molestado en partirle la cara a ese imbécil por alguien que me importara "una puta mierda"?
Mi tono de voz era tranquilo, amenazante. Seguía observando cada uno de sus movimientos, cada respiración furiosa que salía de esa boca.
https://www.youtube.com/watch?v=-P7rR3FbJrc
La bruja volteó la cara para enfrentar esos ojos azules como el hielo, en el fondo de sus pupilas casi podía verse las llamas ardiendo.
— Entonces te crees mejor que yo. Crees que yo no soy capaz de hacerlo. Que soy una cría y que puedes decidir por mí. No tenías derecho.— se separó del escritorio y se quedó de pie, frente a ella, a dos metros, sin amedrentarse. Joder, que estaba en su propia casa, solo faltaba eso, que tuviera que irse.— Como ahora. Decides cuándo entras, cuándo te largas, decides no decirme cuanto tiempo te vas. Un puto mes sin saber de ti. Si no vas a quedarte, ¿para qué has vuelto? ¿quieres un polvo? bájate al puerto, porque esta noche no vas a decidir por mí otra vez.
Estaba sacando todas las cartas sobre la mesa. Muy bien. Se levantó con calma, siempre intentando mantener el control de su ira. No dejaba de pasársele por la cabeza cómo le agarraba del brazo, cómo le había defendido y... joder, lo bien que pegaban juntos. Si no fuera un sádico hijo de perra. La imagen de una Elora aristócrata con un marido y una familia feliz le sacudía la mente una y otra vez. Xaryne nunca había pensado en esas cosas y ahora no era el momento de hacerlo, pero no podía evitarlo.
Sólo el pensar que pudiera tocarla, abrazarla o ponerle una sola mano encima hacía que quisiera rugir de rabia y desgarrarle la garganta con su cuchillo de ébano, que clamaba la sangre de ese bastardo.
Se acercó a ella con extrema lentitud, con los brazos tensos y sus músculos a flote. Se había quitado las armas y la cazadora, por lo que llevaba una camiseta negra de tirantes a juego con sus sempiternos pantalones de cuero. Con cada respiración sus fibrosos hombros subían y bajaban, tan tensos que podría reventar la pared de un puñetazo si quisiera.
- Mirémoslo al revés. No lo que hice, sino lo que podría haber hecho. Podría no haberte dicho que me iba, y lo hice. Podría haberte dicho que volvería y no hacerlo, y he vuelto. Nunca te he mentido, Elora.
La miró fijamente a los ojos. Era muchas cosas, pero no una mentirosa.
- Si lo que quieres es una disculpa sí, siento haber puesto en peligro tu venganza. Si lo que quieres es arrepentimiento... - Mi sonrisa se vovió una mueca salvaje. - ... no, no me arrepiento. Le hubiera rajado la garganta en esa misma mesa si así hubiera podido evitar que ese hijo de puta te pusiera encima un solo dedo.
https://www.youtube.com/watch?v=XsTjI75uEUQ
La bruja se echó a reir. Al principio era su risa, divertida, cristalina, pero al poco dejó traslucir el verdadero motivo de esa risa. Sarcasmo, amargura.
— Y todavía esperarás que te dé las gracias…Oh! madame. Gracias por no mentirme, pero sí ocultarme las cosas importantes porque como soy una bruja chalada e inconsciente no se puede confiar en mí. — Retornó al gesto desafiante y al rictus serio. Caminó hacia Xaryne despacio sin dejar de mirarla a los ojos y se detuvo justo a un palmo siseándole.— No te arrepientas. Ya lo hago yo por la dos. Me arrepiento de haber confiado en ti porque tú has cogido esa confianza y la has arrastrado por el barro de media Alemania. Y cuando regresas ni siquiera eres capaz de respetar lo que te pedí.
Yo también solté una risa, sarcástica. Su cercanía, muy a pesar de mi ira, empezaba a causar estragos, ya que lo que sea que hubiese entre nosotras era intenso, tanto en su forma física, como en la forma más oscura. La atmósfera estaba tan cargada que hubiera podido tronar en aquella buhardilla.
- Si hablamos de respeto, te ha faltado el tiempo para comenzar tu venganza. ¿Sólo tenía que desaparecer del mapa, verdad?
Empecé a caminar a su alrededor. Si me quedaba quieta la rabia era aún peor.
- ¿Qué es lo que quieres oír Elora? ¿Que me quedaré de brazos cruzados mientras ese bastardo te toca? ¿Que aguantaré que ese infrahumano te exhiba por ahí como a un trofeo de casa porque te respeto? Oh sí, una mujer de honor lo haría, claro.
Acabé detrás de ella y me incliné hacia su oído con los brazos cruzados:
- Sorpresa, brujita. Soy una cazadora que disfruta matando alimañas. Soy alguien que lo perdió todo y dejó de considerarse alguien para apenas pasar a ser algo. Llevo en las manos la sangre de los trece humanos que me jodieron la vida. Y sí, disfruté matándolos por venganza.
Lo solté todo de golpe y entre dientes... y eso que acababa de empezar...
- Me cobré más vidas de las que les están permitidas a la mitad de los reos del calabozo de esta ciudad. Soy fría y letal. Cumplí mi venganza y seguía igual de jodida. Y lo peor de todo.... - pegué mis labios a su oído antes de separarlo con un susurro: ... es que te has enamorado de una jodida asesina.
La barbilla de Elora fue sacudida por un leve temblor. Apretó los puños y miró al frente, con la mirada perdida a través de la ventana. El pelo comenzó a erizarse, con esa extraña electricidad estática que la rodeaba cuando la magia la poseía. De repente los libros del estante comenzaron a volar y a girar alrededor de ellas dos, poseídos por una energía infernal que los hacía danzar sin sentido. Un tarro de cristal cayó al suelo, desparramándose un polvo que olía acre. Así que sólo ella se había enamorado por lo visto.— Pues mata a todo dios si te pone. Pero de los dos mil millones de personas que puedes matar te pedí que no matases a ese y tú tenías que hacerlo. Porque te da la gana. Porque el mundo ha sido malo contigo. Despierta y mira a tu alrededor. Esto es lo que soy, lo que todos esperan que sea… pero pensé que contigo podía ser yo. Si la verdadera Xaryne es la que va a matar a Mauritz porque es una asesina todo lo demás importa una mierda… entonces vete y no vuelvas.
Una sacudida latigó mi pecho cuando me dijo que me fuera. En sus palabras había odio pero... una parte ínfima de mi ser vislumbró dolor. Mierda... había un problema en sus palabras... yo no pensaba irme a ningún sitio en el que ella no estuviera. Nunca había sido buena expresándome ni relacionándome con la gente, me había criado entre monstruos, dagas, estacas y sangre.
Los objetos de la habitación comenzaron a volar. Estaba empezando a ponerse fuera de sí. Un tarro reventó y uno de los cristales voló hacia mi cara, desde donde un profuso corte en la mejilla comenzó a sangrar.
- Elora, para.
La silla salió volando y me dio en la espalda, arrancándome un grito de dolor. No, no mierda, mierda. Si soltaba su magia no podría pararla.
¿Pero cómo decirle que nunca iba a dejarla? Cómo demostrar que había derretido el hielo de la Muerte Negra y que no podía soportar que estuviera en peligro? Entonces, lo supe. De alguna manera supe lo que tenía que hacer.
Poniendo en peligro mi vida sujeté su cara con las manos y sin vacilar un segundo, la besé. La besé profundamente, con necesidad, con el medo de perderla y con un profundo amor. Y contra sus labios dije antes de lo que creía mi muerte segura:
- Sí, eres esta, la bruja loca e inconsciente que da todo por hecho y que nunca me deja expresarme. La que me busca la boca cuando me pongo furiosa cuando cualquiera hubiera muerto de terror. - cerré los ojos con fuerza, estando tan cerca e invocando su magia me mataría. Pero no me importaba. - La que se abraza a mi por las noches como una hiedra. A la que le gusta que la abrace fuerte como si no fuera a soltarla nunca. La que cree que ser ella misma está mal, cuando lo peor sería que intentara ser otra persona.
Di un último suspiro antes de que, por primera vez en tres años, dos lágrimas rodaran por mis mejillas:
- ... y lo más importante...eres la chica de la que está locamente enamorada esta jodida imbécil que está a punto de morir.
Joder, eso eran palabras mayores. No se habría imaginado ni en un millón de años que Xaryne le soltase todo eso. Era todo verdad, y cada uno de esos pequeños detalles estaban ahí, vivos.Era cierto que la buscaba por las noches, enredándose en su piel, para notarla cerca, porque eso le aportaba paz. Los libros se detuvieron y cayeron de un golpe seco al suelo cuando Elora la vio llorar y su impulso fue abrazarla fuerte. Esta vez sería ella la que la sostendría. Nadie se quedaba con ella, su vida era una larga historia plagada de silencios y ausencias. Y lo único duradero que permanecía eran los muertos que ataba a los objetos. Inconscientemente buscaba en la cazadora que se quedase con ella sin necesidad de atarla. Que no tuviera que pensar en despedidas, o en tener que recoger de nuevo los pedazos de sí misma y volver a montar una Elora cada vez más de piedra cuando ella se marchase. Debería estar acostumbrada al abandono, pero no, era algo a lo que nunca se acostumbraría.
— shhhhh…vale…está bien así. Las dos merecemos la muerte pero hoy no es el día — Le dejó un beso en el pelo y le acarició la nuca unos instantes. ¿Por qué tenía que ser tan díficil? Porque si no, no serían ellas. Lógico. Obvio.
El aire salió bruscamente de los pulmones de la cazadora al sentir su abrazo. No sabía cómo había sido capaz de declararse en un momento así, ni siquiera sabía por qué las lágrimas seguían cayendo de sus ojos. Quizás lloraba por todo lo que pudo ser y no fue. O por lo que iba a ser de ellas a partir de ahora.
En realidad eran dos pobres desgraciadas a las que la vida había apalizado cruelmente hasta romperles cada una de las costillas. Pero se querían. Eso era lo único de lo que estaba segura en su vida.
Su mejilla seguía sangrando así que se apartó ligeramente de ella para limpiarse la cara con el dorso de la mano. Evitó mirarla a los ojos, hacía demasiado tiempo que no lloraba. Una suave risa salió de su boca y hasta la cazadora se sorprendió cuando se oyó decir con tono cariñoso:
- Me parece que no te vas a librar de mí tan fácilmente, pequeña.
Y por primera vez, mirando a los ojos de aquella muchacha de lengua afilada y ojos sinceros, su media sonrisa se tornó, por un momento, completa.
No fue hasta que no se quitó el anillo dando un golpe, que se dio cuenta de la presencia de Xaryne allí sentada observándola. La miró de reojo y envaró la espalda. Fijó los ojos en un punto fijo de la pared y soltó un resoplido sonoro, apoyando las manos sobre la madera. Estaba realmente cabreada. El silencio fue tenso, hasta que la bruja decidió romperlo para escupirle la pregunta con veneno.
—¿cómo has podido?.— Su pecho subía y bajaba con la respiración agitada, la misma que la cazadora le provocaba en otras circunstancias, pero no ahora.— Todo te importa una puta mierda ¿Hm?.— Bajo la coraza de piedra el dolor pulsaba con saña.— Yo te importo una puta mierda. Esto es importante para mí y has intentado joderme.
Mis movimientos eran precisos, lentos y calculados. Cuando estaba cabreada, mi vena de cazadora surgía con fuerza y mi cuerpo entraba en estado de caza, casi leonino, como el depredador que acecha a su presa. Muy pocas personas me conocían realmente, yo misma me ocupaba de ello, pero los que lo hacían sabía que era mejor que gritara y lo soltara todo, porque cuando me quedaba callada... significaba que la Muerte Negra estaba viva.
Simplemente ladeé la cabeza ante su frase llena de dolor. Mis ojos, de tan fríos parecían la nieve del ártico, que no se derrite ante el viento.
- ¿Crees que me hubiera molestado en partirle la cara a ese imbécil por alguien que me importara "una puta mierda"?
Mi tono de voz era tranquilo, amenazante. Seguía observando cada uno de sus movimientos, cada respiración furiosa que salía de esa boca.
https://www.youtube.com/watch?v=-P7rR3FbJrc
La bruja volteó la cara para enfrentar esos ojos azules como el hielo, en el fondo de sus pupilas casi podía verse las llamas ardiendo.
— Entonces te crees mejor que yo. Crees que yo no soy capaz de hacerlo. Que soy una cría y que puedes decidir por mí. No tenías derecho.— se separó del escritorio y se quedó de pie, frente a ella, a dos metros, sin amedrentarse. Joder, que estaba en su propia casa, solo faltaba eso, que tuviera que irse.— Como ahora. Decides cuándo entras, cuándo te largas, decides no decirme cuanto tiempo te vas. Un puto mes sin saber de ti. Si no vas a quedarte, ¿para qué has vuelto? ¿quieres un polvo? bájate al puerto, porque esta noche no vas a decidir por mí otra vez.
Estaba sacando todas las cartas sobre la mesa. Muy bien. Se levantó con calma, siempre intentando mantener el control de su ira. No dejaba de pasársele por la cabeza cómo le agarraba del brazo, cómo le había defendido y... joder, lo bien que pegaban juntos. Si no fuera un sádico hijo de perra. La imagen de una Elora aristócrata con un marido y una familia feliz le sacudía la mente una y otra vez. Xaryne nunca había pensado en esas cosas y ahora no era el momento de hacerlo, pero no podía evitarlo.
Sólo el pensar que pudiera tocarla, abrazarla o ponerle una sola mano encima hacía que quisiera rugir de rabia y desgarrarle la garganta con su cuchillo de ébano, que clamaba la sangre de ese bastardo.
Se acercó a ella con extrema lentitud, con los brazos tensos y sus músculos a flote. Se había quitado las armas y la cazadora, por lo que llevaba una camiseta negra de tirantes a juego con sus sempiternos pantalones de cuero. Con cada respiración sus fibrosos hombros subían y bajaban, tan tensos que podría reventar la pared de un puñetazo si quisiera.
- Mirémoslo al revés. No lo que hice, sino lo que podría haber hecho. Podría no haberte dicho que me iba, y lo hice. Podría haberte dicho que volvería y no hacerlo, y he vuelto. Nunca te he mentido, Elora.
La miró fijamente a los ojos. Era muchas cosas, pero no una mentirosa.
- Si lo que quieres es una disculpa sí, siento haber puesto en peligro tu venganza. Si lo que quieres es arrepentimiento... - Mi sonrisa se vovió una mueca salvaje. - ... no, no me arrepiento. Le hubiera rajado la garganta en esa misma mesa si así hubiera podido evitar que ese hijo de puta te pusiera encima un solo dedo.
https://www.youtube.com/watch?v=XsTjI75uEUQ
La bruja se echó a reir. Al principio era su risa, divertida, cristalina, pero al poco dejó traslucir el verdadero motivo de esa risa. Sarcasmo, amargura.
— Y todavía esperarás que te dé las gracias…Oh! madame. Gracias por no mentirme, pero sí ocultarme las cosas importantes porque como soy una bruja chalada e inconsciente no se puede confiar en mí. — Retornó al gesto desafiante y al rictus serio. Caminó hacia Xaryne despacio sin dejar de mirarla a los ojos y se detuvo justo a un palmo siseándole.— No te arrepientas. Ya lo hago yo por la dos. Me arrepiento de haber confiado en ti porque tú has cogido esa confianza y la has arrastrado por el barro de media Alemania. Y cuando regresas ni siquiera eres capaz de respetar lo que te pedí.
Yo también solté una risa, sarcástica. Su cercanía, muy a pesar de mi ira, empezaba a causar estragos, ya que lo que sea que hubiese entre nosotras era intenso, tanto en su forma física, como en la forma más oscura. La atmósfera estaba tan cargada que hubiera podido tronar en aquella buhardilla.
- Si hablamos de respeto, te ha faltado el tiempo para comenzar tu venganza. ¿Sólo tenía que desaparecer del mapa, verdad?
Empecé a caminar a su alrededor. Si me quedaba quieta la rabia era aún peor.
- ¿Qué es lo que quieres oír Elora? ¿Que me quedaré de brazos cruzados mientras ese bastardo te toca? ¿Que aguantaré que ese infrahumano te exhiba por ahí como a un trofeo de casa porque te respeto? Oh sí, una mujer de honor lo haría, claro.
Acabé detrás de ella y me incliné hacia su oído con los brazos cruzados:
- Sorpresa, brujita. Soy una cazadora que disfruta matando alimañas. Soy alguien que lo perdió todo y dejó de considerarse alguien para apenas pasar a ser algo. Llevo en las manos la sangre de los trece humanos que me jodieron la vida. Y sí, disfruté matándolos por venganza.
Lo solté todo de golpe y entre dientes... y eso que acababa de empezar...
- Me cobré más vidas de las que les están permitidas a la mitad de los reos del calabozo de esta ciudad. Soy fría y letal. Cumplí mi venganza y seguía igual de jodida. Y lo peor de todo.... - pegué mis labios a su oído antes de separarlo con un susurro: ... es que te has enamorado de una jodida asesina.
La barbilla de Elora fue sacudida por un leve temblor. Apretó los puños y miró al frente, con la mirada perdida a través de la ventana. El pelo comenzó a erizarse, con esa extraña electricidad estática que la rodeaba cuando la magia la poseía. De repente los libros del estante comenzaron a volar y a girar alrededor de ellas dos, poseídos por una energía infernal que los hacía danzar sin sentido. Un tarro de cristal cayó al suelo, desparramándose un polvo que olía acre. Así que sólo ella se había enamorado por lo visto.— Pues mata a todo dios si te pone. Pero de los dos mil millones de personas que puedes matar te pedí que no matases a ese y tú tenías que hacerlo. Porque te da la gana. Porque el mundo ha sido malo contigo. Despierta y mira a tu alrededor. Esto es lo que soy, lo que todos esperan que sea… pero pensé que contigo podía ser yo. Si la verdadera Xaryne es la que va a matar a Mauritz porque es una asesina todo lo demás importa una mierda… entonces vete y no vuelvas.
Una sacudida latigó mi pecho cuando me dijo que me fuera. En sus palabras había odio pero... una parte ínfima de mi ser vislumbró dolor. Mierda... había un problema en sus palabras... yo no pensaba irme a ningún sitio en el que ella no estuviera. Nunca había sido buena expresándome ni relacionándome con la gente, me había criado entre monstruos, dagas, estacas y sangre.
Los objetos de la habitación comenzaron a volar. Estaba empezando a ponerse fuera de sí. Un tarro reventó y uno de los cristales voló hacia mi cara, desde donde un profuso corte en la mejilla comenzó a sangrar.
- Elora, para.
La silla salió volando y me dio en la espalda, arrancándome un grito de dolor. No, no mierda, mierda. Si soltaba su magia no podría pararla.
¿Pero cómo decirle que nunca iba a dejarla? Cómo demostrar que había derretido el hielo de la Muerte Negra y que no podía soportar que estuviera en peligro? Entonces, lo supe. De alguna manera supe lo que tenía que hacer.
Poniendo en peligro mi vida sujeté su cara con las manos y sin vacilar un segundo, la besé. La besé profundamente, con necesidad, con el medo de perderla y con un profundo amor. Y contra sus labios dije antes de lo que creía mi muerte segura:
- Sí, eres esta, la bruja loca e inconsciente que da todo por hecho y que nunca me deja expresarme. La que me busca la boca cuando me pongo furiosa cuando cualquiera hubiera muerto de terror. - cerré los ojos con fuerza, estando tan cerca e invocando su magia me mataría. Pero no me importaba. - La que se abraza a mi por las noches como una hiedra. A la que le gusta que la abrace fuerte como si no fuera a soltarla nunca. La que cree que ser ella misma está mal, cuando lo peor sería que intentara ser otra persona.
Di un último suspiro antes de que, por primera vez en tres años, dos lágrimas rodaran por mis mejillas:
- ... y lo más importante...eres la chica de la que está locamente enamorada esta jodida imbécil que está a punto de morir.
Joder, eso eran palabras mayores. No se habría imaginado ni en un millón de años que Xaryne le soltase todo eso. Era todo verdad, y cada uno de esos pequeños detalles estaban ahí, vivos.Era cierto que la buscaba por las noches, enredándose en su piel, para notarla cerca, porque eso le aportaba paz. Los libros se detuvieron y cayeron de un golpe seco al suelo cuando Elora la vio llorar y su impulso fue abrazarla fuerte. Esta vez sería ella la que la sostendría. Nadie se quedaba con ella, su vida era una larga historia plagada de silencios y ausencias. Y lo único duradero que permanecía eran los muertos que ataba a los objetos. Inconscientemente buscaba en la cazadora que se quedase con ella sin necesidad de atarla. Que no tuviera que pensar en despedidas, o en tener que recoger de nuevo los pedazos de sí misma y volver a montar una Elora cada vez más de piedra cuando ella se marchase. Debería estar acostumbrada al abandono, pero no, era algo a lo que nunca se acostumbraría.
— shhhhh…vale…está bien así. Las dos merecemos la muerte pero hoy no es el día — Le dejó un beso en el pelo y le acarició la nuca unos instantes. ¿Por qué tenía que ser tan díficil? Porque si no, no serían ellas. Lógico. Obvio.
El aire salió bruscamente de los pulmones de la cazadora al sentir su abrazo. No sabía cómo había sido capaz de declararse en un momento así, ni siquiera sabía por qué las lágrimas seguían cayendo de sus ojos. Quizás lloraba por todo lo que pudo ser y no fue. O por lo que iba a ser de ellas a partir de ahora.
En realidad eran dos pobres desgraciadas a las que la vida había apalizado cruelmente hasta romperles cada una de las costillas. Pero se querían. Eso era lo único de lo que estaba segura en su vida.
Su mejilla seguía sangrando así que se apartó ligeramente de ella para limpiarse la cara con el dorso de la mano. Evitó mirarla a los ojos, hacía demasiado tiempo que no lloraba. Una suave risa salió de su boca y hasta la cazadora se sorprendió cuando se oyó decir con tono cariñoso:
- Me parece que no te vas a librar de mí tan fácilmente, pequeña.
Y por primera vez, mirando a los ojos de aquella muchacha de lengua afilada y ojos sinceros, su media sonrisa se tornó, por un momento, completa.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Elora relajó el gesto y exhaló el aire retenido en los pulmones, devolviéndole la sonrisa a Xaryne. — Y luego me llaman loca a mí. ¿Tú te has visto? das mucho miedo!! así tan fría, tan lúgubre…aaarg! una vez fui al museo de cera y había figuras de asesinos célebres como El Carnicero. Pero ese no te llegaba ni a la suela del zapato. Hasta Jack el Destripador temblaría al verte si lo hubieses esperado en la silla como me esperaste a mí. — El parloteo informal de la bruja significaba que todo empezaba a volver a su sitio, que las cosas podían encarrilarse, porque ella estaba quitándole hierro al asunto y era capaz de gastar bromas sobre ello.
Quizás ese fuese un motivo más para que la cazadora apreciase la compañía de la bruja, porque su punto de locura la convertía en una chica divertida y con desparpajo. Muy distinta de cómo se la veía cuando uno no la conocía. Obviamente esa cara de Elora sólo la veían quienes se molestaban en conocerla un poco más.
Con Xaryne al principio había desatado su vena mordaz como arma defensiva, provocadora, para alejarla, para que pensase que sólo traía problemas, que era una loca soez y vulgar. Pero al parecer había causado el efecto contrario. Y ahora no hacían falta las máscaras. Le gustaba charlar y reirse y el mundo le parecía una cabronada muy divertida cuando analizaba la mierda que tenían que soportar a diario.
Sacó un paño limpio y lo empapó en un líquido verde que olía a alcohol y se lo acercó a la cara de Xar, porque ese corte había que desinfectarlo.— no seas bruta o te quedará marca, déjame que te lo cure. Esta receta tiene siglos de historia y está hecha a base de boñigas de camello altamente cicatrizantes.— lo dijo muy seria y cuando vio la ceja de Xar levantarse se afanó a puntualizar.— es broma!!!! no iba a ponerte boñigas de camello en la cara cuando tengo de gato de primerísima calidad…— Evidentemente era coña. Volvió a esbozar una sonrisa de medio lado.— a ver si eso te recuerda que no debes hacerme enfadar, porque puedo desatar el apocalipsis. Sí, todo son risas hasta que los muertos vaguen por la tierra reclamando tributos… verás cuánta diversión.— Cuando terminó de curarla guardó el frasco y se puso frente a ella dándole la espalda y retirandose el pelo.— ¿me ayudas con los botones?
Quizás ese fuese un motivo más para que la cazadora apreciase la compañía de la bruja, porque su punto de locura la convertía en una chica divertida y con desparpajo. Muy distinta de cómo se la veía cuando uno no la conocía. Obviamente esa cara de Elora sólo la veían quienes se molestaban en conocerla un poco más.
Con Xaryne al principio había desatado su vena mordaz como arma defensiva, provocadora, para alejarla, para que pensase que sólo traía problemas, que era una loca soez y vulgar. Pero al parecer había causado el efecto contrario. Y ahora no hacían falta las máscaras. Le gustaba charlar y reirse y el mundo le parecía una cabronada muy divertida cuando analizaba la mierda que tenían que soportar a diario.
Sacó un paño limpio y lo empapó en un líquido verde que olía a alcohol y se lo acercó a la cara de Xar, porque ese corte había que desinfectarlo.— no seas bruta o te quedará marca, déjame que te lo cure. Esta receta tiene siglos de historia y está hecha a base de boñigas de camello altamente cicatrizantes.— lo dijo muy seria y cuando vio la ceja de Xar levantarse se afanó a puntualizar.— es broma!!!! no iba a ponerte boñigas de camello en la cara cuando tengo de gato de primerísima calidad…— Evidentemente era coña. Volvió a esbozar una sonrisa de medio lado.— a ver si eso te recuerda que no debes hacerme enfadar, porque puedo desatar el apocalipsis. Sí, todo son risas hasta que los muertos vaguen por la tierra reclamando tributos… verás cuánta diversión.— Cuando terminó de curarla guardó el frasco y se puso frente a ella dándole la espalda y retirandose el pelo.— ¿me ayudas con los botones?
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Sonreí. Parecía que las aguas iban volviendo poco a poco a su cauce. Me encantaba cuando se ponía a parlotear de cualquier cosa con esa vena irónica y esa risa cristalina. Me curó la cara con alcohol e intentó pincharme diciéndome que estaba hecho de boñiga de algún animal. Enarqué una ceja y se rió. No creo que fuera capaz de hacer eso... bueno, la verdad es que era capaz de eso y mucho más.
- ¿Ah sí? ¿Tanto miedo doy? - le saqué la lengua en una expresión divertida que daba de todo menos miedo.
Elora se dio la vuelta y se apartó el pelo, dejando a la vista su pálido cuello y pidiéndome ayuda con los botones. Seguía sin entender aquellas ropas tan intricadas. Eran incómodas, difíciles de poner y quitar. Me acerqué a su espalda y la rodeé con un brazo desde atrás.
- No entiendo cómo puedes ponerte corsés y todas estas cosas. Son ropas muy poco prácticas. Sobre todo para ir al sitio al que quiero llevarte.
Mientras le abría los botones de aquel vestido con una mano, la otra seguía rodeándola, queriéndole decir que iba a estar ahí, que no iba a dejarla caer ni a soltarla en la oscuridad. Mis labios se deslizaron por su nuca y fueron bajando por cada vértebra de su columna según le iba abriendo botones, en un camino de besos suaves.
Volví a levantarme cuando acabé y sonreí en su oído:
- Ponte algo más cómodo, anda. Pantalones, si tienes. Si no, ponte éstos. - Le pasé unos pantalones negros sencillos que saqué de un macuto que siempre solía llevar conmigo. Éramos de estatura muy parecida, así que le quedarían bien.
Empecé a mordisquear su nuca para distraerla mientras se vestía y así picarla un poco.
- Y por mucho que intentes sonsacármelo con esa lengua viperina no voy a decirte a dónde vamos, es una sorpresa.
- ¿Ah sí? ¿Tanto miedo doy? - le saqué la lengua en una expresión divertida que daba de todo menos miedo.
Elora se dio la vuelta y se apartó el pelo, dejando a la vista su pálido cuello y pidiéndome ayuda con los botones. Seguía sin entender aquellas ropas tan intricadas. Eran incómodas, difíciles de poner y quitar. Me acerqué a su espalda y la rodeé con un brazo desde atrás.
- No entiendo cómo puedes ponerte corsés y todas estas cosas. Son ropas muy poco prácticas. Sobre todo para ir al sitio al que quiero llevarte.
Mientras le abría los botones de aquel vestido con una mano, la otra seguía rodeándola, queriéndole decir que iba a estar ahí, que no iba a dejarla caer ni a soltarla en la oscuridad. Mis labios se deslizaron por su nuca y fueron bajando por cada vértebra de su columna según le iba abriendo botones, en un camino de besos suaves.
Volví a levantarme cuando acabé y sonreí en su oído:
- Ponte algo más cómodo, anda. Pantalones, si tienes. Si no, ponte éstos. - Le pasé unos pantalones negros sencillos que saqué de un macuto que siempre solía llevar conmigo. Éramos de estatura muy parecida, así que le quedarían bien.
Empecé a mordisquear su nuca para distraerla mientras se vestía y así picarla un poco.
- Y por mucho que intentes sonsacármelo con esa lengua viperina no voy a decirte a dónde vamos, es una sorpresa.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Elora frunció el ceño.— no me gustan los pantalones…a ti te quedan bien, yo parezco el palo de una fregona, con el pelo y la piel oscuras…Si, bueno, son incómodos pero son bonitos. Nunca había tenido vestidos tan caros. Cuando lo desplume podré ponerme lo que me salga de mi santo churro, porque estos son muy recatados, la vieja Delphine, la madre ese bastardo, es muy devota y rancia.— Iba sintiendo el reguero de besos por la espalda.— mmmm..¿y es necesario que nos vayamos ahora? jum… con lo bien que estaba justo en este momento…— se hizo un poco la remolona, pero acabó poniéndose los pantalones. Se sentía extraña con ellos, porque era bruja, y pobre y había sido indigente pero nunca había llevado pantalones. Cosas de la vida.
Solté una risa ante sus quejas. Por su mirada hacia los pantalones, parecía que nunca se había puesto unos. Negando con la cabeza y mirándole divertida se los puse en su sitio.
- No digas chorradas, no pareces ninguna fregona.
Cogí un cinturón de cuero negro de mi mochila y empecé a metérselo por las trabillas del pantalón para que no se le cayera, acercándome tanto a ella cuando se las estaba pasando por detrás que me acerqué a su oído y susurré con voz ardiente:
- Te los arrancaría ahora mismo... - le pegué un pequeño mordisco juguetón en la oreja e intenté serenarme. O me centraba, o acabaríamos desnudas contra la pared de enfrente.
- Sí, tenemos que ir.
La cogí de la mano y fuimos a la ventana. Había trepado y bajado por ella tantas veces que podría hacerlo con ella agarrada a mí.
- Es mejor que no despertemos a la vieja ogra. - mis ojos rezumaban diversión, me di la vuelta para que se subiera a mi espalda y la miré con sorna. - ¿Vas a subirte a la espalda de alguien que da más miedo que Jack el Destripador, bruja miedica?
Ah! no!! de eso nada, yo voy a bajar por las escaleras, no pienso subirme a tu espalda y matarnos las dos estampadas contra el suelo. Además un día de estos aprenderé a levitar como dios manda, de momento sólo me he levantado un palmo de altura.— Se fue hacia la puerta mirándose los pantalones y andando como un pato, se le metían las costuras por el culo y la entrepierna. Además que tenía algo de vértigo, y no le apetecía marearse, activar la magia y que ambas cayeran cuatro pisos al vacío. Cerró la puerta con llave y bajó por las escaleras maldiciendo los malditos pantalones. En la calle Xaryne la esperaba apoyada en el muro de enfrente.— pero cómo lo haces???bffff. Y con esto puesto!! no sé como puedes llevarlos.— Bueno, ya había alcanzado el callejón y sabía que sus andares iban a ser motivo de burla de Xar durante mucho tiempo. Trató de no toquetearselos demasiado, pero era imposible.
Verla aparecer con andares de pato y toqueteándose los pantalones fue demasiado para mí. Empecé a reírme a carcajada limpia.
- Desde luego que... glamour lo que se dice... glamour... - seguí riéndome mientras la seguía por el callejón, sus andares patizambos eran de lo más graciosos. Me serené un poco y la rodeé por detrás con los brazos. Conseguí decir:
- Pero muchacha, cómo no quieres que te molesten si los llevas del revés.
Solté otra carcajada mientras esperaba a que se los pusiera bien. Por suerte, el callejón era oscuro y no había nadie. Apreté los labios para que no se me escapara la risa y la cogí de la mano, entrelazando sus dedos con los míos.
- Quiero presentarte a mi mejor amigo.
Pegué un pequeño silbido y Zaros, mi montura, apareció de la nada. Era imponente, negro como boca de lobo. Nunca lo había llevado por allí, ya que solía quedarse en la granja cuando iba a pasar la noche con Elora.
Los caballos de aquella ciudad se caracterizaban por ser delgados, estilizados, de colores claros y finos. O todo lo contrario, de demasiados colores y famélicos.
Yo cuidaba a Zaros más que a mí misma. Su pelaje era suave y su crin casi brillaba, lisa y bien cepillada. Era un caballo fuerte y de mayor tamaño que sus congéneres, perfecto para largas travesías y acostumbrado a todo tipo de situaciones.
A veces, casi parecía leer mi estado de ánimo.
Acaricié su frente con cariño y miré a Elora.
- No tengas miedo, no te hará nada si me ve tranquila. No suele morder a nadie. Elora, éste es Zaros.
Sonreí con ganas mirando con infinita ternura a aquella bestia azabache de ojos brillantes.
Elora frunció el ceño cuando dijo lo de su mejor amigo. Todavía tenía que preguntarle Por su relación con Gael y no sabía por qué, esperaba que fuese éste quien apareciera por el callejón. Pero nada más lejos, era un caballo, y un imponente además. Los animales y las brujas no solían tener muy buena conexión, pero ella tenía los dones de la empatía y de la nigromancia. Con la primera podía captar el estado de ánimo de la criatura, y veía que Zaros estaba inquieto, desconfiado como Xaryne, y a la vez expectante. Con la nigromancia podía controlar incluso animales pero debían estar muertos, y éste no lo estaba. Así que se acercó despacio, mostrándole las manos abiertas para que no se pusiera nervioso. Se acercó despacio, los animales le gustaban, porque no daban la lata ni eran imbéciles, pero ella no solía gustarle mucho a ellos porque percibían su poder. Le hablé con voz suave.— Hola Zaros… soy la loca de la bruja que te roba a tu amiga, espero que no me lo tengas en cuenta. Seguramente no te guste mucho mi olor a muerte, a mí tampoco me gustaría en tu lugar. Pero oye, cada cual tiene sus cosas, podría ser peor y oler a matadero de caballo…—a la vez que le hablaba al caballo se acercó hasta su escápula y posó la manos sobre su cuarto delantero, negro y potente.
Observé divertida la escena. Zaros era como yo, no se fiaba de los desconocidos. Elora se puso a hablarle con cuidado mientras el caballo le observaba con uno de sus grandes ojos. Aquel potrillo asustadizo me había seguido hasta el fin del mundo. Su sola presencia, tan profunda, me tranquilizaba.
Zaros me miró cuando Elora puso la mano en su cuarto delantero. Lentamente puse mi mano sobre la de ella, rozando el pelaje de Zaros. El animal captó el mensaje y olisqueó a Elora con su enorme hocico. Si yo me fiaba de ella, entonces él también lo haría.
En un movimiento para mí natural, me subí rápidamente al caballo. Me coloqué un poco más atrás en la silla y le tendí la mano a Elora para que se montara delante de mí.
- Le has caído bien, sino, al olerte te hubiera pegado un mordisco - me reí.- ¿Ha montado a caballo alguna vez, doña vestiditos?
Oh sí, en nuestra mansión de verano, además de equitación aprendí 6 idiomas y danza clásica… no te jode…jmmmm..— farfulló con ironía. Nadie tenía caballos si no vivía en el campo o era rico, y ella era una rata pobre de ciudad. Y estaba cagada porque Zaros era muy grande y seguro que se movía mucho. Agarró la mano de Xaryne y montó, y cuando se subió a la grupa se dio cuenta de que el suelo estaba muy lejos. Instintivamente se pegó a ella y se agarró de las crines para no matarse.— pero reconoce que estoy muy mona con vestidos, no me quites eso también!!
Solté una carcajada cuando se enfurruñó. Me encantaba que farfullara y soltara demonios por la boca.
Cuando subió y se agarró a las crines, le cogió las manos y se las soltó del pobre pelo del animal.
- Si le agarras de ahí, le harás daño y no le gustará, créeme.
Puso las manos de Elora sobre el cuello del caballo, una a cada lado.
- Cierra los ojos. - cuando lo hizo, Xaryne susurró en su oído suavemente. - Siente su respiración y acompásala con ella. Los dos tenéis que ser uno. Si tú estás tranquila, el lo estará.
Cabalgar juntos, sentir los músculos del animal tensarse y destensarse... era una sensación de libertad plena.
- Nota como se mueve cada uno de sus músculos debajo tuya y déjate mover con ellos.
Sin que Elora se diera cuenta, Zaros estaba andando y saliendo ya de la ciudad.
La rodeé con mis brazos mientras manejaba las riendas y le di un beso en la mejilla, feliz.
- Ahora abre los ojos, agárrate a la silla y deja que él te lleve...
Vale. La sensación de vértigo no había cesado, pero estaba bien sujeta por las manos de Xaryne. De ahí a estar cómoda y que le gustase que el caballo la llevara… había todavía una brecha que salvar. Si se mantenía allí arriba sin morder el barro sería un logro. Trató de relajarse, y más o menos lo consiguió, pero porque notaba a la cazadora a su espalda. La única que podía acercarse por detrás y tocarla sin llevarse un grito, una cuchillada o un puñetazo, porque aún le daba mucha impresión que le rozasen en esa zona. Se agarró a la silla y trató de no pensar en que estaba vendida allí arriba, sacudida como una pluma al viento. Podía imaginar que a la cazadora le gustase cabalgar, seguramente con entrenamiento y horas debía ser la repera. Pero en ese momento ella apreciaba más que nunca la estabilidad del suelo bajo sus pies.
Para ser la primera vez que montaba a caballo, no había saltado de él gritando, así que era un progreso. Zaros notaba el nerviosismo de la chica, por lo que aminoró un poco el paso y avanzaba en línea recta, para evitar el mayor traqueteo posible.
Para mí era como andar.
- Tranquila, nuestro destino está cerca.
Tardamos cinco minutos en llegar, en los que para que se olvidara del caballo iba contándole cosas de los animalillos que iban pasando, de cómo utilizar sus pelajes para fabricar otras cosas... Sabía algo de hierbas, pero no tanto como ella, se me daba mejor la caza.
- Hemos llegado.
La vieja granja de Thomas apareció en el claro del bosque.
Bajamos de Zaros, que fue directo a su cuadra. Le cogí la mano y respiré hondo. Quedaba lo más complicado. Thomas.
- Aquí... es donde vivimos.
Elora la miró sorprendida.— ¡Oh!..—Luego miró la granja y estaba algo vieja y desvencijada. Xaryne no le había contado casi nada de su guarida, ni donde estaba, ni siquiera para buscarla si pasaba alguna desgracia.— No es el Ritz pero…no está tan mal. Pensaba que vivías en una cueva como mi… como el loco del bosque.— No le había dicho a Xaryne que su padre era una bestia, a fin de cuentas ella era cazadora y quizás algún día se cruzasen sus caminos.— A esta granja le falta el toque femenino…una tarta de manzana en el alfeizar, unas sabanas tendidas en el patio… ya sabes.
Resoplé y la miré enarcando una ceja.
- ¿En una cueva? ¿En serio?
Fuimos de la mano hasta la entrada de la granja. Mi cabeza daba vueltas y no podía dejar de pensar en la reacción de Thomas. Sabía que estaba en casa. Atila, su viejo caballo castaño que antaño destacaba por su porte y belleza, descansaba pastando un poco más allá. Suspiré. Nunca supe cuando mi maestro había pasado de serlo a ser un borracho imbécil que mandaba a sus aprendices a misiones suicidas.
- Thomas es... era mi maestro. Era una leyenda entre los cazadores hasta que... bueno.
La miré fijamente y le acaricié la cara. En el fondo de mis ojos, aunque no lo quisiera, había nostalgia.
- No creas nada de lo que te diga, seguramente irá borracho.
Abrí la puerta y entramos en en el viejo lugar.
Solté una risa ante sus quejas. Por su mirada hacia los pantalones, parecía que nunca se había puesto unos. Negando con la cabeza y mirándole divertida se los puse en su sitio.
- No digas chorradas, no pareces ninguna fregona.
Cogí un cinturón de cuero negro de mi mochila y empecé a metérselo por las trabillas del pantalón para que no se le cayera, acercándome tanto a ella cuando se las estaba pasando por detrás que me acerqué a su oído y susurré con voz ardiente:
- Te los arrancaría ahora mismo... - le pegué un pequeño mordisco juguetón en la oreja e intenté serenarme. O me centraba, o acabaríamos desnudas contra la pared de enfrente.
- Sí, tenemos que ir.
La cogí de la mano y fuimos a la ventana. Había trepado y bajado por ella tantas veces que podría hacerlo con ella agarrada a mí.
- Es mejor que no despertemos a la vieja ogra. - mis ojos rezumaban diversión, me di la vuelta para que se subiera a mi espalda y la miré con sorna. - ¿Vas a subirte a la espalda de alguien que da más miedo que Jack el Destripador, bruja miedica?
Ah! no!! de eso nada, yo voy a bajar por las escaleras, no pienso subirme a tu espalda y matarnos las dos estampadas contra el suelo. Además un día de estos aprenderé a levitar como dios manda, de momento sólo me he levantado un palmo de altura.— Se fue hacia la puerta mirándose los pantalones y andando como un pato, se le metían las costuras por el culo y la entrepierna. Además que tenía algo de vértigo, y no le apetecía marearse, activar la magia y que ambas cayeran cuatro pisos al vacío. Cerró la puerta con llave y bajó por las escaleras maldiciendo los malditos pantalones. En la calle Xaryne la esperaba apoyada en el muro de enfrente.— pero cómo lo haces???bffff. Y con esto puesto!! no sé como puedes llevarlos.— Bueno, ya había alcanzado el callejón y sabía que sus andares iban a ser motivo de burla de Xar durante mucho tiempo. Trató de no toquetearselos demasiado, pero era imposible.
Verla aparecer con andares de pato y toqueteándose los pantalones fue demasiado para mí. Empecé a reírme a carcajada limpia.
- Desde luego que... glamour lo que se dice... glamour... - seguí riéndome mientras la seguía por el callejón, sus andares patizambos eran de lo más graciosos. Me serené un poco y la rodeé por detrás con los brazos. Conseguí decir:
- Pero muchacha, cómo no quieres que te molesten si los llevas del revés.
Solté otra carcajada mientras esperaba a que se los pusiera bien. Por suerte, el callejón era oscuro y no había nadie. Apreté los labios para que no se me escapara la risa y la cogí de la mano, entrelazando sus dedos con los míos.
- Quiero presentarte a mi mejor amigo.
Pegué un pequeño silbido y Zaros, mi montura, apareció de la nada. Era imponente, negro como boca de lobo. Nunca lo había llevado por allí, ya que solía quedarse en la granja cuando iba a pasar la noche con Elora.
Los caballos de aquella ciudad se caracterizaban por ser delgados, estilizados, de colores claros y finos. O todo lo contrario, de demasiados colores y famélicos.
Yo cuidaba a Zaros más que a mí misma. Su pelaje era suave y su crin casi brillaba, lisa y bien cepillada. Era un caballo fuerte y de mayor tamaño que sus congéneres, perfecto para largas travesías y acostumbrado a todo tipo de situaciones.
A veces, casi parecía leer mi estado de ánimo.
Acaricié su frente con cariño y miré a Elora.
- No tengas miedo, no te hará nada si me ve tranquila. No suele morder a nadie. Elora, éste es Zaros.
Sonreí con ganas mirando con infinita ternura a aquella bestia azabache de ojos brillantes.
Elora frunció el ceño cuando dijo lo de su mejor amigo. Todavía tenía que preguntarle Por su relación con Gael y no sabía por qué, esperaba que fuese éste quien apareciera por el callejón. Pero nada más lejos, era un caballo, y un imponente además. Los animales y las brujas no solían tener muy buena conexión, pero ella tenía los dones de la empatía y de la nigromancia. Con la primera podía captar el estado de ánimo de la criatura, y veía que Zaros estaba inquieto, desconfiado como Xaryne, y a la vez expectante. Con la nigromancia podía controlar incluso animales pero debían estar muertos, y éste no lo estaba. Así que se acercó despacio, mostrándole las manos abiertas para que no se pusiera nervioso. Se acercó despacio, los animales le gustaban, porque no daban la lata ni eran imbéciles, pero ella no solía gustarle mucho a ellos porque percibían su poder. Le hablé con voz suave.— Hola Zaros… soy la loca de la bruja que te roba a tu amiga, espero que no me lo tengas en cuenta. Seguramente no te guste mucho mi olor a muerte, a mí tampoco me gustaría en tu lugar. Pero oye, cada cual tiene sus cosas, podría ser peor y oler a matadero de caballo…—a la vez que le hablaba al caballo se acercó hasta su escápula y posó la manos sobre su cuarto delantero, negro y potente.
Observé divertida la escena. Zaros era como yo, no se fiaba de los desconocidos. Elora se puso a hablarle con cuidado mientras el caballo le observaba con uno de sus grandes ojos. Aquel potrillo asustadizo me había seguido hasta el fin del mundo. Su sola presencia, tan profunda, me tranquilizaba.
Zaros me miró cuando Elora puso la mano en su cuarto delantero. Lentamente puse mi mano sobre la de ella, rozando el pelaje de Zaros. El animal captó el mensaje y olisqueó a Elora con su enorme hocico. Si yo me fiaba de ella, entonces él también lo haría.
En un movimiento para mí natural, me subí rápidamente al caballo. Me coloqué un poco más atrás en la silla y le tendí la mano a Elora para que se montara delante de mí.
- Le has caído bien, sino, al olerte te hubiera pegado un mordisco - me reí.- ¿Ha montado a caballo alguna vez, doña vestiditos?
Oh sí, en nuestra mansión de verano, además de equitación aprendí 6 idiomas y danza clásica… no te jode…jmmmm..— farfulló con ironía. Nadie tenía caballos si no vivía en el campo o era rico, y ella era una rata pobre de ciudad. Y estaba cagada porque Zaros era muy grande y seguro que se movía mucho. Agarró la mano de Xaryne y montó, y cuando se subió a la grupa se dio cuenta de que el suelo estaba muy lejos. Instintivamente se pegó a ella y se agarró de las crines para no matarse.— pero reconoce que estoy muy mona con vestidos, no me quites eso también!!
Solté una carcajada cuando se enfurruñó. Me encantaba que farfullara y soltara demonios por la boca.
Cuando subió y se agarró a las crines, le cogió las manos y se las soltó del pobre pelo del animal.
- Si le agarras de ahí, le harás daño y no le gustará, créeme.
Puso las manos de Elora sobre el cuello del caballo, una a cada lado.
- Cierra los ojos. - cuando lo hizo, Xaryne susurró en su oído suavemente. - Siente su respiración y acompásala con ella. Los dos tenéis que ser uno. Si tú estás tranquila, el lo estará.
Cabalgar juntos, sentir los músculos del animal tensarse y destensarse... era una sensación de libertad plena.
- Nota como se mueve cada uno de sus músculos debajo tuya y déjate mover con ellos.
Sin que Elora se diera cuenta, Zaros estaba andando y saliendo ya de la ciudad.
La rodeé con mis brazos mientras manejaba las riendas y le di un beso en la mejilla, feliz.
- Ahora abre los ojos, agárrate a la silla y deja que él te lleve...
Vale. La sensación de vértigo no había cesado, pero estaba bien sujeta por las manos de Xaryne. De ahí a estar cómoda y que le gustase que el caballo la llevara… había todavía una brecha que salvar. Si se mantenía allí arriba sin morder el barro sería un logro. Trató de relajarse, y más o menos lo consiguió, pero porque notaba a la cazadora a su espalda. La única que podía acercarse por detrás y tocarla sin llevarse un grito, una cuchillada o un puñetazo, porque aún le daba mucha impresión que le rozasen en esa zona. Se agarró a la silla y trató de no pensar en que estaba vendida allí arriba, sacudida como una pluma al viento. Podía imaginar que a la cazadora le gustase cabalgar, seguramente con entrenamiento y horas debía ser la repera. Pero en ese momento ella apreciaba más que nunca la estabilidad del suelo bajo sus pies.
Para ser la primera vez que montaba a caballo, no había saltado de él gritando, así que era un progreso. Zaros notaba el nerviosismo de la chica, por lo que aminoró un poco el paso y avanzaba en línea recta, para evitar el mayor traqueteo posible.
Para mí era como andar.
- Tranquila, nuestro destino está cerca.
Tardamos cinco minutos en llegar, en los que para que se olvidara del caballo iba contándole cosas de los animalillos que iban pasando, de cómo utilizar sus pelajes para fabricar otras cosas... Sabía algo de hierbas, pero no tanto como ella, se me daba mejor la caza.
- Hemos llegado.
La vieja granja de Thomas apareció en el claro del bosque.
Bajamos de Zaros, que fue directo a su cuadra. Le cogí la mano y respiré hondo. Quedaba lo más complicado. Thomas.
- Aquí... es donde vivimos.
Elora la miró sorprendida.— ¡Oh!..—Luego miró la granja y estaba algo vieja y desvencijada. Xaryne no le había contado casi nada de su guarida, ni donde estaba, ni siquiera para buscarla si pasaba alguna desgracia.— No es el Ritz pero…no está tan mal. Pensaba que vivías en una cueva como mi… como el loco del bosque.— No le había dicho a Xaryne que su padre era una bestia, a fin de cuentas ella era cazadora y quizás algún día se cruzasen sus caminos.— A esta granja le falta el toque femenino…una tarta de manzana en el alfeizar, unas sabanas tendidas en el patio… ya sabes.
Resoplé y la miré enarcando una ceja.
- ¿En una cueva? ¿En serio?
Fuimos de la mano hasta la entrada de la granja. Mi cabeza daba vueltas y no podía dejar de pensar en la reacción de Thomas. Sabía que estaba en casa. Atila, su viejo caballo castaño que antaño destacaba por su porte y belleza, descansaba pastando un poco más allá. Suspiré. Nunca supe cuando mi maestro había pasado de serlo a ser un borracho imbécil que mandaba a sus aprendices a misiones suicidas.
- Thomas es... era mi maestro. Era una leyenda entre los cazadores hasta que... bueno.
La miré fijamente y le acaricié la cara. En el fondo de mis ojos, aunque no lo quisiera, había nostalgia.
- No creas nada de lo que te diga, seguramente irá borracho.
Abrí la puerta y entramos en en el viejo lugar.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
Me inquieté un poco cuando cruzamos el viejo umbral de madera. La granja no era tan grande como otras, pero fue lo suficiente para que vivieran un maestro y dos críos durante muchos años. El fuego de la chimenea apenas crepitaba ya, proyectando alguna sombra tímida en los butacones de enfrente. No había rastro de vida.
- Dónde...
Avancé por la sala soltando a Elora y eché más leña al fuego de un canasto que teníamos al lado. Miré hacia la puerta del fondo del pequeño salón. La cocina. Me encaminé a ella con paso rápido al escuchar un sonido ya casi familiar y abrí la puerta de golpe.
Thomas estaba tumbado en el suelo, borracho como una cuba y pegando ronquidos. Parecía que se había resbalado con un poco de ron que se le había caído, ya reseco en el suelo de madera.
La cocina no era muy grande, teníamos lo imprescindible, un hornillo, un par de armaritos y un arcón donde guardábamos algo de comida. Levanté a Thomas con un resoplido de resignación y lo senté en la mesa destartalada.
Di un golpe seco en la madera, lo que lo sobresaltó despertándolo de golpe. Me miró con el celo fruncido, algo desorientado.
- Maldita sea, mocosa, ¿quieres matarme del susto?
Thomas era un hombre alto, rubio y barbudo. Su estampa de apuesto caballero inglés había pasado a mejor vida hacía muchos años, así que era más parecido al típico inglés borracho de pub. Resoplé y le serví un vaso de agua, poniéndolo en la mesa mientras mascullaba:
- Quería, pero por desgracia he fallado. Enjuágate la boca, tenemos visita.
Thomas bebió un trago de agua, aún medio dormido y fue cuando se percató de la presencia de la bruja. La escudriñó con los ojos antes de soltar:
- Es guapa, pero ya no entreno aprendices. Que busque otro pardillo al que hacer malgastar su tiempo.
Chasqueé la lengua, su desidia me ponía de los nervios. Me apoyé en la encimera y suspiré. Paciencia.
- No es aprendiz, es bruja. Ella es Elora, mi...
Miré a Elora directamente, no sabía muy bien lo que éramos, ya que tampoco lo habíamos hablado. Dejaría que ella terminara la frase...
Elora entró en la granja destartalada y lo primero que le vino a la nariz fue un olor, un viejo conocido: la decrepitud. Era el aroma de la caducidad de un tiempo que acaba, de una era que está finalizando. Es el olor de una persona vieja en sus últimos años de vida, o de un local antes de demolerlo, o de una escuela que cierra sus puertas. Era ese no se qué que flotaba denso y claro en el ambiente. Los días de Xaryne en esa granja tocaban a su fin porque el tren de ese tiempo había salido por la vía y la granja debía quedarse atrás.Quizás hubiese sido algo parecido a un hogar para ella, como lo fue Albi para la bruja o alguno de los lugares donde habían vivido su madre y ella. Pero esos lugares no eran nada sin la gente que los habitaba, y esa granja tenía ya ese blanco sudario de tiempo pasado flotando en el aire.
Observó el lugar, desde luego era mucho mejor que alguno de los graneros donde había dormido ella, pero notó claramente las ausencias. Tenía una percepción innata para ciertas cosas sutiles, y los huecos que dejaban ciertas carencias podía recibirlos. Allí sentía el rumor sordo de noches en vela, los suspiros de quiénes se habían pasado muchas horas allí sobreviviendo a su propia soledad. El vacío que dejaban las pérdidas y las ilusiones rotas. Y luego estaba el fuego del hogar. Eso era como la balsa que mantenía a flote las almas de quienes habían habitado allí creando un pequeño refugio al lado de la luz. No era un hogar como tal, pero se parecía más que lo que ella había tenido.
Enarcó la ceja cuando vio a Thomas. Ese era el mejor ejemplo que había tenido Xaryne en su vida. Ahora entendía muchas cosas.— Su pareja, aunque eso no se pueda decir en alto en esta sociedad.
Sonreí de medio lado al oír su contestación. Algo dentro de mí fue por un momento, cálido. La miré fijamente, fruncía el ceño al mirar a Thomas, estaba segura de que podía aventurar qué clase de pensamientos estarían pasando por su cabeza. Y ninguno sería agradable. Miré a Thomas fijamente, evaluando su reacción.
- Así que es tu novia... aham. - Se levantó pesadamente para dejar el vaso de agua vacío en la encimera.- Recuérdalo, muchacha, cuando te digo que las brujas sólo traen problemas. Son demasiado listas. - se rascó la barba y frunció el ceño al escudriñar aún mas el rostro de Elora. - Y nigromante, por supuesto.
Por muy viejo y borracho que fuera, había sido un gran cazador, así que no se le escapaba una. Me tensé y levanté mi apoyo de la encimera, poniendome entre Elora y él. Le fulminé con la mirada.
- Métete en tus asuntos, viejo. Y no me cabrees, el día que me largue te vas a quedar solo con tu caballo, Gael ya no viene por aquí.
Thomas resopló y miró por la ventana. - Ese imberbe deagradecido... que haga lo que le de la gana, me da lo mismo.
Apreté los dientes. Ver en lo qué se había convertido me llenaba de frustración.
- Sólo quería que lo supieras, viejo. Adiós.
Cogí a Elora de la mano y subí con ella a mi habitación. Estaba muy irritada.
Le puso las manos sobre los hombros apretando un poco, masajeando los nudos que se le formaban al estar en tensión.— ¿Ha ido muy bien, no? esperaba horcas y antorchas, ya sabes, los comités de bienvenida para brujas.— Como siempre, utilizaba el humor irónico trivializando las cosas para quitar hierro.— Además, está casi acertado en su afirmación, las brujas son listas, pero no todas. Ninguna en su sano juicio dormiría con una cazadora asesina. Así que siento decirte que has dado con la bruja más tonta del país.— Ahora tenía todo más sentido, Gael y ella había vivido allí, eran compañeros de caza. Era algo que aún no le había preguntado y la incógnita estaba despejada. Echó una mirada alrededor.
La habitación de Xaryne era espartana como ella. Los espacios vacíos le daban sensación de pequeñez y más abandono, la suya tenía aunque fueran tarros llenos de raices o ranas en vinagre, que no es que fueran decoraciones precisamente agradables, pero al menos no dejaban huecos. La habitación era como una estepa yerma y ella no se merecía esa vida. Achinó los ojos y calculó sus planes. Ahora más que nunca sentía la mordida del odio en las tripas. Mauritz y su familia tenían de todo y disfrutaban de una vida que no merecían. Pero pronto la tortilla daría la vuelta.
Elora tenía claro que de no haber sido bruja, hubiera sido monja de la caridad. Caridad que nadie había tenido con ella. Caridad que extendería a todos los que como ella estaban solos y abandonados, desplazados, odiados. Cuando sacase del mapa al hijo de perra se llevaría a Leif y a Xaryne a su casa. Y si Xar quería traerse a Thomas, pues también. Siempre que respetase a su padre, claro. Mierda, eso no iba a ser buena idea.
Se había quedado suspendida un instante en sus pensamientos pero logró salir rápidamente de esa cavilación para sonreirle.— Me gusta tu mundo, aunque si tengo que quedarme con una parte de él me quedo con Gael. El caballo me da miedo y el viejo apesta a ron, me recuerda a mi padre pero en versión calmada.— Pfff… porque más antibrujas que era Leif, no había nadie en este mundo.
Sonreí cuando intentó quitarle hierro al asunto. Eché los brazos hacia atrás y la rodeé, pegándola a mi espalda. Giré la cabeza hacia un lado y la miré de reojo.
- ¿Crees que una cazadora lista pegaría a una bruja a su espalda?
Le sonreí, aunque el encuentro con Thomas había activado recuerdos bastante tristes.
- Mi mundo... Thomas nunca fue un padre para nosotros. Pero sabía hacer a la gente fuerte. Con 7 años, nos dejó una noche de invierno en el bosque sin más armas que un palo para que regresásemos a casa solos. Gael tenía 12 años entonces, siempre ha sido listo. Nos las apañamos para meternos en una zanja y que no nos comieran los lobos que merodeaban por allí. Estuvimos a puntl de perder varios dedos por la congelación... - mi mirada estaba perdida mientras contaba la historia. - Tardamos tres días en conseguir volver a casa.
Sacudí la cabeza y sonreí tristemente. Mi infancia había sido dura, entre entrenamientos espartanos, sangre y peleas.
- Mi mundo... no me gustaba mi mundo. - me di la vuelta y la miré a los ojos. - Hasta que en mi mundo entraste tú.
Elora no se había llevado tanto tormento físico en la infancia más allá del hambre y el frio y algunos golpes fortuitos de otros niños, pero también llevaba lo suyo a cuestas con tanto rechazo, soledad y abandono. Y el odio incendiario de Edora contra su padre, el pirata que la violó. Ay. No sabía que era peor, no tener familia o tener una familia como la suya. — Joder con el viejo, sus métodos de enseñanza no eran precisamente de esos que te inviten a pelarte las clases. Mi madre una vez me dio un cuenco sopa y era orina de cabra. La lección fue que nada es lo que parece. Desde entonces huelo cada taza de sopa…por si acaso.— Esa era de las anécdotas menos traumáticas, pero no quería competir en drama con Xaryne, ella estaba jodida en ese momento. Sonrió con humor y le arregló un botón desabrochado de su chaqueta de cuero.
Cuando ella le dijo que al entrar en su mundo había cambiado todo, algo contundente estalló dentro de su coraza. Nadie le había dicho jamás algo parecido. Nadie había puesto con palabras o gestos una muestra de cariño así. De pronto se había quedado muda de nuevo, la cazadora lo había conseguido por segunda vez. Tragó saliva, y tuvo que esforzarse para hacerlo, mordiéndose el labio inferior y exhalando el aire despacio tratando de encontrar las palabras o el gesto, porque estaba completamente paralizada. Levantó la mano despacio y le colocó un mechón del pelo tras la oreja, recorriendo después con las yemas de dos dedos el óvalo de su cara hasta la barbilla.
El tiempo se detuvo aparentemente, su subconsciente estaba registrando todas y cada una de las cosas que sucedían alrededor. La luz de la luna se colaba por la ventana y estaba iluminando con reflejos plateados la piel de Xaryne, reforzando sus ojos azules e insondables como la noche. Unas motas de polvo danzaban en suspensión en ese rayo indiscreto. Afuera sonaban varios grillos y un perro ladraba en la lejanía.— El mundo es extraño y grande… y es fácil perderse y no llegar a casa. Ahora…puedes ir tranquila, porque tú eres mi hogar y yo soy el tuyo, para que puedas regresar siempre pero…— la agarró de las solapas fuertemente.— prométeme que volverás. Es todo cuanto necesito para esperarte.— todavía le picaba el hecho de que se hubiera ido a Alemania sin saber si volvería o no.
Sus palabras, esas letras hechas voz que susurraban sus labios, se llevaron el hielo de mi corazón como si se tratara de una llamarada, candente, pero suave a la vez. ¿Yo... su hogar? Creo que nunca había pensado que pudiera ser el hogar de nadie, sobre todo porque no tenía ninguno.
Sí, vivía en aquella granja y Gael era lo más parecido a una familia desde que Thomas se echó a perder. Ella... mi hogar. Un lugar donde poder regresar cuando estuviera perdida.
Cerré los ojos bajo el tacto de sus manos en mi rostro. Nunca hubiera creído que pudiera volver a sentir algo tan intenso por alguien. Miré sus ojos cuando me agarró con fuerza las solapas de la chaqueta. Necesitaba saber que, pasase lo que pasase, volvería. Ella era mi faro de Alejandría, sólo con pensar que pudiera pasarle algo que borrara esa sonrisa irónica de su rostro o desapareciera ese brillo que hacía que el color de sus ojos fuese mi color favorito, moría un poco por dentro.
Rodeé su rostro con las manos y sonreí.
- Cualquier sitio será mi hogar si eres tú quien abre la puerta... y no hay mejor sitio que entre tus brazos. - susurré contra sus labios antes de besarla. - Te juro que siempre volveré a ti.
Elora no necesitaba nada más por el momento. Posiblemente estaban por llegar un montón de problemas, dificultades y escollos que salvar. Porque si ya era difícil la existencia de por sí, lo era más para unas mujeres que no eran "normales". La una porque era bruja y la otra porque era una asesina que vestía como un hombre. Y por si todo ello no bastase, eran dos mujeres que se querían. Todo ello muy susceptible de acabar en la horca. Pero por lo pronto, en ese momento sólo existía ella, y esas palabras susurradas que se tatuaban en su alma tan indelebles como la tinta de la piel de Xar. Le respondió a los besos, uno tras otro sin dejarse ninguno, como sellos que lacraban esas promesas lanzadas al aire. No era el momento de plantearse el futuro, era el momento de abrir las puertas del corazón y dejar que la otra entrase y se acurrucase en él. La vieja granja con sus crujidos y ruidos las acogió, contenta de llenar sus decrépitas paredes con algo más que amargura y soledad. Contenta de recibir las ondas de esa energía viva, aunque sólo fuera para variar un poco. Y si al viejo Thomas le molestaba...podía beberse otra ronda a su salud, porque no iba a renunciar a ese momento. Xaryne le estaba regalando momentos de esos que se grababan en la memoria para siempre, y pretendía ampliar su colección. Para cuando empezaba a clarear la luz del amanecer la bruja, apoyada sobre el hombro no herido de Xaryne recorrió con los dedos uno de sus tatuajes, pensando que un día de estos tenía que probar con un hechizo que leyó en un libro: tatuajes de luz lunar.
- Dónde...
Avancé por la sala soltando a Elora y eché más leña al fuego de un canasto que teníamos al lado. Miré hacia la puerta del fondo del pequeño salón. La cocina. Me encaminé a ella con paso rápido al escuchar un sonido ya casi familiar y abrí la puerta de golpe.
Thomas estaba tumbado en el suelo, borracho como una cuba y pegando ronquidos. Parecía que se había resbalado con un poco de ron que se le había caído, ya reseco en el suelo de madera.
La cocina no era muy grande, teníamos lo imprescindible, un hornillo, un par de armaritos y un arcón donde guardábamos algo de comida. Levanté a Thomas con un resoplido de resignación y lo senté en la mesa destartalada.
Di un golpe seco en la madera, lo que lo sobresaltó despertándolo de golpe. Me miró con el celo fruncido, algo desorientado.
- Maldita sea, mocosa, ¿quieres matarme del susto?
Thomas era un hombre alto, rubio y barbudo. Su estampa de apuesto caballero inglés había pasado a mejor vida hacía muchos años, así que era más parecido al típico inglés borracho de pub. Resoplé y le serví un vaso de agua, poniéndolo en la mesa mientras mascullaba:
- Quería, pero por desgracia he fallado. Enjuágate la boca, tenemos visita.
Thomas bebió un trago de agua, aún medio dormido y fue cuando se percató de la presencia de la bruja. La escudriñó con los ojos antes de soltar:
- Es guapa, pero ya no entreno aprendices. Que busque otro pardillo al que hacer malgastar su tiempo.
Chasqueé la lengua, su desidia me ponía de los nervios. Me apoyé en la encimera y suspiré. Paciencia.
- No es aprendiz, es bruja. Ella es Elora, mi...
Miré a Elora directamente, no sabía muy bien lo que éramos, ya que tampoco lo habíamos hablado. Dejaría que ella terminara la frase...
Elora entró en la granja destartalada y lo primero que le vino a la nariz fue un olor, un viejo conocido: la decrepitud. Era el aroma de la caducidad de un tiempo que acaba, de una era que está finalizando. Es el olor de una persona vieja en sus últimos años de vida, o de un local antes de demolerlo, o de una escuela que cierra sus puertas. Era ese no se qué que flotaba denso y claro en el ambiente. Los días de Xaryne en esa granja tocaban a su fin porque el tren de ese tiempo había salido por la vía y la granja debía quedarse atrás.Quizás hubiese sido algo parecido a un hogar para ella, como lo fue Albi para la bruja o alguno de los lugares donde habían vivido su madre y ella. Pero esos lugares no eran nada sin la gente que los habitaba, y esa granja tenía ya ese blanco sudario de tiempo pasado flotando en el aire.
Observó el lugar, desde luego era mucho mejor que alguno de los graneros donde había dormido ella, pero notó claramente las ausencias. Tenía una percepción innata para ciertas cosas sutiles, y los huecos que dejaban ciertas carencias podía recibirlos. Allí sentía el rumor sordo de noches en vela, los suspiros de quiénes se habían pasado muchas horas allí sobreviviendo a su propia soledad. El vacío que dejaban las pérdidas y las ilusiones rotas. Y luego estaba el fuego del hogar. Eso era como la balsa que mantenía a flote las almas de quienes habían habitado allí creando un pequeño refugio al lado de la luz. No era un hogar como tal, pero se parecía más que lo que ella había tenido.
Enarcó la ceja cuando vio a Thomas. Ese era el mejor ejemplo que había tenido Xaryne en su vida. Ahora entendía muchas cosas.— Su pareja, aunque eso no se pueda decir en alto en esta sociedad.
Sonreí de medio lado al oír su contestación. Algo dentro de mí fue por un momento, cálido. La miré fijamente, fruncía el ceño al mirar a Thomas, estaba segura de que podía aventurar qué clase de pensamientos estarían pasando por su cabeza. Y ninguno sería agradable. Miré a Thomas fijamente, evaluando su reacción.
- Así que es tu novia... aham. - Se levantó pesadamente para dejar el vaso de agua vacío en la encimera.- Recuérdalo, muchacha, cuando te digo que las brujas sólo traen problemas. Son demasiado listas. - se rascó la barba y frunció el ceño al escudriñar aún mas el rostro de Elora. - Y nigromante, por supuesto.
Por muy viejo y borracho que fuera, había sido un gran cazador, así que no se le escapaba una. Me tensé y levanté mi apoyo de la encimera, poniendome entre Elora y él. Le fulminé con la mirada.
- Métete en tus asuntos, viejo. Y no me cabrees, el día que me largue te vas a quedar solo con tu caballo, Gael ya no viene por aquí.
Thomas resopló y miró por la ventana. - Ese imberbe deagradecido... que haga lo que le de la gana, me da lo mismo.
Apreté los dientes. Ver en lo qué se había convertido me llenaba de frustración.
- Sólo quería que lo supieras, viejo. Adiós.
Cogí a Elora de la mano y subí con ella a mi habitación. Estaba muy irritada.
Le puso las manos sobre los hombros apretando un poco, masajeando los nudos que se le formaban al estar en tensión.— ¿Ha ido muy bien, no? esperaba horcas y antorchas, ya sabes, los comités de bienvenida para brujas.— Como siempre, utilizaba el humor irónico trivializando las cosas para quitar hierro.— Además, está casi acertado en su afirmación, las brujas son listas, pero no todas. Ninguna en su sano juicio dormiría con una cazadora asesina. Así que siento decirte que has dado con la bruja más tonta del país.— Ahora tenía todo más sentido, Gael y ella había vivido allí, eran compañeros de caza. Era algo que aún no le había preguntado y la incógnita estaba despejada. Echó una mirada alrededor.
La habitación de Xaryne era espartana como ella. Los espacios vacíos le daban sensación de pequeñez y más abandono, la suya tenía aunque fueran tarros llenos de raices o ranas en vinagre, que no es que fueran decoraciones precisamente agradables, pero al menos no dejaban huecos. La habitación era como una estepa yerma y ella no se merecía esa vida. Achinó los ojos y calculó sus planes. Ahora más que nunca sentía la mordida del odio en las tripas. Mauritz y su familia tenían de todo y disfrutaban de una vida que no merecían. Pero pronto la tortilla daría la vuelta.
Elora tenía claro que de no haber sido bruja, hubiera sido monja de la caridad. Caridad que nadie había tenido con ella. Caridad que extendería a todos los que como ella estaban solos y abandonados, desplazados, odiados. Cuando sacase del mapa al hijo de perra se llevaría a Leif y a Xaryne a su casa. Y si Xar quería traerse a Thomas, pues también. Siempre que respetase a su padre, claro. Mierda, eso no iba a ser buena idea.
Se había quedado suspendida un instante en sus pensamientos pero logró salir rápidamente de esa cavilación para sonreirle.— Me gusta tu mundo, aunque si tengo que quedarme con una parte de él me quedo con Gael. El caballo me da miedo y el viejo apesta a ron, me recuerda a mi padre pero en versión calmada.— Pfff… porque más antibrujas que era Leif, no había nadie en este mundo.
Sonreí cuando intentó quitarle hierro al asunto. Eché los brazos hacia atrás y la rodeé, pegándola a mi espalda. Giré la cabeza hacia un lado y la miré de reojo.
- ¿Crees que una cazadora lista pegaría a una bruja a su espalda?
Le sonreí, aunque el encuentro con Thomas había activado recuerdos bastante tristes.
- Mi mundo... Thomas nunca fue un padre para nosotros. Pero sabía hacer a la gente fuerte. Con 7 años, nos dejó una noche de invierno en el bosque sin más armas que un palo para que regresásemos a casa solos. Gael tenía 12 años entonces, siempre ha sido listo. Nos las apañamos para meternos en una zanja y que no nos comieran los lobos que merodeaban por allí. Estuvimos a puntl de perder varios dedos por la congelación... - mi mirada estaba perdida mientras contaba la historia. - Tardamos tres días en conseguir volver a casa.
Sacudí la cabeza y sonreí tristemente. Mi infancia había sido dura, entre entrenamientos espartanos, sangre y peleas.
- Mi mundo... no me gustaba mi mundo. - me di la vuelta y la miré a los ojos. - Hasta que en mi mundo entraste tú.
Elora no se había llevado tanto tormento físico en la infancia más allá del hambre y el frio y algunos golpes fortuitos de otros niños, pero también llevaba lo suyo a cuestas con tanto rechazo, soledad y abandono. Y el odio incendiario de Edora contra su padre, el pirata que la violó. Ay. No sabía que era peor, no tener familia o tener una familia como la suya. — Joder con el viejo, sus métodos de enseñanza no eran precisamente de esos que te inviten a pelarte las clases. Mi madre una vez me dio un cuenco sopa y era orina de cabra. La lección fue que nada es lo que parece. Desde entonces huelo cada taza de sopa…por si acaso.— Esa era de las anécdotas menos traumáticas, pero no quería competir en drama con Xaryne, ella estaba jodida en ese momento. Sonrió con humor y le arregló un botón desabrochado de su chaqueta de cuero.
Cuando ella le dijo que al entrar en su mundo había cambiado todo, algo contundente estalló dentro de su coraza. Nadie le había dicho jamás algo parecido. Nadie había puesto con palabras o gestos una muestra de cariño así. De pronto se había quedado muda de nuevo, la cazadora lo había conseguido por segunda vez. Tragó saliva, y tuvo que esforzarse para hacerlo, mordiéndose el labio inferior y exhalando el aire despacio tratando de encontrar las palabras o el gesto, porque estaba completamente paralizada. Levantó la mano despacio y le colocó un mechón del pelo tras la oreja, recorriendo después con las yemas de dos dedos el óvalo de su cara hasta la barbilla.
El tiempo se detuvo aparentemente, su subconsciente estaba registrando todas y cada una de las cosas que sucedían alrededor. La luz de la luna se colaba por la ventana y estaba iluminando con reflejos plateados la piel de Xaryne, reforzando sus ojos azules e insondables como la noche. Unas motas de polvo danzaban en suspensión en ese rayo indiscreto. Afuera sonaban varios grillos y un perro ladraba en la lejanía.— El mundo es extraño y grande… y es fácil perderse y no llegar a casa. Ahora…puedes ir tranquila, porque tú eres mi hogar y yo soy el tuyo, para que puedas regresar siempre pero…— la agarró de las solapas fuertemente.— prométeme que volverás. Es todo cuanto necesito para esperarte.— todavía le picaba el hecho de que se hubiera ido a Alemania sin saber si volvería o no.
Sus palabras, esas letras hechas voz que susurraban sus labios, se llevaron el hielo de mi corazón como si se tratara de una llamarada, candente, pero suave a la vez. ¿Yo... su hogar? Creo que nunca había pensado que pudiera ser el hogar de nadie, sobre todo porque no tenía ninguno.
Sí, vivía en aquella granja y Gael era lo más parecido a una familia desde que Thomas se echó a perder. Ella... mi hogar. Un lugar donde poder regresar cuando estuviera perdida.
Cerré los ojos bajo el tacto de sus manos en mi rostro. Nunca hubiera creído que pudiera volver a sentir algo tan intenso por alguien. Miré sus ojos cuando me agarró con fuerza las solapas de la chaqueta. Necesitaba saber que, pasase lo que pasase, volvería. Ella era mi faro de Alejandría, sólo con pensar que pudiera pasarle algo que borrara esa sonrisa irónica de su rostro o desapareciera ese brillo que hacía que el color de sus ojos fuese mi color favorito, moría un poco por dentro.
Rodeé su rostro con las manos y sonreí.
- Cualquier sitio será mi hogar si eres tú quien abre la puerta... y no hay mejor sitio que entre tus brazos. - susurré contra sus labios antes de besarla. - Te juro que siempre volveré a ti.
Elora no necesitaba nada más por el momento. Posiblemente estaban por llegar un montón de problemas, dificultades y escollos que salvar. Porque si ya era difícil la existencia de por sí, lo era más para unas mujeres que no eran "normales". La una porque era bruja y la otra porque era una asesina que vestía como un hombre. Y por si todo ello no bastase, eran dos mujeres que se querían. Todo ello muy susceptible de acabar en la horca. Pero por lo pronto, en ese momento sólo existía ella, y esas palabras susurradas que se tatuaban en su alma tan indelebles como la tinta de la piel de Xar. Le respondió a los besos, uno tras otro sin dejarse ninguno, como sellos que lacraban esas promesas lanzadas al aire. No era el momento de plantearse el futuro, era el momento de abrir las puertas del corazón y dejar que la otra entrase y se acurrucase en él. La vieja granja con sus crujidos y ruidos las acogió, contenta de llenar sus decrépitas paredes con algo más que amargura y soledad. Contenta de recibir las ondas de esa energía viva, aunque sólo fuera para variar un poco. Y si al viejo Thomas le molestaba...podía beberse otra ronda a su salud, porque no iba a renunciar a ese momento. Xaryne le estaba regalando momentos de esos que se grababan en la memoria para siempre, y pretendía ampliar su colección. Para cuando empezaba a clarear la luz del amanecer la bruja, apoyada sobre el hombro no herido de Xaryne recorrió con los dedos uno de sus tatuajes, pensando que un día de estos tenía que probar con un hechizo que leyó en un libro: tatuajes de luz lunar.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
El amanecer me dio en la cara de lleno, pero lo que me despertó fue el tacto de unos dedos suaves sobre mi cadera. Abrí un poco los ojos y sonreí ante aquella visión que parecía sacada de cualquier cuadro del museo más famoso.
Elora descansaba desnuda, apoyada sobre mi cuerpo. Su cabeza en mi hombro subía y bajaba a ritmo de mis respiraciones, profundas y tranquilas. Si alguien me hubiera dicho que podría acabar así, no le hubiera creído en absoluto. A veces me parecía que no me merecía todo aquello, que tenía que haber un equilibrio cósmico, algo... no podía haber quitado tantas vidas humanas y que el karma me recompensara con... ella. ¿Acaso es que había hecho bien matando a aquellos bastardos? Cierto era que ninguno era inocente en absoluto, pero yo me había consagrado a la caza de los seres que amenazaran a la humanidad, y no al revés. Mi cabeza seguía con los remordimientos propios de una venganza consumada que atentaba contra los pocos principios que me quedaban.
Pero allí, mirando a la mujer que había depositado su confianza en mí y que se abrazaba a mi cuerpo como si le resultara el lugar más cómodo del mundo, se me hacía difícil pensar que aquello fuera un castigo divino. Esperaba que el karma no estuviera esperando para jugármela. Y si era así, estaría preparada.
Dejé de pensar en el futuro y me centré en los escalofríos que me provocaban los dedos de Elora, que acariciaban el fénix que tenía tatuado en la cadera como si el animal necesitara cariño por reposar cada día de su vida bajo mi piel.
Sonreí y dejé un suave beso en su cabeza. Su largo pelo se desparramaba por la almohada y le caí hasta media espalda, lo que le daba el toque salvaje que reafirmaban sus palabras, escupidas por esa lengua afilada que podría cortar el aire si se lo propusiera.
Quería susurrarle al oído que era hermosa, que cualquier artista podría retratarla y quedarse maravillado. Pero no lo hice. Sabia que aquel bastardo le regalaba los oídos cada vez que se veían, así que yo no pensaba hacer lo mismo.... solo me limitaba a quererla de las pocas maneras que sabía.
Al notar mi beso movió la cabeza para mirarme y susurré con media sonrisa:
- Buenos días, brujita. ¿Una noche larga?
Solté una pequeña risa e incliné un poco la cabeza para darle un suave beso en los labios. Sus labios eran suaves y sabían a verano. Aunque no conocía a qué sabía el verano exactamente.
- Espero no haberte dejado demasiado agotada, qué van a decir tus asombrosas legiones de muertos si ven flaquear a su capitana.
Me encantaba tomarle el pelo por las mañanas, así que le mordí suavemente la nariz.
Elora descansaba desnuda, apoyada sobre mi cuerpo. Su cabeza en mi hombro subía y bajaba a ritmo de mis respiraciones, profundas y tranquilas. Si alguien me hubiera dicho que podría acabar así, no le hubiera creído en absoluto. A veces me parecía que no me merecía todo aquello, que tenía que haber un equilibrio cósmico, algo... no podía haber quitado tantas vidas humanas y que el karma me recompensara con... ella. ¿Acaso es que había hecho bien matando a aquellos bastardos? Cierto era que ninguno era inocente en absoluto, pero yo me había consagrado a la caza de los seres que amenazaran a la humanidad, y no al revés. Mi cabeza seguía con los remordimientos propios de una venganza consumada que atentaba contra los pocos principios que me quedaban.
Pero allí, mirando a la mujer que había depositado su confianza en mí y que se abrazaba a mi cuerpo como si le resultara el lugar más cómodo del mundo, se me hacía difícil pensar que aquello fuera un castigo divino. Esperaba que el karma no estuviera esperando para jugármela. Y si era así, estaría preparada.
Dejé de pensar en el futuro y me centré en los escalofríos que me provocaban los dedos de Elora, que acariciaban el fénix que tenía tatuado en la cadera como si el animal necesitara cariño por reposar cada día de su vida bajo mi piel.
Sonreí y dejé un suave beso en su cabeza. Su largo pelo se desparramaba por la almohada y le caí hasta media espalda, lo que le daba el toque salvaje que reafirmaban sus palabras, escupidas por esa lengua afilada que podría cortar el aire si se lo propusiera.
Quería susurrarle al oído que era hermosa, que cualquier artista podría retratarla y quedarse maravillado. Pero no lo hice. Sabia que aquel bastardo le regalaba los oídos cada vez que se veían, así que yo no pensaba hacer lo mismo.... solo me limitaba a quererla de las pocas maneras que sabía.
Al notar mi beso movió la cabeza para mirarme y susurré con media sonrisa:
- Buenos días, brujita. ¿Una noche larga?
Solté una pequeña risa e incliné un poco la cabeza para darle un suave beso en los labios. Sus labios eran suaves y sabían a verano. Aunque no conocía a qué sabía el verano exactamente.
- Espero no haberte dejado demasiado agotada, qué van a decir tus asombrosas legiones de muertos si ven flaquear a su capitana.
Me encantaba tomarle el pelo por las mañanas, así que le mordí suavemente la nariz.
Xaryne Ackerman- Cazador Clase Media
- Mensajes : 146
Fecha de inscripción : 24/04/2016
Re: Vuelve a haber carne en el menú. (Privado)
https://www.youtube.com/watch?v=c7WmUkQeIj8
Estaba somnolienta pero relajada, no agotada a pesar de que el día había sido duro, la noche empezó con la disputa del restaurante, seguida de la bronca en la buhardilla y finalmente habían terminado en la vieja granja. Un día intenso, como todo lo que tocaba Xaryne. Esa era la palabra que la definía: intensa. Y salvaje. Y loca de la colina. Pero bueno, se quedaba con lo de intensa.
No había conocido a nadie que pulsara su piel como las cuerdas de un arpa y que hiciera surgir música de ella. Quizás porque sus cuerpos eran iguales y Xaryne sabía lo que podía desear, quizás porque conectaban emocionalmente, quizás porque los trozos de alma de la que estaban compuestas, juntas formaban un puzzle bastante aceptable, o por el motivo que fuera. Pero el caso es que descubría con ella no sólo nuevas sensaciones físicas, también se tenía que enfrentar a sentimientos nuevos.
No podía elegir quién era su padre o su madre, y debía quererlos como eran, y aceptar sus decisiones, su abandono o su lealtad, porque eran derechos individuales de cada persona, no estaba obligados a dársela, y ella sólo podia aceptarlo, le gustase o no. Pero a Xaryne sí podía escogerla. Podía elegir despertar así con ella, podía elegir sus malas pulgas, sus maneras bruscas, su exceso de celo por protegerla, su odio y su rabia, podía escoger la enorme culpabilidad que yacía bajo todo aquello. Y ella también podía hacerlo. Se habían entregado la una a otra una carta en blanco donde empezar a escribir un nuevo capítulo. Ni bueno ni malo, sólo un nuevo comienzo de algo.
— aaaaaaw.— bostezó.— no sé de dónde sacas tanta energía. ¿Me acompañas a los baños de La Toilette? había pensado hoy darme un buen baño, con vapor y todo eso. — entrelazó sus dedos con los de la cazadora.— Escucha, he pensado algo. No quiero entrar en la casa de Mauritz si tu no estás cerca. Puedo manejarlo a él pero me siento más segura si estás conmigo. ¿Y si hacemos desaparecer al mozo del cuadras? no es dificil, con unos cuantos fantasmas…y ya no vuelve nunca.— sonrió con la idea de asustar al mozo de cuadras con unos buenos trucos de bruja. Suspiró.— sé que no va a ser fácil para ti, pero tiene que ser así. Si quisiera sólo matarlo… ya lo habría hecho. Necesito que sea a mi manera, porque además quiero asegurarnos un futuro mejor.— sí, había hablado en plural.— Me gustaría vivir sólo el momento, pero me preocupo por ese futuro porque es donde más tiempo vamos a pasar. No quiero más hambre, ni más frío, no quiero más miradas de desprecio cuando el dinero puede comprar esa tranquilidad. Podría vivir así, no necesito más que una buhardilla o un cuarto como este si estoy contigo… pero si podemos tener algo mejor, quiero al menos intentarlo. Es la deuda que me debe Mauritz, y quiero cobrarla.
Se incorporó un poco buscando sus labios, sobre todo el inferior que era carnoso y muy mordisqueable. A la mierda la opinión de Thomas sobre brujas, o la de su padre sobre los cazadores. Las opiniones era polvo en suspensión flotando en rayos de luna, y no podían importarle menos. Aquello era real y no lo iba a dejar ir de ninguna de las maneras. Atrajo su nuca de nuevo como si Xaryne fuera a volatilizarse en ese mismo instante, como si con esos besos quisiera hacerle llegar todo lo que pasaba por su cabeza. Cuando separó sus labio negó con la cabeza y la voz le salió algo ronca, en u murmullo.
— no quiero separarme de ti… si al menos puedo verte instante podré recobrar las fuerzas que me falten cuando tenga ganas de salir de allí de gritando o abandonar el plan.
Estaba somnolienta pero relajada, no agotada a pesar de que el día había sido duro, la noche empezó con la disputa del restaurante, seguida de la bronca en la buhardilla y finalmente habían terminado en la vieja granja. Un día intenso, como todo lo que tocaba Xaryne. Esa era la palabra que la definía: intensa. Y salvaje. Y loca de la colina. Pero bueno, se quedaba con lo de intensa.
No había conocido a nadie que pulsara su piel como las cuerdas de un arpa y que hiciera surgir música de ella. Quizás porque sus cuerpos eran iguales y Xaryne sabía lo que podía desear, quizás porque conectaban emocionalmente, quizás porque los trozos de alma de la que estaban compuestas, juntas formaban un puzzle bastante aceptable, o por el motivo que fuera. Pero el caso es que descubría con ella no sólo nuevas sensaciones físicas, también se tenía que enfrentar a sentimientos nuevos.
No podía elegir quién era su padre o su madre, y debía quererlos como eran, y aceptar sus decisiones, su abandono o su lealtad, porque eran derechos individuales de cada persona, no estaba obligados a dársela, y ella sólo podia aceptarlo, le gustase o no. Pero a Xaryne sí podía escogerla. Podía elegir despertar así con ella, podía elegir sus malas pulgas, sus maneras bruscas, su exceso de celo por protegerla, su odio y su rabia, podía escoger la enorme culpabilidad que yacía bajo todo aquello. Y ella también podía hacerlo. Se habían entregado la una a otra una carta en blanco donde empezar a escribir un nuevo capítulo. Ni bueno ni malo, sólo un nuevo comienzo de algo.
— aaaaaaw.— bostezó.— no sé de dónde sacas tanta energía. ¿Me acompañas a los baños de La Toilette? había pensado hoy darme un buen baño, con vapor y todo eso. — entrelazó sus dedos con los de la cazadora.— Escucha, he pensado algo. No quiero entrar en la casa de Mauritz si tu no estás cerca. Puedo manejarlo a él pero me siento más segura si estás conmigo. ¿Y si hacemos desaparecer al mozo del cuadras? no es dificil, con unos cuantos fantasmas…y ya no vuelve nunca.— sonrió con la idea de asustar al mozo de cuadras con unos buenos trucos de bruja. Suspiró.— sé que no va a ser fácil para ti, pero tiene que ser así. Si quisiera sólo matarlo… ya lo habría hecho. Necesito que sea a mi manera, porque además quiero asegurarnos un futuro mejor.— sí, había hablado en plural.— Me gustaría vivir sólo el momento, pero me preocupo por ese futuro porque es donde más tiempo vamos a pasar. No quiero más hambre, ni más frío, no quiero más miradas de desprecio cuando el dinero puede comprar esa tranquilidad. Podría vivir así, no necesito más que una buhardilla o un cuarto como este si estoy contigo… pero si podemos tener algo mejor, quiero al menos intentarlo. Es la deuda que me debe Mauritz, y quiero cobrarla.
Se incorporó un poco buscando sus labios, sobre todo el inferior que era carnoso y muy mordisqueable. A la mierda la opinión de Thomas sobre brujas, o la de su padre sobre los cazadores. Las opiniones era polvo en suspensión flotando en rayos de luna, y no podían importarle menos. Aquello era real y no lo iba a dejar ir de ninguna de las maneras. Atrajo su nuca de nuevo como si Xaryne fuera a volatilizarse en ese mismo instante, como si con esos besos quisiera hacerle llegar todo lo que pasaba por su cabeza. Cuando separó sus labio negó con la cabeza y la voz le salió algo ronca, en u murmullo.
— no quiero separarme de ti… si al menos puedo verte instante podré recobrar las fuerzas que me falten cuando tenga ganas de salir de allí de gritando o abandonar el plan.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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