AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Tempestad. (+18)
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Este tema va a continuación de La Clameur du Silence.
AMBIENTACIÓN AQUÍ
"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
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"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
Última edición por Giuliana Mordrake el Dom Ene 15, 2017 2:12 pm, editado 1 vez
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Estaba bien, pero tan sólo es que las visiones de seres queridos que ya no iba a poder recuperar, siempre atormentaban un poco. La Oscuridad lo sabía y jugaban con esa ventaja. Romper la mente del enemigo era mucho más efectivo que cien palizas, y con la bruja era sencillo, pues transitaba entre nieblas donde muchas criaturas podían estar escuchando y viendo.
Llegaron a la fortaleza de Akershus y se dejaron atender, curar y secar. Había sido una escaramuza muy peligrosa pero al menos el rey Rannulf había perdido a las criaturas del bastión, le costaría meses o años rehacer tal ejército si es que llegaba a hacerlo, porque debería encontrar hechiceros poderosos dispuestos a seguirle, y con la lección de ese día, más de uno se lo iba a pensar.
Se reunieron con Höor en su despacho, a solas, después de haber descansado un poco, que bien merecido se lo tenían. Les habló de su viaje a una realidad paralela donde Valeria no existía, murió al interponerse entre él y un balazo que iba dirigido a matarlo. Les habló de Sirius y su naturaleza, lleno de magia oscura e incontrolable. A esas alturas Ulf y Lana no se sorprendían ya de nada, habían cruzado dos infiernos, resucitado otras tantas veces y visto prodigios que dejarían sin habla a cualquiera. Ese niño iba a necesitar mucho apoyo, muchos cuidados, gente que lo comprendiera y no lo juzgara y ellos eran perfectos para eso. En ese aspecto, la pareja se compenetraba a la perfección. Höor necesitaba su ayuda, Sirius los necesitaba, y ellos estarían allí.
— ayudaremos en todo lo que esté en nuestras manos. Estudiaré su magia para intentar ayudarlo de la mejor manera que pueda...y cuando los dioses nos bendigan con una descendencia pronto... será como uno más en nuestra casa.— entrelazó la mano con la de Ulf. Los dioses tenían que cumplir esa promesa, si es que no estaba ya cumplida, si no había sangrado la siguiente semana, sería un hecho.— y eso me recuerda que... mi marido no ha dispuesto una casa para nosotros aquí en el norte. No me importa estar en esta fortaleza, pero creo que sería más seguro para todos contar con una casa que tenga recias paredes y lejos de la miradas indscretas de una corte...ya pude comprobar lo fácil que era volver en mi contra a los hombres como hizo Sigrid.
Esa espina la tenía clavada, llegaría el dia que ajustaría cuentas con esa pelizorra que la mandó al agua y luego se alió con el rey.
La bruja se había casado con el lobo, con el norte, con una causa. Lo entendía y abrazaba esa situación sin más problemas ni lamentos. Le daba igual vivir aquí o allá mientras estuviera con Ulf, aunque realmente prefería París, porque el Norte era muy frío y la miraban de reojo. Aún así, no se achantaría, se establecería con ellos y mantendría la casa de París para poder pasar allí algunas temporadas cuando lo necesitase, de igual forma que pensaba regresar a Nueva Orleans al menos una vez al año para ver a su familia y recargar las pilas en su querida casa del pantano.
Llegaron a la fortaleza de Akershus y se dejaron atender, curar y secar. Había sido una escaramuza muy peligrosa pero al menos el rey Rannulf había perdido a las criaturas del bastión, le costaría meses o años rehacer tal ejército si es que llegaba a hacerlo, porque debería encontrar hechiceros poderosos dispuestos a seguirle, y con la lección de ese día, más de uno se lo iba a pensar.
Se reunieron con Höor en su despacho, a solas, después de haber descansado un poco, que bien merecido se lo tenían. Les habló de su viaje a una realidad paralela donde Valeria no existía, murió al interponerse entre él y un balazo que iba dirigido a matarlo. Les habló de Sirius y su naturaleza, lleno de magia oscura e incontrolable. A esas alturas Ulf y Lana no se sorprendían ya de nada, habían cruzado dos infiernos, resucitado otras tantas veces y visto prodigios que dejarían sin habla a cualquiera. Ese niño iba a necesitar mucho apoyo, muchos cuidados, gente que lo comprendiera y no lo juzgara y ellos eran perfectos para eso. En ese aspecto, la pareja se compenetraba a la perfección. Höor necesitaba su ayuda, Sirius los necesitaba, y ellos estarían allí.
— ayudaremos en todo lo que esté en nuestras manos. Estudiaré su magia para intentar ayudarlo de la mejor manera que pueda...y cuando los dioses nos bendigan con una descendencia pronto... será como uno más en nuestra casa.— entrelazó la mano con la de Ulf. Los dioses tenían que cumplir esa promesa, si es que no estaba ya cumplida, si no había sangrado la siguiente semana, sería un hecho.— y eso me recuerda que... mi marido no ha dispuesto una casa para nosotros aquí en el norte. No me importa estar en esta fortaleza, pero creo que sería más seguro para todos contar con una casa que tenga recias paredes y lejos de la miradas indscretas de una corte...ya pude comprobar lo fácil que era volver en mi contra a los hombres como hizo Sigrid.
Esa espina la tenía clavada, llegaría el dia que ajustaría cuentas con esa pelizorra que la mandó al agua y luego se alió con el rey.
La bruja se había casado con el lobo, con el norte, con una causa. Lo entendía y abrazaba esa situación sin más problemas ni lamentos. Le daba igual vivir aquí o allá mientras estuviera con Ulf, aunque realmente prefería París, porque el Norte era muy frío y la miraban de reojo. Aún así, no se achantaría, se establecería con ellos y mantendría la casa de París para poder pasar allí algunas temporadas cuando lo necesitase, de igual forma que pensaba regresar a Nueva Orleans al menos una vez al año para ver a su familia y recargar las pilas en su querida casa del pantano.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Mi mujer se prestó voluntaria de inmediato para ayudar a mi rey con el cuidado de su vástago, sabia que algo mas torturaba a Höor, peor si el no lo decía, no iba a ser yo el que lo mencionara.
Por lo que se decía, la condesa abandonaría nuevamente el norte, no terminaba de hacerse a esta gélida vida llena de combates y necesitaba tomarse un respiro en su ciudad natal, llevar sus negocios mientras Höor inmerso de cabeza en una tempestuosa guerra no podía acompañarla.
Odin le complicaba las cosas a mi rey, aunque la verdad es que ¿quien en estos tiempos de caos las tenia fáciles.
Sangrar acababa haciéndonos mas fuertes y aunque no envidiaba su situación, pues ni de lejos quería que mi esposa se largara del norte, podía ser capaz de entender las dos partes.
Miré a mi mujer, la veía adaptada allí, mas aun así me recorrió cierto temor, el norte no estaba hecho para todos y yo aquí tenia mis obligaciones. Viajé a París con el único propósito de ayudar a mi señor, ahora mi vida estaba en el norte, ligada a la suya y esperaba que mi mujer entendiera eso, indistintamente de que pudiéramos aprovechar cualquier descanso para viajar a tierras parisinas para visitar a su familia.
Giuliana no había olvidado la afrenta de Ingrid, no quería permanecer en palacio, si no que tuviéramos nuestro propio hogar.
Yo disponía de la casa de mis padres, estaba en una aldea cercana, así que no seria problema mudarnos solos allí.
Claro que Höor nos ofreció una casa dentro de la fortaleza de Akershus, pero no en el castillo en si.
Allí tendríamos intimidad, seriamos un matrimonio mas al que pronto los dioses les bendecirían con hijos.
Pero a su vez estaría a un tiro de piedra del castillo para entrenar a los jóvenes, así como para que mi esposa pudiera ayudar al pequeño Sirius.
-Tu decides mujer, si quieres que aceptemos la casa que Höor nos ofrece yo mismo le haré los arreglos necesarios para convertirla en nuestro hogar, pero si prefieres que vayamos a la casa donde vive mi madre, estaré de acuerdo, mi mundo esta contigo vikinga de la sarten -apunté con una ladeada sonrisa mientras mordía su hombro con suavidad.
Höor sabia que podía contar conmigo para lo que necesitara, mi vida estaba en sus manos y mi espada junto a su ejercito.
Los dos clavamos la mirada en la bruja, esperando su respuesta.
Por lo que se decía, la condesa abandonaría nuevamente el norte, no terminaba de hacerse a esta gélida vida llena de combates y necesitaba tomarse un respiro en su ciudad natal, llevar sus negocios mientras Höor inmerso de cabeza en una tempestuosa guerra no podía acompañarla.
Odin le complicaba las cosas a mi rey, aunque la verdad es que ¿quien en estos tiempos de caos las tenia fáciles.
Sangrar acababa haciéndonos mas fuertes y aunque no envidiaba su situación, pues ni de lejos quería que mi esposa se largara del norte, podía ser capaz de entender las dos partes.
Miré a mi mujer, la veía adaptada allí, mas aun así me recorrió cierto temor, el norte no estaba hecho para todos y yo aquí tenia mis obligaciones. Viajé a París con el único propósito de ayudar a mi señor, ahora mi vida estaba en el norte, ligada a la suya y esperaba que mi mujer entendiera eso, indistintamente de que pudiéramos aprovechar cualquier descanso para viajar a tierras parisinas para visitar a su familia.
Giuliana no había olvidado la afrenta de Ingrid, no quería permanecer en palacio, si no que tuviéramos nuestro propio hogar.
Yo disponía de la casa de mis padres, estaba en una aldea cercana, así que no seria problema mudarnos solos allí.
Claro que Höor nos ofreció una casa dentro de la fortaleza de Akershus, pero no en el castillo en si.
Allí tendríamos intimidad, seriamos un matrimonio mas al que pronto los dioses les bendecirían con hijos.
Pero a su vez estaría a un tiro de piedra del castillo para entrenar a los jóvenes, así como para que mi esposa pudiera ayudar al pequeño Sirius.
-Tu decides mujer, si quieres que aceptemos la casa que Höor nos ofrece yo mismo le haré los arreglos necesarios para convertirla en nuestro hogar, pero si prefieres que vayamos a la casa donde vive mi madre, estaré de acuerdo, mi mundo esta contigo vikinga de la sarten -apunté con una ladeada sonrisa mientras mordía su hombro con suavidad.
Höor sabia que podía contar conmigo para lo que necesitara, mi vida estaba en sus manos y mi espada junto a su ejercito.
Los dos clavamos la mirada en la bruja, esperando su respuesta.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
No necesitó mucho tiempo para decidirse. Sabía lo que hacía cuando le dijo "si quiero" a Ulf bajo el árbol de la vida. Estaban sellando sus destinos, el uno junto al otro, y ella era más errante que él, no estaba anclada a ningún lugar más que a otro y sabía lo que significaba el norte para el lobo.
— nos quedamos con la casa dentro de la fortaleza de Akershus. Así podremos estar cerca de Sirius y tu querido amigo podrá dejarte el sofá y darte un filete para los chichones que te haga cuando te arree con la sartén.— se encogió de hombros sonriendo. Ya que iban a formar parte de esa rebelión sí o sí, lo más práctico sería estar cerca de lo importante. Y además se sentía más segura dentro de la fortaleza, para qué mentir.
Seguramente necesitaría regresar a París, pues en Noruega no había bibliotecas ni Logias arcanas donde poder estudiar la magia del pequeño, pero serían pequeñas temporadas, podrían apañarse. Por lo demás, trataría de encontrar su sitio allí aunque jamás encontrase realmente uno, pues las brujas no eran bien vistas excepto en lugares mágicos como Nueva Orleans. Con todo arreglado, lo único que podían hacer ahora era celebrar su victoria por la incursión exitosa en el Maëlstrom y descansar, y al día siguiente ya podrían acondicionar su nueva casa.
— id a beber con los hombres, querrán celebrar... yo creo que voy a caer en coma en la cama... no sabía que las guerras cansaban tanto.— estaba agotada, había empleado toda su energía en aquella gesta y su cuerpo era humano, no cambiante, así que su resistencia era mínima. Bostezó y se retiró a las habitaciones que ocuparían hasta el día siguiente, en ese momento meterse bajo las pieles con la chimenea encendida se le antojaba el mejor plan jamás pensado. Quizás el norte no estuviera tan mal, si por las noches podía pegarse a Ulf así. Era la diferencia con los pantanos, que la humedad y el bochorno invitaban a ocupar cada uno un extremo de la cama.
Amaneció un día nuevo en la fortaleza Cannif y se encontró con los pies enredados con los del lobo y sus rizos rubios picándole en la nariz. Se removió remolonamente, había dormido como un tronco y estaba muy descansada. Besó la nariz de Ulf recordando lo sucedido el día anterior. Había sido una semana muy loca, pero su magia había sido crucial, y eso la hacía sentir muy útil y muy satisfecha consigo misma, hasta hacía bien poco consideraba su don una maldición y ahora empezaba a verlo de otro modo más positivo. Se encontraba en la línea de salida de una nueva etapa, podía sentir cómo el mundo se movía y ella con él, y eso era bueno. Por fin había salido de su mundo estático y muerto, rodeado de estatuas de mármol y muerte. Ulf la sacó de allí y le brindó una vida nueva...y quería cogerla con ambas manos.
— despierta dormilón... tenemos que mudarnos a nuestra casa.
— nos quedamos con la casa dentro de la fortaleza de Akershus. Así podremos estar cerca de Sirius y tu querido amigo podrá dejarte el sofá y darte un filete para los chichones que te haga cuando te arree con la sartén.— se encogió de hombros sonriendo. Ya que iban a formar parte de esa rebelión sí o sí, lo más práctico sería estar cerca de lo importante. Y además se sentía más segura dentro de la fortaleza, para qué mentir.
Seguramente necesitaría regresar a París, pues en Noruega no había bibliotecas ni Logias arcanas donde poder estudiar la magia del pequeño, pero serían pequeñas temporadas, podrían apañarse. Por lo demás, trataría de encontrar su sitio allí aunque jamás encontrase realmente uno, pues las brujas no eran bien vistas excepto en lugares mágicos como Nueva Orleans. Con todo arreglado, lo único que podían hacer ahora era celebrar su victoria por la incursión exitosa en el Maëlstrom y descansar, y al día siguiente ya podrían acondicionar su nueva casa.
— id a beber con los hombres, querrán celebrar... yo creo que voy a caer en coma en la cama... no sabía que las guerras cansaban tanto.— estaba agotada, había empleado toda su energía en aquella gesta y su cuerpo era humano, no cambiante, así que su resistencia era mínima. Bostezó y se retiró a las habitaciones que ocuparían hasta el día siguiente, en ese momento meterse bajo las pieles con la chimenea encendida se le antojaba el mejor plan jamás pensado. Quizás el norte no estuviera tan mal, si por las noches podía pegarse a Ulf así. Era la diferencia con los pantanos, que la humedad y el bochorno invitaban a ocupar cada uno un extremo de la cama.
Amaneció un día nuevo en la fortaleza Cannif y se encontró con los pies enredados con los del lobo y sus rizos rubios picándole en la nariz. Se removió remolonamente, había dormido como un tronco y estaba muy descansada. Besó la nariz de Ulf recordando lo sucedido el día anterior. Había sido una semana muy loca, pero su magia había sido crucial, y eso la hacía sentir muy útil y muy satisfecha consigo misma, hasta hacía bien poco consideraba su don una maldición y ahora empezaba a verlo de otro modo más positivo. Se encontraba en la línea de salida de una nueva etapa, podía sentir cómo el mundo se movía y ella con él, y eso era bueno. Por fin había salido de su mundo estático y muerto, rodeado de estatuas de mármol y muerte. Ulf la sacó de allí y le brindó una vida nueva...y quería cogerla con ambas manos.
— despierta dormilón... tenemos que mudarnos a nuestra casa.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
La noche fue tan arrasadora como nuestra victoria, la hidromiel corría rebosando los cuernos en el gran salón. El buen ambiente era una reseña, los vítores se sucedían entre rugidos de unos y otros, mesas volcadas por lo ebrios que íbamos y sexo en cada rincón, no se podía decir que los vikingos no supiéramos celebrar una victoria.
Höor y yo nos echamos unas partidas lanzando cuchillos a una improvisada diana mientras bebíamos sin parar, ya que nuestras manso no rodeaban los culos de las norteñas en algo teníamos que ocuparlas.
A mi regreso me encontré con mi mujer dormida sobre el lecho, cubierta con las pieles y la chimenea caldeando la habitación, ladeé la sonrisa quitándome la ropa mientras trastabillaba en mas de una ocasión por la que llevaba encima.
La hubiera despertado, mis ganas eran inmensas después de la celebración, pero algo me decía que esa mujer era capaz de sacar la sarten de debajo del almohadón y atizarme en la cabeza hasta noquearme como se me ocurriera la maravillosa idea de acabar con su sueño reparador.
Así que bufando me colé entre las mantas y acabé dormido en cuestión de minutos.
Abrí los ojos cuando la penetrante voz de mi mujer sacudió mi cabeza.
-Shhhh .-susurré volviendo a cerrarlos y tirando de ella para cubrirlos de la luz sumergiéndome en su cuello -¿hoy? Tengo resaca -le aseguré mordiéndole el cuello para ver si colaba.
Algo me decía que no iba a hacerlo, mi bruja era de ideas fijas.
-¿Por que no llamas al nosferatu y que te ayude? -le pregunté logrando que me atizara en el pecho un golpe con el puño.
-Gracias Odin por no darle una sarten a estas horas de la mañana -dije riéndome contra sus labios - ¿que quiere mi preciosa mujer? ¿que me levante y le arregle su preciosa morada?
Su ceño fruncido lo decía todo, aunque se le escapaba la risa al verme tan zalamero.
-¿y a cambio que consigo yo? -pregunté deslizando mis labios por su cuello despacio, mordiendo su hombro -tenias que haber venido ayer conmigo, eche de menos tus posaderas en mi regazo -apunté guiñándole un ojo, Höor y yo parecíamos dos desviados -bromeé mientras ella salia de la cama obligándome a hacer un mohin y a seguirla.
Acabamos en la casa que Höor había dispuesto para nosotros, estaba cerca del castillo, apenas un par de cuadras me separaban del sofá de mi amigo.
La edificación era buena, una casa baja, con una guardilla, con grandes jardines donde nuestros hijos podrían correr, hacerse hombres, caballerizas y granero.
Rodeé la cintura de mi mujer, su espalda contra mi pecho y mi barbilla apoyada en su hombro.
-¿te gusta? -pregunté acariciando el lóbulo de su oído con mis labios -puedo hacerle arreglos, la casa esta bien construida, puedo levantarle una planta mas para hacer mas habitaciones, quiero un ejercito de Tollak -bromeé mordiendo su cuello -¿que me dices vikinga?
Se estaba adaptando al norte, pero admito que después de lo que le había pasado a Höor, ciertos sentimientos enfrentados me sacudían ligeramente.
Höor y yo nos echamos unas partidas lanzando cuchillos a una improvisada diana mientras bebíamos sin parar, ya que nuestras manso no rodeaban los culos de las norteñas en algo teníamos que ocuparlas.
A mi regreso me encontré con mi mujer dormida sobre el lecho, cubierta con las pieles y la chimenea caldeando la habitación, ladeé la sonrisa quitándome la ropa mientras trastabillaba en mas de una ocasión por la que llevaba encima.
La hubiera despertado, mis ganas eran inmensas después de la celebración, pero algo me decía que esa mujer era capaz de sacar la sarten de debajo del almohadón y atizarme en la cabeza hasta noquearme como se me ocurriera la maravillosa idea de acabar con su sueño reparador.
Así que bufando me colé entre las mantas y acabé dormido en cuestión de minutos.
Abrí los ojos cuando la penetrante voz de mi mujer sacudió mi cabeza.
-Shhhh .-susurré volviendo a cerrarlos y tirando de ella para cubrirlos de la luz sumergiéndome en su cuello -¿hoy? Tengo resaca -le aseguré mordiéndole el cuello para ver si colaba.
Algo me decía que no iba a hacerlo, mi bruja era de ideas fijas.
-¿Por que no llamas al nosferatu y que te ayude? -le pregunté logrando que me atizara en el pecho un golpe con el puño.
-Gracias Odin por no darle una sarten a estas horas de la mañana -dije riéndome contra sus labios - ¿que quiere mi preciosa mujer? ¿que me levante y le arregle su preciosa morada?
Su ceño fruncido lo decía todo, aunque se le escapaba la risa al verme tan zalamero.
-¿y a cambio que consigo yo? -pregunté deslizando mis labios por su cuello despacio, mordiendo su hombro -tenias que haber venido ayer conmigo, eche de menos tus posaderas en mi regazo -apunté guiñándole un ojo, Höor y yo parecíamos dos desviados -bromeé mientras ella salia de la cama obligándome a hacer un mohin y a seguirla.
Acabamos en la casa que Höor había dispuesto para nosotros, estaba cerca del castillo, apenas un par de cuadras me separaban del sofá de mi amigo.
La edificación era buena, una casa baja, con una guardilla, con grandes jardines donde nuestros hijos podrían correr, hacerse hombres, caballerizas y granero.
Rodeé la cintura de mi mujer, su espalda contra mi pecho y mi barbilla apoyada en su hombro.
-¿te gusta? -pregunté acariciando el lóbulo de su oído con mis labios -puedo hacerle arreglos, la casa esta bien construida, puedo levantarle una planta mas para hacer mas habitaciones, quiero un ejercito de Tollak -bromeé mordiendo su cuello -¿que me dices vikinga?
Se estaba adaptando al norte, pero admito que después de lo que le había pasado a Höor, ciertos sentimientos enfrentados me sacudían ligeramente.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
La casa estaba realmente bien construida, sólidos muros de piedra, tejado de madera y pizarra, una cocina amplia, una sala de estar grande, varias habitaciones, bodega y jardín. Pero necesitarían más estancias si ella pensaba usar la bodega para sus brujerías.
— sí, creo que necesitaremos más espacio...pero no deberías hacerlo tú. No quiero que dejes de entrenar por algo que puede hacer cualquiera y que podemos pagar...También necesitaremos ayuda para la casa, soy la única heredera de mi padre, no tengo necesidad de fregar los suelos y cocinar, cuando se me requiere para una tarea más compleja como la que nos ha pedido Höor. La magia es muy absorbente...— sabía que no necesitaba dejarle claro a Ulf que ella venía de una clase alta y que no iba a convertirse en una campesina bárbara si no había necesidad de ello. Estudiar y practicar requería tiempo, y una casa como aquella podía fácilmente absorber todo el disponible, y ahora que había encontrado su camino, no quería perderlo a costa de hacer las labores del hogar. No necesitaba lujos, pero tenía su propio dinero y no iba a dejarlo perder, compraría su comodidad.
— yo no conozco a nadie aquí, elige tú a quien quieras para que nos ayude...y así ya estará con nosotros cuando venga el bebé.— sujetó la mano de Ulf sobre su vientre.— en una semana sabremos si Loki ha cumplido...
Estaba impaciente por saberlo, desde que firmaron aquel acuerdo con los dioses de Asgard estaba en vilo con ese asunto.
— ¿Cómo lo llamaremos? escuché una leyenda a uno de tus hombres que hablaba de Brökk y Sindri, los que forjaron el martillo de Thor y se lo regalaron por una apuesta taimada que les tendió Loki. El muy ladino intentó hacer trampas y como no lo consiguió, Brökk le cosió los labios como lección. Me gusta el nombre de Brökk. ¿Qué opinas?.— desde luego a Loki le iba a hacer mucha gracia, porque Brökk había sido de los pocos que había conseguido darle una lección al dios del Caos, siempre tan tramposo y poco honorable.— Señor Tollak...¿quiere estrenar el lecho de su nuevo hogar? porque ahora mismo es lo único que desea su esposa.
— sí, creo que necesitaremos más espacio...pero no deberías hacerlo tú. No quiero que dejes de entrenar por algo que puede hacer cualquiera y que podemos pagar...También necesitaremos ayuda para la casa, soy la única heredera de mi padre, no tengo necesidad de fregar los suelos y cocinar, cuando se me requiere para una tarea más compleja como la que nos ha pedido Höor. La magia es muy absorbente...— sabía que no necesitaba dejarle claro a Ulf que ella venía de una clase alta y que no iba a convertirse en una campesina bárbara si no había necesidad de ello. Estudiar y practicar requería tiempo, y una casa como aquella podía fácilmente absorber todo el disponible, y ahora que había encontrado su camino, no quería perderlo a costa de hacer las labores del hogar. No necesitaba lujos, pero tenía su propio dinero y no iba a dejarlo perder, compraría su comodidad.
— yo no conozco a nadie aquí, elige tú a quien quieras para que nos ayude...y así ya estará con nosotros cuando venga el bebé.— sujetó la mano de Ulf sobre su vientre.— en una semana sabremos si Loki ha cumplido...
Estaba impaciente por saberlo, desde que firmaron aquel acuerdo con los dioses de Asgard estaba en vilo con ese asunto.
— ¿Cómo lo llamaremos? escuché una leyenda a uno de tus hombres que hablaba de Brökk y Sindri, los que forjaron el martillo de Thor y se lo regalaron por una apuesta taimada que les tendió Loki. El muy ladino intentó hacer trampas y como no lo consiguió, Brökk le cosió los labios como lección. Me gusta el nombre de Brökk. ¿Qué opinas?.— desde luego a Loki le iba a hacer mucha gracia, porque Brökk había sido de los pocos que había conseguido darle una lección al dios del Caos, siempre tan tramposo y poco honorable.— Señor Tollak...¿quiere estrenar el lecho de su nuevo hogar? porque ahora mismo es lo único que desea su esposa.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Mi mujer no necesitó dos veces pedirme que la hiciera mía en la cama, la alcé de las nalgas pegándola a mi cuerpo mientras mi boca saqueaba ansiosa la ajena.
La cámara presidencial fue testigo de los gruñidos y jadeos que ambos emitimos perdidos en el cuerpo ajeno. El deseo era entre ambos un fiel reflejo del amor que nos procesábamos, la marqué como mía, no podía controlar ese acto posesivo que se había acrecentado con la historia narrada por mi amigo sobre su propia experiencia.
Gruñí contra su piel cuando me esparcí de forma ruda en su interior y ambos perlados en sudor caímos sobre ese lecho que acogería muchas mas tormentas venideras.
Deslicé mis dedos por su cadera, acaricié su vientre con una sonrisa, en una semana sabríamos si los dioses habían cumplido su parte del trato.
-Bröok es un gran nombre y por el guiño que le hace a Loqui, dios del caos, merece portar sin duda ese nombre.
Confieso que quería llamarlo Máni, como el dios luna, pues es perseguido por el lobo Hati, como yo perseguiré a mis hijos para que no hagan de las suyas -bromeé mordiendo suavemente el labio inferior de mi mujer -claro, eso si la señora Mordrake, me deja en algún instante salir de entre sus piernas -bromeé enredándome nuevamente con su lengua en una batalla sin tregua. -Bröok, me gusta.
No lo dije, pero lo que mas me había gustado es que se empapara de mi cultura, que de verdad se esforzara por conocer mis tradiciones y que se implicara de ese modo en ayudar a Höor, un hombre al que no solo admiraba, si no al que me unía una gran amistad.
-Conozco una mujer, se llama Ingrid -me eche a reír mientras esta torcía el gesto y al ver mi gesto picaro empezó a darme golpes en el pecho mientras yo me reía con sonoras carcajadas, sabia que mi mujer se la tenia jurada -no, a ver, conozco a una mujer que puede ayudarnos con la casa y el cuidado de nuestros hijos de ser necesario.
Mañana le diré que se pasé por aquí, ademas su marido no entiende nada de armas, pero es un gran carpintero, un manitas para todo, podrá no solo darle otro piso al caserón ,si no hacerte los muebles que necesites, incluido la habitación del crio.
Viven en una aldea humilde, se que van ahogados con los diezmos que el rey Randulf les impone, así que de seguro se mudaran a la casa que tenemos colindante para el servicio...son buena gente.
La cámara presidencial fue testigo de los gruñidos y jadeos que ambos emitimos perdidos en el cuerpo ajeno. El deseo era entre ambos un fiel reflejo del amor que nos procesábamos, la marqué como mía, no podía controlar ese acto posesivo que se había acrecentado con la historia narrada por mi amigo sobre su propia experiencia.
Gruñí contra su piel cuando me esparcí de forma ruda en su interior y ambos perlados en sudor caímos sobre ese lecho que acogería muchas mas tormentas venideras.
Deslicé mis dedos por su cadera, acaricié su vientre con una sonrisa, en una semana sabríamos si los dioses habían cumplido su parte del trato.
-Bröok es un gran nombre y por el guiño que le hace a Loqui, dios del caos, merece portar sin duda ese nombre.
Confieso que quería llamarlo Máni, como el dios luna, pues es perseguido por el lobo Hati, como yo perseguiré a mis hijos para que no hagan de las suyas -bromeé mordiendo suavemente el labio inferior de mi mujer -claro, eso si la señora Mordrake, me deja en algún instante salir de entre sus piernas -bromeé enredándome nuevamente con su lengua en una batalla sin tregua. -Bröok, me gusta.
No lo dije, pero lo que mas me había gustado es que se empapara de mi cultura, que de verdad se esforzara por conocer mis tradiciones y que se implicara de ese modo en ayudar a Höor, un hombre al que no solo admiraba, si no al que me unía una gran amistad.
-Conozco una mujer, se llama Ingrid -me eche a reír mientras esta torcía el gesto y al ver mi gesto picaro empezó a darme golpes en el pecho mientras yo me reía con sonoras carcajadas, sabia que mi mujer se la tenia jurada -no, a ver, conozco a una mujer que puede ayudarnos con la casa y el cuidado de nuestros hijos de ser necesario.
Mañana le diré que se pasé por aquí, ademas su marido no entiende nada de armas, pero es un gran carpintero, un manitas para todo, podrá no solo darle otro piso al caserón ,si no hacerte los muebles que necesites, incluido la habitación del crio.
Viven en una aldea humilde, se que van ahogados con los diezmos que el rey Randulf les impone, así que de seguro se mudaran a la casa que tenemos colindante para el servicio...son buena gente.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
— Había pensado llamarlo Nosfe, como mi antiguo amor del que me separaste cruelmente.— bromeaban de forma cómplice. Sus inicios fueron accidentados, pero habían llegado a entenderse de una forma muy intensa.— Oh! no harás tal cosa! si vas a ser un padre cansino y paranoico iré a ver a Loki y que te devuelva tus infértiles soldaditos.
Cuando mentó a Sigrid le cambió la cara y se revolvió contra él golpeándolo en el pecho. Odiaba a esa mujer con toda su alma, la quería ver muerta, reducida a polvo a ser posible, no fuera que se levantase, que bien sabia ella que las cosas no acababan una vez muertos. Se acurrucó contra él escuchando su propuesta y le pareció perfecta, ella no conocía a nadie en esas tierras, y sin embargo tendría que hacerse a ellas, levantarían una familia allí, y por todos los dioses, que quería paz y tranquilidad, un poco de vida en mitad del caos y la guerra. Quería para su familia un refugio, un lugar donde crecer y aprender a ser persona con todas las dificultades que ya entrañaban el resto de los asuntos de la vida. Iba a simplificarle mucho las cosas a Ulf, no era caprichosa ni tenía grandes aspiraciones, tan sólo hallar su lugar, y al parecer estaba en buen camino.
El resto del día tendrían que hacer recados, la casa no se limpiaba sola, ni se llenaba de víveres, ni las cosas necesarias se compraban por arte de magia...así que se pusieron manos a la obra. Los días siguientes Ulf regresaría a sus quehaceres como general del ejército y Giuliana se afanó en dejar lista la casa más o menos, porque su intención era poder pasar más tiempo con Sirius, empezar a entender sus dones. El matrimonio que Ulf escogió como ayuda para la casa se presentaron de inmediato y le cayeron muy bien, eran gente sencilla, y aunque le costaba al principio comunicarse por el idioma, poco a poco iba aprendiendo las palabras necesarias y ellos la enseñaban con paciencia.
Se encontraba encaramada a un taburete colcando unos libros cuando notó la humedad descender por su entrepierna. Alarmada se subió la falda y observó la gota rojoza descendiendo por la cara interna de su muslo. La decepción se reflejó en su rostro. Habia soñado con Ulf y Brökk, no podía ser, debía haber un error!!. Ofuscada, salió de la casa rumbo al lago, necesitaba un sapo, uno gordo, y el pobre infeliz que se cruzó en su camino acabó en el saco. Llegó a casa y se encerró en el sótano, su tía le había puesto bendiciones de fertilidad, aquello no tenia sentido, a menos que esa sangre fuera otra cosa y es lo que iba a averiguar. Realizó el ritual y apuñaló el sapo drenando su sangre, que en contacto con la suya se volvió de color violeta. ¡Estaba embarazada! pero esa sangre entonces significaba lo que más temía: era un embarazo de riesgo, tendría que estarse quietecita y no tentar a la suerte.
Se lo contó a Hilda y Arne, que de inmediato la mandaron a la cama y le llevaron allí la comida, enciendiendo la chimenea y se encargaron de todo lo demás. El hombre fue a buscar a Ulf para avisarlo.
Cuando mentó a Sigrid le cambió la cara y se revolvió contra él golpeándolo en el pecho. Odiaba a esa mujer con toda su alma, la quería ver muerta, reducida a polvo a ser posible, no fuera que se levantase, que bien sabia ella que las cosas no acababan una vez muertos. Se acurrucó contra él escuchando su propuesta y le pareció perfecta, ella no conocía a nadie en esas tierras, y sin embargo tendría que hacerse a ellas, levantarían una familia allí, y por todos los dioses, que quería paz y tranquilidad, un poco de vida en mitad del caos y la guerra. Quería para su familia un refugio, un lugar donde crecer y aprender a ser persona con todas las dificultades que ya entrañaban el resto de los asuntos de la vida. Iba a simplificarle mucho las cosas a Ulf, no era caprichosa ni tenía grandes aspiraciones, tan sólo hallar su lugar, y al parecer estaba en buen camino.
El resto del día tendrían que hacer recados, la casa no se limpiaba sola, ni se llenaba de víveres, ni las cosas necesarias se compraban por arte de magia...así que se pusieron manos a la obra. Los días siguientes Ulf regresaría a sus quehaceres como general del ejército y Giuliana se afanó en dejar lista la casa más o menos, porque su intención era poder pasar más tiempo con Sirius, empezar a entender sus dones. El matrimonio que Ulf escogió como ayuda para la casa se presentaron de inmediato y le cayeron muy bien, eran gente sencilla, y aunque le costaba al principio comunicarse por el idioma, poco a poco iba aprendiendo las palabras necesarias y ellos la enseñaban con paciencia.
Se encontraba encaramada a un taburete colcando unos libros cuando notó la humedad descender por su entrepierna. Alarmada se subió la falda y observó la gota rojoza descendiendo por la cara interna de su muslo. La decepción se reflejó en su rostro. Habia soñado con Ulf y Brökk, no podía ser, debía haber un error!!. Ofuscada, salió de la casa rumbo al lago, necesitaba un sapo, uno gordo, y el pobre infeliz que se cruzó en su camino acabó en el saco. Llegó a casa y se encerró en el sótano, su tía le había puesto bendiciones de fertilidad, aquello no tenia sentido, a menos que esa sangre fuera otra cosa y es lo que iba a averiguar. Realizó el ritual y apuñaló el sapo drenando su sangre, que en contacto con la suya se volvió de color violeta. ¡Estaba embarazada! pero esa sangre entonces significaba lo que más temía: era un embarazo de riesgo, tendría que estarse quietecita y no tentar a la suerte.
Se lo contó a Hilda y Arne, que de inmediato la mandaron a la cama y le llevaron allí la comida, enciendiendo la chimenea y se encargaron de todo lo demás. El hombre fue a buscar a Ulf para avisarlo.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Höor tenia el mapa desplegado sobre la mesa de madera noble, Erlend le indicaba donde fue la ultima vez que vio a esa manada de licantropos que estaba saqueando una de las aldeas, se llevaban a jóvenes, a niños, y la situación resultaba insostenible.
El ceño fruncido de Höor lo decía todo, como a mi le olía a chamusquina, si bien era cierto que en noruega convivíamos con varias manadas, siempre habíamos encontrado acuerdos que nos aseguraban la paz para unos y otros, yo mismo sellé varios por la familiaridad que les otorgaba mi condición.
Mas estos parecían no atenerse a reglas, ni pactos, lo que nos llevaba a pensar que Randulf se encontraba tras esos secuestros, la manada no sabíamos como había caído bajo su influjo, claro que esto solo eran suposiciones, ahora nos tocaría embarrar las botas y convertirlo en verdades.
Halde irrumpió en el despacho, su respiración entrecortada no vaticinaba nada bueno y reconozco que la desesperación me invadió mientras le instigaba a hablar moviendolo de la pechera.
Höor se alzó del sillon sujetándome por el hombro para que me calmara y le dejara hablar al hombre.
-Señor Ulf, su esposa sangra, al parecer tiene un aborto o eso me ha dicho mi esposa.
Salí disparado hacia la casona, había hecho demasiado esfuerzo esos días, la mudanza era pesada, me culpe a cada zancada mientras aullaba fruto de la rabia.
Mucho antes de que Halde lo hiciera llegué a la casa, subí los peldaños de la escalera de madera de dos en dos, habíamos colocado nuestra habitación principal en la guardilla, ciertamente encontramos ese lugar perfecto para abrazar nuestras noches de pasión, mas en ese instante cuando abrí la puerta, solo la vi a ella tumbada, descansaba con su piel marmolea sobre el lecho.
Sus ojos se abrieron tropezando abruptos con ms grises que agonizantes buscaban la confirmación a la noticia dada.
Llegué hasta ella, hundiendo mi cabeza en su cuello, besando su piel, ascendiendo hasta sus labios.
-¿como estas? ¿nuestro hijo?
No tenia sentido, a Loqui le interesaba el nacimiento de ese vástago que si todo hubiera ido bien en nueve meses hubiéramos traído al mundo ¿por que dejarnos sin aquello que durante tanto tiempo habíamos buscado?
Maldije a Loqui en mi idioma, masculle improperios mientras gruñia a no dejaba hablar a Giuliana que hundia sus dedos en mi pelo para calmarme un poco.
-Habla mujer -rugí de nuevo.
El ceño fruncido de Höor lo decía todo, como a mi le olía a chamusquina, si bien era cierto que en noruega convivíamos con varias manadas, siempre habíamos encontrado acuerdos que nos aseguraban la paz para unos y otros, yo mismo sellé varios por la familiaridad que les otorgaba mi condición.
Mas estos parecían no atenerse a reglas, ni pactos, lo que nos llevaba a pensar que Randulf se encontraba tras esos secuestros, la manada no sabíamos como había caído bajo su influjo, claro que esto solo eran suposiciones, ahora nos tocaría embarrar las botas y convertirlo en verdades.
Halde irrumpió en el despacho, su respiración entrecortada no vaticinaba nada bueno y reconozco que la desesperación me invadió mientras le instigaba a hablar moviendolo de la pechera.
Höor se alzó del sillon sujetándome por el hombro para que me calmara y le dejara hablar al hombre.
-Señor Ulf, su esposa sangra, al parecer tiene un aborto o eso me ha dicho mi esposa.
Salí disparado hacia la casona, había hecho demasiado esfuerzo esos días, la mudanza era pesada, me culpe a cada zancada mientras aullaba fruto de la rabia.
Mucho antes de que Halde lo hiciera llegué a la casa, subí los peldaños de la escalera de madera de dos en dos, habíamos colocado nuestra habitación principal en la guardilla, ciertamente encontramos ese lugar perfecto para abrazar nuestras noches de pasión, mas en ese instante cuando abrí la puerta, solo la vi a ella tumbada, descansaba con su piel marmolea sobre el lecho.
Sus ojos se abrieron tropezando abruptos con ms grises que agonizantes buscaban la confirmación a la noticia dada.
Llegué hasta ella, hundiendo mi cabeza en su cuello, besando su piel, ascendiendo hasta sus labios.
-¿como estas? ¿nuestro hijo?
No tenia sentido, a Loqui le interesaba el nacimiento de ese vástago que si todo hubiera ido bien en nueve meses hubiéramos traído al mundo ¿por que dejarnos sin aquello que durante tanto tiempo habíamos buscado?
Maldije a Loqui en mi idioma, masculle improperios mientras gruñia a no dejaba hablar a Giuliana que hundia sus dedos en mi pelo para calmarme un poco.
-Habla mujer -rugí de nuevo.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Hilda salió de la habitación donde la velaba para traerle cualquier cosa que necesitara y Arne llegó al poco, pues su edad y condición física no le daba para alcanzar los pasos de Ulf que había salido a la carrera.
— respira... tranquilo... creo que no lo he perdido, es sólo un poco de sangre, un aviso.— Posó la mano en la mejilla de Ulf recostando la cabeza en la almohada.— cuando lo vi pensé que sería el sangrado del mes pero...los sapos no mienten, hice el ritual y hay una vida en mi vientre. Sólo tengo que descansar.— suspiró sonriendo. ¿No era eso lo que querían? ¿no habían librado la batalla más agónica por poder tener su propia familia? Tendría paciencia, se cuidaría y dejaría que la cuidaran, nada de magia ni de esfuerzos, sólo remolonear y descansar hasta que el bebé estuviera bien agarrado.— yo creo que tu hijo se ha quejado porque invades su espacio...— sonrió tirando de él para besar sus labios, no era ningun secreto que se buscaban cada noche y esperaban el alba enredados en el cuerpo del otro y con un abrigo de piel cálida por manta.— Tendrás que acompañar a tu amigo en el sofá, pero esta vez por una buena causa... me da que esto va a provocar muchas bromas durante una temporadita...
La bruja estaba de buen humor, a fin de cuentas lo que estaba pasando era una buena señal, no habían vuelto a ser ignorados por los dioses, su promesa se había mantenido pero tan sólo tenían que tener un poco de paciencia y cuidados.
— mandaré a Arne a por libros, te prometo que no haré ningun esfuerzo y no practicaré la magia, Brökk será lo primero. Y como tenga un antojo raro... prepárate, no queremos que el niño salga con una mancha en forma de nosferatu, ¿verdad señor Tollak?
Le pidió que se quedara con ella un rato, quería abrazarse a él, compartir con él su felicidad y a la vez el miedo por poderla perder tan fácilmente. Haría una ofrenda de agradecimiento, a Mama Briggitte le valía con una botella de ron y unas flores, pero desconocía qué se les ofrendaba a los Æsir.
— Oye Ulf, ¿qué se les ofrenda a vuestros dioses para agradecer? deberías hacer una ofrenda en nuestra nombre, yo haré la mia a los Loa, es sencilla, nada de sangre, sólo ron y rosas. A fin de cuentas... han cumplido, ahora está en nuestras manos.
— respira... tranquilo... creo que no lo he perdido, es sólo un poco de sangre, un aviso.— Posó la mano en la mejilla de Ulf recostando la cabeza en la almohada.— cuando lo vi pensé que sería el sangrado del mes pero...los sapos no mienten, hice el ritual y hay una vida en mi vientre. Sólo tengo que descansar.— suspiró sonriendo. ¿No era eso lo que querían? ¿no habían librado la batalla más agónica por poder tener su propia familia? Tendría paciencia, se cuidaría y dejaría que la cuidaran, nada de magia ni de esfuerzos, sólo remolonear y descansar hasta que el bebé estuviera bien agarrado.— yo creo que tu hijo se ha quejado porque invades su espacio...— sonrió tirando de él para besar sus labios, no era ningun secreto que se buscaban cada noche y esperaban el alba enredados en el cuerpo del otro y con un abrigo de piel cálida por manta.— Tendrás que acompañar a tu amigo en el sofá, pero esta vez por una buena causa... me da que esto va a provocar muchas bromas durante una temporadita...
La bruja estaba de buen humor, a fin de cuentas lo que estaba pasando era una buena señal, no habían vuelto a ser ignorados por los dioses, su promesa se había mantenido pero tan sólo tenían que tener un poco de paciencia y cuidados.
— mandaré a Arne a por libros, te prometo que no haré ningun esfuerzo y no practicaré la magia, Brökk será lo primero. Y como tenga un antojo raro... prepárate, no queremos que el niño salga con una mancha en forma de nosferatu, ¿verdad señor Tollak?
Le pidió que se quedara con ella un rato, quería abrazarse a él, compartir con él su felicidad y a la vez el miedo por poderla perder tan fácilmente. Haría una ofrenda de agradecimiento, a Mama Briggitte le valía con una botella de ron y unas flores, pero desconocía qué se les ofrendaba a los Æsir.
— Oye Ulf, ¿qué se les ofrenda a vuestros dioses para agradecer? deberías hacer una ofrenda en nuestra nombre, yo haré la mia a los Loa, es sencilla, nada de sangre, sólo ron y rosas. A fin de cuentas... han cumplido, ahora está en nuestras manos.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
La mano de mi mujer se paso despacio por mi rostro, como si esperara que con ese gesto tan liviano pudiera calmarme de lo dicho, solo sus palabras lo harían, necesitaba saber.
Giuliana dijo que solo era un poco de sangre, que no lo había perdido, los sapos no mentían. Enarqué una ceja no se que cojones quiso decir con eso, pero conociéndola.
-¿he de preocuparme por alguna de esas ranas -pregunté bromeando ahora mas tranquilo -como te va eso de besar a seres repulsivos, menos mal que llegué a tu vida bruja, en tu lista de conquistas conmigo hiciste el agosto -dije de forma engreída mientras me reía.
Hice un mohin tumbandome a su lado cuando dijo que mi hijo se quejaba porque invadía su espacio, era cierto, nuestros encuentros eran constantes, mínimo cada noche y admito que mas de una vez la cogía por banda en la cocina, en la tina o allí donde mi esposa estuviera ¿podían culparme por desearla?
-¿Y si lo hago despacio? -pregunté poniendo cara de pena.
La bruja se reía de mi, era evidente que ni sabia hacerlo despacio, ni pensaba dejarme volver a invadir el espacio de mi hijo, vamos que me iba a pasar nueve meses en el sofá como Höor.
-Perfecto, ahora los dos podremos hablar de las pajas que nos hacemos después de venir de la guerra. Valquiria llévame -dije llevándome un manotazo bien merecido por parte de mi mujer.
Bese sus labios con una sonrisa, acaricié su rostro despacio, solo bromeaba, aunque admitía iba a costarme lo mio mantener lejos de ella mis zarpas.
-Nuestro hijo nacerá, tu solo déjate cuidar -le pedí acariciando su nariz con la mía -hablare con Höor, le pediré algo mas de tiempo para pasar en casa contigo, es nuestro primogénito, Bröok a de venir a este mundo.
Nos quedamos un rato tumbados en la cama, abrazados, acariciándonos, estaba claro que los dioses habían cumplido su parte del trato, ahora era cosa nuestra traerlo a este mundo y como no, no iba a ser fácil ese asunto.
Loqui parecía reírse de mi y juro que no tenia ningunas ganas de sacrificar nada para él, pero si esa idea ayudaba a calmar a mi mujer lo haria sin rechistar.
-Sacrificaré esta noche un carnero en el patio, se lo ofreceré a Freya y a Loqui artífice de todo esto, tu solo descansa y nada de darte lingotazos de ron que ya nos conocemos.
Giuliana dijo que solo era un poco de sangre, que no lo había perdido, los sapos no mentían. Enarqué una ceja no se que cojones quiso decir con eso, pero conociéndola.
-¿he de preocuparme por alguna de esas ranas -pregunté bromeando ahora mas tranquilo -como te va eso de besar a seres repulsivos, menos mal que llegué a tu vida bruja, en tu lista de conquistas conmigo hiciste el agosto -dije de forma engreída mientras me reía.
Hice un mohin tumbandome a su lado cuando dijo que mi hijo se quejaba porque invadía su espacio, era cierto, nuestros encuentros eran constantes, mínimo cada noche y admito que mas de una vez la cogía por banda en la cocina, en la tina o allí donde mi esposa estuviera ¿podían culparme por desearla?
-¿Y si lo hago despacio? -pregunté poniendo cara de pena.
La bruja se reía de mi, era evidente que ni sabia hacerlo despacio, ni pensaba dejarme volver a invadir el espacio de mi hijo, vamos que me iba a pasar nueve meses en el sofá como Höor.
-Perfecto, ahora los dos podremos hablar de las pajas que nos hacemos después de venir de la guerra. Valquiria llévame -dije llevándome un manotazo bien merecido por parte de mi mujer.
Bese sus labios con una sonrisa, acaricié su rostro despacio, solo bromeaba, aunque admitía iba a costarme lo mio mantener lejos de ella mis zarpas.
-Nuestro hijo nacerá, tu solo déjate cuidar -le pedí acariciando su nariz con la mía -hablare con Höor, le pediré algo mas de tiempo para pasar en casa contigo, es nuestro primogénito, Bröok a de venir a este mundo.
Nos quedamos un rato tumbados en la cama, abrazados, acariciándonos, estaba claro que los dioses habían cumplido su parte del trato, ahora era cosa nuestra traerlo a este mundo y como no, no iba a ser fácil ese asunto.
Loqui parecía reírse de mi y juro que no tenia ningunas ganas de sacrificar nada para él, pero si esa idea ayudaba a calmar a mi mujer lo haria sin rechistar.
-Sacrificaré esta noche un carnero en el patio, se lo ofreceré a Freya y a Loqui artífice de todo esto, tu solo descansa y nada de darte lingotazos de ron que ya nos conocemos.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
— ¡Oh! de eso nada, tan sólo me quedé con el bicho menos feo de todos, no te pongas medallitas.— el más feo...si apenas lo miraba y ya se quedaba embobada contemplando cada curva de su piel, cada rizo de su pelo. No podía verlo más perfecto a sus ojos, hasta en forma animal, en la que adoraba su pelaje suave.
Sabía que a Ulf le costaría no buscarla por las noches y por un momento le invadió el pánico. Sabía de lo abiertos que eran con esas cosas allí en esas tierras, ya le habló una vez de que algunos vikingos tenían dos esposas cuando una no era fértil. ¿Se aplicaría lo mismo en el caso de no poder atender sus necesidades en la cama? esperaba que no. Y en cualquier caso esperaba reponerse antes de nueve meses, que el feto se agarrase bien a sus entrañas para poder estar operativa de nuevo. La perspectiva que pasarse nueve meses en una cama no era nada halagüeña y se iba a sentir muy inútil. Menos mal que Ulf siempre se lo tomaba todo con buen humor y estaba muy contento de por fin poder tener su propia descendencia. Confiaba en que eso fuera suficiente hasta que pasara el peligro.
— haré todo lo posible para reponerme pronto y que Brökk crezca sano y fuerte hasta el día que deba salir. ¿Sabes que te quiero con todo mi corazón, verdad?.— besó sus labios y sonrió contra ellos.— y sabes que tengo un montón de sartenes en la cocina y la usaré si te acercas a menos de un metro de una vikinga...¿verdad?
El episodio de la sartén iba a dar para muchas risas entre ellos, pero poca broma, que había dado con su arma favorita.
Los días pasaron lentos al principio, le recomendaron quedarse en la cama y así lo hizo. Pero la segunda semana pidió a Höor que le enviase a Valeska y a Sirius con su niñera, a pasar ratitos con ella, sólo para observarlos cuando jugaban, además de que así estaba más entretenida. En base a lo que podia observar, tomaba notas, sobre las auras, sobre lo que pequeños hechizos le iban revelando sobre los pequeños. Enseñó a Sirius un truco para cambiar las manzanas de color, y así mientras el niño se entretenía en aprender pequeños trucos de prestidigitación mágica, iba aprendiendo a canalizar su energía y su voluntad. La magia de Valeska era más complicada de entender y ella era muy pequeña, pero también le ensñó algunos trucos para ir practicando. Mientras no vieran la magia como algo extraño y maligno, todo iría bien, tan sólo era necesario un poco de cariño, paciencia y mucha instrucción.
Le dijo a Ulf que trajese a su madre, quería conocerla, quería que pasase más tiempo con ellos, a fin de cuentas iba a ser la única abuela que tendrían sus hijos, y quería aprender de la sabiduría de la mujer que trajo al mundo al mejor hombre que conocía.
El verano pronto tocaría a su fin y volverían de nuevo las largas noches. Esperaba poder estar en forma para que no se hicieran tan largas, pero sólo el tiempo lo diría. Comía todo lo que le ponían en el plato, daba paseos cortos y se tomaba el aceite de hígado de pescado que tanto la madre de Ulf como Hilda le habían recomendado para que no le faltasen las vitaminas. Le daba una náusea terrible el puto aceite, pero se dejaba hacer porque aquellas mujeres sabían de lo que hablaban y ella no tenía ni idea. Por supuesto Ulf se mofó de eso, y le dijo que era el castigo que se merecía por no dejarlo meter mano. Y a pesar de que las cosas nunca les salían como ellos querían, el primer trimestre pasó y con él quedó atras el calor estival.
Sabía que a Ulf le costaría no buscarla por las noches y por un momento le invadió el pánico. Sabía de lo abiertos que eran con esas cosas allí en esas tierras, ya le habló una vez de que algunos vikingos tenían dos esposas cuando una no era fértil. ¿Se aplicaría lo mismo en el caso de no poder atender sus necesidades en la cama? esperaba que no. Y en cualquier caso esperaba reponerse antes de nueve meses, que el feto se agarrase bien a sus entrañas para poder estar operativa de nuevo. La perspectiva que pasarse nueve meses en una cama no era nada halagüeña y se iba a sentir muy inútil. Menos mal que Ulf siempre se lo tomaba todo con buen humor y estaba muy contento de por fin poder tener su propia descendencia. Confiaba en que eso fuera suficiente hasta que pasara el peligro.
— haré todo lo posible para reponerme pronto y que Brökk crezca sano y fuerte hasta el día que deba salir. ¿Sabes que te quiero con todo mi corazón, verdad?.— besó sus labios y sonrió contra ellos.— y sabes que tengo un montón de sartenes en la cocina y la usaré si te acercas a menos de un metro de una vikinga...¿verdad?
El episodio de la sartén iba a dar para muchas risas entre ellos, pero poca broma, que había dado con su arma favorita.
Los días pasaron lentos al principio, le recomendaron quedarse en la cama y así lo hizo. Pero la segunda semana pidió a Höor que le enviase a Valeska y a Sirius con su niñera, a pasar ratitos con ella, sólo para observarlos cuando jugaban, además de que así estaba más entretenida. En base a lo que podia observar, tomaba notas, sobre las auras, sobre lo que pequeños hechizos le iban revelando sobre los pequeños. Enseñó a Sirius un truco para cambiar las manzanas de color, y así mientras el niño se entretenía en aprender pequeños trucos de prestidigitación mágica, iba aprendiendo a canalizar su energía y su voluntad. La magia de Valeska era más complicada de entender y ella era muy pequeña, pero también le ensñó algunos trucos para ir practicando. Mientras no vieran la magia como algo extraño y maligno, todo iría bien, tan sólo era necesario un poco de cariño, paciencia y mucha instrucción.
Le dijo a Ulf que trajese a su madre, quería conocerla, quería que pasase más tiempo con ellos, a fin de cuentas iba a ser la única abuela que tendrían sus hijos, y quería aprender de la sabiduría de la mujer que trajo al mundo al mejor hombre que conocía.
El verano pronto tocaría a su fin y volverían de nuevo las largas noches. Esperaba poder estar en forma para que no se hicieran tan largas, pero sólo el tiempo lo diría. Comía todo lo que le ponían en el plato, daba paseos cortos y se tomaba el aceite de hígado de pescado que tanto la madre de Ulf como Hilda le habían recomendado para que no le faltasen las vitaminas. Le daba una náusea terrible el puto aceite, pero se dejaba hacer porque aquellas mujeres sabían de lo que hablaban y ella no tenía ni idea. Por supuesto Ulf se mofó de eso, y le dijo que era el castigo que se merecía por no dejarlo meter mano. Y a pesar de que las cosas nunca les salían como ellos querían, el primer trimestre pasó y con él quedó atras el calor estival.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Admito que esos tres meses de embarazo fueron largo, interminables mas bien, mas por suerte, Bröok aguantaba ahí dentro como el vikigo que era y mi mujer hacia lo necesario para que así fuera.
Me llevé muchos sartenazos, ninguno por acercarme a ninguna vikinga, pero varios por meterle mano a ella.
Su carácter estaba endiablado y mas de una noche el sofá de Höor fue testigo de nuestras disputas.
Madre me pedía paciencia, decía que no era fácil soportar un embarazo complicado y que ademas la bruja estaba lejos de su familia, en el norte, con normas, costumbres muy distintas a las suyas.
Realmente pensar en las palabras de mi madre me hizo darme cuenta de que esa bruja me quería, había trasformado mi hogar en el suyo y lejos de desistir y volver a sus pantanos donde la hubieran cuidado y tratado como una reina, se mantenía a mi lado, inquebrantable, fuerte e implacable.
Por eso la amaba mas todavía.
Con las primeras lluvias desapareció el verano entrando en el gélido frio del invierno, las noches eran eternas, el norte era oscuro en estas épocas.
Se vivía con lo cosechado en épocas mas cálidas y con lo saqueado cuando las aguas no estaban tan bravas.
Esa noche me dejé caer a su lado en el lecho, sus dedos raudos peinaron mi cabello mientras distraída miraba mis grises dibujando en sus labios una sonrisa.
-¿que? -pregunté alzando mi torso para buscar su boca en un beso lento que marco el comprar de los tiempos a los que estábamos sumidos – tengo ganas de ti -aseguré repasando con mi lengua sus labios.
No era solo de eso de lo que quería hablarle, las cosas en el norte estaban complicadas, tampoco era una novedad, con ese rey ¿como iban a estar?
-Al parecer Randulf esta buscando unas piedras que controlan los elementos, hoy Höor a partido hacia el templo que hay en los bosques de oeste.
Entre eso y las capturas de licántropos para convertirlos en aberraciones no se a donde vamos a llegar.
Me llevé muchos sartenazos, ninguno por acercarme a ninguna vikinga, pero varios por meterle mano a ella.
Su carácter estaba endiablado y mas de una noche el sofá de Höor fue testigo de nuestras disputas.
Madre me pedía paciencia, decía que no era fácil soportar un embarazo complicado y que ademas la bruja estaba lejos de su familia, en el norte, con normas, costumbres muy distintas a las suyas.
Realmente pensar en las palabras de mi madre me hizo darme cuenta de que esa bruja me quería, había trasformado mi hogar en el suyo y lejos de desistir y volver a sus pantanos donde la hubieran cuidado y tratado como una reina, se mantenía a mi lado, inquebrantable, fuerte e implacable.
Por eso la amaba mas todavía.
Con las primeras lluvias desapareció el verano entrando en el gélido frio del invierno, las noches eran eternas, el norte era oscuro en estas épocas.
Se vivía con lo cosechado en épocas mas cálidas y con lo saqueado cuando las aguas no estaban tan bravas.
Esa noche me dejé caer a su lado en el lecho, sus dedos raudos peinaron mi cabello mientras distraída miraba mis grises dibujando en sus labios una sonrisa.
-¿que? -pregunté alzando mi torso para buscar su boca en un beso lento que marco el comprar de los tiempos a los que estábamos sumidos – tengo ganas de ti -aseguré repasando con mi lengua sus labios.
No era solo de eso de lo que quería hablarle, las cosas en el norte estaban complicadas, tampoco era una novedad, con ese rey ¿como iban a estar?
-Al parecer Randulf esta buscando unas piedras que controlan los elementos, hoy Höor a partido hacia el templo que hay en los bosques de oeste.
Entre eso y las capturas de licántropos para convertirlos en aberraciones no se a donde vamos a llegar.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
La guerra... siempre la guerra. Ulf era la lucha en estado puro, era su motor, no concebía el tedio y la vida tranquila. De vez en cuando paraba a tomarse un respiro, pero no era un hombre de negocios como su padre, era una fuerza de la naturaleza, un lobo salvaje e indómito y precisamente por ser como era lo quería. Pretender cambiarlo era una estupidez, no lo haría, y además dejaría de ser él. Aunque a veces la sacara de sus casillas, aunque a veces sus bufidos y cabreos con el mundo a ella le pareciesen algo ridículos...lo quería así. Aceptaba sus méritos y defectos, tal cual.
— pues... llegaremos a donde tengamos que llegar. Ya sabes que los dioses no nos mandan más mierda de la que podemos digerir.— le gustaba acariciar sus rizos rubios que ahora llevaba algo más cortos porque le dio por cortarse el pelo en un arrebato de los suyos. Lo encontraba guapo igualmente. En esos tres meses habían discutido más que en todo el tiempo que estaban juntos, pero al parecer era normal en su estado, la falta de sexo y teniendo en cuenta que Ulf tendía a saltar rápido, se juntaba todo en una combinación explosiva.
Lo miró entornando los ojos y con cierta intencionalidad. Le había preguntado a la matrona, que ya la había visto en varias ocasiones y le había dado permiso para regresar a la vida conyugal, eso sí : des-pa-cito.
— Tus ganas y las mías hoy podrán ser saciadas, me han dicho que ya podemos, pero ve con cuidado, todavía hay riesgo de que pase algo.— lo atrajo por la nuca para besarlo, durante esos meses se habían apañado como habían podido, con caricias y y sexo oral, pero no era lo mismo. Las hormonas la tenían completamente del revés, y en concreto esa noche tenía muchas ganas de sentirlo de nuevo en su interior. Demasiado tiempo separados, demasiado tiempo aplacando el deseo que los consumía por el bien del fruto de su vientre. Pero no había vuelto a sangrar y había seguido a rajatabla todas las indicaciones de los que sabían.— por fin, ya era hora de celebrar la buena noticia, me estaba empezado a volver loca. Más todavía.
Empezaba a notarse un poco en su anatomía, el pecho más lleno y más redondo, el vientre un poco más prominente y las hormonas a flor de piel, que a cada beso del lobo erizaban su vello y elevaban la temperatura. Entre sonrisas y besos, caricias y movimientos pausados, se reencontraron sobre aquella cama, que poco uso había tenido para esos menesteres. En aquellos meses habían peleado juntos en una incursión, se habían mudado, Giuliana se adaptaba al norte, habían engendrado a su primogénito y por si el caos de todo eso ya fuera poco, habían estado a punto de perderlo. Demasiadas cosas que en esa noche quedarían ya atrás, iniciando el principio de una nueva etapa, más plácida, más agradable para ambos y en la línea de lo que venía siendo esperar un milagro de la vida que los iba a colmar de felicidad.
Pero como siempre, entre el lobo y la bruja las cosas no iban a ser fáciles: a pesar de que Ulf fue muy cuidadoso, la cama ya estaba en la casa, era vieja y no estaba reforzada para soportar el ritmo de unos jóvenes amantes, así que en un momento dado la madera central se partió y ambos cayeron en el colchón sobre el suelo. Pasado el susto estallaron en carcajadas y terminaron en el suelo, frente a la chimenea, envueltos en pieles.
— Como al niño le salga una mancha con forma de cama no vas a tener bosque suficiente para esconderte de la ira de mi sartén.— murmuró sonriendo y acurrucada contra su piel.
— pues... llegaremos a donde tengamos que llegar. Ya sabes que los dioses no nos mandan más mierda de la que podemos digerir.— le gustaba acariciar sus rizos rubios que ahora llevaba algo más cortos porque le dio por cortarse el pelo en un arrebato de los suyos. Lo encontraba guapo igualmente. En esos tres meses habían discutido más que en todo el tiempo que estaban juntos, pero al parecer era normal en su estado, la falta de sexo y teniendo en cuenta que Ulf tendía a saltar rápido, se juntaba todo en una combinación explosiva.
Lo miró entornando los ojos y con cierta intencionalidad. Le había preguntado a la matrona, que ya la había visto en varias ocasiones y le había dado permiso para regresar a la vida conyugal, eso sí : des-pa-cito.
— Tus ganas y las mías hoy podrán ser saciadas, me han dicho que ya podemos, pero ve con cuidado, todavía hay riesgo de que pase algo.— lo atrajo por la nuca para besarlo, durante esos meses se habían apañado como habían podido, con caricias y y sexo oral, pero no era lo mismo. Las hormonas la tenían completamente del revés, y en concreto esa noche tenía muchas ganas de sentirlo de nuevo en su interior. Demasiado tiempo separados, demasiado tiempo aplacando el deseo que los consumía por el bien del fruto de su vientre. Pero no había vuelto a sangrar y había seguido a rajatabla todas las indicaciones de los que sabían.— por fin, ya era hora de celebrar la buena noticia, me estaba empezado a volver loca. Más todavía.
Empezaba a notarse un poco en su anatomía, el pecho más lleno y más redondo, el vientre un poco más prominente y las hormonas a flor de piel, que a cada beso del lobo erizaban su vello y elevaban la temperatura. Entre sonrisas y besos, caricias y movimientos pausados, se reencontraron sobre aquella cama, que poco uso había tenido para esos menesteres. En aquellos meses habían peleado juntos en una incursión, se habían mudado, Giuliana se adaptaba al norte, habían engendrado a su primogénito y por si el caos de todo eso ya fuera poco, habían estado a punto de perderlo. Demasiadas cosas que en esa noche quedarían ya atrás, iniciando el principio de una nueva etapa, más plácida, más agradable para ambos y en la línea de lo que venía siendo esperar un milagro de la vida que los iba a colmar de felicidad.
Pero como siempre, entre el lobo y la bruja las cosas no iban a ser fáciles: a pesar de que Ulf fue muy cuidadoso, la cama ya estaba en la casa, era vieja y no estaba reforzada para soportar el ritmo de unos jóvenes amantes, así que en un momento dado la madera central se partió y ambos cayeron en el colchón sobre el suelo. Pasado el susto estallaron en carcajadas y terminaron en el suelo, frente a la chimenea, envueltos en pieles.
— Como al niño le salga una mancha con forma de cama no vas a tener bosque suficiente para esconderte de la ira de mi sartén.— murmuró sonriendo y acurrucada contra su piel.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Juro por Odin que cuando dijo que mis ganas hoy serian saciadas no escuche mas, estaba tan caliente que era hasta incapaz de pensar.
Mis ojos amarillearon, devoraba su cuerpo con mi mirada, no se el hambre que había pasado ella, pero el mio era voraz y posiblemente había agriado mas mi carácter haciendo que saltara a la primera de cambio.
Mi sonrisa se ladeó, picara no se borró de mis labios dándome un aspecto de idiota, pero es que la verdad es que no iba a esperar ni un segundo mas.
-Y porque no lo has dicho nada mas he llegado mujer -repliqué mientras ella sonreía contra mis labios deslizando sus dedos por mis rizos ahora mas cortos que de costumbre.
Para la batalla me molestaba menos así el pelo, de normal largo lo acababa llevando recogido y bueno, fue un impulso.
Subí sobre el lecho, pronto me trasformé en el escudo del cuerpo de mi mujer y despacio empecé a desnudarlo como si fuera mi templo y yo el devoto que arrodillado en el atril adora a Freya hasta su fin.
Me pidió clama, peri mis jadeos roncos no la presagiaban.
-¿Calma? -me eche a reír, no era esa una de las palabras que definían nuestros encuentros.
Desnudos nuestros cuerpos friccionaron encendiendo toadas las fraguas del norte, ni todo el fuego valquirio hubiera podido igualarse a nuestros gruñidos.
Sus dedos se deslizaban ansiosos por cada tramo de mis músculos, definiendolos con hambruna, mientras mis manso se saciaba en sus pechos, apretándolos con desesperación ,llevándolos a mi boca para apagar con su manantial el incendio que sentía en mi interior.
Mi acero se torno rojo, dentro y fuera, sus paredes temblaban ante mi palpitante miembro, la embestí con ganas, gruñendo, mordiendo su boca para acallar el encuentro que terminó en risas, bueno y en placer desbordado.
La cama se rompió nosotros caímos sobre el lecho enredados y aun así seguí dentro marcando le demencial ritmo de la victoria mientras me esparcía en su interior entre roncos gruñidos guturales mordiendo su cuello, marcándola como mía, pues eso era, mi mujer, una con sartenes y que daba ostias como panes, pero mía.
Cerré los ojos dejándome vencer entre sus brazos, ella se reía al ver mi aspecto tranquilo, como si después de tanto tiempo hubiera conseguido aplacar a la bestia.
-Hoy no vas a mandarme al sofá de Höor? -pregunté lazando mis ojos hasta los suyos -como te he dado duro -dije moviendo mis caderas aun dentro de ella -vamos, esto ni tu anterior novio el nosferatu.
Me reí cuando me dió un manotazo en la espalda y de nuevo los dos reímos, enredándonos en besos que no terminaban, tenia que admitir que a su lado había encontrado la felicidad y aunque teníamos nuestros roces, ella respetaba lo que era, un guerrero y jamas habai tratado de cambiar un ápice de mi ser, algo que era de agradecer.
Mis ojos amarillearon, devoraba su cuerpo con mi mirada, no se el hambre que había pasado ella, pero el mio era voraz y posiblemente había agriado mas mi carácter haciendo que saltara a la primera de cambio.
Mi sonrisa se ladeó, picara no se borró de mis labios dándome un aspecto de idiota, pero es que la verdad es que no iba a esperar ni un segundo mas.
-Y porque no lo has dicho nada mas he llegado mujer -repliqué mientras ella sonreía contra mis labios deslizando sus dedos por mis rizos ahora mas cortos que de costumbre.
Para la batalla me molestaba menos así el pelo, de normal largo lo acababa llevando recogido y bueno, fue un impulso.
Subí sobre el lecho, pronto me trasformé en el escudo del cuerpo de mi mujer y despacio empecé a desnudarlo como si fuera mi templo y yo el devoto que arrodillado en el atril adora a Freya hasta su fin.
Me pidió clama, peri mis jadeos roncos no la presagiaban.
-¿Calma? -me eche a reír, no era esa una de las palabras que definían nuestros encuentros.
Desnudos nuestros cuerpos friccionaron encendiendo toadas las fraguas del norte, ni todo el fuego valquirio hubiera podido igualarse a nuestros gruñidos.
Sus dedos se deslizaban ansiosos por cada tramo de mis músculos, definiendolos con hambruna, mientras mis manso se saciaba en sus pechos, apretándolos con desesperación ,llevándolos a mi boca para apagar con su manantial el incendio que sentía en mi interior.
Mi acero se torno rojo, dentro y fuera, sus paredes temblaban ante mi palpitante miembro, la embestí con ganas, gruñendo, mordiendo su boca para acallar el encuentro que terminó en risas, bueno y en placer desbordado.
La cama se rompió nosotros caímos sobre el lecho enredados y aun así seguí dentro marcando le demencial ritmo de la victoria mientras me esparcía en su interior entre roncos gruñidos guturales mordiendo su cuello, marcándola como mía, pues eso era, mi mujer, una con sartenes y que daba ostias como panes, pero mía.
Cerré los ojos dejándome vencer entre sus brazos, ella se reía al ver mi aspecto tranquilo, como si después de tanto tiempo hubiera conseguido aplacar a la bestia.
-Hoy no vas a mandarme al sofá de Höor? -pregunté lazando mis ojos hasta los suyos -como te he dado duro -dije moviendo mis caderas aun dentro de ella -vamos, esto ni tu anterior novio el nosferatu.
Me reí cuando me dió un manotazo en la espalda y de nuevo los dos reímos, enredándonos en besos que no terminaban, tenia que admitir que a su lado había encontrado la felicidad y aunque teníamos nuestros roces, ella respetaba lo que era, un guerrero y jamas habai tratado de cambiar un ápice de mi ser, algo que era de agradecer.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
— ¿Mandarte al sofá de Höor? estás de broma? te voy a tener esclavizado en este cama hasta dentro de una semana!!.Acabarás pidiéndome que te deje ir a dormir allí.— estalló en carcajadas, ya mucho más relajada, feliz de comprobar que seguían bien a pesar de todo. Su vida era una tempestad constante. Su relación empezó de forma abrupta, se desarrolló de una forma completamente loca y ya no esperaba que las cosas fueran a cambiar en ese sentido, siempre les tocaría navegar en aguas bravas. Pero habían conseguido entenderse, quererse y respetar los ritmos y los defectos del otro, algo que se debía valorar positivamente.—Brökk vendrá con la primavera, los niños nacidos en primavera tienen un carácter fuerte y alegre. Tengo ganas de verle la cara...estoy segura de que se va a parecer tanto a ti.
La casa de los Tollak poco a poco se fue convirtiendo en un hogar, Hilda y Arne se encargaban de todo, desde limpiar y cocinar a fabricar los muebles que necesarios para aquella familia. Giuliana necesitaba un lugar donde practicar su magia y estanterías para alojar las toneladas de libros que tenía. Era una casa de piedra, en la plaza principal de la villa que había en la fortaleza. Estaban levantando otro piso más, tenían planeado que aquella casa fuera la de su propia familia y la de los Cannif, pues Ulf y Höor eran como hermanos y sus hijos crecerían juntos. Tenía un comedor garnde, una cocina bien surtida con su bodega y jamás faltaría un plato sobre la mesa para aquellos que convivían con ellos. Ulf pertenecía a la clase alta de su patria y Lana era la única heredera del imperio de ataúdes de los Mordrake, su padre no escatimaba en gastos para que su única hija tuviera una buena cuenta corriente y no corriera penurias.
El verano acabó y dio paso al otoño, que en esas tierras ya venía con nieve. Los días apenas tenían luz y la vida se desarrollaba en el inteiror de aquella casa a la que ya llamaban "hogar". Las horas transcurrían entre los niños Cannif a los que enseñaba a controlar su magia, y el estudio sobre los dioses nórdicos. Quería empaparse de todo conocimiento que fuera necesario para ayudar a su hijo cuando fuera el momento. Pasaba tantas horas estudiando y leyendo como Ulf entrenando o en el campo de batalla. Tenía varios prósitos vitales y tendría que cumplirlos todos: le prometió a Höor que ayudaría a encauzar la magia de Sirius, se comprometió con la causa que defendía su marido y ello la llevaba a ayudar con pociones y ungüentos curativos, con conjuroas de protección y defensa y todo aquello que pudiera ayudarles en el día a día; y por último, pero no menos importante, sabía lo que habían pactado con Loki y debía estar preparada para cuando eso hiciera falta. Jamás se había sentido más plena que desarrollando sus poderes para hacer el bien.
La casa de los Tollak poco a poco se fue convirtiendo en un hogar, Hilda y Arne se encargaban de todo, desde limpiar y cocinar a fabricar los muebles que necesarios para aquella familia. Giuliana necesitaba un lugar donde practicar su magia y estanterías para alojar las toneladas de libros que tenía. Era una casa de piedra, en la plaza principal de la villa que había en la fortaleza. Estaban levantando otro piso más, tenían planeado que aquella casa fuera la de su propia familia y la de los Cannif, pues Ulf y Höor eran como hermanos y sus hijos crecerían juntos. Tenía un comedor garnde, una cocina bien surtida con su bodega y jamás faltaría un plato sobre la mesa para aquellos que convivían con ellos. Ulf pertenecía a la clase alta de su patria y Lana era la única heredera del imperio de ataúdes de los Mordrake, su padre no escatimaba en gastos para que su única hija tuviera una buena cuenta corriente y no corriera penurias.
El verano acabó y dio paso al otoño, que en esas tierras ya venía con nieve. Los días apenas tenían luz y la vida se desarrollaba en el inteiror de aquella casa a la que ya llamaban "hogar". Las horas transcurrían entre los niños Cannif a los que enseñaba a controlar su magia, y el estudio sobre los dioses nórdicos. Quería empaparse de todo conocimiento que fuera necesario para ayudar a su hijo cuando fuera el momento. Pasaba tantas horas estudiando y leyendo como Ulf entrenando o en el campo de batalla. Tenía varios prósitos vitales y tendría que cumplirlos todos: le prometió a Höor que ayudaría a encauzar la magia de Sirius, se comprometió con la causa que defendía su marido y ello la llevaba a ayudar con pociones y ungüentos curativos, con conjuroas de protección y defensa y todo aquello que pudiera ayudarles en el día a día; y por último, pero no menos importante, sabía lo que habían pactado con Loki y debía estar preparada para cuando eso hiciera falta. Jamás se había sentido más plena que desarrollando sus poderes para hacer el bien.
- hogar, dulce hogar:
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Admito que el invierno fue pasando y en esos tiempos la felicidad volvió a nuestras vidas, apenas discutíamos mas allá de las simples tonterías del día a día que como antes solucionábamos con un revolcon y muchas risas.
Ella daba clases a los pequeños Cannif, Sirius y Valeska. A su lado aprendían, se divertían y podía ver en sus ojos la admiración que yo mismo sentía por ella.
Mi mujer no solo se había hecho al norte, si no que lo convirtió en su hogar, lo adoctrino como su bandera y lo convirtió en parte de ella.
Mi causa se convirtió en la ajena y juntos empezamos a ser indestructibles ante los ojos de cualquiera.
Ella era el fuego de mi fragua, el aire que impulsaba mi drakkar hacia la batalla, el acero de mi espada.
Admito que cuando la conocí penes que no aguantaría mucho tiempo a mi lado, después cuando la vi besarse con un nosferatu vi que mis posibilidades habían aumentado, ahora en serio, pensé que no duraría ni dos días en tierras norteñas, aquí el invierno era frio y las noches demasiado largas.
Me equivoqué, esa mujer merecía mi respeto, no solo el mio, el del norte entero.
Su madre me pidió que la alejara de la oscuridad de la magia, nunca vi magia mas blanca de la que ahora en el norte estaba creando.
Pócimas que ayudaban a los heridos, barreras, todo tipo de ungüentos que duplicaban fuerza o destreza, hizo todo cuanto estuvo en sus manso por nosotros y pronto se convirtió en una mas en Akhershus.
Me perdía en el lecho, besaba su vientre abultado, Bröok era fuerte, daba patadas y algo me decía que era un varón, ella deslizaba sus dedos por mi pelo enredando sus dedos en mis rizos, pasábamos las noches así, hablando de aquello que sucedería cuando Loqui pidiera lo que le habíamos prometido.
Sabíamos que este camino no seria sencillo, de echo mas bien lo contrario, pero ahora, viéndola junto a mi, no podría haber encontrado mejor compañera de viaje.
Aquella casa de piedra se convirtió en nuestro hogar, un hogar lleno de esperanza. Ella pasaba sus días leyendo, aprendiendo nuevos hechizos, yo dirigiendo el ejercito y después nos encontrábamos hambrientos del otro hasta que prendimiento el fuego.
-Höor, un pequeño ejercito y yo partiremos en breve hacia los bosques que con su espesor cubren el templo, creemos que si allí es donde se abrió el portal por donde la piedra cruzo al ser sustraída podemos encontrar algún resquicio de magia que nos de una idea de donde puede Randulf haberla enviado, pues los espías dicen que no esta en su fortaleza.
Si ella estuviera para cabalgar nos seria de gran utilidad pues de seguro podría seguir el rastro de ese portal.
-¿puedes sacar algo que nos pueda ayudar pequeña bruja? -susurré mordiendo su labios inferior mientras montaba sobre el cuerpo de mi mujer de nuevo -aunque mejor ahora abre las piernas y déjame entrar mujer -bromeé dándole un azote en el trasero mientras ambos reíamos a carcajadas.
Ella daba clases a los pequeños Cannif, Sirius y Valeska. A su lado aprendían, se divertían y podía ver en sus ojos la admiración que yo mismo sentía por ella.
Mi mujer no solo se había hecho al norte, si no que lo convirtió en su hogar, lo adoctrino como su bandera y lo convirtió en parte de ella.
Mi causa se convirtió en la ajena y juntos empezamos a ser indestructibles ante los ojos de cualquiera.
Ella era el fuego de mi fragua, el aire que impulsaba mi drakkar hacia la batalla, el acero de mi espada.
Admito que cuando la conocí penes que no aguantaría mucho tiempo a mi lado, después cuando la vi besarse con un nosferatu vi que mis posibilidades habían aumentado, ahora en serio, pensé que no duraría ni dos días en tierras norteñas, aquí el invierno era frio y las noches demasiado largas.
Me equivoqué, esa mujer merecía mi respeto, no solo el mio, el del norte entero.
Su madre me pidió que la alejara de la oscuridad de la magia, nunca vi magia mas blanca de la que ahora en el norte estaba creando.
Pócimas que ayudaban a los heridos, barreras, todo tipo de ungüentos que duplicaban fuerza o destreza, hizo todo cuanto estuvo en sus manso por nosotros y pronto se convirtió en una mas en Akhershus.
Me perdía en el lecho, besaba su vientre abultado, Bröok era fuerte, daba patadas y algo me decía que era un varón, ella deslizaba sus dedos por mi pelo enredando sus dedos en mis rizos, pasábamos las noches así, hablando de aquello que sucedería cuando Loqui pidiera lo que le habíamos prometido.
Sabíamos que este camino no seria sencillo, de echo mas bien lo contrario, pero ahora, viéndola junto a mi, no podría haber encontrado mejor compañera de viaje.
Aquella casa de piedra se convirtió en nuestro hogar, un hogar lleno de esperanza. Ella pasaba sus días leyendo, aprendiendo nuevos hechizos, yo dirigiendo el ejercito y después nos encontrábamos hambrientos del otro hasta que prendimiento el fuego.
-Höor, un pequeño ejercito y yo partiremos en breve hacia los bosques que con su espesor cubren el templo, creemos que si allí es donde se abrió el portal por donde la piedra cruzo al ser sustraída podemos encontrar algún resquicio de magia que nos de una idea de donde puede Randulf haberla enviado, pues los espías dicen que no esta en su fortaleza.
Si ella estuviera para cabalgar nos seria de gran utilidad pues de seguro podría seguir el rastro de ese portal.
-¿puedes sacar algo que nos pueda ayudar pequeña bruja? -susurré mordiendo su labios inferior mientras montaba sobre el cuerpo de mi mujer de nuevo -aunque mejor ahora abre las piernas y déjame entrar mujer -bromeé dándole un azote en el trasero mientras ambos reíamos a carcajadas.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Con la llegada inminente de Brökk, los poderes de Giuliana aumentaban, al contrario de lo que ella pensaba que sucedería. Le escribió a su tía Gwenda con quien mantenía correspondencia habitual, preguntándole sobre ese hecho y su tía le contestó que en las brujas comoe llas era normal, su poder aumentaba como mecanismo de protección para ella y su hijo, ya que su cuerpo ahora estaría en desventaja, más lenta, más pesada y con dolores absurdos que cambiaban cada día. Junto con el aumento de la potencia de su magia, empezó a experimentar otras cosas como escuchar voces y susurros de vez en cuando.
Esa mañana estaba paseando por la plaza cuando escuchó llorar a unos niños. Se acercó a ver qué pasaba y resultó que se les había muerto el caballo en la noche, un cólico acabó con él, y así su padre no podía ganarse la vida. Sabían quien era la bruja, no desconfiaban de ella porque en Akhershus muchos se había hablado, pero los hechos habían despejado los rumores. Giuliana se acercó al animal, inmóvil, rígido, con la lengua azulada y los ojos con ese velo opaco grisáceo y colocó sus manos sobre el cuello del caballo. Iba a decirles que lo sentía mucho, que estaba muerto y ella no podía hacer nada (porque pactar con Legba por un caballo sería una ofensa) cuando de pronto el animal pateó y se movió. Se apartó apresuradamente, eso no era normal, estaba muerto y bien muerto y ella no había accedido al plano espiritual para pedirle al dios que levantara al muerto como hizo en la isla de las amazonas. Pero el caso es que el caballo se levantó tras unos minutos, y la familia agradecida le regalaron unas manzanas.
La bruja estaba completamente alucinada, no sabía lo que había hecho, pero desde luego no era algo que hubiera aprendido antes. Durante los días siguientes probó con pollos y conejos que Hilde iba a echar al puchero y cuál fue su sorpresa cuando podía levantarlos. ¡Era una nigromante! por eso escuchaba voces, de ahí su magia oscura. Devoró los libros que tenía sobre nigromancia y comenzó a practicar la comunicación con los espíritus, algo que la sobrecogía y asustaba. Quizás se topara con el espíritu de algun conocido, y eso era extraño. La cuestión es que consiguió hacerles preguntas y obtener respuestas. Quizás eso pudiera servir para muchas cosas. Ahora tenía que practicar para controlar esa nueva faceta de su magia y no sería fácil.
Ulf le preguntó si tenía algún as en la manga para sacarlos de aquel atolladero. No estaba muy segura de si Ulf aceptaría su nueva vertiente mágica, pero tenía que contárselo.
— Ulf... mis poderes han aumentado con el embarazo, al aprecer es una reacción de protección, según dice mi tía.— Se acomodó contra él guiando sus manos a su vientre, pues el pequeño guerrero ya estaba dando patadas y puñetazos, quería que su padre lo sintiera de la misma forma.— ahora puedo resucitar muertos sin pactar con Legba... y hablar con ellos. Tengo magia nigromante y la ha despertado Brökk. Puedo preguntarles a los muertos, que averigüen dónde está la piedra, o una pista... no hay mejores espías que ellos, nadie los ve y pueden ir donde quieran. Es más... si algún día te vas con una vikinga lo sabré y mandaré a todos los muertos a por ti, no volverás a dormir en tu vida. Es una muerte dolorosa..— sonrió divertida, él siempre la había hecho reír y algo se le pegaba.
Esa mañana estaba paseando por la plaza cuando escuchó llorar a unos niños. Se acercó a ver qué pasaba y resultó que se les había muerto el caballo en la noche, un cólico acabó con él, y así su padre no podía ganarse la vida. Sabían quien era la bruja, no desconfiaban de ella porque en Akhershus muchos se había hablado, pero los hechos habían despejado los rumores. Giuliana se acercó al animal, inmóvil, rígido, con la lengua azulada y los ojos con ese velo opaco grisáceo y colocó sus manos sobre el cuello del caballo. Iba a decirles que lo sentía mucho, que estaba muerto y ella no podía hacer nada (porque pactar con Legba por un caballo sería una ofensa) cuando de pronto el animal pateó y se movió. Se apartó apresuradamente, eso no era normal, estaba muerto y bien muerto y ella no había accedido al plano espiritual para pedirle al dios que levantara al muerto como hizo en la isla de las amazonas. Pero el caso es que el caballo se levantó tras unos minutos, y la familia agradecida le regalaron unas manzanas.
La bruja estaba completamente alucinada, no sabía lo que había hecho, pero desde luego no era algo que hubiera aprendido antes. Durante los días siguientes probó con pollos y conejos que Hilde iba a echar al puchero y cuál fue su sorpresa cuando podía levantarlos. ¡Era una nigromante! por eso escuchaba voces, de ahí su magia oscura. Devoró los libros que tenía sobre nigromancia y comenzó a practicar la comunicación con los espíritus, algo que la sobrecogía y asustaba. Quizás se topara con el espíritu de algun conocido, y eso era extraño. La cuestión es que consiguió hacerles preguntas y obtener respuestas. Quizás eso pudiera servir para muchas cosas. Ahora tenía que practicar para controlar esa nueva faceta de su magia y no sería fácil.
Ulf le preguntó si tenía algún as en la manga para sacarlos de aquel atolladero. No estaba muy segura de si Ulf aceptaría su nueva vertiente mágica, pero tenía que contárselo.
— Ulf... mis poderes han aumentado con el embarazo, al aprecer es una reacción de protección, según dice mi tía.— Se acomodó contra él guiando sus manos a su vientre, pues el pequeño guerrero ya estaba dando patadas y puñetazos, quería que su padre lo sintiera de la misma forma.— ahora puedo resucitar muertos sin pactar con Legba... y hablar con ellos. Tengo magia nigromante y la ha despertado Brökk. Puedo preguntarles a los muertos, que averigüen dónde está la piedra, o una pista... no hay mejores espías que ellos, nadie los ve y pueden ir donde quieran. Es más... si algún día te vas con una vikinga lo sabré y mandaré a todos los muertos a por ti, no volverás a dormir en tu vida. Es una muerte dolorosa..— sonrió divertida, él siempre la había hecho reír y algo se le pegaba.
Última edición por Giuliana Mordrake el Mar Sep 05, 2017 4:21 am, editado 1 vez
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Enarqué una ceja ante su respuesta, mi hijo golpeaba con fuerza su vientre, sentía sus patadas en la palma de mis manos y eso por un momento e hizo suavizar el gesto orgullosos de lo que mi mujer gestaba dentro.
-Será un gran guerrero -apunté henchido de orgullo -pero... -dije recuperando ese ceño fruncido clavando mis ojos en la bruja -¿como que nigromancia? Ese poder es oscuro, peligroso, sabes que no quiero que juegues con ese tipo de cosas, es peligroso y ahora no estas sola, llevas en el vientre a nuestro hijo Giuliana, la oscuridad siempre tiene un precio, tu misma me lo has enseñado.
Llevas un tiempo tranquila, haciendo conjuros que nso han ayudado...
Iba a replicar cuando negué elevando el tono con un rotundo ¡no! Que de seguro se escucho hasta en el palacio de Höor.
-No voy a consentir que pagues un precio, tu vida esta unida a la mía, eres mi mujer y no digo que quiera que dejes de practicar la magia, sabes de sobra que no es eso a lo que me niego, ni siquiera a que una vez nuestro vástago este en este mundo y sea capaz de valerse sin tu leche, me acompañes a alguna batalla, peor no, no jugaras con la muerte y esa es mi maldita ultima palabra.
Alcé el dedo en su dirección de forma amenazadora
-No es una advertencia, es una negación rotunda ¿queda claro? -fruncí mas el ceño esperando una respuesta, la conocía en demasía, sabia que en mas de una ocasión había hecho lo que ella creía bueno para mi, para todos, olvidándose de si misma, como cuando se largo sola al norte y acabó muerta.
-¡Giuliana que me respondas! -gruñí furioso
Su madre me habia pedido que la alejara de la oscuridad y por Odin que eso estaba haciendo, desde que nos casamos y se quedó en cinta estaba mas calmada, enseñaba a los hijos de Höor magia y nos ayudaba con barreras protectoras, sanaciones, todo magia blanca, no estaba dispuesto a volver a asumir ciertas cosas, no ahora.
Mis ojos amarillearon ante los suyos.
-Te aseguro que irme con otra vikinga sera lo mejor que te puede pasar si me desobedeces en esto -gruñí de nuevo.
Estaba siendo duro, era cierto, peor es que ella era terca, obstinada y desobediente, no quería controlar su vida, pero si que entendiera que tenia miedo a que le pasara algo, la quería y quizás no era este el mejor modo de mostrarlo, peor era el que yo tenia, no dejaba de ser un bárbaro.
De un manotazo tiré la lampara de aceite de la mesilla de noche.
-Dilo, jura ante tus dioses y los míos que no usaras magia negra mientras nuestro hijo este en tu vientre.
-Será un gran guerrero -apunté henchido de orgullo -pero... -dije recuperando ese ceño fruncido clavando mis ojos en la bruja -¿como que nigromancia? Ese poder es oscuro, peligroso, sabes que no quiero que juegues con ese tipo de cosas, es peligroso y ahora no estas sola, llevas en el vientre a nuestro hijo Giuliana, la oscuridad siempre tiene un precio, tu misma me lo has enseñado.
Llevas un tiempo tranquila, haciendo conjuros que nso han ayudado...
Iba a replicar cuando negué elevando el tono con un rotundo ¡no! Que de seguro se escucho hasta en el palacio de Höor.
-No voy a consentir que pagues un precio, tu vida esta unida a la mía, eres mi mujer y no digo que quiera que dejes de practicar la magia, sabes de sobra que no es eso a lo que me niego, ni siquiera a que una vez nuestro vástago este en este mundo y sea capaz de valerse sin tu leche, me acompañes a alguna batalla, peor no, no jugaras con la muerte y esa es mi maldita ultima palabra.
Alcé el dedo en su dirección de forma amenazadora
-No es una advertencia, es una negación rotunda ¿queda claro? -fruncí mas el ceño esperando una respuesta, la conocía en demasía, sabia que en mas de una ocasión había hecho lo que ella creía bueno para mi, para todos, olvidándose de si misma, como cuando se largo sola al norte y acabó muerta.
-¡Giuliana que me respondas! -gruñí furioso
Su madre me habia pedido que la alejara de la oscuridad y por Odin que eso estaba haciendo, desde que nos casamos y se quedó en cinta estaba mas calmada, enseñaba a los hijos de Höor magia y nos ayudaba con barreras protectoras, sanaciones, todo magia blanca, no estaba dispuesto a volver a asumir ciertas cosas, no ahora.
Mis ojos amarillearon ante los suyos.
-Te aseguro que irme con otra vikinga sera lo mejor que te puede pasar si me desobedeces en esto -gruñí de nuevo.
Estaba siendo duro, era cierto, peor es que ella era terca, obstinada y desobediente, no quería controlar su vida, pero si que entendiera que tenia miedo a que le pasara algo, la quería y quizás no era este el mejor modo de mostrarlo, peor era el que yo tenia, no dejaba de ser un bárbaro.
De un manotazo tiré la lampara de aceite de la mesilla de noche.
-Dilo, jura ante tus dioses y los míos que no usaras magia negra mientras nuestro hijo este en tu vientre.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Ulf se puso como un basilisco furioso, no lo había visto así nunca y al principio pensó que era un cabreo de los suyos, pero conforme iba efervesciendo se llegó a asustar. Le gritó un NO rotundo, jamás le había levantado la voz tanto. Giuliana no podía dar crédito a sus palabras, no porque no las entendiera o hubiera algo de razón en ellas sino por la forma en la que se lo dijo. Ella jamás lo había tratado de esa forma, ni siquiera cuando las hormonas la volvían irascible, pero aquel embarazo estaba cambiando muchas cosas, y una de ellas es que la bruja se sentñia completamente segura de sí misma, tenía que proteger a su cachorro de todo mal, incluido un arrebato de su padre.
— ¿qué te responda? ¿te estás oyendo? nunca me habías gritado así!!! ¿sabes lo que te digo? que sé hablar varios idiomas pero el de los rebuznos aún no lo controlo!!!.— ella también elevó el tono de voz y se puso en pie empezando a vestirse con movimientos bruscos, apretando los labios y frunciendo el ceño. Ella también se estaba cabreando. ¿Quién se creía Ulf para hablarle de ese modo? ni su padre le había gritado nunca así.
"Te aseguro que irme con otra vikinga sera lo mejor que te puede pasar si me desobedeces en esto". Hasta ahí podíamos llegar. ¿Desobedecer? Oh...oh... el lobo estaba empleando palabras muy inadecuadas. La bruja estalló girándose y encarándolo.
— ¿Obdecerte? quien te crees que soy, uno de tus soldados??!!! He dejado atrás a la única familia que me queda, he venido hasta este lugar donde se me ponen los nudillos morados del frío, he aprendido tu lengua y tus costumbres, he abrazado vuestra causa... todo por ti. ¿Y te atreves a tratarme como si fuera menos que el último de tus hombres?.— le escupió las palabras con rabia.— Retíralo!!! Retíralo o te juro que ahora mismo empiezo a invocar muertos para que compruebes cómo de oscuro es el poder que corre por mis venas.
Posiblemente Ulf tuviera razón en que era mejor no usar la magia negra mientras Brökk estuviera en sus entrañas, sólo por si acaso, pero lo había planteado tan mal con esa actitud tan violenta y dictadora que la bruja se rebeló, se lo pedía el cuerpo, y haría lo que fuera para porteger a su niño. Avanzó hacia la puerta dispuesta a salir afuera a tomar el aire, pero Ulf la aferró del codo con fuerza. Elevó el mentón clavando sus ojos verdes en los amarillos del lobo.
— No juraré nada hasta que te disculpes por hablarme así..— su pecho subía y bajaba agitado, presa del cabreo, del momento tan tenso que estaban teniendo.
— ¿qué te responda? ¿te estás oyendo? nunca me habías gritado así!!! ¿sabes lo que te digo? que sé hablar varios idiomas pero el de los rebuznos aún no lo controlo!!!.— ella también elevó el tono de voz y se puso en pie empezando a vestirse con movimientos bruscos, apretando los labios y frunciendo el ceño. Ella también se estaba cabreando. ¿Quién se creía Ulf para hablarle de ese modo? ni su padre le había gritado nunca así.
"Te aseguro que irme con otra vikinga sera lo mejor que te puede pasar si me desobedeces en esto". Hasta ahí podíamos llegar. ¿Desobedecer? Oh...oh... el lobo estaba empleando palabras muy inadecuadas. La bruja estalló girándose y encarándolo.
— ¿Obdecerte? quien te crees que soy, uno de tus soldados??!!! He dejado atrás a la única familia que me queda, he venido hasta este lugar donde se me ponen los nudillos morados del frío, he aprendido tu lengua y tus costumbres, he abrazado vuestra causa... todo por ti. ¿Y te atreves a tratarme como si fuera menos que el último de tus hombres?.— le escupió las palabras con rabia.— Retíralo!!! Retíralo o te juro que ahora mismo empiezo a invocar muertos para que compruebes cómo de oscuro es el poder que corre por mis venas.
Posiblemente Ulf tuviera razón en que era mejor no usar la magia negra mientras Brökk estuviera en sus entrañas, sólo por si acaso, pero lo había planteado tan mal con esa actitud tan violenta y dictadora que la bruja se rebeló, se lo pedía el cuerpo, y haría lo que fuera para porteger a su niño. Avanzó hacia la puerta dispuesta a salir afuera a tomar el aire, pero Ulf la aferró del codo con fuerza. Elevó el mentón clavando sus ojos verdes en los amarillos del lobo.
— No juraré nada hasta que te disculpes por hablarme así..— su pecho subía y bajaba agitado, presa del cabreo, del momento tan tenso que estaban teniendo.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Gruñí frustrado cogiéndola del codo para enfrentar sus verdes, alzó el mentón cargándose de razón como si su maldita amenaza pudiera hacerme algún tipo de gracia.
¿Acaso no se daba cuenta de que solo trataba de cuidarla? A ella y a nuestro hijos ¿acaso había olvidado que apenas hacia unas semanas que le habían levantado el reposo?
Bufé contra sus labios ofuscado, maldije en mi idioma la terquedad de las mujeres y volví a gruñir amenazante cuando me dijo que me disculpara.
-No -rugí de nuevo -no hasta que me jures que no vas a hacer magia negra.
Iba a salir de la casa paro no se lo permití y de un tirón la volví a meter hacia el interior.
-Vas a obedecer a tu marido aunque tenga que atarte y amordazarte a la cama, eso que llevas dentro es mi hijo y tu eres mi mujer, no me hagas recordarte lo que sucede cada vez que decides ir por libre con tu magia negra, la ultima vez viajamos al tártaro ¿recuerdas?
Bufé de nuevo exasperado dando vueltas por el salón bajo su atenta mirada, encima me había echado en cara estar en el norte solo pro mi ¿que cojones les pasaba a las mujeres extranjeras?
-Creía que aquí eras feliz -le recrimine con el ceño fruncido y esta vez con cierto tono de dolor en mi voz, un reproche que no me esforcé un ápice en ocultar -creía que mi hogar era el tuyo no por obligación si no porque aquí lo habías encontrado, tu lugar -dije sin mas -¿me equivoque?
Mis amarillos se mantuvieron fijos en sus verdes esperando una respuesta que no llegaba, ella estaba cabreada, tenia un carácter del demonio pero yo era un vikingo y el mio no se quedaba atrás en esta gesta de dos titanes descontrolados.
-No es necesario que me mandes al sofá, ya me se el camino -gruñí mascullando nuevas maldiciones entre dientes.
Pero antes de largarme me paré en la puerta y alcé el indice dejandole bien claro lo que pensaba.
-Si se te ocurre por un minuto desafiarme, si invocas muertos, hablas con espíritus o haces cualquier tipo de magia negra atente a las malditas consecuencias.
Un portazo fue mi despedida mientras caminaba acomodando mis pieles sobre los hombros y con los dientes prietos hacia las caballerizas para ir al palacio.
Esa mujer era insoportable, terca, cabezota y desobediente ¿que demonios le costaba admitir que yo tenia razón y que jugar con la magia negra siempre tiene unas consecuencias desastrosas para los dos.
¿Acaso no se daba cuenta de que solo trataba de cuidarla? A ella y a nuestro hijos ¿acaso había olvidado que apenas hacia unas semanas que le habían levantado el reposo?
Bufé contra sus labios ofuscado, maldije en mi idioma la terquedad de las mujeres y volví a gruñir amenazante cuando me dijo que me disculpara.
-No -rugí de nuevo -no hasta que me jures que no vas a hacer magia negra.
Iba a salir de la casa paro no se lo permití y de un tirón la volví a meter hacia el interior.
-Vas a obedecer a tu marido aunque tenga que atarte y amordazarte a la cama, eso que llevas dentro es mi hijo y tu eres mi mujer, no me hagas recordarte lo que sucede cada vez que decides ir por libre con tu magia negra, la ultima vez viajamos al tártaro ¿recuerdas?
Bufé de nuevo exasperado dando vueltas por el salón bajo su atenta mirada, encima me había echado en cara estar en el norte solo pro mi ¿que cojones les pasaba a las mujeres extranjeras?
-Creía que aquí eras feliz -le recrimine con el ceño fruncido y esta vez con cierto tono de dolor en mi voz, un reproche que no me esforcé un ápice en ocultar -creía que mi hogar era el tuyo no por obligación si no porque aquí lo habías encontrado, tu lugar -dije sin mas -¿me equivoque?
Mis amarillos se mantuvieron fijos en sus verdes esperando una respuesta que no llegaba, ella estaba cabreada, tenia un carácter del demonio pero yo era un vikingo y el mio no se quedaba atrás en esta gesta de dos titanes descontrolados.
-No es necesario que me mandes al sofá, ya me se el camino -gruñí mascullando nuevas maldiciones entre dientes.
Pero antes de largarme me paré en la puerta y alcé el indice dejandole bien claro lo que pensaba.
-Si se te ocurre por un minuto desafiarme, si invocas muertos, hablas con espíritus o haces cualquier tipo de magia negra atente a las malditas consecuencias.
Un portazo fue mi despedida mientras caminaba acomodando mis pieles sobre los hombros y con los dientes prietos hacia las caballerizas para ir al palacio.
Esa mujer era insoportable, terca, cabezota y desobediente ¿que demonios le costaba admitir que yo tenia razón y que jugar con la magia negra siempre tiene unas consecuencias desastrosas para los dos.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2016
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